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Servicios Sociales

y Política Social

“¿Alguien por casualidad quiere decir algo?”


Reflexiones sobre las interpretaciones de los
silencios en programas de inclusión para jóvenes
Resumen
Este artículo presenta discusiones emergidas del trabajo de campo realizado en la
implementación de un programa de inclusión social juvenil en un barrio de sectores
populares del Gran Buenos Aires, Argentina. En dicho programa, la intervención de los
agentes se encuentra dirigida a conseguir que los jóvenes destinatarios participen en
determinadas actividades y espacios colectivos. Dicha participación es concebida en tér-
minos de expresión verbal oral en el marco de intercambios grupales y verticales (agentes
– destinatarios). Como contracara, el silencio de los jóvenes en aquellas instancias pareciera
convertirse, para los agentes, en un problema. Por lo tanto, el objetivo principal de este artí-
culo es describir cómo aquellos agentes interpretan tales “silencios”, a la vez que, analizar los
modos en que estos programas de inclusión social lidian con lo inesperado o no deseado, en
este caso en particular, cuando los destinatarios no hablan o se expresan sobre temáticas que
no son consideradas centrales por la propuesta programática.
Palabras clave
Silencio. Narrativas Silenciadas. Inclusión social. Programas Sociales. Jóvenes.

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the meaning of silences in youth inclusion programs
Abstract
This article presents an argument that raise from our fieldwork in the location of a program ai-
med to youth social inclusion in a popular neighborhood in Gran Buenos Aires, Argentina. In this
program, the intervention and targeting agents is to involve young people recipients in certain
activities and collective spaces. Such participation is conceived in terms of verbal expression in
the context of group activities and vertical relationships (workers - clients). As a counterpart, the
silence of the clients seems to become a problem for the program’s workers. Therefore, the
main objective of this article is to describe how those program agents interpret such “silence”
while analyzing the ways in which these social inclusion programs dealt with the unexpected
or unwanted, in this case particularly when clients do not speak.
Keywords
Silence. Silenced demands. Social inclusion. Social programs. Youth.
Autores/Authors
Ana Cecilia Gaitán
Antropóloga. (Doctoranda de Antropología Social (Universidad de Buenos Aires-UBA). Becaria
Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Univer-
sidad de Buenos Aires (UBA).
ce_gaitan@yahoo.com.ar
Marina Medan
Doctora de la Universidad de Buenos Aires en Ciencias Sociales, Magister en Políticas So-
ciales. Becaria Posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET). Centro de Estudios Desigualdades, Sujetos e Instituciones (CEDESI), Universidad
Nacional de San Martín (UNSAM).
marinamedan@gmail.com
Valeria Llobet
Doctora de la Universidad de Buenos Aires en Psicología, Especialista en evaluación de
políticas sociales y derechos humanos (UNSAM) y en Problemáticas Sociales Infanto-
Juveniles (UBA) y Licenciada en Psicología, Facultad de Psicología de la UBA.
Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Centro de Estudios Desigualdades, Sujetos e Instituciones (CEDESI),
Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

RECIBIDO: 13.02.15 | REVISADO: 17.03.15 | ACEPTADO: 24.03.15 | PUBLICADO: 30.04.15 101


“¿Alguien por casualidad quiere decir algo?” Reflexiones sobre las
interpretaciones de los silencios en programas de inclusión para jóvenes

Introducción permiten concretar la abstracta noción de “dere-


chos de los niños”. Para ellos tal participación y
En las dos últimas décadas emergieron en la capacidad de voz de los niños y jóvenes son
América Latina programas sociales que definen indicadores válidos de restauración de derechos
sus objetivos como de inclusión social, y a su vulnerados y de ejercicio de ciudadanía, y muchos
población como “jóvenes y adolescentes en si- de ellos organizan su tarea mediante estas estra-
tuación de vulnerabilidad social”, “en riesgo de tegias, con miras a lograr alguna forma de eman-
exclusión”, o “con sus derechos vulnerados”. En cipación social.
la Argentina, estos programas se enmarcan en
un contexto de institucionalización de los dere- A partir de nuestras investigaciones (Llobet,
chos de niños, niñas y jóvenes. Así, se han imple- 2013) hemos advertido programas destinados a
mentado nuevas políticas sociales en las que se la inclusión social de adolescentes y jóvenes, cu-
desarrollaron procedimientos y arreglos especí- yas estrategias se orientan a la participación y a
ficos para concretar los enunciados de derechos reponer la voz de aquellos que no la tienen -o no
e inclusión social contenidos en los instrumentos la han tenido-, que se imbrican con estrategias
jurídicos y en las políticas de protección social, de gobierno de poblaciones que a su vez apelan
en los cuales cobra relevancia la apelación a la a que los sujetos revisen subjetivamente sus cir-
participación y la voz de niños, niñas y jóvenes1. cunstancias de vida, hagan elecciones racionales
Las políticas sociales emergentes, cuyos obje- sobre las mismas, y se constituyan como sujetos
tivos se expresan en clave de “inclusión” y de responsables y autogobernados. Por esta razón,
“restitución de derechos vulnerados”, tienden a sostenemos que ambas posiciones (aquella deri-
concentrar sus estrategias de intervención alre- vada del estudio del gobierno y la otra de corte
dedor de variadas definiciones de participación emancipatorio y emergente de las propias defini-
y de voz. Ambas constituyen, desde la década ciones de los trabajadores) echan luz a aspectos
del 90 los ejes de transformación de las men- que es importante analizar en conjunto. Por un
cionadas políticas, y del debate en los estudios lado, el carácter individualizante y psicologizante
sociales de infancia (Spyrou, 2011). Al análisis de de las intervenciones que, en última instancia,
estos dos aspectos, participación y voz, se aboca hacen responsables de problemas estructurales
este artículo. -tales como la desigualdad social- a los sujetos
individualmente considerados. Por el otro, el seña-
Desde el punto de vista de los estudios de guber- lamiento de que niños y adolescentes pueden mo-
namentalidad, la centralidad de la participación y dificar la cultura y la sociedad en la que viven, pero
la palabra -por ejemplo, como reemplazo a las ma- las condiciones de asimetría jerárquica asociadas
nifestaciones corporales de afectos negativos- es al orden generacional requieren de diseños ins-
analizada críticamente como eje del autogobierno titucionales específicos para que tal agencia sea
neoliberal (Schuch, 2008. Rose, 2007). Por el con- desplegada, mediante por ejemplo la promoción
trario, desde el punto de vista de los trabajadores de posibilidades de participación y voz.
de terreno y de los funcionarios de escritorio, la
apelación al carácter participativo de los progra- Ambas posiciones presentan a su vez ciertas limi-
mas y al respeto de la voz de niños y adolescentes taciones en el abordaje de las dinámicas políticas,

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sociales y culturales que constituyen el espacio venil, haciendo foco en situaciones en las que la
de intervención de las políticas sociales. Desde “voz” está ausente.
nuestra perspectiva, resulta interesante escrutar
minuciosamente tal espacio de intervención, con-
siderando a trabajadores y jóvenes como sujetos 1. El silencio en el espacio de la
sociales complejos y no meras posiciones en un intervención
dispositivo, o transparentes e inocuos mediadores
en la emancipación. Para ello, enfocaremos en al- Desde nuestro enfoque, inspirado en los estudios
gunos interjuegos y dinámicas particulares entre feministas sobre el Estado y las políticas sociales,
“participación” y “voz” como categorías propias la intervención es un escenario de negociaciones
de la intervención. institucionalmente situadas, en la que se constitu-
ye un “espacio de maniobra” (Haney, 2002) donde
En muchas oportunidades se desarrollan instru- trabajadores y destinatarios negocian intereses,
mentos técnicos que permitan concretar la partici- posiciones y necesidades, en direcciones que
pación en los programas sociales. Una de ellas es no están plenamente determinadas por las res-
un “contrato”, o “acta compromiso”. Este acuerdo tricciones institucionales y políticas. El foco en la
se suscribe entre las partes (trabajadores de los
programas y beneficiarios) y en supuestas -o an- 1
Estos cambios se ven reflejados en la sanción en 2005
notas

heladas- condiciones de paridad, se establecen los de la ley 26.061 de Protección Integral de Derechos de Niñas,
Niños y Adolescentes que derogó la ley de Patronato de Menores
compromisos de ambas partes para el desarrollo (10.903), y en la instrumentación desde 2009 de la Asignación
esperado de la intervención. El supuesto central Universal por Hijo.
es que los jóvenes manifiestan voluntariamente su 2
Esta centralidad de la participación voluntaria ha sido un
interés en “participar” de la propuesta del progra- hallazgo recurrente en investigaciones previas de las autoras y de
ma2. Aunque no se encuentre explicitado en dicho otras integrantes del equipo de investigación. Asimismo, la figura
del acuerdo recuerda al “contrato de inserción” que describie-
contrato, la participación esperada tiene como una ran Castel (1997, 2004) y Rosanvallon (1995) para el contexto
de sus manifestaciones más importantes la utili- francés, en base a la expectativa de activación de los sujetos de
zación de la palabra hablada. protección social.
3
La investigación fue motivada por el interés en conocer el
La falta de esa participación a través de la pa- proceso de construcción social de la exclusión en contextos de
programas de inclusión social juvenil. En adición, inquietudes so-
labra hablada toma varias formas: actuaciones o bre la participación de los/as jóvenes en estos programas guiaron
pasajes al acto (peleas por ejemplo), ausencias el trabajo de campo, enfocando en las interacciones y los conflic-
injustificadas o “silencios”. Nos concentraremos tos a partir de los cuales se construyen exclusiones instituciona-
les. Estos procesos son desarrollados a partir de combinaciones
en esta última y los modos en que constituye un específicas de interpretaciones de necesidades e identidades, y
problema para el esperado funcionamiento del negociaciones entre agentes y beneficiarios. Se pretendía cono-
contrato y sobre el cual pivota la intervención. cer a partir de qué elementos y procesos se construyen “sujetos
Este artículo, centrado en los modos de vincula- vulnerables”, dando cuenta de los comportamientos considerados
legítimos e ilegítimos para varones y mujeres respectivamente.
ción entre trabajadores de un programa estatal de Proyecto de Investigación Plurianual (PIP) 11220090100520, del
inclusión social y jóvenes destinatarios3, se pro- Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CO-
pone así analizar las expectativas de dichos/as NICET). Período 2010-2012.
trabajadores/as respecto de la participación ju-

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maniobrabilidad pone el énfasis en el hecho de que proyecciones hacia el futuro de los destinatarios.
las relaciones están teniendo lugar en el marco del El conjunto de metodologías ha sido denominado
Estado4, no obstante su indeterminación relativa. como una forma de “gobierno terapéutico” (Mc-
En este sentido, advertimos que las estrategias Kim, 2008) con prácticas de “comunicación no
de regulación que imbrican el abordaje que de- violenta” y de “círculos restaurativos” centrados
nominaremos “participativo” con prácticas que se en el “refuerzo del lenguaje de sentimientos” y en
orientan hacia la construcción de sujetos autogo- la “activa participación” (Schuch, 2008).
bernados, pueden verse fuertemente influencia-
das por las perspectivas de los trabajadores que Con estas expectativas de “activación” como
cotidianamente las implementan. En la medida en trasfondo de las intervenciones, el que los desti-
que los trabajadores de estos programas tienen la natarios permanezcan en silencio cuando se los
convicción de que su rol como operadores tiene insta a hablar, a participar, constituye una situación
un lugar importante en las posibilidades del bien- tensa que los operadores de los programas nece-
estar de los jóvenes, e incluso en su emancipación sitan disipar para que sea posible la intervención
-dado que entienden sus condiciones de exclusión tal como está prevista. Como lo plantea MacLure
como un asunto político y de derechos humanos-, et.al (2010), el silencio es un pequeño hoyo en la
habilitan “espacios de maniobra” lo suficiente- rutina cotidiana, que pondría en duda el hecho de
mente amplios en los que caben eventuales de- que los destinatarios estén efectivamente allí par-
mandas juveniles. Al ofrecerles este “espacio de ticipando. Esto condiciona la intervención en sí, y
maniobra” para que articulen políticamente sus desencadena un sinfín de emociones: perplejidad,
necesidades como derechos, el que los jóvenes no ansiedad por explicarlo, o diversas inducciones
hablen se convierte, para los trabajadores, en un respecto de aquello que no funciona tal como es-
problema grave. Que los jóvenes no “participen” taba previsto.
de la manera esperada, pone en duda el rol cen-
tral asumido por los trabajadores cuestionando la
legitimidad de la intervención (Llobet et.al., 2013). 2. Silencios, resistencia y
significación
En este sentido, distintas autoras han descripto
pasajes de esas negociaciones entre trabajadores/ Indagar en torno al silencio y a su tratamiento
as de programas sociales y beneficiarias (McKim, en un contexto en el que se espera la presencia
2008; Schuch, 2008; Haney, 1996). En sus traba- de la palabra hablada, requiere advertir sobre el
jos se observa cómo se tensan acciones institu- ilusorio status del discurso como una “presencia
cionales teóricamente guiadas por el enfoque de completa” (MacLure et.al, 2010, p.495). Que un
derechos, la promoción de la autonomía de las sujeto “hable” puede significar el cumplimiento
mujeres, y en cierta medida su “empoderamien- del compromiso a expresarse, pero puede no estar
to”, con las respuestas de las propias mujeres. Los diciendo nada relevante. El discurso no es signifi-
programas analizados por estas autoras, así como cativo por sí mismo. Así, cumplir con el objetivo
el que se analiza aquí, utilizan metodologías de de “dotar de voz a quienes otrora les fuera nega-
trabajo que fomentan la capacidad de expresión do ese derecho” no supone, necesariamente, que
verbal oral de emociones, trayectorias de vida y dichos enunciados gocen de mayor autonomía o

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poder sólo por haber sido dichos, ni tampoco que la posibilidad de agencia política de los sectores
gocen de transparencia conformando algo así sometidos.
como la genuina voz de la infancia, como si esta
fuera posible. Un problema generalizado en las in- En otro plano, el silencio puede adquirir otra con-
tervenciones sociales del modelo participativo es notación. En este sentido, se resiste no a la inter-
entender la noción de voz como un indicador de pelación a hablar, sino al análisis que tanto los que
autenticidad (MacLure et.al. 2010, p.498; Komu- interpelan (en nuestro caso trabajadores de los
lainen 2007). En este sentido, quienes han inda- programas) como los que analizan los programas
gado sobre contextos institucionales que buscan (por ejemplo los investigadores) intentan hacer
habilitar la voz de ciertos grupos de sujetos y so- (MacLure et.al, 2010, p.498). Se trata de un límite
bre el rol del silencio en dichos espacios, advierten a la interpretación, a la vez que un límite a las po-
la necesidad de evitar lecturas simplistas y apro- sibilidades de intervención. Este silencio puede no
blemáticas de las voces de otros, por ejemplo las conllevar una resistencia, dado que no necesaria-
infantiles, y alertan sobre nuestra inhabilidad para mente implica la ausencia de discurso. No se es-
reconocer lo no-normativo y lo no domesticado de taría llenando un espacio que debería haber sido
sus voces (Spyrou, 2011, p.158). En suma, cabe ocupado por una palabra. Por el contrario, pueden
interrogarse respecto de si dotar a los jóvenes de ser los silencios de lo no hablado, de lo no pensa-
voz, en tanto jóvenes, conduce a que sus “voces” do, de lo que no tiene un sentido (MacLure et.al,
(en el caso de ser explicitadas) sean las voces de 2010, p.496) e incluso, de lo que no se debe decir
la “edad”; o si por el contrario, cuando hablan lo (Das, 1997). No obstante, ese silencio no suele ser
hacen en tanto que pobres, o varones, o mujeres, entendido como si no hubiera nada detrás: genera
independientemente de haber sido interpelados interrogantes, su presencia despliega inquietudes
en términos etarios. En efecto, las narrativas no e incomodidades.
parten de una única posición de sujeto totalizan-
te de todas las demás identificaciones y adscrip- Una tercera configuración del silencio sería
ciones posibles. La interpretación que adopte tal aquella que emerge de la complejidad de la vida
narrativa emerge sobre todo del espacio de nego- cotidiana. Expresiones verbales de niños/as, ado-
ciación abierto por la intervención, y se trama con lescentes y jóvenes que no son reconocidas como
las situaciones concretas frente a las cuales tiene significativas, en la medida en que no encuadran
que ser movilizada. en las preocupaciones institucionales que justifi-
can la existencia de determinados programas. Se
Tal como lo plantea MacLure et.al (2010) el silen- trata de expresiones que son desestimadas y que
cio puede ser leído como una señal activa de re-
sistencia que supone la intención de no responder 4
No se considera aquí que el Estado esté constituido como
not as

verbalmente a una interpelación. En este sentido, un conjunto de aparatos en mutua dependencia. Se trata de un
Estado cuyos clivajes de género y generación informan las dialéc-
es una resistencia a la dominación (MacLure et.al ticas de dominación y resistencia, mediante -entre otros medios-
op.cit.) que supone un ocultamiento: los “guio- la demarcación de tales espacios de maniobra y la legitimación o
nes ocultos” (Scott, 1990). En su clásico trabajo, deslegitimación e invisibilización de las herramientas con que las
y los ciudadanos pueden conectar sus intereses (Fraser, 1989).
Scott (1990) distingue entre narrativas públicas
y ocultas, y radica en esta capacidad de escisión

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serían invisibles si sólo enfocáramos el campo zó a implementarse en 2009 y para fines de año
desde el problema del gobierno mediante la ac- 2012, se encontraba en 131 de los 134 distritos de
tivación y la responsabilización. Las contribucio- dicha provincia. Es uno de los programas dirigidos
nes de Fraser (1990) y Molyneux (2008) permiten a la población infanto-juvenil con mayor alcance y
dar densidad al carácter interpretante del Estado asignación presupuestaria del país, y brinda trans-
e interpretado de las necesidades. Sus aportes ferencias monetarias que son percibidas directa-
echan luz sobre las iniciativas de las políticas so- mente por los destinatarios, como incentivo a la
ciales por clasificar y definir algunas categorías participación en el mismo y a condición de cumplir
de riesgo como legítimas y urgentes, mientras con las actividades pautadas. Este artículo se centra
que otras son ignoradas. La noción de “narrativas en el análisis de una implementación del programa
ocultas” de Tabbush (2009 y 2011) aporta en esta en el municipio de Las Luciérnagas8, un municipio
dirección y permite distinguir, tal como lo hiciera del primer cordón del conurbano bonaerense, con
Scott (1990), entre narrativas públicas y ocultas, indicadores sociales por encima del promedio para
aunque, a diferencia de este último autor, no vin- el conurbano y con una gestión que otorga gran
cula dichas narrativas ocultas con la posibilidad énfasis a los derechos humanos (Rodríguez Gustá,
de agencia política y resistencia a la dominación. 2012. Annunziata, 2008). Junto con la accesibilidad,
En este sentido, y resultando de gran utilidad para estos últimos indicios fueron motor de la elección
nuestros propósitos investigativos, cabe destacar de concentrar el trabajo de campo allí.
que Tabbush (2009 y 2011) busca conocer por
qué ciertas necesidades pueden ser expresadas Durante el mismo dos cuestiones emergieron:
en espacios públicos y convertirse en legítimas, por un lado, que tan solo una parte de las y los
mientras otras permanecen condenadas al si- destinatarios asistían a las actividades tales como
lencio. Abordaremos estas variaciones a partir de las asambleas9 que constituían la obligación con-
nuestros datos de campo. signada en el contrato, y por el otro, que no solían
expresarse oralmente durante las mismas, lo que
constituía la expectativa de los agentes. La lógica
3. La participación esperada... utilizada en el programa requiere que los jóvenes
hablen para conocer sus percepciones y estable-
El programa de inclusión social juvenil considera- cer en qué medida o respecto de qué aspectos el
do en este artículo5 es el Programa de Responsabi- programa les es de utilidad. Los trabajadores instan
lidad Social Compartida Envión. Desde el punto de a los jóvenes a participar cuando éstos responden
vista del diseño, está dirigido a personas de 12 a con monosílabos o se abocan a jugar de modo
21 años en situación de vulnerabilidad social de la ausente con sus teléfonos celulares. En algunas
Provincia de Buenos Aires5. Los objetivos oficiales oportunidades, las sensaciones de frustración y de
del programa son: integrar a las/os jóvenes al siste- desorientación que estas circunstancias provocan a
ma educativo, enseñarles un oficio y procurarles un los trabajadores, fueron compartidas por nosotras,
espacio de contención donde puedan realizar ac- que, como investigadoras, observábamos dichas
tividades deportivas, recreativas y culturales7. De- escenas. Estas sensaciones nos interpelaron como
pende del Ministerio de Desarrollo Social de Buenos investigadoras y en nuestra propia aproximación al
Aires, pero es gestionado municipalmente. Comen- campo. Específicamente, nos llevaron a preguntar-

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nos qué es lo que sucede cuando el lugar central de subvertirla sea expresándose verbalmente sobre
la palabra es ocupado por el silencio. los tópicos que los programas proponen.

Tal como fuera adelantado, los preceptos políti- Hemos construido inductivamente un ciclo típico
cos de la gestión municipal anticipaban que la par- de tres momentos en las expectativas de los traba-
ticipación ciudadana constituiría un lema central jadores respecto del modo de alcanzar y transitar
y un capítulo importante de la justificación de la la participación juvenil. En primer lugar, que los jó-
intervención estatal en este municipio (Rodríguez venes se apropien del espacio institucional y de “la
Gustá, 2012. Annunziata, 2008). La participación palabra”. Se busca interpelarlos, procurando que
juvenil aparece así connotada en las prácticas e “hablen” en las asambleas. Así, la batalla principal
interpretaciones de los trabajadores como com- es contra el silencio inaugural. Una vez que los des-
promiso y se materializa en la firma del “acuerdo” tinatarios han tomado la palabra, el segundo paso
por parte de los jóvenes. En el compromiso que es lograr que lo hagan sobre algunos temas -no
estos últimos asumen está implícito que compro- todos tienen la misma jerarquía-, y de un modo par-
meterse supone hablar, expresarse verbalmente, y ticular -se espera una apropiación crítica antes que
la predisposición a hacerlo en grupo, en el marco un relato naturalizado o catártico de las situaciones
de actividades colectivas. Si bien la asistencia de vividas. Por último, el tercer nivel de participación
los jóvenes no se logra de forma compulsiva, se 5
Producidos en un trabajo de campo etnográfico de apro-
notas

les suele recordar que se comprometieron a asistir ximadamente dos años en el que se combinaron distintas es-
trategias: observación participante en espacios y situaciones
a las actividades por medio de la realización (mi-
cotidianas, entrevistas en profundidad y semi estructuradas a
nutos antes del inicio de las mismas) de lo que los trabajadores y funcionarios municipales, y talleres diseñados ad
agentes denominan convocatoria (llamadas tele- hoc con destinatarios. El enfoque etnográfico nos resultaba útil
fónicas o visitas a las casas). Si bien es factible para echar luz sobre lo informal e intersticial, como también a
ciertos entramados de intereses (Rockwell, 2009) y procesos de
suponer que muchos de los jóvenes asisten por negociación y disputa que pueden presentarse en determinadas
propia voluntad a las actividades, esto no implica intervenciones estatales territorializadas (Santillán, 2011).
necesariamente que lo hagan por coincidir con las 6
El programa entiende como personas vulnerables a quienes
interpretaciones sobre carencias y necesidades “pertenecen a hogares con inserción laboral precaria, los que no
que mantiene el programa. Por el contrario, podría estudian ni trabajan, viven en situaciones familiares de violencia y
abandono, residen en viviendas precarias, en barrios con infraes-
suceder que las razones que los lleven a asistir tructura y equipamiento inadecuado”.
al programa tengan como trasfondo otras inten- 7
http://www.envion.gba.gov.ar/wordpress/?page_id=258
ciones, algunas muy poco instrumentales -mu-
chos jóvenes manifiestan ir porque sí, o porque
8
El municipio y los nombres de los sujetos son ficticios con el
objeto de preservar su anonimato.
es menos aburrido que estar en su casa- y otras
puramente instrumentales- conseguir la transfe-
9
La asamblea constituye una actividad central dentro de las
estipuladas por el programa. A diferencia de los talleres que son
rencia condicionada de ingresos (beca), merendar, temáticos (guitarra, circo, peluquería), la asamblea no tiene un
asistir a salidas y excursiones grupales. De todas tema único ni predeterminado sino que, teóricamente, se abordan
maneras, esto no excluye el hecho de que algunos temas vinculados con el funcionamiento cotidiano del programa,
o con alguna situación particular que haya sucedido en los días
de los jóvenes pueden coincidir con el diagnóstico previos o vaya a suceder en los días posteriores, o alguna inquie-
del programa sobre su situación de exclusión, aun tud de los jóvenes y/o de los trabajadores.
cuando no compartan la idea de que la forma de

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supone un doble desplazamiento subjetivo de los transformación en los jóvenes y funcionaría como
jóvenes: deben emprender una transformación indi- resultado de la propuesta de promoción de agen-
vidual y colectiva. Los agentes tienen la expectativa cia juvenil impulsada por los agentes. En este
de que aquellos se apropien de las herramientas sentido, cuando emerge el silencio, se procura do-
-subjetivas y sociales- que brinda el programa para blegarlo: Se trata de que ustedes hablen, nosotros
poder usarlas en su vida cotidiana y en la elabo- estamos tratando de no hablar (Agente estatal).
ración de un proyecto de vida individual10. Adicio- Los silencios y/o parquedades, se transforman en
nalmente, se espera que se comprometan con signos de resistencia o de falta de interés respecto
una transformación colectiva. Este tránsito por tal del tipo de participación propuesta, que a su vez
conjunto de transformaciones es connotado por los revierte en el análisis de la estrategia de interven-
agentes como un habitar un lugar distinto (LLobet ción como insuficiente o infructuosa.
et al 2013). La intervención reviste, para éstos, un
propósito político cuya aspiración es la organización Se nos complica a nosotros en las asam-
colectiva de los jóvenes que emergería como una bleas, qué sé yo, que les parezcan interesan-
suerte de “toma de conciencia” de tipo freiriano. tes y participativas. Si bien la evaluación del
Esta les permitiría acceder a los derechos sociales año pasado fue que hubo participación, a mí
como definitorios de la inclusión social. me encantaría que las asambleas estén más
llenas, que yo no me escuche más hablar, que
ya deben estar podridos de escucharme a mí,
4. Un silencio en lugar de una a Pancho, a Peti, o sea, como que tengo ga-
palabra nas realmente de escucharlos a ustedes, me
encantaría saber qué les pasa o que me di-
La asamblea es el dispositivo central de la inter- gan “Lili, esto es una mierda”, pero saber que
vención, y en torno a ella se “mide” el éxito de la están vivos en la palabra y poder expresar lo
intervención. Sin embargo, los agentes admiten que que les pasa... O sea, como que de ese lado
llevó tiempo instalarla y que empezara a funcionar: me queda la duda de saber si se hizo un buen
antes era un silencio que ensordecía, recuerdan. laburo. (Agente del programa)
Justamente, el objetivo de la asamblea es producir
el involucramiento de los jóvenes con los asuntos El carácter “excesivo” del silencio frente a la
planteados a través de la expresión verbal. búsqueda de participación hablada, produce múl-
tiples reacciones. MacLure et.al (2010) señalaron
La idea no es que vengan a calentar la silli- que el silencio “parece marcar un punto de resis-
ta, sino a que realmente se apropien de esto tencia absoluta (a la significación, comunicación,
y puedan proponer cosas. Tienen lengua para cooperación y orden en el aula) y un sitio de proli-
hablar, entonces, estaría bueno escucharlos a feración (de enunciaciones, acciones, emociones,
ustedes (Agente estatal a los jóvenes durante interpretaciones, consecuencias)” (p. 493)11.
una asamblea).
En algunas entrevistas individuales salie-
Esta capacidad de hablar de lo propio en un ron cosas piolas y en otras no...Silencios...
espacio público y colectivo daría cuenta de una no poder estar profundizando, no poder estar

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poniendo en palabras una cosa que te haya se apropien del lenguaje de derechos para ma-
aportado “El Envión”. Pibas que las hemos nifestar de una manera aceptable la distancia de
acompañado a la consejería, las acompaña- sus intereses con los del programa? ¿Por qué des-
mos a hacer la averiguación por la tramitación pliegan un tipo de -supuesta- resistencia muda,
de la asignación universal y con dificultades que señala con la contundencia de su presencia,
hasta para ver eso. Ni hablar de profundizar “algo” que la excede?
en “lo que me dejó el taller de...” (Agente del
programa) Esta distancia respecto del discurso de derechos
humanos como marco interpretativo parece visibi-
El matiz participativo de las intervenciones con lizar tanto la dimensión de poder de las relaciones
jóvenes y niños procura señalar un tipo de sitio entre adultos y jóvenes o niños, así como algo in-
-el dispositivo- y de relación social, con capaci- soportable o intolerable de la opacidad y vulne-
dad para revertir las formas de control social y do- rabilidad de niños, jóvenes y del propio ordena-
minación que organizan -desde el punto de vista miento social en el cual descansa la intervención
de los trabajadores- las instancias institucionales (MacLure et al., 2010). La opacidad de la interven-
tradicionales en las que las desigualdades son ción en estas escenas, ese tornarse insondable,
reproducidas. En este sentido, los programas se tiende a ser vivido e interpretado como reactividad
autoatribuyen el ser un espacio que haga posible o bien ausencia, falta, in-capacidad del sujeto, en
la expresión de los jóvenes de sectores populares, particular si se trata de un niño o adolescente.
habitualmente silenciados o invisibilizados. El si- Algo de sujeto falta en ese silencio, parece decir
lencio es entonces tratado -de hecho- como una la estrategia. El silencio que suele rodear a esos
“narrativa pública” en el sentido de Scott (1990), breves momentos da pistas de que aquello ina-
que transforma la relación y el dispositivo en “si- nalizable está irrumpiendo en el precario orden de
tios sociales patrullados”, aquellos donde las di- la búsqueda del investigador (McLure et al. 2010,
sidencias sólo pueden aparecer como silencios, p.495). Parece decir más del dispositivo que de los
ocultamientos, recurso a la banalidad. Con ello, sujetos silenciosos.
coloca a las y los trabajadores en un lugar impo-
sible, el de reproductores de la dominación, lugar
que permanentemente cuestionan y procuran ho- 5. Los silenciamientos
radar. En este sentido, los trabajadores movilizan
el discurso de derechos humanos como lenguaje La participación activa en la asamblea, repre-
de resistencia y politización: los problemas socia- senta una forma de transformación que, para los
les de los jóvenes deberían ser interpretados como agentes estatales, posibilitaría la desnaturaliza-
problemas de derechos humanos. Como pudimos ción de un determinado tema y su problemati-
apreciar en algunas de las actividades, la interpre-
10
La incorporación al mercado de trabajo formal se presenta
notas

tación de la violencia policial en vinculación con la


como la máxima expresión de un compromiso con un proyecto
última dictadura militar argentina es, para estos personal.
trabajadores, una “apuesta fuerte” de ellos y que 11
Traducción propia.
los involucra política y afectivamente. Vale enton-
ces preguntarse, ¿qué impediría que los jóvenes

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“¿Alguien por casualidad quiere decir algo?” Reflexiones sobre las
interpretaciones de los silencios en programas de inclusión para jóvenes

zación política. Por ejemplo, dichos agentes in- Si bien los jóvenes participan, demandan y se
tentaron problematizar las condiciones históricas apropian del espacio, muchas veces no suce-
que generaron la actual situación de desigualdad de sobre los temas o con las intensidades que
social y económica en la que viven los destina- los agentes esperan. De todas maneras, hemos
tarios, de modo que los jóvenes comprendan destacado que, frente a la falta de acuerdo en las
las causas de sus condiciones actuales de vida cuestiones a demandar, lo que podemos denomi-
y puedan pensar en la posibilidad de transfor- nar como “perspectiva militante”12 de los agentes
marlas. Sin embargo, hemos encontrado que procura comprender a los jóvenes, sus contextos
la apropiación sobre determinados temas pro- de vida y las limitaciones de oportunidades. En
puestos por el programa, puede no darse de la este sentido, los modos de relación entre destina-
forma esperada, lo cual genera cierta decepción tarios y el establecimiento de prioridades contra-
en aquellos agentes. En repetidas ocasiones, los dictorias con respecto a valores y demandas, re-
agentes reflexionan respecto de cómo se cuelan sultan paradojales y conflictivas para aquellos. El
sus propios intereses y deseos en la búsqueda espacio de negociación, implica la aceptación de
por lograr un determinado modo de participación demandas “superfluas”, cuya vinculación con la
de los jóvenes: inclusión social es laxa, pero que permite la conti-
nuidad de los jóvenes en el espacio y por ende de
Recién estábamos con las chicas y les pre- la intervención.
gunté: “¿Qué quieren este año?” y me pidie-
ron por el taller de belleza: planchita, buclera. Por otro lado, existen manifestaciones de “otras”
Compramos eso y es invertir un montón de circunstancias y/o situaciones que acontecerían
recursos en algo que si uno lo piensa en la en las vidas de los jóvenes, de las cuales parecería
planificación de criterios uno no lo tiene como difícil hablar en el marco del programa. En efecto,
prioridad “formar a las chicas en belleza in- determinadas “necesidades” de los jóvenes del
tegral”, pero lo pidieron y la verdad, lo quie- barrio si pueden ser mencionadas y consideradas
ras o no, los viernes hay quince pibitas que en distintas actividades y espacios del programa,
están ahí adentro hablando de todo mientras convirtiéndose en legítimas y pasibles de ser dis-
se hacen la planchita, mientras se están ma- cutidas, mientras que otras son silenciadas o al
quillando. Y bueno... “Queremos aprender a menos no son consideradas. Estas “narrativas
bailar reggaeton” y bueno, por ahí es hora de silenciadas” (Tabbush, 2009) vinculan con temas
que cedamos otros objetivos que después de que tienen un lugar marginal respecto de los pro-
algunos años algo laburado está, porque algo blemas que, para los agentes, ameritan discusión
de género laburamos, algo de estas cuestio- y reflexión colectiva. Se trata de la manifestación
nes que nombramos y darle un poquito más lateral y mínima, de “otras cosas” que sucederían
de bola a esto que están pidiendo los adoles- en las vidas de los jóvenes, de las cuales parece-
centes. Y que nos están hablando y pidiendo ría ser costoso o incluso infructuoso, hablar en el
esto. Y te están pidiendo un profe de reggae- marco del programa. Hemos notado al menos dos
ton, no te están pidiendo que les aumentes la formas de estas narrativas. Por un lado, las que
beca o que cambies otras cuestiones. No es son expresadas por los jóvenes pero no visuali-
tan inaccesible. (Agente estatal) zadas por parte de los trabajadores como motivos

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Artículos y Política Social

By chance, does someone want to say something? Thoughts about the


meaning of silences in youth inclusion programs

válidos para acceder a los soportes que brinda el contraste con las otras opciones al alcance de las
programa, en tanto no se asocian a las vulnerabi- y los jóvenes. “Estar” en el programa es menos
lidades que éste vislumbra. Por ejemplo, el uso del malo que estar en la casa, pero la densidad de
tiempo y el espacio en los barrios populares, para relaciones sociales de género y generación que
las jóvenes mujeres, puede estar directamente configuran los lugares cotidianos como insopor-
vinculado a la domesticidad. Las “excusas” para tables permanece invisible o fuera del campo de
salir de la casa, no estar con miembros de la fami- intervención legítimo a ojos de las y los agentes.
lia, ni cumplir con ciertas obligaciones asociadas a
lo doméstico, tienen que tener alguna legitimidad A las formas de colocar lateralmente los modos
social que permita sortear el tedio o la obligación en que las relaciones de género establecen limita-
de estar en la casa: cumplir con la asistencia al ciones a la autonomía de las jóvenes en los barrios
programa, que como contrapartida, supone una populares, se suman otras, todavía menos eviden-
transferencia de dinero. tes. En un sentido similar, llama la atención la pre-
sencia subyacente y constante de una suerte de
- Investigadoras: ¿Qué estarías haciendo si no agobio por parte de los/as jóvenes, que se expresa
estuvieras acá ahora? en la necesidad de despejarse la mente, no andar
pensando boludeces (que pueden derivar en po-
- Joven destinataria: Encerrada en mi pieza. … nerse en riesgo mediante una acción irreflexiva).
Así las cosas, una gradación de sensaciones sub-
- Joven tallerista13: Yo reconozco que zafé de mi jetivas, que van del aburrimiento, a la depresión,
marido cuando vengo al taller, a dar taller acá. y que se vinculan con falta de oportunidades de
No lo banco más, entonces, cuando lo tengo diversión, limitaciones en el acceso al consumo,
todo el día, vengo al taller y no lo banco, no lo restricciones en la imagen de trayectoria futura,
veo… (Entrevista grupal) componen el espectro subjetivo de muchas y mu-
chos jóvenes. Tanto en las valoraciones del aporte
El carácter vinculado con las desigualdades de
género, no obstante el compromiso igualitarista y 12
Esta perspectiva se traduce en que los jóvenes registren
not as

el orden político expresado, por ejemplo, en la violencia institucio-


transformador del programa, es invisibilizado tras nal, e identifiquen modos, también políticos, de dilucidar ese tipo
una valoración más ligada a un usufructo instru- de conflictos cotidianos, en una propuesta de subjetivación que,
mental -considerado como negativo o lejano- al preliminarmente también denominaremos “militante”. No se trata
de proponer una lectura clientelista a dicho proceso. Por el con-
ideal de motivos de participación esperado por los
trario, señalamos que aunque el concepto “clientelar” incorpora
agentes. Esta invisibilización compromete tanto a las estrategias de los “clientes”, tiende a privilegiar el punto de
agentes como a jóvenes. Es decir, que el estar en vista de los “políticos”, sus intereses y expectativas, y no es útil,
la casa constituya una situación insoportable para conceptual ni éticamente, para esta investigación.

las jóvenes no constituiría una razón legítima por sí 13


Los talleristas son trabajadores de tiempo parcial del pro-
misma para que estas sean admitidas como desti- grama, profesionales o no, no necesariamente residentes del
barrio en el que se implementa el programa, con saberes especí-
natarias. Si así fuera, el valor positivo del programa ficos vinculados a la recreación, la música, las artes, que trans-
no se ligaría, según los agentes, a la ampliación de miten su conocimiento a los jóvenes en reuniones especialmente
derechos o la agencia y la transformación, sino se destinadas a ello.
limitaría a ser un lugar que adquiere valor sólo en

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“¿Alguien por casualidad quiere decir algo?” Reflexiones sobre las
interpretaciones de los silencios en programas de inclusión para jóvenes

positivo del programa de inclusión (tener un lugar las que nos hemos detenido, una que es posible
donde despejarse) como en los relatos sobre los tratar como un silencio sin sentido, que establece
momentos de mayor zozobra (andar pensando un límite a la interpretación y a la intervención, en
boludeces)14 los jóvenes de sectores populares el sentido de MacLure (2010), y un tipo de silencio
aparecen atravesados por vulnerabilidades entre- que se vincula con la complejidad de la experien-
mezcladas, de orden subjetivo y social que forman cia que Tabbush (2008) inspirándose en Fraser y
una densa malla en la que el programa penetra Molyneux y en discusión con Scott ha denominado
tímidamente. Una compleja combinación de fra- como “narrativas silenciadas”. La importancia de
gilidades trama la vida cotidiana de estos jóvenes, estas dos formas de silencio, que no necesaria-
las cuales no son expresamente problematizada mente son excluyentes entre sí, es diversa. Por
por ellos ni por los programas, ni siquiera como un lado, permiten notar, al analizar los procesos
obstáculo de la pretendida participación. Su no que desencadenan, el carácter negociado de la
tratamiento podría ser considerado como una intervención (Haney, 2002. Fraser, 1989), que re-
deslegitimación de dichas situaciones. Tanto por- sulta invisible para planteos como el de Schuch
que exceden las posibilidades de intervención del (2008) sobre el papel de la palabra en la interven-
programa, o porque sus mismos protagonistas no ción social como instrumento central al gobierno
logran articularlas como problema, o porque su neoliberal. A su vez, el silencio como límite a lo
articulación como demanda los colocaría en una analizable y a la propia intervención permite resal-
mayor fragilidad (Tabbush, 2011), parecieran exis- tar la posibilidad teórica de zonas restadas inclu-
tir múltiples vulnerabilidades que condicionan la so provisionalmente a la dinámica de regulación,
vida de los jóvenes y cuyo carácter, parece ser ob- mediante su capacidad de desestabilizar el propio
viado o deslegitimado en el espacio del programa. sentido de la intervención. Finalmente, el silencia-
miento de dimensiones de la experiencia cotidiana
permite mostrar los modos en que los programas,
6. Consideraciones finales abocados como están a sus premisas de interven-
ción (participación-transformación social), serían
En este artículo hemos intentado, por un lado, sordos a las expresiones de la complejidad de la
establecer las variadas formas del silencio de los vida cotidiana cuando se intersecta con las des-
jóvenes, y a su vez, porqué éste se torna proble- igualdades de género, clase y etnia, que dan forma
mático para los trabajadores, señalando paralela- a la experiencia y a la subjetividad de los jóvenes.
mente que una lectura estrictamente enmarcada
en la teoría de la gubernamentalidad o bien en Los programas leen como participación aquel
perspectivas emancipatorias no resultaría de uti- uso de la voz que se despliega en los espacios
lidad para advertir ciertos aspectos centrales a previstos para ello o sobre los temas que coinci-
estas dinámicas. den con sus expectativas. Incluso, pueden con-
siderar como participación aquellas manifesta-
Respecto del primer punto, hemos identificado ciones que no concuerdan con sus expectativas,
unos tres modos de silencio: el clásico silencio mientras se las pueda entender como una me-
resistencial de Scott (1999), al que no le hemos diación hacia otras manifestaciones que sí están
dedicado mayor desarrollo, y otras dos formas en en sintonía con las preocupaciones del programa.

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meaning of silences in youth inclusion programs

Ahora bien, si los jóvenes no hablan cuando se les Haney, L. (2002). Inventing the Needy. Gender and the Politics
ofrece hacerlo, todo el intento de los trabajadores of Welfare in Hungary. Los Angeles: University Of California
por “emanciparlos” se vuelve espurio. El silencio Press.
confronta a estos trabajadores con los límites de LLobet, V., Gaitán, A., Medan, M. y Magistris, G. (2013). “Este
su compromiso político con la emancipación o la espacio es para que ustedes hablen”. La legitimación de la
inclusión social de los jóvenes: si no “toman la intervención en los programas sociales. En V. LLobet (Coord.).
Sentidos de la exclusión social. Beneficiarios, necesidades y
voz” cuando son invitados a hacerlo, no logran prácticas en políticas sociales para la inclusión de niños/as y
convertirse en sus aliados para la transformación jóvenes en el área metropolitana bonaerense (pp. 113-140).
de su situación. La audibilidad de la “voz” de los Buenos Aires: Biblos.
sujetos es un reclamo ético que legitima política- MacLure, M., Holmes, R., Jones, L. y Macrae C. (2010).
mente a la intervención. Por su parte, el silencio Silence as Resistance to Analysis: Or, on Not Opening One´s
problematiza tal noción de “voz” como indicador Mouth Properly. Qualitive Inquiry, 16(6), 492-500.
de autenticidad, inmediatez o autoridad narrativa McKim, A. (2008). “Getting Gut-Level”: Punishment, Gender,
en la intervención (McLure et al. 2010, p.498). En and Therapeutic Governance. Gender and Society, 22(3), 303-
este sentido, es una interpretación amenazante 323.
-para la autopercepción de trabajadores- lo que MOLYNEUX, M. (2008) Conditional Cash Transfers: A ‘Pathway
dota de peso al silencio. to Women’s Empowerment’?, Working Paper 5, Institute of
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en la era neoliberal: estructuras de poder y concepciones institucionales y efectos de género: la implementación local
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Minnesota Press.
notas

14
Los jóvenes vinculan el “andar pensando boludeces” con
Fonseca, C. y A. Cardarello (2005). Derechos de los más y situaciones en las que la tentación del pasaje a la acción parece
menos humanos. En S. Tiscornia y M. V. Pita, (Eds.) Derechos dominarlos, en los que el “futuro es negro”.
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