No puedo dejar de pensar que mientras yo tengo el lujo y privilegio de escribir sobre
estos temas, hay niñas, adolescentes, mujeres adultas y ancianas que están siendo
violentadas en la absoluta clandestinidad y soledad. Me preocupa además que
muchas de estas violencias generan además culpabilidad en las mismas mujeres,
responsabilidad de no haber sido lo suficientemente cuidadosas y haberlo permitido,
culpa de que no hicieron lo suficiente, y resignación de lo que se supone es lidiar
con el ser mujer.
Aunque estas fueron enseñanzas importantes, luego venía la duda de que si era
suficiente, sumando que en las “poderosas” asambleas obreras de mineros y
fabriles, donde la guardia obrera compuesta de musculosos mineros que protegían
la palestra de nuestros compañeros dirigentes definían los cursos de la lucha
obrera; nuestras discusiones eran absolutamente insignificantes ante la urgencia de
las demandas salariales, contractuales y negociados con el partido de gobierno.
Hace más o menos dos años, a las cuantas feministas que andamos por ahí, nos
golpea la corriente del Mi primer amor soy yo aglutinando a montón de niñas y
adolescentes golpeadas por relaciones amorosas frustrantes que las absorben
como esponjas, dejándolas succionadas hasta los huesos. No podía y no puedo
dejar de pensar, cómo es que esta postura despolitizada y despolitizadora era capaz
de responder a las necesidades de muchas de esas jóvenes, y ahí los feminismos
con unas cuantas tratando de entenderse. Pero antes de tratar de salir del asombro
nos golpea la hollywoodense campaña He for she, y nuestras queridas, cercanas y
compañeras amigas compartiendo los “hashtags” en inglés, sintiéndose sumamente
cercana a Emma Watson, principalmente cuando usa ese vestido amarillo, después
de haber logrado conquistar a la Bestia. Tan “empoderada” con su blanquitud, con
su dinero, con su fama, con su hermosura, ¿cómo no querer ser una feminista así?
Y nuevamente una rabia con impotencia, preguntándose cómo es que dejamos que
una empresa de Hollywood se apropiara, así como lo hacen las ONG’s, los partidos,
las secretarias de género de una lucha que se supone creció para destruir un orden,
hacerlo pedazos y de ahí, de las ruinas volver a empezar como sociedad.
Seguramente este textito tan autoegolatra, debe ser cansador para quien lo lea,
siempre me han hecho ruido los trabajos en los que se parte del posicionamiento
del cuánto se ha sufrido desde determinado lugar y no quisiera que se entendiera
que trato de poner en texto mi lugar en las luchas. Simplemente que después de un
poco de andar en este camino potente pero doloroso del feminismo, he aprendido
que es importante empezar a hablar también desde una misma, mostrar esta
maraña de contradicciones porque al compartir con otras, muchas de estas
contradicciones son compartidas. Muchas preguntas desilusiones y frustraciones
que luego repercuten en una propuesta política, son parte de estos hoyos negros
sin salida.
Sin embargo, no pude evitar quedarme con sabor a poco, volver a la realidad
boliviana, familiar, laboral y social; era devastador después de tanta energía
depositada. Empezar a decir que no era tan feminista como pensaba, sino más bien
una aprendiz de feminismos, resultaba cómodo para salir de la perplejidad.
Espero que las ancianas ayoreas que nacieron en el monte del Chaco Boreal hoy
sigan cantando en un territorio que aún no se haya vendido. Así no más concluyo
este breve textito, sin conclusiones, ni reflexiones finales, porque lastimosamente o
las tengo, sigo creyendo en la lucha de las mujeres, admiro y honro las que se dieron
y se siguen dando. Sueño con un horizonte más justo y menos violento para mujeres
y hombres de este mundo, pongo el alma y el cuerpo en aprender de ello y
agradezco por la oportunidad de escribir un texto anti o no académico para filtrar
unas cuantas de las ideas que vacilan en salir…