Desde tiempos inmemoriales dentro de las distintas culturas y pueblos,
hay un componente que se repite y que cíclicamente a través de la Historia, ha
venido a ser la ruina del hombre y es la falta de amor y perdón. Algo que me llamó mucho la atención de los últimos capítulos fue la esencia del perdón y del amor para llegar a la verdad. Como cristiana inicié mi recorrido desde la iglesia católica (renovación carismática) y luego por algunas denominaciones evangélicas, por lo que considero que manejo objetividad en cuanto a doctrina cristiana y por lo mismo no me considero ni católica ni evangélica sino seguidora de Jesucristo como mi Señor. Esto me ha llevado a realizar estudios exegéticos serios acerca de la Escritura y por ende no comparto el punto de vista del autor en relación a que no hay cielo ni infierno o que el Dios interior del hombre es quien decide, por lo siguiente:
1. Si bien es cierto que la vida puede ser un cielo y un infierno, no todo
depende de la temporalidad ya que desde los mismos griegos se manejaba el concepto de lo temporal y lo eterno; el alma y espíritu no son temporales por lo que no se pueden supeditar a un mundo tan limitado.
Uno de los problemas básicos dentro de las iglesias evangélicas de corte
neopentecostal y con influencia de doctrinas fundamentalistas capitalistas de Estados Unidos, es que consideran que el Reino es aquí y ahora y esto deviene en un mal entendido sentido de temporalidad, ya que enseñan que quien no es millonario no es bendecido y manipulan las mentes exigiendo diezmos para que los pastores vivan en lujos indecibles al estilo de ricos y famosos, como para “enseñar” que así los tiene Dios. Doctrina totalmente contraria a la verdadera enseñanza cristiana de que la perfección consiste no en ser pobre sino en no depender de lo material o de los lazos de una vida terrenal que querramos o no, traerá sinsabores, enfermedades u otros porque las leyes humanas son imperfectas y este cuerpo está sujeto a enfermarse Si bien es cierto que muchas enfermedades tienen su procedencia en emociones como el rencor, tristeza, odio,