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Drogodependencia y Espiritualidad. 27 de septiembre de 2008.

Dra. Raquel Inés Bianchi.


Raquelibianchi@yahoo.com

Se habla de tres aspectos de la salud: físico, mental y social.


Nosotros así también como la OMS y varios países del mundo, incorporamos la dimensión
espiritual en el concepto de salud. Un riesgo importante es que estos aspectos se
consideren cerrados en sí mismos, o se de importancia más a uno que a otro. En realidad
funcionan como vasos comunicantes. Podríamos decir que la salud consiste en la armonía
de las dimensiones física, mental-social y espiritual. (1).
Habría tres componentes principales en el ser humano:
- El cuerpo, sobre el cual no vamos a detenernos;
- La psiquis, con su sistema de creencias.
- La fuerza vital o espíritu. Este poder gobierna el universo entero. Ha sido llamado
chi en China; ki, en el Japón; prana, en la India; soplo de vida, por los hebreos;
Verbo, por los cristianos.
Se emplean estos términos para expresar el principio creativo que da existencia a todas las
cosas, principio que todo lo contiene y lo mantiene, que conecta todo y que siempre
existió.
La espiritualidad debe entenderse, como el convencimiento profundo de que nuestra
existencia tiene un valor y un sentido trascendente.

Observamos que en las patologías adictivas los pacientes tienen creencias que no valoran la
vida en sí, y un sistema de creencias compartido por la familia y/o el entorno social donde
se refuerza directa o indirectamente la descalificación de la propia vida.
Desde la esfera mental, la meta de nuestro psiquismo es la construcción de nuestra
personalidad, nuestra identidad, nuestro yo, el cual se enraíza en nuestro sistema de
creencias. Una creencia es un pensamiento, una idea con una gran carga afectiva,
internalizada desde una figura de autoridad tal con la que el sujeto se identifica y genera
una alineación de sus pensamientos, sentimientos y comportamiento. Toda creencia
incluye la aceptación de dicha idea sin el conocimiento completo requerido para garantizar
su verdad. Cuando la verdad de la proposición se torna evidente ya no hablamos de
creencias sino de conocimiento.
Según la Dra. Cecilia Sinay Millonschik la creencia tiene un efecto organizador que
posibilita un reordenamiento de las diferentes funciones psíquicas. Hace del Caos, Cosmos
y permite a los diferentes sujetos vivir organizadamente.
Las creencias tienen este efecto organizador si está inscripto en un sistema de creencias
compartido. Una creencia no funciona si no hay un código compartido.
Cada uno de nosotros tiene un estilo de vida, una historia, una concepción del mundo, que
condiciona el modo en que vivimos y proyectamos… en realidad creencias para explicar
creencias. (2).
El presente trabajo discurrirá sobre tres tipos de patologías, el uso y abuso de
sustancias, el alcoholismo y la adicción al trabajo, como modelo de los diferentes tipos
de adicciones considerando las no aceptadas socialmente y penalizadas, hasta las
adicciones avaladas y sostenidas por la sociedad.

Al hablar de uso o abuso de sustancias, adicción, dependencia, intoxicación, tolerancia,


abstinencia o craving, nos referimos a una patología cada vez más frecuente, que afecta a
la población mundial de cualquier estrato social, en cualquier rango de edad,
principalmente adolescentes, jóvenes adultos y adultos en edad productiva. (3).
La comorbilidad alcanza en la actualidad el 50 % de la población, agravando el problema.
(3, 4, 5).
La Prevención primaria de la drogodependencia apunta a prevenir la aparición de
nuevos casos.
La cadena de consumo funciona como una pirámide estratificada.
En el pico superior estarían los grandes narcotraficantes, con una importante influencia a
nivel económico y político.
En el estrato siguiente estarían los intermediarios, que se ocupan de distribuir la mercancía
y comercializarla, haciéndola accesible para todos.
En el estrato inferior estaría toda la población, que incluye a los consumidores tanto
efectivos como potenciales.
Las actuaciones preventivas en los dos primeros eslabones requieren un enfoque político-
legal, y van encaminadas principalmente a reducir la oferta de consumo.
Es en el estrato inferior donde podemos incluir la educación sobre nuestra naturaleza
espiritual.
El pensamiento occidental de ideología materialista tiende a negar que seamos seres
espirituales. Nuestras necesidades espirituales insatisfechas se vivencian como un vacío y
la tendencia será a llenarlo con cualquier cosa: consumo, trabajo, dinero, drogas, sexo,
poder… pero ninguna de ellas conseguirá llenarlo.
Necesitamos educar para un cambio de conciencia.
Las actuaciones preventivas en el estrato inferior son de un nivel socio-sanitario;
principalmente de tipo educativo, dirigidas a grupos de riesgo, por ejemplo los
adolescentes; o mediante la promoción de actividades alternativas de tiempo libre; o
mediante escuelas de formación de padres; o a través de campañas informativas sobre los
efectos de las drogas dirigidas a la sociedad en general. (3).
Necesitamos educar para un cambio de conciencia.
Para eso también nosotros los prestadores de salud, médicos, psicólogos, asistentes
sociales, etc., debemos pensar en la espiritualidad del paciente; explorar la espiritualidad
individual; apoyar los aspectos positivos de la Fe del paciente; y si es necesario sugerir
apoyo religioso específico y ofrecer cuidado espiritual a la familia. (6).

Lo anterior en cuanto a las medidas preventivas. En cuanto al tratamiento propiamente


dicho el principal aspecto en el tratamiento de la drogodependencia es la convicción y la
motivación del propio paciente. (4).
Se describe una etapa de negación, en la que el paciente no reconoce la existencia de un
problema.
Una etapa de contemplación, en la que el paciente comienza a aceptar la existencia de un
problema y a sopesar los aspectos positivos y negativos del consumo.
La tercera etapa, de decisión, señala el punto en que el paciente decide mantener el
consumo o bien intentar un cambio respecto a éste.
Una etapa de acción marca el momento en que el paciente intenta el cambio en el
consumo, con o sin ayuda profesional.
Una etapa de mantenimiento, donde hay cierta estabilidad gracias al cambio y un intento
de mejorar en diferentes áreas de su vida.
Finalmente, una etapa de recaída, en la que existe un retorno al consumo, pero con la
posibilidad de obtener estrategias útiles que permitan prolongar el período de
mantenimiento en el próximo intento. (3).
Es a partir de la etapa de contemplación y de decisión en la que la escucha
profesional abierta al contenido espiritual y la oferta de actividades vinculadas con la
espiritualidad puede ser valiosa, atendiendo y conteniendo el sufrimiento y las preguntas
existenciales. El objetivo sería contener el sufrimiento existencial, acoger las preguntas
existenciales y/o espirituales y/o religiosas, para incluir un intercambio de contenido
espiritual o bien para sugerir la asistencia religiosa si el paciente es creyente.
También actividades vinculadas al arte o técnicas expresivas, o actividades contemplativas
en la Naturaleza ayuda a estos pacientes a la integración de las tres dimensiones física,
psíquica y espiritual.
También son de valiosísima ayuda los grupos de autoayuda los cuales dan contención
afectiva y moral y facilitan el cambio en el sistema de creencias, ya que estos pacientes en
general consideran que la sustancia adictiva es un bien y en algún momento de sus vidas
concluyeron que no pueden sobrevivir sin ella. Esta creencia negativa y destructiva es
sostenida por su grupo, los compañeros de consumo. Los grupos de autoayuda los
contienen, y sostienen mientras van logrando cambiar este sistema de creencias
compartidas que los empujan a seguir dependiendo del tóxico.

En cuanto al Alcoholismo es interesante lo escrito por el Reverendo Joseph Kellermann,


ex director del Consejo de Alcoholismo de Charlotte, North Carolina, de Estados Unidos.
Lo tituló “Alcoholismo, un carrusel llamado negación”. (7). Él se refiere al alcoholismo
como una enfermedad no sólo del paciente, sino de toda la familia y de otros personajes del
entorno social que sostienen la patología.
Según él la recuperación del alcoholismo debe comenzar con los personajes que rodean al
paciente. Ellos deben entender cómo, en esta enfermedad, las personas se ven afectadas
unas a otras y deben aprender a actuar de una manera completamente diferente.
La asociación de autoayuda Alcohólicos Anónimos, manejadas por exconsumidores, a lo
largo de los años, ha dado muestras del éxito de su metodología a nivel mundial. Ellos
ofrecen un modelo de comprensión y de tratamiento grupal observando los logros de
miembros que permanecen “limpios” y ha alcanzado una gran difusión a nivel mundial.
Ayudan a cualquier alcohólico que demuestre interés en permanecer sobrio. Esta solicitud
de ayuda debe provenir del alcohólico mismo. Van aprendiendo a vivir sin beber “un día a
la vez”.
Los grupos de familias Al-Anon es otro grupo de autoayuda que persigue un único
propósito: ayudar a los familiares y amigos de los alcohólicos. Hacen esto practicando
diariamente los Doce Pasos. (8)
Los doce pasos son una serie de afirmaciones que son leídas, meditadas y aplicadas en su
día a día. Es un nuevo sistema de creencias que irán internalizando.

Los Doce Pasos.


1- Admitimos que éramos incapaces de afrontar solos el alcohol y que nuestra vida se
había vuelto ingobernable.
2- Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros podría devolvernos el sano juicio.
3- Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios, según
nuestro propio entendimiento de Él.
4- Sin temor, hicimos un sincero y minucioso examen de conciencia.
5- Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, la naturaleza
exacta de nuestras faltas.
6- Estuvimos enteramente dispuestos a que Dios eliminase todos estos defectos de
carácter.
7- Humildemente pedimos a Dios que nos librase de nuestras culpas.
8- Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos perjudicado, estuvimos
dispuestos a reparar el mal que les ocasionamos.
9- Reparamos directamente el mal causado a esas personas cuando nos fue posible,
excepto en los casos en que hacerlo les hubiese infligido más daño, o perjudicado a
un tercero.
10- Proseguimos con nuestro examen de conciencia, admitiendo espontáneamente
nuestras faltas al momento de reconocerlas.
11- Mediante la oración y la meditación, tratamos de mejorar nuestro contacto
consciente con Dios, según nuestro propio entendimiento de Él, y le pedimos tan
sólo la capacidad para reconocer Su voluntad y las fuerzas para cumplirla.
12- Habiendo logrado un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de
llevar este mensaje a otras personas, y practicar estos principios en todas nuestras
acciones.
El resultado de este nuevo Sistema de Creencias es:
- Aceptación del estado de enfermedad.
- Asociación del estatus de enfermedad con el alcohol.
- Aceptación de las propias limitaciones.
- Aceptación de la existencia de un Poder Superior sanador.
- Capacidad de auto-observación y de hacer un examen de conciencia.
- Capacidad de hacerse responsable de los propios actos y de reparar.
- Capacidad de pedir perdón, de perdonar y perdonarse.
- Capacidad de prácticas espirituales: oración y meditación para encontrarse con Dios.
- Irradiación de la propia espiritualidad a la comunidad.
El mensaje espiritual contenido en “los doce pasos” es evidente.
Progresivamente, a medida que van internalizando los doce pasos, el paciente sale del
estado de negación, aceptando su enfermedad. Luego va aceptando nuevas creencias
promotoras de salud.
El grupo de autoayuda funciona como un sistema psicoterapéutico, aportando un espacio
de auto observación y de reflexión, aporta nuevas creencias y valores, refleja las
experiencias de vida de los otros integrantes, contiene afectivamente y da fuerza moral y
espiritual para sostener los cambios en el tiempo.
Finalmente para los pacientes que así lo necesitan van induciendo a un trabajo cada vez
más espiritual con técnicas de meditación y oración.

La Adicción al trabajo o la adicción a estar ocupados.


Cada vez más algunas personas confiesan estar sometidas a un alto nivel de adrenalina a
base de mantenerse todo el día sin parar. Se han vuelto adictos a la sensación de vivir a
toda velocidad, como si fueran a llegar tarde a todas partes.
Aquí también la negación de la adicción tanto del paciente como de su familia sostiene al
sujeto en su problema.
A pesar de sus efectos perjudiciales sobre la vida personal y familiar, el exceso de trabajo
suele presentarse bajo una máscara de virtuosidad que se ve respaldada por creencias de
tipo cultural e incluso religioso.
En consecuencia, no es de extrañar que sea frecuente oír a la gente enorgullecerse de la
cantidad de trabajo que tiene que hacer y aceptar su compulsión como una “adicción
positiva”.
Las raíces de la actitud compulsiva que suele llevar a trabajar hasta la extenuación, suelen
estar enterradas en nuestro inconsciente. Las causas más corrientes son: - problemas de
ansiedad y autoestima - Huida del yo - Encubrir la realidad dolorosa - Dar un falso
significado a nuestras vidas. (9).
Estas formas de negación se ven reforzadas al recibir todo el apoyo de una familia y
amigos codependientes que, por una parte se benefician y por otra sufren en su relación
con la persona adicta. Los codependientes sostienen la negación del adicto al trabajo.
Estos pacientes, en general, no tienen la gravedad del alcohólico, ni del drogodependiente,
hasta que la conducta adictiva sostenida durante años genere patología orgánica.
Suele ser suficiente un abordaje psicoterapéutico individual, conyugal y/o familiar.
En estos casos tan sólo una humilde admisión del exceso de trabajo y una honesta mirada
reflexiva para indagar los motivos inconscientes que lo propician podrán transformar una
vida presidida por la compulsión en otra coronada por la elección y la libertad.
La intervención espiritual llevará a valoriza la propia vida, y de ser necesario su sentido
trascendente.
En las tres patologías abordadas encontramos:
- Un entorno familiar, cultural y/o económico que las sostiene.
- Un sistema de creencias compartido por el paciente y su entorno, en el cual la vida
no tiene sentido ni valor.
- El elemento adictivo es considerado, equivocadamente, un bien necesario para
sobrevivir.

Tanto en las creencias de estos pacientes como en el sistema de creencias compartido por
su entorno social, no hay lugar para la consideración de un sentido espiritual, si
consideramos la espiritualidad como el convencimiento profundo de que nuestra
existencia tiene un valor y un sentido trascendente.
Por ello la mirada profesional tiene que estar puesta no solamente en el paciente sino
también en su entorno familiar y social. Tanto la sociedad como el entrono familiar
sostienen o promueven el sistema de creencias, que inducen y mantienen al sujeto a la
conducta adictiva o al consumo.
Uno de los objetivos principales será un cambio profundo en el sistema de creencias de
estos pacientes abordados desde la psicoterapia, o desde un sistema psicoterapéutico como
los grupos de Alcohólicos Anónimos o una religión organizada, o bien por el trabajo con
un líder espiritual.
Finalmente para los que así lo requieran podrán ser orientados para continuar un desarrollo
de su vida espiritual según sus propias creencias.

Nos damos cuenta que una persona comienza a darse cuenta de su vida espiritual porque
se inquieta por preguntas existenciales: ¿Qué sentido tiene la vida, el sufrimiento, la
enfermedad? ¿Qué pasa después de la muerte? Etc. Las cuales no deben ser desestimadas,
aunque no se encuentren respuestas.
Si el paciente no encuentra valoración o escucha sincera para estas inquietudes, o ante
el dolor o la incapacidad por la enfermedad, o ante experiencias vinculadas a la muerte
propia o de un ser querido, comenzará a producirse el sufrimiento existencial. Este se
extenderá desde la falta de alegría existencial, sensación de un profundo vacío, angustia;
cansancio vital; vivencias de desesperanza; incluso ideación suicida; etc. (6).
Las necesidades espirituales son: ser reconocidos como personas; auto conocimiento y
comprensión de la propia historia; tener sentido de trascendencia; búsqueda de significado
de la propia vida; sentir esperanza; hacer balance existencial; buscar significado al
sufrimiento; reparar vínculos y perdonar; soporte en los momentos de crisis de fe y
angustia existencial; satisfacer necesidades expresivas ligadas al arte; expresión a través de
rituales de la fe religiosa. (6).
Lo espiritual es inherente a la persona. Para desarrollar nuestra vida espiritual contamos
con cualquier actividad que promueva la expresividad y el autoconocimiento, actividad
contemplativa en la Naturaleza, actividades artísticas, Yoga, Tai Chi, o bien prácticas
espirituales específicas como la meditación, contemplación, la oración y el culto.
La meta de la práctica espiritual genuina es la integración de nuestra dimensión
corporal, mental/social y espiritual. (10).
Períodos regulares de silencio y soledad aquietan la psiquis, alimentan el silencio interior e
inician la dinámica del autoconocimiento.
Es así como la persona comienza a auto observar si lo que piensa, lo que siente
sensorialmente, lo que siente emocionalmente, lo que habla y lo que actúa están integrados,
son congruentes. Es muy común que estas funciones del comportamiento estén disociadas
y pienso de una manera pero actúo de otra, y hasta siento contradictoriamente, etc.
El trabajo sobre la propia espiritualidad comienza integrando estos aspectos de nuestra
personalidad. Para ello contamos con muchísimas herramientas que colaboren con nuestro
autoconocimiento, las cuales se elegirán según el paciente, por ejemplo: psicoterapias,
consejería, técnicas corporales, técnicas expresivas ligadas al arte, actividades
contemplativas en la naturaleza, yoga, meditación, Tai Chi, oración, acompañamiento
espiritual, etc. Todas ellas llevan a un aquietamiento del contenido mental, a un estado de
introspección, favorecen el proceso de auto observación, y permiten que afloren contenidos
internos como así el propio potencial.

Bibliografía.

1. Ginebra 13 al 18 de mayo de 2002. (15 /05/ 02) S.E. Monseñor Javier Lozano Barragán, en la 55ª
asamblea de la OMS.
2. “Creencias”. Dra Cecilia Sinay Millonschick. 24º Congreso de Psiquiatría APSA. Mar del Plata. Abril.
2008.
3. “Tratado de Actualización en Psiquiatria”. Trastornos relacionados con el uso de sustancias. Capítulo
V. Editorial Sciens. 2008.
4. Bobes J, González MP, Saiz JA, Bousaño M. “Índice europeo de la severidad de la adicción: EuropASI.
Versión española. Actas de la IV Reunión Interregionalde Psiquiatría 1996; 201-218).
5. Didia Attas J, García MJ. “Estudio comparativo de resultados de tratamiento en pacientes con y sin
Red Social Transitoria”. Anales del Congreso de Psiquiatría APSA, Tucumán, 1994.
6. Lic. Noemí Díaz. “Cuidados Paliativos”. Unidad de Cuidados Paliativos Hospital Tornú. 24º Congreso
Argentino de Psiquiatría. APSA. Mar del Plata. Abril 2008.
7. Alcoholismo, un carrusel llamado negación. Por el Reverendo Joseph L. Kellermann. Ex director del
Consejo de Alcoholismo de Charlotte, North Carolina (E.U.A.)
8. Alcoholismo. Alcohólicos anónimos. Al-Anon. Al-Anon Family Group Headquarters, Inc. 1969, 1003.
Revisado 2003.
9. “Anhelos del corazón. Integración psicológica y esiritualidad”. Wilkie Au. Noreen Cannon. Editorial
Desclée de Brouwer, S.A. Bilbao. 1999.
10. “Mente abierta, Corazón abierto”. Capítulo XIII. Pautas para la vida cristiana, su desarrollo y
transformación. Thomas Keating. Editorial Claretiana. Argentina. 1987.

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