Observamos que en las patologías adictivas los pacientes tienen creencias que no valoran la
vida en sí, y un sistema de creencias compartido por la familia y/o el entorno social donde
se refuerza directa o indirectamente la descalificación de la propia vida.
Desde la esfera mental, la meta de nuestro psiquismo es la construcción de nuestra
personalidad, nuestra identidad, nuestro yo, el cual se enraíza en nuestro sistema de
creencias. Una creencia es un pensamiento, una idea con una gran carga afectiva,
internalizada desde una figura de autoridad tal con la que el sujeto se identifica y genera
una alineación de sus pensamientos, sentimientos y comportamiento. Toda creencia
incluye la aceptación de dicha idea sin el conocimiento completo requerido para garantizar
su verdad. Cuando la verdad de la proposición se torna evidente ya no hablamos de
creencias sino de conocimiento.
Según la Dra. Cecilia Sinay Millonschik la creencia tiene un efecto organizador que
posibilita un reordenamiento de las diferentes funciones psíquicas. Hace del Caos, Cosmos
y permite a los diferentes sujetos vivir organizadamente.
Las creencias tienen este efecto organizador si está inscripto en un sistema de creencias
compartido. Una creencia no funciona si no hay un código compartido.
Cada uno de nosotros tiene un estilo de vida, una historia, una concepción del mundo, que
condiciona el modo en que vivimos y proyectamos… en realidad creencias para explicar
creencias. (2).
El presente trabajo discurrirá sobre tres tipos de patologías, el uso y abuso de
sustancias, el alcoholismo y la adicción al trabajo, como modelo de los diferentes tipos
de adicciones considerando las no aceptadas socialmente y penalizadas, hasta las
adicciones avaladas y sostenidas por la sociedad.
Tanto en las creencias de estos pacientes como en el sistema de creencias compartido por
su entorno social, no hay lugar para la consideración de un sentido espiritual, si
consideramos la espiritualidad como el convencimiento profundo de que nuestra
existencia tiene un valor y un sentido trascendente.
Por ello la mirada profesional tiene que estar puesta no solamente en el paciente sino
también en su entorno familiar y social. Tanto la sociedad como el entrono familiar
sostienen o promueven el sistema de creencias, que inducen y mantienen al sujeto a la
conducta adictiva o al consumo.
Uno de los objetivos principales será un cambio profundo en el sistema de creencias de
estos pacientes abordados desde la psicoterapia, o desde un sistema psicoterapéutico como
los grupos de Alcohólicos Anónimos o una religión organizada, o bien por el trabajo con
un líder espiritual.
Finalmente para los que así lo requieran podrán ser orientados para continuar un desarrollo
de su vida espiritual según sus propias creencias.
Nos damos cuenta que una persona comienza a darse cuenta de su vida espiritual porque
se inquieta por preguntas existenciales: ¿Qué sentido tiene la vida, el sufrimiento, la
enfermedad? ¿Qué pasa después de la muerte? Etc. Las cuales no deben ser desestimadas,
aunque no se encuentren respuestas.
Si el paciente no encuentra valoración o escucha sincera para estas inquietudes, o ante
el dolor o la incapacidad por la enfermedad, o ante experiencias vinculadas a la muerte
propia o de un ser querido, comenzará a producirse el sufrimiento existencial. Este se
extenderá desde la falta de alegría existencial, sensación de un profundo vacío, angustia;
cansancio vital; vivencias de desesperanza; incluso ideación suicida; etc. (6).
Las necesidades espirituales son: ser reconocidos como personas; auto conocimiento y
comprensión de la propia historia; tener sentido de trascendencia; búsqueda de significado
de la propia vida; sentir esperanza; hacer balance existencial; buscar significado al
sufrimiento; reparar vínculos y perdonar; soporte en los momentos de crisis de fe y
angustia existencial; satisfacer necesidades expresivas ligadas al arte; expresión a través de
rituales de la fe religiosa. (6).
Lo espiritual es inherente a la persona. Para desarrollar nuestra vida espiritual contamos
con cualquier actividad que promueva la expresividad y el autoconocimiento, actividad
contemplativa en la Naturaleza, actividades artísticas, Yoga, Tai Chi, o bien prácticas
espirituales específicas como la meditación, contemplación, la oración y el culto.
La meta de la práctica espiritual genuina es la integración de nuestra dimensión
corporal, mental/social y espiritual. (10).
Períodos regulares de silencio y soledad aquietan la psiquis, alimentan el silencio interior e
inician la dinámica del autoconocimiento.
Es así como la persona comienza a auto observar si lo que piensa, lo que siente
sensorialmente, lo que siente emocionalmente, lo que habla y lo que actúa están integrados,
son congruentes. Es muy común que estas funciones del comportamiento estén disociadas
y pienso de una manera pero actúo de otra, y hasta siento contradictoriamente, etc.
El trabajo sobre la propia espiritualidad comienza integrando estos aspectos de nuestra
personalidad. Para ello contamos con muchísimas herramientas que colaboren con nuestro
autoconocimiento, las cuales se elegirán según el paciente, por ejemplo: psicoterapias,
consejería, técnicas corporales, técnicas expresivas ligadas al arte, actividades
contemplativas en la naturaleza, yoga, meditación, Tai Chi, oración, acompañamiento
espiritual, etc. Todas ellas llevan a un aquietamiento del contenido mental, a un estado de
introspección, favorecen el proceso de auto observación, y permiten que afloren contenidos
internos como así el propio potencial.
Bibliografía.
1. Ginebra 13 al 18 de mayo de 2002. (15 /05/ 02) S.E. Monseñor Javier Lozano Barragán, en la 55ª
asamblea de la OMS.
2. “Creencias”. Dra Cecilia Sinay Millonschick. 24º Congreso de Psiquiatría APSA. Mar del Plata. Abril.
2008.
3. “Tratado de Actualización en Psiquiatria”. Trastornos relacionados con el uso de sustancias. Capítulo
V. Editorial Sciens. 2008.
4. Bobes J, González MP, Saiz JA, Bousaño M. “Índice europeo de la severidad de la adicción: EuropASI.
Versión española. Actas de la IV Reunión Interregionalde Psiquiatría 1996; 201-218).
5. Didia Attas J, García MJ. “Estudio comparativo de resultados de tratamiento en pacientes con y sin
Red Social Transitoria”. Anales del Congreso de Psiquiatría APSA, Tucumán, 1994.
6. Lic. Noemí Díaz. “Cuidados Paliativos”. Unidad de Cuidados Paliativos Hospital Tornú. 24º Congreso
Argentino de Psiquiatría. APSA. Mar del Plata. Abril 2008.
7. Alcoholismo, un carrusel llamado negación. Por el Reverendo Joseph L. Kellermann. Ex director del
Consejo de Alcoholismo de Charlotte, North Carolina (E.U.A.)
8. Alcoholismo. Alcohólicos anónimos. Al-Anon. Al-Anon Family Group Headquarters, Inc. 1969, 1003.
Revisado 2003.
9. “Anhelos del corazón. Integración psicológica y esiritualidad”. Wilkie Au. Noreen Cannon. Editorial
Desclée de Brouwer, S.A. Bilbao. 1999.
10. “Mente abierta, Corazón abierto”. Capítulo XIII. Pautas para la vida cristiana, su desarrollo y
transformación. Thomas Keating. Editorial Claretiana. Argentina. 1987.