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Las remesas generan más impacto de lo que se creía

Además de sostener economías de países en desarrollo como el nuestro, las remesas familiares reducen la pobreza,
generan empleos y mejoran el bienestar de países en desarrollo, concluyó un estudio realizado por la Facultad de
Administración de Empresas Leeds, de la Universidad de Colorado, en EE. UU, en colaboración con la compañía Western
Union, que se dedica al servicios de pago de dinero en todo el mundo.

Las remesas, de acuerdo con el informe, permiten que millares salgan de pobreza, puedan acceder a la escuela y, con
ello, lograr mejores oportunidades de vida.

Además, según el informe, y pese a las críticas, que afirman que muchos países se han hecho dependientes de estos
ingresos, lo cierto es que sin ellas muchas naciones tendrían economías más empobrecidas.

Solo en El Salvador, las remesas represan el 17 % del Producto Interno Bruto, y además según informes del Banco
Central de Reserva de El Salvador (BCR), equivalen al 85 % de las exportaciones (incluyendo dentro de estas únicamente
el valor agregado neto de la industria de maquila).

También representan el 41 % de las importaciones, a más de ocho veces el valor de la inversión extranjera directa, el
106 % de la carga tributaria y dos tercios del presupuesto general de la nación.

Más allá de esas cifras macroeconómicas, lo cierto es que millares de familias, una de cada siete, según algunas
estadísticas, se sostienen a través de estas transferencias de dinero que poco más de dos millones y medio de
salvadoreños que viven en el extranjero, principalmente en EE. UU., les envían.

En 2014, según el BCR, El Salvador recibió 4,217 millones de dólares, un promedio mensual de 351.4 millones, solo en
diciembre las remesas totalizaron los 403.7 millones de dólares.

Ese dinero que si bien sirve para cubrir las principales necesidades de millares de hogares, también impacta
positivamente en el país.

Ese fue principalmente el enfoque de la publicación del estudio de la Universidad de Colorado y Western Union, al
ofrecer una perspectiva en torno al impacto positivo que tienen las transferencias monetarias en general.

“Encontramos que los beneficios relacionados a las remesas son mucho más profundos que los costos, y este estudio en
particular se distingue por cuantificar sus efectos múltiples”, detalló Miles Light, economista y autor principal del
estudio.

Claves para las economías

El informe de la Universidad de Colorado encontró que las transferencias de dinero han superado los niveles de
financiamiento de organismos internacionales como el Banco Mundial y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional , por lo que los fondos, en algunos países en los que las organizaciones de donantes o de ayuda están
presentes, se han reducido.

Las remesas, enviadas por los trabajadores migrantes a los países en desarrollo, ayudan a reducir la pobreza y mejorar el
bienestar de los países receptores , insiste el estudio.

Solo en Estados Unidos viven aproximadamente 38 millones de migrantes provenientes de Latinoamérica, y los envíos
de remesas por parte de estos ayudan a amortiguar las necesidades de las familias pobres de la región.

El economista Claudio de Rosa calificó de positivo el impacto que estos ingresos tienen para un país como el nuestro.
“Las economías son más fuertes al recibir estos ingresos….”, expresó.

“Si no hubieran entrado los 4,217 millones de dólares en remesas (en 2014), la economía hubiese crecido menos… Las
remesas apuntalan la economía de cualquier país….”, agregó.

“Hay impacto en el país y también en la gente, que tiene mejores ingresos y mayores oportunidades de vida”, dijo el
economista.

Sin embargo, para él, la dependencia que las familias pueden desarrollar de este ingreso puede traer también un efecto
negativo.

“Puede impactar de manera negativa, porque una familia se pregunta para qué va a trabajar si con lo que le mandan
obtiene más dinero…las personas comienzan a perder fuerzas propias y, el ocio, puede traer otro tipo de problemas…”,
advirtió.

“Además, si la gente no trabaja, no se preocupa de su seguridad social, no acumula para el futuro, y si al final la remesa
ya no llega, habrá otras dificultades más graves porque no tendrá como subsistir…”, señaló el analista.

Los resultados del estudio también mostraron cómo el negocio de las remesas está cambiando de una red informal a un
sistema formalizado. “Esto ha ocurrido solo en los últimos dos o tres años porque los costos oficiales de transferencia
han caído drásticamente, debido a mejoras tecnológicas, que son cada vez más en línea y electrónicas”, explicó Light,
autor del estudio.

El informe utilizó un enfoque novedoso que combina las estadísticas económicas nacionales con datos proporcionados
por Western Unión para distinguir el flujo de fondos y una mejor caracterización de receptores de transferencias.

También capturó el impacto de las transferencias de dinero a nivel microeconómico —entre los hogares— en
comparación con el nivel macroeconómico.

Los hallazgos, que desafían la investigación previa que se correlaciona negativamente a las transferencias de dinero con
el crecimiento económico, fueron anunciados por Western Union en el Foro Económico Mundial en Davos , Suiza.
“Vimos una oportunidad para ayudar a forjar el entendimiento en este campo, como parte de nuestro compromiso y
como responsabilidad corporativa”, dijo Hikmet Ersek, presidente y CEO de Western Union. “La información nueva
siempre es fundamental para crear programas eficaces en torno a este flujo de un fondo de unos 542 billones de dólares
anuales”, concluyó.

El Salvador abrirá ventanilla para crédito de viviendas en consulado de EE.UU.

El Gobierno de El Salvador abrirá una ventanilla del Fondo Social para la Vivienda en su consulado en la ciudad de Los
Ángeles, Estados Unidos, para dar “oportunidades de crédito para vivienda en El Salvador” a los salvadoreños residentes
en ese país, anunció hoy una fuente oficial.

El presidente del FSV, Tomás Chévez, dijo que se han iniciado los “acercamientos” con el Ministerio de Relaciones
Exteriores para abrir dicha ventanilla en el consulado angelino para “brindar servicio a los compatriotas interesados en
adquirir una vivienda para sus familias en El Salvador”.

“Si nosotros tenemos una ventanilla del Fondo Social en el consulado, nuestra gente llega con muchas más confianza”,
aseguró el funcionario durante el programa de radio y televisión Gobierno Informa trasmitido en los medios estatales.

Agregó que “existe esa voluntad de trabajar” la visión de estar “cada vez más cerca de la gente”.
Aseguró que se espera concretar el proyecto para septiembre próximo.

El funcionario señaló el FSV ha otorgado 263 créditos a salvadoreños residentes en Estados Unidos que han adquirido
viviendas en El Salvador que ascienden a más de 8 millones de dólares.

También reveló que entre el 1 y 3 de agosto próximo dicha institución “acercará sus servicios a nuestros compatriotas en
Los Ángeles” durante los “festejos patronales de San Salvador” que se organizan en el parque MacArthur de Los Ángeles
y en la celebración del “Día del Salvadoreño” en esa misma ciudad.

El calvario de los inmigrantes con insuficiencia renal

. Veintiún días duró la travesía de Remberto López desde su natal Sonsonate hasta Estados Unidos. Especialmente duro
fue el árido trayecto de Texas en abril de 2014: él y el grupo de salvadoreños y guatemaltecos que huían de la violencia
de las pandillas y la pobreza extrema en zonas rurales, pasaron casi una semana sin tomar agua. Pero llegaron.

Poco después de arribar a la ciudad de Nueva York y reencontrarse con un hermano, Remberto comenzó a enfermarse,
ya que su cuerpo comenzó a retener líquidos e hincharse.

Estaba tan mal y decaido que fue a pasar consulta al hospital de Flushing, Queens. Allí lo atendieron de emergencia y
después de varios exámenes el 16 de mayo fue diagnosticado con Enfermedad Renal en Etapa Terminal (End-stage renal
disease, ESRD).

“En la venida me enfermé, eso debe haber sido”, dijo, refiriéndose a los días en que no pudo tomar agua.

El sistema de salud en Estados Unidos requiere que para acceder a cualquier servicio, los pacientes deben contar con
seguro médico. Las personas que están bajo la línea de la pobreza pueden acceder a Medicaid -un seguro médico básico
subsidiado- y las familias con más recursos pueden comprar seguros médicos accesibles (“Obamacare”).

Por carecer de estatus migratorio, López no puede acceder a ninguno de ellos, pero Medicaid hace excepciones en casos
como el suyo, ya que otorga una póliza de emergencia que cubre el tratamiento de hemodiálisis. Los médicos que
prestan ese servicio cobran aproximadamente $150 por 12 sesiones mensuales, es decir, un promedio de tres veces por
semana.

El compatriota comenzó las hemodiálisis el 11 de septiembre del año pasado y desde entonces va tres días a la semana
(martes, jueves y sábado) por tres horas y media, de 6:15 a 9:45 de la mañana, según una constancia extendida por
Margaret Bernstein, trabajadora social renal del Queens Dialysis at South Flushing.

Una vez superada la etapa crítica, López no tuvo alternativa más que buscar trabajo y consiguió uno lavando platos en
un restaurante de Queens. Sus jornadas nocturnas son largas y duras pero le permiten pagar alquiler de vivienda,
manutención y desde hace unas semanas las medicinas, ya que al renovar Medicaid perdió ese beneficio.

Un suplemento vitamínico de calcio y las medicinas para la hipertensión le cuestan $60 semanalmente.

Actualmente, el compatriota se encuentra estable, siguiendo una dieta estricta -no puede comer frutas como bananas,
naranjas y melones; lácteos y pan dulce-, pero se enfrenta a una sentencia inapelable: su estatus migratorio le impide
tener un seguro médico que le cubra las medicinas, y tampoco puede acceder a un trasplante de riñón, algo que los
médicos consideran idóneo para que él tenga una mejor calidad de vida.
Problema regional

La historia de Remberto López tiene un detalle relevante: antes de emigrar, se ganó la vida como agricultor. Como tal,
estuvo expuesto casi toda la vida a extenuantes jornadas bajo el sol y a pesticidas, los cuales recita de memoria: edonal,
gramoxone, paraquat, glifosfato, “tronador”, entre otros.

El paciente se lo manifestó a los médicos que lo atienden en el hospital, quienes le respondieron que eso pudo haberle
causado mucho daño a su sistema endócrino y propiciar la falla renal, aunque esta no se manifestó hasta llegar a
Estados Unidos.

La relación entre los pesticidas y agroquímicos y las enfermedades renales ha sido estudiada y denunciada por diversos
organismos salvadoreños y regionales. Un reporte reciente de la Agencia Francesa de Prensa (AFP) describió cómo la
insuficiencia renal ha matado cientos de campesinos en las zonas agrícolas de Centroamérica; citando a la Organización
Panamericana de la Salud, el reporte señala que la insuficiencia renal crónica ha causado 15 mil muertes en
Centroamérica; hay 3 mil 100 en tratamiento en El Salvador, más de 3 mil en Guatemala, mil 500 en Honduras, mil 800
en Panamá y mil en Nicaragua.

¿Cuántos de agricultores pobres que huyeron de sus países buscando una mejor vida han resultado con problemas
renales y se encuentran a la deriva en el sistema de salud de Estados Unidos? La pregunta carece de una respuesta
certera, pero algunos profesionales vinculados con este tema creen que eso podría estar detrás de un aumento de casos
que han salido a la luz en Nueva York.

El médico Mario Henríquez, con más de 30 años en la práctica de la nefrología, ha creado dos fundaciones renales, una
en El Salvador y la otra en Nueva York (finales de 2014). Aquí, el objetivo es apoyar las labores educativas y preventivas
que beneficien a la población.

En Nueva York, tiene su sede en El Bronx, y se enfoca en la población hispana prestando servicios informativos y
preventivos gratuitos, como la toma de presión arterial y medición de la glucosa. La insuficiencia renal es una
enfermedad irreversible y progresiva. En Estados Unidos, las causas más comunes son la diabetes y la hipertensión.

Al ser entrevistado, Henríquez recordó que hace mucho tiempo los inmigrantes indocumentados tuvieron acceso a los
trasplantes pero lo que ha mandado, desde siempre, es la situación financiera; incluso conoció el caso de un connacional
que cumplía los requisitos para que su hermano -quien era ciudadano estadounidense- le donara el riñón, pero el
procedimiento le fue negado porque según las autoridades sanitarias no tenía estabilidad económica suficiente para
enfrentar el proceso postoperatorio, que es el más delicado.

Según un reporte del periódico Newsday, la organización UNOS, con sede en Richmond, Virginia, que maneja el sistema
de trasplante de órganos de todo el país, indica que la cirugía puede llegar a costar hasta $300 mil.

“La razón por la que el paciente indocumentado no es elegible es que las medicinas para que no se rechace el riñón son
muy onerosas, en los miles de dólares al mes”, destacó Henríquez.

Uno de los colaboradores de Henríquez, Juan Carlos Guerra, explicó que la gente tiene muchos temores y costumbres
que impactan negativamente la salud.

Temen hacerse exámenes por los posibles resultados negativos, lo que implicaría a su vez comenzar tratamientos
médicos y, además, modificar radicalmente hábitos de salud, especialmente alimenticios.
En muchos casos, dice, los pacientes buscan atención cuando ya es demasiado tarde y los riñones ya no son capaces de
eliminar las toxinas del organismo. Si deben realizarse diálisis y siguen la dieta señalada, pueden vivir muchos años sin
necesitar el trasplante.

El doctor Henríquez explicó que el tiempo de espera para un trasplante de cadáver en Nueva York es de siete años,
aunque si el paciente tiene un donante vivo y tiene seguro médico, se puede realizar de inmediato en el sistema
hospitalario del estado, así como de Nueva Jersey y Pennsylvania.

Más casos salen a luz

El Consulado salvadoreño de Manhattan registró en 2012 el caso de otro compatriota, Francisco Roque, quien recibió
ayuda para traer a su primo Miguel Palomo desde El Salvador para que le donara un riñón.

En las gestiones destacó el congresista de Nueva York Joseph Crowley, quien apoyó las gestiones diplomáticas y
humanitarias para que la Embajada estadounidense en San Salvador otorgara la visa al donante. El trasplante se realizó
el 16 de enero del año pasado (Nota publicada)

El mes pasado salió a luz la historia de Ruth Bernal de Villalta, quien vive en Brentwood, Long Island.

El periódico Newsday destacó que la señora de 30 años, quien emigró en 2009, sufrió tuvo complicaciones en un
embarazo. Tras perder el bebé los médicos le informaron que los dos riñones ya no le funcionan.

Las hemodiálisis, que realiza en una clínica de la localidad de Lindenhurst, la dejan agotada, con náuseas y fuertes
dolores de cabeza. “Cada vez que me siento en esa silla estoy luchando por mi vida”, declaró. Es un procedimiento que
deberá realizar el resto de su vida al menos que pueda lograr un trasplante renal.

En la publicación se destaca que el esposo, también salvadoreño, está dispuesto a iniciar el proceso médico para
verificar la compatibilidad y eventualmente donarle el riñón, pero al ser ambos inmigrantes documentados, los médicos
les han dicho que es imposible.

El representante Peter King (Republicano-Seaford), dijo al periódico que Nueva York es uno de los pocos estados que
paga por la diálisis a personas indocumentadas; pero que los trasplantes renales deberían estar reservados a los
residentes legales.

Ante eso el abogado Bryan Johnson, declaró que la señora Villalta, está desesperada por un trasplante y que su hija de 9
años, “está viéndola morir frente a ella”. “¿Qué vale la vida de alguien? Si hay alguien que es ciudadano tiene derecho a
un trasplante pagado por el gobierno de Estados Unidos, y si no es ciudadano, entonces no”, declaró Johnson a
Newsday. “Para mi, eso no es correcto… creo que todos deberían tener el derecho de vivir”, remató.

El matrimonio Villalta decidió emigrar en 2009 por la escalada de delincuencia. Ella aprovechó una visa de turista y se
quedó. Su esposo llegó a Nueva York poco tiempo después.

El Newsday acompañó el reportaje con una nota editorial, en la que destaca la complejidad del caso.

“La situación de Ruth Bernal de Villalta y sus riñones enfermos es compleja. Al confrontarla, nosotros tenemos que lidiar
con nuestros sentimientos acerca de los inmigrantes ilegales, nuestro sistema de salud y una red de trasplantes de
órganos que necesita muchos más donantes. Pero además tenemos que confrontar nuestros sentimientos sobre la
maternidad, compasión, caridad y la ley”, dice.
Muchos de los lectores son residentes de Long Island -donde hay grandes asentamientos de inmigrantes- abogan por la
compasión, pero la gran mayoría rechaza el pedido de ayuda a las autoridades estatales.

“Me siento mal por ella, pero ni siquiera deberíamos estar pagando por la diálisis”, escribió Herb Fisher. “Quizás el
gobierno de El Salvador debería apuntarse y pagarlo. Allá”, comentó por su parte Gavin Pokok. “Mi esposo esperó 4
años por un trasplante de cadera porque no teníamos seguro de salud y los dos trabajamos a tiempo completo y somos
ciudadanos”, afirmó Michelle Falzone Wilkinson.

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