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Informe de medio término. Proyecto UBACYT “Pedagogía, política y acción colectiva.

La dimensión político
pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
político ideológica autonomista y nacional popular”. Daniela Paola Bruno, Christian Dodaro, Santiago Fernández
Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
Versión Noviembre 2016

Pedagogía, política y acción


colectiva.
El caso de la Confederación de
Trabajadorxs de la Economía Popular
(CTEP)

Informe de medio término del Proyecto UBACYT


“Pedagogía, política y acción colectiva. La dimensión
político pedagógica de los movimientos populares
urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de
experiencias de matriz político ideológica autonomista y
nacional popular”.

Noviembre 2016

Dra. Daniela Paola Bruno y Mg. María Mercedes Palumbo (Editoras)

Autores/as: Dra. Daniela Paola Bruno, Dr. Christian Dodaro, Santiago


Fernández Galeano, Lic. Constanza Lupi, Lic. Verónica Mistrorigo, Dra.
María Mercedes Palumbo, Lic. Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.

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Informe de medio término. Proyecto UBACYT “Pedagogía, política y acción colectiva. La dimensión político
pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
político ideológica autonomista y nacional popular”. Daniela Paola Bruno, Christian Dodaro, Santiago Fernández
Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
Versión Noviembre 2016

Introducción

Esta publicación presenta los resultados preliminares de la investigación en curso


“Pedagogía, política y acción colectiva. La dimensión político pedagógica de los
movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de
matriz político ideológica autonomista y nacional popular” 1 que se propuso como
continuidad del proyecto “Movimientos populares urbanos y acción cultural. Estudio
comparativo de las experiencias en el AMBA” 2

En la investigación desarrollada entre 2012-2015 nos propusimos analizar los procesos


de construcción social de sentidos que legitimaban e incitaban a la acción colectiva en
movimientos populares urbanos de diferente matriz político ideológica con inscripción
territorial en el AMBA, entendiendo que el estudio de esos “procesos enmarcadores”
(Snow, 1986) podía aportar a la inteligibilidad de las complejas y dinámicas
reconfiguraciones político-ideológicas de la acción colectiva durante el kirchnerismo.

En el vasto y diverso campo de los movimientos sociales 3 que emergieron en nuestro


país en las dos últimas décadas, nos interesamos particularmente por el análisis de

1
Proyecto UBACYT 20020130200171BA de la Programación Científica 2014-2017 en la Categoría
Grupos en Formación.
2
Proyecto UBACYT 20020110200094 BA de la Programación Científica 2012- 2015 en la Categoría
Grupos en Formación.
3
Partimos de la noción de movimiento social de Gohn quien los define como “acciones sociopolíticas
construidas por actores sociales colectivos pertenecientes a diferentes clases y camadas sociales,
articuladas en ciertos escenarios de coyuntura socioeconómica y política de un país, creando un campo
político de fuerza social en la sociedad civil. Las acciones se estructuran a partir de repertorios creados
sobre temas y problemas en conflictos, litigios y disputas experimentados por el grupo de la sociedad. Las
acciones desarrollan un proceso social y político cultural que crea una identidad colectiva para el
movimiento, a partir de intereses en común. Esta identidad se amalgama por la fuerza del principio de
solidaridad y se construye a partir de la base de referencia de los valores culturales y políticos
compartidos por el grupo, en espacios colectivos no institucionalizados. Los movimientos generan una
serie de innovaciones en la esfera pública (estatal y no estatal) y privada, participan directa o
indirectamente de la lucha política de un país y contribuyen al desarrollo y la transformación de la
sociedad civil y política. Estas contribuciones son las observadas cuando se realizan análisis de periodos
de madia o larga duración histórica, en los cuales se observan los ciclos de protesta delineados. Por lo
tanto, los movimientos participan del cambio histórico social de un país y el carácter de las
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pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
político ideológica autonomista y nacional popular”. Daniela Paola Bruno, Christian Dodaro, Santiago Fernández
Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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algunos movimientos populares urbanos que reconocían su génesis en movimientos de


trabajadorxs desocupadxs con fuerte arraigo territorial en la Ciudad de Buenos Aires y
el conurbano bonaerense. Desde nuestra perspectiva estas eran expresiones
organizativas diversas que las clases subalternas habían ido construyendo en sus
confrontaciones durante la fase capitalista neoliberal, en las que se constataba una
desestructuración de la clase obrera y sus organizaciones históricas, configurando un
sujeto popular que ya no era estrictamente el obrero industrial sino otro diverso y plural
que expresaba y articulaba múltiples relaciones de explotación y opresión capitalistas.

La investigación propuso un análisis inscripto en la tradición de los estudios


constructivistas de los movimientos sociales, preocupados por los procesos colectivos
de interpretación, atribución y construcción social del sentido, asumiendo la existencia
de una relación dinámica entre estos procesos, las oportunidades políticas y la dinámica
organizacional de los movimientos sociales; y una necesaria complementariedad entre la
teoría de los movimientos sociales y la teoría de clases para su estudio. A la vez, la
investigación abrevó en la tradición gramsciana y freiriana, los aportes del marxismo
cultural y las pedagogías críticas.

Uno de los objetivos específicos de la investigación consistió en el análisis de los


espacios de formación política de la militancia que, con distintos grados de
formalización pedagógica, registrábamos en movimientos populares urbanos de
diferente matriz político ideológica4. Atendiendo sistemáticamente al modo en que las
modalidades organizativas y los contextos políticos-institucionales influyeron en las

transformaciones generadas podrá ser tanto progresista como conservador o reaccionario, en función de
las fuerzas sociopolíticas a las que esté articulado en sus densas redes, y de los proyectos políticos que
construya con sus acciones. Ellos tienen como base de apoyo entidades y organizaciones de la sociedad
civil y política, con agendas de actuación construidas alrededor de las demandas socioeconómicas o
político-culturales que rodean las problemáticas conflictivas de la sociedad en la que actúan” (Gohn,
2006:pp.).
4
Cuando hablamos de matrices político ideológicas lo hacemos en los términos planteados por Maristella
Svampa (2010:8 y ss.) quien las define como aquellas “líneas directrices que organizan el modo de
pensar la política y el poder, así como la concepción del cambio social”. Si bien cada matriz político-
ideológica posee una configuración determinada “los diferentes contextos nacionales así como las
tensiones internas las van dotando, para cada caso, de un dinamismo y una historicidad particular”. Por
supuesto, las matrices político-ideológicas no se encuentran en estado puro, pues las diferentes dinámicas
políticas han dado paso a diversos entrecruzamientos y conjunciones (entre indianismo y marxismo, entre
indianismo y matriz nacional-popular, entre indianismo y narrativa autonómica, entre marxismo y
autonomismo, por dar algunos ejemplos), como también a un proceso de conflicto y colisión, que puede
llevar a acentuar las diferencias en términos de concepciones, modos de pensar y hacer la política.

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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experiencias de estos movimientos, la investigación se propuso analizar los discursos en


torno a la formación, puntualizando en los objetivos de la formación; sus
temas/contenidos; la metodología de trabajo y los dispositivos utilizados; el tipo y perfil
del destinatarix; la presencia de una perspectiva latinoamericana y la intencionalidad
política de la formación; para finalmente intentar comprender cómo allí se expresaba - y
desde allí también se contribuía a - la reconfiguración político ideológica e identitaria
de estos movimientos.

Particularmente nos interesó el estudio de la formación política en movimientos


populares de matriz autonomista y matriz nacional popular. La elección de las
experiencias de matriz autonomista se fundamentó en la concepción de estas como
ensayos instituyentes de la política y de participación política popular no integrada al
Estado en un contexto de recomposición de la legitimidad gubernamental y de la
dinámica corporativa en torno a los procesos de movilización social y organización
política (las gestiones kirchneristas) y, al mismo tiempo, de crisis del autonomismo.
Para la elección de las experiencias de formación en organizaciones de matriz nacional-
popular optamos por aquellas que, no obstante su pública adhesión y activa
participación en la gestión de las políticas sociales del kirchnerismo, pugnaban por una
mayor participación política popular integrada al Estado y cuestionaban algunas de
decisiones de gobierno, particularmente las de rumbo económico.

Decidimos circunscribir nuestro análisis a tres experiencias: el Frente Popular Darío


Santillán (FPDS); el Movimiento Popular La Dignidad (MPLD) y el Movimiento Evita
(ME). El propósito de la comparación entre las propuestas de formación no fue realizar
un inventario de similitudes o divergencias entre casos sino ganar en la comprensión de
los casos singulares. En este sentido, el análisis de caso y el análisis comparativo
funcionaron como búsquedas complementarias que se reforzaron entre sí en tanto los
propios vínculos generales sirvieron para definir las aristas singulares de cada proceso
específico. Los resultados del análisis comparativo fueron publicados en la publicación
digital titulada XX disponible en XX.

La estrategia para producir la base empírica combinó: el análisis de documentos-


fundamentalmente textos de apoyo a la formación (cartillas, manuales y cuadernos) pero
también planificaciones, memorias y relatorías de talleres así como documentos internos
del área responsable de la formación -, entrevistas individuales y grupales a lxs
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responsables del diseño de la formación para abordar la construcción intersubjetiva de


las expectativas, creencias, valores y categorizaciones en torno a la formación política.

La investigación que iniciamos a mediados de 2014 “Pedagogía, política y acción


colectiva. La dimensión político pedagógica de los movimientos populares urbanos en
el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz político ideológica
autonomista y nacional popular” continúa y profundiza el primer acercamiento del
equipo de investigación a las experiencias de formación en el contexto del proyecto
anterior. El objetivo de la investigación en curso es comparar y problematizar los
esfuerzos formativos de movimientos populares urbanos de diferente matriz político
ideológica con inscripción territorial en el AMBA para dar cuenta de sus modos
diferenciados de forjar sentidos compartidos que legitimen e inciten a la acción
colectiva. Son hipótesis de esta investigación:

 En la última década la acción de los movimientos populares urbanos se ha


caracterizado por la creciente demanda de políticas sociales, el trabajo territorial
y una prolífica producción simbólica que se ha expresado, en parte, en el diseño
de estrategias de producción/reproducción cultural en orden a forjar formas
compartidas de considerar al mundo y a sí mismos, que legitimen y muevan a la
acción colectiva (procesos enmarcadores)
 En estos procesos pueden reconocerse apuestas simbólicas diferenciadas según
objetivos educativos/formativos; de construcción de la identidad colectiva del
movimiento; de control simbólico del espacio/territorio en el que se inscriben; y
de incidencia en la institucionalidad política y la opinión pública. Estas
dimensiones de la acción cultural se apoyan en modalidades discursivas a veces
en tensión.
 La dimensión político pedagógica de estos movimientos – específicamente las
propuestas de formación política – varían según la matriz político-ideológica del
movimiento popular en cuestión. No obstante, es posible reconocer en las
propuestas la presencia de saberes y perspectivas que recuperan una matriz
relacional de lo local nacional y lo regional latinoamericano, asociada con la
inquietud por la construcción de un proyecto emancipador en América Latina
donde los movimientos sociales constituyen dispositivos de proposición
pedagógica y política.
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Dado que en el último tramo de la anterior investigación se había avanzado en el


análisis comparativo de los casos, se decidió en este segundo proyecto avanzar con el
análisis particular de la Confederación de Trabajadorxs de la Economía Popular
(CTEP), una organización sindical multitendencia en la que habían convergido el FPDS,
el MPLD, el ME y otras organizaciones del campo popular que veníamos estudiando, y
en la que habíamos constatado procesos de formación política sistemáticos y sostenidos
en el tiempo como resultado de espacios de deliberación y planificación conjunta de las
organizaciones antedichas.

Esta decisión implicó dejar de lado la comparación entre las organizaciones para
dedicarnos al estudio del proceso de convergencia, convivencia y negociación (y/o
disputa) que supuso y supone la creación y consolidación de esta organización de cuño
reciente y carácter reivindicativo, para posteriormente proceder sí a la comparación
entre la propuesta formativa de la CTEP y la de las organizaciones que decidieron su
creación.

El contenido de esta publicación se organiza de la siguiente manera:

En el Capítulo 1 titulado La formación como proceso enmarcador. Formación política y


movimiento Daniela Bruno y Verónica Mistrorigo fundamentan la relevancia del estudio
de la formación política como “proceso enmarcador” que mediatiza la relación del
movimiento social y su contexto encuadrando la acción colectiva, y aclaran algunas
decisiones de estrategia metodológica de la investigación, particularmente en lo que
refiere al análisis discursivo, y específicamente sobre el discurso político y pedagógico.

En el Capítulo 2 titulado Apuntes sobre la Confederación de Trabajadorxs de la


Economía Popular y su proyecto político, económico y social en el marco de la
economía popular social y solidaria, Ramiro Coelho presenta un itinerario histórico y
teórico general de la Economía Popular Social y Solidaria (EP/ESS) como fenómeno
social, económico y político en la Argentina y en América Latina, y en tanto contexto
de surgimiento de la Confederación de Trabajadorxs de la Economía Popular (CTEP).
Coelho recorre los diferentes modelos de políticas socioeconómicas que se desarrollaron
durante el largo período neoliberal, las posteriores políticas redistributivas del gobierno
kirchnerista y sus influencias en el nacimiento y consolidación de “nuevas” formas de
organización socioeconómica, política y sindical. Finalmente analiza los desarrollos

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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teóricos del campo de la EP/ESS de manera comparada con las formas de organización
socioeconómica y sindical, y en ese marco la agenda reivindicativa de la CTEP como
organización de segundo grado.

En el Capítulo 3 titulado Los y las trabajadorxs/as de la economía popular en la CTEP


Daniela Bruno caracteriza el contexto de surgimiento de los movimientos de
trabajadorxs desocupadxs, los modos de vinculación de estas organizaciones y
movimientos con el Estado Argentino – en particular durante las gestiones kirchneristas
– y describe brevemente los antecedentes, el escenario y las razones que llevaron a
algunas organizaciones y movimientos populares a la creación de la CTEP,
organización objeto de nuestra indagación.

En el Capítulo 4 titulado La Secretaría de Formación de la CTEP: génesis, objetivos y


parámetros de eficacia María Mercedes Palumbo caracteriza la Secretaria de Formación
de la CTEP, la Escuela Nacional de Organización Comunitaria y Economía Popular
(ENOCEP) y la Diplomatura Universitaria de Organización Comunitaria y Economía
Popular, poniendo especial atención a los acuerdos políticos que encuadran sus
lineamientos, los objetivos de la formación desde la perspectiva de las organizaciones
que integran la CTEP y participan de la Secretaria, y los diferentes modos de valorar la
eficacia política de la formación.

En el Capítulo 5 titulado Un abordaje de los cuadernillos de formación de la ENOCEP-


CTEP desde la perspectiva del análisis y la construcción de mensajes educativos
Constanza Lupi y Verónica Mistrorigo analizan los materiales de formación de la CTEP
escritos por Emilio Pérsico y Juan Grabois, editados por la misma CTEP en el año 2014,
recursos utilizados en el marco de las distintas cohortes de la ENOCEP (descripta
anteriormente y principal línea formativa de la CTEP en términos de sistematicidad y
continuidad en el tiempo).

En el Capítulo 6 titulado Un análisis de la CTEP desde el discurso de la formación de


la ENOCEP Christian Dodaro, Santiago Fernández Galeano, Florencia Petrillo y
Graciela Quinterno, estudian el discurso de la formación de la CTEP a partir del análisis
de los cuadernillos presentados en el apartado anterior. Puntualmente, se detienen en
tres aspectos: a) el diagnóstico de situación que justifica la acción colectiva de la CTEP;
b) las bases ideológicas, principios y reivindicaciones de la CTEP; y, c) la conformación

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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de una comunidad de referencia nucleada en un nosotros que expresa un sujeto político


particular y a la vez actores antagonistas.

En el Capítulo 7 titulado Política y religión en el discurso de la CTEP Daniela Bruno


analiza las huellas del discurso religioso en el discurso institucional y de formación de
la organización sindical y caracteriza el vínculo entre la agrupación Misioneros de
Francisco y la CTEP.

La publicación concluye con un capítulo de autoría colectiva (Capítulo 8), en el que


problematizamos los acuerdos y las divergencias (y/o tensiones) más relevantes que
reconocemos en y a propósito de la formación dentro de la CTEP basándonos, por un
lado, en las entrevistas con los referentes de las organizaciones que integran el espacio
y, por otro lado, en el análisis de los cuadernillos de la ENOCEP. Es importante tomar
en cuenta que se trata de reflexiones preliminares, precarias y provisorias.

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Capítulo 1

La formación como proceso enmarcador. Formación política y


movimiento

Por Daniela Bruno y Verónica Mistrorigo

Si bien es cierto que lxs militantes del campo popular se forman en la compleja
experiencia histórica de integrar organizaciones y movimientos, la creación de espacios
– momentos de formación ha sido un aspecto fundamental para la reproducción cultural
de muchos movimientos populares urbanos y rurales.

Este interés en la formación política de la militancia ha fundamentado en algunas


organizaciones y movimientos del campo popular una enfática y permanente acción
pedagógica que ha ido decantando en formas organizativas, dispositivos y textos con
fines pedagógicos donde deliberadamente se significa la práctica cotidiana, y en los que
se expresa de manera explícita y privilegiada la intencionalidad de construcción de
subjetividades del movimiento popular, por lo general, más allá de los horizontes de la
conciencia meramente reivindicativa.

Esa intencionalidad pedagógica, explícita y deliberada, formula un diagnóstico de


situación, prescribe una ética militante, prioriza el desarrollo de ciertas capacidades y
valores, jerarquiza ciertas voces y saberes como legítimas fuentes de conocimiento, y
ofrece unos marcos referenciales para la acción política que, si bien no alcanzan para
explicar los fundamentos efectivos de la acción colectiva, sí pueden ayudarnos a
entender cuáles son, al menos desde la perspectiva de dirigentes, referentes o
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“compañeros/as con responsabilidades”, las cualidades y los saberes militantes que se


consideran necesarios para la transformación social en cada coyuntura histórica definida
(Bruno; 2015).

Si se analizan en perspectiva histórica los documentos de trabajo, las cartillas


elaboradas por las áreas de formación de diferentes movimientos populares y los relatos
de las entrevistas de sus protagonistas es posible advertir cómo el discurso pedagógico –
en tanto mecanismo de selección de contenidos, y legitimación y jerarquización de
voces y saberes – opera siempre sobre la base de diagnósticos de situación, y a partir de
una definición de objetivos, destinarios y contenidos de la formación variables en el
tiempo.

Este dinamismo sólo puede ser comprendido situando esa producción en las particulares
circunstancias históricas y oportunidades políticas que la condicionan, habilitando u
obturando “posibilidades estratégicas de intervención discursiva” “en un campo social
pragmáticamente regulado” (Pérez, 2004: 176).

En esta investigación nos propusimos entender esta producción discursiva como un


“proceso enmarcador” (Snow, 1986) que mediatiza la relación del movimiento social y
su contexto encuadrando la acción colectiva. La teoría de los procesos enmarcadores
retoma los aportes del interaccionismo simbólico (Blumer, 1969; Goffman, 1974) y se
interesa por los significados compartidos, las estructuras simbólicas y los esquemas
cognitivos que organizan la percepción y la dirección de la acción colectiva. David
Snow (1986) acuñó, o más precisamente, modificó y aplicó el concepto de “frame”
(marco) de Goffman para referirse a “los esfuerzos estratégicos conscientes realizados
por grupos de personas en orden a forjar formas compartidas de considerar el mundo y a
sí mismas que legitimen y muevan a la acción colectiva (Snow citado en McAdam,
McCarthy y Zald, 1999: 27)

Es decir, un proceso enmarcador es un esfuerzo estratégico en orden a forjar esquemas


referenciales de acción compartidos, que legitimen y muevan a la acción colectiva. Es a
partir de estos marcos de interpretación como el movimiento logra en definitiva
“reconocer” las oportunidades políticas, apropiarse de los repertorios de confrontación
del campo popular disponibles, y re-significar la historia y la memoria de la acción
colectiva.

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No obstante, esto no implica una idea utilitarista de la construcción simbólica de dicha


producción discursiva como estrategia deliberada en un contexto de oportunidades
políticas determinado. La construcción identitaria es sumamente compleja, implica
disputas y negociaciones internas - y con antagonistas y otras fracciones sociales del
sistema político - en un proceso que es precario, contradictorio y modificable, que no
puede ser explicado exclusivamente como resultado del cálculo situacional y la
adaptación pragmática a las cambiantes coyunturas del ambiente político. Hay en estos
encuadres efectivas apuestas a redefiniciones en el universo simbólico y normativo de la
acción colectiva popular. En definitiva, rasgos de culturas políticas dominantes,
emergentes, residuales que emergen en el discurso de la formación.

Cuando en esta investigación referimos al análisis del discurso éste no fue entendido
como “análisis de contenido” de las representaciones conscientes y explícitas que los
actores sociales tienen de sus propios comportamientos o de los comportamientos de los
demás. Al menos desde la perspectiva socio semiótica, una formación discursiva no es
nunca autónoma, y no es posible analizarla sino es a partir del supuesto de su
sobredeterminación por las condiciones sociales de su producción, integradas por otros
discursos como por el funcionamiento de las estructuras institucionales, políticas y
económicas. Justamente la caracterización de esas condiciones como “condiciones de
producción de sentido” es lo que habilita la comprensión del orden simbólico como
matriz fundamental del comportamiento social, y de las estructuraciones de lo
imaginario como red compleja de representaciones engendradas en el seno mismo de las
prácticas sociales” (Verón y Sigal, 1987: 16). Esto es lo que explica el hecho que
asignemos una importancia central a la reconstrucción de esas cambiantes condiciones
sin las que se torna imposible comprender cabalmente cualquier discurso.

Así, las cartillas, los textos de apoyo a la formación, las planificaciones, las memorias y
relatorías de los talleres, las entrevistas a los implicados, en fin, todo ese conjunto
textual, no es un reflejo superestructural de lo que los sujetos hacen, ni algo que
“traduce” una disputa en otro plano, sino aquello por lo que, y a través de lo que se
lucha.

El uso de la noción de “discurso” en tanto “realidad material donde tiene lugar la lucha
ideológica” (Pérez, 2004: 174 en referencia a la obra de Bajtin, 1985; Voloshinov, 1992;
Foucault, 1987, 1996 y Verón, 1987) implicó por lo tanto, en lo metodológico, el uso no
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dogmático de algunas técnicas semióticas que nos ayudaron a comprender el modo en


que las prácticas discursivas contribuían a la formación y reproducción de ciertas
estructuras o bien manifestaban formas y estrategias de resistencia y transformación.

Nuestra tarea consistió en la descripción y evaluación de la red de relaciones materiales


y simbólicas que resultaban de la relación entre las huellas de los textos y las
condiciones interacciónales y sociales de su producción – su gramática de producción o
su dimensión ideológica en la jerga de Verón, o su inserción en un dispositivo en la de
Foucault. Siempre bajo el supuesto de que la relación entre las huellas y las condiciones
interaccionales y sociales de producción, no es de determinación causal sino de
coherencia pragmática.

Ahora bien, como el núcleo pragmático de la discursividad lo constituye el enunciado,


pero su conformación se da ineludiblemente en forma genérica, la descripción de un
enunciado solo es posible a partir del género o los géneros discursivos 5 que lo regulan.
Por ello, las nociones de discurso político y pedagógico e instruccional fueron
particularmente útiles para el análisis.

Ya que sus condiciones de producción lo obligan a incorporar el conflicto como su


componente enunciativo primordial, el rasgo distintivo del discurso político es su
carácter “polémico” (Pérez, 2004: 174).

Fue Eliseo Verón (1987) quien avanzó en la caracterización más acabada del discurso
político en función de dos dimensiones: enunciativa y modal. Todo enunciado – la
unidad analítica socio semiótica del discurso – establece una relación con el/la
destinatarix – a la que metodológicamente se alude como dimensión enunciativa – así
como una perspectiva del / de la enunciador/a respecto del contexto de producción y del
contenido de su enunciado – la dimensión modal. Verón resumió la enunciación política
como caracterizada por apoyarse a la vez en tres tipos de destinatarixs: el pro destinarix,
cuya relación con el enunciador/a se funda en una supuesta pertenencia a un mismo
colectivo de identificación, el contradestinatarix o en este caso adversarix políticx

5
Entendiendo a estos en su doble función social: como instancias modelizadoras y a la vez instrumentos
de interacción social.

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construido, y el para destinatarix al que la misma enunciación coloca en una situación


de suspensión de creencia.

Según Verón el discurso político se define por cuatro posibles tipos de modelizaciones:
la descriptiva, donde el sujeto del enunciado aparece en situación de comprobación o
balance de situación, legitimando su acción por competencia cognitiva; la prescriptiva,
por cuyo intermedio el yo del enunciado formula un deber ser imperativo y universal
legitimándose por una competencia axiológica; la didáctica, donde aparece
estableciendo principios y verdades de carácter general que combinan una competencia
cognitiva con otra verbal; y finalmente la modelización programática que le permite al
enunciador/a expresar un anuncio del orden del poder – saber – hacer, que se legitima
por su valor actualizante o incluso realizante. La combinación específica y particular de
estas modelizaciones es lo que Greimas denominó el contrato de veridicción (Greimas,
1973 citado por Pérez, 2004).

Existen ciertos tipos de discursos, los llamados regulativos, cuya tarea específica es la
de producir un orden o constituir una conciencia específica. El discurso pedagógico es
uno de ellos y puede ser definido como un dispositivo de regulación de la producción,
distribución, reproducción, interrelación y cambio, de lo que cuenta como textos
pedagógicos legítimos. En este sentido, el discurso pedagógico no sería un repertorio de
contenidos, sino una gramática de producción de nuevos textos. Este tipo de discurso
debe producir un principio selectivo por el cual ciertos discursos se seleccionan para ser
pedagogizados y otros son seleccionados para regular esa pedagogización. En palabras
más sencillas, este discurso se funda en un criterio de selección del qué y también del
cómo. La operación por la cual ciertos discursos provenientes de diferentes contextos
llegan a ser desubicados o reubicados en el espacio pedagógico es lo que Bernstein
definió como re - contextualización (1977, 1981). Como la regla fundamental de la
gramática del discurso pedagógico es la re contextualización del tiempo, el espacio y el
discurso, el análisis de estas operaciones puede ser una herramienta muy fructífera para
analizar las operaciones de legitimación de ciertos saberes en detrimento de otros.

En nuestra tarea analítica también fue útil la noción de discurso instruccional o


procedural (Silvestri, 1995) como variante específica del discurso pedagógico para el
abordaje de ciertas orientaciones específicas sobre acciones mentales o prácticas, o

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sobre ciertos métodos de trabajo, por lo general, secuenciales que aparecen en el


discurso de la formación.

Entonces, recapitulando, nuestro análisis a partir del uso libre – no dogmático - de estas
herramientas socio-semióticas, quiso dar cuenta, por un lado, de las construcciones
enunciativas, modales y argumentativas en el discurso de la formación, y a la
legitimación de voces y saberes en los movimientos.

De manera complementaria y para el abordaje de los espacios de formación como


espacios de construcción de saber o conocimiento, surge la pregunta acerca de su
definición. En esa línea, partimos de pensar a la formación como un ámbito de
construcción de conocimiento socio histórico, entendiendo por tal la promoción de
relaciones de conocimiento, es decir:

“la “capacidad de una persona de colocarse en su mundo, colocarse no es


explicarlo sino interpretarlo y reconocerlo. No se trata de manejar códigos o
poseer mayor cantidad de información, sino colocarse frente al mundo
entendido como el conjunto de relaciones frente a las cosas y a las personas”
(Zemelman: 1998, p.XX).

Esta postura epistémica entiende al conocimiento y a su construcción como un producto


de la realidad socio histórica a partir de la cual “el sentido de construir conocimiento,
además de la elaboración de conceptos, supone el rescate del sujeto que los construye”
(Zemelman: 2011, p. 11), puesto que para Zemelman la experiencia histórica se puede
transformar en pensamiento y el pensamiento no es solo un acto cognitivo sino
fundamentalmente un acto de resistencia cultural:

“Es necesario entender la historia como un proceso en que se forma


autoconciencia individual, la cual es parte de un contexto histórico-cultural de
manera que tenga lugar la apropiación de la historia como experiencia
conformadora de la subjetividad personal” (Zemelman: 2011, p. 13)

Desde el comienzo de los cuadernillos, en su presentación, se deja entrever la


intención/objetivo de los procesos de "trabajo, organización y lucha" de la CTEP, que
incluyen entre sus ámbitos la formación de lxs compañerxs:

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Informe de medio término. Proyecto UBACYT “Pedagogía, política y acción colectiva. La dimensión político
pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
político ideológica autonomista y nacional popular”. Daniela Paola Bruno, Christian Dodaro, Santiago Fernández
Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
Versión Noviembre 2016

“En este proceso de trabajo, organización y lucha, si Dios quiere, iremos


sembrando en la conciencia, el corazón y la experiencia de todos nosotros la
semilla del hombre nuevo, de un nuevo paradigma social para enfrentar al
“dios dinero”, superar el capitalismo y construir una sociedad de hermanos,
libres e iguales”. (Cuadernillo 1, p. 4. El resaltado es nuestro)

En este sentido, podemos pensar junto con Zemelman que: "discutir los problemas de la
educación desde una perspectiva epistemológica implica plantearse la relación de
conocimiento con la realidad en que se ha forjado y de la cual pretende dar cuenta"
(2001, p. 71), ubicarnos en la relación entre esos contenidos y la realidad, ya que "en
esa posibilidad consiste el proceso de ampliación de conciencia".

Bajo este marco podemos delinear al saber o conocimiento legítimo como aquel capaz
de legitimar la realidad como anclaje para pensar el mundo con otros; pensar y actuar
alternativas, potenciar al sujeto entendiendo por esto darle las herramientas, crear las
condiciones para que reconozca sus circunstancias pero ya no como límites de su
accionar sino actuando posibilidades; romper con la mirada hegemónica que intenta
imponer "que la comprensión de lo que sucede (...) sea vivido como el único modo
posible de comprensión y acción del y en el mundo" (Quintar, 2006, p. 31)

En este sentido, entendemos que la búsqueda de la formación de la CTEP tiene entre sus
objetivos principales, justamente el reconocimiento o autopercepción de los
trabajadorxs de la economía popular como tales, y en este sentido, el proceso de
transformar sus experiencias en conciencia y acción (colectiva) es clave en ese proceso.
En consecuencia, transformar los espacios de formación en un primer paso para la
organización y la lucha.

Un aporte complementario lo encontramos en la propuesta de la pedagoga argentina


Estela Quintar (2004), quien sostiene que el conocimiento es una producción simbólica
de sentidos y significados, y está compuesto por dos aspectos: conciencia y relación. La
conciencia implica dar cuenta y darse cuenta, es decir, es acción y por eso el
conocimiento así entendido se transforma en un arma de lucha, es conocimiento
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pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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histórico, que refiere a “sujetos concretos haciendo realidad”; y relación en tanto


articulación de tiempo-espacio en el presente, como espacio de lo posible en términos
de proyecto y de producción en la construcción social del mundo. Ambas dimensiones
se apartan de la lógica explicativa del mundo posicionándose en una lógica
interpretativa, lo que habilita procesos de pensamiento complejos y críticos, paso
indispensable para la acción transformadora.

Por último, y con respecto a los modos concretos de organización del análisis de los
mencionados cuadernillos, adaptamos, muy libremente, la propuesta de ejes para el
análisis y la construcción de mensajes educativos de Gabriel Kaplún (2004): el eje
conceptual, pedagógico y comunicacional.

El primer eje (conceptual) refiere a los contenidos, su selección y organización


fundamentada en un diagnóstico de situación. Corresponde por lo tanto a este eje el
análisis de las decisiones relativas a la selección de fuentes y conceptos, la
jerarquización conceptual, la interrelación y la red conceptual lógica.

El segundo eje implica un análisis de los objetivos pedagógicos – explícitos o no – y la


caracterización de los destinatarios de la formación – incluyendo los supuestos en torno
a sus “ideas constructoras”, es decir, “aquellas sobre las cuales, con las cuales y
frecuentemente contra las cuales se intenta construir una nueva percepción, una nueva
conceptualización, o una habilidad a partir del material”, entre otros recursos didácticos.
También corresponde a este eje el análisis de la modalidad de trabajo propuesta, las
estrategias y tácticas didácticas.

Por último, el eje comunicacional refiere a las figuras retóricas o poéticas, y en general
a los modos concretos de relacionamiento con los destinatarios que propone el material,
cómo son interpelados, cómo son recuperados el universo vocabular, los consumos
culturales y los contextos de los destinatarios.

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Capítulo 2

Apuntes sobre la Confederación de Trabajadorxs de la Economía


Popular y su proyecto político económico y social en el marco de la
economía popular social y solidaria.

Por Ramiro Coelho

Introducción

La economía popular (EP) ¿Actor emergente del neoliberalismo global?

El presente documento propone presentar un itinerario histórico y teórico general de la


Economía Popular Social y Solidaria (EP/ESS) como fenómeno social, económico y
político en la Argentina y en América Latina, el cual enmarca el contexto de nacimiento
de la Central de Trabajadorxs de la Economía Popular (CTEP). En él recorreremos los
diferentes modelos de políticas socioeconómicas que se desarrollaron durante el largo
período neoliberal, las posteriores políticas redistributivas del gobierno kirchnerista y
sus influencias en el nacimiento y consolidación de “nuevas” formas de organización
socioeconómica, política y sindical. Posteriormente analizaremos los desarrollos
teóricos del campo de la EP/ESS de manera comparada con las formas de organización
socioeconómica y sindical, y la agenda reivindicativa de la CTEP como organización de
segundo grado.

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En este itinerario partimos de la hipótesis de que la economía popular, (EP) es un


fenómeno social, político y económico que, en América Latina, ha surgido como forma
de resistencia a la aplicación de políticas socioeconómicas neoliberales durante cuatro
décadas, que aún se mantienen como hegemónicas en el actual capitalismo global y que,
luego de un paréntesis de doce años de gobierno nacional y popular, vuelve a aplicarse
en nuestro país con renovados impulsos. Este diagnóstico resulta un punto de partida
que configura la lógica de construcción política, la identidad y las formas de
organización en torno a la producción y el trabajo que se manifiestan en los contenidos
de los materiales de formación de la CTEP.

A pesar de esta afirmación, muchas de las características de las prácticas


socioeconómicas de la EP, y sus dimensiones culturales, no son fenómenos novedosos
en nuestro continente, ni en el mundo. La economía no siempre se ha regido bajo la
hegemonía del mercado. En las sociedades de la antigüedad en Asia, África y América
Prehispánica existieron formas de asociación humana de tipo religioso, profesional,
artístico y de múltiples formas de ayuda mutua (Defourny, 2013: 163). En la Europa del
Siglo XIX nacieron a la luz de la revolución industrial nuevas formas de asociación
mutual y cooperativa que se fueron consolidando como herramientas de resistencia y
protección social al capitalismo salvaje del primer siglo de la Revolución Industrial y
que aún persisten con renovadas estrategias. En nuestro continente existen formas de
economía comunitaria (Chiroque Solano, Mutuberria Lazarini; 2013: 121) basadas en la
organización social de los pueblos originarios, que persisten desde tiempos anteriores a
la colonización, como formas de garantizar la subsistencia de las generaciones futuras,
teniendo como sujeto principal a la comunidad. Estos sistemas buscan mantener
símbolos, principios e instituciones ancestrales que generan un sentido de pertenencia “a
un todo” (comunidad y naturaleza) que garantiza la distribución igualitaria de lo
producido socialmente. Instituciones como el ayllus (en quechua y aymara) y el motivo
(en guaraní) son formas de organización comunitaria/familiar que funcionan como
unidades domésticas (UD) (Coraggio, 2008: 2013) que utilizan el producto de trabajo
comunitario para transformar la propia comunidad y el entorno. Esta lógica de
producción hace predominante el valor de uso por encima de valor de cambio,
generando menores niveles de mercantilización de la vida.

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Estas lógicas de organización socioeconómica milenaria persisten en muchas prácticas


de quienes integran la EP6 y se articulan hoy con cooperativas, fábricas recuperadas,
unidades productivas familiares, trabajadorxs de la vía pública y cartoneros como
formas de sobrevivencia y resistencia a la economía de mercado. La CTEP, se ha
constituido en una de las organizaciones de segundo grado que aglutina a este sector de
trabajo que, basándose en criterios de reciprocidad, redistribución, y
complementariedad7, comunes a las diversas lógicas de la EP, conviven con diversas
formas económicas mercantilizadas, propias de capitalismo, que subsisten en las
prácticas de este colectivo.

La incidencia de las políticas neoliberales en el nacimiento de la EP actual.

La Argentina, dentro de América Latina, ha sido uno de los países con mayor nivel de
organización sindical. El ciclo económico iniciado por la sustitución de importaciones
(1930-1976) (Basualdo, 2002) generó una importante masa de trabajadorxs asalariadxs
y, a partir de los dos primeros gobiernos peronistas, un movimiento obrero altamente
organizado sindicalmente. El impulso industrialista del peronismo, basado en el
desarrollo del mercado interno y la distribución progresiva del ingreso y el posterior
modelo desarrollista (fomentando por los Estados Unidos durante casi una década en el
continente) lograron que el movimiento obrero asalariado, organizado sindicalmente
fuera en la Argentina masivo y políticamente poderoso.

6
Un actor de la EP que mantiene esta forma de organización económica es el quintero peri urbano,
mayoritariamente de origen boliviano que mantiene sus formas de organización comunitaria de matriz
quechua/aymara, muchos de ellos integrados a la Unión de Trabajadorxs de la Tierra, el segundo es el
campesino de las zonas rurales periféricas a la pampa húmeda (NEA NOA principalmente) integrados al
Movimiento Campesino Indígena, Vía Campesina (MCIVC).
7
Los principios de “redistribución, reciprocidad e intercambio” han sido acuñados por el antropólogo
Karl Polanyi al desarrollar el concepto de “economía sustantiva”. Según el autor, “toda sociedad
desarrolla actividades económicas recurrentes e institucionalizadas (Polanyi, 2008, pp. 53-78). Es un
proceso de interacción de los hombres entre sí y con la naturaleza, cuyo resultado es la provisión continua
de medios materiales que permitan la satisfacción de las necesidades” (Polanyi, 2012). Este proceso es
visualizado por Polanyi como organizado y estabilizado en cada sociedad mediante la combinación
variable de un conjunto de principios o modelos discernibles de institucionalización, que pautan las
conductas con contenido económico de personas y grupos, integrándolas como parte de la trama de
relaciones constitutivas de esa sociedad. En la sociedades originarias no capitalista estudiadas por el
autor, estos principio funcionan como mecanismos de integración social y cultural, y como formas de
regulación de la acumulación en pocas manos.

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El cambio estructural del capitalismo global, provocado por las economías altamente
industrializadas de los llamados “países centrales” (básicamente Estados Unidos y
Europa Occidental) a mediados de los 70, generó en la Argentina entre 1976 y 2001 un
cambio radical en la estructura social de su economía y sociedad y, por consiguiente, en
el movimiento obrero organizado.

Hacia principios de la década del setenta las empresas capitalistas de estos países
comenzaron a experimentar una baja en sus tasas de ganancia causada por: el
agotamiento de los recursos tecnológicos, una “alta carga impositiva sobre las
empresas” destinada a sostener el llamado “estado de bienestar” y los “altos costos
laborales” generados por las políticas de pleno empleo (Coelho et al, 2014: 7). La
solución a este “problema” fue la utilización de las nuevas tecnologías digitales y la
robótica para aumentar la capacidad productiva con menor uso de mano de obra, el
fomento de la libre circulación de divisas a través de redes electrónicas sin usar un
billete o valor equivalente y el aumento del consumo a partir de la diversificación de la
producción y la demanda (menos gente trabajando por un salario y más gente
consumiendo). El resultado de este proceso a nivel global ha sido el aumento
exponencial del capital volcado la especulación financiera, la disminución de la
demanda de empleo, el aumento de la cantidad de pobres sin trabajo asalariado y la
consolidación de una “oligarquía mundial” constituida por el uno por ciento de la
población que detenta el setenta por ciento de la riqueza global (CTEP, 2014: 6).

En el período citado, las políticas socio económicas del Estado Argentino tuvieron
variantes durante cada gobierno 8. Sin embargo es posible encontrar algunos
denominadores comunes que las caracterizan como parte de un período de hegemonía
neoliberal. La destrucción de la industria nacional, el fomento del endeudamiento
externo y el otorgamiento al Estado de un rol de promotor de la apertura económica son
los ejes comunes que facilitaron, y facilitan hoy nuevamente, un importante aumento del
poder del capital financiero globalizado, en detrimento de los sectores del trabajo.

8
Este período abarca la Dictadura Cívico Militar de 1976 el gobierno de Raúl Alfonsín de 1983, los dos
períodos presidenciales de Carlos Saúl Menem y el trunco mandato de Fernando De La Rúa. Cada uno
tuvo políticas económicas claramente diferenciables, sin embargo es posible encontrar continuidades que
seguidamente mencionamos en el texto.

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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Sin embargo, los efectos macroeconómicos durante este período, que podríamos
denominar como “largo”, fueron impactando en el sector del trabajo y sus formas de
organización social y sindical de diferente manera durante cada gobierno. En primer
lugar podríamos señalar a la dictadura cívico militar y la posterior transición
democrática como de cambio de un modelo capitalista urbano fuertemente vinculado la
actividad industrial, hacia el de un capitalismo financiero cada vez más localizado, en el
que los conglomerados urbanos comienzan a cambiar su configuración socioeconómica
(Castells, 1973: 2004). Esto se expresa en un cambio marcado por la caída de los
puestos de trabajo vinculados a la industria, un aumento de la ocupación en el sector de
servicios y en el trabajo por cuenta propia. A partir de ese momento comienza el
paulatino crecimiento del fenómeno que Juan Carlos Portantiero (1999) llamó
“exclusión social” y Robert Castel (1996) caracterizó cómo zonas de baja cohesión
social. Estos fenómenos pueden vincularse con el surgimiento de un variado colectivo
de trabajadorxs que no acceden al trabajo asalariado y a los derechos que conlleva, y
que ofrece servicios eventuales, trabaja en relación de dependencia sin estar registrado,
desarrolla emprendimientos familiares en áreas sub urbanas o rurales, vende objetos en
la vía pública, etc. Este heterogéneo colectivo de trabajadorxs va haciéndose más visible
a lo largo de los años.

Durante los dos mandatos presidenciales de Carlos Saúl Menem, y el corto y conflictivo
período de Fernando De La Rúa, el Estado cambia radicalmente su estructura y rol, y
abandona su función central en la organización de la economía en favor de la
desregulación económica, la flexibilización de las relaciones de trabajo, la privatización
de rubros estratégicos como la provisión de energía y la mercantilización del acceso a la
salud, la educación y la previsión social. El impacto de estas políticas genera una crisis
social sin precedentes y un profundo proceso de desafiliación y fragmentación de los
trabajadorxs, con la consecuente crisis de sus formas de organización y representación.
La gran masa de trabajadorxs antes asalariados pierde paulatinamente, a lo largo de este
período largo, no solo ingresos monetarios, sino también derechos sociales adquiridos a
través del trabajo registrado (seguridad social y jubilación) y las políticas públicas
(salud, ecuación estatal, transporte público y servicios de energía accesibles) que se
constituían como un “salario indirecto” que garantizaba la reproducción ampliada de sus
condiciones de vida (Coraggio, 2008: 2013).
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Hacia comienzos del siglo XXI la Argentina contaba con un nivel de desocupación del
veinticinco por ciento, índices de pobreza que superaban el cincuenta por ciento y un
porcentaje de trabajadorxs no registrados y cuentapropistas que superaba el cuarenta por
ciento de la población económicamente activa.

Emergencia de las organizaciones de la economía popular, social y solidaria


(EP/ESS) en tanto actores económicos y políticos.

La crisis del trabajo asalariado y el aumento exponencial de la pobreza marcan un punto


de inflexión en las formas organizativas de lxs trabajadorxs. Dentro del amplio
repertorio de acciones colectivas desarrolladas por los movimientos de desocupados
durante ese período, la creación de trabajo como estrategia para garantizar la
reproducción de las condiciones de existencia de los individuos y los colectivos sociales
organizados, tal vez haya sido una de las más novedosas. Ante la crisis del trabajo
asalariado como integrador de la sociedad y el debilitamiento de las estructuras
sindicales como herramientas de representación de los intereses de lxs trabajadorxs, este
sector debió resolver su supervivencia creando nuevas formas de practicarlo y
organizarse en torno a él.Los comedores populares, los movimientos de desocupados,
los movimientos de empresas recuperadas, las asambleas barriales, los movimientos de
lucha por la tierra, la vivienda y el hábitat nacen bajo un denominador común: dar
respuesta a las necesidades sociales a través del trabajo productivo y reproductivo 9
organizado de manera autogestiva y generando nuevos mecanismos de lucha social.
Fenómeno social, político y económico que, según Héctor Palomino (2004) es resultado
de los esfuerzos de reconstrucción de lazos sociales a través de nuevas formas de
organización colectiva.

El cambio de signo político del gobierno nacional a partir del año 2003 marca el inicio
de un nuevo modelo de políticas socioeconómicas, orientadas a la redistribución de la
renta agroindustrial, y hacia políticas sociales y de fomento de la actividad productiva a
través de la sustitución de importaciones. El nuevo escenario económico internacional
de altos precios de los commodities, favoreció un rápido crecimiento económico a

9
Citar una explicación de autor respecto de la diferencia entre trabajo productivo y reproductivo.

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través del uso de la renta agro industrial como motor de recuperación de las capacidades
productivas, ociosas durante el largo periodo neoliberal (Schorr et al, 2015).

Durante los tres períodos de gobierno kirchnerista, el PBI argentino logró crecer a un
promedio del seis por ciento anual, generando cerca de seis millones de puestos de
trabajo, reduciendo la desocupación a menos del seis por ciento y generando de manera
sostenida un aumento del salario promedio.

Sin embargo, a pesar del crecimiento sostenido durante más de diez años y de las
políticas socioeconómicas redistributivas, un tercio de la población económicamente
activa se mantuvo en el sector de trabajadorxs no registradxs, sin poder gozar
plenamente de sus derechos económicos y laborales.

Las políticas de impulso a la industria y el trabajo registrado, parecen haber alcanzado


ciertos límites a la hora de generar trabajo asalariado. Las políticas sociales de
otorgamiento de subsidio directo, como la asignación universal por hijo y las de
promoción de lo que el gobierno llamó economía social (ES)10 fueron las alternativas
que éste encontró para restituir parte de los derechos vulnerados de ese sector. Las
formas de vinculación de estxs trabajadorxs con las políticas públicas a través la
promoción del trabajo asociativo, el microcrédito, el uso de marcas colectivas, el acceso
al monotributo social y las cooperativas del Plan Nacional Argentina Trabaja fueron
políticas orientadas a “incluir” como sujetos de derecho al núcleo duro de trabajadorxs
de la EP que, hacia el final de su mandato, alcanzaba cerca del treinta y cinco por ciento
de la población económicamente activa. Este dato resulta central a la hora de analizar la
conformación de la CTEP y el papel que juega en el capitalismo actual la EP.

El largo recorrido político transitado por este colectivo, los niveles de organización que
han alcanzado, al llegar a formar una organización sindical de segundo grado, la
persistencia en el tiempo de la existencia de trabajadorxs no integrados al sistema

10
El apelativo economía social (ES) utilizado por el gobierno kirchnerista toma como referencia
conceptualizaciones elaboradas por Alejandro Rofman y José Luis Coraggio que desarrollaremos
teóricamente en el siguiente apartado. Lo cierto es que esta denominación funcionó como paraguas para
una serie de programas elaborados por el Ministerio de Desarrollo Social centrados en la promoción del
trabajo autogestivo y familiar tales como: el monotributo social, la Ley Nacional de Microcrédito, La ley
de Marca Colectiva y el Programa de Ingreso Social por Trabajo (PRIST) Argentina Trabaja. Lo
relevante de estas políticas sociales es el cambio de orientación de políticas sociales de corte asistencial y
focalizado, hacia otras centradas en la promoción del trabajo.

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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salarial y la existencia de políticas públicas orientadas específicamente este sector


ponen en cuestión la caracterización de excluidos planteada por Portantiero y de bajo
nivel de cohesión social señalado por Castel. María Claudia Cabrera y Marcela Vío
(2014) elaboran un extenso estudio sobre las condiciones de vida de sectores populares
en siete barrios de diversos municipios del Conurbano, enfocando su análisis en sus
formas de acceso al trabajo y sus estrategias de reproducción social. En este estudio
encuentran una compleja “trama” en las que se entrelazan relaciones de solidaridad y
reciprocidad, formas de trabajo mercantil y estrategias particulares de vinculación con la
políticas públicas que señalan una “modalidad que establece una diferencia con otros
grupos de sectores populares” que se consolida como una “matriz de estrategias que
orienta la reproducción social de los hogares” (Cabrera y Vio, 2014: 28).

De esta manera, ya entrado el siglo XXI y bajo un nuevo escenario de restricción


económica externa y nuevo avance de los sectores económicos concentrados vinculados
a las políticas socioeconómicas neoliberales, las formas de organización social nacidas
en torno al trabajo familiar, asociativo y/o autogestionado que conforman el
heterogéneo colectivo de la EP continúan interpelando al Estado en la implementación
de políticas públicas y al sector del capital, al asumir por cuenta propia la producción de
bienes y servicios y la elaboración de estrategias de reproducción social.

La EP para la CTEP.

Si tomamos como punto de partida los contenidos de los materiales de capacitación de


la CTEP, la EP resulta ser el sector subalterno de la sociedad en el actual capitalismo
global, al cual el capital ya no le extrae plusvalía, ni llega siquiera a garantizarle las
condiciones mínimas de existencia. Funciona como una especie de “capitalismo
residual” en el que la lógica individualista y mercantil convive con otras “formas
cooperativas de trabajo impulsadas por los movimientos sociales”, cuyo denominador
común es que “los medios de producción están en manos de los sectores populares”
(Grabois y Pérsico, 2014: 23). La CTEP se propone como una herramienta de lucha
gremial y política que, a través de la unidad de lxs trabajadorxs, consolida una
“economía popular comunitaria” que fomente unidades productivas comunitarias que
“permitan un futuro sin explotados, ni explotadores, de solidaridad y fraternidad”
(Grabois y Pérsico 3, 2014: 40), las cuales deben basarse en la propiedad colectiva, la

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pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
político ideológica autonomista y nacional popular”. Daniela Paola Bruno, Christian Dodaro, Santiago Fernández
Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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solidaridad, la distribución igualitaria del ingreso, la organización democrática del


trabajo y de la conducción de la unidad productiva, precios sociales y uso colectivo de
la tecnología. El Estado es considerado como “punto de equilibro entre el poder popular
y los grupos económicos” y, asimismo como campo de disputa política. En este sentido
lo que aparece como central es la necesidad de que la EP acceda a los mismos derechos
que los trabajadorxs asalariados a través de paritarias (sociales) y “Salario Universal
basado en el trabajo” que garanticen el mejoramiento de sus condiciones de existencia.

Las miradas académicas de la EP y la Economía Social y Solidaria (ESS).

Los inicios de la economía social moderna.

Cómo hemos señalado en la introducción la EP/ESS tiene antiguos antecedentes en


Asia, África y América Latina de organización asociativa y comunitaria. Es durante el
siglo XIX, en la Europa de la revolución industrial, que nace la economía social
moderna (ES) bajo la influencia de diversas corrientes de pensamiento político y
cultural11 . De estas experiencias nacen las formas de organización mutual y cooperativa
que hoy conocemos, que se han consolidado en el Siglo XXI en el marco de la Alianza
Cooperativa Internacional (ACI) que nuclea a setecientos cincuenta millones de
trabajadorxs (Defourny, 2013: 165).

Hoy en América Latina, y en Argentina en particular, este sector ha alcanzado un gran


crecimiento con el desarrollo de cooperativas de servicios, cooperativas de trabajo y
banca cooperativa, y renovación con el surgimiento de la empresas recuperadas (Fajn,
2013). De estas formas de organización socioeconómica nacen los principios básicos del
cooperativismo de solidaridad, autoayuda, prioridad del trabajo sobre el capital,
propiedad colectiva de los beneficios acumulados que se reafirman en el contexto actual
de la EP/ESS (Vuotto, 2013: 112).

11
Jacques Defourny (2013) explica cómo durante la primera mitad del Silgo XIX en Europa Occidental
se desarrollaron diversas iniciativas de tipo cooperativo y mutualista inspiradas en una pluralidad
corrientes de pensamiento político y económico como el socialismo asociacionista, la social democracia,
el social cristianismo y algunos sectores liberales.

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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La EP como forma de trabajo productivo y reproductivo

José Luis Coraggio es quien más ha reflexionado sobre el fenómeno de la EP dentro del
campo académico latinoamericano. De acuerdo a este autor, la EP desarrolla sus
actividades con el fin de satisfacer necesidades de manera mediata o inmediata, por
cuenta propia o en relación de dependencia, bajo relaciones mercantiles o no, dentro de
la economía realmente existente. Se regula a través de “reglas, valores y conocimientos
que orientan las actividades de los correspondientes agrupamientos, redes y relaciones
de cooperación, concurrencia o regulación internas o externas, que instituyen a través de
la organización formal o de la repetición, los grupos domésticos que dependen para su
reproducción de la realización ininterrumpida de su “fondo de trabajo” 12 (Coraggio,
2007: 173). Reconoce al igual que la CTEP a la unidad doméstica (UD) como la forma
de organización microeconómica de la EP, a la que se define como grupo de individuos
vinculados de manera sostenida por lazos, solidariamente responsables de la obtención y
distribución de las condiciones materiales necesarias para la reproducción inmediata de
todos sus miembros, ya sea basado en relaciones familiares o de co- residencia. “La
realización del fondo de trabajo puede adoptar formas mercantiles como trabajo
asalariado vendido de manera informal a empresas capitalistas, al Estado u otras UD;
trabajo reproductivo en la producción de bienes para el autoconsumo de la UD y trabajo
de producción solidaria para el consumo de la comunidad (cuidado de niños para la
comunidad, formación, capacitación, etc.)” (Coraggio, 2007: 173). Según el autor, la
lógica de realización del fondo de trabajo, inclusive en sus formas mercantiles, no puede
ser interpretada desde la perspectiva de la empresa capitalista. Los móviles de la UD no

12
Dicho fondo de trabajo no es otra cosa que la suma de las actividades productivas realizan dentro de la
UD (fabricación de objetos, contratación por prestación de servicios diversos, venta de productos, etc.)y
reproductivas (trabajos domésticos como cuidados de integrantes de la familia, acceso a la recreación,
limpieza, compras de alimentos, etc.). El trabajo reproductivo adquiere particular relevancia en la
EP/ESS, debido a que se constituye, por lo general, en la estrategia de trabajo asociativo de la familia y/o
la comunidad que garantiza el acceso a bienes públicos como la salud, el cuidado de los niños y niñas, la
educación y la capacitación de manera des mercantilizada, generando, de esta manera, un mayor
rendimiento del trabajo productivo. Las guarderías comunitarias, los comedores populares, los roperos
comunitarios y demás formas de organización colectiva de trabajo reproductivo se constituyen, según
Coraggio, en “extensiones” de la EP/ESS, que garantizan la reproducción de las condiciones de existencia
de este sector. Las políticas sociales aplicadas durante los tres períodos presidenciales kirchneristas como
la Asignación Universal por Hijo, el Plan Nacer, Plan Nacional Ingreso Social con Trabajo, Argentina
Trabaja han sido algunas de las políticas públicas que de manera articulada, favorecieron mejor
condiciones reproductivas para la EP/ESS y que, según Cabrera y Vio ha constituido una nueva trama
social de este sector de la economía que reconfigura su relación con la economía del Estado.

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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apuntan exclusivamente a la obtención de ganancias. Existen otros factores que median


las relaciones mercantiles y no mercantiles dentro de la UD y con el exterior, tales como
las relaciones domésticas, las relaciones con otros actores sociales vinculados a la
comunidad de pertenencia, que se encuentran mediadas por pautas morales de
comportamiento histórica y culturalmente determinadas, que desbordan la lógica
mercantil e introducen la dimensión solidaria de dichas relaciones.

Esta visión compleja y hasta contradictoria de la EP, coincide con la caracterización de


la CTEP al entenderla como un campo de disputa en el que formas más solidarias,
democráticas y des mercantilizadas de trabajo conviven con otras más mercantilizadas y
de subordinación a la lógica de capital. Sin embargo, a diferencia de la CTEP, Coraggio
entiende que estas lógicas y tensiones en torno al trabajo productivo y reproductivo,
abarcan no solo a los trabajadorxs no registradxs, sino al conjunto de los trabajadorxs,
quienes, asalariadxs o no, reproducen hacia el interior de sus UD la misma lógica que
los diferencian de la lógica de la empresa privada: la búsqueda de la “reproducción
ampliada de la vida” de sus integrantes (Coraggio, 2007, 2008), en contraposición con
la lógica de reproducción ampliada del capital como fin último y único. Por tales
motivos, según Coraggio, la EP está constituida por un colectivo más amplio de
trabajadorxs que incluye tanto a los asalariadxs como a los no asalariadxs.

La ESS. Puntos de contacto y divergencias con la EP.

Jaques Defourny definió de manera resumida a la ES como “las actividades económicas


de una sociedad de personas que buscan la democracia económica asociada a la utilidad
social”. Estos principios básicos del cooperativismo , posteriormente, se ampliaron al
agregar el concepto de solidaridad y la hibridación de recursos mercantiles, no
mercantiles y no monetarios como parte de las formas asociativas que se generan en
diferentes grupos y comunidades por fuera de la lógica mercantil, que involucra a un sin
número de actividades como el mejoramiento comunitario de barrios populares,
agricultura sustentable, la gestión ambiental de residuos, etc. (Defourny, 2013: 167) que
han dado a luz a una nueva generación de la economía social o Economía Solidaria
(EcoSol) que da cuenta de una gran diversidad de formas de organización social e
institucional tales como las cooperativas de trabajo y comercialización, redes de
emprendimientos, encadenamientos productivos, mercados del productor al consumidor,

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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bancos populares, grupos de finanzas solidarias, etc. En coincidencia con Defourny Jean
Luis Laville y Luiz Ignacio Gaiger (2013) profundizan dicha caracterización
incorporando a las prácticas de la EcoSol actividades vinculadas al trabajo reproductivo
asociadas tradicionalmente a actividades propias de llamado Tercer Sector (Defourny,
2013: 168) como los comedores comunitarios, las guarderías comunitarias y diversas
formas de organización social destinadas a proveer bienes públicos de manera des
mercantilizada, incorporando a la reciprocidad. Paul Singer (2000), por su parte,
enfatiza el carácter no capitalista de la EcoSol, al señalar como aspecto central a la
posesión de los medios de producción en manos de trabajadorxs, excluidos del trabajo
asalariado.

Además de los aportes teóricos centrados en lo productivo y reproductivo, en el campo


de la EcoSol, se han desarrollado investigaciones sobre los procesos de subjetividad
producidos en torno a la actividad laboral autogestiva (Veríssimo Veronese, 2007) y, en
relación a dicho proceso, a la producción de saberes en el trabajo asociado como parte
de un proceso educativo vinculado a la “apropiación de los instrumentos teórico
metodológicos que permiten comprender los sentidos del trabajo y seguir con la
construcción de una nueva cultura del trabajo” (Bueno Fisher y Tiriba, 2013).

La EcoSol problematiza varios elementos centrales de la perspectiva de la EP


desarrollada por la CTEP en sus cuadernos de formación. En primer lugar coincide en la
valoración de los medios de producción en manos de lxs trabajadorxs. El hecho de
poseer los medios de producción resulta un factor central a la hora de analizar una
unidad productiva popular. Asimismo, la problematización en torno a los sentidos
subjetivos y a los procesos educativos producidos en torno al trabajo productivo y
reproductivo autogestivo o asociativo, resultan relevantes para la CTEP a los fines de
construir una “economía popular comunitaria”, basada en la propiedad colectiva, la
solidaridad, la distribución igualitaria del ingreso, la organización democrática del
trabajo, la conducción democrática de la unidad productiva y el uso colectivo de la
tecnología, como superadoras de las practicas económicas mercantilizadas que
conviven en la EP.

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De la EP a la Economía del Trabajo (ET).

La búsqueda de formas económicas no mercantiles, organizadas de manera


autoconsciente y asociativa, constituye el cambio cualitativo que, según José Luis
Coraggio distingue a la EP de la ES. Un componente estratégico de dicho cambio radica
en las capacidades desarrolladas para la construcción de vínculos solidarios con otros
actores que garanticen, como aliados, su sostenibilidad en el marco de lo que sería
posible definir como una disputa de sentidos entre racionalidad reproductiva y
racionalidad empresarial. Desde la perspectiva de este autor las diversas redes sociales
construidas entre las diversas formas de trabajo asociativo y autogestivo y con el Estado
permiten la sostenibilidad socioeconómica del sector debido a que se constituyen como
espacios multiactorales y multinstitucionales (Coraggio, 2008: 3), ya que: construyen y
recrean relaciones con el sistema de la economía pública (estatal) a través del acceso a
los sistemas de salud, educación, servicios de cuidado de la primera infancia, etc.;
establecen vínculos con otras formas de organización social a través de acciones de
cooperación y solidaridad; establecen relaciones de cooperación con la economía
popular a través del intercambio de productos y servicios, disminuyendo la relación de
subordinación a la economía del capital.

El cambio emancipatorio de este sector, para este autor, está dado en la consolidación de
una economía social (ES) como un subsistema de la economía realmente existente que
lleve a una economía centrada en el trabajo (ET) que logre una alianza con la economía
pública (del Estado) y permita limitar al capital en su lógica, garantizado la
“reproducción ampliada y transgeneracional de la vida de todos y todo” (Coraggio,
2013: 135).

La cuestión asociativa hacia el interior de la EP como sistema y con la economía del


Estado, resultan elementos estratégicos considerados por la CTEP en su agenda política
y reivindicativa. La consolidación de una economía popular comunitaria no alcanza
viabilidad si no es en articulación con políticas públicas que redistribuyan ingresos y
prestaciones sociales de manera directa hacia lxs trabajadorxs de la EP (salario
universal) y al fomento y subsidio de su actividad productiva.

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La EP/ESS como crítica y alternativa a la racionalidad empresarial.


Encontrando puntos comunes.

Dentro del campo de las perspectivas teóricas latinoamericanas de la ESS, existe un


consenso respecto de la necesidad de aplicar racionalidades diferentes a la de la empresa
mercantil, para garantizar la sustentabilidad y sostenibilidad del sistema. El acuerdo
parte en una crítica estructural a la economía del capital y los criterios de eficiencia que
aplica, sustentada en el principio de acción racional medios-fines heredera de la
filosofía weberiana. Tal crítica a la racionalidad de la empresa privada es uno de los
puntos nodales para entender tanto a la ESS como a la EP, como colectivos
socioeconómicos y políticos.

Según Franz Hinkelammert y Henry Mora Jiménez la acción racional medio-fin


contiene un “núcleo irracional” que es necesario trascender a través de una racionalidad
“más integral de respeto al circuito natural de la vida humana”. La búsqueda del
beneficio individual entendido como beneficio económico de carácter “hedonista” pone
en peligro la propia vida humana, ya que incompatible con la reproducción de toda la
sociedad y la naturaleza. Por tales motivos es necesaria otra racionalidad reproductiva
subordinada al “metabolismo socio natural” (Hinkelammert y Mora, 2005).

Dicha racionalidad requiere para ser viable de límites a la propiedad privada, al uso de
la tierra como mercancía y a la supremacía el valor de cambio por sobre el valor de uso.
Tal crítica es abordada por diferentes autores en el señalamiento de los siguientes
rasgos: dar prevalencia al valor de cambio por sobre el valor de uso (Duchrow y
Hinkelammert, 2007: 345), priorizar la rentabilidad por sobre los beneficios sociales y
los efectos ambientales, computando al trabajo como costo de producción y
transfiriendo el costo de la depredación del ambiente al exterior (externalidades)
(Gaiger, 2007: 214), reducir la sostenibilidad de los emprendimientos económicos a una
relación de cooperación/competencia entre productores y entre productores y
consumidores, mediada solo por el mercado y expresada en una cuenta de ingresos y
egresos monetarios (Coraggio, 2008: 1). Dichas limitaciones se articulan con la postura
de la CTEP en torno a la propiedad de la tierra.

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Consideraciones provisorias.

Considerando este mapa general del campo académico respecto de la EP/ESS, la


concepción económica y política de la CTEP respecto de la EP guarda coincidencias
centrales respecto de una mirada estructural del capitalismo actual y sobre la
emergencia de un nuevo sujeto político trabajador que ha ido construyendo nuevas
lógicas de organización social y económica. Al analizar estas nuevas lógicas conviene
prestar especial atención en el salto cualitativo dado por la CTEP al constituir una
organización de segundo grado de carácter gremial que construye desde su estructura,
no solo una agenda reivindicativa, sino recursos orientados a garantizar la producción
autogestiva y comunitaria de bienes y servicios y la reproducción social desde una
lógica solidaria, construyendo una agenda política que contempla al sistema económico
de manera integral. La creación de una obra social (Mutual Senderos) y el programa de
capacitación son recursos que apuntan a garantizar dicha reproducción social, elementos
esenciales para garantizar condiciones de sostenibilidad socioeconómicas del sector.
Pero requiere necesariamente de la lucha por la obtención de subsidios directos a lxs
trabajadorxs que restituyan sus derechos como trabajadorxs y no como meros
beneficiarios de políticas sociales compensatorias.

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Capítulo 3

Lxs trabajadorxs de la economía popular en la CTEP.

Por Daniela Bruno

En este apartado vamos a caracterizar el contexto de surgimiento del denominado


movimiento de trabajadorxs desocupadxs, los modos de vinculación de estas
organizaciones y movimientos con el Estado Argentino – en particular durante las
gestiones kirchneristas – y describiremos brevemente los antecedentes y el escenario, y
las razones que llevaron a algunas organizaciones y movimientos populares a la
creación de la CTEP, organización objeto de nuestra indagación.

Las organizaciones de trabajadorxs desocupados y la constitución del Movimiento


Piquetero.

El golpe de estado de 1976 sentó las bases para un cambio en la distribución del poder
social en la Argentina: exterminó y disciplinó a los vastos sectores sociales movilizados
y a la vez puso en marcha un programa de restructuración económica y social que
tendría profundas repercusiones en la estructura social y productiva del país. De ahí en
más los sectores populares y parte de la clase media se fragmentaron y perdieron poder,
mientras que aumentaba la concentración política y económica en las elites del poder
internacionalizado (Bruno, 2016).

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El impacto social de estas transformaciones sería visible recién con la llegada de la


democracia, a partir de mediados de los años ochenta y durante los años noventa,
cuando las redes de supervivencia del empobrecido mundo popular se las tuvieron que
ver con las reformas estructurales implementadas durante las gestiones presidenciales de
Carlos Menem en el tránsito a la globalización neoliberal.

En ese contexto y con la “adaptación pragmática” de los grandes sindicatos de la CGT,


se fue configurando un nuevo tejido social caracterizado por la expansión de
organizaciones populares con una acentuada matriz territorial, y la consolidación de
formas de acción colectiva no convencionales e independientes del mundo sindical. Así,
las fronteras y los clivajes establecidos en las clases populares estallaron y se
multiplicaron, y las organizaciones populares se fragmentaron, segregaron y
territorializaron (Bruno, 2016).

En ese escenario, a mediados de los años noventa, las que comenzaron siendo
manifestaciones de protesta espaciadas, localizadas y muchas veces espontáneas, por
parte de trabajadorxs del sector público y desocupados contra la injusticia de la
restructuración neoliberal, se convirtieron a fines de esa década en una nueva forma de
protesta y movilización. Los desocupados adquirieron una visibilidad como no la habían
tenido antes y dieron lugar a un abanico de nuevas organizaciones que, en poco tiempo,
conformaron el heterogéneo universo de las organizaciones de trabajadorxs
desocupados, también conocidas como organizaciones piqueteras.

A pesar de la indiscutible heterogeneidad de las comisiones barriales que, sin vínculos


entre sí, se habían ido desarrollando en el conurbano bonaerense con el objetivo de
agrupar a lxs trabajadorxs desocupados, los repertorios de acción comunes – la
asamblea y el piquete fundamentalmente – junto con la rápida respuesta estatal – los
planes sociales – fueron los factores que más favorecieron la constitución en la escena
política nacional de un “movimiento piquetero” a inicios de este siglo.

Los “piqueteros” surgieron en un contexto de empobrecimiento, vulnerabilidad y


exclusión social generados por la implementación de una serie de reformas orientadas a
la eliminación del déficit fiscal, la desregulación de los mercados y la privatización de
las empresas públicas durante el menemismo. Entre las transformaciones más
significativas que introduce el neoliberalismo con Carlos Menem (1989-1999) – y cuyo

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ciclo se había iniciado a mediados de los años setenta en el contexto de la última


dictadura cívico militar – podemos mencionar: a) la formación de un nuevo modelo des
industrializador basado en la valorización financiera; b) la restructuración del Estado
que modificó su forma de intervención a partir de la reducción del gasto público, la
descentralización administrativa, la privatización de las empresas públicas y la
supresión de la intervención sobre aspectos centrales de la economía; c) la
desestructuración del mercado de trabajo, lo que incrementó la desocupación, la
inestabilidad laboral, la precariedad y la vulnerabilidad, d) el debilitamiento del poder
sindical que dejó de ser el principal aliado del estado a partir de la reconfiguración de
las alianzas políticas del tradicional partido justicialista, viéndose deteriorado su papel
de agente de socialización política de los sectores populares, situación que repercutió no
sólo en las condiciones materiales de los trabajadorxs sino además debilitó las formas
tradicionales de la acción colectiva; y e) la persistente crisis de representación de los
partidos políticos (Fornillo, García y Vázquez, 2008: 366).

Estas reformas estructurales van a generar un “inédito proceso de descolectivización”


(Svampa y Pereyra, 2003: 14) seguido de un desacople entre beligerancia social y
sistema político que descorporatizó la protesta social.

El surgimiento del denominado “movimiento piquetero” no reenvía a un único proceso


sino a la convergencia de bases y trayectorias sociales heterogéneas, y debe ser
comprendido estableciendo su doble filiación: la de los piquetes y puebladas de las
provincias argentinas en la segunda mitad de los años noventa, y la de los
asentamientos, marchas y ollas populares iniciados en los años ochenta en la Provincia
de Buenos Aires. Este doble origen es lo que explica su riqueza y a la vez “anticipa algo
de su fragmentación inevitable” (Svampa y Pereyra, 2003).

El primero de estos afluentes reenvía a los estallidos sociales protagonizados por lxs
asalariadxs del sector público nacional y provincial que junto con comerciantes,
pequeños empresarios, sindicatos y políticos locales encabezaron auténticas puebladas y
desarrollaron un nuevo tipo de petición a las autoridades públicas: creación y reposición
de puestos de trabajo, ayuda alimentaria y críticas al ajuste de las administraciones
provinciales. La primera ola de piquetes y puebladas en las provincias argentinas la
encontramos entre 1996 y 1997 y tiene la importancia histórica de la presentación
pública de la cuestión piquetera, dando lugar a múltiples y masivos procesos de
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identificación a escala nacional. Entre estos años el corte de ruta se instala como
formato de protesta legítimo y eficaz recurso para reafirmar identidades, confrontar con
el Estado, abrir negociaciones, dirimir espacios o alineamientos políticos, u obtener
recursos para la organización popular en el territorio.

A diferencia de las movilizaciones que se producen en aquellas localidades afectadas


por el proceso de privatización de las empresas del Estado y la descentralización
administrativa, las experiencias de las organizaciones de desocupados en Buenos Aires,
Rosario y Mar del Plata, están ligadas al proceso desindustrializador que deterioró las
condiciones de vida de las clases populares y medias bajas desde mediados de los años
setenta, y se inscriben en un modelo de acción territorial ligado a la lucha por la
propiedad de la tierra y la organización de la subsistencia, cuyos orígenes datan de
mediados de los años 80. Lxs desocupadxs del oeste y el sur bonaerense que hasta
mediados de los noventa se habían recluido y organizado en los barrios en su faz más
reivindicativa, a mediados de los noventa empiezan a cobrar notoriedad con sus
marchas, sus ollas populares y luego, sus cortes de ruta bajo el influjo de los piquetes y
puebladas en las provincias argentinas. Algunas de estas organizaciones de trabajadorxs
desocupadxs del Gran Buenos Aires tendrán, quince años después, una participación
decisiva en la creación de la CTEP, como comentaremos más adelante.

Pero volviendo a la constitución del movimiento piquetero nacional, coincidimos con


Svampa y Pereyra (2003), Maneiro (2012) y Freytes Frey y Cross (2005) en que fueron
los repertorios de acción comunes – en particular la asamblea como modalidad decisoria
y la adopción del corte de ruta como metodología generalizada de lucha – junto con la
rápida institucionalización de una respuesta por parte del Estado – los planes sociales y
particularmente el Plan Jefas y Jefes de Hogar – los factores que más favorecieron la
constitución en la escena política nacional de un movimiento piquetero 13.

13
El decreto 565/02 reglamentó el Programa de Jefes de Hogar, también conocido como Derecho
Familiar de Inclusión Social: Plan Jefes y Jefas Desocupados para ser aplicado hasta el 31 de diciembre
de ese año (2002) en todo el territorio nacional y en el marco de la declarada emergencia sanitaria,
alimentaria, y ocupacional. Este Programa vino a reemplazar a los Planes Trabajar. El Decreto 39/03
prorrogó hasta el 31 de diciembre de 2003 la emergencia ocupacional y fundamentó la extensión de la
vigencia del Programa Jefes y Jefas hasta ese momento. El beneficio consistía en una ayuda económica
no remunerativa (de 150 pesos argentinos) a cambio de una serie de contraprestaciones que debían
realizar los beneficiarios. En abril de 2003 según datos oficiales del Consejo nacional de Administración
Ejecución y Control el número de beneficiarios ascendía a 1.987.875 personas (Pautassi, Rossi, y
Campos; 2003). De acuerdo a Freytes Frey y Cross (2009) la extensión de las políticas sociales en estos
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Informe de medio término. Proyecto UBACYT “Pedagogía, política y acción colectiva. La dimensión político
pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
político ideológica autonomista y nacional popular”. Daniela Paola Bruno, Christian Dodaro, Santiago Fernández
Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
Versión Noviembre 2016

Las políticas sociales desplegadas por el Estado nacional ofrecieron recursos inmediatos
para responder a las necesidades más urgentes de lxs desocupadxs y a la vez tuvieron un
potencial movilizador que permitió a las organizaciones posicionarse en el escenario
político. En efecto, si el objetivo de conseguir “planes sociales” funcionó inicialmente
como incentivo para la participación en la lucha social de muchos desocupadxs, su
obtención reforzó a las organizaciones, en la medida en que la incorporación
permanente de nuevos miembros les permitió asumir nuevas tareas, extenderse a otros
barrios – o incluso a otras regiones –, tejer nuevas articulaciones, todo lo cual implicó
un aumento de su capacidad para legitimarse frente a lxs vecinxs, a los miembros de la
organización y al propio Estado. A su vez, para lxs desocupadxs, su involucramiento en
las actividades comunitarias de los movimientos contribuyó a gestar sentimientos de
pertenencia y nuevas vinculaciones. La participación en asambleas e instancias de
formación política, por otra parte, les ayudó a resignificar su propia situación, al
otorgarle una perspectiva social e histórica, y a afirmar su capacidad de resistir y
transformar la realidad que padecían. Todo lo anterior contribuyó a aumentar la
capacidad de movilización y, por lo tanto, de presión política para conseguir nuevos
planes (Freytes Frey y Cross, 2005)

Este “círculo virtuoso” o proceso de “retroalimentación” alcanzó su mayor expresión


con la implementación, en 2002, del programa antes mencionado “Jefes y Jefas de
Hogar Desocupados”.

Las divergencias entre las organizaciones piqueteras en materia de estrategia política


y/o concepciones ideológicas justificaron alineamientos políticos que fueron

años no se limitó al aumento de beneficiarios de los “planes sociales”, sino que también se reforzaron los
programas de distribución (o producción) de alimentos y otros artículos de primera necesidad, como el
Fondo Participativo de Inversión Social (FOPAR,), PROHUERTA y el Programa de Emergencia
Alimentaria (PEA). Para la gestión de estos programas se impulsó la creación de consejos consultivos
locales de políticas sociales, conformados por líderes políticos/as, religiosos/as, territoriales y
representantes del MDS y de los municipios. Estos consejos buscaban desplazar a los/as líderes
territoriales de la gestión de los recursos, a quienes se pretendía reducir al rol de “intermediarios/as” entre
“beneficiarios/as” y “estado” según se señalaba en los spots publicitarios de la época (Cross, 2008). No
obstante, los movimientos piqueteros y sus líderes no sólo no fueron desplazados/as del centro de la
escena política sino que el período 2002-2003 es considerado en la literatura como el momento de mayor
expansión, multiplicación y/o consolidación del movimiento piquetero. Los movimientos “piqueteros”
llegaron a controlar un 8% de tales planes. El porcentaje restante estaba bajo el control de los municipios.
El manejo de estos planes significó un aumento considerable en los recursos disponibles para las
actividades en los barrios y la organización política, dando lugar, durante el gobierno de Duhalde, a un
mayor desarrollo de las organizaciones existentes y a la aparición de otras nuevas.

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Informe de medio término. Proyecto UBACYT “Pedagogía, política y acción colectiva. La dimensión político
pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
político ideológica autonomista y nacional popular”. Daniela Paola Bruno, Christian Dodaro, Santiago Fernández
Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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cristalizándose con mayor claridad hacia 2000 y 2001. Si bien no existen tipos puros ni
taxonomías únicas a partir de las cuales se puedan distinguir los agrupamientos,
acordamos con Svampa y Pereyra (2003) en que los clivajes políticos que recorrían el
arco piquetero de aquel entonces permitían establecer dos alineamientos principales:
una línea política más “institucionalizada” reunida en torno a las corrientes y centrales
sindicales no oficialistas, donde se ubicaban la FTV y la CCC; y un segundo
alineamiento agrupado en torno a partidos políticos y grupos autónomos de izquierda.

El vínculo entre Movimientos Populares y Estado a propósito del trabajo.

Podría decirse que la lógica de vinculación que se establece entre los movimientos
populares y el Estado hasta la llegada del kirchnerismo estuvo signada por una dinámica
de movilización y negociación centrada en la ocupación de espacios públicos por los
movimientos populares mediante diversas formas de protesta – como “piquetes”,
“marchas”, “tomas”, “ollas populares” – en las cuales la demanda aglutinante fue la del
derecho al “trabajo digno y genuino”. Frente a esta demanda la respuesta del Estado
Nacional fue, en lo fundamental, la creación de programas de transferencia directa de
ingresos, que implicaron contraprestaciones obligatorias de los beneficiarios
(Gusmerotti, 2010 y 2013 a y b). En este contexto, “el trabajo” paulatinamente se tornó
un espacio de articulación de prácticas y relaciones políticas alrededor del cual
comienzan a ser reconocidas las organizaciones y movimientos populares, como
interlocutorxs y administradorxs legítimos de los recursos públicos obtenidos en la
movilización y negociación con funcionarixs gubernamentales (Gusmerotti, 2010 y
2013 a y b).

Con la asunción de Néstor Kirchner como Presidente de la Nación (en el año 2003) se
verifica un cambio sustantivo en la lógica de vinculación entre los movimientos
populares y el Estado. Generalizando podría decirse que, con matices y particularidades,
se produce la paulatina integración de las organizaciones piqueteras de las corrientes
afines a la tradición nacional-popular a la estructura estatal, y la oposición y
movilización de las vertientes ligadas a la izquierda partidaria e “independiente”.
Durante la gestión de Néstor Kirchner se recortó y dirigió discrecionalmente la entrega
de recursos que luego del 2001 había crecido considerablemente, se buscó el
fortalecimiento y la integración de buena parte de las organizaciones piqueteras de

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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matriz nacional-popular y se cuestionó la represión abierta como respuesta a la


movilización social agudizada tras la masacre del Puente Pueyrredón14.

En esa coyuntura diversos movimientos populares definen durante el año 2004 su


alianza política con el “kirchnerismo” 15. Las primeras manifestaciones de este
posicionamiento político, se expresan en la incorporación de algunos de sus dirigentes
como funcionarios de ámbitos institucionales existentes o bien participando de la
gestión de espacios creados “ad-hoc” dentro del Estado. Paulatinamente estos
movimientos desarrollan una dinámica electoral y se integraron a espacios
parlamentarios y políticos, en el marco de la llamada “transversalidad” lo que va
configurando una dinámica de movilización caracterizada por acciones colectivas en
las que se pretende expresar una adhesión al proyecto político “kirchnerista” y a
determinadas iniciativas y políticas estatales. (Gusmerotti, 2010 y 2013). Sobre este
aspecto volveremos más adelante para referirnos específicamente al Movimiento Evita,
uno de los precursores y fundadores de la CTEP.

A partir de la gestión presidencial de Néstor Kirchner se adoptan una serie de políticas


económicas que permitieron incrementar la capacidad de ingresos necesaria para
absorber la producción nacional y que generaron un mejoramiento de los índices de
ocupación en un contexto de crecimiento económico sostenido 16.

Consecuentemente, la dinámica de la conflictividad popular se trasladó


significativamente a las organizaciones sindicales (Antón, 2010), con un ciclo de
protestas “ofensivas” vinculadas a la negociación salarial y las condiciones de trabajo,
que desplaza a los movimientos de desocupados como uno de los ejes de la
movilización social (Etchemendy y Ollier, 2008; y Palomino, 2010).

14
La masacre de Puente Pueyrredón…..explicar.
15 El 15 de diciembre de 2004 Miguel Bonasso (PRD)-Luis D´Elia (FTV)-Eduardo Luis Duhalde
(Memoria y Mov.) -Jorge Cevallos ( Barrios de Pie)-Edgardo Depetri (Frente Transversal) -Francisco
Gutiérrez ( Polo Social)-Emilio Pérsico (MTD Evita) -Carlos Girotti (MVP)-Jorge Peryra ( Pdo
Comunista CE) -Lito Rossi ( POR Posadista )-Mary Sánchez ( Mov. Social y Solidario)-Rodolfo Casals (
Cte. Social Bonaerense)-Eduardo Jozami (Pdo Partic. Popular)-Gastón Arizpe ( Movimiento Octubres)-
Marcelo Yaquet ( Movimiento 26 de Julio) todos ellos constituidos en el Frente Patria para Todos
escriben diez puntos para la unidad de las fuerzas populares y manifiestan su apoyo a Néstor Kirchner
http://argentina.indymedia.org/news/2004/12/246285.php
16
Nos referimos al establecimiento de un tipo de cambio competitivo que permitió reactivar y fortalecer
el mercado interno y generar y fortalecer el empleo local, la recuperación de los espacios de negociación
salarial a través de la firma anual de convenios colectivos de trabajo, la movilidad del salario mínimo
vital y móvil, y la movilidad jubilatoria, entre otras.

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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Sin embargo, pese al crecimiento económico y a la creación de empleo, importantes


segmentos de la población económicamente activa persistieron en condiciones de
informalidad laboral y vulnerabilidad social. Durante el kirchnerismo, estos sectores
serán objeto de políticas estatales con foco en el desarrollo del trabajo auto gestionado
como veremos seguidamente. Este proceso se profundiza especialmente durante las dos
administraciones de Cristina Fernández Kirchner entre fines de 2007 y fines de 2015.
Estas experiencias de gestión colectiva representan un modo de organización y
politización de los movimientos sociales donde se construyen prácticas laborales e
incipientes procesos de construcción de demanda en torno de las condiciones en que se
realiza el trabajo asociativo en el contexto de la economía social, que van configurando
discursos y dinámicas organizacionales que hacen eje en la precarización e informalidad
laboral. Gradualmente se formulan nuevos reclamos al Estado y se retoman acciones de
protesta donde se resignifican una vez más en términos de derechos un conjunto de
reivindicaciones (Gusmerotti 2010 y 2013 a y b).

Las políticas sociales del kirchnerismo.

La retórica oficial kirchnerista opuso al discurso neoliberal de las políticas sociales


asistenciales sustentado en la noción de carencia (Danani y Hintze, 2010; Grassi, 2012;
y Hopp, 2009) la idea del trabajo como “ordenador y organizador social” y como
mecanismo de “inclusión” para los sectores populares.

En el marco del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación se


desarrollaron una serie de políticas que trasladaron el eje de la “contención” hacia la
promoción mediante el desarrollo de políticas activas de empleo. En el año 2006 se
implementó el Seguro de Capacitación y Empleo como transferencia de ingreso con la
intención de licuar los Planes Jefes y Jefas de Hogar (Larsen y Hindi, 2013). A ello
podemos sumar los programas de infraestructura social del Ministerio de Planificación
Federal como el “Plan Federal de Emergencia Habitacional” y otros programas (“Agua
más Trabajo”, “Obra Pública Municipal”, “Centros Integradores Comunitarios”)
orientados a la conformación de cooperativas de trabajo, destinados a la obra pública
local y conformadas con beneficiarios de planes sociales y desocupados que no
contaban con ningún beneficio. Para agilizar la creación de estas cooperativas, el
Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), ente que regula al
sector cooperativo y mutual en nuestro país, dictó una resolución que simplificó los
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trámites para su constitución e impulsó congresos federales de la economía social, en


los cuales se concluyó que era necesario desarrollar herramientas jurídicas e
institucionales para estabilizar y fortalecer el sector. En esta línea se promulgó la ley del
monotributo social y se creó el Registro Nacional de Efectores de Desarrollo Local y la
Economía Social, para pequeños contribuyentes y cooperativas de trabajo. Estos
instrumentos legales posibilitaron un crecimiento notable de emprendimientos y
cooperativas de trabajo que tuvieron su origen en la política social y los movimientos
populares.

En la órbita del Ministerio de Desarrollo de La Nación (MDS) las políticas sociales del
kirchnerismo definieron la economía social como un sector en el que se “fomenta la
solidaridad”, el “trabajo colectivo por sobre el trabajo individual” y la “organización
popular y comunitaria”, al que debían integrarse las personas en situaciones de
vulnerabilidad social y laboral. En este Ministerio se implementaron tres planes
nacionales: Plan de Seguridad Alimentaria, Plan Familias, y Plan de Desarrollo Local y
Economía Social “manos a la obra”.

Este último se concentró en la promoción del sector de la economía social (ES), de


proyectos productivos personales, familiares o asociativos y el fortalecimiento de
organizaciones públicas y privadas (Hintze, 2007). Este programa marca la orientación
del MDS hacia políticas orientadas al trabajo con el objetivo de “incluir” a los sectores
más vulnerables de la población. Es en el marco de las políticas de ES, más
precisamente en el contexto del Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social,
en agosto del 2009, que se lanza el Programa de Ingreso Social con Trabajo
“Argentina Trabaja” (PAT).

En un contexto de crisis política y desaceleración del crecimiento económico, la


presidenta Cristina Fernández de Kirchner anuncia la implementación del (PAT) que
constituye uno de los programas sociales nacionales más significativos – en términos de
recursos y alcance de su primera gestión presidencial (2007-2011). Dicho programa se
orienta a grupos familiares cuyos adultos no cuenten con una pensión, una jubilación,
un programa social nacional o provincial incompatible y que no desarrollen una
actividad económica registrada.

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Si los anteriores planes suponían un ingreso menor a 50 dólares mensuales – en el


contexto de la licuación pos devaluatorio – en éste caso el monto ascendía a poco menos
de 300 dólares. El PAT definió al “empleo” como fuente nodal de la inclusión social y a
las “cooperativas” como la modalidad de organización local. La forma de ejecución
suponía la conformación de “cooperativas” de por lo menos 60 personas, inicialmente
en la Provincia de Buenos Aires, que trabajaran en distintos proyectos (en general
realización de obras públicas, principalmente mejoramiento de infraestructura de los
barrios más vulnerables) establecidos por los entes ejecutores (gobiernos municipales o
provinciales) con el aval del MDS. Según la resolución de creación su propósito fue “la
promoción del desarrollo económico y la inclusión social, generando nuevos puestos de
trabajo genuino, con igualdad de oportunidades, fundado en el trabajo organizado y
comunitario, incentivando e impulsando la formación de organizaciones sociales de
trabajadorxs” (Res. MDS 3182/09).

La ejecución de este programa estuvo ligada a los entramados gubernamentales


municipales bonaerenses, que como ya dijimos, se constituyeron en muchos casos en las
Unidades Ejecutoras del programa. En la intersección jurisdiccional se establecieron las
prioridades de acción y se definieron los módulos de trabajo que se desarrollarían en
cada territorio. Las tareas de selección de lxs titulares, la conformación y el registro de
las “cooperativas”, y la firma de convenios inter-institucionales demoraron la puesta en
marcha del trabajo. A pesar de las importantes dificultades durante su implementación,
la masividad de este programa, la apuesta al trabajo comunitario y el significativo
aumento del monto retribuido hicieron que este programa se convirtiera en una
actividad relevante para la sustentabilidad de las barriadas y organizaciones populares.

En lo que respecta a legislaciones específicas entre 2004 y hasta el final de la segunda


gestión de Cristina Fernández de Kirchner se sancionaron, entre otras medidas, las
siguientes normativas para el sector (Coelho et. al., 2014).

 En el año 2004 el Monotributo Social facilita al emprendedor su acceso al


mercado y a la seguridad social, permitiéndole emitir facturas y contar con
jubilación y obra social

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 En la Provincia de Buenos Aires, la Ley Alas en 2006 crea un registro de


actividades económicas de pequeña escala para su fortalecimiento. Permite
estar exento del impuesto a los Ingresos Brutos.
 En el año 2006 la Ley Nacional de Promoción del Microcrédito para el
desarrollo de la Economía Social posibilita el acceso al crédito para aquellos
emprendimientos excluidos del sistema bancario, valorizando los lazos
solidarios entre emprendedorxs y promoviendo que crezcan y mejoren su
calidad de vida. Baja la tasa de interés para que los emprendedorxs
reinviertan sus excedentes y genera una red nacional de organizaciones de
apoyo al sector.
 En el año 2008 la Ley de Marca Colectiva tiene como objetivo mejorar la
capacidad de venta de los emprendedores y organizar estrategias asociativas
de producción y comercialización, desarrollo de escala, imagen y visibilidad
de los productos de la economía social.
 En el año 2012 se crea el Monotributo costo cero para los usuarios de
Microcrédito: subsidia totalmente el aporte para todos aquellxs que han
devuelto satisfactoriamente su microcrédito.

Según datos censales, en el decenio comprendido entre 1991 y 2000 las cooperativas de
trabajo eran 1.327. Entre los años 2001 al 2006 el número de cooperativas de trabajo
había ascendido a 6.938. Desde la implementación del PAT, se estima que esa cifra
aumentó con la creación de 6.623 nuevas cooperativas y 150.000 socios localizados
fundamentalmente en el conurbano de la Provincia de Buenos Aires (Gusmerotti, 2013
a).

Si bien fueron muchas las críticas a los programas orientados a fortalecer el empleo, ya
sea por las condiciones de precarización del trabajo o por los resabios de focalización
en su diseño, es incuestionable la centralidad que tuvo el trabajo como organizador de la
vida social en las políticas implementadas a partir del año 2003. Otro rasgo destacable
constatable tanto en las políticas de Desarrollo Local y Empleo, en el Ministerio de
Trabajo como en el de Desarrollo Social fue la cogestión de políticas públicas entre
algunas áreas programáticas y algunas organizaciones sociales, lo cual habilitó a que
ciertas organizaciones pudieran incorporar sus visiones políticas y desarrollos
territoriales en programas oficiales (Larsen y Hindi, 2013).
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Desde esta perspectiva el ciclo que comienza con el gobierno de Néstor Kirchner
representa un punto de inflexión respecto de la orientación neoliberal de las políticas
socio-laborales previas, en la medida que supuso la articulación de un arco de
solidaridades diferentes y la disponibilidad de nuevos recursos para la organización
política.

Los gobiernos kirchneristas abrieron un campo de oportunidades para la construcción y


fortalecimiento colectivo popular con el reconocimiento de actores sociales que habían
participado de los procesos de resistencia social al neoliberalismo, como así también a
partir de la recuperación efectiva de viejos derechos laborales y la creación de nuevos
derechos para grupos anteriormente desprotegidos como los trabajadorxs rurales o los/as
trabajadorxs/as doméstica/os.

La Confederación de Trabajadorxs de la Economía Popular.

Cuando Néstor Kirchner asume formalmente el poder ejecutivo, convoca a dirigentes de


diferentes movimientos de desocupados a la Casa Rosada. En esos encuentros
preliminares se alcanzan acuerdos clave: la no represión de la protesta social, un
incremento en el acceso a recursos públicos y el compromiso de los movimientos de
intervenir más directamente en la gestión de las políticas sociales. En ese contexto,
durante el año 2004 un conjunto de organizaciones/movimientos que habían asistido a la
convocatoria de Néstor Kirchner se agrupan primero en el Frente de Organizaciones
Populares y en el Frente Patria para Todos después17. En esos espacios se elaboran
documentos en los que se declara públicamente el apoyo a las iniciativas del gobierno
nacional en torno a la política de derechos humanos, la Corte Suprema de Justicia, las
alianzas internacionales y la deuda externa. Posteriormente varios de estos
agrupamientos políticos, se fusionan en una única organización en el año 2005: el
“Movimiento Evita” (Gusmerotti, 2013)

Ese mismo año (2005) el dirigente nacional del ME, Emilio Pérsico, asume en el
ejecutivo de la provincia de Buenos Aires como vice-jefe de gabinete. Durante su
gestión hasta el año 2007, una de las líneas de acción institucional consiste en ampliar la
participación de los movimientos populares en ámbitos de la gestión provincial,

17
Ver la nota al pie nro. 3

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incorporando militantes y activistas en diferentes organismos públicos, y por otro lado,


generar y consolidar las experiencias de “autogestión” y “producción” de los
movimientos populares en el territorio provincial (Gusmerotti, 2010).

Poco después, entre septiembre y octubre de 2009, el dirigente nacional del ME, asumió
brevemente la Subsecretaría de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social, y
desde allí se lanzó el “Programa de Inversión Social” (PRIS), antecedente a menor
escala del PAT. El Programa de Inversión Social fue creado en 2009 con el objetivo de
conformar Cooperativas de Trabajo para la realización de pequeña obra pública
municipal. Durante ese año el PRIS constituyó 852 Cooperativas de Trabajo en 56
municipios del Interior de la Provincia de Buenos Aires y el Conurbano, generando
15.000 puestos de trabajo (según informes de gestión del PRIS). Durante el 2010 el
MDS implementa efectivamente en el conurbano bonaerense el Programa de Ingreso
Social con Trabajo (PRIST-Argentina Trabaja) tomando como base las Cooperativas
creadas por el PRIS. A fines del 2010 el PRIS se implementaba en 21 municipios,
sumando un total de 171 Cooperativas y 3500 puestos de trabajo.
(http://www.movimiento-evita.org.ar).

La crisis internacional coincidente con la primera gestión de CFK “mostró los límites
del desarrollismo con derrame inducido” y la imposibilidad de alcanzar el pleno empleo
en las sociedades pos-industriales. El ME comienza entonces una etapa de
reacomodamiento al interior del espacio kirchnerista y de acercamiento a la
Confederación General del Trabajo (CGT). Según los dirigentes del Evita el objetivo de
mediano plazo fue la igualación de derechos entre los trabajadorxs que posibilitara la
reorganización de la clase obrera, fragmentada por el neoliberalismo al desdibujar el rol
del trabajo como organizador del vínculo social. Bajo la premisa de que el trabajo
dignifica y el salario es el principal ordenador familiar, se fue fortaleciendo un creciente
vínculo con la CGT, “que nunca fue pensada como oposición o competencia, sino como
complementaria”, una relación estratégica donde “cada una debía apuntalar a un sector
diferente, aunque bregando por el mismo objetivo: la reunificación de la clase
trabajadora”. Más aún y en palabras de algunos de sus dirigentes la CTEP es o pretende
serlo, “la CGT de los Excluidos”. (textuales extraídos de un documento aportado a
Daniela Bruno por Emilce Moler. Consultar cómo citarlo).

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El miércoles 17 de agosto de 2011, en el salón de actos del recuperado Hospital


Israelita en CABA se produjo la fundación de la CTEP18. Juan Grabois por los
cartoneros del Movimiento de Trabajadorxs Excluidos (MTE), Gustavo Vera por la
cooperativa textil La Alameda, Luis Caro por el Movimiento Nacional de Empresas
Recuperadas por los Trabajadorxs (MNER) y Emilio Pérsico por las cooperativas
del me, fueron quienes desde el escenario dirigieron la fundación de la CTEP donde
confluyeron delegadxs, trabajadorxs y militantes de las distintas organizaciones
sociales, quienes votaron a mano alzada por unanimidad la declaración que dejó
fundada la Confederación de Trabajadorxs de la Economía Popular en el marco del
movimiento obrero organizado. En esa oportunidad se acordó que la primera
movilización en conjunto fuera para el 20 de diciembre hasta la sede de la CGT para
solicitar ser admitidos dentro de su estructura orgánica (Declaración del Hospital
Israelita disponible en http://www.cartoneando.org.ar ).

Algunas crónicas periodísticas señalan que al momento de su fundación, también


integraba la CTEP la Federación de Trabajadorxs de Cooperativas de Infraestructura
Social (FeTraCoI).

Por otro lado y según la entrevista que realizamos a Cristian Romo del MPLD, esta
organización participa de la CTEP desde sus inicios:

“veníamos de la experiencia de las cooperativas y nos juntamos con un par de


organizaciones, con el MTE fundamentalmente, empezamos a tener organización
política, a intercambiar actividades, a participar en luchas, unos en las de los otros,
a generar espacios de discusión y de debate, y nos cuentan de esta propuesta, de
armar un espacio más amplio, que necesariamente es una especie de sindicato”
(…) “es como que la idea todavía no estaba dada, pero estaba desde su génesis
con la intención de reagrupar, a los excluidos, a la economía popular, no sé, a lo
que queda como por fuera de lo que el sistema dice que es trabajo”

18
En la literatura académica y de la CTEP sobre su fundación encontramos versiones que establecen esta
fecha y otras que plantean que la fundación de la CTEP fue el 1ero. De mayo o el 20 de diciembre de este
año. En otros documentos se habla de su fundación en un evento realizado en el Teatro Verdi de La Boca
el 1 de mayo de ese año.

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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Y agrega:

“no es lo mismo entrar a un sindicato ya construido, que construir un sindicato


con diferentes visiones acerca de lo que tienen que ser los sindicatos en la
Argentina. Esta es una tensión que existe y que hace que algunos le pongan más o
menos fuerzas, dependiendo del momento y la fortaleza de las organizaciones que
hay adentro”… “uno va a hacer el esfuerzo para llevar adelante la propuesta de
unidad a nuestros compañeros” (…) “es un error, fragmentar las luchas digamos,
generar sindicatos pequeños porque no están de acuerdo con, no sé, a la CGT y la
CTA, a ellos no les fue muy bien partiéndose”.

Este referente del MPLD aclara que también desde los inicios integraron la CTEP la
organización Quebracho y el Movimiento Nacional Campesino Indígena, además de los
que ya mencionamos que se registran en las crónicas periodísticas de los actos públicos
de lanzamiento de la CTEP.

En una entrevista con Rafael Nejamkis del MTE, éste rememora el proceso de
surgimiento de la CTEP y la incidencia de su organización de la siguiente manera:

“En realidad, el MTE tiene el objetivo de la creación de la CTEP desde su


nacimiento. De hecho, nosotros no planteamos un movimiento de los cartoneros,
por ahí, nos fuimos un poco de mambo, en cuanto al tamaño del objetivo, pero la
idea siempre fue un movimiento de trabajadores excluidos” (… ) “Existe (la idea
de la CTEP) desde antes. Lo nuevo es pensar que eso no iba a salir del MTE. La
necesidad de juntarse con otros que estuvieron haciendo algo parecido o
trabajando sobre el sector de la línea política más general, o del alineamiento, pero
la necesidad de la unidad, está en el ADN de cada lucha digamos”

Atilio Vera del ME comenta el diagnóstico que fundamentó la creación de la CTEP y


cuál fue desde la perspectiva de su organización la proyección política de la CTEP:

Necesitábamos, construir herramientas comunes, que permitan fortalecer las


reivindicaciones de este sector del trabajo, eso en un principio empezó como
charlas informales entre compañeros y compañeras de los territorios y fue
madurando las discusiones, el debate, en el marco de una realidad del sistema
capitalista que hace que cada vez haya menos gente vinculada al trabajo
formal, se necesitaba tener una organización gremial si se quiere que permita
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pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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resolver las reivindicaciones de todo este sector, y donde ya no existe el


patrón, sino es el estado, son las grandes empresas y las corporaciones las que,
están vinculadas a nuestras experiencias de trabajo, es una discusión que se
traía, pero es muy nueva, si se quiere y hasta son discusiones que nosotros en
las relaciones que tenemos con el gobierno nacional, tampoco pudimos
resolver” (…) “Nosotros consideramos a la CTEP como una herramienta de
masas que nos parece estratégica, importante. Nosotros decimos, hay
alrededor de 4 a 5 millones de trabajadorxs en estas condiciones ¿no? Si vos
organizas eso como un sindicato, estás construyendo ahí una cosa monstruosa
¿no?

En lo que respecta a las organizaciones que fundaron la CTEP y las que se sumaron
posteriormente Rafael comenta:

La mesa promotora estaba formada en principio, por el Movimiento Evita, el


MTE, el Movimiento de Empresas recuperadas, y la Alameda. Después la
Alameda dejó de participar del espacio y se fueron sumando nuevas
organizaciones: Movimiento (Popular) la Dignidad, el Frente (Popular) Darío
Santillán, Seamos libres, el Movimiento Patria grande. En realidad no es que está
el Movimiento Patria Grande sino que los espacios de economía popular de Patria
Grande, están acá. El Movimiento 8 de Octubre, el Movimiento Nacional
Campesino Indígena, el MOCASE están desde, no desde el primer impulso, pero
se sumaron a los pocos meses. Movimientos de empresas recuperadas y después
hay recuperadas, ahí sueltas. Los pibes, la CTD Aníbal Verón, el Movimiento
territorial de Quebracho, la MTD Aníbal Verón, de CABA. Y después, se está
dando un fenómeno, con las regionales, digamos, la CTEP tiene una estructura,
estamos creando una estructura, porque todavía falta un montón, sindical
tradicional, con regionales, con seccionales, y dentro de las seccionales hay
muchos grupos que son de la seccional, y que no tienen un Movimiento, de
referencia nacional.

Lito Borello, referente de Los Pibes, comenta sobre la participación de su organización


en la CTEP:

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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Nosotros llegamos hace 2 años (2013). Nos acercamos a la CTEP porque


entendemos que es la mejor herramienta de los últimos 10 -12 años que reformula
las organizaciones sociales, de los 90, recobrando la identidad del trabajador.
Porque vimos que ahí participa, que se yo, Quebracho, el Frente Darío Santillán,
el Movimiento (Popular) la Dignidad, el Movimiento Evita. Muchas
organizaciones que tienen la lógica de los noventa, la lógica de los movimientos
sociales, pero que hoy, son parte de los trabajadorxs de la economía popular.

La conformación de un frente tan heterogéneo en lo que a matrices político ideológicas


refiere solo se explica por el carácter fundamentalmente reivindicativo que se ha puesto
como horizonte político la restitución de los derechos de los trabajadorxs sin
reconocimiento, sin capital y sin patrón.

La CTEP se presenta públicamente como una organización gremial que nuclea a


múltiples organizaciones, cuyo principal objetivo es “representar tanto a los
trabajadores de la economía popular como a sus familias”.

Según versa en su página web la CTEP

“es una organización gremial independiente de todos los partidos políticos,


representativa de los trabajadores de la economía popular y sus familias. La
CTEP es una herramienta de lucha reivindicativa para la restitución de los
derechos laborales y sociales que nos arrebató el neoliberalismo y que aún no
hemos recuperado” (…) “porque a pesar de todos los avances paridos por
nuestro Pueblo durante los últimos años, lejos estamos de vivir en una Patria
Justa” (…) “Los millones de excluidos del mercado formal de trabajo, los
millones de expulsados del campo y los que aún resistimos en nuestro territorio,
nos fuimos buscando un lugarcito en la periferia social, inventándonos nuestro
propio trabajo, aferrándonos a los programas sociales, también sudando en
pequeñas empresas informales que no garantizar condiciones dignas de labor. De
a poco nos fuimos organizando, formamos movimientos, asociaciones,
cooperativas, recuperamos fábricas, defendimos y recuperamos nuestro territorio
y forjamos lazos de hermandad entre nosotros. Los cartoneros, campesinos,
artesanos, vendedores ambulantes, feriantes, trabajadorxs de programas sociales,
motoqueros, cooperativistas, micro emprendedores y obreros de empresas

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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recuperadas, comenzamos a salir a la luz y a reclamar por nuestros derechos y


trabajar por la unidad de todos los trabajadorxs”.

Para la CTEP el mejoramiento de los indicadores macroeconómicos, el aumento de la


productividad, el desarrollo de la tecnología y el incremento en las inversiones “no se
traduce en trabajo formal y dignidad para todos nuestros compañeros”, y las políticas
sociales “abordan el problema estructural de la exclusión socio-laboral con
asistencialismo encubierto y recetas de “flexibilización progresista”, la nueva cara de las
“teorías del derrame” que esperan que a la larga el crecimiento del PBI nos resuelva la
vida a todos. Frente a este panorama la CTEP vislumbra dos opciones: “conformarnos
con subsistir como “ciudadanos de segunda” magramente asistidos por el estado en las
periferias del mercado o construir una nueva economía que rompa con la lógica de la
ganancia, la Economía Popular” (http://ctepargentina.org/ consultado el 6 de julio de
2016).

De las entrevistas se desprende que cada uno de los integrantes de las organizaciones
coincide en la caracterización del momento de surgimiento de la CTEP al que asocian al
proceso de cooperativización que planteaba el gobierno kirchnerista. En este punto es
interesante destacar que tanto identidades políticas ligadas a miradas autonomistas y/o
de izquierdas nacionales cuanto a los peronistas demandaban desde sus perspectivas,
desde sus marcos de percepción e interpretación del contexto de surgimiento, la
inclusión a un conjunto de sectores populares en el trabajo y a través del trabajo en
procesos de re afiliación social.

Como se señaló antes, la CTEP logró hacia finales del año 2015 nuclear a gran cantidad
de organizaciones sociales que, a pesar de sus diferencias acuerdan en los reclamos de
los derechos laborales y sociales (obra social, jubilación, espacios de formación, etc.)
del sector. En ese período se fue consolidando una “orgánica”. Como señala Atilio Vera
del ME en la CTEP:

“La CTEP está desde el 2011, como idea. Como funcionamiento, un poco más,
real, hace, yo calculo, 2 años (2013) que tenemos un espacio, que hay cierta
dinámica en la participación, que hay incorporación de militancia, al espacio, hace
2 años como que venimos funcionando un poco más, orgánicamente, y
construyendo, la identidad de ese espacio”. “Hay una junta promotora” (…) “lo de

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la junta promotora es algo como, tradicional. Los sindicatos antes de las


elecciones, provisoriamente, tienen una junta promotora, como para ir
construyendo y desarrollando el sindicato, una vez que se construye ya el padrón,
que se construyen los afiliados, las unidades de producción y demás, ahí se
presentan a elecciones. Nosotros estamos como en la estancia pre-sindical en
término institucional, la gravedad que tenemos ante eso, es que no tenemos
obviamente, no tenemos una personería gremial”.

Luego de un acampe realizado frente al MTESS a inicios de diciembre de 2015 que


resultó en represión y un herido, según relatan varias crónicas periodísticas, la CTEP
logró su personería jurídica. En los días previos a la finalización de su gestión como
Ministro de Trabajo, Carlos Tomada aprobó la personería social de la CTEP bajo el
número de resolución 1727/15. El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de
la Nación (MTEySS) creó un régimen de agremiación para los Trabajadorxs de la
Economía Popular que finalmente les reconoce derecho a sindicalizase. Este
reconocimiento concede a la CTEP las siguientes atribuciones: a) Representar los
intereses colectivos de los trabajadorxs de la economía popular, es decir,trabajadorxs
cuentapropistas, autogestionados, cooperativistas o de programas sociales; b) Recurrir a
mecanismos de conciliación en el ámbito del Ministerio de Trabajo para resolver los
conflictos que se susciten en el ámbito de la Economía Popular; c) Crear su propia obra
social y promover la incorporación de sus representados en el sistema provisional,
según las modalidades establecidas o que oportunamente establezca la legislación en la
materia, teniendo en cuenta su especial situación laboral, d) Proponer ante los
organismos competentes formas de regulación laboral y protección social que
contemplen la especificidad de su problemática, e) Colaborar en el perfeccionamiento
de la legislación aplicable y el diseño de los programas sociales dirigidos a los
trabajadorxs de la economía popular y de las empresas recuperadas y auto gestionadas.

En marzo de 2016, ya con Triaca como Ministro de Trabajo de la gestión de la Alianza


Cambiemos, se introdujeron modificaciones a la resolución que, no obstante, no fueron
sustantivos.

La historia, aunque corta, de vida de la CTEP cuenta con varios importantes hitos que le
confieren particular relevancia a la hora de considerar cómo las luchas populares se

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ponen de manifiesto en la calle, cómo se organizan en torno a ciertos reclamos y cuáles


son las estrategias que se dan para resolver sus conflictos.

Una de las primeras reivindicaciones fue el reclamo por un espacio de negociación


salarial para los compañeros y compañeras de la Economía Popular (paritaria social) , lo
que llevó a realizar diversas manifestaciones frente al MTESS, en varias oportunidades
acompañando otras movilizaciones y reclamos de organizaciones populares/sindicales.
En particular evidenciamos la masiva presencia en cada acto del Día del Trabajador,
tomando como referencia la marcha de gran convocatoria del 2013. En el 2014, frente a
un escenario fragmentado, la movilización se convocó en torno a los reclamos de
reconocimiento gremial, frente al Ministerio de Trabajo, y la apuesta dos años después a
confluir en un masivo y multitudinario acto en el que confluyeran las tres CGT, hoy
unificadas, y las dos CTA.

La progresiva expansión de la CTEP, que fue regionalizándose en el transcurso de estos


años, encuentra en la creación de la Escuela y la Diplomatura sobre las que hablaremos
más adelante, y la Mutual Senderos (proto obra social) por otro, dos pilares y conquistas
centrales. Según datos aportados por la organización, la CTEP hoy actúa
fundamentalmente en los tres cordones del conurbano bonaerense aunque cuenta con
representación nacional, e involucra orgánicamente a 12.000 trabajadorxs.

La Mutual Senderos fue fundada con el objetivo de dar respuesta a las demandas de los
compañeros y compañeras que no son atendidos a través de los servicios de salud
correspondientes al Monotributo Social. De acuerdo a la página web de la Mutual, se
trata de “un Plan de Salud Familiar y Comunitario basado en la atención y prevención
de enfermedades, en la promoción y educación para la salud. Con el objetivo de brindar
cuidados en todas las etapas de la vida en forma integral y continua” 19 Según los datos
aportados por la misma página, la mayoría de los consultorios se concentran en
localidades del gran Buenos Aires, en el interior de la provincia y en La Plata.

Con el reciente cambio de gestión en el gobierno nacional la CTEP formó parte de las
grandes movilizaciones en reclamo por el nuevo rumbo en las políticas públicas. Desde
la marcha del 1 de Mayo, unificada, que mencionamos anteriormente, la instalación de

19
http://mutualsenderos.org.ar/nosotros/

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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ollas populares en diversas zonas de la ciudad de Buenos Aires en el mes de Julio 20,
hasta la masiva movilización del domingo 7 de Agosto, en el día de San Cayetano con
las consignas de Tierra, Techo y Trabajo. Dicha movilización, organizada por la CTEP,
la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y Barrios de Pie, contra las medidas de ajuste
del gobierno, fue acompañada por un amplio espectro de organizaciones políticas y
sindicales, que partieron en caravana desde la Iglesia de San Cayetano en Liniers hasta
la Plaza de Mayo fue muy significativa en términos de las repercusiones que generó.

Los últimos acontecimientos recientes donde la CTEP tuvo un rol preponderante fueron
las jornadas vinculadas a la declaración de la Ley de Emergencia Social. Bajo la
consigna “Ley de Emergencia Social YA”, la CTEP junto con Barrios de Pie realizaron
mil ollas populares en diversas partes del país. El proyecto de ley es impulsado por
varios diputadxs, allí se reconoce la vulnerabilidad del sector informal de trabajadorxs
de la economía popular, y supone la creación de puestos de trabajo, estipulando además
la existencia de un Salario Social Complementario 21.

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argentina.blogspot.com.ar/2011/11/nos-preparamos-para-el-20-de-diciembre.html.
“La Confederación de Trabajadorxs de la Economía Popular le acercó sus propuestas a
Alicia Kirchner”
http://ctep-argentina.blogspot.com.ar/2011/12/la-confederacion-de-trabajadorxs-de-
la.html
“Estado de alerta, movilización y asamblea por discriminación en el programa
Argentina Trabaja” http://ctep-argentina.blogspot.com.ar/2012/03/estado-de-alerta-y-
movilizacion.htm
“La CTEP marcha junto a los artesanos y trabajadorxs de la vía pública.” http://ctep-
argentina.blogspot.com.ar/2011/11/la-ctep-marcha-junto-los artesanos-y.html

20
http://www.clarin.com/ciudades/Manana-populares-distintas-esquinas-Ciudad_0_1615638565.html
21
https://notas.org.ar/2016/10/06/jornada-nacional-ley-emergencia-social/

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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“Otro paso para la inscripción del Sindicato de trabajadorxs de la Economía Popular”


http://cadenaprovincial.com.ar/la-ctep-se-moviliza/ 11 Documento “¡Somos lo que
falta!” http://ctep-argentina.blogspot.com.ar/2013/04/somosloquefalta.html

https://notas.org.ar/2015/12/11/ctep-importante-paso-reconocimiento-sindical/

http://www.marcha.org.ar/la-ctep-aporta-algo-novedoso-apostamos-a-la-unidad-de-la-
clase/ http://www.telam.com.ar/notas/201605/148024-economia-popular-marcha-
ctep.html

http://mutualsenderos.org.ar/inauguramos-nueva-sede-mutual-senderos-ctep-en-lanus/

http://agenciapacourondo.com.ar/destacado/20116-entrevista-a-juan-grabois-de-ctep
http://movimientospopulares.org/argentina-la-ctep-escribe-un-nuevo-capitulo-en-la-
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Capítulo 4

La Secretaría de Formación de la CTEP: génesis, objetivos y


parámetros de eficacia

Por María Mercedes Palumbo

La dimensión pedagógica fue cobrando fuerza y visibilidad dentro de la CTEP desde su


génesis en el año 2011. A partir del año 2014, entra en funcionamiento la Secretaría de
Formación donde se comenzaron a pensar las instancias orgánicas de formación. La
Secretaría se encuentra conformada por integrantes del MTE, el Movimiento Evita y
Los Pibes así como por compañeros de Patria Grande que colaboran con las
formaciones sin ser parte de la Secretaría. Estas organizaciones son las encargadas de
plantear y debatir las iniciativas de formación que luego se convierten en política
formativa de la CTEP en su conjunto, involucrando a todas las organizaciones y además
a las distintas regionales de la CTEP en el país con ciertos grados de autonomía. En las
entrevistas realizadas, se reconoce la centralidad del MTE – y puntualmente de Juan
Grabois – como promotor y sostenedor de las experiencias formativas frente a un
diagnóstico de déficit de formación en los sectores nucleados en CTEP.

La importancia de la formación dentro de la CTEP no es presentada por los


entrevistados de igual manera. Mientras para algunos referentes de organizaciones de la
CTEP, la formación es una de las líneas principales debido a su prolongación y
sostenimiento en el tiempo y a la apuesta de recursos para la efectivización de las
mismas; para otros referentes, sin negar las cuestiones mencionadas, la formación se

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pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
político ideológica autonomista y nacional popular”. Daniela Paola Bruno, Christian Dodaro, Santiago Fernández
Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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presenta en un estadio de desarrollo aún incipiente. No obstante, todos coinciden en la


importancia estratégica de la formación para el sector de la economía popular.

La convivencia de distintas organizaciones con idearios político-ideológicos disímiles


dentro de la Secretaría de Formación – y de la CTEP en general – constituye un
elemento a considerar dado que condiciona las posibilidades de armado de una
formación, sus objetivos, contenidos y destinatarios. Lejos de acuerdos plenos, la
Secretaría funciona a partir de cierta unidad de concepción desde donde se encara la
formación. Estos acuerdos mínimos pueden ser sintetizados en: (a) el diagnóstico
común acerca de la imposibilidad del capitalismo para absorber la economía popular y
las dificultades del Estado para “ir por lo que falta” (el avance en los derechos del sector
de la economía popular)22; (b) el reconocimiento de un mismo sujeto político, definido
como sujeto popular, que posee una dinámica distinta respecto al movimiento obrero
organizado; (c) las dificultades para la sindicalización de los participantes de la
economía popular debido a su falta de organización, la ausencia de auto-percepción
como trabajadorxs y, además, la falta de construcción de un nosotros como trabajadorxs
de la economía popular entre las diversas ramas; (d) la lectura común sobre la nueva
etapa en Argentina y América Latina que afirma la necesidad de la unión de
organizaciones del sector para defender los derechos ganados y continuar avanzando.

Los objetivos atribuidos a la formación muestran matices – no contradictorios – en


función de los interlocutores. Para Rafael Nejamkis del MTE, Atilio Vera del
Movimiento Evita y Lito Borello de Los Pibes, la formación se orienta a la formación
de cuadros políticos o dirigentes para la economía popular con capacidad de
movilización que conozcan el proceso socio-económico en el que están inmersos, las
características de la forma-sindicato y los actores con los que tienen que negociar para
la obtención de conquistas y derechos:

La formación de la CTEP, en parte, tiene que ser que los compañeros, los trabajadorxs
tengan conciencia de cuál es el proceso socioeconómico en el que estamos metidos, de
por qué un sindicato, qué es un sindicato de nuevo tipo, con quién vamos a negociar y con
quién no, cómo construirlo. Todas estas cosas… los compañeros tienen que discutir cuál

22
Estas dificultades no son comprendidas por todos los actores de la CTEP de igual manera,
atribuyéndoles distintas connotaciones.

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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es la idea que se tiene del Estado, de la economía popular, todas esas cosas (Atilio Vera,
Movimiento Evita).

Julián Ríos y Atilio Vera del Movimiento Evita enfatizan la dimensión identitaria de la
formación que facilite el reconocimiento de los participantes de la economía popular
como trabajadorxs y habilite una mejor estructuración del sector. En este sentido, la
formación tendría una función clave en la construcción de un sujeto popular
identificable y auto-identificado frente al diagnóstico común a las organizaciones
respecto a la falta de auto-percepción como trabajadorxs y a la ausencia de solidaridad
entre ramas.

Para Cristian del MPLD, la formación de la CTEP constituye un espacio-momento de


intercambio entre las organizaciones que aportan a consolidar la construcción de la
confederación, aun cuando haya coincidencia parcial con los postulados y contenidos de
la formación. “Y la formación, sea cuál sea, sea formación en el anarquismo puro y duro
o en el marxismo-leninismo o en el peronismo, todas te dan herramientas para criticar.
Y nos parece que además no está escrito cuál es la formación de la economía popular.
Entonces hay que meterse y para meterse hay que meterle el cuero”. En este sentido,
desde el MPLD se proponen no vaciar ni desaprovechar la línea de formación definida
como “peronista”:

Y nosotros dejamos que los compañeros pasen por esa experiencia y después cuando
vuelven con las inquietudes, lo discutimos. Igual en general nuestros compañeros tienen
una base de formación, en general… y me imagino que discuten ellos esa propuesta. Pero
la propuesta es esa y la respetamos. Y cuando van a hablar nuestros compañeros, no dan
eso digamos, dan la visión que nosotros tenemos de la historia.

En este sentido, los parámetros de eficacia de la formación – más o menos explícitos –


radican en el armado de una formación centrada en lo reivindicativo que contribuya a la
creación y consolidación de un sindicato para disputar conquistas puntuales
(monotributo social, obra social, entre otras), en el otorgamiento de recursos destinados
a su sostenimiento material (que incluye viajes de militantes dentro del país) y en la
continuidad y sistematicidad de los espacios formativos creados.

Respecto al primer parámetro de eficacia concerniente a una formación reivindicativa,


se observa una intencionalidad de evitar colocar la cuestión político-partidaria referida
al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner como línea central de la formación dado
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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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que generaría desacuerdos de partida entre las organizaciones. Advertimos que algunos
entrevistados realizan una diferenciación explícita entre lo reivindicativo concerniente a
la economía popular y lo político, adjudicándole a este último la acepción de lo político-
partidario. En este sentido, lo político-partidario queda por fuera del alcance de la
formación. No obstante, otros entrevistados presentan una acepción más amplia de lo
político como dimensión de politicidad que atraviesa todas las relaciones sociales,
incluyendo lo reivindicativo, enlazando lo político – en esta segunda acepción – con lo
reivindicativo. Por lo tanto, los sentidos de lo político, las vinculaciones entre lo político
y lo reivindicativo y su traducción en la formación no siempre aparecen como
dimensiones simples y saldadas entre las organizaciones que conforman la CTEP.

Espacios-momentos formativos en la CTEP: la Escuela Nacional de Organización


Comunitaria y Economía Popular

Al interior de la CTEP es posible identificar distintos espacios-momentos formativos.


Una primera división distingue las formaciones propias de la CTEP – impulsadas por la
Secretaría de Formación – de las formaciones de las organizaciones conformantes de la
CTEP que utilizan las instalaciones y la infraestructura de CTEP pero no son abiertas a
las otras organizaciones. Uno de los entrevistados denomina a este segundo tipo como
“experiencia de formación por las partes” (Atilio Vera, Movimiento Evita). Algunos
ejemplos mencionados por los referentes son video-debates realizados por el MTE y
formaciones de bomberos voluntarios de militantes de base del MPLD (aprovechando el
espacio de CTEP para el despliegue de instrumentos como autobomba, trajes, etc.). La
infraestructura empleada por las formaciones por las partes incluyen el hall central del
edificio de CTEP, las oficinas y el Núcleo de Acceso al Conocimiento – financiado por
el Ministerio de Planificación – que actúa como un centro cultural.

En cuanto a las formaciones propias de la CTEP, se destaca la Escuela Nacional de


Organización Comunitaria y Economía Popular (ENOCEP) creada en el año 2014. Su
objetivo primordial es la formación de cuadros político-sindicales. En ese marco, se
inscribe la Diplomatura de extensión universitaria en Organización Comunitaria y
Economía Popular surgida en acuerdo con la Universidad Nacional de San Martín. La
diplomatura posee una duración aproximada de dos meses. La primera parte de cursado
presencial en la Ciudad de Buenos Aires – denominada “curso introductorio” – se
extiende durante 12 clases y se realiza en la sede de Posgrado de la UNSAM con una
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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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frecuencia de dos veces por semana con encuentros de tres horas de duración.
Asimismo, existen diplomaturas regionales en otras sedes localizadas en ciudades del
interior del país como Córdoba, Mar del Plata y Rosario que funcionan también a partir
de acuerdos con universidades nacionales.

La segunda parte de la diplomatura llamada “curso intensivo” – dado que comprende


ocho horas por día – se desarrolla durante una semana en la sede nacional de ENOCEP
en la ciudad de San Martín de los Andes y su dictado se encuentra a cargo de Juan
Grabois del MTE. En general, los grupos son de 25-30 personas como máximo,
respondiendo a la capacidad logística existente en la sede de la ENOCEP. El aula donde
transcurre la diplomatura se comparte con la regional de la UTN. Cabe señalar que la
localización geográfica de la sede de la ENOCEP es particular: por un lado, se
encuentra situada en el denominado “Barrio Intercultural” donde la CTEP articula con
la comunidad mapuche Curruhuinca y la organización Los Vecinos Sin Techo Unidos,
esta última integrante de CTEP; por otro lado, el descentramiento de las grandes
ciudades del país es considerado como un signo de la política federal de la CTEP. Al
regreso de San Martín de los Andes se entrega el diploma en la Universidad.

El dictado de la Diplomatura en sus dos momentos en instituciones universitarias – en la


UNSAM y en la UTN respectivamente – no constituye un hecho menor. Desde la
mirada de algunos de los entrevistados como Rafael Nejamkis del MTE, implica una
jerarquización de las instancias de formación que genera “seriedad y compromiso” en
los compañeros y, al mismo tiempo, dignifica la formación de las clases populares:

Está bueno eso también (cursar en universidades), nosotros le damos mucha bola, porque
pensar que la formación de nuestros compañeros tiene que ser en peores condiciones que
las de clase media es choto, y genera una cosa de seriedad y de compromiso con los
compañeros, ir a lugar y que las aulas estén buenas, tener acceso a las… y que tener un
librito, y genera un compromiso (Rafael Nejamkis, MTE).

La Diplomatura se encuentra destinada a integrantes de las unidades productivas,


militantes que no necesariamente trabajan en la economía popular y sectores
universitarios – estudiantes o recibidos – que les interesa la discusión de este sector y de
la herramienta de CTEP. Para los trabajadorxs de la economía popular no existen
requisitos de estudios previos. Por lo tanto, la diplomatura es útil tanto para un
trabajador que no haya terminado sus estudios como para un profesional o estudiante
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que milita en organizaciones populares. Empero, algunos entrevistados señalan un


cambio en la composición del curso desde su creación a la actualidad: si en el inicio
primaban los militantes universitarios, ahora se observa una afluencia masiva de
militantes propios del sector de la economía popular.

Desde su creación, se abrieron cohortes cada dos meses de manera ininterrumpida. De


allí que los entrevistados valoren la continuidad de la política de formación de la CTEP.
El acuerdo de la UNSAM con la CTEP para el desarrollo de la Diplomatura consiste en
que dicha universidad garantiza la acreditación oficial del título y financia a los
docentes, mientras que la CTEP posee a su cargo garantizar dos tutores y la elaboración
del programa de estudio en su totalidad. En este marco, surgió la confección de cuatro
cuadernillos de formación que serán objeto de análisis en los próximos apartados. Estos
cuadernillos constituyen el material básico de lectura y análisis de la Diplomatura. El
cuadernillo 1 se aborda en la primera parte de la cursada presencial, mientras que la
formación en San Martín de los Andes se enfoca a los otros tres.

Tal como plantea la CTEP en su página web: “A lo largo del ciclo de estudio se abordan
una serie de contenidos orientados a promover el conocimiento sobre la historia,
actualidad y características de la clase trabajadora argentina y sus luchas: Historia del
movimiento obrero y movimientos sociales / Capitalismo, desigualdad y exclusión
social / El nuevo proletariado. La informalidad y la precarización del trabajo y la vida /
La mujer en el mundo del trabajo / Concepto de Economía Popular. Los oficios
populares y las unidades productivas. Experiencias / La lucha reivindicativa de los
trabajadorxs de la economía popular / Criterios generales para la organización
económica popular / Organización comunitaria y democracia / Cooperativas y otras
formas de organización productiva popular / La organización económica y la
organización sindical en la economía popular”. Estos contenidos revisten un carácter
más conceptual y de introducción a ciertos conceptos básicos que permiten
contextualizar la economía popular y la CTEP como herramienta de lucha.

Si bien la ENOCEP es el espacio-momento de formación “más teórico y formal” de la


CTEP en tanto adopta una forma más clásica mediada por contenidos conceptuales y
cuadernillos, también se incorporan momentos “prácticos” a la formación. Durante el
cursado en la UNSAM, se contemplan visitas a fábricas recuperadas; este mismo gesto
de “formación práctica” se encuentra presente en San Martín de los Andes donde se
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trabaja con la comunidad mapuche y se visita una planta recicladora. Para los
entrevistados, esta formación práctica es fundamental: “se genera una cosa de unidad y
de comprender la situación del otro y la situación de uno, que es muy fuerte, y es una
formación que solo se da así digamos, que vos no la podés explicar, que solo se da así y
después sí laburamos con el material de CTEP” (Rafael Nejamkis, MTE).

La evaluación consiste en un trabajo de investigación donde se describan las diferencias


entre una unidad de la economía popular – cuántos trabajadorxs tiene, qué produce,
cómo lo producen, cuál es su capacidad productiva – con una unidad productiva de la
misma rama perteneciente a la economía de mercado. Y, en relación a la unidad de la
economía popular, se requiere adicionalmente armar un volante que exprese un reclamo
concreto a algún nivel del Estado (municipal, provincial o nacional). Nuevamente aquí
se observa un esfuerzo de poner en diálogo la teoría con las prácticas productivas y
políticas.

En el año 2015, la Diplomatura abrió un segundo nivel destinado a todos aquéllos que
hubieran finalizado el nivel 1 ante la demanda de un curso que brindara “conocimientos
más técnicos y que no fuera tan político” (Rafael Nejamkis, MTE). Esta segunda parte
está dirigida, entonces, a la transmisión de herramientas técnicas en materia de gestión y
administración que contribuyan a la creación y protección de las unidades productivas
de la economía popular. Este curso es más corto que el nivel 1, con una duración de
nueve encuentros que se dictan dos veces por semana durante tres horas en el edificio de
la CTEP en el barrio de Constitución. Nuevamente extraído de la página web de CTEP:
“Los contenidos básicos que se desarrollan en este nivel son: nociones generales sobre
la administración de cooperativas; sistema de previsión social y acceso a la salud
(Mutual Senderos); nociones generales sobre el derecho y protección contra la violencia
institucional; herramientas para la comunicación comunitaria y popular; planes y
programas estatales orientados al fortalecimiento de la Economía popular y social”.

Atilio Vera del Movimiento Evita resume los motivos de la creación de este segundo
nivel con una impronta más técnico-administrativa:

“Después que vos decís la economía popular es esto, las dificultades de la


organización sindical, la situación de que somos un sector, una clase trabajadora
que no se va a incorporar al sistema formal, qué es el neoliberalismo, qué es el

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capitalismo, qué diferencia hay entre la economía social y la economía


popular… cuando vos vas definiendo ese tipo de cosas, después aparecen los
problemas más urgentes que son… muchas de estas cooperativas tienen vínculos
con el Estado, muchas sacan subsidios mediante proyectos, muchas tienen
conflictos con el AFIP. Aparecen toda esta serie de conflictos y los compañeros
plantean esas demandas y bueno hacemos otro nivel de discusión, ya no abierto.
Este es como un segundo nivel específico para las cuestiones técnicas,
administrativas, legales de las cooperativas”.

Luego de cada módulo del nivel 2, se realiza una pequeña actividad práctica de síntesis
de los contenidos abordados. Por ejemplo, al finalizar el módulo de cooperativas, se
pide el armado de un modelo de acta constitutiva de una cooperativa; mientras el
módulo de comunicación se evalúa con la realización de un volante o gacetilla. Según
Rafael Nejamkis del MTE, la decisión de evaluar al finalizar cada módulo se debe a que
el carácter técnico del tipo de curso demandado por los compañeros del sector de la
economía popular genera que los contenidos se tornen un tanto “aburridos” y “pesados”.
A pesar de ello, se reconocen grados menores de deserción en este nivel en relación al
anterior debido a que son militantes del sector que ya concluyeron la ENOCEP y
deciden profundizar en sus conocimientos.

Con el tiempo, se fueron generando otros espacios-momentos formativos por fuera de la


Diplomatura. Entre ellos, se destacan los cursos por rama productiva – también
denominados “formaciones temáticas” – que se orientan específicamente a aspectos
técnicos y de consolidación de la identidad de la rama. Consisten en una serie de
encuentros – entre tres y seis dependiendo el caso – en los lugares de trabajo y luego se
viaja a la ENOCEP en San Martín de los Andes durante, en promedio, tres a cuatro días.
El perfil de los destinatarios apunta a referentes e integrantes de las unidades
productivas de las organizaciones que integran la CTEP con poca formación académica.
En este caso se utilizan materiales específicos por rama que “van a lo más básico y
sencillo” (en concordancia con el perfil ya enunciado) y ya en San Martín de los Andes
se retoman los cuatro cuadernillos de formación; solo la rama de cartoneros se
encuentra en proceso de sistematización de los materiales específicos utilizados. Un
elemento interesante de estas formaciones, rescatado por Rafael Nejamkis del MTE,
reside en que los destinatarios no son seleccionados con un criterio vinculado a la
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organización de pertenencia sino con una lógica más de gremio entre todos los
militantes que participaron de la formación de la misma rama en sus lugares de trabajo:
“Lo que tiene de bueno ese viaje es que uno podía acoplar trabajadorxs costureros de las
distintas organizaciones. Pero como gremio no como organización, y eso viene
funcionando bien”.

Según los datos publicados por la CTEP a mitad del año 2016, contando los viajes
realizados en el marco de la Diplomatura y las formaciones por rama, pasaron más de
500 estudiantes23. A este número se le debe sumar quienes participaron en las distintas
regionales de la CTEP pero no pudieron concretar el viaje a la ENOCEP. Estas cifras
muestran una política de formación sostenida en el tiempo y con una masividad que está
dada, en parte, por el carácter descentralizado y federal de los primeros tramos de la
Diplomatura y de las formaciones por rama.

Logros y futuro de la Secretaría de Formación de la CTEP

En su corto recorrido, la Secretaría de Formación de la CTEP es valorada por los


referentes de todas las organizaciones por su trabajo serio e inter-organizacional, por los
recursos destinados y por la continuidad de la formación. A nivel de la política de
formación de CTEP, la creación de la ENOCEP constituye, sin dudas, un hito central. A
nivel de las formaciones por las partes, la CTEP aporta su infraestructura y sus
instalaciones para el dictado de los talleres, siendo una contribución al fortalecimiento
de las formaciones de cada organización. Asimismo, la Diplomatura de la ENOCEP es
replicada individualmente por ciertas organizaciones como el Movimiento Evita en sus
territorios con algunas adaptaciones que buscan hacerla más acotada en el tiempo (con
un menor número de encuentros) y en los contenidos.

Hacia el final del año 2015, la principal apuesta de la Secretaría de Formación de la


CTEP es mantener y consolidar la ENOCEP. Desde algunas organizaciones en
particular, existen propuestas concretas en proceso de elaboración para incidir en la
Secretaría. El Movimiento Evita tiene la intención de armar una propuesta de formación
sobre el estatuto de la CTEP para apuntalar el proceso de construcción y
funcionamiento del sindicato a partir de un manual que presenta el Ministerio de

23
Estos datos se encuentran disponibles en: http://ctepargentina.org/500-trabajadorxs-ya-hicieron-la-
diplomatura-economia-popular-organizacion-comunitaria/
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Trabajo, la CTEP, la UTEP (el nombre técnico del sindicato: unión de trabajadorxs de la
economía popular), el funcionamiento por seccionales y la periodicidad en la elección
de delegados, entre otras cuestiones. Por su parte, el MPLD se planteó como tarea a
corto o mediano plazo escribir cuadernillos de formación en el marco de la CTEP que
reflejen su posicionamiento político-ideológico.

Fuentes primarias y secundaria

Entrevista a Julián Ríos del Movimiento Evita

Entrevista a Lito Borello de Los Pibes

Entrevista a Atilio Vera del Movimiento Evita

Entrevista a Cristian del Movimiento Popular La Dignidad

Entrevista a Rafael del Movimiento de Trabajadorxs Excluidos

Página web CTEP: http://ctepargentina.org/ [consultada el 29/01/2016]

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Capítulo 5

Un abordaje de los cuadernillos de formación de la ENOCEP-CTEP


desde la perspectiva del análisis y la construcción de mensajes
educativos

Por Verónica Mistrorigo y Constanza Lupi

Dedicados, inspirados y dirigidos a los excluidos,


a los marginados, a "los que sobran", a los últimos de la fila.
(Cuadernillo 1 CTEP, 2014: 2)

El objetivo de este capítulo consiste en analizar los materiales de formación de la CTEP


escritos por Emilio Pérsico y Juan Grabois y editados por la misma CTEP en el año
2014. Estos materiales son utilizados en el marco de las distintas cohortes de la
ENOCEP, principal línea formativa de la CTEP en términos de sistematicidad y
continuidad en el tiempo. Constan de cuatro volúmenes, cada uno de las cuales aborda
diferentes ámbitos vinculados a las organizaciones, militantes, dirigentes, delegados y
trabajadorxs de la economía popular: 1) Nuestra Realidad; 2) Nuestra organización; 3)
Nuestros objetivos; 4) Nuestra lucha 24.

Cabe realizar una aclaración respecto a la explícita autoría de estos materiales a Pérsico
y Grabois, miembros de dos de las organizaciones más fuertes dentro la CTEP (el
Movimiento Evita y el Movimiento de Trabajadorxs Excluidos respectivamente), en
tanto indicaría que los cuadernillos reflejan la línea hegemónica de la CTEP y no
necesariamente representan a todas las organizaciones que la conforman teniendo en

2424
Con fecha de mayo de 2015, se editaron los materiales en una sola publicación y nombraron cada
cuadernillo como un capitulo.

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cuenta la diversidad de posicionamientos político-ideológicos en convivencia. Cristian


del MPLD, aún mencionando las diferencias políticas e ideológicas con Juan Grabois y
con algunas cuestiones planteadas en los cuadernillos de formación, destaca la
relevancia de los mismos, por el reconocimiento que le asigna a Grabois en la
comprensión de lo popular y la seriedad y practicidad de su abordaje. En este sentido,
confirma que participan de la diplomatura y usan los cuadernillos, que son para ellos
además de fuente de aprendizaje, motivo de debates: “se forma para poder criticar, (…)
para tener más herramientas para el análisis (…) sean fascículos propios o del
peronismo, todos te dan herramientas para criticar”.

Análisis del material

Para la exploración de estos materiales recurrimos como se expresó en la introducción y


el capítulo 1 a una adaptación libre de los tres ejes para el análisis y la construcción de
mensajes educativos propuestos por Gabriel Kaplún (2002): el eje conceptual, el
pedagógico y el comunicacional.

El primer eje (conceptual) refiere a los contenidos, su selección y organización


fundamentada en un diagnóstico de situación. Corresponde por lo tanto a este eje el
análisis de las decisiones relativas a la selección de fuentes y conceptos, la
jerarquización conceptual, la interrelación y la red conceptual lógica.

El segundo eje (pedagógico) implica un análisis de los objetivos educacionales –


explícitos o no – y la caracterización de los destinatarios de la formación – incluyendo
los supuestos en torno a sus "ideas constructoras", es decir, “aquellas sobre las cuales,
con las cuales y frecuentemente contra las cuales se intenta construir una nueva
percepción, una nueva conceptualización, o una habilidad a partir del material”, entre
otros recursos didácticos. También corresponde a este eje el análisis de la modalidad de
trabajo propuesta, las estrategias y tácticas didácticas.

Por último, el tercer eje (comunicacional) refiere a las figuras retóricas o poéticas, y en
general a los modos concretos de relacionamiento con los destinatarios que propone el
material: cómo son interpelados y cómo es recuperado el universo vocabular, los
consumos culturales y los contextos de los destinatarios.

El eje conceptual

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Los cuadernillos constan de una serie de 4 volúmenes, cada uno de las cuales da cuenta
y aborda diferentes ámbitos vinculados a las organizaciones, militantes, dirigentes,
delegados y trabajadorxs de la economía popular.

En primer lugar describiremos brevemente el contenido propuesto por cada uno para
avanzar luego en la caracterización de algunos de los principales conceptos que se
abordan, entendidos como parte de la jerarquización conceptual que hemos interpretado
como centrales en este eje.

Cuadernillo 1 - Nuestra realidad

El primer cuadernillo, además de presentar la serie, plantea el marco histórico de la


clase trabajadora, el surgimiento del movimiento obrero organizado así como un breve
repaso por las distintas etapas del capitalismo y las consecuencias que estas fueron
generando a los trabajadorxs. Al respecto se afirma: “La mayoría de nuestros
compañeros no tienen un patrón que quiera comprar su fuerza de trabajo a cambio de un
salario relativamente digno”. Y continúa diciendo, sobre los excluidos: “Nuestros
compañeros se inventaron su propio trabajo, allá en el barrio, en el subsuelo de la Patria,
en las periferias olvidadas por todos” (Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 1).

Luego comienza hablando de economía y sus diferentes velocidades: La moderna y


trasnacional (avión), la nacional y local como PyMES (tren) y la popular (chancletas).
A partir de allí, se caracteriza a la economía popular, para entender lo que abarca dicha
conceptualización, y a sus trabajadorxs (sus diferentes tipos y oficios). Esta
caracterización es útil para pensar cómo afecta e incide en la fragmentación de los
trabajadorxs (entre los que tienen trabajo en blanco y los que están precarizados o
tercerizados). Finalmente hay una descripción de los diferentes tipos de trabajadorxs de
la economía popular.

Cuadernillo 2 – Nuestra organización

En este segundo cuadernillo se plantean dos formas de organización de la economía


popular: la organización sindical (para luchar por las reivindicaciones concretas de los
trabajadorxs que representa) y la económica (que es la unidad productiva popular). Y se
destaca que no se aborda la organización política dado que plantean que estos dos tipos
de organización son las que incluyen a todos los trabajadorxs independientemente de
sus ideas políticas.
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Se caracteriza a las organizaciones como masivas, orgánicas, democráticas, de servicio


al pueblo y de lucha por la justicia social. Asimismo, se define al militante popular así
como a los principios que deben guiar su trabajo.

Cuadernillo 3 – Nuestros objetivos

Este cuadernillo plantea y caracteriza los objetivos que se proponen para los
trabajadorxs de la economía popular tanto en Argentina como en América Latina, a
saber: 1) el trabajo digno; 2) el salario social; 3) reconocimiento sindical; 4) paritaria
popular; 5) unidad de los trabajadorxs; 6) economía popular comunitaria; 7) políticas
públicas populares; 8) poder popular; 9) el proyecto revolucionario: nuestro objetivo
estratégico.

Cuadernillo 4 – Nuestra lucha

Este último cuadernillo trabaja sobre las cuestiones vinculadas a la lucha reivindicativa,
los métodos para abordar los conflictos, el rol del Estado en el conflicto social así como
las tradiciones de la lucha popular. También se centra en entender y describir cuales son
las armas de los excluidos (recuperación, presión) y en caracterizar la persuasión y la
negociación como parte del arte de la lucha reivindicativa

En el marco de este eje conceptual, nos interesa referir a los saberes que aparecen en
tensión en los diversos cuadernillos. Puntualmente, los saberes que identificamos como
centrales son el trabajo, la economía y el “motor” de las transformaciones. En términos
generales, los contenidos están organizados a partir de la construcción de un nosotros
que realiza el equipo responsable de formación de la CTEP y que intenta incluir a todas
las personas y organizaciones de la economía popular que están insertos en ella.

En primer lugar, se intenta “ampliar” o “discutir” la concepción clásica del trabajo, que
solo tiene en cuenta a los trabajadorxs asalariados, porque ellos parten de la concepción
que el trabajo está ligado históricamente a la dignidad:

“Tradicionalmente, la vida social se ordena sobre la base del trabajo. Uno piensa
en su existencia, su familia, la educación de los pibes, la vivienda, todo, sobre la
base del trabajo. Incluso, la organización popular siempre estuvo vinculada al
trabajo. Entonces, al robarnos el trabajo digno, sacarnos todo lo demás es mucho

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Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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más fácil. Compañeros: para entender lo que pasa, ¡El trabajo es la clave!”
(Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 14).

En este sentido, entendemos que la tensión alrededor de quiénes son o no trabajadorxs,


es central. El trabajo asociado a la dignidad, a los derechos y a la lucha, puede ser
entendido como un eje a partir del cual pueden nuclearse todas las experiencias de la
economía popular.

Los trabajadorxs asalariados con mayores derechos gozan de ciertos privilegios, muy
diferentes a los que se encuentran precarizados. Esto genera fragmentación entre los
trabajadorxs: “En la Argentina, existen 20 millones de trabajadorxs, pero su situación
varía tanto que a veces parece que se tratara de clases sociales distintas” (Cuadernillo 1
de CTEP, 2014: 24).

En el contexto de producción de los cuadernillos, las problemáticas dentro de la clase


trabajadora muestran claras diferencias; mientras unos necesitan llegar a los salarios
mínimos, otros pelean por no pagar impuesto a las ganancias. En este sentido, desde la
CTEP se lucha por la unidad y la solidaridad de los trabajadorxs.

En el tercer cuadernillo nuevamente aparece el concepto de trabajo y la posibilidad de


dignidad que genera. Sostienen que la negación del trabajo, es en sí mismo, la negación
de pertenecer a la sociedad y que eso es lo que hace el capitalismo, negarlos. Al
respecto, se afirma con claridad que ellos son trabajadorxs y que en todo caso lo
que no tienen son derechos. Trabajadorxs son, aunque están precarizados o son
sobreexplotados .

En el mismo sentido dan cuenta de la complejidad en la que se encuentran los


trabajadorxs de la economía popular y la necesidad de la existencia del Estado para
intermediar:

“No tenemos a quien reclamar cuando perdemos el trabajo o ganamos menos del
mínimo vital y móvil (…) somos informales, precarios, externalizados y de
subsistencia. Somos trabajadorxs excluidos de los derechos, de las instituciones,
nadie se responsabiliza por nosotros” (Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 29).

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Ante esta situación, deben encontrar las maneras de generar nuevas representaciones, y
allí aparece la CTEP y la propuesta de sindicalización, que profundizaremos más
adelante. La discusión es sobre los derechos, no sobre el trabajo y la dignidad.

En el mismo sentido, otro saber al que le disputan el sentido es al de economía. Se


afirma que la economía popular es la parte de la economía que tiene que ver con ellos.

“Los trabajadorxs de la economía popular producen un excedente que es reapropiado


por el mercado capitalista a través de mecanismos de explotación indirecta”
(Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 19).

Se describen, metafóricamente, las tres velocidades de la economía (en avión, tren y


chancletas), para desnaturalizar la idea de que la economía solo es la macroeconomía
yse profundiza la definición de economía popular, porque como sistema de pertenencia:

“(…) los medios de producción están en manos de los sectores populares, en las
villas, en los barrios, en las calles, en las periferias urbanas y rurales (Cuadernillo
1 de CTEP, 2014: 23)”.

“Es en primer lugar la economía de los excluidos, pues está conformada por todas
las actividades que surgieron como consecuencia de la incapacidad del mercado
capitalista para ofrecernos a todos un trabajo digno y bien remunerado como
obreros en una fábrica o trabajadorxs de una empresa” (Cuadernillo 1 de CTEP,
2014: 31).

Es decir, son las actividades laborales que el pueblo se inventó para sobrevivir.
Además, se hace hincapié en la vinculación con el mercado. Porque aunque no sean
explotados directamente, lo son indirectamente.

Tanto cuando lo que producen es apropiado por el mercado (por ejemplo los cartoneros
venden los materiales reciclables a galpones o los costureros venden lo producido a una
empresa) como cuando van a comprar productos en el mercado con su dinero:

“(…) lo poquito que ganamos o los subsidios que le arrancamos al Estado en la


lucha se nos escapan entre los dedos cuando vamos a comprar unas zapatillas, un
yogurt, pañales”(Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 19).
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“Podemos decir entonces que la explotación indirecta son los mecanismos que
tiene el Capital, ya sea a través de la apropiación de tu trabajo como de la
apropiación de tus ingresos, para chuparte la sangre sin siquiera pagarte un
salario” (Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 20).

Esta tensión sobre la definición de la economía aparece como central, porque se podría
entender que incluir la concepción de la economía popular en la economía, posibilita la
inclusión de los trabajadorxs de la CTEP en la misma. Vinculación que quedó
demostrada que existe de diversas maneras, pero que está invisibilizada y precarizada.

Al respecto desde la CTEP se intenta discutir estos conceptos y, centralmente, posar la


atención en el trabajo y la dignidad. Dando cuenta que el crecimiento y la productividad
no son sinónimos de beneficios para la clase trabajadora, pero sí lo son la dignidad y el
trabajo.

Por último, otro concepto que aparece en disputa es el de las causas de las
transformaciones, es decir, explicaciones sobre el origen de los cambios ocurridos en
la historia. Ellos sostienen que aunque muchos dirigentes pueden ser claves: “todas las
mejoras sociales, las pequeñas y las grandes, las locales y las nacionales, fueron
producto de la organización popular” (Cuadernillo 2 de CTEP, 2014: 5).

Esta concepción aporta a organizar la economía popular y a disminuir la pelea entre los
sectores populares en torno a lo poco que pueden recibir. Según puede entenderse en los
cuadernillos, la organización popular es central para la generación de grandes cambios
en la sociedad en beneficio de los sectores nacionales populares. Es decir, la unidad y la
organización aparecen como conceptos claves para alcanzar mayores reivindicaciones.

A partir de la lectura de los cuadernillos y del análisis de la coyuntura, la posición de la


CTEP se centra en la necesidad de mayor organización de todos los trabajadorxs de la
economía popular, con el objetivo de generar la posterior unidad con el resto de los
trabajadorxs. Se parte de la particularidad de este sector, que es que no existen
patrones, ni salario fijo ni nadie con quien negociar, por lo que un sindicato podría
generar la unidad que se proclama desde la CTEP:

“(…) nuestra idea es que debemos tener un gran sindicato nacional de


trabajadorxs de la economía popular (de oficios y actividades varias) (…) luego
tendremos que agruparnos en una central sindical con todos los obreros y
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empleados asalariados para lograr la unidad entre trabajadorxs formales y


trabajadorxs de la economía popular” (Cuadernillo 2 de CTEP, 2014: 14).

El eje pedagógico

En la presentación del primer cuadernillo de formación se sostiene que los mismos “son
meros borradores que mandamos a la imprenta para llegar a distribuirlos durante el
«Taller Latinoamericano de Organizaciones de Trabajadorxs Informales / Populares»
que se realizará en la sede nacional de la Confederación de Trabajadorxs de la
Economía Popular (CTEP) entre el 19 y el 21 de marzo 2014 de cara a la discusión de la
103ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT - OIT) dedicada a «La
transición de la economía informal a la economía formal» (Cuadernillo 1 de CTEP,
2014: 4).

Se considera, partiendo de lo planteado por Kaplun en torno a los supuestos y objetivos


de formación, que pueden encontrarse algunos puntos de partida del material,
vinculados con entender que el crecimiento económico no garantiza trabajo y dignidad
para todos los trabajadorxs y que el aumento de la productividad puede generar pérdida
de puestos de trabajo. Otro punto de partida es que lo que ellos producen en la
economía popular es parte de la economía global, por eso la necesidad de entenderla y
explicarla en los cuadernillos. Pero el punto de partida principal de estos materiales,
que podría considerarse el objetivo educacional central, es entender que todos los
integrantes de la CTEP son trabajadorxs, como se describía anteriormente, y en todo
caso lo que no tienen son derechos.

“Algunos “técnicos” de los de arriba nos dicen que somos microemprendedores.


Hay hasta compañeros comunistas que dicen que somos “lumpenes” (marginales)
porque no somos obreros asalariados. No nos dejemos engañar, no tendremos
salario pero somos trabajadorxs” (Cuadernillo 3 de CTEP, 2014: 8).

Con respecto al punto de llegada se considera que es la identificación de la CTEP como


un sindicato, “nuestra idea es que debemos tener un gran sindicato nacional de
trabajadorxs de la economía popular (de oficios y actividades varias). Todos juntos,
porque tenemos la misma realidad” (cuadernillo 2, 2014:4). En la misma línea, otro
objetivo a alcanzar es que quienes participan de esta capacitación o quienes leen estos
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materiales, se sientan parte de un colectivo mayor, no solo son cartoneros, feriantes, etc.
sino que son todos trabajadorxs de la economía popular y su trabajo aporta no solo para
su sostén cotidiano, sino que apunta a que se reconozcan como parte del sistema
económico que mueve al país. Con lo cual entendemos que es a la construcción de esta
percepción que se apunta con el trabajo de estos materiales y la formación en su
conjunto. Máxime, teniendo en cuenta las características del sujeto de la economía
popular que dificultan su auto-percepción como trabajador y la construcción de un
nosotros conformado por las distintas ramas implicadas en esta economía.

Continuando la propuesta de Kaplún, se pueden identificar algunas ideas constructoras


tentativas: los trabajadorxs de la economía popular tienen particularidades como la
falta de un patrón, en algunos casos se inventaron el trabajo y están precarizados y sin
embargo son trabajadorxs. En la introducción de los cuadernillos se especifica que este
sistema puede no necesitarlos, pero eso no significa que esas personas no se las
“rebusquen” e intenten subsistir de diferente manera:

“Muchos changuean, trabajan por cuenta propia, en familia y hasta en


cooperativas que los sectores populares fuimos construyendo en los últimos años.
Otros, con peor suerte, son sometidos a nuevas formas de esclavitud porque sólo
la superexplotación del trabajo permite algún nivel de ganancia para las empresas
tecnológicamente atrasadas” (Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 1).

Esta idea constructora posibilita vincular su situación con el contexto del capitalismo y
con la historia de la lucha de los pueblos, que es central en el primer cuadernillo. Esa
misma idea vuelve a aparecer con fuerza en el último cuadernillo, donde se profundiza
sobre la lucha, el conflicto y las reivindicaciones.

En este sentido, otra conceptualización que se destaca es el de organización y unidad.


La necesidad de organizarse como trabajadorxs para que no reine la ley de la selva
aparece en diferentes momentos de los materiales. Esta caracterización aparece bajo la
idea de organización sindical y económica, que es el tipo de organización que los uno
(teniendo en cuenta que la política, puede generar diferencias dado que no todos
comparten las mismas visiones e ideas políticas).

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“Sin organización, la economía popular es el reino de la selva: se salva el que


puede y casi siempre pisándole la cabeza al compañero para ver quien se lleva
un poco más de las migajas que nos deja el sistema” (Cuadernillo 2, 2014:4)

Estas ideas también aparecen en el cuarto y último cuadernillo, cuando se hace


referencia a las luchas y los terrenos de disputa. Allí, nuevamente, se hace hincapié
en el aspecto reivindicativo, que –como venimos enfatizando- es el que unifica a
todos (a diferencia del ideológico y el político):

“La lucha reivindicativa consiste en conquistar mejoras en el ingreso económico, en


las condiciones de trabajo y en las condiciones de vida de los compañeros de los
distintos sectores del Pueblo La lucha reivindicativa es concreta y se mide con
resultados tangibles.” (cuadernillo 4, 2014,3)

A partir de las ideas de unidad y organización, entonces, se marca el camino para


pensar (construir y consolidar) el sindicato de los trabajadorxs de la encomia popular.

Finalmente, se puede encontrar en los materiales lo que podría denominarse una utopía
que los guía:

“Nuestro sueño es derrotar al capitalismo y superarlo, construir la sociedad nueva


que podemos llamar de distintas formas: socialismo criollo, justicialismo del siglo
XXI o un cristianismo social, orientado al bien común, donde haya una sola clase
de hombres (los que trabajan), donde ante cada necesidad exista un derecho y
donde los únicos privilegiados sean los niños, los ancianos, los discapacitados”
(Cuadernillo 3 de CTEP, 2014: 5).

Este primer acercamiento al eje pedagógico no contempla la caracterización de la


modalidad de trabajo y las estrategias didácticas puestas en juego en los espacios de
formación de la CTEP, dado que las mismas no están explicitadas en los materiales aquí
analizados.

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El eje comunicacional

En relación con este último eje, es importante indicar que los cuadernillos se destacan
por su lenguaje simple y coloquial desde un nosotros inclusivo (nosotros los
trabajadorxs de la economía popular); coloquialidad asentada sobre la base de palabras
accesibles a la comprensión, presencia de imágenes, cuadros, frases resaltadas en
negrita, punteos, etc.; entendemos que con afán sintético, comprensible y clarificador (al
final de cada Cuadernillo hay un resumen visual sobre las temáticas abordadas en el
mismo). El nosotros, que hace alusión a todos los trabajadorxs de la economía popular,
es una idea fuerza que recorre todo el material, manteniendo de este modo la
permanente identificación con el enunciatario. Los cuadernillos se caracterizan,
asimismo, por la explicación y la descripción, de manera muy didáctica y casi no hay
presencia de textos “académicos”, lo cual podría leerse como una deliberada opción por
la exclusión de “citas de autoridad”.

Cada material está compuesto de varios capítulos cortos y constantemente se recurre a


la estrategia de los cuadros para resaltar algunos temas. En términos generales, los
cuadros que aparecen en los cuadernillos son para ejemplificar y resumir información
sobre la economía popular y principalmente, sobre el sindicato. También aparecen
algunos sobre el salario social y el rol del Estado. La función de los cuadros, sería
entonces, la de resumir (al tiempo que destacar y ordenar) la información presentada.

Una característica central es que al final de cada cuadernillo aparecen mapas


conceptuales que explican las ideas principales de cada uno. Además, en el primer
número, realizaron ilustraciones y descripciones de todos los trabajadorxs que integran
la economía popular, nuevamente una estrategia para reforzar no solo el reconocimiento
sino la identificación (dado que cada imagen va acompañada de la caracterización del
oficio, los oficios relacionados y la cantidad de trabajadorxs del sector). En otros
cuadernillos, se agregaron algunos anexos, relacionados con declaraciones de la CTEP o
bien con algún artículo vinculado a la temática abordada en el cuadernillo (“La matriz
excluyente del capitalismo financiero”, Juan Grabois, Anexo Cuadernillo 1 CTEP).
Estos textos podrían considerarse lo más cercano a una mención o producción
académica en el marco de dichos cuadernillos.

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Fuentes primarias y secundarias

CTEP (2014). Cuadernillo N.1 de formación: “Nuestra realidad”. Buenos Aires: CTEP.
CTEP (2014). Cuadernillo N.2 de formación: “Nuestra organización”. Buenos Aires:
CTEP.
CTEP (2014). Cuadernillo N.3 de formación: “Nuestros objetivos”. Buenos Aires:
CTEP.
CTEP (2014). Cuadernillo N.4 de formación: “Nuestra lucha”. Buenos Aires: CTEP.
Entrevista a Cristian del Movimiento Popular La Dignidad.
Referencias bibliográficas

KAPLUN, G. (2002). “Contenidos, itinerarios y juegos. Tres ejes para el análisis y la


construcción de mensajes educativos”. Ponencia presentada en el VI Congreso de
ALAIC, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

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Capítulo 6

Un análisis de la CTEP desde el discurso de la formación de la


ENOCEP

Por Christian Dodaro, Santiago Fernández Galeano,


Florencia Petrillo y Graciela Quinterno

Este capítulo reflexiona sobre el discurso de la formación de la CTEP a partir del


análisis de los cuadernillos presentados en el capítulo anterior. Puntualmente, interesa
detenerse en tres aspectos: a) el diagnóstico de situación que justifica la acción colectiva
de la CTEP; b) las bases ideológicas, principios y reivindicaciones de la CTEP; y, c) la
conformación de una comunidad de referencia nucleada en un nosotros que expresa un
sujeto político particular así como la construcción de un campo de actores antagonistas.

Diagnóstico de situación que justifica la acción colectiva de la CTEP

Somos lo que hacemos, para cambiar lo que somos


Eduardo Galeano.

Analizando el material de formación de esta organización, podemos encontrar la


caracterización sobre la etapa del capitalismo vigente en el mundo y, específicamente,
en la región. Para ello, la etapa actual está inscripta en una genealogía histórica sobre el
desarrollo de los sistemas sociales y las formas de explotación de los sectores populares
que se remonta al pasaje de la esclavitud al feudalismo hasta llegar al capitalismo. Una
vez allí, se elabora una mirada sobre las particularidades que asume este sistema en el
siglo XXI y cómo este afecta a los sujetos de la economía popular, a los sujetos de la

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acción colectiva nucleados y organizados en la CTEP. Tal como lo refleja el siguiente


fragmento extraído de uno de los cuadernillos:

(…) en las últimas décadas han emergido nuevas formas de explotación y otras
que parecían superadas han reverdecido, reduciendo a miles de compañeros a
condiciones que llegan hasta la esclavitud y permitiendo la acumulación de
riquezas de sectores mafiosos que se sirven de nuestros hermanos más vulnerables
(Cuadernillo 2 de CTEP, 2014: 50).

Uno de los elementos postulados para explicar las condiciones del capitalismo actual en
relación a la mano de obra radica en el avance tecnológico de las fuerzas productivas
que requiere cada vez más de menos mano de obra, sumado a la flexibilización en las
relaciones laborales producto de la imposición del neoliberalismo durante las últimas
cuatro décadas. La flexibilización laboral profundiza la arremetida del capital en tanto
beneficia la precarización laboral y la superexplotación de los trabajadorxs. Si bien estas
condiciones afectan a todos los trabajadorxs, el caso de la economía popular es
presentado desde su particularidad:

La Economía Popular es en primer lugar la economía de los excluidos, pues está


conformada por todas las actividades que surgieron como consecuencia de la
incapacidad del mercado capitalista para ofrecernos a todos un trabajo digno y
bien remunerado (Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 31).

Esta caracterización de la etapa es compartida por los entrevistados,


independientemente del color político de cada uno de ellos, Atilio Vera entiende a estos
excluidos del sistema formal como el actor más dinámico, y Cristina del MP La
Dignidad, habla de quienes se encuentran en los bordes del sistema formal”

A su vez hacen referencia a la concentración de la riqueza y el peso que tiene el capital


financiero, como el más nocivo de los elementos del capitalismo actual, ya que su
riqueza se basa en la especulación y la apropiación de rentas generando que el “dios
dinero” marque los destinos de millones de personas. De esta forma quedan relegados
los sectores del capital que viven de la plusvalía del trabajo productivo en el campo y la
ciudad, que son a su vez los que crean más puestos de empleo.

Resulta interesante señalar que el período 2003-2011 se señala como un cierto quiebre
en la imposición del modelo neoliberal con avances en materia de derechos laborables y
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con indicadores de que marcan el crecimiento del empleo y la reducción de la pobreza y


la indigencia. Aquí se ponen en tensión las perspectivas y proyecciones políticas de los
entrevistados, puesto que mientras Cristina del MP La Dignidad reconoce que intentan
no discutir el kirchnerismo al interior de la CTEP y concentrarse en las cuestiones
gremiales, los demás entrevistados reconocen este quiebre. En palabras de Atilio Vera,
referente del Movimiento Evita “ha habido una transformación social, política-
económica muy fuerte, y que esa realidad de extrema pobreza y miseria, ya no la
tenemos”.

No obstante, desde la perspectiva de los cuadernillos y en el recorrido por las


entrevistas, este período no logró resolver la situación socio-económica de miles de
personas que continúan viviendo en condiciones de exclusión. En este sentido, los
distintos referentes entrevistados parten del supuesto fundamental respecto a que la
exclusión es una condición insalvable del capitalismo en este estadio de desarrollo. Por
más mecanismos de distribución que la riqueza que se generen, un sector de la
población queda necesariamente excluido. Rafael Nejamkis del MTE lo manifiesta
cuando dice "en los últimos 12 años, el país ha crecido 150% en el PBI, y hay un núcleo
duro, que no se absorbe".

En este escenario, la economía popular entonces comprende a “todas las actividades que
surgieron como consecuencia de la incapacidad del mercado capitalista para ofrecernos
un trabajo digno y bien remunerado (…) No queda otra que inventarse el trabajo”
(Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 31).

Además de este diagnóstico de cariz económico referido a las condiciones del


capitalismo en el siglo XXI que enmarca el accionar de la CTEP desde la economía
popular, aparece una lectura asociada a los cambios sociales y políticos en la región en
los albores del nuevo siglo que también opera como parte del diagnóstico de la CTEP:

El siglo XXI se abrió con grandes cambios. La rebelión popular argentina del 20
de diciembre de 2001, el surgimiento de gobiernos populares en nuestra América
Latina, el crecimiento del movimiento “antiglobalización” en el primer mundo, la
crisis financiera internacional y el desempleo masivo en los países ricos
cambiaron el panorama (Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 11-12).

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En este sentido, la CTEP se inscribe como parte del linaje demarcado por los diferentes
movimientos y organizaciones populares denominadas por los cuadernillos como
“preexistentes” que se fueron fundando en el marco de la ruptura que evidencian los
hechos mencionados por la cita anterior. Entre los momentos fuertes de la historia
nacional, se citan a los movimientos de anarquistas, socialistas y comunistas de finales
del siglo XIX y principios del XX y a la doctrina justicialista del peronismo en el marco
de la apuesta por la construcción de una patria económicamente libre y soberana
políticamente. Asimismo, aparecen referencias a procesos de cambio a nivel
internacional como la revolución rusa, la “gran revolución” china y la revolución
cubana.

Desde la lectura de los cuadernillos, estos movimientos quedaron truncados con la


“ofensiva neoliberal contra los pueblos del mundo” (Cuadernillo 1 CTEP, 2014: 15)
articulada a partir de la década de 1970. Un nuevo ciclo se abre con la rebelión zapatista
en 1994 y el levantamiento del movimiento bolivariano revolucionario en 1999 que
“preanunciaban la marea popular que se avecinaba” (Cuadernillo 1 CTEP, 2014: 15). En
este sentido, el siguiente fragmento es ilustrativo de la valoración de la CTEP respecto a
estos movimientos y a los sucesivos que se gestaron en oposición al neoliberalismo de
los cuales se rescata el trabajo de organización desde y con los sectores más humildes:

Los movimientos sociales que surgieron al calor de las luchas contra el


neoliberalismo, en un marco de desocupación creciente, quiebre del régimen
salarial y derrumbe del bloque socialista, combinaron fuertes ideas políticas
propias de la época con un trabajo de organización entre los sectores más
humildes (Cuadernillo 2 de CTEP, 2014: 29).

De esta caracterización se desprenden dos ideas-fuerza o características que adopta la


explotación de las fuerzas productivas en la realidad argentina y que son centrales para
la creación y desarrollo de la CTEP.

La primera es que los trabajadorxs y las trabajadoras de la economía popular no tienen


patrón. Siguiendo los cuadernillos, “el capitalismo ha entrado en una nueva etapa, una
etapa en la cual el trabajo asalariado ha dejado de ser la relación social predominante
del sistema socioeconómico (...) ser explotado en las condiciones legales vigentes es un
verdadero privilegio”. Y continúa “la mayoría de nuestros compañeros no tienen un

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patrón que quiera comprar su fuerza de trabajo a cambio de un salario relativamente


digno” (Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 1).

La inexistencia de patrón es presentada como una moneda con dos caras. Por un lado, la
imposibilidad de poder ser parte del mercado de trabajo registrado y su limitante en
relación a ser sujetos de derechos consagrados por la constitución nacional, la ley de
trabajo y los convenios colectivos de cada rama o sector. En este sentido, se sentencia
claramente que los trabajadorxs de la economía popular no conocen lo que es trabajar
con derechos:

Al menos dos generaciones de argentinos no conocen la vida de la empresa, la


fábrica, el taller, nunca gozaron de un sueldo digno, vacaciones, aguinaldo, obra
social ni un sindicato que los proteja de los abusos. No conocen el concepto de
huelga porque nuestra lucha está en las calles y los piquetes, en las fábricas
quebradas y tierras tomadas. No se trata ya de disputar la plusvalía de tal o cual
empresario sino de arrancarle al conjunto de los ciudadanos socialmente
integrados el mero derecho a la subsistencia. (Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 1-2).

Esta falta de derechos básicos del trabajo es denominada en los materiales como
“fractura en los derechos”. Esta fractura aparece como uno de los quiebres que
atravesaron distintas dimensiones de la cotidianeidad de la clase trabajadora en nuestro
país debido al esplendor de la hegemonía de las fuerzas del capitalismo tardío con su
teoría del derrame y la imposición de la mirada del fin de la historia y la muerte de las
ideologías. Los cuadernillos lo expresan de la siguiente manera: “Podemos decir que,
después de la paliza que nos dio el neoliberalismo, hoy nos atraviesan estas cuatro
fracturas: fractura en los derechos, en lo institucional, en la responsabilidad empresarial
y productiva” (Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 29-30). La misma se evidencia en los
relatos de los distintos compañeros de la CTEP, al momento de pensar en la condición
de trabajadorxs de la economía popular como uno de los sectores más dinámicos pero a
la vez más vulnerados de la economía.

En este sentido, la fractura de derechos alude a la precarización del trabajo dada por la
falta de derechos. La fractura institucional implica que el Estado no los reconoce Por
consiguiente no tienen patrón, son parte de lo que se denomina la economía informal.
La fractura en la responsabilidad empresarial significa que los capitalistas los

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“externalizan”. No se hacen cargo de sus salarios, sus aportes, la jubilación y mucho


menos de su indemnización en el momento de prescindir de su fuerza de trabajo. Y, por
último, la fractura productiva indica que la falta de máquinas, materia prima,
capacitación y herramientas se traduce en un carácter “infra-productivo” o “infra-
capitalizado” adjudicado a estos trabajadorxs, colocándonos en un lugar de trabajadorxs
improductivos y por ende desechables.

La otra cara del trabajo sin patrón torna las desventajas arriba mencionadas en
posibilidad de organización de los trabajadorxs de la economía popular desde otra
perspectiva en relación a su vinculación con el trabajo y las lógicas que impone el
capitalismo. De allí que la mirada cooperativista y asociativa esté fuertemente presente
y sea la marca de fuego de estas experiencias de organización en torno a la economía
popular. Desde esta segunda mirada, la Economía Popular tiene una característica que la
distingue y le suma potencialidad en tanto los medios de trabajo están en el seno del
pueblo, en el barrio, en la calle, entre los vecinos, en la naturaleza y no son propiedad de
ningún capitalista.

Por su parte, la segunda idea-fuerza o característica que adopta el sistema de


explotación refiere a la fragmentación existente en la organización del movimiento
obrero y a la falta de un paraguas para contener a este tipo de trabajador/a excluido/a.
Así lo expresan los cuadernillos: “Si hay algo que caracteriza la situación actual de la
clase trabajadora es su fragmentación. En la Argentina, existen 20 millones de
trabajadorxs, pero su situación varía tanto que a veces parece que se tratara de clases
sociales distintas” (Cuadernillo 1 de CTEP, 2014: 24).

Esta particularidad del sujeto de la economía popular debe ser situada en la


especificidad de Argentina que presenta un movimiento obrero fragmentado. Esta
fragmentación es explicada en términos históricos. Los resultados de haber sido uno de
los países que aplicó el neoliberalismo “a sangre y fuego” con la última dictadura
militar primero y posteriormente con la subordinación de los dos grandes partidos
populares (el PJ y la UCR), dejaron marcas profundas en toda la sociedad. Sin duda, una
de ellas es la pérdida de peso específico del movimiento obrero organizado.

Sea por el proceso de burocratización-captación de sus dirigentes por los “cantos de


sirenas” del libre mercado o por la disminución abrupta de la cantidad de afiliados/as en

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determinados sindicatos de la producción – o la combinación de ambos – la


consecuencia fue la merma de la capacidad de protección de los derechos de los
trabajadorxs y las trabajadoras y la multiplicidad de herramientas que nacieron para
intentar garantizarlos, en la mayoría de los casos en condiciones desiguales y con poca
efectividad. En esta línea, se sostiene: “La fragmentación social, económica y
organizativa de la clase trabajadora ha abierto una brecha que atenta estructuralmente
contra la unidad del movimiento obrero y la dignidad de los trabajadorxs” (Cuadernillo
2 de CTEP, 2014: 50).

No obstante, en un contexto marcado por la fragmentación, también se manifiesta la


persistencia de procesos organizativos que van mutando para intentar dar respuestas a
las demandas de los trabajadorxs y las trabajadoras. Así, la CTEP es parte de la larga
tradición de la lucha del movimiento obrero que, en nuestra patria, ha sido protagonista
de heroicas resistencias y de extraordinarias conquistas. Y, al mismo tiempo, de otros
movimientos de trabajadorxs surgidos en el contexto de la crisis del 2001 que no
respondían al sujeto obrero tradicional en tanto su posición social en el mercado de
trabajo era la del trabajador desocupado.

En ese marco histórico, la CTEP se piensa en los cuadernillos de apoyo a la formación


aquí analizados como una apuesta en torno a la construcción de organizaciones
sindicales masivas y unitarias en las cuales converjan distintas orientaciones político-
ideológicas:

Nosotros creemos que en esta etapa histórica hay que construir organizaciones
sindicales masivas, unitarias, que sinteticen el trabajo de todas las organizaciones
preexistentes, para fortalecer el poder popular y conquistar los derechos laborales para
nuestros compas. Eso debe hacerse con independencia de la orientación ideológica de
los movimientos (Cuadernillo 2 de CTEP, 2014: 30).Hay una obstinación incesante que
vuelve al centro de la escena una y otra vez, aun en el reconocimiento por parte de la
CTEP de un cierto cambio en el clima de época en nuestro país en el período 2003-
2011. Es el eco de la historia y de la lucha de clases que evidencia que el hecho maldito
del país burgués está más vivo que nunca.

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Bases ideológicas, principios y reivindicaciones de la CTEP

La primera y más fuerte reivindicación de la CTEP es fomentar y potenciar el circuito


de la economía popular. La confederación reconoce tres sectores de la economía, cada
uno de ellos con trabajadorxs con características y reivindicaciones que los identifica.

En primer lugar, la economía trasnacional, donde incluye a la red de empresas


trasnacionales y sus subsidiarias. Allí los trabajadorxs conforman lo que denominan una
"aristocracia obrera", y los medios de producción se encuentran en manos de bancos y
grupos económicos globales. En segunda instancia, la economía nacional y local, donde
se incluyen las PyMEs y la provisión de servicios terciarizados a las grandes empresas.
Aquí los trabajadorxs se encuentran en condiciones de cierta formalidad, aunque
también se incluyen trabajadorxs precarizados, parcialmente registrados. En este caso el
empresariado nacional (capas medias y media altas de la sociedad), poseen los medios
de producción.

Por su parte, la CTEP se identifica y abona a un tercer sector, la economía popular,


comprendido por los nuevos sujetos excluidos de toda exclusión del capitalismo
trasnacional. Las unidades de trabajo de la economía popular, o unidades productivas,
tienen la característica fundamental de que los trabajadorxs son a la vez poseedores de
los medios de trabajo, son el conjunto de medios de trabajo necesarios para generar
ingresos.

En cierta medida, la caracterización de los trabajadorxs y trabajadoras de la economía


popular aparece en todas las entrevistas realizadas a los diferentes integrantes de la
CTEP, lo que nos permite considerar que es un punto de partida compartido desde el
cual se paran cada una de las organizaciones que conforman la confederación, más allá
de sus posicionamientos político-partidarios: existe un acuerdo general respecto del
origen de esta exclusión. Rafael del MTE menciona que son trabajadorxs que "quedaron
afuera del sistema formal, y del mercado de trabajo. Y, se tuvieron que crear, su propia
fuente de trabajo. (...) en los últimos 12 años, el país ha crecido 150% en el PBI, y hay
un núcleo duro, que no se absorbe". Atilio Vera, en este sentido remarca que si bien no
observan situaciones de extrema pobreza y miseria como en la década pasada, “lo que sí
vemos, es un sector todavía, importante de la población con muchas dificultades a la
hora de poder ser parte de un laburo formal"

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La concepción de trabajador que sostiene la CTEP es la de un trabajador precarizado y


"fracturado": informal, por cuanto sus unidades productivas no se encuentran
registradas como empresas, precarizados en tanto dichas unidades productivas cuentan
con mínimos recursos que hacen inviable la posibilidad de garantizar por sí mismas
plenos derechos. Esto obliga a las unidades productivas a ser sumamente dependientes
del Estado, y del desarrollo de la economía nacional puesto que son trabajadorxs infra
productivos, al no tener capital suficiente no resultan productivos como lo pueden ser
aquellas actividades que se encuentran dentro de la llamada economía nacional/local, o
la del modelo trasnacional.

La enorme dependencia del Estado pone al descubierto también las tensiones políticas
propias entre los diferentes integrantes de la CTEP, evidencia de lo cual son las
entrevistas realizadas a los referentes del Movimiento Evita, por un lado, y la el
Movimiento La Dignidad, como dos extremos más visibles de esta tensión.

Existe al interior de la CTEP caracterizaciones disímiles con respecto al rol que ocupó
el Estado en la etapa kirchnerista, puesto que varios reconocen una ruptura y una
transformación y hay quienes - como la Dignidad - entienden que el kirchnerismo es
una continuación del neoliberalismo, con políticas discrecionales en el manejo de
recursos a los sectores populares. Atilio Vera ejemplifica muy claramente esta tensión
al describir los posicionamientos de la CTEP y su lógica de construcción frente al
Estado:

Si yo considero de que este gobierno 25, no es el enemigo del pueblo, ¿no?, sino
que este gobierno se inscribe dentro de la tradición popular, no es un gobierno
revolucionario en los términos de la construcción de otro sistema, económico
social, pero tampoco es un gobierno burgués, y no es un gobierno enemigo de
los sectores populares; si yo tengo esa concepción, mi estrategia de pelea a la
hora de la construcción de la CTEP, va a ser una. Si yo creo de que este
gobierno, es igual, que el kirchnerismo, es igual al macrismo, que es el mismo
modelo de país, el mismo modelo económico, la misma idea de estado, mi

La entrevista se llevó adelante con anterioridad a las elecciones del 2015, por lo que al mencionar “el
2525

gobierno”, está haciendo mención al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

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estrategia de construcción de este sindicato de los trabajadorxs de la economía


popular, de los que están afuera de todo, va a ser otra.

Sin embargo, todos coinciden en resaltar el rol fundamental que tiene el Estado en la
economía popular.

Si bien el énfasis está puesto en la caracterización y problematización del trabajador de


la economía popular, se reconocen en los cuadernillos una serie de problemáticas que
enfrentan tanto los trabajadorxs de la economía trasnacional, como la nacional/local.
Por un lado, en el caso de la economía trasnacional, el problema mayor que se evidencia
es la externalización o terciarización del trabajo. Por otro lado, en el caso de la
economía nacional, el mayor problema se manifiesta en los trabajadorxs no registrados.

Teniendo en cuenta la problematización del trabajador de la economía popular


presentada a lo largo de los cuadernillos de formación, existe una caracterización muy
precisa del rol de la CTEP como confederación de trabajadorxs de la economía popular.
Estas consideraciones se encuentran presentes, además, en varios de los discursos que
sostienen los referentes entrevistados de las organizaciones que conforman la CTEP.

Los principios ordenadores de la CTEP se desprenden del hecho de que la CTEP se


comprende a sí misma como una herramienta de reivindicación que tiene como base
fundamental el trabajo. Estos principios ordenadores son enunciados de modo explícito
en el tercer cuadernillo denominado “Nuestra organización”. Allí se detallan los
objetivos de la organización que pueden dividirse en ocho:

 Trabajo digno

El trabajo como configuración del sujeto social es la clave para comprender por qué este
es el primer y fundamental objetivo que se propone la CTEP. Desde el trabajo el sujeto
popular se reafirma y plantea una lucha por sus derechos en tanto la negación de su
condición de trabajadorxs vulnera derechos sociales. Esta concepción excede la idea de
que se es trabajador en tanto se cobra un salario por el trabajo realizado. El objetivo
entonces se pone en la idea de luchar por ciertos derechos laborales vulnerados en la
“fractura de derechos” mencionada en la sección anterior.

 Salario social

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El salario social se encuentra estrechamente vinculado con la condición de trabajador de


la economía popular, en el sentido de plantear una "necesidad" de que el Estado
garantice una parte del mismo. Se compone del salario directo que perciben los
trabajadorxs de la economía popular por su trabajo, tanto en términos colectivos como
individuales, más el salario indirecto integrado por aquellos subsidios y beneficios que
se perciben por parte del Estado y de la propia organización en la que se enmarca;
además de las asignaciones universales que otorga el Estado. Este objetivo se orienta a
emparentar, en algún sentido, a quienes trabajan en el mercado formal y perciben en su
salario ciertas asignaciones familiares. Por lo tanto, la economía popular sólo puede
desarrollarse a partir de la intervención conjunta de organizaciones populares y el
Estado.

 Reconocimiento sindical: reconocimiento colectivo

La constante necesidad de reconocimiento por parte del Estado no refiere sólo a su


forma individual – esto es, reconocimiento como trabajadorxs – sino fundamentalmente
como colectivo. A este segundo aspecto apunta el objetivo del reconocimiento sindical
que se encuentra en la base de un objetivo estratégico. Desde esta lectura, este
reconocimiento les permite generar otras instancias de discusión con el Estado, los
reconoce como actores sociales que negocian sus condiciones laborales con el Estado.

 Paritaria popular

La idea de paritaria popular junto a otras demandas como el convenio colectivo de


trabajo popular, la mejora en el salario social y el acceso a la obra social da cuenta de la
búsqueda por parte de la CTEP de una forma organizativa similar a la de los grandes
sindicatos nucleados en torno a la CGT. Estos objetivos reivindicativos buscan lograr
condiciones laborales similares a las del empleo formal, con las garantías y los derechos
a los que acceden los trabajadorxs involucrados en la economía formal.

 Unidad de los trabajadorxs

Desde la CTEP existe la necesidad del diálogo constante con el movimiento obrero y la
contribución a la unidad entre los trabajadorxs formales y aquellos de la economía
popular. La premisa que enmarca este objetivo radica en poner la unidad de la clase
trabajadora por encima de las distinciones de las condiciones laborales que los
trabajadorxs individuales poseen por ser parte de la economía formal o popular. Esta
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apelación a la unidad aparece recurrentemente en las entrevistas. A modo de ejemplo,


Rafael del MTE señala: "La CTEP no se plantea como sindicato paralelo (...), creemos
en el concepto de unidad gremial, más allá de los problemas que tengan, las
conducciones de los sindicatos". Al igual que en el punto anterior, la CGT es presentada
como el caso representativo de central sindical, tanto en los cuadernillos de formación
como en las entrevistas.

 Economía popular y comunitaria

Este objetivo apunta a un marco más general de caracterización de la matriz económico-


productiva en la que surgen las unidades productivas. La economía popular es entendida
como “el conjunto de unidades productivas donde los medios de trabajo están en manos
de los sectores populares, de los pobres, de los excluidos” (Cuadernillo 3 de CTEP,
2014: 20). Ahora bien, la adjetivación de comunitaria a la economía popular requiere
indagar respecto a las concepciones nucleadas en torno a este significante.

Lo comunitario está comprendido por las siguientes características: a) un reparto


equitativo de la distribución de ingresos; b) la organización del trabajo definida
democráticamente y controlada por los socios integrantes de la unidad productiva; c) la
conducción, gestión y administración: tener acceso de manera sencilla a información
completa y actualizada de todos los aspectos de la unidad productiva; d) precios sociales
para compañeros asentada en la distinción entre mercado popular y mercado
“principal”, estableciendo precios diferenciados para ambos casos; e) propiedad
colectiva y tecnología de uso colectivo; f) solidaridad; y, g) relación con la comunidad
asociada a que las unidades productivas sólo funcionan si están bien plantadas en su
comunidad.

 Políticas públicas populares

Nuevamente surge la necesidad de vincularse y complementarse con el Estado como


punto de equilibrio entre el poder popular y los grupos económicos. Este objetivo
apunta a cuatro aspectos de las políticas populares. En primer lugar, el establecimiento
de políticas públicas que complementen a la economía popular en vistas a garantizar los
derechos del sector y fortalecer las unidades productivas comunitarias. Para esto se
proponen mecanismos como los subsidios, las transferencias económicas directas,
asistencia técnica, aportes para maquinarias, etc. En segundo lugar, la planificación por
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parte del Estado de un mercado popular comunitario por medio del armado de redes de
producción e intercambio de productos de la economía popular. En tercer lugar, la
integración entendida como la promoción de la unidad de la organización popular a
partir del intercambio y conocimiento mutuo entre organizaciones. Finalmente, la
necesidad de que sea el Estado quien regule la actividad de este sector de la economía,
en aras de fortalecerlo y hacer valer sus derechos plenos como trabajadorxs.

 Poder popular

El poder popular es definido como “la capacidad que tienen los sectores populares para
resistir la explotación, para luchar contra la exclusión, para edificar una vida digna, para
conquistar derechos, para cumplir objetivos” (Cuadernillo 3 de CTEP, 2014: 29-30). En
los materiales se establecen cinco fuentes de poder popular: la organización
comprendida como la capacidad del pueblo para actuar de manera coordinada; la unidad
en tanto capacidad de integrar a la mayor cantidad de personas posibles en la
organización o coordinar acciones entre distintas organizaciones; la conciencia
entendida como el nivel de conocimiento que tienen los compañeros sobre su propia
situación; y, por último, la movilización que es la capacidad que posee el pueblo de
hacer oír su voz, de asumir por su propia cuenta la producción y distribución de bienes y
servicios.

Estos principios ordenadores se plasman, en el terreno de las prácticas concretas, en el


posicionamiento por parte de la CTEP en el plano reivindicativo como terreno desde
donde dar la disputa. A pesar de reconocer tres terrenos de lucha – lucha política, la
ideológica y la reivindicativa – al ser uno de los objetivos constituirse como una
confederación de trabajadorxs, lo reivindicativo se transforma en fundamental. La
premisa es la que CTEP se propone mejorar la situación de los trabajadorxs excluidos,
obteniendo mejoras económicas, mejores condiciones de trabajo. Como se plantea en el
cuarto cuadernillo “toda lucha reivindicativa nace de una contradicción social pero se
detona por un conflicto concreto. Cuando la contradicción se hace carne en un conflicto
concreto, la lucha defensiva puede transformarse en ofensiva y la organización puede
dar un salto cualitativo” (Cuadernillo 4 de CTEP, 2014: 14).

Es dable señalar la existencia de un marcado énfasis en delimitar y circunscribir el


terreno de acción de la CTEP en el plano reivindicativo. Creemos que este anclaje no es

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casual en tanto se erige, tal como desarrollamos previamente, en una forma de salvar
las contradicciones propias de las diversas posturas políticas de las distintas
organizaciones que confluyen al interior de la CTEP; y, al mismo tiempo, garantizar la
construcción de una herramienta gremial que pueda dar soluciones a los conflictos
concretos que atraviesan los diferentes sectores de la economía popular que allí se
encuentran representados. En este sentido, el llamado a la unidad en el terreno
reivindicativo podría convivir con marcados debates en el terreno político e ideológico
que, de ponerse en juego, atentarían contra la organización en lo reivindicativo.

La conformación de un nosotros y un campo de actores antagonistas


La conformación de un “nosotros” supone la construcción de una narrativa en la que,
entre otros aspectos, se defina un pasado, es decir, una referencia a lo que fuimos, de
dónde venimos o en que experiencias de lucha nos reconocemos o abrevamos.
A juzgar por las entrevistas los referentes coinciden en que: los trabajadorxs de la
economía popular fueron en los años noventa los trabajadorxs desocupados que
constituyeron a fines del siglo pasado e inicios del actual los movimientos de
trabajadorxs desocupados (MTD) que lograron constituir un movimiento piquetero
nacional, más allá de sus evidentes diferencias de matriz política ideológica. Esos
trabajadorxs desocupados organizados en los MTD pasaron a ser, durante el
kirchnerismo, trabajadorxs precarizados organizados cooperativamente. Esta
cooperativización del sector no puede comprenderse si no se toma en cuenta el peso
decisivo que tuvieron las políticas sociales y laborales del kirchnerismo. La entrevista
con Atilio Vera expresa claramente esta idea:
Ese sector que nosotros decíamos que era el MTD, hoy es la CTEP ¿no? O sea
esos trabajadorxs desocupados son los que nosotros decimos hoy, son los
trabajadorxs de la economía popular, no ha variado en ese sentido el sujeto, lo
que sí ha pasado en el país y por eso me identifico con el Movimiento Evita, o
formo parte del Movimiento Evita, es que ha habido una transformación social,
política-económica muy fuerte, y que esa realidad de extrema pobreza y miseria,
ya no la tenemos, pero lo que sí vemos, es un sector todavía, importante de la
población con muchas dificultades a la hora de poder ser parte de un laburo

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formal ¿no? y creo que la CTEP lo que empieza a hacer es como a cualificar esa
pelea de los MTD.
Aunque todos los entrevistados reconocen el peso decisivo que tuvieron las políticas
kichneristas, no todos acuerdan sobre las intencionalidades, los alcances y límites de las
mismas para el campo popular. Fueron condición de posibilidad de la organización
popular, su impacto fue desigual por el criterio de discrecionalidad que tuvieron las
políticas, la estrategia privilegió en el trabajo territorial la “bajada” de políticas públicas
sin fomentar la consolidación del campo popular por fuera del Estado, las políticas del
kirchnerismo significaron la destrucción del movimiento cooperativo, son algunos de
los debates que aparecen, no tanto en los cuadernillos, sino en entrevistas y otras
publicaciones.
Este “itinerario” o derrotero” que emerge de las entrevistas también habilita
proyecciones o visualizaciones de ese sujeto histórico trabajador en escenarios futuros
alternativos. Hasta el triunfo de Macri una de las proyecciones de estos trabajadorxs de
la economía popular era la de la profundización de las políticas públicas populares, tal
como puede observarse en el apartado sobre las principales reivindicaciones que tiene la
CTEP. La promesa de Daniel Scioli, en el marco de la campaña electoral de 2015, de
creación de un Ministerio de la Economía Popular justificaba y fortalecía esa
proyección. Si bien nos encontramos en un coyuntura diferente, consideramos que en el
escenario actual la discusión hacia adentro de la CTEP respecto del vínculo con el
Estado se torna central.
No obstante, en algunas entrevistas los referentes consultados ya contemplaban un
escenario pesimista con el posible triunfo del macrismo. En algunas entrevistas se hace
referencia a este escenario como de necesario repliegue y vuelta a la resistencia,
evocando las luchas de hace 15 años atrás aunque con un nivel de organización y
capacidad de movilización superiores.
Otra proyección si se quiere de más largo plazo es la de la Unidad Sindical, con la CTA
y con la CGT. La movilización del 1ro. De mayo de este año 2016, en la que la CTEP
junto a las Centrales marchó y llamó la atención de muchos por el número y el
despliegue organizativo viene en esta línea. Pero esta unidad supone dar y ganar una
batalla cultural hacia dentro del movimiento trabajador para que éste re signifique al
sujeto trabajador. Hay varios pasajes de la entrevista a Atilio Vera sobre este tema:

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“Entender un poco la CTEP, es entender eso, es entender que el capitalismo de


pleno empleo no existe más, que no se puede volver al 45, que el Estado de
Bienestar que nosotros teníamos, tiene que ser totalmente otro, y claro, y eso en
los compañeros que tienen una mirada más tradicional del peronismo es
problemático, porque te dicen, “para que constituyen la CTEP, si acá depende de
que el estado tome buenas políticas, que el Ministerio de Economía, o que la
presidenta, tome buenas políticas de inversión, publica y demás para que todos
trabajemos”.

“Para esa mirada más tradicional del marxismo es insignificante su potencialidad


política” (…) “la posibilidad de la transformación de la sociedad está en el que
está dentro de la fábrica, y no en aquel que anda mendigando, viviendo de otros,
o robando o delinquiendo. Esa discusión, a nosotros nos atraviesa, porque, el
lumpen proletario ahora es el sujeto”
“Tenemos la complejidad fijate vos de que queremos construir un sindicato con
trabajadorxs que nunca se van a incorporar al mercado formal. (…) o sea que
vos tenés que sentarte con Tomada y decirle mira Tomada, nosotros no es que
queremos construir un sindicato porque somos anti burocráticos, sino porque
estos no van a entrar, nunca. Nunca, nunca van a ser representados por el
movimiento obrero organizado, por la CGT formal, no van a ser representados,
De hecho, no pelean los muchachos por este sector. Las principales
reivindicaciones que tienen, tienen que ver con sus afiliados, y que encima es el
sector de la clase trabajadora que en mejores condiciones está, para colmo, o sea
que este sector, no va a ser nunca representado por el trabajo formal, este sector
necesita la construcción de un sindicato que los represente ¿Pero cómo se hace
eso? Hay que cambiar la ley”.

“Es evidentemente muy difícil, muy difícil, y si, lo que se ha logrado con
Tomada es como que quede claro, y que se entienda, que esto es un fenómeno
socio laboral. Entenderlo desde ahí, no hay otra manera de entenderlo, no es una
iniciativa de una organización, no es una iniciativa perversa de un grupo de
iluminados, es una realidad social, mundial, en las conferencias y en las
asambleas que da la OIT, este tema viene apareciendo” (…) (y agrega citando a
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Tomada) “cómo le voy a dar una personería gremial a un sector que mañana va a
estar laburando, que va a estar representado por el sindicato formal. Si su
política es tratar de incluir a la mayoría, y te da una personería a vos, está
diciendo que no lo va a poder lograr. Y además él dice yo, el tipo dice, yo quiero
que cuando me vaya de la gestión me recuerden como el ministro del trabajo.

Más allá de estas retrospecciones y proyecciones y del modo de vinculación con el resto
del movimiento trabajador en lo que respecta específicamente al sujeto histórico
trabajador de la economía popular podemos señalar:

 El sujeto histórico trabajador se ha resignificado en función de las nuevas


condiciones del capitalismo mundial.
 El sujeto histórico en este caso es claramente emancipador, un concepto que
incorpora significados más abarcativos y profundos. También aparece un
posicionamiento identitario del sujeto de la economía popular como un actor
claramente en tensión con la concepción capitalista en el escenario político y
económico actual.
 Los elementos simbólico-políticos comienzan a ser valorados en la construcción
de la identidad popular.
 esa identidad no es una cristalización única ni definitiva sino que lucha porque la
constitución del sujeto trabajador popular encuentre sentidos acumulativos no en
las instituciones sino en la propia organización del pueblo.
 La CTEP enfrenta desafíos en esa configuración identitaria: la falta de auto-
percepción como trabajador; la no articulación entre ramas de la economía. La
heterogeneidad del nosotros interno (en relación al terreno reivindicativo por un
lado, y los terrenos político e ideológico por otro).

Fuentes secundarias

CTEP (2014). Cuadernillo N.1 de formación: “Nuestra realidad”. Buenos Aires: CTEP.

CTEP (2014). Cuadernillo N.2 de formación: “Nuestra organización”. Buenos Aires:


CTEP.

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CTEP (2014). Cuadernillo N.3 de formación: “Nuestros objetivos”. Buenos Aires:


CTEP.

CTEP (2014). Cuadernillo N.4 de formación: “Nuestra lucha”. Buenos Aires: CTEP.

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pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
político ideológica autonomista y nacional popular”. Daniela Paola Bruno, Christian Dodaro, Santiago Fernández
Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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Capítulo 7

Política y religión en el discurso de la CTEP

Por Daniela Bruno

En este capítulo nos proponemos dar cuenta de las huellas del discurso religioso en el
discurso institucional y de la formación de la organización sindical, y del vínculo entre
la organización Misioneros de Francisco, que integra la CTEP y dos de las
organizaciones con mayor peso dentro de la confederación: el Movimiento Evita y el
Movimiento de Trabajadores Excluidos.

Génesis

La elección de Jorge Bergoglio como el primer papa latinoamericano en 2013 recreó e


intensificó el dialogo entre política y religión que no es nuevo. Misioneros de Francisco
– de aquí en más Misioneros - es un movimiento surgido luego de la elección de
Bergoglio como máxima autoridad de la iglesia católica en el año 2013. Si bien el
surgimiento de Misioneros no se explica si no es a partir de la figura del papa
Francisco, éste nacimiento y el desarrollo posterior del espacio deben ser analizados
tomando en cuenta la importante gravitación que tuvieron algunos dirigentes de la
Confederación de Trabajadorxs de la Economía Popular (CTEP), organización sindical
integrada y liderada, entre otras organizaciones, por el Movimiento Evita (ME) y el
Movimiento de Trabajadorxs Excluidos (MTE).

Marcos Andrés Carbonelli y Verónica Giménez Béliveau relatan a fines de 2015 el


surgimiento de Misioneros de la siguiente manera:

“Cuentan los protagonistas que en agosto de 2013 el dirigente Emilio Pérsico –


secretario de Agricultura Familiar y principal referente del Movimiento Evita–,

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su compañera y también militante Patricia Cubría y el abogado y dirigente social


Juan Grabois viajaron a Roma con un doble propósito, político y personal. Se
entrevistaron con el papa, conversaron «de economía, de política, de la situación
en Europa (…) profundizando un poco la idea de la economía popular», y
Francisco bautizó al hijo de Emilio y Patricia. En ese intercambio, hecho de
momentos sacrales y discusiones sociales y políticas, surgió la idea que sería el
germen de Misioneros: «andá y hacé capillas», dicen que Francisco le dijo a
Pérsico. Estas palabras se transformaron en un viento que impulsó ilusiones y
circuló entre las redes sociales y políticas alrededor del Movimiento Evita,
poniendo en marcha el proyecto Misioneros de Francisco” (2015:55).

Durante 2014 en algunos medios de comunicación se publican varias notas periodísticas


referidas a Misioneros, que invariablemente referencian a Emilio Pérsico como su
principal promotor. Concretamente, el diario La Nación publica en agosto de ese año:
“Misioneros de Francisco es un movimiento católico creado por Emilio Pérsico, el jefe
del Movimiento Evita, que se propone levantar una capilla en cada asentamiento y
barrio pobre de la Argentina” (Tomado de http://www.lanacion.com.ar/1715373-
misioneros-de-francisco-capillas-en-las-villas-donde-conviven-politica-y-religion).

En la misma nota se comenta que el grupo está integrado además por Enrique Palmeyro,
“un ex seminarista que trabajaba con Bergoglio y al que el Papa designó al frente de la
flamante Red Mundial de Escuelas”, y el padre Eduardo Farrell, párroco de Cuartel V,
Moreno. (Tomado de http://www.lanacion.com.ar/1715373-misioneros-de-francisco-
capillas-en-las-villas-donde-conviven-politica-y-religion).

No obstante lo antedicho, según una nota publicada en 2014 en La Pulseada –


publicación de la obra del padre Cajade 26 –Emilio Pérsico “no quiere que su imagen de
líder político y actual funcionario del gobierno nacional” — en aquel entonces era
Secretario de Agricultura Familiar— “quede asociada al movimiento”. En la nota

26
Carlos Cajade, cura tercermundista. Su obra se inició hace más de tres décadas. Comenzó con el Hogar
Convivencial, ubicado en las afueras de La Plata, donde niños y adolescentes entre 8 y 20 años que
estaban en situación de calle, conviven con educadores y, hasta su fallecimiento ocurrido el 22 de octubre
de 2005, con el padre Carlos Cajade. La Obra del padre Cajade está conformada por emprendimientos
sociales y productivos.

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Emilio Pérsico asegura que “el Evita no tiene relación con Misioneros de Francisco”
aunque más adelante explica: “Creíamos que en los barrios faltaba un lugar donde los
compañeros vayan a expresar su fe” y finalmente agrega “A Francisco lo conocí cuando
era Bergoglio. En Santa Marta le planteé que nuestro pueblo debía acercarse a la fe y
debía volver a misionar. Pero no tenía que ser el Estado quien impulsara eso. Tenía que
ser algo amplio y no partidario. Ahí aparece Misioneros de Francisco” (Tomado de
http://www.lapulseada.com.ar/site/?p=9007).

En la nota de La Pulseada se cita a Farrel quien si manifiesta la influencia decisiva de


Pérsico en la gesta del movimiento: “Esto surge a partir del encuentro en Roma de un
dirigente social con Francisco”, dice, y agrega que el líder del Evita “toma esa
invitación del Papa para comenzar a construir capillas y abrirlas como centros donde se
pueda vivir la fe”. Para el párroco, estas capillas tendrán sentido en la medida en que
haya gente del barrio o el asentamiento detrás de ellas. “No queremos tener cáscaras
vacías”, dice. (Tomado de http://www.lapulseada.com.ar/site/?p=9007).

Según Carbonelli y Giménez Béliveau las trayectorias católicas y peronistas de


Pérsico, Farrell y Grabois (el líder del MTE) son las que “expresan el haz de
convergencias que organizan Misioneros, pero no permiten comprender las razones
profundas de su crecimiento” (2015:57). Estas obedecerían a la capacidad y oportunidad
que tuvo el movimiento para interpelar a cierto sector de la militancia católica y
kirchnerista con base territorial: “minorías activas que se reencontraron con el carisma
del máximo dirigente católico y florecieron en el terreno abonado por el trabajo
territorial católico y peronista” ( Carbonelli y Giménez Béliveau; 2015:58).

Según Carbonelli y Giménez Béliveau el sacerdote de Misioneros, el padre Farrell,


conoció al cardenal Bergoglio como su superior jerárquico y juzgó como
misericordiosas y comprensivas sus intervenciones en momentos difíciles de la diócesis
de Merlo-Moreno –ubicada en el Gran Buenos Aires– en la que es párroco. En lo que
respecta a Pérsico la relación habría comenzado cuando Bergoglio estaba al frente de la
diócesis de Buenos Aires. De hecho, Pérsico fue invitado en 2012 como orador a las
Jornadas de la Pastoral Social organizadas por la Iglesia católica. Según relatan
Carbonelli y Giménez Béliveau, cuando Bergoglio se convirtió en Francisco, Pérsico

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no solo se alegró, sino que fue a la catedral metropolitana a celebrar su elección como
papa.

Finalmente Carbonelli y Giménez Béliveau explican que el vínculo entre Grabois,


dirigente del MTE y Bergoglio se inició cuando éste último era cardenal y oficiaba
misas y misiones en la plaza Constitución, con los cartoneros del MTE allí reunidos,
aunque aclaran que Grabois no sería un integrante activo de Misioneros.

Juan Grabois fue nombrado en junio de 2016 asesor del Consejo de la Justicia y la Paz
del Vaticano, este nombramiento fundamentó algunos artículos periodísticos
publicados ese año en los que se lo describió como un “hombre cercano al Papa
Francisco”, “hombre de confianza” (Tomado de http://www.girabsas.com/nota/2016-7-
19-juan-grabois-papa-francisco-libres-del-sur-cortes-de-calle-olla-popular ) y “el amigo
peronista del papa” (Tomado de http://www.urgente24.com/253418-grabois-el-amigo-
peronista-del-papa-para-envidia-de-macri ).

En una entrevista a publicada en Notas. Periodismo Popular Grabois explica:

“la designación es una formalización de un trabajo que yo vengo realizando de


vinculación entre la iglesia de Francisco y los movimientos populares y es un
reconocimiento para todas las organizaciones de base que luchan por tierra,
techo y trabajo, que se reunieron en Roma en 2014 y en Santa Cruz de la Sierra
en 2015.Es una designación ad honorem, que no va a cambiar en nada mi
actividad cotidiana ni mi independencia como militante, cuya única organicidad
está con los sectores populares. Es eso. Es un espacio para levantar un poco más
la voz de los compañeros. Que es lo que Francisco me pidió que haga (Tomado
de https://notas.org.ar/2016/06/23/juan-grabois-francisco-voz-companeros/).

Según el Vatican Insider “el Papa lo estima y halaga su trabajo con los excluidos. Fue el
verdadero artífice de los dos encuentros mundiales de los movimientos sociales en los
que participó Francisco” (Tomado de
http://www.lastampa.it/2016/06/11/vaticaninsider/es/vaticano/grabois-de-los-
movimientos-sociales-a-consultor-del-vaticano-
yguITkOqh32FagDpig6J2M/pagina.html .

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En una entrevista publicada en el Diario Los Andes de Mendoza al padrino de Grabois,


el dirigente peronista Julio Bárbaro comenta:

“Juan tiene 33 años y mantiene un perfil bajo y trato directo con el papa
Francisco –lo visita seguido en el Vaticano-. Es un abogado católico, principal
impulsor de la Confederación de Trabajadorxs de la Economía Popular (CTEP),
un experimento que apunta a representar a cinco millones de cuentapropistas y
trabajadorxs excluidos (Tomado de http://www.urgente24.com/253418-grabois-
el-amigo-peronista-del-papa-para-envidia-de-macri ).

Consultado por La Política Online, en una entrevista publicada en julio de 2014, por
cómo nació el vínculo con Bergoglio antes de ser Francisco, Grabois contó:

"en 2005, él hizo una misa en La Catedral en el marco de un conflicto que


teníamos con el Gobierno de la Ciudad por los niños que trabajaban en el
cartoneo. En 2007 junto a La Alameda, que era nuestro principal aliado en ese
momento, nos acercamos para hacer un planteo sobre el trabajo esclavo y le
mandamos una carta para invitarlo al acto del 1 de mayo porque veníamos
escuchando algunas homilías que nos parecían representativas. También como
una provocación hacia el sentido común de la izquierda que era un rechazo
liberal ilustrado y prejuicioso a las tradiciones católicas de nuestro pueblo. Nos
contestó que no podía pero nos invitó a charlar a la oficina que tenía en La
Catedral. Y a partir de ahí hicimos una misa anual que se repitió desde 2008
hasta 2012 con la consigna “Por una patria sin esclavos ni excluidos”. Íbamos
cada tanto a charlar con él o iba yo" (…) "Había una visión general sobre la
hegemonía de un capitalismo depredador e inhumano y la necesidad de
combatirlo a través de la organización popular. Y después coincidencias en
temas puntuales como el trabajo esclavo, el narcotráfico, la trata de personas y la
exclusión urbana y laboral” (…)

Cuando le preguntaron en qué los ayudó Bergoglio, antes de ser Papa, aseguró:

"en tratar de poner a la Iglesia en una actitud de protección de los militantes


populares que eran perseguidos. Hablar directamente o a través de la Pastoral
Social a favor de los trabajadorxs y de los excluidos en conflictos sociales, las
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empresas recuperadas, el Hospital Israelita, en las villas, en el caso de los


cartoneros, la erradicación del trabajo infantil" (Tomado De
http://www.lapoliticaonline.com/nota/82078/ )

Capillas

En la web institucional de Misioneros se publica que la misión del movimiento es:

“Acompañar la religiosidad y la cultura popular en los barrios humildes


facilitando la creación de capillas/centros comunitarios para cultivar la fe, el
espíritu comunitario y otros valores populares (…) Muchos compañeros y
compañeras que trabajamos en sectores populares entendemos que los valores
que el Papa Francisco promueve, son valores que están en el corazón del Pueblo.
Por eso queremos apoyar la difusión y encarnación de su mensaje, a través de
este movimiento denominado “Misioneros de Francisco” (Tomado de
http://www.misionerosdefrancisco.org/quienes-somos/ )

Vale la pena mencionar que en la fotografía que acompaña esta declaración de objetivos
y principios se ubica, en el centro de la
escena, escoltando la imagen de la
virgen, el sacerdote Farrell pero además,
ubicado en el extremo derecho, el
“Gringo” Castro militante del ME y
actual Secretario General de la CTEP.
En el extremo izquierdo una joven luce
una remera del Movimiento Evita.

La fan page de Misioneros vuelve a sugerir el vínculo con el Movimiento Evita en su


foto de portada. Allí vemos a Emilio Pérsico al frente de una columna barrial que porta
una bandera con la frase “ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra y

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ningún trabajador sin derechos”.

La frase fue acuñada por Francisco


en ocasión del Encuentro Mundial
de Movimientos Populares,
celebrado en Roma en 2014 y en
Santa Cruz de la Sierra en Bolivia
en 2015 bajo el lema “Tierra, Techo
y Trabajo”.

En 2016 la CTEP publicó y


distribuyó en papel los discursos de Francisco en ambos encuentros.

Siguiendo con la descripción de la página web, en la sección fundamentos se establece


un interesante contrapunto entre “la cultura moderna, una cultura no sustentable” la que
estaría profundamente relacionada con el capitalismo, marcada por el individualismo, el
secularismo y el consumismo; y “la cultura popular, una fuente de esperanza” que se
caracterizaría por “su apertura a la trascendencia, la capacidad de vivir con mucho
menos, el aprecio por la autodeterminación, el sentido comunitario y el espíritu
solidario”. Para Misioneros el predominio de la cultura moderna se da claramente en los
medios de comunicación, en el poder económico y político, pero no en amplios sectores
de la población que aún influidos, deteriorados, penetrados, e incluso muchas veces
explotados, por las fuerzas del mercado, conservan su propia impronta cultural diversa,
que ellos denominan “popular”. Esta cultura no es “exquisita y versada” pero tampoco
“ilustrada o iluminista”. Así la cultura popular es descripta del siguiente modo:

 Se conforma con costumbres y tradiciones


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 Siente la vida y la muerte


 Sabe de la lucha por el pan de cada día por medio del trabajo
 Se siente unida con los demás hombres (la sociedad configurada a partir de
relaciones personales)
 Permanece en búsqueda del misterio (su destino, Dios, el “más allá”).

Para Misioneros la pastoral popular consiste “en que el pueblo evangelice al pueblo, por
ese motivo nos proponemos acompañar las iniciativas de evangelización de los propios
barrios pobres para que los cristianos populares podamos vivir eclesialmente la fe”.

La vida de las comunidades misioneras se organiza en torno a la construcción de


capillas. Según Carbonelli y Giménez Béliveau las capillas representan una respuesta a
lo que es percibido como una doble ausencia: la de la iglesia y la del Estado que “no
terminan de gravitar incisivamente en una población situada (generalmente) por fuera
de la estabilidad que supone el mercado laboral formal. En los términos de este juicio,
se fundan capillas para restablecer (por otros medios) la presencia de la Iglesia y el
Estado, enarbolando el mensaje de Francisco” (Carbonelli y Giménez Béliveau;
2015:62).

En lo que respecta a las fuentes doctrinales en las que abreva Misioneros se destacan la
Teología de la Liberación de Gustavo Gutiérrez, y sobre todo la Teología del Pueblo de
Rafael Tello. Podría decirse, parafraseando a Carbonelli y Giménez Béliveau, que lo
que caracteriza la praxis de Misioneros es su anclaje territorial, su énfasis comunitario,
su praxis política no partidaria - aunque muy atravesada por la matriz nacional popular -
y una religiosidad popular distante de la burocracia eclesial sin renegar de contactos
estratégicos con la institución (Carbonelli y Giménez Béliveau; 2015:62).

La huella de Francisco

En la potencia del mensaje de Francisco incide, en primer lugar, el panorama católico


antecedente. La dimisión de Benedicto XVI confirmó el cuadro de la crisis frente a la
cual las acciones de Francisco no solo se configuraron como respuesta, sino también
como superación: “una Iglesia protagonista de la agenda mundial, que trasciende sus
muros comunitarios para interpelar a líderes mundiales y también a las grandes
mayorías” (Carbonelli y Giménez Béliveau: 2015:65). En Argentina quizás este cambio
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de escala sea el que mejor explique las sustantivas modificaciones que se registraron en
la opinión de algunos sectores “progresistas” respecto de Bergoglio, que pasó de ser
líder de la oposición antikirchnerista a referente global de uno de los credos con mayor
adhesión y potencialidad política; de jesuita con pasado a veces criticado a sumo
pontífice; de arzobispo conservador con guiños populares a vanguardia de la lucha
contra la pobreza y el daño ambiental. Estos pasajes desactivaron tensiones y el otrora
adversario ahora enuncia causas comunes desde un lugar poderoso. Como señalan
Carbonelli y Giménez Béliveau:

“En este punto, la posición institucional no es un lastre, un obstáculo


burocrático, sino una plataforma de lanzamiento donde el carisma funcional y el
carisma personal se potencian: lo que Francisco dice adquiere resonancia
mundial porque lo dice en el lugar de papa, y al mismo tiempo causa conmoción
que un papa diga esas cosas. Por otra parte, el mensaje de Francisco adquiere
relevancia por su capacidad para enunciar demandas que resuenan en proyectos
militantes y que lo configuran como un liderazgo aceptable para el
poskirchnerismo” (Carbonelli y Giménez Béliveau; 2015; 66).

Las referencias a Francisco y los cruces entre religión y política son frecuentes en las
web institucionales y publicaciones de la CTEP, en especial durante el 2014. Un
ejemplo de ello es la crónica publicada en la página de la CTEP a propósito de la
peregrinación por el “Día de la Inmaculada Concepción de María” el 8 de diciembre de
2014. La peregrinación comenzó con un acto en la Sede Nacional de la CTEP, del
Barrio de Constitución. Según consta en la crónica:

“Con una enorme bandera blanca de fondo, que llevaba inscrita la frase Ninguna
familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra y ningún trabajador sin
derecho, las 3T de las que habló el Papa Francisco en el último encuentro de
Movimientos Populares realizado en el Vaticano; Esteban “Gringo” Castro,
Secretario General de la CTEP, expresó: “de esta forma desarrollamos la
religiosidad popular, que no es otra cosa que en lo que cree la gente, esa es la
tarea que tenemos los Misioneros de Francisco, llegar donde no llega la Iglesia y
construir capillas, para poder estar en todo el territorio nacional” (Tomado de

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http://ctepargentina.org/convocados-por-la-ctep-los-misioneros-de-francisco-
caminaron-lujan/ )

Durante octubre de 2014 aparecen varias las publicaciones en la web de la CTEP


relativas a la participación de la organización en el Encuentro Mundial de Movimientos
Populares celebrado en Roma. Concretamente el 31 de octubre de 2014 se informa
sobre la conferencia de prensa que ofrecieron en el Aeropuerto Ezeiza los delegados
argentinos invitados por el Papa Francisco al Vaticano:

“Desde ya, todo trabajador, esté o no esté en el sistema formal del trabajo
asalariado, tiene derecho a una remuneración digna, a la seguridad social y a una
cobertura jubilatoria. Aquí hay cartoneros, recicladores, vendedores ambulantes,
costureros, artesanos, pescadores, campesinos, constructores, mineros, obreros
de empresas recuperadas, todo tipo de cooperativistas y trabajadorxs de oficios
populares que están excluidos de los derechos laborales, que se les niega la
posibilidad de sindicalizarse, que no tienen un ingreso adecuado y estable. Hoy
quiero unir mi voz a la suya y acompañarlos en su lucha”, fueron las palabras de
Francisco, el día martes, cuando se dirigió a los delegados en el marco del
“Encuentro Mundial de Movimientos Populares” que se desarrolló durante tres
días en el Vaticano. Hoy, en una conferencia de prensa en el Aeropuerto
“Ministro Pistarini” de Ezeiza, Esteban “Gringo” Castro, Secretario General de
la Confederación de Trabajadorxs de la Economía Popular (CTEP),
expresó: “Francisco, en su discurso, que no tiene desperdicio, se refirió a la
sindicalización de los trabajadorxs de la economía popular, y ese punto para
nosotros es central” (Tomado de http://ctepargentina.org/multitudinario-
recibimiento-los-delegados-argentinos-que-fueron-invitados-por-francisco-al-
vaticano/ )

Según los registros periodísticos los representantes argentinos que fueron invitados al
Vaticano fueron: Sergio Sánchez (Presidente de la Federación Argentina de Cartoneros
y Recicladores), Deolinda del Valle Carrizo (Movimiento Nacional Campesino
Indígena), Diego Sebastián López (Movimiento de Trabajadorxs Excluidos), Luis
Maidana (Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas), Natalia Mabel Molina
(Corriente Villera Independiente) y el “Gringo” Castro, Secretario General de la CTEP.

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Es importante destacar que los materiales de formación de la CTEP que fueron objeto
de análisis durante esta investigación fueron publicados a inicios de 2014, en el contexto
de la creación de Misioneros y los preparativos del Encuentro Mundial de Movimientos
Populares en Roma. Si se tienen en cuenta este contexto y la autoría compartida por
Pérsico y Grabois se explican las no pocas referencias religiosas como la que abre la
colección:

“En este proceso de trabajo, organización y lucha, si Dios quiere, iremos


sembrando en la conciencia, el corazón y la experiencia de todos nosotros, la
semilla del hombre nuevo, de un nuevo paradigma social para enfrentar al dios
dinero, superar el capitalismo y construir una sociedad de hermanos libres e
iguales”.(Tomado de la Introducción al Cuadernillo 1, firmada por Juan Grabois
en marzo de 2014)

“Estas horribles desigualdades, esta espantosa concentración de la riqueza, tiene


su causa en el pecado original del capitalismo: la idolatría del dinero” (Tomado
del Capítulo 1 “La lógica que mueve al mundo” del Cuadernillo 1, escrito por
Juan Grabois y Emilio Pérsico, publicado en marzo de 2014).

“La tierra, sus frutos y todos los bienes que existen en el mundo, están allí, o si
se quiere, han sido creados para que los seres humanos los cuidemos,
compartamos y disfrutemos como hermanos” (…) “Para los cristianos, el Reino
de los Cielos es la forma en que el Evangelio llama a ese Estado de justicia, paz
y hermandad que debería reinar entre los hombres después de la vuelta de Jesús.
Esto no quiere decir que debamos quedarnos de brazos cruzados hasta que eso
suceda: Dios nos convoca a empezar a construir el Reino aquí y ahora”.
(Tomado del Capítulo 2 “Un poco de historia social” del Cuadernillo 1, escrito
por Juan Grabois y Emilio Pérsico, publicado en marzo de 2014).

En el cuadernillo que abre esta colección destinada a la formación de los militantes de la


CTEP, es frecuente el uso de la palabra “hermanos” como equivalente de “compañeros”
lo mismo que la referencia recurrente a estos junto a “sus familias”. Es sistemática la
omisión a las mujeres, salvo en aquellos casos en los que se hace referencia a los

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trabajadorxs domésticos y costureros (aludidos en masculino) aunque aclarando que se


trata en su mayoría de mujeres (en ambos casos).

Al cierre de este cuadernillo se anexan fragmentos de “Capitalismo de exclusión,


periferias sociales y movimientos populares” presentada por Juan Grabois en la Jornada
“La emergencia de los excluidos” organizada por la Pontificia Academia de Ciencias en
la Ciudad del vaticano en diciembre de 2013.

En el Cuadernillo 2 de la serie, titulado “Nuestra Organización” se aclara que es la


organización popular la que “mejora nuestra existencia espiritual y materialmente”. En
este cuadernillo el militante es descripto como un compañero que “tomó como opción
de vida no dedicarse exclusivamente a su familia o sus propias ocupaciones”: Esta
opción entre otros motivos posibles podría fundarse “en su fe religiosa o su instinto de
solidaridad y justicia que los llama a entregarse a la lucha por el cambio social” “la
militancia es una actividad fundada en el amor al prójimo” (Tomado de la Capítulo 8
“El militante popular” del Cuadernillo 2, escrito por Juan Grabois y Emilio Pérsico,
publicado en marzo de 2014).

En la introducción del Capítulo 9 “Algunos principios para guiarnos en nuestro trabajo


militante” se aclara “vamos a robarle algunas ideas a nuestro querido amigo Francisco
que pensamos que pueden ayudar a reflexionar sobre nuestro trabajo militante”

Luego del 2014 llamativamente desaparecen las referencias a Francisco y a Misioneros


en la web institucional de la CTEP. Ni siquiera aparecen menciones a la participación
de la CTEP en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares celebrado en Santa
cruz de la Sierra en octubre de 2015. Hasta febrero de 2016, donde reaparece una
mención puntual a propósito de la entrevista personal de Eduardo “Vasco” Murúa (de la
mesa promotora de la CTEP y presidente del Movimiento Nacional de Empresas
Recuperadas) con Francisco.

No obstante, la referencia a las Tres T de Francisco son evocadas con frecuencia en las
acciones de la Secretaria de Vivienda y Hábitat de la CTEP; la presencia de imágenes
religiosas católicas y fotos de Francisco en la sede de Pedro Echague o de vírgenes en
las movilizaciones de la CTEP se ha vuelto un rasgo distintivo; la movilización de
CTEP, CCC y Barrios de Pie con el apoyo de CTA a Plaza de Mayo desde la Iglesia de

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San Cayetano el pasado agosto surgió a propuesta de la CTEP, y por supuesto la sede de
Pedro Echague sigue siendo el punto de reunión de Misioneros, donde se guardan las
imágenes religiosas, el agua bendita, etc.

Bibliografía

Carbonelli y Giménez Béliveau “Militantes de Francisco. Religión y política en tiempos


o
del Papa argentino” en Revista Nueva Sociedad N 260, noviembre-diciembre de 2015,
ISSN: 0251-3552, disponible en http://nuso.org/articulo/militantes-de-francisco/,
consultado el 13.10.16.

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Informe de medio término. Proyecto UBACYT “Pedagogía, política y acción colectiva. La dimensión político
pedagógica de los movimientos populares urbanos en el AMBA. Estudio comparativo de experiencias de matriz
político ideológica autonomista y nacional popular”. Daniela Paola Bruno, Christian Dodaro, Santiago Fernández
Galeano, Constanza Lupi, Verónica Mistrorigo, María Mercedes Palumbo, Florencia Petrillo y Graciela Quinterno.
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Capítulo 8

Acuerdos y tensiones en la CTEP. Reflexiones preliminares.

Mejor que decir es hacer. Mejor que prometer es cumplir


Juan Domingo Perón

Tensión entre lo reivindicativo y lo político

Relevando los cuadernillos de formación de la Confederación de Trabajadorxs de la


Economía Popular (CTEP) podemos observar que se establece de manera enfática y
deliberada una división entre el eje reivindicativo y el eje político.

“La lucha popular tiene tres dimensiones: la ideológica, la política y la reivindicativa. Sin
embargo, desde la CTEP nos concentramos en la tercera dimensión de la lucha popular: la
reivindicativa.
La lucha reivindicativa consiste en conquistar mejoras en el ingreso económico, en las
condiciones de vida de los compañeros de los distintos sectores del Pueblo.” Pág. 140.
Cuadernillo 4.

“La organización sindical y la organización económica popular son para todos los trabajadorxs,
con independencia de nuestras ideas políticas.” Pág. 69 cuadernillo 2

Entendiendo que lo político es una dimensión que atraviesa la vida social -por ende es
constitutivo de las relaciones en comunidad- y también es entre otras cosas la
acumulación de la correlación de fuerzas construidas hacia un dispositivo determinado;
es necesario aclarar que tomaremos la división anteriormente expuesta, como la
separación entre lo reivindicativo y lo político partidario. Creemos que a eso se refieren
los protagonistas cuando trazan esa diferenciación, colocando a lo político es un lugar
negativo.

“Esta unidad entre lo social y lo político tiene aspectos positivos y negativos.” Pág. 90.
Cuadernillo 2

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Esta unidad total entre lo político y lo social, por su parte, tiene el defecto que a veces es falsa,
las ideas de los dirigentes se ponen por encima de la realidad, las necesidades y la cultura de
los sectores populares y hasta a veces se los utiliza como ‘decorado’ de las ideas de los
militantes o peor aún, como ‘trampolín’ para la política.” Pág. 91. Cuadernillo 2

Para la organización lo reivindicativo contiene las demandas comunes que son


constitutivas del qué hacer de los trabajadorxs de la economía popular. Podríamos
afirmar que es la agenda de temáticas/problemáticas que construyen (todo aspecto de lo
social es un constructo) y que por ende genera mecanismos de identificación y, al
mismo tiempo, procesos organizativos. Esa organización se da con el objetivo explícito
de conquistar los derechos que le son negados a esta población, a raíz de la
caracterización de la etapa del capitalismo y su expresión en la Argentina que ya se
enunció anteriormente en este trabajo.
Dos posibles formas de explicar la separación taxativa entre lo reivindicativo y lo
político y la valoración positiva del primer término sobre el segundo son:
- Lo reivindicativo está por encima de las tensiones partidarias y es un eje
aglutinador capaz de trascender los alineamientos coyunturales de las
estructuras.
- Lo reivindicativo los pone dentro de una corriente histórica del movimiento
obrero organizado.

Una que sepamos todos (y todas)

De las entrevistas con los referentes y en el material analizado se desprende una idea-
fuerza que atraviesa los discursos y fundamenta la práctica: concentrarse en el eje
reivindicativo es la garantía para que espacios tan diversos puedan llevar adelante la
unidad de acción.
La unidad de acción requiere siempre unidad de concepción. Por ende, la premisa de
que “lo que nos junta es lo reivindicativo” y otras similares, es una de las ideas centrales
que abonaron para que la CTEP haya funcionado desde su fundación hasta la actualidad.

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Cita de la entrevista a Rafael donde plantea que para evitar tensiones internas se dio
libertad de acción con respecto al proceso electoral. Dani, no encontré el desgravado.

Como ya se explicó anteriormente la CTEP está conformada por diferentes grupos que a
su vez tienen distintas perspectivas ideológicas entre las que se encuentran los
paradigmas nacional/popular, de la izquierda nacional e izquierda popular.
Estas diferentes miradas generan tensión, y esas tensiones/contradicciones son
superadas a través de anteponer el eje reivindicativo por encima de los
posicionamientos, políticos siempre, que cada actor realiza.
Como en toda organización marco, no todos los grupos que la forman tienen el mismo
peso a la hora de decidir las políticas y/o desarrollar la estrategia. Dentro de la CTEP
existen organizaciones que por su volumen cuantitativo (cantidad de integrantes), su
capacidad financiera (aportan más económicamente al desarrollo de la organización) y
sus relaciones políticas con otras organizaciones y con el Estado en diferentes niveles,
son hegemónicas. Esta correlación de fuerzas interna se cristaliza entre otras formas en
quiénes armaron los materiales de formación: Por el Movimiento de Trabajadorxs
Excluidos (MTE)27 Juan Grabois y por el Movimiento Evita Emilio Persico.
Un hito fundamental para pensar la unidad de acción y la supremacía de lo
reivindicativo por sobre lo político, es la elección presidencial del 2015 en la Argentina.
Entendemos que la campaña primero, las elecciones propiamente (PASO, primera
vuelta y ballotaje) luego y las formas de resistencia al regreso del neoliberalismo
después; marcaron puntos de inflexión sobre la militancia en su conjunto y sobre esta
organización en particular. Las distintas organizaciones que conforman la CTEP, y
sobre todo las hegemónicas, estuvieron apostando a espacios políticos partidarios
diferentes. Ni el MTE, ni la FACyR se expresó por una candidatura, pero sí lo hicieron
con fuerza los integrantes de Patria Grande llevando a una referente cartonera como
candidata en la Ciudad. Por el otro lado el Movimiento Evita, fue uno de los pilares de
la candidatura de Daniel Scioli en el Frente para la Victoria.

27
El Movimiento de Trabajadorxs Excluidos (MTE) es la organización más grande de cartoneros en la
Ciudad de Buenos Aires y quién colaboró en organizar cooperativas a nivel nacional, creando la
Federación Argentina de Cartoneros y Recicladores. Tiene un grupo de dirigentes que provienen de lo
social, pero sus militantes medios que son fundamentales para el funcionamiento de la organización son
orgánicos a Patria Grande.

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Que la CTEP haya sobrevivido a esta dramática coyuntura puede ser traducido en la
concreción del viejo dicho “se hace lo que se dice” y haber “cuidado la herramienta”
viene aparejado de un crecimiento y mayor reconocimiento en esta nueva etapa del país.

Parte de la historia

La apuesta explícita a lo reivindicativo, antagonizando con lo político, se explica a


través de ponerse en directa asociación con una de las corrientes del movimiento obrero
organizado. Esta vinculación entre la larga tradición del sector hegemónico del
movimiento obrero desde mediados del siglo XX a la actualidad y la forma de construir
de la CTEP, se expresa entre otras cosas por la adopción del modelo sindical de
sindicato por rama de esta última. Todos los trabajadorxs y las trabajadoras excluidos/as
en un mismo dispositivo.

“Nosotros creemos que mientras más centrales hay, peor estamos los trabajadorxs. Mientras
más sindicatos en una misma actividad, peor estamos los trabajadorxs, porque competimos
entre nosotros mientras los de arriba se ríen a carcajadas.” Pág. 75 cuadernillo 2

Pero también la CTEP se hace eco de esa corriente del sindicalismo cuando
explícitamente se quiere vincular sólo con la Confederación General del Trabajo (CGT)
y ningunea a ambas Centrales de Trabajadorxs de la Argentina (CTA).

“Tenemos que buscar permanentemente el diálogo con el movimiento obrero organizado e


intentar que nos permitan afiliarnos a las Centrales Sindicales, en el caso argentino la más
representativa es la CGT.” Pág 118. Cuadernillo 3.

No sólo refuerza la idea de un solo sindicato por actividad, sino que aún a sabiendas que
es casi imposible su ingreso a la Confederación General del Trabajo, plantea una sola
Central Obrera.
Es una contradicción por parte de la CTEP plantear que se interpela al modelo sindical
pretendidamente por fuera de las tensiones políticas partidarias. La historia reciente (de
la década del ’40 al presente) del movimiento obrero organizado argentino muestra que
en casi todo ese periodo, los vaivenes y dinámica de ese sector estuvieron vinculados a

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la alineación con ciertos movimientos y/o partidos políticos -centralmente el


movimiento nacional peronista y el partido peronista (luego devenido en Partido
Justicialista)- y el acompañamiento ó disputa con quienes detentaran la conducción del
poder ejecutivo en cada etapa histórica.

Interrogantes que nos quedan ó los disparadores del futuro

Si bien la CTEP se presenta como una Confederación, no es acaso su accionar algo


similar a un sindicato de los trabajadorxs y las trabajadoras de la economía popular?
Para ser una confederación, ¿no debería estar integrada por federaciones o asociaciones
sindicales por rama?

¿No es un oxímoron plantear la unidad del movimiento obrero en el momento en que se


funda una tercera Confederación?

Al momento de su nacimiento y primeros años la CTEP se plantea una estrategia de


acercamiento a la CGT para desarrollar su ingreso. ¿Hoy se quiere construir como par
de la CGT y por encima de las CTAs?

Modelo sindical en disputa: Los trabajadorxs y las trabajadoras como actores políticos

a) Las concepciones en torno a lo político y lo reivindicativo

(Párrafo Documento de Mercedes para debatir) En esta dirección, se puede


sostener que el Movimiento Evita y el MTE realizan una apuesta más reivindicativa en
torno a la CTEP, sea porque conciben a esta organización como parte de un frente de
masas que posee su correlato político expresado y consumado en un partido político o
porque privilegian el plano reivindicativo al político según el caso. Del otro lado, Los
Pibes y el MPLD plantean la necesidad de construcción de poder (popular) desde los
propios espacios reivindicativos conllevando una cierta indiferenciación entre lo
político y lo reivindicativo en términos topológicos y cronológicos. Una lectura posible
de esta diferencia se debe a los diferencias en las matrices político-ideológicas inscripta
en la génesis de los distintos movimientos, siendo relacionable el postulado de la
imposibilidad de escindir lo político y lo reivindicativo más cercano a la matriz
autonomista que a la nacional-popular. ¿Es el tema de las matrices? ¿Es el contexto de

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surgimiento (en la coyuntura del 2001 o en la “normalidad” política) lo que influye en


estas concepciones

b) Me pregunto si no deberíamos incorporar aquí el debate en torno al Estado y a


la autonomía y la heteronomia estatal que aparece más claramente en las entrevistas y
no en los cuadernillos. Daniela.

c) Unidad sindical. Creo que este es otro tema que podría ser conflictivo hacia el
interior de la CTEP. No se si todos las organaciones que integran la CTEP tienen la
misma perspectiva respecto de un escenario de union sindical con CGT /CTA. Daniela.

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