finiciones de curva, de tangente, de infinitésimo, de diferencial, vere-
mos que después de larga cavilación sobre los “puntos consecutivos” de una curva, sobre el infinitésimo que ni es cero ni tiene valor ningu- no, sobre los infinitésimos que se desprecian sin alterar la exactitud del resultado, todo deberá descansar en una fe ciega y aceptarse como dogma, sin que sea posible despertar y desarrollar el espíritu crítico. Hace tiempo que se pusieron en claro los anteriores conceptos y que el Cálculo infinitesimal dejó de ser Metafísica para hacerse Aritmética, es decir, claro, sencillo, limpio de nebulosidades y libre de discusiones. Pues bien, nadie como el técnico debe ser exigente en claridad y pre- cisión; nada más lejano de la Metafísica que el hierro y el hormigón. En la exposición de las teorías elementales hemos tenido muy en cuenta la evolución de la Matemática en los últimos años, pues es na- tural que aquéllas sufran las variadas influencias que las modifican y adaptan a la línea general del pensamiento de cada época. Así, al ir pasando de lo particular a lo general en el proceso de abstracción que caracteriza a la Matemática moderna, hemos señalado bien las importantes ventajas con que ésta utiliza el formalismo lógico en sus máximas posibilidades, y la economía de esfuerzo y mayor penetración del conocimiento que con ello se logra. Sin embargo, no por eso deja- mos de considerar equivocado el introducir los conceptos elementales como casos particulares de los contenidos en teorías modernas que abarcan el más amplio grado de generalidad y abstracción. Como ha dicho el profesor Pascal, “hacer descender de lo alto los conceptos del Análisis es didácticamente equivocado, históricamente absurdo, con- ceptualmente hipertrófico y científicamente inútil”. No debe pedirse a jóvenes inteligencias, lo que la historia del pensamiento humano de- muestra requiere tiempo, ejercitación y adecuada adaptación mental. Por ello procuramos siempre introducir conceptos nuevos mediante una ejemplificación previa concreta y familiar, dando para cada teo- ría una visión intuitiva, que sitúe adecuadamente en la atención del lector el propósito perseguido. Claro está que éste debe aspirar a que los conceptos elementales se asimilen, a fin de preparar para estu- dios superiores, labor posíble y adecuada por la enorme simplificación alcanzada en el desarrollo de la Matemática moderna, como saben todos aquellos que siguen la evolución de las nuevas ideas, y cuyo conocímiento más o menos cercano posee todo profesor universitario. El texto en letra grande está destinado a la generalidad de los alum- nos técnicos y científicos, y es lo mínimo que consideramos deben cono- cer los que aspiran a una formación básica en Matemática. El texto en le- tra pequeña se destina a los que aspiren a salir de la común mediocridad y a