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Antología

literaria Ica
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ÍNDICE

LA ACHIRANA DEL INCA ....................................................................................................... 3

LEYENDA DE HUACACHINA OASIS DE ICA ...................................................................... 6

LEYENDA DEL PALLAR DE ICA ............................................................................................ 8

CATALINA BUENDÍA DE PECHO: HEROÍNA DE ÉBANO DE LA GUERRA CON

CHILE. ....................................................................................................................................... 11

LEYENDA DE OROVILCA ................................................................................................ 21

HISTORIA DEL CRISTO CRUCIFICADO O SEÑOR DE LUREN DE ICA .... 24

LEYENDA DE LA LAGUNA Y CERRO DE SARAJA ............................................ 29

LAS BRUJAS DE CACHICHE ................................................................................................. 33

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LA ACHIRANA DEL INCA

Ricardo Palma
En 1412 el Inca Pachacútec, acompañado de su hijo el
príncipe imperial Yupanqui y de su hermano Cápac-
Yupanqui, emprendió la conquista del valle de Ica,
cuyos habitantes, si bien de índole pacífica, no carecían
de esfuerzo y elementos para la guerra. Comprendiolo
así el sagaz monarca, y antes de recurrir a las armas
propuso a los iqueños que se sometiesen a su paternal
gobierno. Avinieron estos de buen grado, y el inca y
sus cuarenta mil guerreros fueron cordial y
espléndidamente recibidos por los
naturales.
Visitando Pachacútec el feraz territorio
que acababa de sujetar a su dominio,
detúvose una semana en el « pago »
llamado Tate. Propietaria del pago
era una anciana a quien acompañaba
una bellísima doncella, hija suya.
El conquistador de pueblos creyó
también de fácil conquista el corazón
de la joven; pero ella, que
amaba a un galán de la
comarca, tuvo la energía,
que sólo el verdadero

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amor inspira, para resistir a los enamorados ruegos del
prestigioso y omnipotente soberano.
Al fin, Pachacútec perdió toda esperanza de ser
correspondido, y tomando entre sus manos las de la
joven, la dijo, no sin ahogar antes un suspiro:
— Quédate en paz, paloma de este valle, y que nunca
la niebla del dolor tienda su velo sobre el cielo de tu
alma. Pídeme alguna merced que a ti y a los tuyos haga
recordar siempre el amor que me inspiraste.
— Señor -le contestó la joven, poniéndose de rodillas y
besando la orla del manto real-, grande eres y para ti
no hay imposible. Venciérasme con tu nobleza, a no
tener ya el alma esclava de otro dueño. Nada debo
pedirte, que quien dones recibe obligada queda; pero
si te satisface la gratitud de mi pueblo, ruégote que dés
agua a esta comarca. Siembra beneficios y tendrás
cosecha de bendiciones. Reina, señor, sobre
corazones agradecidos más que sobre hombres que,
tímidos, se inclinan ante ti, deslumbrados por tu
esplendor.
— Discreta eres, doncella de la negra crencha, y así me
cautivas con tu palabra como con el fuego de tu
mirada. ¡Adiós, ilusorio ensueño de mi vida! Espera
diez días, y verás realizado lo que pides. ¡Adiós, y no
te olvides de tu rey!

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Y el caballeroso monarca, subiendo al « anda de oro »
que llevaban en hombros los nobles del reino,
continuó su viaje triunfal.
Durante diez días los cuarenta mil hombres del
ejército se ocuparon en abrir el cauce que empieza en
los terrenos del Molino y del Trapiche y termina en
Tate, heredad o pago donde habitaba la hermosa
joven de quien se apasionara Pachacútec.
El agua de « la achirana del Inca » suministra
abundante riego a las haciendas que hoy se conocen
con los nombres de Chabalina, Belén, San Jerónimo,
Tacama, San Martín, Mercedes, Santa Bárbara,
Chamchajaya, Santa Elena, Vista Alegre, Sáenz,
Parcona, Tayamana, Pongo, Pueblo Nuevo, Sunanpe
y, por fin, Tate.
Tal, según la tradición, es el origen de la achirana, voz
que significa « lo que corre limpiamente hacia lo que
es hermoso ».

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LEYENDA DE HUACACHINA OASIS DE ICA

Existía una bella princesa de cabellos dorados, de


ojos color esmeralda y de hermosa figura que
acostumbraba visitar este lugar de algarrobos y de
palmeras; su nombre era HUACACHINA que
significa "la que llora por un perdido amor". Con
su larga cabellera cubría su cuerpo escultural;
durante su estadía se dedicaba a cantar tristes y
románticas canciones por lo cual se piensa que
estaba enamorada; en un hueco cavado por ella en
la arena tomaba baños de sol y al salir de aquél
se tapaba con una sábana de blanco fulgor. Un día
desolada contemplaba en un espejo la belleza de su
rostro angelical, cuando de repente sus bellos ojos
descubrieron la presencia de un intruso cazador que
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la observaba, entonces la princesa huye asustada y
en su fugar carrera deja su sábana tendida, la
misma que se hizo un arenal, y el espejo que
llevaba al tropezar cae y se, quiebra, convirtiéndose
en laguna.

La princesa encantada se volvió Sirena que en las


noches de luna llena sale a cantar su triste canción".

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LEYENDA DEL PALLAR DE ICA

Era un extraño señor. Vestido de blanco. Su lastimero


rostro, reflejaba amarga tristeza.

No se sabe de dónde vino al cálido valle iqueño. Los


campesinos aseguran que este extravagante varón fue
el pallar, excelente cereal que a través de centurias es
el providencial salvador de millares de seres que
muchas veces mueren por inanición.

Este misterioso personaje, después de recorrer


muchas regiones, encontró una morada digna donde
pudo vivir dichoso. En poco tiempo se hizo estimar en
toda la comarca por su virtuoso proceder, llegando
rápidamente a multiplicarse, entonces los campos se
convirtieron en verdaderos graneros donde abundaba
el preciado pallar pero, con el correr del tiempo, este
vigoroso alimento de las clases populares fue olvidado,
siendo el garbanzo y el maíz, los cereales preferidos
por la gente; debido a esta ingratitud y desprecio, el
candoroso señor de blanco, decidió abandonar para
siempre está su tierra querida, tierra que le dio el calor
y el néctar en su existencia. Llorando a mares se fue
con su morral a cuestas, por yermas llanuras, sin
esperanza alguna de volver.

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Ya la tarde languidecia, el sol proyectaba sus débiles
rayos por el horizonte, mientras el desdichado hombre
de blanco al recorrer por una ladera del encantado
Saraja, logra escuchar una vozarrona voz que le decía:
"no te vayas benevolente señor, quédate con nosotros,
¿Por qué te alejas de este valle sin motivo?
Respondió el desventurado varón: "me voy
decepcionado, nunca pensé que los terrenos me iban
a olvidar y arrojar de estos lares; ahora que tienen en
abundancia otras menestras, me desprecian y son
ingratos conmigo".
Insistió en su demanda el enigmático hombre de
bronce voz: Por piedad, escúchame un instante, soy el
dios de los campos, mi morada está en este imponente
cerro, en estos momentos iré por todas las comarcas a
fin de que mis súbditos rectifiquen el gran error
cometido; les diré que te respeten y consideren como
antaño, comprometiéndome bajo juramento cumplir
con mi promesa.
Después de pronunciar esas breves frases, descendió
de su mansión, abrazó llorando de emoción el
desilusionado hombre que se iba y, tomados de la
mano recorrieron los ardientes médanos donde sus
antiguos amigos los recibieron apoteósicamente.
Es así como retornó el señor de blanco, el de blanca
vestidura a sus lares queridos.

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En la actualidad, el pallar es el plato preferido del
pueblo iqueño, el sabroso cereal que no falta en todos
los hogares sin ser menospreciados.

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CATALINA BUENDÍA DE PECHO: HEROÍNA
DE ÉBANO DE LA GUERRA CON CHILE.

Heroína de ébano de la Guerra con Chile


Por: Lic. Jaime Uribe Rocha
Este 20 de noviembre se cumplen 128 años del
sacrificio heroico de Catalina Buendía de Pecho,
quién se convirtió en una de las más grandes heroínas
de la guerra con Chile, su hazaña es digna de la mujer
peruana. Una mujer negra, joven, bella,
una excepcional estatua de ébano
del pueblo iqueño San José de los
Molinos. Que jamás se limitó a su
condición de digna esposa y de
madre ejemplar, tampoco hizo lo
que suelen hacer las damas
frívolas de todos los
tiempos: no incurrió en la
fatuidad de
consagrarse
exclusivamente al cultivo
de su belleza y arreglo
personal. ¡VIVA LA
MUJER PERUANA,
VALIENTE Y
AGUERRIDA! ¡¡QUE
VIVA ICA!
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Como siempre, la Historia Oficial acepta con desgano
o regañadientes a Catalina Buendía de Pecho como
una gran heroína de la Guerra con Chile,
condenándola a ser, como otros personajes populares,
un ente aislado, borroso y desprendido del conjunto
histórico de la patria. ¿Por qué hasta la fecha no se le
rinde los honores que se merece? ¿Por ser una mujer
negra, su sacrificio no tiene el mismo valor de nuestros
héroes de la Guerra con Chile? ¿Historia falsa que
excluye a sectores populares de diversas clases sociales
y grupos étnicos?

Su actividad principal se desarrolló en la agricultura,


produciendo algodón, los ricos pallares y las deliciosas
uvas. Pero, hizo algo más. Cuando los chilenos
invadieron nuestro país durante la Guerra del Pacífico,
de 1879 a1883, lideró la insurrección en defensa de la
Patria, arengó de valor a los patriotas iqueños, y con su
propio recursos y armas improvisadas, se atrincheró
con sus huestes en el cerro de Los Molinos –
aproximadamente a 12 kilómetros hacia el norte de la
ciudad de Ica - y ofreció una valerosa y épica
resistencia a los invasores chilenos, jamás igualada, en
la historia de la patria.

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Para las hordas invasoras el camino obligado hacia la
sierra era a través de San José de los Molinos-no había
otra alternativa-, un pacífico pueblo del Valle iqueño,
al borde del rio del mismo nombre, peldaño de una
alta montaña que denota cercanía a la cadena andina.
Nuestros enemigos no tenían otra disyuntiva, ni
contaban con la astucia y resistencia organizada de la
valerosa Catalina Buendía. Conocía el terreno como la
palma de su mano, por eso rengaba de valor a los
pocos hombres, ancianos, mujeres y niños que
quedaban en el pueblo, que henchidos de un
fervoroso sentido de patria, lograron constituir un
maltrecho ejército débilmente apertrechado, donde la
única fuerza que existía era una indeclinable fe en el
triunfo. Y posesionados del único baluarte disponible:
el cerro “Los Molinos” – desde donde se podía
dominarse la policromía de toda la campiña iqueña-,
aguardaban con energía y valor la aparición de la fuerte
gendarmería enemiga, que ya anunciaba a las puertas
del pueblo el correo secreto de los campesinos
iqueños.

Todos sus paisanos trabajaban infatigablemente día y


noche a las órdenes de Catalina Buendía de Pecho, sin
duda ni murmuraciones, la respetaban por ser una
mujer de contextura alta, musculosa, aceitunada e
imponente. Una recia morena, más hecha para las

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acciones varoniles y rudas que para las femeninas y
domésticas. Descalza, sudorosa, con el pecho casi
descubierto corría de un lugar a otro inyectando valor
e instruyendo manejo de armas, comprobando,
ayudando a esa gran tarea de defensa bélica, que tenía
absorbido a su pueblo. Los hombres construían
fortines, abrían zanjas, improvisaban catapultas y se
distribuían puestos de combate. Las mujeres cargaban
palos, herramientas, arena para la ruma de costales de
la línea principal de resistencia, y los niños llevaban en
las limetas de vientre ancho y cuello corto la
refrescante “chicha de jora” que calmaría la
abrazadora sed del mediodía.

En efecto, todo era un loquerío de ansiedad y angustia


en el pecho de los molinenses. Parapetados,
dispuestos a escribir una nueva y gloriosa historia de
sangre, como se había escrito en el Morro de Arica,
defendiendo la patria herida, mutilada e invadida. Es
así, el 20 de noviembre de 1883 antes que el sol
coronase el cenit, las tremendas nubes de una
inigualable polvareda nunca antes vista y el toque de
guerra de una corneta precedieron la irrupción del
ejercito rojiazul de los sureños. Su caballería venía a la
vanguardia haciendo cabriolear sus briosos caballos,
mientras la infantería y la artillería ligera seguían su
camino en ordenada marcha. Solo la presencia de tan

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bien equipado destacamento – y esto lo sabían los
propios chilenos - servía para atemorizar cualquier
intento de rechazo u oposición del pueblo – menos a
este pequeño contrafuerte, que servía de vigía y
cuidaba el acceso al pueblo -, los invasores se ufanaban
de su impresionismo militar, del poderío arrollador.
Por ende, siempre arrollaban y forzaban a los
campesinos del lugar a la entrega de la Plaza de Armas
o a ser acribillados.

Cuál no sería la sorpresa para el enemigo cuando, al


penetrar a Los Molinos, los recibió una impresionante
lluvia de piedras provenientes del cerro, una descarga
brusca de la escopetería y el tumultuoso empuje de
una masa afiebrada, descontroló por completo a la
caballería que se desbocó furiosa tumbando a sus
jinetes, pisoteándolos varias veces e impidiendo que
los infantes y artilleros pudiesen emplazarse
convenientemente. Sobre este caos se abalanzó los
combatientes iqueños en un ataque suicida, rematando
a machete, cuchillo, palo y un cuerpo a cuerpo a los
invasores. Se produjo innumerables bajas que los
obligó a retroceder, para volver con más fuerza al
ataque. Cuando esto acontecía, Catalina Buendía que
como leona luchaba contra el enemigo, tomó la
bandera peruana y trepando hasta la cima del

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promontorio y ante el júbilo del pueblo grito: ¡NO
PASARAN! ¡VIVA EL PERÚ!

Después de este valeroso episodio de patriotismo


demostrado por la resistencia, la historia reseña de una
vil traición que estos sufrieron por parte de un avaro
poblador del lugar de ascendencia china de nombre
Chang Joo, quien se vendió ante los chilenos
alcanzándoles subrepticiamente, y protegido por la
oscuridad de la noche información sobre la exacta
ubicación de los patriotas iqueños, la forma de llegar
hacia ellos por la retaguardia y por sorpresa. Hecho
que se consumó, causando una sangrienta y dolorosa
derrota para los nuestros a pesar del valor demostrado,
al verse ya perdidos apareció nítidamente la figura de
Catalina Buendía tratando de evitar una mayor
hecatombe, salió adelante, portando una bandera
blanca que resaltaba en la mancha nocturna, gritó:
¡PAZ! ¡QUEREMOS PAZ HONROSA! ¡NO MÁS
SANGRE!

Entre la polvareda y las balas, se vio descender del


altozano a una robusta figura enfaldada portando la
bandera neutral, que poco a poco fue identificándose
mejor. Era de una mujer, la de Catalina Buendía,
llegaba con el traje rasgado, los senos descubiertos y

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zangoloteantes, el rostro surcado de heridas y sudor.
Ante la expectación de ambos bandos, que habían
detenido ya el combate, llegó hasta el pie del monte y
dirigiéndose al que supuso ser el jefe de la tropa
enemiga, habló en tono claro y sentencioso: “Señor,
mi pueblo ha comprendido que seguir resistiendo a
vuestras armas es sacrificio inútil. Y aunque no teme a
dicho sacrificio quiere pedirle una paz honrosa en que
les asegure respeto a sus gentes. Así guardaremos con
honor nuestras vidas y vosotros evitareis algunas
perdidas. No olvides señor, que no hay enemigo
chico”.

De inmediato el jefe de las tropas chilenas, contesto


“Sabia es mujer la decisión de tu pueblo, y aunque
vuestra situación de vencidos no da derecho a
condiciones, te probaré cuan nobles somos como
vencedores. Di a tu pueblo que baje del Cerrillo en
paz, que sus derechos les serán respetados”. A una
señal de Catalina Buendía, confiados comenzaron a
bajar de la cumbre todo ese castigado conjunto de
valientes hombres, con las armas en alto y los cuerpos
heridos, fueron congregándose a unos metros de la
espalda de su emisario y frente al estado mayor del
destacamento enemigo, depositaron sus armas en el
suelo en prueba de sumisión. Cuando el último de
ellos había dejado caer la suya, la voz del jefe chileno

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resonó dirigiéndose a sus hombre: “Chilenos, la fuerza
es el derecho de los pueblos: la muerte, a lo que los
pueblos débiles tienen derecho. Enseñad a esta gente
como debieron conquistar el suyo”.

Apagada apenas su palabra, una ráfaga de metralleta


barrio con los exhaustos cuerpos de los combatientes,
que inermes ya, nada pudieron hacer por repeler el
fuego. Concluido el ataque a mansalva, el comandante
chileno volvió a dirigirse a la enviada diciéndole:” Solo
los emisarios de paz, tienen derecho a que se les
respete la vida. Di si volvéis a tu cerro o te rendís
incondicionalmente”. Catalina Buendía, disimulando
el dolor que le había producido la asquerosa felonía,
bajó los ojos aparentando acatamiento y
resignadamente, contestó: “Señor, tu poder es grande
y cierto, error de vuestro pueblo fue osar desafiarte.
Reconocemos tu superioridad, tu valor y el valor de tu
gente. Ello nos obliga a rendirte tributo y quiero que
me permitas ofrecerte el mío”. El chileno contesto:”
Habla, pero no olvides que una traición te costará la
vida”.

Catalina Buendía: “Señor, ya te dije que tu poder me


ha conmovido hondo, lo único que quiero es ofrecerte
la “chicha de la victoria”, que preparé para mis

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hombres pensando en el triunfo. Pero el triunfo es
vuestro, es de vuestra grandeza. Beba pues señor,
nuestro humilde tributo, que bien te corresponde”. Y
cogiendo entre sus manos una gorda limeta con la
sagrada “chicha de jora”, Catalina avanzó hasta el
adalid chileno y postrándose casi se la ofreció
reverente. Este con astucia y la desconfianza que los
rendidos elogios de la mujer no había podido del todo
borrar, pero comprometido al mismo tiempo con ellos
y con los ojos de sus hombres que le acechaban, dijo,
temiendo que la bebida estuviese envenenada:” Te
agradezco el presente hermosa mujer, pero ya que me
lo ofrecéis deseo compartirlo contigo. Tu bebe primer
la “Chicha de jora”, para acompañarte luego de tu
generoso brindis”.

Imperturbable y serena Catalina Buendía, cogió la


“chicha de jora” - en verdad envenenada con las
semillas de la fruta piñón, para diezmar al enemigo –
y diciendo:” Con voz señor, por vuestra gloria”, la
apuró tranquilamente y secando el pico del objeto con
sus manos la extendió al soldado. Convencido este de
que la chicha, a juzgar por la prueba, era buena, bebió
también el fresco líquido y pasó el recipiente a otro de
sus hombres. Y cuando ya habían bebido muchos, uno
de ellos señalando a su jefe alarmó: ¡El mayor se
desploma! ¿Qué pasa? ¡Maldición! clamo otro ¡La

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chicha está envenenada! Y mientras otros acudían a
auxiliar a su jefe, ya otros se doblegaban preso de
convulsiones, sonó una bala potente, certera, siniestra
y Catalina Buendía que había resistido hasta ese
instante de pie la cicuta mortal, rodo ensangrentada en
el pedregoso suelo del lugar. Todavía, envenenada y
baleada, de los labios morenos y empolvados podía
escucharse entre cuajarones de sangre una frase hecha
credo que decía ¡NO PASARAN! ¡NO PASARAN!
Su hazaña es incomparable, digna de la mujer negra,
Catalina Buendía de Pecho no claudicó de sus
rebeldías ni depuso las armas ante el vencedor. Hizo
algo más grandioso y más heroico: con el asta de
nuestra propia bandera se atravesó el corazón y murió
profiriendo palabras exaltadoras para nuestra patria y
el pueblo iqueño ¡VIVA EL PERÚ!

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LEYENDA DE OROVILCA

"Cuenta la tradición que un apuesto y gallardo


príncipe cabalgaba un hermoso corcel, llegó a estos
lares. Relicario, hija única de Remedios Quillama,
famosa bruja que poseía un grandioso poder
mágico, quedó prendada de él al verlo pasar frente a
su puerta. Este, a su vez, ante la extraordinaria
belleza de Relicario quedó fascinado y con una
cortesana hidalguía se hizo presente a la linda hija de
la mentada bruja. Breve fue la entrevista, pues,
Remedios pronto estaría en casa y entonces todo sería
tinieblas. Después de este promisorio encuentro,
contando segundos que le parecían siglos, pasó el
príncipe tres días sin ver a Relicario. Remedios
sabedora de la presencia de éste en la Comarca,
trató de ocultar a su hija del extraño caballero; no
quería contacto alguno con gente ajena; su celo por
la fantasía de su estirpe hechicera y el tesoro que
en su hija poseía, eran para Remedios el
maravilloso mundo en el que se desenvolvía su
vida y esto no lo cambiaría por todos los reinos
y riquezas del universo. Mas el príncipe decidido a
hacer de Relicario la reina de su corazón y sus
dominios, dio albedrío a su mente enamorada
surgiendo en ella la idea del rapto y fue así como una
noche de luna nueva, mientras Remedios celebraba

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una sesión de brujería con sus congéneres en la
Pampa de los Vergetes, el príncipe penetró al sitio
donde estaba oculta Relicario; ésta al verlo lanzó
un grito de espanto, sabía que si su madre los
sorprendía el castigo sería feroz, pero el príncipe
ágil como un rayo, echó los brazos al cuello de
Relicario embriagándola con una tierna caricia,
rindiéndola a su cariño, sin un instante que
perder, la tomó en sus brazos y sacándola del
lugar que la aguardaba, protegidos por las , sombras
que las palmeras y huarangos proyectaban en la
noche, emprendieron veloz huida sobre un
hermosísimo caballo blanco. Con el cómplice fulgor
de la luna, henchidos sus corazones de goce, dando
alas a su aventura volaban sobre las grises arenas de
la Pampa de la Ruega, cuando de repente
quedaron convertidos, él en el Cerro y ella en la
Laguna Orovilca Fue Remedios que, montada en su
escoba dio pronto alcance a los fugitivos, la que
golpeándolos con su vara mágica cortóles la huida
dando con esto origen a la fantasía del legendario
encanto de Orovilca. Dice la gente del lugar, que
en las noches de luna llena, en romántico
coloquio sobre las tersas aguas de la laguna, dos
blancos cisnes plenos de imperial sutileza aparecen
dando muestra del más puro y casto amor.

22
Cuentan también que en las noches estrelladas la
sombra de Remedios Quillama montada siempre en
su negra escoba, se ve cruzar por el cielo de la
pampa y de los umbrosos totorales" ...

23
HISTORIA DEL CRISTO CRUCIFICADO
O SEÑOR DE LUREN DE ICA

Hasta ahora no se ha
podido llegar a un
esclarecimiento acerca de la
historia de la milagrosa
imagen del Señor de
Luren de
Ica,
existiendo
tres versiones
diferentes:
El vocablo
LUREN, viene de la voz
quechua HUREN IKA que
quiere decir Parte baja de
Ica.

Por la Capitulación de Toledo, Pizarra confirió las


Encomiendas de HUREN IKA al Capitán de la Isla
del Gallo, Caballero de la Espuela Dorada, Don
Nicolás de Rivera, "El Viejo", quien junto con Pedro
la Gasea y un grupo de misioneros se interesaron en

24
catequizar a los naturales de este lugar. Rivera, el
Viejo, mandó construir una ermita con su altar y su
respectivo Crucificado de madera. Se dice que este
bravo Capitán "con sus propias manos" terminó la
construcción de la Ermita el 13 de mayo de 1556,
antes de fundar la Villa de Valverde. En 1559, se
transformó en la primera Parroquia de HUREN-
IKA.

VERSIÓN RECOGIDA. POR REMIGIO CUBA


CALDERÓN

"En una reunión habida en Lima entre Padres


Franciscanos, llegaron a un acuerdo para mandar
confeccionar varias imágenes en España.
Según la tradición, las imágenes solicitadas, fueron
embarcadas con dirección al Perú, pero por causas
desconocidas se desató una fuerte tormenta que
puso en peligro la embarcación y su tripulación.
Ante esta situación;' el capitán mandó arrojar todos
los bultos pesados al mar en un afán desesperado de
mantener a flote la nave.
La tormenta que se había presentado en Alta Mar
preñada de truenos y relámpagos, se calmó
lentamente como por designio de Dios, volviendo el
sol a irradiar sus potentes rayos en el horizonte.
25
Después de lo acontecido, surgen de las agitadas
aguas varios bultos cerca a nuestras costas, siendo
llevados posteriormente por los pescadores a la
Aduana del Callao, llegándose a constatar que en
estos bultos se encontraban las imágenes solicitadas
por los Padres Franciscanos, En 1570, el Padre
Fray Francisco de Madrigal, fue a indagar por las
imágenes a la Capital con la intención de llevárselas
a Ica; a pesar del alto precio que le pidieron, compró
una y regresó, pero antes mandó embarcar la imagen
del Callao con dirección 'al Puerto de Pisco; en
este lugar contrató a un arriero a fin de transportar
a lomo de mula la sagrada imagen con destino a la
ciudad deseada, En el trayecto, la bestia desapareció,
siendo vista después por unos cazadores cerca de la
Villa de Valverde; al acercarse éstos, comprobaron
que el bulto que traía la mula, contenía una hermosa
imagen, siendo comunicado inmediatamente a las
Autoridades; ante tan inusitado acontecimiento
quisieron llevar al animal al Convento de los Padres
Franciscanos con la intención de colocar la imagen
allí, pero la mula no quiso moverse del lugar.
Actualmente el Templo de Luren está construido en
ese mismo sitio.

26
El 23 de junio de 1918, se originó un pavoroso
incendio que destruyó casi por completo al Cristo
Crucificado.
El relato que hace Rolando Tello Pérez, es
semejante a éste.

VERSIÓN DEL HISTORIADOR IQUEÑO


ALBERTO
CASAVILCA CURACA

"Un caballero inglés, fervoroso católico, ocultó la


imagen del Crucificado para salvarla de la
destrucción en tiempos de la Reforma de Martín
Lutero en Inglaterra (1517-1560), o tal vez de la
persecución desatada en Alemania por Enrique VII
(1533-1560), y se la entregó a un hidalgo español
para que la trajera a América",
"Este resolvió traerla a Lima y se embarcó con la
imagen en una noche oscura de mayo, rumbo al
Nuevo Mundo".
"Pero una fuerte tormenta interrumpió el viaje frente
al puerto del Callao y el barco al perder el control de
su timonel, llegó frente a las costas de Ica y la
imagen, equivocadamente fue desembarcada e

27
inmediatamente puesta a lomo de mula con
dirección a Lima".
"Por capricho del destino, la mula se perdió sin que
se diera cuenta el arriero y fue a parar al lugar de
HURIN-IKA, en donde la mula no quiso moverse
para ningún lado".
"Así estuvo mucho tiempo con su carga sobre el lomo
y sin que al parecer le molestara en absoluto el peso
del Crucificado".
"Finalmente fue visto por unos pobladores del lugar
y sin ningún contratiempo allí mismo le levantaron
una Capillita en donde comenzó la explosiva
devoción de los lugareños".

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LEYENDA DE LA LAGUNA Y CERRO
DE SARAJA

ANONIMO
Cuéntase que en las afueras de la ciudad de lea
vivía un matrimonio. El esposo era un
comerciante, motivo por el cual se ausentaba de
su hogar por largo tiempo, y para que su esposa no
se quedara sola y triste en aquellas soledades de
ámbitos areniscos y montes agrestes; adquirió una
criada, era una niña de doce años. La señora era
mezquina, orgullosa y vivía en constantes sueños de
grandeza, pero como su situación económica no
le permitía lujos ni diversiones desahogaba su injusta
cólera en la pobre niña que tenía en calidad de
esclava, encomendándole las más pesadas tareas, y
la obligaba a buscar leña para avivar el fuego del
fogón.

29
Sucedió que la niña se internó mucho en los
montes buscando leña, y, a lo lejos divisó un
imponente y hermoso cerro de tibias arenas . La
niña no esperó más y largó la carrera llegando hasta
la cima. Al llegar a la cumbre se quedó asombrada,
pues, en la falda del cerro, se destacaba una
brillante y esplendorosa laguna, rodeada de totorales
y miles de patos silvestres jugaban en ella y aún
más en las aguas de reflejos verdes y azulinos, cual
reflejos de esmeraldas y diamantes, se bañaba una
mujer de tez blanca, desnudos hombros y larga
cabellera dorada. ¡Era el encanto de la laguna! La
niña intentó huir, pero la dama le hizo un gesto para
que se acercara y ésta bajo el influjo de un hechizo,
llegó hasta donde estaba la hermosa mujer .La
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acarició el rostro preguntándole cómo es que se
hallaba allí. ¡De dónde era la niña! Al encontrar
consuelo y ternura, le contó su historia. La dama le
dijo que le iba a proteger, y que ya no sufriría más, y
le regaló muchas piedras doradas. Al caer la tarde
cuando los rayos del sol morían en el horizonte,
regresó la niña a su casa, la señora le riñó y castigó,
ordenándole que se fuera a dormir y así lo hizo la
niña; en un rincón oscuro de la casa, guardó sus
piedras que le había dado la enigmática señora y Al
amanecer del otro día, avanzaban ya las, horas de la
mañana, se extrañó la señora de no encontrar
levantada a su sirvienta, se dirigió a su cuarto, pero
al abrir la puerta un rayo luminoso la cegó por un
momento y su asombro es mayor al que ver que era
oro, la codicia se apoderó de ella, despierta a la
niña obligándola a decir, de dónde había sacado
esas piedras, la niña asustada le narra que una
señorita muy buena le había regalado esos carbones.
Desde aquel día la despótica mujer, le hace toda
clase de atenciones a la sirvienta, la envía de nuevo
a la laguna con presentes para la dama. Al llegar al
sitio de la cita, escucha la bella mujer el relato que
le hace la niña, luego le dice que invite a su
dueña para que venga esa misma noche de luna;
pero le indica a la pequeña que no entre. Esa
noche de luna clara la pampa de Saraja presagia una
pesadez mortal, la noche es densa y larga y por el
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camino blando y alumbrado por las estrellas, avanza
la patrona con su esposo, y muchas mulas para traer
el oro . Por delante va la niña de guía, suben los
médanos y montes y llegan al lugar donde les espera
una hermosa mujer con una sonrisa en los labios,
extiende su mano, abre una puerta en el cerro y los
invita a pasar a su palacio, estos obedecen, pero la
niña se detiene, al recordar las palabras de la mujer
y en aquel preciso instante un fuerte ruido remueve
al cerro,,!'." cerrándole la puerta de golpe,
quedándose encerrados para siempre estos
codiciosos seres encantados para toda la eternidad,
pero no termina allí la historia, pues, por la boca de
los ancianos de aquel lugar, se cuenta que varias
personas han sido encantadas por el cerro, atraídas
por las ansias del oro, y hasta nuestros días los
que habitan por esos lugares o han pasado por allí
afirman haber visto, que la puerta del cerro se abre
a las doce de la noche en tiempo de luna llena".

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LAS BRUJAS DE CACHICHE

Cuenta la leyenda, que Las Brujas de Cachiche en Ica


(Perú), son originarias del pueblo Cachiche, y que
desde épocas antiguas, este fue un lugar sinónimo
de brujería para los Peruanos.

Cachiche parecía un pueblo de brujas, ya que


albergaba muchas mujeres que según los Iqueños,
poseían poderes sobrenaturales y que eran utilizados
para sacar los males del cuerpo, y preparar brebajes
que garantizaban el amor de la pareja, y demás cosas.

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Una de las brujas más famosas Cachiche es Julia
Hernández Pecho, Viuda de Díaz. Según cuentan, ella
murió a los 106 años de edad luego de una aventurada
vida llena de brujerías y hechizos buenos (aquellos que
curan o los que reconcilian corazones). Esta bruja no
hacía daños, y según los que la conocían, no practicaba
el mal.

Aquellos que regresan a Cachiche, y contemplan


fijamente a los ojos de la estatua, las historiadoras
cuentan con espanto y horror la apocalíptica y certera
profecía de la palmera de las siete cabezas, y según
cuenta la leyenda, la bruja predijo que Ica se hundirá
cuando rejuvenezca la séptima cabeza de la
palmera que se encuentra en la laguna seca. Esta
profecía se hizo realidad, ya que Ica quedó bajo las
aguas en enero de 1998. El río se desbordo y miles de
personas resultaron damnificadas. La gente asegura
que ese año no se cortó ni se quemó la séptima cabeza
de la palmera, desde esa fecha no han dejado de
hacerlo.

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