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El Cotidiano

ISSN: 0186-1840
cotid@correo.azc.uam.mx
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad
Azcapotzalco
México

Pérez Zavala, Carlos


La muerte de las culturas locales y el renacimiento de las culturas políticas
El Cotidiano, vol. 20, núm. 127, septiembre-octubre, 2004, pp. 40-45
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32512706

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La muerte de las culturas locales
y el renacimiento de las culturas
políticas
Carlos Pérez Zavala*

Hoy podemos decir que la cultura mexicana, al igual que muchas culturas
indígenas, también está en riesgo de desaparecer. Las amenazas no son recientes,
aunque en los tiempos actuales se agudizan inexorablemente producto de las
enormes influencias externas provocadas por la globalización y por los repetidos
esfuerzos de las clases dirigentes por borrar cualquier rasgo que interfiera en la
inserción de nuestra economía en el escenario mundial. Lo que está en juego
es la pérdida de valores culturales, sociales, que propician el desvanecimiento
de tradiciones, costumbres y actitudes culturales. Dimensiones que expresan la
naturaleza de una historia nacional y que han sido sustento de la soberanía e
identidad nacional, pero que, día a día, son oscurecidas por los intereses del
capitalismo neoliberal y por los patrones culturales de las potencias económicas
en esta llamada era de globalización.

P
última instancia, un hecho que presagia a la conciencia mundial. La rebelión de
la muerte de las culturas locales. los indígenas de Chiapas marca una
ara hablar de la muerte en nues- Con todo, creo que es oportuno nueva etapa que nos muestra las po-
tras culturas creo que, ante todo, es señalar que, a pesar de que hemos sibilidades de los sectores marginales
importante tener un punto de partida sigo testigos de la desaparición de de una sociedad para hacer públicas
que pueda ayudarnos a transitar sobre muchas lenguas y culturas indígenas, no sólo sus demandas sino, también,
este tema sin temor de perdernos en no estamos frente a un hecho consu- un proyecto construido desde abajo:
generalidades o lugares comunes. El mado.Afortunadamente, sobreviven véase, por ejemplo, el impacto global
propósito de este trabajo consiste en aún algunas de las culturas, lenguas que han tenido los Acuerdos de San
reflexionar en torno de la muerte o y tradiciones indígenas en muchas Andrés1. Este acontecimiento también
desaparición de las culturas indígenas comunidades, grupos y etnias dentro nos alerta sobre las amplias posibilida-
en el territorio nacional mexicano. de nuestro territorio nacional. des para que otros grupos rurales o
Aunque éste tema ha sido ampliamente El ejemplo más reciente de la vigen- urbanos de la sociedad civil mexicana
estudiado por historiadores y antropó- cia de las culturas indígenas lo tenemos, pueden convertirse en interlocutores
logos creo que hace falta insistir en sin lugar a duda, en la emergencia de dentro de la discusión sobre la manera
un aspecto central que se refiere a los movimientos de resistencia origi- en que se incorpora la sociedad mexi-
que la desaparición de cosmovisiones nados por el EZLN en Chiapas desde
originadas en nuestro territorio es, en inicios del año de 1994.
1
Véase Luis Hernández Navarro y Ramón
En este caso, hay que señalar la
Vera Herrera (comp.),Acuerdos de San Andrés,
* Profesor-Investigador, UAM-Xochimilco. manera en que el EZLN ha impactado Ediciones Era, México, 1998.

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cana a los procesos de globalización. las enormes influencias externas provocadas por la globali-
Por ello, aunque hemos de llevar la discusión a lo zación y por los repetidos esfuerzos de las clases dirigentes
que hemos perdido con la muerte de algunas de nuestras por borrar cualquier rasgo que interfiera en la inserción de
culturas en México, también tendremos que hablar de lo nuestra economía en el escenario mundial.
que sobrevive en ellas y con ellas. Más aun, tenemos que Lo que está en juego es la pérdida de valores culturales,
mencionar lo que todos hemos heredado de las culturas sociales, que propician el desvanecimiento de tradiciones,
mesoamericanas y que está presente en nuestra lengua, costumbres y actitudes culturales. Dimensiones que expre-
costumbres, valores y tradiciones. Parece que el tema de san la naturaleza de una historia nacional y que han sido
la muerte siempre esta relacionado con su opuesto, es sustento de la soberanía e identidad nacional, pero que,
decir, con la experiencia de la vida, tal vez es importante día a día, son oscurecidas por los intereses del capitalismo
tener en cuenta esta premisa a la hora de hablar de nues- neoliberal y por los patrones culturales de las potencias
tras culturas. económicas en esta llamada era de globalización.
Frecuentemente, escuchamos alarmantes referencias a Los gobiernos mexicanos, tanto el actual como los
la desaparición de grupos étnicos en México. Prácticamen- anteriores, no han querido enfrentar este problema. A
te, de los 52 grupos étnicos que existían en México hasta pesar de que, en las políticas de los gobiernos priístas,
hace algunas décadas, hoy tenemos un balance francamente había algunas referencias a lo que entonces era llamado
negativo. Muchos etnias han desaparecido y, con ellas, sus “el problema indígena”, nunca fueron más allá de buenas
culturas, sus lenguas y cosmovisiones. intenciones y, en la práctica, se trató de mantener segregada
En estricto sentido, tendríamos que fechar los intentos a la población nacional con estas características. De esta
de desaparición de las culturas locales desde el momento manera, las culturas indígenas fueron colocadas en lustrosas
en que los conquistadores, al desterrar a los dioses pre- vitrinas como piezas históricas del nacionalismo mexicano
hispánicos, trataron de destruir las costumbres, valores y que había que conservar, así como se conservan los ídolos,
tradiciones de los antiguos mexicanos. Este podría conside- las piedras, vasijas y los huesos en el Museo Nacional de
rarse el primer atentado en contra de las culturas locales Antropología. Por ello, podemos afirmar que no ha existido
en el nuevo mundo y, desde entonces, todos los habitantes voluntad política por parte del Estado para reconocer ca-
de este territorio nos convertimos en una cultura de so- balmente a los diez millones de indígenas como ciudadanos
brevivientes. mexicanos. No se ha planteado seriamente el asunto de los
Sin embargo, una vez asimilada esta colonización y derechos y la cultura indígena y tampoco se han respeta-
sus consecuencias irreversibles, aprendimos una nueva do las tradiciones, valores, usos y costumbres, formas de
lengua y adoptamos una nueva identidad. El rostro de la autogobierno o autogestión de los pueblos indígenas o de
cultura mexicana que conocemos hasta nuestros días se tradición indígena. El ejemplo más reciente que da sustento
erige a partir del sincretismo cultural, que responde tanto a esta afirmación lo tenemos en la aprobación, por parte de
a la herencia de los preceptos de las religiosidad católica los legisladores de los partidos políticos más importantes,
como a los núcleos culturales que sobreviven de nuestras de una ley de derechos indígenas que no sólo margina y
culturas autóctonas. Es decir, este sincretismo nos dice soslaya las peticiones de los pueblos y poblaciones indígenas
que somos una tercera cultura que no es la española pero de México, sino que va en sentido contrario a lo pactado en
tampoco es la indígena. Esta premisa, grabada en una loza los Acuerdos de San Andrés Sacamanchen de 1997.
en las inmediaciones del templo mayor, marca un cierto Desde una perspectiva crítica, tenemos que decir que
punto de partida y tal vez se podría considerar la segunda el resultado de estas acciones u omisiones señala no sólo
génesis de la cultura nacional. Sin proponerme enunciar un desconocimiento de los pueblos indígenas, sino que tam-
una posible definición de lo que sería esta cultura nacional bién muestra un menosprecio a la propia cultura nacional.
así como tampoco entrar al espinoso tema de la identidad Vemos aplazarse irremediablemente las condiciones para
de los mexicanos, creo podemos tomar esta convención proyectar una idea de nación y de sociedad incluyente y
como un referente necasrio. democrática.
Hoy podemos decir que la cultura mexicana, al igual En la prisa por parecernos a las sociedades de los
que muchas culturas indígenas, también está en riesgo de países desarrollados o hegemónicos, nuestros gobernantes,
desaparecer. Las amenazas no son recientes, aunque en los imbuidos por un ímpetu modernizador, se olvidan de lo
tiempos actuales se agudizan inexorablemente producto de que está en juego: dejar a su suerte a los grupos sociales

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que todavía imaginan una sociedad que los considere como podemos encontrar en la vida cotidiana de sus habitantes.
ciudadanos mayores de edad. Es desde allí que observamos la cultura política como algo
Pero ¿cuáles son los indicadores de que este proceso inseparable de la cultura comunitaria.
de disolución está en curso? Al mismo tiempo, es indispensable plantear las con-
Llama poderosamente mi atención la paulatina pérdida diciones de posibilidad para estudiar los efectos de las
del sentido de la comunidad, de los lazos que establece una culturas políticas locales en los procesos de globalización.
organización social sustentada en una organización social Es común encontrar estudios que hablan de los efectos de
pensada para la gente y por la gente. Aquí podemos cons- la globalización sobre las condiciones económicas, políticas,
tatar el hecho de cómo, bajo la premisa del individualismo y sociales y culturales de naciones, comunidades y grupos
del beneficio personal, las sociedades modernas y entre ellas étnicos, pero pocas veces se estudia este proceso a la in-
la nuestra, han ido dejando atrás los lazos de solidaridad versa2. Es decir, es difícil encontrar estudios que den cuenta
social. Ésta es el apercibimiento de una verdadera desapa- de la manera en que las poblaciones marginadas inscriben
rición de las culturales nacionales, aquélla que nos expulsa su cultura política a nivel nacional y mundial.
de nuestro territorio y de nuestros asideros culturales. Una Pero, ¿en que consisten estos rasgos de las culturas
muerte disfrazada de modernidad y de cosmopolitismo, una locales o de las culturas indígenas que se están perdiendo?
muerte que trata de borrar los orígenes y homologar los Una de las primeras observaciones que tenemos que ha-
patrones culturales bajo la promesa de que, al menos unos cer se refiere a disolución de las distintas cosmovisiones
cuantos, podrán vivir en el mejor de los mundos posibles. implícitas en ellas. La amenaza del olvido es una de las más
Afortunadamente, al menos hasta ahora, este proceso difíciles de percibir pero, al mismo tiempo una de las más
no ha podido desaparecer las múltiples culturas que aún graves.
sobreviven y tampoco ha borrado los rasgos que todavía Una de las cosas que llaman constantemente nuestra
caracterizan a muchas de nuestras culturas autóctonas. atención se refiere precisamente a la capacidad de creación
Por ello, quiero insistir sobre la vigencia de la comuni- y reproducción cultural de los pueblos indígenas. Para ellos,
dad. Es importante que, a la luz de lo que está sucediendo la pérdida de la memoria colectiva va acompañada de la
en nuestro país –sobre todo en los escenarios rurales, en desaparición de las costumbres, lenguas, valores e historia.
donde observamos el retorno de formas de reagrupación Eso nos lleva, irremediablemente, a plantear la importancia
de los ciudadanos que recurren a comportamientos que de la memoria colectiva como depositaria de una cierta
rescatan el sentido de la organización social comunitaria–, esperanza. La memoria colectiva, que anida la esperanza
podamos tomar conciencia de los peligros que acechan la de que siempre queda el recuerdo en los que sobreviven
vigencia de nuestras raíces culturales. y recrean la cultura en su devenir. La memoria colectiva no
Todos sabemos que, en pueblos pequeños que con- sólo conmemora, sino que también restituye y reconstruye
servan y cultivan una cierta homogeneidad cultural, es muy lo perdido.
común encontrar que la participación social está pautada Y siguiendo a Henry Desroche3, tendríamos que afirmar
por la noción de pertenencia. Observamos también que los con él que
vínculos y relaciones sociales que alimentan y perpetúan a
la comunidad están fuertemente enraizados en relaciones La conciencia colectiva es de tal naturaleza que no deja
vecinales, de parentesco y compadrazgo. Más aun, la fuerza ninguna esperanza sin viático: los ideales pronto se mar-
y vigencia de éstas, en muchas ocasiones, se sustenta en chitarían si periódicamente no se vivificasen. Para ello
la puesta en escena de una serie de actividades y rituales sirven las fiestas. Las fiestas religiosas o laicas, dramáticas,
comunitarios que garantizan la existencia de una vida artísticas se sitúan no sólo en el sistema de ideas sino en
colectiva. un sistema de fuerzas que activan o reactivan, suscitan o
Esto representa una característica muy importante restauran; hacen más que conmemorar, celebran, y estas
que nos permite pensar en la necesidad de estudiar la co-
munidad en sus expresiones colectivas desde los ámbitos
microsociales que le dan sustento. Es decir, creo que es 2
Véase Carol Smith, “Local history in Global context: Social and
necesario entender las formas de organización social de los Economic Transitions in Western Guatemala”, en Comparative Studies in
Society, 2nd History, 1984,Vol. 26 (1).
grupos domésticos, de las relaciones de los habitantes en los 3
Henry Desroche, Sociología de la esperanza. Ed. Herder, Barcelona,
barrios y de los patrones de relación colectiva que todavía 1976.

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celebraciones son un alimento, una plenitud que colma diferentes modos de enfrentar la pérdida, el duelo y las
el hueco de una esperanza que se vacía. maneras de entender los procesos relacionados con la
muerte como diferencias culturales. Sin embargo, si asumi-
Esto nos remite inevitablemente a lo que señala Mary mos que los pueblos indígenas no conciben al sujeto como
Douglas4 con relación a las sociedades “ritualizadas” en actor central en la trama de la vida, por lo tanto tenemos
contraste con las “argumentativas”. que suponer que la muerte de una persona siempre se vive
Para ella, las primeras se caracterizan por ser espacios desde un marco colectivo. Se hacen rituales y ceremonias
en donde la colectividad es indisoluble y el principal sujeto para fortalecer los vínculos de los sobrevivientes, y en este
de análisis y el origen para explicar los procesos de solidari- sentido lo que importa como objetivo es que la cultura sea
dad, cohesión y organización social. Este tipo de sociedades la que prevalezca.
nos remiten, generalmente, a organizaciones sociales que Por lo mismo, cuando asistimos a los rituales funera-
mantienen fuertes lazos a partir de la puesta en escena de rios en las sociedades modernas, occidentales y urbanas,
un cierto número de rituales. los duelos y los pesares siempre son de alguna manera
De la misma manera, tenemos que traer a la discusión una negación de la comunidad y un enaltecimiento de la
la propuesta de Miguel Alberto Bartolomé5 en cuanto persona que fallece. Una suma de soledades compartidas
que a la diferencia entre cosmovisiones centradas en el y tal vez solidarias pero que nunca se pueden considerar
sujeto, visto como un individuo aislado (gente de razón) como comunidades. Son rituales que señalan, en principio,
y cosmovisiones que aluden a la colectividad, en donde una contradicción aparentemente insalvable. Ésta se puede
el sujeto a considerar es siempre un colectivo (gente de ilustrar diciendo que, al atestiguar de esa manera individual
costumbres). y aislada la pérdida de una persona, al mismo tiempo se
Así, en relación, la muerte, las sociedades tradiciona- asiste al ritual de atestiguar la muerte de una cierta cultura
les o la gente de costumbres adopta actitudes claramente original.
opuestas a las que se esperan que adopten los sujetos Por ello, lejos de pensar que tengamos que adoptar
de las sociedades modernas, argumentativas, o gente rituales ajenos como una forma de simular un imaginario
de razón. colectivo que no corresponde con las redes sociales que
En este sentido, la experiencia de la muerte de una sustentan una colectividad, en los hechos sí es importante
persona se vive de diferente manera.Ya se trate de la muerte reflexionar sobre qué tanto de nuestro comportamiento
de un ser querido, de un pariente o un amigo los rituales social está cada vez más regido por los supuestos de lo que
funerarios despliegan rasgos que nos muestran su cosmo- debe ser según un cierto de modelo de sociedad interio-
visión. La presencia de conductas colectivas enraizadas rizado como propio.
en la costumbre y la tradición, pero también en la actitud Esto, probablemente, nos haga reflexionar sobre la
ante el duelo, se manifiesta como una ceremonia festiva en posibilidad de la muerte de nuestra propia cultura y asumir
donde, por lo general, hay música, cohetes, comida y bebida que, a lo largo de las últimas décadas, hemos ido adoptando
y mucha solidaridad social. Los acompañantes seguramente patrones culturales centrados en el individualismo y en una
experimentan el dolor de haber perdido a su ser querido, ética que hace referencia a valores y comportamientos
e incluso lloran, rezan y se lamentan abiertamente de la personales. Así, casi sin darnos cuenta, el desvanecimiento
ocasión. Sin embargo, predomina en el acompañamiento a o desaparición de núcleos culturales que nos remiten a
los deudos lazos de solidaridad y se renuevan los vínculos nuestras raíces ya no forman parte de nuestros valores
comunitarios mediante la fiestas funerarias. Mueren Pedro, sociales y culturales.
Juan o Tomás, pero sobrevive a ellos toda una cultura que Pero ¿en donde debemos centrar nuestra atención para
los acompaña y los integra a un devenir o ciclo que sigue poder explicarnos estas diferentes maneras de enfrentar la
adelante. muerte entre distintas culturas?
Tal vez tendríamos que partir de considerar estos En palabras llanas, la muerte o la misma existencia
de la idea de la muerte nos coloca a todos los vivos en
una estadio de espera. Somos los moribundos en tránsito
4
Mary Douglas, Natural Symbols. Explorations in Cosmology, Penguin, porque sabemos que tarde o temprano también vamos a
Londres, 1990.
morir. Si asumimos la muerte como algo personal que sólo
5
Miguel Alberto Bartolomé, Gente de costumbre y gente de razón,
Siglo XXI, INI Editores, México, 1997. nos compete a nosotros seguramente experimentamos

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emociones diversas que aluden al temor, angustia, ansiedad, perder su esencia.
o tal vez indiferencia ante lo inexorable del evento. Por lo anterior, me parece que este pueblo representa
En cambio, cuando observamos las actitudes ante la un modelo o paradigma de lo que está sucediendo en Méxi-
muerte de las personas que pertenecen a grupos étnicos, co con las pequeñas comunidades rurales con importante
comunidades indígenas o colectivos, las emociones que población indígena, que poco a poco han ido cambiando su
se registran no son tan trágicas ni tan etnocéntricas fisonomía a partir de la integración a patrones culturales
como las nuestras. Tal vez esto sea así por la certeza y económicos dictados ya sea por la oleada moderniza-
de que siempre sobrevive la cultura que los vió nacer; dora del neoliberalismo salvaje, por la cercanía a centros
las costumbres y tradiciones culturales que los acom- urbanos o por la gran cantidad de avecindados que viven
pañaron durante toda su vida sobreviven a las muertes en los pueblos.
individuales. Los indicios para explicar esto último se dirigen, prin-
Hemos introducido el término cosmovisión para tratar cipalmente, hacia una revaloración del papel de las formas
de entender los mundos y referentes que pueblan a dife- de organización colectiva que, en este pueblo, siguen
rentes culturas que coexisten y conviven, en un momento siendo de gran importancia. Los vínculos que se renuevan
dado, en una misma sociedad. Así, a pesar de que todos periódicamente durante las fiestas, ceremonias y rituales
podemos decir que somos mexicanos, hay que aclarar que, comunitarios aglutinan a gran parte de los habitantes que
en nuestro país, se superponen y yuxtaponen culturas con dedican una buena parte de su tiempo a estas actividades
diferentes características. colectivas. La vida comunitaria es, así, fuente y punto de
En mi propia experiencia, y por el hecho de habitar en llegada de innumerables vínculos que se construyen desde
un pueblo que posee una fuerte tradición indígena, he podi- los niveles familiares hasta los propiamente comunitarios
do atestiguar la vigencia de herencias nahuas en el poblado pasando por las relaciones sociales que se sustentan en las
de Tepoztlán, Morelos. El sentido de la cultura local está celebraciones de los barrios.
inmerso en una enorme variedad de referentes culturales Así, esta reflexión está motivada por la necesidad
que hablan de un apego a una cierta versión de la historia. de entender la manera en que las fiestas, rituales y ce-
En ella encontramos leyendas, rituales y ceremonias que remonias colectivas están vinculadas con la historia y la
celebran la presencia de dioses locales, lugares sagrados, identidad cultural en esta comunidad. Pienso que éstas no
fiestas conmemorativas, patronales y relacionadas con los sólo se realizan ante la presencia de presiones externas,
ciclos agrícolas y de vida que una y otra vez reproducen sino que, aun en ausencia de éstas, juegan un papel esen-
una cultura local. Cada una de las actividades colectivas que cial en la vida del lugar y que, por ello, es posible que, en
reúnen a la comunidad simbolizan y refuerzan una cierta momentos coyunturales, se despliegue en toda su fuerza
identidad cultural. una respuesta colectiva. Por ello, he centrado mi atención
En este contexto, he podido observar cómo es que en tratar de entender cómo se construyen las culturas
se vive y se concibe la cuestión de la necesidad de recrear políticas locales y de qué manera se configuran los grupos
cotidianamente la cultura que los vió nacer y que, segura- de poder dentro de la comunidad. Creo que estos temas
mente, los verá morir. Es decir, los procesos de creación pueden ser hilos conductores que nos ayuden a entender
y reproducción cultural sustentan la existencia de una los procesos sociales que configuran a una comunidad
organización comunitaria que incorpora elementos como la de Tepoztlán.
de diversa índole para conformar una fuerte identidad Considero que todo esto es el sustento de una cultura
cultural sustentada en la cohesión y solidaridad de sus política local que ha sido construida al calor de varias luchas
habitantes y, al mismo tiempo, configura constantemente que el pueblo ha librado y ganado en contra de varios pro-
una cultura propia. yectos de modernización en sus tierras. Esto ha sido posible
Desde mi punto de vista, Tepoztlán es una comunidad a partir de la importancia que se le otorga a la tarea de la
que todavía expresa sus anhelos de autogestión y autono- reproducción cultural y al ejercicio de una cultura política
mía, rasgos que nos hablan de una fuerte identidad cultural. local que busca preservar los valores de la comunidad.
Por lo tanto, creo relevante rescatar en mi reflexión algunas Se observa, así, la emergencias de nuevas luchas,
características del lugar que lo han convertido en un ejem- movimientos de reivindicación y el resurgimiento de vie-
plo de comunidad resistencial que defiende sus tradiciones jas demandas en distintos espacios urbanos y rurales. Se
y recursos, aunque, al mismo tiempo, se transforma sin reviven redes de identidad y vínculos de solidaridad social

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que habían pasado desapercibidos. En este sentido, se tienen los trabajos académicos que realizamos sobre las
retoman conceptos aparentemente olvidados y se vuelven consecuencias que para los estados nación y las comuni-
a escuchar palabras que parecían en desuso. Por ejemplo: dades tienen los procesos de la globalización.Ya no sólo se
memoria histórica, cultura comunitaria, solidaridad étnica, trata de estar a favor o en contra de la naturaleza global
identidad cultural, cultura política comunitaria, tradición de los asuntos humanos, sino de rescatar las estrategias de
indígena, etc. lucha que permiten la sobrevivencia de las particularidades
Ésta es una de las razones por las cuales, en el México culturales.
de nuestros días, parece importante reflexionar sobre la Por ello, la discusión sobre los efectos de la globa-
vigencia de ciertos modelos de organización social que lización debe abordarse como una dimensión social y
aparentemente se habían desdibujado, tanto por los efectos cultural y no sólo como una cuestión económica para
de la asimilación a una cultura nacional o mundial, como por ser discutida exclusivamente por las élites políticas. La
las políticas neoliberales del gobierno actual que, con sus emergencia en los últimos años de organizaciones no gu-
acciones, muestra un profundo desprecio por las comunida- bernamentales, grupos étnicos en resistencia y colectivos
des indígenas, por los campesinos y las clases populares. en defensa de los derechos humanos, nos muestra que los
Por todo esto, resulta de lo más oportuno repensar procesos de internacionalización de la solidaridad social
las estrategias de sobrevivencia y las formas de organiza- no sólo son posibles, sino que se han convertido en una
ción que permiten la expresión colectiva de los grupos y factor imprescindible. A nivel internacional, tenemos los
comunidades en resistencia ante este proyecto de socie- movimientos de los altermundistas o “globalifóbicos” en
dad y la manera en que se relacionan con los procesos de Seattle, Porto Alegre y Cancún, quienes han mostrado la
resignificación de la identidad y con la revaloración de las impopularidad del modelo económico neoliberal y que con
culturas locales. sus acciones nos señalan que otro mundo es posible. En
Otro elemento de análisis para entender la vigencia de el ámbito nacional, hay también ejemplos de movimientos
la identidad cultural se encuentra precisamente en la noción de resistencia además del de Tepoztlán, tales como la lucha
de resistencia. Una visión crítica dirigida hacia los efectos de los ejidatarios de San Mateo Atenco, quienes lograron
devastadores del sistema mundial conlleva a pensar en la detener, por medio de movilizaciones sociales, la construc-
cultura en los términos en que Shalins6 se refiere a ella, es ción de un aeropuerto en sus tierras. Hemos atestiguado,
decir, como “el reclamo de reafirmar los modos propios en fecha reciente, la constitución de formas de gobierno
de existencia”. Esto, particularmente, se expresa cuando autonómicas en comunidades zapatistas en el Estado de
los pueblos o comunidades ven amenazada su cultura y Chiapas y en tierras morelenses hemos presenciado la
sus valores por la imposición forzada de proyectos de defensa de los habitantes del pueblo de Tlalnepantla, de sus
integración o modernización. En estos casos, la respuesta usos y costumbres en la designación de sus autoridades.
de los mismos muestra una densidad y complejidad que Finalmente, hay que señalar que, ante este panorama
facilita la observación de los recursos que utilizan para ex- de amenazas frecuentes en contra, de las culturas locales
presar la fuerza de su identidad como comunidad integrada. hay que reconocer y congratularse de que siguen vivas las
Este es, precisamente, el caso de Tepoztlán, cuya historia culturas indígenas y los actores sociales que propugnan
muestra una gran capacidad para enfrentarse a las impo- su preservación. Lejos de querer cerrar los ojos a las
siciones externas. Es también el caso de muchos pueblos nuevas condiciones que impone la globalización, estos
que, al ver amenazadas sus tierras y recursos, refuerzan sujetos sociales, constituidos por grupos, comunidades y
sus valores, identidades y culturas políticas para garantizar organizaciones autogestivas, están convencidos que otro
su existencia. mundo es posible y que en él las culturas locales deben
En suma, uno de los retos del presente se refiere a ser protagonistas.
la necesidad de reflexionar sobre las implicaciones que

6
Sahlins, M., “Goodbye to Triste troops: Ethnography in the context
of modern world history, en Assesing cultural anthropology”, Robert
Borofsky, ed. New York, McGraw-Hill.

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