1. Introducción:
Durante el rato largo de mi oración diaria, me preguntaba el otro día como poder descubrir las
realidades en las que vivimos, en medio de situaciones que no parecen tan sencillas de entender.
Y me refiero a un sin número de acontecimientos que vivo todos los días, como persona
consagrada. Realidades que van marcando con el crecer de los hechos con los que vivo mi
propia misión o vocación en este mundo, muchas veces descubierto sin sentido. Un mundo en
el que me ha tocado vivir, a finales de un siglo lleno de sin sentidos, pero con grandes avances
en la ciencia y en la técnica, y en los umbrales de un nuevo siglo y nuevo milenio, en el cual aún
hay un mundo de situaciones por realizar. Y me preguntaba, si sería posible comprender mi
propia vida, aun en medio de profundas contradicciones, por las que tengo que vivir día tras día.
Ser consagrado en este momento de la historia, es por cierto, una tarea que implica el descubrir
en cada momento mi ser y mi quehacer en el mundo. Por que para el sacerdote o los religiosos,
como me imagino, para el resto de las personas, es necesario aprender a vivirlo de manera
distinta a otras épocas. La historia, sabia tutora del conocimiento del hombre, me ha ayudado a
comprender lo que sería la forma de vida para un consagrado, a comienzos de la era cristiana,
en la época medieval, o en medio de los acontecimientos que marcaron el modernismo. Sin
olvidarnos de la presencia del consagrado dentro de los problemas que se vivieron durante la
revolución industrial o en las grandes guerras mundiales del siglo pasado.
O en un mundo marcado por la filosofía, o ciencia del conocimiento humano, desde una visión
Agustiniana o Tomista, que ayudan a los monasterios y seminarios a marcar el pensamiento de
los futuros sacerdotes y religiosos hasta llegar al pensamiento ético o estético del ministerios
sacerdotal en los ya superados años de la escolática. Solo me permito profundizar en la historia
de la filosofía, que me ha ayudado a llegar a mi forma de pensar en el momento actual,
basándome en un existencialismo que marcó la nueva visión del pensamiento cristiano, dando
como resultado la visión personalista y logoterapéutica que enmarca mi visión actual como
consagrado a principios del este nuevo siglo.
Teniendo en cuenta esta realidad en la que me desenvuelvo actualmente, descubro que el
hombre se encuentra presionado de la misma manera, por todo aquello que lo mueve al egoísmo
o al querer encontrar aquello que lo distrae de su crecimiento personal, de acuerdo a la propia
tarea que tengo que realizar en el mundo. Situaciones que me llevan, en muchas ocasiones a
vivir fuera de lo que en un principio era mi meta por alcanzar. Realidades que me han hecho
descubrir otros caminos, quizá no tan ortodoxos, para encontrarme conmigo mismo. El hombre
de hoy, como el de otras épocas, es un hombre en permanente búsqueda de sí mismo y del
mundo que le rodea, pero que en muchas ocasiones no ha podido encontrase con ese mundo,
y vive luchando contra él, en lugar de sentirse parte de él.
Es esta realidad en la que quiero reflexionar ahora. Reflexión que me ayudará a seguir buscando,
como hasta ahora, lo que quiero hacer de mí propia vida.
2. El Consagrado hoy:
Hablar del sacerdote o de los religiosos en un mundo tan problemático como en el que estamos
viviendo, puede ser una aventura difícil o un diálogo que me proporciona satisfacciones
personales, dado que puedo manifestar mi propia experiencia de vida. Pues la misma forma de
ser del consagrado, ha encontrado cambios fuertes en su misma realización. Y no puedo hablar
que vivo mi ser de consagrado hoy, que como se vivía en otras épocas. En otros momentos, el
sacerdote vivía con cierta categoría que lo colocaba como un ser diferente, siempre como el ser
apartado, o el que tenía cierto prestigio con relación a los demás. Hoy buscamos la manera de
ser uno igual que los demás, uno que lucha y se esfuerza por vivir su propia realidad, y que me
debe llevar a una realización plena como ser humano.
El consagrado hoy debe preguntarse por su ser personal y no por la manera de vivir de tal o cual
persona que vivió hace tiempo y que debe imitar por ser el fundador de tal o cual Instituto
Religioso. He aprendido a descubrir mi propia vocación, como el descubrirme a mí mismo y de
acuerdo a mi propia realidad, llegar a realizarme. Y en ese autoconocimiento, encontrar el sentido
de mi propia vida y no el de la vida de otros. Encontrar mi propia misión y no la misión de otros.
Recordando que nadie hará la tarea que me corresponde hacer, como tampoco yo haré la tarea
que a otros les corresponde hacer.
Hace algunos años, cuando entre al seminario, no se mencionaba otra cosa que buscar la
perfección a como diera lugar, aun cuando me daba cuenta de mi ser imperfecto. Mi sueño era
llegar a ser santo, a ser perfecto porque esa es la vocación que elegí. Hoy me doy cuenta de que
tengo la vocación de realizarme plenamente como ser humano, con todas mis realidades
personales, mis aciertos y mis errores, y no con la forma de ser o pensar de los demás. Soy
único e irrepetible, por lo que mi vida solo tendrá sentido cuando la viva a mi manera y con las
realidades que voy encontrando en mí mismo.
Hoy día descubro también la búsqueda de mi propia santidad, pero desde mi ser imperfecto, con
mis cualidades y defectos, con mis triunfos y fracasos, con los valores que tengo y vivo a cada
momento. Hoy me doy cuenta que incluso esos valores cambian con el tiempo. Lo que pensaba
en el tiempo de formación en el seminario, hoy es otra la forma de pensar. Esto me ha llevado a
darme cuenta que las cosas no son iguales que entonces, y no solo porque tengo otra edad y
otra manera de ver las cosas, sino, por que ya soy diferente. Tanto mi propia realidad, como el
mundo en el que vivo me han hecho cambiar de forma de vivir. Y esto me enriquece y me hace
sentir diferente, pero muy bien. Pues “soy el que soy”, y no me parezco a nadie, según dice el
canto popular. He aprendido a vivir mi propia vida.
Así, la tarea que quiero vivir hoy es de madurar hacia delante, y esto ha significado para mí,
conocerme más, descubrirme como persona en constante tensión y cambio, para poder llegar a
realizarme totalmente. No puedo ser el que otros quieren que sea, sino solamente el que yo
quiero ser. Mi consagración hoy, significa ser capaz de descubrirme en un mundo de cambios,
donde yo soy el único protagonista de mi vida. Donde yo avanzo hacia el descubrir mi propia
realidad y con el sentido de vida que yo he encontrado para mí, que yo quiero para mí.
Autor:
Guillermo Galvan Duque
http://www.logoterapia.com.mx/publicaciones/revista-mexicana-logoterapia/sentido-vida-
consagrado