tiene la palabra
por Germán Ayala Osorio
Y todos sabemos que sobre ese unanimismo se soporta hoy la posibilidad de que el Presidente
Álvaro Uribe Vélez se perpetúe en el poder, tal y como sucede con su homólogo venezolano,
Hugo Chávez Frías. De igual manera, por la acción mediática, hoy se impone un concepto
restringido de seguridad, expuesto en la política de defensa y seguridad democrática, especie
de salvavidas que una vez un “iluminado” nos dejó como herencia. Ello significa,
electoralmente, que quienes no manifiesten públicamente dar continuidad a los principios
orientadores de dicha política, poca opción tendrán ante unas “mayorías” electoras, que son el
resultado de manipuladas encuestas y de la acción propagandísticas de periodistas y medios.
Que el Gobierno de Uribe haya cooptado a medios como EL TIEMPO y a Noticias RCN, para
nombrar a solo dos ejemplos visibles, es una práctica que beneficia económicamente a las
empresas, pero afecta el ejercicio de la prensa y del periodismo.
Insisto en que es hora de que en Colombia se asuma con valentía y decisión la creación de
un organismo que vigile y analice el actuar de medios y periodistas, buscando crear espacios
divergentes de generación de opinión pública. También, sería la mejor forma de empoderar a
las audiencias para exigir una información de calidad, pero sobre todo, para enfrentar los
sospechosos silencios de aquellos en los que la sociedad ha confiado la tarea de informar y de
buscar la verdad de lo que ocurre.
No es sano para la democracia que frente al acomodamiento de los medios a los intereses
de un Gobierno, el resto de actores de la sociedad civil permanezca inactivo ante una acción
política que de forma clara violenta el principio constitucional de recibir una información
oportuna y veraz.
Esta difícil etapa por la que atraviesa el periodismo colombiano no puede quedar en
simples referencias y análisis de columnistas y de grupos cada vez más amplios de ciudadanos
que vienen observando la toma de partido de medios y periodistas por una opción de
Gobierno. Es necesario investigar los tratamientos periodísticos que los mismos medios y
periodistas cooptados por el Gobierno de Uribe, le han dado a hechos relacionados con la
parapolítica, la yidispolítica, el manejo de la economía, el orden público y el futuro de la guerra
declarada contra la narco subversión, entre otros asuntos públicos. Como dicen en EL TIEMPO,
la historia se escribe a diario.
Es urgente concebir documentos analíticos que expliquen lo que viene sucediendo con el
periodismo en Colombia, buscando con ello impactar los currículos de las facultades de
periodismo que insisten en formar estudiantes apegados a valores/noticia que reproducen la
relación clientelista y dependiente Periodista-Fuentes Oficiales. Hay que insistir en formar
periodistas con capacidad de analizar y evaluar contextos complejos como el nuestro, más allá
de replicar con cierta eficacia, vetustas fórmulas de reportería. Se requiere con urgencia -y
como consecuencia del evidente unanimismo mediático y político- repensar tanto el ejercicio
de la prensa, como el de la enseñanza de lo periodístico.
No hacer nada frente a lo que está sucediendo legitima la autocensura que periodistas y
medios han asumido frente a hechos noticiosos que evidencian corrupción, clientelismo,
populismo y mesianismo; y en un corto plazo, si se da el tercer período de Álvaro Uribe, la
censura oficial será una práctica cotidiana, que se extenderá a un actor de la sociedad civil del
que muchos esperan que asuma una actitud política frente al unanimismo: la Academia.
Esperemos que esta no asuma como propia la advertida genuflexión del periodismo
colombiano.
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