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El periodismo colombiano está en crisis: la Academia

tiene la palabra
por Germán Ayala Osorio

Desde 2002, las empresas mediáticas en Colombia asumieron la


construcción del unanimismo ideológico y político como parte de sus
tareas y objetivos profesionales y económicos.

ARCHIVOS | BOGOTÁ (CO LOMBIA) | 4 DE JULIO DE


2008

Y todos sabemos que sobre ese unanimismo se soporta hoy la posibilidad de que el Presidente
Álvaro Uribe Vélez se perpetúe en el poder, tal y como sucede con su homólogo venezolano,
Hugo Chávez Frías. De igual manera, por la acción mediática, hoy se impone un concepto
restringido de seguridad, expuesto en la política de defensa y seguridad democrática, especie
de salvavidas que una vez un “iluminado” nos dejó como herencia. Ello significa,
electoralmente, que quienes no manifiesten públicamente dar continuidad a los principios
orientadores de dicha política, poca opción tendrán ante unas “mayorías” electoras, que son el
resultado de manipuladas encuestas y de la acción propagandísticas de periodistas y medios.

La toma de partido de los canales privados, de medios escritos regionales y nacionales, es


una opción legítima en tanto el carácter corporativo que hoy tienen los emporios económicos
que sostienen a esos mismos medios, les exige aliarse con quien mejores oportunidades de
negocio ofrezca. Y está claro que el Gobierno de Álvaro Uribe puede beneficiar a quienes
decidan apoyarlo, y la mejor forma de hacerlo es destinando y asignando recursos públicos de
forma discrecional. Desde embajadas, contratos, hasta el favorecimiento en la entrega de
espacios televisivos, entre otros.

Que el Gobierno de Uribe haya cooptado a medios como EL TIEMPO y a Noticias RCN, para
nombrar a solo dos ejemplos visibles, es una práctica que beneficia económicamente a las
empresas, pero afecta el ejercicio de la prensa y del periodismo.

Lo preocupante, entonces, no es lo que ha venido ocurriendo en Colombia con medios y


periodistas que se hincaron ante el poder presidencial. Lo que resulta insólito es que esa
decisión política de medios y periodistas no haya sido asumida críticamente por las Facultades
de Periodismo, asociaciones, colegios y círculos regionales y nacionales de periodismo y por
otros actores de la sociedad civil colombiana, que deberían ver con preocupación lo que viene
sucediendo en materia de manipulación de los hechos noticiosos, así como en materia de las
ya manidas libertades de prensa y expresión, y la consecuente y evidente pérdida de
credibilidad de los ciudadanos en las instituciones mediáticas.

Así como en su momento Ignacio Ramonet propuso la creación de un organismo


internacional que vigile el actuar de las empresas informativas del mundo, vamos a tener que
pensar algo parecido para Colombia, dadas las circunstancias en las que hoy sobrevive el
periodismo; hablaba Ramonet de una especie de Quinto Poder, expresado en una organización
que hiciera seguimiento crítico y asumiera una actitud vigilante frente a lo que él llamó “una
información contaminada”.

Vigilancia y seguimiento a cargo de asociaciones de consumidores, grupos de investigación


y en general de audiencias capaces de analizar qué dicen y qué dejan de decir las empresas
mediáticas.

Insisto en que es hora de que en Colombia se asuma con valentía y decisión la creación de
un organismo que vigile y analice el actuar de medios y periodistas, buscando crear espacios
divergentes de generación de opinión pública. También, sería la mejor forma de empoderar a
las audiencias para exigir una información de calidad, pero sobre todo, para enfrentar los
sospechosos silencios de aquellos en los que la sociedad ha confiado la tarea de informar y de
buscar la verdad de lo que ocurre.

No es sano para la democracia que frente al acomodamiento de los medios a los intereses
de un Gobierno, el resto de actores de la sociedad civil permanezca inactivo ante una acción
política que de forma clara violenta el principio constitucional de recibir una información
oportuna y veraz.

De otro lado, ¿cómo afecta la enseñanza de lo periodístico en las facultades y programas de


periodismo en Colombia, la evidente cooptación de medios y periodistas? Esta pregunta no
puede ser un asunto menor, por el contrario, debería orientar la discusión alrededor de qué se
debe enseñar a los futuros periodistas.

El asunto, entonces, tiene implicaciones éticas profundas, que asociadas a la connatural


responsabilidad social de las Universidades, obligan a reorientar la enseñanza del periodismo
en las facultades de comunicación social- periodismo.

Esta difícil etapa por la que atraviesa el periodismo colombiano no puede quedar en
simples referencias y análisis de columnistas y de grupos cada vez más amplios de ciudadanos
que vienen observando la toma de partido de medios y periodistas por una opción de
Gobierno. Es necesario investigar los tratamientos periodísticos que los mismos medios y
periodistas cooptados por el Gobierno de Uribe, le han dado a hechos relacionados con la
parapolítica, la yidispolítica, el manejo de la economía, el orden público y el futuro de la guerra
declarada contra la narco subversión, entre otros asuntos públicos. Como dicen en EL TIEMPO,
la historia se escribe a diario.
Es urgente concebir documentos analíticos que expliquen lo que viene sucediendo con el
periodismo en Colombia, buscando con ello impactar los currículos de las facultades de
periodismo que insisten en formar estudiantes apegados a valores/noticia que reproducen la
relación clientelista y dependiente Periodista-Fuentes Oficiales. Hay que insistir en formar
periodistas con capacidad de analizar y evaluar contextos complejos como el nuestro, más allá
de replicar con cierta eficacia, vetustas fórmulas de reportería. Se requiere con urgencia -y
como consecuencia del evidente unanimismo mediático y político- repensar tanto el ejercicio
de la prensa, como el de la enseñanza de lo periodístico.

No hacer nada frente a lo que está sucediendo legitima la autocensura que periodistas y
medios han asumido frente a hechos noticiosos que evidencian corrupción, clientelismo,
populismo y mesianismo; y en un corto plazo, si se da el tercer período de Álvaro Uribe, la
censura oficial será una práctica cotidiana, que se extenderá a un actor de la sociedad civil del
que muchos esperan que asuma una actitud política frente al unanimismo: la Academia.
Esperemos que esta no asuma como propia la advertida genuflexión del periodismo
colombiano.

Germán Ayala Osorio

Germán Ayala Osorio


Investigador y docente, Universidad Autónoma de Occidente de Cali.

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