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ESTRELLAS DE NEUTRONES

Una estrella de neutrones nace en las últimas etapas de una estrella masiva como consecuencia de
una explosión de supernova. Como se explicó ya en Supernovas, la implosión se da después de que
se lleva a cabo la fotodesintegración del hierro en el núcleo de la estrella, y los electrones se unen
a los protones formando neutrones y neutrinos.
Una vez que la presión de degeneración que brindaban los electrones presentes en el núcleo
desaparece, el núcleo de la estrella empieza a contraerse nuevamente. La contracción se puede
detener si la masa de la estrella está por debajo de 3 masas solares (MS). En este caso la densidad
es comparable a la densidad de un núcleo atómico, y una nueva forma de presión de degeneración
se presenta, producida por neutrones (en vez de electrones).

Cuando la estrella termina de contraerse y llega al equilibrio, lo que queda es una estrella de
neutrones. La estrella de neutrones es un objeto muy compacto y muy masivo; tiene una masa de
un par de masas solares contenidas en una esfera de 10 km de radio.

Por ejemplo, para que la Tierra se convirtiera en una estrella de neutrones, ¡tendría que tener un
radio de apenas unos cientos de metros!

Debido a la gran masa y el radio tan pequeño que tienen, la gravedad en la superficie de una estrella
de neutrones es enorme.

Antes de seguir con la siguiente propiedad de una estrella de neutrones, es necesario hacer un
pequeño repaso de momento angular.

Seguramente alguna vez han visto una patinadora de hielo. Deben recordar que cuando la
patinadora empieza a girar, los giros son más rápidos cuando tiene los brazos contraídos que cuando
los estira.

El momento angular es el que relaciona la velocidad a la que un objeto gira con qué tan extendida
o contraída se encuentra la masa del objeto. El momento angular se define como L = r x p, en donde
r es la distancia desde el centro del objeto y p es su momento de inercia, es decir la masa del objeto,
m, multiplicada por su velocidad, v. En caso de tener un movimiento circular la expresión para el
momento angular se reduce a L = rmv.

Ahora, se llama momento de inercia a la cantidad que mide qué tan contraído o extendido está un
cuerpo. Se define como I = m, en donde m es la masa del objeto y r es la distancia desde el centro.

Por otro lado, el principio de la conservación del momento angular nos dice que éste se conserva
siempre y cuando no haya torcas (fuerzas aplicando palancas) actuando sobre el sistema. Por lo
tanto, si el cuerpo disminuye su momento de inercia (se hace más compacto) entonces su velocidad
de giro tiene que aumentar para que el momento angular se conserve. De la misma forma, si el
cuerpo aumenta su momento de inercia (se hace más extendido) entonces su velocidad de giro
disminuye para conservar su momento angular. Esto es justamente lo que observamos en la
patinadora.

Ahora, regresando a la estrella de neutrones recién formada, tenemos que su tamaño disminuyó
mucho, por lo que la estrella gira más rápido. Para tener una idea de qué tanto aumenta el giro,
supongamos que el Sol se convierte en una estrella de neutrones. Si hacemos los cálculos
llegaríamos a que el Sol daría una vuelta sobre su propio eje en 4 milisegundos (siendo una estrella
“normal” tarda alrededor de 26 días en rotar sobre su propio eje).

La contracción de la estrella no sólo hace que ésta gire más rápido, sino que también hace que su
campo magnético se vuelva más intenso. La intensidad de un campo magnético se puede
representar esquemáticamente según qué tan juntas estén las líneas de campo magnético. Mientras
más juntas están las líneas, más intenso es el campo.

Entonces, tenemos un campo magnético enorme girando a velocidades altísimas. Esto hace que una
estrella de neutrones se comporte como un “faro de luz”. Esto sucede ya que a poca distancia de la
superficie de la estrella algunos electrones son atrapados por el campo magnético generando ondas
de radio. Estas ondas de radio tienen una dirección determinada por el campo magnético, dentro
de un haz. Este haz de ondas de radio gira junto con la estrella.

Las estrellas de neutrones que tienen una posición tal que el haz de luz apunte directamente hacia
la Tierra hacen que nosotros veamos una pulsación. Esto sucede ya que cuando el haz de radiación
apunta hacia nosotros, lo detectamos, pero mientras da la vuelta, el haz apunta en otra dirección y
no lo vemos; justo como en un faro.

Por lo tanto, si alguien en la Tierra tiene un receptor de ondas de radio, éste recibirá pulsos regulares
con el período igual al de la rotación de la estrella de neutrones. Es por esto que este tipo de estrellas
de neutrones son llamadas pulsares.

Descubrimiento de los Pulsares

Los pulsares fueron descubiertos de manera fortuita, y la historia es la siguiente.

A mediados de los años 60 Tony Hewish, un radioastrónomo de la Universidad de Cambridge, recibió


dinero para fabricar un radiotelescopio especial. Este telescopio estaba destinado a mapear
quásares y determinar sus diámetros angulares.

Los quásares son fuentes muy poderosas de radio, los cuales se cree están en los confines del
universo. Al estudiarlos se puede obtener información importante sobre la vida temprana del
universo.
Aparentemente los quásares tienen diámetros angulares muy pequeños, y se había observado que
su señal fluctuaba rápidamente, centelleaba. Este centelleo era debido a la turbulencia del viento
solar, y al estudiarlo se podía obtener el diámetro angular del quásar.

Debido a estas características, el propósito era buscar fuentes de radio que fluctuaran rápidamente.
Para poder detectar estas fluctuaciones era necesario un radiotelescopio de gran área de recepción.
Es por esto que Tony Hewish construyó un telescopio de casi 2 hectáreas de superficie (equivalente
a la superficie de 57 canchas de tenis).

Jocelyn Bell era en ese entonces una estudiante bajo la supervisión de Tony Hewish, y era la
encargada de analizar la información obtenida por el telescopio. Durante el sondeo, mayormente
recibía dos tipos de señales: la primera era debida a los quásares y la segunda era interferencia
generada localmente. Sin embargo empezó a notar que esporádicamente podía observarse un
tercer tipo de señal, el cual venía siempre de la misma ubicación en el cielo. Sintió curiosidad y
decidió investigar esta señal más a fondo. Finalmente resultó ser una señal con un pulso de 1.33
segundos de periodo. Los pulsos eran muy rápidos y muy periódicos; no se parecían en nada a las
fuentes de radio conocidas. Es por esto que en un principio la señal fue llamada LGM (Little Green
Men, o Pequeños Hombres Verdes). Creían que la señal podía deberse a gente de otra civilización
que estaba tratando de comunicarse con nosotros. Siguieron analizando la señal y estimaron que la
fuente se encontraba dentro de la Vía Láctea.
Siguieron analizando el resto del cielo, y meses después encontraron una señal muy parecida con
un periodo de 1.25 segundos que provenía de una parte completamente distinta del firmamento.

Fue en ese momento cuando se dieron cuenta de que lo que realmente habían descubierto era un
tipo distinto de estrella, ya que era muy improbable que dos civilizaciones de extraterrestres
hubieran escogido el mismo tipo de señal al mismo tiempo para comunicarse con la Tierra. Poco
tiempo después se encontraron más señales del mismo tipo, pero pasaron 6 meses más para que la
comunidad astronómica llegara a la conclusión de que estas nuevas estrellas tenían que ser estrellas
de neutrones.

Debido al tamaño tan pequeño de una estrella de neutrones y a su baja luminosidad, la forma más
fácil de localizarlas es mediante los pulsos que emiten. Una vez que la estrella de neutrones deja de
emitir pulsos es casi imposible localizarla, salvo por la interacción gravitacional con otros cuerpos o
la emisión térmica de su superficie.

De hecho, el pulsar que más ha sido estudiado se encuentra justamente en el centro de la Nebulosa
del Cangrejo (mencionada en Explosión de una Supernova). Este pulsar tiene un período de 33
milisegundos, es decir, gira sobre su propio eje 30 veces por segundo.
ESTRELLAS BINARIAS

Las observaciones astronómicas nos muestran que en general las estrellas no se encuentran solas,
sino que más bien están en parejas, orbitando una alrededor de la otra. Esto nos puede parecer
extraño, ya que el ejemplo más cercano que tenemos, el Sol, rompe con la generalidad, pero es así.
También pueden llegar a existir sistemas con más de dos estrellas, sin embargo, como el Sol,
también son poco probables. Los sistemas de más de dos estrellas resultan ser muy inestables: es
muy fácil que una de las estrellas sea lanzada fuera del sistema debido a las interacciones
gravitacionales, dejando únicamente un sistema binario como sobreviviente.

Ahora, un hecho importante es que las estrellas de un sistema binario no necesariamente son
iguales; es más, esto casi nunca sucede. Cada estrella se forma independientemente, sólo que están
atadas gravitacionalmente. El hecho de que estén atadas gravitacionalmente es lo que hace que una
orbite alrededor de la otra. Aquí podemos pensar en dos casos generales.

Si las estrellas se encuentran muy lejos una de la otra, a pesar de orbitarse mutuamente, su
desarrollo será como si se tratara de estrellas independientes. Su “vida estelar” no se verá afectada
por la presencia de la otra. En la práctica esto sucede cuando la separación entre ellas es mucho
mayor que el tamaño de las estrellas.

En cambio, si las estrellas se encuentran lo suficientemente cerca, entonces la atracción


gravitacional mutua podrá afectar de manera importante la vida de cada una (recordemos que la
fuerza de gravedad va como el inverso de la distancia al cuadrado, por lo que mientras más lejos
estén dos objetos menor es la fuerza que ejercen entre sí, y viceversa). En ciertos casos es posible
que una combinación de las fuerzas gravitacionales y los vientos estelares sea tan fuerte como para
que haya transferencia de material de una estrella a la otra. Al proceso de captura de masa por una
de las estrellas se le llama acreción, y es en general el proceso responsable de algunos de los
fenómenos más energéticos en el universo. De hecho, el fenómeno de acreción ocurre en una gran
variedad de sistemas y a todas las escalas; desde la formación de planetas y estrellas, hasta en los
centros de galaxias, donde es común encontrar agujeros negros súpermasivos que engullen el gas y
las estrellas que los rodean.

Dentro de los sistemas binarios en los que se da el fenómeno de acreción, existe una clase que brilla
fuertemente en rayos X e involucra la presencia de un objeto compacto. El por qué brilla en rayos X
será explicado más adelante en Discos de Acreción. A este tipo de sistemas se les llama Binarias de
Rayos X, y se dividen en dos grupos principales:

El primero consta de las Binarias de rayos X de alta masa (o HMXB por High Mass X-Ray Binary), y
está formado por una donadora masiva (unas 20 masas solares), en donde la cesión de masa al
objeto compacto se da vía un viento estelar.

En el segundo grupo están las Binarias de rayos X de baja masa (o LMXB por Low Mass X-Ray Binary).
En este caso la donadora es de baja masa (del orden de 0.5 MS) y la cesión de masa al objeto
compacto se da cuando la separación entre las estrellas es lo suficientemente chica (o la donadora
es lo suficientemente grande) como para que el objeto compacto arranque el material de su
superficie por fuerzas gravitacionales.

A continuación se explicará más detalladamente cada uno de los casos.


ULTIMAS ETAPAS EN LA VIDA DE UNA ESTRELLA MASIVA

Consideramos aquí estrellas masivas a aquellas que al formarse tienen una masa mayor a unas 10
masas solares (MS), es decir, cuya masa es mayor a 10 veces la del Sol.
Estas estrellas, al ser tan grandes, tienen temperaturas mucho más altas, tanto en sus superficies
como en sus núcleos, que las que ocurren en el Sol (cuya superficie está a 6000 K, mientras que una
estrella de 15 MS tiene una temperatura superficial de 28 000 K.) Es por esto que las estrellas más
masivas queman el hidrógeno del núcleo más rápido, haciéndolas más brillantes.

Se dice que una estrella se encuentra en la secuencia principal cuando en su núcleo se llevan a cabo
las reacciones nucleares que transforman hidrógeno en helio (en el Sol esto ocurre a razón de 400
millones de toneladas por segundo), liberando así la energía que hace que la estrella brille. Al
quemarse hidrógeno en helio se lleva a cabo una reacción exotérmica, es decir, una reacción que
libera energía. Cuando una estrella masiva termina su estancia en la secuencia principal se convierte
en una estrella súpergigante, y su evolución se vuelve mas rápida. Dos ejemplos de estrellas
súpergigantes son las estrellas de Betelgeuse y Rigel en la constelación de Orión. Betelgeuse es 1000
veces más grande que el Sol, y 20 veces más masiva. Rigel a su vez es 17 veces más masiva que el
Sol.

Para entender un poco qué es lo que le pasa a la estrella al final de su vida, es importante entender
primero cómo es que permanece en equilibrio cuando está en la secuencia principal. Podemos
imaginar, por ejemplo, que tenemos un globo que está siendo apretado por alguien. Para mantener
el globo inflado necesitamos que alguien esté soplando, y así contrarrestar el “apachurramiento”, o
compresión. Si la persona que está soplando se cansa y deja de soplar, el globo se desinflaría. Algo
parecido le pasa a la estrella: su masa tiende a “apachurrarla” debido a la fuerza de gravedad, pero
las reacciones nucleares que se llevan a cabo en el núcleo generan energía, que tiende a “inflarla”,
y la mantienen así en equilibrio.

Entonces, conforme se agota el combustible (hidrógeno) la energía generada por las reacciones
nucleares disminuye, y la estrella empieza a contraerse.
Esta contracción hace a su vez que la temperatura aumente considerablemente en el núcleo, y que
sea posible que la estrella empiece a quemar el helio (ceniza de la primera ronda de reacciones)
para producir carbono (es decir, una temperatura mayor permite que se lleven a cabo reacciones
entre elementos más pesados). Al iniciarse esta combustión, se vuelve a alcanzar un equilibrio entre
la atracción gravitacional y la presión producida por la liberación de energía en las reacciones
nucleares (o en referencia a la analogía del globo, otra persona retomaría el cargo de inflador). Esta
misma contracción hace que una capa alrededor del núcleo empiece a quemar hidrógeno en helio.
Por lo tanto, en este momento se están llevando a cabo dos reacciones simultáneas en la estrella,
pero de elementos diferentes. En el núcleo el helio se transforma en carbono, y en una capa
alrededor del núcleo el hidrógeno se quema para formar helio.
Como es de esperarse, llega un punto en el que el Helio también escasea, ya que la gran mayoría
del núcleo ha sido convertido en carbono. En ese momento viene de nuevo una contracción de la
estrella, seguida de un aumento de temperatura. Cuando el núcleo alcanza una temperatura de
alrededor de 3 x K otra reacción nuclear se incia, y un átomo de carbono se une a uno de helio,
dando como resultado oxígeno. Exactamente como con la primera contracción, alrededor del núcleo
se forma una capa que quema helio en carbono, y alrededor de esta capa se forma otra capa en la
que se quema hidrógeno en helio.

A partir de este punto en la vida de la estrella la historia se repite continuamente; cuando el


combustible del núcleo se agota, el nuevo elemento formado empieza a quemarse para producir
elementos cada vez más pesados; siempre y cuando la contracción del núcleo eleve la temperatura
lo suficiente como para que se encienda una siguiente ronda de reacciones nucleares.
En este momento podemos imaginarnos a la estrella como una cebolla, es decir, formada por capas.
En cada capa se lleva a cabo la reacción nuclear de elementos diferentes, con los más pesados siendo
producidos hacia el centro.

Las reacciones nucleares llevadas a cabo hasta este momento son reacciones exotérmicas. Sin
embargo, cada vez que se genera un elemento más pesado se libera menos energía. Esto mismo
hace que el tiempo que dura cada combustión vaya disminuyendo. Por ejemplo, la vida de una
estrella de 25 MS está distribuida como sigue:

Tiempo que se quema


Elemento que se quema en el núcleo
Hidrógeno 7x años

Helio 5x años

Carbón 600 años

Neón 1 año

Oxígeno 6 meses

Silicio 1 día

La formación de hierro es la última reacción nuclear en la cual se libera energía. Para formar
elementos más pesados se necesita proveer a la estrella de energía; las reacciones nucleares se
vuelven endotérmicas. Una reacción endotérmica es aquella que necesita energía para poder
llevarse a cabo. Por lo tanto al llegar al hierro, las reacciones nucleares se detienen. Sólo las estrellas
masivas aquí consideradas llegan a este punto. Si la masa no es suficientemente grande, la
combustión esencialmente se habrá detenido en algún punto intermedio de la tabla dada aquí (por
ejemplo, el Sol nunca llegará a la etapa de combustión de carbono).
ORIGEN DE LAS ONDAS GRAVITACIONALES

Como todos sabemos, el estudio de la astronomía surgió hace miles de años. Las antiguas
civilizaciones ya tenían registros astronómicos y eran capaces de predecir ciertos sucesos, como los
eclipses solares. Debido a que en aquellos tiempos todavía no se había inventado el telescopio, las
observaciones eran hechas a simple vista, es decir, sólo teníamos la información de la luz visible que
los ojos eran capaces de captar. La luz es una onda electromagnética. Recordemos un poco qué es
lo que esto significa.

Una onda se determina según la velocidad a la que viaja y su longitud de onda (λ), o frecuencia (ν).
Por ejemplo, las ondas sonoras se desplazan a una velocidad de 330 m/s en aire; mientras que la
luz, al igual que el resto de las ondas electromagnéticas, viaja a aproximadamente 300 000 km/s, es
decir, a la velocidad de la luz (c).

La longitud de onda nos dice cuánto mide una onda, siendo esta medida la longitud entre una cresta
y otra, o entre un valle y el siguiente. Las unidades de λ son los metros.
Una manera similar de medir “el tamaño” de una onda sería midiendo su frecuencia (ν), o dicho de
otra manera, medir cuántas crestas o valles pasan por un punto en un segundo de tiempo. Las
unidades de ν son los Hertz (1/s).

Por ejemplo, la diferencia entre la luz visible y las ondas de radio es que la luz visible tiene una λ ≈
0.5 micras (1 micra = 1 x 10-6m), mientras que las ondas de radio tienen una λ del orden de metros.

La luz visible forma parte del espectro electromagnético. El espectro electromagnético está
conformado por ondas con diferentes longitudes de onda, o frecuencias. Las partes en las que está
dividido el espectro electromagnético son (de mayor a menor longitud de onda):

Ondas de radio: mayores que 187 mm.


Microondas: de 187 - 10 mm.
Ondas milimétricas: de 10 - 1 mm.
Infrarrojo: de 1 mm a 750 nm (1nm = 1 x 10-9 m).
Visible: de 750 - 400 nm.
Ultravioleta: de 400 - 10 nm.
Rayos X: de 10 - 0.01 nm.
Rayos Gamma: menores que 0.01 nm.
Como se mencionó en el primer párrafo, la astronomía nació con observaciones hechas en el visible,
y sin ayuda de ningún instrumento. Posteriormente en 1609 Galileo inventa un telescopio que le
permite ver objetos celestes. Él siguió observando la luz visible, sólo que con la ayuda del telescopio
lograba ver imágenes más nítidas y de objetos tan tenues que no se alcanzaban a observar a simple
vista.

En los siglos siguientes, la astronomía siguió basándose en el estudio de la luz visible que emitían
los objetos celestes, claro que la calidad de los telescopios iba mejorando con el tiempo. El resto del
espectro electromagnético seguía sin ser estudiado, ya que no existían los instrumentos necesarios
para hacerlo.
Fue hasta la Segunda Guerra Mundial cuando fue inventado el radar, dispositivo para localizar y
determinar distancias a objetos, como aviones y barcos. Al terminar la guerra el radar fue usado
para estudiar las ondas de radio provenientes del espacio. Es así como se empezó a estudiar otra
parte del espectro electromagnético dentro de la astronomía.

El estudio de las ondas de radio causó una revolución astronómica, ya que la información que éstas
nos proveen es completamente diferente a la que podemos adquirir mediante el estudio de la luz
visible. Por ejemplo, los pulsares (mencionados en Estrellas de Neutrones) fueron descubiertos
gracias al estudio de las ondas de radio.

La atmósfera terrestre absorbe gran parte de la radiación electromagnética generada en el espacio,


por lo que ésta no puede ser detectada desde la superficie terrestre. Los rayos gamma, los rayos x,
los rayos ultravioleta y parte de las ondas de radio e infrarrojas son absorbidas por la atmósfera. Es
por esto que no fue hasta el desarrollo de la aeronáutica que se pudo ampliar el estudio del espectro
electromagnético a las demás longitudes de onda. En 1962 el equipo al mando del italiano Riccardo
Giacconi fue el primero en detectar rayos X provenientes del espacio, detectando la estrella de
neutrones Sco X-1.

Actualmente se hacen observaciones en todas las bandas del espectro electromagnético: SIRTF
(Space Infrared Telescope Facilty) en el infrarrojo, HST (Hubble Space Telescope) en luz visible,
Chandra-AXAF (Advanced X-ray Astrophysics Facility) y XMM-Newton (X-Ray Multi-Mirror) en rayos-
X e INTEGRAL y Swift en rayos gama.

El estudio en cada banda nos da información diferente sobre el objeto estudiado, ampliando así
nuestro conocimiento sobre el universo.

Ahora bien, en 1915 Einstein publicó su trabajo sobre Relatividad General, diez años después de
haber publicado su trabajo sobre Relatividad Especial. En ambos trabajos se considera que el tiempo
es una dimensión más en el espacio, es decir, se introdujo el término de espacio-tiempo. A grandes
rasgos, la diferencia entre la Relatividad Especial y la General es que en la primera no se considera
el efecto de la fuerza de gravedad, y en la segunda sí. El primer postulado de la Relatividad Especial
nos dice que la velocidad de la luz es la misma para cualquier observador inercial. Usando esta idea
y las transformaciones de Lorentz, se deduce que no existe nada (ningún objeto o ningún tipo de
señal) que pueda moverse más rápido que la velocidad de la luz (c ≈ 300 000 km/s).

Por otro lado, la Relatividad General explica que el espacio-tiempo se curva debido a la presencia
de objetos con masa. Para entender esto de una manera más sencilla, imaginemos que las
dimensiones espaciales del espacio-tiempo son dos en vez de tres. De esta forma podemos imaginar
que el Sistema Solar, por ejemplo, es una sábana extendida. Si colocamos una esfera pesada sobre
la sábana, su superficie se deformará. Si ahora lanzamos una esfera más pequeña y menos pesada,
ésta permanecerá girando alrededor de nuestra esfera masiva. Esto es lo mismo que ocurre con el
Sol y la Tierra. Si ahora suponemos que movemos a la esfera masiva, este movimiento será
propagado a través de la sábana en forma de ondas, como cuando lanzamos una roca a un lago,
generando ondas en el agua.

Este tipo de ondas son predichas en la Relatividad General de Einstein, y son llamadas ondas
gravitacionales. La RG también predice que las ondas gravitacionales, como las ondas
electromagnéticas, se mueven a la velocidad de la luz. Aunque en principio puedan parecernos
fenómenos iguales, el origen de las ondas electromagnéticas es completamente diferente al de las
ondas gravitacionales. Las ondas electromagnéticas se generan debido al movimiento de partículas
cargadas aceleradas en presencia de un campo electromagnético. Las ondas gravitacionales se
generan debido al movimiento de grandes cantidades de masa en el espacio-tiempo. Como en el
electromagnetismo, un objeto estático, por muy masivo que sea, no generará ondas gravitacionales.
Para su generación se requiere de que los objetos con masa se muevan.

La fuerza gravitacional es tan débil, que es muy difícil detectar fluctuaciones producidas por ella, a
menos de que se trate de objetos muy masivos. Algunos de los objetos que se espera generen una
cantidad detectable de ondas gravitacionales son las explosiones de supernova, en las que una gran
cantidad de masa es redistribuida; y en los sistemas binarios de estrellas.

La radiación gravitacional liberada por un sistema binario hace que el sistema pierda energía, o más
bien dicho, que la energía sea transportada por las ondas. Cuando las estrellas se encuentran muy
separadas y se mueven lentamente, la radiación gravitacional que liberarán será muy baja. Sin
embargo, al irse encogiendo la órbita, más radiación es liberada, la energía se pierde más
rápidamente y la órbita se encoge cada vez más.

Por ejemplo, si tenemos un sistema formado por dos estrellas de neutrones, la colisión entre las
estrellas se dará cuando la separación sea de 20 kilómetros aproximadamente, y cada una se estará
moviendo a 1/3 de la velocidad de la luz, debido a la atracción gravitacional de su compañera. Las
ondas gravitacionales generadas en estos casos tendrán típicamente frecuencias de 500 a 1000
ciclos por segundo (500 a 1000 Hz).

Un caso más extremo, pero posible, sería considerar un sistema de dos agujeros negros orbitándose
mutuamente. Cuando dos agujeros negros chocan debido al encogimiento de sus órbitas por la
pérdida de energía debido a la liberación de radiación gravitacional, sus antes independientes
horizontes se unen formando un solo horizonte de un único agujero negro. Sin embargo, es durante
el choque de los dos agujeros negros cuando se espera que una cantidad importante de ondas
gravitacionales se genere. Ya que los agujeros son muy grandes (pueden llegar a tener 2.5 millones
de veces la masa del Sol) , podemos suponer que chocarán cuando su separación sea de unos 30
millones de kilómetros, y la frecuencia característica de las ondas será de un ciclo cada mil segundos
(1mHz).

La forma de las ondas generadas antes de la colisión puede modelarse haciendo suposiciones muy
fuertes, como el tomar a las estrellas o a los agujeros negros como masas puntuales, es decir, que
su radio es infinitamente pequeño. Esto puede hacerse siempre y cuando la separación entre ambos
agujeros sea enorme comparada con los radios de Schwarzchild de los agujeros.
Sin embargo, en el momento de la colisión estas suposiciones ya no son válidas, y la forma de las
ondas generadas variaría violentamente en función del tiempo. Hasta la fecha es muy difícil predecir
la forma que tendrían estas ondas gravitacionales.
En el caso de estrellas binarias, aparte de la Relatividad General se tienen que tomar en cuenta otros
aspectos físicos que intervienen en el colapso, como la hidrodinámica, las reacciones nucleares, el
transporte de la radiación, así como conocer la relación entre la presión de gas y la densidad del
material, a densidades imposibles de duplicar en un laboratorio. Para obtener una respuesta se
necesita resolver el problema mediante modelos numéricos, es decir, haciendo simulaciones en la
computadora. Sin embargo, hay tantos factores involucrados, que por el momento no se tiene la
tecnología necesaria para hacer un modelo adecuado que tome en cuenta todos los fenómenos
involucrados.

La última gran diferencia entre ondas gravitacionales y ondas electromagnéticas es que la radiación
electromagnética es fácilmente absorbida por la materia en general. Esto hace que la información
que recibimos por medio de las ondas electromagnéticas esté distorsionada debido a la interacción
de las ondas con la materia. En cambio, las ondas gravitacionales atraviesan la materia sin verse
afectadas por la presencia de ésta. Es por esto que si logramos detectar las ondas gravitacionales
recibiríamos información invaluable sobre nuestro universo, y probablemente se generaría una
revolución astronómica comparable o mayor a la ocurrida cuando se dio el estudio de los objetos
celestes en otras bandas del espectro electromagnético distintas a la luz visible.

Este descubrimiento sería la prueba más contundente de la Teoría de la Relatividad General de


Einstein. En particular se podría demostrar el hecho de que las ondas electromagnéticas y las ondas
gravitacionales se mueven a la misma velocidad, es decir, a la velocidad de la luz. Si se midiera la
forma particular de las ondas gravitacionales, ésta podría ser comparada con las formas obtenidas
en modelos computacionales, y según la concordancia encontrada se tendría una prueba clara de la
existencia de agujeros negros, predicha por la Teoría de Relatividad General de Einstein.

Por otro lado, el estudio de ondas gravitacionales complementaría al estudio que se ha hecho hasta
el momento del Universo en el espectro electromagnético. Esto es debido a que mediante las ondas
gravitacionales se pueden estudiar fenómenos que son imposibles de observar mediante fotones.
Esto se debe a que las ondas gravitacionales nacen en zonas de muy alta densidad, lo que las hacen
ser opacas a los fotones (los fotones no las pueden atravesar). En cambio, los fotones se producen
en regiones tenues, donde no se producen ondas gravitacionales.

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