Anda di halaman 1dari 2

Un punto final para dejar planteado, aunque sea mínimamente, la evolución del pensamiento

borgiano. En El escritor argentino y la tradición, ensayo que hemos citado en este trabajo,
Borges dice que el problema de la literatura argentina es un “falso problema” y por ende es un
problema que no nos debe preocupar: todo buen texto escrito por un escritor argentino
formara, inevitablemente, parte de la literatura argentina. El escritor debe preocuparse
entonces solamente por ser un buen escritor y no por ser un buen escritor argentino, ya que
argentino, fatalmente, ya lo es. ¿Este ensayo condena entonces la búsqueda del joven Borges
de una escritura argentina como estéril, inútil y hasta cómo equivocada o errada?

Borges en Anatomía de mi “Ultra” señala que hay dos tipos de teoría, la del crítico y la del
escritor, una generativa y otra apreciativa digamos. A los escritores la teoría les puede servir
para dar con cierta obra y el lector, o el crítico, no debe por que compartir esta teoría para
apreciar la obra. Este desdoblamiento podemos aplicarlo también a El tamaño de mi
esperanza. Podemos en efecto admitir que toda buena literatura producida por un escritor
argentino es literatura argentina pero también podemos admitir que el proyecto de dar con el
símbolo de Argentina (digamos el proyecto del primer Borges) es un proyecto fértil, que el
proyecto de fundar una literatura nacional y criolla es un proyecto potente. ¿Las páginas del
Tamaño de mi esperanza no son acaso prueba suficientes de esto de esto?

Nostalgia de cuando había esperanza que la nostalgia, el nihilismo, o el derrotismo se


convirtiesen en proyecto criollo.

Cómo escribe Borges en El idioma de los argentinos:

“Ser argentino en los días peleados de nuestro origen no fue seguramente una felicidad:
fue una misión. Fue una necesidad de hacer patria, fue un riesgo hermoso, que
comportaba, por ser riesgo, un orgullo. Ahora es ocupación descansadísima la de
argentino. Nadie trasueña que tengamos algo que hacer. Pasar desapercibidos, hacernos
perdonar esa guarangada del tango, descreer de todos los fervores a lo francés y no
entusiasmarse, es opinión de muchos. Hacerse el mazorquero o el quichua, es carnaval
de otros. Pero la argentinidad debería ser mucho más que una supresión o que un
espectáculo. Debería ser una vocación.” (2016, 232)

Anda mungkin juga menyukai