Anda di halaman 1dari 12

revista electrónica de teoría de la ficción breve

Cervantes sueña a Borges, y Borges a Cervantes.


Las minificciones borgeanas con intertexto cervantino

Diego Rodríguez Maurici


Universidad Nacional de Salta, Argentina

A Alicia Chibán,
la culpable de mi amor por la minificción

Mi Dios, mi soñador, sigue soñándome.


Alonso Quijano, soñado por Borges

De la multiplicidad de cauces literarios que confluyen en la escritura de Jorge Luis Borges la Literatura
Española ocupa un lugar de peso y, dentro de ella, algunos autores clásicos de la Época Áurea. Más allá de la poesía
(Quevedo y Gracián, por ejemplo) es insoslayable y a todas luces importante la presencia de Miguel de Cervantes
Saavedra, quien es retomado por el escritor argentino principalmente desde su obra maestra, esto es, el Quijote (cfr.
Nállim, 1999: 223). Ahora bien, las referencias a Cervantes ocupan un amplio espectro de manifestaciones, temáticas
y procedimientos y atraviesan la totalidad de los diferentes géneros borgeanos. Además, éstas pueden llevarse a cabo
de dos maneras: siendo Cervantes el tema principal o como formando parte de una alusión que refuerza desde algún
punto la exposición pero que no constituye la cuestión central, o sea, como más o menos secundaria. Por lo pronto, es
suficiente deslindar, primero, las composiciones ficcionales de aquellas otras que no lo son. De esta forma, el cuento
“Pierre Menard, autor del Quijote” (I, 444-450) frente al ensayo “Magias parciales del Quijote” (II, 45-47) . Pero también,
por otra parte, dentro de la ficción borgeana pueden encontrarse claramente definidos dos focos condensadores de
sentido: el primero, constituido por el recién aludido y ya suficientemente estudiado “Pierre Menard…”; el segundo,
por un conjunto más o menos importante de minificciones.
En efecto, hay una serie de minificciones dentro de las cuales Cervantes, y más precisamente el Quijote,
actúan como eje de escritura/lectura. Estas minificciones, que atraviesan una gran parte de la producción literaria de
Borges, están compuestas por microtextos, microrrelatos y poemas y constituyen el objeto de estudio del presente
 Por lo menos desde un concepto estricto de ficción.
 En cuanto al sistema que se utiliza para citar a Borges, en referencia tanto al corpus analizado como
a su obra en general, consúltese la Bibliografía al final del artículo.
 Adherimos a la postura de aquellos especialistas que sostienen que minificción es una categoría
que no funciona como equivalente de otras que generalmente se usan como sinónimos (p.e. microrrelato,
minicuento, etc.) ya que al implicar una mayor amplitud conceptual encierra varias clases de microtextos de
diferente naturaleza y con distintas características (cfr.Tomassini y Colombo, 1996). Lo mismo para micro-
texto y microrrelato (cfr. Lagmanovich, 1996). Asimismo, según un concepto amplio de minificción los poemas
entrarían dentro de ella porque la narratividad o la calidad de prosa de tal u cual composición no serían
rasgos que la definan como excluyentes, aunque sí lo hacen en relación con algunas de sus subcategorías;
así, en este trabajo se emplea el término minificción según este punto de vista. Como oportunamente mostró

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 36


revista electrónica de teoría de la ficción breve

trabajo. De este grupo se han seleccionado algunas que pueden considerarse como más importantes, en las cuales
la novela cervantina es el tema fundamental. Se hará referencia a aquellas en que Cervantes o el Quijote aparecen de
manera secundaria sólo cuando esto sea pertinente.
Más allá de los puntos que Borges desarrolla en “Pierre Menard…” y que se encuentran vinculados al
hipotexto español, es lícito ahora preguntarse en qué sentido y mediante qué estrategias éste retoma a Cervantes en
sus minificciones. Es decir, ¿por qué Cervantes y el Quijote? ¿qué espacios de sentido de la escritura cervantina son
los que le interesan a Borges y por qué? ¿cómo los resignifica? No es arriesgado suponer, como se comprobará luego,
en primer lugar, que las líneas presentes en estos microtextos borgeanos difieren, si no totalmente, en gran medida
de aquellas planteadas en “Pierre Menard…”; y, en segundo lugar, que los rasgos escriturales que éstas muestren de
alguna forma u otra funcionarán como sinécdoque de una buena parte de la producción borgeana, o por lo menos de
algunos temas y procedimientos de relevancia y recurrencia.
Está claro, en principio, el sitio privilegiado que Borges le reserva a Cervantes dentro de la literatura universal
y, más precisamente, dentro de su propia experiencia como lector; además, esto no sólo ha sido destacado por los
especialistas (v.gr. Nállim, 1999: 217) sino principalmente por el propio escritor. Valgan como ejemplos, entre otros
tantos, los juicios elogiosos que aparecen en “La cábala” (III, 267) y en “El enigma de Edward FitzGerald” (II, 67).
Igualmente, lo hace en sus cuentos cuando, en “El otro” (III, 12), el Borges doblemente ficcionalizado se justifica ante
su imagen duplicada enumerando algunos objetos personales que utiliza a modo de dones individuales. En esta lista
aparecen unos pocos libros, que vendrían a simbolizar sus lecturas, y entre ellos se encuentra el Quijote.
Con todo, es imprescindible recordar la definición que da Borges en “Sobre los clásicos”, puesto que
obviamente ubica al Quijote en esta categoría: “Clásico es aquel libro que una nación o un grupo de naciones o el
largo tiempo han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de
interpretarse sin término” (II, 151). Aquí hay dos cuestiones que deben tenerse en cuenta y que sirven como puntapié
inicial para ingresar a los mencionados microtextos. Borges-lector de Cervantes leerá un clásico –el Quijote– de una
forma y no de otra, id est, poniendo énfasis en ciertos rasgos que han de interesarle debido a su concepción de la
literatura y, más ampliamente, del mundo. Esto mismo implicará decididamente una interpretación y por consiguiente
la (re)escritura en el proceso de retroalimentación incesante que caracteriza a “un escritor perdido en la literatura”
que es también y por esto mismo “un arquitecto de laberintos verbales” (Massuh, 1980: 50). La potencialidad infinita
del clásico cervantino será actualizada desde la individualidad de uno de sus lectores del siglo XX, un nuevo Pierre
Menard presente en las minificciones.
Para comenzar, no es para nada circunstancial el estar frente a un tipo de ficción que posee características
bien definidas y peculiares. Si se piensa, entonces, que la extremada brevedad de los microtextos (ya sean en verso o

Paniagua Ramírez (2000) a propósito de Peri Rossi, la presencia del verso puede relativizarse, por lo menos
en este sentido. Por otra parte, pese a la claridad de algunas propuestas teóricas, la confusión terminológica
aún persiste en este ámbito. Sobre las características generales del microrrelato puede leerse, además de los
dos trabajos ya citados, a Noguerol Jiménez (1992 y 1996), Pollastri (1994), Koch (2000) y Zavala (2000).
 En cuanto a las minificciones puede proporcionarse como ejemplo “Juan López y John Ward”, en
la cual aparece de forma indirecta un juicio sobre la novela cervantina al contar el narrador que uno de sus
personajes “Había estudiado castellano para leer el Quijote” (III, 496).
 El resaltado es mío.

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 37


revista electrónica de teoría de la ficción breve

prosa) obliga a una condensación de los recursos formales y a una paralela direccionalización de la semántica textual,
es esperable por lo tanto que cada uno de los textos del corpus seleccionado privilegie de forma notoria un eje de
significación desde el cual se articula la totalidad del discurso y en función del cual esté subordinada la aparición de
otros contenidos no centrales en torno al hipotexto. Simultáneamente, este mismo movimiento puede constatarse en
otro nivel, que contempla la formación de un grupo bastante homogéneo a partir de esta franja de minificciones. Este
hecho puede enunciarse en forma de una hipótesis que sostenga que, debido a que es altamente esperable (y aún ya
cabalmente constatado) un grado sólido de coherencia y ligazón entre los textos del corpus a causa de formar parte
de un sistema literario singular –el borgeano–, exista ergo un haz de intermitencias o regularidades que remitan a
un mismo campo de sentido más o menos uniforme y recortado. Esto es: que a través de una lectura transversal del
corpus puedan identificarse determinadas constantes pasibles de ser formuladas en función de su envío a un punto de
fuga común. Este punto de vista puede reforzarse desde lo concreto.
Es de mucha utilidad poner de manifiesto un conjunto de estrategias que confluyen en una misma raíz,
que es la que guía la interpretación de los microtextos. El primero de estos procedimientos tiene que ver con las
especiales vinculaciones y tensiones en Borges de lo que podría enunciarse como la polaridad complementaria universo
ficcional/universo extraficcional o, más llanamente, la oposición literatura/realidad. Baste por ahora decir que, dentro del
universo de la ficción borgeana, el límite entre lo ficcional y lo extraficcional es constante y deliberadamente minado
por el sujeto enunciador. La consecuencia más inmediata de este accionar es la fragilidad de la frontera entre ambos
términos, que termina por anularse completamente para así disolver la oposición en beneficio del primero de ellos.
En este sentido es que Gabriela Massuh insiste en “concebir a Borges a partir de una idea de literatura ‘excesiva’, que
desborda sus cauces y transforma en ficción todo lo que toca. […] Borges propondría entonces la creación de un tipo
de literatura que se gesta a partir de la superación de sus propios límites” (ibid.: 52-55). En el inicio del microrrelato
“Un problema” se lee:

Imaginemos que en Toledo se descubre un papel con un texto arábigo y que los paleógrafos lo declaran de
puño y letra de aquel Cide Hamete Benengeli de quien Cervantes derivó el Don Quijote. (UP)

A partir de este presupuesto es que Borges va a alterar el argumento del Quijote, pero la continuidad del relato puede
dejarse en suspenso, puesto que lo que interesa remarcar aquí es el estatuto de realidad que se le otorga a Cide Hamete,
uno de los narradores de la novela, por sobre el propio Cervantes, que gracias a este artificio pasa a ocupar un lugar
secundario. A partir de la conjunción y por ello homologación de los esquemas de enunciación literaria y ficcional
del Quijote, éstos se invierten. La exhortación inclusiva que funciona como apertura del texto (“Imaginemos”), que
explicita su carácter ficcional, queda relegada por sobre el pretendido estudio paleográfico que vendría a corroborar
la existencia de Cide Hamete y a dotar entonces a la figura de un personaje de un espesor mayor que el concedido al
autor de la novela.
Este mismo emparejamiento entre elementos ficcionales y extraficcionales se da en otro microrrelato, la
“Parábola de Cervantes y de Quijote”, desde cuyo título, que iguala sintácticamente a autor y personaje, ya se anticipa

 Sobre las características de la ficción breve, remito otra vez a los estudios apuntados en la nota 3.
 Aunque esta última formulación trae problemas conceptuales; por eso mismo, es siempre preferible
seleccionar la primera en pro de una mayor especificidad.

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 38


revista electrónica de teoría de la ficción breve

la equivalencia que se viene mostrando. El primer párrafo tiene como protagonista a “un viejo soldado del rey”, o sea,
a Cervantes, que se reconoce por los datos de referencia histórico-biográfica que el lector culto posee. No obstante
esto, acto seguido la frase se completa de esta suerte: “un viejo soldado del rey buscó solaz en las vastas geografías de
Ariosto”. Si se sabe que Ariosto es el autor, a principios del siglo XVI, del libro de caballerías Orlando furioso, entonces
poco se tarda en comprender que la alusión es ambigua o, más claramente, doble: ya que los libros de caballerías son
el hipotexto más importante del Quijote y a la vez la causa de la locura de Alonso Quijano, éstos funcionan como
resorte tanto a nivel extraliterario como ficcional; lo mismo ocurre en “Un soldado de Urbina”. Más adelante, se lee
también en la “Parábola…”:

Vencido por la realidad, por España, don Quijote murió en su aldea natal hacia 1614. Poco tiempo lo
sobrevivió Miguel de Cervantes.
[…] toda esa trama fue la oposición de dos mundos: el mundo irreal de los libros de caballerías, el mundo
cotidiano y común del siglo XVII.
No sospecharon que los años acabarían por limar la discordia […]. (PC)

A través de la contigüidad de ambas muertes sobre la que el narrador hace hincapié, se sigue reforzando este recurso.
Al mismo tiempo, la introducción de la coordenada temporal específica (“1614”) funciona como un anclaje, antes
que en el tiempo de la historia y del discurso, en el tiempo de la escritura literaria, si se tiene en cuenta que la segunda
parte del Quijote se publica en 1615. Por otro lado, “la oposición de dos mundos” a la que se refiere el narrador, esto
es, universo ficcional/universo extraficcional, queda totalmente anulada, no sólo desde lo temático sino, como se viene
viendo, con igual fuerza desde lo procedimental. Al volver, junto con Alberto J. Pérez, sobre el empleo que suele
hacer Borges de algunos géneros textuales pedagógicos, y aunque el especialista no se detiene en el caso particular
de “Parábola…”, habrá que recordar que “la parábola es la narración de un suceso fingido del que se deduce, por
comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral” (1986: 235). Precisamente, el aserto en
el que se basa la “Parábola…” está explicitado en su final: “en el principio de la literatura está el mito, y asimismo
en el fin”; ahora bien, al sostener que los dos términos del par ficcional/extraficcional se confunden y, por eso mismo,
terminan siendo equivalentes, la “enseñanza” de Borges podría razonarse en forma progresiva del siguiente modo:

1.1 en el principio de la literatura está el mito, y asimismo en el fin


1.2 en el principio de la ficción está la ficción, y asimismo en el fin
1.3 en el principio de la ficción está lo real, y asimismo en el fin
1.4 en el principio de lo real está la ficción, y asimismo en el fin

pero nunca

1.5 en el principio de lo real está lo real, y asimismo en el fin

siendo 1.2 y 1.4 las consecuencias más importantes, que determinarán en todo la concepción borgeana de la literatura
y de la realidad.
 Como ya se sabe, la intergenericidad o transgenericidad es una característica de la minificción (cfr. To-
massini y Colombo, 1996).

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 39


revista electrónica de teoría de la ficción breve

En cuanto a los poemas, se puede destacar el caso de un soneto isabelino incluido en El otro, el mismo, en
el cual Quijano ocupa el lugar del autor de la novela, porque “La crónica puntual que sus empeños/ narra […]/
fue soñada por él, no por Cervantes” (LE). Nos encontramos, en síntesis, frente al mismo resultado que se da en
“Pierre Menard, autor del Quijote”: “El sujeto del enunciado se convierte en sujeto de la enunciación y el sujeto de
la enunciación en sujeto del enunciado. […] Don Quijote cambia su estatuto ontológico, pasa de ser un caballero a
ser un escritor” (Cowes, 1982: 6). El proceso inverso también aparece otras veces –de forma similar a lo visto en “Un
problema”–, y con claridad en un breve poema que se reproduce aquí en su totalidad:

Crueles estrellas y propicias estrellas


presidieron la noche de mi génesis:
debo a las últimas la cárcel
en que soñé el Quijote. (MC)

Gracias al título del microtexto el lector sabe desde un primer momento que la voz del sujeto poético corresponde
a Cervantes, pero no espera que al referirse a la concepción del Quijote lo haga hablando de “mi génesis”. Esto
trae aparejado un trueque imprevisto10, mediante el cual la novela engendra a su autor, es decir, lo ficcional a lo
extraficcional; lo que equivale al enunciado 1.4 de más arriba. Este poema de las “Trece monedas” podría a las claras
ser tomado como la correspondencia indirecta de algunas ficciones de mayor envergadura en donde el personaje
protagonista es un novelista (cfr. Pérez, 1986: 46-50). Más allá de esto, deben ser tenidas en cuenta por más sugestivas
las palabras de Massuh, quien retomando a John Sturrock opina que

Al hacer de cada uno de sus héroes imagen de un autor, de sí mismo en última instancia, Borges no hace
otra cosa que escribir sobre el proceso de la escritura. […] A partir del “encarcelamiento” simbólico que
padecen muchos de los personajes de los cuentos de Borges, puede deslindarse el espacio típico de la
ficción: ausencia de realidad exterior, constitución de un “espacio mental” a partir de la gestación de un
universo propio (1980: 61).

Mencionado deslizamiento (autor extraficcional → entidad ficcional), que puede asimismo constatarse en “Un
soldado…”, no habla de otra cosa que de la concepción literaria; pero hay que tener en cuenta además que, para
Borges, Cervantes engendra al Quijote y el Quijote engendra a Cervantes. Más aún: el “encarcelamiento simbólico” de
Massuh11 está explicitado en “Miguel de Cervantes” a partir del correlato biográfico del Cervantes empírico, que toma
un espesor totalmente distinto para venir a significar la omnipresencia del Quijote como nueva realidad que incluye
a Cervantes y que a su vez está re-representada y re-actualizada por otra nueva realidad, que es la de la escritura
borgeana.
En contraposición a “Miguel de Cervantes”, cuya voz enunciadora desde un principio es claramente

 En el caso de “Lectores”, Alonso Quijano.


10 Por lo demás, la inversión es paralela al juego entre “crueles estrellas y propicias estrellas” y el lex-
ema “cárcel” referido a las segundas, cuando el sentido común lo asociaría a las primeras.
11 Con esta expresión la especialista sigue de cerca el concepto de isolation, propuesto por Sturrock para
la literatura de Borges.

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 40


revista electrónica de teoría de la ficción breve

identificable, en “Ni siquiera soy polvo” se asiste a una maniobra de ocultamiento. La primera persona del singular,
presente ya desde el propio título, inicia el poema e instala simultáneamente en el lector la incertidumbre de no saber
quién está hablando. Acto seguido, los versos 2 y 3 proporcionan las coordenadas espacio-temporales (siglo XVII,
Castilla). En función de sólo estos datos, para el lector que ya ha leído a Borges es altamente probable que el poema
tematice/problematice algún aspecto que esté relacionado al Quijote, pero su margen de error sigue siendo amplio
a causa de que la primera persona puede corresponder tanto a Cervantes como a Don Quijote; inclusive podría
tratarse de otro personaje de la novela o de otro escritor del Barroco español. Ahora bien, si este lector, como dije, ya
es lector de Borges, entonces gracias a su competencia intertexual será capaz de prever que el yo puede ser atribuible
solamente a tres figuras: Cervantes/Quijano/D. Quijote. Al avanzar la lectura y al hablarse de “una vaga sobrina
analfabeta” (v. 6) las posibilidades se reducen a dos, Quijano/D. Quijote; sin embargo, se siguen proporcionando
datos lo suficientemente ambiguos como para que puedan hacerse corresponder a sendas perspectivas (p.ej. “Soy
hombre entrado en años” [v.9], “compré los libros/ que historian cabalmente las empresas” [vv. 12-13]). Sólo una
vez bien avanzado el poema el hablante lírico se dará a conocer por su nombre: “Yo, Quijano,/ seré ese paladín” (vv.
27-28). Este doble juego de información-desinformación, mostrar-ocultar y enigma-revelación tiene como propósito
substancial que la mayor parte de “Ni siquiera…” se base en la coincidencia total o parcial entre lo ficcional, lo
extraficcional y lo extraliterario. Al mismo tiempo despliega un esquema de correspondencias y escalonamientos que
es de lugar cardinal en las minificciones que retoman a Cervantes.
No hace falta una lectura detenida del corpus que nos ocupa para que salte a la vista un procedimiento
que se halla íntimamente vinculado con lo dicho anteriormente: la puesta en abismo. Una segunda aproximación
servirá para notar que este recurso no sólo es parte de la técnica compositiva de las minificciones borgeanas sino que
tiene un fuerte correlato en uno de sus tópicos más conocidos por recurrentes, que se aborda en esta oportunidad
desde la intertextualidad específica y desde la intensificación del eje desarrollado en este trabajo. Algunos ejemplos
significativos:

El hidalgo fue un sueño de Cervantes


y don Quijote un sueño del hidalgo. (SA)

Desde su sueño el hombre ve al gigante


de un sueño que soñado fue en Bretaña (ET)

Para que yo pueda soñar al otro


cuya verde memoria será parte
de los días del hombre, te suplico:
Mi Dios, mi soñador, sigue soñándome. (NP)

El primero de estos fragmentos, perteneciente al soneto “Sueña Alonso Quijano”, es el más elocuente en tanto y en
cuanto sintetiza de manera clara el desarrollo de la mise en abîme que se convierte en constante temática y formal. De
los diferentes aspectos que Borges retoma del Quijote a lo largo de su literatura, éste, basado en el complejo juego de
narradores que se da en la novela, es uno sobre los cuales recae la atención del escritor con más frecuencia. Sin ir más
lejos, será el punto neurálgico de la inquisición “Magias parciales…” (II, 45-47) y será retomado en las Siete noches (III,

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 41


revista electrónica de teoría de la ficción breve

239) proponiendo al Quijote como muestra cabal de este artificio a la par de Las mil y una noches, texto que otras tantas
veces funciona para Borges como prototipo de semejante encuadre narrativo.
El modo en que se manifiesta esta mise en abîme en el corpus puede resumirse diciendo que se da, por lo menos
en principio, siempre a partir de la interrelación de las tres figuras ya apuntadas y siempre en el mismo orden:

2.1 [Cervantes → [Quijano → [Quijote]]] = (univ. extraficcional → univ. ficcional)

Las flechas indicarían orden jerárquico y la direccionalidad del recurso; los corchetes, nivel de profundidad. La
concatenación de las distintas instancias se produce no a partir de marcos de enunciación sino desde un motivo
muy borgeano: el sueño. Así, a medida que se avanza de izquierda a derecha, se va perdiendo el contacto con la
referencialidad externa al universo ficcional y se van intensificando el artilugio y la disolución de los seres de ficción,
es decir, su carácter de invención pura. Al soñar Cervantes a Quijano y éste a Don Quijote se producen por lo menos
dos implicaciones derivadas del motivo de lo onírico: primero, un marcado énfasis en la des-realización o fantasía
de lo que se cuenta o en relación con lo que se está tematizando; segundo, al pensar en las diferentes valencias que
adquiere este tópico en Borges, “el sueño simboliza un proceso creador divino” (Pérez, 1986: 127). Este accionar
demiúrgico –piénsese también en “Las ruinas circulares” (I, 451-455)– se convierte, claro está, en el paralelo con el
trabajo del escritor que erige ficciones. Por lo tanto, sería demasiado ingenuo afirmar que el esquema de cajas chinas
está estrictamente referido a Cervantes, o sea, que simplemente duplica la estructura de la novela o sostiene que Quijote
es más irreal que Quijano y éste lo es más que el autor empírico. Al volver sobre el vínculo que en Borges adquiere
la correlación universo ficcional/universo extraficcional y sus corolarios (enunciados 1.2 y sobre todo 1.4) entonces el
esquema conquista reversibilidad y por lo tanto interdependencia:

2.2 [Cervantes ← [Quijano ← [Quijote]]] = (univ. extraficcional ← univ. ficcional)


2.3 [Cervantes ↔ [Quijano ↔ [Quijote]]] = (univ. extraficcional ↔ univ. ficcional)

En resumen, la estrategia genera sentidos en dos planos: el filosófico-literario y el metaliterario. De una parte, en
cuanto al primero, mediante direcciones paralelas que se retroalimentan se pretende poner en evidencia

el carácter ilusorio de la realidad [y, por esto mismo,] […] el plano de la ficción cobra visos de realidad
porque sobre él se construye una segunda ficción a partir de la primera; creemos a la primera ficción real
[…] porque se ha transformado en el material de una segunda ficción, reproduciendo la relación realidad-
literatura dentro del marco literario (Alazraki, 1983: 43-44).

En lo concerniente a lo específicamente metaliterario,

la literatura se convierte en un sueño del autor. De hecho la ficción es […] una especie de sueño: en primer
lugar porque no tiene validez real, en segundo, porque no responde a una causalidad lógica. Sin embargo
y a diferencia del sueño, las leyes según las cuales se rige la ficción no son arbitrarias, sino que obedecen
a la voluntad constructiva del autor (Massuh, 1980: 62).12

12 El resaltado del verbo pertenece al original.

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 42


revista electrónica de teoría de la ficción breve

A partir de las consecuencias que identifica Jaime Alazraki la última configuración que se propone de la mise
en abîme (esquema 2.3) puede releerse para ser abordada de forma más completa teniendo en cuenta algunas
consideraciones.
Dentro de las minificciones con hipotexto en el Quijote que componen el objeto de este estudio debe prestarse
especial atención a aquellos casos –que conforman un grupo reducido– en los que la matriz enunciativa está constituida
en su totalidad o parcialmente por la primera persona del singular. El yo puede corresponder a tres diferentes instancias:
1) voz de Miguel de Cervantes (caso de “Miguel…”); 2) voz de Alonso Quijano (caso de “Ni siquiera…”); y 3) voz
sin identificación explícita, que no corresponde a ninguno de los anteriores (caso de “Un problema” y “Lectores”).
El primer caso ya fue estudiado más arriba y no requiere mayores precisiones; las restantes posibilidades son las que
interesan ahora.
La segunda posibilidad es el modelo más acabado y directo de la puesta en abismo. Al ceder Borges la voz
a Quijano muestra desde adentro el mapa de las superposiciones, ya que, por su lugar en la tríada Cervantes/Quijano/
Quijote, el hidalgo es su centro exacto.13 Junto a Alazraki, quien lo afirma a propósito de “Las ruinas circulares”,
puede concluirse que “La existencia de dos soñadores deja entrever la posibilidad de una serie infinita de soñadores”
(ibid.: 67). Así, los términos de la serie que se expone en el esquema 2.3 pueden de esta forma ampliarse hacia uno
y otro lado de la posición medular (Quijano), en donde cada figura sueña (aunque de diferentes maneras) a la que le
sigue y es soñada por la que le precede. Por ejemplo,

2.4 [Cide Hamete ↔ [traductor morisco ↔ [Cervantes ↔ [Quijano ↔ [Quijote ↔ [Dulcinea]]]]]]

El lector de “Ni siquiera soy polvo”, por su parte, al enfrentarse sin mediaciones con el punto de vista de Alonso
Quijano experimenta in presentia el aturdimiento que provoca la mise en abîme ya que la perspectiva de éste viene
a coincidir con la propia. El efecto es poderoso y ya lo anticipa el propio Borges: “tales inversiones sugieren que
si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores [vale decir: soñadores], nosotros, sus lectores o
espectadores, podemos ser ficticios” (II, 47). La proliferación de los niveles de alucinación termina por incluir al lector
en su mecanismo y proponerle la feroz tesis que asevera que él mismo es la culminación del ensueño, es decir, que
ocupa el lugar de mayor profundidad e irrealidad. Por lo tanto, si x1 y x2 representan las posibilidades de ampliación
incesante vistas en 2.4,

2.5 [x1 ↔ [Cervantes ↔ [Quijano ↔ [Quijote ↔ [x2 ↔ [Lector]]]]]]

Finalmente, la modulación N° 3 de la primera persona del singular puede aprovecharse para completar el esquema
propuesto.
En el microrrelato “Un problema” y en el poema “Lectores” se observa la irrupción puntual y aún fugaz de
un yo que instala un decidido cambio de punto de vista en relación con lo que antes se viene diciendo e inclusive en
relación con otras ficciones del mismo tipo.

13 Esta puede ser una razón de peso por la cual Borges no le cede la voz a Don Quijote, que sería lo más
lógico debido a la trascendencia (literaria y extraliteraria) del personaje.

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 43


revista electrónica de teoría de la ficción breve

Que yo sepa, hay tres contestaciones posibles. (UP)

Tal es también mi suerte. Sé que hay algo


inmortal y esencial que he sepultado
en esa biblioteca del pasado
en que leí la historia del hidalgo. (LE)

Esta primera persona puede hacerse corresponder sin mayores problemas al Borges ficcionalizado que aparece en
algunos cuentos. En “Un problema”, el Borges-narrador hipotetiza qué hubiera ocurrido si Don Quijote “descubre,
al cabo de uno de sus muchos combates, que ha dado muerte a un hombre”; a partir de esta presunción propondrá
diferentes desenlaces para la situación planteada según su experiencia como escritor, es decir, según los posibles giros
que podría tomar la trama del Quijote desde su visión particular de la misma. En “Lectores” el yo lírico homologa la
situación de Quijano a la suya propia, o sea, traspone los elementos ficcionales a su experiencia vital para poder de
algún modo explicar esta última; en consecuencia, Borges aparece en tanto lector de la novela cervantina.14 En otras
palabras, es ahora el propio Borges en un doble estatuto (como hablante ficcional y como autor empírico) quien a sí
mismo se incorpora al juego vertiginoso de los soñadores de la mise en abîme. Esto sucede porque, en primer lugar,
es a través de su sueño que el lector ve –sueña– a las criaturas cervantinas y al propio Cervantes autor, lo que equivale
a una re-representación o a una re-ficcionalización; en segundo lugar, su propia figura termina por perder realidad
y por asemejarse con las restantes hasta confundirse. Borges, como los espejos a los que tanto les temía, agrega una
nueva realidad a las realidades ya soñadas por Cervantes, lo que termina por provocar una implosión. En una nueva
figuración del esquema 2.5 Borges debe aparecer como el primer escalón porque es el lector a través del cual se lee
a Cervantes, y debe aparecer antes de su propio lector, porque termina siendo parte de la ficción que éste lee; es, en
síntesis, lector leído y soñador soñado. Así,

2.6 [Borges ↔ [x1 ↔ [Cervantes ↔ [Quijano ↔ [Quijote ↔ [x2 ↔ [Borges ↔ [Lector]]]]]]]]

En conclusión, este esquema –que, por otra parte, reconozco es borgeano– intenta resumir la propuesta del
escritor argentino en las minificciones de su autoría que retoman al Quijote como principal eje de lectura/escritura.15

14 La influencia del Quijote en Borges como individuo y/o como lector puede asimismo ser rastreada en
otros poemas aunque éstos no lo tengan como temática central; v.gr. “El otro” (II, 268), “España” (II, 309),
“La trama” (III, 457) y “Sherlock Holmes” (III, 470), en el cual se compara a Quijano con el personaje de
Conan Doyle en tanto entidad ficticia. Por otra parte, en los versos 11-12 del poema “La fama” (III, 323) se
reitera la idea a la que acabo de referirme al hablar de “Lectores”.
15 Cervantes y su Quijote han sido y son tema recurrente para los escritores de microrrelatos. Esto
se debe, como sostiene Vique (2004), a su carácter canónico de clásico y también a que contiene en sí el-
ementos muy explotados por la minificción. No obstante, hay que tener en cuenta que “como bien observa
Borges, el calificativo de clásico no corresponde a características universales de un texto. En otros términos:
El Quijote es un clásico tanto para Azorín como para Marco Denevi, pero lo es de muy distinta manera”
(ibid.: 13). Por ello, aquí nos hemos centrado en una lectura de las minificciones borgeanas que tiene como
principal asidero la propuesta literaria del escritor argentino, para poder observar de qué modo éste lee a
Cervantes a través de sus microtextos (algo que, por otra parte, parece no estar muy estudiado, al contrario

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 44


revista electrónica de teoría de la ficción breve

Debe leerse en función del cariz que el par universo ficcional/universo extraficcional adquiere en su literatura. A lo largo
del presente estudio se mostró cómo diversas estrategias, que se hallaron desde un abordaje transversal de los distintos
textos del corpus de análisis, confluyen en un área de sentido que guía in toto la interpretación de esta línea de
minificción borgeana, sin decir por esto que no haya en la misma otros campos de significación. A partir de la mezcla
deliberada de elementos de referencialidad histórica con los puramente ficcionales y de la inversión que les otorga
mayor jerarquía a éstos por sobre aquéllos; a partir de la construcción recurrente de un estructura de puesta en abismo
que los confunde e iguala; a partir del empleo sistemático del tópico del sueño; y a partir de la variación de los puntos
de vista y de la irrupción del escritor mismo en la dimensión ficcional, es que se hace manifiesta una concepción de la
realidad y de la literatura en la que ambos espacios se desdibujan y se trocan. Esta faceta de la cosmovisión borgeana,
como se vio en las citas, ya ha sido bastante tratada por los críticos; por ello no fue mi intención ahondar demasiado
en este aspecto. Sí me interesó especificar, por el contrario, en qué sentidos y mediante qué estrategias el Quijote se
vuelve el instrumento literario más idóneo para plasmarla en las minificciones.
Elaborando una vez más una fórmula, puede afirmarse que existen dos posibilidades:

a) esquema 2.6 = 0
b) esquema 2.6 = 1

Si el esquema 2.6 da como resultado cero, entonces nada de lo que percibimos es real: el hombre, sus ficciones y
el universo son sólo un sueño de Dios; si el esquema 2.6 da como resultado uno, entonces o el mundo es real y la
literatura un intento del hombre por soñar otras realidades, o lo únicamente real es la literatura y lo que está fuera de
ella no tiene existencia. Dios dispone, Borges propone y el lector decide.

Bibliografía citada

alazraki, Jaime (1983). La prosa narrativa de Jorge Luis Borges. Madrid: Gredos.

Borges, Jorge Luis (2002). Obras completas. Tomos I, II y III. Buenos Aires: Emecé.

Cowes, Hugo W. (1982). Sobre Jorge Luis Borges autor del Quijote. Universidad Nacional del
Comahue: Publicaciones de la Facultad de Humanidades, N°8.

Koch, Dolores (2000). “Retorno al micro-relato: algunas consideraciones” en El cuento en red, N° 1,


Primavera de 2000. Dirección electrónica: http://cuentoenred.org.

Lagmanovich, David (1996). “Hacia una teoría del microrrelato hispanoamericano” en Revista
Interamericana de Bibliografía. Vol. XLVI, n° 1-4, 1996. Washington: OEA. Versión electrónica: http://iacd.oas.org/template-
spanish/rib96.htm, consultada el 27/12/2006.

de lo que ocurrió con el cuento “Pierre Menard, autor del Quijote”). En la mini-antología incluida en su
artículo, Ramón Vique recoge de Borges la “Parábola de Cervantes y de Quijote” y “Un problema”.

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 45


revista electrónica de teoría de la ficción breve

Massuh, Gabriela (1980). Borges: una estética del silencio. Buenos Aires: Belgrano.

Nállim, Carlos Orlando (1999). “Borges, Pierre Menard y Cervantes” en Castellino, Marta
Elena (dir.). Revista de Literaturas Modernas. Borges entre dos siglos: recuperaciones y anticipaciones. N° 29. Mendoza: Universidad
Nacional de Cuyo.

Noguerol Jiménez, Francisca (1992). “El micro-relato latinoamericano: cuando la brevedad


noquea…” en Lucanor. N° 8.

Noguerol Jiménez, Francisca (1996). “Micro-relato y posmodernidad: textos nuevos para un final
de milenio” en Revista Interamericana de Bibliografía. Vol. XLVI, n° 1-4, 1996. Washington: OEA. Versión electrónica: http://
iacd.oas.org/template-spanish/rib96.htm, consultada el 27/12/2006.

Paniagua Ramírez, Karla (2000). “Minicuento: paradigma y canon literario. Propuestas para una
lectura minicuentística de prosa poética” en El cuento en red, N° 2, Otoño de 2000. Dirección electrónica: http://cuentoenred.
org.

Pérez, Alberto Julián (1986). Poética de la prosa de Jorge Luis Borges. Madrid: Gredos.

Pollastri, Laura (1994). “Una escritura de lo intersticial: las formas breves en la narrativa
hispanoamericana contemporánea” en Azar, Inés (comp.). El puente de las palabras. Homenaje a David Lagmanovich. Washington:
OEA.

Tomassini, Graciela y Stella Maris Colombo (1996). “La minificción como clase textual
transgenérica” en Revista Interamericana de Bibliografía. Vol. XLVI, n° 1-4, 1996. Washington: OEA. Versión electrónica:
http://iacd.oas.org/template-spanish/rib96.htm, consultada el 27/12/2006.

Vique, Ramón Fabián (2004). “Minificciones quijotescas” en El cuento en red, N° 9, Primavera de


2004. Dirección electrónica: http://cuentoenred.org.

Zavala, Lauro (2000). “Seis problemas para la minificción, un género del tercer milenio: Brevedad,
Diversidad, Complicidad, Fractalidad, Fugacidad, Virtualidad” en El cuento en red, N° 1, Primavera de 2000. Dirección
electrónica: http://cuentoenred.org.

Referencias y siglas utilizadas

Todas las referencias generales a la obra de Borges se hacen por la edición que figura en la Bibliografía, consignando entre
paréntesis el número de volumen y la página. Las referencias al corpus trabajado se harán utilizando las siguientes siglas, a
continuación de las cuales se especifica aquí la ubicación de la minificción:

UP “Un problema” II, 172

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 46


revista electrónica de teoría de la ficción breve

PC “Parábola de Cervantes y de Quijote” II, 177


AL “El acto del libro” III, 292
SU “Un soldado de Urbina” II, 256
LE “Lectores” II, 270
MC “Miguel de Cervantes” II, 468
SA “Sueña Alonso Quijano” II, 472
ET “El testigo” III, 112
NP “Ni siquiera soy polvo” III, 177

http://cuentoenred.xoc.uam.mx Derechos Reservados 47

Anda mungkin juga menyukai