1-INTRODUCCIÓN
MARÍA CRISTINA ROTHER HORNSTEIN
Freud,S 1913
1 Sistema abierto con “clausura operacional”, es según Maturana (1993) como funciona “el sistema nervioso, en el cual
cualquiera que sean sus cambios dentro del mismo, su operar consiste en mantener ciertas relaciones entre sus
componentes invariantes frente a las perturbaciones que generan en él tanto la dinámica interna como las
interacciones del organismo que integra. En otras palabras el sistema nervioso opera como una red cerrada de cambios
de relaciones de actividad entre sus componentes.”
Diferenciar sistema cerrado de abierto y aislado desde el punto de vista termodinámico. Según la termodinámica, que
es la rama de la física que estudia la energía y la transformación entre sus distintas manifestaciones, un sistema
aislado es aquel que no puede intercambiar materia ni energía con su entorno. Un sistema cerrado es aquel que sólo
puede intercambiar energía con su entorno, pero no materia. Un sistema abierto es aquel que puede intercambiar
materia y energía con su entorno.
Freud,S 1913
3Sistema abierto con “clausura operacional”, es según Maturana (1993) como funciona “el sistema nervioso, en el cual
cualquiera que sean sus cambios dentro del mismo, su operar consiste en mantener ciertas relaciones entre sus
componentes invariantes frente a las perturbaciones que generan en él tanto la dinámica interna como las
interacciones del organismo que integra. En otras palabras el sistema nervioso opera como una red cerrada de cambios
de relaciones de actividad entre sus componentes.”
Diferenciar sistema cerrado de abierto y aislado desde el punto de vista termodinámico. Según la termodinámica, que
es la rama de la física que estudia la energía y la transformación entre sus distintas manifestaciones, un sistema
aislado es aquel que no puede intercambiar materia ni energía con su entorno. Un sistema cerrado es aquel que sólo
puede intercambiar energía con su entorno, pero no materia. Un sistema abierto es aquel que puede intercambiar
materia y energía con su entorno.
La obra de Freud es una referencia insoslayable. Entre otra razones, por la complejidad con
que pensó la subjetividad anticipando la concepción de caos determinista. Fue un verdadero
pionero en tanto y en cuanto se animó a “caminar por los bordes de la medicina decimonónica, a
tender puentes entre una teoría fosilizada y una práctica que requería de nuevas categorías”.
(Najmanovich,2008) . Nunca dejó de buscar metáforas que ampliaran su campo de investigación en
otras áreas, desde la literatura hasta la religión, las artes plásticas, la física de su época, la filosofía.
Articular determinismo y azar en la reorganización fantasmática, posibilita la producción de
algo nuevo mediante religaduras de lo actual (encuentros significativos) con lo ya inscripto. (series
complementarias). Implica considerar como se modifica la metapsicología y sus consecuencias en la
práctica al conceptualizar sucesivamente proceso primario, el sistema inconsciente, la sexualidad
infantil, la transferencia, la repetición, el narcisismo, las identificaciones, la pulsión de muerte, la
segunda tópica, la castración, el Edipo y la femineidad.
Que las histéricas sufran de reminiscencias fue junto a la genialidad de Freud lo que hizo
posible la creación del Psicoanálisis.
Las escenas de seducción a las que referían las pacientes de fines del siglo XIX configuraron
el mapa psicoanalítico. La sexualidad infantil y la sexualidad en general fue uno de los pilares
Para revisar todas estas cuestiones propongo seguir un itinerario que nos lleva desde antes
del nacimiento a la configuración de las identidades, los duelos y la recomposición subjetiva, siendo
la adolescencia un tránsito obligado.
Y dado que la clínica y la práctica no pueden estar desarticuladas de la teoría retomaremos
algunas patologías clinicas propias de configuraciones narcisisitas fallidas y diversas formas de
abordar el proceso analítico.
Agradezco los textos y la colaboración de mis colegas Luis Hornstein, Hugo Lerner y Susana
Sternbach que han aceptado participar en este proyecto y que con sus diversas miradas y
Luis Hornstein enfatiza la subjetividad como una construcción a partir de las relaciones
sociales y no como una esencia humana. Considera que no existe la familia como totalidad
autónoma y menos aún como unidad biológica-natural sino como un universo de factores
socioculturales. Polemiza con aquellos psicoanalistas para quienes todavía lo humano deriva de
necesidades o instintos (postulados como primeras motivaciones psíquicas). Para ellos, no hay
creatividad humana ni para pensar la teoría ni para enfrentar la clínica del adolescente. En ese
sentido nos dice: “la clínica ha oscilado entre dos maniqueismos. O toma al adolescente como un
colmo de angustias y de duelos. O considera almibaradamente a la adolescencia un tiempo pleno de
vida. Siempre el maniqueísmo es el resultado de pensar mal o pensar poco. De actuar poco.” Mirar,
escuchar, sentir y pensar al adolescente nos enfrenta ante oscilaciones intensas de la autoestima y
del sentimiento de identidad; desesperanza; no construcción de la alteridad; inhibiciones diversas;
apatía; hipocondría; trastornos del sueño y del apetito; ausencia de proyectos; crisis de ideales y
valores; trastornos en la simbolización; identidades borrosas; impulsiones; adicciones; labilidad en
los vínculos; trastornos psicosomáticos. No se trata de datos sueltos, por lo contrario todos ellos
datos que nos invitan a articular, actuar.
Hugo Lerner insiste en que nuestra disciplina es una teoría y una práctica en la que a medida
que avanza en su tarea, los interrogantes van proponiendo nuevos textos y autores que pasarán a
ser nuevos interlocutores.
Respecto de si la adolescencia es una crisis o un duelo concuerda en que hay crisis 5 en tanto
es una etapa generalmente tumultuosa de la vida y dado que es una producción cultural, la
adolescencia interpela explícitamente la condición de ser expresión de la cultura, escenificando el
nacimiento del sujeto adulto. Y es en esta construcción que va deviniendo, en este nacimiento,
donde hallamos a los adolescentes en crisis, porque hay cambio, hay o no oportunidades de
5
Entre los diversos significados que atribuye a este término, el Diccionario de la lengua española de la Real Academia
dirá: "Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales. Situación
de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese".
Susana Sternbach reflexiona también sobre el lugar del adulto en su vínculo con los
adolescentes y propone un recorrido “a quienes se aventuren en la lectura de este libro, que
difícilmente sean adolescentes. Y, dado que la adolescencia, noción que ha adquirido estatuto de
existencia hace no más de medio siglo, refiere básicamente a ese período de la vida que oscila entre
la niñez y la adultez, parece oportuno referirse a los extremos que la delimitan.” Propone empezar
con “la adultez”, no sólo por una cuestión formal de delimitación. Sino sobre todo porque el adulto
representa el porvenir del adolescente, aquello que lo espera cuando las turbulencias de la primera
juventud cedan paso a esa prolongada etapa de la vida que sólo mucho más tarde habrá de devenir
Fernando Pessoa.
Libro del desasosiego
6 Internet comienza de 1991. La generación de nacidos entre mediados de los noventa y principios del año 2000 se
están introduciendo en los medios (la cultura, el mundo, la subjetividad) a través del intermediario digital y ya no a
través del papel o de la imprenta. Investigaciones hechas en Argentina por R. Morduchowicz (2013) muestran que hay
una diferencia notable entre los nacidos antes y después del 2006 a partir del aumento en el numero de pantallas
digitales en las familias. El celular del 65% en el 2006 pasó al 100% en el 2011. El lector del DVD del 40 al 70%, y la
computadora subio del 30% en el 2006 al 70% en el 2011.
7 Prensky Marc, (2012) From digital natives to Digital Wisdon: Hopeful Essays for 21st Century Learning. Copyright 2012,
8 Prensky Marc, (2012), Las cifras resultan abrumadoras: más de 10.000 horas invertidas en videojuegos; más de
200.000 horas en mensajes de correo electrónico gestionados –tanto recibidos como enviados instantáneamente-; más
de 10.000 horas empleadas hablando por el teléfono móvil; más de 20.000 horas viendo televisión; más de 500.000
anuncios publicitarios vistos y, quizás,a lo sumo, 15.000 horas destinadas a la lectura de libros. Así son la mayoría de
los estudiantes de hoy. Las cifras que se aportan sobre el tiempo invertido por los estudiantes antes de acabar su vida
universitaria pretenden ser sólo aproximaciones de “orden de magnitud”, ya que, evidentemente, varían mucho
dependiendo de las personas.
9 “El esfuerzo de saber de los niños en modo alguno despierta aquí de una manera espontánea, por ejemplo a
consecuencia de una necesidad innata de averiguar las causas, sino bajo el aguijón de las pulsiones egoístas que los
gobiernan: cuando –acaso cumplido el segundo año de vida-los afecta la llegada de un nuevo hermanito. […] El retiro de
asistencia de los padres, experimentado o temido con razón. La vislumbre de que se estará obligado a compartir para
siempre todo bien con el recién llegado, tienen por efecto despertar la vida de sentimientos del niño y aguzar su
capacidad de pensar.” (Freud, 1908)
10Rodulfo,M (2005) comenta su preocupación por la cantidad de niños diagnosticados como afectados de un sindrome
disatencional con o sin hiperquinesis (ADD y ADHD) generalmente medicado con Ritalina y agrega […] ”en una
proporción alarmante tal diagnóstico encubre otras patologías, muchas de ellas de gravedad y que se hallan en el orígen
de la llamada ‘falta de atención’ con o sin hiperactividad”.
11”Amenudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción; esos que se menean con nuestros gestos,
echando mano a cuanto hay a su alrededor. Esos locos bajitos que se incorporan con los ojos abiertos de par en par, sin
respeto al horario ni a las costumbres y a los que, por su bien, hay que domesticar. Cargan con nuestros dioses y
nuestro idioma, nuestros rencores y nuestro porvenir. Por eso nos parece que son de goma y que les bastan nuestros
cuentos para dormir. Nos empeñamos en dirigir sus vidas sin saber el oficio y sin vocación. Les vamos trasmitiendo
nuestras frustraciones con la leche templada y en cada canción. Nada ni nadie puede impedir que sufran que las agujas
avancen en el reloj, que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan adios”. (Serrat, JM.
Esos locos bajitos).
Freud, 1938
Esquema de Psicoanálisis
Ni los orígenes, ni lo originario (Aulagnier, 1975) como primera forma de inscripción de las
experiencias vividas por el recién nacido son un tiempo mítico. Por lo contrario, constituyen parte
del entramado que conforma la realidad psíquica.
Sujeto y mundo emergen y se definen mutuamente en una experiencia contextualizada,
corporalizada e histórica. Esta perspectiva conceptual cuestiona la clásica distinción sujeto-objeto y
su correlativa separación cuerpo-mente.
Pienso los orígenes de la subjetividad y su devenir como una construcción por la cual
cuerpo-mente, sujeto-objeto, materia-energía, se entrelazan y constituyen recursivamente.
16 Se suele decir “desamparados”. Sin embargo en este contexto elijo inacabados.El desamparo no es exclusivo de la
condición en la que los humanos venimos al mundo.Hay niños desamparados, adolescentes, jóvenes, adultos y ni qué
hablar de viejos desamparados, no sólo en el ámbito de sus familias sino también en el social y económico.
17 “His Majesty the Baby, como una vez nos creimos. Debe cumplir los sueños, los irrealizados deseos de sus padres; el
varón será un grande hombre y un héroe en lugar del padre, y la niña se casará con un príncipe como tardía
recompensa para la madre. El punto mas espinoso del sistema narcisista, esa inmortalidad del yo que la fuerza de la
realidad asedia duramente, ha ganado su seguridad refugiándose en el niño. El conmovedor amor parental, tan infantil
en el fondo, no es otra cosa que el narcisismo redivivo de los padres, que en su transmudación al amor de objeto revela
inequívoca su prístina naturaleza.” (Freud, 1914).
18 Según Varela, F.; Thompson, E.; Rosch, E. (De cuerpo presente. 1992),el enfoque enactivo de la percepción no procura
determinar cómo se recobra un mundo independiente del perceptor, sino determinar los principios comunes entre los
sistemas sensoriales y motores que explican cómo la acción puede ser guiada perceptivamente en un mundo
dependiente del perceptor.
19 Varela, F.; Thompson, E.; Rosch, E. (De cuerpo presente. Gedisa, 1992)
20 La recursividad rompe con la linealidad causa-efecto en tanto lo producido tiene efecto modificador sobre aquello
que lo ha producido en un ciclo autoorganizador.
21 “El yo es sobre todo una esencia-cuerpo; no es sólo una esencia-superficie, sino, él mismo, la proyección de una
superficie.[…] O sea que el yo deriva en última instancia de sensaciones corporales, principalmente de las que parten de
la superficie del cuerpo. Cabe representarlo, entonces, como la proyección psíquica de la superficie del cuerpo, además
de representar, como se ha visto antes, la superficie del aparato psíquico”. ( nota al pie de la traducción inglesa1927).
22 Ver en ANEXOS: 1- notas sobre la actividad de representacion y el proceso originario
Henry Miller
Big Sur y las naranjas de El Bosco
23 La ciencias humanas que responden al paradigma positivista piensan la identidad no como un proceso, un devenir,
sino cuasi como una “identidad in vitro”, aislada del entorno y por lo tanto inmodificable.
24 Ricoeur,P. Si mismo como otro ,SXXI, España, 1996
25 Para Ricoeur interpretar es extraer el ser-en-el-mundo que se halla en el texto. De esta manera se propone estudiar el
problema de la «apropiación del texto», es decir, de la aplicación del significado del texto a la vida del lector. La
reelaboración del texto por parte del lector es uno de los ejes de su teoría.
Cuerpo e identidad 27
El cuerpo constituye la base y sostén privilegiado del sentimiento de identidad. Poco a poco
el recién nacido aprende a localizar las tensiones, las sensaciones, las emociones en su cuerpo, a
distinguir lo que es interno (sensaciones de hambre, de sed) de lo que es externo (objetos y
personas de su entorno). La exploración de su cuerpo, la manipulación de los juguetes, le permiten
tomar conciencia del mismo: la diferencia entre la superficie sensible y los objetos exteriores se va
experimentando a través de los juegos.
En la constitución de la identidad, la imagen de sí, el sentimiento propio, tienen un lugar
muy importante. Es entre los uno y dos años que el niño reconoce poco a poco su imagen en el
espejo como lo describieron Winnicott, Wallon, Lacan y René Zazzo. Resultado de un doble
mecanismo de objetivación y de apropiación.
Por la objetivación, el niño es capaz de ubicarse como alguien en el espacio de los otros: él es
visible a sí mismo. Por la apropiación incorpora esta apariencia visual y la hace coincidir con la
28 “[…] el carácter del yo es una sedimentación de las investiduras de objeto resignadas, contiene la historia de éstas
elecciones de objeto. Desde luego, de entrada es preciso atribuir a una escala de la capacidad de resistencia la medida
en que el carácter de una persona adopta esos influjos provenientes de la historia de las elecciones eróticas de objeto o
se defiende de ellos. […] También cabe considerar una simultaneidad de investidura de objeto e identificación, vale
decir, una alteración del carácter antes que el objeto haya sido resignado. En este caso, la alteración del carácter podría
sobrevivir al vínculo de objeto, y conservarlo en cierto sentido.” (Freud, 1923)
29 Souffir,V y Miedzyrzecki,J (1999) en Identités, RFP,4, Tomo LXIII, octubre-diciembre, Paris
Fernando Pessoa
30“Vuelvo a luchar en este libro contra un error muy difundido: la unificación clínica del narcisismo para cuadros
diferentes. Así no se trasciende una psiquiatría descriptiva [...]. No busco un término unívoco, sino una teoría del
narcisismo lo suficientemente compleja que no encasille la clínica.” (Hornstein. 2006). Para salir de esa unificación
errónea, el autor postula sus cuatro modelos: patologías del sentimiento de sí (borderline, paranoia, esquizofrenia);
patologías del sentimiento de estima de sí (depresiones); patologías de la indiscriminación objeto fantaseado-pensado
con el objeto actual (elecciones narcisistas, diversas funciones del objeto en la economía narcisista) patologías del
desinvestimiento narcisista (clínica del vacío).
Identidad e identificación
36 Elliot Anthony, Teoría social y psicoanálisis en transición. Sujeto y sociedad de Freud a Kristeva. A.E., Buenos. Aires.
1995.
37 Op.cit. pág.301
38 Realidad y juego. Granica, Buenos Aires, 1972.
39 Stern, D. El mundo interpersonal del infante. Paidos, Buenos.Aires. 1991
Lerner, 2014
Cuerpo-pubertad-adolescencia
El cuerpo goza, habla, duele, grita. Ese cuerpo que habla y es hablado por la madre, se
muestra y reaparece con toda su fuerza en el púber que también lo goza, lo sufre, lo piensa, y lo
40 Rother Hornstein,1992
Para el recién nacido la madre es el único espejo en el que se mira arrobado. La madre
devuelve esa mirada con la misma intensidad amorosa pero poco a poco tendrá que ayudarlo a
encontrar otros espejos que lo ayuden a construir su pentagrama identificatorio. El pequeño va
entendiendo que él no es todo para la madre. El padre, los hermanos, los abuelos, los tíos y otros
tantos significativos poblarán su vida de referentes identificatorios. Se amplía el mapa de miradas,
de voces, de historias, de mundos. Primer fragmento de realidad, la familia, primeros y únicos
destinatarios de las demandas de amor, de placer y de reconocimiento; (demandas libidinales y
narcisistas) que nunca dejarán de estar presentes. Este espacio que corresponde a la familia
primaria es ocupado luego por la pareja y los hijos.
El pequeño encuentra en los personajes de la TV, de los videos, en otros niños del jardín, del
colegio, los amigos, los maestros, en las redes sociales, referentes a quienes demandará
parcialmente un placer narcisista o sexual después de la pubertad. Sus pares, maestros, y los
programas y modelos que encuentran en la web son los nuevos personajes idealizados. Transmiten
valores que nunca coinciden totalmente con los familiares. Emiten mandatos identificatorios
fundantes, así como desengaños, frustraciones y conflictos. A lo largo de la vida este espacio podrá
cambiar sus habitantes y sustituir parcialmente al anterior.
Alrededor del joven, en el campo social, hay muchos sujetos con quienes él comparte
intereses, exigencias, esperanzas y frustraciones. Él quiere pertenecer, formar parte. He allí un
tercer espacio de investimiento.
41 “Representaremos metonímicamente al grupo social –designado con este término a un conjunto de sujetos que
hablan la misma lengua, regidos por las mismas instituciones y, cuando ello ocurre, por una misma religión- como el
conjunto de las voces presentes. Este conjunto puede pronunciar un número indeterminado de enunciados: entre ellos,
tendrá un lugar particular la serie que define la realidad del mundo, la razón de ser del grupo, el origen de sus modelos.
Esta serie comprende así al conjunto de los enunciados cuyo objeto es el propio grupo, conjunto mas o menos complejo
y flexible, que posee siempre como infraestructura inmutable para una cultura dada una serie mínima a la que
llamamos los enunciados del fundamento.” Aulagnier, 1975.
HUGO LERNER
J. Wagensberg ,2014
Comentarios Introductorios
¿ Qué es la adolescencia?
F. Dolto, 1990 42
42 Dolto se refiere al cambio en la conceptualización de la adolescencia antes y después de la Segunda Guerra Mundial.
43Arribar a la sensación de “yo soy”, y la consecuente relación con “yo era” y “yo seré” (construir su historia), es un
trabajo psíquico que se desenvuelve entretejido con el mundo. De cómo se entramen esos hilados sociales, de qué
nuevos marcos contextuales surjan en la vida del adolescente y cómo los transite, dependerá que los traumas,
adversidades, cataclismos emocionales, etc. dejen un sedimento, estructuras, y no vacío. La lucha se libra entre el
proceso identificatorio –proceso en tanto la identidad no es algo acabado sino en movimiento–, por un lado, y por otro
el vacío, la futilidad, la sensación de inexistencia, la patología (Lerner, 2006).
44
Entre los diversos significados que atribuye a este término, el Diccionario de la lengua española de la Real Academia
dirá: "Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales. Situación
de un asunto o procesos cuando está en duda la continuación, modificación o cese".
45 "Fase de la vida que sigue a la infancia y que transcurre desde el comienzo de la función de los órganos
reproductores (pubertad) hasta el completo desarrollo del organismo.
Del latín adulescentia (m) [ad-ol(escere) lat. ´crecer´, ´hacerse mayor]".
L. Hornstein, 2011
Retomo algunos desarrollos que ya he planteado hace algunos años (Lerner, 2011).
El yo se desarrolla, se diferencia y se amplía en un incesante suceder e inserto en un tejido
familiar, relacional y sociohistórico determinado. Adquirirá mayor o menor integración y cohesión
de acuerdo a cómo fueron sus inicios, sus comienzos, los vínculos tempranos con su medio
ambiente. Esta es la postura tanto de Freud como también de muchos de sus seguidores: Winnicott,
Mahler, Balint, Kohut, Green, Aulagnier, entre tantos otros.
Dentro de los variados ángulos que se podrán seleccionar para discutir cómo se cimienta el
yo, podrán enfatizarse algunos que según cada psicoanalista considere que dan mejor cuenta de lo
que en un escrito se procura privilegiar para encauzar el tema. En mi caso Winnicott, con sus
desarrollos ha sido y sigue siendo un autor que sigue nutriendo mis reflexiones teórico-clínicas.
Fue él quien entre otras tantas cosas advirtió acerca de la importancia de la dependencia con
otro significativo: el objeto maternante para inscribir las bases del desarrollo del yo; que aunque
en general es la madre, puede cumplir sus funciones un substituto. Manifestó con claridad que
resulta inconcebible pensar al infante separado de la madre, y que sólo se lo puede concebir en
46Recordemos a Freud (1938): “De los peligros con que amenaza el mundo exterior, el niño es protegido por la
providencia de los progenitores…”. En la traducción de López Ballesteros, "providencia" aparecía como "amparo".
Identidad y adolescencia
Bauman, 2003
Viñar, 2009
Aunque ya lo he desarrollado en otro libro (Lerner, 2006), creo que es apropiado volver a
ocuparse de este tema.
Hace ya varios años recibí en consulta a M., de 20 años de edad. Cuando abrí la puerta del
consultorio encontré en la sala de espera a un joven con un corte de pelo estilo punk (cresta en el
medio de la cabeza con diferentes tonalidades), pantalón y chaqueta con tachas, borceguíes. Se paró
y con gesto adusto me saludó. Sentí miedo y rechazo. Mi temor contratransferencial se relacionaba
con potencial violencia. Eso es lo que él quería transmitir y lo lograba. Mi primera ocurrencia había
sido rechazarlo utilizando cualquier argumento que fuese creíble. No lo hice y nos pusimos a
conversar. Por detrás de su apariencia de “duro” me encontré con un adolescente con un discurso
suave y un muy buen uso del lenguaje. Una vez pasadas las dos o tres entrevistas iniciales
convenimos en comenzar un tratamiento.
No me voy a detener en su motivo de consulta ni tampoco en el devenir de su trayecto
terapéutico. Solo quiero señalar cómo el desconocimiento que yo tenía en aquel momento de la
cultura punk me genero desconfianza y aprensión, que en su momento funcionaron como un
primer obstáculo resistencial en mi.
Con M. aprendí mucho acerca de esta tribu, sus gustos musicales, sus intereses; pero
básicamente me enseñó el peligro que significa para un terapeuta no estar informado acerca de las
diferentes manifestaciones que pueblan el mundo adolescente y que pueden provocar la
movilización de prejuicios que funcionen como limitaciones o movilicen resistencia en el analista.
Hemos trabajado varios años y aún es paciente mío. Ya no se viste como punk, hoy es un
adolescente a la moda. Ha finalizado sus estudios y trabaja en comunicación.
Hemos revisado su historia de rebeldía y lo que ha preponderado como marco explicativo se
relaciona con un momento de su vida en que tenía fuertes deseos de diferenciarse de su familia, a la
que acusaba de “burguesa”. Su “momento punk” se vinculó casi exclusivamente con su necesidad de
distinguirse de sus padres, de salir de la endogamia y comenzar a transitar por el mundo con
valores y elecciones diferentes a los de su familia. M. sabía que la ruptura con su familia asumió un
Consideraciones complementarias
En todos los grupos y tribus que he descripto es notoria la ruptura que se da con la
generación de los padres. Quizás haya sido la antropóloga Margaret Mead la que anticipadamente
mejor caracterizó la brecha generacional. En 1970, señaló que este desconcierto aparece cuando no
hay adultos que puedan saber mejor que los mismos adolescentes lo que estos experimentan.
En todos estos conjuntos se visualiza con lente de aumento la movilidad que va teniendo el
ideal del yo y, consecuentemente, el proyecto identificatorio de los jóvenes, y se aprecia que
mantiene una íntima correlación con el momento sociohistórico prevaleciente cuando un sujeto
deviene adolescente.
Como es natural, la elección también está forzosamente afectada por cómo ha sido
narcisizado cada joven y cómo se han ido construyendo e invistiendo sus ideales del yo: padres de
todos los proyectos.
En todos habrá una búsqueda identitaria, aun en los Y, tan alejados de las certezas de la
modernidad, pero en los cuales esta búsqueda existe, aunque con características muchas veces
transitorias y vertiginosas.
Un común denominador de estos diferentes grupos es la búsqueda de especularidad, la
existencia a través de la imagen especular que les devuelven los otros significativos.
Winnicott se pregunta:"¿Qué ve el bebé cuando mira el rostro de la madre? Yo sugiero que, por
lo general, se ve a si mismo. En otras palabras, la madre lo mira y lo que ella parece se relaciona con lo
Bibliografía
Los modelos educativos se transforman muy lentamente. La familia y sobre todo las
madres crían a sus hijos de manera parecida a como ellas mismas fueron criadas y transmiten
características culturales mediante hábitos, sistemas de valores y múltiples formas de
comportamiento que una vez adquiridas, se someten a una especie de compulsión repetitiva de
generación en generación. Sin embargo, no dejan de influir sobre las mismas las relaciones de
producción y de poder de acuerdo con el valor psicológico, las necesidades y frustraciones que de
ellas se derivan.
La adolescencia está en medio de los ámbitos progresistas de la sociedad, tendientes a la
transformación, y de los conservadores, reproductores de la familia. El devenir mostrará si el
adolescente logró el distanciamiento necesario para acceder a nuevos impulsos subjetivantes y
que consecuencias adecuadas se entrevé para el desarrollo cultural.47
En este siglo XXI las figuras que fueron modelos para transformar y consolidar la identidad -
el maestro, los educadores, los gobernantes, la justicia- y que proponían valores como la
solidaridad, el respeto por el otro, la confianza, la legalidad, contribuyendo a que el deseo de crecer
fuera un ideal a alcanzar, han sufrido los embates de una violencia social que cuestiona proyectos e
ideales. En ese contexto en el cual muchos padres no respetan tampoco la figura del maestro, los
adolescentes se encuentran a la deriva y son víctimas de la amputación de la utopía y la ilusión
dificultando esto la necesaria salida a la exogamia y la creación de ideales para construir
proyectos.48
A veces el transgresor está desamparado 49 buscando adultos con una autoridad no
autoritaria. Adultos que lo ayuden a volar pero que no los manden al frente sin cobijo y sin amparo.
47 “La humanidad nunca vive por completo en el presente; en las ideologías del superyó perviven el pasado, la tradición
de la raza y del pueblo, que sólo poco a poco ceden a los influjos del presente, a los nuevos cambios; y en tanto ese
pasado opera a través del superyó, desempeña en la vida humana un papel poderoso, independiente de las relaciones
económicas.” (Freud,1933)
48 Lerner: Adolescencia,trauma,identidad, en Adolescencias: trayectorias turbulentas, M.C. Rother Hornstein, (comp.),
trabajan esas fallas libidinales de los comienzos de la vida que no tienen posibilidad de entrar en el circuito represivo
quedando al margen de toda tramitación psíquica. Se manifiestan en la clínica como diferentes perturbaciones del yo.
“El acto-dolor” es una respuesta a esa historia de indiferencia precoz que actualiza una matriz de indiferencia que a
veces aparece como resentimiento, venganza, desesperación, padecimientos físicos, etc.
50 El papa Francisco (2013) en un discurso reciente dijo: […] los jóvenes son el futuro porque tienen la fuerza…pero
también el otro extremo de la vida, los ancianos, es el futuro de un pueblo. Ellos, los ancianos aportan la sabiduría de la
vida, de la historia, la sabiduría de la patria, de la familia…..y agregó su preocupación por la “eutanasia escondida” que
resulta de la falta de interés por su bienestar, pero también de la “eutanasia cultural” que lleva a descartar sus
participaciones en la vida social.
51Maturana hace una reformulación de estructura y organización y dice que la estructura es como la carne, es
organización vivida: es la organización más la historia. Por lo tanto es siempre otra estructura. En continuo devenir.
Lili no sale de su asombro de lo enorme que está su hijo, que con sus 11 años atraviesa de
una pubertad precoz.
“No sé cómo manejarme ni físicamente, ni en el diálogo. Es un extraño para mi y eso me
angustia. Pero no es sólo lo físico, que es impresionante. Calza 40, tiene barba, cambió la voz, los
olores. Pero también la conducta. Contesta mal, se encierra. No deja que me acerque ni que le
pregunte nada.”
Tan sólo unas muestras de ese desconcierto ante el torbellino adolescente de sus hijos.
53Rother Hornstein, M.C prólogo en Adolescencias: trayectorias turbulentas, M.C. Rother Hornstein, (comp.),Buenos
Aires, Paidos 2006.
Coincido con Morduchowicz (2012) cuando se pregunta si podemos juzgar esta exposición
de los jóvenes que filman y registran sus vidas cuando ven a sus adultos y a un conjunto social no
poco importante en número, ansiosos por exponer su intimidad en todas las pantallas y medios de
comuicación posibles. Famosos o desconocidos que incluyen con frecuencia “detalles
intracendentes de sus vidas”. Dijimos que el adolescente necesita encontrarse con el adulto que lo
cuida, con autoridad, con libertad y con respeto. “El problema, -agrega la autora- es que, con
frecuencia, los adultos se sienten adolescentes, fascinados por el mismo deseo de visibilidad, imagen y
popularidad”-
“La tarea permanente de la sociedad, con respecto a los jóvenes, es sostenerlos y contenerlos,
evitando a la vez la solución falsa y esa indignación moral nacida de la envidia del vigor y la frescura
juveniles. El potencial infinito es el bien preciado y fugáz de la juventud, provoca la envidia del adulto
que está descubriendo en su propia vida las limitaciones de la realidad”. (Winnicott, 1964)
Diferir compromisos con la realidad lleva a que el joven no establezca vínculos de
reciprocidad y reconocimiento con los otros. A la inversa asumirlos y sentirse libre de restricciones
y de poder actuar acorde al propio deseo sería alcanzar un equilibrio entre los deseos, la
imaginación y la capacidad de actuar.
Quienes se aventuren en la lectura de este libro difícilmente sean adolescentes. Y, dado que
la adolescencia, noción que ha adquirido estatuto de existencia hace no más de medio siglo, refiere
básicamente a ese período de la vida que oscila entre la niñez y la adultez, parece oportuno
referirse a los extremos que la delimitan.
Me propongo en este capítulo orientar la mirada hacia uno de ambos extremos: la adultez. Y
no sólo por una cuestión formal de delimitación. Sino sobre todo porque el adulto representa el
porvenir del adolescente, aquello que lo espera cuando las turbulencias de la primera juventud
cedan paso a esa prolongada etapa de la vida que sólo mucho más tarde habrá de devenir en vejez.
Por lo demás, cuando nos ocupamos de plantear las dificultades del tránsito adolescente, a
menudo parecemos olvidar que dicho trayecto acontece en estrecha interrelación con un mundo
adulto que, lejos de ser estático, se encuentra surcado a la vez por problemáticas no
necesariamente menores a las de la adolescencia. La adultez, afortunadamente, no constituye un
punto de arribo ni un resguardo frente a las inclemencias de la vida. Por el contrario, se trata de una
construcción dinámica, incesante e inacabada.
En el camino de la adultez, los niños y los adolescentes encarnan esa parte de nuestra propia
historia e identidad que corresponde en cierta medida a lo que hemos sido y ya no somos. Los más
jóvenes, aquéllos que comienzan a recorrer nuestros caminos cronológicos ya recorridos,
movilizan en alto grado nuestras vivencias, nuestros recuerdos y nuestras dificultades. También
nuestros caminos no transitados.
Adolescentes y adultos
Ante todo, adultos y adolescentes somos sujetos de época. ¿Cómo es ser adolescente hoy, en
este mundo globalizado y vertiginoso? A la vez: ¿cuáles son las características y peculiaridades de
la vida adulta en estos tiempos?
Respecto a la adolescencia, parece haber cierto consenso en que se ha prolongado hasta los
25 o 30 años de edad, al menos entre los sectores medios dentro del mundo occidental. En relación
a la adultez, la misma parece extenderse hacia atrás, en dirección a la juventud permanente, acorde
1962
2012
Normalidad e ideales.
Identidad, identidades.
Imposible a esta altura no preguntarnos acerca del abanico actual de ideales así como de sus
derivaciones bifrontes en relación a la economía psíquica, por una parte, y al imaginario social
actual por la otra.
En cuanto a los enunciados explícitos e implícitos, hemos anticipado algunos: los ideales
ligados al éxito, al consumo, al placer, a la imagen, a la juventud, entre otros.
Pero esto no es todo: nos encontramos hoy con características peculiares que hacen a la propia
estructuración del ideal, más allá de los enunciados que lo conforman.
Lo que ha caído es una peculiar dimensión del ideal: aquélla que está entramada con el futuro. Es
decir, con el proyecto. ¿Propuesta social que promueve funcionamientos psíquicos congruentes
con el Yo Ideal? En todo caso, y acorde a las nuevas matrices temporales, los ideales se conjugan en
tiempo presente. Son ideales de la instantaneidad, que operan desde lo implícito, encarnándose en
las subjetividades y en los modos del encuentro con los otros.
Los mandatos sociales actuales, que impelen a un éxito basado sobre todo en los signos
distintivos del acceso al consumo, sea a través del mundo de la conectividad, la moda, los viajes, y
en general todo aquello que es posible exhibir, aún bajo versiones new age u otras más o menos
aggiornadas a los discursos vigentes, por lo general plantean un cumplimiento veloz, tan veloz que
prometen la satisfacción instantánea. Tal vez sea esto lo que hace decir a Bauman (2005) que bajo
la cultura del consumo, la promesa de felicidad parece haber mutado hacia el acto mismo de
comprar, más allá de la utilización del objeto en cuestión. Cualquier paseo dominguero a un
shopping confirmaría la presunción de Baumann.
La lógica del consumo no nació con el siglo XXI, pero se va adecuando a los nuevos
paradigmas ligados a la temporalidad. Véase si no lo que ocurre con la
A esta altura el lector se preguntará, con todo derecho, qué relación guardan estas
reflexiones con la relación entre adultos y adolescentes. Intentemos avanzar con algunas
cuestiones: por lo pronto, ya que hemos optado por proponer la cultura del consumo como uno de
los ejes que vertebran la época actual, estaremos de acuerdo en que dicho eje nuclea a todas las
generaciones.
Las publicidades destinadas a bebés pequeños, futuros consumidores privilegiados, son
muestra elocuente de que el consumo no distingue entre generaciones.
El valor otorgado en otras culturas a lo que podríamos denominar el trayecto de la vida, la
experiencia, el conocimiento a través de la formación o del trabajo, en nuestra época se concentra
en un bien accesible a través del dinero y al que los más pequeños pueden acceder siempre y
cuando los adultos tengan la disponibilidad y la propensión a satisfacerlos. Aquello que se
encuentra más valorado socialmente a menudo se encuentra más facilitado para el universo
“joven”, a raíz de los enormes cambios tecnológicos que se suceden a ritmo vertiginoso. En tanto el
mundo de la producción requiere tiempo y trabajo, el universo del consumo se abre, al menos en
teoría, a las diferentes generaciones, a las que nuclea e iguala.
El otro ideal vigente, el de la juventud, potencia esta indiferenciación al proponer como
modelo a seguir el modelo adolescente por sobre el adulto, en tanto la noción de madurez va
cayendo en desuso.
A la vez la permisividad para recrear, reinventar la propia identidad y el proyecto de vida,
validada desde el actual imaginario social, no confina a quienes han transitado una parte sustancial
de su existencia a perseverar en sus decisiones previas. Hay una segunda, tercera o cuarta
oportunidad.
¿De qué modo redefinir los lazos? ¿Cómo sostener las funciones y las diferencias
generacionales sin pretender reeditar imaginarios ya anacrónicos? Los matices son múltiples,
desde las posiciones que resisten cualquier cambio hasta el funcionamiento de aquellos padres que
han claudicado en su función en aras de la supuesta libertad de sus hijos.
A menudo se invoca el tema de “los límites” para abordar los vínculos entre padres e hijos.
Suele escucharse que fulanito “está buscando límites” o que los padres no saben colocarlos
adecuadamente.
Muchas veces las respuestas rápidas o los lugares comunes que parecen ofrecernos una
solución aclaran poco. Porque, después de todo: ¿qué significa hablar de límites? Hay quienes los
asimilan a sanciones, o a castigos, hasta a una buena zurra, o bajo una versión más atenuada, a una
penitencia o a un grito.
Un límite es una frontera. Algo que al separar dos espacios, los instituye como diferenciados.
Entre las personas el límite permite tanto la conexión como la diferencia. A la vez posibilita
el juego del “entre”, es decir, crea el tejido común que une, a la vez que separa respetando las
diferencias.
Produce también algo peculiar, propio de ese lazo, un nosotros que implica un más allá que
la suma de las singularidades.
En este contexto cambiante, en el cual los trayectos adolescentes según hemos visto ya no se
asemejan a los de sus antecesores, y donde los mayores a la vez cursan la adultez en situaciones a
menudo no menos turbulentas que las de los adolescentes, el panorama invita a los analistas a
retrabajar supuestos y presupuestos.
Al mismo tiempo, en tanto sujetos de época, los analistas nos encontramos implicados en las
mismas coordenadas sociales que los sujetos que acuden a la consulta.
Bibliografía
Bauman, Zygmunt Amor líquido, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2005.
Lipovetsky, Gilles: La sociedad de la decepción; Anagrama, Barcelona, 2008.
Rother Hornstein: Entre desencantos, apremios e ilusiones: barajar y dar de nuevo, en Adolescencias,
trayectorias turbulentas, Paidós, Buenos Aires, 2006.
Sartori, Giovanni: Homo Videns, Taurus, Buenos Aires, 1998.
Sibilia, Paula: Mutaciones de la subjetividad en La Intimidad, Psicolibro 2010.
Sternbach, Susana: Adolescencia y cuerpo, en Jornadas Piera Aulagnier, Apdeba, 2002.
----------------------- Ideales y paradigmas en la grupalidad, en Congreso de las Configuraciones
Vinculares, 2012.
----------------------- Adolescencia, tiempo y cuerpo en la cultura actual, en Rother Hornstein,
Adolescencias, trayectorias turbulentas, Paidós, Buenos Aires, 2006.
El discurso médico, que comienza con los griegos, no tomó en cuenta el deseo en el
funcionamiento del cuerpo, de la enfermedad y de la muerte. El historial clínico de Hipócrates
describía síntomas, signos y padeceres que contaban poco del sujeto y de su historia, de sus afectos
y de sus vivencias. Mucho después, algunos discursos psicoanalíticos, reactivamente, desestimaron
el cuerpo y la historia. Hoy el discurso médico está mas cerca de hacer de esos historiales una
narración en donde hay un ser humano que sufre, que lucha, que vive. Zanjar ese abismo entre lo
físico y lo psíquico jerarquiza la experiencia de encuentro con un cuerpo sufriente y sus efectos en
el devenir de sí mismo y de quienes asisten al paciente.
¿Y que ocurre con los discursos psicoanalíticos? Si el método y la técnica se sostienen en su
articulación con la teoría, la manera de pensar la clínica, las técnicas de abordaje y los dispositivos
terapéuticos cobran diversas dimensiones. De ahí que no podamos unificar el psicoanálisis.
Hablemos en plural. Por mi parte intentaré dar cuenta de cuáles son los conceptos que privilegio y
como los entiendo a la hora de escuchar y pensar al paciente.
Los seres humanos somos complejos, en lo biológico, en lo psíquico, en la manera de pensar
las realidades, en los afectos, en los actos. Complejos y contradictorios, y propensos a privilegiar la
disyunción: bueno o malo, bien o mal, normal o enfermedad y así infinidad de opuestos que
advertirnos que simplifica. El reduccionismo, nos da un confort que no dura. Mutilación evidente en
aquellas teorías o prácticas que aíslan el objeto de estudio de sus antecedentes, de sus devenires, de
su historia.55
La complejidad expresa lo que no se conoce de un sistema, los límites de un conocimiento
global. A mayor redundancia, mayor predictibilidad y menos necesidad de información: menor
complejidad. Cuando la metapsicología privilegia la redundancia (repetición) o la simplicidad de las
esencias, de las creencias, de las verdades últimas empobrece la conceptualización del psiquismo,
de las formaciones de compromiso y minimiza la historia, el vivenciar actual, la articulación de las
series complementarias -para dar cuenta de los fenómenos subjetivos, de la actualización del
pasado en el presente- y la posibilidad de novedad para no quedar detenidos en la pura repetición
55Rother Hornstein,: “Psicoanálisis y complejidad; del trauma a la realidad psíquica.” Revista de psicoanálisis, Tomo
52,n.Lp. 71-81,1995
Con “Introducción del narcisismo” Freud inicia la segunda tópica. El narcisismo es un salto
teórico decisivo pues incluye la sexualidad en la constitución del yo. Ese yo que es una suma más o
menos integrada de identificaciones, un conjunto más o menos dispar de funciones. Un
rompecabezas en el que se entraman una multiplicidad de imágenes y enunciados identificantes
que los otros significativos le proveen, rompecabezas que nadie sino él mismo puede armar,
eligiendo las piezas para proseguir su construcción a lo largo de su existencia. “Alguien te ofrece las
cartas y vos te armás tu propio juego”.
Para Freud el yo tiene funciones diversas: control de la motilidad y de la percepción, prueba
de la realidad, anticipación, ordenación temporal de los procesos mentales, pensamiento racional.
Pero también es responsable de desconocimiento, racionalización, defensa compulsiva contra las
reivindicaciones pulsionales.
¿Ha sido superada la teoría clásica del yo por el psicoanálisis contemporáneo? El yo es
autoalteración, autoorganización a partir de las representaciones identificatorias. No sólo es
identificado, sino identificante; no sólo enunciado sino enunciante; no sólo pensado, sino pensante;
no sólo sujetado, sino protagonista. (Hornstein, 2013)
56“Como es sabido, es lícito poner en duda que una formación psíquica cualquiera pueda sufrir realmente una
destrucción total. Es sólo una cuestión de técnica analítica que se consiga o no traer a la luz de manera completa lo
escondido. Unicamente otros dos hechos obstan a este extraordinario privilegio del trabajo analítico, a saber: que el
objeto psíquico es incomparablemente más complicado que el objeto material del exhumador, y que nuestro
conocimiento no está preparado en medida suficiente para lo que ha de hallarse, pues su estructura íntima esconde
todavía muchos secretos. Y en este punto termina nuestra comparación entre ambos trabajos, pues la principal
diferencia entre los dos reside en que para la arqueología la reconstrucción es la meta y el término del empeño,
mientras que para el análisis la construcción es sólo una labor preliminar”. (Freud,1937)
Las patologías del narcisismo nos muestran una respuesta deficiente del objeto primario,
cuando no una ausencia de respuesta, y la producción de heridas no fáciles de cicatrizar con
consecuencias como los desgarros del yo en sus diferentes formas sintomáticas.
Podemos llamar de muchas maneras al papel de la madre: yo auxiliar, madre que contiene,
que metaboliza los ruidos, madre espejo. Cuando ese papel falla, las posibilidades de elaboración
del niño se ven sobrepasadas, y el yo debe hacer frente a la doble angustia: de intrusión y de
separación. Ausencias o excesos que perturban el surgimiento del yo y propician heridas narcisistas
que se manifiestan en la clínica como profundo desprecio de los otros y de todo lo que ellos
aportan. Actuación que es reflejo de una desvalorización de sí mismo originada en la débil
constitución del yo ideal “pobre Majestad tan desamparado”. Pobre yo tan castigado en su
consistencia, su valor, su indiscriminación con el objeto, sus funciones perdidas o nunca
constituidas.
Las organizaciones fronterizas ilustran la complejidad del yo, sus límites borrosos con los
otros y con la realidad interna y externa. Lo que está en juego es la consistencia del yo, la identidad.
Los adolescentes nos enfrentan con situaciones límites, algunos autores consideran la
adolescencia como estado límite cuando el embate pulsional y las exigencias de la realidad
dificultan la salida hacia la exogamia manifestando –a veces- “fragilidades del yo”, “potencialidades
psicóticas”, estados depresivos cuando se pierden espacios u objetos que eran importantes
sostenes narcisistas ya sea como “posesión narcisista” o como “objeto de la actividad narcisista”
(Bleichmar, H. 1997). Si estas manifestaciones son transitorias, como el duelo normal, posibilitan
reorganizaciones fecundas de la estructura psíquica.
Entre neurosis y casos fronterizos hay diferencias descriptivas pero también dinámicas
cuando pensamos psicoanalíticamente. En una neurosis grave la gravedad tiene que ver con la
57En “Sobre la psicoterapia de la histeria” dice: “Las más de las veces cabe designar ‘mixtas’ a las neurosis corrientes; es
cierto que de la neurastenia y de las neurosis de angustia se pueden hallar sin dificultad formas puras, sobre todo en
jóvenes. Los casos puros de histeria y de neurosis obsesiva son raros; de ordinario estas dos neurosis se combinan en
una neurosis de angustia. El hecho de que unas neurosis mixtas se presenten con tanta frecuencia se debe a la
frecuencia con que se contaminan sus factores etiológicos; y ello, a veces por azar, y a veces por los nexos causales
entre los procesos de los que fluyen aquellos factores etiológicos de las neurosis.”
El otro nunca los satisface. Haga lo que hiciere nunca alcanza a cubrir lo que se espera de él.
Hay una imposibilidad de reconocer la alteridad no sólo en el ámbito de la relación terapéutica sino
en casi todas las relaciones: pareja, amigos, familiares, laborales. Su propia historia los predispone a
la desconfianza, a reacciones afectivas violentas, a un intenso tabicamiento defensivo.59 Esta
inestabilidad afectiva, relacional, a veces desencadena una “locura” pasajera (como las tormentas
de verano o más grave como los huracanes que dejan tendales a su paso) y que también ponen a
prueba la contratransferencia del analista que se ve obligado a variaciones técnicas y a diferentes
estrategias a veces en el transcurso de una misma sesión para sostener un yo que no desfallezca
por la proyección de la desesperanza y encuentre la manera de incrementar la capacidad simbólica
evitando que predominen las angustias arcaicas. Al mismo tiempo gestamos barreras al
“avasallamiento” producto y productor de angustias masivas que reeditan encuentros primordiales
que no pudieron dosificar y regular los estímulos (externos e internos). Entre un torbellino y otro,
hay períodos de cierta estabilidad a todo nivel, con recuperación de la capacidad de pensar sobre sí
mismos y su mundo relacional.
Para contener desbordes traumáticos en el sentimiento de identidad y de existencia habrá
que elaborar y simbolizar. Y no olvidar el tacto clínico. En pacientes severamente perturbados,
algunas situaciones regresivas y repetitivas pueden ser la única forma de salvaguardar el derecho
59“En tales pacientes hay unos principios organizadores, inconscientes e invariantes, a través de los cuales se organiza
toda la experiencia. Desde muy pronto, en su historia, ha cristalizado la convicción de que nada bueno puede suceder en
relación con otra persona, que no existe ninguna posibilidad de que alguien cuide de ellos, y que, en definitiva, están
condenados a vivir y a morir solos, y cualquier esperanza de llevar una vida con sentido basada en sus propios
designios internos es sólo una ilusión y una invitación al desastre.” (Stolorow, R.D; Atwood, G.E).
60La experiencia personal y de profesionales que trabajan con alguno de estos pacientes es que se requiere un ámbito
institucional donde el paciente encuentre una red de sostén y pueda ser internado por breves períodos si el caso lo
requiere, sobre todo cuando hay amenaza de suicidio. En pacientes menos graves la asistencia por parte de una pareja
terapéutica, (psiquiatra y psicoterapeuta) posibilita que el paciente diversifique su relación transferencial y tenga
menor vivencia de desamparo.
Depresiones adolescentes
61 Fernandez, A,M, Jóvenes con vidas grises: Psicoanálisis y biopolíticas, Buenos Aires, Nueva Visión
La locura invoca un drama de dolor y sin razón. “Sin razón o con razón” nos enfrenta con un
discurso que se aleja de códigos compartidos. Testimonio de violencias padecidas precozmente, de
odio, sobre todo en el caso de la paranoia; de indiferencia o no deseo por ese hijo, en la
esquizofrenia; no aceptación de la diferencia. Terreno apto para la acción de desinvestidura, propia
de la pulsión de muerte.
Falla libidinal del discurso parental que evoca fisuras en la historia edípica de los padres, lo
cual les dificulta un proyecto identificatorio para ese hijo que con su sola presencia impone una
alteridad casi intolerable.
A veces en la clínica los relatos del paciente confirman la hipótesis de esa violencia parental
que, más que a la constitución de un yo, apunta a su demolición, presente en los enunciados
identificatorios con los que se dirigen al niño. El yo psicótico queda preso de un conflicto interno
entre el yo identificante y el yo identificado. La violencia pasa por la apropiación del otro a quien no
se le otorga el derecho de ser un diferente. (Aulagnier,1999)
Aun así, la carencia, el deseo de la madre, la opresión social o la locura de los otros no
determinan la psicosis. Estos factores son condiciones necesarias pero no suficientes. Y en el
intervalo entre lo necesario y lo suficiente se sitúa, no solo lo que no sabemos sino también lo que
62“El suicidio, las peleas, los accidentes en moto o automóvil y por imprudencias, como trepar paredes o bañarse en
lugares inadecuados, causan el 61,5% de las muertes entre los 15 y los 19 años y el 62% entre los 20 y 24 años. En los
más grandes los accidentes incluyen los laborales. El suicidio provoca el 24,2% entre los 15 y los 19 años y el 21,8%
entre los 20 y los 24 años.” (Estadística para Argentina de SAP y UNICEF, en La Nación del 19/11/2013).
64 Aulagnier,P (1975) La noción de pictograma retoma de manera original el concepto de pulsión y nos confronta con
las mismas dificultades que el pasaje de lo somático a lo psíquico.
Lo originario como primera inscripción psíquica está siempre presente (en sombras) recubierto por el funcionamiento
de los otros dos sistemas, pero jamás se dejará traducir adecuadamente por el pensamiento. La paradoja es que lo
originario es un impensable para el yo y, sin embargo, solo desde el yo es posible teorizar sobre él. Como comenta
Freud en el “Yo y el Ello” la consciencia es la única antorcha en la oscuridad, pues sólo desde la consciencia podemos
acceder a lo inconsciente.
65 Freud, (1937) en “Construcciones en el análisis” dice “Quizá las formaciones delirantes en que con regularidad
hallamos articuladas estas alucinaciones no sean tan independientes, como de ordinario suponíamos, de la pulsión
emergente de lo inconsciente y del retorno de lo reprimido. Y agrega ..” no sólo hay método en la locura, como ya lo
discernió el poeta, sino que esta también contiene un fragmento de verdad histórico-vivencial; lo cual nos lleva a
suponer que la creencia compulsiva que halla el delirio cobra su fuerza, justamente, de esa fuente infantil.” Reconocer
este núcleo de verdad lo invita a desarrollar el trabajo terapéutico. “Este trabajo consistiría en librar el fragmento de
verdad histórico-vivencial de sus desfiguraciones y apuntalamientos en el presente real-objetivo, y resituarlo en los
lugares del pasado a los que pertenece. En efecto, este traslado de la de la prehistoria olvidada al presente o a la
expectativa de futuro es un suceso regular también en el neurótico” … “Opino que tales empeños con psicóticos habran
de enseñarnos mucho de valioso, aunque el éxito terapéutico les sea denegado.”
66Este no es, ni podría ser, un curso acelerado de “teoría de la complejidad”. Invito al lector a consultar las fuentes: Atlan, Morin,
Castoriadis, Varela. Incluso a los lectores que han conocido algunas nociones por mis escritos anteriores.
Los duelos masivos y los traumas hacen zozobrar vínculos, identidades y proyectos
(personales o colectivos). Sin proyectos, la vida no tiene sentido. Para que la trama cultural pueda
ser productora de un narcisismo trófico, que apuntale identidades, proyectos, ideales, se requieren
cambios colectivos y personales. El terrorismo de estado, la hiperinflación, el terror en todas sus
facetas, la corrupción y la fragilidad institucional no surgen por generación espontánea. Y son
excesos que exigen tramitación.
El recién nacido no es una tábula rasa, no es un palimpsesto. Recibe muchas “escrituras”,
con las que paulatinamente irá haciendo su propia “escritura”. Recibidos y dados, son voces,
caricias, gestos, afectos. No siempre será una lectura fácil, para él y para el futuro analista. Se va
desarrollando la crianza. Consiste en dar a un hijo raíces (para crecer) y luego alas (para volar). En
las primeras relaciones un bebé puede experimentar la seguridad o bien el terror y la inestabilidad.
En las posteriores un niño puede tener la experiencia de ser aceptado y respetado o rechazado.
Algunos niños experimentan un equilibrio entre protección y libertad. Otros, una sobreprotección
que los infantiliza.
Los otros van cambiando. Apenas nacidos, somos pura necesidad. Enseguida conocemos el
placer de ser abrazados. Después (ya adolescentes) tenemos relaciones amorosas y sexuales.
Después, el placer del trabajo y de otras actividades. Pero no pasamos automáticamente. No se trata
de una transición natural, sino de una transición regada por el lenguaje, la simbolización, la
creatividad, que los otros nos procuraron hasta que estuvimos en condiciones de procurárnoslos
por nosotros mismos (Hornstein, 2013a).
El adolescente busca reconocimiento y lo obtiente de dos modos. Por conformidad, siendo
como los demás, miméticamente. O por distinción, animándose a ser distinto y a lograr que los
demás valoren esa diferencia. Por supuesto, lo común es una mezcla de ambos modos. Ser como los
demás representa una garantía de aceptación social. Buscar el reconocimiento por distinción les
sirve para afirmarse y construir su identidad.
Los adolescentes perciben hoy mas que en otros tiempos la dificultad en realizar sus ideales.
Se les mueve el piso. Sienten incertidumbre sobre sus logros y vínculos. Idealistas, transgresores,
irreverentes, estimulantes, en busca de consolidar la identidad torean con las generaciones que van
La clínica del adolescente ha oscilado entre dos maniqueismos. O toma al adolescente como
un colmo de angustias y de duelos. O considera almibaradamente a la adolescencia un tiempo pleno
de vida.
Siempre el maniqueísmo es el resultado de pensar mal o pensar poco. De actuar poco. Hay
que mirar, escuchar, sentir y pensar al adolescente. Advertiremos entonces oscilaciones intensas de
la autoestima y del sentimiento de identidad; desesperanza; no construcción de la alteridad;
inhibiciones diversas; apatía; hipocondría; trastornos del sueño y del apetito; ausencia de
proyectos; crisis de ideales y valores; trastornos en la simbolización; identidades borrosas;
68 Foucault, en el año ´77, dice: “la historicidad que nos arrastra no es lenguajera sino belicosa”. Y agrega: “El modelo con el cual pienso
la historia no es el modelo de la lengua sino el de la guerra”. En ese mismo año dice: “nadie puede ser más antiestructuralista que yo”.
Foucault había sido uno de los padres del estructuralismo.
El desvalimiento adolescente
Para hablar del desvalimiento del adolescente viene a cuento la respuesta que dio Román
Jakobson ante la pregunta de cómo él había decidido ser lingüista. Respondió “no es que yo he
decidido ser lingüista, sino que los demás hombres decidieron dejar de serlo”.
La historia comienza con el desvalimiento. ¿Qué dimensión puede tener sino traumática?
Todos fuimos desvalidos, es decir, sin recursos ¿de donde procedieron los recursos? Y en cuanto
ese acopio nos alejó del desvalimiento. Esa transformación del desvalimiento es indisociable de la
constitución del sujeto y su consideración no es posible aislada del edipo y sus grandes ejes:
identidad y diferencia, deseo y prohibición, yo y alteridad.
Predomina el desvalimiento cuando los otros no pudieron construir los objetos
transicionales. Su lugar, que debió ser ocupado por el lenguaje, la simbolización, la creatividad, se
verá invadido por las somatizaciones, las actuaciones o por la depresión vacía.
Veamos cómo logra el adolescente no estar demasiado a expensas de los vasallajes del
cuerpo, de la realidad, del sistema de valores y de las múltiples turbulencias.
69 Del miedo a las prótesis y de la implicación subjetiva me he ocupado en Las encrucijadas del psicoanálisis (FCE, 2013).
Todos lo sabemos, el niño pierde la ilusión de una fusión perfecta con la madre. Y esa ilusión
de autosuficiencia deja paso a un sentimiento de inferioridad.
El niño amado era un yo ideal (su majestad). Será destronado cuando descubra que la madre
no lo ama incondicionalmente. El yo ideal deviene ideal del yo. Hoy en día nos encontramos no sólo
con ideales muy exigentes, sino con conflictos entre ideales contradictorios o (peor aún) con la falta
de ideales.
Sufrimientos
El yo y su devenir
Adiós al peregrino
Por cuestiones de edad, algunos han oído hablar y otros hemos vivido los tiempos del
modernismo, que podríamos llamar tiempos utópicos en que se creía en la “victoria final”. La vida
parecía más simple, porque, como en un western, creíamos saber quiénes eran los malos. En la
postmodernidad se rechazan las certidumbres de la tradición y la costumbre, que habían tenido en
Bibliografia
Un psicoanálisis apto para el siglo XXI tiene que pensar el pasado y el presente para
transformarlo, no para prolongarlo; retrabajar los fundamentos metapsicológicos y clínicos como
punto de partida y reelaborarlos con propuestas que abrevan en los cambios que exige el interjuego
con las distintas disciplinas y con la propia. Actualizarse en su práctica y en el uso de dispositivos
terapéuticos. Actualización versus esclerosis, redundancia, simplificación. En la introducción nos
referimos a la importancia de sostener las “fronteras interdisciplinarias” que posibiliten la
circulación de ideas, ensanchar el horizonte panorámico donde las mismas trasciendan y eviten que
el rigor científico se transforme en rigor mortis, esto es “cuando la pureza vela por el aislamiento y
eliminación de cualquier presunta impureza. Es cuando la tradición se convierte en prohibición de
cambio. [...] Es la señal de que la decadencia imparable del conocimiento ha comenzado”
(Wagensberg, 2014)
El obsevador para las ciencias clásicas, era un obstáculo en el trabajo de investigación. Para
las contemporáneas, es una variable a tener en cuenta. Como psicoanalistas hoy pocos dudarían de
que en el devenir del proceso analítico intervenimos implicados con nuestra subjetividad. Tanto en
su constitución como en el devenir, si el sujeto es pensado como sistema abierto, determinismo y azar
73Maturana F ( 1993) En 1970 creó y desarrolló el concepto de autopoiesis, que explica el hecho de que los seres vivos
son sistemas cerrados, en tanto redes circulares de producciones moleculares en las que las moléculas producidas con
sus interacciones constituyen la misma red que las produjo y especifican sus límites. Al mismo tiempo, los seres vivos
se mantienen abiertos al flujo de materia y energía, en tanto sistemas moleculares. Así, los seres vivos son "máquinas",
que se distinguen de otras por su capacidad de autoproducirse. Desde entonces, Maturana ha desarrollado la Biología
del conocimiento.
74Cada vez que hago una derivación pienso en qué colega puede hacer buena pareja terapeutica con la persona que
busca un tratamiento. Imagino el encuentro, el tipo de vínculo, de empatía. Cuestiones que no se limitan sólo a la
profesionalidad ni la formación teórica el terapeuta.
El objetivo del análisis no es el deseo de saber ni de curar del analista, no es esto lo que hace
posible la situación analítica sino concretamente el deseo de transformación.
El analista está implicado en el análisis de sus pacientes de una manera distinta a la de
cualquier otro profesional en relación con el objeto de estudio en tanto que su saber y el trabajo con
los otros no lo deja abandonar esa autotransformación que comenzó en su propio análisis. El
psicoanálisis da cuenta de esa transformación;
Freud decía: “donde Ello era yo debo devenir”, agreguemos:
donde cuerpo biológico era cuerpo erógeno debe devenir.
donde cuerpo era psiquis debe devenir,
donde superyó era yo debe devenir,
Winnicott insiste en que el analista no debe interpretar de manera intrusiva, por el contrario
pone énfasis en la comprensión creadora. Ni interpretación a ultranza ni silencio mortífero, decía
Aulagnier polemizando con sus colegas lacanianos. Es que esperar el momento de revelación de
una verdad implica arriesgarse a una descompensación no fácil de revertir.
Freud (1918) advierte que “la cura psicoanalítica no puede producir un ímpetu subvirtiente
instantáneo y una equiparación a un desarrollo normal, sino sólo eliminar los obstáculos y hacer
transitable el camino para que los influjos de la vida lleguen a imprimir al desarrollo mejores
orientaciones”.
Navegar en el proceso analítico supone la asociación libre y la “teorización flotante” del
analista, esa presencia de nuestro capital teórico resultante de una historia personal, analítica,
teórica y práctica. La “teorización flotante”75 acompaña la asociación libre del paciente. Esta no es
una obligación que el paciente debe cumplir sino es un derecho que todo paciente tiene a decir todo
lo que piensa aún cuando lo que diga lo considere molesto o lesionante para el analista. De ahi que
consideremos el espacio analítico como un ámbito privilegiado en el cual se puede expresar todo lo
que se piensa sin restricciones que impliquen -en un paciente neurótico- un pasaje al acto en el
interior del diálogo. Por ejemplo expresar ciertas emociones violentas en la relación con el analista
y con su cuerpo.
Se ha hablado hasta el hartazgo de pacientes no analizables, incapaces de asociación libre. Es
cierto que a veces es tan débil que parece inexistente. Cuando la palabra no es comunicación sino
acto, cuando el sufrimiento es grito de dolor y no sólo displacer, cuando la angustia no es sólo señal
sino pedido de auxilio. Entonces el analista es para el paciente una parte de sí mismo, o un intruso o
un extraño. Nos invade el desconcierto y salimos del desconcierto creando algo nuevo, proponiendo
estrategias y no programas. En suma revisando la metapsicología heredada76 y advirtiendo
que no estaba todo dicho en cuanto a recursos técnicos.
La tarea analítica no se sostiene en interpretaciones prefabricadas por el conocimiento que
uno tenga de la (o las) teorías. Tampoco se basa en confundir el inconsciente del paciente con el
75 P.Aulagnier,(1984) la piensa como un subterráneo trabajo de ligazón que relaciona lo que oímos en nuestros
encuentros clínicos y articula nuestro capital teórico, nuestras reflexiones, nuestros interrogantes.
76 De nada sirve la herencia si no hacemos lo posible por sacarle sus frutos, esto es volverla productiva.
77 Me refiero a diferentes formas de facilitarle al paciente la palabra, la reflexión. Interrogar, acotar, referir historias de
otros por supuesto anónimas. Esto último facilita el trabajo con adolescentes, el uso de la tercera persona. Es como
decirle “a otros también les pasa”, “a todos nos pasa”, “no sos el o la única”. En relación a variaciones del dispositivo,
entrevistas con los padres si de adolescentes o jóvenes se trata, con familiares o amigos significativos, que pueden ser
conjuntas o sin la presencia del paciente. El espacio analítico es abierto a todos los vínculos que aporten al paciente si
fuera necesario para resolver conflictos. Requieren siempre la conformidad del paciente.
78 Decimos que algo es proteico cuando cambia de formas o de ideas con facilidad es un texto en el que se combinan la
79Freud, 1930 [1929] en El malestar en la cultura dice: “ Desde que hemos superado el error de creer que el olvido
habitual en nosotros implica una destrucción de la huella mnémica, vale decir su aniquilamiento, nos inclinamos a
suponer lo opuesto, a saber, que en la vida anímica no puede sepultarse nada de lo que una vez se formó, que todo se
conserva de algún modo y puede ser traído a la luz de nuevo en circunstancias apropiadas, por ejemplo en virtud de
una regresión de suficiente alcance”
80 Freud, (1905) “Hay muchas variedades de psicoterapia, y muchos caminos para aplicarla. Todos son buenos si llevan
a la meta de la curación”.
81 Un sistema es autónomo cuando articula la legalidad interna y la interdependencia con su entorno
82 El programa es fijo y tiene soluciones predecibles, aun cuando su resolución implique complicación.
83 Freud, S. 1900-01.
Las instancias se afanan para preservar su mundo. La preservación de esa imagen de ser que
cada instancia construye para sí tiene más valor que la imagen del “ser real”. Se trata aquí del
dominio del placer de “representación” sobre el placer de órgano. ¿Omnipotencia del pensamiento?
¿omnipotencia real del pensamiento inconsciente?. Para el inconsciente no se trata de transformar
la realidad exterior de la que no tiene ningún conocimiento sino de transformar la representación
para hacerla “placentera”. Castoriadis insiste en que lo específicamente psíquico es la capacidad de
imaginación, el flujo representativo.
Piera Aulagnier propuso una reformulación metapsicológica a partir de su experiencia con
pacientes psicóticos al teorizar sobre el proceso originario y su forma de representación, el
pictograma. Lo originario como proceso de metabolización de la primera experiencia de encuentro
85Freud en “Introducción al Narcisismo” (1914) dice “Así como las neurosis de transferencia nos posibilitaron rastrear
las mociones pulsionales libidinosas, la dementia praecox y la paranois nos permitirán inteligir la psicología del yo. De
nuevo tendremos que colegir la simplicidad aparente de lo normal desde las desfiguraciones y exageraciones e lo
patológico”.
Atlan, H.: (1979): Entre el cristal y el humo. Editorial Debate, Madrid, 1990.
_ (1986): À tort et à raison, Paris, Seuil.
Aulagnier, P. (1975): La Violencia de la Interpretación, A. E., Buenos Aires, 2007.
_ (1989): “Quel desir, pour quel enfant?”, Topique, n°44. [Ed. cast. ”Qué deseo de qué hijo”, n° 3,
1992].
_ (1989): “Troubles psychotiques de la personnalite ou psychose?”. Congreso psicoanalítico de
Roma.
_ (1984): El aprendiz de historiador y el maestro brujo, Buenos Aires, A. E., 1980.
_ (1982) “Condamné a investir”*, Nouvelle Revue de Psychanalyse, XXV, primavera 1982, págs.
309-330. [Trad. esp.: “Condenado a investir”, Revista de la Asociación Psicoanalítica Argentina,
1984, 2-3 y en Un intérprete en busca de sentido, op. cit.]
_ (1991): “Nacimiento de un cuerpo, orígen de una historia”, en Cuerpo, Historia, Interpretación.
Piera Aulagnier: de lo originario al proyecto identificatorio. L. Hornstein, P. Aulagnier, M. L. Pelento,
A. Green, M. C. Rother Hornstein, H. Bianchi, M. Dayan, E. F. Bosoer. Buenos Aires, Paidós.
Bauman, Z. (2003): Identidad, Buenos Aires. Losada
Belichmar, H: (1997), Avances en psicoterapia psicoanalítica. Hacia una lectura de intervenciones
específicas. Paidos, Buenos Aires.
Borque B, Han M, Hill S. A.: National Survey of Aftercare Provisions for Boot Camp Graduates.
Washington, DC. National Institute of Justice, US Dept. of Justice, 1996.
Bottcher, J., Isorena, T.: “First-year evaluation of the California Youth Authority Boot Camp”. En: D.
MacKenzie, E. Herbert (eds.): Correctional Boot Camps: A Tough Intermediate Sanction. Washington,
DC: National Institute of Justice, US Dept of Justice, 1995.
Castoriadis, C. (1975): La institución imaginaria de la sociedad, Vol. 2; Tusquets, Buenos Aires, 1993.
_ (1977).: El psicoanálisis, proyecto y elucidación, Nueva Visión, Buenos Aires, 1992
Cereijido M.: Orden, equilibrio y desequilibrio. Nueva Imagen, México, 1978.
Dayan, M.: “Introducción oral a la lectura del aprendiz de historiador y el maestro brujo”, en L.
Hornstein y otros: Cuerpo, historia interpretación. Ed. Paidós 1991.
Dubar,C. (2000) la crise des identités. PUF, Paris 2010.
Durrmeyer, L.: “La ínsaisissable nature de l identité”, Identités, Revue Francaise de Psychanalyses, 4,
PUF, París, 1999.
Elliot, A (1992):Teoría social y psicoanálisis en transición: Sujeto y sociedad de Freud a Kristeva A.E.
Buenos Aires, 1995
Erdheim, M.: (1992) La producción social de inconsciencia, una introducción al proceso
etnopsicoanalítico, Siglo veintiuno editores, 2003
Erickson,E: Infancia y Sociedad, Ediciones Hormé, Paidos Buenos Aires, 1959.
Fernandez, A,M,(2013) Jóvenes con vidas grises: Psicoanaálisis y biopolíticas, Buenos Aires, Nueva
Visión
Freud, S. (1895,a): Proyecto de Psicología, A. E. Tomo I , Buenos Aires.
_ (1895,b): Sobre la psicoterapia de la histeria, Tomo II, Buenos Aires
_ (1905): Sobre Psicoterapia, A. E. Tomo VII, Buenos Aires.
_ (1908,[1907]): El creador literario y el fantaseo. A.E. Tomo IX, Buenos Aires.
_ (1908,): Sobre las teorías sexuales infantiles. A.E. Tomo IX, Buenos Aires
_ (1913): Sobre la iniciación del tratamiento. A. E. Tomo XII, Buenos Aires.