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Análisis y reflexión.

EL SABER PEDAGÓGICO: RAZÓN DE SER DE LA PEDAGOGÍA


AUTOR: ELOISA VASCO MONTOYA

Palabras claves: Pedagogía, Docente, entorno, saber ser, saber hacer, escuela.

Esta reflexión que nos propone la autora sobre el origen y condición de la pedagogía es
importante analizarla en tanto que determina el quehacer del maestro en las actuales condiciones
sociales, culturales y coyunturales. De esta manera la reflexión se convierte en un profundo
análisis de la cotidianidad permitiendo destacar los elementos que hacen parte de un saber
propiamente formal y pedagógico.

Las preguntas y condiciones que Eloísa expone en el artículo dejan ver como condición primera el
saber del maestro, quehacer en un saber presente y en una época llena de características y
circunstancias que permiten llevar a más y más preguntas cada evidencia vivida. Para el maestro la
enseñanza así como el conocimiento y a quien enseña pasa a ser tan importante, como el mismo
acto de reflexionar sobre su saber pedagógico, Eloísa lo ubica como: énfasis en “A quien se enseña
y que materia o asignatura enseña” esto permite crear una relación entre los actores que
necesariamente implica “enseñar algo” y en un caso especifico más trascendente lo ubica en un
espacio escolar mas que en uno espacio académico universitario. Una primera pregunta tiene que
ver con qué enseña el maestro a lo que le afecta un quehacer meramente correspondiente a una
asignatura, crónicamente son reconocidos como portadores de un saber y de un hacer propios a
un campo especifico en el mundo moderno.

La tarea de enseñar confiere cierto grado de imposibilidad en el quehacer, y más si se torna a un


quehacer social ya que de la formación recibida depende el concebir las formas de trabajo, “Es
indudable que la formación recibida por el maestro tiene una gran influencia en estas
percepciones, en la manera como se relaciona con el saber científico” (Eloísa Vasco) pero no es
desconocido para tal proceso la influencia que tiene la historia sobre en cómo se enseña al
maestro y la situación cultural y consideraciones regionales de diferentes tipos.

En otro nivel de interacción entre las disciplinas ella ubica la producción científica correspondiente
a una disciplina de campo biológico, social, exacto o inexacto, que el maestro puede conocer a
manera más o menos profunda transformando el propio saber de acuerdo a esa información
recibida, esta influye en la manera como asume el saber y como lo enseña.
Partiendo de esta premisa Eloísa genera una atmosfera de transformación como algo necesario,
planteando exigencias en el proceso de adecuación de los conceptos y los conocimientos
seleccionados de una gama de exigencias de mayor a menor importancia, permitiendo al maestro
tener libertad en lo que comprende y aprende. La reducción a términos cotidianos o terminología
conservada en el ambiente social, forma parte de enseñar determinados temas, no solo por unos
esfuerzos por simplificar las argumentaciones científicas, sino por demostrar la cientificidad de la
signatura en la cotidianidad. En segundo nivel ella ubica las formas de trabajo y de pensamiento
del cual el maestro tiene mucha importancia en darle prioridad a ciertas cosas haciendo ver lo
general y global de la asignatura “yo considero que el maestro no solo forma para conocer y
enseñar una materia especifica, sino para formar seres integrales con la materia y el ambiente”.

Habiendo dicho esto el maestro tiene la dimensión de conceder preguntas pertinentes a los
alumnos de ahí que conocerlos es de gran importancia para el proceso en el quehacer del
maestro, la comprensión de las teorías del desarrollo son fundamentales en los momentos de
transformar el espacio educativo en uno atractivo, interesante y acorde con lo que ellos necesitan;
estas necesidades se pueden traducir en saber característico transformándolo en afectividad
positiva con el saber. El desarrollo de actitudes y habilidades tiene como complemento la
formación de ciertos vínculos afectivos con el saber y también con las diferentes asignaturas y
campos científicos, dentro de esto Eloísa menciona las situaciones que afectan la calidad de la
educación y la relación con los estudiantes, es a saber la disposición. Esta es la relación con el
saber que se ven afectadas por la proporción de la misma voluntad vs la obligación de estudiar,
surge así la necesidad de comprender los diferentes episodios de un individuo para responder a lo
que él necesita.

Eloísa menciona de manera muy oportuna en el texto “el conocimiento y la comprensión de estos
elementos no es fácil para el maestro, precisamente debido a lo particular y especifico de las
características socioeconómicas y familiares de sus alumnos, y puede hacerse aun mas difícil,
según el lugar y las circunstancias de la escuela”. Esto que nos acaba de vislumbrar la autora
permite entender mejor ese entorno escolar y académico en el cual trabajamos, contribuyendo a
determinar una estructura de formación y pensamiento que son capaces de solucionar el
problema del aprendizaje de un niño.

El ambiente escolar de esta manera pasa a ser la pieza clave para generar un desarrollo integral,
en gran medida el comprender dichos fenómenos generan un sentido más amplio de lo que es una
buena educación, vemos al alumno como sujeto activo y participativo que tiene un saber y que
está en la capacidad de aprender. Esta dimensión nos lleva a pensar la educación y el saber
pedagógico de el docente de una manera también mas integral que incursiona en el espacio
científico demostrando teorías y concediendo resultados satisfactorios sobre el acto educativo.
Por último las condiciones y restricciones que Eloísa Vasco hace de la acción pedagógica es clave
para entender el proceso completo, la razón de ser de la pedagogía no sería posible por si sola sin
un saber pedagógico del maestro pero a fin de completar la identidad propiamente dicha, el
quehacer antes que todo es un proceder científico desde la rigurosidad y cotidiano desde la misma
practica, afirmándose así como un elemento significativo para orientar la pedagogía a un
reconocimiento como parte de esa misma relación, escuela, profesor, estudiante…

Eloísa concluye con: “El saber pedagógico se ve entonces como un saber relativamente autónomo,
pero no aislado de otros saberes, los cuales le aportan elementos valiosos. Desde su propio
espacio el saber pedagógico tiene la capacidad de a propiciar y transformar para si los aportes de
otras disciplinas y de generar un conocimiento que se legitima desde la experiencia y la reflexión
de los maestros” esto implica que todas las disciplinas aportan a el saber de un maestro y lo
determina los espacios y entornos en donde cohabite, generar este proceso permitirá que se den
las condiciones para enseñar de manera exitosa y que de tanto así se reorienten las rutinas del
maestro en esfuerzos por integrar elementos que den solución y que no recaiga en problemas de
saber ser o saber hacer en el aula. La investigación que se logre y los proyectos que como maestro
se propongan deben estar orientados a contribuir en el saber pedagógico, pues todos los maestros
tiene algo que decir sobre su día a día, por esta razón todos tiene un punto de partida para indagar
sobre su cotidianidad y de esta manera reflexionar sobre su práctica.

BIBLIOGRAFÍA

VASCO, Eloísa. El saber pedagógico: razón de ser de la pedagogía.

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