DE LOS ANDES
FACULTAD DE INGENIERÍA
ABANCAY- APURÍMAC
Dedicatoria
A mi madre que siempre está ahí para apoyarme en los
aspectos académicos, y así influyendo en mi correcta
formación educativa aportando así a la sociedad y mi
casa de estudios
INTRODUCCION
El valor económico del medio ambiente constituye un marco de análisis susceptible de ser
utilizado con la finalidad empírica, sin embargo, desde el punto de vista empírico, es
preciso cuantificar y demostrar que estos conceptos son medibles a partir de las
observaciones de la realidad ambiental, de esta forma, los valores económicos, una vez
cuantificados, pueden ser utilizados en la adopción de decisiones de política ambiental y en
las asignaciones de recursos económicos que impliquen costes ambientales.
El desarrollo de métodos de medición empírica del valor económico para los bienes
públicos ambientales han supuesto un reto para las ciencias económicas, pues en un
principio se pensaba que los valores ambientales no eran susceptibles de medición
empírica, y por tanto, representaban tan solo un concepto teórico, por un lado, no existen
mercados para este tipo de bienes, con lo que no es posible observar precios y cantidades a
partir de la cuales inferir los excedentes de los agentes económicos. Por otra parte, se suele
tratar los bienes colectivos o públicos, lo cual plantea un problema de revelación.
De preferencias, como menciono en los fallos del mercado y el medio ambiente. Pero en las
últimas décadas los investigadores han venido dando respuesta a este reto, hasta el punto de
que hoy en día se cuenta con una panoplia de métodos de valoración del medio ambiente
que permite obtener los valores monetarios de un número amplio de características y
recursos ambientales.
De esta forma, a través de los métodos de valoración económica se puede obtener una
cuantificación del excedente consumidor derivado de las variaciones en la calidad de los
bienes ambientales, cuyo valor se puede contraponer al coste marginal, para determinar el
nivel socialmente óptimo de la calidad ambiental
MARCO TEORICO
1. OBJETIVOS
Estudiar las diferentes metodologías existentes para la valoración económica ambiental.
1.2 Objetivos específicos
Conocer los objetivos propuestos por cada metodología para la valoración
ambiental.
Reconocer los supuestos de cada metodología a conocer.
Comprender el modelo de las metodologías para la valoración ambiental.
Identificar cual es la metodología apropiada para valorar un bien ambiental
determinado.
En este segundo caso se produce, de nuevo, una relación de sustituibilidad entre deter-
minados bienes ambientales y algunos bienes privados que tienen un precio de merca- do,
sólo que, ahora, se permite que la persona o empresa afectada reaccione libremente ante el
cambio producido, e informe de esa manera de lo que para ella supone. En otras palabras,
el bien ambiental forma parte de una determinada función de producción, y el analista
observa la reacción de los afectados ante un cambio en este último. Puede presentarse este
caso en dos contextos distintos:
Función de producción de bienes y servicios. El aire, o el agua, aparecen
como insumos en la función de producción de muchos bienes. La
productividad de la tierra agrícola, por ejemplo, depende de la calidad
del aire que se encuentra sobre ella: una concentración excesiva de
ozono troposférico puede dar al tras- te con la cosecha.
Función de producción de utilidad. La calidad del agua no sólo entra
directa- mente en la función de utilidad de una persona (aprecia su sabor
al consumirla), sino que también influye en toro elementos que forman
parte de este bienestar: su salud. Suponga que las autoridades sanitarias
llevaran a cabo una campaña de flouracion de agua corriente para
combatir la incidencia de caries entre la población infantil: la función de
producción de salud se vería afectada positivamente, con el consiguiente
aumento en el nivel de bienestar de las personas afectadas.
Cualquier cambio que se produzca en la capacidad del recurso natural considerado para
seguir desempeñando sus funciones, podría computarse calculando el valor presente neto
del flujo de servicios perdido para los agentes afectados. Una primera posibilidad podría
consistir en calcular el rendimiento de una determinada actividad productiva, por ejemplo,
bajo unas condiciones ambientales dadas, y compararlo con el rendimiento de esa misma
actividad cuando cambian: comparar el rendimiento neto de una parcela dedicada al cultivo
de maíz bajo dos concentraciones de ozono diferentes. La diferencia que un incremento de
la contaminación supondría, por ejemplo, sería un exponente del valor de la pérdida de
bienestar que, por este concepto, se deriva del deterioro de la calidad ambiental. Bastaría
con aplicar las denominadas funciones dosis-respuesta, que vinculan el nivel de una
variable objeto de estudio (la respuesta) con el que tiene una variable ambiental (dosis),
para obtener el valor bus- cado. Proceder de esta forma, sin embargo, encontraría dos tipos
de dificultades de muy distinto signo:
En primer lugar, el desconocimiento de una gran parte de las funciones dosis-
respuesta relevante (que cuantifican el impacto sobre los distintos receptores), a lo
que se añadiría el problema de establecer en muchos casos la necesaria vinculación
causa-efecto: fundamental en el terreno de los impactos sobre la salud, por ejemplo.
En segundo lugar, es probable que los afectados no sean sólo los directamente
perjudicados o beneficiados en primera instancia. Cuando el agente primera- mente
afectada no toma ningún tipo de medida ante el cambio surgido, en ocasiones, el
perjuicio se reparte también con los consumidores: un vertido de efluentes
contamina el agua, reduciendo la capacidad de producción piscícola del río y
elevando el precio del pescado en el mercado local, con la consiguiente pérdida del
excedente de los consumidores. El consumidor que, ante la pérdida de calidad del
agua potable, no tiene más remedio que adquirir agua mineral, puede generar un
beneficio extraordinario a los propietarios de la planta embotelladora.
Alternativamente, el agente afectado puede tomar una serie de medidas defensivas,
que intentan recuperar la productividad de sus recursos. Ante un aumento de la
contaminación atmosférica, el agricultor afectado podría modificar la composición
de cultivos o intensificar la utilización de otros insumos, intentando con ello
mantener la productividad de su tierra. Al actuar de esta forma, es probable que
afecte al bienestar de los consumidores (cambio de precios al variar la oferta); al de
los productores de otros insumos (al aumentar la demanda); al de sus competidores
(mayor demanda por sus productos), etc. Finalmente, como el cambio en la calidad
ambiental modifica la renta de la persona afectada, también es probable que ello se
refleje en una modificación del consumo de los otros bienes, lo que termina de
complicar sustancialmente un análisis operativamente complejo: al fin y al cabo, el
valor del cambio ambiental viene identificado como la suma de todas estas
variaciones.
Normalmente, el analista observará una combinación de las tres situaciones con- templadas
(el afectado escogerá la combinación óptima), y un reparto del impacto entre productores,
consumidores y productores de bienes competitivos y complementarios. Por ello, si lo que
se pretende no es tanto descubrir la pérdida de bienestar de los perjudicados, sino la
pérdida de valor económico experimentada por la sociedad debido a la degradación de un
determinado bien ambiental, probablemente resulte más operativo comenzar por aplicar las
correspondientes funciones dosis-respuesta a las funciones de producción afectadas, y
calcular de esta forma la pérdida de recursos reales que ello supone.
Los bienes y servicios ambientales pueden poseer un valor desigual para diversos
individuos y grupos de personas. La agregación de los distintos valores marginales por
debajo de algún tipo de umbral mínimo es el Valor Económico Total. La terminología y la
clasificación de los distintos elementos que componen el Valor Económico Total varía
ligeramente entre analistas, pero generalmente incluye al Valor de Uso y al Valor de No
Uso. El primero está compuesto por:
Valor de Uso Directo;
Valor de Uso Indirecto; y
Valor de Opción. El Valor de No Uso se asocia habitualmente con el concepto de
valor de existencia.
La Figura 1 describe la composición del VET e ilustra la correspondencia que existe entre
sus distintas partes integrantes y los métodos de valoración económica que pueden
utilizarse para estimar las mismas. En este sentido, esta figura constituye una referencia
muy importante para el análisis de los distintos métodos de valoración económica que se
realizará posteriormente en este trabajo.
Los valores de uso se refieren al valor de los servicios del ecosistema que son empleados
por el hombre con fines de consumo y producción. Engloba a aquellos servicios del
ecosistema que están siendo utilizados en el presente de manera directa o indirecta o que
poseen un potencial para proporcionar valores de uso futuros.
El valor de uso directo hacer referencia a los bienes y a los servicios del ecosistema que son
utilizados de manera directa por los seres humanos, tales como: la producción de alimentos,
la producción de madera para utilizar como combustible y como insumo para la
construcción, los productos medicinales derivados de sustancias naturales, la caza de
animales, etc.
Los valores de uso indirecto se asocian a los servicios ambientales derivados de las
funciones de soporte de los ecosistemas y que pueden considerarse como requisitos
naturales o insumos intermedios para la producción de bienes y servicios finales. Un
ejemplo de ello son: la filtración natural de agua que beneficia a las comunidades abajo, la
función de protección frente a tormentas que proveen los bosques brindando amparo a las
propiedades y a las obras de infraestructura adyacentes, y por último, el secuestro de
carbono que beneficia a la comunidad entera mitigando el cambio climático.
El concepto de valor de opción se refiere al bienestar que experimentan las personas por el
hecho de preservar la oportunidad de utilizar en el futuro los bienes y servicios del
ecosistema, ya sea por parte de las generaciones presentes (valor de opción), o de las
futuras generaciones. (Valor legado).
El “valor de no uso” es el tipo más complejo de estimar, dado que en muchos casos, no se
refleja en el comportamiento de las personas y es casi inobservable, lo cual hace que sea
imposible capturar el mismo a través de las preferencias que los individuos revelan en el
mercado. En este sentido, a la hora de estimar el “valor de no uso” o “valor de existencia”
se realizan encuestas que intentan revelar, por ejemplo, la “disposición a pagar” de las
personas para conservar especies en peligro de extinción o ecosistemas remotos de los que
ellos no hacen uso directo. No obstante, este punto se desarrollara más profundamente en
las secciones ulteriores de este trabajo.
Para valorar los bienes ambientales o los recursos naturales y los flujos de bienes y
servicios que ellos proveen, puede usarse información relevante de mercados de bienes
transables que estén asociados a esos bienes o recursos naturales. En este caso se utilizan
las técnicas de valoración conocidas como “indirectas”. Se llaman indirectas precisamente
porque utilizan información de otros mercados. Existe un conjunto amplio de valoración
económica de bienes ambientales que utiliza información provista de mercados de bienes
transables. Entre ellos se encuentran el método de costo de viaje. El método de los precios
hedónicos, el método de la función de producción de la salud y los métodos de la función
de baño.
De otra parte están los <métodos directos>. Estos son útiles en los casos en que no existe
información de otros mercados que pueda ser útil parta hacer la valoración de bienes
ambientales. Siendo así, resulta necesario crear mercados hipotéticos a través de encuestas,
para los bienes ambientales que se quieren valorar. La técnica mediante la cual se crean
estos mercados hipotéticos para determinar el valor de los bienes ambientales no
mercadeables se conoce como método de valoración contingente; y es conocida también
como la de la metodología de construcción de mercados hipotéticos o de construcción de
preferencias. Existen distintas variaciones de este método.
Varios autores entre ellos Parerce et. Al.(1990), aconsejan utilizar los métodos indirectos
como primera opción al momento de hacer valoración ambiental. Esto se debe a que por
utilizar información real proveniente de los mercados, que efectivamente reflejan las
preferencias de las personas, los resultados están más sujetos a cuestionamiento.
Para aquellos casos en que no se cuente con ningún tipo de información o se quiera
encontrar el valor económico de un recurso natural o ambiental con un alto componente de
no uso, se recomienda utilizar el método de valoración contingente. Este construye
directamente la información y permite estimar una función de demanda para cualquier bien
y/o servicio ambiental.
El método de valoración contingente ha sido criticado por algunas personas debido a que
por tratarse de un método de construcción de preferencias, no utiliza información sobre el
comportamiento observado de las personas de los mercados reales. Sin embargo, la
aceptación del método de valoración contingente ha aumentado enormemente después del
accidente delo transportado de petróleo. Actualmente es utilizado por investigadores de la
economía ambiental y de recursos naturales, y por organismos multilaterales de crédito.
Estos últimos lo utilizan para estimar beneficios de proyectos no solo en el área ambiental
aino en sectores como el transporte, salud, seguridad, educación, entre otros. El método de
valoración contingente es la única metodología de valoración disponible para la estimación
conjunta de los valores de uso y de no uso.
Este tercer método se utiliza para valorar los servicios recreativos que proporciona la
naturaleza, cuando la persona tiene que trasladarse a un entorno particular para disfrutarlo.
Su fundamento es bien simple. Aunque en general no se paga una entrada para acceder a
un espacio natural determinado (cosa que sí se hace cuando se va al cine o a visitar un
parque de atracciones), el disfrute de sus servicios dista mucho de ser gratuito: la persona
realiza una serie de gastos para poder hacerlo, incurre en unos costes de viaje, de
desplazamiento. Computando estos gastos, se podría analizar cómo varía su demanda del
bien ambiental (el número de visitas, por ejemplo), ante cambios en este coste de
disfrutarlo, y cualquier otra variable relevante. Estimada de esta forma la función de
demanda, sería posible analizar los cambios en el bienestar de la persona que un cambio de
su calidad produciría, así como la incidencia de las variables más relevantes para explicar
su comportamiento: características socioeconómicas de la familia, pro- piedades del
entorno, presencia y accesibilidad de emplazamientos «alternativos», etc. Para ello se
necesita, en primer lugar, estimar en qué medida se demandan los ser- vicios del bien
objeto de estudio, un paraje natural determinado. Cabe hacerlo de tres
Maneras, una vez definida el área de influencia del sitio:
Coste de viaje zonal. Fue el primeramente propuesto en la literatura y consiste en
tratar de descubrir la propensión media a visitar el emplazamiento objeto de
estudio, desde las distintas zonas en las que se divide su área de influencia. Para
ello, como se verá más adelante, se averigua el lugar de procedencia de visitantes y,
comparando este dato con la población de la zona de origen se obtiene la
propensión media a visitar el sitio desde cada zona. Esta propensión se compara
con el coste de desplazamiento correspondiente a cada zona, para ajustar una curva
de demanda en la que la variable independiente es la propensión media a visitar el
lugar, y la variable independiente, el coste de hacerlo.
Coste de viaje individual. En este segundo caso, se intenta descubrir la demanda de
los servicios de un emplazamiento específico, realizando una encuesta al respecto
entre los visitantes, más completa que en el caso anterior. Ahora se pregunta
directamente por el coste en el que se ha incurrido para acceder al lugar, el número
de vistas que se realizan al cabo del año y las características socioeconómicas de la
familia en cuestión. Con ello puede tratar de derivarse la correspondiente curva de
demanda. Al igual que en el caso anterior, la encuesta se realiza in situ, lo que
supone algunas dificultades con respecto a la determinación del colectivo de
población analizado, ya que sólo se tiene en cuenta a quienes han «consumido» el
bien, dejando fuera a quienes tienen una demanda potencial que afloraría si
cambiara alguna de las variables que inciden sobre ella (se redujera el tiempo de
viaje o aumentara su renta, por ejemplo).
— Modelos de elección discreta. Estos modelos, más generales, intentan derivar la
demanda individual de los servicios de un emplazamiento natural determinado, en
función de las características diferenciales del mismo, lo que obliga a incluir en el
análisis los espacios sustitutivos del que constituye el objeto de estudio. Se centran
en la estimación de las tasas de participación, por parte de una persona o unidad
familiar, en una serie de actividades recreativas que tienen que ver, en este caso,
con la naturaleza: montañismo, vela, acampada, esquí, pesca, senderismo, etc., y
que podrían realizarse en el sitio. Se obtienen, por tanto, a través de encuestas a
muestras representativas de la población del área de influencia del entorno natural
analizado (Loomis, 1995; Feather et al., 1995).
El término hedónico nace de los previos y de la demanda por los atributos de una bien, los
cuales generan distintos niveles de placer.
Objetivos de la metodología
Estimar un bien particular, vivienda, finca, etc. Como función de conjunto de sus
características y atributos.
Estimar el impacto que tienen los diferentes niveles de atributos sobre el precio de
bienes como la vivienda la propiedad rural
Obtener una medida agregada al bienestar ante los cambios en la calidad o cantidad
de un atributo ambiental de un bien.
Supuesto de la metodología
Para realizar una estimación del valor económico de la calidad ambiental a partir
de la metodología es necesario establecer la relación entre el precio de un bien
mercadeable y los atributos ambientales relacionados con el paisaje, aire limpio
y presencia de parques.
Socioeconómicas:
Inseguridad.
Hospitales
Escuelas.
Impuestos locales.
Presupuesto del gobierno.
Ambientales y urbanísticas:
Contaminación atmosférica.
Ruido ambiental-
Contaminación visual.
Espacios natrales.
Actividades culturales.
Accesos a servicios públicos.
Transporte público.
Vías de acceso.
Para obtener el precio inmueble, se puede acudir a varias fuentes, es posible obtener
información telefónica sobre el precio de los bienes inmuebles en el mercado.
Una vez definido lo anterior se procede a seleccionar una muestra respectiva de los
inmuebles asociados al atributo ambiental que se quiere valorar. Una vez recogida la
información necesaria para llenar la base de datos, se pasa a estimar la regresión hedónica,
la cual permite estimar el efecto marginal de cada una de las características y atributos del
bien inmueble sobre su precio y, con base en lo anterior, una medida agregada de la DAP
por características y por atributos. Para lo anterior se toma como base la totalidad de los
inmuebles que componen la población objetivo; de ahí la importancia de definirla y
limitarla con precisión.
Entre las metodologías de valoración económica ambiental se incluyen las que estiman los
cambios en bienestar provocados por problemas de salud derivados de modificaciones en
los niveles de contaminación del aire, del agua, etc. Esta metodología ase conoce como la
función de producción de la salud.
Este método parte de una premisa de que los hogares producen un bien llamado estatus de
salud. Para producirlo ellos utilizan como insumos algunos bienes de mercado.
Supuesto de la Metodología
El método de la función de producción supone que:
También existe otro método de coste de viaje, el cual se aplica principalmente para la
valoración de los recursos de uso recreativo como parque, playas, lagos y otras áreas
públicas. En este caso se trata de medir de un valor de uso como la recreación.
La aplicación del método supone que el tiempo y el dinero que una persona gasta para
visitar otro sitio es una aproximación a su disponibilidad a pagar por acceder a los
beneficios de recreación que el lugar genera.
10. BIBLIOGRAFIA.
https://inta.gob.ar/sites/default/files/script-tmp-metodos_doc_03.pdf
https://www.gestiopolis.com/metodos-valoracion-monetaria-medio-ambiente/
http://herzog.economia.unam.mx/profesores/blopez/valoracion-valoracion.pdf
http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lec/leal_r_cl/capitulo2.pdf
http://www.minam.gob.pe/patrimonio-natural/wp-
content/uploads/sites/6/2013/10/GVEPN-30-05-16-baja.pdf