Abyayala Lanz
C.I 25.744.420
Parcial 2° Unidad
1. Condicionamiento Clásico y Operante
El conductismo se desarrolló a partir del siglo XX, como método para predecir y controlar
el comportamiento a través del estudio de la conducta observable, siendo este el objeto
de estudio de la psicología. Watson, uno de sus mayores representantes, afirma que el
hombre es una tabula rasa en el que se imprimen los datos de la realidad y que su
método de aprendizaje es la asociación de estímulos y respuestas, es decir, los procesos
conductuales son completamente cuantificables. Este responde al paradigma del
positivismo.
Pavlov (1849-1936), fisiólogo soviético. Fue uno de los primeros en estudiar la actividad
nerviosa superior, descubriendo el mecanismo de formación de los reflejos condicionados.
Sus investigaciones han contribuido en gran medida a la estructuración de la psicología
como ciencia experimental.
El reflejo incondicionado, se denomina como parte del sistema nervioso del animal desde
el momento de su nacimiento, corresponde a estructuras más elementales del organismo
y la manera de evocarlo es a través de estímulos incondicionados. Estos son estímulos
neutrales ligados a los sistemas innatos de respuesta del organismo, la respuesta que
este desencadena se conoce como respuesta incondicionada. (Santoro, 1984, p.33)
Estímulo Incondicionado (EI): Estímulos que produce reflejos innatos. A las respuestas
que producen estos estímulos se les denomina respuestas incondicionadas (RI).
Ejemplo: El malestar (RI) que pueden generar ciertos químicos introducidos en el
organismo (EI) como tratamiento de alguna enfermedad.
Estímulo Neutro (EN): Estímulo que no genera ninguna respuesta incondicionada.
Ejemplo: Asistir al hospital en caso de presentar síntomas de enfermedad (EN).
Huella: Se aplica el EC antes del EI, pero a diferencia del demorado, el EC no tarda hasta
el comienzo del EI, sino que hay un intervalo de tiempo y luego se aplica el EI.
Retrógrado: Se aplica primero el EI y luego el EC, este último es muy poco eficaz.
Condicionamiento operante
Skinner (1904-1990) fue el psicólogo estadounidense más destacado del siglo XX. A partir
de su primera obra, La conducta de los organismos (1938) marcó un hito y originó una
nueva ola de conductismo radical. Este argumenta que el conductismo es la filosofía
propia de la ciencia del comportamiento, estudiando la relación entre la conducta de un
organismo y el ambiente en el que habita, con la finalidad de entender la conducta para
controlarla y predecirla (G. S. Reynolds. 1968, p.12). Una explicación adecuada de la
conducta es aquella que puede explicar las condiciones que producen esa conducta.
Dentro de este paradigma se puede concebir al medio ambiente como los estímulos y la
conducta como las respuestas del organismo Estas respuestas del organismo se dividen
en respondientes y operantes. Las respondientes serían las respuestas innatas del
organismo, señaladas anteriormente en el condicionamiento clásico. Estas componen una
pequeña parte de su conducta. El resto de las respuestas serían las operantes.
Según el condicionamiento operante, las respuestas operantes están determinadas por la
consecuencia de las mismas, es decir, lo que pueda pasar luego de ellas. Dependiendo
del estímulo que se presenta después de la conducta, puede aumentar su frecuencia
(reforzador) o disminuir (castigo) (G. S. Reynolds. 1968, p.17)
Ejemplo de castigo: No dejar entrar al salón a un estudiante por llegar tarde a la clase.
(Esto, siendo desfavorable para el estudiante, hará más frecuente la conducta deseada de
llegar temprano a la clase)
2. Psicometría
En este aparato anímico, encontramos el sector más “oscuro”, el ello. Está espacialmente
ubicado en lo más profundo y responde a lo más primitivo e incoherente del ser. El otro
elemento sería el yo, que viene a ser una especie de fachada del ello. Esta fachada se
modifica por la influencia del mundo exterior con el que está en contacto constantemente
y se caracteriza por una aspiración a la unidad y a la síntesis, es decir, un mediador entre
el ello y el mundo exterior. En una superficie más externa hacia la realidad, se encuentra
la consciencia.
Por otro lado, los impulsos psíquicos demandan satisfacción. El apaciguamiento de las
necesidades somáticas es lo que genera este placer. El yo obliga a refrenar sus pasiones
y a aplazar la satisfacción. Domina al ello, siempre y cuando este (el yo) esté
completamente organizado y pudiendo acceder a todas las partes del ello. El yo y el ello
son partes de un mismo todo, no son antagónicos. Mientras se mantengan en condiciones
ideales no habrá perturbación nerviosa.
En la infancia el yo es muy débil y casi no se diferencia del ello, es decir, este no ejerce
un control sobre el ello. Se muestra una conducta completamente primitiva. Al
presentarse las exigencias de satisfacción del ello, el yo asume que debe refrenar las
pulsiones pero al ser impotente a tal acción, este lo que hace es reprimir los impulsos
instintivos, ocasionando que estos se aíslen y se hagan inaccesibles dentro del ello. Esta
represión hace que posteriormente el impulso de alguna manera retorne al yo,
transformado y enlazado a otros procesos psíquicos, denominándose como síntoma.
La primera etapa es la etapa oral, abarca desde el nacimiento hasta los 18 meses de vida
aproximadamente. En esta etapa la zona erógena predominante (zona susceptible a
producir placer) es la boca. Por lo que el niño satisface este impulso interactuando a
través de esta. Se manifiesta en la succión del pulgar, el saboreo y el acto de morder. El
alimento juega un papel muy importante y pasa a ser una actividad placentera para él.
Una fijación en esta etapa debido a falta de atención o de no satisfacer las necesidades,
podría desencadenar problemas de confianza en la vida adulta del niño.
La segunda etapa es la fase anal, comienza desde los 18 meses hasta los tres años del
niño. El foco de sensaciones placenteras será el acto de defecar junto con el control de
los esfínteres. Teniendo con esto una sensación de logro e independencia. También
comienza la realidad de higiene y limpieza como parte de su entorno.
El superar esta etapa con éxito generará una persona competente, productiva y creativa
en la adultez.
La última etapa antes del período de latencia, es la etapa fálica. Aquí la zona erógena
comienzan a ser los genitales, y se comienzan a diferenciar los sexos. También en esta
etapa el niño comienza a necesitar más atención, y es más sensible ante los actos y
afirmaciones de los adultos. Tanto sexuales como en la cotidianidad. Estos determinan en
gran parte en cuanto a la represión de ciertas pulsiones de los niños.
Durante esta última etapa el niño desarrolla deseos sexuales hacia sus seres más
cercanos, es decir la madre y el padre. Este deseo se genera hacia el progenitor del sexo
contrario. Y lo acompaña el impulso de querer sustituir al de su mismo sexo. Paralelo a
este se desarrolla un miedo, debido al castigo de los padres por estas pulsiones sexuales.
Este, denominado como Complejo de Edipo, es uno de los elementos más determinantes
en la personalidad y el aparato anímico del individuo.
Las instituciones sociales están creadas para los individuos que poseen un yo
estructurado y unificado, los pacientes neuróticos no se adaptan a este sistema, y una vez
realizado el análisis y estando el yo tan cercano a lo reprimido, surge cierta resistencia por
parte del paciente.
Aquí surge un nuevo elemento del aparato anímico. Dentro del yo se encuentra el superyó
que ocupa una situación especial entre el yo y el ello. Es el residuo de las primeras cargas
del ello.
Otra de ellas es que al involucrar la influencia del analista para ayudar al yo a vencer las
resistencias, en el paciente se desarrollan sentimientos amorosos hacia este, pero con
carácter de fenómeno patológico. Anteponiendo este sentimiento sobre los restantes
contenidos psíquicos y comenzando a rechazar el tratamiento y la curación. Esto
demuestra que toda neurosis se debe a la anormalidad de la vida erótica.