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“Año del Diálogo y la Reconciliación Nacional”

UNIVERSIDAD NACIONAL DE HUANCAVELICA


(CREADA POR LEY Nº 25265)

ESCUELA DE POST – GRADO DE LA


MAESTRIA EN DERECHO - MENCION
DERECHO CONSTITUCIONAL
TEMA
“DERECHO A LA HONRA Y A LA
DIGNIDAD”

CATEDRÁTICO: Dr. Edwar Octavio, CASAVERDE


TRUJILLO

CÁTEDRA : TEORIA DE LOS DERECHOS HUMANOS


ALUMNO : LAIME VARGAS, Yeferson
SEMESTRE :I

HUANCAVELICA-PERÚ
2018

1
INDICE
INDICE 2
INTRODUCCIÓN 3
DERECHO A LA HONRA Y LA DIGNIDAD 7
I. DEFINICIÓN DEL DERECHO A LA HONRA:
7
1.1. Delimitación del derecho a la honra 9
1.2. Derecho al honor y a la buena reputación 11
1.3. Derecho a la vida privada y familiar 13
1.4. Injerencias en el domicilio familiar 14
1.5. Obligaciones de los Estados en las interceptaciones
telefónicas 15

2
II. DERECHO A LA DIGNIDAD:15
III. CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS
HUMANOS 36
3.1. Artículo 11. Protección de la Honra y de la Dignidad
36
IV. DERECHO A LA HONRA Y LA DIGNIDAD EN
PERU 36
V. ANÁLISIS DE CASOS DE LA CORTE
INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS
CON RELACIÓN AL DERECHO A LA HONRA Y
LA DIGNIDAD 42
VI. INTERPRETACIONES DE LA CORTE
INTERAMERICANA DE DERECHOS
HUMANOS 43
CONCLUSIÓN 49
BIBLIOGRAFIA 51

INTRODUCCIÓN
El presente trabajo trata del derecho a la honra y la dignidad de
la persona humana desde la perspectiva de los derechos
humano para loa debo partir manifestando que la Convención
Americana sobre Derechos Humanos fue suscrita en San José
de Costa Rica en el año 1969. De acuerdo al contenido de dicho
tratado internacional los Estados miembros de la comunidad
internacional buscaban reafirmar su propósito de consolidar en
el continente americano un régimen de libertad personal y de
justicia social que fuese desarrollado en un entorno
democrático respetando los derechos esenciales del ser

3
humano.

Es importante destacar que la Convención Americana sobre


Derechos Humanos reafirma en su contenido los valores
filosóficos y jurídicos que contemplan la Declaración Universal
de los Derechos Humanos y la Carta de la Organización de los
Estados Americanos; establece la Convención en su preámbulo
que “Reconociendo que los derechos esenciales del hombre no
nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, sino
que tienen como fundamento los atributos de la persona
humana, razón por la cual justifican una protección
internacional, de naturaleza convencional coadyuvante o
complementaria de la que ofrece el derecho interno de los
Estados americanos”

Los Derechos Humanos se basan en la necesidad de los pueblos


en la obtención y mantenimiento de la dignidad de cada ser
humano, su respeto y su protección, bajo esas condiciones se
desarrolla y se logra la satisfacción de las necesidades
espirituales del hombre. El principio de exigibilidad en materia
de Derechos Humanos, reclama disponer de instrumentos,
mecanismos y procedimientos de protección a los mismos, de
modo que cualquier violación de ellos no quede impune, ni
cualquier víctima se quede sin una reparación. El principio de
exigibilidad se enfrenta a conceptos como “asuntos internos” o
“principio de la no injerencia” que mal entendidos, han
permitido la constante impunidad de la violación de los
derechos desde que éstos fueran declarados como universales
hace ya más de medio siglo.

El ser persona implica, entre otros atributos, la capacidad de


4
poder relacionarse e interactuar con los demás individuos. Ello
en virtud de que la sociedad ha sido creada por el mismo
hombre, quien a su vez ha contribuido a organizarla conforme
sus intereses, es decir, procurando alcanzar su felicidad. En esa
búsqueda de felicidad, el ser humano ha diseñado mecanismos
de defensa que le permitan salvaguardar uno de sus atributos
más preciados: su dignidad.

En este contexto, la idea de protección a la dignidad humana se


introdujo en el Derecho positivo, tanto a nivel internacional
como nacional, sobre todo a consecuencia del movimiento de
defensa de los derechos humanos que tiene verificativo en la
segunda mitad del siglo XX. A partir de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos1, así como de los dos
Pactos de Naciones Unidas sobre los derechos civiles y
políticos y los derechos económicos, sociales y culturales 2, en
sus respectivos Preámbulos se reconoce que la dignidad es
inherente a todas las personas y constituye la base de los
derechos fundamentales, por lo que se ha convertido en el valor
básico que fundamenta la construcción de los derechos de la
persona como sujeto libre y partícipe de una sociedad.

De modo similar a lo que sucede con los citados instrumentos


internacionales, la dignidad humana se ha incorporado a los
ordenamientos jurídicos nacionales de los Estados,
predominantemente en el marco de un reconocimiento general
como principio fundamental, es decir, en los textos de
naturaleza constitucional.
1

5
Aún y cuando el concepto de dignidad humana tuvo su inicial
conformación en el cristianismo, con el tiempo también ha ido
adquiriendo un carácter histórico, y por ende, en sectores como
el político y jurídico se le ha vinculado con otros conceptos,
como la autonomía, la libertad y la igualdad, que en su
conjunto han constituido “valores básicos superiores”, que
sirven como referente a la hora de inspirar normas básicas de
Derecho, en específico, aquellas que van a reconocer derechos
esenciales de la persona, tanto en el ámbito nacional como
internacional. Dada la importancia del reconocimiento de la
dignidad humana como fundamento de los derechos en el
contexto de la norma constitucional y los documentos
internacionales.

6
DERECHO A LA HONRA Y LA DIGNIDAD

I. DEFINICIÓN DEL DERECHO A LA HONRA:

El derecho a la honra se encuentra reconocido en tratados


internacionales3 y en la mayoría de las constituciones
políticas. Pero al no existir un concepto claro y preciso que
indique cuál es su contenido, la doctrina y jurisprudencia se
han encargado desarrollarlo progresivamente a través del
tiempo.

Cada país elabora un concepto en atención a sus criterios


legislativos y sociales particulares, pero guardando una
estricta observancia al núcleo o contenido esencial del
3
Declaración universal de los derechos humanos, artículo 12: "Nadie será objeto de
injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia su domicilio y su correspondencia,
ni de ataques a su honra y reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la
ley contra tales injerencias y ataques"; el Pacto internacional de derechos civiles y
políticos estableció en su artículo 17: "1. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias e
ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia ni de ataques
ilegales a su honra y reputación. 2. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley
contra esas injerencias o esos ataques; la Convención americana sobre derechos
humanos, en su artículo 11 consagra: "1. Toda persona tiene derecho al respeto de su
honra y al reconocimiento de su dignidad. 2. Nadie puede ser objeto de injerencias
arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su domicilio o en su
correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra y reputación.3. Toda persona tiene
derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques".

7
derecho a la honra. Por lo que solo es posible contar con
leves diferencias o distinciones que miran a la especificación
de su contenido.

A partir de ese razonamiento el Tribunal señala que el


respeto y protección del derecho a la honra, que asegura la
Constitución, es sinónimo de derecho al respecto y
protección del "buen nombre" de una persona, derecho de
carácter personalísimo que es expresión de la dignidad
humana consagrada en su artículo 1, concepción que se
reitera en variadas sentencia, lo que se traduce en que este
derecho no puede ser negado, que pertenece a la naturaleza
del ser humano y configura gran parte de su dignidad. A su
vez señala que la perdida de este derecho puede por
"desconocimiento, atropello o violación, si bien en
ocasiones puede significar, en ocasiones una pérdida o
menoscabo de carácter patrimonial más o menos en
concreto". A su vez señala que el derecho a la honra va más
allá de su percepción normal, sino que “como
ordinariamente se entienden estos términos, más que al
sentimiento íntimo del propio valer o a la dignidad especial
o gloria alcanzada por algunos.

En suma, la naturaleza de este derecho debe entenderse


como un derecho que emana directamente de la dignidad
con que nace la persona humana, un derecho personalísimo
que forma parte del acervo moral o espiritual de todo
hombre y mujer, que no puede ser negado o desconocido por
tratarse de un derecho esencial propio de la naturaleza
humana, considerando como un derecho personalísimo, que

8
es sin duda la expresión de la dignidad humana, siendo
considerado como un bien espiritual, que muchas veces no
puede ser valorado económicamente.

I.1. Delimitación del derecho a la


honra

Han tratado de establecer un concepto que sea a su vez


amplio y concreto. Así es como la profesora Vivanco ha
señalado como la perspectiva que tiene la sociedad
respecto a la respetabilidad que tiene un individuo, que
da cuenta de su moral y consideración por los demás 4.
Cea Egaña señala la importancia de entenderlo como un
concepto objetivo y no subjetivo de la expresión, ya
que en este último seria "la autoestima, a la
consideración o, quien sabe, si al orgullo que cada cual
tiene de sí mismo"5. Por lo cual esboza un concepto
objetivo de la honra es la buena fama, el crédito,
prestigio o reputación de que una persona goza en el
ambiente social, es decir, ante el prójimo o los terceros
en general". Pero la pregunta es ¿Cuál es la posición de
este derecho, qué lo caracteriza?, Cea nos expresa que
"la honra, se halla íntimamente e indisolublemente
unida a la dignidad de la persona y a su integridad,
sobre todo de naturaleza síquica. Es decir es parte de su
patrimonio, y se caracteriza por ser un derecho
personalísimo. Lo que identifica a la honra de una
4
VIVANCO, Ángela. 2006. Curso de Derecho Constitucional. Santiago, Editorial de la
Universidad Católica de Chile. 384, 385 p.

5
CEA EGAÑA, José Luis. 2012. Derecho Constitucional, Tomo II.

9
persona es su apreciación por los demás, protegiendo su
integro desarrollo dentro de la sociedad como par, es
decir como un ente igualitario, lo cual conlleva a darle
protección de las acciones que realice. También sea
asemejado a la buena fama, pero el concepto de honra
conlleva a la vendedera concepción de identidad del
individuo, y que esta no sea perjudicada por falacias
que puedan perjudicar su desarrollo en la sociedad, en
su ámbito familiar y profesional19. Es por ello que
vamos a entender a la honra como, el estatus o posición
que tiene una persona en cuanto a su dignidad moral y
su apreciación de esta condición y calidad, que
proyecta una imagen en el ámbito exterior y público.
Cabe reiterar que nuestro texto Fundamental no solo le
da protección al ámbito personal de un individuo, sino
todo lo que lo rodea incluyendo la protección de la
familia.

Existen autores que señalan o hacen sinónimos los


conceptos de honor y honra, considerándolos
semejantes, así Silva Bascuñán señala "que honra y
honor son expresiones analógicas, y en que presentan
una dualidad de significados: subjetivo y objetivo".
Para nosotros en esta presentación serán consideradas
como conceptos diferentes, entendiendo que el honor
conlleva un concepto moralista que con lleva a una
concepción idealista del estatus de una persona en la
sociedad que conlleva a un mérito, más que a un
derecho. Cabe destacar que esta discusión
terminológica ya fue zanjada por la Comisión de
10
Estudio, en la cual se llegó a la conclusión que el
concepto protegido era la honra.

I.2. Derecho al honor y a la buena reputación

En lo que respecta al derecho al honor, cabe señalar que


la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
establecido que el artículo 11 de la Convención
reconoce que toda persona tiene derecho al respeto a su
honor, prohíbe todo ataque ilegal contra la honra y
reputación e impone a los Estados el deber de brindar la
protección de la ley contra tales ataques. En términos
generales, el derecho a la honra se relaciona con la
estima y valía propia, mientras que la reputación se
refiere a la opinión que otros tienen de una persona.
Esta definición es coincidente con la utilizada por
Ignacio Berdugo Gómez de la Torre, quien diferencia
entre honor objetivo y honor subjetivo, identificando la
reputación en este último.

Cabe mencionar que tanto la Declaración de Derechos


y Deberes del Hombre, así como la Convención
Americana sobre Derechos Humanos contemplan el
derecho a la protección de la ley contra las injerencia o
ataques a estos derechos, por lo que es importante
señalar de qué manera los citados derechos gozan de
protección por la ley en nuestro ordenamiento legal.
Asimismo, es pertinente señalar que la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha declarado la
legitimidad de recurrir a la vía judicial cuando una
persona se considere afectado en su honor. Al respecto,
11
la Corte ha señalado que: “El artículo 11 de la
Convención establece que toda persona tiene derecho al
respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad.
Esto implica límites a las injerencias de los particulares
y del Estado. Por ello, es legítimo que quien se
considere afectado en su honor recurra a los medios
judiciales que el Estado disponga para su protección 6”.
Excepcionalidad de la vía penal en casos de afectación
de la honra y reputación a través del ejercicio de la
libertad de expresión

Al respecto, cabe señalar que la Corte no estima


contraria a la Convención cualquier medida penal a
propósito de la expresión de informaciones u opiniones,
pero esta posibilidad se debe analizar con especial
cautela, ponderando al respecto la extrema gravedad de
la conducta desplegada por el emisor de aquéllas, el
dolo con que actuó, las características del daño
injustamente causado y otros datos que pongan de
manifiesto la absoluta necesidad de utilizar, en forma
verdaderamente excepcional, medidas penales. En todo
momento la carga de la prueba debe recaer en quien
formula la acusación. En este orden de consideraciones,
la Corte observa los movimientos en la jurisprudencia
de otros Tribunales encaminados a promover, con
racionalidad y equilibrio, la protección que merecen los
derechos en aparente pugna, sin mellar las garantías que

6
Corte IDH. Caso Kimel Vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2
de mayo de 2008. Serie C No. 177, Párrafo 55

12
requiere la libre expresión como baluarte del régimen
democrático.

I.3. Derecho a la vida privada y familiar

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha


señalado que el ámbito de protección del derecho a la
vida privada ha sido interpretado en términos amplios
por los tribunales internacionales de derechos humanos,
al señalar que éste va más allá del derecho a la
privacidad. Asimismo, la protección a la vida privada
abarca una serie de factores relacionados con la
dignidad del individuo, incluyendo, por ejemplo, la
capacidad para desarrollar la propia personalidad y
aspiraciones, determinar su propia identidad y definir
sus propias relaciones personales. Por otro lado, en lo
que respecta al concepto de vida privada, la Corte ha
señalado que engloba aspectos de la identidad física y
social, incluyendo el derecho a la autonomía personal,
desarrollo personal y el derecho a establecer y
desarrollar relaciones con otros seres humanos y con el
mundo exterior. La efectividad del ejercicio del derecho
a la vida privada es decisiva para la posibilidad de
ejercer la autonomía personal sobre el futuro curso de
eventos relevantes para la calidad de vida de la persona.
La vida privada incluye la forma en que el individuo se
ve a sí mismo y cómo decide proyectarse hacia los
demás, y es una condición indispensable para el libre
desarrollo de la personalidad8.

I.4. Injerencias en el domicilio familiar


13
Con respecto a este punto es preciso señalar que el
artículo 2° numeral 9 de la Constitución Política del
Perú ha establecido el contenido constitucionalmente
protegido del derecho fundamental a la inviolabilidad
de domicilio al establecer los supuestos en los cuales es
posible limitarlo. Al respecto, el citado precepto
constitucional señala que: “Nadie puede ingresar en él
ni efectuar investigaciones o registros sin autorización
de la persona que lo habita o sin mandato judicial, salvo
flagrante delito o muy grave peligro de su
perpetración”. Fuera de esos supuestos se configura una
vulneración no solo al derecho fundamental a la
inviolabilidad de domicilio, sino también a la intimidad
personal y familiar, siendo posible acudir a la vía penal,
dado que podría haberse configurado un Allanamiento
Ilegal o el delito de Violación de Domicilio. Con
respecto a la injerencias en el domicilio familiar, cabe
señalar que la Corte Interamericana de Derechos
Humanos ha establecido que la protección de la vida
privada, la vida familiar y el domicilio implica el
reconocimiento de que existe un ámbito personal que
debe estar exento e inmune a las invasiones o
injerencias abusivas o arbitrarias por parte de terceros o
de la autoridad pública. En este sentido, el domicilio y
la vida privada y familiar se encuentran intrínsecamente
ligados, ya que el domicilio se convierte en un espacio
en el cual se puede desarrollar libremente la vida
privada y la vida familiar.

I.5. Obligaciones de los Estados en las interceptaciones


14
telefónicas

Además de las previsiones constitucionales


contempladas en el numeral 10 del Artículo 2° de la
Constitución Política del Perú con respecto al secreto y
a la inviolabilidad de sus comunicaciones y documentos
privados, tales como la reserva judicial absoluta, así
como las previsiones legales contempladas en el
ordenamiento procesal penal, cabe señalar que la Corte
Interamericana de Derechos Humanos considera que
guardar secreto de las conversaciones telefónicas
interceptadas durante una investigación penal es un
deber estatal: a) necesario para proteger la vida privada
de las personas sujetas a una medida de tal naturaleza;
b) pertinente para los efectos de la propia investigación,
y c) fundamental para la adecuada administración de
justicia.

II. DERECHO A LA DIGNIDAD:

Si bien, en la antiguedad existen algunas precedentes que


han servido en la construcción del concepto moderno de la
dignidad, es preciso señalar que su sentido actual, arranca
con el tránsito a la modernida, esto es, el concepto de
dignidad humana como fundamento de los derechos del
hombre, en donde cada uno de nosotros es poseedor de una
dignidad, es decir, somos dignos. En este contexto, algunos
autores le han denominan dignidad del hombre7; otros le
7
Entre otros, vid. Hernández, Héctor, Valor y Derecho, Buenos Aires, Abeledo Perrot,
1997, p. 75; Bidart Campos, Germán J., Teoría General de los Derechos Humanos, 2ª
edición, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1993, p. 72; y, Ferrer
Mcgregor, Eduardo, Derecho Procesal Constitucional, 2ª Edición, México, Porrúa,
2001, p. 724, así como Salmos, 8:1.

15
llaman dignidad humana8; en cambio, algunos más afirman
que se le debe llamar dignidad de la persona humana;
también suele llamársele dignidad del ser humano. Sin
embargo, la denominación, per se, no es lo más importante,
sino lo que verdaderamente tiene relevancia es su contenido
semántico y la forma a través de la cual debe ser protegida
la dignidad.

Partiendo del significado etimológico, el término dignidad,


proveniente del latín dignitas, cuya raíz es dignus, que
significa “excelencia”, “grandeza”, donde cabe agregar que
la dignidad que posee cada individuo es un valor intrínseco,
puesto que no depende de factores externos.

Así, la palabra dignidad no sólo significa grandeza y


excelencia, es decir, el portador de esta cualidad no sólo se
distingue y destaca entre los demás, sino también denota un
merecimiento a un cierto tipo de trato.

Por lo anterior, la dignidad se puede definir como “la


excelencia que merece respeto o estima” 9. Ejemplo de lo
anterior es el caso de una persona que ocupa un alto rango o
un puesto elevado y posee una dignidad, lo que exige a los
demás una respuesta particular, pero esto no le hace
acreedor a una mayor dignidad que el resto, ya que ésta, es
igual para todos los seres humanos, sin importar su
condición o puesto que desempeñe. De ahí que deba existir

8
Cfr. Pérez Royo, Javier, Curso de Derecho Constitucional, 18ª edición, Madrid,
Marcial Pons, 2002, p. 300.
9

16
una relación entre dignidad humana y los derechos el
hombre; entonces, inicialmente, podemos entender a la
dignidad como aquel valor inalterable que posee toda
persona por el hecho de contar con capacidad para razonar y
decidir, que los otros entes no poseen, con lo anterior,
podemos darnos cuenta que todos los seres humanos somos
iguales en la medida en que todos somos portadores de una
dignidad común, y por encima de todas las diferencias que
nos individualizan y nos distinguen unos de los otros, es
decir, todo ser humano posee dignidad sin importar la
condición en que se encuentre.

Aunque también cabe precisar que el uso constante del


concepto de dignidad humana y la contundencia de los
argumentos suele marcar ciertas imprecisiones y con ello se
corre el riesgo de convertirla en una expresión vacía. Esto
significa que en nombre de la dignidad se puede llegar a
soluciones radicalmente contrarias sobre temas
fundamentales que hoy día son de relevancia, ya no sólo
para el individuo, sino para la sociedad misma, entre las que
se encuentran las formas de provocación y manipulación
genéticas, el aborto, la disponibilidad de órganos humanos,
los experimentos médicos con personas y la eutanasia, etc.
Si bien las posturas ideológicas sobre la dignidad son muy
variadas, en el contexto de los Derechos Humanos, y desde
una perspectiva doctrinal, la noción de dignidad constituye
el valor de cada persona, el respeto mínimo de su condición
de ser humano, lo cual impide que su vida o su integridad
sea sustituida por otro valor social ahí que la dignidad
humana se erige como principio esencial de los valores de
17
autonomía, de seguridad, de igualdad y de libertad. Valores
estos que fundamentan los distintos tipos de derechos
humanos.

El concepto de dignidad puede abordarse desde dos ópticas.


Por un lado, como una determinada forma de
comportamiento de la persona, precedida por su gravedad y
decoro. Por el otro, como la calidad que se predica de toda
persona, con independencia de cual sea su específica forma
de comportamiento, pues ni tan siquiera una actuación
indigna priva a la persona de su dignidad.

En palabras de González Pérez, la dignidad es el rango o la


categoría que corresponde al hombre como ser dotado de
inteligencia y libertad, distinto y superior a todo lo creado, y
que comparte un tratamiento concorde a todo momento con
la naturaleza humana10.

En tal virtud, la dignidad humana está dentro del ser de cada


persona, surge en el preciso momento en que ésta empieza a
existir y se convierte en parte de los valores morales del ser
humano. Esos valores serán los que determinarán su
conducta, y al momento de ser el hombre autónomo, podrá
decidir haciendo uso de su libertad.

De lo anterior se desprende que la dignidad, en el contexto


de los Derechos Humanos, es la que posee el hombre al
momento en que inicia su desarrollo vital, consolidándose al
convertirse en persona. De ahí que corresponda a todo ser
humano y sea exclusiva del mismo, traducida en la

10

18
capacidad de decidir libre y racionalmente cualquier modelo
de conducta, con la consecuente exigencia de respeto por
parte de los demás. La participación política es el conjunto
de acciones llevadas a cabo por los ciudadanos que no están
necesariamente involucrados en la política de forma directa,
y cuya acción pretende influir en el proceso político en el
resultado del mismo. En otras palabras, la participación
política describe actividades directas o indirectas que
realizan los ciudadanos para influir en las decisiones o en la
elección de los gobernantes y se puede llevar a cabo de
forma convencional por ejemplo la participación electoral y
el activismo partidario o de forma no convencional como las
actividades de protesta y el contacto con las autoridades.
Para comprender la idea de participación política, primero
se ha de plantear el concepto de política, que para este caso,
se podría describir como el mecanismo social de resolución
de conflictos entre colectivos con intereses diferentes, donde
un mayor grado de complejidad social acarrearía un número
mayor de intereses distintos. Partiendo de esta explicación,
el político sería el individuo encargado de llevar a cabo
acuerdos entre intereses confrontados con el fin de encontrar
una solución común a todos ellos, o en su defecto, buscar
una forma de que éstos no perjudiquen al orden y al sistema
político.

II.1. La Dignidad Humana, Valor Fundamental de la Sociedad.


Sin duda, el ser humano se ha caracterizado porque su
vida gira en torno a un ámbito social, por lo que debe
establecerse un orden normativo, económico y social
que esté al servicio del mismo y que le permita a cada
19
hombre cultivar su propia dignidad. Por eso, la
dignidad humana requiere que el hombre actúe según
su conciencia y su libre elección; por lo que los
hombres siendo más conscientes de su propia dignidad,
podrán respetarse unos a otros. Así, la dignidad
humana, en la modernidad, aparece en un contexto
intelectual que ha superado los avatares históricos,
ubicándose en un proceso de humanización y de
racionalización que acompaña a la persona y a la
sociedad. Para lo cual, cuando se hace la reflexión de la
dignidad dentro de un ámbito que corresponde a una
sociedad bien ordenada, no se describe la realidad, sino
el deber ser de la misma. De ahí que la dignidad
humana sirva como un referente inicial, un punto de
partida y también un horizonte final, un punto de
llegada, por lo que podría llamarse un derecho positivo
justo11.

II.2. La Dignidad Humana, Fundamento de los Valores


Superiores.
En el ámbito del Derecho, la dignidad humana no sólo
significa superioridad de los seres humanos sobre los
animales, sino que es, siguiendo a Peces-Barba, la
dignidad humana será un fundamento de la ética
pública de la modernidad, siendo el plus de los valores
políticos y jurídicos y de los principios y los derechos
11
La dignidad humana ya no vista como una parte de la ética pública, sino que más
“moralidad legalizada”. Cfr.
bien vista como vocación de convertirse en una
Peces–Barba Martínez, Gregorio, La Dignidad de la persona desde la
Filosofía del Derecho, op. cit., pp. 67-ss.

20
que se derivan de esos valores12; por ello, hay quienes
apuntan que la dignidad humana es el principio guía del
Estado, dado que se presenta en dos sentidos, por un
lado, el individuo queda libre de ofensas y
humillaciones negativa; mientras que, por el otro, le
permite llevar a cabo el libre desarrollo de su propia
personalidad y actuación positiva 13. Esto es, en strictu
sensu, la dignidad únicamente pertenece a los
individuos, en virtud de que se presenta en la persona
como sujeto individual único e irrepetible, con una
naturaleza racional y, especialmente, con imperativos
morales absolutos e incondicionales.

En palabras de Kant, la dignidad constituye un valor


para el que no se puede ofrecer ningún equivalente, esto
es, la dignidad posee un carácter absoluto porque no
permite la negociación, La dignidad de la persona
supera cualquier cosa que tenga un precio, y es el valor
irremplazable de un ser con el que nunca se puede
negociar, añade Kant “la dignidad es el atributo de un
ser racional que no obedece a ninguna otra ley que la
que él mismo se da”. Por lo tanto, “la autonomía es el
12
Cfr. Peces-Barba Martínez, Gregorio, La Dignidad de la Persona desde la Filosofía
del Derecho, op. cit., p. 16.

13
El desarrollo de su personalidad supone, de un lado, el
reconocimiento de la total autodisponibilidad, sin interferencias o
impedimentos externos, de las posibilidades de actuación propias de
cada hombre; del otro, la autodeterminación que surge de la libre
proyección histórica de la razón humana, antes que de una
predeterminación dada por la naturaleza, al respecto vid Pérez Luño,
Antonio Enrique, Derechos Humanos, Estado de Derecho y
Constitución, 8ª Edición, Madrid, Tecnos, 2005, pp. 324-327.

21
fundamento de la dignidad de la naturaleza humana o
de toda naturaleza racional”14, de ahí que el hombre
tenga dignidad, no precio. Bajo tal perspectiva se
entiende su Teoría del Imperativo Categórico como
regla moral de actuación, pues indica al ser humano:
“obra de tal modo que te relaciones con la humanidad,
tanto en tu persona como en la de cualquier otro,
siempre como un fin y no como un medio”.

Por ello, la naturaleza humana y la persona humana son


realidades complementarias, donde todos los hombres
somos iguales. Partiendo de la idea de persona, ésta se
puede concebir como un ser libre en su comportamiento
y en su capacidad de elección de los fines y metas que
se proponga; un ser que dispone de conocimiento,
especialmente en el campo de los valores y que actúa y
decide en función de convicciones íntimas que no
afectan las prerrogativas y libertades de otras personas,
en tanto sujeto de derechos y obligaciones.

a) Valores Básicos Superiores de la Dignidad.

Al convertirse la dignidad en un valor fundamental,


no sólo para el individuo sino también para la
sociedad, los juristas la han consideran como el
pilar principal de toda convivencia gregaria, siendo
en el ámbito de la doctrina donde se puede
comprender lo que significa ser persona, portadora
de dignidad. Ello en virtud de que la dignidad
humana “[…] constituye una expresión del máximo
14

22
respeto y valor que debe otorgarse al ser humano en
virtud de su condición humana”15.

Por tal motivo, la dignidad humana se erige como


principio de los valores de autonomía, de
seguridad, de igualdad y de libertad. Valores que
fundamentan los distintos tipos de derechos
humanos. De ahí que “[…] la dignidad humana sea
el fundamento y la razón de la necesidad de esos
valores superiores, es la raíz última de todo [...] su
inclusión entre los valores superiores no es
metodológicamente correcta, puesto que éstos son
los caminos para ser real y efectiva la dignidad
humana”16.

En consecuencia, la dignidad se convierte en el


atributo “de un ser racional que no obedece a
ninguna otra ley que la que él mismo se da”, como
afirma Kant. Por lo tanto, la autonomía sirve como
fundamento de la dignidad de la naturaleza humana
o de toda naturaleza racional. Así, “cuando algo
tiene precio, en un lugar puede colocarse algo
diferente como equivalente; en cambio, aquello que
está por encima de todo precio y, por tanto, no tiene
ningún equivalente, posee dignidad”, y la “persona
15
Vid. Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, Conclusiones de la Abogada
General Sra. Christine Stix-Hackl en el asunto C-36/02, Omega/Oberbürgermeisterin
der Bundesstadt Bonn, presentadas el 18 de marzo de 2004, Párrafo 75.

16
Vid. Peces-Barba Martínez, Gregorio, Los Valores Superiores, Madrid, Tecnos,
1984, pp. 85-86. En el contexto normativo, la Constitución española denomina “valores
superiores del ordenamiento jurídico” a la libertad, la justicia, la igualdad y el
pluralismo político (Artículo. 1º).

23
no puede ser tratada como un medio sino que tiene
que ser en todo momento utilizada al mismo tiempo
como fin; en ello consiste la dignidad”.

Por lo que la idea de la dignidad humana, o valor


atribuido a cada persona humana, no puede ser
sustituida por ninguna otra. Sin embargo, sus
limitaciones pueden verse en los propios valores
básicos que la erigen, como lo son la autonomía, la
seguridad, la libertad o, inclusive, igualdad.

En este contexto, la dignidad humana se constituye


como el sustrato y el punto de partida de todos los
derechos humanos que se diferencian a partir de
ella, y a la vez actúa como un punto de vista que da
perspectiva a los diferentes derechos humanos lo
que permite entenderlos e interpretarlos17.

Partiendo de la esencia del hombre, considerándola


como “aquello por lo que una cosa es lo que es” 18,
esto es, lo que determina al ser de una manera y no
de otra, en lo que respecta al hombre, su esencia es
lo que determina su modo de ser. De ella se deriva
una serie de propiedades fundamentales que tienen
los entes que son participes de una misma esencia.
Las personas entienden porque tienen una
naturaleza racional, pero, además de que poseen
raciocinio, también cuentan con un espíritu, el cual
17
Vid. Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, Conclusiones del Abogado
General Christine Stix-Hackl en el asunto. C-36/02, Omega/Oberbürgermeisterin der
Bundesstadt Bonn, presentadas el 18 de marzo de 2004, Párrafo 76.
18

24
les ayudará a ser dueños de sus actos, conscientes
de sí y con una finalidad que será trascendente en el
tiempo.

Cada individuo de la especie humana es persona, es


decir, un sujeto único dueño de sí mismo, de sus
actos, consciente de sí y con una finalidad que
constantemente busca y trata de cumplir. Siendo
esto alcanzar el logro de su felicidad anhelada. Esto
es, al ser la persona dueña de sus actos, se percibe
la existencia de valores en ella misma, puesto que
no surgen del espacio, ni se dan de los propios
sentidos, sino que simplemente captamos y
develamos a partir de la dimensión espiritual con la
que cuenta cada uno de los hombres. Los valores no
se pueden tocar, ni oler, ni mucho menos ver, pues
son como una sustancia inmaterial, siendo ésta una
limitación que impone la naturaleza a la persona
respecto a los valores, pero lo que no impide de
modo alguno es que se reconozca en su existencia
objetiva (en sí) a estos valores morales 19. Siendo los
valores parte del ser ideal del hombre, tienen una
existencia objetiva que los excluye de la conciencia
que los capta. Por ello, solamente existen y están
allí, y el hombre penetra en ellos a partir de su
dimensión espiritual. Pues éstos serán los que lo
obliguen adecuar su conducta a ellos, y lo llevarán
a la permanente búsqueda de su perfección. Bajo
esta perspectiva, el humanismo, fundamenta el
19

25
valor de la persona humana en dos cuestiones;
primero, la persona es un individuo; y, segundo, la
persona tiene una dimensión moral. En la primera
encontramos cómo la individualidad del hombre es
lo que determina que cada uno de nosotros sea
único e irrepetible. Pues esto es lo que le da valor a
cada ser humano, siendo ese un valor único,
incalculable e inaccesible.

El valor moral que le da el humanismo al individuo,


es por el hecho de que cada hombre vive bajo su
propia responsabilidad moral. Así, cada uno de
nosotros está frente a los valores y la
responsabilidad de hacerlos cumplir dependerá de
nosotros mismos, puesto que nadie los puede
realizar por nosotros, ni mucho menos cumplirlos
bajo nuestra responsabilidad; la dignidad del
hombre es, entonces, originalmente un valor moral
y toda persona está capacitada para su
autorrealización. Es por ello que el Estado está
obligado a protegerla en el marco de sus
posibilidades. Al ser los valores morales captados
por el hombre a partir de su dimensión espiritual, lo
obliga, le exige, adecuar su conducta a ellos, razón
por la cual el ser humano constantemente debe estar
en busca de su perfección.

Así, la dignidad de la persona constituye un “prius”


respecto de todo ordenamiento jurídico-positivo,
por lo que los derechos que le son inherentes

26
constituyen el fundamento de toda comunidad
humana. De donde se establece que el hombre no
existe para el Estado, sino que el Estado es el que
existe para el hombre, el político, por tanto, es
aquel que resuelve los conflictos mediante el
manejo de voluntades para lograr o alcanzar un
bien común para todos. Dentro de este contexto, la
participación política y la participación ciudadana
se encuentran relacionadas. Vinculado a la
participación ciudadana está el compromiso que
consiste en trabajar para promover la calidad de
vida de la comunidad mediante procesos políticos y
no políticos e involucra el desarrollo de
conocimientos como los derechos y obligaciones de
los ciudadanos, habilidades para comunicar y
difundir opiniones, valores como la responsabilidad
y compromiso y en conjunto con la motivación
hacer esta diferencia.

A continuación veremos la incidencia del concepto


dignidad en los textos normativos internacionales

I.1. Los Documentos Convencionales Internacionales


La dignidad humana es un valor distintivo de la especie
humana, de donde dimanan otros valores y
derechos fundamentales, tanto para el individuo como
para la colectividad. En tal virtud, todo ser humano
debe ser respetado y protegido en su dignidad y no se

27
debe atentar contra ella20. Bajo esta perspectiva, la
dignidad humana ha sido incluida no sólo en sede
normativa interna, sino también en varios documentos
jurídicos convencionales, pues la Comunidad
Internacional también ha hecho manifiesta su
preocupación por incluir a la dignidad como valor
inserto en el ordenamiento jurídico internacional. Así,
la dignidad deviene de ser un mero valor o principio, en
el mejor de los casos a precepto de naturaleza
vinculante21.
Por lo cual, se debe tener presente que al momento que
un Estado forma parte de un tratado, debe respetarlo y
20
La humanidad ha sido constantemente privada del reconocimiento de su dignidad,
así como pisoteados y violados los derechos que se derivan de ella. La violencia de
cualquier tipo (física, técnica o social) que se ha cometido contra cada individuo,
constituye una serie de conductas inhumanas, irracionales, anticulturales que atentan
contra la dignidad humana, quedando su respeto y protección en papel, como letra
muerta. El ejercicio, respeto y promoción de la dignidad humana, de la cual somos
acreedores todos, sería posible con la convivencia en paz, la justicia social, la libertad,
la igualdad, la seguridad, la intimidad, la diversidad cultural y la conservación de la
naturaleza. Es por ello que todo ser humano, además, tiene la obligación ética de asumir
la defensa de la dignidad de la persona y de igual manera velar y denunciar los
atentados que se cometan contra la misma Vid. “Compromiso Universal por la Dignidad
Humana”, II Congreso Mundial de Bioética, en la página web
www.uexternado.edu.co/derechoyvida/ii_congreso_bioetica1.html [Accesada el 02 de
julio de 2018].

21
En este contexto, hay que recordar que el tratado internacional ha sido definido por
Reuter como “una manifestación de voluntades concordantes, imputables a dos o varios
sujetos de derecho internacional y destinado a producir efectos jurídicos de acuerdo con
las normas de derecho internacional”. Vid. González Campos, Julio D. et al, Curso de
Derecho Internacional Público, 6ª Edición, Civitas, Madrid, 1998, p. 164, así como
también la traducción española de la obra del propio P. Reuter, Introducción al Derecho
de los Tratados, Traducida por L. Suárez, Eduardo, Revisada por Haggermacher, Peter,
Fondo de cultura Económica, México, 1999, pp. 38-39 y 44-45. Por su parte, en el
ámbito legal el concepto de tratado se ha consagrado en el Artículo 2º, párrafo primero,
apartado a), del Convenio de Viena de 1969 sobre Derecho de los Tratados Celebrados
entre Estados, mismo que considera a este instrumento como el “acuerdo internacional
celebrado por escrito entre Estado y regido por el derecho internacional, ya que conste
de un instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y cualquiera que sea su
denominación particular”. Al respecto vid Convenio de Viena de 1969. México lo
ratificó el 25 de septiembre de 1974, publicado en el Diario Oficial de la Federación el
14 de Febrero de 1975, entrando en vigor el 27 de enero de 1980.

28
hacerlo cumplir ad intra de su colectividad; a
continuación, se examinarán los instrumentos
internacionales que han incluido en su texto el concepto
de dignidad humana.
I.2. La Carta de las Naciones Unidas.
La idea de crear un organismo internacional universal
surge durante la Segunda Guerra Mundial. Los líderes
mundiales se reunieron en San Francisco con la
intención de poner fin a la guerra que prevalecía en
aquellos tiempos, y consideraron que era momento de
crear un mecanismo que fomentando el dialogo
intergubernamental previniera conflictos bélicos para
que pudiera prevalecer la paz y la seguridad en el
mundo.

Así, la Carta de las Naciones Unidas, en su Preámbulo,


enuncia “[…] la fe de los derechos fundamentales del
hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana,
en la igualdad de derechos del hombres y mujeres”. Por
lo que la inclusión del concepto de dignidad humana en
la Carta constituyó una feliz y trascendente innovación
en el Derecho Internacional positivo. Para lo cual, en el
futuro, la noción de la dignidad, aunque incluida en el
Preámbulo de la Carta, sin efecto jurídico vinculante,
ha incidido en la interpretación y el sentido de
numerosos instrumentos internacionales22.

El Artículo 1º declara, como propósito de la

22
Vid. Gros Espiell, Héctor, “La Dignidad Humana en los Instrumentos Internacionales
sobre Derechos Humanos”, en Anuario de Derechos Humanos, Volumen 4, Facultad de
Derecho Universidad Complutense, Madrid, 2003, pp. 202-203.

29
cooperación internacional, “el desarrollo y estímulo del
respeto a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales de todos”. Su Artículo 55-c dispone:
”[...] la organización promoverá el respeto universal de
los derechos humanos y a las libertades fundamentales
de todos”. Y en su artículo 62-2 se señala, como
función del Consejo Económico y Social, la de “hacer
recomendaciones con el objeto de promover el respeto
a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales de todos, y a la efectividad de tales
derechos y libertades”. Durante los primeros años de
vigencia de la Carta de Naciones Unidas se hizo
evidente una seria deficiencia en su texto, ya que no
contenía disposiciones específicas de derechos
humanos aún y cuando en su Preámbulo hacía
referencia a los mismos, pues el problema que se
mantenía era si realmente dicha documento
convencional imponía obligaciones jurídicas de
comportamiento a los Estados miembros en materia de
derechos humanos, una vez que se llegó a la conclusión
de que dicha Carta no contenía una enumeración,
menos aún, una definición de derechos humanos y
libertades fundamentales, fue necesaria la creación de
un órgano encargado de regular los vacíos que contenía
la Carta de las Naciones Unidas. Tal ente fue la
Comisión de Derechos Humanos, misma que se dio a la
tarea de redactar un texto de alcance mundial que
contuviera un catálogo de Derechos Humanos, de esa
forma, nació la Declaración Universal de los Derechos

30
Humanos.

I.3. La Declaración Universal de los Derechos Humanos.


En 1946 se crea la Comisión de Derechos Humanos de
la Organización de las Naciones Unidas,
encomendándosele la redacción de una Carta
Internacional de Derechos. En 1948, la Asamblea
General adopta lo que sería la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, misma que se convirtió en un
documento de interés internacional, puesto que varios
Estados comenzaron a “adherirse” a ella. La
Declaración se funda en la consideración ética de que el
Estado, la sociedad y los particulares están obligados a
respetar a los demás como personas.

De esta forma, la dignidad humana se eleva a mandato


ético-jurídico del cual se derivan distintos valores, los
cuales serían tutelados por los Derechos Humanos. Por
lo que la primera enunciación a la dignidad se estipula
en su Preámbulo, señalando que “[…] la libertad, la
justicia y la paz en el mundo tienen como base el
reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los
derechos iguales e inalienables […]”. Para lo cual, la
Declaración clasifica los valores en individuales y
colectivos, es decir, considera al ser humano en su
dimensión particular y como miembro integrante de un
grupo social. Siendo los valores jurídicos relativos a la
igualdad, la libertad, y la seguridad jurídica, los que se
encuentran expresados bajo la forma de Derechos
Humanos; Los derechos protegidos por la Declaración

31
son, entre otros, el reconocimiento de la igualdad en
dignidad, pues se afirma que “todos los seres humanos
nacen libres e iguales en dignidad y derechos, dotados
como están de razón y conciencia, deben comportase
fraternalmente los unos y los otros”.

La lectura del artículo anterior clarifica que la dignidad


y la sana convivencia son la base fundamental para que
pueda existir una sociedad en armonía, y se pueda
lograr el pleno respeto de la persona. Así, de la
dignidad humana se desprenden otros valores
inherentes al individuo; esto es así puesto que la
Comunidad Internacional ha reconocido que los
derechos económicos, sociales y culturales están
íntimamente relacionados con las prerrogativas civiles
y políticas. En tal virtud, en 1951, la Asamblea General
de la ONU, acordó que el sistema para llevarlos a la
práctica tenía que ser distinto, y que los derechos
económicos, sociales y culturales debían conseguirse
progresivamente, mientras que los civiles y políticos
debían asegurarse inmediatamente. Por tal motivo, la
propia Asamblea General, órgano plenario de las
Naciones Unidas, decidió redactar dos instrumentos
convencionales que serían adoptados conjuntamente el
16 de diciembre de 1966, y que se abrirían para su
firma por parte de los Estados en la misma fecha. Las
negociaciones de ambos tratados se prolongaron
durante quince años esencialmente debido a la falta de
consenso. Finalmente, mediante una Resolución de la
Asamblea General de la Naciones Unidas, se adoptan
32
tanto el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales. Ello significó un
notable avance, en particular para aquellos derechos
que incorporaron las necesidades mínimas del ser
humano en el aspecto económico, social y cultural, las
cuales traducen exigencias éticas derivadas de la vida
de la persona en sociedad23.

I.4. El Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos.


El Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y
Políticos incorpora más prerrogativas que las
reconocidas por la propia Declaración Universal de
1948. Entre otras, garantiza prerrogativas individuales
que no se mencionan expresamente en aquella, como la
libertad de no ser encarcelado por deudas, el derecho de
todas las personas privadas de su libertad a recibir un
trato humanitario y con respeto a su dignidad como
derecho inherente a la persona humana. La protección
específica de la dignidad se consagra expressis verbis
en el artículo 10º, que a la letra dice: “Toda persona
privada de su libertad será tratada humanamente y con
respeto a la dignidad inherente al ser humano”. Otros
derechos previstos son el derecho la vida, (artículo 6º);
así como el reconocimiento a su personalidad jurídica
(artículo 16º); la protección para que no sea objeto de
injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada
(artículo17º); y, la igualdad de todas las personas ante la
ley (artículo 26º). Todos ellos derivados de la dignidad
23
Cfr. García Ramírez, Sergio, op. cit., pp. 246-248.

33
personal.

Queda clara, pues, la mención que se hace a la dignidad


del ser humano y la protección que debe tener por parte
de los Estados parte del tratado, no importando la
situación en que se encuentre cada individuo.

I.5. El Pacto Internacional de los Derechos Económicos,


Sociales y Culturales.
Este documento contiene una serie más amplia y
específica de derechos que la Declaración Universal,
tales como la obligación de los Estados de proporcionar
a sus habitantes un nivel de vida adecuado y el derecho
de gozar de los más altos niveles posibles de salud
física y mental.
Ya en el Preámbulo se enuncia: “[...] la paz en el mundo
tiene por base el reconocimiento de la dignidad
inherente a todos los miembros de la familia humana
[…]”; el Pacto tiene la particularidad de no obligar a los
Estados parte a concretar de inmediato los derechos
consignados (a diferencia de lo que prescribe el Pacto
de los Derechos Civiles y Políticos); sólo se dispone
que los Estados deberán tomar las medidas necesarias
en la máxima capacidad de sus recursos disponibles
para alcanzar progresivamente la completa realización
de esos derechos. Siendo un documento que
fundamentalmente busca garantizar la calidad de vida
en una sociedad, y uno de los medios en el que se basa
la dignidad es el trabajo, no sólo se humaniza la
naturaleza, sino que el hombre se humaniza a sí mismo,

34
es decir, desarrolla y eleva sus potencialidades
creativas. El trabajo es fuente del desarrollo del
hombre, mismo que preserva y despliega a la
humanidad, debiendo ser reconocido y garantizado en
condiciones de igualdad y con respeto a la dignidad del
trabajador.

II. CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS


HUMANOS

(Suscrita en San José de Costa Rica el 22 de noviembre de


1969, en la Conferencia Especializada Interamericana sobre
Derechos Humanos)

II.1. Artículo 11. Protección de la Honra y de la


Dignidad

 Toda persona tiene derecho al respeto de


su honra y al reconocimiento de su dignidad.

 Nadie puede ser objeto de injerencias


arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de
su familia, en su domicilio o en su
correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra
o reputación.

 Toda persona tiene derecho a la protección


de la ley contra esas injerencias o esos ataques.

I. DERECHO A LA HONRA Y LA DIGNIDAD EN PERU

El artículo 1 del Capítulo 1 Derechos fundamentales de la


persona, del Título 1 De la persona y de la sociedad de la
35
Constitución del Perú de 1993, señala que "la defensa de la
persona humana y el respeto de su dignidad son el fin
supremo de la sociedad y del Estado". Este artículo
constituye la piedra angular de los derechos fundamentales
de las personas y, por ello es el soporte estructural de todo el
edificio constitucional, tanto del modelo político, como del
modelo económico y social. En tal sentido, fundamenta los
parámetros axiológicos y jurídicos de las disposiciones y
actuaciones constitucionales de los poderes políticos y de los
agentes económicos y sociales, así como también, establece
los principios y a su vez los límites de los alcances de los
derechos y garantías constitucionales de los ciudadanos y de
las autoridades.

Por su estructura, el artículo primero puede ser analizado


desde diferentes teorías de los derechos fundamentales y de
los métodos de interpretación constitucional. Así, desde una
concepción liberal clásica de los derechos del hombre, la
defensa de la persona humana está inserta en un status
negativo de la persona humana, frente a las posibles
violaciones del Estado y de los agentes de la sociedad. Por
ello, estos deben abstenerse de intervenir en el libre
desarrollo de la persona humana. Esta posición estática de
los poderes públicos, es propia de la primera hora del
constitucionalismo abstencionista del Estado. En virtud de
ella, se asume desde entonces que la persona humana
autónomamente y en el seno de la sociedad civil, cuenta con
las capacidades y potencialidades por sí misma para el
ejercicio de sus derechos fundamentales.

36
Bajo esta concepción aparecen los derechos de primera
generación, que son aquellos derechos de defensa de los
clásicos derechos a la vida y a las libertades personales
frente a las autoridades del Estado, a quienes se les exige
que se autolimiten y no intervengan en la esfera de los
derechos individuales. Por ello, en esta fase se consagra el
principio de la autonomía de la voluntad de la persona,
según el cual: "nadie está obligado a hacer lo que la ley no
manda, ni está impedido de hacer lo que ella no prohíbe",
según reza el artículo 2 inciso 24 literal a) de la
Constitución. Actualmente, sin embargo, esta clásica
concepción de la persona humana, sólo se puede entender a
cabalidad en el marco de la segunda parte del mencionado
artículo primero es decir, integrándola a la dignidad de la
persona humana, desde una perspectiva de los derechos
fundamentales y de la interpretación constitucional propia
de la teoría institucional.

En ese entendido, el respeto a la dignidad humana se


incardina, más bien, en la perspectiva contemporánea de los
derechos fundamentales del constitucionalismo social que,
partiendo de un status positivo de la libertad, reconoce que
todas las personas tienen tanto las mismas capacidades y
posibilidades sociales de realizarse humanamente, como que
también para ello, cuentan con la promoción y auxilio de los
poderes públicos y privados. En esta perspectiva humanista,
la dignidad tiene como sujeto a la persona humana, tanto en
su dimensión corporal como en su dimensión racional, que
aseguran su sociabilidad, responsabilidad y trascendencia.
Desde la dimensión racional, la dignidad adquiere una
37
perspectiva individual y social, vinculada indisolublemente
a la libertad de la persona con Jo cual, la dignidad se funda e
inserta en la esfera de lo jurídico-político. En este sentido, la
dignidad se convierte en "un principio constitucional
portador de los valores sociales y de Jos derechos de defensa
de Jos hombres, que prohibe consiguientemente, que la
persona sea un mero objeto del poder del Estado o se le dé
un tratamiento peligroso a la cuestión principal de su
cualidad subjetiva, que afirma las relaciones y las
obligaciones sociales de los hombres, así como también su
autonomía24".

I.1. Dignidad y teoría institucional.

En una perspectiva institucional no abstencionista sino


promotora de la persona humana, lo que se busca ya no
es limitar y controlar al Estado y a la sociedad, sino, por
el contrario, que promuevan o creen las condiciones
jurídicas, políticas, sociales, económicas y culturales,
que permitan el desarrollo de la persona humana. Por
ello, "no existe ni puede existir dignidad humana sin
libertad, justicia, igualdad y pluralismo político;
además estos valores serían indignos si no redundasen a
favor de la dignidad del ser humano". Así, la dignidad
humana encuentra en la clásica teoría institucional un
entronque ineludible, en tanto constituye una
manifestación del valor de la persona humana y de su
24
HABERLE, Peter. Die Menschemvürde als Grundlage der staatlichen
Gemeinsclwft. En: lósenme/Kirchof (editores), Handbuch des
Staats Rechts, Tomo 1: Grundlagen vmz Staat wzd Ve~fil.l"sung C.F. Müller,
1987. p.822.

38
libre desarrollo social. En este marco de la teoría
institucional del derecho se analiza el origen y
desarrollo de la dignidad de la persona humana.

La dignidad de la persona humana se asienta en un


sistema de valores democráticos propios de la posición
humanista que adoptó la cultura universal luego del
holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Inicialmente
se habló de un renacer del iusnaturalismo frente a una
concepción positivista del hombre y del Estado de
Derecho, sin embargo, fue la renovada teoría
institucional la que logró darle el perfil de un principio
constitucional y de un derecho fundamental.

Después de la guerra, la dignidad de la persona y sus


derechos humanos se convirtieron en el pilar vertebral
de la nueva forma de organización democrática del
Estado y de la comunidad internacional. Así quedó
expresado en la Carta de Naciones Unidas de 1945, que
consagró en su preámbulo la voluntad de las naciones
de "reafirmar la fe en los derechos fundamentales del
hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana
( ... )" y, sobretodo, en la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948, que dispuso en su artículo
1, que "todos los seres humanos nacen libres e iguales
en dignidad y derechos y dotados como están de razón
y conciencia, deben comportarse fraternalmente los
unos con los otros.

Estos preceptos universales, también serían


incorporados por los demás tratados internacionales de
39
las organizaciones regionales de Europa, América y
África. En particular, cabe señalar la Declaración
Americana de Derechos y Deberes del Hombre de
1948, que estableció que "todos los hombres nacen
libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como
están de razón y de conciencia, deben conducirse
fraternalmente los unos con los otros"; así como a la
Convención Americana de Derechos Humanos de 1969,
que estableció en su artículo 11.1 que "toda persona
tiene derecho al respeto de su honra y al
reconocimiento de su dignidad".

La universalización de la dignidad de la persona


humana y de Jos derechos fundamentales en el orden
político nacional no fue sólo un acto redentor, sino que
encontró también viejas raíces en la doctrina de la
Iglesia Católica, en las encíclicas Rerum Novarum y
Laborem Exercens del Papa León XIII de 1891; que se
expresarían en las encíclicas Pacen in terris del Papa
Juan XXIII de 1963, Populorum Progressio o la
Constitución del Gaudium et spes del Papa Pablo VI de
1965, que titula su primer capítulo "La dignidad de la
persona humana".

En este nuevo marco de internacionalización de los


derechos humanos, durante la etapa de la
reconstrucción del Estado nacional de la postguerra se
reabrió el debate en torno a la crisis del relativismo
político y del derecho positivo establecido en el período
de entreguerras. En ese ambiente de reflexión jurídico

40
política se generó un consenso sobre que "la
Constitución como norma jurídica fundamental del
Estado se encuentra hoy en los Estados occidentales en
una crisis radical (...). Es más bien una crisis del
pensamiento constitucional. Ahí radica nuestra
inquietante situación: la idea de la Constitución está
cuestionada y su finalidad es una pregunta planteada.
Se partió entonces de reconocer el peligroso carácter
neutral y valorativo que había jugado el Estado de
Derecho liberal o social, en la medida que subordinó
los derechos del hombre al poder y a la economía
predominante.

II. ANÁLISIS DE CASOS DE LA CORTE


INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS CON
RELACIÓN AL DERECHO A LA HONRA Y LA
DIGNIDAD

Toda persona que ejerce el derecho a la honra y la dignidad,


y defiende el derecho al honor, tiene habilitada una
herramienta eficaz en el conocimiento de los estándares del
Sistema Interamericano de Derechos Humanos, sobretodo,
en el estudio de la creciente jurisprudencia derivada de los
fallos de la Corte IDH. Por ello, en las páginas que siguen
me tome el esfuerzo de plasmar un resumen de la
jurisprudencia derivada de la Corte IDH, a partir del artículo
11 (protección de la honra y de la dignidad) de la
Convención Americana de Derechos Humanos.

¿Cómo ha interpretado la Corte IDH el citado artículo de la


Convención Americana? En las líneas que siguen se
41
observará, por ejemplo, que la Corte se pronunció sobre el
artículo 11 de la Convención (sobre protección de la honra)
remarcando el derecho de los funcionarios a la misma, se
podrá profundizar también en interpretaciones de la Corte
IDH, que protege las restricciones permitidas,
proporcionales y mínimas, así como los principios de la
reproducción fiel, protección de la afirmación de hechos, la
protección e independencia del derecho a la honra y la
dignidad el cual también se tiene plasmado por nuestra
Constitución Política y por la Convención Americana. A
continuación realizare un análisis dogmático del artículo, 11
Protección de la Honra y de la Dignidad el cual señala:

1. Toda persona tiene derecho al respeto de su


honra y al reconocimiento de su dignidad.
2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias
o abusivas en su vida privada, en la de su familia,
en su domicilio o en su correspondencia, ni de
ataques ilegales a su honra o reputación.
Toda persona tiene derecho a la protección de la
ley contra esas injerencias o esos ataques.

I. INTERPRETACIONES DE LA CORTE
INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

I.1. Funcionarios protegidos por el derecho a la


honra.
Al analizar, dentro del Caso la protección de la
reputación de particulares que se encuentran
inmiscuidos en actividades de interés público también
se deberá realizar de conformidad con los principios del
42
pluralismo democrático. 101. El artículo 11 de la
Convención establece que toda persona tiene derecho al
respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad,
por lo que este derecho implica un límite a la expresión,
ataques o injerencias de los particulares y del Estado.
Por ello, es legítimo que quien se sienta afectado en su
honor recurra a los mecanismos judiciales que el Estado
disponga para su protección”.

a) Al analizar, dentro del Caso Tristán Donoso vs.


Panamá, las alegadas violaciones de los artículos 13
(Libertad de Pensamiento y Expresión) en relación
con los artículos 1.1 (obligación de respetar los
derechos) y 2 (deber de adoptar disposiciones de
derecho interno) de la Convención Americana, en
uno de sus apartados la Corte IDH, específicamente
subtitulado “Las restricciones a la libertad de
expresión y la aplicación de responsabilidad
ulterior en el presente caso”, “finalidad legítima e
idoneidad de la medida”, la Corte IDH dijo: “118.
La Corte ha señalado que los funcionarios públicos,
al igual que cualquier otra persona, están
amparados por la protección que les brinda el
artículo 11 convencional que consagra el derecho a
la honra. Por otra parte, el artículo 13.2.a) de la
Convención establece que la ‘reputación de los
demás’ puede ser motivo para fijar
responsabilidades ulteriores en el ejercicio de la
libertad de expresión. En consecuencia, la
protección de la honra y reputación de toda persona
43
es un fin legítimo acorde con la Convención
(…)”25.

b) Al analizar, dentro del Caso Ricardo Canese vs.


Paraguay, la alegada “violación del artículo 13 en
relación con los artículos 1.1 y 2 (Libertad de
Pensamiento y de Expresión), en uno de sus
apartados “4) Las restricciones permitidas a la
libertad de pensamiento y de expresión en una
sociedad democrática”, la Corte IDH dictaminó
que: “100. Las anteriores consideraciones no
significan, de modo alguno, que el honor de los
funcionarios públicos o de las personas públicas no
deba ser jurídicamente protegido, sino que éste
debe serlo de manera acorde con los principios del
pluralismo democrático. Asimismo, la protección
de la reputación de particulares que se encuentran
inmiscuidos en actividades de interés público
también se deberá realizar de conformidad con los
principios del pluralismo democrático. 101. El
artículo 11 de la Convención establece que toda
persona tiene derecho al respeto de su honra y al
reconocimiento de su dignidad, por lo que este
derecho implica un límite a la expresión, ataques o
injerencias de los particulares y del Estado. Por
ello, es legítimo que quien se sienta afectado en su

25
Corte IDH. Caso Tristán Donoso Vs. Panamá. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de enero de 2009 Serie C No. 193

44
honor recurra a los mecanismos judiciales que el
Estado disponga para su protección26”.

c) Los casos se relacionan con las ejecuciones


extrajudiciales de Gustavo Giraldo Villamizar
Duran, el 11 de agosto de 1996; Elio Gelves
Carrillo, el 28 de mayo de 1997; Carlos Arturo Uva
Velandia, el 21 de junio de 1992; y Wilfredo
Quiñónez Bárcenas, José Gregorio Romero Reyes y
Albeiro Ramírez Jorge, el 4 de septiembre de
1995. La Comisión estableció que todas estas
muertes ocurrieron de manos de agentes de
seguridad del Estado y tuvieron lugar en el contexto
denominado como “falsos positivos”. Los “falsos
positivos” son ejecuciones extrajudiciales en el
marco del conflicto armado, con un modus
operandi caracterizado por la muerte de civiles
durante operativos. Estos civiles son posteriormente
presentados como miembros de grupos armados
ilegales dados de baja en combate, para lo cual se
utilizan diversos mecanismos de distorsión de la
escena del crimen y de las circunstancias de modo,
tiempo y lugar en que ocurrieron los hechos.

Por otra parte, además de la determinación de la


privación arbitraria del derecho a la vida en los casos de
Gustavo Giraldo Villamizar Duran y de Elio Gelves
Carrillo, la Comisión también encontró una violación
26
Corte IDH. Caso Ricardo Canese Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 31 de agosto de 2004. Serie C No. 111

45
del derecho a la honra y la dignidad debido a que
fueron presentados como miembros de grupos armados
ilegales. Asimismo, en los casos de Elio Gelves
Carrillo, Carlos Artuvo Uva Velandia, Wilfredo
Quiñónez Bárcenas, José Gregorio Romero Reyes y
Albeiro Ramírez Jorge, la CIDH determinó que debido
a que su muerte estuvo precedida de una privación de
libertad en la cual pudieron prever su destino fatal,
estas personas también fueron víctima de afectación a
sus derechos a la integridad y libertad personales.

En el Informe de Fondo, la Comisión recomendó a la


República de Colombia que reparara integralmente
estas violaciones de derechos humanos, tanto en el
aspecto material como moral. La Comisión también
instó al Estado a realizar una investigación completa y
efectiva de estas violaciones de derechos humanos, y
determinar las posibles responsabilidades penales,
administrativas o de otra índole. En el marco de las
investigaciones, la CIDH indicó que las autoridades
debían tomar en consideración los elementos que
llevaron a la Comisión a establecer un modus operandi.
La CIDH también urgió a Colombia a adoptar medidas
legislativas, administrativas y de cualquier otra índole
para asegurar la no repetición de hechos similares. En
particular, para asegurar que el uso de la fuerza letal por
parte de agentes del Estado sea compatible con los
estándares descritos en el informe y que se adopten
medidas dirigidas a erradicar la problemática de los
“falsos positivos” que siguen el modus operandi
46
descrito. La CIDH también recomendó que la justicia
penal militar no procese casos de violaciones a los
derechos humanos.

La Comisión Interamericana sometió el caso a la


jurisdicción de la Corte el 14 de abril de 2016, porque
consideró que Colombia no cumplió con las
recomendaciones contenidas en el Informe de Fondo.
La Comisión sometió a la Corte la totalidad de los
hechos del Informe de Fondo.

El caso permitirá a la Corte profundizar su


jurisprudencia en materia de ejecuciones extrajudiciales
y, específicamente, en casos que presentan
características particulares como los “falsos positivos”,
esto es, ejecuciones extrajudiciales de civiles
presentados oficialmente como dados de baja en
combate en el marco de operativos de cuerpos de
seguridad del Estado. En esta línea, la Corte
Interamericana podrá conocer el contexto en que se
enmarca la referida problemática y determinar cómo los
hechos del presente caso constituyen un reflejo del
mencionado contexto. Además, el caso le permitirá a la
Corte analizar los contenidos específicos del deber de
investigar con debida diligencia este tipo de
violaciones, entre otros aspectos, mediante la
incorporación del contexto en las investigaciones y la
práctica de pruebas fundamentales derivadas de una
adecuada comprensión del mencionado modus
operandi.

47
La CIDH es un órgano principal y autónomo de la
Organización de los Estados Americanos (OEA), cuyo
mandato surge de la Carta de la OEA y de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. La
Comisión Interamericana tiene el mandato de promover
la observancia de los derechos humanos en la región y
actúa como órgano consultivo de la OEA en la materia.
La CIDH está integrada por siete miembros
independientes que son elegidos por la Asamblea
General de la OEA a título personal, y no representan
sus países de origen o residencia.

CONCLUSIÓN

Concluyo el presente trabajo asiendo énfasis al derecho a la


honra y la dignidad por la percepción que el propio sujeto tiene
de su dignidad, por lo cual supone un grado de autoestima
personal; es la valoración que la propia persona hace de sí
misma, independientemente de la opinión de los demás. Por su
parte, la honra es el reconocimiento social del honor, es el
derecho de toda persona a ser respetada por los demás. Mientras
que la reputación o el derecho al buen nombre es el juicio que
los demás guardan sobre nuestras cualidades morales,
personales, profesionales o de cualquier otra índole.

Se contraviene la honra y la reputación cuando se denigra a la


persona, cuando se le imputan o atribuyen falsamente delitos o

48
cualidades o conductas inmorales. No constituye una afectación
una afectación ilegítima al derecho del honor o de la dignidad
de una persona, el que se le inicie un proceso judicial, que tiene
como objetivo resolver una controversia, o que se le sentencie
siguiendo un procedimiento debido, pues como indica la Corte
Interamericana, ni el proceso ni la sanción se dirigen a
menoscabar los valores de la persona. La obligación del Estado
de proteger la honra y la reputación de las personas se traduce
en la debida sanción de quien comete el acto violatorio, pero
también en la obligación de proporcionar medios eficaces para
la defensa.

Es necesario resaltar que en el caso de las personas que actúan


en la vida pública, como son los políticos, existe mayor
flexibilidad para considerar una crítica como violación a la
reputación o al honor, en la medida en que la información en
este ámbito es fundamental para toda sociedad democrática.
También resalto que si bien existen otras formas de garantizar
derechos fundamentales, tales como las garantías
institucionales (Ministerio Público, Defensoría del Pueblo y
otros órganos jurisdiccionales encargado de velar por el
cumplimiento de estos derechos humanos), garantías de
interpretación de derechos a nivel internacional tales como, es
preciso afirmar que en el ordenamiento jurídico peruano existen
un conjunto de previsiones legales a efectos de garantizar los
derechos fundamentales a la honra, y a la dignidad, los cuales
se deben visualizar desde el enfoque del derecho internacional.

49
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