ABDA a sus asociadas Aharonian Aram Aharonian Kegham - Kirichian de Aharonian Nuvart
Alabachian Bedrós Akirmaian Hagop y Semagül - Srabonian Sarkis y Elizabeth Ananikian Bedros
Apardian Toros - Baghtchejian Rosa Apardian Yeprouhi Aprahamian Dikran Aprahamian
Arman Aprahamian - Erganian Attarian Baronian Krikor - Paklayan Tumayan Oyenis
Badanian Santurian - Klanian Krikorian Bagdadlian - Bosoian Bakerdjian Nuri - Berberian
Gadar Barsamian Zaven - Babikian Angelita Bedrosian Hovannes y Kohar Bedrossian Voski
- Bedrossian Gazar - Toukmanian Lucía Berberian Lucia Bezian Alexan -Bezian Zenon
Boghossian Facundo Boyadji Daniel Calatzian Saak y Berberian Angela - Badagian Bedros y
Mary Casa Armenia Hnchakian a sus 20 Mártires - Mateos Sarkisian (Paramáz) - Bedros - Torosian
(Dr. Benné) - Kegham Vaniguian (Vaníg) - Iervant Topuzian (Panvór) - Hagop Kazazian - Minas
Keshishian - Smpat Keledjian - Vahan Boiadjian - Armenak Hampardzumian - Apraham Muradian
- Aram Achekbashian - Hrant Iegavian - Karekin Boghosian - Boghos Boghosian - Hagop Basmadjian
- Tovmas Tovmasian - Ieremia Mananian - Meguerdich Ieredzian - Hovhannes Yeghiazarian - Karnig
Boiadjian - Mourad Zakarian Chamlian Sarkis Chakijian Garabed y Anush Guetsoian
Chalvardjian León - Taschian Gurdju - Dermendjian Avedis - Dermendjian Catalina Chamikian
Garabed - Agopian de Kechichian Hripsime - Djuvdjuvian Carlos - Patpatian Juan Chemavonian
Ricardo - Aprahamian María, Annik y Agop Chorbadjian Krikor y Chorbadjian Vartouhi
Daian - Tawiqchian Damirjian Vartan y Chikjenian Dicranuhi - Zeitounlian Serafín Danielian
Bedros y Kasapian Virginia Demirdjian Shushanik y Krikor - Itutmazian Dicranuhi y Hovannes
- Karakoussian Herminé y Garabed Demirdjian - Geozucaraian Djuvdjuvian Nazaret
Dolabjian Noubar Dumanian Simon y Sebayian Verjuhi Garabedian Carlos Garabedian
Haig y Boyadjian Araxi Garabedian - Toprakdartanian Geozucaraian - Polatian Getzuian
- Bozoglanian Guanimian - Bakalian Guedikian Yervant - Kirichian Sirarpi - Kirichian Julia
Guekdjian Artin y Alice Guetzoian Minas - Guetzoian Haiguhi Gullian Yervant y Sirvart
Gullian - Nigoghossian Krikor y Nvart Chachedian Handalian Hovsep - Babujian Haiganush -
Zarukian Zartar - Handalian Mesrop - Yemyenian Koharig - Handalian Haiganush Hadjiakian
Nubar - Panossian Araxi Hocacanyan Aram - Hocacanyan Anarad Hocacanyan - Senyan
Itutmazian Manas - Maljasian Paris Jamgotchian - Der Boghosian Jisdonian - Takessian
José Geozucaraian Julmunian Levón, Kahvedjian Martin y Virginia Kaladjian Hagop - Kaladjian
Raquel Karslian Boghos y Diruhí Bhogosian Kasparian Hieremia - Piliposian Pilipos, Hovannes y
Gulbenk - Hachibosian Hegine Kasparian Mateos y Selvinas - Karaminasian Iepraxie y Mardonik
Kavesian de Julmunian Raquel Kehyaian Abraham, Yazedjian Anahid, Aprahamian Melki y Arslanian
Araxi Kelekian - Deyirmenian Keosseian - Mikaelian Ketzoian Carlos Nazar Keushkerian
- Manuquian Keusseyan - Kouyoumdjian Kevorkian - Yanikian Keuylian Dulgerian Baruir y
Levon - Hovnanian de Keuylian Nemzar - Kaplanian de Keuylian Araxie - Keuylian Kaplanian Chake
y Girayr - Keuylian Hovnanian Nubar - Izmirlian Dertadian Vartan - Keuylian de Izmirlian Azadouhi
Kiredjian - Zarouguian Keymetlian Minas e Isabel - Sahagian Santiago y Janet Kodjayan -
Simonian Koyounian Antranik y Catalina Kukurian Vartibar - Mullukian Levon - Kukurian Isguhi
Kuyunjian Krikor y Damirjian Shake - Kouyoumdjian Asadour y Hayasian Egpharis Maguerdichian
Miguel y Kepekian Madeleine Malian Boghos y Nakashian Lucin - Malian Garabed - Malian, Hagop
- Malian Serpuhí Mamigonian Exequiel y Sema Manukian Ieguiá – Pekmesian Pilor - Sarkisian
Atam – Patikian, Dikranuhí - Manukian Sarkisian Luisa Marcarian Garabed y Manugian María -
Marcarian Marcar Markarian Markar - Orchanian de Markarian Verónica - Aharonian Harutiún
- Moumdjian de Aharonian Maibel Markarian Sarkis Mártires Armenios de Yozgad Mártires
de la Batalla de Marash Mikaelian Gulbenk Moumdjian Robert - Teufenkdjian de Moumdjian
Hripsime - Moumdjian María - Tchopourian José - Ketandjian de Tchopourian Shoushan Moumdjian
Teufenkdjian Berkev - Chamyan de Moumdjian Mary - Moumdjian Chamyan Robert Garabed
Ounanian Nersés Pamoukaglian - Djinbachian Pilavdjian - Sevadjian Rupenian Antonio -
Rupenian Aram Saboundji Vartan - Abramian Jorge Kurken - Saboundji Avedis Carlos Saghatian
Panos - Chamsarian Zarman - Keoroglian Mairam - Keoroglian Mardiros Sahakian Keusseian
Archak - Phillipossian Gulurenk - Sahakian Phillipossian Elena Sahakian Flia. Santurian Agasi
- Sevadjian Yeranouhi Santurian Hampartzum y Takuhy - Santurian Takessian Baizar Sarkisian
Atan Sarkissian Armenag y Flia Sarkissian Vartivar - Sarkissian Sarkis Sheherlian - Hekimian
Sinanian - Koyounian Sislian Kevork Tailanián Boghós y Barbar - Keusayan Nazar y Haiganush
- Hagopián Benon y Elmón - Keosseián Manuk y Maksen Takessian Agop y Hripsimé Tavokjian
Araquel, Luisa y Bartuhi . Tavokjian Kehyaian Ricardo Miguel . Tavokjian Melkiset y Kundakjian Maria
Telfeyan Sarkis - Esaian Lucine - Telfeyan Esaian Arturo, Garabed y Maritza Topalian Bogos y
Anush Tumaian - Bosigian Ugab - A sus benefactores Misak y Arpiné Kouyoumdjian y a sus
asociados Vaneskahian - Fotozian Vaneskahian - Keushkerian Víctimas del Genocidio Armenio
Yamgochian Nazareth y Chorbadjian Vartanush Yamgochian Haitaian Haik y María Zakarian –
Kavlakian Zeitounlian Astour - Yakoubian María Zeitounsian Kalousd Zoulamian - Demirjian
Zulamián Artín y Azniv - Ohanián Artín y Armenuhí Zulamian Isaac y Azadian Alicia.
1915-2015
MEMORIA
Miradas sobre la identidad armenia
Montevideo - Uruguay
Abril de 2015
Realización: Comisión de Conmemoración del Centenario del
Genocidio Armenio de las Organizaciones Armenias del Uruguay
La Comisión de Conmemoración del Centenario del Genocidio Armenio integrada por todas las
organizaciones civiles y religiosas de la Comunidad Armenia del Uruguay presenta este material en
el marco de las actividades de Conmemoración del Centenario del Genocidio Armenio perpetrado
por el Estado Turco-otomano entre 1915 y 1923.
El Estado Turco continúa perpetrando el horror a través de su política negacionista surgida
desde el mismo momento del Genocidio con prácticas que se riñen con cualquier compromiso en
torno a los DDHH y que siguen ofendiendo la conciencia de la Humanidad. Su política sistemática
de genocidio cultural intentando borrar todo rastro de presencia armenia en la Anatolia, ignorando
cualquier tipo de valor social, histórico, arqueológico o patrimonial, de monumentos, iglesias, ce-
menterios y cualquier otra manifestación que ponga en evidencia la ancestral presencia armenia en
esos territorios sigue causando dolor y conmoción.
La negación quizás más dura es la que acontece en la propia República de Turquía, en la que la
búsqueda de la verdad está vedada a sus ciudadanos, a todos ellos, en la que las conmemoraciones
en torno a los hechos que aquí nos ocupan son perseguidas y castigadas... de eso nos habla la obra y
sobre todo la muerte del escritor turco de origen armenio Hrant Dink (1954-2007).
Esta política negacionista es desplegada, además, a lo largo del mundo impidiendo el reconoci-
miento internacional del genocidio armenio y sobre todo actualizando el crimen, victimizando ahora
a los que levantamos la voz en un mundo cuyos compromisos económicos y políticos siguen estando
por encima de valores éticos, y reñidos siempre con la defensa de los DDHH.
Como descendientes de armenios víctimas del genocidio, muertos, torturados, perseguidos des-
plazados, exiliados, no podemos dejar de notar en este Centenario la valentía del Estado Uruguayo
en legislar sobre este tema siendo el primero en el mundo en reconocer el Genocidio Armenio a
1915-2015 | Memoria
lograr que Uruguay ratificara la Convención para la Prevención y Sanción del Crimen de Genocidio,
sancionada el 9/12/1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Asimismo la serie de
resoluciones legislativas en torno a la temática: la inclusión a perpetuidad en la Ley 17.752, que
profundiza el pronunciamiento de 1965; la promoción de la resolución para el reconocimiento del
5
Genocidio armenio en la VII Sesión Plenaria del Parlamento del Mercosur logrando la aprobación de
la Declaración 2004 del 19/11/2007; así como la creación del Museo del Genocidio armenio en 2011
a través del artículo 205 de la Ley 18834, y todas aquellas resoluciones tendientes a colaborar en el
ejercicio de la memoria y la defensa de los DDHH en el ámbito internacional nos merecen como
ciudadanos uruguayos descendientes de armenios el más profundo reconocimiento.
Estos pasos que ha seguido Uruguay imitado por una veintena de países a lo largo del mundo
son mirados con admiración por la vocación de justicia que encierran porque el reclamo de justicia
no puede acallarse.
Es en este sentido que esta publicación pretende estar al servicio del ejercicio de la memoria pero
sobre todo al ejercicio de una memoria que como dice Tzvetan Todorov, esté al servicio de la justicia:
Aquellos que, por una u otra razón, conocen el horror del pasado tienen el deber de
alzar su voz contra otro horror (…) Lejos de seguir siendo prisioneros del pasado, lo
habremos puesto al servicio del presente, como la memoria -y el olvido- se han de
poner al servicio de la justicia1.
En este año se cumplen 100 años del Genocidio Armenio, pero lo cierto es que la presencia arme-
nia en el Uruguay sobrepasa en más de dos décadas este Centenario. Los primeros armenios comen-
zaron a llegar sobre fines del siglo XIX, para arribar masivamente en las décadas del 20 y 30 del siglo
pasado. Llegaron, se encontraron con una tierra de paz, trabajaron y construyeron incesantemente,
sus casas, sus instituciones, sus iglesias. Formaron sus familias, entretejieron sus vínculos sociales e
hicieron de este país su nuevo hogar. Multiplicaron identidades.
El ejercicio de la memoria nos ha permitido a pesar del siglo que nos distancia de los trágicos
hechos, ya tercer y cuarta generación, la preservación de nuestra herencia. Es en este sentido que
rendimos homenaje a víctimas directas e indirectas muchos de ellos sobrevivientes que llegaron a
nuestro país. Verán sus nombres por doquier en este libro en memoria y homenaje a su existencia.
Para honrar su muerte pero sobre todo para honrar la valentía de seguir viviendo hallando una tierra
donde formar sus familias y volver a pronunciar la palabra hogar.
Es en su memoria y en su honor que se inscriben estas líneas.
1915-2015 | Memoria
Unión de Auxilio de Damas Armenias - HOM
Las siguientes líneas dan cuenta del material presentado en este trabajo que debe leerse en con-
junto y relación entre el libro que se presenta y el CD que lo acompaña.
Nada fácil fue pensar cómo debería ser este primer material editado en conjunto por todas las
organizaciones de la comunidad armenia del Uruguay.
Después de algunos intercambios se fijaron las prioridades del material a editar para el Centenario.
Las mismas se pueden resumir en la necesidad de contar con un material de divulgación en el que
mínimamente se pueda comenzar a apreciar la problemática de la llegada de los armenios al Uruguay
y el Genocidio que los precede. Sin ninguna vocación totalizadora y sin vocación preceptiva. Esto es:
no se escribe el relato oficial comunitario -la imposibilidad de esa empresa de por sí lo hace inviable-
sino que se abre el espacio para que diferentes autores de los que dedican cotidianamente ingentes
esfuerzos a la reflexión de “lo armenio” puedan hacerlo con total libertad.
Únicamente propusimos una hoja de ruta de las temáticas a abordar: identidad armenia, identi-
dad de los armenios llegados al Uruguay, Genocidio, negacionismo. Los tiempos y la ocasión hicie-
ron imposible convocar a todos aquellos que hubiésemos deseado. Sirvan entonces estas líneas de
justificación y de inspiración para encontrarnos en una próxima tarea reflexiva.
Siguieron algunas preguntas: ¿Cómo darle un valor agregado al libro del Centenario? Por ello
surge la necesidad de completar esta publicación con un CD.
Comencemos por el libro. En conjunto es una compilación de artículos de diferentes tonos,
registros y géneros. Se podrá apreciar desde el ensayo hasta el testimonio, pasando por el artículo
académico de divulgación y el de revista académica. Todos ellos son válidos en la medida en la que
su rigurosidad es la misma y sobre todo que en su conjunto se puede asomar a la temática armenia
desde una visión plural, pero nunca total, que permitirá al lector contar con información y bibliogra-
fía que esperamos impulse nuevas búsquedas.
El contenido es de estricta responsabilidad de los autores, no hay visiones consensuadas ni po-
líticamente correctas.
Encontrarán en estas páginas afirmaciones que invitan al debate; ese es también parte del
objetivo de este material. Asimismo pretende ser una primera referencia sobre asuntos básicos de
la identidad uruguayo-armenia que se forja fundamentalmente por su tradición cultural y por el
dolor-duelo del horror padecido.
8
Hay una voz que sigue viva de Hovhannés Bodukian inaugura el conjunto y habla del lugar de
frontera entre oriente y occidente que desde siempre fue Armenia, ese lugar de tránsito e hibridación
para después sumergirnos en el análisis de “Ies im anush Hayastaní” (Yo, de mi dulce Armenia) de
Yeguishé Charents, un poema icónico y popular de los armenios en todo el mundo. El poema fun-
ciona como una forma de recrear y preservar en el imaginario el mundo perdido y apropiárnoslo.
El peso simbólico de ese poema en nuestro imaginario, el sincretismo de los elementos de la cultura
armenia que expresa, el momento en el que fue escrito, permiten asomarnos a esa identidad desde la
poesía. Parece un buen comienzo para ir entendiendo de qué se trata compartir la identidad armenia.
Por su parte Los recién llegados. Sobre la armenidad arribada al Uruguay moderno de Eduardo
Álvarez Pedrosian, nos habla de la herencia ciliciana de nuestra comunidad. Desde una perspectiva
antropológica traza la trayectoria colectiva de los armenios que llegaron a nuestro país desde un lu-
gar lejano y exótico, entre oriente y occidente, con un repertorio cultural en donde la hibridez fue la
norma. Avanza sobre los recién llegados y sus formas de relacionamiento con el entorno, repasando
testimonios en donde se mezclan el mundo de origen con una impresionante capacidad de adapta-
ción al Uruguay moderno.
Después de un acercamiento sobre todo sensible a la identidad armenia, el artículo escrito para
la comunidad armenia de Francia en 1995 por Claude Mutafian brinda un panorama bastante am-
plio sobre la planificación y la realización del Genocidio. Comenzando por la situación política de
Armenia, siguiendo por la situación de los armenios en el siglo XIX, analiza las diferentes fases
del exterminio y su inspiración ideológica. Un valor a subrayar de este artículo es el repaso por las
fuentes occidentales de los horrores vividos por los armenios en el Imperio Otomano. Los testimo-
nios públicos de Henry Morgenthau, James Bryce y Johannes Lepsius y sus esfuerzos en la denuncia
completan un artículo de indudable referencia.
El persistente negacionismo turco llevó a los armenios a cumplir diferentes etapas en su cen-
tenario reclamo. Individuales, Comunitarios e Internacionales. La hora de las restituciones de Khatchik
DerGhougassian toma como punto de partida La Declaración Panarmenia del Centenario del
Genocidio Armenio del 29 de enero de 2015, inaugurando la etapa de la lucha por la compensación
moral y material del crimen cometido contra el pueblo armenio. Por la persistencia de la negación de
Turquía, el reconocimiento persiste como un objetivo político; sin embargo, se define en el contexto
más amplio de las demandas por la reparación del crimen.
1915-2015 | Memoria
mación armenia, la militancia y la cárcel construyen un testimonio en el que convergen las historias
de padres y abuelos con la propia, las persecuciones y las formas de la supervivencia. En conjunto
puede leerse el paralelismo entre dos generaciones, dos formas de Terrorismo de Estado y una misma
vocación por la vida, la verdad y la justicia.
9
Genocidio y Después de Andrés Vartabedian, es una reflexión a propósito de la relación entre me-
moria y olvido, cómo decir lo indecible, cómo contar lo incontable, cómo recordar y cómo compartir
ese recuerdo. También se reflexiona a propósito de la responsabilidad que implica conocer la verdad
en relación con las demandas de justicia en clave de DDHH. El artículo se cierra con una reflexión
sobre cómo legar a las nuevas generaciones esta memoria desde la educación.
Como se puede apreciar partiendo desde la memoria y su preservación las formas de acerca-
miento a la temática son plurales y muy estimulantes, no sólo para la lectura sino para una posterior
discusión y debate sobre diversas facetas de aquello que podemos llamar “lo armenio”. Junto a estas
reflexiones esta publicación también intenta recuperar nuestra memoria afectiva presente justamen-
te al abrir el libro, en los nombres de los que ya no están víctimas directas e indirectas, sobrevivientes
e incansables constructores de puentes.
Similar valor afectivo y documental tiene el CD que acompaña esta publicación. En ese caso
las secciones que lo integran intentan rescatar una memoria comunitaria documental. Las seccio-
nes son: buscador de llegada de armenios en el Uruguay, miscelánea audiovisual, material gráfico,
miscelánea documental. Para el primer caso el ya conocido trabajo La inmigración armenia en el
Uruguay de Alberto Douredjian y Daniel Karamanukian (tI;1993), es la fuente para poner a dispo-
sición en formato digital el anexo del libro en el que se daba cuenta de la llegada de los armenios al
Uruguay a partir de los registros de aduanas. Allí podrán buscar datos sobre año de llegada, barco,
y nombre de las personas. Por su parte la miscelánea audiovisual está compuesta por el testimonio
del Doctor Pascual Tekeyan, de cuya labor intelectual y valiosísimo aporte a nuestra comunidad
no podremos dar cuenta aquí. Este testimonio narra la forma en la que sobrevivió hasta llegar al
Uruguay. Completa lo anterior el audio de uno de los actores más reconocidos del teatro nacional,
Ruben Yáñez, del que podremos escuchar “Visión de muerte”, del poeta armenio Siamantó, inspirado
en los tristes hechos de 1915. La miscelánea documental la componen leyes y decretos nacionales
acerca del reconocimiento del genocidio armenio o de la comunidad armenia del Uruguay. Su puesta
en conjunto completa también los materiales del libro. Finalmente se consigna todo un apartado de
fotos, algunas comunitarias, que dan cuenta de Uruguay y de la comunidad formada por los recién
llegados. Tanto este material gráfico como el testimonio de Pascual Ohanian deben agradecérsele a la
colaboración de Gustavo Zulamian, y a su ingente trabajo por mantener un archivo audiovisual co-
munitario. Asimismo debemos agradecer a Robert Moumdjian por haber hecho disponible a través
del buscador la información de los arribos de los armenios al Uruguay. Un último agradecimiento a
Gabriel Markarian por colaborar en la edición del CD.
Como consta en este prólogo la realización de esta edición es un nuevo emprendimiento colectivo
de nuestra comunidad.
1915-2015 | Memoria
2 NdE. Saroyan, William. “Carta de William Saroyan a Ieguishé Charents”. Cartas desde la rue Taitbot. Plaza & Janés. Barcelona 1977: 83
3 NdE. Publicado en 1959.
13
en el sistema fonético a comienzos del siglo V4 y produjo inmediatamente una obra literaria propia
de un idioma desarrollado.
A partir de la creación de esas letras y la literatura generada en el siglo V el armenio elabora un
sistema de preservación nacional, funda una especie de “estado del espíritu”, que le permita mante-
ner su identidad nacional aún sin ser un estado. Una fe, que es un modus vivendi, una lengua y una
historia común son los elementos que generan una identidad que de hecho hizo que aunque privado
de estado durante seis siglos, el armenio, aun en calidad de súbdito de imperios antagónicos, pudo
preservar sobre su tierra natal una identidad propia.
El genocidio fue sin duda el más atroz de los crímenes, el que buscó la aniquilación defini-
tiva del armenio. Mató a muchos, a otros los obligó a vivir con tanto miedo su identidad, que la
acabaron negando, a otros, los menos, los que se salvaron del exterminio, los apartó de su tierra.
Pero aún apartado de su tierra el armenio mantiene la memoria, en palabras de Hrant Matevosian
(1935-2002)5, es la memoria lo que nos distingue del resto de los animales. Pero la memoria no es
sólo el recuerdo del genocidio y la militancia política por el reconocimiento y hasta la exigencia
de la compensación. Es también, la preservación de una identidad que es la que precisamente se
había querido aniquilar.
Esa identidad decíamos es una forma de regirse en el mundo a través de una ideología, un
sistema de valores, representado por el cristianismo nacionalizado, una forma de pensar, sentir y
comunicar el mundo; el idioma armenio, y una historia común forjada por esa forma de ser en las
circunstancias históricas y geográficas que le tocaron.
4 NdE: La Creación del alfabeto armenio por el monje Mesrob Mashdótz se sitúa en 405 D.C.
5 NdE: Hrant Matevosian fue uno de los principales exponentes de la literatura armenia de la segunda mitad del siglo XX.
6 NdE: Publicado originalmente en Tiflis, 1916.
14
luego incorporada como tal a la URSS, escribió sobre su amor a la patria, que es mucho más que una
tierra y por supuesto que una frontera, esa patria que es hogar del alma.
Con el verbo “sirum em”, que en armenio tiene la doble connotación de amo y me gusta, el poeta
va construyendo su patria, la patria marcada por el amor y el gusto primero a la poesía, la palabra
con sabor a sol, la música, la cuerda llorosa y trágica de la lira armenia, el aroma de las flores, y la
danza cadenciosa de las hijas de Nairí.
Estamos hablando de una Armenia espiritual representada a través de sus artes, y habla de esas
artes a través de los sabores, los sonidos, los olores, la cadencia de los movimientos. La captación
1915-2015 | Memoria
7 Traducción propia.
15
El “sabor a sol”. Dejemos de lado las posibilidades metafóricas del sol y la imagen de un huerto
frutal bajo el sol. El idioma para el armenio es lo más primitivo que tiene, aquello que puede retro-
traerlo al pagano origen indoeuropeo de adorador del sol y la luz.
La música a la que el poeta percibe como llorosa y trágica, si bien nace de ese idioma pagano, se
eleva al cielo con su espiritualidad cristiana. Y es lo que transmite la melancolía, la nostalgia nairiana
que Charents tanto ama y odia, y que a fin de cuentas lo identifica.
El aroma es el de las flores, parecidas a la sangre, tal vez porque el olor de la patria es el de la vida
y la muerte. La danza, es el cadencioso movimiento de las muchachas de Nairí, ese movimiento que
abarca todos los movimientos de la mujer, en el trabajo y en el amor.
El crítico Serguey Adabekián8 sostiene que esos componentes de la patria espiritual de Charents
se van abriendo en las restantes estrofas.
Sin duda esa lectura es factible. Pero en la segunda estrofa del poema Charents pasa de la Armenia
artística a la Armenia real. La Armenia cuyo cielo está oscuro, no parece vislumbrarse más que un
futuro de tinieblas, pero junto a ese cielo oscuro, están “las aguas claras”. Las aguas connotan la
profundidad del alma y el lago de luz es la esperanza que mantiene vivo el amor, tanto durante el sol
del verano como durante la terrible tormenta de invierno que recuerda la voz del legendario dragón
que raptaba al sol. El amor a la Armenia real es total, abarca los opuestos, las ennegrecidas paredes
inhospitalarias de las chozas perdidas en la oscuridad y la piedra milenaria de las antiguas ciudades.
La Armenia real es la de las contradicciones, por un lado el cielo oscuro, el futuro incierto frente a
esa claridad de las aguas, del alma, desde donde brota la esperanza de luz, las contradicciones de la
naturaleza y las contradicciones de la cultura. El lugar donde se hallaron recientemente el zapato y
el odre para vino más antiguo del mundo y donde un campesino en alpargatas construye un establo
para ovejas con las milenarias piedras del templo.
La Armenia real es dura, pero en la tercera estrofa se recuerda que: esté donde esté no olvidará
las canciones que alcanzaron la voz de la tragedia, las canciones que conmueven el alma y los li-
bros antiguos transformados en oraciones. Frente a la Armenia real que puede dar la sensación de
querer abandonarla, la conciencia de la misericordia y la fe. Con esa conciencia las cosas parecen
quedar claras, por más sangrientas heridas que causen en el corazón las desgarrantes heridas de la
Armenia real, el poeta ama a su amada o compañera (las dos connotaciones que tiene en armenio
la palabra “yar”.
La patria no es madre, es una amante-compañera, huérfana y desangrada que causa heridas. En
rigor, la Armenia que le toca vivir al poeta es la Armenia diezmada por un genocidio, hundida en la
miseria, el hambre, la incertidumbre y la muerte.
8 Texto citado por Hrant Tahmazian en su libro Ieguishé Charents. Ereván. 1981.
16
Pero para el corazón lleno de nostalgia por su amada, no hay ningún otro relato que el de la pa-
tria; el que va tejiendo identidad, no hay frente más luminosa que la de Naregatsí y Kuchak.
Gregorio de Narek, (Narekatsí, 951-1003 D.C), es un poeta místico del siglo X, período en el que
en la Meseta de Armenia germinaba un movimiento al que algunos historiadores comparan con el
Renacimiento europeo y que se vería interrumpido después por la invasión de los pueblos turanios.
Gregorio de Narek es célebre por la creación del Libro de los lamentos, un libro de oraciones en
el que el poeta desde el fondo de su corazón… establece un diálogo con Dios, en el que habla de la
condición humana, de la angustia existencial del hombre. Gregorio sostiene la causa del hombre so-
bre las mejores bases de la retórica y la lógica, pero es a través de la fe, el amor y la misericordia que
encuentra la liberación o el alivio del alma atormentada del hombre. Y lo hace en un lenguaje poético
tan exquisito que ese lenguaje fue marcando uno de los caminos de la poesía armenia a través de su
historia. El otro poeta, Kuchak, es un poeta popular del siglo XVI, cantor del amor sensual y carnal
que busca la liberación del alma en el goce de los sentidos. Kuchak marca otro de los caminos, el de
lo popular y lo trovadoresco de la poesía armenia.
De este modo el poeta se hace heredero de las dos Armenias, la espiritual y la sensual, la cristiana
y la pagana, la lineal y la cíclica, la que busca la quietud perfecta y la que se sumerge en la imperfec-
ción que garantiza la perfección cíclica. Solo algunas explicaciones para dar idea de la totalidad en la
que Armenia que no es otra cosa que su identidad está aceptada en él.
Recorre el mundo, no hay cumbre blanca como el Ararat dice Charents. Buscar signos de naciona-
lismo en esta expresión es hacer la misma lectura que hacían los críticos estalinistas, que lo acusaban
de chovinista.
En ese no hay…como… se subraya la singularidad y su amor sublime, no es otra cosa que creer en
la forma propia de hacer lo que hay que hacer; cuál camino de gloria inalcanzable yo amo mi monte
Masís, es la montaña propia, la meta inalcanzable que hay que escalar, por eso la utilización del nom-
bre familiar propio del monte bíblico, la utilización de Masís en lugar de Ararat.
El centenario también es la memoria de la identidad cultural cuya preservación es la que recuer-
da que los que quisieron exterminar la vida, no pudieron y no podrán mientras haya consciencia en
contrario.
1915-2015 | Memoria
17
Los recién llegados
Sobre la armenidad arribada al Uruguay moderno9
Introducción
En este breve ensayo divulgativo, intentaremos hacer el ejercicio de viajar a aquellos años en los
que arribaron los armenios al Uruguay. Nuestro interés es poder acceder al carácter de aquella con-
figuración cultural por entonces existente, con el propósito de tener un acercamiento histórico y an-
tropológico de cómo eran las subjetividades de los migrantes, aquellos que se aventuraron a cruzar el
Atlántico en busca de un nuevo futuro para ellos y sus descendientes. Esto nos brindará pistas para
comprender la procedencia de ciertos rasgos culturales, formas de ser y demás, que mucha veces no
coinciden con las visiones que pueden haberse construido a lo largo de las décadas siguientes. No
se trata de recuperar ninguna verdad objetiva por detrás de los hechos, pues todo conocimiento es
relativo en tal sentido, pero sí podemos crear nuestros nuevos relatos explicativos, nuestras nuevas
narraciones identitarias de una forma más compenetrada e involucrada con los procesos históri-
co- culturales específicos que se dieron lugar en un momento y en lugar determinados. Esta es la
invitación pues, para ponernos en contacto con las formas de la cultura armenia arriba al Uruguay
moderno de las primeras décadas del siglo XX.
9 Este ensayo tiene su origen en el marco del seminario ordinario sobre Migraciones, en la asignatura Sistemas Socioculturales de
América Latina, de la Licenciatura en Ciencias Antropológicas (FHCE-Udelar) en su edición del año 1998.
18
orden no podrán pertenecer ya a la administración. Sin miramientos por la mujeres,
los niños y los enfermos, por trágicos que puedan ser los medios de exterminio, sin
escuchar los sentimientos de la conciencia, es necesario poner fin a sus existencias.
13 de septiembre de 1915. El ministro del Interior: Tallaat.10 (52).
No nos compete aquí responder al por qué el gobierno turco-otomano tomó esta actitud, que
desemboca en un millón y medio de seres humanos exterminados en los territorios, que, por apro-
ximadamente dos mil quinientos años, fueron habitados por armenios y sus antepasados directos.
Esta forma de exterminio, conocida luego jurídicamente como genocidio, fue el desencadenante de la
diseminación de los armenios por el mundo, y la posterior conformación de una gran diáspora, más
allá de la previa existencia de pequeñas comunidades en ciudades emblemáticas del Viejo Mundo.
Los armenios jamás habían perdido su territorio, más allá de la alternada situación de independencia
(que comienza en el 190 a. C. tras la caída de los seléucidas, los herederos del Imperio de Alejandro
Magno en la región), y la permanente situación de guerra que allí se vivió y vive desde que fue po-
blada por seres humanos debido al interminable flujo de poblaciones y ejércitos llevándose todo a su
paso, desde Asia a Europa y viceversa. Babilonios, asirios, iranios, griegos, romanos, y muchos otros
convivieron con Armenia.
Es, a partir del siglo XI de nuestra era, que las tribus turcas llegadas de las mesetas mogolas de
Asia central hacen irrupción en la zona, cambiando el destino no solo de los armenios, sino decre-
tando el fin de la cultura bizantina, transformando para siempre el crisol de los Balcanes (pensemos
en la ex Yugoslavia), cambiando la dirección por varios siglos de lo que fue la cultura islámica (en
oposición a los grupos semitas), y obligando a que los europeos buscaran otras rutas para llegar a las
preciadas especies de las Indias en el Renacimiento, dando como resultado la Conquista de América.
Para nuestros fines, lo importante es tener en cuenta que si bien las hostilidades entre armenios
y turcos habían tenido varios estallidos a lo largo de la historia del Imperio Otomano, fundado por
los segundos e incluyendo a la gran mayoría de los primeros, no es hasta el siglo XX, frente a una
Turquía que miraba con admiración a las potencias modernas europeas, que intentaba copiar los
esquemas occidentales de vida, que la situación desencadena en una sangrienta “limpieza étnica”.
Junto con la asunción de las ideas del estado-nación, promovida por los llamados Jóvenes Turcos,
llegó la necesidad de turquificar el Imperio y a la postre occidentalizarlo, se instaura la atrocidad del
1915-2015 | Memoria
tural como el otomano, claramente estructurado según las formas de las hordas guerreras de antaño,
Esta situación marcó el carácter de la cultura armenia en esa región y las otras inmediatamente
cercanas; contexto social y disposición subjetiva desde la cual sentían y pensaban quienes arriba-
ron al Uruguay mayoritariamente a partir de la segunda década del siglo XX. Sobran los relatos de
1915-2015 | Memoria
común, que los recién llegados a Montevideo hablaran simultáneamente el armenio occidental, al-
gún dialecto regional desprendido de éste, el turco y el árabe, y que la sensibilidad helénica estuviera
bastante a flor de piel gracias a la cercanía de Chipre y otros puntos de irradiación griega. E incluso
en algunos casos sólo hablaban turco, aunque comprendieran perfectamente el armenio genérico.
21
La cultura ciliciana posee rasgos de este fructífero contacto intercultural, insistimos, no exento
de conflictos y tensiones en su seno, especialmente después de haber pasado por las atrocidades del
genocidio. Es claramente visible en sus expresiones más genuinas, en su arte, en sus costumbres, que
nos remiten a nítidos rasgos del Mediterráneo Oriental.
El consumo y la creación de elementos culturales por parte de estos armenios era lo bastante
multicultural para afirmar esto, como lo relativo a la gastronomía, así como ponían en evidencia
matrices comunes como en lo concerniente a la forma de concebir y practicar las relaciones sociales
a partir de valores como los del honor y el prestigio, entre otros. Incluso no solo se daba el consumo
de lo ajeno-próximo en un escenario multicultural, sino ya la genuina mezcla intercultural, como en
el caso de la escucha y ejecución de música: tomando en algunas ocasiones la rítmica de una cultura
y la prosa de otra, donde sonidos de instrumentos de procedencia árabe se combinan con palabras
en armenio occidental, dentro de un estilo global de aires turcos, etcétera.
1915-2015 | Memoria
relación a la existencia de la religión, como un componente medular en la etnicidad armenia.
Ahora bien, ¿qué sucedía con el pasado más reciente? ¿Cómo se enfrentaron esas experien-
cias traumáticas provocadas por la brutalidad del exterminio masivo y la pérdida del mundo de
referencia?
23
¿En qué nivel y cómo fue integrado en la red de esa memoria colectiva local? Las prácticas dis-
cursivas fueron sustanciales, los enunciados construidos y los estilos evocados y emergentes para
poder hacer decible lo indecible. El relato en general, y más en concreto los cuentos según el formato
tradicional, constituyeron las mediaciones culturales por excelencia para tales fines. Markarian ca-
racteriza este momento histórico como el de la “intimidad del grupo”, en el cual gracias a:
... la conservación y transmisión de las vivencias de los mayores (…) se hace notorio
el papel fundamental de la transmisión familiar (…) no solo los padres, sino también
los tíos, abuelos y demás parientes más o menos cercanos, fueron quienes contaron a
los menores las primeras versiones de su historia personal11.
... si bien evoca esas charlas de su niñez como instancias cargadas de una fuerte car-
ga emotiva, no piensa que se guiaran por masoquismo, ni nada que se le parezca.
Además, su madre las matizaba con cuentos de Las mil y una noches: ‘cuentos que
los tenía de memoria, devorados, o cuentos de sus pueblos, muy populares, de ciertos
personajes muy cómicos que a mí me encantaban’12.
11 Markarian, V. “Armenios en el Uruguay: de la memoria familiar a la conmemoración pública”. La Lupa de Brecha. Edición del
30 de abril. 1998: 15-17.
12 Ibid: 15.
24
De esta forma, estos sobrevivientes encontraron una manera de transmitir el espanto sin repro-
ducirlo, de no dejar al olvido lo que necesitaba ser reivindicado para hacerse justicia, intentando no
provocar dolor e incluso trasladar culpas a lo frágiles miembros de la nueva generación, justamente la
prueba viviente de que era posible un futuro más allá de todo. Personajes de la tradición oral de pro-
cedencia, obras literarios canónicas del contexto oriental híbrido al que hacíamos referencia anterior-
mente, cuentos de hadas y princesas, permitieron crear enunciados y con ellos relatos complejos para
exorcizar la muerte. Esta dinámica se verá alterada en la siguientes generaciones, lo mismo que en otras
comunidades en otras partes del mundo, en un nuevo marco político y cultural en relación a todo ello.
Existen a su vez elementos que mostraron la necesidad de una transformación considerable ante
el nuevo contexto, por parte de los propios armenios, en lo que respecta a los componentes de su
cultura tradicional. Esto lo plantearemos a partir del segundo caso al que haremos referencia, a partir
de lo narrado por Gregorio Gurlikian, de 60 años por entonces:
Gregorio empezó a relacionarse con vecinos que no eran armenios y después se casó
con una mujer que tampoco lo era: ‘tuve la oportunidad de incursionar en otros ám-
bitos y me aparté un poco de lo que significaba la colectividad armenia’, recuerda.
El padre admitió rápidamente estas decisiones pero llevó un tiempo que la madre
aceptara a la nuera: ‘cuando asumo la responsabilidad de mi noviazgo con la que hoy
es mi señora, con Gladys, se lo digo a mi padre (…) y él, textualmente, me dijo: ¿Ella
te quiere? Sí. ¿Tú la quieres? Sí. ¿Es cristiana? Cásate. No temas a lo que puedan decir
(…) A mi madre le costó mucho aceptarla.13
En algunos sentidos pareciera que estos llegados al Uruguay tuvieran un grado de flexibilidad
considerablemente mayor que muchos de los integrantes de la colectividad de la generación inme-
diatamente posterior, en otro contexto de alcance mundial, conocido como el de la Guerra Fría.
¿Se tratará de todo aquello que tuvieron que soportar en su vida, con el duro aprendizaje de que es
en vano resistir rígidamente cuando es necesario encontrar la forma de reinventarse para permanecer?
En este caso podemos encontrarnos con una de tantas historias de quienes ya nacidos en Uruguay
encontraron en las particulares de nuestra sociedad formas de socialización que invitaron a abrirse
1915-2015 | Memoria
varón guarda para la madre el valor principal, como en la mayoría de las otras culturas del Oriente
Próximo presentes en la cultura ciliciana.
13 Ibid: 16.
25
También no deja de ser importante la pregunta del padre de Gregorio sobre la fe de la preten-
diente del entonces muchacho, en segunda instancia, luego de asegurarse lo genuino de los afectos
que se profesaban el uno al otro. El cristianismo parece constituir un segundo nivel de generaliza-
ción, que identifica y distingue a otras conformaciones culturales más o menos próximas según la
presencia o ausencia de este rasgo. Ciertamente para el Uruguay ya más cercano a la mitad del siglo
XX, con el avance de las instituciones laicas y su agnosticismo característico, ser cristiano tenía una
connotación totalmente diferente a lo que pudo haber sido en aquella Cilicia y sus regiones cercanas
en el contexto del genocidio. Para estos recién llegados, ya décadas después de su arribo y de haber
echado raíces en la sociedad uruguaya de entonces, con hijos en edad de contraer matrimonio, el cre-
do religioso siguió siendo un componente fundamental en su identidad, más allá de una asociación
directa a tal o cual institución, como marco amplio de creencia que orienta el resto de los valores y
sentidos, en un plano masivo similar a lo que ocurre con otras sociedades contemporáneas donde
parece resurgir una espiritualidad de base.
Notas finales
Latchinian, uno de los entrevistados por Markarian, se sorprende al ver en sus hijos entonces,
un interés por los temas armenios que parecen haber aflorado de la nada: (…) es como si lo sembrado
por toda esta generación que llegó aquí a Latinoamérica, empieza ahora a germinar más allá del terreno
en el cual sembraron (...)14.
La heterogeneidad de aquella matriz cultural armenia de los arribados al Uruguay, que perdu-
rara a pesar de los posteriores rechazos y movimientos reactivos en busca de esencias identitarias,
(simplificaciones características de las décadas posteriores al colapso del modelo de “la Suiza de
América” para el caso del imaginario uruguayo), son parte del éxito que tuvieron los primeros arme-
nios y su diverisdad cultural, si pensamos en el hecho de que a cien años se esté todavía pensando
en ellos. Ambos ejemplos tomados anteriormente nos muestran eso: una creación y plasticidad para
enfrentar los desafíos del presente, recuperarse del pasado y proyectar un nuevo futuro15. Sin estas
cualidades, formas culturales como la armenia jamás habrían alcanzado a existir por tanto tiempo.
Estos recién llegados nos permiten aprender sobre todo eso. Es evidente que necesitaron ir trans-
formándose a sí mismos para seguir existiendo, y que como dice el refranero popular: lo que no los
mató, los fortaleció.
14 Ibid: 15.
15 Álvarez Pedrosian, Eduardo. En el nido de la grulla errante. “Minorías étnicas, creación de identidades y devenires contempo-
ráneos”. Anuario de Antropología Social y Cultural del Uruguay. Montevideo. 2014; 257-262.
26
Genocidio,
reconocimiento
e impunidad
28
Un enfoque actual sobre el
genocidio de los armenios 16
Claude Mutafian
En Asia Menor, los armenios han estado presentes desde hace varios milenios y a fines del siglo
XIX la cifra ascendía a cerca de dos millones de almas. En un cuarto de siglo, prácticamente desa-
parecieron. ¿Cataclismo? ¿Epidemias? No; la respuesta la da una palabra definida por la O.N.U. en
1948: genocidio.
Una voluntad sistemática y planificada por parte de los dirigentes turcos, traducida por masacres
en masa o esporádicas y coronada en 1915 por el primer genocidio del siglo XX. Dos preguntas se
hacen inmediatamente: ¿Por qué? ¿Cómo?
Y pronto se agrega una tercera: ¿Cómo explicar que a fines del siglo XX, esta tragedia que ha
suprimido de un mapa el nombre de todo un pueblo, aún no sea registrada por la Historia?
Son estas tres interrogantes las que el siguiente trabajo intenta responder.
Armenia
Geográficamente, Armenia es un territorio situado entre el Éufrates y el Cáucaso, alrededor
de los lagos Van y Seván. Esa región de altas mesetas, surcada por valles profundos, ha constituido
desde hace varios milenios el asentamiento del pueblo armenio. Unidos por su cultura, su lengua
- una bifurcación aislada del indoeuropeo-, y su religión -una rama del cristianismo autocéfala
desde el siglo VI-, los armenios han podido traspasar los siglos a pesar de largos períodos de de-
1915-2015 | Memoria
16 Publicado en Francia (abril de 1995), por el Comité para la Conmemoración del 24 de abril de 1915. Traducción Mag. Alberto
Douredjian. NdE: hemos reproducido aquí casi la totalidad de ese artículo, entendiendo que es una referencia ineludible y que pre-
senta un panorama adecuado para acercarse a la temática.
29
la isla de Chipre) que sucumbió en 1375. Y no ha habido ninguna estructura estatal independiente
hasta el año 1918.
El pueblo armenio se encontró dividido durante siglos entre los Imperios Otomano y Persa. A
comienzos del siglo XIX los ejércitos rusos cruzaron el Cáucaso y conquistaron la mayor parte de
la Armenia persa: desde entonces la presencia armenia se dividió esencialmente entre Rusia y el
Imperio Otomano, con una parte más débil en Irán.
En el Imperio Ruso, la Armenia llamada oriental se extendía sobre la orilla izquierda del Arax,
pero el centro intelectual más activo era Tiflís y poderosas colonias estaban asentadas en el Cáucaso
del norte, en Crimea y aun en Moscú. Las condiciones de vida y de desarrollo seguían los albures de
la política zarista.
El Panturquismo
1915-2015 | Memoria
marcha hacia el Oeste lo condujo a apoderarse del Asia Menor en el siglo XI, de los Balcanes en el
siglo XIV, luego la toma de Constantinopla en 1453. El Imperio Otomano estuvo por mucho tiempo
asediado, en el Oeste, rivalizando con las potencias europeas. La pérdida de sus provincias balcáni-
cas lo incitaba naturalmente a volcarse hacia sus orígenes, a esos pueblos turcos llamados tártaros,
31
kazajes, uzbecos..., todos sometidos al yugo extranjero (ruso o persa) y “naturalmente” inclinados a
identificarse con el único Estado Turco existente.
Este Imperio Otomano, era en realidad un mosaico formado por poblaciones cristianas (pueblos
eslavos, griegos, siríacos, armenios) y musulmanes (turcos, kurdos, árabes). La doctrina del “otoma-
nismo”, que consistía en fundirlos en una “nueva nacionalidad”, quedó sepultada, suplantada en 1913
luego de las derrotas de los Balcanes, por la doctrina del panturquismo (o panturanismo), que consi-
deraba a la raza turca como superior y preconizaba la unión de todos los pueblos turcos, del Bósforo
hasta China. Los otros pueblos debían ser ya separados -lo que le sucedería a los eslavos y al mundo
árabe- ; ora expulsados -suerte que esperaba a los griegos-; o bien exterminados: los armenios que
formaban una “barrera” entre turcos otomanos y tártaros de Azerbaiján iban a ser eliminados, sacri-
ficados en el altar del panturquismo.
1915-2015 | Memoria
ron arrestadas; el procedimiento prosiguió el día siguiente y las jornadas posteriores. En un mes, más
de mil intelectuales armenios, de los cuales algunos eran diputados del parlamento (como Krikor
Zohrab, que se consideraba amigo íntimo de Talaat), fueron deportados hacia Anatolia y masacrados
por el camino; la nación entera se encontró decapitada.
33
En toda la Anatolia oriental, el procedimiento obedeció a un esquema inflexible. Se comenzaba
por los notables, les arrancaban declaraciones por la fuerza y luego los eliminaban, lejos de la mul-
titud. Se seguía la orden general de deportación para toda la población armenia. Los hombres viriles
(fuera de la franja de edad 20-40 años que correspondía a los militares ya desarmados), eran rápida-
mente separados del grupo y fusilados a pocos quilómetros; en las regiones alejadas, la matanza se
realizaba en los propios lugares.
Todas estas masacres se hacían bajo el disfraz de una deportación pretendidamente provi-
soria, destinada a alejar a la población civil de las zonas próximas al frente. Las rutas de deportación
estaban programadas, el destino elegido era Alepo, en Siria. Aunque un mínimo porcentaje de los
deportados llegó allí, debido a los estragos causados por las enfermedades, el hambre, la sed, a los
que se sumaban en el camino los continuos malos tratos, raptos, violaciones, ataques de bandas ar-
madas y muertes. En tres meses, la mayor parte del “trabajo” estaba hecho, y a fines de julio de 1915
prácticamente no quedaban más armenios (sobre más de un millón) en Anatolia oriental.
Ahora llegaba el momento de pasar a las provincias del Oeste, en particular a Cilicia. El pretexto
de la proximidad del frente ya no podía ser invocado, pero en esta etapa eso importaba poco. Desde
Alepo, los sobrevivientes eran enviados hacia los desiertos de Siria o de Mesopotamia. En las orillas
del Éufrates, en Siria, el osario de Der el Zor ha quedado como el símbolo del calvario de un pueblo:
en los meses de junio y julio de 1916, Talaat había dado la orden de acabar con los armenios que
aún quedaban con vida. A fines de 1916, únicamente sobrevivían los armenios de Constantinopla y
Esmirna, escasos islotes que se salvaron; y casi 300.000 personas que habían seguido al ejército ruso
en su retirada.
Por supuesto, cuando se vio que la deportación significaba la masacre, los actos de resistencia se
multiplicaron, indudablemente desesperados, algunas veces exitosos. El más célebre de estos episo-
dios es el de “Los cuarenta días del Musa Dagh”, inmortalizado por la novela de Franz Werfel: en el
verano de 1915, en esa montaña de la costa septentrional de Siria, una población de 4.000 armenios,
familias enteras, resistió durante más de un mes y medio el sitio del ejército turco y fue salvada por
la llegada espléndida, de un buque francés que advirtió la bandera donde estaba escrito: Christians in
distress: rescue (Cristianos en peligro: socorro).
1915-2015 | Memoria
armenios en tiempos de guerra...
17 NdE: Se refiere al tratado de Alexandrapol (1920) en el que la República de Armenia se ve forzada a renunciar al Tratado de
Sèvres.
35
Los juicios
Luego de la derrota otomana, los principales responsables del genocidio huyeron, sobre todo
hacia Alemania. Sus juicios tuvieron lugar en 1919 en Constantinopla, organizados por las nuevas
autoridades turcas dirigidas por el primer ministro Damad Ferid Pashá, cuyo propósito era disol-
ver a los Jóvenes Turcos, “responsables de todos los males”, y que la nación turca, “manejada, era
por tanto inocente”. Este “proceso de los unionistas” tuvo evidentes limitaciones: se desarrolló en
Constantinopla bajo control de los Aliados, que por otra parte de él se desinteresaron bien pronto,
demasiado ocupados en seguir los procesos del kemalismo y en “acomodarse”. Se condenó a los au-
tores del genocidio, sin realizar sin embargo ningún pedido de extradición, y los veredictos fueron
posteriormente anulados.
Esto no significa que el proceso no haya existido, sus borradores y conclusiones han sido publi-
cados en el suplemento judicial del Journal Official otomano, y han dado lugar a numerosos testimo-
nios, que conservan su valor y describen todo el juicio de 1915. Así, un ex-diputado de Trebizonda
proporciona detalles del embarque para ahogar a los armenios en el Mar Negro y precisa que ha-
biendo llegado esas tragedias al conocimiento de Talaat Bey, ninguna medida fue tomada contra el
gobernador general Djemal Azmí. Un mensaje del gobernador de Erzerum confirma que las bandas
de asesinos y de bandidos de los convoyes de deportados han sido organizadas por Behaeddín Chakir
Bey, miembro del buró central del Comité Unión y Progreso. Hay allí entonces toda una serie de testi-
monios precisos y concordantes debidos a oficiales otomanos y consignados en el acta de denuncia
del 12 de abril de 1919.
Hubo también algunas actuaciones más certeras. En cuanto a Iozgat, el registro administrativo
de un documento que no deja ninguna duda o ambigüedad respecto a las instrucciones dadas de ma-
sacrar a las personas que formaban parte del convoy; el vice gobernador Kemal de Iozgat fue por otra
parte el único responsable efectivamente ejecutado. En el proceso de Trebizonda, se lee que el gober-
nador ha tomado las medidas necesarias para la masacre y la destrucción de los armenios, conforme
a sus directivas secretas, y la organización de los ahogamientos de mujeres y niños allí está descrita.
El juicio de Jarput sentenció por contumacia al mismo Behaeddín Chakir, y describió el rol de la
siniestra “organización especial”, los telegramas cifrados de Behaeddín que allí fueron exhibidos no
pueden ser más explícitos sobre los planes de exterminio.
Un último proceso “en caliente” es de por sí significativo. Ante la carencia de las autoridades,
turcas o aliadas, de aplicar las sentencias, el partido tashnak formó una organización de justicieros
armenios que tomaron la posta. Fueron ejecutados, entre otros, Behaeddín Chakir, Djemal Pashá (del
triunvirato Joven Turco) y aun el propio Talaat, abatido en plena calle, en Berlín, el 15 de marzo de
1921 por Soghomón Tehlirián. En el curso del juicio que se realizó en Berlín, los testimonios eran tan
concluyentes que el tribunal absolvió lisa y llanamente a Tehlirián, quien sin embargo había matado
a un jerarca de un país aliado de Alemania y refugiado en territorio alemán.
36
Lepsius y los documentos alemanes18
Uno de los principales testigos en el juicio de Tehlirián
era un pastor alemán, Johannes Lepsius, quien en 1896 había
recorrido las provincias devastadas por las masacres de 1894-
96. Entonces, él había publicado un libro, atribuyendo aqué-
llas a medidas tendientes a volver inejecutables las reformas
exigidas por las Potencias. Allí, estigmatizaba la política de
estas últimas y anunciaba la repetición de los “disturbios de
Armenia”.
En julio de 1915, Lepsius retornó a Constantinopla. Aun
siendo aliada del Imperio Otomano, Alemania le dejó hacer
su investigación, a fin de tener llegado el caso un medio de
En 1914, soldados
disculparse de la acusación de complicidad. Lepsius publicó desde 1916 su Informe secreto sobre las rusos descubren
masacres de Armenia; luego en 1919 su recopilación de actas diplomáticas: Alemania y Armenia, los cadáveres de
militares armenios
1914-1918. Los documentos citados, relativos tanto al personal de la embajada alemana como res- otomanos
pecto a los cónsules ubicados en lugares estratégicos como Adaná, Alepo o Erzerum, forman un masacrados,
siguiendo las
conjunto abrumador e irrefutable. órdenes de las
autoridades
Allí también se leen las cartas enviadas a su canciller por el embajador alemán Wangenheim. turcas.
Conocido por su turcofilia y deseoso en tanto que fuese posible, excusar a sus aliados turcos, sin
embargo debió reconocer después del 17 de junio de 1915: Es evidente que la deportación de los ar-
menios no está únicamente motivada por consideraciones militares. Y el 7 de julio precisaba: La forma
en que se efectúa la deportación demuestra que el gobierno realmente perseguía el objetivo de eliminar
la raza armenia en el Imperio Otomano. El 2 de agosto, su reemplazante Hohenlohe denunciaba la
determinación del gobierno de desembarazarse de los cristianos indígenas de las provincias orientales.
Los informes de los cónsules, testigos directos, son aún más detallados.
En realidad, todos los alemanes presentes en el Imperio sabían lo que ocurría. Algunos,
como el periodista Harry Stürmer, fueron contrarios ante la no-intervención de su país: Yo
digo que ese acto fue cometido con el negligente consentimiento del gobierno alemán en pleno
1915-2015 | Memoria
18 NdE: Publicados entre 1916 y 1919: Lepsius, Johannes. Bericht uber die Lage des armenischen Volkes in der Turkei [Informe so-
bre la situación de los armenios en Turquía]. Potsdam: Tempelverlag, 1916. Lepsius Der Todesgang des armenischen Volkes: Bericht
uber das Schicksal des armenischen Volkes in der Turkei wahrend des Weltkrieges [La Muerte de los armenios: Informe sobre el
destino de los armenios en Turquía durante la Guerra Mundial]. Potsdam: Tempelverlag, 1919. Lepsius, Johannes. Deutschland
und Armenien, 1914-1918: Sammlung diplomatischer aktenstucke [Alemania y Armenia, 1914-1918: Colección de Documentos
Diplomáticos]. Potsdam: Tempelverlag, 1919.
37
en el ámbito de sus funciones: sin embargo él salvó de la deportación a
los armenios de Esmirna, advirtiendo al gobernador turco: Si se tocaba a
un solo armenio, mis soldados aniquilarían a sus gendarmes. Su intérprete,
Heinrich Vierbücher, ha dejado un testimonio concluyente. En cuanto a
Armin Wegner, oficial de la Cruz Roja Alemana, proporciona una serie de
fotografías que transparentan horror.
Se nos ha reprochado el no haber hecho diferencias entre los armenios inocentes y los
culpables: eso es absolutamente imposible, pues los inocentes de hoy quizás sean los
culpables de mañana.
Ya hemos eliminado a las tres cuartas partes de los armenios (...). Es necesario exter-
minarlos a todos, así no tendremos que temer su venganza en el futuro (...). No que-
remos ver más armenios en Anatolia; pueden irse a vivir al desierto, pero a ninguna
otra parte.
19 NdE: Publicado originalmente bajo el título Ambassador Morgenthau’s Story. New York.1918. Doubleday, Page & Co. Las refe-
rencias a las páginas no figuran en el artículo original.
38
el título “La provincia aniquilada”. Situada en el
centro de Asia Menor, Jarput era uno de los nexos
esenciales de la red de deportación, y Leslie Davis
fue allí cónsul americano a partir de la primavera de
1914, único diplomático neutral en plena Anatolia.
Contrariamente a su embajador, Davis tiene más
bien antipatía hacia los armenios. Las descripcio-
nes de su informe son fundamentales. Las decenas
de millares de cadáveres hacinados cerca del lago
vecino traducen bien el rol de matadero donde los
deportados eran conducidos como bestias, primor-
dialmente desde el Mar Negro.
Desde el 30 de junio de 1915, Davis escribió
a Morgenthau, a propósito de la deportación, que significa una muerte progresiva y quizás más La marcha
hacia la
horrible para casi todos. Yo no creo que pueda sobrevivir uno sobre cien, quizás uno sobre mil. El muerte
11 de julio: Simplemente han sido detenidos y muertos en el marco de un plan general de exter-
minio de la raza armenia. Y aún, el 24 de julio: No es un secreto que el plan previsto consistía en
destruir la raza armenia en tanto que raza. Las fotografías tomadas por Davis también han sido
encontradas.
1915-2015 | Memoria
20 NdE: Discurso ante la Cámara de los Lores del Vizconde James Bryce. La intervención en la Cámara y los documentos presen-
tados son editados con la ayuda del historiador Arnold Toynbee bajo el título El libro azul. Londres. 1915.
39
Las responsabilidades
Del lado turco, la responsabilidad mayor incumbe en primer lugar, evidentemente, a Abdul
Hamid, a los dirigentes Jóvenes Turcos (sobre todo), a Mustafá Kemal y al general Karabekir. Pero
no se puede ignorar que los turcos y los kurdos, en forma turbulenta y a menudo con exceso de celo,
han puesto manos a la obra.
Los alemanes eran aliados de los turcos, del mismo modo que los austro-húngaros. Es probable
que más firmeza de su parte habría tenido cierto efecto, pero es necesario no subestimar la determi-
nación inflexible de los Jóvenes Turcos.
De la misma manera, igualmente se debe señalar la valiente actitud de algunos cónsules y mi-
sioneros alemanes, y recordar el rol esencial desempeñado por Lepsius, aunque una de sus motiva-
ciones era la de perdonar a su patria.
La responsabilidad alemana es por cierto considerable, pero ha sido utilizada como un buen pre-
Jarput,
1915:
texto para los Aliados para “lavarse las manos”. La ola de anti-germanismo que ha seguido a la Gran
Un niño Guerra casi llega a hacer aparecer como inocentes a los turcos, ¡pretendidamente manipulados por
armenio los alemanes! Es conveniente poner las cosas en su lugar: si Francia y Gran Bretaña no podían hacer
mucha cosa durante la guerra, ellos contribuyeron al estado del Imperio Otomano que ha creado el
terreno favorable, y sobre todo - conjuntamente con los Estados Unidos - han dirigido una política de
abandono frente a la Turquía kemalista: la negación del Tratado de Sèvres que ellos habían firmado,
el rechazo del protectorado por el Congreso americano, el abandono de Cilicia, todas decisiones que
han favorecido la liquidación total de los armenios.
El factor religioso
La entrada en guerra del Imperio Otomano fue proclamada como un llamado a la Guerra Santa
(“Djihad”), aunque lo más paradójico resultaba que los aliados de Constantinopla eran cristianos y
que entre sus enemigos el Imperio Británico era una gran potencia musulmana. Para el genocidio, el
argumento de la “Djihad” se utilizó cuando fue necesario, pero es erróneo representar esta tragedia
como un enfrentamiento religioso.
La motivación profunda de los Jóvenes Turcos no era quitarse de encima a los cristianos, mas sí a
los armenios. Ciertamente, más tarde los griegos también fueron expulsados, pero en otro contexto,
kemalista y no panturquista. Hay un factor territorial que se aplica específicamente a los armenios.
Además, si el problema había sido religioso, cómo explicar la benevolencia quasi general de la
cual ha hecho prueba la población árabe del Imperio Otomano (ella también menospreciada por los
turcos).
40
La nación armenia en parte debe su superviven-
cia a esa acogida y a su inserción en los futuros es-
tados árabes del Próximo Oriente. Siria no ha puesto
ninguna objeción a la erección del memorial de Deir
el Zor, que perpetúa no obstante el recuerdo de un
genocidio hacia cristianos, realizado por musulma-
nes, y la numerosa comunidad armenia de Alepo,
resultado de aquéllos que se salvaron del genocidio,
atestigua la coexistencia armenio-árabe. En cuanto
a los armenios del Líbano, ellos son parte integrante
en muchos ámbitos de la vida política, y albergan las
sedes de un gran número de instituciones de la diás-
pora. No está de más recordar las palabras pronun-
ciadas por Enver en 1916: El imperio debe ser limpiado
de armenios y de libaneses. Hemos destruido a los primeros por la espada, destruiremos a los segundos Armenios
deportados,
por el hambre. Con respecto a Irán, actualmente considerado como un estado integrista, allí los arme- al umbral de
nios prácticamente jamás han sido molestados en tanto que tales, aunque el rigor islámico les resulta la muerte en
un hospedaje
muy difícil actualmente. de Alepo,
en 1916
A menudo se ha pretendido demostrar que los armenios que abrazaban el Islam habían salvado
la vida. Esto es incorrecto, y contradictorio con los objetivos perseguidos por los Jóvenes Turcos. Lo
que sí es cierto, es que algunos niños de corta edad han sido tomados por familias turcas o kurdas,
islamizados y utilizados como mano de obra. Igualmente, muchas mujeres, sobre todo las más jóve-
nes y hermosas, fueron raptadas y posteriormente reencontradas en los harenes.
Todo estaba meticulosamente planificado, como el móvil de un documento confidencial, titulado
“Los Diez Mandamientos” por las autoridades británicas que lo han descubierto a comienzos de 1919;
es un texto elaborado al inicio de la guerra por los Jóvenes Turcos, cuyo punto 5 dice: Aplicar las
medidas propias para exterminar a todos los hombres menores de cincuenta años, los sacerdotes y los
docentes, y respetar a las niñas y los niños con miras a su islamización.
Khatchik DerGhougassian
La Declaración Panarmenia del Centenario del Genocidio Armenio21 inaugura la etapa de la lucha
por la compensación moral y material del crimen cometido contra el pueblo armenio. Por la persis-
tencia de la negación de Turquía en reconocer la verdad histórica y su responsabilidad, el reconoci-
miento sigue figurando como un objetivo político. Pero el punto seis claramente
[e]xpresa la voluntad unificada de Armenia y del pueblo armenio para llegar al re-
conocimiento internacional del hecho del Genocidio Armenio, de las masacres y de
la privación de la patria del pueblo armenio, y la supresión de las consecuencias del
Genocidio, para lo cual elabora un archivo abarcativo relativo a la reparación, como
punto de partida en el proceso de restitución de los intereses individuales, comunita-
rios e internacionales.
1915-2015 | Memoria
esfuerzos de innovación en el negacionismo del Genocidio hasta lograr derrocarlo definitivamente
de la agenda política externa e interna de Armenia, que casi lograba con la firme de los infames pro-
tocolos de 2009. En todos estos años, la Causa Armenia siguió el mismo objetivo del reconocimiento
internacional, y aunque los logros no han sido menores no dejaban de ser la continuación de los éxitos
43
inaugurales de los ochentas, desde el regreso de la mención del Genocidio en el “Informe Whitaker”
en las Naciones Unidas, hasta las declaraciones de los presidentes François Mitterand (1986) y Raúl
Alfonsín (1987), y la resolución del Parlamento Europeo de 1987, para mencionar solamente aquellos
acontecimientos que tuvieron una repercusión política internacional.
Un paréntesis pareció abrirse para la lucha por la compensación con el inicio de los juicios individua-
les en Estados Unidos a bancos y empresas aseguradoras que se habían quedado con los bienes de las víc-
timas del Genocidio. Claramente inspirados por el fenómeno denominado “Oro Nazi”, de la restitución de
los bienes robados de las víctimas del Holocausto y llevados adelante por reconocidos y hábiles abogados,
que hicieron de las cortes de estos juicios espacios para transformarlos en foros de evocación del crimen,
estas iniciativas judiciales, sin embargo, arriesgaban la circunscripción de la demanda por las restitucio-
nes a compensaciones particulares y limitadas. En otras palabras, se perdía de vista el objetivo principal,
tanto del reconocimiento como de la compensación, que era la edificación de garantías de la desaparición
de la amenaza de la repetición del crimen antes de la compensación individual.
En el caso del Holocausto, vale recordar, Núremberg estableció la base de todas las otras deman-
das de compensación que hasta hoy sirven fundamentalmente como garantía de que la amenaza del
exterminio del pueblo judío no volvería a aparecer. No significa que el caso armenio debería ser la
repetición del caso judío, y, de hecho, no lo puede ser por la imposibilidad de enjuiciar a los perpe-
tradores –al menos que en Turquía se reconozca la condena del tribunal que los juzgó en su ausencia
en 1919 pero no pudo aplicar el veredicto negado por el kemalismo triunfante y el comienzo de la
política de negación; pero tampoco puede ignorar la necesidad de involucrar los niveles superiores a
los individuos como precisa bien el punto seis de la Declaración panarmenia delineando claramente
las instancias internacional, comunitario e individual.
En realidad, la Declaración remite a una situación pre-1965 cuando el reconocimiento no parecía
una lucha necesaria y urgente. De hecho, el “crimen contra la humanidad”, como lo habían denomi-
nado los Aliados, que el gobierno de los Jóvenes Turcos había cometido contra la población armenia
en el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, era un hecho histórico incuestionable.
Mustafa Kemal lo había calificado de “acto vergonzoso” y con esa caracterización inaugurado la po-
lítica de negación en su modo más simple: guardar el silencio.
Cuando en 1944 Rafael Lemkin inventó el término “genocidio”, no dudó en dar el ejemplo del
exterminio de los armenios como el primer genocidio en el siglo XX; y pareciera que ni siquiera a la
política de silencio impuesto por el Estado Turco le haya molestado la mención del caso armenio en
el informe del jurista polaco judío mientras no lo hacía una entidad oficial, y se guardaba de hablar
del tema en presencia de un representante de Ankara…
La mención del Genocidio en un documento oficial aparece por primera vez en la ley votada
en Uruguay en ocasión del Cincuentenario del Genocidio en 1965; pero la ley uruguaya no trataba
específicamente el reconocimiento del Genocidio sino pedía poner en la agenda de la Asamblea
44
General de la ONU el Tratado de Sèvres del 10 de agosto de 1920 donde se reconocían los territorios
históricamente armenios. La usurpación de estos territorios, así como la construcción social de una
nueva identidad nacional turca sobre la base de la “guerra de independencia” contra el Tratado de
Sèvres –o, vista desde otras perspectiva, la nueva ocupación de territorios que históricamente per-
tenecieron a armenios y a kurdos-, son las razones principales de la política de la negación turca.
No se trata de un gesto simbólico; se cae todo un edificio de construcción identidaria cuya verdad
histórica ha sido tergiversada por la historia oficial para generaciones enteras. La ley uruguaya no
pedía el reconocimiento del Genocidio pero iba más allá, en la misma forma en que las movilizacio-
nes masivas en la Diáspora y, sobre todo, en Armenia Soviética, pedían la devolución territorial con
el grito “¡nuestras tierras, nuestras tierras!”
Es contra estos reclamos que Turquía internacionalizó la política de negación del Genocidio y pasó
a una fase más ofensiva a esforzarse a eliminar de cualquier instancia internacional la mención del
término. Cabría que borrar cualquier huella de la memoria del crimen para perfeccionar el asesinato.
La primera expresión de esta fase del negacionismo ofensiva fue el pedido del representante
turco en las Naciones Unidas en 1973 de remover del Informe de la Subcomisión de los Derechos
Humanos el pequeño párrafo que hacía una breve referencia al Genocidio. Como se sabe, en aquel
entonces su pedido, cumplido vale la pena precisar, generó una fuerte reacción en la Diáspora donde
la lucha por el reconocimiento se intensificó para terminar transformándose en un objetivo en sí,
casi el único. En una revisión crítica a la narrativa dominante de la Causa Armenia, entonces, vere-
mos a la lucha del reconocimiento entonces como una desviación provocada, aunque probablemente
sin ninguna intencionalidad en este sentido, por Turquía. No significa que si Turquía en su momento
hubiera encontrado la forma de reconocer el hecho histórico, la lucha por la justicia no seguiría
su curso; más allá de que aun -contrafactualmente pensando- el asunto nos parece casi imposible,
Ankara admitir un crimen cuya negación misma había sido una necesidad imprescindible para la
construcción de la historia oficial. Seguramente para una entidad sin representación estatal como
la Diáspora armenia le hubiera costado bastante encontrar otros estados que apoyarían a Uruguay
en el caso en que su gobierno decidiera implementar la ley de 1965 y pedir a su Canciller de hacer
efectiva la demanda de revisión del Tratado de Sèvres en las Naciones Unidas.
1915-2015 | Memoria
tivas como, por ejemplo, la demanda a la Corte Constitucional de Turquía para la devolución de las
propiedades eclesiásticas por el Catolicós Aram I de la Gran Casa de Cilicia con sede en Antelias,
Líbano, indican que las entidades no-gubernamentales ya han empezado a marcar el nuevo camino
de la lucha por la Causa Armenia.
45
De genocidios, invisibilizaciones,
negacionismos e impunidades
Anahit Aharonian Kharputlian
Sin quejas
Desde nuestras vivencias, sería innecesario comentar estas casi últimas palabras de ella, pero
estamos en tiempos donde los compromisos sociales son abandonados y se prioriza el individua-
lismo, la “queja” o el “llanto”. Mi madre- como tantos otros armenios que vivían bajo el Terrorismo
de Estado - pasó su infancia corriendo, protegiendo, avisando a los vecinos que llegaban los turcos
(su hermano mayor debía ser escondido para que no se lo llevaran, sus otros hermanos eran más
pequeños), pasando de un pueblo a otro, hasta llegar a Beirut con su familia, donde fue apoyo a
huérfanos armenios en un orfanato; llegó a Montevideo a sus adolescentes dieciséis años y ya se
empleó como secretaria bilingüe. Apoyada por su familia, dedicó esfuerzos en la reconstrucción
de lazos; pasados seis años de su llegada, en 1934 -a sus 22 años- fue co-fundadora de la filial
Montevideo (hoy filial Rupina) de HOM22. Luego fundó el grupo de Ardzvigner (Aguiluchos), para
generar actividades para los más pequeños, fue educadora, acercó a cientos de jóvenes al rico
mundo de la cultura armenia.
No alcanzaba con haber sobrevivido, había que reconstruirse como colectivo, había que recupe-
rar valores, reforzar lazos, construir sus memorias colectivas, no perder su identidad.
Como todo pueblo que ha sufrido un traumatismo tan fuerte, esto debía ser lo primero, ya llega-
ría el tiempo de exigir verdad, justicia, ¿llegaría? porque para que la justicia llegue hay que desplegar
una fuerte y sostenida militancia colectiva.
22 NdE: En rigor Hai Oknutean Miutiun (Unión de Auxilio Damas Armenias/ Fra-Tashnagtsutiun).
46
¡Un siglo!
Han pasado ya cien años, me resulta difícil trasmitir qué me implica ser hija de sobrevivientes
del Genocidio del pueblo armenio, un genocidio aún no reconocido por el perpetrador, el Estado
Turco, pero tampoco reconocido por la totalidad de las naciones del mundo. Siento que es difícil
además, porque si bien es considerado el primero del siglo xx, en realidad comenzó en el siglo XIX23
y esas vivencias fueron trasmitidas por nuestros mayores. Parece curioso que el siglo XIX esté tan
presente en nosotros, pero así como vivimos escuchando estos dolores también nos contaban de
la resistencia al opresor, de la creación de grupos guerrilleros en aquél tiempo para luchar por los
derechos de ese pueblo milenario.
Mi madre por un lado y mi padre por otro, (mamá nació en Akseray y papá en Zeitún), llegaron
a Uruguay donde se conocieron y lucharon por la Causa Armenia. Ambos eran sobrevivientes del
genocidio de 1915, y vivían el exilio forzado al que fueron sometidos los armenios. Tuve el privilegio
de nacer y crecer en el seno de una familia comprometida social, cultural y políticamente con la
Causa del pueblo armenio, comprometida con la búsqueda de la verdad y la justicia que luchó por
una Armenia libre y soberana. Mi padre venía con otro bagaje ya que, muy joven, participó en el
proceso fundacional de la República de Armenia en 1918.
Mientras su familia llegaba y se reunía en Jerusalén -tras recorridos que ignoro aunque puedo
imaginar en ese convulsionado mundo- él llega a Alemania donde logra graduarse de Ingeniero, para
luego unirse a los suyos en Uruguay.
Arpiné, una prima de mi padre, estuvo desaparecida en Turquía durante cuarenta años. Fue
una vivencia profundamente estremecedora encontrarla, y todos los pasos que hubo que seguir
para traerla a Uruguay, donde estaban esperándola su madre y hermanos. Imborrables son los mo-
mentos que de niña viví junto a mi familia, en una mezcla de sufrimiento por todo lo soportado y
ese asomo de alegría que implicaba el reencuentro, uno solo, pero todos nos acompañaban en esta
pequeña gran alegría. Ella estuvo acá, con nosotros, hasta hace muy poquito tiempo, muy dulce y
cariñosa. Cuirig, (Hermanita), la llamaba mi padre, quien había perdido a sus hermanas a manos
de los turcos.
En casa aprendí a hablar y escribir al mismo tiempo, el armenio y el castellano, no comprendía
por qué había tantos sobrevivientes que no hablaban armenio pero sí hablaban turco. Era preocu-
1915-2015 | Memoria
23 NdE: Son célebres las matanzas hamidianas provocadas por el hundimiento inminente del Imperio Otomano y la pérdida de los
territorios europeos. La ideología panturquista inspiraba la política del sultán y es considerado, por diversos autores, el comienzo del
genocidio armenio. En la última década del s. XIX y la primera del XX diferentes énclaves armenios fueron arrasados.
47
¿Hasta cuándo permitiremos continúen genocidándonos?
Cuando era niña y veía las fotos del genocidio armenio, preguntaba por qué no hacían nada
aquellos que tomaban esas fotos, por qué -dado que me decían eran europeos de diferentes países- no
le pedían a sus gobiernos que hicieran algo para que esa masacre parara, no lograba comprender esa
ausencia de iniciativa, ese no compromiso.
Lo curioso es que parecía que los europeos eran los buenos, parecía que los sobrevivientes nece-
sitaban confiar en occidente. ¿Qué era lo que hacía generar esta “confianza”? ¿Acaso alguno de esos
poderosos países coloniales condenó al Estado Turco en su accionar? ¿Lo enjuiciaron o al menos
intentaron frenarlo?
Vivíamos en la diáspora, concepto y vocablo que tuve que incorporar desde siempre, a nadie le
importaba que nuestras familias se hubieran desmembrado, que nuestros familiares hubieran desa-
parecido, que los hubieran asesinado a sangre fría.
Las Conmemoraciones
Cada 24 de abril lo vivíamos como un día de luto, mis mayores exteriorizaban ese luto en sus ves-
timentas, el silencio nos envolvía, se recordaba a tantos de quienes no sabíamos nada; no recuerdo
que se manejara el concepto de víctimas del terrorismo de Estado.
Eran tiempos de fuertes enfrentamientos político-ideológicos a nivel mundial, nuestra co-
munidad estaba fuertemente dividida, los sobrevivientes se reunían en diferentes clubes, algunos
político-partidarios, otros regionales. No podíamos circular entre los diferentes clubes armenios,
¿éramos enemigos? ¿cuán profunda era la fractura social? Siendo todos hijos del mismo pueblo,
del mismo pueblo víctima de genocidio, ¿por qué no se lograba visualizar la causa común como
eje de unidad?
Tuve la oportunidad de vivir de muy cerca -como hermana menor- el proceso que en los ´60
trabajosamente llevó adelante aquella generación de jóvenes derribando las barreras de la “incomu-
nicación” en el seno de la colectividad. Es un antecedente a recordar en torno al cincuentenario del
genocidio, los jóvenes uruguayo-armenios de todas las organizaciones se unieron justamente por
la causa armenia, rompiendo con rigideces paralizantes, conformaron la “Mesa Coordinadora de
Organizaciones Juveniles Armenias del Uruguay” y lograron además, un fuerte impacto en la socie-
dad uruguaya, tanto que en ese 1965 Uruguay se constituyó en el primer país del mundo que recono-
ce el Genocidio armenio. Sin embargo siento que hoy continúa la invisibilización de este estupendo
trabajo. ¿Quizá porque las diferencias no eran solo políticas? ¿Será por la eterna e inconducente
lucha por espacios de poder?
48
Delito de lesa humanidad
Siendo el genocidio un delito de lesa humanidad, resultaría natural que los sobrevivientes y
sus descendientes nos involucráramos en las luchas de otros pueblos en forma solidaria y fraterna.
Fortalece compartir las luchas por verdad, justicia y por los derechos a la autodeterminación de los
pueblos.
Así como en casa hablaba y “vivía” en armenio: valores, vivencias, cultura, costumbres, diáspora,
dolor, compromiso, dignidad, justicia, perseverancia, amor, paralelamente vivía en la realidad de la
tierra donde nací, la que había recibido a mis padres.
Mis estudios los realicé en instituciones públicas uruguayas, pero reservábamos fines de semana
y otros tiempos para ir al Club Vramián. Íbamos en familia, cada uno a realizar las tareas respectivas.
Allí –en el marco del grupo de Ardzvigner (Aguiluchos) aprendía casi jugando: clases de idioma
armenio que nos dictaba Monseñor Pascual Tekeyan; gimnasia, deportes; el coro que dirigía mi her-
mano Coriún, donde cantábamos un variado repertorio de canciones armenias; teatro, actividad ésta
que apuntaba a lograr no sólo una puesta en escena sino también aprender a hablar/pronunciar el
armenio o a mejorarlo, conocer otras realidades, además de socializar. Las últimas obras que recuer-
do son Seván Bantokí Kantsê (“El tesoro del Hotel Seván”) y Anahid; mamá nos dirigía, encontraba
tiempo y energías para sumar esta hermosa tarea. Con mi hermano Aram compartíamos todas las
actividades, somos más cercanos en edad.
Vivíamos intensamente, fuimos quemando etapas en nuestro crecimiento, siempre ansiando “ser
grandes”.
Cuando “por fin” llegué a los 16 años - edad requerida para afiliarme a UJA (Unión Juventud
Armenia)- así lo hice, pero no resultó ser lo que esperaba. Quizá comenzaban a pesar más los cues-
tionamientos propios de la adolescencia que se profundizaban en busca de mi propia identidad, la
identidad que había que construir entre Diáspora y tierra natal.
En ese intrincado camino de búsquedas, me incorporé al cuerpo de baile Gayané24 que dirigía
Rosita Chakedjian, asunto que fue posible luego que la generación de los jóvenes lograra derribar las
barreras de la “incomunicación” en el seno de la colectividad.
Por otra parte, cuando estaba finalizando el bachillerato, solicité una beca para cursar mi carrera
1915-2015 | Memoria
Jamás pude aceptar dicha negativa.
24 NdE: Conjunto de danzas Gayané del Centro Nacional Armenio del Uruguay, fundado en 1955 en actividad hasta hoy.
49
Compromisos
Entonces, de la misma manera como me ocupaba naturalmente de asuntos relacionados con la
defensa de la Causa Armenia, en mi búsqueda de coherencia como parte activa de la sociedad en la
que vivía, me fui involucrando en las luchas estudiantiles, profundizando en compromisos que impli-
caban mayores responsabilidades en las luchas de liberación, en las luchas por la autodeterminación
de los pueblos, en la creación de una sociedad con otros valores.
Mi familia -ahora junto a todos los uruguayos- vuelve a vivir el Terrorismo de Estado. Sabíamos
que se venían tiempos muy duros, desde 1964 el golpe gorila en Brasil nos ponía en alerta. Un día
de 1972, las Fuerzas Armadas allanaron la casa de mis padres -no estábamos presentes ninguno de
los hijos- y estaba mi abuela materna. Irrumpieron bruscamente ocupando toda la casa, revisaron,
golpearon, pisotearon. Como consecuencia, ella quedó una semana postrada diciendo: Volvieron
los turcos.
En Uruguay, el golpe cívico militar se concretó el 27 de junio de 1973, a partir del cual se desata
una nueva ola represiva. Dos meses y medio después, el 11 de setiembre, se produce el golpe de es-
tado en el Chile de Allende, una nueva y muy profunda herida en Nuestra América.
Esa misma noche, las fuerzas de la represión uruguaya vinieron a nuestro hogar para encar-
celarnos y torturarnos. Enorme fue mi asombro al observar al oficial que me apuntaba con un
arma, no podía creer que un hijo de armenios sobrevivientes del Genocidio, uno de los aguiluchos
con quien habíamos compartido tantas aventuras en el Vramián, Antranig Ohannessian Ohanian
fuera uno de ellos.
Desde mi calabozo mi primera reacción ante esta situación fue entonar las estrofas del Himí el
Lrénk25 (Vartaní ierc)… los otros compañeros no entendían armenio pero se produjo un profundo
silencio, los compañeros sentían de qué se trataba. Lo cantaba con mucha fuerza o lo silbaba, era la
forma que, aislada en un calabozo, encontré para exteriorizar dolorosos sentimientos, como los de
mi abuelita.
Así, también encontraba una forma para recordarle a este hijo de armenios sobrevivientes del
genocidio, que nosotros, los hijos de ellos, no íbamos a bajar nuestros brazos, no íbamos a callar
nuestra bronca frente a éste que se había transformado en verdugo.
El asombro se fue transformando en indignación, impotencia, rabia, profunda rabia al compro-
bar cómo ese hijo de armenios víctimas del Terrorismo de Estado pudo transformarse él mismo en
terrorista de estado, cometiendo delitos de lesa humanidad.
25 NdE: “¿Tendremos todavía que callarnos?” Del poeta Raphael Patkanian, (Kamar Katiba).
50
No recuerdo cuánto tiempo duró nuestra situación de desaparición. Mi madre -la misma que no
podía quejarse de la vida que le había tocado vivir- salió inmediatamente a golpear puertas y porto-
nes de cuarteles y cárceles políticas para saber de su hija y de su yerno.
Ohannessian era uno de los que nos había llevado, nos torturaba física y psicológicamente en
forma permanente, mentía a mi madre cuando ella preguntaba por nosotros ahondando su angustia,
su incertidumbre. ¿Cuántos otros se pudieron convertir de víctimas a victimarios como lo tituló
el periódico Yevrobatsí? ¿Cuántos podrán aún hacerlo? La dictadura cívico-militar -parte del Plan
Cóndor- volvió a fracturar a nuestra Comunidad.
Hoy Antranig Ohannessian Ohanian está detenido. Duele que no sea la justicia uruguaya la
que haya tomado esta iniciativa. Duele en lo más profundo la constatación del paralelismo entre el
negacionismo del Genocidio Armenio y nuestra absurda y ahistórica ley de impunidad: levantar las
manos y anularla sería una demostración de madurez política.
Un día de primavera vino mamá a la visita y me preguntó: ¿Te acordás del ciruelo rojo que plan-
taste en el frente del Club Vramián y del sauce que plantó Antranig?. Sí, teníamos 13 años, contesté, a
lo que agregó: El sauce se secó, el ciruelo está en flor.
1915-2015 | Memoria
26 NdE: Canción popular dedicada al “Vino Rojo de Armenia”.
27 NdE: Popular juego de naipes.
28 NdE: Es el juego armenio por excelencia, también se le conoce como backgamon.
51
Ante el 24 de abril de 1980
Libertad era lo que buscábamos en forma permanente. La conocíamos en varios idiomas. Pero
tanto machacaron los militares con sanciones simples y sanciones a rigor por supuestas inclusiones
del armenio en mis visitas, que al fin me tentaron a desafiar su censura idiomática. Así fue plasmada
en un vivo color rojo la palabra ազատություն29 (se pronuncia azadutiún) en un tapiz de diseño
colectivo y bordado en lana.
Habiendo superado la censura cuando lo entregué, quedaba la duda de si en otra pasada de cen-
sura se darían cuenta. Pasó, ahora venía la parte de encontrar la forma de explicarle a mi familia que
ese tapiz decía algo que debían buscar, decidí hacerlo en la siguiente carta, tampoco podía ser explí-
cita en la visita. Me emocionó encontrar dicha carta entre tantos papeles que mamá guardó con tanto
cariño. Fechada el 13 de abril decía: .... y así poder recibir vuestra opinión con respecto a su carácter
intrínseco de liberación de la expresión artística. Y a continuación me referí a las conmemoraciones por
el 65 aniversario del genocidio:
...entonces, mis queridos, recorro los hechos del año 15, luego los del 18 -tan lejos
pero también qué cerquita- y sigo profundizando en la comprensión de la evolución
posterior de mis ancestros, produciéndoseme un desborde de preguntas y de muchísi-
mas ganas de compartir estas inquietudes con ustedes...
29 NdE: Libertad.
52
crecido, soñado y luchado mi madre y mi padre, tierra donde habían sido perseguidos, asesinados,
desaparecidos, tierra que habían tenido que abandonar, que aún hoy permanece en manos del estado
genocida, tierra a la que nunca pudieron volver.
No sé si sólo en la escuela de aquellos tiempos, porque más grande me di cuenta que también
nos habían mentido acerca del origen de ésta nuestra patria. Nos ocultaron el genocidio sobre el
que se fundó la República, mientras al genocida se lo transformaba en héroe. El Uruguay “Suiza de
América”, ¿encubría/encubre genocidas?
Mucha desmemoria, demasiada pero –lamentablemente- no sólo acá.
1915-2015 | Memoria
Estas prácticas de las desapariciones forzadas que se continuaban a fines del siglo, podrían ser
explicadas en base a que un Estado que no reconoce el genocidio del cual es responsable, un Estado
impune, continúa practicando el terrorismo de estado, continúa cometiendo delitos de lesa humani-
dad ya finalizando el mismo siglo, como “broche de oro” del mismo.
53
¿Nunca más?
¿Es posible lograr un “nunca más”? Si fuera posible, ¿por qué no se ha dado hasta ahora en la
Historia? ¿Por qué continúan los genocidios y sus correspondientes negacionismos? ¿Somos cóm-
plices al permitirlos?
En realidad son más las dudas que las certezas. No encuentro las respuestas suficientes. La im-
punidad, ¿existe solo porque hay leyes que la consagran? ¿Quiénes deciden los golpes de estado?
¿Quiénes son los genocidas? ¿Qué intereses representan?
54
Memoria, justicia
y educación
56
Genocidio y después
De memoria, educación, identidad y dignidad
Andrés Vartabedian
Los niños lloraban hasta morir, los hombres se tiraban contra las rocas, las madres
arrojaban a sus hijos a los arroyos, llas mujeres embarazadas se arrojaban al Éufrates
cantando. Murieron todas las muertes de la Tierra, las muertes de todos los tiempos.
Armin Wegner
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio... porque yo no
era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio... porque
yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté...
porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté...
porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme... no había nadie más que pu-
diera protestar.
Martin Niemöller
1915-2015 | Memoria
30 Roa Bastos, Augusto. Yo el Supremo. Cátedra. Madrid. 1983: 96.
31 Todorov, Tzvetan. Los abusos de la memoria. Paidós. Barcelona. 2000: 31.
32 Ibid: 31.
57
Dos peligros enfrenta el trabajo de la memoria: la banalización -que consistiría en superponer el
pasado al presente, en asimilarlos sin más, con el resultado de desconocer a uno y otro- y la sacralización
-que exige aislar un acontecimiento del resto, mantenerlo en un territorio aparte, donde nada puede
acercársele. Si bien en nuestras vidas privadas lo sagrado puede ocupar su lugar, en la esfera pública
esto no colaboraría en lo más mínimo. Allí es donde
…la sacralización impide extraer del caso particular una lección general, establecer
una comunicación entre el pasado y el presente, impide, por lo tanto, que quienes no
pertenecen al grupo involucrado capitalicen su experiencia33.
Aquí es donde debe comprometerse el trabajo de la memoria que permita pasar [...] de
lo particular a lo universal: al principio de justicia, a la regla moral, al ideal político,
pasibles de ser analizados y criticados con la ayuda de argumentos racionales. El pa-
sado [...] se lee en su ejemplaridad. La lección que extraemos debe ser legítima en sí
misma, no por provenir de un recuerdo que nos es caro; el buen uso de la memoria es
el que sirve a una causa justa y no el que simplemente favorece mis intereses34.
La memoria tiene una estrecha vinculación con la identidad individual y colectiva. La memoria
colectiva es una de las bases fundantes de la identidad individual. Pero esa construcción que es la
memoria colectiva, muchas veces (¿o siempre?) deja fuera aquellos elementos que no le son útiles a
sus intereses, a veces consciente, a veces inconscientemente. Porque hablar de memoria no es sólo
hablar de recuerdos, sino también de olvidos y silencios. Estos últimos términos no son sinónimos:
El silencio puede oscilar entre la barrera de la ocultación y la de lo indecible, a veces tropieza con la
incapacidad de comunicar, como puede suceder en los casos de genocidio, donde la experiencia del
recuerdo es traumática; tan traumática quizá como la propia experiencia concreta vivida. Por tanto,
la memoria tanto individual como colectiva es selectiva. Recuerdo y olvido son partes de un mismo
33 Todorov, Tzvetan. “Lo verdadero y lo justo. El trabajo de la memoria”. Le Monde Diplomatique. el Dipló. Nº 2, Abril, 2001: 34.
34 Ibid: 34
58
proceso. La posibilidad de olvidar supone el ejercicio pleno de la memoria, que es la interacción per-
manente entre la supresión y la conservación.
Yosef Yerushalmi tal vez nos permita entender algo más este fenómeno de la memoria colectiva
que, entre otras cosas, supone el olvido colectivo. Partiendo de la tradición judía, nos dice que:
...cada grupo, cada pueblo tiene su halakhah [...] La palabra hebrea viene de halakh, que sig-
nifica ‘marchar’: halakhah es, por lo tanto, el camino por el que se marcha, el Camino, la Vía,
el Tao, ese conjunto de ritos y creencias que da a un pueblo el sentido de su identidad y de su
destino. Del pasado solo se transmiten los episodios que se juzgan ejemplares o edificantes
para la halakhah de un pueblo tal como se la vive en el presente. El resto de la ‘historia’ [...]
va a dar a la zanja35.
En materia de memoria,
cuando decimos que un pueblo ‘recuerda’, en realidad decimos primero que un pasa-
do fue activamente transmitido a las generaciones contemporáneas [...] y que después
ese pasado transmitido se recibió como cargado de un sentido propio. En consecuen-
cia, un pueblo ‘olvida’ cuando la generación poseedora del pasado no lo transmite a
la siguiente, o cuando esta rechaza lo que recibió o cesa de transmitirlo a su vez, lo
que viene a ser lo mismo. La ruptura en la transmisión puede producirse bruscamen-
te o al término de un proceso de erosión que ha abarcado varias generaciones. Pero
el principio sigue siendo el mismo: un pueblo jamás puede ‘olvidar’ lo que antes no
recibió36. La memoria colectiva entonces puede definirse como un movimiento dual
de recepción y transmisión, que se continúa alternativamente hacia el futuro37.
Sin embargo, y aunque la necesidad de memoria resulte insoslayable, cabría preguntarse: ¿Es
1915-2015 | Memoria
35 Yerushalmi, Yosef. “Reflexiones sobre el olvido”. Yerushalmi, y., Loraux, N., Mommsen, H., y otros. Usos del Olvido. Ediciones
Nueva Visión. Buenos Aires. 1989; 22.
36 Ibid: 17-18.
37 Ibid: 19.
59
En todo genocidio, el horror, la culpa y la vergüenza de los sobrevivientes, muchas veces sumerge
los hechos en un profundo silencio. Ser “culpable” de huir, dejando atrás a muchos otros, incluidos
familiares, amigos, seres queridos. ¿Qué pueden sentir las madres, por ejemplo, cuyos hijos perecieron
por no correr tanto como ellas? ¿Y las que dieron muerte a sus bebés para que sus llantos no delataran
el lugar donde se ocultaban? ¿Y aquellas que vendieron o entregaron a los suyos al primer desconocido
convencidas de que ellas morirían y luego sobrevivieron? ¿Quién lo sabe? ¿Quién se atreve a saberlo?
Sentir vergüenza de estar vivo, tratando de justificarse todo el tiempo. Hay quienes, dentro de su propia
comunidad, cuestionan a estos individuos sobre los mecanismos que utilizaron para escapar y salva-
guardarse. Muchos son quienes desprecian a las víctimas por su debilidad y les achacan el no haber
opuesto resistencia. ¿Cómo hacerlo frente a todo un aparato estatal organizado para su eliminación?
En última instancia, aunque muchos tuvieran -y vaya si hubo quienes lo tuvieron- interés en
compartir su experiencia, otros tantos no lo tenían en escucharla. ¿Es tan simple prestar oído a lo
terrible? ¿Y creerlo? Si la vivencia es dolorosa, fracturante tanto física como psíquicamente en el
ámbito privado, ¿cuánto más puede serlo en el público? ¿Y si, como en el caso armenio, en ese es-
pacio de lo público lo experimentado parece no haber sucedido nunca, y todo se resume en un acto
de fe: creer o no creer? Si lo que es tan verdaderamente terrible y traumático adentro (interior del
individuo, hogar) no parece tener correlación alguna afuera (lugar de trabajo, de estudios, etc.), ¿Qué
sentido tiene sacarlo, mostrarlo, exponerlo, exponerse?
La dimensión del horror vivido lo que genera en primera instancia es la negación del hecho, la
imposibilidad de ponerlo en palabras, que implica la imposibilidad de simbolizar, fundamental en
todo proceso de duelo. ¿Cómo conservar lo siniestro? La negación es hasta saludable en la primera
generación padeciente.
¿Cómo es posible interrumpir la transmisión mortífera38? En palabras de Marcelo Viñar, para te-
ner una historia hay que hacer o ser esa historia39. Esta será la tarea de todos, descendientes o no de la
tragedia, pues el colectivo humano en su conjunto es heredero de lo atroz y es él quien debe llevar a
cabo la inscripción histórica de un horror sin parangón40, desde el lugar social en el que cada uno de sus
integrantes se encuentre. Re-construir la historia y su memoria combatiría el olvido y la vergüenza,
así como sancionaría simbólicamente el crimen.
Lo único que los actuales deudos poseen como mecanismos para tolerar la idea de sus muertos sin
sepultura son aquellas manifestaciones sociales que, como el propio trabajo intelectual, las ceremonias
recordatorias, las fechas simbólicas consensuadas, hacen las veces de monumentos de la memoria en los
que, tanto el individuo como el colectivo, pueden sostenerse. Estas prácticas se tornan imprescindibles:
38 Puget, Janine, Kaës, René (Compiladores), Violencia de Estado y Psicoanálisis. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. 1991: 9.
39 Viñar, Marcelo, “Violencia social y realidad en psicoanálisis”. Puget, J., Kaës, R., op. cit., p. 54.
40 Ibid: 51.
60
exteriorizar el duelo colabora en su elaboración. La muerte es depositada en ese afuera, con lo que se
logra aplacar, en parte, la incertidumbre desorganizante. En el peor de los casos
si el poder genocida se propuso como meta ‘matar la muerte’, el impulso a saber [...]
permite que el Yo atraviese el demencial fantasma de la desaparición y se enfrente con
el asesinato del ser querido y con su duelo41.
Esta tarea sería más fecunda si el Negacionismo no llegara, como en el caso armenio, a estar
institucionalizado.
Lo que se proponen los responsables del genocidio es además del asesinato colectivo
de los sujetos, el asesinato de lo simbólico mismo, de su transmisión, es decir, de la
posibilidad de constitución por los sobrevivientes42.
[...] el asesinato apunta a la exclusión de los muertos del campo de la memoria de los sobre-
vivientes, y para aquéllos y también para el conjunto que forman con las generaciones que
le han precedido y que le siguen, pone en suspenso lo simbólico”43.
1915-2015 | Memoria
43 Ibid: 13.
44 Cfr. Puget, J., Kaës, R., op. cit., p. 13.
45 Lértora Mendoza, Celina, “Algunas reflexiones sobre el concepto de genocidio”, en: Boulgourdjian, N., Toufeksian, J.C., Alemian,
C., op. cit., p. 100.
46 Poyrazian, M., “Un genocidio inexistente”. Nombres 7. nº 10. p. 133, Lértora Mendoza , C., op. cit., p. 100.
61
Los tiempos de estos procesos son lentos: son lentos los tiempos de las consecuencias, que per-
duran y perduran generación tras generación (¿acaso no era esto también lo que buscaban los ase-
sinos?), los tiempos de la reflexión aguda, del dolor-duelo, de la asunción de lo vivido, ¿del perdón?,
los tiempos de la memoria y sus mecanismos: el recuerdo, el silencio, el olvido. Nada sencillo.
Pero ahí está el trabajo intelectual, la elaboración reflexiva, la conmemoración, el recuerdo ins-
titucionalizado, social, la historia individual encontrándose con la colectiva, la historia con mi-
núscula y con mayúscula, la experiencia vital que confunde lo público y lo privado. La educación.
____
Por ello, cuando escuchamos hablar de la unicidad del genocidio judío, de que se trata de un he-
cho incomparable; cuando vemos la reiteración del slogan “primer genocidio del siglo XX” por buena
parte de nuestra comunidad, nos resulta, al menos, doloroso. ¿De qué se trata? Pareciera cierta forma
macabra del orgullo. ¿Otro gueto? ¿Esta vez el del dolor particular? ¿Habrá quién reivindique haber
padecido las más terribles formas de muerte y sufrimiento? En Ruanda, ¿reivindicaran las violacio-
nes, como forma sistemática genocida, como las de mayor proporción y atrocidad que se conocen?
Los camboyanos, ¿saludarán el hecho de haber inaugurado la participación de la mujer en un pro-
ceso genocida? ¿No será hora de reivindicar únicamente la Justicia? Todos juntos, sin parcelas. Lo
atroz no tiene medida. Es eso: atroz. Para todos.
El asesino sabe muy bien lo que hace: su objetivo es eliminar una identidad. Primo Levi lo expre-
sa desde su dolor de hombre y su capacidad de escritor:
Entonces por primera vez nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras
para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre. En un instante, con intuición
casi profética, se nos ha revelado la realidad: hemos llegado al fondo. Más bajo no
puede llegarse: una condición humana más miserable no existe, y no puede imagi-
narse. No tenemos nada nuestro: nos han quitado las ropas, los zapatos, hasta los
cabellos; si hablamos, no nos escucharán, y si nos escuchasen no nos entenderían.
Nos quitarán hasta el nombre: y si queremos conservarlo deberemos encontrar en
nosotros la fuerza de obrar de tal manera que, detrás del nombre, algo nuestro, algo
de lo que hemos sido, permanezca49.
Somos consecuencias vivas de uno de estos crímenes, la propia diáspora moderna es una secuela
del Genocidio Armenio: No permitamos que otras gentes padezcan la desazón de la desesperanza.No
aprendamos a vivir en un mundo en el que las matanzas, torturas y exilios masivos son experiencias
cotidianas. No sigamos repitiendo “¡nunca más!”... Comencemos de una buena vez a construirlo.
1915-2015 | Memoria
reclamar justicia, el asesino se esfuerza en usar el tiempo y provocar el olvido. ‘Las
____
Dado que el Genocidio es parte de nuestra identidad y de nuestra memoria colectiva, los niños y
jóvenes están expuestos permanentemente a la temática, en diversos contextos y de distintas mane-
ras, ya sea a nivel institucional o no: familia, escuela, colectividad, medios de comunicación.
Adecuar su acercamiento al tema y las formas de acceso a esa información a su desarrollo cogni-
tivo y emocional es parte de los desafíos que se le presentan a la educación en esta materia.
Tal vez debiéramos comenzar a contemplar una enseñanza prevista en forma de espiral, que se
expanda de acuerdo a las edades abordadas.
Presentar la temática en forma de experiencias individuales, complementándola con la discusión
controlada y limitada sobre ciertos conceptos básicos, evitando indagar en todos los hechos y atro-
cidades cometidas, se impone en la temprana infancia. Del mismo modo, intentar la comprensión
de algunos de estos temas básicos vinculándolos con su experiencia vital y la de su entorno familiar.
A medida que se avance en la evolución del desarrollo cognitivo y emocional, se expandirán los
conocimientos de los desafíos que debieron afrontar -al caso- los armenios durante el Genocidio,
reparando en las diversas formas de afrontar situaciones de crisis, evitando mitificar o demonizar a
los protagonistas, tanto víctimas como victimarios.
Es imprescindible, en el abordaje de esta problemática y en el desarrollo de este proceso, que los
docentes seamos plenamente conscientes -desde la más absoluta honestidad intelectual- de nuestros
conocimientos, capacidad y buena disposición emocional para asumir estos desafíos en un aula.
Algunas de las lecciones morales -¿universales?- de todo genocidio pueden ser abordadas desde
la primera infancia y así, colaborar en el desarrollo de las ideas y creencias que los acompañarán el
resto de sus vidas. La sensibilidad y adecuación con las que nos acerquemos a nuestros alumnos será
fundamental. Los recuerdos de los eventos del período, no solo deberán focalizarse en las dificulta-
1915-2015 | Memoria
mente, intentará transformarlas en secreto de Estado, justamente para no disminuir sus respaldos.
51 Cfr. RICHLER, Yael. “How do you teach children about the Holocaust?”. “Yad Vashem”. Quarterly Magazine. vol. 42, summer
2006: 4-5.
65
El Estado es el culpable, el grupo la víctima, la amenaza [precisada por la ideología]
el móvil. El asesinato es premeditado y, si la intención [fundamento legal indispen-
sable en la acusación de genocidio] no siempre puede ser esclarecida, la selección la
revela. El lenguaje [los medios de comunicación masiva han sido herramientas muy,
y “muy bien”, utilizadas por los criminales], la burocracia, la tecnología facilitan la
ejecución52.
La educación es fundamental para generar la conciencia moral que se torne resistencia activa
cuando la situación límite se presente. En todos los casos de atrocidades cometidas, existen cientos
de ejemplos de actitudes que demuestran que no existe el determinismo histórico del “debió ser así”.
Se pueden tomar actitudes diferentes a las de los simples espectadores.
En el estudio de nuestro obrar en relación a atrocidades como las que nos convocan, se suele
hablar de algunos roles clave: el de la víctima como central y, en torno a ella, el de los perpetradores,
los colaboradores, los espectadores u observadores y los rescatadores o salvadores. Sin embargo,
estos roles no son estáticos. Muchas veces, por ejemplo, los individuos que ayudaron a salvar vidas
comenzaron siendo meros observadores; espectadores cuya única protesta -cuando existía- estaba
en función de cuánto los perturbaban esas medidas a las que denominamos “extrañas” por parte del
régimen bajo el que vivían.
Podemos movernos de los lugares que ocupamos y hacia ese accionar deberíamos tender al edu-
car. Generar esa conciencia a la hora de tomar nuestras decisiones como individuos resultaría de vital
1915-2015 | Memoria
con la idea de exterminio, resulta inverosímil el que alguien desconozca lo que está sucediendo. Esto
forma parte de ciertos estereotipos que posee el común denominador de la gente acerca de tres de las
partes fundamentales ya mencionadas que se vinculan en todo proceso genocida: víctima, victimario
y espectador. Al respecto, Daniel Feierstein ha sostenido:
67
Las visiones generalizadas, tanto en la opinión pública, como entre los investigado-
res no dedicados a la temática, sobre quiénes y cómo son los protagonistas de una
práctica genocida dan cuenta de los siguientes sujetos sociales: genocidas locos y
poderosos, víctimas mansas y sin capacidad de defensa y espectadores ignorantes y
ajenos a todo el proceso54.
Ni cómplices totales ni inocentes absolutos, los espectadores también son actores en esta trama,
cada uno a su modo. De sumirnos en dichas interpretaciones, simplemente estaríamos separando el
proceso genocida de la sociedad en la que se inscribe, y ello resultaría en un grave error analítico.
También aquí, una breve mención a la imagen del victimario. Numerosos trabajos -podríamos
destacar el de Hannah Arendt “Eichmann en Jerusalén. Un estudio acerca de la banalidad del mal”
como fundante al respecto-, han descartado completamente la idea de insanía, patología, y hasta
maldad metafísica, que se adjudicaba al asesino. No ingresaremos en detalles, pero sí diremos que
esto forma parte de las dificultades que poseemos para asumir lo atroz, para explicar racionalmente
lo que a simple vista parece -y sólo parece- “irracional”, y nos demuestra todo lo que resta por hacer
en la materia a nivel social. No olvidemos además que, desde el punto de vista legal, de considerarse
–por ejemplo- psicópata a un perpetrador, este sería inimputable; por lo que su trabajo resultaría
terriblemente perfecto.
____
Hoy día sé que el ser humano y los acontecimientos que provoca son muy complejos; que este su-
frimiento terrible ha sido padecido por millones y millones de individuos a lo largo de la historia; que
no todo lo terrible se denomina genocidio, y que el siglo XX ha sido particularmente cruel al respecto.
Los genocidios no han reparado en religiones: han sido cometidos contra cristianos,
musulmanes, judíos, budistas... No se han detenido en ideologías: han sido perpetrados tanto por
regímenes de los tradicionalmente denominados de Derecha como de Izquierda... No se han vincu-
lado estrictamente al desarrollo económico de las sociedades en las que se llevaron a cabo: han sido
efectuados tanto en sociedades sumamente industrializadas como en las que podrían ubicarse en un
estado preindustrial, de escaso desarrollo tecnológico. Los genocidios durante el siglo XX y - lamen-
tablemente- lo que llevamos del XXI, además, han sido genocidios domésticos: el Estado ha atentado
contra sus propios ciudadanos en lugar de brindarles la protección que sería dable esperar.
Intento comprender. ¿Por qué tanto odio? ¿O simplemente es frío y mero cálculo?
54 Feierstein, Daniel, Seis estudios sobre genocidio. Análisis de las relaciones sociales: otredad, exclusión y exterminio. Eudeba. Buenos
Aires. 2000:17.
68
¿Simplemente? ¿Cuánto hay de ambos factores? ¿Dónde está el límite? ¿En qué lugar de la ecua-
ción ubicar estos términos? ¿Cómo es humanamente posible llegar a lo atroz como forma de resolver
ciertos conflictos? Leo. Me informo. Estudio. No deja de doler. Esto no me preocupa.
¿Quién sería yo hoy de no haber sucedido? Nunca lo sabré. Esto hace a mi identidad. Anahid
Balian me enseñó que
70
Khatchik DerGhougassian es PhD en Estudios Internacionales de la University of Miami y
Magister en Relaciones Internacionales de FLACSO/Argentina. Es profesor de la Universidad de
San Andrés y de la Universidad Nacional de Lanús (Argentina). Especialista en temas de seguridad
internacional, es autor de libros, artículos en revistas académicas y nota de análisis y opinión en la
prensa argentina, armenia e internacional. Se destacan: La defensa en el siglo XXI. Argentina y la
seguridad regional (Buenos Aires: Capital Intelectual, 2012); El derrumbe del negacionismo. Leandro
Despouy, el Informe Whitaker y el aporte argentino al reconocimiento internacional del Genocidio
de los armenios (Buenos Aires: Planeta, 2009); y “Genocide and Identity (Geo)Politics: Bridging State
Reasoning and Diaspora Activism”. Genocide Studies International, vol. 8, n. 2, pp. 193-207. De 1987
a 1997 ha sido el editor del Diario ARMENIA de Buenos Aires.
Presentación........................................................................................................................................................... 5
COMISIÓN DE CONMEMORACIÓN DEL CENTENARIO DEL GENOCIDIO ARMENIO
DE LAS ORGANIZACIONES ARMENIAS DEL URUGUAY
Prólogo...................................................................................................................................................................... 8
ISABEL KUYUNJIAN ATTARIAN, ARI CHAMLIAN, VERÓNICA PÉREZ MANUKIAN, RUBEN TOPALIAN
Identidades
Hay una voz que sigue viva...................................................................................................................13
HOVHANNÉS BODUKIAN
Los autores............................................................................................................................................................70