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No existe dualidad simbolica material cuando se trata del hombre.

La materia de que estamos


hechos ha sido subertida en funcionamiento hasta tal punto por lo simbolico que se ha convertido en
un objeto simbolico sujetado a sus leyes mas fuertes aun a los de la biologia natural porque el
cuerpo es una realidad sibolica la palabra puede operar efectos materiales sobre el y porque el
cuerpo esta imoculado por el lenguaje el deseo inconciente puede apropiarse de su miembros como
metafora del deseo hector lopez

LOS SIMBOLOS, LA CIENCIA SIMBOLICA Y LA


MASONERIA1
SIETE MAESTROS MASONES

Si nos paramos a pensar detenidamente en nuestra actividad diaria,


vemos que la presencia de los símbolos es muy abundante: En
química, matemáticas, informática o simplemente en la regulación del
tráfico, los símbolos nos indican asociaciones convencionales,
aceptadas universalmente para el mejor ordenamiento de nuestra
actividad. Los logos de todo tipo, el argot de grupos, equipos, o el
generacional, el lenguaje de los mensajes, los iconos y un largo
etcétera son ejemplos de la presencia de los símbolos en nuestra vida.

También estamos familiarizados con el uso de palabras, gestos y


objetos representando conceptos morales, afectivos, intelectuales o
religiosos. El corazón como símbolo de amor, determinadas flores en
determinadas circunstancias, banderas, animales, etc. Y por supuesto,
conocemos historias, cuentos y fábulas, guiones de películas,
argumentos de ficción, que simbolizan, representan, determinados
tipos, estilos de pensamiento, acción o modelos de vida: la Cenicienta,
el Don Juan, el Héroe, la madre sacrificada, el valor de la amistad, la
honestidad, la maldad, entre otros.

En resumen, en un diccionario podemos encontrar los siguientes


sinónimos de la palabra símbolo: signo, cifra, personificación,
insignia, emblema, imagen, representación, efigie, fórmula, letra,
ideograma, blasón, divisa, sigla, inicial. Vemos pues, que nuestra vida
está llena de símbolos que ejercen una acción ordenadora de nuestra
conducta, constituyendo una trama invisible conocida y aceptada por
todos los miembros de una misma cultura que hace posible la
comunicación, la relación social, el ejercicio de las profesiones, y,
más aún, los símbolos son el tejido del que está hecha la misma
cultura de cada grupo, tanto los pequeños núcleos de población como
los grandes movimientos culturales o religiosos. Es más, imaginemos
por un momento qué sería de nuestra vida individual y grupal si
desaparecieran los símbolos y nuestra memoria de ellos; sin signos,
gestos, ni lenguaje. Seguramente podemos estar de acuerdo en que la
resultante es sólo caos, en el que ninguna realización personal o
grupal sería posible.

La mayoría de los símbolos a los que nos hemos referido son


producidos, inventados, diseñados por el hombre, conduciéndonos a
una especie de automatismo que, bajo la apariencia de facilitar nuestra
vida, nos hacen vulnerables a influencias interesadas. La educación y
la publicidad, de cualquier clase, están llenas de todo tipo de símbolos
que despiertan en nosotros determinadas actitudes con la intención de
dirigir nuestra conducta hacia un objetivo prefijado: una forma en
concreto de pensar, el consumo o el voto.

Todo este entramado simbólico sería innecesario para alguno en una


isla desierta, que podría acceder a la comprensión directa de todo su
entorno sin necesidad de la intermediación de símbolos. Pero el
número de habitantes, la complejidad de la vida social y económica,
la variedad y diversidad de todo tipo de cosas y opciones, han hecho
necesario que, poco a poco, el tejido simbólico haya ido creciendo,
salvando así la distancia que separa al "diseñador de los símbolos" y
aquel al que van destinados. Y si un visitante viene por primera vez a
nuestro grupo cultural, será necesario que se le instruya acerca del
código simbólico imperante a fin de que pueda entender nuestra forma
de vida y ser uno más entre nosotros.

Podemos destacar de lo anteriormente expuesto que el símbolo ejerce


un poder ordenador de la vida, sin el cual estaríamos inmersos en el
caos. Y que, en la medida en que el hombre ha ido incrementando la
complejidad de su cultura, se ha visto impelido a ordenar sus nuevas
construcciones culturales con más códigos simbólicos. Desde luego,
este orden actual al que nos referimos, como ya hemos dicho, ha sido
puesto arbitrariamente por el hombre. Partiendo de este plano
conocido y accesible, pensemos ahora en otro tipo de símbolos,
aquellos que representan una realidad inaccesible a la observación
directa y a la comprensión de la razón. Pensemos en lo que el hombre
ha encontrado ya hecho en la naturaleza, en sí mismo, en el universo
entero: el cielo con sus cuerpos celestes moviéndose
sincronizadamente, la tierra y sus reinos y seres que la pueblan, los
elementos de los que todo está hecho, las estaciones y los ciclos, el
día y la noche, las formas que se repiten en todos los seres, los
colores, olores y sabores, en las leyes de atracción y repulsión por las
que se produce todo movimiento, la polaridad y su alternancia..., en
fin, en el orden y las leyes en base a las cuales se sostiene lo que
llamamos el mundo, el universo y nosotros mismos. Cada una de estas
manifestaciones es un SIMBOLO. Estudiar los símbolos es el objeto
de la Ciencia Simbólica.

La Ciencia Simbólica nos enseña que todos los seres de la creación


son el cuerpo, la manifestación de una realidad oculta en ellos
mismos, imperceptible por nuestros sentidos, y que pertenece a un
orden superior. De la misma forma que una pintura es la
materialización de la idea del artista, la cual se oculta en su interior y
se manifiesta a través de la pintura misma, así las obras que nos
presenta la naturaleza contienen y manifiestan la idea del Creador
constituyéndose por ello en su símbolo.

Entonces, toda la creación puede ser comprendida como un código


simbólico armónico, en el que todo está interrelacionado: el cielo, la
tierra, los diferentes reinos y los seres que la habitan, lo infinitamente
pequeño y lo infinitamente grande, separado en reinos y planos pero
coordinado por las mismas leyes, animado y sostenido por el mismo
Espíritu.

Y en esta inmensa sinfonía, el Hombre aparece en el centro de la


creación, reflejo directo del Creador; microcosmos, capaz de repetir el
gesto creacional a través de sus manifestaciones culturales: el
lenguaje, las letras y las palabras; los números; las artes en todas sus
formas: pintura, escultura, arquitectura, música, danza, atuendos,
ornamentos, tejidos; los oficios, las construcciones, los juegos,
simbolizan ideas arquetípicas, que adquieren un carácter universal,
como demuestra el hecho de que se hayan repetido en diferentes
lugares y épocas.

Podemos decir que el símbolo es el cuerpo de una idea ordenadora.


En la mente del Creador se diseñó la manifestación como un ingenio
completo y armónico, que diera forma a las indefinidas posibilidades
de expresión de sus propios atributos. Lo que vemos, y también lo que
no vemos, pero está manifestado, es el cuerpo de esa idea creadora y
cada una de las criaturas constituye la exteriorización de esas leyes, de
esa intención ordenadora y expresiva.

El símbolo tiene una doble naturaleza: la de la materia de que está


hecho, los cuatro elementos, y la de la Idea que expresa, siendo
realmente ambas cosas materia e Idea. La Idea adquiere así una
dimensión activa, que suma a la potencia organizadora la potencia
ejecutora, es decir, la idea creadora es una Idea-Energía. Por su doble
naturaleza, partiendo de su parte material podemos acceder a ese
plano superior del que el mismo símbolo participa, siendo conducidos
por su mediación, como si de un vehículo se tratase, a la región de lo
sobrenatural y suprahumano. Los símbolos, en primer lugar son
percibidos por nuestros sentidos. A partir de ahí, tenemos la
posibilidad de penetrar a través de esa apariencia y recorrer el camino
que nos llevará hasta planos más sutiles, más allá del espacio, del
tiempo y del movimiento incesante de este plano donde nada perdura.
Es decir, el símbolo puede conducirnos desde el mundo material hasta
el espiritual. Es, pues, un vehículo de ida y vuelta, mediante el cual
las energías sutiles descienden y nosotros podemos ascender,
constituyendo el único medio conocido de realizar este viaje en el que
el espíritu se materializa y la materia se espiritualiza.

La capacidad de diseñar y utilizar símbolos le ha sido dada al hombre


desde el comienzo de los tiempos, o, dicho de otra forma, la
naturaleza del hombre es sensible al influjo de los símbolos y él
mismo es capaz de elaborarlos. Para que la influencia de los símbolos
pueda ejercerse en nosotros es necesario, primero que los
reconozcamos como tales para después acercarnos a su estudio,
contemplación y meditación en una disposición receptiva, abierta y
confiada. El símbolo es enormemente generoso con quien lo atiende y
respeta, abriendo poco a poco una suerte de inteligencia nueva en el
hombre, no la lógica que nos desarrolla nuestra educación habitual,
sino la Inteligencia del Corazón, la Intuición Superior mediante la
cual el hombre puede alcanzar el conocimiento de sí mismo.

Los símbolos tienen la facultad de responder a nuestras preguntas, de


abrirnos las puertas al conocimiento de la realidad que se oculta en el
interior de nosotros mismos y de todo lo creado, realidad más REAL
que aquella que perciben nuestros sentidos, que es anterior y es la
causa del universo, como nuestra idea de un proyecto es anterior y es
la causa de su realización.

El universo entero es un solo símbolo que debemos aprender a


conocer primero en sus partes, de la misma forma que debemos leer
cada una de las palabras de un libro para comprender la obra
completa. En la lectura que podemos hacer de los símbolos vamos
reconociendo poco a poco la Unidad inalterable e inmóvil que
subyace a toda la manifestación. En el origen de los tiempos el
hombre primordial sabía leer directamente estos símbolos en la
naturaleza y en él mismo y poseía un conocimiento directo del Ser. En
la actualidad el hombre necesita ser enseñado a distinguir estos
símbolos sagrados de los símbolos comunes elaborados por nuestra
sociedad y posteriormente a acercarse a ellos, a conducirse con ellos y
a través de ellos poder acceder al Conocimiento. Este es el sentido y
la razón de ser de la Tradición, tronco común del que brotan
Tradiciones como la Hermética, la cual se concreta actualmente en
nuestra Orden, la Masonería Universal, la que conserva no sólo el
saber de la Ciencia Simbólica, sino la capacidad operativa de
transformar a un hombre común, profano, en un hombre iniciado,
regenerado en su seno, nacido de nuevo mediante la influencia de la
Iniciación, quien podrá, con su trabajo, firme propósito y actitud
receptiva CONOCER a través de los símbolos al SI MISMO, o, lo que
es lo mismo, reintegrarse, desde este mundo plural, disperso y
cambiante, en la unidad inmutable del SER.

La Masonería se expresa en un cuerpo simbólico constructivo que se


concreta en símbolos visuales, sonoros y gestuales, a la vez que
historias ejemplares, mitos, a través de los cuales podemos
comprender la Cosmogonía y responder a las preguntas: ¿quién soy?,
¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy? Los símbolos actúan así como
puente que permite y facilita el desarrollo de las cualidades superiores
del ser humano, aquellas que le otorgan realmente la realización de
sus potencialidades, la mayor parte de ellas ni siquiera esbozadas en el
hombre común que sólo ha recibido la educación ordinaria de su
entorno cultural.

Siendo la construcción misma un símbolo de la Obra del Creador,


ningún símbolo le es ajeno a la Masonería, la cual, a través de sus
grados, va penetrando en el conocimiento hasta que el masón es capaz
de reconocerse a sí mismo como símbolo del ABSOLUTO y fundirse
con Él, meta última de la Tradición.

Así, la Ciencia Simbólica conserva para el hombre actual la


posibilidad de una realización humana que supera infinitamente
cualquier oferta de realización prometida por no importa qué medio
común y profano. Los símbolos están siempre ahí. Sólo debemos
acercarnos a ellos dejando de lado las enseñanzas recibidas por
nuestra educación convencional, con una mente y un corazón abiertos
y receptivos, aceptando los postulados básicos de que la Vida es algo
más de lo que nuestros sentidos perciben y el Hombre algo más que el
personaje puntual que cada uno de nosotros representamos en este
plano. En cuanto se establece la primera relación amorosa entre
nosotros y los símbolos, estos nos tenderán la mano y el hilo invisible
de la Tradición nos sostendrá en una cadena que, en definitiva, es una
cadena de Amor.

Resumen “La mente de las máquinas y el


moterialismo del inc” H. López
Páginas: 18 (4361 palabras) Publicado: 16 de junio de 2013
“La mente de las máquinas y el moterialismo del inconsciente” H. López.
1. La metáfora del Ordenador.
“Metáfora del Ordenador” como modelo de los procesos mentales en general y de la función
cognitiva en particular (pensamiento, conocimiento, inteligencia, memoria).
Ordenador (computadora) ilusión de semejanza al proceso cognitivo (estimulo, procesamiento y
almacenamiento de información yrespuesta) funciona como nosotros. Inteligencia humana o
artificial, diferencias.
Investigadores de la I.A declaran que el ordenador es una metáfora del cerebro humano, simil
electrónico de un órgano. Si en el futuro alguien perdiera su cabeza, podrían sustituirla por un
cerebro virtual del tamaño de un procesador Intel.
Muchos autores lo piensan seriamente, hilo: ordenador-cerebro-mente,conclusión: tenemos mente
porque tenemos cerebro, y sabemos cómo funciona el cerebro porque conocemos las regalas con
que opera el ordenador. Para estos el cerebro es la “base de operaciones” y la causa de la mente, de
toda nuestra actividad simbólica incluyendo el lenguaje.
Cerebro como “panel de control” organizando las relaciones y articulaciones “internas” permitiendo
actividad eléctrica de una redneuronal como proceso mental: memoria, cognición, o lenguaje, a
partir de procesos químicos.
Pasaje de la metáfora ordenador = cerebro, avance muy relativo en neurociencia, su concepción
sobre la estructura del cerebro construida sobre la base el funcionamiento del ordenador, cerebro
como procesador de información. El MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) sueña con la I.A
como siguienteescalón evolutivo (Edgard Fredkin).
Postulados del cognitivismo actual bajo 2 paradigmas: 1) la cognición como metáfora del ordenador
digital, 2) la cognición como metáfora del cerebro. Estas analogías funcionan como axiomas, no
requieren de una demostración “en el principio”.
2. Inteligencias vacías.
Para el psicoanálisis son teorías de una inteligencia sin sujeto.
No deja de interesarnos esta ideade un pensamiento sin “alguien” que los piense, en la medida que
nos evoca fuertemente al Inconsciente freudiano.
Sentencia freudiana: “donde eso era (la maquina formal), el sujeto debe advenir (ocurrir, suceder,
producirse)” (Wo Es war soll Ich werder) Freud. La “maquina formal” del lenguaje es materia
muerta sin el sujeto, Lacan. “Pues todo ese significante no puede operar, sino estandopresente en el
sujeto. A esto doy ciertamente satisfacción suponiendo que ha pasado al nivel del significado.”
“Proyecto de psicología par neurólogos” Freud, “debe existir un agente pensante, un “yo” para que
tenga lugar el pensamiento. Luego dice Freud: el “yo” no es agente de la razón, no desde su punto
de vista.
El cognitivismo debe resignarse al yo, como un mal necesario. Creencia imposible deremover en el
sujeto y en el investigador. ¿Quién piensa?: “yo”.
Cognitivistas: fenómenos mentales como “autonomía funcional” de los procesos “inteligentes”. La
noción de sujeto acaba en las funciones del yo. No existe el yo, tampoco el sujeto. El “ser” es
entidad metafísica.
Psicoanálisis: yo es lo que cree saber, verdad inconsciente, no es la suya sino “del sujeto”.
Los procesos son autónomos.De lo contrario, ¿Cómo justificar una continuidad entre lo orgánico y
lo simbólico por más conexiones que se postulen?
I.A supone que las maquinas pueden se pensantes.
3. El inconsciente cognitivo.
Cognitivistas: Manuel Froufe “El inconsciente cognitivo, la cara oculta de la mente”, considera que
si el ordenador es una metáfora de la mente, no lo es menos el cerebro mismo. El cerebro sería
unmodelo para dar cuenta de un objeto que (como el inconsciente freudiano) tiene de “realidad”
solo la de ser un concepto, sin referente empírico. El pensamiento positivista no se conforma con un
objeto conceptual, busca “descubrirlo” en el mundo de las cosas, por eso Klein puede preguntarse si
el inconsciente freudiano ha sido un invento de Freud o un descubrimiento de una realidad.
Moderna...
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