Los medios de comunicación y el pueblo peruano estamos sorprendidos por una nueva
terminología utilizada por los magistrados en los audios bomba. Términos como
“hermanito”, “verdecitos”, “doctito”, etc., se presentan como la novedad terminológica.
Sabemos que el término “doctor” fue difundido en las facultades de Derecho, donde los
estudiantes antes de tener el título en mano ya se “doctorean”. Así, cuando muchos
bachilleres llegaban a provincias, les complacía que antecedieran a su nombre el
término “doctor” en las salas judiciales o entre colegas. Más aún se complacían cuando
las autoridades y campesinos los llamaban “doctor”.
Los campesinos más pobres, los indefensos que no podían pagar a un abogado, pero
requerían sus servicios, tenían que acercarse con cariño, con ruego a este profesional
ofreciendo pagarle con especies: gallinas, huevos, sacos de papas, etc., con tal de que
éste le defendiera. Esa forma cariñosa era el “doctorcito”, el “doctor” con respeto. Nunca
osaban utilizar su nombre si no anteponían el término “doctor”.
Esta costumbre quedó en las provincias, pero poco a poco fue variando este término.
En provincias, los abogados ocupaban cargos como alcaldes, directores, altos
funcionarios, etc., alrededor de éstos aparecieron los subordinados por relación de
trabajo; generalmente trabajadores, hijos de campesinos que utilizaban términos como
“docto”, “doctito”, etc.
Los aumentativos son exageraciones para mostrar poder y contactos. Se utilizan estos
términos para sorprender al interlocutor y dar entender que “se mantiene relaciones con
personas importantes, exclusivas”. Por eso, el término “puentezaso” que significa
“puente enorme” trata de referirse que la persona es el “enlace directo” o “único enlace”
para llegar al personaje destacado.