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En la primera lectura y el salmo de hoy, aparece la

experiencia del rey Ezequías, a quien el profeta Isaías


le anuncia que su vida ha terminado. ¡Tan sólo tiene
20 años! Él le recuerda a Yahveh la vida íntegra que
ha vivido y Yahveh, viendo sus lágrimas, escuchando
su oración, le regala 15 años más de vida y promete
paz y seguridad para su pueblo. Por eso, estalla en uno
de los más hermosos salmos de alabanza que están
fuera del Salterio. Ojalá comprendamos el poder de la
oración y acudamos a ella en nuestras tribulaciones.
Isaías 38,1-20
Vamos a estudiar el capítulo 38 del libro del Profeta
Isaías, comenzamos con la Enfermedad y curación de
Ezequías (2 Reyes 20,1-11): “En aquel tiempo,
Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías,
hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo: «Así dice el
Señor: Haz testamento, porque vas a morir sin
remedio». Entonces, Ezequías volvió la cara a la
pared y oró al Señor: «Señor, ten presente que he
procedido de acuerdo contigo, con corazón sincero e
íntegro, y que he hecho lo que te agrada». Y lloró con
largo llanto. El Señor dirigió la palabra a Isaías: «Ve
y dile a Ezequías: Así dice el Señor, Dios de tu padre
David: He escuchado tu oración, he visto tus
lágrimas. Mira, añado a tus días otros quince años.
Os libraré de las manos del rey de Asma, a ti y a esta
ciudad, y la protegeré». Isaías ordenó: «Que traigan
un emplasto de higos y lo apliquen a la herida para
que se cure». Ezequías dijo: «¿Cuál es la señal de
que subiré a la casa del Señor?». Respondió: «Esta es
la señal del Señor, de que cumplirá el Señor la
palabra dada: En el reloj de sol de Acaz haré que la
sombra retroceda los diez grados que ha avanzado». Y
desanduvo el sol en el reloj los diez grados que había
avanzado”) EN AQUELLOS DÍAS EZEQUÍAS
CAYÓ ENFERMO DE MUERTE. EL PROFETA
ISAÍAS, HIJO DE AMÓS, VINO A DECIRLE:
«ASÍ HABLA YAHVEH: HAZ TESTAMENTO,
PORQUE MUERTO ERES Y NO VIVIRÁS»
(Aquí corresponde la noticia cronológica de 36,1, año
catorce de su reinado, 713, mucho antes de los sucesos
narrados en el capítulo precedente, que caen en el año
701. El rey tenía apenas veinte años cuando cayó
enfermo) EZEQUÍAS VOLVIÓ SU ROSTRO A LA
PARED Y ORÓ A YAHVEH. DIJO: «¡AH,
YAHVEH! DÍGNATE RECORDAR QUE YO HE
ANDADO EN TU PRESENCIA CON FIDELIDAD
Y CORAZÓN PERFECTO HACIENDO LO
RECTO A TUS OJOS.» Y EZEQUÍAS LLORÓ
CON ABUNDANTES LÁGRIMAS. (A una vida
recta y sincera ante Dios (Génesis 6,9: “Noé era un
hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos; Noé
andaba con Dios”; Job 23,11: “Mi pie ha seguido
firme en su senda, su camino he guardado y no me he
desviado”; Salmos 16,8: “A Yahveh he puesto
continuamente delante de mí; porque está a mi diestra,
permaneceré firme”; 32,2: “¡Cuán bienaventurado es
el hombre a quien Yahveh no culpa de iniquidad, y en
cuyo espíritu no hay engaño!”) corresponde la
bendición de «largos años» (Deuteronomio 6;18: “Y
harás lo que es justo y bueno a los ojos de Yahveh,
para que te vaya bien, y para que entres y tomes
posesión de la buena tierra que Yahveh juró que daría
a tus padres”). Ezequías apela a las bendiciones de
Dios, en estilo deuteronómico. La súplica es breve y se
prolonga en el llanto (Salmos 6,6: “Cansado estoy de
mis gemidos; todas las noches inundo de llanto mi
lecho, con mis lágrimas riego mi cama”). A la súplica
responde el oráculo por medio del profeta de corte)
ENTONCES LE FUE DIRIGIDA A ISAÍAS LA
PALABRA DE YAHVEH, DICIENDO: «VETE Y
DI A EZEQUÍAS: ASÍ HABLA YAHVEH, DIOS
DE TU PADRE DAVID: HE OÍDO TU
PLEGARIA, HE VISTO TUS LÁGRIMAS Y VOY
A CURARTE. DENTRO DE TRES DÍAS
SUBIRÁS A LA CASA DE YAHVEH. AÑADIRÉ
QUINCE AÑOS A TUS DÍAS. TE LIBRARÉ A TI
Y A ESTA CIUDAD DE LA MANO DEL REY DE
ASIRIA, Y AMPARARÉ A ESTA CIUDAD» (El
título divino ֙‫( דָּ וִ֣ד אֱֹלהֵ י‬ĕlōhê dāwiḏ) recuerda la alianza
con la dinastía (1 Reyes 8,25: “Ahora pues, oh
Yahveh, Dios de Israel, cumple con tu siervo David mi
padre lo que le prometiste, diciendo: ``No te faltará
quien se siente en el trono de Israel, con tal que tus
hijos guarden su camino para andar delante de mí
como tú has andado delante de mí”; 1 Reyes 9,4-5:֙“Y
en cuanto a ti, si andas delante de mí como anduvo tu
padre David, en integridad de corazón y en rectitud,
haciendo conforme a todo lo que te he mandado, y
guardas mis estatutos y mis ordenanzas, yo afirmaré el
trono de tu reino sobre Israel para siempre, tal como
prometí a tu padre David, diciendo: ``No te faltará
hombre sobre el trono de Israel”), y el título de rey
habla del pueblo también en términos de alianza
mosaica. La promesa que le hacen es limitada, pero
apreciable para el que está a la muerte, quince años
más de reinado, segundad para él y para su ciudad
(Isaías 12,6: “Clama y grita de júbilo, habitante de
Sion, porque grande es en medio de ti el Santo de
Israel”; 31,5: “Porque así me dice Yahveh: Tal como
gruñe el león o el leoncillo sobre su presa, contra el
que se reúne una multitud de pastores, y no se
atemoriza de sus voces ni se acobarda por su multitud,
así descenderá Yahveh Sebaot para combatir sobre el
monte Sion y sobre su collado. Como aves que vuelan,
así protegerá Yahveh Sebaot a Jerusalén; la protegerá
y la librará, la perdonará y la rescatará”; 37,35:
“Porque defenderé esta ciudad para salvarla por
amor a mí mismo y por amor a mi siervo David”).
Implícitamente, también un heredero (en aquel
momento Ezequías todavía no tenía hijos, a juzgar por
la edad de Manases al sucederle). Escúchense esos
quince años de reinado seguro en el contexto de la
catástrofe de Samaría (722), pues así los escuchó el
Joven rey) ISAÍAS RESPONDIÓ: «ESTA SERÁ
PARA TI DE PARTE DE YAHVEH, LA SEÑAL
DE QUE YAHVEH HARÁ LO QUE HA DICHO.
MIRA, VOY A HACER RETROCEDER A LA
SOMBRA DIEZ GRADAS DE LAS QUE HA
DESCENDIDO EL SOL POR LAS GRADAS DE
AJAZ. Y DESANDUVO EL SOL DIEZ GRADAS
POR LAS QUE HABÍA DESCENDIDO (El
prodigio del reloj de sol (véase Josué 10:12-13:
“Entonces Josué habló a Yahveh el día en que Yahveh
entregó a los amorreos delante de los hijos de Israel, y
dijo en presencia de Israel: Sol, detente en Gabaón, y
tú luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo, y la
luna se paró, hasta que la nación se vengó de sus
enemigos. ¿No está esto escrito en el libro de Jaser? Y
el sol se detuvo en medio del cielo y no se apresuró a
ponerse como por un día entero”) simboliza el
alejarse de la muerte, el prolongarse la luz de la vida.
El reloj como medida y símbolo de la vida humana ha
pasado a nuestras literaturas. Pueden recordarse
algunos versos de Quevedo: “Deja pasar las horas sin
sentirlas, que no quiero medirlas, ni que me notifiques
de esa suerte los términos forzosos de la muerte” (El
reloj de arena); “Estima sus recuerdos, teme sus
desengaños, pues ejecuta plazos de los años, y en él te
da secreto, a cada sol que pasa, a cada rayo, la
muerte un contador, el tiempo un ayo” (Reloj de
campanilla); recordemos además el tema El Reloj de
Armando Manzanero: “Reloj no marques las horas;
Porque voy a enloquecer; Ella se irá para siempre;
Cuando amanezca otra vez. Nomás nos queda esta
noche; Para vivir nuestro amor; Y tu tic-tac me
recuerda; Mi irremediable dolor; Reloj detén tu
camino; Porque mi vida se apaga; Ella es la estrella
que alumbra mi ser; Yo sin su amor no soy nada;
Detén el tiempo en tus manos; Haz esta noche
perpetua; Para que nunca se vaya de mí; Para que
nunca amanezca”. Vamos a estudiar el Cántico de
Ezequías (Salmo 30: “Yo te ensalzo, Yahveh, porque
me has levantado; no dejaste reírse de mí a mis
enemigos. Yahveh, Dios mío, clamé a ti y me sanaste.
Tú has sacado, Yahveh, mi alma del sheol, me has
recobrado de entre los que bajan a la fosa. Salmodiad
a Yahveh los que le amáis, alabad su memoria
sagrada. De un instante es su cólera, de toda una vida
su favor; por la tarde visita de lágrimas, por la
mañana gritos de alborozo. Y yo en mi paz decía:
«Jamás vacilaré.» Yahveh, tu favor me afianzaba
sobre fuertes montañas; mas retiras tu rostro y ya
estoy conturbado. A ti clamo, Yahveh, a mi Dios
piedad imploro: ¿Qué ganancia en mi sangre, en que
baje a la fosa? ¿Puede alabarte el polvo, anunciar tu
verdad? ¡Escucha, Yahveh, y ten piedad de mí! ¡Sé tú,
Yahveh, mi auxilio! Has trocado mi lamento en una
danza, me has quitado el sayal y me has ceñido de
alegría; mi corazón por eso te salmodiará sin tregua;
Yahveh, Dios mío, te alabaré por siempre”); Isaías
38,9-20: “Cántico de Ezequías, rey de Judá, cuando
enfermó y sanó de la enfermedad: «Yo pensé mediada
la vida, tengo que marchar hacia las puertas del
Abismo, me privan del resto de mis años. Yo pensé ya
no veré más al señor en la tierra de los vivos, ya no
miraré a los hombres entre los habitantes del mundo.
levantan y enrollan mi morada como tienda de
pastores. Como un tejedor devanaba yo mi vida, y me
cortan la trama. Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer. Me quiebras los huesos
como un león, día y noche me estás acabando. Como
una golondrina estoy piando, gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen. ¡Señor, que
me oprimen, sal fiador por mí" ¿Qué le diré y qué
pensaré si él es quien lo hace? Huye de mí el sueño
por la amargura de mi alma. Los que Dios protege,
viven, y entre ellos vivirá mi espíritu. Me has curado,
me has hecho revivir. La amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi vida ante la tumba vacía y
volviste la espalda a todos mis pecados. El Abismo no
te da gracias, ni la Muerte te alaba, ni esperan en tu
fidelidad los que bajan a la fosa. Los vivos, los vivos
son quienes te dan gracias como yo ahora. El padre
enseña a sus hijos tu fidelidad. Sálvame, Señor, y
tocaremos nuestras arpas todos nuestros días en la
casa del Señor»”) CÁNTICO DE EZEQUÍAS, REY
DE JUDÁ, CUANDO ENFERMÓ Y SANÓ DE LA
ENFERMEDAD (Este es un canto de acción de
gracias, aunque es presentado como ‫( מכְ תָּ ב‬miktab:
escrito, letra, documento) con la estructura clásica
narración de la desgracia, recuerdo de la súplica,
recuerdo de la liberación, acción de gracias del
salmista, invitación a la comunidad) YO DIJE: A LA
MITAD DE MIS DÍAS ME VOY; EN LAS
PUERTAS DEL SHEOL SE ME ASIGNA UN
LUGAR PARA EL RESTO DE MIS AÑOS
(Aunque el hombre sea limitado, siente un cierto
derecho a una vida colmada (Salmo 102;24:֙“Dije:
Dios mío, no me lleves en la mitad de mis días; tus
años son por todas las generaciones”). Morir a los
veinte años es malograrse, es ser privado de algo que
le pertenece (Job 7,7: “Recuerda, oh Dios, que mi vida
es un soplo, mis ojos no volverán a ver el bien”;֙17,11:
“Mis días han pasado, se deshicieron mis planes, los
deseos de mi corazón”). La forma impersonal disimula
el sujeto, que es Dios) DIJE: NO VERÉ A
YAHVEH EN LA TIERRA DE LOS VIVOS; NO
VERÉ YA A NINGÚN HOMBRE DE LOS QUE
HABITAN EL MUNDO (La existencia después de la
muerte no conoce culto religioso ni vida social. El
‫( ְש ֑אֹול‬Sheol, Abismo) se opone a la ‫’( הַ חַ י֑ים ֶ ִ֣א ֶרץ‬ereṣ
haḥayyîm, «tierra de los vivos»), tierra creada para que
el hombre la habite (Salmo 27,13: “Hubiera yo
desmayado, si no hubiera creído que había de ver la
bondad de Yahveh en la tierra de los vivientes”;
116,9: “Andaré delante de Yahveh en la tierra de los
vivientes”) MI MORADA ES ARRANCADA, SE
ME ARREBATA COMO TIENDA DE PASTOR.
ENROLLO COMO TEJEDOR MI VIDA, DEL
HILO DEL TEJIDO ME CORTASTE. DE LA
NOCHE A LA MAÑANA ACABAS CONMIGO
(La comparación de la ‫( ֹ֫אהֶ ל‬ohel, tienda, tabernáculo)
revela la vida como peregrinación, como camino
nomádico: la tienda ha sido por un momento huésped
de un terreno, se ha clavado provisoriamente en tierra
(2 Corintios 5,1-4:֙“Porque sabemos que, si la tienda
terrenal que es nuestra morada, es destruida, tenemos
de Dios un edificio, una casa no hecha por manos,
eterna en los cielos. Pues, en verdad, en esta morada
gemimos, anhelando ser vestidos con nuestra
habitación celestial; y una vez vestidos, no seremos
hallados desnudos. Porque, asimismo, los que estamos
en esta tienda, gemimos agobiados, pues no queremos
ser desvestidos, sino vestidos, para que lo mortal sea
absorbido por la vida”). Por un momento el ‫דַ לָּה‬
(dallah, hilo) de una vida ha diseñado una figura en el
tapiz o ha cruzado una parte del tejido; ese hilo se
corta sin piedad (Salmo 89,44-45: “Has hecho cesar
su esplendor, y has echado por tierra su trono. Has
acortado los días de su juventud; lo has cubierto de
ignominia”). La imagen de la tela es más sugestiva
que la simple de devanar, que es la de las parcas, y que
Quevedo transpone a dimensión cósmica: «Devanan
sol y luna, noche y día, del mundo la robusta vida».
Job 6,9: «Que Dios se digne triturarme y cortar de un
tirón la trama de mi vida». Parece que este canto ha
sido uno de los inspiradores de las quejas de Job (7,6:
“Mis días pasan más veloces que la lanzadera, y
llegan a su fin sin esperanza”; 9,25-26: “Mis días son
más ligeros que un corredor; huyen, no ven el bien. Se
deslizan como barcos de juncos, como águila que se
arroja sobre su presa”) GRITÉ HASTA LA
MADRUGADA: COMO LEÓN TRITURA
TODOS MIS HUESOS. DE LA NOCHE A LA
MAÑANA ACABAS CONMIGO (El salmista siente
la obra de Dios como una destrucción continua y
feroz, que destroza hasta lo profundo de los huesos
(Job 10,16: “Si mi cabeza se levantara, como león me
cazarías, y mostrarías tu poder contra mí”; Job 16,12-
14: “Estaba yo tranquilo, y Él me sacudió, me agarró
por la nuca y me hizo pedazos; también me hizo su
blanco. Me rodean sus flechas, parte mis riñones sin
compasión, derrama por tierra mi hiel. Abre en mí
brecha tras brecha; arremete contra mí como un
guerrero”; Salmo 7,2: “no sea que alguno desgarre
mi alma cual león, y me despedace sin que haya quien
me libre”; 39,10:֙“Quita de mí tu plaga; por la dureza
de tu mano estoy pereciendo”). El hombre vive con
lucidez su acabamiento paulatino, y sólo puede
sollozar) COMO GRULLA, COMO
GOLONDRINA CHIRRÍO, ZUREO COMO
PALOMA. SE CONSUMEN MIS OJOS DE
MIRAR HACIA ARRIBA. YAHVEH, ESTOY
OPRIMIDO, SAL POR MÍ (Con la imagen del ‫אֲרי‬
(ari, león) contrasta la imagen del pájaro inerme
(Salmos 102,6:֙“Me parezco al pelícano del desierto;
como el búho de las soledades he llegado a ser”), que
gime sin palabras. Hasta que logra articular su
brevísima oración: ‫ה־לי אֲדנָּ ָ֖י‬
ִּ֥ ָּ‫( ע ְָּר ֵ ָֽבני׃ ָּ ָֽע ְשק‬ăḏōnāy ‘āšəqāh
lî ‘ārəḇênî, Oh Señor, estoy oprimido, sé tú mi
ayudador). Dios ha de salir en favor del que sufre ‫ע ְָּשקָּ ה‬
(oshqah: violencia, opresión, angustia), del oprimido
(Salmo 55,2: “Atiéndeme y respóndeme; conmovido
estoy en mi queja y muy conturbado”; 69,3: “Cansado
estoy de llorar; reseca está mi garganta; mis ojos
desfallecen mientras espero a mi Dios”; Salmo
119,123: “Desfallecen mis ojos por tu salvación, y por
la promesa de tu justicia”; 143,7: “Respóndeme
pronto, oh Yahveh, porque mi espíritu desfallece; no
escondas de mí tu rostro, para que no llegue yo a ser
como los que descienden a la sepultura”; Isaías 59,11:
“Todos nosotros gruñimos como osos, y gemimos
tristemente como palomas; esperamos la justicia, pero
no la hay, la salvación, pero está lejos de nosotros”),
y no hay opresión más dura que la muerte) ¿QUÉ
DIRÉ? ¿DE QUÉ LE HABLARÉ, CUANDO ÉL
MISMO LO HA HECHO? CAMINARÉ TODOS
MIS AÑOS EN LA AMARGURA DE MI ALMA
(No encuentra palabras para seguir orando, reconoce
que es Dios quien lo hace (Salmo 39,9: “Mudo me he
quedado, no abro la boca, porque tú eres el que ha
obrado”), aunque no lo entiende; el pensarlo le quita
el sueño, el único reposo. Desvelado, puede tener
conciencia de la muerte que se acerca infatigable;
dormido podría acercarse a ella sin sentirlo) EL
SEÑOR ESTÁ CON ELLOS, VIVEN Y TODO LO
QUE HAY EN ELLOS ES VIDA DE SU
ESPÍRITU. TÚ ME CURARÁS, ME DARÁS LA
VIDA (Repentinamente cambia el tono: de la angustia
a la confianza, a la experiencia de la salud. En ellas ha
experimentado la mano de Dios, que vivifica. Véase
Salmo 30,4: «Me hiciste revivir cuando bajaba a la
fosa»; Salmos 71,20: “Tú que me has hecho ver
muchas angustias y aflicciones, me volverás a dar
vida, y me levantarás de nuevo de las profundidades
de la tierra”; 119,25: “Postrada está mi alma en el
polvo; vivifícame conforme a tu palabra”)
ENTONCES MI AMARGURA SE TROCARÁ EN
BIENESTAR, PUES TÚ PRESERVASTE MI
ALMA DE LA FOSA DE LA NADA, PORQUE TE
ECHASTE A LA ESPALDA TODOS MIS
PECADOS (Ante la tumba vacía (véase Job 33,24: “y
que tenga piedad de él, y diga: Líbralo de descender a
la fosa, he hallado su rescate”; Salmo 30,3: “Oh
Yahveh, has sacado mi alma del Sheol; me has
guardado con vida, para que no descienda al
sepulcro”; 55,23: “Pero tú, oh Dios, los harás caer al
pozo de la destrucción; los hombres sanguinarios y
engañadores no vivirán la mitad de sus días; mas yo
en ti confiaré”; 86,13: “Porque grande es tu
misericordia para conmigo, y has librado mi alma de
las profundidades del Sheol”) siente el hombre su ser
de pecado que lo empuja y precipita. Dios detiene la
caída porque perdona el pecado (Isaías 43,25: “Yo, yo
soy el que borro tus transgresiones por amor a mí
mismo, y no recordaré tus pecados”) QUE EL
SHEOL NO TE ALABA NI LA MUERTE TE
GLORIFICA, NI LOS QUE BAJAN AL POZO
ESPERAN EN TU FIDELIDAD. EL QUE VIVE,
EL QUE VIVE, ÉSE TE ALABA, COMO YO
AHORA. EL PADRE ENSEÑA A LOS HIJOS TU
FIDELIDAD (En fuerte contraste aparecen ‫ְש ֛אֹול‬
(Sheol, Abismos), ‫( ָּ ִ֣מוֶת‬Mawet, Muerte), difuntos,
incapaces de alabar a Dios (Salmo 6,5: “Porque no
hay en la muerte memoria de ti; en el Sheol, ¿quién te
dará gracias?”; 30,9-10: “¿Qué provecho hay en mi
sangre si desciendo al sepulcro? ¿Acaso te alabará el
polvo? ¿Anunciará tu fidelidad? ¿Te va a dar gracias
el polvo, o va a proclamar tu lealtad?”; Salmo 88,11-
13: “¿Acaso para los muertos haces maravillas, o las
sombras se alzan a alabarte? ¿Se habla en la tumba
de tu amor, de tu lealtad en el lugar de perdición?
¿Se conocen en las tinieblas tus maravillas, o tu
justicia en la tierra del olvido?»”; 115,17-18: “Los
muertos no alaban a Yahveh, ni ninguno de los que
descienden al silencio. Pero nosotros bendeciremos a
Yahveh desde ahora y para siempre. ¡Aleluya!”), de
tomar parte en el culto) YAHVEH, SÁLVAME, Y
MIS CANCIONES CANTAREMOS TODOS LOS
DÍAS DE NUESTRA VIDA JUNTO A LA CASA
DE YAHVEH (Su mudez hace resaltar el grito de
gozo del salmista, que es a la vez alabanza a Dios y
grito triunfal de sentirse vivo. Como si no acabara de
creer en la curación, canta su himno para persuadirse
de que está vivo (Salmo 104,33: “A Yahveh cantaré
mientras yo viva; cantaré alabanzas a mi Dios
mientras yo exista”; 116,2: “Porque a mí ha inclinado
su oído; por tanto le invocaré mientras yo viva”;
116,17: “Te ofreceré sacrificio de acción de gracias, e
invocaré el nombre de Yahveh”;֙146,2: “Alabaré a
Yahveh mientras yo viva; cantaré alabanzas a mi Dios
mientras yo exista”; Salmos 150,4: “Alabadle con
pandero y danza; alabadle con instrumentos de cuerda
y flauta. Alabadle con címbalos sonoros; alabadle con
címbalos resonantes. Todo lo que respira alabe a
Yahveh. ¡Aleluya!”. Y siente prolongarse su vida en la
de los hijos.

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