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ESCUELA DE POST GRADO

DERECHO PENAL Y PROCESAL PENAL

LA TIPICIDAD

CATEDRATICO: MG. RAUL RUBEN SOTO ARANDA

INTEGRANTES: ALFREDO VIANCHI CHALCO CHIROQUE

CONSUELO GARCIA DIAZ

SENDY LACEY CONTRERAS HILARIO

PLACIDO PAJA QUISPE

FECHA: 02 DE JUNIO DEL 2018

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INTRODUCCION:

La conducta típica o Tipicidad tiene que ver con toda conducta que conlleva una acción u
omisión que se ajusta a los presupuestos detalladamente establecidos como delito dentro
I
de un cuerpo legal. Esto quiere decir que, para que una conducta sea típica, debe constar
específica y detalladamente como delito dentro de un código.

Entonces, decimos que la tipicidad es la adecuación del acto humano voluntario


efectuado por el sujeto a la figura descrita por la ley como delito. Es la adecuación, el
encaje, la subsunción del acto humano voluntario al tipo penal. Si se adecua es indicio de
que es delito. Si la adecuación no es completa no hay delito.

La tipicidad es la adecuación de un hecho cometido a la descripción que de ese hecho se


hace en la ley penal.

Es así como el presente trabajo de investigación es con el fin que los estudiosos del
derecho y los juzgadores del mismo tengan un conocimiento y hagan un estudio más
conciso sobre la aplicación de las sanciones por el grado de responsabilidad del sujeto
que por su conducta antijurídica comete un delito.

Por ende la responsabilidad del juzgador recae en conocer si el elemento de tipicidad se


encuentra totalmente comprobado para emitir un fallo apegado a estricto derecho.

PROLOGO

2
LA HISTORIA DE LA TIPICIDAD

La historia de la tipicidad comienza como la historia del tipo. En Alemania a finales del
siglo XIX se consideraba al tipo como la unión de aquellos caracteres que integraban
I al
delito (incluían elementos como el dolo).

Para inicios del siglo XX, sucede la primera fase de la evolución del término tipo. La
llamada doctrina de Beling; la cual considera que el tipo no es otra cosa más que una
descripción. Jiménez de Asua le denomina a esta fase como "Fase de la Independencia.

La doctrina de Beling, el tipo no es otra cosa más que una simple descripción,
separándose de la culpabilidad y de la antijuricidad.

La segunda fase es en la que el tipo contiene carácter indiciario. Max Ernesto Mayer
en su Tratado de Derecho Penal, dice que la tipicidad es indicio de la antijuricidad. Mayer
dice que la tipicidad es fundamento cognoscitivo e lo injusto (ratio cognoscedi).

La tercera fase del tipo es la "Fase de Identidad". Su principal representante


fue Edmundo Mezger, quien dice que el tipo no es una descripción de una conducta
antijurídica, sino la razón de ser de ella o su fundamento (ratio essendi).

Dice Edmundo que "el que actúa típicamente actúa también antijurídicamente, en tanto
no exista una causa de exclusión del injusto"1.

Mezger acertó en decir que toda conducta típica es siempre antijurídica. Ya que es en los
tipos en donde el legislador prohíbe aquellos actos que amenazarían la paz común.
La cuarta fase es la antijuricidad como "Ratio Essendi" del tipo. Un
importante representante de esta fase es Francisco Blasco, quien sostiene que si una
conducta llega a ser tipificada en la ley es debido a la antijuricidad que contiene.

1 https://tipicidadpenal.weebly.com/historia-de-la-tipicidad.html

3
EL TIPO PENAL (SUPUESTO DE HECHO TÍPICO DEL DELITO) EN GENERAL2

a—El tipo penal


436. — Que una acción es "típica" o "adecuada a un tipo penal" quiere decir que esa
I

acción es la acción prohibida por la norma. La teoría del tipo penal es,
consecuentemente, un instrumento conceptual para la identificación del comportamiento
prohibido. La acción ejecutada por el autor es la acción prohibida por la norma cuando se
subsume bajo un tipo penal.
437. El tipo penal en sentido estricto es la descripción de la conducta prohibida por una
norma; "matar a otro" (art. 138, Cód. Penal), por ejemplo, es la descripción de la acción
que infringe la norma que prescribe "no matarás". Realizar un tipo penal significa, por
ende, llevar a cabo la conducta por él descripta como lesiva de la norma.
438. En general, "tipo" es una expresión que designa todo conjunto de elementos unidos
por una significación común. El tipo penal, por lo tanto, es el conjunto de elementos que
caracteriza a un comportamiento como contrario a la norma

TIPOY TIPICIDAD3

El tipo es la descripción concreta de la conducta prohibida hecha por el legislador (del


contenido, o la materia de la norma). Es una Figura puramente conceptual. El tipo es un
instrumento legal pues pertenece al texto de la ley. Es necesaria al poder penal, porque
sin el tipo no se puede delimitar el campo de lo prohibido en el que interviene el Derecho
Penal. Para la moderna teoría de la imputación, el tipo debe de acoger, en principio,
todos los elementos que fundamentan el con nido material del injusto de un determinado
delito. Se debe describir a manera exhaustiva la materia de prohibición. Por ello, el tipo
viene a ser la más valiosa consecuencia del principio de legalidad. Así, el tipo es un
concepto límite de enorme trascendencia para fortalecer el principio de legalidad que se
ha convertido en uno de los instrumentos más útiles de la dogmática penal.

Tipicidad es el resultado de la verificación de si la conducta y lo descrito en el tipo,


coinciden. A este proceso de verificación se denomina juicio de tipicidad, que es un
proceso de imputación donde el intérprete, tomando como base al bien jurídico protegido,
va a establecer si un determinado hecho puede ser atribuido a lo contenido en el tipo
penal. Si e luego de realizado dicho proceso se determina que el hecho encaja en los
caracteres abstractos del tipo, existe adecuación típica, de lo contrario nos llevaría a
negarla. Por consiguiente, la tipicidad es la resultante afirmativa del juicio de tipicidad. El

2 DERECHO PENAL. PARTE GENERAL; ENRIQUE BACIGALUPO;edi. HAMMURABI SRL;2ª edición; Buenos Aires;pag. 220
3 Derecho Penal Parte General; Felipe Villavicencio Terreros; Grijley; 8 reeimpresion;Lima;2017;pag.295

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juicio de tipicidad no es un mero proceso formal, sino valorativo, ya que se generan actos
valorativos encaminados a la traducción de una prohibición.

Típica es la conducta que presenta la característica específica de tipicidad (atípica la que


I
no la presenta).

No todos los tipos legales describen de una manera exhaustiva las diversas
características de la conducta prohibida. Se trata de los tipos los abiertos en los que la ley
describe solo una parte de los caracteres y delega a la jurisprudencia la labor de
completarlos. Los tipos abiertos necesitan ser complementados jurisdiccionalmente.
Ejemplos: delitos imprudentes (necesitan complementar la naturaleza de la infracción al
deber de cuidado), los delitos de omisión impropia (necesitan ser completados por el juez
en relación a la posición del garante).

El concepto de tipo aquí expuesto, corresponde a lo que se denomina tipo sistemático,


que cumple una importante función en la teoría del delito. En la dogmática alemana es
más antiguo el concepto del tipo-garantía entendido como la descripción de los
elementos del delito, por medio de la cual la ley penal cumple su función garantizadora.

Funciones del tipo4

Cumple una función indiciaría que supone, que la realización del tipo legal es sólo
ratio cognoscendi de la antijuridicidad. Es un conocimiento provisional que será
completado cuando se determine la antijuridicidad (contrariedad de la realización del
tipo con el ordenamiento jurídico).
También cumple una función fundamentadora, ya que la tipicidad es el fundamento
del delito, propiamente dicho. Aunque se ha señalado a la acción como la base de la
teoría del delito, en la que actúan los elementos del delito, sin la tipicidad la acción
sería sólo una mera conducta no calificada como punible por el legislador y, por ende,
no merecedora de una sanción penal. Se comienza a analizar una conducta
determinada partiendo desde la tipicidad. Así, la tipicidad se convierte en el punto de
inicio del examen judicial, de un caso concreto; y al mismo tiempo, nos ofrece la
garantía de la seguridad jurídica.

Por la función seleccionadora, la tipicidad identifica las conductas que serán


penalmente relevantes. El legislador va a escoger, entre todas las Posibles conductas
antijurídicas, aquellas que impliquen posibles afectaciones de bienes jurídicos

4 Ibidem

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importantes. Así, esta función da cumplimiento al principio de intervención mínima del
Derecho Penal.

La función garantizadora de la tipicidad es una consecuencia del principio de


legalidad. El tipo legal permite al ciudadano un conocimiento seguro en cuanto
I al
límite entre la conducta sancionada y la atípica, cumpliendo así una función de
garantía. De esta manera, el tipo interviene en la limitación al poder penal. A la
tipicidad se le ha encargado el cumplimiento de una función trascendental para la
preservación de la seguridad jurídica, proporcionando al ciudadano de antemano un
catálogo en el que se describen conductas amenazadas con una sanción penal,
obstaculizando el ejercicio arbitrario del poder penal.

El tipo cumple una función de motivación para toda la sociedad. “La función de
motivación del tipo permite que el destinatario de la norma pueda conocer cuál es la
conducta prohibida, de cuya realización debe de abstenerse”. Por medio de la pena,
el legislador trata de garantizar el respeto a una determinada forma de solución del
conflicto social considerada acorde al ordenamiento jurídico. Esta función está ligada
a su vez, con la denominada función de instrucción del tipo. El tipo va a permitir a los
ciudadanos conocer el significado jurídico-penal que revisten sus actos. A través de
la norma penal se señalará las acciones u omisiones que provocan la reacción
punitiva del Estado, y por ende, no deben ser realizadas.

Finalmente, se asigna a la tipicidad una función sistematizadora, en el sentido que el tipo


abarca todos los elementos necesarios para el conocimiento de Ias conductas que
pueden ser sancionas penalmente, asi en la parte general del Código Penal, se estudian
las características comunes a todos los tipos penales y, en la parte especial, sus
aspectos particulares. Con esta función, el tipo permite establecer un puente o unión
entre la parte general y la parte especial del Código Penal.

B. EL TIPO PENAL (TIPICIDAD)5

Es el supuesto de hecho abstracto (hipotético) previsto y descrito por la ley penal; a


través de este se plasma o concreta el principio de legalidad, esto es, la garantía nullum
crimen sine lege, En tal sentido, la principal función del tipo es concretar el principio de
legalidad.

Una acción o comportamiento será típica si encaja exactamente en el supuesto abstracto


previsto por la ley penal; dicha acción será núcleo o verbo rector de dicho tipo. No

5 Derecho Penal Parte Especial, Juristas Editores; primera edición;LIMA;2012;pag.115

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obstante, esta correspondencia solo acredita que la acción está contenida en el tipo, pero
no determina que nos encontremos ante un tipo penal; para ello es necesario que,
además de la acción, estén presentes todos los demás elementos objetivos y subjetivos
previstos en la norma penal; si faltara alguno de ellos, la acción no será típica y no tendrá
I

relevancia penal alguna

Como se sabe, en la parte objetiva del tipo habrá como mínimo los siguientes elementos:
un sujeto activo, que requiere las condiciones de la autoría, una acción o conducta,
positiva u omisiva, e implícitamente un bien jurídico -con su titular o sujeto pasivo- que se
ve lesionado o puesto en peligro por la acción. Luego se podrá añadir o no otros
requisitos, como la causación de un resultado y su imputación objetiva, circunstancias
especiales en los sujetos activo o pasivo o pluralidad de los mismos, concurrencia de
ciertas modalidades de ejecución, circunstancias de lugar, tiempo, modo, etc.”; a lo que
en algunos casos puede agregarse ciertas condiciones o circunstancias del objeto de la
acción.

Aun cuando, antaño se consideraba que el tipo era valorativamente neutro, y que recién
la valoración se realizaba a nivel de la antijuricidad, actualmente se consideran dentro del
tipo diversos elementos valorativos a los que se conoce como elementos normativos del
tipo-

a) CLASES DE TIPOS PENALES

Conforme al criterio diferenciador o de clasificación que se tenga en cuenta, existen


variedad de tipos penales; sin embargo, a referirnos solo a aquellos que tengan alguna
incidencia clara en la resolución de casos concretos.

Así, según la intervención de un solo agente o de varios agentes, los delitos o tipos
penales pueden ser: plurisubjetivos o unisubjetivos; el delito de asociación ilícita, o
algunos supuestos agravados de ciertos delitos (hurto, robo, tráfico ilícito de drogas, etc.)
en el primer caso, y todos aquellos que para su consumación sea suficiente la
intervención de un solo sujeto.

Según el número de bienes jurídicos que se afecta, los delitos pueden ser monofensivos
o pluriofensivos. Los primeros afectan a un solo bien jurídico, como el homicidio que
afecta únicamente la vida; y los segundos, a más de uno como el caso del robo que
afecta al patrimonio, la libertad personal e incluso la vida o la integridad física.

Según los elementos subjetivos del tipo, los delitos pueden ser dolosos y culposos o
imprudentes. Asimismo, también están los delitos cualificados por el resultado como los

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llamados preterintencionales, que se estructuran a partir de una acción dolosa inicial y
que por imprudencia se produce un resultado mucho más grave que el que se quiso
causar. También están los que muestran especiales elementos subjetivos adicionales al
dolo, estos son los llamados tipos de tendencia interna trascendente, normalmente estos
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muestran una intención de lograr determinada finalidad o propósito, la misma que


ordinariamente es un resultado que trasciende el dolo. Estos son los casos del ánimo de
lucro en los delitos contra el patrimonio.

Por la cualificación especial del autor, los delitos pueden ser comunes o especiales. Los
comunes pueden ser cometidos por cualquier persona, sin necesidad de cualificación o
condición especial; en cambio los especiales, exigen en el sujeto activo una especial
condición, relación o cualificación. Estos últimos a la vez pueden ser delitos especiales
propios y delitos especiales impropios. Los primeros no cuentan con un figura paralela en
los delitos comunes, siendo la cualidad o condición especial del agente la que
normalmente justifica la relevancia penal del hecho; por ello si no se presenta la
cualificación especial, el hecho no tendrá relevancia penal. Los delitos especiales
impropios, por el contrario, cuentan con un tipo común paralelo; en estos casos la
calificación especial, ordinariamente sólo configura una circunstancia que da mayor
gravedad el hecho; ejemplo típico de estos delitos es el delito de Peculado, en el que
para su configuración se requiere de un funcionario o servidor público como agente; pero
si la conducta de apropiación o sustracción de los bienes o caudales configurativa del
Peculado, las realiza un particular (sin la calificación de funcionario o servidor público), no
habrá delito de peculado, pero de todos modos el hecho calificará como Hurto o
Apropiación Ilícita; en estos casos se presenta la problemática del intraneus y el
extraneus, la misma que abordaremos al desarrollar la autoría y participación en los
delitos de infracción de deber.

Por el título en que se sustenta la punibilidad, los delitos pueden ser delitos de autoría
normal o de dominio y delitos de infracción de deber. Los delito de dominio sustentan
la punibilidad en la propia acción, esto es, tienen como núcleo de la imputación en la
afectación concreta al bien jurídico (lesión o puesta en peligro) así como en la infracción
del deber general de no dañar a nadie y comportarse conforme a los mandatos
normativos generales; en este caso, se infringe un deber negativo general. En cambio,
los de infracción de deber suponen un agente portador de deberes especiales, más allá
de los deberes generales correspondientes a toda persona, y sustentan la punibilidad
precisamente en la infracción de estos deberes; estos deberes configuran mandatos
especiales de los que son destinatarios ciertos grupos de personas como funcionarios o
servidores públicos, ciertos familiares respecto de otros, los profesionales, etc.; de

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realizar determinadas conductas positivas a favor de ciertos bienes jurídicos; en tal
sentido se infringe un deber positivo.

Desde una perspectiva funcional normativa, no se trata de la infracción de un deber


I
impuesto por el rol general de ciudadano, sino de un rol especial o institucional. El título
de imputación en estos últimos delitos se establece a partir de la infracción del deber,
independientemente de si el agente actúa o no con dominio del hecho. En otras palabras,
la imputación se sustenta en el incumplimiento de expectativas vinculadas al rol del sujeto
en el marco de una institución (de funcionario público, de padre de familia o de otro deber
especial) y dirigidas, no negativamente a la evitación de la lesión, sino positivamente a la
generación de determinadas situaciones favorables para el bien jurídico. Estos son los
llamados, en terminología de Jakobs, delitos en virtud de una competencia institucional,
por contraposición a los de dominio que son delitos en virtud de una competencia de
organización.

Por la acción y el resultado, los tipos penales pueden ser delitos de mera conducta o
simple actividad y delitos de resultado. Los de simple actividad, como su nombre lo
señala, se consuman con la simple realización de la conducta o acción típica, sin
necesidad de que se produzca un resultado ulterior; esta conducta puede ser de peligro o
en sí misma configurar una afectación lesiva para el bien jurídico. Como puede
apreciarse, estos delitos no consideran en su configuración típica resultado alguno (sin
embargo, algunos autores sostienen que también muestran un resultado, solo que este
se presenta simultáneamente con la acción). En cambio, los delitos de resultado,
comprenden en su estructura al resultado como elemento del tipo objetivo. Este resultado
puede separarse espacio-temporalmente de la acción, pues, normalmente se presenta
con posterioridad a esta. Para su consumación se requiere del resultado adicional,
normalmente lesivo para el bien jurídico; asimismo, requieren de una relación causal
entre acción y resultado. Si se concretara únicamente la acción típica mas no el
resultado, el delito simplemente quedará en grado de tentativa. No obstante, la conducta
puede ser activa u omisiva.

Un grupo de delitos de resultado que ha generado especial dificultad, son los llamados
delitos cualificados por el resultado, es decir aquellos en los que, a la acción dolosa de
determinado contenido de injusto, se añade un resultado imprudente mucho más grave.
En este caso estamos ante los llamados delitos preterintencionales (estos serán tratados
en los tipos penales conforme a los elementos subjetivos).

Por el grado de afectación al bien jurídico u objeto de protección, se clasifican en delitos


de lesión y delitos de peligro. Los delitos de lesión causan un menoscabo o daño

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concreto al bien jurídico u objeto de protección. En cambio los de peligro solo generan un
riesgo o peligro para el bien jurídico u objeto de protección; no requieren para su
consumación de lesión alguna. Estos últimos a su vez se clasifican en delitos de peligro
concreto y delitos de peligro abstracto. En los delitos de peligro concreto, la acción
I

delictiva entra en contacto con el bien jurídico u objeto de protección de la norma, se trata
de un objeto determinado e identificado; inclusive, se dice que estos delitos son de
resultado, no de un resultado lesivo, pero sí de una afectación más o menos concreta del
objeto de protección.

En estos delitos, el resultado lesivo simplemente constituye un paso más en la línea o en


el sentido de la propia acción generadora del riesgo o peligro; por ello mismo, si estamos
ante un delito de peligro concreto, pero luego a partir de este delito, se genera el
resultado lesivo (delito de resultado) estaremos únicamente ante un delito de resultado
dejándose de latió el delito de peligro concreto, el que será absorbido por el delito de
resultado; por tanto, los delitos de peligro concreto son subsidiarios de los delitos de
lesión. En cambio, en el caso de los delitos de peligro abstracto, el peligro se toma en
cuenta sin relación a objeto de protección alguno, simplemente se toma en cuenta como
un peligro general; esto es, no está determinado ni identificado el objeto protegido de
modo específico; la acción no entra en contacto con el objeto de protección; por ello, de
producirse un delito de resultado a partir del delito de peligro abstracto, estaremos ante
un concurso real de delitos, con todas las consecuencias que ello implica (sobre todo, la
sumatoria de penas en nuestro sistema penal). Caso típico de concurso real se presenta
entre los delitos de asociación ilícita para delinquir (peligro abstracto) y delito de robo
(resultado). Los delitos de peligro abstracto se concretan con la mera realización de la
acción, por lo que no se diferencian de los delitos de simple acción; por ello mismo, en
estos casos resulta innecesaria la probanza del peligro en el caso concreto para que
sobrevenga la punibilidad.

Como se ha indicado, la afectación al bien jurídico se realiza a través de una lesión o de


una puesta en peligro; sin embargo, existen algunos delitos, a los que comúnmente se les
llama delitos de mera desobediencia, en los cuales realmente no se aprecia la causación
de una lesión o un riesgo para el bien jurídico, inclusive ni siquiera es posible identificar
un objeto de protección, más allá de la simple infracción a la norma que prohíbe la
conducta.

Estos delitos resultan muy similares a los delitos de peligro abstracto, tanto que, inclusive
dice que estos delitos también son de mera desobediencia; y claro no falta razón para
ello, porque también en los delitos de peligro abstracto no se puede identificar un objeto

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de protección penal específico, A partir de estos tipos penales, se niega la validez del
principio de exclusiva protección de bienes jurídicos propio del Derecho penal, y se
sostiene que en efecto, existen los delitos de mera desobediencia, no porque se busque
proteger bienes jurídicos específicos, sino simplemente porque la norma así lo establece,
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y la norma puede estar orientada a la protección de la paz social en abstracto, sin estar
vinculada a bien jurídico específico alguno (salvo que se considere a la necesidad de
protección de la paz social como un bien jurídico específico, lo cual resulta ampliamente
discutible); y desde luego, estos delitos se concretan con la simple desobediencia de la
norma, lo que daría toda razón a las tesis funcionalistas normativas. No obstante, por
nuestra parte creemos que la existencia de los delitos de mera desobediencia no resulta
suficiente para negar el principio de exclusiva protección de bienes jurídicos del Derecho
penal, por el contrario, consideramos que estos delitos solo existen en la medida que con
ellos se pretende reforzar la protección de determinados bienes jurídicos que ya se
encuentran protegidos por otras normas penales (tipos penales) y que por ello ya
configuran bienes jurídicos penalmente tutelados. Tal es el caso del delito de omisión de
reporte de operaciones sospechosas en los casos del delito de lavado de activos (sujeto
a ley especial) en el cual el tipo penal se concreta con el simple hecho de la omisión de
comunicar a la autoridad correspondiente sobre la operación sospechosa de la cual ha
tenido conocimiento la persona obligada a informa, independientemente de que
finalmente se determine que la operación no reportada era lícita o ilícita. Sin embargo, a
pesar de ello el tipo penal ya concreta con la simple omisión de reporte, Pero claro, aún
cuando en este tipo penal no resulta claro cuál es el objeto de protección o bien jurídico,
es evidente que este resulta siendo el mismo que es protegido por el delito de lavado de
activos (libre competencia y administración de justicia)» y con este tipo penal lo único que
se busca reforzar la protección de dicho bien jurídico. En tal sentido, incluso en estos
casos de delitos de mera desobediencia, el fundamento de la punición es la protección de
un bien jurídico.

Según la posibilidad de admitir o no un autor mediato, pueden dividirse en delitos de


propia mano y delitos que admiten intermediarios, Los primeros sólo admiten la autoría
cuando el agente realiza por sí mismo la conducta típica, como el caso de la violación
sexual o la conducción de vehículo en estado de ebriedad, lo cual obviamente no significa
que no se pueda considerar a los demás intervinientes en los hechos, como cómplices o
inductores. En cambio, en los segundos, se admite la intervención de autores mediatos
además de los cómplices o inductores.

Por la forma como se logran o pretenden los fines delictivos. Pueden ser delitos de
consumación normal y delitos de consumación anticipada. En los primeros se requiere la

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obtención de los fines típicos o producción del resultado final. En cambio en los de
consumación anticipada, esta se produce antes de la obtención del resultado o fin típico
propuesto por el agente; normalmente se trata de supuestos de tentativa elevados a
delitos consumados, cuya configuración se concreta a través de la realización de ciertos
I

actos encaminados a determinado fin que no es necesario que se cumpla para la


consumación del delito; estos son los llamados delitos de emprendimiento. Asimismo,
dentro de estos delitos de consumación anticipada, se encuentran los conocidos como
delitos mutilados por el resultado y los delitos de resultado cortado. Los delitos mutilados
por el resultado configuran actos completos (inclusive con un resultado), pero la
realización de estos actos tiene como fin realizar otro acto, es decir, lograr otro resultado;
presentan un elemento subjetivo adicional al dolo constituido por el ánimo encaminado a
concretar el otro acto o lograr el otro resultado. La consumación de estos delitos se
concreta con la realización del primer acto, sin necesidad de que el segundo acto o
resultado se lleve a cabo, pero claro, el primer acto se realiza para lograr la realización
del segundo; ejemplo típico de estos delitos es la posesión de drogas para luego
comercializarlas o el delito de rebelión (alzarse en armas para derrocar al gobierno). En el
caso de los delitos de resultado cortado el agente consuma la acción delictiva, pero la
realiza con la finalidad de lograr un resultado ulterior, el mismo que no constituye un
elemento adicional del tipo penal, por lo que no es necesario que este se produzca;
ejemplo de estos delitos es el delito de falsificación de documentos, el mismo que se
realiza con la finalidad de lograr un beneficio ulterior o perjudicar a tercero. La diferencia
entre estos delitos es que en el primero se requiere de la realización de otros actos para
lograr el propósito emprendido, puesto que el primer acto no tendría sentido para el autor
sin la realización de los demás actos; en cambio en el segundo, el primer acto por sí
mismo ya satisface el ánimo del autor sin necesidad del resultado ulterior; ello determina
que en el delito mutilado por el resultado, si un tercero participa en el segundo acto,
resultará coautor o cómplice del único delito que se comete (posesión de droga o
rebelión); en cambio en los delitos de resultado cortado, si un tercero participa en el
segundo acto (utilizar el documento falso) cometerá un delito independiente (uso del
documento). Finalmente, en todos estos delitos de consumación anticipada, no es posible
la tentativa, puesto que no resulta relevante penalmente intentar un delito que se
consuma, precisamente, a través de una “tentativa”.

Según su forma de consumación, los delitos pueden ser clasificados en


instantáneos y permanentes.

Los instantáneos son aquellos en que la realización total es inmediata. Permanentes son
aquellos en que el momento consumativo se prolonga en el tiempo por voluntad delictiva

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del autor. Cada uno de estos momentos del estado antijurídico realiza el tipo penal; por
esto, la intervención de terceros durante la permanencia del estado antijurídico
configurará coautoría o complicidad (primaria o secundaria); igualmente, como quiera que
el momento consumativo del delito se prolonga en el tiempo, el plazo de prescripción de
I

la acción penal recién comenzará a correr cuando cese el estado de antijuricidad


(permanencia). Cercanos a los delitos permanentes están los llamados delitos de estado,
estos se consuman a través de una acción instantánea o inmediata pero generan una
situación antijurídica posterior que se prolonga en el tiempo; sin embargo, esta
prolongación de la antijuricidad no continúa realizando el tipo penal, como ocurre en los
delitos permanentes; por ello se consideran únicamente como delitos instantáneos. La
participación de terceros durante la permanencia de la antijuricidad es irrelevante
penalmente y el plazo de prescripción se inicia en el momento de la realización
instantánea del hecho. Caso típico de estos delitos de estado, es el delito de Usurpación
por despojo.

Finalmente, por su conexión con otros delitos, pueden ser tipos básicos o tipos derivados.
Los tipos básicos contienen descritos todos los elementos del tipo en el supuesto
normativo; en cambio los derivados, solo describen algunos elementos atenuantes o
agravantes y los demás elementos son tomados de un tipo básico. Ejemplo los tipos
básicos de hurto y robo, a partir de los cuales se estructuran los tipos agravados.

B) ELEMENTOS DEL TIPO

Como se ha indicado, si bien para efectos pedagógicos en el análisis del concepto del
delito, partimos del análisis de la acción típica, en realidad la acción es únicamente uno
de los elementos del tipo, por lo que para determinar si estamos o no ante un tipo penal,
debemos constatar la presencia de todos los elementos típicos (objetivos y subjetivos)
previstos por la norma penal. Obviamente, en cada tipo no vamos a pretender constatar
la presencia de todos los elementos a los que vamos a hacer referencia, sino únicamente
los que la norma penal los haya previsto para el caso concreto.

Como habíamos dicho antes, el tipo penal, al describir un hecho humano presenta
elementos objetivos y subjetivos, los misinos que pueden ser enfocados desde una
perspectiva externa e interna del sujeto así como también desde una perspectiva social
(los elementos objetivos) e individual (los elementos subjetivos), conforme a los criterios
que se maneje de la teoría del delito y de la organización social de la comunidad en la
cual rige la norma.

b). 1. ELEMENTOS OBJETIVOS

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Tal como se acaba de indicar, los elementos objetivos del tipo son aquellos que se
encuentran fuera del ámbito interno del sujeto, que pueden apreciarse a través de los
múltiples instrumentos de percepción u observación, o interpretando la descripción o
valoración realizado por la sociedad respecto a determinados componentes sociales o
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instituciones jurídicas. Asimismo, también pueden ser determinados apelando a los


criterios sociales respecto a los hechos o instituciones, por contraposición a los
elementos subjetivos que se determinan apelando a los criterios individuales de los
sujetos intervinientes en el delito, sea como agente o como víctima (conforme a la teoría
funcional normativa). Pero ojo, no todos los elementos que vamos a describir aqui tienen
que estar presentes en un tipo penal, simplemente nos referímos a ellos porque van a
estar presentes en algún tipo penal.

b), 1.1. ELEMENTOS DESCRIPTIVOS

Son aquellos que los podemos apreciar, percibir o delimitar apelando simplemente a
nuestros sentidos, aún cuando en ciertos casos tengamos que servirnos de instrumentos
técnicos o científicos (que ha llevado a algunos a hablar de elementos científicos del
delito), al fin de cuentas serán nuestros sentidos y nuestras apreciaciones lógicas
elementales, los que nos darán la información necesaria respecto a la presencia o
«usencia de esto» demento del delito. Dentro de estos están los siguientes;

b), 1,1,1, Los sujetos del delito

Esto es, las personas naturales o jurídicas que resultan involucradas en la comisión del
delito. Dentro de estos están los sujetos activos o agentes del delito, quienes realizan la
acción típica o participan a título de autores, Inductores o cómplices y serán pasibles de
la responsabilidad penal correspondiente. Asimismo, los sujetos pasivos o víctimas del
delito, es decir, las personas que se ven afectadas directa o indirectamente por el delito,
sea porque sus bienes o derechos han sufrido directamente un menoscabo o porque sin
menoscabarlos o deteriorarlos directamente se ha afectado la titularidad de dichos
sujetos sobre los bienes o derechos (como cuando se sustrae el bien); igualmente puede
tratarse de personas que no eran titulares del bien afectado, sin embargo, tenían una
relación de dependencia o vinculación especial con el titular del bien lesionado por el
delito, como por ejemplo, en el delito de homicidio, en el que resultan agraviados los
causahabientes. Puede tratarse de personas naturales o jurídicas así como también de
centros de imputación de derechos y obligaciones, como las sucesiones (testadas o
intestadas); inclusive, puede tratarse del propio Estado, de la sociedad u otros colectivos
titulares de intereses difusos.

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b). 1.1.2. La conducta

Es la propia acción o comportamiento al que nos hemos referido al desarrollar la acción


típica. Pues, tal como ya lo hemos indicado, en realidad la acción es un elemento del tipo,
que solo para efectos pedagógicos la separamos y a partir de esta iniciamosI el análisis
del tipo penal, de modo que resulte pertinente la definición del delito como acción, típica,
antijurídica y culpable. Es más, la acción es el elemento fundamental del delito,
constituyendo su núcleo o verbo rector.

b). 1.1.3. El resultado

Este elemento estará presente en los llamados delitos de resulta es decir, en los que
requieren que la acción haya producido un efecto a través del cual se consuma el delito.
Normalmente, este resultado constituye la concreción de la finalidad propuesta por el
agente en los delitos dolosos y configura la lesión al bien jurídico u objeto de protección;
sin embargo, también los delitos de mera actividad o de simple acción pueden causar una
lesión al bien jurídico y sin embargo no estamos ante un delito de resultado; asimismo, en
los delitos de peligro concreto también se habla de un resultado, el mismo que no es una
lesión (de haber lesión ya no se trataría de delito de peligro) sino una aproximación
suficiente del peligro de causación de la lesión. En tal sentido, el resultado no
necesariamente coincide con la lesión al objeto de protección del delito, únicamente es
un elemento adicional que es separable temporal y espacialmente de la acción. El
resultado puede ser constatable materialmente, o también puede ser netamente formal y
constatable únicamente a través de criterios lógicos, intelectuales o jurídico - valorativos.

b). 1.1.4. Relación de causalidad

En el caso de los delitos de resultado (y eventualmente en casos de delitos de peligro


concreto) debe existir un vínculo o nexo causal entre la acción y el resultado, en virtud al
cual la acción resulta ser causa do resultado; o dicho de otro modo, el resultado es efecto
de la acción. Normalmente la relación de causalidad entre acción y resultado es de fácil
determinación, sobre todo cuando se trata de una sola acción. Sin embargo, en ciertos
casos (especialmente cuando concurren varias acciones a la producción del resultado), la
determinación del nexo o relación de causalidad presenta dificultades; por ello, para
explicarla y determinarla se han generado diversas teorías. Entre las principales están la
teoría de la equivalencia de condiciones, la teoría de la causa adecuada, la de la
relevancia jurídica y finalmente la imputación objetiva.

Conforme a la teoría de la equivalencia de condiciones o conditio sine qua non, causas


del resultado son todas las condiciones negativas y positivas que concurren a producir el

15
resultado, de modo tal que suprimiendo alguna de ellas, el resultado desaparece.
Conforme a esta teoría se extiende enormemente las causas de un resultado, con lo que
finalmente no se resuelve el problema, por cuanto considera igualmente causantes a
todos los que de una u otra manera intervinieron en la cadena causal, por remotas que
I

hubiesen sido las posibilidades de contribuir a la producción real del resultado o de


causar este con su sola intervención.

Asimismo, resultaba completamente injusto que quien contribuía mínimamente en los


acontecimientos, sea responsable en la misma medida que el que con su accionar
hubiera producido por sí solo el resultado. Por todo ello, esta teoría no resulta útil por sí
sola.

Conforme a la teoría de la causa adecuada o de la adecuación causa es, en sentido


jurídico, únicamente la condición típicamente adecuada”. Esta teoría parte de una
observación empírica; se trata de saber, dentro de la universalidad de causas que
encarna cada situación, qué causas normalmente producen tal resultado. No todas las
causas que concurrieron a la producción del resultado pueden ser consideradas como
causas en sentido jurídico; y por tanto, no todas las causas obligan a su autor a asumir el
papel de ‘causante’, para ello se requiere que la causa sea adecuada, es decir, que sea
idónea para producir el resultado.

Que una causa sea idónea o típicamente adecuada, conforme a esta teoría, significa que
esa causa normalmente es capaz de producir el resultado. Produce normalmente el
resultado cuando conforme a la experiencia cotidiana o el curso normal y ordinario de las
cosas, a una acción determinada le corresponde determinado resultado, y a determinada
causa determinado efecto. Si concurrieran diversas causas a la producción del resultado,
la causa jurídicamente relevante será la más adecuada o más idónea, las demás se
consideran únicamente como condiciones o factores concurrentes pero no causas
propiamente dichas.

Aun cuando teóricamente esta teoría aparentemente resulta clara, sin embargo, no es
sencillo determinar qué causa produce ‘normalmente’ el resultado; por ello, asumiendo
criterios más concretos, se dice que una condición será adecuada para producir el
resultado, cuando una persona normal, colocada en la misma situación que el agente,
hubiera podido prever que en las circunstancias corrientes, tal resultado se produciría
inevitablemente. Pero previsible objetivamente lo es casi todo, por eso la teoría de la
causa adecuada recurre a otro criterio limitador de la causalidad, el de la diligencia
debida, en virtud a esta, quien realiza la acción con la diligencia debida, aunque sea
previsible el resultado, se mantiene en el ámbito de lo permitido jurídicamente.

16
“Previsibilidad objetiva y diligencia debida son, por consiguiente los dos criterios
selectivos que sirven para precisar cuándo una acción es adecuada para producir el
resultado”. Aun cuando esta teoría en la ciencia penal tiene prestigiosos partidarios, ha
sido complementada y muchas veces reemplazada por criterios normativos, que han
I

dado origen a la Teoría de la Relevancia Jurídica y también a la Teoría de la Imputación


Objetiva.

La teoría de la relevancia jurídica se ha elaborado a partir de la teoría de la equivalencia


de condiciones y la teoría de la adecuación, limitando la relevancia penal únicamente a
las causas que pudieran tener cierta idoneidad para producir el resultado, y considerando
además que luego de acreditada la relación de causalidad conforme a la teoría de la
equivalencia de condiciones, se deben tener como resultados de la acción (o como
causas del resultado), únicamente a los que entran dentro del fin de protección de la
norma penal. En este sentido se pronuncia Wessels cuando indica: “Oponiéndose a la
teoría de la adecuación, la teoría de la relevancia jurídica que se le aproxima en cuanto al
resultado final (Mezger, Blei), distingue rígidamente entre la cuestión de la causación y la
imputabilidad objetiva del resultado: al comprobar la relación causal, se basa con la
opinión dominante, en la teoría de la condición (teoría de la equivalencia de condiciones).
En cambio, con respecto a la imputación del resultado, remite a la relevancia penal del
suceso causal, reconociendo como fundamentadora de la responsabilidad únicamente
(como la teoría de la adecuación) las condiciones típicamente adecuadas dentro del
curso causal, pero sin perder de vista el fin de protección de la norma y las peculiaridades
del tipo penal de que se trata (...). En el aspecto dogmático, la teoría de la relevancia al
separar exactamente la causación y la imputación del resultado, es preferible a la teoría
de la adecuación”.

Las dificultades para la determinación de la relación causal y de la propia imputación del


resultado, determinaron la formulación de criterios normativos para tal fin. A partir de
estos criterios se ha desarrollado la teoría de la imputación objetiva la misma como se
verá más adelante en su versión mas moderada, toma en cuenta, además de la relación
de causalidad entre la acción y el resultado, especialmente la cuestión de si un resultado
socialmente perjudicial puede serle imputado al autor como su propia obra, teniendo a
cuenta la posibilidad humana de realización. En estos casos, para la mayoría de autores,
luego de comprobar la relación de causalidad, se imputará el resultado al agente,
únicamente si con su actuar creó un riesgo no permitido para el bien jurídico o aumentó
uno ya existente; asimismo, si este riesgo llegó a concretarse en un resultado (relación de
riesgo entre acción y resultado), y si este resultado se produce dentro del ámbito de
protección de la norma infringida. Adicionalmente, se han desarrollado otros criterios de

17
imputación objetiva, más que para imputar el resultado a determinada acción,
fundamentalmente para extraer del ámbito penal a determinadas conductas, o para
determinar la participación en el injusto atribuido (autoría o participación tales son: el
principio de confianza, prohibición de regreso, ámbito ¡h protección de la víctima (el que
I

lleva a la exclusión de la imputación en casos de autopuesta en peligro o actuación a


propio riesgo).

b) . 1.1.5. Objeto del delito o de la infracción

Se entiende por objeto del delito, a todo bien, derecho o interés sobre el cual recae la
acción delictiva, es decir, el bien afectado a través de la lesión o puesta en peligro por la
acción u omisión del agente, pudiendo ser la propia persona (en su integridad psico-física
o la vida), cuando se trata de atentados contra la vida, el cuerpo y la salud. Sobre el bien
o cosa objeto del delito, existe una titularidad indiscutida de derechos del agraviado o
víctima, y precisamente tales derechos o titularidad de estos son afectados por el delito.
En algunos tipos penales se considera como objeto del delito a ciertos elementos
específicos de la acción, obviamente, estos elementos deben reunir determinadas
características especiales para justificar la punibilidad de la conducta que afecta a estos
elementos, como el feto o concebido en los delitos de aborto, los bienes en los delitos
contra al patrimonio, etc. Estos son distintos del bien jurídico protegido, que en el primer
caso, es la vida humana dependiente y el patrimonio en los segundos. Igualmente se
prevé como objetos de la acción a los medios de transporte o las instalaciones de los
servicios públicos, etc.

b) . 1.1.6. Efecto del delito

Es el producto del delito, es decir los objetos producidos mediante la acción delictiva,
como por ejemplo los alimentos adulterados o la moneda o documentos falsificados. En
algunos tipos penales, es necesario que se produzca estos efectos para la consumación
del delito. Así por ejemplo, en el delito de falsificación de documentos será necesario que
se haya producido el documento falso como consecuencia de la realización de la acción
típica, de lo contrario no se habrá cumplido con los elementos objetivos del tipo.

b). 1.1.7. Otros

Dada la multiplicidad de tipos penales se pueden considerar otros elementos objetivos


específicos, referidos a los medios como se realiza la acción (homicidio mediante veneno,
incendio, etc.), a la forma como ésta se concreta (pluralidad de agentes, ferocidad, gran
crueldad), a las circunstancia de tiempo (durante la noche), a las circunstancias de lugar
(en lugar desolado), otras circunstancias como el estado puerperal en el infanticidio, etc.

18
En todos estos casos, para considerar que los elementos objetivos descriptivos del tipo
están presentes se deberá constatar su existencia, según lo disponga la norma penal de
modo específico, sea para los tipos básicos o para los calificados.

I
b) .2. Elementos normativos

En algunos casos los elementos del tipo objetivo a los que nos hemos referido, pueden
estar formulados en base a ciertas valoraciones preexistentes de la sociedad o del
sistema jurídico, en estos casos no podemos apreciarlos o determinar su presencia y
alcance apelando a nuestros sentidos; en tales casos, para definirlos, delimitarlos o
constatarlos, debemos recurrir a las referidas valoraciones contenidas normalmente en
otras normas, sean estas de naturaleza penal o extrapenal; es decir, apelaremos a las
llamadas normas de remisión, las mismas que para cumplir con el principio de legalidad,
deben ser normas con jerarquía de ley, salvo que estas remitan a su vez a un reglamento
u otra norma de menor jerarquía. No obstante, en ciertos casos también estas
valoraciones pueden ser netamente sociales o culturales, como por ejemplo el elemento
“material obsceno”, el mismo que será determinado en base a valoraciones culturales e
incluso morales imperantes en la sociedad.

Todos los elementos a los que nos hemos referido al tratar sobre los elementos
descriptivos, pueden ser formulados como elementos normativos, precisamente porque la
gran mayoría de conceptos jurídicos se determinan normativamente. Así, la acción típica
puede ser normativa en el caso: “girar” o “endosar” un cheque, puesto que para entender
a que nos referimos con estas acciones tenemos que recurrir a la ley de títulos valores; el
resultado "lesiones graves” en el delito de robo agravado (artículo 189° del CP, última
parte), se determina, recurriendo a la norma penal contenida en el artículo 121º del CP,
inclusive en determinados casos el propio resultado “muerte" es determinado por la
norma, en este caso, la Ley General de Salud y la Ley de Donación de Órganos,
establece que para determinar la muerte se requiere del electroencefalograma plano o
lineal, y a partir de este momento ya se puede disponer de sus órganos si se trata de un
sujeto “donante”. Igualmente los demás elementos pueden ser normativos en ciertos tipos
penales, como los sujetos activos “funcionarios o servidores públicos” en la mayoría de
los delitos contra la administración pública, en cuyo caso se determinan estos sujetos
recurriendo al artículo 425° del CP; igualmente, el objeto del delito “bienes muebles o
inmuebles” se determina recurriendo a las normas correspondientes del Código Civil; en
el mismo sentido, los demás elementos pueden tener una formulación normativa en
determinados tipos penales.

c) Elementos subjetivos

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Como ya lo indicamos, el tipo penal, al describir un comportamiento humano, presenta
elementos objetivos y subjetivos; se considera subjetivos a los que se producen o están
presentes en el ámbito interno del sujeto, los que sin embargo, se muestran
externamente a través de ciertos indicios o expresiones objetivas. Desde otro punto de
I

vista (funcional-normativo), los elementos subjetivos son aquellos que están referidos al
sujeto individualmente considerado, por contraposición a los elementos objetivos que se
configuran y determinan en base a criterios sociales.

Por tratarse de elementos del fuero interno del sujeto, se dice que no es posible
constatarlos y por tanto que no pueden configurar verdaderos elementos del delito, sin
embargo, como quiera que estos elementos pueden ser apreciados a partir de datos
objetivos, consideramos que no existe mayor problema para su consideración.

El principal elemento subjetivo en los delitos dolosos, que son los que estamos
desarrollando, es precisamente el dolo, aun cuando pueden existir otros elementos
subjetivos adicionales al dolo en ciertos tipos penales. Obviamente, el otro elemento
subjetivo es la culpa o imprudencia, sin embargo, a este elemento no haremos referencia
en el presente, toda vez que estos están presentes en los delitos imprudentes, cuyo
tratamiento lo hemos dejado para otra oportunidad.

c) .l. El dolo

Es precisamente el principal elemento subjetivo en los delitos dolosos, supone un mayor


desvalor subjetivo de la acción (en relación a la imprudencia) y ordinariamente una mayor
peligrosidad. Entendemos por dolo, al conocimiento y voluntad del agente respecto al tipo
penal, o mejor dicho, respecto de los elementos objetivos del tipo (los elementos
objetivos del tipo deben ser abarcados por el conocimiento configurativo del dolo).
Seguimos utilizando el criterio tradicional y mayoritario todavía, en el sentido de que está
configurado por el conocimiento y la voluntad, aun cuando existen posiciones
interesantes y lógicamente coherentes en el sentido de que el único elemento del dolo es
el conocimiento, no interesando mayormente la voluntad o el querer, toda vez que
“existen casos en que sin concurrir propiamente voluntad de realizar un tipo penal, la
conducta llevada a cabo parece, sin embargo, merecedora de la pena asignada a la
infracción dolosa… .Ante ello, se sostiene que puede prescindirse de la voluntad y afirmar
el dolo siempre que el sujeto se haya representado como posible o probable que el
resultado podía acaecer, o haya actuado con la conciencia de estar creando un riesgo
elevado de realización del tipo penal.

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Cuando hablamos de conocimiento, no nos referimos a uno técnico-jurídico o
especializado, sino únicamente del conocimiento que puede tener cualquier persona con
sentido común, actuando con toda normalidad. El sujeto luego de tener conocimiento de
todos los elementos del delito, decide realizar la acción, quiere la realización del hecho.
I

El dolo concurrente a la configuración del tipo penal puede ser dolo directo de primer
grado, cuando el agente tiene conocimiento pleno de los elementos objetivos del tipo, y
además quiere realizarlos; en estos casos el elemento volitivo se presenta de modo más
intenso y es determinante en la configuración del dolo; no interesa que el su¬jeto tenga la
seguridad de lograr su propósito propuesto, es suficiente que sea de posible realización;
finalmente, no interesa si el propósito perseguido se logra o no para la configuración de
este tipo de dolo.

Igualmente puede tratarse de dolo directo de segundo grado o de consecuencias


necesarias, en este caso el propósito perseguido por el sujeto no es precisamente la
realización del tipo, sino que persigue otro objetivo, sin embargo, “sabe que la acción
encaminada a otro fin va unida necesariamente y con seguridad a la realización de todos
los elementos de un tipo delictivo (con sus diversas circunstancias, y en su caso, su
resultado), cuya producción por tanto, aunque no le guste, también acepta”, cuando el
sujeto tiene la intención de perpetrar el hecho, pero su voluntad no está orientada a lograr
determinado resultado, no obstante, conociendo que el mismo se producirá, lo asume y lo
acepta como la consecuencia necesaria de su accionar.

Asimismo, puede tratarse de un dolo eventual, que se presenta cuando el agente realiza
un hecho cuya consecuencia probable o posible es la realización del tipo, pero lo realiza
sin el propósito de conseguí dicha consecuencia típica, a la vez que no está seguro de
que esta se producirá. Sin embargo, pese a ser consciente de la probable realización del
tipo (resultado, en su caso) continúa con la realización de hecho, con lo que asume como
propia la realización del resultado o consecuencia típica.

Otros puntos que se han tratado a este nivel y que se ha discutido si configuran
supuestos de dolo o de culpa (sobre todo, si se refiere a dolo eventual o imprudencia
grave) son la ignorancia deliberada y la indiferencia extrema.

Al respecto, en la doctrina y la jurisprudencia se viene discutiendo si estos casos


constituyen supuestos que exigen el reproche penal correspondiente a las conductas
dolosas, aun cuando estemos ante la ausencia del conocimiento o la representación de
los elementos objetivos del tipo. Al respecto, consideramos que el caso de ignorancia
deliberada puede asimilarse sin problema alguno a los casos de dolo eventual; o por lo

21
menos, el reproche penal debe ser el mismo. En efecto el no querer saber los elementos
del tipo objetivo que caracteriza el dolo, equivale a querer y aceptar todos los elementos
que vertebran el tipo delictivo cometido”. Esto es más evidente cuando el sujeto puede y
debe conocer; es decir, está en la posibilidad de acceder a la información necesaria, a la
I

vez que está en la obligación de hacerlo, pero deliberadamente no lo hace.

Actuará en estado de ignorancia deliberada, tal como refiere RAGUÉS Y VALLÉS, “…


todo aquél que pudiendo y debiendo conocer determinadas circunstancias penalmente
relevantes de su conducta, toma deliberada o conscientemente la decisión de
mantenerse en la ignorancia respecto de ellas”. El mismo autor define las características

De ignorancia deliberada, señalando como tales: a) ausencia de representación


suficiente; b) capacidad de obtener la información ignorada; c) deber de obtener la
información ignorada; d) decisión de no conocer. En estos casos, la doctrina y cierta
jurisprudencia del Tribunal Supremo Español así como la jurisprudencia norteamericana,
equiparan el reproche penal para estas conductas al correspondiente a los supuestos
dolosos, criterio con el que coincidimos plenamente.

Sin embargo, en el cuso de la indiferencia extrema, desde una perspectiva de lege lata,
no podemos asumirla como supuestos de dolo eventual o de supuestos con un reproche
penal equivalente; puesto que se trata de ignorancia configurativa de delitos imprudentes.
Y aun cuando en estos casos el reproche penal sea mayor al que corresponde a la
simple imprudencia, y por tanto, requiere, sin lugar a dudas, de una pena mayor, estando
al contenido de la norma no podemos equipararlos a los delitos dolosos, puesto que
atentaríamos contra el principio de legalidad y de taxatividad. Más allá que desde una
perspectiva de lege ferenda, se pueda tomar esta opción.

c).2. Otros elementos subjetivos,

Además del elemento subjetivo dolo, en ciertos casos se requiere de un elemento


adicional a este para la configuración de los elementos subjetivos del tipo. Tal es el caso
de los llamados elementos de tendencia interna trascendente, constituido por una
finalidad o intencionalidad adicional como el ánimo de lucro en los delitos contra el
patrimonio

c) .3. Error de tipo

Como quiera que para la configuración del dolo le requiere el conocimiento, siempre será
posible que (al conocimiento no se configure debidamente, esto es, que exista ignorancia

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del agente respecto los elementos objetivos del tipo, o se forme un conocimiento falso o
errado respecto de estos; es decir, que dicho conocimiento no corresponda con la
realidad. En tales casos, no habrá conocimiento propiamente dicho, y por tanto no habrá
dolo; por el contrario, estaremos ante el llamado error de tipo. Este error puede ser
I

vencible o invencible, en el primer caso cuando el agente, pese a haber actuado con
diligencia o con la prudencia debida, no ha podido tomar un verdadero conocimiento o
salir del error en que se encontraba, en cuyo caso no se habrá configurado el tipo penal
por ausencia de sus elementos subjetivos. En el segundo caso, el sujeto no se ha
formado el conocimiento debido, o no ha salido del error, por haber actuado precipitada o
negligentemente en cuyo caso podrá imputársele la comisión de un delito culposo, si es
que el hecho hubiese sido previsto como delito doloso y tambien como culposo, como el
caso del homicidio y las lesiones, en los cuales existe lesiones dolosas y culposas y
homicidio doloso y culposo De no existir ambos supuestos (doloso y culposo), al agente
tambien quedará exento de responsabilidad penal, al no haberse configurad0 el dolo
(elemento subjetivo del tipo penal).

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