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Prologo

Este trabajo tiene por objeto desarrollar un conjunto de ideas acerca de la arquitectura y su
proceso de elaboración.

Estas ideas las manejamos en forma habitual en nuestro quehacer cotidiano y trataremos
de sistematizarlas para transmitirlas en forma clara y ordenada.

Para ello dividiremos el trabajo en las siguientes partes:

Primera parte: EL QUE. Qué entendemos por arquitectura.

Segunda parte: CON QUE. Elementos constitutivos.

Tercera parte: EL CÓMO. Los pasos del proceso de elaboración. Metodología de diseño.

PRIMERA PARTE

EL QUE

ARQUITECTURA. HECHO ARQUITECTÓNICO.

¿Qué entendemos por arquitectura?

La Arquitectura es la actividad de crear espacios para uso de la gente.

El uso de los espacios, la gente lo realiza en función social y en un marco de significado


cultural.

El hecho arquitectónico es el espacio o conjunto de espacios, creados por el hombre para


ser usados por el hombre.

Decimos que una casa, un parque o una plaza es un hecho arquitectónico ya que son
creados por el hombre para ser usados por el hombre. En cambio un valle no es un hecho
arquitectónico aunque es usado por el hombre, ya que es productos de la naturaleza.
Tampoco es un hecho arquitectónico una lata de sardinas, hecha por el hombre, pero
destinada a albergar sardinas (muertas). Este último ejemplo cae dentro del campo del
diseño industrial.

EL PROCESO ARQUITECTÓNICO

El proceso arquitectónico comienza con la necesidad de contar con un espacio apropiado


para desarrollar una actividad. Prosigue arbitrando los medios para llegar a la concreción
física de dichos espacios. Luego es el uso del espacio en el tiempo el que trae aparejado una
verificación y posible transformación del mismo.

Los medios para llegar a concreción física del espacio son de dos tipos: un proceso
abstracto de pensamiento que genera una idea y otro concreto que materializa dicha idea.

El proceso abstracto comprende el proyecto del espacio, que para poder materializarse
necesita un vehículo de comunicación.

Este vehículo de comunicación es gráfico, escrito u oral.

La división no es estricta ya que el desarrollo de la idea sigue durante la realización de la


obra, e incluso durante el uso del espacio por el usuario, que también lo modifica.

Hacemos esta distinción, porque la estructuración general del hecho arquitectónico se


realiza durante el proceso abstracto (proyecto).
EL proceso abstracto comienza en la necesidad de un espacio y termina en un modelo de
dicho espacio.

Resumiendo, dada la necesidad se piensa una respuesta, ese pensamiento se traslada a un


medio de comunicación para poder ser concretada con los medios físicos que conforman
los espacios.

Los medios de comunicación son en nuestro caso, fundamentalmente gráficos, sin excluir
orales, escritos y volumétricos (maquetas).

Estos, son las herramientas del proceso.

Las cuatro “Franjas”

Para comprender y ordenar nuestro proceso de pensamiento trataremos, una vez definido
globalmente qué entendemos por arquitectura, analizar el hecho arquitectónico como un
sistema posible de descomponer en cuatro franjas a fin de proceder a su estudio.

Diremos así, que en el hecho arquitectónico se pueden reconocer:

a) Su estructuración funcional (espacios aptos para su necesidad de uso y nexos que


los interrelacionan).
b) Su materialización constructiva (el espacio conformado por materiales).
c) Su significado social (estructuración morfológica y constructiva insertada en una
circunstancia socio-cultural y económica determinada).
d) Su adecuación ecológica (respuesta a las condicionantes de clima y situación
geográfica dadas).

LA ESTRUCTURACIÓN FUNCIONAL

Esta franja se refiere a la organización de los espacios aptos para su necesidad de uso y de
los nexos que los interrelacionan.

Las necesidades que motivan la creación de un hecho arquitectónico configuran un


programa de espacios donde han de resolverse las actividades de los usuarios. Estas
actividades pueden ser: principales y/o secundarias. Podemos entonces decir que habrá
también espacios principales y espacios secundarios que albergarán dichas actividades.

También serán necesarios los nexos que interrelacionan estos espacios.

Por ejemplo; en una escuela la actividad principal es la de enseñanza, los espacios


principales serán entonces los que alberguen esa actividad, es decir, aulas, patios, sala de
música, etcétera; siendo los espacios de administración, sanitarios, cocina, etc, los
secundarios y las circulaciones los interrelacionan entre sí.

Decimos así que la estructuración funcional está dada por la organización de espacios
principales y espacios secundarios según un esquema circulatorio de distintos tipos de
flujos, cuyo ordenamiento actúa de columna vertebral del conjunto.

LA MATERIALIZACIÓN CONSTRUCTIVA

El espacio arquitectónico se conforma y materializa por materiales de construcción. El


bagaje técnico de la humanidad se va ampliando a medida que transcurre el tiempo y es así
como en esta franja, el arquitecto ha pasado del condicionamiento de contar con los pocos
materiales dados por su medio geográfico-económico (caso del serrano que construye su
rancho de piedra y paja o el nativo de la llanura que lo hace de barro) a tener un amplio
abanico de posibilidades constructivas sólo limitadas por lo económico y los intrínsecos a la
tecnología propia de cada material.

Al estudiar la materialización del espacio y la elección de los materiales a utilizar debemos


tener en cuenta que:
1) Cada material tiene un proceso de fabricación en sí y en la obra que influye en los
costos y operaciones del conjunto (Construcción tradicional, construcción
prefabricada, montaje en seco, obra húmeda).
2) Cada espacio por sus características, cualidad y dimensiones debe realizarse con
materiales adecuados (una cúpula puede ser hecha con ladrillo u hormigón
armado, pero no sería sensato hacerla de lona).

SIGNIFICADO SOCIAL

En esta franja ubicamos la estructuración morfológica del hecho arquitectónico insertado


en una circunstancia socio-cultural y económica determinada.

Las formas, las escalas, las relaciones espaciales, los materiales, todas las herramientas que
usa el arquitecto para cumplir con el fin propuesto en una obra arquitectónica dada, se
ordenan y organizan según un lenguaje formal y socio – cultural y económica que la hace
comprensible por el medio. Cada forma, relación espacial o material de construcción tiene
así un mensaje y un significado. En nuestra cultura, por ejemplo, frontis con columna
significa entrada de edificio; el espacio vertical de las catedrales con sus juegos de luces y
sombras, simboliza a la elevación a Dios; el uso del mármol en las fachadas, signo de poder
económico y así sucesivamente.

ADECUACIÓN ECOLÓGICA

El hecho arquitectónico surge como respuesta a la necesidad de protección contra los


agentes meteorológicos adversos: frío, calor, lluvia, sol, nieve, vientos, etcétera.

Por lo tanto el diseño debe responder, mediante elementos espaciales y constructivos


probados por su uso a través del tiempo, a la necesidad de refugio que el usuario demanda.

Así las respuestas características a tales requerimientos van conformando el bagaje


técnico–cultural de medio: techos con mucha pendiente para la nieve, ventanas pequeñas
en muros gruesos para el excesivo calor, y luminosidad, galerías ventiladas para el calor
húmedo, etcétera.

El clima frío trae como consecuencia edificios cerrados.

SINTESIS
Esta división sirve para poder estudiar y ponderar cada una por separado en el proceso de
diseño, sin que signifique una separación rígida, ya que se interpenetran entre sí. Por
ejemplo, un elemento como la galería puede estudiarse como una respuesta ecológica
(sombra y transición interior – exterior) o como significante social dado el uso que se hace
de ella (lugar de reunión de los usuarios).

Asimismo debemos tener en cuenta que todas estas franjas, son componentes de un
sistema y que no la enumeramos por orden de valores, ya que son equivalentes. Un espacio
arquitectónico por muy bien que responda a su medio ecológico, su inserción socio-cultural
y a sus necesidades, si tiene vicios de construcción es una mala obra. Del mismo modo un
perfecto alarde tecnológico o constructivo que no cumpla con su programa funcional es
una mala obra.

Sin embargo debemos tener en cuenta que la necesidad específica con frecuencia
convierte a una o más de las franjas en “tema” del conjunto. Por ejemplo, una fábrica debe
responder a un esquema de organización del trabajo y economía constructiva
prioritariamente, mientras una iglesia tomará el tema del espacio y la forma como símbolo.

En los ejemplos anteriores se ve claramente como el proyectista hace hincapié en la franja


que le interesa recalcar.
SEGUNDA PARTE
CON QUE
Clases de espacios
Las actividades humanas necesitan espacios para desarrollarse.
La ideación, organización, conformación, cualificación y materialización de estos
espacios es la tarea del arquitecto.
Los espacios tienen límites que los definen como interiores, intermedios o
exteriores.
Un espacio interior está cubierto y cerrado, protegiendo de los agentes climáticos.
Ejemplo, habitación.
El espacio exterior está descubierto y puede estar cerrado o no. Ejemplo, patio o
jardín.
El espacio intermedio está cubierto y no está cerrado lateralmente. Ejemplo,
glorieta.
LIMITES
La prefiguración del espacio es abstracta. Para cumplir su fin y poder ser usado, el
espacio se concreta mediante sus límites, que pueden ser reales o virtuales.
Ejemplo, una habitación; sus límites son reales. Dos hileras de columnas a lo largo
de un recorrido definen virtualmente un espacio.
El paso de la luz a la sombra define distintos espacios.

CONDICIONES Y CATEGORÍAS
El espacio arquitectónico tiene un destino determinado: posibilitar el desarrollo de
actividades humanas. El uso del espacio implica por lo tanto, que éste responda con
eficiencia a las necesidades planteadas en el programa. Para ello el espacio debe haberse
organizado, haberse cualificado y también materializado, es decir, construido.

La necesidad de organización del espacio, surge como consecuencia de diversidad de


situaciones, requerimientos y usos que conforma la totalidad de la actividad que este
espacio debe albergar. El programa por sí mismo genera necesidad de diferentes categorías
de espacios, que en conjunto responden al problema planteado.

Estas categorías conforman subsistemas internos, que deberían organizarse y relacionarse


para constituir un todo.

Podemos distinguir entonces, según su uso y destino, dos grupos de espacios: los espacios
principales y los espacios secundarios. Los espacios de circulaciones son nexos
estructuradores del sistema total.

Estas circulaciones, verdadera columna vertebral y sistema nervioso de la organización del


hecho arquitectónico, contienen los flujos de personas, vehículos o cosas que viven los
espacios principales y secundarios del conjunto.
ORGANIZACIÓN
La forma de organizar estos tres elementos, la podemos sintetizar según tres esquemas:

1) Organización lineal
2) Organización central
3) Organización en trama

Estas tres formas responden en general, con diferente margen de rigor, todos los ejemplos
que nos ofrece la historia de la arquitectura.

CUALIFICACIÓN
El espacio arquitectónico no es un mero pedazo de aire encerrado por un envolvente
material, sino que para cumplir su fin deberá cualificarse para constituirse en un lugar.

Un lugar que reúna característica de escala, habitabilidad y ambientación, de tal modo que
estimule las sensaciones del usuario, a fin de conseguir que éste lo identifique, lo apropie,
lo use y lo goce debidamente.

Esta cualificación se logra mediante el tratamiento de la envolvente y del espacio mismo,


usando las formas y elementos significantes, los materiales, la luz, las visuales, color,
climatización, etcétera.

La arquitectura usa un bagaje de recursos a fin de conseguir estos objetivos.

MATERIALIZACIÓN
En el pasaje de la idea espacial abstracta al hecho arquitectónico concreto, el
espacio queda definido por elementos constructivos.
Los elementos constructivos, losas, paredes, columnas, cerramientos, solados,
etcétera, son a la vez de diferentes materiales (hormigón armado, ladrillo, acero,
madera, vidrio, plástico, etcétera).
Esto implica que el arquitecto, al concebir los espacios, considerará que
éstos para cumplir su fin, deben estar construidos correctamente.
Para ello el conocimiento de las reglas del arte y el respeto por la
tecnología propia de cada material es imprescindible.
Esto nos lleva a la consideración y ponderación de la circunstancia
económica y tecnología del aquí y el ahora, que determina el uso adecuado de
algunos materiales y/o sistemas con exclusión de otros fuera de contexto. Por
ejemplo, el uso de la piedra en la sierra, lo hace un material adecuado. El uso por
transpolación directa de tecnologías que corresponden a medios más
industrializados que el nuestro, puede ocasionar problemas de costos iniciales y de
mantenimiento que hacen inconveniente su adopción.
Ejemplo de ello puede ser el uso indiscriminado de sistemas de “curtain wall” (muro
cortina), cuyos problemas de filtraciones de agua, acondicionamiento térmico,
limpieza y conservación, etcétera, son de conocimiento general.
Es así como al iniciar el proceso de ideación del espacio, debe ser pensado
en forma integral con los materiales que concretan la obra, que éstos actúan en
forma protagónica.
Una respuesta tecnológica de estructura y cerramiento se convierte en signo.
Como síntesis podemos decir, que el arquitecto es un organizador de
espacios, creador de lugares cualificados, inserto en una cultura determinada, y que
en la medida que responda a ella hará que sus presupuestas sean válidas. Porque
no deberá perder de vista que el hacer arquitectónico es un servicio a la comunidad
de la que forma parte.

TERCERA PARTE
EL CÓMO LOS PASOS DEL PROCESO DE ELABORACIÓN

METODOLOGÍA DE DISEÑO
Habiendo definido qué entendemos por arquitectura y estudiado sus elementos
constitutivos, nos abocaremos al estudio del proceso que lleva a su realización.
Como vimos, el proceso completo comprende: la programación, la
prefiguración de la obra terminada, la construcción o materialización de los
espacios con sus envolventes proyectados y la verificación mediante su uso.
La programación y la prefiguración de la obra se realizan por un proceso abstracto
de pensamiento, cuyo desarrollo el arquitecto efectúa dentro de una gama que va
desde el método intuitivo de prueba y error hasta el rigor objetivo de la
cibernética.
El primer método sólo puede ser usado con eficacia por un reducido grupo de
“iluminados”; el otro extremo prescinde la creatividad humana, de que carece la
máquina.
Nuestra intención es ofrecer una metodología intermedia que permita desarrollar la
creatividad arquitectónica según un sistema ordenado y comprensible.

ETAPAS DEL PROCESO.


1. Programación: comprende cuatro sub etapas:
1.1. Nacimiento de la necesidad. Un hombre, un grupo social, una
institución necesitan para desarrollar una actividad determinada
espacios concretos y apropiados para cuya realización recurre o plantea
el problema al arquitecto. Ejemplo, una familia necesita un espacio para
vivir (casa) donde habrá espacios para estar, dormir, etcétera.
Un club necesita espacios para practicar deportes, jugar, ducharse,
cambiarse, reunirse con los amigos, etcétera.
1.2. Sistematización de la necesidad. Planteada la necesidad, el arquitecto
analiza y pondera las mismas, y las sintetiza en un programa en donde se
cualifican y cuantifican los espacios a proyectar.
1.3. Evaluación y análisis del programa. Acordado un programa con el
usuario, éste plantea un problema concreto a resolver en un lugar físico.
El programa implica condicionantes funcionales, circulatorias,
económicas, morfológicas insertas en una realidad socio-cultural
determinada.
Ejemplo, no es el mismo proyectar una iglesia en el Renacimiento que en
la actualidad, porque la inserción social, económica, cultural de la iglesia
en el mundo ha variado, incluso la liturgia es diferente.
El presupuesto y la tecnología posible y adecuada tendrán incidencia
fundamental en el desarrollo del proyecto.
El sitio donde se emplazará el proyecto, condiciona con su clima,
orientación, entorno, tamaño, forma, topografía, tipo de suelo, etcétera.
Deberá preverse que la obra construida y usada, se va transformando en el
tiempo, por acción directa de sus usuarios, el cambio de usos programáticos y/o
modificaciones de tamaño. Esto introduce el concepto de crecimiento y flexibilidad.
Todos estos elementos deberán analizarse y evaluarse a fin de producir
conclusiones, que conjuntamente con el estudio de antecedentes de proyecto y
obras similares, nos den la base de la etapa de prefiguración.
Hacemos hincapié en el estudio de antecedentes del tema porque
consideramos que la producción arquitectónica, como toda obra humana, recoge la
posta de lo que se ha hecho anteriormente, pues todos los planteos de arquitectura
retoman elementos del acervo arquitectónico anterior, los continúan, los modifican
y los recrean.
1.4. Pautas de diseño. La articulación entre la programación y la
prefiguración la constituyen las pautas que enmarcarán el diseño
propiamente dicho. En estas pautas se conjugan las condicionantes
planteadas por el problema concreto: por ejemplo relaciones funcionales
entre aulas y dirección en una escuela, presencia de un río y de los
vientos dominantes en un terreno, material constructivo dado por el
costo y existencia y las intenciones con las que el arquitecto cargará el
proyecto: por ejemplo, monumentalidad al proyectar un centro cívico,
búsqueda de lugares de asociación vecinal en un conjunto de viviendas,
etcétera.
Estas pautas se verifican o se reformulan durante el proceso proyectual siendo
un sostén metodológico y no una imposición limitante. Algunas de ellas se
reforzarán, otras quedarán en el camino y podrán aparecer nuevas.

2. LA PREFIGURACIÓN
El diseño propiamente dicho, o sea la proyectación, lo podemos definir como: la
ideación de los espacios que resuelven el programa y las condicionantes, de
acuerdo al marco de referencia de las pautas prefijadas.
Esta ideación se plasma y comunica mediante los medios gráficos y escritos
necesarios.
El proceso total de prefiguración lo dividimos para su estudio en tres subetapas.
2.1.) Partido
2.2.) Anteproyecto
2.3.) Proyecto
2.1. PARTIDO
El partido es una respuesta totalizadora, en términos generales al problema
arquitectónico. Tiene en sí la resolución de todos los elementos que hacen el hecho
arquitectónico: un esquema circulatorio, un esquema de organizaciones
funcionales, una forma significante, un planteo con respecto al terreno, al clima,
etcétera. Es decir que responde al problema planteado en todos los niveles en
forma embrionaria.
De acuerdo a la ponderación que se haya hecho de las diferentes pautas,
algunas de ella tomarán preeminencia sobre las demás, convirtiéndose de este
modo en la idea rectora del partido.
Para llegar a la elección del partido, nuestro proceso consiste en plantear la
mayor cantidad de variantes posibles que den una respuesta al problema,
cumpliendo las pautas establecidas, ofreciendo un amplio abanico de ideas rectoras
y posibilidades resolutivas.
La ponderación posterior de ellos, con sus pros y sus contras, permitirá
elegir o sintetizar en un esquema superador lo mejor de cada una.
De esta manera a través de un juego de ida y vuelta desde la formulación de
pautas, la valoración de éstas con la generación de ideas rectoras, su concreción en
partidos alternativos, su comparación y evaluación, la reformulación de las pautas y
la síntesis en una alternativa superadora, se habrá recorrido un camino
metodológico que sin caer en la frialdad y el rigor de lo puramente objetivo, no
depende de la intuición pura del proyectista para la elección de un partido y el
posterior trabajo sobre él por prueba y error.
Este barrido de partidos alternativos es más fácil cuando la tarea se realiza
en equipo, ya sea que se subdivida en subgrupos a fin de investigar propuestas
diferentes o se hagan en forma conjunta. Al haber una suma de personas, con
diferentes roles y opiniones facilita la aparición de una gama más amplia de
posibilidades.
Siendo uno solo el proyectista es más difícil no “casarse” con una idea y
desarrollar otras imparcialmente. Para ello es conveniente al plantear una
propuesta formular la contraria y producir una síntesis superadora a la que se le
opondrá otra y así hasta agotar las posibilidades.
A fin de fijar las ideas contenidas que formula el partido y transmitirlas nos
valemos de la herramienta gráfica y escrita de dibujos, croquis e ideogramas
explicativos.
El dibujo que expresa el partido tiene un destinatario preciso a cuya
compresión está destinada, este destinatario es el diseñador mismo (el dibujo en
este caso es parte inductora de un proceso interno de pensamiento); el resto del
equipo de diseño, o personas que están en el oficio.
Es entonces en función de este destinatario que la forma expresiva del
dibujo toma características precisas de código interno, cosa que lo diferencia del
dibujo representativo de otros estadios del proceso de diseño con otros
destinatarios, lo que obliga a cambiar los códigos expresivos.
Resumiendo: Dentro del marco de referencias de las pautas, barremos la
mayor cantidad de esquemas de partidos alternativos, los evaluamos y
ponderamos, lo que da como resultante el desarrollo posterior de los mejores de
ellos y la reformulación del marco de referencia dados por las pautas, que se
enriquecen por esta primera aproximación al problema. Estos partidos “finalistas”
generan un partido superador, que los engloba y sintetiza y que nos permite pasar
el estadio siguiente del proceso de prefiguración que es el anteproyecto.
Básicamente la etapa de partido está constituida por un diálogo interno a fin
de producir una idea rectora que dé respuesta a las necesidades planteadas que
inician el proceso diseño.
2.2 ANTEPROYECTO
La etapa de anteproyecto implica el ajuste y verificación de la idea de partido y
fundamentalmente incluye el dialogo con el destinatario del trabajo arquitectónico.
Este ajuste se refiere a los aspecto dimensionales (forma y tamaño de los
espacios), funcionales (relaciones espaciales y esquema circulatorio), estructurales y
constructivos (determinación del sistema y su pre dimensionamiento), imagen y
morfología de la envolvente.
En esta etapa se pone a prueba la validez del partido y mediante el diálogo
con el destinatario se debe producir la comprensión de la propuesta y la
reelaboración de ésta en un afinamiento de ida y vuelta hasta llegar a una
resolución satisfactoria del problema planteado.
Se incluyen durante el anteproyecto la consulta con los asesores técnicos
pertinentes, por ejemplo, estructuras, termo mecánica, etcétera.
El dibujo no solo debe servir para que el proyectista verifique la validez del partido
transformado en anteproyecto, sino como canal de comunicación con el exterior.
Deberá ser entendido por el destinatario del anteproyecto, que puede ser un
profano (cliente común) o un profesional (jurado de concurso, inspector municipal,
docente de la facultad). Para ello el dibujo toma otras características más
convencionales, debiendo indicar claramente la estructura resistente, los llenos y
vacíos, cualidades espaciales, previsiones de instalaciones y equipamiento,
cualificando la estructura que genera el partido. Todo esto realizado en una escala
adecuada, para su correcta visualización que generalmente es 1:100 o 1:50 para las
obras chicas.
El trabajo que hasta la etapa de partido se ha manejado como código interno
para el exterior para ser comprendido, aceptado, modificado, y/o rechazado, para
lo cual el medio de comunicación tiene que ser inteligible y completo.
2.3 PROYECTO
La tercera es la del proyecto definitivo. En esta se define totalmente la prefiguración
de la obra, instrumentando por medio de la documentación técnica la posibilidad
de construcción de la misma. Para ello se precisan todos los aspectos técnicos y
constructivos para la materialización de la idea abstracta.
En esta etapa realizan los cálculos definitivos de estructura e instalaciones.
La documentación deberá contener todos los elementos necesarios para
presupuestar, contratar y construir el proyecto.
El medio de comunicación de la idea abstracta para su materialización, está
constituido entonces para la documentación técnica completa, elementos gráficos y
escritos que no solo deben ser comprendidos inequívocamente por el constructor
sino que además constituye un elemento legal como parte del contrato de
construcción entre el comitente y constructor.
En consecuencia la técnica de comunicación cambia, una fachada que en el
anteproyecto se dibuja con sombras y efectos plásticos pictóricos para resaltar los
valores formales del edificio, en la documentación tiene que ser un geometral
donde se indiquen materiales, tipos de ventanas, detalles constructivos, etcétera,
un dibujo esencialmente técnico. Importa tanto lo que se dibuja como lo que se
escribe; especificaciones, planillas, medidas, etcétera, donde las interpretaciones
ambiguas no tengan (para evitar en lo posible los “inevitables” adicionales).
La precisión en el replanteo y el detalle constructivo son imprescindibles en los
planos de obra.
3. MATERIALIZACIÓN
Con suerte, la idea expresada en la documentación del proyecto se lleva a cabo:
pasa de la etapa de prefiguración a la de materialización.
En la etapa de prefiguración intervienen los usuarios y los proyectistas, en la
etapa de materialización es necesario un nuevo personaje, que es el constructor.
El rol del arquitecto en la etapa de construcción es, por una parte controlar que
el constructor ejecute la obra de acuerdo al proyecto y a las reglas del arte, y por
otra parte el arquitecto verifica la idea del proyecto, que hasta ahora sólo está
expresado mediante dibujos y maquetas.
Siempre esta verificación implica ajustes. Ya que la idea es una aproximación a
la realidad, pero no la realidad misma de la que se tiene conciencia plena solo
durante el proceso de materialización, porque el proyecto no se congela con los
planos, sino que sigue madurando durante la obra, del mismo modo que un chico se
gesta durante nueve meses y después necesita la crianza y la educación.
Esta realidad sobre todo es comprobado por el usuario (principalmente las señoras)
que suman su opinión con sugerencias y propuestas que enriquecen el proceso.
Durante la ejecución de la obra el arquitecto traslada sus ideas mediante las
órdenes de servicio y planos complementarios.
La producción gráfica, escrita y también hablada que se usa en la obra tiene
su técnica particular, fundamentalmente en forma de croquis realizados en el sitio,
que se asientan en el libro de obra o detalles que se dibujan en las paredes como
complemento de abundantes explicaciones verbales.
La obra terminada comienza su vida en la cual podrá verificarse la validez de
las ideas propuestas y si se han cumplido con eficacia los requisitos y satisfechas las
necesidades emergentes del programa.
Como la obra tiene una vida útil prolongada en el transcurso del tiempo,
cambian bastante las condicionantes que le dieron origen, por cambio de formas de
vida, costumbres, tipo de usuario, usos e incluso crecimientos, etcétera, en el
tiempo. Con lo cual durante la vida de la obra, ésta genera también su adecuación
espacial a estas nuevas circunstancias mediante posibles modificaciones leves o de
fondo a su estructura primitiva.
De la reflexión sobre esta realidad, el arquitecto aumenta su bagaje instrumental
para futuras experiencias.
CONCLUSIONES
Nuestro quehacer de arquitecto está enmarcado dentro de una cultura
determinada, y constituye un servicio a la comunidad.
Por ello es necesario que seamos conscientes y entendamos nuestra
realidad cultural.
Esto no resulta fácil, ya que actuamos en una comunidad joven, de
composición compleja, producto de la superposición de las culturas precolombinas,
la conquista y colonización española y la inmigración europea, en territorio enorme,
que abarca diversos tipos de climas y condiciones.
Añadamos la presencia a lo largo de nuestra historia de dos concepciones
opuestas de país. Una que tiende de modo natural a sistematizar en una postura
nacional el joven y bullente “crisol de razas” que constituimos; otra que mirando
hacia afuera, refleja sin digerir, las irradiaciones del exterior, copiando textualmente
modas y modos que no nos sirven.

Debemos entonces, al diseñar y conformar nuestros espacios, separar la paja


del trigo, y ponderar con ecuanimidad los aportes válidos para constituir nuestro
bagaje de cultura arquitectónico.
Dentro del conjunto de actividades de la comunidad, nuestra profesión es una más.
Como tal estamos obligados a dominar correctamente nuestro oficio.
Oficio que se adquiere por el estudio de la disciplina, y el rigor en la práctica,
complementado con la observación y la crítica de la historia y el acontecer de la
Arquitectura.
El entender nuestro trabajo como servicio, trae aparejado el concepto de
participación del usuario en el proceso arquitectónico.
Esto que parece evidente es habitual que se olvide o minimice.
Del mismo modo que no existe el teatro sin espectadores ni el libro sin
lector, tampoco existe arquitectura sin usuarios.
Frases como “el cliente me arruinó la obra”, “no puedo convencer a la señora que
cambie el revestimiento horroroso que eligió”, etcétera, ponen en evidencia que
hay arquitectos que no están diseñando con humildad y para el usuario sino
anteponiendo e imponiendo sus propios modelos.
La implementación de la participación del usuario no es fácil, pero sí posible.
Los mecanismos son variados. Se practican e investigan, tanto para destinatarios
singulares o anónimos, y creemos que son perfeccionables.
Lo importante no son los mecanismos en sí, sino la actitud de posibilitar la
participación, ya sea durante el diseño o la construcción.
Con ello conseguiremos la mejor satisfacción que un arquitecto pueda tener:
ver su obra mejorada por sus usuarios.
Nada mejor que el cliente, feliz en su casa, lo invite al arquitecto a un asado,
y se felicite de haberle encargado la obra.

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