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“Teoría del Conocimiento”

Johannes Hessen
A continuación se presenta un resumen sobre la obra de Johannes Hessen “La teoría del Conocimiento”
Este libro es una introducción a los problemas que el conocimiento plantea.
1. La esencia de la filosofía:
La teoría del conocimiento es una disciplina filosófica. Etimológicamente, la palabra filosofía viene del griego y
significa “deseo de saber, de conocimiento”. El filósofo trata de conocer, de saber.
Existen varias explicaciones sobre lo que es la filosofía de acuerdo a diferentes definiciones dadas por importantes
filósofos. Sócrates intenta hacer de toda acción humana una acción consciente, un saber. Platón es el Discípulo de
Sócrates, pero el no sólo se dirige a los objetos prácticos, valores y virtudes sino también al conocimiento científico.
Por lo tanto, la filosofía se presenta como una autorreflexión del espíritu sobre sus supremos valores teóricos y
prácticos, sobre los valores de lo verdadero, lo bueno y lo bello.
La filosofía de Aristóteles presenta un aspecto distinto, se dirige al conocimiento científico y a su objeto: el ser. En el
centro de su filosofía se halla una ciencia universal del ser, la metafísica. Esta ciencia nos instruye acerca de la esencia
de las cosas, las conexiones y el principio último de la realidad.
Mientras la filosofía socrático-platónica se presenta como una “concepción del espíritu”, la de Aristóteles como una
concepción del universo.
Según Cicerón, la filosofía se presenta como “la maestra de la vida, la inventora de las leyes, la guía de toda virtud”.
Descartes, Spinoza y Leibniz revelan la misma dirección hacia el conocimiento del mundo objetivo. La filosofía se
presenta como una concepción del universo. Kant revive lo Platónico y vuelve a tomar el carácter de la autorreflexión.
Aparecen la crítica de la razón pura, la crítica de la razón práctica, que trata la esfera del valor moral, y la critica del
juicio la cual hace de los valores estéticos objeto de investigaciones críticas. Con Kant también se presenta la filosofía
como una reflexión del hombre culto sobre su conducta valorativa.
En el siglo XIX revive el tipo aristotélico en Schelling y Hegel. La renovación consiste en la eliminación de todos los
elementos materiales y objetivos. Conduce por una parte a ensayos de una metafísica inductiva y una filosofía de la
intuición.
Elementos en el concepto esencial de la filosofía: “concepción del yo” y “concepción del universo”. La filosofía es
ambas cosas, una concepción del yo y una del universo.
Cuando la conciencia filosófica se dirige al macrocosmos, tenemos la filosofía en el sentido de una concepción del
universo. Cuando se dirige al microcosmos tenemos la filosofía en el sentido de una concepción del yo.
Habiendo repasado todo esto se puede definir la esencia de la filosofía como una autorreflexión del espíritu sobre su
conducta valorativa teórica y práctica, y a la vez una aspiración al conocimiento de las últimas conexiones entre las
cosas, a una concepción racional del universo.
La filosofía es un intento del espíritu humano para llegar a una concepción del universo mediante la autorreflexión
sobre sus funciones valorativas teóricas y prácticas.
La filosofía se distingue de toda ciencia por su objeto.
La filosofía, el arte y la religión buscan dar una interpretación de la realidad, lo que las diferencia es el origen de esta
concepción. La concepción filosófica del universo brota del conocimiento racional, pretende tener una validez
universal y ser susceptible de una demostración racional.
La filosofía tiene dos caras: una mira a la religión y al arte; la otra a la ciencia. Tiene de común con aquellos la dirección
hacia el conjunto de la realidad.
2. La posición de la teoría del conocimiento en el sistema de la filosofía:
La filosofía, como reflexión sobre la conducta teórica (ciencia), es teoría del conocimiento científica, teoría de la
ciencia. Como reflexión sobre la conducta práctica del espíritu (valores), la filosofía es teoría de los valores. La filosofía
en tercer lugar, es teoría de la concepción del universo. Por lo tanto la filosofía se divide en tres partes: Teoría de la
ciencia, Teoría de los valores y Concepción del universo.
La concepción del universo de divide en metafísica y en teoría del universo. La teoría de los valores, se divide en
teoría de los valores éticos, estéticos y religiosos (ética, estética, filosofía de la religión). La teoría de la ciencia se
divide en formal y material. A lo formal se le llamará “lógica” y a lo material: teoría del conocimiento.
La lógica investiga las formas y leyes más generales del pensamiento humano y la teoría del conocimiento se dirige a
los supuestos materiales más generales del conocimiento científico.
La teoría del conocimiento pregunta por la verdad del pensamiento, es decir por su concordancia con el objeto. Por
lo tanto, también puede definirse como teoría del pensamiento verdadero y también llamado la ciencia filosófica
fundamental.
La teoría del conocimiento se divide en general y especial. La primera investiga la referencia del pensamiento al
objeto general. La segunda hace tema de investigaciones críticas los principios y conceptos fundamentales en que se
expresa la referencia de nuestro pensamiento a los objetos.
3. La historia de la teoría del conocimiento
La teoría del conocimiento como disciplina autónoma aparece por primera vez en la edad moderna. Como el
verdadero fundador de la teoría del conocimiento dentro de la filosofía se presenta a Emmanuel Kant con su obra
“La crítica de la razón pura” la cual trata de dar una fundamentación crítica del conocimiento científico de la
naturaleza. La filosofía de Kant se llama también Trascendentalismo o criticismo.
TEORÍA GENERAL DEL CONOCIMIENTO
• El enfoque gnoseológíco es una especulación sobre el conocimiento humano. A diferencia del método
psicológico este enfoque busca captar las características esenciales y generales del fenómeno del conocimiento. El
fenómeno del conocimiento se considera como una capacidad de la conciencia.
• De acuerdo con el método fenomenológico, en el conocimiento se enfrentan la conciencia y el objeto, o sea
el sujeto y el objeto del conocimiento, estos elementos forman una relación indisoluble: la del conocimiento, aunque
siempre estarán separados uno del otro, es decir, la relación entre los dos principios, es al mismo tiempo una
correlación. El sujeto sólo es sujeto para un objeto y el objeto sólo es objeto para un sujeto. O sea que se trata de
una correlación irreversible. Ser objeto es totalmente diferente de ser objeto. La función del sujeto consiste en
aprehender al objeto, y la del objeto en ser aprehensible y aprehendido por el sujeto.
De acuerdo con Hessen el objeto no es conducido al ámbito del sujeto, sino que permanece trascendente a él. Lo
que cambia mendiante la función del conocimiento, no es el objeto, sino el sujeto. En él aparece un algo que contiene
las propiedades del objeto, aparece la imagen del objeto.
En el acto del conocimiento el objeto ejerce un predominio sobre el sujeto. El objeto es el que determina, el sujeto
es determinado. Debido a esto el conocimiento también puede definirse como una determinación del sujeto por el
objeto. De acuerdo a lo anterior se puede decir que el sujeto actúa receptivamente, lo cual no quiere decir pasividad.
Por el contrario, en el conocimiento puede hacerse referencia a una actividad y espontaneidad del sujeto, las que se
dirigen no al objeto sino a la imagen del objeto. La receptividad frente al objeto y la espontaneidad frente a la imagen
del objeto, son absolutamente compatibles en el sujeto.
Cuando determina al sujeto, el objeto se muestra independiente de él, trascendente a él. Los objetos se dividen en
reales e ideales. Los objetos reales se refieren a todo lo que percibimos por la experiencia externa o por la interna, o
a lo que puede inferirse de ellas. Los objetos ideales se presentan como irreales, como meramente pensados. No
obstante, éstos también poseen un ser o una trascendencia en sí mismos, según el parecer epistemológico. Por
ejemplo, las leyes de los números. Aunque son irreales, se nos presentan como algo determinado y autónomo en sí
mismas.
El concepto de la verdad está intimamente ligado con la esencia del conocimiento. Sólo el conocimiento cierto es
conocimiento verdadero. Un “conocimiento falso” es un error, una ilusión. Pero la verdad del conocimiento es una
relación que consiste en la concordancia de la “imagen” del conocimiento con el objeto. El objeto en sí mismo no es
ni verdadero ni falso, en cierto modo se encuentra más allá de la falsedad o la verdad.
El análisis del fenómeno del conocimiento envuelve cinco problemas:
1. ¿El sujeto puede aprehender al objeto realmente? Esta es la cuestión de la posibilidad del conocimiento
humano.
2. ¿El origen y fundamento del conocimiento humano está en la razón o en la experiencia? Esta es la cuestión
del origen del conocimiento?
3. ¿Cuál de las dos interpretaciones del fenómeno del conocimiento es la verdadera: el objeto determina al
sujeto o es al revés, el objeto es determinado por el sujeto? Esta es la cuestión de la esencia del conocimiento
humano.
4. ¿Existe otra especie del conocimiento humano además del conocimiento discursivo racional? Esta es la
cuestión de las formas del conocimiento humano.
5. ¿Existe un pensamiento verdadero? Esta es la cuestión del criterio de la verdad.

• El fenómeno del conocimiento y los problemas contenidos en él


La teoría del conocimiento es una explicación e interpretación filosófica del conocimiento humano. Una exacta
observación y descripción del objeto debe preceder a toda explicación e interpretación. Hace falta observar con rigor
y describir con exactitud lo que llamamos conocimiento, ese peculiar fenómeno de conciencia. Aprehender los rasgos
esenciales generales de este fenómeno, mediante la autorreflexión sobre lo que vivimos cuando hablamos del
conocimiento es a lo que llamamos fenomenología. La fenomenología busca aprehender la esencia general en el
fenómeno concreto.
El fenómeno del conocimiento se presenta de la siguiente manera:
En el conocimiento se hallan frente a frente el sujeto y el objeto. El conocimiento se presenta como una relación de
los dos. El sujeto sólo es sujeto para un objeto y viceversa. La función del sujeto consiste en aprehender el objeto, y
la del objeto es ser aprehendida por el sujeto. En el sujeto surge una cosa que contiene las propiedades del objeto,
surge una “imagen” del objeto.
Ambos son distintos aspectos del mismo acto. El objeto es el determinante y el sujeto el determinado. El
conocimiento puede definirse como una determinación del sujeto por el objeto, pero lo determinado es también la
“imagen” del objeto en él.
¿En qué podemos conocer si un conocimiento es verdadero? Es la cuestión del criterio de la verdad.
El conocimiento presenta tres elementos principales: el sujeto (esfera psicológica), la “imagen”( lógica) y el objeto (
ontológica). Ninguna de las tres puede resolver el problema del conocimiento por eso surge la teoría del
conocimiento.
El método fenomenológico sólo puede dar una descripción del fenómeno del conocimiento. Sobre la base de la
descripción fenomenológica hay que dar una explicación e interpretación filosófica: una teoría del conocimiento.
La fenomenología sólo puede poner a la luz la efectiva realidad de la concepción natural, pero nunca decidir sobre
su justeza y verdad. Son cinco problemas los que implican los datos fenomenológicos:
1. La posibilidad del conocimiento
2. El origen del conocimiento
3. La esencia del conocimiento
4. Las especies del conocimiento
5. El criterio de la verdad
1. La posibilidad del conocimiento:
1.1 El dogmatismo:
Dogmatismo: aquella posición epistemológica para la cual no existe el problema del conocimiento. El dogmático, no
ve que el conocimiento es por esencia una relación entre un sujeto y un objeto. Pasa por alto el sujeto y su función.
El dogmatismo supone absolutamente la posibilidad y la realidad del contacto entre el sujetó y el objeto. Para él por
naturaleza, resulta comprensible que el sujeto, la conciencia cognoscente, aprehenda su objeto. Podemos hablar de
dogmatismo teórico, ético y religioso. La primera forma de dogmatismo se aplica al conocimiento teórico; las otras
dos al conocimiento de los valores. En el dogmatismo ético es comprendido el conocimiento moral; en el religioso el
conocimiento religioso.
1.2 Escepticismo:
El escepticismo es el contrario del dogmatismo. Mientras el dogmatismo considera la posibilidad de un contacto
entre el sujeto y el objeto, éste la niega.
El sujeto no puede aprehender el objeto.
Debemos abstenernos totalmente de juzgar. El dogmatismo desconocer en cierto modo el sujeto y el escepticismo
el objeto. El escepticismo se fija sólo en la función del conocimiento e ignora la significación del objeto. El
escepticismo dice que no hay ninguna verdad.
Supone que el conocimiento, considerado como la aprehensión real de un objeto, es imposible según esto, no
podemos externar ningún juicio, y debemos abstenernos totalmente de juzgar. Al igual que el dogmatismo, también
el escepticismo puede orientarse hacia la imposibilidad de todo conocimiento o hacia la imposibilidad de un
conocimiento determinado. En el primer caso, estaremos frente a un escepticismo lógico (escepticismo radical o
absoluto). Si el escepticismo implica únicamente el conocimiento metafísico, se hablará de escepticismo metafísico.
Tratándose de los valores, se puede distinguir el escepticismo ético y el escepticismo religioso.
Se puede distinguir entre el escepticismo metódico y el escepticismo sistemático. El primero indica un método, el
segundo una posición de principio. Sin embargo el escepticismo radical o absoluto es imposible, pues se nulifica a sí
mismo.
El escepticismo metafísico puede denominarse también como positivismo. El escepticismo ético suele denominarse
relativismo y el escepticismo religioso suele conocerse como agnosticismo.

1.3 El subjetivismo y el relativismo:


El subjetivismo y el relativismo dicen que hay una verdad, pero esta verdad tiene una validez limitada. El subjetivismo
limita la validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga.
Subjetivismo individual: un juicio es válido únicamente para el sujeto individual que lo formula.
Subjetivismo general: existen verdades supraindividuales pero no verdades universalmente válidas.
Según el relativismo no hay ninguna verdad absoluta, ninguna verdad universalmente válida, toda verdad es relativa.
El subjetivismo hace depender el conocimiento humano de los factores que residen en el sujeto cognoscente
mientras que el relativismo subraya la dependencia de todo conocimiento humano respecto a factores externos.
El escepticismo sostiene que no existe verdad alguna. El subjetivismo y el relativismo no son tan radicales. Con ellos
se afirma que si existe una verdad; sin embargo, tal verdad tiene una validez limitada. No existe una verdad
universalmente válida.
El subjetivismo limita la verdad al sujeto que conoce y juzga. Este sujeto puede ser el individual o puede ser el sujeto
general, es decir el género humano.
El relativismo, que se parece mucho al subjetivismo, también afirma que no existe alguna verdad universalmente
válida. El relativismo sostiene que los conocimientos humanos dependen absolutamente de factores externos, tales
como la influencia del medio y de la época en el pensamiento, la afiliación a cierto círculo cultural y los factores
determinantes contenidos en ellos.
1.4 Pragmatismo:
Significa la negación de la posibilidad del conocimiento. El pragmatismo también abandona el concepto de la verdad
en el sentido de la concordancia entre el pensamiento y el ser. Pero el pragmatismo reemplaza el concepto
abandonado por un concepto nuevo de verdad.
El escepticismo adquiere un cariz positivo en el pragmatismo moderno. En él, verdadero es lo mismo que útil, valioso,
alentador de vida. La verdad se fundamenta en la concordancia de las ideas con los fines prácticos del hombre.
1.5 El criticismo:
Es la posición intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo. El criticismo comparte con el dogmatismo la
fundamental confianza en la razón humana. El criticismo dice que es posible el conocimiento, que hay una verdad.
Pero, se une a la desconfianza hacia todo conocimiento determinado. Examina las afirmaciones y no acepta nada
despreocupadamente. Se cuestiona los motivos y pide cuentas a la razón humana. Su conducta es reflexiva y crítica.
Es una postura intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo. Al igual que el dogmatismo, acepta una una
confianza fundamental en la razón humana. Sin embargo pone, junto a la confianza general una desconfianza hacia
cada conocimiento particular. El criticismo examina todas y cada una de las aseveraciones de la razón humana y nada
acepta con indiferencia.
Finalmente todas terminan siendo contradicciones de ellas mismas o de unas a otras y esto es lo que hace que
no puedan ser verdaderas.
2. El origen del conocimiento:
La cuestión del origen del conocimiento puede tener tanto sentido psicológico como un sentido lógico.
2.1 El racionalismo:
Es la posición epistemológica que ve en el pensamiento, la fuente principal del conocimiento humano. Un
conocimiento sólo merece este nombre cuando es lógicamente necesario y universalmente válido. Cuando nuestra
razón juzga que una cosa tienen que ser así y no puede ser de otro modo, siempre y en todas partes es así, esto es
un verdadero conocimiento. Los juicios fundados en el pensamiento, los juicios procedentes de la razón, poseen
necesidad lógica y validez universal; los demás, por el contrario, no. Todo verdadero conocimiento se funda en el
pensamiento.
Sostiene que la causa principal del conocimiento reside en el pensamiento, en la razón. Afirma que un conocimiento
sólo es realmente tal, cuando posee necesidad lógica y validez universal. Esto es, cuando nuestra razón estima que
una cosa es como es y que no puede ser de otro modo; y cuando juzga que, por ser como es, debe ser así siempre y
en todas partes.
2.2 El empirismo:
Opone a la tesis del racionalismo y dice que la única fuente del conocimiento humano es la experiencia. La conciencia
cognoscente no saca sus contenidos de la razón, sino exclusivamente de la experiencia. Todos los conceptos
proceden de la experiencia. El racionalismo se deja llevar por una idea determinada, mientras que el empirismo parte
de los hechos concretos. La experiencia es la única fuente de conocimiento. La superación de la experiencia, el
conocimiento de lo suprasensible, es imposible. Locke y Hume (cabezas de empirismo) al reconocer un saber
independiente de toda experiencia junto al saber fundado en ésta. Con esto queda abandonado el principio del
empirismo.
Según el empirismo la única causa del conocimiento humano es la experiencia. No existe un patrimonio a priori de la
razón, la conciencia cognoscente no obtiene sus conceptos de la razón, sino exclusivamente de la experiencia. El
espíritu humano, por naturaleza, está desprovisto de todo conocimiento; es una tabula rasa, una hoja en blanco en
la que escribe la experiencia.
2.3 El intelectualismo:
Se encuentra en el medio del racionalismo y el empirismo. El intelectualismo opina que ambos tienen parte en la
producción del conocimiento. Sostiene con el racionalismo que hay juicios lógicamente necesarios y universalmente
válidos también sobre los objetos reales. Pero al contrario del racionalismo que considera los elementos de estos
juicios como un patrimonio a priori de la razón, el intelectualismo los deriva de la experiencia. El intelectualismo saca
sus conceptos de la experiencia. La experiencia y el pensamiento forman juntamente la base del conocimiento
humano. (Fundador Aristóteles).
Es un intento de mediación entre el racionalismo y el empirismo. Con el racionalismo, el intelectualismo admite que
existen juicios lógicamente necesarios y universalmente válidos, que se establecen no sólo sobre objetos ideales.
Pero mientras que el racionalismo estima que los elementos de tales juicios, los conceptos, son un patrimonio a
priori de nuestra razón, el intelectualismo opina que proceden de la experiencia. El intelectualismo estima que la
conciencia lee en la experiencia, extrae sus conceptos de la experiencia, y de ahí su nombre (intelligere-intus legere:
leer en el interior).
2.4 El apriorismo:
Es otro intento de mediación entre el empirismo y racionalismo. Este defina la relación entre la experiencia y el
pensamiento en un sentido directamente opuesto al intelectualismo. Nuestro conocimiento presenta elementos a
priori, independientes de la experiencia. . El principio del apriorismo dice: "Los conceptos sin las intuiciones son
vacíos, las intuiciones sin los conceptos son ciegas". La diferencia entre el intelectualismo y el apriorismo es que el
intelectualismo deriva el factor racional del empírico: todos los conceptos proceden de la experiencia y el factor a
prior no procede de la experiencia, sino del pensamiento y de la razón.
El pensamiento se conduce espontánea y activamente. (Fundador Kant)
Es un segundo esfuerzo de intermediación entre el racionalismo y el empirismo. También considera que la razón y la
experiencia son las causas del conocimiento. Pero se diferencia del intelectualismo porque establece una relación
entre la razón y la experiencia, en una dirección diametralmente opuesta a la de este. En el apriorismo se sostiene
que nuestro conocimiento posee algunos elementos a priori que son independientes de la experiencia.
3. La Esencia del conocimiento:
El conocimiento representa una relación entre un sujeto y un objeto. El problema del conocimiento consiste en el
problema de la relación del sujeto y el objeto.
el conocimiento se representa a la conciencia natural como una determinación del sujeto por el objeto. Pero ¿es
justa esta concepción? ¿No debemos hablar a la inversa, de una determinación del objeto por el sujeto, en el
conocimiento? ¿Cuál es el factor determinante en el conocimiento humano? ¿Tiene éste su centro de gravedad en
el sujeto o en el objeto? En este caso nos encontramos con una solución premetafísica.
3.1 Soluciones premetafísicas:
a). Objetivismo: Según el objetivismo, el objeto es el decisivo entre los dos miembros de la razón. El objeto determina
al sujeto. El sujeto toma sobre sí en cierto modo las propiedades del objeto, las reproduce. Platón dice que las ideas
son realidades objetivas. Para el objetivismo, el objeto es el factor más importante de los dos elementos involucrados
en la relación cognoscitiva. El objeto determina al sujeto. Este debe ser regido por aquel.
b). Subjetivismo: tarta de fundar el conocimiento humano en el sujeto. Coloca el mundo de las ideas, el conjunto de
los principios del conocimiento, en un sujeto. Este se presenta como el punto de que pende la verdad del
conocimiento humano. El subjetivismo intenta radicar el conocimiento humano en el sujeto. Para conseguirlo, instala
el universo de las ideas, el conjunto de los principios del conocimiento en un sujeto. Este se convierte, para expresarlo
en alguna forma, en el pedestal que sostiene la verdad del conocimiento humano. Pero adviértase que cuando se
habla del sujeto, no se está designando a un sujeto concreto, individual, sino a un sujeto superior, trascendente del
pensamiento.
3.2 Soluciones metafísicas:
a) Realismo: posición epistemológica según la cual hay cosas reales, independientes de la conciencia. Esta
posición admite diversas modalidades:
Realismo ingenuo: este realismo no se halla influido aún por ninguna reflexión crítica acerca del conocimiento. El
problema del sujeto y el objeto no existe. No distingue entre la percepción y el objeto percibido. Las cosas son
exactamente como las percibimos.
Realismo natural: Está influido por reflexiones críticas sobre el conocimiento. No identifica el contenido de la
percepción y el objeto, sino que distingue uno del otro. Sostiene que los objetos responden exactamente a los
contenidos de la percepción.
Realismo crítico: se basa en la crítica del conocimiento. Todas las propiedades o cualidades que percibimos con los
sentidos existen solo en nuestra conciencia.
Por realismo debemos entender la postura epistemológica que afirma que existen cosas reales, independientes de
la conciencia. Esta actitud filosófica admite varias exposiciones. El realismo ingenuo se manifiesta cuando no se ha
presentado la influencia de una reflexión crítica sobre el conocimiento. El realismo natural es diferente del realismo
ingenuo. En él ya no aparece la credulidad absoluta, pues inmediatamente se manifiestan algunas reflexiones críticas
sobre el conocimiento, ya no se confunde el contenido de la percepción con el objeto percibido. A pesar de esto, se
afirma que los objetos corresponden totalmente a los contenidos de la percepción. Una tercera forma de esta postura
filosófica es el realismo crítico, así llamado porque se apoya en numerosas reflexiones críticas sobre el conocimiento.
El realismo crítico no acepta que en las cosas residan todas las cualidades comprendidas en los contenidos de la
percepción; por el contrario, sostiene que todas las propiedades o cualidades que únicamente pueden ser percibidas
por un sentido, como los colores, los sonidos, los sabores, etcétera, sólo existen en nuestra razón. Estas propiedades
sólo pueden ser notadas cuando sobre los órganos de nuestros sentidos actúan ciertos estímulos externos.
b) El idealismo: Idealismo metafísico: convicción de que la realidad tiene por fondo fuerzas espirituales,
potencias ideales.
Idealismo epistemológico: sustenta la tesis de que no hay cosas reales, independientes de la conciencia. El idealismo
considera los objetos reales como objetos de conciencia u objetos ideales.
Idealismo subjetivo: toda realidad esta encerrada en la conciencia del sujeto. Tan pronto dejan de ser percibidas por
nosotros dejan de existir.
Idealismo objetivo: toma por punto de partida la conciencia objetiva de la ciencia. El contenido de esta conciencia es
una suma de juicios.
El idealismo dice: la idea de un objeto independiente de la conciencia es contradictoria, al momento de pensar en un
objetos hacemos de él un contenido de nuestra conciencia.
Este sostiene la teoría de que no existen cosas reales que sean independientes de la conciencia. Habiendo suprimido
las cosas reales, sólo restan dos clases de objetos: los de la conciencia (representaciones, imágenes, sentimientos,
etc.), y los ideales (los objetos de la lógica y de la matemática), por lo que el idealismo, necesariamente, debe
considerar que los objetos, llamados reales por otros, pertenecen a la conciencia o al ideal. De esta consideración
surgen dos tendencias del idealismo: el subjetivo o psicológico y el objetivo o lógico.
c) Fenomenalismo: Teoría según la cual no conocemos las cosas como son en sí, sino como nos aparecen.
Coincide con el realismo en admitir las cosas reales, y coincide con el idealismo en limitar el conocimiento a la
conciencia. Teoría desarrollada en tres puntos según Kant: 1. La cosa en sí es incognoscible 2: Nuestro conocimiento
permanece limitado al mundo fenoménico 3. Este surge en nuestra conciencia porque ordenamos y elaboramos el
material sensible con arreglo a las formas priori de la intuición y del entendimiento.
Es una teoría que afirma que no podemos conocer las cosas como son en sí, sino tan sólo en su apariencia. El
fenomenalismo acepta la existencia de las cosas, pero niega que podamos conocer su esencia. Únicamente podemos
conocer que las cosas son, pero no podemos saber lo que son.
d) Crítica y posición propia: Estamos ahora en situación de hacer la crítica del realismo y del idealismo y de
tomar posición en la disputa entre ambos. El idealismo no logra comprobar que el realismo sea contradictorio y el
realismo tampoco lo consigue con el idealismo. Como seres de voluntad y acción estamos sujetos a la antitesis del
sujeto y el objeto, por eso no nos es resolver el problema del sujeto y el objeto.
3.3 Soluciones teológicas
a) La solución monista y panteísta: En la resolución del problema del objeto y sujeto cabe remontarse al último
principio de la realidad, lo absoluto, y tratar de resolver el problema partiendo de el. Según se conciba lo absoluto
como inmanente o trascendente, se llega a una solución monista panteísta o dualista y teísta. El monismo trata de
absorber tanto el idealismo como el realismo en una última unidad.
El idealismo, al negar la realidad, en cierto modo desconoce uno de los dos elementos que intervienen en la relación
del conocimiento; el realismo permite que ambos coexistan; el monismo intenta reunirlos en la unidad última. El
sujeto y el objeto, el pensamiento y el ser, la conciencia y las cosas, sólo en la apariencia son una dualidad, pues en
la realidad constituyen una unidad. Son dos aspectos de la realidad única. Lo que se presenta ante la experiencia
como una dualidad, para la metafísica, única ciencia que profundiza en la esencia, es una unidad.
b) Solución dualista y teísta: el dualismo empírico del sujeto y el objeto tienen por pase un dualismo metafísico.
El sujeto y el objeto van a parar a un último principio común de la idealidad y la realidad. Ambos concuerdan.
Se tiene una concepción dualista y teísta del universo, cuando se admite la existencia de un dualismo empírico de
sujeto y objeto que se fundamente en un dualismo metafísico. En esta concepción de universo, se sostiene la
diferencia metafísica esencial entre el objeto y el sujeto, entre la conciencia y la realidad. Sin embargo, esta dualidad,
en su opinión, no es definitiva. El sujeto y el objeto, el pensamiento y el ser, finalmente deben ser reducidos a un
último principio común. Este principio se identifica con la Divinidad, causa común de la idealidad y de la realidad, del
pensamiento y del ser. Siendo la causa eficiente del mundo, Dios ha ordenado el reino ideal y el reino real de tal
manera, que ambos concuerdan para que exista una armonía total entre el pensamiento y el ser.
4. Las especies del conocimiento
Conocer es aprehender mentalmente un objeto. Generalmente la aprehensión no se realiza en un acto simple, sino
que es el resultado de una serie de actos. Ahora bien, debemos preguntar si además del conocimiento mediato y
discursivo, existe un conocimiento inmediato; sí hay un conocimiento intuitivo diferente del discursivo. El
conocimiento intuitivo, como su nombre lo indica, consiste en conocer viendo. Su naturaleza característica es
determinada porque el objeto es aprehendido inmediatamente, en forma semejante a lo que ocurre, principalmente,
en el acto de ver. Pero cuando se trata de la intuición, nunca se habla de esta intuición sensible, sino de una intuición
espiritual. En sentido propio y estricto la intuición por medio de la cual se consigue no la simple aprehensión de las
relaciones, sino la aprehensión y conocimiento de una realidad material o de un objeto o de un hecho suprasensible
es la intuición propiamente tal. Conocida como intuición material.
En el espíritu del hombre aparecen tres principios fundamentales: el entendimiento, el sentimiento y la voluntad.
Entendido esto, distinguiremos una intuición racional, una intuición emocional y una intuición volitiva. El instrumento
cognoscitivo en la primera es la razó; en la segunda es el sentimiento y en la tercera la voluntad.
Si consideramos la estructura del objeto, obtendremos una división semejante. En todo objeto aparecen tres
elemento o aspectos diferentes: esencia, existencia y valor. Por lo tanto, podríamos hablar de una intuición de la
esencia, de una intuición de la existencia y de una intuición del valor. La primera coincide con la racional, la segunda
con la volitiva y la tercera con la emocional.
4.1 El problema de la intuición y su historia: Conocer significa aprehender un objeto. El conocimiento intuitivo
consiste en conocer viendo. En él se aprehende inmediatamente el objeto. Suele aplicarse la denominación de
“intuición” y de “conocimiento intuitivo” tan sólo a la intuición espiritual.
El espíritu del hombre presenta trae fuerzas fundamentales: el pensamiento, el sentimiento, la voluntad. Conforme
a esto se distingue una intuición racional, otra emocional y otra volitiva. En los tres casos hay una aprehensión
inmediata de un objeto y esto es justamente lo que se pretende expresar con la palabra “intuición”.
Todo objeto presenta tres aspectos o elemento: esencia, existencia y valor. Por lo tanto, podemos hablar de una
intuición de la esencia, una intuición de la existencia y una intuición del valor. L primera coincide con la racional, la
segunda con la volitiva y la tercera con la emociona.
Platón es el primero que habla de una intuición. Según él las ideas son percibidas inmediatamente, intuidas
espiritualmente por la razón. En la edad media, la mística defiende el derecho de la intuición. En la Edad moderna,
Descartes plantea el reconocimiento de la intuición como un medio autónomo de conocimiento. Para Spinoza y
Leibniz la intuición no representa ningún papel notable en la teoría del conocimiento. Al igual que con Kant quien
sólo conoce una experiencia que consiste en la elaboración conceptual del material empírico. Hume dice que la razón
no puede conocer que hay cosas, ni tampoco cuál es su esencia. Todo lo que rebasa el contenido de la conciencia,
escapa al conocimiento racional. Filósofos ingleses del siglo XVIII admiten un conocimiento intuitivo en el terreno de
los valores. En el siglo XIX Fichte dice que hay una intuición espiritual, intelectual. Es el órgano mediante el cual el yo
absoluto se conoce a sí mismo y sus acciones. Se trata de una intuición metafísico-racional. Schelling define lo
absoluto como unidad de la naturaleza y el Espíritu. Este absoluto es aprehendido por nosotros mediante una
intuición intelectual.
4.2 Razón y sin razón del intuicionismo: El admitir o rechazar un conocimiento intuitivo junto al discursivo-
racional depende de cómo se piense sobre la esencia del hombre. En la esfera teórica, la intuición no puede pretender
ser un medio de conocimiento autónomo. La razón tiene aquí la última palabra. En la esfera práctica, la intuición
tiene una significación autónoma. La intuición es verdadero órgano de conocimiento. Si el humano es tomado como
un ser racional entonces solo puede basarse en la razón, si es tomado como un ser volitivo emocional, puede basarse
en la intuición.
5. El criterio de la verdad
5.1 El concepto de la verdad:
No es bastante que nuestros juicios sean verdaderos; necesitamos la certeza de que lo son. Para la conciencia natural:
la verdad del conocimiento consiste en la concordancia del contenido del pensamiento con el objeto: concepto
trascendente de la verdad.
Concepto inmanente de la verdad: la esencia de la verdad radica con algo que reside dentro del pensamiento del
mismo. La verdad es la concordancia del pensamiento consigo mismo. Un juicio es verdadero cuando está formado
de acuerdo a las leyes y normas del pensamiento.
La primera es la correcta desde un punto de vista realista, y la segunda desde un punto de vista idealista.
Para la conciencia natural, la verdad del conocimiento radica en la concordancia del contenido de la idea con el
objeto. A esta concepción la llamamos concepto trascendente de la verdad. Pero frente a él existe otro que podía ser
designado como concepto inmanente de la verdad. Para él, la esencia de la verdad no se encuentra entre el contenido
de la idea y un objeto que se halla fuera de nuestro pensamiento, un objeto que trasciende nuestro pensamiento,
sino en la relación con algo que reside dentro del mismo pensamiento. La verdad es la concordancia del pensamiento
consigo mismo. El juicio es verdadero cuando está formulado con apego a la leyes o normas del pensamiento.
5.2 El criterio de la verdad:
La cuestión del criterio de la verdad está en conexión estrechísima con la cuestión del concepto de la verdad. El
pensamiento concuerda consigo mismo cuando está libre de contradicciones. El concepto inmanente o idealista trae
consigo el considerar la ausencia de contradicción como criterio de la verdad.
La ausencia de contradicción es un criterio de la verdad sólo para una clase determinada de conocimiento.
Otro criterio de verdad consiste en la presencia o realidad inmediata de un objeto. Son verdadero todos los juicios
que descansan en una presencia inmediata del objeto pensado.
Todo conocimiento científico posee una validez universal. En la esfera teórica la evidencia no es valida como criterio
de verdad. Aunque algunos filósofos dicen que si pero toman el significado de evidencia no como algo intuitivo
emocional.
La cuestión del criterio de la verdad está en íntima relación con la cuestión del concepto de la verdad. Esto puede
probarse fácilmente si consideramos el idealismo lógico. Para él la verdad consiste en la concordancia del
pensamiento consigo mismo ¿en qué podríamos encontrar tal concordancia? La respuesta es: en la ausencia de
contradicción. Nuestro pensamiento concuerda consigo mismo cuando está libre de contradicciones y sólo en este
caso. La aceptación del concepto inmanente o idealista, obliga necesariamente a la admisión de la ausencia de
contradicción como criterio único de verdad
TEORÍA ESPECIAL DEL CONOCIMIENTO
• Su problema:
La teoría del conocimiento trata de estudiar la significación objetiva del pensamiento humano, la referencia de éste
a sus objetos. La referencia de todo pensamiento a los objetos es el objeto formal de la teoría del conocimiento. Por
eso también es conocida como teoría del pensamiento verdadero. Mientras la teoría del conocimiento investiga la
referencia de nuestro pensamiento a los objetos en general, la teoría especial del conocimiento vuelve la vista hacia
aquellos contenidos del pensamiento en que esta referencia encuentra su expresión mas elemental.
La teoría especial de conocimiento investiga los conceptos básicos más generales, por cuyo medio tratamos de definir
los objetos. Por lo tanto es una teoría de categorías.
Investiga también los conceptos más generales que se refieren al ser. Se halla en relación con la metafísica general,
investigan los mismos conceptos, pero la manera de plantear el problema es esencialmente distinta entre ambos. La
teoría de las categoría fija su vista en el origen lógico de estas formas de pensamiento. Realiza esta investigación
exclusivamente desde el punto de vista de la validez. La metafísica tiene una orientación muy distinta ya que el punto
de vista que le da norma es el del ser.
• La esencia de las categorías:
Según lo que ha dicho Aristótelese conocimiento humano es una reproducción de los objetos, por lo tanto , las
categorías representan propiedades generales de los objetos, cualidades objetivas del ser.
Si el pensamiento produce los objetos, como diría Kant, la categorías resultan determinaciones del pensamiento,
formas y funciones a priori de la conciencia.
-Las categorías son formas del ser, propiedades de los objetos
-Son formas do determinaciones del pensamiento.
La primera es la concepción realista y objetiva y la segunda, la idealista y apriorista.
Según Kant, los objetos son producidos por nuestra conciencia cognoscente, tanto en esencia como en existencia.
Los medios principales de que nos servimos para ello son las categorías. Por lo tanto éstas son “elementos del
pensamiento puro”.
En cuanto a la concepción objetivista de las categorías se hallan hoy la fenomenología, la teoría del objeto y el
realismo crítico.
Edmund Husserl distingue entre las categorías formales o lógicas y las materiales o regionales. Los primeros son
aquellos conceptos mediante los cuales se define la esencia lógica de un objeto en general. Las materiales o
regionales: conceptos que no expresan meras especificaciones de las categorías lógicas puras, se distinguen porque
expresan lo peculiar de le esencia regional.
• El sistema de las categorías:
Se han hecho muchos ensayos para agrupar las categorías. El primero fue Aristóteles:
1. Sustancia o esencia (por ejemplo, hombre, caballo);
2.Cantidad (por ejemplo, dos o tres varas de largo);
3. Cualidad (por ejemplo, sabio, culto);
4. Relación (por ejemplo, menor que éste, mayor que aquél);
5. Lugar (por ejemplo, en el mercado);
6. Tiempo (por ejemplo, hoy, ayer);
7. Posición (por ejemplo, está echado, está sentado);
8. Estado (por ejemplo, está vestido, está armado);
9. Acción (por ejemplo, corta);
10. Pasión (por ejemplo, es cortado).
Según Kant, el entendimiento es la facultad de juzgar. En toda clase de juicio, la unión del sujeto y el predicado tiene
lugar desde un punto de vista determinado. La categoría indica ese punto de vista. Hay tantas categorías como juicios
distinguidos. Los juicios se dividen así:
1°, por la cantidad, esto es, la extensión de su validez, en singulares (este S es P), particulares (algunos S son P) y
universales (todos los S son P);
2°, por la cualidad, en afirmativos (S es P), negativos (S no es P) e infinitos (S es un no‐P);
3°, por la relación entre las representaciones enlazadas, en categóricos (S es P), hipotéticos (si S es P, no es Q], y
disyuntivos (S es o P o Q);
4°, por la modalidad, esto es, su valor cognoscitivo, en problemáticos (S es quizá P), asertóricos (S es P) y apodícticos
(S es necesariamente P).
El sistema de categorías responde a este sistema de las clases de juicios:
1° Categorías de la cantidad: unidad, pluralidad, totalidad.
2° Categorías de la cualidad: realidad, negación, limitación.
3° Categorías de la relación: sustancia‐accidente, causa‐efecto, acción recíproca.
4° Categorías de la modalidad: existencia, posibilidad, necesidad.
Hartmann define la esencia de las categorías así: función intelectual inconsciente de naturaleza y forma determinada.
Las categorías pertenecen a la esfera de lo inconciente. Hartmann se sirve del análisis psicológico contenido de la
conciencia para descubrir las categorías. Hartmann divide las categorías en categorías de la sensibilidad y categorías
del pensamiento. Las cuales se van dividiendo sucesivamente.
• La sustancialidad:
Cuando consideramos un objeto, podemos predicar distintas propiedades de él. Todas estas propiedades convienen
al objeto y están adheridas a él de cierto modo. (también llamadas accidentes). Al objeto se le llama sustancia.
Mientras que los accidentes no existen por sí mismos, las sustancias sí y a su vez pueden ser sustentáculos de los
accidentes. A la relación de la sustancia con los accidente se le denomina subsistencia. Y a la relación de los accidente
a las sustancias como inherencia.
La sustancia es una cosa que no necesita de ninguna otra para existir.
La sustancialidad, es la relación de inherencia y subsistencia. Es un producto del pensamiento que interviene en la
experiencia. Somos nosotros.
• La casualidad
a) concepto de casualidad:
Así como la conjunción de los contenidos de la experiencia nos induce a formar el concepto de sustancia, su aparecer
y desaparecer nos inducen a formar el de casualidad. La casualidad no es una experiencia, más el pensamiento llega
a formar el concepto de casualidad elaborando los contendidos de la experiencia. La experiencia interna es la que
nos sirve de concepto. El concepto de casualidad carece de significación objetiva, de validez real para el idealismo. El
concepto de casualidad se refiere a un hecho objetivo.
b) El principio de casualidad:
Se refiere a la esfera de validez del concepto de casualidad. Significa la afirmación de la pregunta “debemos suponer
una causa dondequiera tiene lugar un cambio”. Todo efecto tiene una causa: dicen los filósofos que consideran el
principio de casualidad como inmediatamente evidente.
LA FE Y EL SABER
El conocimiento humano no se limita al mundo fenoménico, sino que avanza más allá, hasta la esfera metafísica,
para llegar a una visión filosófica del universo. Cómo se relaciona entre sí la religión y la filosofía, la fe y el saber.
Pueden registrarse cuatro tipos de definiciones: los dos primeros sostienen una identidad esencial; los dos últimos
una diferencia entre religión y filosofía. la religión es filosofía, o que la filosofía es religión. Ambas quieren conocer;
se trata para ambas de alcanzar una gnosis. Un mismo impulso hacia el conocimiento filosófico se agita en ellas. La
única diferencia consiste en que la religión es un grado inferior del conocimiento filosófico, puesto que no habla en
conceptos abstractos, sino en representaciones concretas. La religión reposa en la filosofía, así como la fe en el saber.

ACTIVIDAD 1.

CONSIDERACIONES FILOSÓFICAS SOBRE EL SABER


La siguiente actividad está basada en la trascripción de un texto de Platón, considerado como uno de los clásicos
filósofos de la tradición del pensamiento filosófico griego, denominado, Teetetes o de la ciencia. En el diálogo
intervienen Sócrates, Teodoro y Teetetes. Conviene estar
despierto y leer con toda atención, pues los detalles son importantes como elementos que pueden aportar al análisis,
las descripciones y argumentaciones.

La naturaleza de la ciencia

SÓCRATES.- Si tuviese un interés particular, Teodoro, por los de Cyrene, te preguntaría lo que allí pasa, y me
informaría del estado en que se hallan los jóvenes que se aplican a la geometría y a los demás ramos de la filosofía.
Pero como quiere con preferencia a los nuestros, estoy más ansioso de conocer quiénes, entre nuestros jóvenes,
ofrecen mayores esperanzas. Hago esta indagación por mí mismo, en cuanto me es posible, y además me dirijo a
aquellos, que cerca de los cuales veo que la juventud se apresura a concurrir. No son pocos los que acuden a ti, y
tienen razón, porque lo mereces por muchos conceptos, y sobre todo por tu saber en geometría. Me darías mucho
gusto si me dieras cuenta de algún joven notable.

TEODORO.- Con el mayor gusto, Sócrates, y para informarte, creo conveniente decir cuál es el joven que más me ha
llamado la atención. Si fuese hermoso temería hablar de él, no fueras a imaginarte que me dejaba arrastrar por la
pasión; pero, sea dicho sin ofenderte, lejos de ser hermoso, se parece a ti, y tiene, como tu, la nariz roma y unos ojos
que se salen de las órbitas, si bien no tanto como los tuyos. En este concepto puede hablar de él con confianza.
Sabrás, pues, que de todos los jóvenes que he estado en relación, y que son muchos, no he visto uno solo que tenga
mejores condiciones. En efecto, a una penetración de espíritu poco común une la dulzura singular de su carácter, y
por cima de todo es valiente cual ninguno, cosa que no creía posible y que no encuentro en otro alguno. Porque los
que tienen como él mucha vivacidad, penetración y memoria, son de ordinario inclinados a la cólera, se dejan llevar
acá y allá, semejantes a un buque sin lastre, y son naturalmente más fogosos que valientes. Por el contrario, los que
tienen más consistencia en el carácter, llevan al estudio de las ciencias un espíritu entorpecido, y no tienen nada.
Pero Teetetes marcha en la carrera las ciencias y del estudio con paso tan fácil, tan firme y tan rápido, y con una
dulzura comparable al aceite, que corre sin ruido, que no me canso de admirarle y estoy asombrado de que en su
edad haya hecho tan grandes progresos.
SÓCRATES.- Verdaderamente me das una buena noticia. ¿Pero de quién es hijo?
TEODORO.- Muchas veces he oído nombrar a su padre, mas no puedo recordarle. Pero en su lugar he aquí al mismo
Teetetes en medio de ese grupo que viene hacia nosotros. Algunos de sus camaradas y él han ido a untarse con aceite
al estadio que está fuera de la ciudad, y me parece que después de este ejercicio vienen a nuestro lado. Mira, si lo
conoces.
SÓCRATES.- Le conozco, es el hijo de Eufronios de Sunio; ha nacido de un padre, mi querido amigo, que es tal como
acabas de pintar al hijo mismo; que ha gozado, por otra parte, de una gran consideración, y ha dejado a su muerte
una cuantiosa herencia. Pero no sé el nombre de este joven.
TEODORO.- Se llama Teetetes, Sócrates. Sus tutores, a lo que parece, han mermado algún tanto su patrimonio, pero
él se ha conducido con un desinterés admirable.
SÓCRATES.- Me presentas a un joven de alma noble. Dile que venga a sentarse cerca de nosotros.
TEODORO.- Lo deseo. Teetetes, ve aquí cerca de Sócrates.
SÓCRATES.- Sí, ven, Teetetes, para que al mirarte vea mi figura, que según dice Teodoro se parece a la mía. Pero si
uno y otro tuviésemos una lira, y aquél nos dijese que estaban unísonas, ¿le creeríamos desde luego o examinaríamos
antes si era músico?
TEETETES.- Lo examinaríamos antes.
SÓCRATES.- Y si llegáramos a descubrir que es músico, daríamos fe a su discurso; pero si no sabe la música, no le
creeríamos.
TEETETES.- Sin duda.
SÓCRATES.- Ahora, si queremos asegurarnos del parecido de nuestras fisonomías, me parece que es preciso averiguar
si Teodoro está versado o no en la pintura.
TEETETES.- Así lo creo.
SÓCRATES.- Y bien, dime, ¿entiende Teodoro de pintura?
TEETETES.- No, que yo sepa.
SÓCRATES.- ¿Tampoco entiende de geometría?
TEETETES.- Al contrario, entiende mucho, Sócrates.
SÓCRATES.- ¿Posee igualmente, la astronomía, el cálculo, la música y las demás ciencias?
TEETETES.- Me parece que sí.
SÓCRATES.- No hay que hacer mucho aprecio de sus palabras, cuando dice que hay entre nosotros, por fortuna o por
desgracia, alguna semejanza respecto a nuestros cuerpos.
TEETETES.- Quizá no.
SÓCRATES.- Pero si Teodoro alabase el alma de uno de nosotros por su virtud y sabiduría, el que oyera este elogio
¿no debería apurarse a examinar al hombre por él elogiado, y descubrir sin titubear el fondo de su alma?
TEETETES.- Seguramente, Sócrates.
SÓCRATES.- A ti corresponde, mi querido Teetetes, manifestarte en este momento tal cual eres, y a mi examinarte.
Porque debes saber que Teodoro, que me ha hablado bien de tantos extranjeros y atenienses, de ninguno me ha
hecho el elogio que acaba de hacerme de ti.
TEETETES.- Quisiera merecerlo, Sócrates, pero mira no sea que lo haya dicho en chanza.
SÓCRATES.- No acostumbra a hacerlo Teodoro. Así no te retractes de lo que acabas de concederme, so pretexto de
haber sido una pura chanzoneta lo que dijo; porque en este caso sería necesario obligarle a venir aquí a prestar una
declaración en regla, que no sería seguramente por nadie rehusada. Así pues, atente a lo que me has prometido.
TEETETES.- Puesto que así lo quieres, es preciso consentir en ello.
SÓCRATES.- Dime, ¿estudias la geometría con Teodoro?
TEETETES.- Sí.
SÓCRATES.- ¿También la astronomía, la armonía y el cálculo?
TEETETES.- Hago todos mis esfuerzos par cultivar estas ciencias.
SÓCRATES.- Y yo también, hijo mío, aprendo de Teodoro y de cuantos creo hábiles en estas materias. A la verdad,
conozco bastante los demás puntos de estas ciencias, pero me falta uno de poca importancia, sobre el cual estoy
perplejo, y que deseo examinar contigo y con los que están aquí presentes. Respóndeme, pues: aprender, ¿no es
hacerse más sabio en lo que se aprende?
TEETETES.- Sin duda.
SÓCRATES.- ¿Los sabios no lo son a causa del saber?
TEETETES.- Sí.
SÓCRATES.- ¿Qué diferencia hay entre éste y la ciencia?
TEETETES.- ¿Qué este?
SÓCRATES.- El saber. ¿No es uno sabio en las cosas que se saben?
TEETETES.- Sin duda.
SÓCRATES.- Por consiguiente, ¿el saber y la ciencia son una misma cosa?
TEETETES.- Sí.
SÓCRATES.- He aquí justamente mis dudas, y no puedo formarme por mi mismo una idea clara de lo que es la ciencia.
¿Podremos explicar en qué consiste? ¿Qué pensáis de esto y quién de vosotros lo dirá el primero? El que se engañe,
hará el burro, como dicen los niños cuando juegan a las pelotas, y el que sobrepuje a los demás, sin cometer ninguna
falta, será nuestro rey y nos obligará a responder a todo lo que quiera. ¿Por qué guardáis silencio? ¿Os inoportuno,
Teodoro, a causa de mi afición a la polémica y del deseo que tengo de empeñaros en una conversación, que puede
haceros amigos y hacer que nos conozcamos los unos a los otros?
TEODORO.- Nada de eso, Sócrates. Invita a algunos de estos jóvenes, porque yo no tengo ninguna práctica en esta
manera de conversar, ni estoy ya en edad de poder acostumbrarme, mientras que es conveniente a ellos, que sacarán
mucho más provecho que yo. La juventud es susceptible de progreso en todas direcciones. No dejes a Teetetes, ya
que has comenzado por él, pregúntale.
SÓCRATES.- Teetetes, ¿entiendes lo que dice Teodoro? Supongo que no querrás desobedecerle, ni en esta clase de
cosas es permitido a un joven resistir a lo que le prescribe un sabio. Dime, pues, decidida y francamente lo que
piensas de la ciencia.
TEETETES.- Hay que responder, puesto que ambos me lo ordenáis.
Pero también, si me equivoco, vosotros me corregiréis.
SÓCRATES.- Sí, si somos capaces de eso.
TEETETES.- Me parece, pues, que lo que se puede aprender con Teodoro, como la geometría y las otras artes de que
has hecho mención, son otras tantas ciencias; y hasta todas las artes, sea la del zapatero o la de cualquier otro oficio,
no son otra cosa que ciencias.
SÓCRATES.- Te pido una cosa, mi querido amigo, y tú me das liberalmente muchas; te pido un objeto simple y me
das objetos muy diversos.
TEETETES.- ¿Cómo? ¿Qué quieres decir, Sócrates?
SÓCRATES.- Nada, quizá. Sin embargo, voy a explicarte lo que yo pienso. Cuando nombran el arte del zapatero,
¿quieres decir otra cosa que el arte de hacer zapatos?
TEETETES.- No.
SÓCRATES.- Y por el arte del carpintero, ¿quieres decir otra cosa que la ciencia de hacer obras de madera?
TEETETES.- Sí.
SÓCRATES.- Pero el objeto de mi pregunta, Teetetes, no e saber cuáles son los objetos de las ciencias, porque no nos
proponemos contarlas, sino conocer lo que es la ciencia en sí misma. ¿No es cierto lo que digo?
TEETETES.- Tienes razón.
SÓCRATES.- Considera lo que te voy a decir. Si se nos preguntase qué son ciertas cosas bajas y comunes, por ejemplo,
el barro, y respondiéramos que hay barro de olleros, barro de muñecas, barro de tejeros, ¿no nos pondríamos en
ridículo?
TEETETES.- Probablemente.
SÓCRATES.- En primer lugar, porque creíamos con nuestra respuesta dar lecciones al que nos interroga, repitiendo
el barro y añadiendo los obreros que en él se empeñan. ¿Crees tú que, cuando se ignora la naturaleza de una cosa,
se sabe lo que su nombre significa?
TEETETES.- De ninguna manera.
SÓCRATES.- Así pues, el que no tiene idea alguna de la ciencia, no comprende lo que es la ciencia de los zapateros.
TEETETES.- No, sin duda.
SÓCRATES.- La ignorancia de la ciencia lleva consigo la ignorancia del arte del zapatero y de cualquier otro arte.
TEETETES.- Es cierto.
SÓCRATES.- Por consiguiente, cuando se pregunta lo que es la ciencia, es ponerse en ridículo el dar por respuesta el
nombre de una ciencia, puesto que es responder sobre el objeto de la ciencia, y no sobre la ciencia misma, que es a
la que se refiere la pregunta.
TEETETES.- Así parece.
SÓCRATES.- Eso es tomar un largo rodeo, cuando puede responderse sencillamente y en pocas palabras. Por ejemplo,
a la pregunta: ¿qué es el barro? Es muy fácil y sencillo responder, que es tierra mezclada con agua, sin acordarse de
los diferentes obreros que se sirven de él.
TEETETES.- La cosa me parece ahora fácil, Sócrates. La cuestión es de la misma naturaleza que la que nos ocurrió
hace algunos días a tu tocayo Sócrates y a mí en una conversación que tuvimos.
SÓCRATES.- ¿Qué cuestión, Teetetes?
TEETETES.- Teodoro nos enseñaba algún cálculo sobre las raíces de los números, demostrándonos que las de tres y
de cinco no son conmensurables en longitud con la de uno, y en seguida continuó así hasta la de diez y siete, en la
que se detuvo. Juzgando, pues, que las raíces eran infinitas en número, nos vino al pensamiento intentar el
comprenderlas bajo un solo nombre, que conviene a todas.
SÓCRATES.- ¿Habéis hecho ese descubrimiento?
TEETETES.- Me parece que sí; juzga por ti mismo.
SÓCRATES.- Veamos.
TEETETES.- Dividimos todos los números en dos clases: los que pueden colocarse en filas iguales, de tal manera que
el número de las filas sea igual al de unidades de que cada una consta, las hemos llamado cuadrados y equiláteros,
asimilándolas a las superficies cuadradas.
SÓCRATES.- Bien.
TEETETES.- En cuanto a los números intermedios, tales como el tres, el cinco y los demás, que no pueden dividirse
en filas iguales de números iguales, según acabamos de decir, y que se componen de un número de filas menor o
mayor que el de las unidades de cada una de ellas, de donde resulta que la superficie que la representa está siempre
comprendida entre lados desiguales, a estos números los hemos llamado oblongos, asimilándolos a superficies
oblongas.
SÓCRATES.- Perfectamente. ¿Qué habéis hecho después de esto?
TEETETES.- Hemos comprendido, bajo el nombre de longitud*, las líneas que cuadran el número plano y equilátero,
y bajo el nombre de raíz**, las que cuadran el número oblongo, que no son conmensurables por sí mismas en longitud
con relación a las primeras, sino sólo por las superficies que producen. La misma operación hemos hecho respecto a
los sólidos.
SÓCRATES.- Perfectamente, hijos míos, y veo claramente que Teodoro no es culpable de falso testimonio.
TEETETES.- Pero, Sócrates, no me considero con fuerzas para responder a lo que me preguntas sobre la ciencia, como
he podido hacerlo sobre la longitud y la raíz, aunque tu pregunta me parece de la misma naturaleza que aquélla. Así
es posible que Teodoro se ha equivocado al hablar de mí.
SÓCRATES.- ¿Cómo no? Si, alabando tu agilidad en la carrera, hubiese dicho que nunca habría visto joven que mejor
corriese, y en seguida fueses vencido por otro corredor que estuviese en la fuerza de la edad y dotado de una ligereza
extraordinaria, ¿crees tú que sería por esto menos verdadero el elogio de Teodoro?
TEETETES.- No.
SÓCRATES.- ¿Y crees que, como antes manifesté, sea cosa de poca importancia el descubrir la naturaleza de la ciencia,
o por el contrario, crees que es una de las cuestiones más arduas?
TEETETES.- La tengo ciertamente por una de las más difíciles.
SÓCRATES.- Así pues, no desesperes de ti mismo, persuádete de que Teodoro ha dicho la verdad, y fija toda tu
atención en comprender la naturaleza y esencia de las demás cosas y en particular de la ciencia.
TEETETES.- Si sólo dependiera de mis esfuerzos, Sócrates, es seguro que yo llegaría a conseguirlo.
SÓCRATES.- Pues adelante, y puesto que tú mismo te pones en el camino, toma por ejemplo la preciosa respuesta
de las raíces, y así como las has abarcado todas bajo una idea general, trata de comprender en igual forma todas las
ciencias en una sola definición.
TEETETES.- Sabrás, Sócrates, que he ensayado más de una vez aclarar este punto, cuando oía hablar de ciertas
cuestiones que se decía que procedían de ti, y hasta ahora no puedo lisonjearme de haber encontrado una solución
satisfactoria, ni he hallado a nadie que responda a esta cuestión como deseas. A pesar de eso, no renuncio a la
esperanza de resolverla.
SÓCRATES.- Esto consiste en que experimentas los dolores del parto, mi querido Teetetes, porque tu alma no está
vacía, sino preñada.
TEETETES.- Yo no lo sé, Sócrates, y sólo puedo decir lo que en mí pasa.
SÓCRATES.- Pues bien, pobre inocente, ¿no has oído decir que yo soy hijo de Fenarete, partera muy hábil y de mucha
nombradía?
TEETETES.- Sí, lo he oído.
SÓCRATES.- ¿Y no has oído también que yo ejerzo la misma profesión?
TEETETES.- No.
SÓCRATES.- Pues has de saber que es muy cierto. No vayas a descubrir este secreto a los demás. Ignoran, querido
mío, que yo poseo este arte, y como lo ignoran, mal pueden publicarlo; pero dicen que soy un hombre extravagante
y que no tengo otro talento que el de asumir a todo el mundo en toda clase de dudas. ¿No has oído decirlo?
TEETETES.- Sí.
SÓCRATES.- ¿Quieres saber la causa?
TEETETES.- Con mucho gusto.
SÓCRATES.- Fíjate en lo que concierne a las parteras, y comprenderás mejor lo que quiero decir. Y sabes que (...).1

a. Colóquese en el lugar de Platón, en cuanto autor del diálogo, y ensaye tres posibles finales al mismo:

• Uno en donde ninguno de los interlocutores alcanza de manera satisfactoria una definición de la ciencia en
la cual ambos concuerden e, incluso, se involucre a Teodoro.

• Otro final en donde se encuentre una definición satisfactoria al menos para Sócrates, pero de la cual no esté
muy convencido Teetetes. En este caso, por supuesto, usted deberá explicar por qué Teetetes no estaría de acuerdo
con la definición de Sócrates, y en donde Sócrates de las razones necesarias para afirmar la definición de ciencia que
usted le ha atribuido.
• En el otro final tanto Sócrates como Teetetes concuerdan en una definición de ciencia. Teodoro, a lo lejos,
refunfuñará diciendo que también está de acuerdo. Pero usted deberá establecer los argumentos necesarios para
demostrar que ambos tienen suficientes razones para acordar la definición de ciencia que usted les atribuye.

b. Consulte el diálogo y con base en su lectura, usted se dará cuenta que el prosigue. En el interrogatorio que Sócrates
continúa planteándole a Teetetes, menciona algunas opiniones de la tradición griega con respecto a la definición de
ciencia, con las cuales naturalmente Sócrates no está de acuerdo, pues utilizan perspectivas diversas para establecer
el carácter de la ciencia. Por ejemplo, menciona a Protágoras con la hipótesis del “hombre como medida de todas las
cosas”, pero también otras posiciones diferentes. A partir de esta constatación desarrolle de manera personal las
siguientes actividades:

¿Qué es lo que, según el diálogo, sostiene Protágoras en torno a la definición de ciencia, y por qué razones
Sócrates no concuerda con dicha definición y busca argumentos para refutarla?
Contando con la información procesada en los numerales anteriores, escriba ahora tres páginas cuyo título,
entre otros, podría ser el siguiente: “El concepto de ciencia argumentado por Platón en boca de Sócrates en el
Teetetes o de la ciencia”. Si este título no le gusta, y en verdad hay razones suficientes para no estar de acuerdo con
él, elija otro, pero sin perder de vista el propósito de la sistematización que va a realizar con base en la información
precedente. El informe se socializará en el Grupo.
GLOSARIO DE TÉRMINOS

CIENCIA: conocimiento exacto y razonado, explica los hechos por el descubrimiento de las leyes que los rigen, explica
las cosas y desembaraza el espíritu de lo imprevisto y de lo inteligible.
CONOCIMIENTO: acción de conocer, inteligencia, entendimiento, adquisición, conservación y elaboración de la
lógica.
EDAD MEDIA: tiempo transcurrido entre el siglo V y el XV de nuestra era.
EMANCIPACIÓN: acción de liberarse ideológicamente de alguna premisa.
EMPÍRICO: que se basa en la experiencia, sin teoría ni razonamiento.
ESTÉTICO: relativo a la belleza.
ESTRUCTURA: disposición de las diversas partes de un todo.
EXPERIENCIA: conocimiento que se adquiere desde la práctica y la observación.
HERMENÉUTICA: arte de interpretar los textos.
INVESTIGACIÓN: ir tras algo, diligenciar para descubrir una cosa, registrar, indagar.
OBJETIVIDAD: lo que existe realmente fuera del sujeto que lo conoce.
OBJETO: cualquier cosa que se arroja a la vista y afecta los sentidos.
PROBLEMA: cuestión que se trata de resolver por medio de procedimientos científicos.
PROCESO: evolución de una serie de fenómenos.
PREGUNTA: interrogación que se hace para que sea contestada por alguien que sabe acerca del tema.
PRIORI: lo admitido como evidente con anterioridad a toda experiencia y fundándose solo en la razón pura.
RAZÓN: facultad por medio de la cual puede el hombre discutir y juzgar.
SABER: conocer, tener habilidad para una cosa.
SINTAXIS: parte de la gramática que estudia las funciones y el orden de las palabras, la que admite las figuras de
dicción.
SEDIMENTOS: materia que se precipita al fondo de un líquido.
SUJETO: persona, individuo, ser del cual se enuncia alguna cosa.
TEORÍA: conocimiento especulativo puramente racional, explicación de un fenómeno.
VERDAD: calidad de lo que es cierto, conformidad de lo que se dice con lo que existe, sinceridad, buena fe.

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