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Psicología de las edades – Primera infancia – Piaget y Inhelder

La primera infancia es fundamental para el desarrollo psíquico. Constituye al


mismo tiempo la base de toda actividad psíquica constructiva.
El comportamiento sensomotor de la primera infancia constituye el punto de
partida de la formación de conocimiento. La coordinación de los movimientos del propio
cuerpo y de los objetos lleva al conocimiento sensomotor del espacio. Por la coordinación
de los movimientos y de las percepciones construye el niño el esquema de su conducta
frente a los sujetos constantes. Descubre que también los objetos tienen una forma y
tamaño constante.
Podemos ver la actividad, comparada con un ser vivo, psíquica desde dos puntos
de vista: la estructura y la fuerza. La primera corresponde al organismo y sus órganos y el
modo de cómo funcionan, la segunda es la dinámica o la energía que pone al organismo
en funcionamiento y lo hace posible.
1. Las funciones del conocimiento: desarrollo del pensamiento lógico
Es la coronación del desarrollo psíquico y constituye el termina de una
construcción activa y de un compromiso con el exterior, los cuales ocupan toda la infancia.
La construcción psíquica que desemboca en las operaciones lógicas depende primero de
las acciones sensomotoras, después de las representaciones simbólicas y finalmente de las
funciones lógicas del pensamiento.
El pensamiento lógico es un instrumento esencial de la adaptación psíquica al
mundo externo.
Formación de inteligencia: tres fases: 1º la inteligencia sensomotora, 2º el
pensamiento objetivo – simbólico y 3º el pensamiento lógico concreto.
A. Fase 1º: la formación de la inteligencia sensomotora.
El niño antes de hablar es capaz de actos de inteligencia propiamente dichos. La
inteligencia es la adaptación psíquica a situaciones nuevas. Los actos de inteligencia (en
esta fase) dependen de la coordinación y las percepciones y se realizan sin representación
actual. La inteligencia sensomotora (constituye la preparación funcional para el
pensamiento lógico) no es lógica (no hay reflexión)
I. Primer estadio: el uso de mecanismos reflejos congénitos
En el nacimiento el lactante está dotado de un grupo de mecanismos reflejos
dispuestos a funcionar (reflejo de succión, prensión, etc.).
II. Segundo estadio: las reacciones circulares primarias:
Una acción que ha producido un resultado agradable se repite y lleva a una de
las llamadas reacciones circulares, se constituyen desde el segundo mes las
primeras habilidades y costumbres. Si el lactante ha descubierto en su círculo
visual un objeto brillante lo mirara rápidamente. La adquisición de las primeras
habilidades depende de la repetición habitual de acciones desencadenadas
casualmente. También esta chupar el dedo y repetirlo con placer o tomar un
objeto y soltarlo.
III. Tercer estadio: las reacciones circulares terciarias:
Entre el tercero y noveno mes se observa la transición progresiva de las
habilidades y hábitos adquiridos casualmente a las acciones inteligentes
realizadas intencionalmente. Un acto de inteligencia se distingue de la reacción
circular por la articulación del medio y el fin. Descubre que un medio utilizado
con éxito una vez puede cumplir su objetivo otra vez.
IV. Cuarto estadio: la coordinación del esquema de conducta adquirido y su
aplicación a situaciones nuevas:
Después de pasado el noveno mes se observan los primeros esquemas de
conducta dirigidos intencionalmente a un fin determinado. Un nuevo objeto es
investigado a veces sistemáticamente. Así los nuevos objetos son incluidos en
el repertorio de los tipos de conducta conocidos
V. Quinto estadio: el descubrimiento de nuevos esquemas de conducta por la
experimentación activa:
Hacia fin del primer año el niño encuentra a veces medios originales de
adaptarse a las situaciones nuevas. El niño sabe servirse de los medios
auxiliares. El niño ya empieza a experimentar con las cosas. Observa el
resultado de sus experimentos.
VI. Sexto estadio: transición del acto intelectual sensomotor a la
representación:
Hacia mitad del segundo año alcanza la inteligencia sensomotora su total
desarrollo, desde ahora puede imaginarse el resultado de sus conductas.
B. Fase 2º: la formación del pensamiento objetivo – simbólico.
La transacción de la conducta sensomotora al pensamiento propiamente
dicho está ligada a la función de representación o simbolización, es decir sustituir
una acción o un objeto por un signo.
Con año y medio comienza el niño a aprender progresivamente el lenguaje
de su ambiente. Hablar y entender el lenguaje de los demás.
Los conceptos previos no son conceptos ni puramente individuales ni
genéricos. En la construcción de conceptos lógicos la diferencia entre un, algún y
todos no se ha alcanzado todavía completamente en los niños pequeños. En el
estadio del pensamiento pre lógico los conceptos y la participación mágica se
complementan.
El pensamiento pre conceptual corresponde a la forma de consecuencia
analógica designada por Stern como transducción. El niño pequeño no infiere de
un modo deductivo ni inductivo. Su pensamiento depende casi siempre de
deducciones por analogía. Los niños de esta edad deducen el caso particular de
otro caso particular.
El niño hasta los siete años piensa objetivamente, pero todavía no lógico
operativamente. Pensar objetivamente se llama experimentar anteriormente con
ayuda de representaciones. Pero en oposición al pensamiento lógico operativo
estos experimentos sobre el pensamiento son aun irreversibles.
El niño en la fase del pensamiento objetivo simbólico establece ya ciertas
relaciones sin poder, sin embargo, formarías de modo reversible y coordinarlas
entre si
C. Fase 3º: la formación del pensamiento lógico – concreto

Alrededor del séptimo año el niño es capaz entonces de operaciones lógico


con, puede formar con los objetos concretos tanto clases como relaciones. Puede
establecer una serie asimétrica correcta, una operación simétrica de la
transitividad y puede realizar la inclusión total de las partes, al mismo tiempo que
puede formar categorías.
Todas las operaciones lógicas de esta edad dependen de su esfera concreta
de aplicación. A los nueve años y medio es capaz de llevar a cabo esta operación
con pesos y únicamente a los once o doce con volúmenes
A los quince los jóvenes son capaces de colocar conceptos verbales en el
lugar de objetos concretos y unirlos en un sistema reversible.

 La organización de la realidad:
Durante los primeros siete años descubre el niño progresivamente los
principios elementales de la invariación que se refiere al objeto, a la cantidad, al
número, al espacio y al tiempo; los cuales prestan una estructura objetiva a su
imagen del mundo.
 El objeto y los principios físicos de invariación:

I. Fase 1º: el esquema sensomotor del objeto


El niño descubre el mundo exterior merced a su actividad. La imagen
infantil del mundo es naturalmente egocéntrica, es decir dirigida al propio yo.
Esquema de conducta de los objetos constantes.
Primer y segundo estadio: el mundo infantil consta de imágenes visibles y
ocultas pero no de objetos constantes. Aprende a distinguir las situaciones
conocidas de las desconocidas, las agradables de las desagradables.
Tercer estadio: los objetos son tratados como si fueran constantes en tato
se encuentran en el campo visual del niño y están incluidos en su actividad.
Desaparecen de su campo visual se conduce como si no existieran.
Cuarto estadio: el niño presta también duración a los objetos que no son ya
visibles aunque no pueden reconstruir sus movimientos. Busca muy activamente
los juguetes escondidos.
Quinto estadio: el niño sigue el los movimientos y los despeamientos de los
objetos. Puede reconstruir los movimientos seriados con ayuda de la percepción,
pero todavía no sin ella.
Sexto estadio: al año y medio el niño puede no solo percibir los objetos y
sus movimientos, sino también imaginárselos. La construcción de los esquemas
sensomotores de los objetos llega con ello a una terminación pro visual.
Durante la fase sensomotora el niño descubre también la forma y
tamaño constante de un objeto. Observa con visible interés todas las cosas, tanto a
gran distancia como de cerca.
Las constantes sensomotoras de la percepción (objeto, tamaño,
forma, color) están por ello ligadas estrechamente con el desarrollo intelectual y
forman la base fundamental de todos los principios de la invariación construidos
sobre ellas.
II. Fase 2º: el concepto intuitivo de número y cantidad
Durante la segunda fase de desarrollo el niño no puede aplicar el esquema
de conducta para los objetos constantes antes adquirido, ni a los objetos lejanos,
ni a números y cantidades determinados.
Los niños de cuatro a cinco años creen que una montaña se hace más
grande o más pequeña y cabía de forma según se acercan o se alejan de ella. Hasta
los siete años resulta incomprensible para los niños que no cambian el objeto
mismo sino el punto de vista propio.
Las cantidades o, como también se dice, los objetos colectivos, le parece al
niño, en la segunda fase del desarrollo, que aumentan o disminuyen según su
dispositivo espacial.
III. Fase 3º: el concepto lógico operativo de número y cantidad:
Después del séptimo año los niños se hacen poco a poco capaces de
compensar mentalmente las alteraciones del número y de la cantidad. En la
práctica el niño coordina las relaciones consideradas antes aisladamente. Puede
multiplicar, pero lo hace solo con la condición de que cada alteración pueda
establecerse de un modo reversible. Todas las alteraciones espaciales percibidas
pueden ser interpretadas como operaciones, es decir, como acciones reversibles
que aseguran la invariación e la masa o de la cantidad.
 El concepto de numero:
El concepto aritmético de número no puede deducirse de operaciones
lógicas aisladas; depende más bien de fusiones de clases: inclusiones por un lado y
de relaciones asimétricas por el otro.
Pero la constancia de cantidad no es todavía un concepto de número. Se
llega a este cuando el niño puede realizar simultáneamente dos operaciones y
establecer la síntesis de ella. Primera operación: la inclusión de las partes en el
total. Segunda operación: la relación asimétrica.
 El concepto de espacio:
El sistema espacial euclidiano, que constituye el fundamento de la métrica
elemental, se construye sobre la representación objetiva del espacio.
Fase 1: el espacio sensomotor: el lactante conquista el espacio próximo a su
merced, a sus movimientos y percepciones. Al principio se constituyen espacios de
acción aislados. Poco a poco las esferas de acción aisladas se ligan unas con otras
tan ampliamente que por fin, hacia la terminación del primero, y sobre todo al
comienzo del segundo año, se origina un sistema espacial sensomotor objetivo en
forma de grupos de movimientos en sentido geométrico
Fase 2: la representación espacial: forma al principio sistemas de
movimientos subjetivos e individuales. Ocurre que en el las distancias espaciales
están supra o infravaloradas. Solo durante la tercera fase del desarrollo,
generalmente después del octavo año, llega a reproducir el niño los sistemas
individuales de movimientos con ayuda de sistemas de referencia espaciales
hallados espontáneamente merced a una imagen espacial coherente y objetiva.
La escala de medida propiamente dichas, no encuentran utilización
espontanea hasta el sexto año.
Para poder comparar dos o más objetos en un sistema espacial deben
cumplirse tres condiciones: A) la invariación de las dimensiones de los objetos (la
dimensión de un objeto parece cambiar cuando se mueve), B) la invariación de la
distancia entre ellos (la distancia entre objetos inmóviles parece disminuir cuando
un tercero se interpone entre ellos) y C) la utilización de un sistema de referencia a
las coordenadas (la utilización de un sistema espacial de referencia común se
estrella ante la imposibilidad de reunir en un sistema de coordenadas cartesianas
las direcciones vertical y horizontal).
La representación de un sistema espacial constituido por objeto invariables,
distancias constantes y sistemas de coordenadas, es ajena al niño durante la
segunda fase del desarrollo y solo se forma durante la tercera en estrecha
conexión con las operaciones lógico concretas del pensamiento.
Fase 3: la medida del espacio y la perspectiva: a partir de los siete años
descubre el niño simultáneamente la medida del espacio y la perspectiva.
Alrededor de los ocho años el niño descubre espontáneamente la
operación geométrica de la medición. La medida del espacio depende de la fusión
de dos operaciones: primero la operación lógica de la transitividad y segundo la
operación de la iteración. Se constituye también la comprensión de la perspectiva.
La coordinación productora de la perspectiva es doble: social y espacial. El
niño logra desprenderse de la perspectiva propia y representarse la cordillera
desde el punto de vista de otro observador. Permite hallar una nueva organización
espacial de la montaña desde cada punto.
 El concepto de tiempo
El concepto de tiempo depende de la coordinación y la velocidad y se
desarrolla paralelamente al concepto de espacio. Los conceptos de tiempo y
velocidad no tienen al principio ningún carácter lógico y son de naturaleza
puramente intuitiva.
Durante la segunda fase las diferencias de velocidad se miden por la
ventaja espacial. Solo durante la tercera fase del desarrollo descubre el niño que in
vehículo va tanto más rápidamente cuanta mayor distancia recorre en el mismo
tiempo. La velocidad se comprende en las series de experiencias concretas como
una relación tempero espacial.
Al principio diferentes fenómenos no pueden ser incluidos en un mismo
periodo de tiempo. Cada proceso tiene en cierto modo su propio tiempo. Desees
de los ocho años, en cambio, es capaz de incluir un sistema temporal común varios
procesos físicos. Solo cuando estas condiciones se cumplen puede comprender y
aplicar correctamente una medida homogénea de tiempo.
Al comienzo de la primera infancia el lactante se adapta por movimientos y
percepciones a las variables condiciones del mundo exterior. Hacia el final de la
primera infancia percibe el niño la realidad con ayuda de las operaciones del
pensamiento adquiridas.
2. Las funciones de representación
Las vivencias y los deseos con carga afectiva son expresados preferentemente con
signos individuales, mientas que los conocimientos intelectuales son comunicados más
bien por signos colectivos. Os símbolos tienen siempre algunas semejanzas conscientes o
inconscientes con las vivencias que representan. Los signos colectivos están ligados con los
objetos y acciones a los que representan por vinculaciones arbitrarias, convencionales. El
niño representa a su modo lo vivido con símbolos, con las imitaciones y el dibujo.

 El juego

El juego se distingue del acto intelectual menos por su estructura que por su
finalidad.

Tiene el fin en sí mismo. La necesidad del juego se manifiesta en la primera


infancia de tres modos: como juego ejercicio, como juego simbólico, como juego reglado.
Durante la fase sensomotora aparecen explosivamente los juegos como ejercicio. Los
juegos simbólicos alcanzan el mayor desarrollo entre los 3 y los 6 años. Mientras que los
juegos reglados ganan en interés y alcanzan su punto culminante alrededor de los 10 años.

Los juegos como ejercicio corresponden a la necesidad de acción automática. En


cuanto el niño ha vencido las dificultades de adaptación a una nueva situación utiliza las
habilidades adquiridas para el placer funcional puro. Los primeros juegos se refieren al
propio cuerpo (juntar y separar las manos). Luego se incluyen todos los objetos posibles. Y
más tarde encuentra los juegos sensomotores de combinación.

Los juegos simbólicos se distinguen de los juegos como ejercicio por la ficción
(hacer como si) y por la utilización de símbolos propios. Dependen de la posibilidad de
sustituir y representar una situación vivida por una supuesta. El juego simbólico obra
durante la primera infancia como catarsis ayuda a restablecer el equilibrio afectivo
alterado.

Los juegos reglados que suponen la subordinación común a una ley que sujeta a
todos, se realizan cada vez más frecuentemente desde los siete a los ocho años. Durante la
fase precedente del desarrollo el niño es capaz ya de contacto social. Ganar en el juego
significa divertirse.
 La imitación

En el juego simbólico el niño sustituye la realidad por un mundo ficticio ideado. La


imaginación depende de una imaginación interior. La necesidad de imitación es tanto
mayor cuando más agradable y apetecible es el objeto a imitar y cuanto más
estrechamente unido se siente el niño con el modelo. Dos tipos de imitación: la directa, en
presencia del modelo, y la indirecta, en ausencia del modelo (se desarrolla al año y medio)

Durante la tercera fase de desarrollo la imitación resulta cada vez más un


instrumento de la adaptación psíquica al mundo exterior. La imitación que al principio
tenía el objeto en si misma se convierte entonces en un medio auxiliar del conocimiento
intelectual y desempeña, al mismo tiempo, un importante papel en el desarrollo de la
conciencia moral.

 El dibujo

El dibujo infantil es la expresión gráfica de las funciones de representación. El


dibujo espontaneo se halla relacionado con el juego simbólico, mientras que en el esfuerzo
de dibujar según modelo desempeña un papel esencial la técnica de imitación.

Fase 1: el estadio del garabato: el niño comienza a garabatear al final de la fase


sensomotora. No persigue todavía ninguna intención representativa. Es un juego de
ejercicio, que luego le pondrá un nombre.

Fase 2: el dibujo simbólico: durante la segunda fase del desarrollo el niño


representa la realidad simbólicamente. Podemos distinguir dos formas consecutivas de
representación: el primer estadio como la imagen defectuosa, que el niño no dibuja el
objeto mismo sino la representación que dé él se ha hecho. Y el segundo estadio que es la
imagen intelectual, donde el niño no dibuja el objeto como lo ve sino que diseña todo lo
que sabe de él.

Fase 3: la imagen visual: de los ocho a los nueve años siente el niño la necesidad
cada vez más intensa de reproducir la realidad. Incluso durante la tercera fase de
desarrollo, muchos niños representan sus vivencias afectivas de preferencia por dibujos
simbólicos.

La capacidad para copiar figuras geométricas sencillas se presenta paralelamente


al desarrollo intelectual y fue apreciada como una prueba del desarrollo psíquico. Todo
dibujo fiel a la realidad presupone una explotación visual del objeto representado y una
coordinación motora adecuadas.

 El lenguaje:

El lenguaje utiliza signos colectivos y es la más social de todas las funciones de


representación. A pesar de que el lenguaje se adquiere por imitación puede demostrarse
fácilmente.

El balbuceo del lactante, que se ha designado como una excitación del órgano de
la fonación, constituye el estadio sensomotor previo del desarrollo del lenguaje
propiamente dicho. El balbuceo se convierte rápidamente en reacción circular y en juego e
ejercicio. Descubren nuevas voces, una comunicación intencional. Las primeras formas
expresivas verbales no son conceptos lingüísticos en sentido gramatical. Con algunas
palabras, como mama, no solo se designa la madre, se expresa el deseo también.

Al año y medio descubre que cada cosa tiene un nombre. Al principio la


descripción la hace con sustantivos y verbos, luego le agrega adjetivos y adverbios. Al
tercer año aprende diferentes variaciones de palabras. Aproximadamente a los cuatro
años el desarrollo del lenguaje ha progresado tanto que se convierte en el órgano de las
relaciones sociales y en el instrumento propio del pensamiento.

Los niños hablan frecuentemente consigo mismos, no siente la necesidad de


dirigirse a los demás, es egocéntrico.

Desde los siete años la conducta infantil se hace social. El lenguaje sirve cada vez
más a la comprensión y a la discusión general.

3. La función afectiva:

En la primera infancia se desarrollan conjuntas la afectividad y la inteligencia. Las


uniones afectivas de la primera infancia influyen sobre toda la vida posterior.

La afectividad se desarrolla y es el resultado de una construcción psíquica activa.


La formación de la afectividad se divide en tres fases. Al desarrollo de la inteligencia
sensomotora le corresponde la formación de sentimientos elementales que al principio se
refieren a la propia activad y poco a poco llevan a la unión con determinados objetos. Al
desenvolvimiento del pensamiento objetivo simbólico le corresponde la afirmación de la
conciencia moral, la cual depende preferentemente del juicio de los adultos y de los
influjos variables del mundo exterior. Al desarrollo del pensamiento lógico concreto le
corresponden la formación de la voluntad y la independencia moral.

Fase1: las manifestaciones afectivas elementales: tres estadios:

Primer estadio: acciones instintivas y reflejos afectivos: el recién nacido está


dotado de impulsos instintivos a la nutrición. En el primer mes los reflejos afectivos
dependen de la capacidad funcional del sistema propioceptivo.

Segundo estadio: percepciones afectivas egocéntricas: el segundo mes se


desarrollan percepciones cargadas de afecto, llamadas percepciones afectivas. El niño
distingue siempre claramente las sensaciones agradables de las desagradables, la
necesidad y la satisfacción, la tensión y la descarga. Freud ha llamado narcisismo al pacer
del propio cuerpo y de su función. El niño pequeño no puede separar el yo y el mundo
exterior.

Tercer estadio: la elección del objeto hacia el final del primer año el niño comienza
a moverse conscientemente en el mundo exterior, se polarizan también sus sentimientos.
Por una parte se siente el mismo como causa del éxito o del fracaso, por otra se inclina
hacia los seres que desencadenan en los sentimientos de placer y de seguridad y se desvía
de aquellos que le producen desplacer o temor. La elección de un objeto cargado de
afecto habitualmente cae en la madre. Según su doctrina la primera ligazón a la madre
influye sobre todas las relaciones afectivas posteriores, mientras que la actitud
ambivalente hacia el padre forma el súper yo moral.

Fase 2: el juicio moral no independiente:

El segundo año, se refina las relaciones afectivas con el mundo exterior y obran
sobre la formación del carácter del niño. Entre estas relaciones afectivas los juicios
morales desempeñan un papel especialmente activo. Simpatiza con las personas que
corresponden a sus necesidades e intereses momentáneos y hace de ellas su modelo.
Estos constituyen la escala de medida moral para todas las cosas. Alrededor del tercer año
llevan a una crisis natural de insurrección, actúan como modelos absolutamente
indispensables los adultos a los que el niño se ha acercado confiadamente. El niño siente
respeto.

Fase 3: el juicio moral y la voluntad:

El séptimo y octavo año tiene lugar también el desarrollo afectivo. El sentimiento


de comunidad se manifiesta cada vez más. Los niños se encuentras juntos con más
frecuencia en juegos sociales y trabajos comunes. El interés por las reglas del juego,
ideadas y seguidas colectivamente, crece visiblemente y frecuencia, en gran medida, el
sentimiento de justicia y de fair play. Las reglas del juego son seguidas y generan un
sentimiento de responsabilidad.

Durante la tercera fase el niño es capaz de una decisión pensada o caprichos


momentáneos dirigidos a la oposición. Querrá alcanzar su meta, incluso, en las
circunstancias más difíciles. Cuanto mayor es el interés, menos es la desviación de la
voluntad. La voluntad se desarrolla simultáneamente con la independencia moral y con la
capacidad de pensar lógica y consecuentemente.

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