Podríamos afirmar que el siglo XX fue el siglo de las comunicaciones. El ser humano no
sólo inventó y mejoró maneras de comunicarse sino que perfeccionó los sistemas en
los cuales desarrolló estas comunicaciones. Desde el invento del telégrafo hasta el
desarrollo del sistema de correo electrónico, pasando por el teléfono, el fax e Internet,
entre otros. Para el siglo XXI contamos con un desafío mayor: La comunicación eficaz.
Estos dos elementos básicos y centrales de toda conversación, tanto la palabra como la
escucha, son esenciales para el éxito de la gestión empresarial. La optimización del
capital humano en las organizaciones y la excelencia en el dominio de las relaciones
interpersonales dependen no sólo de una comunicación eficaz entre sus integrantes,
para establecer relaciones interpersonales eficientes, sino del tipo de conversación
interna que esté instalada en la empresa, a nivel intrapersonal, ya que será ésta la que
la define.
Toda idea de gestión en una empresa comienza en una conversación. Para establecer
el tipo de interrelación y que esa gestión termine en un resultado concreto hay una
cadena de comunicación que va desde la persona que es dueña de la idea y crea algo
desde su declaración, hasta todas las reuniones y conversación que va desde la
persona que es dueña de la idea y crea algo desde su declaración, hasta todas las
reuniones y conversaciones intermedias para alcanzar ese fin. Desde una reunión de
directorio hasta un pedido de entrega, todos e realiza a través de la conversación. El
tipo de conversación y la manera en la que se desarrolla determinan muchas veces el
resultado.
La Herramienta del lenguaje
Dado que toda realidad exterior, existe en el lenguaje de quien lo observa, podemos
decir que toda empresa es una realidad lingüística. Cada una de las personas que
integran la empresa cuenta con un tipo de significado para cada una de las palabras,
gestos, o cualquier otro tipo de comunicación. Para cada persona, las palabras
significan lo que significan para ella, constituido según su propia experiencia. Y esta
experiencia personal es intrínseca de cada persona, no pudiendo ser transferible a
otra.
La palabra “reporte” es para mí, lo que yo entiendo por reporte. Pero tal vez no sea
exactamente lo mismo que podría entender otra persona de la misma empresa por esa
misma palabra. Es el lenguaje el que se encarga de clasificar los conceptos de reporte
para cada sujeto en especial que lo expresa y cada sujeto que lo escucha.
Todo líder debe saber ser quien tiene que ser para comunicar de manera que su
comunicación genere acción comprometida. Dado que es el lenguaje lo que crea una
realidad del propio líder con respecto a su equipo, debe ser percibido y observado
como una persona poderosa, un líder a quien seguir. Por lo que la conversación
interna es lo que podrá constituir esa realidad según la forma en la que la exteriorice.
El respeto que genera el líder de un grupo tiene que ver con quién es y no con lo que
hace. Desde el punto de vista de la comunicación es quien es cuando comunica, sin
importar lo que comunique.
Para que una comunicación genere acción comprometida, el líder debe operar desde
un lugar de convicción total por su comunicación, y la relación produce efecto si fue
creada dentro de la red de la confianza. La confianza es un contenido natural si quien
transmite está siendo seguro y convincente, no como cualidad de su habla, sino como
cualidad ontológica; si en su ser está siendo estas cualidades.
La confianza es una red que se construye en cada una de las relaciones, y esta red está
fundamentalmente regida por la cualidad de ser íntegro y respetar siempre la propia
palabra. El poder personal de un líder como ser humano está íntimamente ligado con
el cumplimiento de su palabra. Una relación edificada durante años puede romperse
por un solo incumplimiento de la palabra. La palabra personal implica su propia
dignidad, su integridad como ser humano. Un manager es competente si lo que
declara con la palabra se realiza en la realidad. Si lo que dice que va a cumplir,
realmente se transforma en una verdad tangible. Cuando algún integrante del equipo
no cumple con su palabra y rompe con un acuerdo, su poder personal se encuentra
vulnerado, ya que las relaciones interpersonales en las que necesita basar sus futuros
acuerdos para coordinar acciones se encuentran minadas por un incumplimiento
previo. “¿Por qué habría de creerle ahora, si antes no cumplió?” La evidencia lo coloca
en una situación de desconfianza ante todo el equipo. El mensaje automático que
emitió con su incumplimiento es que su palabra no tiene ningún valor, y si en el
incumplimiento alguien más tuvo que pagar precios, el mensaje que le está enviando
con su incumplimiento es que esta persona no es importante, de lo contrario no
permitiría que pague esos precios.
Pero lo que puede resultar mucho más grave que incumplir los acuerdos entablados en
relaciones interpersonales es cuando alguien rompe un acuerdo intrapersonalmente.
Este tipo de acuerdos que hizo consigo mismo, respecto de sus propias metas u
objetivos, al no cumplir con lo acordado con él mismo, el mensaje que se está
enviando es que su palabra no vale, y por lo tanto su dignidad como su integridad
personal se ven profundamente debilitadas.
En una comunicación realizada con maestría el otro capta no sólo el mensaje, sino
también al ser que está comunicando, y es allí donde sucede lo mágico, ya que el
resultado es el contenido natural emergente de ese contexto, porque no se comunica
desde el ego ni desde las conversaciones internas, sino desde la auténtica expresión
del ser.