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CIRCO DE TÍTERES

DANIEL LAPAZANO

Luna Blanca
CIRCO DE TÍTERES
DANIEL LAPAZANO

Una reflexión sobre la Ciencia


y sobre lo que algunos creen de la Ciencia

Luna Blanca
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Nro.1305105084757
La Ciencia no puede resolver el último
misterio de la Naturaleza. Y eso se debe a que,
en última instancia, nosotros mismos somos
una parte del misterio que estamos tratando de
resolver.
Max Planck; el padre de la Física Cuántica

El misterio es la cosa más bonita que


podemos experimentar. Es la fuente de todo
Arte y Ciencia verdaderos.
Albert Einstein; el padre de la Relatividad

(Max Planck y Albert Einstein son los padres de


la Física actual)
Cuando era niño y estaba en la escuela
mi maestra me llevó a mí y al resto de mis
compañeros de clase a presenciar un show de
títeres que se daba en el mismo colegio. Salimos
del aula, cruzamos el patio y allí estaba montado
el pequeño espectáculo para niños. El show nos
contaba una pequeña historia de cómo un hombre
malo hacía de las suyas hasta que, después de
varios engaños exitosos, sus tramoyas eran puestas
al descubierto recibiendo finalmente su merecido
escarnio. El show se cerró con la aparición en
escena del animador de las marionetas que fue
recibido entre medio de aplausos.
La historia de la Ciencia y de sus teorías
son como las historias de un circo de títeres.
El científico intenta desentrañar qué cosa es lo
que da animación a los eventos que estudia. El
derretimiento de un cubo de hielo, la atracción
entre la Tierra y la Luna, la oxidación de un trozo
de metal, etc. Para explicar el fenómeno observado
primero elabora una hipótesis, luego la pone a
prueba y, cuando los resultados son positivos,
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anuncia públicamente que ha descubierto una
nueva ley. Esta ley, formulada muchas veces por
medio de una ecuación matemática, pasa a ser
para el científico la responsable de «animar»
ese evento. Cree haber descubierto la “mano
oculta” que aviva esa parte de la Naturaleza.
Sin embargo, a medida que avanza en el saber,
tropieza con otro evento inexplicable. Un nuevo
evento que merece una nueva explicación.
Después de mucho investigar entra en la cuenta
que el modelo que descubrió anteriormente ya no
le sirve para explicar el evento actual. Resulta que
la antigua ley anteriormente revelada no forma
parte (como él imaginaba) de un evento general
sino particular, por ende necesita ahora un nuevo
modelo teórico para poder explicar lo observado.
Al final descubre, para su desazón, que la antigua
ley enunciada no era una verdadera “mano”, sino
una marioneta más de leyes más profundas y
complejas. Esto lo obliga a formular una nueva ley
que, después de descubrirla, presentará al mundo
como la «nueva mano» causante el evento; las
leyes de la Ciencia se han reformulado avanzando
un paso más en el camino del conocimiento.
Pero ¿es esa ley una mano, o es una
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marioneta más de otra mano que se oculta tras
ella? Este interrogante plantea el problema de
descubrir la “última mano”. La VERDADERA
mano que anima y recrea a todo el gran circo de
la Vida. O las muchas manos que, como dioses
paganos, gobiernan todo lo existente.
Antes que el lector se adentre en el vasto
mundo de la Ciencia es necesario que le aclare
ciertas cosas que tienen que ver con ella y las
teorías científicas. Yo he tenido la fortuna de
haber leído montaña de literatura científica
desde que era un adolecente. Mi afición por la
Ciencia ha sido una constante en mi Vida y no
permito que nadie me venga a enseñar lo que
“es” la Ciencia, pues la conozco como la palma
de mi mano. Prácticamente crecí con ella. Desde
luego que desconozco muchas de sus teorías, ya
que es imposible poder abarcarla por completo,
pero sí conozco como es el alma o el espíritu
de la Ciencia. Conozco aquellas cosas que la
definen. Eso no me ha permitido en absoluto
leer o interesarme por cosas ajenas a ella. No
soy esa clase de persona que se niegan a leer
sobre magia o ufología so pretexto de que son
“paraciencias” (cuando no puras charlatanería).
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Afortunadamente me he permitido leer y estudiar
los campos del saber más disímiles, con mayor o
menor afición, claro está. Es por eso que creo que
en la sociedad existen personas verdaderamente
intelectuales y otro tipo de personas a la cual yo
llamo “intelectualoides”. El “intelectualoide“ es
un seudointelectual que habla como un intelectual
pero piensa como un ignorante. Y normalmente
habla como un ignorante porque está lleno
de prejuicios que su propia vergüenza no le
permite reconocer. No siempre lo encontramos
caminando por la calle sino a menudo paseando
por los pasillos de una Universidad, o hablando
en una radio o T.V o en uno de los tantos portales
de Internet. No vamos a detenernos en derramar
tinta hablando sobre este singular personaje que
pulula por todos lados y voy a referirme a lo que
yo aprendí de la Ciencia, ya que soy una persona
que ha preferido informarme sobre determinadas
cuestiones antes de formarme una opinión. Desde
ya que puedo cometer y he cometido errores. No
podemos eludir nuestra imperfecta humanidad y
doy fe que las veces que me equivoqué fue más
en los formal que en lo conceptual, pues ocurre
que muchas veces nuestras ideas de fondo son

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acertadas pero las formulamos de muy mala
manera. Retomando nuevamente con el tema de
la Ciencia, es necesario clarificar ciertas cosas.
Lo primero que hay que decir es que la
Ciencia no es el mundo de las “verdades”. Una
idea muy generalizada en muchas personas
ignorantes es que la Ciencia es una herramienta
que nos puede llevar a la “verdad”. Si usted es una
persona religiosa o adhiere a algún tipo de religión
personal (las religiones pueden ser “personales”)
podrá encontrarse con sujetos que cuestionan su
forma de pensar basándose en que sus ideas son
falaces porque no están avaladas por la Ciencia.
Y digo avaladas por no decir “contradichas”.
Normalmente estos sujetos acuden a las teorías
científicas para atacar los postulados de la
Religión. Buena parte de esas personas son ateas,
agnósticas o escépticas. Respecto de aquellos
que piensan que la Ciencia es una amenaza o una
negación de la Religión puede quedarse tranquilo
que eso no es para nada verdad ya que muchos
grandes científicos tuvieron creencias religiosas y
hasta esotéricas (Newton, Max Planck, Einstein,
Darwin, Schrödinger...). Permítame explicarle en
qué consiste esto que muchos gustan en llamar
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Ciencia, de una manera poco académica quizás
pero mucho más comprensible y práctica.
La Ciencia podemos definirla como un
sistema de adquisición de conocimiento, cambiante
según las circunstancias, que intenta MODELAR
el Universo mediante un conjunto de ideas y
proposiciones llamadas “teorías”. Estas teorías
no son puramente arbitrarias. Son, en cambio,
puestas a prueba mediante métodos precisos
de comprobación (mediciones y experimentos).
Toda teoría debe tener poder PREDICTIVO, es
decir debe predecir el evento esperado. Si los
experimentos no predicen el evento, entonces
la teoría se rechaza. Si lo predice entonces se
acepta. Y acá viene la confusión, pues hay una
miríada de “falsas teorías” (como la “teoría” de
la Evolución) que no son realmente teorías sino
simples “hipótesis”, pero que son presentadas
al gran público como teorías y hasta verdades
reveladas. Una hipótesis no es lo mismo que una
teoría, pero confundir una cosa con la otra es
algo que ocurre muy a menudo incluso entre los
más distinguidos científicos, y eso me he cansado
de verlo en los textos y documentales que he
leído y visto.
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Una hipótesis es un conjunto de conjeturas
(puede ser incluso una sola) que explican un
fenómeno natural (o sobrenatural) pero que no
reúne el mayor porcentaje de comprobación
esperado. ¿Por qué me refiero a «porcentaje»?
Porque una hipótesis puede tener muchas
evidencias a favor pero también puede tener
muchas otras evidencias en contra. Por ejemplo
imagínese que se produce en una vivienda el
crimen de una mujer rica y encuentran, en la
casa del jardinero que trabajaba para la mujer,
un objeto gran valor (supongamos una joya
preciosa) que pertenecía a la víctima. La policía
sospecha que este hombre pudo ser el homicida
y lo detienen. El jardinero finalmente es llevado
a juicio y al fiscal le toca la parte de acusar al
hombre de asesinato, mientras que al abogado
defensor le tocará defenderlo buscando probar su
inocencia. El fiscal sostiene la HIPÓTESIS de que
el jardinero es el asesino y el abogado sostiene la
HIPÓTESIS de que el jardinero es inocente. El
juez le pide al fiscal que ofrezca EVIDENCIAS
que convalide su hipótesis. El fiscal pone como
evidencia o “prueba” el objeto de la víctima
hallado en su casa: “¿Qué hacía ese objeto tan

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valioso allí? ¿Por qué estaba en su poder y no en
manos de la víctima?”
Usted… ¿Qué piensa? ¿Mató el jardinero a
la mujer para robarle sus joyas?
El abogado defensor defenderá la
HIPÓTESIS opuesta. “Mi defendido es inocente”.
Está claro que el juez le exigirá PRUEBAS al
abogado para que valide su hipótesis. Si no las
consigue, el juez se verá forzado a considerar que
la hipótesis del fiscal es “razonable” y por ende
ya deja de ser (para el juez) una hipótesis sino
algo mucho más fuerte: evidencia concluyente
de culpabilidad (lo que para la Ciencia sería el
equivalente a una Teoría, es decir algo más fuerte
que una hipótesis). El abogado defensor, sin
embargo, afirma haber encontrado una evidencia
que corrobora su hipótesis de inocencia; le
ofrece a la Justica como prueba un testigo que
afirma que, en el momento en el que se produjo
el homicidio, el jardinero estaba trabajando en
otra casa. Y estuvo muchas horas allí. Ese testigo
es nada menos que la propia dueña de dicha
propiedad, es decir otra clienta del jardinero.
Ahora está claro que el jardinero no pudo haber

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estado en dos lugares al mismo tiempo…
¿Mató entonces el jardinero a la mujer?
¿Cuál será la estrategia del fiscal?
Una posible estrategia sería demostrar que
esta testigo miente. Para lograrlo debe buscar a
otro testigo (una vecina) que afirme que ella, en
el momento del crimen, estaba tomando el té en
la casa de la clienta y que no había en ella ningún
jardinero trabajando. Esta evidencia, de ser
encontrada y aceptada por el juez, contrarresta
la contraevidencia anterior, por lo que la única
evidencia que quedaría ahora en pie fue la que
propuso el fiscal inicialmente, por lo que todo
vuelve a estar como al principio, es decir con el
jardinero como presunto culpable.
Ahora está claro que la hipótesis del fiscal,
con esta CONTRAEVIDENCIA en su contra,
no tiene posibilidades (o no debería tenerlas)
de convencer al juez de que su hipótesis
está PROBADA. Mientras no se consiga esta
contraevidencia, no podemos deducir a la ligera
que el jardinero fue el criminal sólo porque tiene
la joya de la mujer.

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¿Es inocente el jardinero o culpable?
Puede ser una cosa o la otra, o quizás
cómplice del verdadero criminal, pero todo queda
en el plano de las CONJETURAS. No podemos
decir que porque algo nos parezca “evidente” (la
joya de la mujer en la propiedad del jardinero) el
hombre tiene que ir preso. Y esto mismo pasa con
la Ciencia. Hay un montón de hipótesis que usted
va a escuchar por los medios que la muestran
como algo “probado por la Ciencia” (una de
ellas es el Bosón de Higgs). Pero casi todo eso
es pura cháchara propagandista. No debe hacerle
caso. Usted antes de formarse una idea de algo
debe primero informarse bien (si le interesa el
tema, claro). Le puedo asegurar que el mundo
de la divulgación científica está lleno de cosas
“probadas” que años más tarde se desmienten.
Una Teoría (y esto es lo importante) no es
un modelo que tiene miles de evidencias a favor.
Además de eso debe tener muy pocas evidencias
en su contra. La validez de una teoría no radica
tanto en su capacidad para acumular evidencias
sino para resistir la CONTRAEVIDENCIA.
Acumular evidencias es lo más fácil porque,

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cuando se construye un modelo teórico robusto,
se hace sobre la base de muchas y largas
observaciones. Por lo tanto el modelo, cuando
es completado y formulado, ya viene provisto
con muchas evidencias a su favor. Incluso podría
recolectar muchas evidencias más en el transcurso
del tiempo. El modelo cae siempre en descrédito
porque no puede resistir la contraevidencia.
Allí está el problema. Por lo tanto el científico
o investigador, cuando analiza un determinado
modelo, debe centrarse en su posible talón de
Aquiles. Y casi todas las teorías científicas tienen
su talón de Aquiles… El talón de Aquiles de una
teoría hace que ésta sea falseable. Hasta que no
se encuentre el bendito talón la teoría sobrevivirá.
También puede ocurrir que el talón de Aquiles
haya sido encontrado, pero los científicos, por
una cuestión de “conveniencia” metodológica o
ideológica, se nieguen a reconocerlo. No siempre
una teoría científica se sostiene en el tiempo
porque es “fuerte”. A veces lo hace porque los
científicos hacen «fuerza» para que esta no se
caiga. Una suerte de lobby. En ese caso diríamos
que la suerte de dicha teoría se ve favorecida por
que los dados de la Ciencia vienen cargados.

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Ocurre otras veces que el poder explicativo
de una supuesta “teoría” es puramente verbal.
Construye una versión de la realidad que se basa
en puros supuestos, pero no tiene suficientes
evidencias a favor que la apoyen. Si uno es
un poco descuidado se puede dejar “enredar”
por esas palabras académicas que poseen una
cobertura científica pero que ocultan una gran
vacuidad. Un ejemplo de ello es un texto que
encontré en Internet, aparentemente de un
ingeniero estadounidense de nombre John Renie,
en donde se pretende convencer al lector de la
validez de la Teoría de la Evolución. El fragmento
decía lo siguiente:

“...los biólogos han catalogado muchas


características producidas por mutaciones
puntuales (cambios en posiciones precisas en el
ADN de un organismo) - por ejemplo la resistencia
de las bacterias a los antibióticos. Las mutaciones
que se dan en la familia de genes reguladores
del desarrollo animal homeobox (Hox) también
pueden tener efectos complejos. Los genes
Hox dirigen donde deben crecer las patas, alas,

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antenas y segmentos del cuerpo. En las moscas de
la fruta, la mutación llamada Antennapedia hace
que las patas crezcan en el lugar donde deben
crece las antenas. Estas extremidades anormales
no son funcionales, pero su existencia demuestra
que los errores genéticos pueden producir
complejas estructuras, las cuales por selección
natural pueden probarse para posibles usos. Aún
más, los biólogos moleculares han descubierto
mecanismos de cambio genético que van más allá
de las mutaciones puntuales, y estas expanden
las formas en las que nuevas estructuras pueden
aparecer. Módulos funcionales dentro de los
genes pueden dividirse en formas nuevas. Genes
enteros pueden accidentalmente duplicarse
en el ADN de un organismo, y los duplicados
son libres de mutar en genes para nuevas
características complejas. Las comparaciones
de ADN de una amplia variedad de organismos
indican que esta fue la forma como la familia
globina de las proteínas sanguíneas evolucionó
hace millones de años.”

Obsérvese que en el texto aparece el

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verbo “pueden” seis veces y “posibles” una
vez. Si uno intenta convencer a alguien con
argumentos científicos nunca debe utilizar
una semántica “ambigua”, salvo que estemos
hablando en términos de hipótesis. Cuando el
autor del informe hace uso del verbo “poder” no
nos deja claro si lo que quiere decirnos es que
efectivamente los genes hacen tal cosa o que lo
hacen sólo en determinadas circunstancias (había
que indicar primero cuáles…). “Yo puedo estudiar
inglés” no es lo mismo que decir “Yo estudio
inglés” o “yo estudiaré inglés”. Si una persona
dice que “está estudiando inglés” nos trasmite
la seguridad de que está capacitado, en mayor o
menor grado, para aprender ese idioma. Pero si
yo dijo “puedo estudiar inglés”, no demuestro si
tengo esa capacidad y mucho menos la intención
de aprender. Un informe científico (así sea hecho
por un estudiante) debe tener una fuerte certeza
de vocabulario; los genes “hacen” tal cosa en
“estas” circunstancias… no: “pueden” hacer tal
cosa. Su conclusión “Las comparaciones de ADN
de una amplia variedad de organismos indican
que esta fue la forma como la familia globina
de las proteínas sanguíneas evolucionó hace

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millones de años” no es para nada coherente
con sus premisa. Además de eso hay un montón
de especulaciones infundadas en el informe y
espantosas distorsiones de la evidencia que no
me voy a tomar el trabajo de explicar porque ya
hablé mucho de eso en mis libros.
Volviendo al tema de la teoría, ésta, a
diferencia de una hipótesis, debe estar respaldada
por la evidencia y por experimentos que validen
su poder predictivo. Si no nos es posible
ponerla a prueba (tal vez por imposibilidades
metodológicas) entonces la teoría nunca podrá
ser probada y quedará para siempre como una
mera hipótesis. Aquí también existe un problema
generalizado, porque algunos afirman que una
teoría puede probarse de manera “indirecta”.
Pero las pruebas indirectas han demostrado que
no son tan certeras como las directas y han sido
y siguen siendo vulnerables a ser refutadas, por
lo tanto no podemos confiar totalmente en ellas.
Sin embargo, las teorías que fueron probadas
por evidencia directa no han desaparecido
totalmente sino que han sido absorbidas por
teorías “superiores”. El lector no debe aceptar
nunca como prueba definitiva una evidencia
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indirecta salvo que quede atrapada dentro de dos
únicas posibilidades (éxito o fracaso). Un caso de
prueba indirecta es, por ejemplo, la radiación de
fondo del Universo, que los físicos toman como
evidencia del Big Bang (la gran explosión). La
“teoría” de la Gran Explosión (y lo escribo entre
comillas porque nunca fue una teoría) afirma
que el Universo fue en un principio un punto
de energía supercaliente que explotó como una
bomba nuclear dando origen a todas las galaxias.
Las “pruebas” que se encontraron para abalar la
“teoría” fue la radiación de fondo del Universo
y el alejamiento constante de todas las galaxias.
La propuesta tenía un punto débil… que es que
el horizonte observable (desde nuestro sistema
solar) tiene un límite. No podemos ver más allá
de lo que nos permite ver la luz que llegan de
las estrellas que están ubicadas en la frontera en
ese horizonte observable (la velocidad de la luz
no es instantánea sino que viaja a 300.000 Km/
seg.). Estaba más que claro que sólo estábamos
observando una parte del Universo y no todo. Por
lo tanto, no había verdaderas pruebas para afirmar
que TODO el Universo estaba expandiéndose.
Esto ya lo sabían los físicos y lo consideraban

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una seria objeción a la teoría pero, pese a esa
clara dificultad, seguían hablando en los medios
del Big Bang. Resulta que después los físicos
empezaron a ver en el Universo cosas raras que
no encajaban con la teoría. Una de ellas era que
el Universo está aumentando su aceleración de
expansión, algo que no se esperaba al comienzo
de las investigaciones pues se pensaba que la
aceleración del Cosmos era constante en el
tiempo. La razón de esto es que los físicos creen
que la energía del Cosmos es constante y por lo
tanto su aceleración no debería aumentar. Además
los físicos descubrieron, asombrados, que habían
estrellas más viejas que el Universo mismo y esto
era algo totalmente ilógico. No puede ser que la
hija sea más vieja que su propia madre… por lo
que los físicos empezaron a murmurar entre los
pasillos acerca de la existencia una tal energía
“oscura”. Una energía extraña que empujaba al
Universo a acelerarse cada vez más. Estaba más
que claro que la energía no puede ser ni “clara”
ni ”oscura” y que esa oscuridad no estaba en la
energía misma sino en sus propios cerebros. Para
males mayores, hay físicos que dicen que la entropía
inicial del Universo fue menor a la predicha por

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la teoría del Big Bang (ésta predice una entropía
inicial mucho más alta). Estos problemas y otros
inconvenientes más hace que nuestro Universo sea
muy extraño para los modelos teóricos actuales,
y en consecuencia debamos aceptar que si bien
nuestra porción de Universo se está expandiendo,
tenemos información confusa sobre qué pasó
exactamente en el inicio de los tiempos (si es
que hubo un INICIO). En definitiva, las supuestas
“pruebas indirectas” que apoyaban la teoría del
Big Bang (y que hacían las delicias de ateos y
agnósticos) quedaron refutadas por la evidencia.
El mero hecho de observar que el Universo se
está expandiendo no es prueba suficiente para
afirmar que el Universo tuvo un “principio” y que
en ese principio toda la energía existente cabía en
la cabeza de un alfiler…
Las pruebas indirectas nunca son suficientes
para sostener una teoría. Este tipo de evidencias
sólo nos ayudan a elaborar interesantes conjeturas,
por lo tanto está mal dicho “Teoría del Big Bang”,
lo correcto es decir “Hipótesis del Big Bang”. La
cuestión es que el lector debe desconfiar cuando
escucha por allí la palabra “teoría”, pues muchas
de estas supuestas teorías se basan en un puñado
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de evidencias sumadas a fuertes conjeturas. Y
estas conjeturas, que no son prueba de nada, son
carne de carroña de ateos y agnósticos que la
comen y mastican ansiosamente como si fueran
buitres hambrientos para lanzárselas en la cara a
los creyentes como si fueran “verdades científicas
reveladas”.
En la Ciencia ocurren incluso cosas peores
que estas que acabo de contar. Por ejemplo el
lector habrá leído infinidad de veces que los
científicos afirman haber encontrado bacterias en
los asteroides y que eso podría ser una prueba
de que la Vida provino del espacio exterior. Esta
hipótesis se conoce con el nombre de Panspernia.
No voy a detenerme en cuestionar dicha teoría
porque no viene al caso pero sí a aclarar ciertas
cosas. Esto es la forma en que se le trasmite al
público la información científica. Si yo le digo
a usted que se encontraron bacterias en los
meteoritos y que eso podría explicar el origen de
la Vida en la Tierra ¿Usted que se imagina? No sé
que se imaginará usted pero yo imaginé que esas
criaturas fueron transportadas vivas a la Tierra y
que posteriormente se reprodujeron y poblaron
la Tierra. Resulta que cuando uno INVESTIGA
descubre, para su asombro, que esas bacterias

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no fueron halladas vivas en los meteoritos sino
fosilizadas… Incluso menos que eso; hallaron
moléculas orgánicas (o partes de moléculas) que
sabemos que están presente en las bacterias. En
ningún meteorito parece haberse encontrado una
sola bacteria viva procedente del espacio exterior
(pensemos que hasta el día de hoy la Tierra es
invadida por meteoritos y uno de tamaño enorme
cayó en Rusia el 15 de Febrero del 2013 causando
grandes destrozos). Además de eso todavía se
discute si una bacteria puede sobrevivir tantos
miles de años viajando por el espacio interestelar
soportando las durísimas intemperies a la que se
ve sometida (en el espacio exterior la temperatura
puede bajar a la escalofriante cifra de 3 grados
Kelvin…). Está más que claro que si la única
evidencia a favor de la Panspernia va a ser un
cadáver o un pedazo de esqueleto calcinado no
se ve cómo la Vida pudo haber venido del espacio
exterior. En todo caso ese cadáver será prueba
de que la Vida no es exclusiva de la Tierra, algo
en lo que muchos científicos (incluso yo) están
de acuerdo. A todo esto podemos sumarle, para
enterrar definitivamente a la Panspernia, que la
Tierra ya está poblada por millones de virus y
bacterias y nunca se vio como éstas evolucionaron
«por sí solas» a los complejos organismos

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pluricelulares... lo que indica que las bacterias y
los virus que pudieron haber llegado del espacio
exterior no son SUFICIENTES para explicar toda
la Vida terrestre.
Estas cosas que menciono y muchas otras
cosas más son muy comunes en el mundo de
la Ciencia y es por eso que es necesario que
estemos al tanto de cuál es la diferencia entre una
hipótesis y una teoría.
¿Existen teorías probadas?
Muchas. Una de ellas es la teoría ondulatoria
de la luz. Si bien ahora se sabe que la luz no es
una onda mecánica (se comporta bajo ciertas
circunstancias ambientales como onda mecánica)
dicha teoría es fundamental en Óptica y sus
ecuaciones funcionan muy bien. Yo mismo las he
probado en la Universidad donde estudio y ahora
se que se usan para la fabricación de lentes, como
también son una herramienta indispensable para el
estudio de bacterias, cristales y demás sustancias
químicas. También la teoría Electromagnética
está probada y mejor que lo esté, porque si no,
no funcionarían nuestros artefactos eléctricos.
La teoría microbiológica de las enfermedades

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está probada, pues se demostró que muchas
enfermedades eran producidas por la acción
de microorganismos (antiguamente, cuando se
desconocían a estas microscópicas criaturas, no
se sabían las causas de muchas enfermedades.
Fue Luis Pasteur – en 1865 – el que descubrió
que los microbios podían causar enfermedades.
Anteriormente a él Antoni Van Leeuwenhoek
– 1632-1723 – había inventado el microscopio,
instrumento que luego le permitió descubrir la
existencia de estas criaturas). Continuando con
la larga lista de teorías probadas, las leyes que
gobiernan las reacciones químicas y que estudié
en la Universidad también están probadas y se
utilizan para elaborar innumerables medicamentos
y soluciones usadas en la industria.
Ahora bien, que una teoría (no una
hipótesis) esté probada ¿significa que las leyes
que la constituyes definen EXACTAMENTE el
Universo? ¿Es una ley “realidad”?
En absoluto.
Y esto parece que es lo más difícil de
comprender para la mayoría de la gente incluyendo
a los propios científicos. La Ciencia no describe
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la realidad, la Ciencia (que me gusta escribirla
con mayúsculas) es, en cambio, un MODELO
teórico de representación de la realidad. Puede
que sus postulados sean falsos, pero en tanto le
permitan al científico predecir eventos naturales
y comprender dichos FENÓMENOS, estos
postulados serán aceptados como si fueran
verdaderos. No “como verdaderos” sino “como
si fueran verdaderos”. Si esos postulados son
“realmente” verdaderos o no al científico no
le importa (ni tiene porqué importarle). Un
ejemplo muy sencillo que ejemplifica muy bien
la diferencia entre una ley natural formulada
por el hombre y la Naturaleza o realidad misma
es la historia de la teoría ondulatoria de la luz.
En Filosofía existe un término conocido que
se llama fenómeno. El fenómeno no es lo que
entendemos por “realidad” sino un vestido u
apariencia de la realidad. El fenómeno es lo que
percibimos con nuestros sentidos físicos respecto
a un determinado evento y nos revela que, tras
él, existen fuerzas que actúan y se manifiestan.
Si uno realiza el experimento de las dos rendijas
(con la que se probó las propiedades ondulatorias
de la luz) verá que la luz se comporta como

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una perfecta onda electromagnética, esto es
una vibración particular de la energía. La onda
electromagnética – a diferencia de la onda
mecánica – puede propagarse en el vacío. La
onda mecánica es una vibración de la materia. No
puede propagarse más allá de ella. Un ejemplo de
onda mecánica es el sonido o las olas del mar. La
onda electromagnética, en cambio, es un flujo de
energía que vibra en una determinada frecuencia.
¿Por qué me detengo a explicar con detalle esto?
Porque el experimento de las dos rendijas nos
había “revelado” que la luz se comporta como
una onda electromagnética y que, por lógica,
podíamos definirla tranquilamente de esa manera.
Pero, para sorpresa de muchos, se realizó años
más tarde otro experimento que demostró que
ese concepto que parecía tan obvio era falso. El
descubrimiento salió a la luz cuando los físicos
empezaron a pasar (por cada rendija) pequeños
paquetes de luz por vez (fotones). Nadie esperaba
que el fenómeno de interferencia ocurriera, ya
que los fotones no tenían ninguna manera de
interferirse y, sin embargo, el fenómeno de
interferencia igualmente se observó. Por lo tanto
ahora ya no es cierto eso de que la luz “es” un

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flujo energético. La naturaleza profunda de la
luz es más extraña de lo que se pensaba y se
tuvo que inventar un modelo teórico no fácil de
comprender (donde se combina la teoría cuántica
con la teoría la relativista) para poder «explicar»
dicho fenómeno.
¿Qué vimos entonces en el primer
experimento de las rendijas (la de hacer pasar un
flujo o haz de luz)?
Vimos un “fenómeno”, no la naturaleza
real de la luz. La luz no es una onda
electromagnética (al menos como lo entendía
la Física clásica), se “comporta” bajo ciertas
circunstancias medioambientales como una
onda electromagnética (incluso como pequeños
corpúsculos) pero en realidad es otra cosa.
Otro caso más conocido y menos traumático
de la diferencia entre fenómeno y realidad es
el concepto de “materia”. Antiguamente se
creía que la materia “existía” y que sobre ella
se manifestaban las leyes naturales. Decíamos
cosas como que el Universo es “material”.
¿Qué entendíamos por materia? Los filósofos la
definían como una “sustancia extensa que llenaba
31
el espacio o éter”. La materia era la “sustancia”
que constituía todas las cosas del Universo tanto
inertes como vivientes. Todo estaba hecho de
“materia” y sobre ella actuaban las leyes naturales.
Era una concepción de la realidad dual: por un
lado el aspecto material (femenino, pasivo) y por
el otro el aspecto activo o masculino (la energía,
las leyes). Esta concepción filosófica de la materia
fue la base conceptual de la mecánica de Newton.
Los físicos sabían que todo objeto material
tenía masa y peso. La materia se podía pesar y
se inventaron balanzas cada vez más precisas
para medir el peso de los cuerpos materiales.
Nadie dudaba de que el mundo estaba hecho
de “materia” y que esa materia era algo inerte y
pasivo. Los ateos les decían a los creyentes que
Dios no existía y que sólo existía la “materia” y
las fuerzas que actuaban sobre ella. Dios era una
imaginería metafísica. Un pensamiento. Mucho
menos que una “fuerza”. Resulta que un día los
científicos llegaron a conocer tanto la materia
(toparon con al átomo) que, cuando hicieron
experimentos, descubrieron que cuando dos
átomos se separaban (incluso cuando un mismo
átomo se desintegraba) la suma de las masas de

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los átomos por separado era menor que la suma
de las masas de los átomos juntos. Y lo mismo
podemos decir del átomo desintegrado. Esa
rareza se midió y se llegó a la conclusión de que
la energía que mantiene unidas a las partículas
agregan masa adicional al sistema. En síntesis, no
existe una sustancia pasiva llamada “materia” sino
que la materia es un estado particular y estable
de la energía. La materia no es una sustancia sino
un campo de energía muy denso. El problema
(para los ateos convencidos) es que esto tiene
implicaciones filosóficas profundas porque la
energía no es fácil de definir, y está mucho más
cerca de la idea del espíritu y de Dios que la
antigua y pasiva “materia”, ya que la energía parece
operar en todos los niveles de la Vida incluso en
los complejos y misteriosos procesos de la mente.
Podemos afirmar (a modo de especulación) que la
mente interactúa con el cerebro generando cierta
frecuencia vibratoria con la energía cerebral y que
ésta se encargaría de hacer funcionar luego la red
neuronal para procesar ideas y percepciones. Y
podemos decir que Dios (una entidad suprafísica)
interactúa con nuestro Universo mediante cambios
en la vibración de la energía de nuestro mundo.

33
De esa forma podría modelar un Universo entero.
Desde el punto de vista filosófico, parece quedar
claro que ahora, a la luz de los descubrimientos
de la Física, ya no podemos afirmar con absoluta
seguridad que algo más sutil que la energía no
pueda existir…
Por lo tanto el científico no observa la
“realidad”. Eso es totalmente falso. El científico
observa “fenómenos” que supone tienen
vinculaciones con una realidad de fondo. Mientras
más profundiza sobre la realidad, más son los
fenómenos que va superando. Es como desmontar
cajas chinas… Pero resulta que, mientras más
fenómenos supera, más extraña e inaccesible se le
presenta la realidad frente a sus ojos. Si hay algo
en la cual están de acuerdo muchos científicos
es que mientras más se avanza en el saber más
aumenta el misterio. Los complejos modelos
matemáticos que utiliza la Física moderna para
poder representar el nivel “cuántico” es la mejor
evidencia de lo mucho que nos cuesta comprender
ese profundo nivel de la realidad con nuestros
modelos mentales ordinarios, aquellos que
usamos en la vida cotidiana. Muchos creen, por
ejemplo, que el bosón de Higgs se ha descubierto.
34
Más allá de que eso sea cierto o no (el tiempo
dirá…) lo que la gente corriente no sabe es
qué naturaleza tiene esa infinitesimal partícula
encontrada. Muchos piensan que el bosón de
Higgs es semejante a un pequeño corpúsculo que
quedó atrapado en el acelerador de partículas
como queda atrapada una pizca de polen en
una telaraña… Nada más alejado de la realidad.
Lo que los físicos encontraron es una partícula
que existe en términos de PROBABILIDAD. No
existe como cualquier objeto pequeño que vemos
por la calle. La telaraña que lo atrapó no fue el
acelerador de partículas LHC. Esta máquina sólo
capta distintos niveles cuánticos de energía. La
verdadera telaraña que pudo capturar este errático
“fantasma” es un modelo matemático que predice
de manera indirecta su existencia. Es decir que
el bosón de Higgs, concretamente, existe en
términos matemáticos, no “reales” como piensa
la gente. Dicha partícula, infinitamente pequeña e
inasible a la comprensión corriente de cualquiera
de nosotros, representa más bien una parte
fundamental del Modelo Estándar de la Física de
Partículas, teoría altamente compleja que intenta
comprender los niveles de energía más bajos

35
del Universo con conceptos muy controvertidos
como que la realidad no es “real” como todos
la creemos sino que todas las cosas (incluidos
nosotros) existen en términos de probabilidad
tanto en el espacio como en el tiempo. Esto hace
sugerir la idea de múltiples Universos paralelos
en donde un gato puede estar vivo en alguno de
esos mundos y muerto en otro… (la paradoja de
Schrödinger) lo que lleva a la conclusión de que la
existencia misma es una PROBABILIDAD. Nada
es real “per se”. Por lo tanto no es exacto decir
el bosón de Higgs existe como podemos existir
cualquiera de nosotros. Ese bosón es apenas
más real que un fantasma y el mismo concepto
metafísico de Dios.
En la Ciencia, y esto espero que quede
claro, no se busca la VERDAD. La verdad es una
necesidad espiritual vinculada más a la Teología
y a la Filosofía. La Ciencia es sólo una forma de
representación que describe las regularidades del
Universo. A esas regularidades las modela bajo
el concepto de “leyes”. Por lo tanto no tenemos
que entender que la Ciencia es enemiga o “rival”
de la Religión ni de hipótesis que puedan tener
posibles implicaciones religiosas (como el Diseño
36
Inteligente). La Ciencia no vuelve ateo ni escéptico
a NADIE, salvo que la conozcamos poco... Usted
va a escuchar gente por allí diciendo cosas como
que “La Ciencia me volvió ateo”, “Yo gracias
a la Ciencia descubrí la falacia de Dios”. Si
miráramos la gran cantidad de grandes científicos
que fueron creyentes tal vez nos sorprenderíamos
de escuchar esas afirmaciones. Puede investigar
y comprobarlo por sí mismo. También hay mucha
gente religiosa que eligió abrazar la Ciencia. Un
ateo llega a ser ateo por convicciones propias, no
por convicciones científicas. Algunos de ellos son
gente que sienten disconformidad por la clase
de vida que les tocó vivir y no aceptan que un
supuesto Dios amoroso y todopoderoso los haya
abandonado a su propia suerte. Esa sensación de
abandono, que suele llegar a límites angustiantes,
los lleva a negar finalmente la existencia de Dios.
Hay otros, en cambio, que se vuelven ateos porque
confían demasiado en la aparente sencillez de la
Naturaleza y piensan que todo puede explicarse
por leyes naturales simples. Estos ateos o
escépticos suelen aplicarle a las “sencillas” fuerzas
de la Naturaleza poderosas propiedades creativas
(entiéndase evolutivas) sólo imaginables en un

37
Dios creador. El darwinismo, con su minimalista
sistema de la variación aleatoria de los genes y la
selección natural, es un fiel ejemplo de ello.
En el origen del ateísmo ayuda mucho
también el excesivo dogmatismo doctrinario de
muchas religiones, que hace incomprensible la
idea de un Dios sabio y amoroso con ciertas
cuestiones controvertidas de la fe (por ejemplo:
La Tierra es el centro del Universo y todo gira
alrededor de ella, la Tierra tiene 6.000 años,
las transfusiones de sangre son un pecado
imperdonable, María tuvo a Jesús sin tener sexo
con José, la masturbación es un pecado, los
judíos son el pueblo “elegido”, un bebé inocente
que muere si ser bautizado va al purgatorio o
al infierno). Esas cosas suelen alejar a la gente
de la fe y pueden, ocasionalmente, convertirlas
en agnósticas o ateas. En ese caso las mismas
religiones estarían conspirando a favor del ateísmo
por negarse a reformular sus viejos dogmas. Pero,
más allá de todas estas proposiciones que pueden
ser meras conjeturas mías, lo cierto es que nadie
se vuelve ateo por culpa de la Ciencia. La Ciencia
nos ofrece modelos teóricos explicativos del
Universo, no certezas “metafísicas”. Desde luego
38
que sus certezas sirven para apuntalar la fe de
muchas personas (o debilitarla) pero no condiciona
en absoluto la creencia en un Creador.
¿Es la Ciencia completamente OBJETIVA?
NO. Es imposible que así lo sea. Y, por lo
mostrado hasta aquí, está más que visto. Esto es así
porque, en el proceso de formulación del modelo,
el científico PROPONE ciertos supuestos que los
considera «verdaderos». Lejos de ser un sujeto
pasivo que analiza la realidad “objetivamente” sin
inferir para nada en el fenómeno, el investigador
selecciona a su criterio las premisas con la que
va a trabajar y prueba luego si son verdaderas o
falsas. De hecho que la palabra “fenómeno” está
indicando justamente eso: campo de percepción
que se da entre el sujeto que observa y el objeto
observado. El hecho que de la realidad se
muestre a nuestros sentidos de manera confusa
y debamos elaborar intrincados métodos de
observación e hipótesis para poder llegar a
conocerla, nos está indicando a las claras que
vemos una franja muy estrecha del mundo real. Si
nuestra percepción fuera mucho más POTENTE,
conoceríamos muchas cosas con sólo observarlas

39
y nos ahorraríamos de producir montañas de
teorías... Par ser más claro y directo, los humanos
somos casi ciegos. Ceguedad que nos conduce a
la ignorancia: respecto a nuestro sentido visual (el
más importante para el desarrollo de la Ciencia)
sólo alcanzamos a percibir del mundo figuras
de colores que se mueven… Y una franja muy
angosta de ese espectro lumínico.
¿Por qué es importante esto de la
percepción?
A veces una escucha a ciertas personas
(incluso profesionales y académicos) decir que
tal cosa es así porque fue un hecho «probado»
y que los “hechos” no se pueden negar. Cuando
escuchamos esto nos están diciendo que lo que
es un hecho para un grupo debe serlo también
para todos… Esto es una falacia total porque
no existen hechos que son para “todos”. Lo que
sí podemos decir es que un grupo de personas
(que pueden ser mayoría) tienen la misma
PERCEPCIÓN de un evento y que, en base a
ciertas CONVENIENCIAS cognitivas establecidas
individual y colectivamente ese grupo puede
compartir los mismos criterios respecto de ese

40
evento. Por poner un ejemplo más contrastado,
puede ser que para nosotros los humanos, cuando
miramos de cerca una araña, la definimos como un
arácnido peligroso para el hombre. Pero no creo
que la araña nos vea a nosotros como un humano
asustado ni se vea a ella misma como una araña
peligrosa. Seguramente la araña no se define a sí
misma como una “araña” ni nos define a nosotros
como “humanos” y, al observar nuestro inmenso
tamaño, deba estar más asustada que nosotros…
Yo he observado que cuando me acerco a una
araña, ésta, en vez de escapar, se suele quedar
inmóvil. Sabemos que esa estrategia es la peor
que puede elegir para protejerse de un ser humano
(incluso un pájaro o animal insectívoro) pero,
como la araña no puede imaginar ni remotamente
la dimensión biológica y psicológica del hombre,
elabora una estrategia que sabe que es efectiva en
el mundo de los insectos: quedarse quieta. Ella
no nos imagina como un “humano” sino como un
“insecto gigante” y se queda inmóvil suponiendo
que así no podremos “percibirla”. Esta estrategia
de hacerse la muerta también la usan las arañas
para atacar por sorpresa a sus presas (los insectos
parecen tener una franja luminosa de visión mucho

41
menor a la nuestra, por lo que el movimiento de
un cuerpo les avisa si están en presencia de un
depredador o una presa). En nuestro caso sería
una táctica de defensa dado nuestro inmenso
tamaño. Por lo tanto, cuando una araña se queda
“quieta” frente a mi presencia, me está avisando
que me ha visto y que está muy preocupada… Al
menos yo INTERPRETO eso, porque puede que
no sea tan así como lo describo.
Esto que es aplicable a nuestra relación con
el reino animal es también aplicable, en mucha
menor escala, entre los propios seres humanos.
Aunque pertenezcamos a la misma especie
no percibimos la realidad de la misma forma.
Y, cuando existen diferencias de “percepción”
entre dos personas, diferencias que se estudian
en el plano de la Psicología, todo debate entre
ellas termina siempre en un punto muerto. Esto
provoca que existan diferencias irreconciliables
incluso entre los mismos científicos. Muchas
veces es imposible que ambas partes se pongan
de acuerdo. Max Planck dijo una vez que “la
verdad nunca triunfa, simplemente sus oponentes
se van muriendo”. Es por eso que el problema
de la Ciencia es también un problema de
42
PERCEPCIÓN. Cuando un científico percibe más
ampliamente que otro científico un determinado
problema, evaluándolo desde los más amplios
ángulos, le resulta más fácil ver todas las
implicaciones lógicas de su hipótesis o teoría.
Esto desde luego consume mucho más energía y
trabajo que mirar las cosas desde una perspectiva
más estrecha o cómoda, pero no resulta por
ello una actividad menos excitante. Es por eso
que el lector no se debe confiar cuando escucha
cosas como “esto hay que aceptarlo porque
está probado por la Ciencia”, ya que lo que se
acepta hoy en el mundo científico se rechaza
mañana o dentro de 100 años. Es preferible que
el lector, en vez de creer todas las cosas que
se dicen desde los medios de comunicación,
aprenda en cambio a formarse su propio punto
de vista de las cosas investigando por su propia
cuenta. Por supuesto que esta actitud cautelosa
implica que tengamos que destinar un poco de
tiempo a la investigación, tiempo que no siempre
tenemos pues vivimos sumergidos en un mar de
obligaciones y preocupaciones, pero es el único
camino que se tiene para evitar caer en engaños.
Siempre he creído que es preferible equivocarse

43
por nuestras propias ideas a que hacerlo por ideas
ajenas... Haciendo un repaso breve de la historia
de las teorías científicas, le cuento que antes
estaba “probado” que la luz estaba compuesta
por pequeños corpúsculos (teoría corpuscular de
la luz). Luego estuvo “probado” que la luz era un
flujo de energía ondulatorio (teoría ondulatoria de
la luz). Finalmente estuvo “probado” que la luz
no era ni una cosa ni la otra (teoría cuántica de la
luz). Antes estaba “probado” que el tiempo era
absoluto, es decir independiente del observador.
Con Einstein se “probó” después que el tiempo se
dilataba como un chicle (teoría de la relatividad)
y que dos (o más) observadores pueden medir
tiempos distintos. Antes estaba “probado” que en
el espacio existía una sustancia sutil llamada éter
por donde viajaban todas las ondas y partículas.
Luego se “probó” (Relatividad mediante) que el
éter no existía. Antes estaba “probado” que las
velocidades siempre se sumaban (mecánica de
Newton). Con Einstein se “probó” que es imposible
sumarle velocidad a la luz y que tenemos que
admitir que su velocidad siempre es constante.
Ahora hay un grupo de cosmólogos que están
evaluando la posibilidad de que la velocidad de la

44
luz no sea constante... Antes estaba “probado”
que el ADN no codificante de proteínas era
“chatarra”. Ahora se “probó” que parte de esa
chatarra es fundamental para la Vida. Antes estaba
“probado” que el Arqueoptérix era un eslabón
intermedio entre los dinosaurios y las aves. Ahora
hay varios expertos que objetan seriamente esas
“pruebas” y afirman que dicha especie era un ave
común y corriente. Antes estaba “probado” que
el mono era, genéticamente, 98,5% igual al ser
humano. Tiempo después se “probó” que eso no
era cierto y que el porcentaje real es de 94,5%,
es decir 4% menos. Antes estaba “probado”
que el Australopithecus fue el antecesor del
hombre. Ahora se descartaron esas “pruebas”
pues aparecieron fósiles tan y más viejos que
ese pero con características morfológicas más
humanas. Antes estaba “probado” que las piedras
con que se construyeron la pirámides de Egipto
habían llegado hasta allí arrastrada por cuerdas
y tronquitos rodantes. Luego la evidencia se
descartó porque los ingenieros en construcciones
les dijeron a los paleontólogos que es imposible
que con ese método tan primitivo hayan podido
arrastrar más de 2 millones de bloques de piedras

45
(la pirámide de Keops) de un peso promedio de 2
toneladas cada una, en un área base de 53.000
m² y una altura original de 146 metros… Y así
podríamos continuar con la larga lista de cosas
que la Ciencia ha “probado” científicamente y
que científicamente ha desaprobado después.
La Ciencia es algo grande y pequeño a la
vez. Es una herramienta maravillosa pero a la
vez imperfecta y limitada. No es el mejor lugar
para levantar un templo o una nueva religión o
antireligión. Personajes patéticos como Richard
Dawkins, que utiliza la Ciencia para pregonar el
ateísmo, o la señora Eugenie Scott, que combate al
DI bajo la consigna de que “enseñar creacionismo
es promocionar la religión”, son claros ejemplos
de sujetos que parecen no haber entendido la
Ciencia. El premio Novel de Física Max Born dijo
una vez “Solo la gente boba dice que el estudio
de la Ciencia lleva al ateísmo”. El ateísmo, o su
primo hermano el escepticismo, tienen su origen
en convicciones personales y, desde luego,
deben ser respetadas. En el caso de la Religión,
las limitaciones de las teorías científicas o el
extraordinario ordenamiento que muestra nuestro
Universo refuerzan, sin dudas, nuestras creencias
46
religiosas. Apuntalan gratamente nuestra «fe».
Pero eso no significa que la Ciencia, con todos los
datos que aporta, confirme la existencia de Dios.
La Ciencia simplemente nos muestra el misterio,
la complejidad y la perfección del Cosmos. Está
en nosotros ver o no algún tipo de inteligencia o
espíritu detrás de todo eso. Es decir la ÚLTIMA
MANO o el Primer Arquitecto de ese gran circo
de títeres que es la Vida.

47
Otras Obras del Autor

El Hipermacho Feminismo o Matrismo


(Bubok 2010) (Bubok 2010)

Bubok

Poesías de Víctor Luna De Esto no se Habla


(Bubok 2010) (Bubok 2010)
Darwin Ha Muerto Viajeros del Tiempo
¿Y ahora qué ? (Bubok 2011)
(Bubok 2011)

Fuegos Fatuos ¡Que Vuelva la Peseta!


(Bubok 2012) (Bubok 2012)
Desmontando al De Esto no se Habla II
Kirchnerismo (Luna Blanca 2013)
(Luna Blanca 2012)

En preparación:

De Esto no se Habla III El Nuevo Paradigma


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