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Altura de vaciado

En la actualidad se colocan hormigones desde incluso 40 metros de altura en obras con


cierto nivel de complejidad, y en general los resultados son buenos, sin problemas de
segregación o casi nulos. “Con la norma del año 85 se generaba el problema que se
entrampaba y hacía lento el procedimiento de construcción si se seguía al pié de la letra
esa recomendación. Por estas condiciones desfavorables en obra se abrió esta puerta
para que la empresa que construye haga la definición respecto de qué es lo más
conveniente y pueda liberar este requisito”, comenta Masana.

Problemas típicos en obra que se generan por esta causa son los de segregación del
hormigón, nidos, o ciertos defectos del material que pueden afectar estructuralmente,
perjudicar la durabilidad o simplemente condicionar su estética. “Actualmente con las
múltiples opciones de aditivos y tecnologías para el hormigón, la elección del material
idóneo para la aplicación, pasa más allá de tener que ser sacada de una recomendación,
sino que se debe seleccionar adecuadamente y con conocimiento para la realidad de la
obra”, indica Masana.

Fallas en lo anterior, en la práctica, impactan fuertemente los rendimientos de la


construcción por la posibilidad de rehacer trabajo por reparaciones o demoliciones
indeseadas. Por ejemplo, y según lo ejemplifica Cristian Masana, “si se selecciona un
hormigón fluido con una característica bombeable que presente una buena cohesión, no
se debiera considerar que este material deba vaciarse a dos metros, ya que se pueden
usar alturas mucho mayores con poco riesgo de segregación, aumentando la
productividad. Por el contrario, en el caso de usar hormigones poco fluidos, que también
se consideran actualmente para colocación en altura, incluso con alturas de vaciado de 2,0
m, los problemas pueden ser recurrentes, y el costo de arreglar las dificultades derivadas
de esta mala decisión, justifican plenamente el uso de mejores hormigones. Por supuesto
que estos hormigones secos no se pueden arreglar en la obra ‘echándole agua’, para que
fluyan mejor, porque se afecta la resistencia del hormigón, al cambiar la razón agua
cemento”. El objetivo es mejorar la calidad de la construcción actual, y ese es el objetivo
de los documentos que fueron desarrollados”, complementa Cristian Masana.

En el caso del defecto atribuible a la altura de vaciado, asociado al uso de un hormigón


inadecuado o procesos constructivos incorrectos, es la formación de nidos, los que
corresponden a todas aquellas oquedades visibles o cubiertas por la lechada del
hormigón, de profundidad mayor al recubrimiento y que constituyen una discontinuidad en
el elemento, que afecta su resistencia, impermeabilidad y durabilidad, como se define en la
Especificación Técnica. Para efectos del documento, se entiende que serán atribuibles a la
altura de vaciado del hormigón solo los nidos ubicados en la base de los elementos
verticales hasta una altura de 20 cm. Excluyéndose los nidos u otras patologías que se
muestren en una zona distinta a la señalada o aquellos nidos que manifestándose en los
primeros 20 cm, sobrepasen esta altura.

El documento entrega la metodología de determinación de la superficie afectada, y se


define que el criterio adoptado para la determinación de alturas de vaciado, no puede
superar un 10% como valor máximo del indicador, valor que de no cumplirse habría que
utilizar otro procedimiento de colocación o cambiar las características del hormigón para
cumplirlo.

Para Cristian Masana, si bien éste es un paso más hacia las mejoras en obra del
hormigonado, “la norma va en la línea de mejorar los rendimientos, las tecnologías y de
incorporarlas en obra, permitiendo una apertura. Si bien aún hay trabajo por hacer, al
menos se avanzó en definir parámetros de comportamiento para sentenciar la calidad de
las obras, lo cual es un importante avance”, concluye.

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