METAS:
1. La primera meta del curso es la restauración del discípulo
2. La segunda meta es que el discípulo se acerque a Dios más de lo que lo hacía antes
de su caída
3. La tercera meta es que tanto el discípulo como el discipulador entiendan mejor lo
que es la disciplina y para qué se usa
4. La cuarta meta es que el discípulo valore y dé gracias a Dios por el proceso de la
disciplina
METODOLOGÍA:
1. Se entregará al discípulo una copia del manual completo para que realice las
lecciones y las tareas
2. Cada lección se dará personalmente, para lo cual se requiere especificar un lugar,
una hora y la frecuencia de las reuniones entre el discípulo y el discipulador. Se
recomienda una reunión cada semana para que el discípulo pueda analizar
detenidamente cada lección y cada aspecto del proceso de restauración
3. El discipulador dará cada lección al discípulo solicitándole su participación y su
aplicación en las tareas, las cuales son absolutamente indispensables para lograr las
metas del curso
4. El discípulo se comprometerá a participar en el curso asistiendo a las reuniones
previamente fijadas y cumpliendo con las tareas de cada lección
5. El discípulo aceptará quedar bajo la tutela del discipulador y obedecer en lo que se
le requiera
6. Durante todo el proceso tanto el discípulo como el discipulador se comprometen a
estar orando para suplicar la ayuda de Dios durante el tiempo que dure el curso
CARTA DE COMPROMISO
Reconozco delante del Señor que mi vida cayó en pecado, que desobedecí la Palabra de
Dios y que ofendí de manera pública y grosera la santidad de Dios y toda su persona.
Acepto que me alejé de mi Padre por causa del pecado y también de los hermanos. Acepto
que el pecado ha tenido consecuencias espirituales en mi vida y que necesito la ayuda del
hermano para ser restaurado en mi persona y en mi relación con Dios.
Me comprometo a ser dócil y humilde para crecer y ser edificado con la ayuda de Dios, su
Palabra y el ministerio del Santo Espíritu de Dios.
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NOMBRE Y FIRMA
PARA EL DISCIPULADOR
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú
también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de
Cristo. Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que, cada
uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto
de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga. El que es enseñado en
la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. No os engañéis; Dios no
puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el
que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el
Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a
su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos
bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe (Gálatas 6:1-10).
Este pasaje es el que más luz nos arroja acerca del tema de la restauración y es
absolutamente indispensable analizarlo si deseamos de verdad entender lo que es la
restauración y el propósito de la disciplina.
Es necesario decir que la disciplina en la iglesia es uno de los aspectos más complicados del
ministerio cristiano y de la práctica de la iglesia cristiana. Algunos incluso han llegado a
decir que la iglesia es el único ejército que mata a sus heridos, esto debido a que a los
miembros de las iglesias que caen en pecado no se les ayuda a levantarse sino que por el
contrario, se les castiga y muchas veces incluso se les llega a destruir en el proceso de la
disciplina en la iglesia.
I. ¿Cuándo se debe aplicar disciplina? “Si alguno fuere sorprendido en alguna falta”
(Gal. 6:1a).
En algunas ocasiones, sirviendo en la iglesia local uno llega a preguntarse: “¿Cuáles
pecados deben ser objeto de disciplina?” Y en este versículo se nos aclara a cuáles
pecados se les debe aplicar disciplina, pues al decir “si alguno fuere sorprendido en
alguna falta” está haciendo referencia a los pecados que son públicos y evidentes.
Cuando la conducta de un creyente es grosera a los ojos de los demás y sus pecados
son públicos además de reiterados, entonces se debe aplicar un proceso de disciplina
para poner remedio a dicha conducta. El proceso de disciplina ha sido expuesto por el
mismo Señor Jesucristo y así es como se debe llevar a cabo (Mt. 18:15-17). Si lo
hacemos como el Señor lo enseñó, tendremos buenos resultados y podremos guiar al
hermano a su estado original, como cuando creyó en Cristo como Salvador, pero la
disciplina se debe aplicar en esos casos.
Pero también debemos pensar en la disciplina como un medio para lograr un fin y no
un fin en sí mismo, esto nos lleva a lo siguiente que nos dice el versículo uno de
Gálatas capítulo seis
II. ¿Cómo se debe aplicar la disciplina? “Vosotros que sois espirituales restauradle con
espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas
tentado”
El Señor nos dice quiénes deben aplicar la disciplina, cómo deben hacerlo y con qué
fin.
A. “Vosotros que sois espirituales”.
La disciplina la deben realizar solamente aquellos cuyas vidas están controladas
por el Espíritu de Dios y no quienes están viviendo en la carne, porque si la
disciplina no se aplica en dependencia del Santo Espíritu, los resultados pueden
ser catastróficos. Para poder realizar el proceso de disciplina en la iglesia local, es
necesario manifestar en la vida propia el fruto del Espíritu y en esa actitud la
disciplina se hará de manera adecuada.
B. Corrige tu camino
1. Llama a tu pecado por su nombre
2. Identifica tu pecado delante de Dios
3. Sé humilde
4. Identifica las debilidades que te llevaron a tu caída