(Coordinadora)
Juchitán, la ciudad
de las mujeres
, Sr1·ir: DISHÁ
Colección: Antmpología
CONSEJO EDITORIAL
ln11titulo 011.xaqueño d«- la• Cultura•
Mai·garila Dahon
Giselc Pérez-Morcno
Álvan> González
A.-celia Yañiz
Emilio Fuego
Fi·ancisco José Ruiz
Carmen Col'dero
Salvador Sigüenza
POToGRAFiA.s DE
PORTADA E INTERIORES;
Co1nelia Suhau
'fflADUCCIÓN DEL ALEMÁN:
Aru1e Ganido A.
IMAGEN EDITORIAL:
Departamento Edito1·ial del
Instituto Oaxaqueño de las Cultu,·as
VERONIKA BENNHOLDT-THOMSEN
(Coordinadora)
Juchitán, la ciudad
de las mujeres
Introducción
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• Sustento y entretenimiento b8
•Comerciante: un modo de vida
• Comercio: un modo de producción 7¡
75
Economía de fieatu, fie1ta1 como economía
Brigitte Holzer 79
La tortillera 167
Brigitte Holzer
Bihliograli'a
32]
INTRODUCCIÓN
L legamos por la mañana a la ciudad y sólo vimos mujeres en las calles.
Erguidas, los hombros echados hacia atrás, la cabeza en alto y la mi-
rada franca, todas caminaban en la misma dirección. La larga falda
ondeante, la corpulencia y alguna carga sobre la cabeza acentuaban la
majestuosidad de su quehacer cotidiano: junto con ellas arribamos al mer-
cado en el centro de la ciudad.
Allí vimos también sólo mujeres. El comercio está en sus manos. Si
eventualmente se divisa un hombre, se trata de un fuereño o de un mu.xe ',
es decir, un homosexual. El mercado está repleto de todas las delicias de
este mundo tropical; lleno de gritos y risas estridentes. de aromas, fra-
gancias y olores penetrantes.
Con el cargador seguimos a una juchiteca a su casa. En los callejo-
nes y patios abiertos vimos nuevamente, junto con los niños. muchas mu-
jeres. Hacen tortillas y las hornean en el coma!, ahuman pescado y ponen
a secar los camarones, preparan comidas típicas, regionales, tejen esteras
de hojas de palma, bordan con bastidor, cosen ropa y se encargan de engor-
dar a los puercos. Todo esto es trabajo doméstico y producción de mercan-
cías al mismo tiempo, pues todas las mujeres de Juchitán se dedican al
comercio: venden lo que producen. También vimos algunos hombres arte-
sanos: carpinteros, albañiles y orfebres, tejedores de hamacas, zapateros
confeccionando huaraches. Al caer la tarde se veían cada \"eZ más hom-
bres en los patios, muchos tendidos en hamacas, mientras las mujeres
seguían trabajando. "No, nuestros maridos no son flojos ... explicaban las
juchitecas repetidamente, sin que les preguntáramos. ''Sólo parece así
porque al mediodía ya están acostados en sus hamacas. Pero generalmente
se levantan muy de madrugada y a esa hora ya tienen un día de trabajo a
sus espaldas, pues la mayoría son campesinos y pescadores."
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Luego nos atrajeron los sonoros ritmos tropicales de una banda, por-
que en Juchitán todos los dlas hay alguna fiesta y la mayorla se celebran
en la tarde. Se instala un toldo cubriendo la calle, que se adorna con guir-
naldas, hojas y palmas. Por los cuatro costados de la pista de baile se
colocan cientos de sillas y, naturalmente, en las primeras filas se sientan
las mujeres. Engalanadas con sus trajes multicolores y ataviadas. con sus
ostentosas joyas bailan entre ellas, beben, comen, convers.an y ríen, ríen
muchísimo. Los hombres apenas se notan, pasan inadvertidos sentados en
las últimas filas, junto a las paredes de las casas. Y entonces comenzamos
a comprender por qué en el resto de México se dice que en luchitán reina
el matriarcado.
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CAPÍTULO 1
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CAPÍTULO VI
261
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sabe que siempre tuvo que trabajar muchísimo. Su madre murió cuando
ella era aún muy pequeña. Eusebio nunca fue a la escuela y junto con sus
cuatro hermanos tenia que ayudar al padre, quien trabajaba como peón
en el campo de los alrededores de Juchitán. A los 28 años Eusebio cam-
bia de ocupación. Transforma una parte de la casa paterna en bar y desde
entonces lo dirige independientemente.
Eusebio no tiene problemas de identidad. A los 14 años se enamora
por primera vez de una muchacha de la misma edad. Al igual que todas
las parejitas del pueblo, las dos se encuentran en la plaza detrás de la
iglesia. Una tarde -como Eusebio cuenta sin tapujos- "desflora" a su ami-
ga. Los padres de la muchacha se comunican inmediatamente con la
familia de Eusebio, pidiendo una indemnización. En un caso de emergen-
cia de tipo heterosexual no habrían actuado de otra manera. Eusebio reci-
be una paliza de su padre, quien luego paga, sin más objeciones, la suma
exigida. Su hija -él lo sabe bien- es en realidad un hijo, y éste vive, como
es natural para todos los participantes, con su compañera en la casa del
padre. Así como se acostumbra en casi todas las familias Juchitecas.
Las marimachas
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270
peligro para la estructura social" (Fadennan 1990:258, comp. Smith Ro-
""berg 1981).
Desaparece cada vez más la aceptación de las antiguas formas de
,ida de mujeres identificadas entre sí. La heterosexualidad se transforma
paulatinamente en una institución forzada que "ahoga los sentimientos
eróticos entre mujeres en el silencio" (Adrienne Rich). A medida que
avanza la modernización de la sociedad, las mujeres se dejan separar más
Ymás. La etiqueta "lesbiana" sirve para estigmatizar a las mujeres, cuyo
modo de ser o comportamiento en relación con otras congéneres no es
conforme a lo prestablecido y por ende es considerado como anormal o ya
no normal. Las mujeres se ven obligadas a definir su sexualidad como una
parte separada de toda su existencia económica-emocional. Es decir, que
la identidad lesbiana al igual que la identidad heterosexual de las muje-
res nace como una identidad forzada.
En el siglo xx el amot el erotismo y la sexualidad han sido forzosa
Y definitivamente heterosex~alizados y ya se conciben solamente en la
combinación hombre-mujer. Las mujeres comienzan a concentrane en el
hombre como el ser humano más importante en su vida (véase Brauckmann
1983, Palzkill 1990).
Esto no es de ningún modo asi en Juchitán. El interés y la atracción
erótica entre mujeres desempeñan un papel importante e imposible de no
advertir en sus relaciones. Dirigirse como mujer hacia las mujeres es lo
más normal del mundo. Quizás exista una cierta desconfianza hacia las
relaciones lesbianas porque en Juchitán -que evidentemente también ha
sido influido por la moral sexual católica- hay conciencia de la dimensión
y de los posibles alcances de las relaciones entre mujeres -contrariamen-
te a la sociedad burguesa, donde la potencia v la sensualidad femenina
han sido negadas totalmente. ·
Al margen.
. Jcabe mencionar que Ias contrad'1cc1ones
· ·
son s1ntom át1-
·
Juch1tán. unto a fonnas d .d
cas en d los zapotecos . e Vt a precolombinas v la mentalidad
la e . • c-oex1sten l . .
pr0 P ¡deo, al igual que la. ¡fl a era de la alta tecnología con televi-
sión Y v II Uencia hispano-católica ya mencionada Y
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