"Etimología" es una voz de origen griego que remite en última instancia al adjetivo
étymos ‘verdadero, auténtico’.
Este sentido está presente ya en la definición que del ejercicio etimológico proporcionan
algunos filósofos desde el siglo III a.C., según los cuales el estudio de las palabras en
su origen permitía buscar la verdad o esencia de las cosas.
Aunque son los estoicos quienes ofrecen por vez primera este rico léxico de las
pesquisas etimológicas, la ciencia contaba ya con bases desde varios siglos atrás (de
acuerdo con el testimonio de Platón, éstas se remontan a la época de Sócrates); en
Aristóteles y en sus contemporáneos, posteriormente, hay una constante preocupación
por lo que él llama el étymon o ‘valor verdadero’ de las palabras.
Con el término español etimología (con voces equivalentes en otras lenguas que no se
despegan del término griego, como el francés étymologie, el inglés etymology y el
alemán Etymologie) se identifica la ciencia o conocimiento que estudia el origen de las
palabras y que las relaciona con otras anteriores —en la misma lengua o en otras
distintas— de las que aquéllas procederían.
El Medievo contará, sobre todo, con los materiales de san Isidoro, cuyas Etimologías
serán la fuente de información primordial desde el siglo VII hasta la revolución cultural
de los humanistas; en éstos se ha de ver, en último término, a los verdaderos
antecesores de la erudición histórico-filológica del siglo XIX, a los creadores de los
modernos estudios de la etimología.
Por ello, los modernos estudiosos de la etimología manejan por lo común al mismo
tiempo la información lingüística e histórica, como se aprecia en los estudios de
lexemática de un Benveniste, un Malkiel o un Baldinger.
EL TÉRMINO Y EL CONCEPTO
Dentro del campo de la lingüística, la etimología es la disciplina que estudia el origen
de las palabras y la evolución de su significado y forma.
El étimo de una palabra es aquella otra de la cual desciende de forma próxima (un
término castellano actual puede derivar, por ejemplo, de otro medieval), lejana (la voz
latina de la que nace) o remota (los sustratos prerromanos o la raíz indoeuropea de la
que parte, sin ir más lejos).
ANTIGÜEDAD GRECO-LATINA
Dentro del mundo griego, Platón, en el Cratilo, expone por primera vez una teoría
completa sobre el lenguaje; a la pregunta de si éste se adecua a la realidad o es más
bien fruto de la convención, responde, por boca de Sócrates, que existe una relación
de necesidad entre el concepto de la realidad externa (designatum) y el significado de
la palabra (significatum).
De acuerdo con este principio, Platón alude a la existencia de una especie de lengua
natural y universal, a la que hay que retrotraer las palabras de las distintas lenguas
históricas.
Esta interpretación ha sido rechazada por críticos como Belardi, quien señala que
Sócrates no alude en ningún momento a la posible creación de palabras y significados
apoyados en los valores fónicos; por el contrario, se ha de interpretar el pasaje platónico
como un análisis articulatorio de los distintos fonemas: la rho evoca un movimiento y un
correr agitado; la lambda podría evocar lo líquido y resbaladizo (leîos, liparós); la iota,
las cosa sutiles y delgadas (iénai).
En realidad, son los estoicos los elaboradores de la teoría de las palabras expresivas,
en las que hay una motivación según su naturaleza, y los creadores del término
ethimologia como método de búsqueda de lo verdadero (étymos) "en las palabras" o "a
través de las palabras".
Ellos fueron, a su vez, los primeros en estudiar la naturaleza del signo lingüístico, que
constaba de un significante (semaînon), un significado (semainómenon) y, como tercer
elemento, la realidad externa o el accidente (prágma, tynchanón); aunque la lengua es
una convención, no se puede negar, en opinión de estos filósofos, la necesidad de una
conexión natural entre los sonidos y las cosas significadas.
Estas teorías son recogidas por Dionisio de Halicarnaso, quien habla realmente del valor
de la onomatopeya como principio formador de palabras.
Pero la etimología no sólo es objeto de discusión por parte de los filósofos, sino que
también, al ser una ars (método que sirve para explicar y ordenar y, como tal, opuesto
a empeiría y a epistéme), es usada por los poetas y retóricos que se complacen con los
juegos etimológicos; así, Aristóteles la sitúa entre los veintiocho tópicos de la
demostración y la coloca en último lugar. En el mundo latino, Cicerón TULIO adopta la
doctrina aristotélica y emplea la palabra notatio para referirse a etimología:
Por otro lado, el célebre orador incluye también en sus tratados la utilidad de la
etimología del nombre propio como claro reflejo de un atributo de la persona:
“Ac personis has res attributas putamus: nomen, naturam, victum, fortunam, habitum,
affectionem, studia, consilia, facta, casus, orationes. Nomen est quod uni cuique
personæ datur quo suo quæque propio et certo vocabulo appellatur.” (De inventione, 1,
24, 35)
"Etymologia, quæ verborum originem inquirit, a Cicerone dicta est notatio, quia nomen
eius apud Aristotelem invenitur sýmbolov, quod est nota; nam verbum ex verbo ductum,
id est veriloquium, ipse Cicero, qui finxit, reformidat. Sunt qui vim potius intuiti
originationem vocent.” (Institutio oratoria, 1, 6, 28)
“Ponunt in persona et nomen; quod quidem ei accidere necesse est, sed in argumentum
raro cadit, nisi cum aut ex causa datum est, ut Sapiens, Magnus, Pius; aut et ipsum
alicuius cogitationis attulit causam, ut Lentulo coniurationis, quod libris Sybillinis
aruspicumque responsis dominatio dari tribus Corneliis dicebatur, seque eum tertium
esse credebat post Sullam Cinnamque, quia et ipse Cornelius erat.” (Institutio oratoria,
5, 10, 30)
Pero, dentro del mundo romano, es Varrón el autor que mejor recoge el espíritu de la
etimología, con una concepción claramente estoica, en su obra De lingua latina; esa
continuidad metódica se pone de manifiesto al referirse a dicho método lingüístico
(Lingua, 5, 2) “illam partem, ubi cur et unde sint verba scrutantur, Græci vocant
etymologían”.
En esta obra, Varrón reúne explicaciones semánticas sobre distintos términos y los
agrupa, según los casos, en familias de palabras; por lo que se refiere a la búsqueda
del étimo, de acuerdo con los gramáticos estoicos, establece cuatro grados:
Al mismo tiempo, este autor pasa a hablar de conceptos que hoy se consideran como
pilares de cualquier estudio etimológico: el préstamo, las palabras olvidadas y la
derivación:
"Igitur quoniam in hæc sunt tripertita verba, quæ sunt aut nostra aut aliena aut oblivia,
de nostris dicam cur sint, de alienis unde sint, de obliviis reliquam.” (De lingua latina, 5,
10.)
“[...] Quo pacto verba quoque ipsa / inter se paulo mutatis sunt elementis, / cum ligna
atque ignes distincta voce notemus.” (De rerum natura, 1, 912 y ss.)
Por lo que respecta al uso de la etimología por parte de los poetas, se pueden encontrar
numerosos ejemplos en Virgilio y en Ovidio; con este último, comienzan las
interpretaciones disparatadas, como mero artificio poético-erudito, basadas muy a
menudo en las llamadas "etimologías populares" (véase más abajo); en otras ocasiones,
de acuerdo con el gusto varroniano (es decir, el propio de gramáticos y profesores de
retórica), abunda la etimología con base histórica o arqueológica —falsa a menudo—,
que se basa en la búsqueda del étimo ex contrariis:
Un ejemplo de las interpretaciones ovidianas, a todas luces falsas, se halla en los Fasti
de Ovidio (cf. 1, 317 y ss., y comienzos de los libros V y VI), donde el autor ofrece cinco
etimologías diferentes para el término Agonalia.
EDAD MEDIA
A lo largo de la Edad Media, la etimología, entendida como medio de interpretación de
la realidad, jugó un papel de extraordinaria importancia; por esta razón, Ernst Robert
Curtius la definió como la "forma de pensamiento" medieval por excelencia. De entre
los autores tardíos, destaca San Agustín por su afición a esta disciplina, sobre todo a
causa de sus constantes indagaciones etimológicas acerca de los nombres propios:
Paulus, Felicitas, Primus, Perpetua, etc.
No obstante, el máximo exponente de esta tradición medieval será San Isidoro, quien,
para realizar su compilación de todo el saber humano en su obra Etymologiarum libri u
Origines, parte de la etimología, a la que considera fundamento de la retórica y de la
gramática. Su obra enseñaba, pues, el "origen" (origo) y la "fuerza" (vis) de las cosas.
Dentro de este esquema, es muy importante la intuición histórica; por ello, San Isidoro
habla de la existencia de varios estratos cronológicos en la latinidad, que parte de un
estadio antiguo para desembocar en lo que se denomina estadio "mixto": éste habría
surgido tras la caída del Imperio Romano y se habría propagado por medio de las gentes
bárbaras, encargadas de contaminar la prístina pureza de la lengua. Los tipos
fundamentales de etimología que establece son:
En el siglo XII, con la aparición de los modistæ (véase modalista), se descubre una
interpretación errónea del término etymologia; así, sus obras gramaticales, intituladas
De modis significandi, contienen dos partes, a la manera de los tratados de Prisciano:
Ethymologia (breve tratado de morfología) y Diasynthetica (sintaxis); además de esta
división, en la introducción a sus trabajos incluían unos breves tratados filosófico-
lingüísticos (modi essendi, modi intelligendi y modi significandi), que hoy en día
asombran por su extraordinaria modernidad al interpretar que la lengua forma una
estructura en la que el significado de las palabras viene determinado por su relación con
las demás.
Si las pesquisas de estos intelectuales fueron cada vez más frecuentes y sólidas desde
el Quattrocento, el verdadero terminus a quo lo marca Giulio Cesare Escaligero con su
tratado De causis linguae latinae libri XIII (1540).
En el siglo XVIII vieron la luz los dos volúmenes de Traité de la formation méchanique
des langues et des principes physiques de l'étymologie (1765), del francés Charles de
Brosses, una historia de la palabra sorprendentemente avanzada que sirvió de base a
numerosas entradas de la Encyclopédie française.
Otros tantas obras impresas durante esa centuria desarrollaban esa misma labor sobre
las lenguas vernáculas o el latín, como las de Giambattista Vico o Johann Heinrich Voss,
con su Etymologicum linguae latinae.
Todos estos trabajos aportan pinceladas curiosas y, con frecuencia, atinadísimas, pero
carecen de la coherencia global que aportará el siglo XIX, al brindar una visión ordenada
de las lenguas en familias por medio de un árbol como el de la genealogía, la herencia
genética o los stemmata de la crítica textual de corte lachmanniano.
LA ETIMOLOGÍA MODERNA
La aportación de la lingüística decimonónica fue sensacional en gramática diacrónica
(o histórica), con el desarrollo de unas leyes de cambio lingüístico de las que los
estudios etimológicos supieron sacar un enorme provecho.
La etimología convivió con los principales cambios de la teoría gramatical y pasó por
una etapa de transición desde el método comparatista decimonónico hasta el desarrollo
de la neogramática.
ETIMOLOGÍA POPULAR
La etimología popular (también llamada etimología cruzada) es una interpretación
espontánea que en el lenguaje corriente o vulgar se da a una palabra, relacionándola
con otra de distinto origen. La razón por la que se llama a este fenómeno etimología
popular (en inglés, folk etymology) se debe a que esta reinterpretación de las palabras
puede causar tanto cambios semánticos como formales.
Así, la propia palabra ETIMOLOGÍA, nos remite al latín, pero de todas formas volvemos
al Griego, ya que el anterior no hizo más que apenas transcribirla: La palabra etimología
proviene del latín etymologĭa; ésta, a su vez, del griego ἐτυμολογία, compuesta
por ἔτυμος, ('étymos': «[elemento] verdadero, auténtico»), y -λογία ('-logía': «tratado,
estudio»). En otras palabras ETIMOLOGÍA, equivaldría a decir pues VERI-LOQUIUM,
VERI-LOQUIO, verdadera-locución, lo que es verdad, esencia de la palabra, razón por
la que una palabra es lo que es.
EL ESTUDIO DE LA ETIMOLOGÍA
Estudiar la ETIMOLOGÍA, es increíblemente útil, y conocerla puede proporcionarnos
grandes ventajas:
2ª Sirve para definir los objetos o ideas que tenemos; pues la definición
no es más que el desarrollo verbal de la comprensión de una idea, y la
ETIMOLOGÍA ayuda a este desarrollo analizando la estructura del signo
material de la idea o de la palabra que se ha de definir, y aislando sus
elementos orales, que son otros tantos signos de elementos constitutivos
de la idea.
LA SÍLABA
La sílaba es cada parte de la palabra comprendida en una sola voz. No puede haber
emisión de voz sin pronunciar una de estas cinco letras: A, E, I, O, U, y es exactamente
por esto que se llaman VOCALES.
Así, por ejemplo, la emisión de la vocal “A” puede ser modificada en la garganta y por
ello sonará como “ga” o “ja”; si por el paladar → “ca”; si por los labios→“ba”,
“ma” o “pa”; si por la lengua y los dientes, → “da”, “sa”, “ta”, “za”; si por la lengua y
el paladar → “la”, “lla” o “ra”, etc.
LA ARTICULACIÓN
Cada articulación, en efecto, puede hacerse con suavidad, con fuerza y con aspiración,
y además la pronunciación puede ser más o menos suave, más o menos dura o fuerte,
más o menos aspirada.
Amoldando la “A” en los labios, o poniendo estos en forma de círculo, tenemos la “O”;
estrechando el circulo labial se forma la “U”; la “E” y la “I” son sonidos intermedios
entre la “A” y la “O” (entre el Alpha y el Omega), que se forman restringiendo la-A, o
dejando la voz hacia adentro, mediante una ligera cooperación de la lengua, de los
dientes y de los labios.
El castellano tiene sus vocales muy marcadas y con pocas gradaciones: así no conoce
la u francesa (sonido medio entre la “u” y la “i”), ni la diferencia entre varios sonidos
de “o”, muy notables en otras lenguas, ni admite las vocales sordas que se hallan en
el inglés, en el francés, en el catalán, etc.
Las gradaciones de esta modificación dan las letras labiales (la b y sus afines), las
Linguales (d, t, l, ll, s, z), ya las guturales (la g y la j). Las dentales y las palatales se
refieren y a las linguales, puesto que, careciendo de movimiento propio los dientes y del
paladar, no hay consonantes dentales y palatales sino porque las hay linguales.
Las consonantes nasales están mal denominadas, porque las fosas de la nariz no tienen
movimiento propio para modificar la voz. Todo sonido puede ser nasal cuando la voz
pasa por las fosas nasales.
Para ganguear no hay más que abrir un poco la boca y querer hablar alto o en voz
natural, -pues la poca abertura de la boca obliga entonces el sonido a desprenderse por
las narices, y todas las articulaciones salen nasales.
No puede haber consonante sin que vaya seguida de vocal; y si las hay, es porque al
entrar en la formación de voces significativas perdieron las vocales brevísimas que las
acompañaban.
Por esto los niños, cuando aprenden a hablar, ignorando todavía el artificio de las
eufonizaciones, ponen una vocal después de cada consonante, y dicen emborollo,
mndere, tábala, turucha, etc., por embrollo, madre, tabla, trucha, etc.
De ahí las dificultades que encuentran los niños cuando aprenden a leer ; de ahí la
división de las sílabas en naturales y artificiales; y de ahí la necesidad de reformar
filosóficamente los sistemas ortológicos generalmente seguidos en nuestras cartillas y
en nuestras escuelas.
¿Cómo es posible (exclama nuestro malogrado Balmes) que de tan pocos elementos
resulten tantas y tan varias y tan abundantes lenguas? Y todos los libros escritos y por
escribir, todas las palabras pronunciadas y por pronunciar, en todos los tiempos y en
todos los países, no contienen más que el alfabeto.
Con tanta simplicidad, ¿cómo se forma tan inconcebible variedad? Se ha calculado que
las lenguas no bajan de dos mil y los dialectos de cinco mil: imagínese la variedad de
palabras que hay en tantas lenguas; y si tomamos en cuenta que estas se modificarán
en el tiempo venidero, como se modificaron en el pasado, hallaremos que debe de haber
en los sonidos orales un caudal inagotable de combinaciones.
Si todas las lenguas primitivas y derivadas, vivas y muertas, y cuantas hayan de nacer
en los siglos venideros, se pueden formar con los sonidos vocales.
Dios, en su omnipotencia y sabiduría, supo dar tal fecundidad a una cosa tan sencilla
como al parecer es la voz, que nunca le pueden faltar al hombre palabras ó signos de
transmisión, sean cuales fueren las cosas que quiera expresar, y la forma de su
expresión.
La rapidez con que se articula, la velocidad con que se habla, y el acierto providencial
con que instantáneamente aplicamos e1 respectivo signo a cada idea o a cada cosa
significada, serian otros tantos motivos de continuo asombro, si no estuviésemos
familiarizados con semejantes fenómenos, que tan solemne testimonio dan de la
Sabiduría infinita.
LOS MONOSÍLABOS
Las palabras se llaman MONOSÍLABAS cuando están formadas de una sola sílaba,
como: mas, si, no, etc. DISÍLABAS cuando tienen dos, como: amar, hombre, árbol,
etc. TRISÍLABAScuando tienen tres, como enseñar, inmenso, palabra,
etc. TETRASÍLABAS ó CUADRISÍLABAS cuando tienen cuatro, como: felicidad,
gramática, numerador, etc.
Cuando constan de más de tres silabas, suelen llamarse ya, en general, POLISÍLABAS
(de muchas sílabas, de un número indeterminado de sílabas), como: incalculable,
inconmensurabilidad, característicamente, etc.
Las sílabas son los elementos materiales de que se hallan formadas las palabras (3);
pero estas sílabas tienen diverso valor y una representación y denominación varias,
según los casos. Así las silabas unas veces son raíces, otras radicales, otras
terminaciones, otras afijos, otras prefijos, etc.
LAS RAÍCES
En toda palabra hay necesariamente una raíz. Se llama raíz la porción literal o silábica
que se considera como el elemento primitivo de la palabra, y que representa la idea
matriz o principal significada por la misma palabra.
Así es, en griego λ o lu, ly, la raíz o el elemento primitivo de todas las palabras que
expresan la idea de desligar; en latín, li es la raíz común de todas las palabras que
expresan la idea de desleír (muy análoga a la de desligar); y en castellano, com-
o en griego y en latin y en otros muchos idiomas, no, es la raíz de todas las palabras
que significan noción, noticia, conocer, etc.
Las raíces son combinaciones literales o silábicas muy sencillas y breves, generalmente
son monosílabos, según se ve por los ejemplos que vamos poniendo.
Las raíces son invariables o casi invariables. Si experimentan alguna variación, es muy
ligera, y suele consistir en la pérdida, adición o cambio de una letra.
VARIACIONES
Esta variación la experimentan en el mismo idioma, para prestarse a las diversas
formaciones, como, en griego, la raíz “gran”, que a veces se convierte
en “graph” (idea general de escritura); “scrip”, que, en latín, pasa a veces a “scrib”,
etc.