Anda di halaman 1dari 13

INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

"Etimología" es una voz de origen griego que remite en última instancia al adjetivo
étymos ‘verdadero, auténtico’.

Este sentido está presente ya en la definición que del ejercicio etimológico proporcionan
algunos filósofos desde el siglo III a.C., según los cuales el estudio de las palabras en
su origen permitía buscar la verdad o esencia de las cosas.

Desde esas mismas fechas, se encuentran el adjetivo etymologikós 'etimológico', el


sustantivo etymologikón ‘diccionario etimológico’ y el verbo etymologéo ‘estudiar el
origen de una palabra’.

Aunque son los estoicos quienes ofrecen por vez primera este rico léxico de las
pesquisas etimológicas, la ciencia contaba ya con bases desde varios siglos atrás (de
acuerdo con el testimonio de Platón, éstas se remontan a la época de Sócrates); en
Aristóteles y en sus contemporáneos, posteriormente, hay una constante preocupación
por lo que él llama el étymon o ‘valor verdadero’ de las palabras.

Con el término español etimología (con voces equivalentes en otras lenguas que no se
despegan del término griego, como el francés étymologie, el inglés etymology y el
alemán Etymologie) se identifica la ciencia o conocimiento que estudia el origen de las
palabras y que las relaciona con otras anteriores —en la misma lengua o en otras
distintas— de las que aquéllas procederían.

En el pasado helénico, en el que se hallan las primeras pesquisas etimológicas, los


estudios de esta índole buscaban mucho más que satisfacer una mera curiosidad
científica y filológica; en realidad, se pretendía explicar la naturaleza de las cosas por
medio de un conocimiento previo de las palabras que las denotaban.

Con el paso de los siglos, la etimología abandonó la pretensión de determinar esa


relación intrínseca entre las palabras y las cosas y, poco a poco, se fue constituyendo
en una disciplina erudita que permitiese investigar la raíz histórica de las palabras.

Los rudimentos de los modernos estudios etimológicos se encuentran ya en los filósofos


griegos; posteriormente, eruditos romanos como Verrio Flaco en De significatu
(gramático augústeo que se conoce gracias a un epítome de Festo hecho por Paulo
Diácono en el siglo VIII), Varrón en De lingua latina o Aulo Gelio en sus Atticae noctes
aportaron explicaciones etimológicas a una cantidad considerable de términos.

El Medievo contará, sobre todo, con los materiales de san Isidoro, cuyas Etimologías
serán la fuente de información primordial desde el siglo VII hasta la revolución cultural
de los humanistas; en éstos se ha de ver, en último término, a los verdaderos
antecesores de la erudición histórico-filológica del siglo XIX, a los creadores de los
modernos estudios de la etimología.

Los estudios etimológicos, desde entonces, están estrechamente ligados a las


investigaciones lingüísticas en general, en materia ortográfica, fonética, léxica o
semántica; no obstante, la relación más estrecha es la que esta rama de los estudios
histórico-filológicos guarda con la gramática histórica, ciencia nacida también
propiamente al amparo del positivismo y el historicismo comparatista decimonónicos.

Al adentrarse en el siglo XX, los estudios de etimología se beneficiaron de la madurez


alcanzada por la lingüística y del desarrollo experimentado por los diversos métodos
histórico-comparativos, particularmente en el ámbito del indoeuropeo; al mismo tiempo,
para el conocimiento etimológico, fue determinante la evolución en la investigación de
los hechos históricos, desde el mundo antiguo hasta la Edad Media.

Por ello, los modernos estudiosos de la etimología manejan por lo común al mismo
tiempo la información lingüística e histórica, como se aprecia en los estudios de
lexemática de un Benveniste, un Malkiel o un Baldinger.

EL TÉRMINO Y EL CONCEPTO
Dentro del campo de la lingüística, la etimología es la disciplina que estudia el origen
de las palabras y la evolución de su significado y forma.

El étimo de una palabra es aquella otra de la cual desciende de forma próxima (un
término castellano actual puede derivar, por ejemplo, de otro medieval), lejana (la voz
latina de la que nace) o remota (los sustratos prerromanos o la raíz indoeuropea de la
que parte, sin ir más lejos).

La palabra "etimología" proviene precisamente del étimo griego tumologˆa, que es un


término compuesto por tumoj 'verdadero, real' y lÕgoj 'palabra'; por otra parte, "étimo"
proviene del griego tumon 'sentido verdadero'.

La introducción histórica de la palabra "etimología" se remonta a 1438, mientras que


"étimo" es un término de la lingüística moderna acuñado en 1910. Algunos otros
derivados importantes son etimológico (1705), etimologista o etimólogo (1705) y
etimologizar (1832).

ANTIGÜEDAD GRECO-LATINA
Dentro del mundo griego, Platón, en el Cratilo, expone por primera vez una teoría
completa sobre el lenguaje; a la pregunta de si éste se adecua a la realidad o es más
bien fruto de la convención, responde, por boca de Sócrates, que existe una relación
de necesidad entre el concepto de la realidad externa (designatum) y el significado de
la palabra (significatum).

De acuerdo con este principio, Platón alude a la existencia de una especie de lengua
natural y universal, a la que hay que retrotraer las palabras de las distintas lenguas
históricas.

En este diálogo, se incluyen también algunas consideraciones sobre el origen de las


palabras primeras que algunos estudiosos identificaron con una concepción de la
etimología basada en la estrecha relación que existe entre sentido y sonido, es decir,
fundamentada en la onomatopeya.

Esta interpretación ha sido rechazada por críticos como Belardi, quien señala que
Sócrates no alude en ningún momento a la posible creación de palabras y significados
apoyados en los valores fónicos; por el contrario, se ha de interpretar el pasaje platónico
como un análisis articulatorio de los distintos fonemas: la rho evoca un movimiento y un
correr agitado; la lambda podría evocar lo líquido y resbaladizo (leîos, liparós); la iota,
las cosa sutiles y delgadas (iénai).

Estas concepciones se acercan muchísimo a las intuiciones fonosimbólicas o a lo que


Leroy llama, aludiendo a dicho texto platónico, "fonética impresiva" (imágenes acústicas
imitadoras de algunos aspectos de lo real).

En realidad, son los estoicos los elaboradores de la teoría de las palabras expresivas,
en las que hay una motivación según su naturaleza, y los creadores del término
ethimologia como método de búsqueda de lo verdadero (étymos) "en las palabras" o "a
través de las palabras".

Ellos fueron, a su vez, los primeros en estudiar la naturaleza del signo lingüístico, que
constaba de un significante (semaînon), un significado (semainómenon) y, como tercer
elemento, la realidad externa o el accidente (prágma, tynchanón); aunque la lengua es
una convención, no se puede negar, en opinión de estos filósofos, la necesidad de una
conexión natural entre los sonidos y las cosas significadas.

Estas teorías son recogidas por Dionisio de Halicarnaso, quien habla realmente del valor
de la onomatopeya como principio formador de palabras.

Pero la etimología no sólo es objeto de discusión por parte de los filósofos, sino que
también, al ser una ars (método que sirve para explicar y ordenar y, como tal, opuesto
a empeiría y a epistéme), es usada por los poetas y retóricos que se complacen con los
juegos etimológicos; así, Aristóteles la sitúa entre los veintiocho tópicos de la
demostración y la coloca en último lugar. En el mundo latino, Cicerón TULIO adopta la
doctrina aristotélica y emplea la palabra notatio para referirse a etimología:

“Multa etiam ex notatione sumuntur. Ea est autem, cum ex vi nominis argumentum


elicitur; quam Græeci etymologían appellant, id est verbum ex verbo veriloquium [...]
Itaque hoc quidem Aristoteles sýmbolon appellat, quod Latine est nota.” (Topica, 35)

Por otro lado, el célebre orador incluye también en sus tratados la utilidad de la
etimología del nombre propio como claro reflejo de un atributo de la persona:

“Ac personis has res attributas putamus: nomen, naturam, victum, fortunam, habitum,
affectionem, studia, consilia, facta, casus, orationes. Nomen est quod uni cuique
personæ datur quo suo quæque propio et certo vocabulo appellatur.” (De inventione, 1,
24, 35)

En época más tardía, Quintiliano se hace eco de estas doctrinas:

"Etymologia, quæ verborum originem inquirit, a Cicerone dicta est notatio, quia nomen
eius apud Aristotelem invenitur sýmbolov, quod est nota; nam verbum ex verbo ductum,
id est veriloquium, ipse Cicero, qui finxit, reformidat. Sunt qui vim potius intuiti
originationem vocent.” (Institutio oratoria, 1, 6, 28)

“Ponunt in persona et nomen; quod quidem ei accidere necesse est, sed in argumentum
raro cadit, nisi cum aut ex causa datum est, ut Sapiens, Magnus, Pius; aut et ipsum
alicuius cogitationis attulit causam, ut Lentulo coniurationis, quod libris Sybillinis
aruspicumque responsis dominatio dari tribus Corneliis dicebatur, seque eum tertium
esse credebat post Sullam Cinnamque, quia et ipse Cornelius erat.” (Institutio oratoria,
5, 10, 30)

Pero, dentro del mundo romano, es Varrón el autor que mejor recoge el espíritu de la
etimología, con una concepción claramente estoica, en su obra De lingua latina; esa
continuidad metódica se pone de manifiesto al referirse a dicho método lingüístico
(Lingua, 5, 2) “illam partem, ubi cur et unde sint verba scrutantur, Græci vocant
etymologían”.
En esta obra, Varrón reúne explicaciones semánticas sobre distintos términos y los
agrupa, según los casos, en familias de palabras; por lo que se refiere a la búsqueda
del étimo, de acuerdo con los gramáticos estoicos, establece cuatro grados:

“Nunc singulorum verborum origines expediam, quorum quattor explanandi gradus.


Infimus quo populus etiam venit: quis enim non videt unde argentifodinæ et viocurus?
Secundus quo grammatica escendit antiqua, quæ ostendit, quemadmodum quodque
poeta finxerit verbum, quod confixerit, quod declinarit [...] Tertius gradus, quo philosophia
ascendens pervenit atque ea quæ in consuetudine communi essent aperire coepit, ut a
quo dictum esset oppidum, vicus, via. Quartus, ubi est adytum et initia regis: quo si non
perveniam ad scientiam, at opinionem aucupabor, quod etiam in salute nostra
nonnunquam facit cum ægrotamus medicus.” (De lingua latina, 5, 7-8)

Al mismo tiempo, este autor pasa a hablar de conceptos que hoy se consideran como
pilares de cualquier estudio etimológico: el préstamo, las palabras olvidadas y la
derivación:

"Igitur quoniam in hæc sunt tripertita verba, quæ sunt aut nostra aut aliena aut oblivia,
de nostris dicam cur sint, de alienis unde sint, de obliviis reliquam.” (De lingua latina, 5,
10.)

Aparte de una influencia estoica en la teoría gramática, en el mundo romano se observa


una leve penetración de las teorías epicúreas, cuya concepción atomista del lenguaje
aparece recogida en la obra de Lucrecio:

“[...] Quo pacto verba quoque ipsa / inter se paulo mutatis sunt elementis, / cum ligna
atque ignes distincta voce notemus.” (De rerum natura, 1, 912 y ss.)

Por lo que respecta al uso de la etimología por parte de los poetas, se pueden encontrar
numerosos ejemplos en Virgilio y en Ovidio; con este último, comienzan las
interpretaciones disparatadas, como mero artificio poético-erudito, basadas muy a
menudo en las llamadas "etimologías populares" (véase más abajo); en otras ocasiones,
de acuerdo con el gusto varroniano (es decir, el propio de gramáticos y profesores de
retórica), abunda la etimología con base histórica o arqueológica —falsa a menudo—,
que se basa en la búsqueda del étimo ex contrariis:

“at puer Ascanius, cui nunc nomen Iulo


additur (Ilus erat, dum res stetit Ilia regno).” (Eneida, 1, 267)

“Romulus excipiet gentem et Mavortia condet


mœnia Romanosque suo de nomine dicet.” (Eneida, 1, 276.)

“mercatique solum, facti de nomine Byrsam.


taurino quantum possent circundare tergo.” (Eneida, 1, 367.)

Un ejemplo de las interpretaciones ovidianas, a todas luces falsas, se halla en los Fasti
de Ovidio (cf. 1, 317 y ss., y comienzos de los libros V y VI), donde el autor ofrece cinco
etimologías diferentes para el término Agonalia.

EDAD MEDIA
A lo largo de la Edad Media, la etimología, entendida como medio de interpretación de
la realidad, jugó un papel de extraordinaria importancia; por esta razón, Ernst Robert
Curtius la definió como la "forma de pensamiento" medieval por excelencia. De entre
los autores tardíos, destaca San Agustín por su afición a esta disciplina, sobre todo a
causa de sus constantes indagaciones etimológicas acerca de los nombres propios:
Paulus, Felicitas, Primus, Perpetua, etc.

No obstante, el máximo exponente de esta tradición medieval será San Isidoro, quien,
para realizar su compilación de todo el saber humano en su obra Etymologiarum libri u
Origines, parte de la etimología, a la que considera fundamento de la retórica y de la
gramática. Su obra enseñaba, pues, el "origen" (origo) y la "fuerza" (vis) de las cosas.

Dentro de este esquema, es muy importante la intuición histórica; por ello, San Isidoro
habla de la existencia de varios estratos cronológicos en la latinidad, que parte de un
estadio antiguo para desembocar en lo que se denomina estadio "mixto": éste habría
surgido tras la caída del Imperio Romano y se habría propagado por medio de las gentes
bárbaras, encargadas de contaminar la prístina pureza de la lengua. Los tipos
fundamentales de etimología que establece son:

1) ex causa (reges a regendo et recte agendo);

2) ex origine (homo de humus);

3) ex contrariis (lucus, quia umbra opacus parum luceat);

4) la derivación (prudens de prudentia);

5) el venero griego; asimismo, se incluye una interpretación de los principales nombres


del Antiguo Testamento, tal y como había hecho antes San Jerónimo.

De acuerdo con Alberto Zamboni, hay dos maneras distintas de acercarse a la


etimología en la Edad Media: por un lado, San Isidoro —a cuya concepción de esta
disciplina gramatical ya se ha aludido— y Hugo de San Víctor son los representantes de
la llamada "etimología tradicionalista"; por otro, destaca la figura de Pedro Elías,
seguidor de la antigua doctrina helenística, en la que el significado, por un lado, y el
origen de las palabras, por otro, desempeñan un papel relevante.

En el siglo XII, con la aparición de los modistæ (véase modalista), se descubre una
interpretación errónea del término etymologia; así, sus obras gramaticales, intituladas
De modis significandi, contienen dos partes, a la manera de los tratados de Prisciano:
Ethymologia (breve tratado de morfología) y Diasynthetica (sintaxis); además de esta
división, en la introducción a sus trabajos incluían unos breves tratados filosófico-
lingüísticos (modi essendi, modi intelligendi y modi significandi), que hoy en día
asombran por su extraordinaria modernidad al interpretar que la lengua forma una
estructura en la que el significado de las palabras viene determinado por su relación con
las demás.

También en París, en el siglo XII, se configura el sistema analítico de las distinctiones,


que analizaba el significado último de las palabras a través de una consideración
exhaustiva de sus partes constituyentes con el propósito de captar mejor su esencia; en
ellas, se unían distintos tipos de información: gramática, retórica o metafórica, junto a
diferentes formas de exégesis.

DEL HUMANISMO A LA ILUSTRACIÓN


Los humanistas desarrollaron sus investigaciones etimológicas dentro de su ambicioso
proyecto de recuperación del griego, depuración del latín, profundización en el hebreo
y reivindicación de las lenguas vernáculas.

Si las pesquisas de estos intelectuales fueron cada vez más frecuentes y sólidas desde
el Quattrocento, el verdadero terminus a quo lo marca Giulio Cesare Escaligero con su
tratado De causis linguae latinae libri XIII (1540).

Aunque el desarrollo de unas pautas o leyes en la evolución y transformación de las


palabras sólo se dio al llegar a las medianías del siglo XIX, la obra de Étienne Guichard
y, sobre todo, los Principes de l’art des étymologies de Gilles Ménage (1613-1692),
supusieron un extraordinario avance en este sentido.

En esta centuria, hay algunas personalidades y corrientes de análisis que fortalecieron


extraordinariamente los estudios de lingüística en general y, de pasada, los de materia
etimológica; entre todos, hay que destacar el nombre de Descartes y la corriente
lingüística que desemboca en la gramática de Port Royal (véase gramática racionalista).

En Inglaterra, el pensamiento filosófico de Francis Bacon culminará en la gramática


filosófica del siglo XVII.

En el siglo XVIII vieron la luz los dos volúmenes de Traité de la formation méchanique
des langues et des principes physiques de l'étymologie (1765), del francés Charles de
Brosses, una historia de la palabra sorprendentemente avanzada que sirvió de base a
numerosas entradas de la Encyclopédie française.

Otros tantas obras impresas durante esa centuria desarrollaban esa misma labor sobre
las lenguas vernáculas o el latín, como las de Giambattista Vico o Johann Heinrich Voss,
con su Etymologicum linguae latinae.

Todos estos trabajos aportan pinceladas curiosas y, con frecuencia, atinadísimas, pero
carecen de la coherencia global que aportará el siglo XIX, al brindar una visión ordenada
de las lenguas en familias por medio de un árbol como el de la genealogía, la herencia
genética o los stemmata de la crítica textual de corte lachmanniano.

Todo ello fue posible, no obstante, gracias al descubrimiento del sánscrito y la


percepción de los puntos de unión con las lenguas europeas, magno acontecimiento
que tuvo lugar al cierre del siglo XVIII.

LA ETIMOLOGÍA MODERNA
La aportación de la lingüística decimonónica fue sensacional en gramática diacrónica
(o histórica), con el desarrollo de unas leyes de cambio lingüístico de las que los
estudios etimológicos supieron sacar un enorme provecho.

La etimología convivió con los principales cambios de la teoría gramatical y pasó por
una etapa de transición desde el método comparatista decimonónico hasta el desarrollo
de la neogramática.

El primer gran nombre de un erudito moderno en este campo de trabajo es el de Hugo


Schuchardt (1842-1927), gran especialista en latín, sabires y lenguas criollas; por
encima en sus resultados, al plasmarse en un diccionario que se tiene por modélico,
queda Wilhelm Meyer-Lübke, con su Romanisches Etymologisches Wörterbuch (editado
y revisado entre 1911 y 1935).
Con el idealismo de Croce y Vossler de las primeras décadas del siglo XX, surgieron
otras investigaciones en clara sintonía con los cambios de trayectoria, como las de Leo
Spitzer (1887-1960); por esos mismos años, el desarrollo de la geografía lingüística y
del método Wörter und Sachen 'palabras y cosas', en unión con las nuevas corrientes
de estudio sincrónico y diacrónico, harán posible la constitución del modelo del suizo
Walther von Wartburg (1888-1971), en su Französisches etymologisches Wörterbuch.
Otros nombres de gran talla que han cambiado radicalmente el panorama son los de
Coseriu, Guiraud, Baldinger o Malkiel.

Más allá de cualquier investigación limitada a un término o a un manojo de palabras, el


propósito último de la etimología es la creación de diccionarios etimológicos, tras los
mencionados modelos de Meyer-Lübke y Wartburg; por ello, en la actualidad existen
magníficas herramientas de trabajo, diccionarios históricos o etimológicos propiamente
dichos, para las principales lenguas modernas y clásicas.

De la enorme producción desarrollada a lo largo de varios siglos da buena cuenta


Alberto Zamboni en La etimología (Madrid, 1988), obra de referencia obligada y que
desarrolla cumplidamente los aspectos aquí considerados.

ETIMOLOGÍA POPULAR
La etimología popular (también llamada etimología cruzada) es una interpretación
espontánea que en el lenguaje corriente o vulgar se da a una palabra, relacionándola
con otra de distinto origen. La razón por la que se llama a este fenómeno etimología
popular (en inglés, folk etymology) se debe a que esta reinterpretación de las palabras
puede causar tanto cambios semánticos como formales.

Un ejemplo de lo primero lo constituye el término artístico "miniatura", que proviene del


italiano miniatura y significa literalmente 'pintura de pequeñas dimensiones, realizada
generalmente sobre vitela u otra superficie delicada', aunque, por etimología popular,
ha generalizado su significado, y hoy día designa cualquier objeto de reducidas
dimensiones.

Como ejemplos de etimología popular en que se produce un cambio formal puede


citarse el caso del término vulgar "vagamundo", que constituye una alteración fonética
a partir de vagabundo (ya que vagabundo es aquél que anda errante por el mundo, y
este significado ha contaminado la forma original); tales cambios existen desde la
Antigüedad clásica, como se observa en el paso que lleva de la magia de los muertos
(en griego, necros es el término para 'muerto') a la magia negra (nigromancia), al
haberse convertido previamente en la latina nigromantia. Los ejemplos son
numerosísimos en cualquier diccionario o gramática histórica.

LA ETIMOLOGÍA SEGÚN PEDRO FELIPE MONLAU


La ETIMOLOGÍA, o ETIMOLÓGICA, es la ciencia que estudia la estructura de los
vocablos, sus formación interna, sus transformaciones y cambios, tanto literales como
de significado además de inmiscuirse también en sus orígenes. Estos orígenes siempre
han llamado la atención de la humanidad ya sean por su belleza o por interés científico.

Así, la propia palabra ETIMOLOGÍA, nos remite al latín, pero de todas formas volvemos
al Griego, ya que el anterior no hizo más que apenas transcribirla: La palabra etimología
proviene del latín etymologĭa; ésta, a su vez, del griego ἐτυμολογία, compuesta
por ἔτυμος, ('étymos': «[elemento] verdadero, auténtico»), y -λογία ('-logía': «tratado,
estudio»). En otras palabras ETIMOLOGÍA, equivaldría a decir pues VERI-LOQUIUM,
VERI-LOQUIO, verdadera-locución, lo que es verdad, esencia de la palabra, razón por
la que una palabra es lo que es.

Esto es esencialmente LA ETIMOLOGÍA, y es lo que se dijo en épocas anteriores, el


étimo (ἔτυμος, etymum): etimologizar no es otra cosa que indagar, buscar, pesquisar, ir
más allá de la propia procedencia inmediata de cada voz, es remontarse en lo posible
hasta su primer origen y encontrar el motivo, la razón de este origen.

EL ESTUDIO DE LA ETIMOLOGÍA
Estudiar la ETIMOLOGÍA, es increíblemente útil, y conocerla puede proporcionarnos
grandes ventajas:

1ª Satisfacer toda la curiosidad natural que lleva dentro de sí, todo y


cualquier hombre medianamente culto, ya que el que ignora la etimología
o el origen de una palabra se encuentra respecto a ella en el mismo nivel
respecto a una persona que prácticamente no conoce y ni sabe
absolutamente nada más que su apellido.

“Cuando no sé la etimología de una voz (comenta el eruditísimo alemán


Doederlein), me parece que escribo al aire.

2ª Sirve para definir los objetos o ideas que tenemos; pues la definición
no es más que el desarrollo verbal de la comprensión de una idea, y la
ETIMOLOGÍA ayuda a este desarrollo analizando la estructura del signo
material de la idea o de la palabra que se ha de definir, y aislando sus
elementos orales, que son otros tantos signos de elementos constitutivos
de la idea.

Por ello Cicerón dijo que la ETIMOLOGÍA se aproxima a la fuerza y a la


sustancia de las cosas; Varron, considerado por Cicerón el más sabio de
los romanos, decía de la misma manera que quien entiende bien las
palabras comprende bien las cosas; y San Isidoro de Sevilla explana el
mismo pensamiento en los siguientes términos: Nam quum videris unde
ortum est nomen, ciliùs vim ejus intelilgis. Omnis enim rei inspectio,
eymologia cognita, planior est.

3º Cuando conocida la etimología de una voz, se sabe decifrar su valor o


significado literal y absoluto que en muchísimos casos es idéntico a su
valor usual único.
Y cuando una voz tiene diversas acepciones, la etimología es, por regla
general, la propia y primitiva; todas las demás acepciones son derivadas,
es decir, figuradas o trasladadas. La ETIMOLOGÍA, por
consiguiente, explica y aclara los tropos y las figuras.

4º LA ETIMOLOGÍA sirve para determinar la sinonimia, o sea la diferencia


de significado entre voces sinónimas: enseña a dominar el valor de los
términos, como decía Court de Gébelin.

Efectivamente, para determinar una sinonimia, o la diferencia entre dos


voces-sinónimas, es indispensable saber adecuadamente el significado
de cada una de ellas; y el conocimiento de este significado nunca será
cabal sin la ETIMOLOGÍA.
5º Sabiendo la ETIMOLOGÍA de una voz, se retiene mejor el significa de
esta, y se hace imposible olvidarlo. Por lo tanto la ETIMOLOGÍA es un
poderoso auxiliar de la memoria.

6º Sirve para aprender a formas reciamente las voces derivadas y las


compuestas, así como para descomponer y la analizar las ya formadas,
admitidas y existentes.

O sea que la ETIMOLOGÍA enseña las leyes de la DERIVACIÓN y de la


COMPOSICIÓN: sabiendo el modo de derivar y componer las voces, se
sabe y se conoce la estructura íntima o como se dice, la arquitectura de
los idiomas.

7º No solo enseña a calificar las palabras llamadas nuevas y


los neologismos, sino también a apreciar las voces anticuadas y los
arcaísmos.

8º Las etimologías fijan la ortografía y evitan las corrupciones o


mutilaciones.

Conociendo la etimología de una voz, se sabe cuál la de su ortografía,


puesto que, salvo algunas diferencias a la pronunciación y algunos
caprichos del uso, la ETIMOLOGÍA (dice Carlos Nodier) es la norma,
la ratio scribendi, la ortografía de todas las lenguas que no tienen la
vanidad de ser primitivas.

9º La ETIMOLOGÍA indaga el origen de cada voz, si esta tiene varias


acepciones, señala cuál fue la primera; explicar los fundamentos
naturales, o lo motivos causales, de las acepciones sucesivas; consigna
las alteraciones materiales o eufónicas que ha experimentado durante su
uso; y constituye por lo tanto la historia de los idiomas y esta historia
ilustra grandemente los la de los sucesos.

Ninguna historia antigua (comenta el citado Nodier) puede esclarecerse


sino por medio de la ETIMOLOGÍA.

10ºEl arte etimológica aprovecha extraordinariamente para descubrir la


afinidad que tienen entre si los idiomas, y estos con sus dialectos, no
menos que para comprender la teoría general de las lenguas.

11ºSirve de poderoso auxilio, y es casi de imprescindible necesidad, para


el sólido estudio de la gramática particular de cualquier idioma.

12ºY por último y no menos importante, el arte etimológica es una rama


importante de la FILOLOGÍA, una parte esencial de la LINGÜÍSTICA; y
su conocimiento es indispensable para hablar y escribir correctamente,
con propiedad, claridad, precisión y elegancia.

LA ESTRUCTURA DE LAS VOCES


Las palabras están formadas por sílabas, y estas por letras.

LA SÍLABA
La sílaba es cada parte de la palabra comprendida en una sola voz. No puede haber
emisión de voz sin pronunciar una de estas cinco letras: A, E, I, O, U, y es exactamente
por esto que se llaman VOCALES.

La emisión vocal, que sale del pecho, experimenta además modificaciones en la


garganta, en el paladar, en la lengua, en las fosas nasales, en los dientes y en los labios,
o en dos o más de estos órganos, a la vez o sucesivamente.

Tales modificaciones, son denominadas articulaciones y son representadas por las


llamadas letras consonantes, las cuales exactamente por lo dicho pueden dividirse en:
guturales, palatales, linguales, nasales, dentales, labiales, lingo-dentales, lingo-
palatales, etc.

Así, por ejemplo, la emisión de la vocal “A” puede ser modificada en la garganta y por
ello sonará como “ga” o “ja”; si por el paladar → “ca”; si por los labios→“ba”,
“ma” o “pa”; si por la lengua y los dientes, → “da”, “sa”, “ta”, “za”; si por la lengua y
el paladar → “la”, “lla” o “ra”, etc.

LA ARTICULACIÓN

La articulación es un artificio particular que modifica la emisión de la voz, la reduce a


elementos o a partes determinadas, también a cantidad o duración fija, además a una
totalidad especial.

Cada articulación, en efecto, puede hacerse con suavidad, con fuerza y con aspiración,
y además la pronunciación puede ser más o menos suave, más o menos dura o fuerte,
más o menos aspirada.

De aquella triple forma de articulación, y de las varias gradaciones que admite la


pronunciación de cada forma, resultan las diferencias que se notan en los alfabetos de
los diversos pueblos.

NO HAY MÁS DE UNA VOCAL PORQUE NO HAY MÁS DE UNA


VOZ
En rigor no hay más que una vocal, porque no hay más que una voz. Esta vocal es la
A. La voz, en toda su expansión, despedida con toda la fuerza, y con la boca bien
abierta, produce el sonido A. Esta es, pues, la vocal más sencilla y la más profunda, la
vocal-madre el principio de toda voz y la raíz de las demás vocales.

Amoldando la “A” en los labios, o poniendo estos en forma de círculo, tenemos la “O”;
estrechando el circulo labial se forma la “U”; la “E” y la “I” son sonidos intermedios
entre la “A” y la “O” (entre el Alpha y el Omega), que se forman restringiendo la-A, o
dejando la voz hacia adentro, mediante una ligera cooperación de la lengua, de los
dientes y de los labios.

En realidad la vocales E, I, O, U, son ya sonidos articulados, y por lo tanto admiten


gradaciones : la A no las admite, y todos los pueblos del mundo la han pronunciado y
pronuncian de un solo y único modo.

El castellano tiene sus vocales muy marcadas y con pocas gradaciones: así no conoce
la u francesa (sonido medio entre la “u” y la “i”), ni la diferencia entre varios sonidos
de “o”, muy notables en otras lenguas, ni admite las vocales sordas que se hallan en
el inglés, en el francés, en el catalán, etc.

NO HAY MÁS QUE TRES CONSONANTES PRIMITIVAS


Tampoco hay más que tres consonantes primitivas, porque tres son los principales
órganos modificadores de la voz o de las vocales: los labios, la lengua y la garganta.

Las gradaciones de esta modificación dan las letras labiales (la b y sus afines), las
Linguales (d, t, l, ll, s, z), ya las guturales (la g y la j). Las dentales y las palatales se
refieren y a las linguales, puesto que, careciendo de movimiento propio los dientes y del
paladar, no hay consonantes dentales y palatales sino porque las hay linguales.

Las consonantes nasales están mal denominadas, porque las fosas de la nariz no tienen
movimiento propio para modificar la voz. Todo sonido puede ser nasal cuando la voz
pasa por las fosas nasales.

Para ganguear no hay más que abrir un poco la boca y querer hablar alto o en voz
natural, -pues la poca abertura de la boca obliga entonces el sonido a desprenderse por
las narices, y todas las articulaciones salen nasales.

LA PURA EMISIÓN DE VOZ


8. Cada pura emision de voz se representa por una letra (una vocal) como a, o, etc.; y
cada emisión de voz modificada o articulada se representa por dos letras, una de ellas
consonante y otra vocal, como “ba”, “to”, etc.

No puede haber consonante sin que vaya seguida de vocal; y si las hay, es porque al
entrar en la formación de voces significativas perdieron las vocales brevísimas que las
acompañaban.

Por esto los niños, cuando aprenden a hablar, ignorando todavía el artificio de las
eufonizaciones, ponen una vocal después de cada consonante, y dicen emborollo,
mndere, tábala, turucha, etc., por embrollo, madre, tabla, trucha, etc.

De ahí las dificultades que encuentran los niños cuando aprenden a leer ; de ahí la
división de las sílabas en naturales y artificiales; y de ahí la necesidad de reformar
filosóficamente los sistemas ortológicos generalmente seguidos en nuestras cartillas y
en nuestras escuelas.

FORMAS LITERALES EN CONCOMITANCIA CON LAS


SONORAS Y FÓNICAS
En un principio, cada forma literal, o cada letra (especie de símbolo, o jeroglífico,
desfigurado o corrompido), guardaron probablemente una analogía con su respectiva
forma sonora o fónica, o sea con su pronunciación, así como esta tiene siempre alguna
analogía con la naturaleza o las circunstancias de la cosa significada por la voz: pero
estas analogías, sin duda muy claras en los idiomas primitivos, son difíciles de descubrir
en la mayor parte de las palabras de los idiomas modernos.

LOS OBJETOS QUE PERCIBE EL HOMBRE


Grande es el numero de objetos que percibe el hombre, y mayor todavía el número de
las ideas que se forman en su mente, de los sentimientos que le afectan y de las
relaciones que alcanza su razón; pero lo más grande y portentoso es que todo esto
pueda significarlo o expresarlo por medio de veinte o treinta articulaciones
fundamentales.

¿Cómo es posible (exclama nuestro malogrado Balmes) que de tan pocos elementos
resulten tantas y tan varias y tan abundantes lenguas? Y todos los libros escritos y por
escribir, todas las palabras pronunciadas y por pronunciar, en todos los tiempos y en
todos los países, no contienen más que el alfabeto.

Con tanta simplicidad, ¿cómo se forma tan inconcebible variedad? Se ha calculado que
las lenguas no bajan de dos mil y los dialectos de cinco mil: imagínese la variedad de
palabras que hay en tantas lenguas; y si tomamos en cuenta que estas se modificarán
en el tiempo venidero, como se modificaron en el pasado, hallaremos que debe de haber
en los sonidos orales un caudal inagotable de combinaciones.

Con efecto, la teoría de las combinaciones y de las permutaciones hace comprender y


explica este admirable fenómeno.

Si todas las lenguas primitivas y derivadas, vivas y muertas, y cuantas hayan de nacer
en los siglos venideros, se pueden formar con los sonidos vocales.

Dios, en su omnipotencia y sabiduría, supo dar tal fecundidad a una cosa tan sencilla
como al parecer es la voz, que nunca le pueden faltar al hombre palabras ó signos de
transmisión, sean cuales fueren las cosas que quiera expresar, y la forma de su
expresión.

La rapidez con que se articula, la velocidad con que se habla, y el acierto providencial
con que instantáneamente aplicamos e1 respectivo signo a cada idea o a cada cosa
significada, serian otros tantos motivos de continuo asombro, si no estuviésemos
familiarizados con semejantes fenómenos, que tan solemne testimonio dan de la
Sabiduría infinita.

LOS MONOSÍLABOS
Las palabras se llaman MONOSÍLABAS cuando están formadas de una sola sílaba,
como: mas, si, no, etc. DISÍLABAS cuando tienen dos, como: amar, hombre, árbol,
etc. TRISÍLABAScuando tienen tres, como enseñar, inmenso, palabra,
etc. TETRASÍLABAS ó CUADRISÍLABAS cuando tienen cuatro, como: felicidad,
gramática, numerador, etc.

Cuando constan de más de tres silabas, suelen llamarse ya, en general, POLISÍLABAS
(de muchas sílabas, de un número indeterminado de sílabas), como: incalculable,
inconmensurabilidad, característicamente, etc.

LA ENTONACIÓN DE LAS VOCES

Las sílabas son los elementos materiales de que se hallan formadas las palabras (3);
pero estas sílabas tienen diverso valor y una representación y denominación varias,
según los casos. Así las silabas unas veces son raíces, otras radicales, otras
terminaciones, otras afijos, otras prefijos, etc.
LAS RAÍCES
En toda palabra hay necesariamente una raíz. Se llama raíz la porción literal o silábica
que se considera como el elemento primitivo de la palabra, y que representa la idea
matriz o principal significada por la misma palabra.

Así es, en griego λ o lu, ly, la raíz o el elemento primitivo de todas las palabras que
expresan la idea de desligar; en latín, li es la raíz común de todas las palabras que
expresan la idea de desleír (muy análoga a la de desligar); y en castellano, com-
o en griego y en latin y en otros muchos idiomas, no, es la raíz de todas las palabras
que significan noción, noticia, conocer, etc.

RAÍCES SON COMBINACIONES LITERALES

Las raíces son combinaciones literales o silábicas muy sencillas y breves, generalmente
son monosílabos, según se ve por los ejemplos que vamos poniendo.

LAS RAÍCES SON INVARIABLES O CASI

Las raíces son invariables o casi invariables. Si experimentan alguna variación, es muy
ligera, y suele consistir en la pérdida, adición o cambio de una letra.

VARIACIONES
Esta variación la experimentan en el mismo idioma, para prestarse a las diversas
formaciones, como, en griego, la raíz “gran”, que a veces se convierte
en “graph” (idea general de escritura); “scrip”, que, en latín, pasa a veces a “scrib”,
etc.

Pero estas, variaciones se observan principalmente cuando las raíces pasan de un


idioma a otro: así, “scrip” se ha convertido en “escrip” y “escri” al romancearse en
castellano. Alteraciones de este tenor se encontrarán numerosos ejemplos, tanto en la
Tabla de las eufonías como en el Diccionario e observando tales variaciones, se puede
decir lo siguiente abajo descrito:
· Que las vocales cambian más comúnmente que las consonantes y
esto es muy natural, porque la voz se altera más fácilmente que la
articulación.
· Que la “A” es vocal casi invariable; que la “O” se muda
frecuentemente en su análoga “U” y la “E” en su análoga “I”
· Que las consonantes se conmutan en sus semejantes o afines.
· Que la consonante inicial de una raíz es la menos sujeta a la
alteración, porque es, con efecto, la más radical, la que expresa lo
principal o esencial de la idea significada, y por consiguiente
lacaracterística.

Anda mungkin juga menyukai