1. En los derechos reales existe una relación de persona a cosa; en cambio, en los 1
personales, la relación es entre dos sujetos determinados, el acreedor y el
deudor.
2. En cuanto a su contenido, los derechos reales confieren un poder jurídico
inmediato sobre la cosa; en cambio, en los derechos personales, el titular
(acreedor) sólo puede obtener el beneficio correspondiente mediante un acto
del obligado (deudor). En el derecho real existe una relación directa entre el
titular del derecho y la cosa en que se ejerce, en cambio el derecho personal se
caracteriza porque en él no existe una relación directa entre el titular del
derecho y la cosa, sino un vínculo jurídico entre personas.
3. En cuanto a la forma de adquirir ambos tipos de derechos, los reales se
adquieren por la concurrencia de un título y de un modo de adquirir. En cambio,
en los derechos personales, basta el título.
4. Los derechos reales son derechos absolutos en cuanto al titular le corresponde
una acción persecutoria y restitutoria, dirigida al reintegro de la cosa y
ejercitable frente a cualquier persona. Los derechos personales, en tanto, son
derechos relativos porque sólo se pueden exigir del deudor.
5. Los derechos reales sólo los puede crear la ley, quedando vedado a las partes
establecerlos, situación distinta a la de los derechos personales en que las
partes, en virtud del principio de la autonomía de la voluntad, pueden generar
Apunte preparado por el profesor Dr. Rodrigo Barría, Facultad de Derecho de la Universidad Alberto
Hurtado.
cualquier tipo de derechos personal sin más limitación que la ley, el orden
público o la moral.
El concepto de obligación forma parte de una noción más amplia, que es la de relación
jurídica. Esta última constituye una vinculación entre personas en virtud de la cual a
una o a varias de ellas se les atribuye uno o más derechos subjetivos y a otras un
deber jurídico. Así, entre ambas ideas existe una relación de género a especie: toda
obligación constituye una relación jurídica, pero no toda relación jurídica constituye
una obligación. Por ejemplo, el derecho que como hijo tiene una persona a exigir el
derecho de alimentos a sus padres es una relación jurídica pero sus padres no tienen
una obligación en el sentido que la estudiamos en este curso, sino que tienen un
deber jurídico. En este sentido, la noción de obligación se diferencia también de la de
deber jurídico, puesto que esta también es más amplia que la idea de obligación. En el
ejemplo propuesto, entre los padres y sus hijos existe un relación jurídica, en virtud de
la cual los primeros tienen un deber jurídico -proporcionarle alimentos a su hijo-, pero
este deber no constituye una obligación y, por lo tanto, no existe una relación
obligatoria.
Por otra parte, en la relación jurídica van envueltos derechos subjetivos, esto es,
aquellos derechos que se le reconocen a los sujetos de derecho con el objeto que a
través de ellos puedan satisfacer determinados intereses, los cuales pueden ser de
distinta naturaleza: de la personalidad, personalísimos, patrimoniales. Dentro de estos
últimos están los reales y los personales o créditos, que son los que se estudian en
este curso. En otras palabras, el estudio de las Obligaciones se refiere a una forma
específica de derechos subjetivos, que son los personales, en tanto que una relación
jurídica puede comprender cualquier otro tipo de derecho subjetivo.
Elementos de la Obligación
Los sujetos de toda obligación son el acreedor y el deudor. El acreedor es el titular del
derecho personal o crédito en virtud del cual puede exigir del deudor una determinada
prestación. El deudor es quien debe dar, hacer o no hacer algo en favor del acreedor,
es decir, quien debe algo.
Esta distinción no siempre es absoluta. Así, en los contratos bilaterales, que son
aquellos en que las partes se obligan recíprocamente (artículo 1439), ambas partes
tendrán el carácter de acreedoras y deudoras de sus respectivos derechos y
obligaciones. Ej: en el contrato de compraventa el vendedor es deudor del comprador
en cuanto debe entregarle la cosa vendida, pero también es su acreedor puesto que
tiene derecho a que se le pague el precio de la cosa.
Tanto el deudor como el acreedor pueden ser una o varias personas, por cuanto el
artículo 1438 señala que cada parte de un contrato puede ser una o muchas
personas.
2. El objeto de la obligación
Que sea posible quiere decir que se debe poder realizar. En caso contrario nos
encontramos ante la imposibilidad de la prestación, que puede ser absoluta, cuando
la prestación no puede cumplirse bajo ningún respecto, o relativa, cuando
objetivamente no hay imposibilidad pero para el deudor no es realizable la prestación.
Que la prestación sea lícita significa que no debe estar prohibida por la ley ni ser
contraria a las buenas costumbres o al orden público (artículo 1461, inciso tercero).
Que sea determinada es lo mismo que decir que la prestación tiene que estar
precisada, identificada; y que sea determinable significa que pueda llegar a definirse
sin necesidad de un nuevo acuerdo de las partes (así ocurre, por ejemplo en las
obligaciones alternativas, arts. 1499 y ss.). El artículo 1461 refiriéndose a las
obligaciones de dar (o de entregar), nos dice que cuando lo que se debe es una cosa
“la cantidad puede ser incierta con tal que el acto o contrato fije reglas o contenga
datos que sirvan para determinarla” (inciso segundo).
3. Vínculo Jurídico
Para que exista una obligación entre acreedor y deudor es necesario un vínculo jurídico
que ligue a ambas partes. Ese vínculo jurídico, como lo ha desarrollado la doctrina
alemana, tiene dos facetas: la deuda y la responsabilidad. La primera consiste en el
deber jurídico de realizar una prestación (dar, hacer o no hacer). La responsabilidad, 5
por otra parte, consiste en que el acreedor tiene derecho a exigir el cumplimiento de
esa prestación o que se le compensen los perjuicios que le cause el eventual
incumplimiento de esta por parte del deudor.
Este vínculo jurídico presenta algunas características. En primer lugar, este vínculo
nace de las llamadas “fuentes de las obligaciones”, que veremos a continuación. Por
otra parte, que se trate de un vínculo jurídico significa que nos encontramos ante una
relación protegida por el derecho objetivo, lo que hace la diferencia entre obligación y
otros deberes, como los morales. El medio de protección que el ordenamiento
proporciona son las acciones personales.
Se trata, además, de un vínculo excepcional, puesto que lo normal es que las personas
no se encuentren obligadas entre sí. Por ello es que, de acuerdo al art. 1698, quien
alegue la existencia de una obligación deberá probarla.
Se han definido las fuentes de las obligaciones “como los hechos jurídicos que dan
nacimiento, modifican o extinguen las relaciones de derecho y las obligaciones”
(Fernando Fueyo). También se ha dicho que “se llaman fuentes de las obligaciones los
hechos jurídicos que les dan origen” (David Stitchkin).
Clasificación
El artículo 578 al definir los derechos personales o créditos, hace una primera
clasificación, al expresar que éstos sólo pueden reclamarse de ciertas personas, que,
por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han contraído las obligaciones
correlativas. De esta forma, las fuentes de los derechos personales, y de las
obligaciones correlativas, serían un hecho del deudor y la ley.
Pero como el hecho del deudor cubre distintas hipótesis, el artículo 1437 ha precisado
que “Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más
personas, como en los contratos o convenciones; ya de un hecho voluntario de la
persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en todos los
cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra
persona, como en los delitos o cuasidelitos; ya por disposición de la ley, como entre los
padres e hijos de familia”.
En resumen, para nuestro Código Civil, las fuentes de las obligaciones son:
a) El contrato, definido en el art. 1438 como el acto por el cual una persona se obliga
para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Ej: la compraventa, el
arrendamiento, el mandato.
e) La ley.
En el período más antiguo del Derecho Romano las únicas fuentes de las
obligaciones fueron el contractus y el delictum. En la época clásica, la primera
clasificación que se conoce es la que dio Gayo en las Institutas. Señaló sólo dos
fuentes de obligaciones: el contrato y el delictum. Sin embargo, el propio Gayo
evidencia más adelante en su obra la insuficiencia de esa clasificación al analizar el
pago de lo no debido, que es un cuasicontrato. Así, la obligación de devolver lo recibido
indebidamente no nacería ni de un contrato ni de un delito. Posteriormente, en otra
obra atribuida a Gayo se señaló que las obligaciones nacían del contrato, de los delitos
y de ex variis causarum figuris, siendo esta última una categoría residual.
Finalmente, en la codificación francesa, el autor que más influyó en esta materia fue
Robert Pothier, quien se basó en la clasificación cuatripartita de Justiniano y
agregó la ley, por influencia de la Escuela del Derecho Natural Racionalista. Así, la
clasificación clásica o tradicional era la vigente en la época de la dictación del Código
Civil francés, desde el cual pasó a nuestro Código
Esta clasificación de las fuentes es clásica, sin perjuicio de lo cual ha sido objeto de
fuertes críticas. Principalmente se señala que sólo la voluntad y la ley pueden generar
obligaciones. En los cuasicontratos, los delitos o cuasidelitos, las obligaciones nacen
porque así lo establece la ley. Sin embargo, siguiendo la misma lógica, habría que
concluir que también en el caso de los contratos, éstos generarían obligaciones porque
así lo establece la ley, con lo que las fuentes quedarían reducidas exclusivamente a
ésta última, por lo que esta crítica debe tomarse con moderación.
Por otra parte, se ha criticado a esta enumeración por no corresponder a los modernos
criterios de fuentes de las obligaciones, al excluir a otros fenómenos jurídicos que no
reúnen las características de las figuras del art. 1437, pero que también tienen la
aptitud de generar obligaciones. A continuación veremos dos de estas fuentes no
previstas en el Código Civil: la voluntad unilateral y el enriquecimiento sin causa.
La voluntad unilateral como fuente de la obligación
El enriquecimiento sin causa es una figura que cumple una doble función, basado en
la equidad:
1. Es un principio jurídico, en virtud del cual el derecho rechaza que alguien se
enriquezca a expensas de otro sin una causa que lo justifique.
2. Es una fuente de obligaciones, a lo menos en teoría, de acuerdo a la cual se le
entiende como una atribución patrimonial sin justificación, de modo que se
impone la obligación de restituir.
El efecto del enriquecimiento sin causa entendido como una fuente de obligaciones,
consiste en que da derecho a obtener la restitución, en la medida que se verifiquen los
requisitos expresados. El mecanismo a través del cual se puede solicitar la restitución
es la llamada acción in rem verso. Ahora bien, la posibilidad de ejercer esta acción
depende de las siguientes circunstancias:
1. El Código Civil no contiene una regla especial que regule el enriquecimiento sin
causa ni el ejercicio de la acción in rem verso.
2. Lo que sí hace el Código es establecer una serie de normas que,
implícitamente, buscan respetar este principio. Por lo tanto, esas normas tienen
una acción específica que no requiere basarse en un principio general. Ej: las
normas que imponen la obligación del comprador de pagar la cosa y del
vendedor de entregarla. En estos casos se aplican esas acciones específicas.
3. En consecuencia, la acción in rem verso se aplicará en forma subsidiaria en
todos aquellos casos en que no exista una acción especial en el Código Civil o
en una ley especial que restituya a las partes a su situación patrimonial original.
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