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EL ACTO JURIDICO NUEVA VERSION

Definiendo el acto jurídico es el hecho, humano, voluntario o consciente y lícito, que tiene por fin inmediato establecer entre las
personas relaciones jurídicas, crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones. El acto jurídico produce una modificación en las
cosas o en el mundo exterior porque así lo ha dispuesto el ordenamiento jurídico. La doctrina alemana distingue el acto del
negocio jurídico, siendo este último una especie de acto jurídico, caracterizado por tener una declaración de voluntad, a diferencia
del acto jurídico como concepto más ampli0 que abarca los hechos voluntarios (tanto lícitos como ilícitos).

Para que se dé el acto jurídico no basta con que haya un sujeto y un objeto con bastante capacidad, se necesita algo que los ponga
en relación, estableciendo un lazo o un vínculo que los una, haciendo pasar la relación jurídica del estado de posibilidad al estado
de existencia. Este tercer elemento es un hecho, que por ser productor de efectos jurídicos se denomina Hecho jurídico, cuando
tal hecho procede de la voluntad humana recibe el nombre de acto jurídico.

La estructura o elemento del acto jurídico. Si bien es cierto que el concepto de acto jurídico es una abstracción, no por eso deja de
tener una estructura, la doctrina considera que usar la denominación de elementos es la más generalizada, en su desarrollo,
existen 3 distinciones de elementos: Los elementos esenciales, los elementos naturales y los elementos accidentales.

1. ELEMENTOS: Dylan Alejandro Benitez.

Por lo general se sostiene que son cuatro los elementos esenciales de los actos jurídicos: los sujetos, el objeto, la forma y la causa.
Los anticausalistas excluyen este último elemento.

1.1. Elementos y presupuestos:

Algunos autores consideran al sujeto y al objeto no como elementos del acto jurídico sino más bien como presupuestos; tampoco
podrán considerarse como requisitos, por lo que sólo consisten en un presupuesto, ya que los consideran términos entre los
cuales el negocio se constituye; aunque fueran necesarios, no están dentro del negocio, sino fuera del negocio.Zannoni distingue
entre presupuestos del acto y contenido del acto.

a) Presupuestos del acto: Serian el sujeto, el objeto y la causa (entendida como finalidad inmediata de producir consecuencias
jurídicas). Así por ejemplo faltaría un presupuesto del acto jurídico, el sujeto, si quien lo celebra no tiene voluntad por falta de
discernimiento, razón por la cual no puede producir las consecuencias que debería como acto jurídico, lo mismo ocurre con el
objeto y la causa jurídicamente relevante.

b) Estructura del acto: Cosa distinta es la estructura del acto, o el acto tal cual se nos aparece: fue querido por los sujetos?=
contenido del acto; como se exteriorizo ese querer?=forma.La estructura del acto la integran, el contenido y la forma. El contenido
es el conjunto de derechos y obligaciones, o la relación jurídica formada por la voluntad de los sujetos, para la obtención del
objeto, jurídicamente relevante.La forma es la exteriorización de l negocio, de ese cúmulo de potestades y obligaciones jurídicas
pactadas hacia la consecución del objeto.

1.2. Elementos accidentales:

Son los elementos que se añaden por voluntad de las partes en un negocio jurídico, conforme queda establecido el pacto o
conformada la relación jurídica. Estos segmentos no afectan a la estructura del acto jurídico; constituyen un agregado impuesto
por la autonomía de la voluntad con el fin de restringir los efectos de un acto jurídico en concreto; por ejemplo, los actos
sometidos a las modalidades de plazo, cargo, condición, cláusula penal, señas, etc.

1.3. Elementos según nuestro Código Civil:

Cualquiera sea la orientación doctrinaria, admitiendo esta conformación del acto jurídico como requisitos presupuestos o
elementos, la conformación estática está dada por los sujetos, dentro de los cuales se deberá estudiar la voluntad y la capacidad.
Luego inevitablemente se debe considerar el objeto y la forma como un modo de objetivar la voluntad y por último la causa,
aunque la postura del código se muestra vacilante al respecto. Podemos simplificar los elementos en el siguiente cuadro:

1. Sujetos:a) Capacidad de las partesb) Voluntad de las partes

2. Objeto: Posible, lícito, determinado o determinable y apreciable en dinero.

3. Forma: en los actos donde la ley exige el cumplimiento de cierta formalidad.

4. La causa.

2. SUJETOS
2.1. Diferenciaciones entre sujetos:

Partes, otorgantes y representantes: Es necesario poner de relieve alguna diferenciaciones existentes entre los sujetos de la
relación jurídica: las partes, los otorgantes y los representantes, con el fin de aproximarnos a una precisión terminológica que
pueda despejar algunas confusiones corrientes.

a) PARTES: Según la concesión del acto jurídico, tiene por objeto crear, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas. Este
efecto dinámico del acto recae sobre las partes, quienes ejercen una prerrogativa legal, al ser consideradas como titulares de los
derechos en juego; podrá ejercer dicho derecho subjetivo en forma personal o bien por medio de representantes, pero los efectos
jurídicos del acto se imputarán a ellos.

b) OTORGANTES: Podrá coincidir la calidad de parte y otorgante del acto, como ordinariamente ocurre; sin embargo, pueden ser
los otorgantes quienes actúan en el acto jurídico, suscribiendo o transmitiendo el derecho en juego, pero carecen de todo interés
jurídico directo en el mismo, por ejemplo los apoderados. En estos casos las consecuencias jurídicas de los actos se imputarán a las
partes y el otorgante aparece como un tercero en la relación jurídica entablada.

c) REPRESENTANTES: Los representantes no actúan como partes, sino en lugar de ellas, las substituyen en la realización del acto,
pero las consecuencias jurídicas se imputarán a las partes. La representación podrá ser forzosa (también denominada legal) y
convencional surgida de la voluntad de las partes; ésta última puede surgir de un mandato expreso o tácito, o una representación
por poder donde constan expresamente las facultades del representante, o en algunos casos existiendo causas justificadas se
admite la representación sin poder para ejercer un acto muy importante en el proceso, como sería la contestación de la demanda,
según se tiene previsto en el Art. 60 del Código Procesal Civil.

2.2. La capacidad:

La capacidad genéricamente es la “aptitud legal” de las personas para adquirir derechos y contraer obligaciones. Puede referirse
al goce de los derechos y a su ejercicio. En cuanto al goce de los derechos, importa la capacidad de derecho. En cuanto al ejercicio,
la capacidad de hecho.

La incapacidad de derecho: La incapacidad de derecho es de carácter excepcional, porque la regla es que todo ser humano goce de
derechos; la privación absoluta de los derechos es contra el derecho natural; además, el reconocimiento y la protección de los
derechos al ser humano, hoy, en todos los países tienen una jerarquía constitucional.

En consecuencia, no puede hablarse de incapacidad absoluta de derechos, porque la misma fue superada en las distintas etapas
del desarrollo de la humanidad; al reconocerse derechos a los plebeyos en el antiguo Derecho Romano; al suprimirse del mundo la
esclavitud. Hoy en día se ha formado una comunidad jurídica internacional que protege este aspecto de los derechos del hombre.

La incapacidad de derecho siempre debe ser relativa; son apenas prohibiciones legales, fundadas en el orden público, o en la
moral, en un interés social, o simplemente en interés de una de las partes, que por imperio de la ley constituye una limitación
legal. Ejemplo: todas las personas tienen derecho a contratar, pero no podrán hacerlo con el hijo menor que se encuentra bajo su
patria potestad, el tutor con su pupilo, antes de la terminación de la tutela, el Juez no puede adquirir bienes sometidos a su
jurisdicción; lo mismo el rematador sobre bienes sometidos al ejercicio de su ministerio.

En realidad, el fundamento de tales prohibiciones radica, en su mayoría, en el orden público; pero en algún momento la
prohibición puede afectar intereses exclusivamente de particulares, como por ejemplo lo previsto en el Art. 739 inc. b) del CCP, los
representantes convencionales respecto a los bienes comprendidos en su representación; esta previsión protege el interés
eminentemente particular del agente y nada puede impedir que posteriormente pueda sanearse mediante una confirmación del
acto.

Como principio, tenemos que todos los actos realizados contra una prohibición legal son nulos, y su nulidad es insuperable, es
decir, no podría ser susceptible de confirmación. Sin embargo, esta regla no es absoluta, como quedó demostrado más arriba.

Finalmente, toda persona goza de derecho desde su concepción en el seno materno, como lo dispone el Art. 28: “La persona física
tiene capacidad de derecho desde su concepción para adquirir bienes por donación, herencia o legado. La irrevocabilidad de la
adquisición está subordinada a la condición de que nazca con vida, aunque fuere por instantes después de estar separada del seno
materno”. La irrevocabilidad de este reconocimiento del derecho de adquirir bienes sólo está subordinada al nacimiento con vida,
y la ley considera nacida con vida cuando las personas que asistieron al parto hubieren oído la respiración o la voz del nacido, o
hubieren observado otros signos de vida.

2.3. Capacidad e incapacidad de hecho:

La capacidad de hecho se refiere al ejercicio del derecho por sí mismo, sin necesidad de representación legal. El CCP en el Art. 36
establece: “La capacidad de hecho consiste en la aptitud legal de ejercer uno por sí mismo o por sí solo sus derechos. Este Código
reputa plenamente capaz a todo ser humano que haya cumplido dieciocho años de edad y no haya sido declarado incapaz
judicialmente” (Ley No. 2169/2003).La capacidad de hecho puede ser absoluta y relativa; esta incapacidad, referente a la facultad
de obrar, está estrechamente vinculada con la edad de las personas y con las facultades mentales de las mismas.

Incapacidad relativa de hecho: El Art. 38 dispone: “Tienen incapacidad de hecho relativa los menores que hayan cumplido catorce
años de edad y las personas inhabilitadas judicialmente”. Serán personas inhabilitadas judicialmente las que sufren debilidad de
facultades mentales, ceguera, debilidad senil, abuso habitual de bebidas alcohólicas o de estupefacientes u otros impedimentos
psicofísicos. El efecto de la declaración de la inhabilidad es la pérdida del derecho de disposición, no así del derecho de
administración. En el artículo siguiente –cuyo inc. a) ha sido derogado por la Ley No. 2169/03- se establecen los motivos por los
cuales cesa la incapacidad de hecho de los menores, refiriéndose a los varones de 16 años y mujeres de 14 años, por su
matrimonio y por la obtención de un título universitario. Esta emancipación es irrevocable.

Incapacidad absoluta de hecho: Dispone el Art. 37: “Son absolutamente incapaces de hecho:

a) las personas por nacer;

b) los menores de 14 años de edad;

c) los enfermos mentales; y

d) los sordomudos que no saben darse a entender por escrito o por otros medios”.

Debe tomarse en cuenta lo que dispone el Art. 298 del CC.: “La incapacidad de una de las partes no puede ser invocada en
provecho propio por la parte capaz. Pero, si de una parte se obligan simultáneamente una persona capaz y otra incapaz, sólo ésta
podrá demandar la anulación parcial del acto y aprovechar los efectos de su anulación, salvo que el objeto sea indivisible, caso en
el cual la nulidad declarada aprovechará, igualmente la parte capaz”. Obviamente, constituye una disposición legal que protege el
interés del incapaz, por medio de la cual se asegura la validez de los actos jurídicos beneficiosos para aquellos. Personas jurídicas:
Ante la dificultad de construir una teoría única respecto a las personas jurídicas, podemos decir, que es en algún aspecto un
reconocimiento definitivo del derecho moderno, la incorporación de una entidad jurídica independiente de sus miembros, que
constituyen una pluralidad de agentes, que a su vez, mantienen cierto interés en el ente, pero que en su conjunto conforman una
sola entidad, una persona, a quien la ley para distinguir del sujeto (persona física), la llama persona jurídica, y por ende con
capacidad para adquirir derechos y obligaciones. En el mundo actual, como sociedad estructurada orgánicamente, gracias a la gran
evolución de la Ciencia Jurídica, se concibe al Estado, los Municipios, las Gobernaciones, las Universidades, los entes de Derecho
Público, las entidades mixtas, etc. Estas organizaciones no tienen otra finalidad más que cumplir con los roles de una sociedad
jurídicamente organizada y por otro lado, están los hombres que en el sector privado, por sí mismo resulta importante que lleva
adelante sus objetivos, emprendimientos y organización, razón por la que se impone la necesidad de recurrir a la suma de
intereses, para construir industrias, fábricas, entidades financieras, bancarias, entidades comerciales, etc., y así aparecen con
mayor frecuencia en la actualidad las personas jurídicas con capacidad de crear relaciones jurídicas.Capacidad de las personas
jurídicas: La capacidad de las personas jurídicas como aptitud legal para adquirir derechos y contraer obligaciones, está dada por el
Art. 96 del CC al preceptuar: “Las personas jurídicas poseen, para los fines de su institución, la misma capacidad de derecho que
las personas físicas para adquirir bienes y contraer obligaciones, por intermedio de los órganos establecidos en sus estatutos.
Dentro de estos límites podrán ejercer acciones civiles y criminales y responder a las que se entablen contra ellas”.Obviamente,
queda sentado el principio de la capacidad y como restricción o excepción sería la incapacidad. El Art. 96 alude al principio de la
especialidad, en el sentido de que debe estar facultado a realizar las actividades o actos de acuerdo a los fines de la institución. De
allí que el objeto de la persona jurídica es muy importante, de modo que no podrá realizar actos fuera de los fines de la
institución; por ejemplo, una empresa naviera no podrá dedicarse a la confección de prenda de vestir para su venta al público.El
Art. 95 del CC consagra la independencia de los sujetos que conforman el gobierno de la entidad jurídica y la persona jurídica en sí
misma; además de ser sujetos distintos, poseen patrimonios independientes.Los actos de los directores o administradores se
imputan al órgano, siempre que actúen dentro de las facultades estatutarias y de conformidad a las reglas del mandato. Por otro
lado los agentes son responsables ante la persona jurídica por los daños que causen a la entidad en el ejercicio de sus
funciones.Responsabilidad de las personas jurídicas: El código incorpora una concepción de avanzada, respecto a la
responsabilidad civil de la persona jurídica, por los daños causados a terceros, en la comisión de los actos ilícitos en general, aun
tratándose de delitos, siempre que el beneficio haya recaído en la entidad; también responden por los actos de los dependientes y
por los daños ocasionados por y con la cosa de que se sirve (Art. 98 CCP).3. OBJETO: Todos los bienes materiales e inmateriales
sobre los cuales recae el interés implicado en la relación y constituyen el punto de incidencia de la tutela jurídica. Es decir, los
objetos del acto jurídico pueden ser: cosas, derechos intelectuales, acciones, créditos, hechos (se refiere a hechos humanos), las
personas ajenas (como en el derecho de familia) y la propia persona, atendiendo a ciertas manifestaciones suyas (derechos
personalísimos). Sobre este punto se refiere Enneccerus en los siguientes términos: “En el derecho de familia se reconoce en
general aquello que se ajusta al negocio típico. La voluntad de las partes determina únicamente si se quiere concluir este negocio,
pero no puede modificar en absoluto el contenido y consiguientemente los efectos, ni dar vida a otros negocios que lo previsto
por el derecho. Así, los contrayentes del matrimonio no pueden convenir condiciones distintas sobre la relación personal. La
voluntad de las partes tiene mayor libertad en el derecho de cosas y en el derecho de sucesiones y una casi plena en el derecho de
las obligaciones”.3.1. Contenido: Es el comportamiento humano para la satisfacción del interés de la persona sobre el objeto. Así
formulado tenemos que en la relación obligatoria el contenido sería la prestación. Un ejemplo de Alterini y otros resulta bastante
ilustrativo: “En las obligaciones de hacer, y en las no hacer: en las de hacer se considera objeto la ventaja o utilidad que deriva del
hecho debido (por ejemplo en un transporte, el ser transportado en un determinado lugar); y en las de no hacer, la ventaja o
utilidad que deriva de la abstención debida (por ejemplo la cláusula de no establecer un comercio competitivo en determinado
radio, la ventaja o utilidad que surge de tal abstención). En ambos casos, cabe agregar, la consiguiente prestación (contenido) es,
respectivamente la actividad de transportar y la efectiva abstención de concurrir en competencia”.Esta doctrina no es aceptada
por todos e incluso una gran mayoría identifica el objeto con la prestación, tanto en los actos jurídicos como en las obligaciones
(Borda, parte General, Hernández Gil, Carbonier, etc.).3.2. Solución en el Código civil paraguayo: Se debe destacar previamente
que al regir en el Derecho Privado el principio de la autonomía de la voluntad, la norma jurídica debe formularse señalando
simplemente la prohibición, por aquel principio de derecho de que “todo lo que no está jurídicamente prohibido, está
jurídicamente permitido”. En ese contexto se formula la norma del Art. 299 del CC.Empero, se debe puntualizar que esta
disposición legal no hace distingo alguno entre objeto y contenido del acto.Una mayor precisión científica nos impone el deber de
analizar el acto y sus efectos para encontrar la interrelación existente entre los sujetos, el objeto y la relación jurídica creada por el
acto. En primer término cabe apuntar que las obligaciones constituyen los EFECTOS DEL ACTO. Es decir, el acto jurídico crea
obligaciones jurídicas.Entonces, el objeto del acto sería el bien material o inmaterial sobre el cual recae el interés jurídico de las
partes o de una de ellas.El efecto del acto sería el conjunto de derechos y obligaciones que surgen del acto.El objeto de la
obligación sería seria la prestación.Esta breve conclusión se halla mejor explicada por la teoría general del derecho, donde se
demuestra que la obligación jurídica tiene por objeto la conducta humana y no las cosas; y la falta en el comportamiento humano
con relación a la norma trae aparejada una sanción en distintos grados, prevista igualmente en la norma jurídica.Esta conclusión
está apoyada por lo dispuesto en el Art. 418 del CC. que dispone: “La prestación que constituye el objeto de la obligación debe ser
susceptible de valoración económica y corresponder a un interés personal, aun cuando no sea patrimonial del acreedor”.3.3. No
podrán ser objetos del acto jurídico: El Art. 299 del CC. dispone: “No podrá ser objeto de los actos jurídicos: a) aquello que no esté
dentro del comercio; b) lo comprendido en una prohibición de la ley; y c) los hechos imposibles, ilícitos, contrarios a la moral y a
las buenas costumbres, o que perjudiquen los derechos de terceros. La inobservancia de estas reglas causa la nulidad del acto, y
de igual modo las cláusulas accesorias que, bajo la apariencia de condiciones, contravengan lo dispuesto por este artículo”.El
objeto del acto jurídico debe reunir algunos requisitos que son: a) la licitud; es decir, no debe estar prohibido por las leyes o
disposiciones especiales, ordenanzas municipales, disposiciones reglamentarias, o por actos de autoridad; y, por último, no sea
contrario a la moral y a las buenas costumbres.Finalmente, esto se rige por la disposición constitucional de que todo lo que no
está prohibido por las leyes, está permitido (art. 9º segunda parte de la CN).El Código en sus artículos 1896 y 1897 se refiere a los
bienes que están dentro del comercio y respecto a la inenajenabilidad de las cosas. El primero dice: “Están en el comercio todas
las cosas cuya enajenación no fuese expresamente prohibida, o no dependiese de una autorización pública”. El siguiente dispone:
“Las cosas están fuera del comercio por su inenajenabilidad absoluta o relativa. Son absolutamente inenajenables: a) las cosas
cuya venta o enajenación fuere expresamente prohibida por la ley; y b) las cosas cuya enajenación se hubiere prohibido por actos
entre vivos o disposiciones de última voluntad, en cuanto este código permita tales prohibiciones. Son relativamente
inenajenables las que necesitan una autorización previa para su enajenación”.3.4. Características del objeto:a) posibilidad: El
objeto del acto jurídico debe ser posible, dicha posibilidad puede ser de carácter físico, material o jurídico. Por ejemplo, no podrá
comprometerse a competir en una carrera a más de cien kilómetros por hora, o no podrá comprometerse a gravar en hipoteca un
bien inmueble, etc.b) determinabilidad: Es fundamental también que el objeto sea determinado o determinable; es decir, con una
posibilidad de poder precisar en el momento del cumplimiento. Ejemplo: me obligo a pagar el equivalente de mil jornales mínimos
de aquí a cinco años.e) licitud: No pueden ser objeto de los actos jurídicos los que están comprendido en una prohibición de la ley,
o los ilícitos. Ejemplo no puedo pactar válidamente la compraventa de drogas peligrosas (marihuana, cocaína, etc.)d) res in
comercium: Las cosas que están fuera del comercio no pueden ser objeto de los actos jurídicos. Ejemplo: No puedo contratar
sobre un bien del dominio público (comprar una plaza) o adquirir un bien que por actos entre vivos o por disposición de última
voluntad se haya dispuesto su inenajenabilidad (Art. 1897).e) apreciación económica: El objeto debe ser susceptible de
apreciación pecuniaria o corresponder al interés personal del agente; todos estos requisitos se desprenden de los Arts. 299 y 418.

Elementos Esenciales:

Los elementos esenciales son los componentes imprescindibles de todo acto jurídico, sin que la autonomía de la voluntad pueda
soslayarlos, además estos elementos son los que permiten que un acto jurídico se concretize y pueda alcanzar su denominación
distinguiéndose de otros actos jurídicos. La doctrina y la ley en casi todos los países de sistema de derecho continentales uniforme
en señalar que estos requisitos son la manifestación de la voluntad, la capacidad, el objeto, la causa y la forma o solemnidad. Sin
embargo debe distinguirse entre los elementos esenciales de carácter general (los ya expuestos) y los de carácter especial que son
los que requieren cada acto jurídico en particular, pero que deben concurrir con los elementos de carácter general, en una
compra-venta por ejemplo los elementos esenciales especiales serían el bien que se vende y el precio que debe ser pactado.

Elementos Naturales:

Los elementos naturales son los que están insertos en la naturaleza de un acto jurídico concreto y determinado, de tal manera que
el derecho se los atribuye aún cuando las partes no los hayan incluido. Su presencia en el contenido de un acto jurídico
determinado con prescindencia de la voluntad de las partes es lo que los hace elementos naturales. Messineo señala que se les
suele considerar así, pues no son verdaderos y propios elementos sino más bien efectos implícitos de determinados negocios. No
obstante que la ley reconoce la presencia de estos elementos, la autonomía de la voluntad puede separarlos del acto jurídico sin
que su separación afecte la validez del acto jurídico. En un préstamo de dinero, por ejemplo, los intereses.

Elementos Accidentales:

Estos elementos son incorporados al acto jurídico por voluntad de las partes en ejercicio de su autonomía sin que esto afecte la
validez del acto jurídico, pero siempre que no se desvirtúe la esencia del acto y no exista prohibición de la ley. Los elementos
accidentales se diferencian de los naturales por que son ajenos al acto jurídico, así estos serán modalidades alternativas de realizar
el acto jurídico, Por ejemplo en una compra-venta las modalidades serían la condición, el cargo y el plazo.

Clasificaciones:

Actos positivos y negativos: En los primeros, el nacimiento, modificación, extinción, etc. de un derecho, depende de la realización
del acto; tal es, por ejemplo, la firma de un pagaré, la entrega de una suma de dinero, la realización de un trabajo o de una obra de
arte. En los segundos, en cambio, la conducta jurídica consiste en una omisión o abstención; tal es el caso de las obligaciones de
no hacer. El propietario de una casa alquilada a una tercero debe abstenerse de perturbarlo en el goce de ella; en este hecho
negativo, en esta abstención, consiste el cumplimiento de su obligación.

Actos unilaterales y bilaterales: Los actos jurídicos son unilaterales cuando para su perfección, requieren de la voluntad de una
sola parte, que puede ser una sola persona, en el caso del testamento; o la voluntad de varias personas pero que son una sola
parte, pues su voluntad es expresada con el mismo sentido, como por ejemplo en el caso de las comunidades que son
representadas por un administrador. Son bilaterales cuando requieren el consentimiento de dos o más voluntades
(consentimiento), como los contratos.

Esta clasificación no debe confundirse con la de contratos que son unilaterales y bilaterales. Los contratos son siempre actos
jurídicos bilaterales, desde que no existen sin el concurso de voluntades; pero en orden a sus efectos, se llama unilaterales a los
que crean obligaciones a cargo de una sola de las partes, tales como el depósito, la donación y bilaterales a aquellos que las crean
para ambas, como la compraventa y el contrato de trabajo.

Actos entre vivos y de última voluntad: Los actos jurídicos cuya eficacia no depende del fallecimiento de aquellos de cuya
voluntad emanan, se llaman actos entre vivos, como son los contratos. Cuando no deben producir efectos sino después del
fallecimiento de aquellos de cuya voluntad emanan, se denominan actos de última voluntad o mortis causa, como son los
testamentos.

Actos gratuitos y onerosos: Actos a título gratuito o simplemente gratuitos son aquellos en que la obligación está a cargo de una
sola de las partes y responden a un propósito de liberalidad; tales los testamentos, la donación, la renuncia sin cargo a un derecho.
En cambio, en los actos onerosos las obligaciones son recíprocas y cada contratante las contrae en vista de que la otra parte se
obliga a su vez; así ocurre en la compraventa, la permuta, etcétera.

Actos formales y no formales: Actos formales o solemnes son aquellos cuya eficacia depende de la observancia de las
formalidades ordenadas por la ley. Son no formales o no solemnes aquellos cuya validez no depende del cumplimiento de
solemnidad alguna.

Actos patrimoniales y de familia: Los primeros son los que tienen un contenido económico. Los segundos, en cambio, se refieren
a derechos y deberes de familia o extra patrimoniales.

Actos de administración y de disposición o enajenación: En el acto de administración sólo se transfiere la tenencia, el uso; por
ejemplo, el arrendamiento, comodato, este acto no saca de la esfera de actuación del sujeto al bien en cuestión, objeto del acto
por el contrario. En los de disposición se transmite el dominio, la propiedad de la cosa por ejemplo: la enajenacion y el gravamen.

Actos abstractos de causa y causados: El acto abstracto no obstante de constituir una declaración de voluntad que revela el
ánimo de generar efectos jurídicos que, interesen al agente, no llevan la causa incorporada en si, ejemplo: el giro de una letra que
conteniendo una obligación de pago, es independiente de su causa. El acto causado tiene causa evidente y notoria. Ejemplo: el
arrendamiento

Las formalidades en los actos jurídicos: _Los actos jurídicos, en general, pueden ser formales o no formales. Son formales aquellos
actos jurídicos para cuya existencia o validez es necesaria la manifestación de ciertos caracteres externos, en vista a producir
plenos efectos jurídicos. Ejemplo de esto son los contratos solemnes, que requieren de una solemnidad propiamente tal, o los
contratos reales, que requieren de la entrega de todas.

Las formalidades, tal como las reconoce la doctrina, pueden ser:

Formalidades ad-solemnemente: Se refiere a aquellas formalidades que constituyen requisito de existencia o validez del acto en
cuestión, y ante cuya omisión el acto es nulo, inexistente, o no produce efecto jurídico alguno. Por ejemplo, en la mayoría de los
países, la compraventa de bienes raíces debe celebrarse en escritura pública, sin la cual se entiende que la venta es nula. Dichas
solemnidades se establecen en consideración a la naturaleza del acto, dada la importancia que el determinado negocio jurídico
tiene para el ordenamiento jurídico nacional.

Formalidades habilitantes: Son aquellas formalidades establecidas en consideración de las personas incapaces o ausentes, en
vistas de proteger su patrimonio con ciertas cortapisas legales que impiden a sus representantes disponer libremente de su
patrimonio. Tal es el caso, por ejemplo, de las restricciones de los guardadores de la venta de bienes raíces de sus pupilos, la que,
en la mayoría de los países, debe hacerse en pública subasta previa autorización de juez competente. Su omisión implica la nulidad
del acto en cuestión.

Formalidades ad probationem : Aquellos requisitos externos al acto jurìdico que se exigen en consideración a la acreditación
formal de un acto ante la sociedad o las autoridades. Por regla general, se traduce en la escrituración del determinado acto, como
es en el caso de los contratos de trabajo, donde es de interés del legislador que dichos actos se mantengan escriturados o
registrados, en protección de los trabajadores. Su omisión jamás acarrea la nulidad, sino que formas distintas de ineficacia de los
actos jurídicos, tales como la inadmisibilidad de la prueba testimonial.

Formalidades de publicidad: Aquellas formalidades destinadas a dar publicidad al determinado acto jurídico, y que por regla
general se traducen en la inscripción del negocio en un registro público, de modo que todas las personas tengan acceso al
conocimiento de su contenido y efectos. Su violación acarrea, como norma general, la inoponibilidad del acto frente a tercero.

En el código civil peruano podemos ver el acto jurídico en el art. 140.

Elementos de los Actos jurídicos

Son elementos esenciales de los, es decir, aquellos factores de cuya concurrencia resulta la misma existencia del acto:

El objeto, el sujeto, y la forma.

El objeto es la materia sobre la cual recae la voluntad del acto.

El sujeto es el autor o de quien emana el acto

La forma es la manera como se relaciona el sujeto con el objeto.

La ausencia de alguno de estos elementos implica la inexistencia del acto.

Sujeto del acto jurídico: capacidad. Para que el objeto jurídico deseado se obtenga, la voluntad del sujeto debe estar calificada por
la capacidad jurídica de este. La ley impide que el sujeto pueda realizar actos jurídicos por si mismo antes de la edad de 21 años
para protegerlo de las repercusiones desfavorables que estos actos pueden acarrearle, que por razón de no poseer un
discernimiento afinado no pueda prever.

Objeto del acto jurídico: Disposición legal. La ley señala en el art. 953, requisitos negativos con respecto a las cosas y hechos que
no pueden ser objeto de actos jurídicos

Forma de los Actos jurídicos

La Forma es el tercero y último de los elementos esenciales de los actos jurídicos. La Forma le da una manera de ser a las cosas.
Consiste en la manera de cómo se exterioriza la voluntad del sujeto respecto del objeto. Recordemos que según el art. 143 que
existe una libertad de formas para la realización de un acto jurídico sin exteriorización de voluntad no hay acto voluntario sino un
propósito mental.

La forma es la manera como se manifiesta la voluntad para la celebración del acto jurídico. Es el aspecto externo de la
manifestación, pues si la voluntad es el contenido, la forma viene a ser el continente. De ahí, entonces, que no puede haber acto
jurídico sin forma y que ésta sea indesligable de la manifestación de voluntad.

Conceptuada la forma como la manera como se exterioriza la voluntad interna, se admiten formas verbales y formas
documentales. Las primeras dan comprensión a todas las maneras de manifestación de voluntad que no se plasmen
materialmente, o sea, que la exteriorización de la voluntad queda comprendida en el ámbito de las formas verbales, sea que se
realice mediante el lenguaje hablado el mímico o por señas o gestos. Lo mismo no ocurre con las formas documentales que
requieren de una plasmación material, o sea, que la exteriorización de la voluntad se haga por escrito o por cualquier otro medio
de comunicación que se plasme materialmente, sea de manera mecánica, electrónica o por cualquier otro medio que materialice
la manifestación.
Pero la forma tiene una finalidad práctica constituida por su finalidad probatoria, que es fundamental, porque siendo la manera
como se manifiesta la voluntad mediante la forma debe probarse la existencia del acto jurídico y su contenido, pues las partes,
mediante sus respectivas manifestaciones de voluntad, norman la relación jurídica que han creado, que están regulando, están
modificando o están extinguiendo. Por ello, por no servir a la finalidad probatoria, el Código Civil permite las formas verbales sólo
para los actos jurídicos que no tienen trascendencia familiar, patrimonial o social, regulando de manera coherente lo relativo a la
forma, pues interesa al orden público que la forma coadyuve a la seguridad jurídica.

El artículo 143 pone en evidencia la presencia gravitante del orden público en el tratamiento de la forma, pues permite a los
interesados en la celebración del acto jurídico a usar la forma que juzguen conveniente sólo cuando la ley no la prescribe.
Distingue, de este modo, las formas voluntarias de las formas legales, determinando que la libertad para adoptar la forma esté
limitada por la ley.

Las formas voluntarias vienen a ser las que los interesados eligen para la celebración del acto jurídico, pero siempre que para ese
acto no exista norma legal que le prescriba una forma. El ejercicio de la libertad para la adopción de la forma puede conducir a la
utilización de formas verbales o formas escritas, pero con la atingencia de que siendo la forma un medio probatorio de la
existencia y contenido del acto jurídico, en el ejercicio de esta libertad es siempre recomendable la adopción de una forma escrita.

El concepto deseado de forma es la que se llama la "Forma esencial" (debido que no es concebible un acto sin la exteriorización
del mismo), que es diferente a la "Forma legal". (Art. 144)

En el art. 144 del Cód. Civil se refiere a la "Forma legal" o "ad probationem y ad solemnitatem" diciendo: " Cuando la ley impone
una forma y no sanciona con nulidad su inobservancia, constituye sólo un medio de prueba de la existencia del acto.". Las formas
legales son, obviamente, las prescritas por la ley y son las formas documentales o instrumentales, que se diferencian en privadas y
públicas.

La forma ad probationem es la que tiene por única finalidad probar la existencia del acto jurídico, pero sin que el documento sea
consustancial al acto. Vale decir, entonces, que el acto y el documento, cuando la forma es ad probationem, son dos entidades
jurídicas distintas, separables, y que el acto puede existir independientemente del documento, pues si el documento se deteriora
y se pierde la prueba de la existencia del acto puede hacerse utilizando cualquier otro medio probatorio.

La forma ad solemnitatem tiene también por única finalidad probar la existencia el acto jurídico, pero el documento es
consustancial al acto y ambos forman una sola entidad jurídica, inseparable, pues el acto no puede existir sin el documento y si
este se deteriora y se pierde, el acto jurídico se extingue y no puede ser probada su existencia por otro medio probatorio. La
prueba exclusiva de la existencia del acto jurídico está determinada únicamente por el documento prescrito por la ley como arma
ad solemnitatem.

El artículo 144 se refiere, tanto a la forma ad probationem como a la forma ad solemnitatem. La primera se evidencia con la simple
lectura del texto, mientras que la forma ad solemnitatem requiere de una interpretación contrario sensu, pues la forma ad
probationem resulta de la forma impuesta sin sanción de nulidad y la arma ad solemnitatem se infiere de la advertencia, por
interpretación a contrario, de que a inobservancia de la forma impuesta por la ley se sanciona con nulidad.

Históricamente las formas eran muy importantes y se utilizaban para impresionar los sentidos, así de esta manera quedaba un
recuerdo duradero en ellos y no era fácil olvidar la realización de dicho acto, el objetivo era dejar una impresión profunda. Debida
a la escasa difusión de la escritura se utilizaban diferentes ritos como ser por ejemplo para el caso de reconocer a un hijo,
levantarlo por encima de la cabeza frente a todos los presentes y pronunciar unas palabras sacramentales.

Desde entonces las civilizaciones jurídicamente adelantadas adoptaron el sistema de la libertad de las formas para todos los actos,
salvo para algunos expresamente establecidos por ley. Esa libertad de las formas se traduce en la posibilidad que tienen los
contratantes de elegir las formas que estimes más convenientes.

La aparición en escena nuevamente de las formas en estos casos expresamente establecidos por ley se debe a diversos motivos:

Seguridad jurídica: seguridad en los derechos adquiridos. Por ejemplo se exige la escritura pública para la adquisición de un bien,
de esta manera la adquisición de dicho bien queda resguardada en una forma instrumental y exenta de extravíos ya que a las
partes se les otorgan testimonios. La escritura matriz queda en el protocolo del escribano interviniente.

Interés de los terceros: generalmente a tal efecto se realizan inscripciones en Registros Públicos, de esta manera los terceros
toman conocimiento de actos trascendentes en la vida del derecho. Ej: la venta de un inmueble.

Ventajas de las formas:

Permite conocer con más exactitud la naturaleza del acto.

Protege a los interesados de su propia ligereza o falta de meditación respecto al acto que están otorgando.
Facilita y asegura la prueba del acto

Como medio de publicidad: protegen los derechos de los terceros.

Facilita el cobro de los impuestos para los agentes de retención ej.: escribano.

Art. 143: "Cuando la ley no se designe una forma especifica para un acto jurídico, los interesados pueden usar la que juzgaren
convenientes".

Este artículo asienta el principio de la libertad de las formas, que no es absoluto porque en algunos casos se podrá exigir:
Instrumentación Pública, Forma Escrita etc.

Instrumento autónomo:

El instrumento no se confunde con el acto jurídico instrumentado en él. Puede ser nulo el instrumento pero válido el acto jurídico
en el instrumentado, o al revés, puede ser válido el instrumento por no tener vicio alguno pero inválido el acto instrumentado.
Pero si el acto depende para su validez de la forma instrumental, siendo nulo el instrumento donde consta el acto, por
consiguiente es nulo el acto instrumentado (nos encontramos ante un caso de nulidad refleja).

Forma y Prueba.

La Forma es el elemento externo del acto jurídico. La Prueba es el medio por el cual se demuestra la verdad de un hecho. (No
necesariamente es instrumental ej. testigos, confesional).

Las formas legales, las exigencias de la ley sobre el modo de cómo deben celebrarse los actos jurídicos, se distinguen en formas ad
probationem y ad solemnitatem.

Las formas legales ad probationem son para facilitar la prueba del acto, por ej. La forma escrita para los contratos que tengan un
valor superior a los $ 10.000 ($ cien actualizados), o el otorgamiento del acto en doble ejemplar.

Las formas legales ad solemnitatem son establecidas de una manera de que si no se cumplen, la ley considera que el acto no ha
quedado formado ejemplo el caso de la donación de un inmueble donde ha sido omitida la escritura pública, en tal caso la
donación no existe. La formalidad es requerida como un elemento constitutivo o esencial del acto.

Clasificación de los Actos jurídicos

Los actos son formales o No formales. Son formales los actos jurídicos cuya validez depende de su celebración bajo la forma
exclusiva determinada por ley. Los actos no formales son aquellos para los cuales la ley no señala forma determinada, cayendo
dentro del principio de libertad de formas.

Los actos formales se subdividen en actos solemnes y no solemnes.

Los actos solemnes son aquellos en los cuales la omisión de la forma legal establecida no solo provoca la nulidad del acto como tal
sino que lo destituye de cualquier otro efecto civil. Ejemplo el matrimonio, si se omite la forma legal establecida la unión de los
contrayentes es concubinato.

Los actos formales no solemnes son aquellos donde la omisión de la forma legal establecida determina la nulidad del acto como
tal, pero no le impide producir otros efectos jurídicos diferentes. Ejemplo: ocurre frecuentemente en la transmisión de derechos
reales sobre bienes inmuebles, los cuales deben ser hechos en escritura pública; si se omite la escritura pública los actos son nulos,
pero valen como contratos donde las partes quedan obligadas a hacer la escritura pública. Las partes al otorgar luego la escritura
pública realizan lo que se llama la conversión del acto jurídico.

EFECTOS DEL ACTO JURÍDICO

En este punto se analizará el principio de los efectos del Acto Jurídico con relación a los conceptos de:

Partes, Representantes, Sucesores, Terceros, Así también, los art. 1195 y 1196 del Código Civil.

La interpretación del acto jurídico, consiste en poder descubrir la , el verdadero querer de las partes, se trata de dar una
explicación o aclaración de la manifestación de voluntad que se pudo haber exteriorizado de forma expresa en un
documento.Existen en la doctrina 3 formas de interpretación: la subjetiva, la objetiva y la mixta, la primera consiste en buscar
dentro del acto jurídico la voluntad no exteriorizada de la persona, ya que ésta seria el verdadero querer de la misma, la segunda
interpretación es la que se realiza a la declaración que se encuentra escrita en el documento, la ultima interpretación es la que se
realiza en primer lugar al documento, pero al no encontrarle un sentido a esta, recuerden a la interpretación subjetiva, tratando
de buscar la voluntad de las partes. En nuestro código civil encontramos las siguientes formas de interpretación: Interpretación
literal, es la que se realiza a lo que esta estipulado en el documento tomándolo como punto de partida y se apoya en el principio
de buena fe, que da por verdadero lo que se encuentra declarado en el mismo. Interpretación sistemática, es aquella que se
realiza examinando todo el documento en conjunto. Interpretación finalista, es aquella que se da a lo que mejor convenga del acto
jurídico. Interpretación contra el estipulante, se da cuando el que redacto el contrato y dentro del mismo puso cláusulas que
fueren ambiguas o que no fueran muy entendibles para la otra parta, entonces estas cláusulas serán interpretadas en contra de el.
Interpretación restrictiva, es aquella que se realiza sobre lo que esta estipulado en el contrato. Interpretación conservadora, esta
interpretación busca asegurar la eficacia del acto jurídico. En conclusión, la interpretación del acto jurídico sirve para desentrañar,
buscar darle un sentido a lo manifestado, si es que el contrato no fuese claro.

Concepto de interpretación

La interpretación consiste en desentrañar el sentido de algo. Todo comportamiento humano va incorporando sentidos a la
realidad. Cada vez que tomamos contacto con una realidad determinada intentamos sacar a la luz el sentido que ella alberga.

Existe la permanente necesidad de Interpretar debido a la compleja y cambiante realidad social, lo permanentes descubrimientos
científicos, tecnológicos y humanísticos, la globalización, a lo limitado del saber y del conocimiento como consecuencia de la
imperfección del ser humano, a lo transformación de los valores y actitudes asumidas frente a la vida, a las exigencias de claridad y
explicación de las obscuridades, ambigüedades y lagunas de los textos, al deseo de explicar lo que esta implícito en los textos o en
los hechos, a la sinonimia y polisemia del lenguaje, a que el significado de un termino puede ser diferente según cual sea el
contexto en el que se emplea, según la situación a que se refiere, según la particular forma de expresarse del que habla o del
medio social al que pertenece, en fin a la exigencia de dar contenido y sentido a los hechos, actos, expresiones, signos, etc. Son
muchos los factores por los cuales un mismo término puede ser entendido en un sentido por el hablante y en otro sentido por el
oyente.

Larenz[2]nos presenta e siguiente ejemplo: "alguien comunica por telegrama que le sean reservadas en un hotel "dos habitaciones
con tres camas" para una determinada noche. El comunicante entiende por ello una habitación con dos camas y otra con una
cama, esto es, tres camas en total. El hotelero, no obstante, entiende que aquí encarga dos habitaciones con tres camas
respectivamente esto es, seis camas en total. Así como reserva para el cliente las dos habitaciones más amplias con dos camas y
en cada una de ellas hace colocar una cama adicional. Dado que todas las habitaciones están ocupadas, no admite después a otras
personas que solicitaban alojamiento, y el cliente en cuestión llega al anochecer. Este quiere pagar solamente el precio por tres
camas, dado que, según el, no ha encargado mas; el hotelero le carga en cuenta seis camas, pues, conforme al telegrama, la ha
reservado por esa cantidad".

En el campo del Derecho, se interpretan para entender su sentido y alcance, tanto las normas legislativas, como las normas
consuetudinarias las jurisprudencias, las negociales y las que están contenidas en los principios generales del Derecho.

No se debe identificar prueba con interpretación. La prueba se orienta a verificar, probar, que un hecho real ha acaecido, en
cambio, por la interpretación se trata de entender el significado y alcance de las normas jurídicas o de los hechos y actos jurídicos.
Demostraba la existencia de una ley o de un acto o negocio jurídico, se fija su sentido y alcance mediante la interpretación.

La interpretación comprende la globalidad de la actividad jurídica, constituye un dato ineludible del la experiencia jurídica. Sin
interpretación no hay derecho.

El derecho se mantiene vivo, vigente y eficaz mediante la interpretación con el fin de adecuar y adaptar el sentido de las normas
jurídicas a las situaciones particulares. A diferencia de la interpretación histórica o artística que cumple una función puramente
cognoscitiva, la jurídica cumple además, y fundamentalmente, una función normativa, es decir, con miras a regular conducta
humana social.

Como alguien ha dicho, mediante la interpretación adquiere su verdadero sentido la realidad que queda convertido en realidad
jurídica, puesto que convertir una verdad común en una verdad legal no es convertirla en una mentira, sino en hacerla mas
convincente.

La interpretación jurídica es realizada: por los jueces y los árbitros con miras a la solución de un conflicto jurídico; por los
legisladores que tienen que interpretar una norma de jerarquía superior que le señala los limites formales y materiales dentro de
los cales pueden crear otra norma de menor jerarquía; por abogados al dar un consejo profesional, emitir un informe, o al ejercer
la defensa ante los tribunales; por los juristas que a nivel teórico se plantean cuestiones que intentan resolverlas mediante el
derecho; y, también, por cualquier individuo particular antes de tomar una decisión con efectos jurídicos. Todos ellos intentan
aclarar el sentido de la norma jurídica. El acto jurídico también es una norma jurídica particular que necesita ser interpretada por
descubrir su significado.

El fin perseguido por la interpretación del acto jurídico, especialmente del contrato, no es el mismo que s persigue con la
interpretación de la ley. La interpretación de la ley es una interpretación dinámica, el juez al interpretar la ley hace un trabajo de
refacción de la ley para adecuarla al momento y a las circunstancias en que debe ser aplicada. Contrariamente, la interpretaron
del acto jurídico es una interpretación estática, desde que el juez no tiene la posibilidad de modificar o de refaccionar el acto,
puesto que no puede modificar la voluntad de la parte o partes que lo celebran. La obligación del juez de respetar la manifestación
de voluntad precede necesariamente la interpretación del acto jurídico. El fin de la interpretación, sea de la ley o del acto jurídico
es siempre sacar a la luz el contenido jurídico. La diferencia radica en que la voluntad de la ley es impersonal, objetivad en la
norma y precisada por todas las otras normas que existen en el ordenamiento jurídico, razón por la que de una misma disposición
es posible que surjan diversas interpretaciones como consecuencia de la modificación de la realidad social. En cambio, la voluntad
del acto jurídico es la propia de la gente, objetivada en la manifestación la misma que el intérprete debe respetar. El acto de
interpretación de la ley requiere de medios técnicos distintitos del acto de interpretación del acto jurídico, debido a la diversa
naturaleza de estos dos actos, de heteronimia (la ley) y de autonomía (el acto jurídico).

Cuando se afirma que una norma jurídica de la clase que sea (ley, precedente judicial, costumbre, contrato, etc.), es clara o que
presenta lagunas, antinomias, ambigüedades, sierre es como consecuencia de la interpretación previa de la norma en cuestión.
Las normas jurídicas, sean legales, consuetudinarias, negociales, etc., no operan por si solas, sino a través de la interpretación. Las
norma es aplicada solamente después que con la actividad hermenéutica se ha descubierto su verdadero sentido (norma
individualizada) con el cual se da respuesta a un conflicto social o se aclara una incertidumbre.

La interpretación del Acto jurídico

El acto jurídico es el instrumento conferido por el ordenamiento jurídico a lo particulares para dictar normas que regulen sus
propios intereses. Precisamente, la autonomía privada es la potestad que tienen los individuos ara darse normas así mismos que
regulen sus relaciones jurídicas; los particulares tienen la potestad de constituir por si y par si su propio ordenamiento jurídico
particular

Si el acto jurídico es la regulación de relaciones jurídicas privadas, es obvia la exigencia de interpretarlo, la misma exigencia de
interpretación de la norma jurídica general y abstracta con la diferenta del carácter particular y concreto de la norma negocial. El
objeto de la interpretación del acto jurídico es la manifestación de voluntad.

El significado de las palabras y los signos utilizados como medio de expresión puede variar según el contexto, según las
circunstancias y según el particular modo de expresarse de los individuos o de los particulares grupos sociales. Por eso, puede
suceder que la declaración negocial no tenga un significado univoco, o que esa declaración sea entendida de modo diverso por el
declarante, por el destinatario de la declaración por los terceros eventualmente interesados.

La interpretación de acto jurídico es la técnica dirigida al conocimiento del contenido sentido y alcance del acto, o sea, de la
regulación establecida por el agente o agentes que lo crean. En otras palabras, se trata de determinar el contenido de acto jurídico
atribuyéndole su exacto que determine las obligaciones y los derecho que de el se derivan.

La interpretación del acto jurídico puede presentar según los casos dificultades mayores o menores, pero es siempre necesaria. La
interpretación del ser humano y del lenguaje hace que la reproducción de la voluntad mediante la declaración no este libre de
confusión y dudas, por lo que la interpretación deviene en un quehacer necesario para aclarar las dudas y establecer su
significado. Es inexacta la máxima tradicional que afirma in claris non fit interpretario, pues ya el decir que el tenor literal de un
texto es tan inequívoco que hace superflua toda interpretación, descansa sobre una interpretación.

Así como la interpretación de la ley consiste en entender n solo su expresión literal, sino sobre todo su espíritu, así también la
interpretación del acto jurídico (norma jurídica formal) se funda sobre la necesidad de establecer reconstruyendo a través del
análisis de las declaraciones de voluntad y circunstancias que rodean a esta el sentido de la regulación de los intereses privados

Las fuentes romanas contienen una serie de criterios de interpretación del acto jurídico, enunciados por los juristas en ocasiones
de pronunciar soluciones para casos prácticos, criterios generales que fueron recogidos por el derecho justinianeo, que ha
elaborado en términos racionales una teoría de la interpretación. El libro segundo del código civil contiene algunas de esas normas
de interpretación.

Los criterios interpretativos verán según que el acto sea unilateral en el cual la valoración esta limitada a las declaraciones de u
solo sujeto, o bilateral o plurilateral, en el que la investigación se orienta a la común intención de las partes; son distintos en los
actos onerosos respecto de los gratuitos; en los actos inter vivos contrapuntos a los actos mortis causa.[3]

Acerca del objeto de la interpretación la doctrina se encuentra dividida. Para unos es la voluntad (interpretación subjetiva que
tiene su forma en el código de napoleón y en los que en el se inspiran), para otros es la declaración con la cual se forma el acto
jurídico (interpretación objetiva seguida por un sector de la doctrina alemana). Existe también una teoría mixta de las dos
anteriores acogida, principalmente por el código italiano de 1942. Nuestro código expresa que el acto jurídico es manifestación de
voluntad (articulo 140). En la manifestación no solamente esta comprendida la declaración de voluntad con la cual se forma el
acto jurídico, sino también elementos extra formación del acto como son los comportamientos de las partes anteriores, coetáneos
y posteriores a la creación del acto, así como todos aquellos hechos compatible con la declaración de los cuales se pruebe la
voluntad real, de alguna forma exterioriza, de la gente. Por consiguiente adelantamos que nuestro ordenamiento civil opta por un
sistema mixto de interpretación del acto jurídico. Desde ya hacemos presente que las palabras voluntad e intención son usadas
como sinónimas.

La interpretación del Acto jurídico en el Código Civil peruano

En la esencia del acto jurídico esta la voluntad jurídica. Los elementos esenciales de la voluntad jurídica son el discernimiento, la
intención, la libertad y la exteriorizaron. La voluntad interna y su declaración constituye una unidad denominada voluntad jurídica.
Al derecho no le interesa la voluntad como hecho psicológico no exteriorizado y por tanto, sin ninguna trascendencia social. El
derecho, por ser regulador de conducta humana social, solamente se preocupa de encausar la voluntad exteriorizada como acto
social encaminado a producir consecuencias jurídicas.

Con la interpretación del acto jurídico no se persigue reconstruir la voluntad real que se reconozca en lo exteriorizado y no cada
una de las intenciones individuales.

La buena fe no admite que se haga prevalecer una indagación subjetiva que puede conducir a sustituir la voluntad de las partes
por una voluntad ficticia producto de la apreciación conjetural del interprete, ni tampoco permite la supremacía de la teoría
objetiva que puede llevar a amparar el error, el dolo, la usura, el abuso de la parte fuerte sobre la débil, sino que propicia una
averiguación intermedia entre esos dos extremos. La interpretación no tiene por objeto únicamente a la declaración, no se agota
en los estrechos limites de la declaración con la cual se crea el acto jurídico, no se limita al análisis gramatical de las expresiones
usadas por los declarantes, sino que investiga y reconstruye la voluntad real, de alguna forma exteriorizada, de las partes tomando
en consideración sus comportamientos anteriores, simultáneos o sucesivos.

Los contratos deben celebrarse, ejecutarse e interpretarse de buena fe y de acuerdo con lo que, verosímilmente, las partes
entendieron, o pudieron entender obrando con cuidado y previsión. Para la interpretación se requiere:

se tomara especialmente en cuenta la literalidad de los términos utilizados, cuando proceda la interpretación restrictiva.

En los otros casos se tomara especialmente en cuenta: la finalidad económica del contrato, de acuerdo con lo que fue la intención
común de las partes al contratar; la intención de cada una de las partes al contratar en cuanto la otra parte la hubiera conocido, u
obrando con la debida diligencia debido conocerla; el sentido que razonablemente hubiera dado a la manifestación de cada una
de las partes una persona en la situación y de las condiciones de otra; los actos de cada parte anteriores a la conclusión del
contrato; la conducta de las partes después de concluido el contrato; los usos y costumbres del lugar de celebración del contrato.

En los contratos predispuestos: las cláusulas especiales prevalecen sobre las generales aunque estas no hayan sido canceladas; las
cláusulas incorporadas prevalecen sobre las preexistentes; las clausulas ambiguas serán interpretadas contra el predisponerte.[4]

Nuestro código civil adopta como principio general, rector, de interpretación el sistema objetivo, lo que esta bien, puesto que toda
interpretación tiene que empezar por el análisis de la declaración o declaraciones de voluntad con la que se forma el acto jurídico,
pero en modo alguno puede desdeñar el sistema subjetivo como un principio subsidiario, porque la voluntad real del agente no
solamente se evidencia con la declaración con la cual se forma el acto jurídico, sino también con los comportamientos compatibles
con tal declaración, sean anteriores, o coetáneas o sucesivos, e inclusive con el silencio de las partes, sus necesidades, sus
posibilidades, el ambiente social en el cual se desenvuelven. Si el código adoptara el criterio objetivista a ultranza, sin ninguna
atenuación, seria un pobre código puesto solamente al servicio de la parte más fuerte, propiciaría la usura, la expoliación de la
parte débil, el dolo.

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