administración y
políticas públicas
Políticas
Públicas I
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Las políticas públicas
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desplegará, de acuerdo al momento histórico, sus herramientas para
ampliar su base de poder.
Este proceso político entre gobierno y administración ha ido configurando la
propia estructura burocrática y estatal. Algunos explican que esta puja entre
gobierno y administración ha sido una de las causales de la expansión de las
burocracias, sobre todo en América Latina, donde las administraciones
parecieran asemejarse más a organizaciones burocráticas de sociedades
premodernas que de sociedades posmodernas.
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En síntesis, la Nueva Gerencia Pública implicó una reforma fiscal; el
redimensionamiento de la estructura burocrática; la cultura
administrativista, cuyo valor supremo era la eficiencia económica; la
compactación de niveles jerárquicos; desregulación y (re) regulación
(revisión crítica); organización por procesos más que por funciones
(identificación de los procesos y secuencias de acciones generadoras de
valor público en los ciudadanos-clientes) que debían estar sincronizadas con
los requerimientos del proceso.
Ahora bien, la crisis neoliberal del Estado social generó a su vez otra
situación crítica que llevó, por un lado, a propiciar las reformas de segunda
generación – tendientes no ya a minimizar al Estado, sino más bien a
colocarlo en un rol coordinador de reformas (neoinstitucionalismo)– y, por
otro, a preguntarse: ¿es suficiente el gobierno gerencial para conducir a la
sociedad posmoderna?
La crisis del Estado social generó la Nueva Gerencia Pública y ésta llevó a
peguntarse por qué la crisis. En esta coyuntura surge la gobernanza, a partir
de la necesidad de superar la crisis neoliberal del Estado social a través de
herramientas teóricas centradas no ya en el tamaño o estructura del Estado,
sino más bien en la capacidad directiva de los Gobiernos.
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…construir un estado para enfrentar los nuevos desafíos de la
sociedad postindustrial, un estado para el siglo XXI, que además de
garantizar el cumplimiento de los contratos económicos, debe ser lo
suficientemente fuerte como para asegurar los derechos sociales y la
competitividad de cada país en el escenario internacional. Se busca,
de este modo, una tercera vía entre el laissez-faire neoliberal y el
antiguo modelo social-burocrático de intervención estatal. (CLAD,
1998, p. 7).
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ineficientes; pero a manera de tipo ideal de organización, tanto público
como privado, fue propuesto por Weber como el modelo para organizarse
en sociedades racionales, donde el poder es fáctico y racional y las
organizaciones “son una forma de coordinar las actividades… y los bienes
que producen, de una formar regular a través del tiempo y el espacio”
(Guidens, 2001, p. 446).
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administración y gobierno sea de cooperación, pero si es conflictivo, las
políticas públicas se verían afectadas negativamente por: a) la aplicación de
aquellas que sólo el juego entre política y administración permita
implementar, independientemente de la agenda social, y b) la ampliación,
por parte del gobierno, de la autonomía burocrática, de esa manera se
estaría entregando la decisión política a la inercia que caracteriza a esta
última. En ambos casos, la sociedad es la perjudicada, no sólo por la calidad
de las políticas aplicadas, sino por el proceso constructivo que está operando
en términos de democracia, representación y participación .
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generales y la capacidad de usar la fuerza cuando es necesario restablecer el
orden .
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gerencialización, es decir, menor jerarquía y menor reglamentación a fin de
dar lugar a la innovación y a la consecución de resultados en vez de legalidad
; y e) democratización, sobre todo ante los socialismos y populismos
latinoamericanos.
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A partir de los principales puntos de reforma planteados por la Nueva
Gerencia Pública, se identificaron ciertas condiciones desfavorables para su
aplicación en América Latina: a) la Nueva Gerencia Pública desconoce (o más
bien pretende eliminar) la naturaleza del Estado y elabora una serie de
propuestas de reforma a partir del total apartamiento de un enfoque
histórico de las instituciones públicas: se proponen reformas en una región
como América Latina, donde las burocracias no presentan características
weberianas que superar (buropatología ); y b) la relación entre política y
administración en la región, en general, es conflictiva como consecuencia de
los procesos históricos de formación de nuestros Estados.
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Al mismo tiempo, estos procesos de transformación impactaron sobre el
concepto de estado-nación. En este sentido, Manuel Castells (2008) afirma
que la globalización debilitó la capacidad instrumental del estado-nación. En
la Edad Moderna, el estado-nación tuvo un conjunto de competidores con
los que convivió y coexistió, pero sin perder su centralidad de poder. Hoy,
ha perdido “peso relativo (…) dentro del ámbito de soberanía compartida
que caracteriza al escenario de la política mundial actual” (Castells, 2008: p.
272; 334). Actualmente, el estado-nación integra un sistema de gobierno
internacional, donde sus principales funciones son la de proveer legitimidad
y garantizar la responsabilidad de los organismos de gobierno
subnacionales.
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La gobernanza es un proceso mediante el cual una sociedad define sus
objetivos (preferencias ) y las acciones causalmente idóneas para
alcanzarlos. En ese proceso participan múltiples actores y múltiples niveles
(acción colectiva ) y el Estado aparece como necesario para coordinar el
producto social; es el proceso de dirección de la sociedad donde: a) se
definen los fines/objetivos, es decir, los futuros preferidos, y b) se definen
las acciones (medios) para alcanzar esos futuros preferidos. Así, el proceso
de dirigir a la sociedad tiene una estructura valorativa y una estructura
técnica.
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organizaciones públicas premodernas. Esta afirmación se desprende del 90
% de actividades gubernamentales que no están organizadas “por proyecto”
(Tecco, 2006, p. 218). En este sentido, esta autor afirma:
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jerárquica, centralizada y estable (modelo burocrático weberiano de
administración).
Pero, por un lado, las crisis fiscales (década de los 70) plantearon la
necesidad de reformar esa matiz estadocéntrica al diagnosticar la
inviabilidad e ineficiencia en la satisfacción de las necesidades sociales a
través del incremento del gasto público; por otro lado, y al mismo tiempo,
el proceso de globalización redujo la autonomía de las políticas económicas
y sociales de las naciones (Bresser Pereira, 1999) y generó un progreso
tecnológico y comunicacional a escala mundial. Así, los estados se
encontraron con una ciudadanía más informada y conectada que
“reclamaba una modificación del contrato social” (OCDE/INAP, 2006, p. 35).
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postburocrático, al igual que a la Nueva Gerencia Pública, pero a diferencia
de éste, no plantea la retirada del Estado, sino que, por el contrario, asume
que la presencia estatal es necesaria, pero no suficiente para la dirección
pública de las sociedades complejas postmodernas. Por ello, tanto Nueva
Gerencia Pública, desde el institucionalismo racionalista, como el
management público (gerencialismo), desde el neoinstitucionalismo
sociológico, se encontrarán próximos en cuanto a medidas y herramientas,
pero no así en cuanto a modalidades de implementación, sobre todo en lo
relativo a tiempos y profundidad de las reformas. Entre los casos más
representativos de reformas tendientes a gerenciar la gestión pública, cabe
mencionar a los países de la OCDE (extrayendo los mencionados
anteriormente) y países emergentes de América Latina.
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En la actualidad, superado el planteamiento neoliberal , hay (o, al menos,
había) ciertos acuerdos generalizados sobre la dinámica de la
modernización.
Por último, hay un grado de consenso sobre que los Estados persiguen como
fin el desarrollo (económico, institucional, ambientalmente sustentable y
socialmente inclusivo) de territorios globalizados y el fortalecimiento de las
democracias modernas en sociedades complejas, hiperconectadas,
informadas, heterogéneas en sus identidades y en su estructura social. Por
ello, se requieren administraciones públicas con capacidad de respuesta a
los nuevos problemas de estas sociedades, es decir, administraciones
flexibles al cambio, modernas en sus instrumentos, democráticas en sus
procesos, efectivas en la resolución de los problemas sociales y responsables
y transparentes en la utilización de los recursos públicos.
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país. Las medidas de modernización de las administraciones públicas
podrían ser agrupadas por su finalidad de la siguiente manera:
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b) Formalismo burocrático: a fin de dotar de cierto grado de
previsibilidad y certeza a las conductas patrimonialistas o privatistas
de lo público, se generaron procesos engorrosos que alejaron al
Estado de la sociedad, haciendo de aquel una institución inaccesible
y generando aislamiento burocrático.
c) Proceso incompleto de modernización: prevaleció el
concepto de desarrollo desde políticas económicas y no desde la
construcción de una ciudadanía social.
d) Fragilidad de la gestión pública en políticas sociales: las
prácticas patrimonialistas implicaron clientelismo en cuanto al
ingreso a la administración pública, pero también en cuanto a los
beneficiarios de las políticas sociales. Por ello, las sociedades
consideraban a las administraciones públicas como el “reino del
clientelismo” (CLAD, 2010, p. 5).
e) Excesiva centralización: la centralización se presenta en tres
niveles: 1) en una matriz estadocéntrica, en donde las decisiones son
tomadas por los poderes ejecutivos con escasa o nula participación
social; 2) poder centralizado a nivel federal frente a gobiernos
subnacionales y/o locales de autonomía legal, pero con dependencia
(política y financiera); y 3) modelo jerarquizado y centralizado de las
administraciones hacia adentro (presidencialismo).
f) Importación de fórmulas: implementación de fórmulas
importadas sin adaptarlas a la realidad de cada país.
g) Déficit democrático: “la tradición autoritaria de la región va
más allá de la existencia de las dictaduras en determinados períodos”
(CLAD, 2010, p. 6).
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c) la perspectiva global del cambio;
d) la modificación de conductas tanto de los empleados como
de los funcionarios públicos a partir de la aprehensión de los valores
de las reformas;
e) los procesos de evaluación rigurosos;
f) la mayor atención a las dinámicas sistémicas que a los
instrumentos de reforma;
g) el proceso riguroso de elaboración de presupuesto;
h) la gestión orientada al rendimiento, relajando controles sobre
insumos;
i) la coherencia del sistema de gestión pública;
j) la adaptabilidad de las estructuras.
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Existen diferentes definiciones de la gobernanza, ya que distintos teóricos la
han definido de manera diferente a través de los años. En este módulo, se
tratará de hacer una conceptualización que nos permita comprender el
fenómeno de la gobernanza y su relación con el buen gobierno; para ello, en
primer lugar es pertinente distinguir gobernanza de gobernabilidad.
Por lo tanto, gobernanza es “un proceso mediante el cual los actores de una
sociedad deciden sus objetivos de convivencia – fundamentales y
coyunturales- y las formas de coordinarse para realizarlos: su sentido de
dirección y su capacidad de dirección” (Aguilar Villanueva, 2008, p. 90).
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La gobernanza es la forma de gobernar en la que el Estado ya no detenta el
monopolio de la definición de objetivos de la sociedad ni las formas de
alcanzarlos. Según esta concepción, el Estado es un actor necesario en el
proceso de gobernar, pero ya no es suficiente. Esto quiere decir que tanto la
definición de objetivos como la forma de alcanzarlos deben hacerse en
conjunto con otros actores de la sociedad, como son las organizaciones de
la sociedad civil sin fines de lucro y con fines de lucro y la ciudadanía no
organizada.
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políticas públicas, una burocracia guiada por un ethos profesional que rinde
cuentas oportunamente, una sociedad civil participativa y la existencia de
un estado de derecho lo suficientemente sólido que cobije y resguarde todos
esos elementos.
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