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AMOR DE MADRE

ARGUMENTO: Un hijo despiadado, sin consideración, arrebata el corazón de su madre, para dar el gusto y
satisfacer caprichos de su enamorada.
PERSONAJES:
1. MADRE
2. LUIS
3. MARÍA
4. LOCUTOR(a)
ESPACIO ESCÉNICO: Patio del Colegio
DURACIÓN: Seis minutos, aproximado
MONTAJE:
Prof. MELITON QUISPE CARCASI
ACTO UNICO
LOCUTOR: Esta es la historia de una madre. Una madre como las hay muchas; como todas las madres del
mundo; tierna y cariñosa, noble y santa.
Los años habían dejado sus huellas implacables en su tez arrugada y en sus blancas canas. Tenía un hijo...
como por desgracia todavía los hay, ojala no los hubiera nunca. ¿Esta historia sucedió? ¿Puede suceder? Ojala
no suceda jamás... Pero… entremos en la intimidad del hogar.
LUIS: Pero madre, todos los días sopa de fideos.
MADRE: Hijito de mi alma, por qué te mortificas? Cuántos hogares no tendrán ni siquiera la sopa de fideos…
Además, yo trabajo hasta donde dan mis fuerzas y de los cuidados que te prodigo no debes quejarte. No
reniegues hijito. (En forma suplicante).
LUÍS: Bueno está visto que no puedo decir nada, porque inmediatamente te enojas. Mejor me voy, así estaré
más tranquilo.
MADRE: Sin dar gracias a Dios?
LUÍS: Son chiquilladas, madre; ya estoy grande para eso.
MADRE: No blasfemes, hijo de mi alma. A Dios siempre debemos darle las gracias por todas las bondades que
de él recibimos todos los días.
LUÍS: Ya comienzas con tus sermones… vieja y antes de seguir escuchándote me voy, adiós.
LOCUTOR: Salió Luís sin darle un beso a su santa madre, pero…
MADRE: ¡Luisito...! ¡Luisito...!
LUÍS: ¿Qué madre?
MADRE: Hace frió, hijo. Te olvidas ponerte tu abrigo. Tenlo
LUÍS: Gracias vieja.
MADRE: Abrígate. Cuídate. No te desmandes. Recógete temprano. El tiempo está malo. No abuses de tu
juventud.
LUÍS: Ya madre, no supliques tanto. Yo sé lo que hago.
LOCUTOR: Y aquel hijo encaminó sus pasos por una silenciosa calle; volteó una esquina y se detuvo… (Silba).
MARÍA: Ya bajo, Luís. Espera un momento
LOCUTOR: Era María, su amada María. Linda como una flor en primavera. De voz cantarina. De labios como
pétalos de rosa... de ojos grandes y negros como dos misterios… Pero escuchemos.
LUÍS: María... María de mi vida… Tanto tiempo sin verte.
MARÍA: ¿Te parece mucho? Si sólo hace dos semanas que nos hemos visto...
LUÍS: Y ¿A ti te parece poco?
MARÍA: Claro...
LUÍS: Cada vez te veo más extraña, María. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Ya no me quieres?
MARÍA: A mi nada, ¿HI a ti?
LUÍS: Por favor, no te burles de mí. Tú no comprendes lo mucho que te quiero.
MARÍA: Tal vez sí, tal vez no
LUÍS: ¿Tienes valor de decírmelo en esa forma?
MARÍA: Eres muy sentimental, Luís. Debes saber que los hechos tienen más valor que las palabras.
LUÍS: Pero... no he cumplido y realizado todos tus caprichos?
MARÍA: No me des risa, Luís. Si te pidiera las estrellas, ¿me las pondrías en mis manos?
LUÍS: Claro que si. Por ti sería capaz de todo.
MARÍA: Estas seguro.
LUÍS: Segurísimo.
MARÍA: ¿Quieres que te haga un pedido?... Algo más fácil que ponerme las estrellas en mis manos.
LUÍS: Hazlo y te daré al instante.
MARÍA: ¿No retrocederás como un cobarde?
LUÍS: No, nunca.
LOCUTOR: Y en aquella cabecita de mujer inocente, de blondos cabellos, de sonrisa coqueta… surgió un
dantesco pedido…
MARÍA: En prueba de tu cariño, ¡Tráeme el corazón de tu madre!.
LUÍS: ¡Pero María!... ¿Sabes lo que pides? ¡Te das cuenta!... No estás loca. Eso es imposible... Imposible.
MARÍA: ¿Ves? Te pido algo que está en tus manos y hablas de imposible. Por favor, no moleste más. Adiós
Luís.
LUÍS: María... María... escúchame.
LUCOTOR: Luís pausadamente se retiró y en su cerebro comenzó a bullir aquel macabro pedido. Una y mil
veces movió la cabeza negativamente. Era imposible… Pero… comenzó una lucha silenciosa tal vez, pero
horrorosa y cruel: El amor de María y el amor de su Madre… Siguió caminando... Y aquel pensamiento se le
quedó en el corazón como una garra. Llegó a su casa. Abrió sigilosamente la puerta y un rayo de luz iluminó el
rostro de su santa madre que dormía plácidamente. En sus labios se había quedado la huella de una plegaria
por el hijo ingrato.
Se acercó lentamente... Su pasión nubló su conciencia y cerrando los ojos esgrimió un puñal... Un grito surgió
en el silencio de la noche...
MADRE: ¡Hijo! ¡Hijito!...
LUÍS: Aquí está... lo llevare... ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Y dice que no la quiero.
LOCUTOR: Loco de pasión, corrió apresuradamente con su santa e inmaculada ofrenda, cual inmenso rubí. Luís
en su loca carrera, tropezó y de sus manos asesinas se deslizó el corazón de su Madre. Se acercó a recogerlo
cuando…
MADRE: ¡Hijo... hijo de mi vida!... ¿Te has hecho daño?
LUÍS: ¡Qué hice! ¡Pero qué hice! ¡Madreee...! (Llora amargamente).
FIN.

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