El cine militante.
A principios de los años sesenta fracasó la llamada «Nueva Ola» argentina, intento de producir cine «de Autor»
competitivo con la producción extranjera que dominaba los circuitos de distribución. Nuevos directores y algunos
veteranos del cine de estudio en bancarrota practicaron estrategias estéticas y organizativas gestadas en los cine-
clubes y la actividad amateur, pero se trataba de expresiones personales que no conformaron un Proyecto pluralista. Por
primera vez colaboraban escritores y directores jóvenes que emulaban, como era habitual en la cultura neo-colonial, las
novedades europeas. El dominio de los monopolios hollywoodienses sobre los circuitos de distribución y la censura
ideológica castraron esa experiencia, durante cuya corta duración hubo en los films paradójicas expresiones de creativi-
dad estética y crítica social atenuada, que explotaban el confuso control de la actividad cinematográfica por los repre-
sentantes del gobierno4.
A fines de los sesenta floreció una generación de jóvenes cineastas formados en el cineclubismo y concientes del
Tzvi Tal - Influencias estéticas de Eisenstein y Vertov sobre el cine militante argentino: «Los Traidores» y «Los hijos de Fierro»
fracaso histórico de la Nueva Ola. También eran testigos de la cooptación del Cinema Nôvo brasilero por la dictadura.
Conjugando la toma de conciencia acerca de la imposibilidad de hacer cine político comercial con el proceso de «nacio-
nalización» y «peronificación» que vivían partes de las clases medias, algunos cineastas comenzaron a filmar una obra
no sólo testimonial, sino también agitadora: La hora de los hornos (Fernando Solanas-Octavio Getino, 1968). Estos
activistas estaban dispuestos a producir colectivamente cine comprometido con los conflictos sociales actuales, elu-
diendo la intervención de la Censura y la Policía, desvinculándose del control estatal que hizo surgir un cine patriótico-
histórico y renegando del negocio cinematográfico dominado por los distribuidores del cine extranjero5. El trabajo
clandestino dio lugar a la formación del Grupo Cine Liberación, que organizó circuitos de distribución alternativos en
organizaciones obreras y estudiantiles, iglesias y casas particulares. A diferencia de la «nueva ola», esta vez se trataba
de un Proyecto con incidencias socio-políticas y perspectiva global6.
El discurso público sobre el peronismo era un campo de combate simbólico acerca de la concepción de Argentina
deseada. En La hora de los hornos se manifestó una estrategia discursiva conocida como «contra-historia», cuyo
objetivo era la destrucción de la memoria del «Otro» oligárquico-militar y su reposición por la del proletariado peronista
y las masas populares, que fueron representadas como el sujeto histórico cuyo accionar es el eje historiográfico7. El
Grupo se acercó a sectores que vieron en el Peronismo la posibilidad de insertarse en el seno del proletariado y gestar
la Revolución Nacional y Social, dando origen a la Izquierda Peronista. Sus miembros activaron durante la breve
existencia de la Confederación General de Trabajadores de los Argentinos (1968-69), organismo opuesto a la dirección
burocratizada de los sindicalistas que aspiraban a liberarse de la conducción de Perón, y posteriormente actuaron como
«brazo cinematográfico» del movimiento peronista, obteniendo la colaboración de Perón para filmar un extenso reporta-
je doctrinario8.
Grupo Cine Liberación (GCL) apoyó a la guerrilla Montoneros, alrededor de la cual se organizó la «tendencia revolucio-
naria». Llegado el peronismo al poder legal en 1973, GCL se integró al proceso democrático, criticando la lucha armada
mientras rige la Constitución. Montoneros dejó de combatir a las fuerzas armadas, pero se hallaba en guerra con la
dirigencia burocrática. Asesinatos de activistas y sindicalistas se hicieron parte de la vida cotidiana. En 1974 se produjo
el cisma entre la izquierda y Perón, que falleció poco tiempo después. El Grupo condenó públicamente la violencia y
respaldó la gestión constitucional de Isabel Perón. A pesar de esto, los cineastas salieron al exilio en 1976, bajo amenazas
de muerte y no retornaron hasta la democratización en 19839.
Paralelamente a los films testimoniales y de agitación política, GCL realizó películas concebidas como herramienta
político-cultural de cambio social. Éstas no sólo producirían transformaciones en la conciencia del sujeto espectador
sino también provocarían una toma de actitud trascendente en los conflictos sociales. Fueron proyectadas para la
distribución comercial masiva que proyectaban efectuar con el esperado retorno de Argentina a la democracia y de
Perón al poder, representando un cierto retroceso de la idea del «Tercer Cine», caracterizado como creación colectiva
con objetivos militantes, y aproximándose al cine «de Autor» en la expresión del estilo personal. El camino hacia la
muerte del Viejo Reales (Gerardo Vallejo, 1971), El familiar (Octavio Getino, 1973) y Los hijos de Fierro (Fernando
Solanas, 1975) ofrecieron narrativas organizadas alrededor de una «metáfora familiar» donde la hermandad simbólica,
real o imaginaria de los miembros del protagonista colectivo representaba una llamada a la unidad popular y nacional en
torno al peronismo revolucionario10.
Tzvi Tal - Influencias estéticas de Eisenstein y Vertov sobre el cine militante argentino: «Los Traidores» y «Los hijos de Fierro»
Gleyzer, en cuya trayectoria resaltaba la búsqueda cinematográfica de la realidad social como postulaba el cineasta
soviético Dziga Vertov, dirigió en 1972 la película ficcional Los traidores, con aporte financiero de un productor norte-
americano veterano de las Brigadas Internacionales en España. Ante las limitaciones económicas, cineastas y actores
entusiasmados por el tema anti-burocrático del argumento formaron una cooperativa de producción. La filmación y el
montaje se hicieron en la clandestinidad, ocultando el objetivo real de los trabajos. El «Grupo Cine de la Base» se
constituyó en torno a la voluntad de no aceptar condicionamientos a los contenidos del film, optando por distribuirlo en
circuitos políticos de izquierda: agrupaciones vecinales, sindicales y barrios humildes, a veces en programa conjunto
con el film Operación Masacre (Jorge Cedrón, 1972)12, que recuperaba la memoria de los asalariados fusilados por su
apoyo pasivo al frustrado putsch peronista del general Valle en 195613.
Algunos miembros de la producción eran activistas del Partido Revolucionario de los Trabajadores, brazo político del
Ejército Revolucionario del Pueblo que caracterizaba al Peronismo y su líder como una forma de bonapartismo. Primera-
mente participaron en un Frente de Trabajadores de la Cultura, prontamente disuelto por la dirección partidaria, fiel al
principio obrerista que exigía la proletarización de los activistas y la agitación en el seno del proletariado industrial.
«Grupo Cine de la Base» (GCB) fue difusor cinematográfico de la organización armada clandestina. En algunos films
cortos practicó una estética cercana a las concepciones de Vertov, precursor del lenguaje periodístico televisivo que
Gleyzer dominaba con soltura: montados con material filmado en la vida social, destinados a contrarrestar la desinformación
difundida por el régimen militar y a constituir un sujeto proletario y revolucionario.
Durante el corto interregno democrático peronista (1973-76), el ERP continuó atacando a las fuerzas del Ejército y la
Policía. Al mantener en funcionamiento el aparato clandestino, el GCB logró sobrevivir la desaparición y asesinato de
Gleyzer en 1976 y difundir en 1977 un film que desenmascaraba la acción asesina de las fuerzas de seguridad del régimen
en la denominada «Guerra Sucia». Posteriormente se dispersaron y las copias de Los traidores que se salvaron de la
represión fueron escondidas hasta años después del retorno a la democracia.
La actividad de los grupos de cine militante argentinos fue muy similar a pesar del abismo ideológico que los separaba.
GCL optó por integrarse al movimiento de masas peronista y colaborar con el retorno al régimen constitucional, apartán-
dose de su primario apoyo a la guerrilla foquista. Sus películas en esta etapa ofrecieron estilos variados y un común
intento de reconstruir la memoria popular desde la perspectiva del proletariado peronista, difundiendo una «hermandad
argentina», que adquiría un aspecto legendario dado el sangriento enfrentamiento entre la derecha sindical y la izquierda
montonera. GCB se identificó con la línea marxista que vio en la coyuntura argentina de los setenta una situación
prerrevolucionaria. La apertura democrática con el retorno de Perón al poder era desde ese punto de vista una maniobra
destinada a frenar el proceso histórico. La lucha armada debería desnudar las características represivas y anti-populares
del sistema ante las masas, cuyos intereses históricos las llevarían a destruir el sistema capitalista neocolonial. El
rompimiento total de relaciones entre ambos grupos tuvo lugar en 1974, cuando GCL publicó su apoyo a la gestión de
Isabel Perón14.
Tzvi Tal - Influencias estéticas de Eisenstein y Vertov sobre el cine militante argentino: «Los Traidores» y «Los hijos de Fierro»
a la competencia por los presupuestos necesarios. El enfrentamiento agudizó aún más la discusión intelectual acerca de
las ventajas de lo documental o lo ficcionial. El advenimiento del stalinismo y el Realismo Socialista impuesto por los
comisarios del Partido cercenaron la libertad creativa. Tanto el «montaje intelectual» de Eisenstein como «el descifra-
miento comunista del mundo social» de Vertov poseían un potencial ideológico crítico que la hegemonía burocrática y
chauvinista rusa prefería mantener bajo control.
Las dos películas aquí tratadas tienen en común la exposición de la historia de las luchas sociales en Argentina a partir
de la deposición de Perón por el Ejército en 1955, haciendo una crónica cinematográfica enraizada en la resistencia del
proletariado a los diversos gobiernos y la experiencia de los activistas de base. Ambas critican el rol desempeñado por
los burócratas sindicales, presentados como el «enemigo interno» y «traidores». La narrativa maestra compartida por la
izquierda peronista y no peronista en los setenta estaba viciada por el determinismo histórico y la confianza en el
carácter inmanente del proceso histórico. La clase obrera era pintada como víctima de la traición que impedía concretar
sus intereses históricos y la «justicia popular» ejercida por los grupos armados era un eufemismo que justificaba el
asesinato de adversarios políticos.
La estéticas elegidas para cada una de las películas manifiestan influencias de las concepciones elaboradas por los
cineastas soviéticos, no como homenaje nostálgico a la tradición del cine revolucionario, sino como opción por formas
cinematográficas coherentes con el discurso emitido y el contexto argentino. Son filmes cuyo modernismo estético, a
diferencia de la «nueva ola», manifiesta el Proyecto político. Al margen de la crítica a la apología de la lucha armada en
las películas que la perspectiva histórica permite y exige realizar, deben ser analizadas como testimonios de una época
conflictiva y como exponentes de una posición crítica relevante ante la hegemonización actual de la cultura por los
códigos del capitalismo global.
Tzvi Tal - Influencias estéticas de Eisenstein y Vertov sobre el cine militante argentino: «Los Traidores» y «Los hijos de Fierro»
las teorías de Brecht estudiadas en la Academia de Teatro21. La polarización social y política argentina brindó inocultables
contradicciones sociales y políticas como materia prima del film, siendo el montaje eisensteiniano reemplazado por una
dialéctica de estilos visuales y modos narrativos: del expresionismo al realismo, de la estética del western al realismo
poético. La opción por lo ficcional, como planteaba Eisenstein, es notoria en el uso de tomas documentales del pueblo
rebelde durante el «Cordobazo» intercaladas con las tomas ficcionales de modo que el espectador no especializado no
las reconoce. Este uso de las imágenes documentales ejemplifica la manipulación de la memoria popular por el discurso
de la izquierda peronista, interpretando el «Cordobazo» como «un momento más» en el proceso histórico, mientras que
el discurso marxista revolucionario veía en los sucesos de Córdoba la aparición de una alternativa de lucha independien-
te de viejos liderazgos políticos o sindicales22.
Los hijos de Fierro se aparta de las convenciones narrativas cinematográficas: hay diversos narradores -siempre
activistas peronistas y fugazmente sus compañeras-, la continuidad es fragmentada en episodios anunciados por
titulares cuyo diseño recuerda libros de leyendas. El proletariado peronista es representado como productor de una
cultura alternativa donde no faltan la música popular ciudadana y campesina, escenas de manifestaciones con banderas
y pancartas peronistas, activistas armados, retratos de Perón, incluso la imagen de Evita «santificada» 23.
Persecuciones políticas y torturas de prisioneros son vistas en un estilo cercano al «Montaje de Atracciones» pro-
puesto por Eisenstein: momentos cinematográficos, no precisamente ligados al desarrollo de la narrativa, que conmue-
ven violentamente la estabilidad psicológica del espectador, ejerciendo una manipulación estética de sus sentimientos
que conduce a conclusiones ideológicas premeditadas. En este caso, las luchas de los peronistas «auténticos» son
presentadas como un martirologio que les atribuye superioridad moral, como cuando uno de los hermanos explica que
no temió a la tortura sino a convertirse en delator, o cuando asesinatos de activistas peronistas son representados en
escenas de degüello y ejecución que citan las narrativas gauchescas.
La escena que reproduce los enfrentamientos entre peronistas por lograr el control de los sindicatos ofrece una imagen
carnavalesca de la política corrupta, violenta y fraudulenta que practica la burocracia24.El uso exagerado de los medios
de expresión -proyección acelerada, retrocesos reiterados, superposición de inscripciones onomatopéyicas diseñadas
en estilo pop como en la serial televisiva Batman difundida en esa época, la milonga en la banda de sonido- recuerdan
la experimentación estilística en La huelga de Eisenstein (1924), rasgo común en el vanguardismo modernista europeo
de los veinte, que le valió ser criticado como «formalista», peyorativo denigrante en el contexto revolucionario.
Las cargas explosivas improvisadas con que los activistas de la Resistencia peronista perturbaban el orden, construi-
das con piezas de cañería de las cuales recibieron el apodo de «Caño», son rememoradas en el sueño de uno de los
hermanos junto con el fracasado putsch del general Valle: mientras combaten a una patrulla militar en un depósito de
inmensos caños apilados, reciben la sorpresiva ayuda de un oficial llamado Cruz, que les reparte armas. La escena se
refiere al episodio en el poema original cuando el sargento Cruz, enviado en persecución de Fierro, cambia de bando y
lucha contra su propia patrulla. Cruz en la película tiene un rango militar más alto, expresando la esperanza que surja en
Argentina una oficialidad revolucionaria, como había sucedido en Perú en 1968. Su accionar distorsiona la memoria del
frustrado putsch del general Valle, al que la dirección de la Resistencia obrera no apoyó25.
Los inmensos caños agrandan simbólicamente la escasa incidencia de las cargas explosivas sobre la estabilidad del
régimen y simultáneamente recuerdan al espectador la lucha armada en los setenta, siendo «caños» un eufemismo que
Tzvi Tal - Influencias estéticas de Eisenstein y Vertov sobre el cine militante argentino: «Los Traidores» y «Los hijos de Fierro»
en el papel del burócrata Pardo ejecutado por su traición a los intereses de la clase obrera. Su nombre simboliza la
ideología fascista y corporativista atribuida a la burocracia. Pardo es fotografiado delante de un mural que representa el
Ejército Libertador de San Martín durante las guerras de la independencia, acentuando la contradicción entre su acción
y lo requerido por el proceso histórico. Su estertor final ocurre entre estantes cargados de carpetas en el archivo
claustrofóbico, advertencia visual que el film transmite al enemigo27.
Los hijos de Fierro expresa la auto-imagen mitológica de la izquierda peronista: Perón es apropiado en base a la retórica
del giro a la izquierda que utilizó a partir de 1962, las masas obreras con caracterizadas como anti-burocráticas en esencia,
la dirigencia sindical como traidores a la clase y la liberación nacional, la resistencia peronista transformada en una
guerra interna que se continúa en la guerra anti-imperialista actual, la subcultura peronista obrera presentada como la
auténtica argentinidad. Es un discurso excluyente, emitido en una situación donde la exclusión era el código común a
todos los discursos sociales. La conclusión indefectible es que Perón fue producido por el pueblo y los peronistas
«auténticos», incluyendo la organización armadas, son «el Pueblo Argentino».
Los traidores.
La distribución clandestina de la película comenzó poco antes del retorno a la democracia. Durante la «primavera
política» de 1973, Octavio Getino, activista de Grupo Cine Liberación, ejerció durante unos meses como director de la
Censura. Grupo Cine de la Base pidió autorizar Los traidores, negándose a atenuar el mensaje virulentamente anti-
burocrático que Getino consideró no apropiado a la coyuntura política. El Grupo prefería respetar la integridad de la obra,
actitud que reflejaba una crítica a los cambios que introdujo Grupo Cine Liberación en la versión de La hora de los
Hornos liberada a exhibiciones comerciales en esa época. A al poco tiempo fue desplazada la izquierda y Los traidores
siguió distribuida en circuitos alternativos28.
La estructura narrativa es una combinación de la revelación del presente con la reconstrucción de la memoria obrera,
creando una crónica histórica concordante tanto con las ideas de Vertov como con el estudio de la conciencia que
caracterizaba a la «nueva ola» francesa, especialmente en films de Alain Resnais como Hiroshima mon amour(1959) y
Hace un año en Mariembad (1962). En el narrativo ficcional se conjugan hitos históricos de la lucha de clases expuestos
con material documental y sucesos ficcionales que presentan un caso sinécdocal: sus particularidades simbolizan el
fenómeno social de la burocratización y sus consecuencias. Vertov repudiaba el drama ficcional y exigía un cine basado
exclusivamente en lo social. Aquí lo ficcional representa procesos políticos que no podía registrar la cámara documental,
especialmente los aspectos sabidos pero no visibles de los intereses personales que actúan tras las bambalinas del
negocio sindical.
La trama narra los últimos días de un dirigente sindical corrupto que finge ser secuestrado para ganar la simpatía de loa
afiliados cuando se realizan elecciones en las que pretende ser reelegido. Los recuerdos que lo acosan durante los días
de reclusión voluntaria describen la transformación un joven activista obrero peronista en burócrata que usufructúa su
posición traicionando los intereses de clase. Mientras el ámbito familiar simbólico en Los hijos de Fierro representa la
unidad en la lucha, la familia Barrera es el sitio donde se manifiesta la traición como psicología que se desarrolla y se
acentúa al faltar el sustento ideológico. Barrera comienza su trayecto como joven activista en los días de la Resistencia,
donde se distingue por las acciones de protesta violencia que merecen la censura de su padre, viejo y honesto sindica-
Tzvi Tal - Influencias estéticas de Eisenstein y Vertov sobre el cine militante argentino: «Los Traidores» y «Los hijos de Fierro»
filmación de la ocupación de una fábrica causó conmoción y solidaridad entre los vecinos del barrio, para los cuales el
acontecimiento puesto en escena no se distinguía de los conflictos sociales reales y consiguientemente ofrecieron
ayuda a los «huelgistas». Esta fusión de lo real con lo ficcional no uniforme: las escenas del «Cordobazo» son presen-
tadas en una secuencia estéticamente diferenciada que no da lugar a confusión sobre su carácter documental. Durante
el film aparecen frecuentes titulares que ubican la acción tanto en el presente de la trama, que dura pocos días, como en
el tiempo histórico que dura 17 años, reforzando la sensación de la crónica social a pesar de ser la mayor parte del film
ficcional.
Vertov sostenía que el montaje se realiza en tres etapas: 1) la elección del tema y su estudio; 2) la planificación y la
realización de la fotografía; 3) el montaje. Su teoría es aquí suplantada por el montaje entre diversos estilos y modos de
representación, del documental al surrealismo pasando por el drama y la parodia. La observación minuciosa de los
procesos sociales por el ojo mecánico supuestamente imparcial es reemplazada por la pretendida «objetividad» del
discurso revolucionario partidario. El estudio previo es reemplazado por el conocimiento de las prácticas burocráticas
sindicales que era vox populi.
Conclusión.
Al romper la izquierda peronista con Perón en 1974 y volver posteriormente a la clandestinidad, las organizaciones
guerrilleras intensificaron las actividades en conjunto que habían comenzado parcialmente durante la estadía conjunta
en las cárceles de la dictadura, para llegar a la unión completa durante «la guerra sucia» contra el régimen del «Proceso».
En cambio, los grupos que originariamente habían pensado su actividad como brazo cinematográfico de la lucha armada,
sostenían ahora posiciones contrapuestas y no había lugar a la colaboración entre ellos.
La estética del cine militante argentino revivió en forma parcial y no siempre coherente los principios estéticos de los
maestros soviéticos. En cambio, mientras ellos habían trabajado al servicio de la Revolución triunfante y sometidos al
control ideológico ejercido por el régimen, los cineastas argentinos desarrollaron su actividad creativa mayormente en
la clandestinidad, dando lugar a formas de producción y distribución que respondían a las limitaciones impuestas por el
conflicto social.
Tanto Grupo Cine Liberación como Grupo Cine de la Base vieron el objetivo del cine en el cambio social y no en la
creatividad estética misma. En sus films mezclaron elementos de la vida social y elementos ficticios, así como diversas
estrategias estéticas y tradiciones. Las diferencias esenciales radicaban en la identificación política, que implicaba
participación en discursos sociales dueños de características culturales contrapuestas.
En las dos películas analizadas resaltan similitudes propias del modernismo y el experimentalismo que los cineastas
asimilaron en la actividad cineclubista, y diferencias producto de la personalidad específica de los directores: el peronismo
cinematográfico en Los hijos de Fierro se inclina a lo épico y lo mitológico, mientras que el discurso revolucionario en
Los traidores prefiere la crónica. Solanas trajo a su film tradiciones teatrales cuyas raíces remontan al cine de Eisenstein,
mientras que Gleyzer abrevaba en las fuentes del documentalismo y el reportaje televisivo cuyas fuentes se remontan al
cine de Vertov.
La diversidad entre Eisenstein y Vertov, cuyo meollo intelectual era la oposición entre lo documental y lo ficcional, pero
tenía también origen material en la escasez de presupuestos, revivió en la imposibilidad de unificar la actividad de los
Notas
1. La «defensa del modo de vida argentino, occidental y cristiano» postulada por la hegemonía oligárquico-militar llevó a la creación
de códigos de censura excluyentes, que durante la dictadura del «Proceso» postularon la exclusión física y el aniquilamiento del
opositor. Este discurso solía recurrir a la «metáfora orgánica», según la cual la sociedad argentina adolecía de un cáncer (la
subversión) que debía ser extirpado en favor de la salud de la Nación, eufemismo que designaba el orden existente. Para una
comprensión del discurso de la censura en su desarrollo histórico y sus manifestaciones, ver: Andrés Avellaneda, Censura,
autoritarismo y cultura - Argentina 1960-1983, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1986; Kathleen Newman, La
violencia del discurso - el Estado autoritario y la novela política argentina, Catálogos Editora, Buenos Aires, 1991
2. En 1973, año del retorno a la democracia, más de la mitad de la opinión pública legitimaba la lucha armada. Ver: Ariel Colombo y
Vicente Palermo, Participación política y pluralismo en la Argentina Contemporánea, Centro Editor de América Latina, Buenos
Aires, 1985, p. 68
3. A principios de los sesenta Perón realizó un «giro a la izquierda» en su retórica, que le permitió atraer el apoyo de generaciones
jóvenes cuyo imaginario estaba construido alrededor de Vietnam, Ché Guevara y Mao, en lugar del imaginario populista conforma-
do en la posguerra y la guerra fría. Para un análisis del proceso de la identidad argentina y el rol de la imagen de Perón durante los
sesenta, ver: Ernesto Laclau, Emancipación y diferencia, Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1996, pp. 99-101
4. Ver: Laura M. Martins, En primer plano: literatura y cine en Argentina, 1955-1969, Louisiana State University, 2001; Eduardo A.
Jakubowicz, «1955-1960: El combate simbólico en el campo cinematográfico», ponencia en Mesa Temática «Conflicto y exclusión
Tzvi Tal - Influencias estéticas de Eisenstein y Vertov sobre el cine militante argentino: «Los Traidores» y «Los hijos de Fierro»
en la sociedad contemporánea 1945-2000. Sus representaciones en el cine», VIII Jornadas Interescuelas y Departamentos, Salta,
septiembre de 2001
5. Las condiciones del apoyo estatal a la producción originaron una larga serie de películas que reprodujeron la visión hegemónica
de «lo gauchesco» como exponente de la identidad argentina, particularmente Martín Fierro (Leopoldo Torre Nilsson, 1968) y Don
Segundo Sombra (Manuel Antín, 1969), y biografías de héroes nacionales, como El santo de la Espada (Torre Nilsson, 1970).
Eventualmente hubo intentos de presentar versiones que suavizaban el conflicto historiográfico entre nacionalistas y liberales,
como en Juan Manuel de Rosas (Antín, 1972). El chauvinismo oficialista encontró su fiel expresión en Argentino hasta la muerte!
(Fernando Ayala, 1971)
6. Para una comprensión de los postulados de Grupo Cine Liberación, ver: Fernando Solanas y Octavio Getino, Cine, Cultura y
Descolonización, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1973
7. La «contra-historia» es un género historiográfico ampliamente difundido, del cual el «Manifiesto Comunista» es uno de los
exponentes más explícitos. Utiliza las fuentes del adversario para minar su posición y destruir la identidad en ella basada,
reemplazándola con la propia. Ver: Amos Fukenstein, «Historia, contra-historia y narrativa», 2000, No. 4, 1991, pp. 206-223
(hebreo)
8. Perón atribuyó importancia al cine político que permitiría a su imagen ser percibida por la generación de jóvenes militantes
carentes de experiencia en el encuentro «personal» con su carisma. El extenso discurso cinematográfico denominado: «Actuali-
zación doctrinaria para la toma del poder» fue filmado por Grupo Cine Liberación con su beneplácito. Ver: «Perón en el cine», Asi,
Año XVII, No. 790, 27/7/1971
9. La Opinión, 19/10/1974
10. La metáfora familiar funcionó en la trilogía mencionada como estrategia discursiva de inclusión del peronismo en la argentinidad
de la cual había sido excluido. A su vez, los films excluían al género femenino del frente de lucha por la liberación nacional y social,
relegando a las mujeres a los roles tradicionales, lo que proporcionaba al sujeto consuelo ante las angustias que las propuestas
de cambios sociales radicales causaban. Ver: Tzvi Tal, «Inclusión política y exclusión genérica - Metáfora familiar en películas del
Grupo Cine Liberación». Ponencia en Mesa Temática: «Conflicto y exclusión en la sociedad contemporánea 1945-2000 . Sus
representaciones en el cine», VIII Jornadas Interescuelas y Departamentos, Salta, septiembre de 2001
11. La biografía de Gleyzer puede ser vista como representativa del proceso que vivió la generación que impulsó el proceso
revolucionario a principio de los setenta. Su exposición verbal reproduciendo las características del montaje cinematográfico no
sólo rinde homenaje al cineasta asesinado, sino también manifiesta el momento crítico que pasaba la sociedad argentina, fraccio-
nada y descompuesta en discursos propensos a la exclusión violenta del «Otro». Ver: Fernando Martín Peña y Carlos Vallina , El
cine quema - Raymundo Gleyzer, Ediciones de la flor, Buenos Aires, 2000
12. Cedrón, cercano a Grupo Cine Liberación sin ser miembro pleno y habiendo estudiado en La Plata como Gleyzer, puede ser
visto como un comunicante entre los grupos. Apoyó a los Montoneros luego del rompimiento con Perón. En el exilio realizó un
reportaje filmado al comandante de la guerrilla titulado Resistir. Murió en oscuras circunstancias en París, 1980, tal vez asesinado
por agentes de la dictadura. Testimonio de Mariano Mestman, 30/8/1999
13. El golpe militar planificado por Valle para junio de 1956 fue controlado con facilidad. Valle y otros activistas fueron fusilados sin
juicio previo y sólo la intervención del Papa logró suspender la continuación de las ejecuciones.
14. Para una descripción de la producción denominada genéricamente Cine de la Liberación, ver: Mariano Mestman, «Notas para
una historia de un cine de contrainformación y lucha política», Causas y Azares, Núm. 2, Otoño 1995, pp. 144-161; Peña y Vallina,
El cine, passim
15. Para una comprensión de las teorías del cine soviético revolucionario en su contexto constructivista, ver: Sergei Eisenstein,
«The Dramaturgy of Film Form-The Dialectical Approach to Film Form», in: Richard Taylor (ed.), S.M.Eisenstein-Selected Works,
Indiana University Press, Bloomington and Indianapolis, 1988, pp. 161-179, Sergei Eisenstein, «Montage of Attractions», in: Id.; Film
Sense, Faber & Faber, New York, 1968, pp. 230 - 233; Sergei Eisenstein, Vsevold Pudovkin and Alexandrov, Grigory, «Statement
Tzvi Tal - Influencias estéticas de Eisenstein y Vertov sobre el cine militante argentino: «Los Traidores» y «Los hijos de Fierro»
FILMHISTORIA Online se ofrece como artículo
23. Solanas rechazó la acusación del culto religioso de la personalidad y recuerda los ritos católicos con que se acompañó la
desaparición de Palmiro Togliatti en Italia. Cada cultura gesta sus formas de recordación y pautas de identificación. Testimonios
Latinoamericanos, Nov.-Dic. 1980, p. 26
24. Bakhtin describió el carnaval medioeval como prácticas culturales que dispersan el Poder social y subvierten la hegemonía
ideológica en forma simbólica. Ver: Robert Stam, Subversive Pleasure - Bakhtin, Cultural Criticism and Film , John Hopkins
University Press, London, 1989, pp. 122
25. Los oficiales exigieron documentos de identidad de los activistas a cambio de armas. Los militares desconfiaban del «pueblo
en armas» y la posibilidad que el golpe militar degenere en una revolución social los procupaba.Ver: Lila Pastoriza, «Atizador de
fuegos», Crisis, Núm. 59, abril 1989, p. 76
26. Las acciones de la Resistencia eran generalmente de carácter simbólico y no lograban inquietar al Gobierno. En ellas se formó
una generación de militantes propensos a la acción de «grupos de choques» y la violencia callejera. Ver: Julio César Melón, «La
Resistencia Peronista - Alcances y Significados», Anuario del IEHS, Universidad del Centro, Tandil, 1993, pp. 221, Samuel Amaral,
«El Avión Negro - Retórica y Práctica de la Violencia», en: Samuel Amaral y Mariano Ben Plotkin (eds.), Perón - del exilio al poder,
Editorial Cántaro, Buenos Aires, 1993
27. También el sindicalista Raul Legumarsino y los escritores Dalmiro Saenz y Gerardo Pisarello
28. Peña, Fernando Martín, «Los traidores», Film, febrero/marzo 1994, pp. 60-65; Idem, «Clásicos nativos», Film, octubre/
noviembre 1994, pp. 34-37.
Bibliografía
Tzvi Tal - Influencias estéticas de Eisenstein y Vertov sobre el cine militante argentino: «Los Traidores» y «Los hijos de Fierro»
Scheines, Graciela, Las Metáforas del Fracaso, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1993
S.M.Eisenstein-Selected Works, ed. Taylor, Richard, Indiana University Press, Bloomington and Indianapolis, 1988, pp. 161-179
Solanas, Fernando y Getino, Octavio, Cine, Cultura y Descolonización, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1973
Stam, Robert, Subversive Pleasure - Bakhtin, Cultural Criticism and Film, John Hopkins University Press, London, 1989
Tal, Tzvi, «Inclusión política y exclusión genérica - Metáfora familiar en películas del Grupo Cine Liberación». Ponencia en Mesa
Temática: «Conflicto y exclusión en la sociedad contemporánea 1945-2000 . Sus representaciones en el cine», VIII Jornadas
Interescuelas y Departamentos, Salta, septiembre de 2001
Testimonios Latinoamericanos, «Solanas-Martín Fierro en París», Nov.-Dic, 1980, pp. 24-26
Tzvi Tal - Influencias estéticas de Eisenstein y Vertov sobre el cine militante argentino: «Los Traidores» y «Los hijos de Fierro»