Los diversos trastornos y disfunciones del comportamiento sexual,
si bien tienen una concomitancia fisiológica, no dejan de ser condicionados también por diversos procesos psicosociales, sobre todo en la expresión alterada del rol o papel sexual humano. Por ellos es que en la clasificación de los trastornos mentales, estos problemas constituyen un capítulo importante, y en la Décima clasificación internacional de la OMS 1993, se consideran cuatro categorías ubicadas en dos GRUPOS distintos, que realmente constituye un aborde mas preciso y amplio que la clasificación escueta y hoy inadecuada de la versión OMS – 75.
4.3.7.1. Disfunciones Sexuales: Incluye conductas que no
constituyen desviaciones, sino más bien alteraciones que dificultan su expresión fisiológica “normal” por razones psicológicas o psico – biológicas, tales como la aversión sexual, frigidez, vaginismo, etc. En la clasificación de la OMS – 93 se hallan en el siguiente grupo:
Trastornos del Comportamiento Asociados a Disfunciones
Fisiológicas y a Factores Somáticos (F50 – 59):
F52 Disfunción Sexual no Orgánica
F52.0 Ausencia o pérdida del deseo sexual F52.1 Rechazo sexual y ausencia de placer sexual F52.2 Fracaso de la respuesta genital. F52.3 Disfunción orgásmica F52.4 Eyaculación precoz F52.5 Vaginismo no orgánico F52.6 Dispareunia no orgánica F52.7 Impulso sexual excesivo F52.8 Otras disfunciones sexuales… F52.9 Disfunción sexual no debida a...
Estos trastornos no tienen gran importancia como condiciones
criminógenas.
4.3.7.2. Trastornos Sexuales y criminalidad: La clasificación
vigente de la OMS – 93, incluye además tres categorías de trastornos sexuales dentro del Grupo: Trastornos de la Personalidad y del Comportamiento del Adulto (F60 – 69):
F64 Trastornos de la Identidad Sexual
F64.0 Transexualismo F64.2 Transvestismo no fetichista F64.8 Otros trastornos de la identidad sexual F64.9 Trastorno de la identidad sexual sin especificación. F65 Trastornos de la Inclinación Sexual F65.0 Fetichismo F65.1 Transvestismo fetichista F65.2 Exhibicionismo F65.3 Escoptofilia (voyeurismo) F65.4 Paidofilia F65.5 Sadomasoquismo F65.6 Trastornos múltiples de la inclinación sexual. F65.8 Otros trastornos de la inclinación sexual. F65.9 Trastorno de la inclinación sexual sin especificación. F66 Trastornos Psicológicos y del Comportamiento del desarrollo y Orientación Sexuales. F66.0 Trastorno de la maduración sexual F66.1 Orientación sexual egodistónica F66.2 Trastorno de la relación sexual F66.8 Otros trastornos del desarrollo psicosexual F66.9 Trastorno del desarrollo psico – sexual sin especificación
La categoría F65 Trastorno de la Inclinación Sexual,
prácticamente abarca lo que también se conoce como Parafilias o desviaciones sexuales, destacando sobre todo las siguientes: exhibicionismo, fetichismo, fronterismo, pedofilia, masoquismo sexual, sadismo sexual, travestismo – fetichista, voyerismo, necrofilia, etc.
Las vinculaciones criminológicas se dan fundamentalmente con
ciertas desviaciones o parafilias, sobre todo con la pedofilia, el exhibicionismo, así como con el sadismo y necrofilia. Las demás parafilias, sólo si constituyen ofensas al pudor público o atentan contra el pudor de menores pueden tener interés penal y criminológico.
A. La pedofilia: Es una parafilia o desviación sexual en la que
un adulto prefiere tener actividades sexuales con un niño del mismo sexo o opuesto. Al respecto la mayoría de la leyes penales y en particular la nuestra, consideran delito de violación de menores y de atentados contra el pudor, cualquier relación sexual con un menor de 14 años de edad. Nuestra legislación nacional, al tipificar la violación de menores, prácticamente castiga dicha forma de comportamiento sexual desviado e incluso cualquier conducta ocasional no necesariamente pedofílica. Sobre el particular la ley distingue tres variedades de violación de menores:
a) Violación de niños menores de 7 años de edad. En cuyo
caso la pena será de cadena perpetua. b) Violación de víctimas de 7 a menos de 10 años, con pena no menor de 25 ni mayor de 30 años. c) Si la víctima tiene de 10 años a menos de 14, la pena será no menor de 20 ni mayor de 25 años. Además existen agravantes por el tipo de relación con la victima.
En estos casos se protege al menor de toda forma de acto sexual
o práctica análoga. Así mismo en estas conductas de violación de menores se castiga al varón pedófilo por pedofilia heterosexual u homosexual. Aunque no siempre un pedófilo actúa teniendo al menor como sujeto pasivo de relación sexual, sino que en algunos casos puede asumir un rol homosexual pasivo, o bien no efectuar prácticas sexuales o similares, ni homosexuales, sino circunscribirse a medidas manipulatorias, cunnilinguis u otras formas desviadas, y en estos casos como contrarios al pudor. La pedofilia es, pues una de la desviaciones sexuales que penalmente recibe sanciones generalmente drásticas.
B. El Exhibicionismo: Según la OMS es una desviación
sexual en la cual el placer y la satisfacción sexuales se obtiene mostrando en público los órganos genitales a una persona de sexo opuesto. Langeluddeke considera que se trata de una conducta muy frecuente, generalmente realizada por personas maduras. Las leyes penales y en particular el Código Penal Peruano, en el inciso 2 articulo 183, incluye una descripción de exhibiciones obscenas en lugar público, lo que puede ser en algunos casos una manifestación de exhibicionismo sexual, aunque abarca también cualquier situación similar que no llega a constituir una desviación sexual, sino tan sólo una conducta aislada u ocasional.
C. El Sadismo y Masoquismo: Dentro del sadismo se
incluye la conducta que logra excitación o gratificación sexual infligiendo sufrimiento físico o psicológico a la pareja sexual; mientras que en el masoquismo, se consigue la excitación y gratificación sexuales soportando castigo o dolor producido por la pareja. Estas parafilias o desviaciones sexuales no tienen significación criminológica o penal en si mismas, salvo los casos no frecuentes de sádicos sexuales que llegan a producir lesiones graves o la muerte de la pareja, en cuyos casos serían pasibles se sanción penal no por la desviación sexual en sí, sino más bien por la lesión o muerte producida. Según Hesnard los casos de “sadismo criminal” son afortunadamente raros. Langeluddeke dice también que estos delitos no son muy frecuentes.
D. Otras Parafilias: La homosexualidad constituye una
desviación sexual caracterizada porque la atracción erótica se dirige exclusivamente o predominantemente, hacia personas del mismo sexo. Dentro de esta conducta homosexual y homoerótica se incluye el lesbianismo y la sodomía. Puede tener incidencia penal en casos de pedofilia homosexual, prostitución homosexual, drogadicción, etc. 4.3.8. RETRASO MENTAL Y DELITO: Hace ya muchos años que se ha pretendido vincular la deficiencia mental con la criminalidad, pero la nomenclatura de la deficiencia intelectual no siempre ha sido la misma, existiendo criterios actuales que han abandonado las denominaciones antiguas que adquirieron connotaciones peyorativas o despectivas. La OMS en su clasificación de 1993 habla de Retraso Mental, caracterizado por la subnormalidad de la inteligencia, considerando cuatro categorías principales o niveles de deficiencia, y otras y sin especificación:
Si revisamos la literatura de algunas décadas atrás veremos que la
demonimación genérica para el retraso mental era la de Oligofrenia, aunque otros como los italianos utilizaban la nomenclatura de Frenastenia, y los norteamericanos Debilidad Mental (morón, imbécil e idiota). A su vez dentro de los subgrados de la oligofrenia se consideraban tres niveles de inferioridad mental, con una terminología hoy ya obsoleta (débil mental, imbécil, idiota).
Los factores condicionantes del retraso mental son múltiples, desde
alteraciones cromosómicas, hasta traumatismos prenatales o en el parto. Tanto en las clasificaciones antiguas como en las últimas, los criterios para diferenciar los diversos subniveles de inferioridad intelectual, toman generalmente el grado de cociente intelectual (C.I.), según las escalas de Terman, de Wechsler u otros, que es una de las pautas para su diagnostico. Asimismo debemos señalar que las últimas clasificaciones de la deficiencia intelectual, han afinado un poco más las diversas subvariedades de dicho retraso. Frente a la tripartición tradicional que consideraba el cuadro oligofrénico, se aprecian hoy cuatro subniveles de retardo mental, cuyas equivalencias presentamos en el cuadro. OLIGOFRENIA RETRASO MENTAL (Clasificación (Clasificación actual) antigua) Retraso mental leve: - Debilidad mental (discreto): CI 50 – 69 CI. 50 – 69 Retraso mental - Imbecilidad: moderado: CI 35 – 49 CI. 25 – 49 Retraso mental - Idiocia: CI menor grave: CI 20 – 34 de 25 Retraso mental profundo: CI menor de 20
Las personas con retraso mental Profundo y retraso Grave, tienen
un déficit que determina el requerimiento de asistencia ayuda para satisfacer sus necesidades vitales. El sujeto con retraso mental Moderado, puede a veces llegar hasta un segundo grado de escolaridad, y alcanzar alguna forma de trabajo no especializado o semiespecializado en determinadas condiciones, siempre que reciba una educación especial. Las personas con retraso mental Discreto o leve, pueden alcanzar capacidades sociales comunicativas y llegar con dificultad hasta un sexto grado de escolaridad. Mediante educación especial son capaces de desarrollar destrezas vocacionales que le permitan sobrevivir; aunque pueden requerir orientación y asistencia en situaciones de estrés social o económico no usuales.
Los estudios criminológicos que han señalado alguna relación
entre retraso mental y delincuencia, han ido modificando tal correlación con el transcurso de los años. En los trabajos más antiguos se hablaba de un índice significativamente alto de criminalidad de imbéciles y débiles mentales. Al respecto, diversos criminólogos mencionan a Henry Goddard (1866 – 1957). En las primeras décadas del siglo XX (Feble Mindedness – 1917, y The criminal Imbecile – 1915), como su representante más importante, quien en el estudio del nivel intelectual de reclusos norteamericanos, encontró de un 20 a 89% de presos como débiles mentales, lo que constituía una incidencia muy alta, y que hizo dudar de su validez. Por su parte, William Healy (1915), en “The Individual Delinquent”, sobre la base del examen de mil antisociales jóvenes, halló solo un 10% de estos menores eran deficientes mentales.