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NO TODAS DICEN LA VERDAD

La conocí en un lugar que solía recurrir constantemente. Ella estaba parada en la puerta, esperando que
alguien se acercara.
Tras idas y venidas decidí acercarme a ella. La chica de la habitación 14.
¡Hola! ¿Cómo te llamas le dije? Diana, respondió con una voz encantadora.
¿Y tú?, Carlitos, le contesté.
La miré a los ojos fijamente y ella sonrió. Tenía un rostro angelical. Estaba vestida con una ropa diminuta
y transparente que dejaba poco a la imaginación.
¡Pasa! me dijo. No tengas miedo. Te noto un poco tímido.
Me acomodé en un rincón y sobre la cama. Ella hizo lo mismo. Yo no dejaba de observarla ni un instante.
Ella hablaba hasta por los codos y se reía a cada rato. Simplemente la escuchaba y sonreía.
Hasta que de pronto se me ocurrió algo: ¡Te invito un agua mineral! ¡Un yogurt! le dije. Ella sonrió y se
acercó mucho más y me susurró al oído ¡Quiero unas chelas! Y así conversamos y nos conocemos un
poco más y nos olvidamos del tiempo.
Amiga ¿No tienes que trabajar? Expuse. No te preocupes me dijo. Al fin y al cabo no hay muchos
clientes. La mayoría solo observan. Aquí los llamamos “Sapos”, entiendes.
Ya más cómodo y unas copitas empecé a conversarla. Más la escuchaba, solo de vez en cuando
intervenía para preguntarle algo o dar mi opinión.
Comenzó a contarme su historia personal y familiar y sus inicios en este oficio. Yo hice lo mismo, aunque
no tenía mucho que contar de mi vida personal e íntima. Teníamos algo en común, una fiel e inseparable
amiga: la soledad.
Ella, se puso un poco melancólica. Vi sus ojos brillar a punto de derramar lágrimas. Me acerqué hacia
ella, cogí sus manos y la abracé. La consolé. Así estuvimos varios minutos. Ya calmada, se disculpó por
lo ocurrido.
Sabes Carlitos ¿No sé por qué te he dicho todo esto? es decir, cosas tan personales. Es poco frecuente
contarle mi historia a un cliente y más aun a una persona que se va a atender conmigo por vez primera.
Quizás lo haya hecho porque me has caído bien. A pesar que recién nos conocemos me das mucha
confianza.
Amiga, yo también siento lo mismo, expuse. Es infrecuente hallar a una chica que trabaja en esta nota,
perder el tiempo y mucho más, dinero.
Continuamos con la plática y el tiempo se había pasado raudamente. Se puso bastante alegre y cariñosa
tal vez por los efectos del alcohol.
Sutilmente se me acercó y me dijo apenas imperceptiblemente ¿Quieres hacerlo?
La verdad, yo no podía creerlo. Nos abrazamos y besamos. Sentí estremecer todo mi cuerpo. Ella se
entregaba completamente. Eso era lo que yo creía. Le decía a cada momento lo bonita que era, a pesar
de su contextura delgada tenía una hermosa silueta. Lo que más me encantaba era su mirada inquieta,
sus cabellos rizados, sus lunares punzantes, sus carnosos labios. Era una mujer indescriptible.

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