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UNIVERSIDAD POLITECNICO GRAN COLOMBIANO

FACUITAD DE CIENCIAS SOCIALES

PROGRAMA LICENCIATURA EN CIENCIA SOCIALES

SEGUNDO BLOQUE CIUDADANÍA

GONZALEZ Castillo Mónica Patricia (1811020930)

ESTUDIANTE
En este artículo se expondrá el tema de participación ciudadana de los jóvenes, cómo ven la

sociedad, sus vivencias y mecanismos de participación en la conformación de la misma y cómo

desde la escuela se les brinda un espacio democrático. Las circunstancias que actualmente se

viven en nuestros centros educativos y que involucran la convivencia en la sociedad actual, así

como la búsqueda de políticas y acciones que motivan la participación activa, han obligado a las

instituciones educativas a crear nuevas estrategias para generar un ambiente pluralista y

participativo.

Para poder entender un poco más de esta política, es necesario tener en cuenta como se ha ido

formando la sociedad y la participación que han tenido en ella nuestros educandos, entonces se

entrevistó a los estudiantes para preguntarles qué opinión tenían acerca de la formación de la

sociedad en Colombia y cómo los jóvenes participaban de dicha conformación. Las estudiantes

refieren sentirse en una sociedad con mucha desigualdad en donde prima el beneficio individual

sobre el colectivo y dicen que se sienten discriminadas de alguna manera por su género, pues ven

que hay más oportunidades para los hombres que para las mujeres.

También hacen referencia a la problemática que observan en su institución educativa donde

ven con descontento que las niñas se pelean, la forma en que lo hacen y además de eso, utilicen

las redes sociales para ponerse en ridículo. Por otro parte, opinan que una de las formas para

combatir la desigualdad de género es luchar en contra de los estereotipos y hablar mucho con sus

compañeros para que no se sigan vivenciando esos valores machistas que heredan de la sociedad.
Una de las propuestas que salió de la conversación de los jóvenes, es la necesidad de

empoderar a las niñas. También le apuntan a que es importante que los varones dejen de asumir

roles autoritarios hacia las mujeres dentro de las familias. Añaden que para ello es muy

importante empezar por el respeto, después mantener una comunicación fluida y finalmente

generar confianza y autoestima en las hijas, hermanas o primas. Además, los jóvenes creen que

la educación está muy distante de sus necesidades e intereses, que es poca la participación que se

les brinda en cuanto a toma de decisiones, pues se sienten en un lugar ajeno a su desarrollo y ven

que cada día se sumergen en un mundo consumista que solo les da un sentido ciudadano al

cumplir la mayoría de edad, acompañada por un documento.

Resulta imposible no subrayar esta especificidad casi única en las democracias modernas y

por ello, es importante detenerse en las razones más frecuentemente avanzadas para negarles

derechos políticos a los adolescentes. Lo que se les niega son derechos políticos puesto que, en

muchos países, desde los 12 años asumen la responsabilidad jurídica de sus actos (como lo

muestra el número importante de menores que son detenidos o encarcelados). La negación de

derechos políticos a los adolescentes se explica en general porque no tienen conocimiento

suficiente, sus intereses están representados y defendidos por sus padres, no pagan impuestos, no

tienen aún la madurez necesaria para ejercer sus responsabilidades ciudadanas. ¿Es necesario

decirlo? Son las mismas objeciones que ayer se usaron para negar derechos políticos a las

mujeres, a los obreros y en parte, a los extranjeros.

De todos estos factores, uno pareciera ser particularmente eficaz a la hora de restarle a los

adolescentes derechos políticos: a saber, su falta de madurez (Renaut, 2004). Desde el punto de
vista de la historia de las ideas, el tema es tanto más importante que en su célebre definición de

lo que es la Ilustración, pero también en su caracterización del paternalismo en general, Kant

hizo referencia a la minoría de edad como elemento de justificación del tutelaje de los individuos

por parte de un gobierno paternalista (sujetos que serían como niños menores incapaces de

decidir lo que les es verdaderamente útil o perjudicable); una situación que la Ilustración habría

justamente deshecho permitiendo a los hombres salir de este estadio. La falta de establecer más

rutas que los integren en la sociedad y los haga participes de ella hace que se evidencie una

carencia de sentido democrático y genere en ellos un actuar en contra de lo que esta

institucionalizado y prefieran desentenderse del mundo que los rodea.

Una solución real a la problemática social se ve reflejada desde la familia como primer ente

formador y regulador de la sociedad indica que se deben involucrar más, pues es la primera

escuela donde se inicia el proceso de aprendizaje y educación siendo un ente formador en

principios y valores no solo ético y morales sino también cívicos. Por otra parte, se debe

reestructurar el sistema educativo y los mecanismos de participación que se les brindan a los

mismos; teniendo en cuenta que son ellos los próximos administradores de esta sociedad.

Otros jóvenes opinan que la guerra es otro referente que ha acho ver a nuestro país como un

lugar violento. Y que tanto los medios de comunicación como las redes sociales hacen que se

venda unas ideas negativas de nuestro país y que por esta razón se cierran muchas puertas a nivel

internacional para los jóvenes del país, pues genera rechazo por parte de las instituciones

internacionales.
A la ausencia de derechos políticos se le suma, en efecto, lo que sin duda es el rasgo central

de la adolescencia en nuestras sociedades: a saber, que los jóvenes no heredan más su estatus

social. Al contrario, deben adquirirlo en mucho a través de la formación escolar y profesional

(Galland, 2007). La adolescencia es, así, el período de la vida en el cual se concentra de manera

importante la distribución de los estatus sociales a través una serie de pruebas escolares y

profesionales.

En todo caso, el alargamiento de los años de estudio y el rol creciente de la escuela en

términos de posicionamiento social subrayan con fuerza este aspecto. Por supuesto, ello no niega

las posibilidades futuras de movilidad a lo largo de la vida, y, sobre todo, no cuestiona para el

caso de América Latina la importancia, siempre clave, del origen familiar y de las herencias.

Pero esto no contradice lo esencial: el adolescente es un miembro pleno de la sociedad... pero sin

derechos políticos y en una situación de moratoria puesto que debe adquirir su futura posición

social. Insistamos: a pesar de la importancia siempre decisiva del rol de las familias de origen, el

nivel del diploma obtenido al egreso del sistema escolar se ha convertido en un factor importante

de las trayectorias sociales. En breve: ayer, los jóvenes adquirían un lugar social esencialmente

por herencia; hoy, sin que esto haya desaparecido, adquieren una posición social a través de sus

méritos escolares

En verdad, en esta competencia generalizada por las posiciones sociales, los resultados

escolares y las redes familiares se convierten en recursos indispensables. Y a pesar de que las

herencias siguen siendo determinantes, y a pesar incluso de la masificación de los diplomas

escolares en ciertos países de la región, la certificación escolar continúa siendo una firme

creencia colectiva de un futuro mejor (Araujo; Martuccelli, 2012).


Por supuesto, esta descripción general varía según el sexo, la posición social familiar, o entre

zonas urbanas y rurales. La situación de los jóvenes de clases altas o medias altas les permite

transitar este período con relativa calma en instituciones que estructuran sus experiencias de vida

y ello tanto más cuanto que pueden privilegiar muchas veces de manera exclusiva sus estudios

sobre cualquier otra actividad. Esta situación contrasta fuertemente con la experiencia de jóvenes

de sectores populares, los que conocen trayectorias escolares más accidentadas e inserciones

precoces y temporarias en el mercado de trabajo. Los adolescentes de extracción popular se

sienten, de este modo, muchas veces pequeños en la escuela y grandes en el mundo del trabajo o

de la calle (Dubet; Martuccelli, 1998).

¿Cómo dar contexto a las reflexiones sobre la ciudadanía en la escuela? ¨Para tal efecto, hay

que observar las estrechas relaciones entre la formación ciudadana y los significados asignados a

la educación y la pedagogía, dentro de los cuales se evidencian una serie de tensiones marcadas

por lo tradicional y lo moderno, lo individual y lo colectivo, lo teórico y lo práctico, entre otras.

Así mismo, resulta significativo el progresivo reconocimiento de otros espacios educativos que

hacen los actores escolares, dentro de los cuales se menciona la calle (con una valoración

negativa), el hogar y los medios de comunicación, dentro de los escenarios más destacados

Nómadas 236 NO. 28. ABRIL 2008.

En su mirada sobre la educación, la pedagogía y la formación del sujeto político, el autor

destaca la importancia asignada a la educación moral, diferenciando tres perspectivas al respecto.

La primera entendida como una “adaptación del individuo a las pautas axiológicas que

predominan en el grupo social al cual pertenece”; la segunda, cercana a la primera, las

propuestas cognitivo-evolutivas, que plantea la necesidad de promover en el individuo un

pensamiento moral autónomo; y la tercera, relacionada con el enfoque constructivista propuesto,


en donde se propone un concepto de educación moral en cuanto autoconstitución de la persona

moral.

La educación puede empoderar a los educandos de todas las edades y dotarlos con valores,

conocimientos y capacidades que se basan, e inculcan el respeto a, la democracia, los derechos

humanos, la justicia social, la diversidad cultural, la igualdad de género y la sostenibilidad

ambiental. Una de las principales funciones de las instituciones escolares en todos sus niveles es

la formación de sujetos dinámicos y críticos de los fenómenos en los que se encuentran inmersos

ofreciéndoles instrumentos que le permita una adecuada socialización o adaptación (Dewey,

2004).

Un sujeto crítico es la antesala para el ejercicio de una ciudadanía activa, es decir, la

educación cumple una función socializadora y reproductora de la cultura, y en ese sentido, los

sujetos son formados desde las particularidades de sus propios contextos para que puedan tomar

una posición con incidencias en su mundo socio-cultural, político y económico. Como explica

Aldana (2010), la ciudadanía es "una práctica política, la capacidad de los sujetos para influir,

incidir, intervenir y trasformar los contextos socioculturales".

Partiendo de la premisa de que la cultura de los sujetos es relevante y de vital importancia

para llevar a cabo los procesos de formación ciudadana, se entiende la ausencia de un modelo

practico universal y unificado, para la construcción de la misma en las escuelas. Sin embargo, se

considera que es posible crear propuestas particulares y específicas, adecuadas desde las

necesidades y exigencias de cada población.


Referencias

Editorial: Siglo del Hombre Editores/Universidad Central – IESCO Autor: Carlos

Nómadas (2007). Ciudadanía y comunicación saberes, opiniones y haceres escolares.

Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/1051/105116292022.pdf

Haste, Helen. (2017). Debates de la Memoria Aportes de las organizaciones de víctimas a una

política pública de memoria. Editorial: Paidós argentina nueva ciudadanía y educación ebook

Formato: EPUB – DRM ISBN: 9789501296297. Recuperado de:

Renaut, (2004). La Fin de L'Autorité. Paris: Flammarion. Recuperado dewww.amazon.fr/Fin-

lautorité-Alain-Renault/dp/2082103307

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