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TESTO YONQUI

con más de cincuenta túnicas doradas, rojas, verdes, blancas,


azules, bordadas de hilos de oro. Su pelo negro de porcelana está
oculto bajo las túnicas que convierten la estatua en un único ves-
tido grueso de miles de capas sobre el que reposa una cabeza co-
ronada de brillantes dorados y cristalinos. V. lleva en su urna va-
cía el hijo que no tuvo con P. M. Yo llevo como reliquia la polla
que no tuve que cortarme para ser quien soy, la que no tendré que
injertarme para ser quien soy.
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No hay dos sexos, sino una multiplicidad de configuraciones PORNOPODER
genéticas, hormonales, cromosómicas, genitales, sexuales y sen-
suales. No hay verdad del género, de lo másculino y de lo feme-
nino, fuera de un conjunto de ficciones culturales normativas. 1 sell frustration, not relief+.
A Van Gogh la explanada de la Camarge que lleva hasta Les LYDIA LUNCH
Saintes Maries, la misma que V. y yo recorremos hoy en coche, le
pareció una llanura de Holanda, pero con otra luz. A mí me pa-
rece la misma luz española que alumbraba una llanura distinta, el EL IMPERATIVO PORNOGRÁFICO: FÓLLATE A TI MISMO
mismo sol egipcio calentando la espalda de los castores emigran-
tes del tercer milenio. 1. La pornografía es un dispositivo virtual (literario, audiovi-
sual, cibernético) masturbatorio. La pornografía como industria
cinematográfica tiene como objetivo la masturbación planeta-
ria multimedia. Lo que caracteriza a la imagen pornográfica es su
capacidad de estimular, con independencia de la voluntad del
espectador, los mecanismos bioquímicos y musculares que rigen
la producción de placer. Linda Williams, subrayando esta capaci-
dad de la imagen pornográfica para activarse en el cuerpo del es-
pectador, define la pornografía como embodied image, «imagen
incorporada», Imagen que se hace cuerpo 2.
2. La pornografía es la sexualidad transformada en espec-
táculo, en virtualidad, en información digital, o, dicho de otro
modo, en representación pública, donde «pública» implica di-
recta o indirectamente comercializable. Una representación ad-
quiere el estatuto de pornografía cuando pone en marcha el de-

1 «Vendo frustración, no alivio», Lydia Lunch, Real Pornograpby, Music


Performance, 2004.
2 Linda Williams, «Body Genres», Film Quarterly, 44,4, University of Cali-

fornia Press, Berkeley, 1991; Véase también Linda Williams, «Corporealized


observers: Visual Pornographies and the 'Carnal Density of Visión'», en Patrice
Petro (ed.), Fugitive Images, Indiana University Press, Bloomington & Indiana-
polis, 1994, pág. 199.

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venir-público de aquello que se supone privado. He aquí otra de- 5. En realidad, la industria pornográfica es a la industria
finición posible de pornografía: dispositivo de publicación de lo cultural y del espectáculo lo que la industria del tráfico de drogas
privado. 0, más aún, dispositivo que al representar una porción ilegales es a la industria farmacéutica. Hablamos aquí simple-
del ámbito público lo define como privado cargándolo de un va- mente de los dos motores ocultos del capitalismo del siglo XXI.
lor masturbatorio suplementario. Se trata, por tanto, de una ca- La farmacopornografía presenta así un doble paroxismo: es al
racterización política de la representación. Dadas las condiciones mismo tiempo el lado oculto y marginal de la industria cultural
del capitalismo postfordista, una representación pública implica contemporánea, y el paradigma de cualquier otra producción
ser intercambiable en el mercado global como dato digital y postfordista. En el capitalismo über-material, toda forma de pro-
como fuente de capital. ducción ofrece beneficios en la medida en que se acerca al mode-
3. La pornografía es teletecnomasturbación. La globaliza- lo de producción farmacopornográfica.
ción de la farmacopornoeconomía a través de la digitalización 6. Lo propio de la pornografía como imagen resulta más de
audiovisual y su transmisión ultrarrápida sobre una multitud de una cuestión de escenografía, de teatralización y de iluminación
soportes técnicos (televisión, ordenador, teléfono, iPod, etc.) ge- que de contenido: basta con un cuerpo (natural o artificial, «vivo»
nera un «efecto mariposa» en la gestión global de los ciclos exci- o «muerto», humano o animal), tres bien éclairéí, un cuerpo tanto
tación-frustración: un coño que se abre aquí, una boca que chu- más deseable cuanto más inaccesible, cuyo valor masturbatorio
pa allí, puede producir cientos de descargas de placer al otro es directamente proporcional a su capacidad de comportarse
lado del planeta emitiendo con su desplazamiento virtual un chorro como chispeante fantasía abstracta.
vivo de capital. 7. La industria del sexo, como sector sumergido de la in-
4. La pornografía reúne las mismas características que cual- dustria cultural, dice la verdad de cualquier otra producción
quier otro espectáculo de la industria cultural: virtuosismo, posi- comunicativa o espectacular. La literatura, el cine, la televisión,
bilidad de reproducción técnica -transformación digital, difu- Internet, el cómic, el videojuego, etc., desean la pornografía, quie-
sión audiovisual y teatralización-. La única diferencia, por el ren producir placer y plusvalía pornográfica sin sufrir la margina-
momento, es su estatuto underground. De hecho, como afirma lización de la representación porno, del mismo modo que los ac-
el productor de porno David Friedman, la explotación pornográ- tuales productores de la industria farmacológica legal quieren
fica contemporánea, entendida como consumo audiovisual y producir placer y plusvalía sexual y toxológica sin sufrir la margi-
práctica performativa, es una extensión de los espectáculos popu- nalización y la criminalización de la industria del tráfico de dro-
lares del circo, de los freak sboios, a las ferias de juegos y parques gas ilegales.
temáticos 3. La pornografía y la prostitución podrían considerarse 8. En la pornografía, el sexo es performance, es decir, re-
como dos de los ámbitos performativos de la industria del espec- presentación pública y proceso de repetición social y política-
táculo que han sido relegados durante los siglos XIX y XX al ostra- mente regulado. Consideremos de nuevo esta relación entre in-
cismo y la ilegalidad. La transición del cuerpo monstruoso, perverso dustria cultural e industria del sexo. La teórica J udith Butler, en
o desviado (freae, homosexual, ninfómana, puta) del estatuto de un giró que marcó el feminismo de finales del siglo XX, define el
atracción circense al de enfermo mental o criminal apoyará este género, la masculinidad y la feminidad, en términos de perfor-
proceso de exclusión de la esfera pública y económica. mances, de procesos de repetición regulados, de normas que son
internalizadas en forma de estilo corporal, de representación y
teatralización pública'. Paralelamente a Butler, en los años ochen-
J «La industria de la explotación pornográfica era una extensión del carna-

val circense y de los girlie sbouis yfreak: sboios, de los juegos de azar, de los co-
lumpios, ferias de bullicio», David Friedman, en Legs Mc eil y Jenniffer Os- 4 «Muy bien iluminado», Roland Barthes, Sade, Loyola, Fourier, Éditions

borne, Tbe Otber Hollywood. The uncensored oral bistory of tbe porn film du Seuil, París, 1971, pág. 132.
industry, Regan Books, ueva York, 2005, pág. 1. , Judith Butler, El género en disputa ..., op. cit.

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ta, la actriz porno Annie Sprinkle introducirá un nuevo desplaza- garse su propio esperma, ser al mismo tiempo polla erecta y ano
miento performativo en la comprensión de la identidad al definir universalmente receptor. De ahí el precepto pornosófico: pornete
esta vez no ya el género, sino la sexualidad en términos de perfor- ipsum.
mance 6. Para Sprinkle, la verdad de la sexualidad que la porno- 10. La pornografía dice la verdad de la sexualidad, no
grafía pretende capturar no es sino el efecto de un dispositivo de porque sea el grado cero de la representación, sino porque reve-
representación, de un conjunto de coreografías corporales regu- la que la sexualidad es siempre y en todo caso performance,
ladas por códigos de representación bien precisos, semejantes a representación, puesta en escena, pero también mecanismo invo-
los que dominan la danza, la acción en la cinematografía clásica o luntario de conexión al circuito global excitación-frustación-
el teatro. De ahí que para Sprinkle la pornografía carezca de un excitación. Lo propio de la industria contemporánea del en ter-
valor realista o documental más allá del que emerge de su volun- tainment, con su clasificación de la representación en «válida
tad de representación. para todos los públicos» y «clasificada X», es negar el valor per-
9. La comprensión popular de la pornografía como grado formativo de la pornografía, reduciéndola a «puro sexo», como si,
cero de la representación se asienta sobre un principio sexotras- desde un punto de vista teatral, hubiera una diferencia ontológi-
cendental, que podríamos denominar «platonicismo espermáti- ca entre un beso, una pelea y una penetración anal cinemato-
co», según el cual la eyaculación (y la muerte) es la única verdad. gráficos. La hegemonía actual de la industria cultural no-por-
De ahí que el snuf] sea el modelo ontocinemático de este tipo de nográfica deriva de este axioma moral que hace de los órganos
producción pornográfica: filmar «lo real», la eyaculación, la llamados sexuales (especialmente pollas, coños y anos) objetos
muerte, en tiempo real, más aún, hacer coincidir ontocinemática- extra-cinematográficos (literalmente ob-scenos, fuera de esce-
mente muerte y eyaculación. Lo propio de la pornografía domi- na), cuyo valor de «verdad» no puede ser absorbido por la re-
nante es producir la ilusion visual de la irrupción en lo real puro. presentación y transformado en performance. Pero detrás de esta
Podríamos decir que lo que excita en la pornografía es que el su- hegemonía se oculta el deseo de la industria cultural de afectar
jeto pornificado no puede controlar su fuerza de producción los centros tecnoórgánicos de la producción de la subjetividad
sexual, que la haya declinado en función de un espectador todo- (centros de producción de placer y de afectos, de sentimiento de
poderoso que, a su vez, a través de la representación, se vea des- omnipotencia y confort) con la misma eficacia que lo hace la
subjetivado, reducido a su respuesta masturbatoria. Si tenemos pornografía. La industria cultural es envidia de porno. La por-
en consideración que todo documento visual pornográfico aspira nografía no es simplemente una industria cultural entre otras,
a hacer coincidir la eyaculación representada y la eyaculación del sino más bien el paradigma de toda industria cultural 7. De
espectador (abstractamente entendido como bio-hombre, eyacu- modo particularmente límpido, la pornografía, con su circuito
lador visual universal), entoces deberíamos concluir que el placer cerrado excitación -capital- frustración -excitación -capital, ofrece
de la mirada pornográfica reside en una estridente contradicción: la clave para comprender cualquier otro tipo de producción cul-
por una parte, generar la impresión en el espectador, a través de tural postfordista.
la des-subjetivación de los actores porno, de que es él el que po-
see y controla la potentia gaudendi de los actores; por otra, al re-
7 Esta afirmación no debe confundirse con la máxima tan debatida de Fre-
ducir el cuerpo del espectador a receptor involuntario de estímu-
dric Jameson: «Toda imagen es pornográfica». Jameson utiliza aquí una acep-
los eyaculantes, poner al espectador en la posición de la puta, la ción crítica de pornografía para calificar e! estatuto «ideológico» de la imagen,
perra, del ano universalmente receptor y privado de toda deci- frente a la verdad radical de! texto histórico, en e! sentido marxista de! término.
sión sexual; así, lo propio de la subjetividad pornográfica es tra- Desde un punto de vista farmacopornográfico, la pornografía, fuera de ~n ma-
quiavelismo pajillero que la carga de culpabilidad, debe ser leída con e! ng?~ de
un texto histórico, e! texto que corresponde mejor a nuestro momento político-
6 Annie Sprinkle, Hardcore [rom the Heart. The Please, Profits and Politics
visual. Véase Fredric Jameson, Signatures of the Visible, Routledge, Nueva
of Sex in Performance, Gabrielle Cody (ed.), Continuum, Londres, 2001.
York,1990.

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11. Para liberar la sexualidad del control biopolítico actual Esta crítica abre una brecha en la historia de la representa-
no basta con dejar actuar el sexo público fuera del ámbito del ción de la sexualidad, haciendo de la pornografía no ya un grado
trabajo (asalariado o no), ni tampoco con extirpar el sexo del do- cero de la mostración objetiva del sexo, sino más bien un género
minio de la esfera pública dejando su regulación al Estado. Otro histórico bien preciso que quizá hoy, por primera vez, estamos en
de los riesgos sería la romantización de una sexualidad no públi- situación de analizar críticamente y quién sabe si de dejar atrás.
ca, la vuelta (imposible) a una forma privada y no industrial de la
sexualidad. Aquí fracasan tanto las empresas liberales y las ernan-
PORNIFICACIÓN DEL TRABAJO
cipacionistas como las abolicionistas. Se trata, por el contrario,
de inventar otras formas públicas, compartidas, colectivas y
copyleft de sexualidad que superen el estrecho marco de la re- No necesito recordarte, mientras sujetas este libro entre tus
presentación pornográfica dominante y el consumo sexual nor- manos, que el sexo (tu sexo) no tiene su ámbito ni en el (tu)
malizado. Cuando en 1990, Annie Sprinkle utiliza por primera cuerpo individual, ni en la (tu) esfera privada o el (tu) espacio
vez la expresión del artista holandés Wink van Kempen «post- doméstico. Más aún, ni el cuerpo individual, ni la llamada esfera
pornografía» 8 para presentar su espectáculo The Public Cervix privada, ni el espacio doméstico escapan a la regulación política.
Announcement, en el que invita al público a explorar el interior El sexo, la excitación, la demanda de erección y eyaculación exis-
de su vagina con la ayuda de un espéculo, nace una nuevo géne- ten en el centro mismo de la esfera pública y de la producción
ro de representación del sexo, crítico al mismo tiempo de la capitalista. De hecho, en la economía farmacopornista, la situa-
visibilidad que la medicina y los códigos de la pornografía tra- ción puede definirse de este modo: el trabajo es sexo. Labor se-
dicional producen. A la «verdad del sexo» pornográfico, reco- xus esto En la ciudad ciberextensa farmacopornográfica, el proce-
giendo una fórmula de Foucault, Sprinkle opone la producción so material de trabajo se puede describir como un conjunto de
teatral y artística de diversas ficciones del sexo. A la iniciativa tracciones sexuales, de instintos psicosomáticos, de elevaciones
de Sprinkle seguirán durante los últimos años, desde diferentes hormonales, como puesta en marcha de conexiones sinápticas y
ámbitos y con diferentes inscripciones teórica y estéticas, los emisión de excrecciones químicas. El objeto del trabajo en la so-
trabajos de Shelly Mars, Fatal Video, Virginie Despentes y Co- ciedad farmacopornográfica no es satisfacer, sino excitar: poner
ralíe Trinh Thi, Del LaGrace Volcano, Bruce La Bruce, etc. en marcha el aparato somático que regula el ciclo excitación-
Todos ellos comparten una misma inversión epistemológica: los frustración-excitación. Trabajamos en la pornofábrica: una in-
que hasta ahora habían sido el objeto pasivo de la representa- dustria tecnosomática cuyos carburantes son el esperma, la san-
ción pornográfica (<<mujeres», «actores y actrices porno», «pu- gre, la orina, la adrenalina, la testosterona, la insulina, la silicona,
tas», «maricas y bolleras», «perversos», etc.) aparecen ahora los psicoestimulantes, los estrógenos, pero también los signos di-
como los sujetos de la representación, cuestionando de este gitalizables y transmisibles a gran velocidad, el dígito, el texto, el
modo los códigos (estéticos, políticos, narrativos, etc.) que ha- sonido, la imagen, etc. A este proceso de devenir sexo del trabajo
cían visibles sus cuerpos y prácticas sexuales, la estabilidad de contemporáneo, o viceversa, de devenir trabajo del sexo contem-
las formas de hacer sexo y las relaciones de género que estas poráneo, lo llamaremos «pornificación del trabajo».
proponen. Así, para comprender la verdad de la praxis del trabajo post-
fordista habrá que estudiar con detalle tres ámbitos hasta ahora
considerados como periféricos o marginales con respecto a los ci-
8 La expresión «post-pornografía» de Wink van Kempen intentaba descri- clos capitalistas de producción y consumo:
bir un tipo de producción audiovisual que contenía elementos pornográficos, . 1. La producción, el tráfico y el consumo de drogas (legales o
pero cuyo objetivo no era masturbatorio, sino político, crítico o humorístico.
ilegales). Entiendo aquí por droga no solo toda sustancia química
Véase Annie Sprinkle, Postporn Modernist. My 25 Years as a Multimedia Whore
Cleiss Press, San Francisco, 1998, págs. 160-161. '
de origen natural o sintético que afecta específicamente las fun-

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ciones del sistema nervioso central del organismo vivo, sino, en pasarela de moda, hasta los platós de televisión o los pasillos de
un sentido más ámplio, cualquier sustancia (legal o ilegal) bioló- la bolsa, las cientos de miles de dosis de progesterona y de estró-
gicamente activa, capaz de modificar el metabolismo de las célu- genos administradas como anticonceptivos a las bio-mujeres en
las sobre las que hace efecto. Algunos de los principios de gober- edad reproductiva durante los últimos cuarenta años, el volumen
namentalidad de flujos psicotrópicos han sido esbozados en el faraónico de antidepresivos consumido por las bio-mujeres me-
capítulo Farmacopoder. nopaúsicas, el tráfico de trabajadoras sexuales ilegales que atra-
2. La producción, la circulación y el consumo de los materia- viesan las fronteras europeas, el dopage en el ciclismo, los litros
les audiovisuales pornográficos. Entiendo aquí por pornográfico de esperma derramados anualmente frente a las películas porno,
todo material audiovisual sexualmente activo, capaz de modificar la propagación silenciosa del virus de inmunodeficiencia adquiri-
la sensibilidad, la producción hormonal y de poner en marcha ci- da, los millones de estómagos de la tercera edad recubiertos de
clos de excitación-frustación y de producción de placer psicoso- Omeoprazol, la muerte de los adolescentes que entraron a for-
mático. mar parte en los ensayos clínicos con la hormona del crecimien-
3. El trabajo sexual. La mercantilización de la potentia gau- to, la jeringa que insemina a la oveja Dolly, el candor sintético de
dendi de un cuerpo en un contrato (más o menos formal) de ser- los músculos de los culturistas ... , nos enseñan más sobre los mo-
vicio sexual. dos actuales de producción capitalista que todos los anuarios
El poder de estas tres plataformas -drogas, materiales au- industriales de la Unión Europea con sus insignificantes índices
diovisuales pornográficos y servicios sexuales- de producción de aumento o descenso del paro. La guía internacional de la pro-
de capital reside en su capacidad para funcionar como prótesis de ducción, el consumo y la falsificación de Viagra puede enseñarnos
la subjetividad. Se dibuja así una toxicopornología económica ge- más sobre la producción de valor excitación-frustración-excita-
neral en la que fluyen órganos, píldoras, ciudades, conexiones ción en la sociedad postfordista que todos los tratados de econo-
comunicantes, imágenes, textos, pajas, litros de silicona, com- mía clásica con su hipócrita noción de trabajo como produeión
puestos químicos, dólares ... mercantil.
Los teóricos de esta nueva concepción del trabajo como ex-
citación ya no serán los economistas clásicos, ni Ricardo, ni
Marx, ni Keynes, sino los pornógrafos (Cándida Roya, Narciso SEX COPYRIGHT: TECNO-SIGNIFlCANTES LÚBRICOS
Bosh, Nacho Vidal, HPG, etc.), los actores y las actrices porno
(Annie Sprinkle, Nina Roberts, Coralie Trinh Thi, etc.), las traba- Durante el pasado siglo, el poder se ha desplazado desde el
jadoras sexuales (Michele T., Jane Alrnodóvar), los engranajes de control de la tierra al control de la manufactura y ahora al con-
las redes de tráfico de drogas, desde los productores de coca a trol de la información y de la vida. Hoy el poder se extiende al
los trabajadores pauperizados de las plantaciones de opio, pasan- sexo y al género como codificaciónes precisas de la información y
do por las mafias estatales, los herboristas conocedores de las tra- de la subjetividad. Pronto lo hará aún de un modo más eficaz a
diciones ancestrales de la brujería, los laboratorios farmacéuticos, través de la transformación de psicotrópicos controladores de la
los pequeños traficantes o los yonquis. producción de afectos y de hormonas sexuales en patentes priva-
Freud y su dosis de coca, la vida y la muerte de Escobar, el tizadas. Pero el deseo, el sexo y el género no se parecen a la Tierra.
consumo de anfetaminas de Sartre, el cóctel de andrógenos yeu- No se parecen tampoco al producto fabricado. El deseo, el sexo,
forizantes que mantiene activos a los soldados americanos en el género se parecen, en realidad, a la información como sistema
Iraq, el cáncer provocado en las atletas rusas por las altas dosis semíotico encarnado (Haraway). Son código vivo. Como la infor-
de tesoterona concentradas en las píldoras de Oral-Turinabol, la mación, desafían a la propiedad, porque mi posesión de una pie-
ascensión y la caída de la actriz porno Linda Lovelace de Gargan- za (de información, de deseo, de sexo, de género) no te desposee
ta profunda, los senderos de polvo cristalino que llevan desde la a ti de ella. Mi deseo, mi polla de plástico, mi masculinidad pros-

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tética parecen poder circular y compartirse sin que esto impida el PARIS HILTON EN LA CAMA CON MAX WEBER
goce. Más bien, al contrario, el partage parece multiplicar el de-
seo, el sexo, el género. El problema es que hasta ahora el deseo, ,La erótica puritana del poder que Max Weber identifica en
el placer, el sexo y el género han sido pensados en términos de su Etica protestante y el espíritu del capitalismo con sus valores de
esencia no transferible, de propiedad. Primero pensados como constancia emocional y moral, de autocontrol y de discreción,
sustancias fijas en la naturaleza, después como propiedad de que parecía haber dominado buena parte de los ecosistemas se-
Dios, luego como propiedad del Estado, más tarde como propie- xuales de Occidente desde el siglo XVII deja progresivamente al
dad privada y hoy, por último, como propiedad de las grandes descubierto sus fundamentos farmacopornográficos. Según la in-
multinacionales farrnacopornopolíticas. tuición de Weber, no era el materialismo, sino la ética de vida
Las nuevas corporaciones globales no producen nada. Su protestante la que permitió el auge del capitalismo. El sacrificio
único objetivo es la acumulación y gestión de patentes. A esta e? el traba~o ~ el éxito económico pasaron de ser castigo divino y
nueva política del copyright que gestiona la vida y los códigos signo de lUJOinmodesto a ser prueba del amor de Dios, que circu-
simbólicos es a la que he denominado «farmacopornopolítica»: laba en forma de capital a través de los cuerpos, las mercancías,
se trata de transformar tu culo y el mío, tu deseo y el mío, en be- los territorios. Del mismo modo, en la era farmacopornográfica
neficio abstracto. A tu clítoris y a mi polla les está sucediendo lo no es el hedonismo, la consecución de placer sensible, el princi-
mismo que a la planta de maíz: las multinacionales emplean em- pio que rige la vida de los cuerpos y el funcionamiento de los
presas de ingeniería genética para producir nuevas cepas transgé- pueblos, sino la ética post-cristiana-liberal-punk cuyo principio
nicas cuyas semillas serán infértiles. Del mismo modo que las es reproducir compulsivamente el ciclo excitación-frustración
multinacionales, a través de la privatización de los germoplasmas, hasta la destrucción total del ecosistema.
controlan no solamente la actual producción mundial de maíz He aquí una prótesis total viva que señala el devenir porno
sino, lo que es más importante, convierten la totalidad del plane- del protestantismo liberal weberiano: Paris Hilton. Aparente ex-
ta en consumidores potenciales de nuevas semillas transgénicas cepción del modelo de excelencia americano, Paris Hilton repre-
(a su vez infértiles), la industria farmacopornográfica tiende ex- senta la culminación de la producción sexopolítica de la tecno-
ponencialmente al control y la producción de tu cuerpo desean- bitch de lujo. Heredera de un imperio hotelero multimillonario y
te. Paralelamente a la «inforrnatización de la agricultura» 9 asisti- de la empresa inmobiliaria de su padre, miss Hilton rechaza las
mos a un proceso de «informatización del sexo y el género», a instituciones de aprendizaje tradicional y comienza a trabajar en
través del cual el capital aspira a producir y poseer los modelos sboios televisuales como The Simple Lile hasta pasar después a
farmacopornográficos, narcóticos y audiovisuales, moleculares y rodar sus propias películas porno. No es que Hilton haya dejado
fantasmáticos, que regulan la subjetividad desean te. atrás la ética protestante y el espíritu del capitalismo de Weber.
Tu deseo, tu sexo y tu género son el nuevo supermaíz trans- No, más bien la incorpora llevándola a su más alto nivel de pro-
génico de la industria farmacopornográfica: si te quieres correr, ducción farmacopornomediática. La insípida Hilton se lo hace
Viagra; si quieres evitar la reproducción sexual, la píldora; si con :x'e?er. No hay en Hilton, tras su aparente entrega al vicio y
quieres cambiar el timbre de tu voz o tu masa muscular, andróge- la oClOs.ldad, un rechazo de la economía capitalista, sino, bien al
nos; si quieres acceder al mercado de la seducción, pasa primero cont~ano, transformación de la totalidad de su vida y de su se-
por la liposucción; si quieres tener fantasías sexuales, conéctate a xual~dad en trabajo y conversión, a través de dispositivos de vígi-
las producciones pornográficas de Dorcel, Hotvideo, Playboy ... lanCIa extremos, de la totalidad de su vida en imagen digital glo-
balmente transferible. El éxito de Paris Hilton es haber sabido
recuperar su cuerpo y su sexualidad como valor último en el
m:r~ado de intercambio global del capitalismo farmacoporno-
9 Negri y Hardt, Multitude, op. cit., pág. 140. graftco. Paris Hilton podría ser, en este sentido, una trabajadora
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farmacopornográfica de última generación -y quizá sea esta di- sos y cuenta con piscina, varias saunas y dos salas de cine, así
mensión obrera de su inmoralidad la que más moleste al abuelo como con habitaciones suficientes como para dar cita simultánea-
Hilton. mente a setenta trabajadoras sexuales y seiscientos clientes. El
Si a diferencia de las actrices porno de las décadas de 1970- argumento del Gobierno alemán revela los fundamentos del ca-
1990, de Marilyn Chambers a Jenna Jameson, Paris Hilton, apa- pitalismo farmacopornográfico actual: «Es necesario ofrecer a los
rece hoy como figura paradigmática del modo de producción far- cuatro millones de aficionados que se desplazarán a Berlín para
macopornográfico no es (como los lectores que hayan visto sus el Mundial el mejor servicio sexual, del mismo modo que se les
películas corrobararán) por su cualidad de bomba-sexual. Paris ofrecerán las mejores prestaciones en términos de hostelería res-
Hilton difiere radicalmente de las actrices porno tradicionales: tauración, servicios culturales y de comunicación» lO. Note~os,
por una parte, no llega al porno empujada por una necesidad simplemente de paso, que el burdel como institución estatal
económica o un destino social implacable, sino que, al contrario, como un servicio público propuesto por el Gobierno a los ciu-
decide y calcula su transformación en star X ayudada por su pro- dadanos o visitantes de la ciudad no es en absoluto una inven-
pio imperio financiero; por otra, ni corporal ni performativamen- ción de Merkel, sino que es una estructura que persiste desde la
te, Paris Hilton presenta un interés masturbatorio relevante, lo urbe de la Edad Media hasta los emplazamientos coloniales del
que permite pensar que, independientemente de su fortuna y de siglo xx. Así, por ejemplo, en 1434 la municipalidad (alema-
su potente maquinaria publicitaria, nunca habría podido abrirse na/ austrohúngara) de Berne pone los burdeles públicos a dispo-
paso en el mercado pornográfico compitiendo con actrices como sición del emperador Segismundo y de su corte durante su visita
Tracy Lords o Kashumi. Si la figura de Paris Hilton presenta un a la ciudad. A pesar de las diferencias entre el burdel paleourba-
interés teórico-político (más que únicamente masturbatorio) in-
dudable, es porque señala la aspiración actual de toda forma de
no de Berne y el gran supermercado del sexo Artemis, ambos pa-
recen decisivos para el desarrollo ecónomomico de la farmaco-
(
trabajo y producción de valor a transformarse en producción far- pornópolis moderna. Este burdel futbolístico se sitúa, asimismo,
macopornográfica, indicando así un «devenir porno» de la pro- en una genealogía de burdeles multimedia iniciada por los clubes
ducción de valor en el capitalismo actual. y hoteles Playboy en Estados Unidos a finales de los años cin-
Bajo los valores puritanos que creía haber reconocido We- c~enta, según la cual el edificio-burdel se transforma en un espa-
ber, se esconde en realidad la imagen digitalizada de la vulva CIOde producción, consumo y distribución de signos audiovisua-
extradepilada de París Hilton, los músculos testosteronados les pornográficos y de servicios sexuales funcionando como una
de Arnold Schwarzenegger y el colocón global de Viagra al que «heterotopia», por recoger el término de Foucault, un espacio de
están sujetas las bio-pollas desempalmadas de los bio-cincuen- excepción politicosexual en el que dominan leyes y valores en
tones. a~arente (y solo aparente) contradicción con los del espacio pú-
blico dominante 11.
El burdel es la razón de ser de la ciudad moderna. La ciudad
SEXÓDROMOS URBANOS moderna es el burdel. Cuando una medida política intenta «aca-
bar con la prostitución en la ciudad» o «llevar la prostitución
En 2005, con ocasión del Mundial de fútbol, el Gobierno fuera de la ciudad», lo que dice en realidad es: «Es necesario in-
alemán de Angela Merkel, en un intento de activar la fordización v~sibilizar aquello que de urbano hay en la ciudad, extender la
de la industria sexual, da luz verde a la construcción de Artemis, Ciudad más allá de la ciudad».
un prostíbulo multimedia de tres mil metros cuadrados situado a
tres estaciones de metro del Estadio Olímplico de Berlín. El edi- :~ Artículo en Le ouvel O.bserv.ateur, 4-10 mayo 2006, pág. 13.
ficio, cuyo interior ha sido decorado según una estética que los Sobre los burdeles multimedia de Playboy véase Beatriz Preciado «Por-
promotores definen como «digna de Las Vegas», tiene cuatro pi- notopia», ColdWar/HotHouses, Princeton University Press, Princeton: 2004.

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Según la crítica francesa del Le Nouvel Obseruateur, Arte- de música, de ropa, accesorios y mercancías derivadas (desde ca-
mis se dirige a «las hordas de machos célibes y a su libido gal- misetas con el nombre de Zidane, a desodorantes o preservati-
vanizada por la guerra del fútbol». A diferencia de la revista vos, pasando por colorantes del cabello).
francesa, pensamos que lo que caracteriza a las hordas de con- Tanto en el deporte profesional como en el trabajo sexual, el
sumidores potenciales de los servicios sexuales ofrecidos por problema no es la venta del cuerpo, como argumentan al uní ono
Artemis no es el hecho de ser «machos célibes» (puesto que el feminismo marxista y el integrismo católico, puesto que el tra-
poco importa si estos «machos» se encuentran emparejados o bajo en la sociedad postfordista es siempre y en todo caso venta
no antes de venir al Mundial), sino el hecho de identificarse se- de la fuerza de comunicación y excitación que produce un cuer-
xopolíticamente como heterosexuales, puesto que los directores po vivo, de su potentia gaudendi, sino más bien la asimetría de
del megaburdel han previsto que los servicios sexuales sean dis- género y de raza del mercado actual (nueve de cada diez trabaja-
pensados única y exclusivamente por (cuarenta mil) mujeres ve- dores sexuales son bio-mujeres; solo cuatro de cada diez son
nidas de todos los rincones del mundo (a las que la Unión Eu- blancos); y la asimetría de la remuneración económica y del esta-
ropea facilitará un permiso temporal de trabajo en el territorio tus profesional.
con ocasión del Mundial). El Gobierno alemán, que reconoce Lo curioso, a pesar de estas diferencias radicales que existen
la legalidad del trabajo sexual, edita para la ocasión una «guía entre las tetas de J enna Jameson y las piernas de Zidane, es que, a
de viaje para mujeres» dedicada a las jóvenes del antiguo blo- menudo, los deportistas de los grandes equipos europeos y las
que soviético que quieran trabajar como prostitutas en Ale- trabajadoras sexuales que Artemis pone al servicio de los aman-
mania. En Francia, Malka Marcovich, directora nacional de la tes del fútbol proceden de los mismos estratos económicos, polí-
Coalición Internacional Contra el Tráfico de Mujeres (CATW) ticos y raciales del planeta: proceden de las clases de trabajadores
lanza una petición (que será firmada por Fadela Amara y Sé- pobres, o bien de las antiguas colonias de los Estados-Nación eu-
golene Royal, entre otras) bajo el eslogan: «Acheter de sexe ropeos que logran abrirse paso en el mercado farmacopornográ-
ri'est pas un sport», pidiendo, sin éxito, al Gobierno alemán la fico contemporáneo (accediendo simultáneamente a la nacionali-
prohibición del comercio sexual durante la Copa del Mundo de dad europea) a través de la venta de su capital de excitación
fútbol. corporal, de su potentia gaudendi. Lo que la industria farmaco-
En efecto, la relación entre el deporte y la prostitución po- pornográfica alemana pone al servicio de los espectadores (físi-
dría abrir claves de comprensión del actual régimen farmacopor- cos y virtuales) de la Copa del Mundo de fútbol son los cuerpos
nográfico. Por litote, Marcovich nos proporciona un eslogan po- erotizados y sexualizados de los deportistas y de las trabajadoras
sible para definir la economía farmacopornográfica: «Comprar sexuales. El proceso de pornificación del trabajo, presente por
sexo es un deporte». Si es cierto que no ha habido hasta ahora igual en la industria del espectáculo y sexual, extrae plusvalía far-
una radical fordización de la industria del sexo, podríamos decir, macopornográfica de cuerpos racializados y pauperizados (cuer-
por el contrario, que ha habido una severa pornificación de las pos no blancos o procedentes de los llamados «países en vías de
industrias fordista y cultural. En lugar de imaginar la prostitu- desarrollo») a los que el acceso legal al territorio occidental ha
ción como una práctica al margen de la industria del fútbol, ha- sido radicalmente vedado por otras vías.
bría más bien que considerar el deporte en general y el fútbol en
particular como parte de una industria farmacopornográfica pla-
netaria que controla redes de Internet, clubes, discotecas, cadenas EL TRABAJADOR FARMACOPORNOGRÁFICO
de producción, distribución y difusión pornográfica, industrias
farmacéuticas de producción y tráfico de drogas anabolizantes y En cada momento histórico un tipo de trabajo y de trabaja-
de otras moléculas que suplementen el cuerpo deportivo y se- dor define la forma de producción propia de una economía espe-
xual, al mismo tiempo que cadenas de producción y distribución cífica. Curiosamente, este trabajo y este trabajador aparece re-

192 193
TESTO YONQUI PORNOPODER

trospectivamente como el más precario, aquel cuyas condiciones reconversión profesional es rutinaria, el trabajo sexual aparece
de trabajo son más severas: así, por ejemplo, el esclavo y la escla- como aquel que de forma más eficaz reduce al trabajador a una
va recolectores de algodón definen la economía de la plantación, esencia natural, marcándolo a fuego y a vida, dificultando su
el trabajador de la mina define la economía de la máquina de va- reabsorción en otros mercados de trabajo. Los trabajadores de la
por, el trabajador y la trabajadora fungibles, la economía del industria farmacopornográfica se asemejan hoy a una casta, una
campo de concentración, el trabajador y la trabajadora de la fá- especie maldita que, a pesar de la corta duración de la carrera de
brica la economía fordista. El trabajo, y el tipo de explotación es- servicios farmocopornográficos (una media de cinco años) que-
pecífica, que define hoy la economía farmacopornográfica es el dan devaluados para cualquier otra tarea del mercado legal.
trabajo sexual, y la trabajador@ paradigmátic@ de este modelo Discuto sobre la cuestión con Nina Roberts, la jefa de las ac-
de producción es la puta, la actriz o el actor porno. trices pornoterroristas francesas: me cuentan que algunas actrices
El hecho de que el trabajo sature el dominio de la excitación porno engordan quince kilos cuando dejan de rodar películas:
sexual y toxicológica no impide, sino que, por el contrario, aumen- para evitar ser reconocidas, para des-sexualizarse, para impedir
ta las relaciones de poder presentes en el modo de producción do- que las tomen por putas calientes en busca de pollas duras cuan-
minante. La distancia entre la producción aparente (producción do salen a hacer la compra. Se me ocurre que quizá les sería más
legal de mercancías autorizadas) y la producción real (produc- fácil administrarse testosterona y cambiar de género. Podrían
ción de valor excitación-frustración) es tan grande que nunca nin- convertirse así en galantes clientes anónimos con brazos peludos
guna otra clase de productores de capital a lo largo de la historia se y voces roncas. Esa transformación sería como una forma de in-
ha visto en una situación tan precaria, excepto los trabajadores es- demnización política; una suerte de recompensa cultural por ha-
clavizados de la economía de la plantación y los trabajadores fun- ber servido a la formación del Brazo Peludo masturbador hetero-
gibles de la economía del campo de concentración. Los verdaderos sexual de base. Nadie imaginaría que una perra calentona puede
trabajadores ultrapauperizados del capitalismo farmacopornográfi- camuflarse en consumidor porno anónimo y ocupar la deseada
co son las putas, los emigrantes «no-elegidos», los pequeños trafi- posición del ojo dominante con tan solo unos miligramos de tes-
cantes, los prisioneros, los cuerpos dedicados a los trabajos domés- tosterona al mes durante apenas seis meses. Curiosamente, esa
ticos y de cuidado corporal, los niños y los animales (auténticos transformación inaudita les permitiría acceder al mismo tiempo
territorios productores de materias primas farmacológicas, cuerpos al lugar del sujeto hegemónico de la representación y al lujo de la
de ensayo clínico y de consumo por parte de las industrias agroali- invisibilidad pornográfica. Sería también posible pensar en un
menticias). Todos ellos se sitúan en el umbral de la ciudadanía. cambio de género como un modo de relanzar la carrera porno-
y en el umbral de lo humano. Por consiguiente, no es solo insufi- gráfica excesivamente corta de las bio-mujeres actrices porno.
ciente o mojigato hablar de «feminización del trabajo» para refe- Teniendo en cuenta que la vida de una actriz porno es cada vez
rirse a la transformación del trabajo en el capitalismo contemporá- más fugaz (ninguna pasa de los veinticinco años), podríamos
neo, sino definitivamente tendencioso. Habrá que hablar de imaginar a Mandy Bright, Jesse Jane, Jenna Jameson o Nina Har-
pornificación del trabajo y de producción y sujección del cuerpo tley tras una mastectomía y armadas de dildos talla XL real skin
en un régimen farmacopornopolítico global. de larga fijación, iniciando una nueva carrera como finísimos
Uno de los índices del grado de explotación del trabajo se- dandis del porno que vendrían a desplazar a los Roccos y los Na-
xual y pornográfico es la inmovilidad social de sus trabajadores, chos -no me extenderé en comentarios sobre el placer farmaco-
la imposibilidad de abandonar este ámbito de producción para pornográfico de ver a la versión tecno-hombre de Nina Roberts
acceder a otras formas menos pauperizadas de trabajo. En las ac- tirarse a todas las estrellas del porno.
tuales condiciones de producción, el trabajo sexual y pornográfi- . Pero, por el momento, la restricción de la categoría sindical y
co lleva al límite la fuerza ontológica de toda relación de explota- Jurídica de «trabajo» en el caso de la prostitución, que las actua-
ción: en un tiempo en el que el trabajo se vuelve flexible y la les instituciones gubernamentales de Occidente (salvo excepcio-

194 195
TESTOYO QUl PORNOPODER

nes que debemos considerar como laboratorios políticos disiden- llosos efectos que una dosis de Viagra acompañada de la imagen
tes) llevan a cabo y el control de los circuitos de producción y adecuada produce en sus ya pronto longevas pollas. Ninguno se
distribución de la pornografía, que evita que esta se abra paso atreve a nombrar a la bestia: el núcleo del trabajo se ha vuelto se-
como una industria cinematográfica equivalente a cualquier otra xual, espermático, masturbatorio, toxicológico; el trabajo debe
del mundo del entertainment, no surge de un deseo de proteger producir el efecto de un chute si se espera de él un beneficio eco-
los derechos de las mujeres frente a la objetivación de sus cuer- nómico; en definitiva, se trata de un tipo de trabajo que más bien
pos en el mercado, como afirman al unísono diferentes voces de deberíamos llamar farmacopornopolítico que biopolítico.
la izquierda, de la derecha y diversos feminismos. Al contrario. Si Digámoslo sin reparos: en la economía pornista no hay traba-
es necesario negar que el sexo puede ser objeto de trabajo, de in- jo que no sea trabajo que levanta la polla, que mantiene erecta la
tercambio económico, de servicio o de contrato, es precisamente polla global, trabajo que provoca la secreción de endorfinas, tra-
porque esta eventual apertura de la ~ategoría de t:~bajo pone. en bajo que conforta el sentimiento de omnipotencia del consumidor
cuestión los pretendidos valores puntanos del espintu del espita- heteromacho de base. Nuestra forma actual de capitalismo o de
lismo (tanto en su discurso de derechas como de izquierdas), o, producción podría definirse como una economía de la eyaculación.
más bien, deja al descubierto los auténticos pornovalores de este. La única y auténtica plusvalía es el índice de elevación de la polla,
e trata más bien de un modo de evitar la emergencia públi- su dureza y rigidez, el volumen de sus espermáticas eyaculaciones.
ca de los verdaderos motores del capitalismo farmacopornográfi- El trabajo farmacopornográfico contemporáneo no puede,
co, evitar por todos los medios el pánico social que supondría. re- de ningún modo, calificarse de inmaterial. Realmente nada me-
velar que no es el trabajo, sino la potentia gaudendi la ~ue sUJ.e,ta nos inmaterial que el trabajo sobre el que se funda el capitalismo
la economía mundial; el pánico que genera la desarticulación farmacopornográfico: más que de inmaterial debería calificarse
total del trabajo como valor fundamental de las sociedades mo- de uber-material, supra-material, tecno-material o hiper-material,
dernas. El pánico de admitir que detrás de la economía de ~amá- puesto que su consistencia es biológica, molecular, al mismo
quina de vapor y del fordismo se esconde y emerge el gigante tiempo carnal y numérica, irreductiblemente sináptica y digitali-
complejo industrial guerra-porno-droga-prisión. zable; y su objetivo último, la producción de erección, de eyacu-
lación, de volumen espermatico. Y este trabajo es medible en li-
tros y decilitros. Seguramente, para subrayar esta materialidad, la
TRABAJO ÜBER-MATERIAL actriz porno y artista Annie Sprinkle comparaba en su pornoesta-
dística la cantidad de pollas que había chupado durante su vida
Los operaístas italianos discuten entre ellos para saber en qué como trabajadora sexual medidas en centímetros con la altura to-
medida el trabajo cognitivo o «inmaterial» es realmente inmate- tal del Empire State Building 12. No hay trabajo sexual inmaterial
rial. Quizá no hablan suficientemente de la presión y el movi- como no hay porno sin cum-sbot, ya sea este líquido espermatico,
miento de sus manos sobre sus miembros eréctiles mientras se ctprina o simple leche condensada. No hay trabajo que no sea tra-
masturban mirando las nuevas páginas porno accesibles a través bajo húmedo.
de sus conexiones wi/i de ordenador en cualquier hotel del mun- Si el trabajo contemporáneo no es inmaterial, tampoco es,
do de la humedad entre sus piernas, de la viscosidad de sus secre- como se ha pretendido, producto de un proceso de «ferniniza-
cienes. Virno prefiere llamar «lingüístico» al trabajo inmaterial, ción». Es posible afirmar, siguiendo a Lazzarato, que «el contenido
mientras que Hardt y Negri optan por el adjetivo foucaultiano y y las condiciones del trabajo hoy, impuestas tras violentas reestruc-
10 califican de «biopolítico», subrayando así la relación de esta turaciones, no son más que la extensión tendencial de las caracte-
producción inmaterial con el cuerpo. Pero incluso este cuer~o
aparece como des-sexualizado. A pesar de que todos ellos empie-
zan a caminar hacia la andropausia, ninguno habla de los maravi- 12 Annie Sprinkle, op. cit., 1998, págs. 96-97.

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PORNOPODER

rísticas del trabajo, tanto asalariado como no asalariado, estructural


e históricamente asignado a las mujeres» solo y solo si considera-
mos que el término «mujer» como significante que designa al con-
junto de todos los trabajadores y trabajadoras (hombres y mujeres,
bio- o tecno-) toxicológicos, afectivos y sexuales precariamente
asalariados. Por ello parece más eficaz afirmar que el contenido y
las condiciones del trabajo hoy son la extensión del trabajo toxico-
sexual o farmacopornográfico realizado por cuerpos que aparecen
a menudo marcados como «femeninos» (independientemente de
su género) y que se ven hoy violentamente «racializados» y paupe-
rizados. El carácter común de estos cuerpos no es tanto ser cuer-
pos de bio-mujeres, sino aparecer como cuerpos penetrables,
cuerpos que suscitan eyaculación al menor precio posible.
Todos los criterios que se agrupan bajo la etiqueta de «femi-
nización del trabajo», como la flexibilidad, la disponibilidad total,
el alto grado de adaptabilidad, la vulnerabilidad, el talento para la
improvisación, etc., no son sino la base del curriculum vitae inédi-
to de la trabajadora o del trabajador sexual virtuoso. Las caracte-
rísticas del trabajo sexual: precariedad, venta de servicios corpo-
rales a bajo precio, devaluación social del cuerpo que realiza
it al stacks up. dicho trabajo, exclusión del ámbito de la ciudadanía, etc., se están
volviendo centrales en el paradigma postfordista del siglo XXI.
O más bien, han sido siempre centrales, pero ahora esta cen-
tralidad se vuelve estructural y explícita, dejando al descubierto
el viscoso motor de la producción. Hoy, ninguna estructura de
producción capitalista funciona sin ayuda de un dispositivo mas-
turbatorio y sin una cierta cantidad de esperma derramado (desde
la industria cultural y del espectáculo, pasando por el negocio
de la telefonía y la telecomunicación, la programación informá-
tica, la industria del armamento, la industria farmacológica, etc.).
Todos estos trabajos se han visto progresivamente pornificados
siendo la precarización y la aparente feminización índices de una
nueva puesta a disposición del capital de la fuerza orgásmica de
cada cuerpo.

DIVISIÓN PORNOGRÁFICA DEL TRABAJO

Annie Sprinkle, «Pornstistics», Postporn Modernist, Cleis Press, San El concepto de pornificación del trabajo remite a la dimen-
Francisco, 1998, pág. 96. sión orgásmico-pulsional del trabajo (tradicionalmente desempe-

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TESTO YONQUI PORNOPODER

ñado como trabajo asalariado por un número limitado de hom- que empezar por reconocer las instituciones (pareja con reconoci-
bres y mujeres a los que se des casta como «putas»). Este trabajo miento social, matrimonio, reconocimiento social de la paternidad
se caracteriza por la transformación en valor capital (plusvalía) única), así como las prácticas de acoplamiento heterosexual (coito
del contacto de los cuerpos (virtual o actual), de la excitación de entendido como penetración bio-pene/bio-vagina con eyacula-
los centros bioquímicos de producción hormonal, de la produc- ción) como técnicas de reproducción asistida que han sido legiti-
ción y la transmisión de afectos, de la recepción de un impuls? madas sociopolíticamente y naturalizadas a través de la tradición y
audiovisual, de la conexión del neocórtex con los vasos sangui- de la ley. Aunque el carácter de técnica política de toda reproduc-
neos que irrigan el cuerpo cavernoso del pen~~ del clítoris,. de la ción sexual parece más evidente en las actuales prácticas de repro-
piel, de la reacción de los centros de producción ?e en~orfmas .Y ducción asistida, este acompaña y define histórica y estructural-
de oxitocina, de la respuesta en forma de placer mmed~ato o di- mente todo proceso de filiación. Tomemos un ejemplo de la Biblia
ferido de un metabolismo bioquímico preciso a una Cierta sus- -para ir cuanto más lejos posible de las actuales configuraciones
tancia, etc. relacionales queer y cuanto más cerca de los mitos fundadores de
Hasta ahora el análisis marxista de la producción utilizaba la la filiación en Occidente-: los grandes patriarcas -no sé sabe
expresión «división sexual del trabajo» para nombra~ el trabajo por qué, a menudo casados con mujeres estériles (¿se tratará de
específico de la reproducción llevado a c~bo por .las bio-rnujeres. bio-hombres que viven socialmente como mujeres?)- recurren a
Sin embargo, esta noción debe ser matizada tnplemente hasta utilizar los cuerpos vivos de sus esclavas como cavidades repro-
quedar radicalmente transformada,. ~i queremos dar cu~n.ta de las ductivas sin que esto cambie la relación que el fruto de tales pro-
actuales condiciones de la producción farmacopornograftca. creaciones tendrá con su madre «estéril». Ese es el caso, por no
En primer lugar, el concepto «división s~xual del tr~bajo» s~ hablar de la Sagrada Familia, de Jacobo, casado con la estéril Ra-
refiere a la división reproductiva de la especie, estableciendo así quel y que insernina a su esclava Bilha. Los hijos de esta serán con-
una segmentación estructural entre cuerpos ~on úteros capac~s siderados hijos de Raquel. Podemos decir que aquí la esclava lleva
de llevar a término el desarrollo de un feto Viable y cuerpos sin a cabo el doble trabajo sexual y reproductivo, mientras que recae
útero o con útero, pero sin posibilidad de gestación. Esta no- sobre Raquel, en tanto que esposa estéril, únicamente el peso del
ción, según la cual la diferencia entre trabajo de pro~ucción. y trabajo sexual sin que por ello pierda el reconocimiento de su
trabajo de reproducción es de carácter sexual, una diferencia, «maternidad natural». Aquí «el parentesco» -como nos enseña
por tanto, entre bio-hombres y bio-mujeres, da por supues.t~ la Donna Haraway- es una tecnología para la producción del efecto
coincidencia entre cuerpo de mujer y cuerpo con útero fertiliza- semiótica y material de relaciones naturales» 13.
ble capaz de reproducción sexual. Sin embargo, la relación entre La invención de la píldora a mediados del siglo xx, al sepa-
feminidad y reproducción es asimétrica. Primero, porque no to- rar heterosexualidad y reproducción, vendrá a diferenciar y dejar
das las bio-mujeres están dotadas de un útero fertilizable capaz al descubierto la multiplicidad y la especificidad de servicios im-
de llevar a término el desarrollo de un feto viable. Segundo, por- plicados en el trabajo de la reproducción: el trabajo específica-
que aun en el caso de los cuerpos de bio-n:ujeres cap.aces de ges- mente sexual, el trabajo gestacional (inseminación, embarazo,
tación, el tiempo de reproducción no equivale a la Vida total d~l parto) y el trabajo propio del cuidado y la crianza del recien naci-
sujeto. Por ambas razones, parece más pertinente, hablar ~~ «di- do. No todo trabajo de reproducción implica un trabajo sexual,
visión gestacional del trabajo» para referirse a la segmentacron de ni todo trabajo sexual implica un trabajo de reproducción. Si
cuerpos derivada de la capacidad de gestar in utero. . .. , bien es cierto que la píldora ha separado sexualidad y reproduc-
En segundo lugar, el término «sexual» en el concepto división ción, no parece tan claro que la píldora haya liberado a las bio-
sexual del trabajo silencia el carácter normativamente heterose- tnujeres heterosexuales de alguno de estos dos trabajos. Más bien
xual, hetero by default, de dicha reproducción, dando así por sen-
tado que la reproducción heterosexual es la única natural. Habría 13 Donna Haraway, op. cit., 2004, pág. 72.

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TESTO YONQUI PORNOPODER

podríamos decir que separando reproducción heterosexual de históricamente, hablan sin problema de la «higiene de las personas
sexualidad heterosexual, la píldora ha hecho obligatorio el tra- y las cosas, la gestión del hogar, la educación de l@s hij@s, el cui-
bajo sexual en condiciones de heterosexualidad institucionaliza- dado de l@s enferm@s y ancian@s, el tejido de redes de coopera-
da (puesto que antes de la píldora era más fácil para una bio- ción y solidaridad» (Lazzarato), omitiendo los servicios sexuales y
mujer rechazar un servicio de trabajo sexual no pagado de reproducción como parte de este trabajo no remunerado, como
haciendo valer la posibilidad de un embarazo no deseado), si, intencionalmente o no, protegieran el ámbito de la sexualidad
transformando el trabajo de la reproducción en «una elección» de la producción econonómica haciendo de aquella una región sa-
que no por ser opcional deja de venir a «dignificar» el esta tus grada de la actividad humana. ¿Pero cómo es posible que nadie
político de las bio-mujeres en el régimen heterosexu~l. La verda- considere la dirección política, la educación escolar o la composi-
dera liberación del trabajo heterosexual y del trabajo de repro- ción musical como actos de gratuidad y, sin embargo, sigamos pen-
ducción para las bio-mujeres no puede venir de los actuales mé- sando que hacer del trabajo sexual y de reproducción servicios
todos de contracepción -útiles capitalistas de control y gratuitos (léase pauperizado o políticamente obligatorios) equivale
consumo farmacopornografíco-, sino de una transformación a preservar la dignidad esencial de las mujeres y, de un modo más
radical de sus estatutos de género, sexo y sexualidad, de una re- amplio, de la civilización humana en su conjunto?
apropiación de las técnicas sexopolíticas que las construyen La mayoría de los análisis del proceso de transformación del
como bio-mujeres. capital eluden castamente el núcleo viscoso de la producción far-
Hagamos un ejercicio de política-ficción para imaginar algu- macopornográfica. Las nociones «feminización del trabajo» o
nas de las posibles transformaciones de las actuales técnicas sexo- «devenir-mujer del trabajo» 14, tal como han sido elaboradas por
políticas: . Christian Marazzi 15, Mauricio Lazzarato 16, Toni Negri y Judith
1. Liberalización del mercado del sexo, haciendo que cada Revel ", ocultan la verdadera razón de la aparición de un predi-
bio-mujer sea la única propietaria de su potentia gaudendi. cado de género (en este caso, género queda impropiamente redu-
2. Puesta a disposición libre y accesible económicamente cido a femenino) para calificar el actual giro del capitalismo. No
para todas las bio-mujeres de un servici? de contracepción no- hay nada que permita decir que el nuevo modelo de trabajo espe-
hormonal (los preservativos tanto masculino como femenino, por cializado y flexible postfordista es más «femenino» que el indus-
ejemplo), la esterilización (temporal o definitiva) de los ~i?-hom- trial. ¿Acaso no trabajaban las mujeres en los campos de esclavos
bres la esterilización de las bio-mujeres o el aborto, servrcios que recolectores de algodón?, ¿acaso no fueron ellas las primeras en
podrán ser reclamados siempre que la bio-mujer lo desee, sin enlatar sardinas de modo industrial o en trabajar en la industria
ningún tipo de cláusula de preferencia o ?e restricción po~ti~a o textil, o en hacer plaquetas de microchips para Microsoft? Decir
moral. Podemos imaginar que en una sociedad de economía libe- femenino para indicar la progresiva precarización del trabajo de-
ral que reconozca la legitimidad del trabajo sexual, el coste. d~l pende de un presupuesto heterocentrado y de una retórica del
aborto podría ser equivalente al coste mínimo de un servrcio género previa según la cual «seguro, estable, definitivo» implica
sexual. industrial y masculino, y «flexible, mutable, móvil y precario»
Hasta ahora, tanto el trabajo sexual como el trabajo de la re- implica postindustrial y femenino.
producción han sido considerados como actos de gratuidad, actos
que fundan una supuesta dignidad del sujeto mujer que se :e~ía
radicalmente menguada por una mercantilización de los servtcios 14 Véase Toni Negri, Exil, Éditions Mille et Un Nuits, París, 1998.
15 Christian Marazzi, El sitio de los calcetines, op. cit.
sexuales, tanto por las instituciones farmacopornográficas com?
16 Maurizio Lazzarato, Les Révolutions du capitalisme, Les Empécheurs de
por los aparatos ideológicos estatales y religiosos. Incluso los teó~i- penser en rondILe Seuil, París, 2004.
cos de izquierda de la «feminización del trabajo», cuando se refie- 17 Judith Revel, «Devenir fernme de la politique», Multitudes, núm. 12, Pa-
ren a los servicios no pagados que las mujeres han llevado a cabo rís, 2002, págs. 125-133.

202 203
TESTO YONQUI PORNOPODER

Pensemos esta relación de género ahora respecto a la actual o de su opuesto complementario:


pornificación del trabajo. Lo único que justifica calificar en tér-
minos de «feminización» el proceso de transformación actual del un cuerpo feminizado = una fuerza orgásmica = un trabajador
trabajo es el hecho de que es la producción virtual o actual de fi- sexual.
guraciones femeninas (tetas, culos, vaginas, etc.), bio- o tecno-, la
que de una manera general levanta la heteropolla global. Pero es Durante los últimos veinticinco años, el capitalismo farmaco-
cierto que también hay un índice importante de homopollas que pornográfico ha seguido utilizando para gestionar el cuerpo social
se levantan por culos de tíos, por otras pollas, por anos lubrifi- representaciones en las que domina la diferencia sexual, la hetero-
cados. Y que, por supuesto, los mecanismo mastubatorios que sexualidad como orientación sexual fundamental, la equivalencia
operan sobre los cuerpos de las mujeres, aunque todavía sub- entre masculinidad y erección, entre femenino y penetrado. Aun-
explotados, podrían constituir pronto una nueva plataforma de que en los laboratorios farmacopornográficos el capital fluye por
producción de beneficios farmacopornográficos. Pero, de modo otros caminos y la fuerza orgásmica se aplica en realidad a otros
general, hay que rendirse a la chorreante evidencia: hasta ahora frentes. Como muestra la campaña publicitaria de Viagra, lo que
las bio-mujeres (y en menor medida algunas tecno-mujeres y cier- define en realidad a la masculinidad farmacopornográfica no es la
tos cuerpos de bio-hombres erotizados) han llevado a cabo la ta- capacidad de erección masturbatoria, sino más bien la dificultad
rea de levantar el rabo del mundo. Pero nada justifica o indica de mantener una erección, de ahí el ingente mercado de suple-
que sean las bio-mujeres las que deban seguir realizándola. mentos químicos y audiovisuales que vienen a suplementarIa.
La falacia que opera en la ecuación «diferencia sexual-coito-
heterosexualidad» comienza a desvelarse con la producción de
WHAT FLARES UP FAST, EXTINGUISHES SOON las primeras hormonas sintéticas en los años cincuenta, cuando el
capitalismo intuye las posibles ventajas de trabajar con un cuerpo
Would you like to have stronger ejaculation? Come on in here: Every farmacopornográfico plástico y sexualmente polimorfo que pue-
man wishes it. Great erection and inimitable pleasure. Use this tab de transformarse intencionalmente en femenino, masculino, ser
regularly and you' II have the best. Increase your volume in just days. reactivo a cualquier estímulo sexual, que puede ser tanto consumi-
What llares up fast, extinguishes soon. The sacrifice 01 the weak is an dor como productor o trabajador sexual, poseedor al mismo
abomination lo the LORD: but the prayer 01 the upright is his delight 18. tiempo de fuerza orgásmica, de medios de producción de placer
CAMPAÑA PUBLICITARIA DE VIAGRA y posible comprador de fuerza orgásmica exterior.
(2006, distribuida vía e-mail) La heterosexualidad es un programa politicosexual que no
deja de perder valor en el mercado farmacopornográfico, viéndo-
Una de las bases discursivas del régimen farmacopornográfi- se desplazado por las representaciones gays, lésbicas, fetichistas,
co se oculta tras la ecuación fantasmática incuestionable: SM, en función de la necesidad de ampliar el índice de produc-
ción espermático y de capital. El secreto de la recepción porno-
una polla = una fuerza orgásmica = un consumidor, gráfica, afirma la Teoría King Kong, es la identificación entre el
espectador y la actriz porno 19. Detrás de una coreografía hetero-
sexual, el sujeto farmacopornográfico atiende por igual al impera-
tivo de erección masculina y de sumisión femenina a la penetra-
18 «¿Quieres tener una eyaculación mayor? Ven aquí: todo hombre lo de-
sea. Gran erección y placer inimitable. Usa esas pastillas de forma regular y ve-
rás incrementado el volumen de tus eyaculaciones en solo unos días. Lo que es-
talla rápidamente, se extingue pronto. El Señor maldice el sacrificio de los 19 Sobre la identificación entre el consumidor de pornografía y la actriz
débiles: pero la oración de los rectos le delecta». porno, véase Virginie Despentes, Teoría King Kong, Melusina, Barcelona, 2007.

204 205
TESTO YONQUI PORNOPODER

ción: controlar y ser controlado, presentarse como el universal sino de una especialización técnica del cuerpo, de una programa-
follador cuando en realidad su deseo último es ser universalmen- ción politicosomática.
t~ foll~d.o. Detrás de cada machito social se esconde un cuerpo Sin embargo, nos encontramos en una ecología farmacopor-
cIbe~netIco que desea ser penetrado como una furcia, violado y nográfica particular: en nuestra actual configuración somatopolí-
humillado por una rubia fascista, por una amazona de cabeza tica del género solo las bio-mujeres, las tecno-rnujeres y los gays
rapada y dildo de veinte centímetros o por la metralleta de una son contemplados como cuerpos potencialmente penetrables, del
joven saudí que exhibe su cuerpo y oculta su rostro bajo un velo. mismo modo que solo los bio-hombres se presentan y son repre-
Esa es la verdad de la economía farmacopornográfica: a dick is a sentados como penetradores universales naturales. Esta división
bole, una polla es un agujero. política de los cuerpos produce sucesivas segmentaciones del es-
pacio social en términos de género, segmentaciones que, sin
duda, tienden a verse progresivamente desestabilizadas con la
NUEVA DIFERENCIA SEXUAL: ORIFICIOS PENETRABLES creciente tecnificación de la producción del placer y de la repro-
y TERMINACIONES PENETRADORAS ducción sexual. De este modo, parece inevitable que la llamada di-
visión sexual del trabajo se diluya, se atenúe, o incluso se vea in-
. ~a pr?l.etarizaci?n. global del sexo, privada de reflexión y vertida dependiendo de la posibilidad de más y más bio-mujeres
accion políticas multiplica las ocasiones y las formas de opresión de acceder (de pagarse, literalmente) la posición de penetradoras
y. sumisión. La división sexual (no gestacional) no desaparece, universales, así como de más bio-hombres, en situación de preca-
sino que se multiplica y se transforma. Intercambiar deseos erec- riedad laboral, de deber acceder a la posición de anos penetra-
ciones, eyaculaciones y descargas de secreciones hormon~les es dos, de bocas mamadoras, de manos masturbadoras; en definiti-
el elemento constitutivo del proceso de producción laboral far- va, acceder a la posición de signo pornográfico o de prótesis
rnacopornográfíco. Todos los trabajadores entran en la produc- excitante, de mecanismos masturbatorios audiovisuales universa-
cron en cuanto senos hinchados, coños, anos y bocas penetra- les. Si pensamos esta nueva división técnica del trabajo sexual en
bles, pollas flácidas, eréctiles o turgentes, cuerpos productores de el actual contexto de globalización y de flujos migratorios, habrá
estrógeno, de testosterona, de sera tonina y de esperma, conecto- que decir que es posible que una mayoría de cuerpos migrantes
res orgánico-técnicos capaces de ser integrados en el circuito ilegales (marcados por líneas de racialización y de exclusión so-
farmacopornoinformático global. Todos los trabajadores entran cial) se vean rápidamente situados en la posición de «anos globa-
en la producción farmacopornográfica en cuanto «penetrables- les» (la noción de «ano» toma aquí el lugar de un orificio univer-
penetradores», en cuando facilitadores de la secreción, o segre- sal potencialmente penetrable) mientras las minorías blancas
gadores, en cuanto facilitadores de chute, o cuerpos adictos, en (tanto de hombres como de mujeres) occidentales acceden a, o
cuanto plataformas toxicológicas productoras o dependientes. preservan, su posición de penetradores universales.
~ am~o~~ Est~s segrnentaciones no dependen de un tipo de pre- En todo caso y para el capital, lo que cuenta es la capacidad
disposición biológica, D1 innata ni adquirida, puesto que todo de todo cuerpo dotado de subjetividad política de correrse y de
cuerpo es potencialmente penetrable, posee ano, boca y es po- provocar placer en otros cuerpos dotados de subjetividad políti-
tenc.Ialmente penetrador, tiene lengua, dedos, manos o puede ca masturbatoria. Pero, atención, recordemos el principio Weber-
servir como puerto de inserción prostética dildónica y cibernéti- Bilton, el objetivo no es la producción de placer, sino el control
ca, todo cuerpo es capaz de lenguaje excitante y puede excitarse a través de la gestión del circuito excitación-frustración de subje-
a través del lenguaje, de la imagen, del tacto, puede chupar o ser tividades políticas. El objetivo del porno, como del trabajo se-
ch~pado, t.odo cuerpo es al mismo tiempo tóxico y adicto, válido xual, es la producción de satisfacción frustrante. La satisfacción
y .~s~~pacItado, ~rgánico y técnicamente suplementado. Aquí la frustrante define a cualquier otra producción en la economía
división del trabajo sexual no depende de una cualidad natural , postfordista. Si en el ámbito económico el trabajo es sexo, la bio-

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TESTO YONQUI PORNOPODER

política y la tanatopolítica se vuelven sexopolítica, gobierno de formación moderna de la sexualidad en trabajo o del trabajo en
las pollas, los anos y los coños, gestión del circuito excitación- proceso de producción de excitación-frustración. Como sucede
frustración. El objeto de la sexopolítica no es otro que la produc- a menudo la extrema derecha es la primera en poner su viscoso
ción de la subjetividad a través del control tecnobiológico del dedo sobre la llaga. Los primeros en intuir la transformación
cuerpo, de su capacidad de desear, de correrse, de excitar y de del trabajo productivo en trabajo eyaculante fueron los teóri-
excitarse. Podríamos denominar farmacopornología a la ciencia cos y los técnicos de la masturbación del siglo XVIII: Auguste
social que estudia los procesos de producción, distribución y Tissot, con su definición de la masturbación como enfermedad
consumo de bienes y servicios farmacopornográficos, así como el y gasto, así como los industriales comercializadores de apara-
comportamiento de los seres tecno-vivos como una relación en- tos técnicos antimasturbación y su manera de comprender
tre fines dados (excitación, orgasmo, relajación, etc.) y medios es- toda forma de sexualidad no reproductiva como un gasto inú-
casos (drogas psicotrópicas, datos audiovisuales, prácticas, etc.). til de la fuerza de trabajo que el individuo moderno debería
En este contexto de producción y control masturbatorio glo- emplear en las tareas de producción y de reproducción de bie-
bal resulta obsoleto hablar de liberación sexual o de guerra de nes y de la especie.
los sexos. Habrá que hablar más bien de dominación, resistencia A partir de la Segunda Guerra Mundial, el devenir eyaculan-
y terrorismo farmacopornográficos: se trata del enfrentamiento te de todo trabajo productivo se vuelve efectivo. Así, el trabajo y
entre subjetividades paneyaculantes y una multitud de subjetivi- la acción política adoptan progresivamente muchas de las carac-
dades que sirven como prótesis masturbatorias, de anos y vaginas terísticas típicas de la sexualidad, del ocio y del intercambio exci-
~-----Iil,enetradas, de bocas mamado ras, de manos masturbadoras, de tante, del mismo modo que la sexualidad y la excitación se vuel-
pos dependientes de dosis químicas por su autodetermina- ven gradualmente indistinguibles del trabajo y de la acción
ión como cuerpos tecno-vivos sensibles. política. Asimismo, la división entre lo privado y lo público parece
Este nuevo proletariado farmacopornográfico es un sujeto haberse venido abajo: no solo la frontera que los separaba ha
económico que produce plusvalía sexual (y no simplemente es- perdido rigidez sino que los términos mismos parecen haber de-
permática) y toxicológica, y es también un nuevo sujeto políti- jado de tener sentido. La producción farmacopornográfica se
co: no porque pueda encarnar la promesa del feminismo radical realiza en el «devenir público» de aquello que es construido
(traicionada por los feminismos liberales y estatales antiporno- como privado.
gráficos, abolicionistas), del movimiento queer (traicionado por
los movimientos homosexuales y transexuales, y por sus alian-
zas con los poderes médicos, jurídicos y mediáticos) y de los GENERALSEX
movimientos de medicinas no alopáticas y de liberalización del
consumo de drogas (traicionados por los acuerdos farmacológi- Hoy, buena parte de la sexualidad se puede analizar como
cos y amenazados por las mafias estatales y por el tráfico de una actividad que corresponde al tipo de praxis laboral en la
drogas), sino porque emana directamente de los detritus de es- que, utilizando la famosa expresión de Marx, «el producto es
tos sujetos políticos malogrados. Crece sobre su estiércol revo- inseparable del acto de producir» 20. En esta categoría sitúa
lucionario. Marx, como nos recuerda Virno, los trabajos que «se resuelven
Al hablar aquí de trabajo sexual ya no se puede pensar el en una ejecución virtuosa: pianistas, mayordomos, bailarines,
trabajo simplemente como intercambio orgánico con la natura- profesores, oradores, médicos, curas, etc.» 21. El modelo por
leza o de la producción de objetos nuevos. Es necesario pensar-
lo como fuerza de tracción molecular, como vector de produc-
ción de placer. Han sido los teóricos de la masturbación y de la 20 Karl Marx, El Capital, cap. 6, Siglo XXI, Madrid, 1978.
sexualidad reproductiva los que mejor han definido esta trans- 21 Paolo Virno, op. cit., pág. 53.

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TESTO YONQUI PORNOPODER

excelencia de este tipo de producción improductiva (¿o habría mina u~a performance 24, una. teatr~liz~~ión esp~cífica de ~a s~-
que decir de «improducción productiva»?) no es únicamente xualidad destinada a producir excitacron. Podnamos decir, SI-
el trabajo político, como nos enseña Virno, sino el trabajo se- guiendo a Roland Barthes en su lectura de Sade, Loyola, Fourier.
xual, a no ser que consideremos -y esta segunda posibilidad que los pornógrafos son ante tod? «escenó?rafos», cn~ad~:es
es plausible- el trabajo sexual como el modelo último de todo de un contexto teatral en el que se inserta el ntual de eX~I~aCI?~-
trabajo político.
frustración 25. Se trata de un dispositivo técnico de pu~liCltaCI?n
Ninguna práctica puede satisfacer tan acertadamente la des- de la sexualidad en el que participan cuerpos, tecnologías audio-
cripción de Marx de la producción improductiva y virtuosa visuales y de la comunicación. Por ello, en el contexto de la eco-
como la práctica de mano de obra que constituye hasta hoy la nomía farmacopornográfica, no deberíamos hablar tanto ~e
base del mercado sexual urbano: la mamada. Marx, que como «cooperación intelectual» como de cooperación masturbatoria,
Engels considera la prostitución como el complemento de la ins- y no tanto de General Intellect como de General Sex o «sexo
titución burguesa del matrimonio monógamo, olvida, sin embar-
público». .. . 1 .,
go, al pensar en el trabajo improductivo, a las trabajadoras y los Si los teóricos del posttordismo han utilizado a noción
trabajadores sexuales cuya actividad virtuosa consiste en excitar, marxista de General Intellect para nombrar la .p0ten~ialidad
producir placer sexual, generar erecciones, descargas espermáti- comunicativa de cooperación de cerebros de la que obtiene be-
cas, ciprínicas; en definitiva, en estimular en el cliente la produc- neficio la nueva forma de producción capitalista, nosotros, los
ción de beta-endorfinas 22. Es posible repensar el trabajo sexual teóricos de la era postporno, llamaremos General Sex a la coo-
como parte de ese tipo de trabajo que Marx denomina «trabajo peración de deseos, pulsiones, flujos orgánicos, mol,é~ulas y pla-
servil» o improductivo, trabajo en el que se ejecutan servicios ceres que moviliza el capitalismo farma~opornog:afIco. El.tra-
corporales (como, por ejemplo, el trabajo de un mayordomo): se- bajo farmacopornográfico emplea molecul~s y organ~s VIVOS
gún su propia expresión un tipo de actividad en la «que no se in- (humanos y animales) que hasta ahora h~bIamos consl.derad?
vierte capital, sino que se gasta un rédito» 23. Para Marx estos tra- como únicamente sexuales y, por tanto, pnvados, es decir, radi-
bajos virtuosos e improductivos se caracterizan por depender de calmente no comercializables, pero que no son otra. cos~.que e~
una estructura que él llama de «cooperación»: por necesitar tecnocuerpo sexual de la multitud. El nuevo capital fIJO esta
de «un espacio con estructura pública» para su ejecución (como constituido por el conjunto de relaciones corp?:ales, sex~ales y
el auditorio de música, el público de lectores o el espacio do- de adicción, por las modalidades de producción y de circula-
méstico), privilegiando la cooperación intelectual, el General ción de la excitación-frustación que, sedimentándose en la fuer-
Intellea, noción que hoy se utiliza para describir el trabajo inma- za de trabajo, se activan después a lo largo del proce.s? de pro-
terial o de la comunicación. Pues bien, de nuevo este es el caso ducción. Toda relación farmacopornográfica (la relación s~x~~l,
del trabajo sexual: la relación entre el cliente y la/el trabajador/a la relación del cuerpo consigo mismo, la relación de adicción
sexual se da siempre y en todo caso en un espacio público, es que establecen una molécula y un metabolismo vivo) pue~e
una relación espectacular, de representación y comunicación más convertirse en capital fijo: puesto en contacto con el trabajo
que de consumo, puesto que el cliente no consume nada sino vivo y capturado, transformado en propiedad. por parte de la
una fantasía que el trabajador encarna física o virtualmente a empresa, está en posición de hacerse producuv~ ~, por ta~to,
través de eso que la actriz porno y artista Annie Sprinkle deno- competitivo en el plano internacional. La productividad aquí no
puede medirse sobre la base de la cantidad de producto por
22 Karl Marx, Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, tercer manus-
crito, «Propiedad Privada y comunismo»; Friedrich Engels, El origen de la fa- 24 Annie Sprinkle, Hardeore [rom tbe Heart. The Pleasures, Profits and Poli-
milia, la propiedad privada y el estado, Ayuso, Madrid, 1977.
tics of Sex in Performance, Continuum, Londres y Nue~a York, 200!.
23 Virno, op. cit., pág. 53.
25 Roland Barthes, Sade, Loyola, Fourier, op. at., pago 10.

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TESTO YONQUI PORNOPODER

hora :r~baja~a, ni puede referirse a una empresa o a un sector El General5ex es ante todo comunicación excitante, pot~n-
específicos, smo a un conjunto de factores de excitación-frusta- cia masturbadora global, conexión de subjetidades potencial-
ción ~ue c~ra~t~rizan el cuerpo tecno-vivo y que trascienden al mente eyaculantes. Pero, atención, el GeneralSex no puede re-
trabajador individual: un high de coca de siete minutos o un or- ducirse no debe reducirse, a litros de esperma derramados, a
gasmo de veinticinco segundos aseguran la existencia de un sis- capital fijo, sino que debe manternerse como variación molecu-
tema e~icaz de repartición e intercambio de documentos hiper- lar constante, como modulación hormonal en form~ de .repr:-
textos Interconectados y justifican toda una cadena oculta de sentación excitante, de performance sexual y de dosis psicotro-
producción y distribución virtuosa de moléculas y de cuerpos pica. El General Sex nos enseña que !a m~stur~ación y el chute
de imágenes y de sonidos. '
no son nunca actividades solitarias, sino vibraciones de cuerpos
El Gene~al Sex, la erecció~ pública, la corrida global, el or- cooperantes, la actuación colectiva del trabajo sexual o f~rmaco-
gasmo colectivo, el chute orbital, es la pulsión de entre-follarse lógico sobre un cuerpo orgásmico viv? que chorre.a capital, En
que atraviesa a las multitudes, al cuerpo total excitable del que este nivel de explosión de las fuerzas (im-) prod~ct1vas se~uales,
depende ~a productividad social. Este modo de hacer trabajar el la cooperación de los cuerpos absorbe cualqUIer, otro :IPO ~e
sexo comienza con la patologización de la masturbación en el si- trabajo productivo, de modo que toda m~rca~~Ia es sIm~l,ta-
glo XVII, produce sus modelos médicos, jurídicos y económicos neamente incitación al placer sexual y sublimación (frustacI~n)
en el XIX Y encuentra su auge como paradigma productivo des- de ese mismo placer. Una de las claves del circuit? pr?~uct1VO
pués de Hiroshima y Nagasaki, con la invención de la píldora, excitación-frustración-excitación es el carácter toxicológico del
del vídeo doméstico porno y de la industrialización del consumo placer sexual. Cuando hablamos de una economía, farrnacopor-
de servicios sexuales. Si fue necesario patologizar la masturba- nográfica hay que tener en cuenta que ambos tentaculos, el far-
ción, hacer de la homosexualidad y del fetichismo «implantacio- macológico y el pornográfico, reposan sobre una base somato-
nes perversas» (Foucault), excluir el trabajo sexual del ámbito la- política común: el carácter toxicol?~ico del placer: e~ placer es
boral haciendo de la puta un sujeto antisocial y elevando al ama satisfacción frustrante. Esta es la divisa de la econornia postfor-
de casa a la categoría de ciudadana de interés público, fue prime- dista farmacopornográfica. Su fuente última de producción de
ro y, sobre todo, para conseguir un doble proceso de producción riqueza.
de la subjetividad moderna. Por una parte, exteriorizar la sexua-
lidad, transformarla en objeto, en especie, en identidad y en valor
~condició~ sin la que esta no podría ser objeto de representación, DEVENIR CYBORG DEL TRABAJADOR SEXUAL
intercambio y publicación); y por otra parte, y de forma contra-
dictoria, un proceso que llevaría a hacer de esta exterioridad se- Efectivamente, una de las estrategias de explotación de la
xual una «interioridad» inalienable, una verdad invididual e ins- economía industrial que pasó desapercibida para Marx, fue el
transferible que pertenece únicamente al individuo en tanto que carácter oculto o para-económico de los servicios sexu~e~ y do-
propiedad privada. Dicho de otro modo, se trataba de hacer de mésticos prestados por las mujeres, las clases oprn~Id~s y
~a sexualidad, como exterioridad pública producida por un con- los pueblos colonizados por las clases dominantes (en termmos
Junto de dispositivos de representación y de mecanismos políti- de género, clase, raza). Simmel, en un ensayo de 1892, es u~o de
c.os el nec plus ultra de la verdad privada e individual. Objetivo los primeros pensadores -por no decir clientes- que considera
final: hacer de este núcleo duro (la verdad privada e individual la actividad de la prostitución como parte de la moderna econo-
del sexo: la identidad sexual, la excitación, el placer sexual) el mía urbana en la que el cuerpo de la prostituta funciona con:o
oro. blanco,. el pol~o cristalino más precioso con el que podrán un «mecanismo eyaculatorio», comparándola así a otros trabaja-
traficar las industrias farmacéuticas y de la comunicación en la .
dores técnicos que re ali zan tareas «ingratas», , su propIa ex-
segun
actual economía farmacopornista. presión, como cavar en la mina o tallar piedras en las fosas de ar-

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TESTO YONQUI PORNOPODER

sé?ico 26.Para Simmel, el trabajo sexual, como el trabajo en la gramática pornográfica audiovisual promete provocar una eyacu-
n:ma, no puede r~ducirse únicamente al acto de hacer pajas o tallar lación con el mínimo número de planos y secuencias, del mismo
piedras, y al precio que le cuesta a la mano ejercer esa tarea sino modo que a cada molécula de sildenafilo (principio activo del
que «encier~a implícitamente su formación anterior y todo s'u pa- Viagra) debe corresponder una erección duradera, un volumen
sado; del m~smo modo, las ~restaciones de numerosos obreros y de esperma siempre renovable, una dosis equivalente de placer.
de l~s proSt1tut~s llevan consigo todas sus consecuencias y sus co- Menos clara parece la posibilidad de poner en marcha una cade-
nexiones, la actitud de conjunto y el porvenir global del prestata- na de montaje sexual que permita una industrialización radical
ri~» 27. Norbert Elias, en su historia de las costumbres europeas, del trabajo sexual. La pornografía adquiere una cierta tecnifica-
afirma que en la sociedad de comienzos del Renacimiento, la ción únicamente a través del visionado videográfico, aunque, por
p.rostitución era entendida como un oficio (comparable, por el momento, no hay una máquina o robot mamador de pollas en
ejemplo, al de verdugo, es decir «ingrato, pero bien remunera- cadena suficientemente excitante y potente como para atraer a
~~») y una «organización artes anal» indispensable para la expan- los clientes del Bois de Boulogne " que a principios del tercer mi-
sion de los nuevos burgos 28. A pesar de que la caracterización de lenio pueden acceder a una mamada de boca humanoide por me-
«producción improductiva» o de «servicio personal» de Marx nos de diez euros.
parece convenir mejor al trabajo sexual, me interesa aquí anotar El avance simultáneo del tejido urbano y de las redes de
cóm? la comparación de Simmel entre trabajo sexual y trabajo de prostitución, la colonización de las poblaciones sexualizables a
la mma, y de la caracterización profesional y artesanal del oficio través de la guerra, la invasión o el turismo sexual, la producción
de .la prost.itución según Elias, subrayan la dimensión técnica y técnica de un cuerpo vivo genderizado, el control de las reaccio-
casi mecanizada del trabajo sexual y dejan la puerta abierta a una nes fisiológicas a través de compuestos farmacológicos cuya fa-
eventual industrialización del sexo. bricación y venta está vigilada y fiscalizada por los organismos
Con la explosión en los años cincuenta de la industria farma- médico-jurídicos estatales o por multinacionales farmacéuticas, el
copornográfica a escala mundial, la intoxicación farmacológica y autorregistro videográfico y la difusión intencional de parcelas de
la producción de la sexualidad se convierten en trabajo de masas vida hasta ahora consideradas como privadas, la producción
pero a diferencia del trabajo de la información-comunicación de de material pornográfico en el espacio doméstico y su difusión a
la industria cultural, cuya capacidad de producción de capital es- través de Internet. .. , todo ello habla de la aparición de un nuevo
talla al mismo tiempo, el trabajo sexual y toxicológico masificado tipo de producción über-material.
permanece en el ámbito de lo sumergido, de lo indecible, de lo Hasta hace poco existía en el ámbito del trabajo sexual el
marginal, de lo no asalariado y no sindicado. Como una sombra mismo proceso de control de la tecnificación y de no industriali-
ese trabajo -invisible más que inmaterial- sujeta y apoya toda zación que en el trabajo doméstico. Se trata de mantener la mano
otra economía productiva contemporánea. de obra en su estado más carnal y precario. Los objetivos de esta
En parte, las industrias pornográfica y farmacéutica parecen no-tecnificación de la sexualidad como de la no-industralización
conformarse con el tipo de producción fordista serial y parcial: la del trabajo doméstico son: primero, la reclusión de estos ámbitos
productivos a la esfera «privada», evitando así una posible exten-
26 Georg Simmel, «Quelques réflexions sur la prostitution dans le présent
sión de los principios democráticos y de visibilidad a esta parcela
et d2~nsl'avenir», Philos~p~ie de l'amour, Rivages ~o.che, París, 1988, pág. 12. de lo público, y segundo, el mantenimiento de ambas prácticas y
, « ... renferme implicitement sa formation anterieure et tout son passé, de contextos, el doméstico y el sexual, fuera del dominio de la acti-
meme y a.-t-~ dans les prestations d'innombrables ouvriers ainsi que dans celles vidad económicamente remunerada, lo que reduce a los/las tra-
des prosntuees toutes leurs conséquences et connexions, l'attitude d'ensemble
et l'avenir global du prestataire», ibidem, págs. 20-21.
28 Norbert Elias, La civilisation des moeurs, Calmann-Lévy, París, 1969, 29 Bosque situado en la periferia de París conocido como lugar de cita entre
págs. 388-389. trabajadores sexuales y clientes.

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TESTO YONQUI PORNOPODER

1 bajadores/as de estos ámbitos a la categoría de esclavos no asala- trabajo doméstico conduce a una privatización aún más severa de
I riados. ambas prácticas. Por ello, como estrategia crítica desde el punto
Si bien es cierto que el ámbito doméstico se ha tecnificado de vista de una pornología filosófica, comenzaremos por com-
extraordinariamente desde finales de la Segunda Guerra Mun- prender toda actividad doméstica (remunerada o no remunera-
dial, podemos afirmar con Angela Davis que esta tecnificación da) como parte de una economía más amplia de trabajo sexual,
no ha llevado a una emancipación radical del trabajador (no-asa- es decir, como parte de los procesos de cría, cultivo y cuidado de
lariado) doméstico a través de un proceso de industrialización de la subjetividad masturbatoria y eyaculante.
las ta~eas del ama de casa 30. Angela Davis nos invita a imaginar La auténtica tecnificación del trabajo sexual no hay que bus-
trabajadores de empresas ultraperformantes y altamente tecnifica- cada en la presencia de instrumentos técnicos en la sexualidad,
das que realizarían los trabajos domésticos de forma serial: em- sino que esta opera de un modo más sutil, a través de la produc-
presas que librarían platos cocinados a domicilio, empresas de ción biotecnológica del cuerpo cultural del trabajador sexual, un
recogida, lavado y planchado de la ropa, de limpieza industrial, proceso de podríamos denominar, utilizando el concepto de Kli-
que se desplazarían a domicilio convirtiendo en obsoleta la tarea ne y Clynes repolitizado por Donna Haraway, devenir cyborg del
del ama de casa. Sin embargo, hoy estas actividades siguen siendo trabajador sexual. Dicho de otro modo, la mejor máquina alta-
realizadas en buena medida por el ama de casa no remunerada o mente tecnificada mamadora de pollas es una silenciosa y políti-
bien P?r empleadas pauperizadas y racializadas (emigrantes le~a- camente inactiva boca de inmigrante ilegal adolescente, boca ex-
les o sin papeles) cuyo acceso a otros trabajos ha sido limitado tremadamente joven y pulposa o boca siliconada de transexual
por las leyes de la inmigración y la segregación racial del trabajo sin acceso a cambio de sexo legal sobre su documento de identi-
legal, en definitiva, cuyo acceso al espacio político ha sido siste- dad. Estas son las tecnomáquinas sexuales del siglo XXI: cuerpos
máticamente frustrado y que, en realidad, ocupan posiciones si- vivos a los que se les niega acceso al espacio político, privados de
milares a las del trabajador sexual. discurso público y derecho de insumisión, despojados del dere-
No por azar, según la caracterización de Marx, la puta, el cho a sindicamiento, huelga, seguro médico y paro. Aquí no hay
ama de casa y la trabajadora doméstica se encuentran en la mis- competición entre la máquina y el trabajador como en el fordis-
ma categoría de trabajadores serviles e improductivos. Del mis- mo tradicional, sino al contrario: el trabajador se vuelve biomá-
mo modo que la puta se dedica al trabajo nunca acabado de la quina sexual.
excitación, el ama de casa lo hace a la tarea nunca acabada de ali- La verdadera tecnificación del trabajo sexual se opera a
mentar, cuidar y producir confort. El esclavo doméstico no es través de la producción de cuerpos sexuales en tanto que meca-
sino una mezcla radicalmente y a menudo racialmente pauperiza- nismos eyaculatorios y cuerpos sexuales eyaculantes. La mayor
?a de am~os. En los tres casos se trata de trabajos sin producto parte de las trabajadoras sexuales del siglo XXI son cyborgs biopo-
independiente, trabajos sin obra autónoma y finita, es decir líticos lumperizados adaptados al proceso de producción de pla-
prácticas productivas que corresponden a eso que Marx denomi- cer masificado a bajo coste. Pero, atención, no hay aquí ninguna
na «servicios personales» 31. En los tres casos, su trabajo se consi- determinación natural, ni de sexo, ni de género, ni de raza. Se
dera como no mecanizable, como imposible de absorber por la trata únicamente de diferencias que resultan de procesos de es-
producción técnica. pecialización sexopolítica. Cualquier cuerpo de bio-mujer o de
El movimiento de doble hélice que durante la modernidad bio-hombre puede ser sometido a un proceso de transformación
lleva a la domesticación de la sexualidad y a la sexualización del farmacopornográfica que hará de él o de ella una puta técnica-
mente performante. Así, por ejemplo, si se trata de un cuerpo de
bio-hombre, la transformación implicará una cierta dosis regular
so Angela Davis, op. cit., cap. 13, «El trabajo doméstico toca a su fin: una
de hormonas estrógenadas y de antiandrógenos, una cantidad su-
perspectiva de clase».
,1 Paolo Virno, op. cit., pág. 53. ficiente de silicona para la fabricación de senos y de nalgas, una

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PORNOPODER
TESTO YONQUI

gitimar al otro, des-subjetivarlo, reduciéndolo a la categoría de


d~pilación por electrolisis y seg uramen ' , , criminal para poder hacer uso de su fuerza de trabajo de forma
bio-pene relativamente eficiente ue te unp~l~ara guardar un
gratuita o a bajo coste, Así, y de un modo efectivo, los mismos
constituye como afirm dq 1 para la actividad profesional
" a una e as port 1 " , sujetos históricos y materiales habitan en un circuito cerrado que
transgenero francesa PASTT 32 ' aV,oces a asociacion
les lleva desde la industria de la droga a la industria del sexo y al
bajo» igualmente reclamado ,«u7 pteclOso instrumento de tra-
complejo industrial carcelario, Más que de un gueto podríamos
mosexual. En la actualidad pOf e, c lente heterosexual que ho-
hablar de un gusano espacio temporal dentro de las sociedades
gaudendi puede volverse t:c~~~ ~~e:n~~~P? dot~do de poten~ia
tuosa en un tiempo de pr d ,~ lati auca mas o menos V1r- democráticas contemporáneas,
L imbi d o uccion re ativamente breve Siguiendo el argumento de Angela Davis, podríamos decir
\ os am itos e producción porn 'f ' que los complejos industriales carcelarios y los ámbitos de traba-
ocupan hoy una posición est logra ,1Cay de trabajo sexual
jo de la pornografía y la prostitución son la continuación, por
el proceso de producción Iarmacc sem~Jante al de la prisión en
otros medios, de la economía del esclavismo en el centro de las
continuo industria del sexoarmac~p,or~lsta contemporánea, El
con la economía doméstic )
de explotación máxim
-~?;~ ejo industrial prisión (junto
a d 1 uJa una ,cartografía de reductos
sociedades democráticas occidentales, Estos espacios no son re-
ductos de excepción, sino islas de experimentación privilegiadas
a, ver a deros oaS1Sd 1 '1' en las que se ponen a prueba técnicas de control y producción de
material, reservas distópicas d ' e capita ismo uber-
los seres tecnovivos que serán luego extendidas a la sociedad
tro de las actuales sociedad ~ exper~,entación biopolítica den-
únicas industrias que dentres democraucasd33, Se trata de las dos democrática en su conjunto,
funcí ,o e nuestras emo ias h ' Del mismo modo, en el contexto de la economía farmaco-
tas, uncionan según un ré i ' ' cracias umarus-
pornista, la guerra (forma extrema de las industrias farmacopor-
clavista de la plantación' s g men ~:oxlm?lal de la economía es-
, ' ' egregac10n raCla y de' 1 ' nográficas y del complejo industrial carcelario) no es una desvia-
rrnmmos o inexistentes (un trabaiad d 1 ",genero, sa anos ción con respecto a la economía de producción y consumo en
tín, San Francisco cobr ' J, ~r e a pnsion de San Quin-
, a veinte centimos p h deci ' tiempos de «paz», sino un laboratorio privilegiado donde experi-
euros al día cantidad equi 1 1 d or ora, es ecir, 1,60
, ' va ente a a e t bai d d mentar a escala global con drogas duras, llegar a cabo violaciones
industria deslocalizada en e b un ra aJa, or e una colectivas, institucionalizar formas de servicios sexuales obligato-
prohibido, inexistencia del der:~h:~~ h~~recho de s:ndicación rios no remunerados, reducir poblaciones enteras a la condición
les de vacaciones días f ti nf ga o de peno dos lega-
, es 1VOSe ermed d d de trabajadores pauperizados e implementar programas de exter-
desempleo, En definitiva 1 ". , 1 a p,aga a o seguro de
xual son los únicos árnbit' a pnsion, e trabajo doméstico y se- minación tecnobiopolítica,
d El régimen farmacopornográfico se eleva sobre las ruinas
cidentales donde se ha l~: ; nu~stras act~ales democracias oc-
que deja la Segunda Guerra Mundial. Su erección crece como
cho civil y legal y de todo ~iv~ a ,os trab~Ja~ores de todo dere-
el champiñón nuclear de la bomba de hidrógeno, Es el legado
trabajo realizado El act al p ,j¡eglO econorruco o moral sobre el
el consumo de d' lU co, go p,enal, que condena el tráfico y psicopolítico (violencia máxima, excitación máxima, toxicomanía
rogas, a prostitucion y la di t ib ' , d ' colectiva, psicosis postraumática) Y técnico (redes de comunica-
materiales pornográficos "lS n ucion e ciertos
, es una tecruca legal que permite desle- ción informáticas, técnicas de digitalización de la imagen, nuevas
moléculas y nuevos materiales sintéticos) de la industria experi-
, , 32 PASTI : P'revention
' Action Santé T il mental de la guerra: es la aplicación de las nuevas técnicas de
cion de Prevención y Acción de Salud ~vab ?our les Transgenres (Asocia-
nero). y ra ajo para las Personas Transgé- producción de placer (excitación-frustración) en el cuerpo recno-

'A re Prisons
33 Véase Angel a D aVIS, ' Ob 1 ;¡ S
vivo a escala global.
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