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Convulsiones psicógenas (no epilépticas)

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Las convulsiones de origen psicológico son prácticamente idénticas a las producidas durante un
ataque epiléptico, aunque la persona que las padece no es epiléptica, y dicho ataque tiene un
origen psicológico.

Se estima que el entre el 20 y el 30 % de los pacientes que acuden a especialistas en epilepsia


tienen convulsiones psicógenas en vez de epilepsia. En la población general, se estima que la
prevalencia de este tipo de convulsiones es del 33 por ciento, lo cual supone que es tan común
como la esclerosis múltiple o la neuralgia del trigémino.

No obstante, es un trastorno que causa incomodidad entre la ciencia médica. "A pesar de ser tan
común, los síntomas psicógenos suponen un reto incómodo y a menudo frustrante", dice el
doctor Selim R. Benbadis, director del Comprehensive Epilepsy Program y profesor de neurología
y neurocirugía de la Universidad de South Florida. En un artículo publicado en Epilepsy &
Behavior, Benbadis escribió que "la American Psychiatric Association tiene abundante material
escrito para la educación de los pacientes en diversos temas, pero nada sobre los trastornos
somatomorfos. Los síntomas psicógenos tampoco están siendo el objetivo de numerosas
investigaciones clínicas. Por tanto, parece haber una desconexión entre la frecuencia del
problema y la cantidad de atención que se le dedica."

Es bastante frecuente que se realice un diagnóstico incorrecto de las personas que padecen
convulsiones psicógenas. De hecho, se ha visto que el 25 % de las personas diagnosticadas de
epilepsia que no han respondido al tratamiento farmacológico, están mal diagnosticadas. "Por
desgracia, una vez que se realiza el diagnóstico de epilepsia, se perpetúa con facilidad sin que se
lo cuestione", dice Benbadis, "lo que explica el inusual retraso en el diagnóstico y el costo
asociado a las convulsiones psicógenas".

Al ser erróneamente diagnosticadas de epilepsia y tratadas con fármacos antiepilépticos, estas


personas corren el riesgo de padecer problemas médicos originados por el uso incorrecto de
estos fármacos, así como intervenciones peligrosas como la intubación durante las visitas a las
salas de urgencias.

En muchos de los casos de personas con convulsiones psicógenas diagnosticadas erróneamente


de epilepsia se ha considerado que el EEG era anormal. Esto es debido a que los neurólogos que
no están especializados en EEG o en epilepsia a menudo consideran anormal lo que los
especialistas consideran normal. Por este motivo, el diagnóstico de convulsiones psicógenas
debería realizarlo sólo un especialista en epilepsia.
En algunos casos, las crisis convulsivas han cesado tras informar al paciente del diagnóstico
correcto.

Una pequeña proporción (el 10%) de personas con convulsiones psicógenas, tiene también
epilepsia simultáneamente, de manera que algunos de sus ataques serán epilépticos mientras
que otros serán psicógenos. En estos casos, es importante que tanto el paciente como sus
familiares aprendan a distinguir ambos tipos de ataques.

En qué consisten las convulsiones psicógenas

Se trata de ataques similares a los ataques epilépticos, pero que no están provocados por
descargas cerebrales anormales, sino que son una manifestación de malestar psicológico. Con
frecuencia, estas personas parecen tener convulsiones generalizadas, con caída al suelo y
temblores, similares a un ataque epiléptico tónico clónico. Con menor frecuencia, pueden ser
similares a las crisis de ausencia o ataques parciales complejos, en los que se produce una
pérdida de la atención, con la mirada perdida.

Causas

Las convulsiones psicógenas son de origen emocional y están relacionadas con el estrés. Muchas
personas con este tipo de convulsiones utilizan peores estrategias de afrontamiento del estrés
que el resto de las personas.

Un gran número de pacientes con este tipo de ataques ha sufrido alguna experiencia traumática,
como abuso físico o sexual, divorcio, muerte de un ser querido o alguna otra pérdida importante
o cambio repentino. Algunas de estas experiencias pueden haber tenido lugar en un pasado
lejano. Las convulsiones psicógenas son una manifestación física inconsciente de un problema
psicológico y se consideran un trastorno de conversión, los cuales se encuentran clasificados
dentro de los trastornos somatomorfos. Concretamente, el nombre correcto para el trastorno
que padecen estas personas sería del de trastorno de conversión con convulsiones.

Los trastornos somatomorfos son trastornos cuyos síntomas sugieren la existencia de una
enfermedad médica, pero en los que no puede encontrarse ninguna causa médica que los
explique. En el trastorno de conversión, los síntomas son similares a los producidos por un
trastorno neurológico, pero se producen como consecuencia de un conflicto psicológico. Son más
comunes en la adolescencia y en los adultos jóvenes, aunque puede aparecer a cualquier edad.

"Para algunos pacientes con convulsiones psicógenas, los ataques son un manifestación de un
trauma, también conocido como trastorno de estrés postraumático (TEPT). Para tratar pacientes
con TEPT, el clínico ha de tomar el ataque aisladamente para ver qué representa en términos de
emociones y recuerdos y dónde se encuentra almacenado en el cuerpo", dice Susan Kelley,
psicóloga y profesora de la Universidad de South Florida. Ella explica que cuando una persona
padece un trauma como abuso físico, abuso sexual o ser testigo de violencia, su cuerpo puede
absorber este trauma. Por tanto, el ataque es el modo que tiene el cuerpo de expresar lo que la
persona no puede expresar verbalmente.

Aunque en muchas ocasiones el paciente puede narrar los acontecimientos traumáticos vividos,
a menudo han sido bloqueados de la conciencia. No es tampoco extraño que el mismo conflicto
psicológico que esté produciendo los ataques, dé lugar otros problemas de tipo psicológico como
depresión o ansiedad, las cuales pueden encontrarse en muchas personas con convulsiones
psicógenas.

Por tanto, lo que sucede es que el dolor emocional que es vivido como intolerable por la
persona es sacado de la conciencia y trasladado al cuerpo físico, de manea que el malestar
emocional deja de sentirse. Es decir, el hecho de que las convulsiones sean de origen psicológico
no significa que sean intencionales, sino que son creadas de manea inconsciente como un
mecanismo de defensa para mantener el estresor fuera de la conciencia.

Las convulsiones psicógenas pueden formar parte de un trastorno psicológico, pero también
pueden ser una respuesta a un estrés agudo en pacientes sin evidencia de psicopatología.

Cómo se diagnostican las convulsiones psicógenas

Mientras que los EEGs suelen resultar útiles en el diagnóstico de la epilepsia, a menudo son
normales en personas con epilepsia y no debería utilizarse de manera aislada para su
diagnóstico. La prueba más fiable para el diagnóstico de convulsiones psicógenas es el video-
EEG. Consiste en monitorizar a una persona mediante una videocámara y mediante un EEG
durante varias horas o días hasta que se produzca un ataque. Mediante el análisis del video y el
EEG puede realizarse un diagnóstico bastante acertado.

Existen algunas pistas que pueden indicarnos que se trata de convulsiones psicógenas:

 Los fármacos antiepilépticos no producen ninguna mejoría del paciente.


 Existencia de desencadenantes específicos que no suelen darse en los ataques epilépticos.
Por ejemplo, desencadenantes emocionales, como estar estresado o sentirse emocionalmente
mal. Otros desencadenantes que sugieren la existencia de convulsiones psicógenas son el
dolor, ciertos movimientos, sonidos, luces, sobre todo si suelen causar ataques de manera
consistente.
 Convulsiones que ocurren sólo en presencia de otras personas o únicamente cuando el
paciente está solo.
 Las convulsiones psicógenas no ocurren durante el sueño, aunque a veces lo parezca y
aunque a menudo el paciente informe de que estaba durmiendo.
 Ciertos detalles de los episodios incluyen características que no son consistentes con la
existencia de ataques epilépticos, como movimiento de la cabeza de un lado a otro,
movimiento bilaterales no sincrónicos (como pedalear), gemidos, tartamudeo y arquear la
espalda.
 La existencia de una historia de otros problemas de origen psicológico como fibromialgia,
dolor crónico y fatiga crónica suelen ser un indicativo de que se trata de convulsiones
psicógenas.
 Antecedentes de trauma sexual o abuso.
 Existencia de síntomas psíquicos como ansiedad, depresión, un afecto inapropiado o ausencia
total de preocupación, quejas somáticas múltiples y vagas e interacciones anormales con los
miembros de la familia.
 Mantener los ojos cerrados durante los ataques (en la epilepsia los ojos permanecen
abiertos).
Inicio y cese gradual de los ataques.
 Movimientos pélvicos (sobre todo empujar hacia delante).
 Duración prolongada (2 a 3 minutos)

Tratamiento

Dado que es un trastorno psicológico, el tratamiento más indicado es la psicoterapia. Con una
terapia adecuada los ataques desaparecen en el 60-70% de los adultos, y estas cifras son aún
más elevadas en el caso de niños y adolescentes.

Un error común consiste en rechazar el diagnóstico y no seguir un tratamiento, debido a que


algunas personas se niegan a aceptar que padecen un trastorno de tipo psicológico. Por tanto,
las personas que aceptan el diagnóstico tienen más probabilidades de superar tanto los ataques
como el problema subyacente que los está causando y que tal vez está también provocando
otros síntomas, los cuales serán también tratados a lo largo de la psicoterapia.

Ataques no epilépticos de origen fisiológico

Otro tipo de convulsiones no epilépticas pueden tener un origen fisiológico. Pueden tener
múltiples causas. Por ejemplo, pueden estar asociadas a episodios sincopales, migrañas
complicadas, ataques de pánico, ataques isquémicos transitorios. Y pueden deberse a disfunción
del sistema nervioso autónomo, arritmias cardiacas, hipoglucemia, intoxicación por drogas o
síndrome de abstinencia.

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