forzada
Es decir, para que exista una desaparición forzada se tienen que comprobar dos
elementos en la conducta por parte del o los perpetradores, las cuales son: una
privación ilegal de la libertad, y la negativa a reconocer dicha privación o
proporcionar información sobre ésta, o el paradero de la persona.
En el caso de Marco Antonio Sánchez existió una detención (el primer elemento)
ocurrida el 23 de enero de 2018 por parte de cuatro policías de la @SSP_CDMX,
a petición de un ciudadano que nunca fue identificado.
Más adelante se dio a conocer que, luego de la detención, los agentes no
trasladaron al joven al Ministerio Público 40, en Azcapotzalco. Tras identificar a los
policías involucrados, éstos no proporcionaron en un inicio información sobre el
paradero de Marco Antonio, en su lugar alegaron que “lo bajaron” de la patrulla en
la que se lo llevaron sin dar más detalle de su ubicación (el segundo elemento).
Además, los familiares defendían que los testimonios de los cuatro policías no
eran consistentes con la evidencia que les fue proporcionada en el Centro de
Monitoreo C-5 de la Ciudad de México. No sólo esto, sino que las autoridades
encargadas de la investigación tampoco proporcionaron información que ayudara
a los familiares a conocer con mayor detalle el hecho (abona al segundo
elemento).
Esto sin dejar de lado que se tipificó lo ocurrido como un “secuestro”, a pesar de
que nunca existió una solicitud por parte de los presuntos responsables por
obtener algún tipo de beneficio después de ocurrida la privación de la libertad.
Tampoco podemos pasar por alto que la Comisión de Derechos Humanos del
Distrito Federal, así como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos en México, señalaron necesario investigar la
desaparición de Marco Antonio como una desaparición forzada.
“La desaparición forzada no depende del tiempo que dure para clasificarla como
delito”
La noche del domingo 28 de enero, @hiramalmeidae, titular de la @SSP_CDMX,
señaló en rueda de prensa que “se establecerían, en su caso, las sanciones
correspondientes” a los presuntos responsables de la desaparición de Marco
Antonio Sánchez por el “no seguimiento de algunos protocolos” posteriores a la
detención. Sin embargo, agregó que “lo importante hoy es que se acredita que no
existió una desaparición forzada” por parte de los elementos de la policía.
La primera está en que el delito de desaparición forzada “no depende del tiempo
que una persona permanezca detenida sin que se sepa dónde está”.
Lo anterior fue establecido por el Comité de las Naciones Unidas contra la
Desaparición Forzada (CED) dentro del dictamen respecto a la comunicación núm.
1/2013, correspondiente al caso del argentino Roberto Agustín Yrusta.
Eso significa que hay una desaparición forzada si se comprueban los elementos
de la conducta señalados en la sección anterior (privación ilegal de la libertad +
negativa a reconocer dicha privación), independientemente de si la persona estuvo
desaparecida sólo por algunos días, o si permanece desaparecido/a. Quizá los
implicados participaron de manera voluntaria en brindar información para ayudar
en las investigaciones; sin embargo, eso no elimina la responsabilidad por la
acción cometida.
El hecho se ve agravado –aunque haya sido sólo por algunos días– puesto que la
persona que es desaparecida se ve vulnerada en una serie de derechos, los
cuales van desde el derecho a la libertad personal; derecho a la integridad
personal; derecho a la integridad personal de niños y niñas; derecho al
reconocimiento de la personalidad jurídica; derecho a la vida (para algunos casos),
entre otros.
Por último, no podemos olvidar que durante los últimos 11 años o más, ha habido
un intento de las autoridades en distintos niveles por no querer reconocer casos
que cumplen con los elementos de la desaparición forzada como tal. Por el
contrario, se han mantenido tipificados como “secuestros” o alguna otra forma de
privación ilegal de la libertad, disminuyendo la responsabilidad del hecho.
http://www.proceso.com.mx/520407/el-de-marco-antonio-un-caso-de-desaparicion-forzada