Su hijo, estudiante de un colegio en Bogotá, puede ser bueno multiplicando y restando, ha leído y
pasado los exámenes de comprensión sobre cuentos de García Márquez y entiende sin problemas
el ciclo del agua. Es un estudiante que nunca pasa raspando. Pero eso no le impide, por ejemplo,
ser intolerante con sus compañeros o ser impulsivo. ¿Importa eso en la escuela? La Secretaría de
Educación (SED) ya trabaja en serio, con la ayuda de expertos internacionales, en la posibilidad de
contar con más elementos para que la medición de las habilidades en matemáticas y ciencias
naturales sea complementada con la medición de habilidades sociales y emocionales.
Como lo anticipó El Espectador, Bogotá hará parte de un estudio mundial de la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en el que participarán otras nueve ciudades y con
el cual se hará un seguimiento de varios años a estudiantes con el fin de medir sus capacidades
socioemocionales y así contar con estadísticas que permitan enfocar mejor la política pública
educativa. El convenio con esa organización está firmado y la idea es comenzar un piloto el próximo
año con alumnos de grados primero y séptimo, a los que se les hará seguimiento año tras año.
Este diario dialogó con dos asesores internacionales de la SED en este proyecto: el economista
japonés Koji Miyamoto, director en la OCDE del proyecto Educación y Progreso Social, y la
canadiense Kimberly Schonert-Reichl, profesora del Laboratorio de Aprendizaje Socioemocional de
la Universidad de British Columbia.
Miyamoto, de hecho, ya ha visitado colegios bogotanos para conocer la realidad local y saber cuál
es la base desde la que se debe partir en la ciudad. “En algunas escuelas me ha llamado la atención
que se implemente la educación cívica”, dice. “Es algo prometedor para medir las habilidades
socioemocionales. En un futuro se puede mirar cómo dictar clases como matemáticas y español, de
tal forma que los niños aprendan al tiempo cómo fortalecer esas habilidades”.
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En: El Espectador. Com. Disponible en http://www.elespectador.com/noticias/bogota/medir-
habilidades-sociales-los-colegios-articulo-
570550?utm_source=Lyris&utm_medium=Email&utm. Consultado en Julio 7 de 2015.
TECNOLOGIA INFORMATICA GRADO 601. ENSMÁLAGA III PERIDO 2018
Koji Miyamoto: Debemos medir habilidades que capturen capacidades individuales relacionadas con
cinco puntos: uno, comprometerse con los demás; dos, colaborar; tres, regular emociones; cuatro,
alcanzar metas, y cinco, mantener una mente abierta.
Schonert-Reichl: Es algo que aún no está claro y depende del contexto. Lo que en Bogotá puede ser
importante no necesariamente lo es en Vancouver (Canadá).
Miyamoto: Hay muchos instrumentos, aunque tienden a ser sesgados y difícilmente comparables
entre países y culturas. La OCDE busca trabajar con los mejores expertos en mediciones del mundo
para desarrollar medidas confiables. La más típica es pedirle al niño que indique su nivel, por
ejemplo, de perseverancia. Otra es pedirles a padres de familia y profesores que hagan un reporte
sobre las habilidades de los niños. También hay pruebas de desempeño, como un test de
computador que indirectamente evalúe la diligencia para realizar cuestiones académicas, lo que
puede proveer un resultado objetivo. Incluso puede valerse de registros administrativos, como el
ausentismo escolar, para capturar habilidades socioemocionales.
Se habla de la necesidad de una educación útil para el trabajo. ¿De qué sirve mejorar estas
habilidades a la hora de ser un buen trabajador?
Miyamoto: Hay evidencia que sugiere que las habilidades sociales, el autocontrol y la confianza
guían el desempeño laboral. Es probable que estas habilidades contribuyan a que la gente
encuentre buenos empleos y sea productiva. Personas con fuertes habilidades socioemocionales
también podrían convertirse en buenos emprendedores.
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Schonert-Reichl: Hay que enseñarles a los profesores estas habilidades. No se trata sólo de
entregarles una carpeta en la que se les diga qué hacer, sino que tienen que entender la importancia
de esto y trabajar en el entorno adecuado. Si enseñan ciencia, deben enseñarles a los niños cómo
los descubrimientos científicos pueden afectar la conciencia social; si es matemáticas, cómo los
niños pueden trabajar juntos para resolver problemas en conjunto. Debe ser algo que esté en el
tejido del colegio, desde que se saluda hasta cuando se come en grupo.