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Pastoral Socio-Caritativa Diego M.

F A

IGLESIA, SERVIDORA DE LOS POBRES


CV asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española
Este documento que presentamos de la Conferencia Episcopal es una
llamada de atención a todos los cristianos a ser partícipes de la acción
caritativa de la Iglesia. En este mundo golpeado por la crisis es necesario que
la Iglesia se haga presente para dar esperanza a todo el que lo necesita, ya
que nos encontramos ante un panorama que no solo golpea económicamente,
sino que también afecta a lo moral y lo social. Nos ponen en alerta ante la
cuestión de la fractura social que se ha producido, pues el rico se ha hecho
más rico y el pobre más pobre, aunque haya datos que nos alientan a mirar
con esperanzas hacia un futuro que parece un poco mejor.
En una primera parte del documento se hace alusión a los problemas
actuales, se hace una mirada a la realidad que nos afecta a todos: familias
desestructuradas sumidas en una «crisis cultural profunda»; una sociedad
envejecida por la baja tasa de natalidad; creciente número de abortos; falta
de apoyos a las familias por parte del Estado; paro en jóvenes y mayores de
50 años; la trata de mujeres, la violencia doméstica; y sobre todo la
emigración como «nueva forma de pobreza». También hace una denuncia a
la corrupción como mal moral, que «compromete el correcto funcionamiento
del Estado» y que derivan de «la codicia financiera y la avaricia personal».
Todo ello lleva a una desconfianza hacia los políticos, las instituciones
públicas, etc. Por último en este punto, nos pone en alerta con el
«empobrecimiento espiritual», un alejamiento de Dios, la despreocupación
del destino trascendente del ser humano, que hace que perdamos la capacidad
de amar a todo hombre como a Dios amor. Alerta sobre los «muchos
bautizados que carecen de una suficiente formación cristiana y vivencia de
la fe», que las hace vulnerables a cualquier ideología fácil que da la espalda
a Dios.
En el siguiente punto los Obispos nos darán algunas de las razones por
las que se ha llegado a estas situaciones. La negación de la primacía del ser
humano, crisis esta anterior a la crisis económica. Esta negación hace a su
vez «negar la primacía de Dios en la vida personal y social», donde se ansía
el dinero por encima de todo y se deja de lado el bien común, creando
pobreza: «urge recuperar una economía basada en la ética y en el bien común
por encima de los intereses individuales y egoístas». Hay que reconocer el
valor de la vida humana, dada gratuitamente, cuidar la fragilidad de personas
y pueblos. También nos hablan de la cultura de lo inmediato, en referencia
al aquí y al ahora, donde no se tienen en cuenta los que vendrán más adelante
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o los que se encuentran lejos. Es necesario incidir en los contenidos


educativos humanistas, morales y religiosos, y no extralimitarlo a lo
científico y técnico. Un modelo centrado en la economía, donde los ricos se
hacen más ricos y los pobres más pobres, «por dar prioridad a una
determinada forma de economía basada exclusivamente en la lógica del
crecimiento, en la convicción de que “más es igual a mejor”». La ideología
de la lógica mercantil, hay que restablecer la justicia mediante la
redistribución, se adora a un ídolo hecho por nosotros mismos.
En un tercer punto, los Obispos nos ofrecen unos puntos para intentar
buscar soluciones a estos problemas desde la Doctrina Social de la Iglesia.
Hay que tener en cuenta que «la economía está al servicio de la persona y de
su desarrollo integral», hay que recuperar la primacía de la dignidad de la
persona, recuperar la visión central del hombre. Es necesario que los bienes
lleguen a todos de forma equitativa con justicia y caridad, por ello hay poner
en práctica el destino universal de los bienes, para romper la desigualdad que
supone que unos tengan tanto y otros tan poco. Todo ello desde una
solidaridad y un equilibrio entre los derechos y deberes, el bien común debe
ser tarea de todos, «que todos seamos responsables de todos», debemos
trabajar por ello. Y por último, teniendo en cuenta el principio de
subsidiariedad, donde todos somos responsables del desarrollo social, a
través de este principio nos sentimos «personas activas y responsables» y
«permite un justo equilibrio entre la esfera pública y la privada».
Finalmente la asamblea hace una llamada de esperanza a afrontar esta
realidad desde la fe, con una serie de propuestas. Promover una actitud de
continua renovación y conversión, llamada de conversión que nos afecta a
todos y que nos llevará a un encuentro con Cristo en los más pobres. Cultivar
una sólida espiritualidad que dé consistencia y sentido a nuestro
compromiso social, anunciar la Buena Nueva a los más pobres, trabajar en
el campo caritativo y social, transformando las estructuras de este mundo.
Apoyarse en la fuerza transformadora de la evangelización, profundizar en
la dimensión evangelizadora de la caridad y de la acción social, promover
el desarrollo integral de la persona y afrontar las raíces de la pobreza,
defender la vida y la familia como bienes sociales de vital importancia,
afrontar el reto de una economía inclusiva y de comunión, y fortalecer la
animación comunitaria. Todo ello nos hará acercarnos a Cristo que es amor,
y ese amor que nos transmitió hemos de hacerlo nosotros con todas las
personas necesitadas de una cercanía hacia nosotros, hacia todos los
hombres, hacia el mundo y hacia Dios.

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