Concepto de Filiación
Es, la que vincula a una persona con todos sus antepasados y sus descendientes
(filiación en sentido genérico) y, más restringidamente, la que vincula a los padres con
sus hijos (filiación en sentido estricto). Desde este último punto de vista, que es el que
particularmente nos interesa, la relación parental se denomina más
propiamente paterno-filial, pues si desde el ángulo del hijo se llama filiación, desde el
punto de vista de los progenitores se denomina paternidad o maternidad .
Las antiguas legislaciones consagraron no solamente una diferencia muy grande entre
ambas filiaciones, sino que deprimieron a la ilegítima; en lo cual no hacían sino reflejar
un estado social de ánimo muy arraigado.
Entre nosotros, el Código Civil de 1852, aunque sin semejante drasticidad, mantuvo la
diferencia entre legítimos e ilegítimos y la subclasificación de éstos en naturales y no
naturales (con especial y casi exclusiva referencia a los adulterinos).
En el párrafo final de su Artículo 6º, la Constitución de 1979-80 proclamó que "todos los
hijos tienen iguales derechos" y prohibió "toda mención sobre el estado civil de los padres
y la naturaleza de la filiación de los hijos en los registros civiles y en cualquier documento
de identidad".
El último párrafo del Artículo 6º de la Constitución de 1993 declara que "Todos los hijos
tienen iguales derechos y deberes" y "Está prohibida toda mención sobre el estado civil
de los padres y sobre la naturaleza de la filiación de los hijos en los registros civiles y en
cualquier documento de identidad".
FILIACION MATRIMONIAL
Se tiene, pues, dos casos de hijos matrimoniales: a) Los hijos matrimoniales de origen
o, al menos, desde antes de nacer; y b) Los hijos que alcanzan el carácter de
matrimoniales después de nacidos.
Esta idea fundamental no es, empero, suficiente para resolver todos los problemas que
presenta esta filiación. Y no lo es, sobre todo, por dos circunstancias: a) La de que,
existiendo por naturaleza un lapso considerable entre el momento en que el ser humano
es concebido y aquél en que es alumbrado, es posible que los dos momentos no ocurran
centro del matrimonio, esto es, que, concebido el hijo antes del matrimonio, nazca dentro
de él; o que, inversamente, procreado en matrimonio nazca después de la disolución o
anulación de éste, y b) La de que el hecho de que una mujer casada conciba y/o alumbre
un hijo no significa, necesariamente, que el padre de éste sea el marido de aquélla.
A. Si, en efecto, se opta por la teoría concepción, serán matrimoniales los hijos
engendrados por los padres casados, sea que nazcan durante el matrimonio ora
sean alumbrados después de disuelto o anulado el vínculo.
B. Si, en cambio, se elige la teoría del nacimiento, ello dependerá de que los hijos
nazcan en el momento que sus padres estén casados, no importa el momento en
que hayan sido engendrados.
El Código peruano adopta, como queda dicho, la teoría mixta del nacimiento concepción
en su artículo 1º; y, en armonía con ella, preceptúa en el artículo 361 que "el hijo nacido
durante el matrimonio, o dentro de los 300 días siguientes a su disolución, tiene por padre
al marido”. Pero como el artículo 363 faculta al marido para impugnar la paternidad
cuando el hijo ha nacido antes de cumplidos 180 días de la celebración del matrimonio
(inciso 1º) o "cuando sea manifiestamente imposible, dadas las circunstancias, que haya
cohabitado con su mujer en los primeros 121 días de los 300 precedentes al del
nacimiento del hijo" (inciso 2º).
La segunda circunstancia, esto es, la de que el hecho de concebir y/o alumbrar una mujer
casada no significa, necesariamente, que el marido de ésta sea el padre del nuevo ser,
debe examinarse a través de dos hipótesis: A) La de que el nacimiento se haya producido
después de ciento ochenta días de celebrado el matrimonio y antes de vencidos los
trescientos siguientes a su disolución o anulación; y B) La de que haya ocurrido antes de
cumplirse ciento ochenta días de su celebración o después de trescientos de su
desaparición.
El Derecho afronta la primera hipótesis con una antigua presunción, según la cual pater
is est quem nuptiae demonstrant, o, dicho en otros términos, el hijo tenido por mujer
casada se reputa hijo de su marido.
La ley permite la impugnación por el marido; y juris et de jure en los demás supuestos
posibles, así como cuando hubiere prescrito o caducado la antedicha acción
impugnatoria.
Como, de otro lado, la posibilidad de destruir esa presunción conlleva no sólo una
situación escandalosa, sino una de grave y perjudicial incertidumbre respecto del estado
del hijo y una amenaza contra la misma organización familiar, el Derecho establece, por
regla general, severas limitaciones a la acción negatoria o impugnatoria de la paternidad.
1º) En cuanto a la primera cuestión, cabe la doble posibilidad de que el padre sea quien
luego desposó a la madre, o de que lo sea varón distinto. En rigor, no funciona la
presunción pater is est quem nuptiae demonstrant que favorecería a la primera desde
que ni hay aún tales nupcias, ni se presume, por tanto, la cohabitación conyugal, ni
la fidelidad de la mujer. Tales circunstancias análogas en numerosas legislaciones
son, en la nuestra, las de haber conocido el marido el estado de embarazo de la
mujer, haber admitido que el hijo es suyo en cualquiera otra forma tácita o en forma
expresa o la de dejar que expire el término legal de impugnación o negación sin
intentar la acción.
En torno a la filiación legítima pueden suscitarse diversas acciones, según que alguien
niegue o impugne la que tiene una persona; o que, por el contrario, se reclame tal estado
para quien, debiendo tenerlo, no goza de él.
Contestación de la paternidad.
El marido funda su acción en el hecho de haber nacido el hijo antes de cumplidos ciento
ochenta días de matrimonio o después de trescientos de su disolución o anulación, o de
haber sido concebido durante un período de separación legal, no tiene que probar sino
las fechas respectivas: la del matrimonio y la del nacimiento en el primer evento, la de la
disolución o anulación y la del nacimiento en el segundo, o la de separación y la de
nacimiento en el tercero; prueba ésta que ordinariamente se produce con una simple
exhibición de partidas o sentencias.
El marido que no se crea padre del hijo de su mujer dice el artículo 363 puede negarlo:
a) Cuando el hijo nace antes de cumplidos los ciento ochenta días siguientes al de la
celebración del matrimonio (inciso 1 º).
b) Cuando esté judicialmente separado durante los primeros ciento veintiún días de los
trescientos anteriores al del nacimiento del hijo (inciso 3º).
El caso se presenta cuando una persona ostenta la calidad de hijo matrimonial de una
determinada mujer casada, sea a base de un título, ora a base de una posesión de
estado; y, sin embargo, no es realmente hijo de tal mujer. Tamaña anomalía puede
ocurrir cuando se ha supuesto un parto que no existió, o cuando se ha suplantado al hijo
verdaderamente alumbrado.
"La maternidad puede ser impugnada en los casos de parto supuesto o de suplantación
de hijo" (artículo 371); y que la acción se interpone dentro del plazo de noventa días
contados desde el día siguiente de descubierto el fraude y corresponde únicamente a la
presunta madre. Los herederos y los ascendientes de ésta sólo pueden continuar el juicio
si aquélla lo dejó iniciado (artículo 372).
Reclamación de la filiación.
(como ocurrirá cuando el hijo matrimonial de dos personas no tiene, respecto de ninguna
de ellas, ni título entendido como instrumento ni posesión estado: o cuando tiene título,
pero carece de posesión; o cuando, en fin, el en posesión del estado, pero carece de
título; B) A uno de los elementos de la filiación matrimonial, "legitimidad" (como si el hijo
tiene título y posesión de estado de la madre mas no respecto del padre; o si siendo
tratado y reconocido por sus verdaderos padres, aparece como hijo extramatrimonial de
éstos, siendo matrimonial, evento que será, sin duda, sumamente improbable).
La ley peruana sólo se ocupa de la acción de filiación dirigida contra ambos padres, esto
es, del caso en que el hijo no goza de esa filiación respecto de ninguno de aquéllos
(artículo 373), por considerarse que tal será el caso general, o porque las mismas reglas
son aplicables, en lo pertinente, a los casos en que el demandante sólo tiene que
reclamar la paternidad o la maternidad o la "legitimidad".
La demanda de filiación puede ser planteada, en primer término, por el propio hijo. Si
éste es capaz, no se suscita problema alguno, desde que no hay obstáculo para que él,
personalmente, interponga la demanda; pero si es incapaz, se presentan varias
cuestiones.
Según el artículo 373, la acción debe intentarse conjuntamente contra el padre y la madre
o contra sus herederos.
La acción de filiación no caduca cuando la plantea el mismo hijo (artículo 373) y caduca
dentro del término de dos años, contados desde la muerte de aquél, si la interponen sus
herederos (artículo 374, in fine).
LA ADOPCION
Etimología
La voz castellana adopción trae su origen del latin adoptio onem, derivado del verbo
adoptare, que se compone del prefijo ad y del verbo optare: desear.
Concepto
Algunos la conceptúan como "un acto de voluntad que coloca en una familia a un
individuo a quien ni la naturaleza ni la ley habían hecho miembro de ella" (Tronchet); o
como "una ficción legal por la que se recibe como hijo al que no lo es por naturaleza"
(Casso y Cervera); o como "un acto voluntario, revestido de las formalidades que la ley
le imponga, y por el cual se establece entre dos personas que no están unidas entre sí
por vínculos naturales, un parentesco civil" (J. C. Rébora); como "un contrato que crea
entre dos personas relaciones puramente civiles de paternidad o maternidad y de
filiación" (L. Josserand).
Se podría pensar que la adopción es, en efecto, un contrato de Derecho familiar, pues
es un negocio bilateral dirigido a crear derechos y obligaciones; pero que presenta, como
ocurre también con el contrato matrimonial, las características limitativas de que el
consentimiento de las partes, enteramente libre para suscitar la relación, es impotente
para modificar su contenido, para introducirle modalidades, y lo que no ocurre en otras
leyes para ponerle fin ad libitum.
Desde el punto de vista asumido concretamente por el Código en los artículos 140 y
1351, la adopción no puede ser considerada ciertamente como un contrato, sino como
un acto jurídico extracontractual.
Desde nuestro punto de vista, podríamos conceptuar la adopción como "un contrato
solemne de Derecho Familiar, en cuya virtud el adoptado adquiere, en general, la calidad
de hijo matrimonial del adoptante".
Vista así la figura, se puede afirmar con Josserand, que si la familia legítima tiene su
origen en una convención que es el matrimonio y en la comunidad de sangre, la familia
ilegítima procede exclusivamente de la comunidad de sangre, y la familia adoptiva tiene
su base únicamente en la convención.
Evolución histórica.
A. En Roma, desde su origen, tenía por objeto introducir a una persona en la familia del
adoptante, quien adquiría sobre ella la patria potestad: el adoptado salía de su
familia, en la que perdía todos los derechos de agnación y sucesión; se hacía en ella
extraña a los dioses domésticos y a las cosas sagradas; y adquiría esas
vinculaciones con la familia del adoptante: tomaba, por eso, el nombre de éste y sólo
conservaba el antiguo convertido en adjetivo.
La palabra adoptio era una voz genérica; pero se distinguieron dos especies: la
adrogación, que se aplicaba a los jefes de familia o sui juris; y la adopción
propiamente dicha, aplicable a los alieni juris o hijos de familia. La adrogación hacía
pasar al sujeto, con todos sus bienes y con las personas que de él dependían, a la
familia del adoptante. Esta forma de adopción necesitó siempre de una ley curiada y
la no oposición del colegio de los pontífices.
C. En la Alta Edad Media se extendieron, por influjo de la Iglesia, las formas de adopción
per scripturam, adoptiones in hereditatem que equivalían a verdaderos pactos
sucesorios, sobre todo la adoptio in hereditatem en la forma de affiliatio o affratatio
(por la que una persona era llamada como hija o como hermana a la sucesión de
otra).
Clases de adopción.
Esta distinción ha ido desapareciendo del Derecho moderno. El Código peruano de 1936
la mantuvo, pero el nuevo de 1984 elimina la adopción menos plena.
c) La afiliación del Derecho italiano, que ha sido calificada como un nexo entre la
adopción y la tutela, vendría a ser una figura intermediaria entre la adopción plena y
la menos plena. Consiste en que quien ha asumido la crianza durante tres años o
más, de un menor de 18 años, sea por propia iniciativa o por la de un establecimiento
de beneficencia, puede ocurrir al juez para que declare la afiliación, siempre que el
menor no tenga padres conocidos, o haya sido sólo reconocido por la madre que
carece de lo necesario para alimentarlo, o se halle recogido en un establecimiento
de beneficencia, o se encuentre en estado de abandono material o moral, etc. Como
consecuencia de la afiliación, el menor puede agregar al suyo el apellido del afiliante,
el afiliante ejerce la patria potestad; mantiene, educa e instruye al menor; administra
sus bienes; y se suscitan impedimentos matrimoniales análogos a los de la adopción.
Requisitos de la adopción.- Para la adopción, dice el artículo 378 del Código Civil, se
requiere:
La solvencia moral de que el adoptante debe gozar se explica por razones obvias: la
adopción, además de cumplir la finalidad de satisfacer el instinto paternal o maternal de
quien adopta, busca principalmente proveer al adoptado, sobre todo si es menor de edad,
de un clima familiar propicio a su formación por la existencia de los indispensables
factores, éticos.
b) Que la edad del adoptante sea por lo menos igual a la suma de la mayoridad y
la del hijo por adoptar.
La razón de esta exigencia es obvia, pues nadie hay más interesado en la adopción
que el propio adoptado y repugnaría el prescindir de su opinión para darle por padre
o madre a persona que él rechaza.
e) Que asientan los padres del adoptado, si éste se halla bajo su patria potestad
o bajo su curatela.
Obsérvese, desde luego, que, a diferencia de lo que ocurre con los padres, los
guardadores que no sean los mismos padres y miembros del consejo de familia no
tienen que dar su consentimiento, sino sólo su opinión, la cual, se subentiende,
puede ser o no seguida por el juez.
El procedimiento termina con resolución aprobatoria del juez para que la adopción
se considere efectuada.
La fórmula empleada en el inciso 7º del artículo 378 puede dar a entender que, si se
cumplen todos los requisitos precisados en ese artículo, el juez no puede hacer otra
cosa que aprobar la adopción, privándose le a él de la facultad y al adoptado menor
o incapaz, de la garantía de no aprobarla, no obstante haberse cumplido los
requisitos formales, si no la considera conveniente para el adoptado.
h) Que si el adoptante es extranjero y el adoptado menor de edad, aquél ratifique
personalmente ante el juez su voluntad de adoptar.
Así, el tutor no puede adoptar a la persona sujeta a su tutela sino después de estar
aprobada la cuenta final del cargo y satisfecho el alcance que resulte de ella. Sin este
requisito, tampoco puede el curador adoptar al incapaz
De otro lado y quien quiera que sea el adoptante, preceptúa la ley nacional que si la
persona a quien se pretende adoptar tiene bienes no podrá verificarse la adopción sin
que se inventaríen y tasen judicialmente dichos bienes y sin que el adoptante constituya
garantía suficiente a juicio del juez (artículo 384).
Inscripción de la adopción
"Terminado el procedimiento preceptúa el artículo 379 in fine, el juez oficia al registro del
estado civil respectivo para que se extienda nueva partida de nacimiento del adoptado,
en sustitución de la original. La partida original conserva vigencia sólo para el efecto de
los impedimentos matrimoniales”.
El nuevo texto civil no sanciona ni prohíbe que se informe al hijo acerca de quiénes son
sus verdaderos padres, pero no lo manda, ni lo propicia.
Caracteres de la adopción
Se trata de un acto jurídico puro y simple: o se hace o no se hace, pero no puede bajo
condición, plazo ni modo.
Efectos de la adopción.
LA FILIACION EXTRAMATRIMONIAL.
Concepto.
Para que alguien sea hijo extramatrimonial será preciso que los dos hechos, la
concepción y el nacimiento, se produzcan fuera de matrimonio. Más exacta y precisa
habría sido, en consecuencia, la fórmula legal si expresara, como decimos, que “son
hijos extramatrimoniales los concebidos y nacidos fuera del matrimonio”.
La declaración de la Santa Sede sobre los Derechos de la Familia expresa que "todos
los niños, nacidos dentro o fuera de matrimonio, gozan del mismo derecho a la protección
social para su desarrollo personal integral" (artículo 4, inciso e), lo que muestra
claramente que la necesidad de que "la situación de las parejas no casadas no debe
ponerse al mismo nivel que el matrimonio debidamente contraído" no debe perjudicar la
situación de los hijos de aquellas uniones.
Se llamaba fornezinos a los hijos adulterinos, denominados también notas porque "se
conocen como hijos del marido sin serlo" (lo cual sólo se podría referir al hijo tenido por
mujer casada de varón distinto de su marido, mas no al procreado por varón casado en
mujer soltera); y a los incestuosos o engendrados por personas cercanamente
emparentadas entre sí. Estos últimos tomaban el nombre de nefarios cuando nacían de
relaciones entre ascendiente y descendiente.
Sacrílegos eran los hijos procreados por personas atadas por votos religiosos.
EL RECONOCIMIENTO VOLUNTARIO
Quienes sostienen el carácter constitutivo del acto Planiol y Ripert, Rouast, Cicu y otros
piensan que el reconocimiento produce efectos creadores del lazo de filiación; que es
"una manifestación de voluntad dirigida a constituir una relación de familia, en forma
semejante a lo que ocurre con el matrimonio o la adopción.
Se puede, así, afirmar con verdad que el matrimonio o la adopción crean el lazo; lo
suscitan allí donde no existía; vuelve, verdaderamente, cónyuges o padre e hijo
adoptivos a quienes hasta entonces no lo eran. Pero no ocurre igual con el
reconocimiento: en realidad, el lazo existía ya entre el padre y el hijo; y el reconocimiento
no hace sino admitirlo, no crearlo. El nombre mismo de la figura "reconocimiento" revela
su mero carácter declarativo, pues no se puede reconocer sino lo que ya existe.
Caracteres de reconocimiento
Es un acto formal, porque virtualmente todas las legislaciones predeterminan los signos
con los que ha de dejarse constancia de su realización. La nuestra, como más
extensamente se verá después, preceptúa que el reconocimiento deberá hacerse en el
registro de nacimientos, por escritura pública o por testamento.
Es, además, un acto personal, porque nadie, ni aun el representante legal del menor o
del incapaz, puede, por regla general, afirmar un lazo de filiación del cual no es autor;
tanto por el carácter íntimo del acto procreador, cuanto por respeto al principio de
voluntariedad antes aludido.
La característica individual que reviste el acto consiste en que sólo liga a quien lo hace
con el hijo reconocido, mas no arrastra ni envuelve al otro padre, como ya se ha dicho.
Que el reconocimiento es un acto puro y simple significa, como lo preceptúan todas las
legislaciones, que no puede sujetarse a plazo, condición ni cargo.
El artículo 389 del nuevo Código preceptúa que el hijo extramatrimonial puede ser
reconocido por los abuelos y abuelas de la respectiva línea, en el caso de muerte del
padre o de la madre o cuando éstos se encuentren, por cualquier causa, privados de
discernimiento, sean sordomudos, ciegosordos o ciegomudos que no puedan expresar
su voluntad de manera indubitable, sufran de retardo mental o adolezcan de deterioro
mental que les impida expresar su libre voluntad.
El hijo extramatrimonial puede ser reconocido tanto por la madre como por la madre; con
la excepción del hijo de mujer casada, mientras no haya impugnación victoriosa del
marido.
Tratándose del concebido, el artículo 1º determina que "es sujeto de derecho para todo
lo que le favorece", y es obvio que el reconocimiento le favorece, y el artículo
392 in fine alude expresamente al reconocimiento paterno del concebido.
El Código peruano no trae al respecto más disposiciones que las contenidas en los
artículos 390 y 391, según los cuales, el reconocimiento de los hijos extramatrimoniales
se hará en el registro de nacimientos o en escritura pública o en testamento, y, cuando
se elige la primera forma, puede hacerse al momento de inscribirse el nacimiento o por
acta posterior firmada por el reconociente y autorizada por el funcionario respectivo.
Escrito indubitado
Este es, sin duda, el caso en que más fácilmente puede el hijo plantear la acción de
filiación y en que con mayor justificación procede la declaración judicial de la paternidad.
Se comprende, por supuesto, que el escrito indubitado a que se contrae la ley no será la
partida de nacimiento debidamente suscrita por el padre, ni la escritura pública de
reconocimiento, ni el testamento en que tal reconocimiento se practique, pues entonces
la investigación judicial de la paternidad resultaría inútil, sino todo aquel otro escrito que,
sin constituir un reconocimiento legal, constituye, sí, una constancia indudable de
admisión de la paternidad. Tales escritos serán, por lo ordinario, cartas cambiadas entre
el presunto padre y el hijo o entre aquél y la madre, etc.
El inciso 4º del artículo 402 determina que en los casos de comisión de estos delitos
procede la investigación judicial de la paternidad, siempre que la época del delito coincida
con la de la concepción.
Concubinato
Las relaciones sexuales más o menos esporádicas son incapaces para configurar el
concubinato y para servir, por lo tanto, de base a una declaración judicial de la paternidad
fundada en el inciso 3º del artículo 402. Tales relaciones sólo pueden originar la acción
alimentaria que consagra el artículo 415.
Seducción
EL HIJO ALIMENTISTA
De esta consideración surge una vocación alimentaria de tal hijo, que si no se basa como
ocurre, por lo general, tratándose de otros alimentistas en la relación familiar legalmente
establecida, se funda en el derecho a la vida que tiene todo ser humano por el hecho de
serio.
El artículo 415 de nuestro C.c. determina que, fuera de los casos expresados en el
artículo 402, el hijo sólo podrá reclamar una pensión alimenticia, hasta la edad de
dieciocho años, del que hubiera tenido relaciones sexuales con su madre durante la
época de la concepción.
A. Lo primero que se deja advertir en esta norma es que sólo acuerda al hijo un derecho
frente al presunto padre, y no frente a la presunta madre; distingo éste que
probablemente se debe, por una parte, a la menor frecuencia del caso en que la
madre niega al hijo, y, por otra, a que normalmente es el padre quien soporta la carga
alimentaria respecto de los hijos menores.
B. Como se desprende del propio texto literal del artículo 415, lo que se consagra en él
es una presunción de paternidad para sólo los efectos alimentarios (es decir, que no
acarrea ninguna consecuencia en el orden de la herencia, del uso del apellido, del
ejercicio de la patria potestad, ni de ningún otro derecho propio de la filiación
legalmente establecida), en vista de que la mera relación sexual en la época de la
concepción, tratándose de establecer la paternidad, no es suficiente para conseguir
sentencia declaratoria de la misma.
2. En segundo término, se trata de una presunción sólo juris tantum, es decir que puede
ser destruida por el alegado padre, si prueba que durante la época de la concepción
la madre llevó una vida notoriamente desarreglada, o tuvo trato carnal con persona
distinta del demandado; o si durante la misma época "fue manifiestamente imposible
al demandado tener acceso carnal con la madre" (artículos 416 y 403).
Sobre este particular, conviene hacer notar que no es la madre quien debe probar
que llevó una vida arreglada o que no tuvo trato carnal con otra persona o que no
fue manifiestamente imposible el acceso carnal con el demandado, sino que es,
justamente, a éste a quien corresponde acreditar alguna de dichas excepciones.
C. En cuanto a la extinción del derecho alimentario que consagra el artículo 415, puede
ocurrir por llegar el alimentista a la edad de dieciocho años o por morir el alimentante
o el alimentista.
Acerca de la primera de estas causales, ya se dijo que si, al llegar a los dieciocho
años de edad, el hijo no se encuentra en condiciones de proveer a su subsistencia
por incapacidad física o mental, la pensión alimenticia continúa vigente mientras dure
la incapacidad (artículo 415 in fine).
La Patria Potestad.
El estado por el que atraviesa el ser humano durante la primera etapa, más o menos
prolongada, de su vida, en que no se halla en aptitud de proveer a su propia subsistencia,
ni de cautelar sus intereses, ni de defender sus derechos, ni de formar su propia
personalidad, explica y fundamenta la figura jurídica de la patria potestad.
Sobre cuál sea la naturaleza jurídica de esta potestad, han existido en el Derecho varias
tendencias:
Así, en el Derecho romano primitivo, el jefe de la familia era propietario de sus hijos
como de sus esclavos: podía venderlos, entregarlos para que reparasen el daño que
hubiesen causado, exponerlos y condenarlos a muerte.
Somarriva cree que la patria potestad no es una facultad de los padres, sino una
obligación en beneficio de los hijos; Josserand afirma que entre los caracteres de la
figura se encuentra, el de que se establece en favor del hijo.
c) Entre las dos tendencias extremas a que se acaba de hacer referencia, existe una
ecléctica, en cuya virtud no puede considerarse la patria potestad ni como un
derecho de los padres sobre los hijos, ni sólo como un derecho de los hijos frente a
los padres; sino como un complejo de derechos y obligaciones recíprocos que, por
una parte, impone a los padres la responsabilidad de velar por la persona y los bienes
de sus hijos menores, y les permite, por otra, aprovechar los servicios de éstos,
usufructuar a veces sus bienes e imprimir orientación a su personalidad.
Concepto
Como el derecho y el deber que tienen los padres de cuidar de la persona y bienes de
sus hijos menores (artículo 418 del Código peruano).
Ejercicio de la Patria Potestad.
La patria potestad viene conferida por la naturaleza y por la ley a los padres.
Tratándose del hijo matrimonial, cuyos padres se hallan en convivencia normal, éstos
ejercen, conjunta y simultáneamente, la potestad.
Artículo 419 Según la cual la patria potestad se ejerce conjuntamente por el padre y la
madre durante el matrimonio, correspondiendo a ambos la representación legal del hijo;
y, en caso de discrepancia, resuelve el juez de menores en la vía incidental
Cuando se ha producido la disolución del matrimonio por muerte de uno de los cónyuges,
el ejercicio de la patria potestad corresponde exclusivamente, como es obvio, al
sobreviviente.
El artículo 421 preceptúa que la patria potestad sobre los hijos extramatrimoniales se
ejerce por el padre o por la madre que los ha reconocido; que si ambos padres lo han
hecho, el juez de menores determina a quién corresponde la patria potestad, atendiendo
a la edad y sexo del hijo, a la circunstancia de vivir juntos o separados los padres y, en
todo caso, a los intereses del menor.
En cualquier caso en que el hijo menor, sea matrimonial o extramatrimonial, esté bajo la
potestad de uno solo de sus padres, el otro tiene el derecho de mantener con él las
relaciones personales indicadas por las circunstancias (artículo 422).
Los hijos dice el artículo 454 están obligados a respetar, obedecer y honrar a sus padres.
Dicha fórmula, además, refleja el carácter moral, antes que jurídico, que estas relaciones
familiares tienen.
c) Que, si es capaz de discernimiento, el menor puede ser autorizado por sus padres
que ejercen la potestad para dedicarse a un trabajo, ocupación, industria u oficio;
supuesto en el cual, obviamente, podrá practicar todos los actos que requiera el
ejercicio normal de aquella actividad, administrar los bienes que se le hubiese dejado
con tal objeto o que adquiera como producto de aquélla, usufructuarios y disponer de
ellos.
d) Que cuando el menor tenga más de dieciséis años y en cuanto sea posible, debe ser
consultado por sus padres acerca de los actos importantes concernientes a la
administración de su patrimonio (artículo 459), si bien ni se sanciona con nulidad los
actos realizados sin tal consulta, ni el avenimiento del menor consultado libera al padre
de responsabilidad.
e) Que si el menor posee discernimiento responde por sus actos ilícitos (artículos 458,
1975); y aún si no lo tiene puede ser condenado al pago de una indemnización
equitativa, cuando la víctima no ha podido obtenerla de los padres (artículo 1977); y
En lo que concierne a los deberes y derechos relativos a la persona del hijo menor, el
nuevo Código (artículo 423) establece los siguientes:
Esta fórmula supone que los padres no pueden incurrir ni en el exceso de castigar a
los hijos con extrema dureza, ni en el de abandonarlos, pues en uno y otro casos la
ley establece como sanción que pueden ser destituidos de la potestad.
El exigir a los hijos menores la realización de algunos servicios también forma parte
de su educación y capacitación para el trabajo; y además es justo que ayuden a sus
padres, sobre todo cuando su situación económica no es holgada, siempre que se
trate de servicios adecuados a la edad y condiciones del menor y que no se
perjudique su educación, que es lo más importante.
e) Tener a los hijos en su compañía y recogerlos del lugar donde estuviesen sin su
permiso, recurriendo a la autoridad si es necesario.
f) Representar a los hijos en los actos de la vida civil, salvo, desde luego, de aquéllos
que el mismo menor puede realizar conforme a ley.
b) Si, por el contrario, el padre que ejerce la potestad incurriera en descuido o abuso,
quedaría responsable del desmedro que tal conducta ocasionara al hijo en su
patrimonio.
“Son deberes y derechos de los que ejercen la patria potestad dice el artículo 423, 8º
usufructuar los bienes de sus hijos. Tratándose de productos se está a lo dispuesto en
el artículo 104” (en virtud del cual los padres deben restituir a los hijos la mitad del valor
líquido de los minerales extraídos).
En todos los casos de gravamen o enajenación de bienes de los hijos o para todos los
actos especiales enumerados en el artículo 448, el juez debe oír, de ser posible, al menor
que tuviere dieciséis años cumplidos (artículo 449), sin que su opinión obligue al juez ni
exonere de responsabilidad a éste, a los padres o en su caso al consejo de familia.
b) Cuando se trata de bienes que los mismos padres han entregado al menor para
que ejerza un trabajo, una industria o profesión; o de bienes adquiridos por el
propio menor con su trabajo, industria o profesión ejercidos con el consentimiento
de sus padres (artículo 425).
f) Cuando el padre o la madre que ejerce en forma exclusiva la patria potestad pide
que la administración del patrimonio de sus hijos se encargue al curador que
indica (artículo 435).
h) Cuando el padre que ejerce la potestad pone en peligro los bienes de sus hijos
(artículo 446); caso en el cual el consejo de familia debe designar al curador que
intervenga en el juicio en que se esclarecerá la conducta del padre (artículo 467).
a) Por renuncia que de tal usufructo hagan voluntariamente los padres, en uso de la
atribución que les otorga el artículo 440.
c) Por contraer el padre o madre nuevo matrimonio sin pedir que se convoque al
consejo de familia para que decida sobre la administración de los bienes de los hijos
del matrimonio anterior; o por casarse sin formular semejante pedido el padre o
madre del hijo extramatrimonial; casos ambos en los que, empero, recupera el padre
o la madre el usufructo si el matrimonio se disuelve o invalida (artículos 433, 434 y
444).
d) Por poner en peligro los bienes de los hijos; cargo éste que debe ventilarse en juicio
con el curador que al efecto designe el consejo de familia (artículos 446 y 467).
e) Por incumplir el padre o la madre la obligación de promover el inventario judicial de
los bienes de los hijos que les imponen los artículos 441 y 243, 2º.
f) Pierde, también el usufructo el padre o madre natural que se casa sin hacer
inventario judicial de los bienes de los hijos que tenga baja su potestad (artículo 243,
2º in fine)
D. El artículo 464, según el cual "cuando la conducta de los padres no bastare para
declarar la privación o producir la pérdida de la patria potestad, el juez podrá limitar
ésta hasta donde lo exija el interés de los hijos".
Si dar consejos, órdenes o ejemplos corruptores a los hijos, o tratarlos con dureza
excesiva constituyen causales por las que el juez puede privar al padre de la potestad,
una conducta paterna que no llegue a adquirir tanta gravedad, pero que sea
inconveniente, puede conducir al juez civil a limitar la patria potestad, por ejemplo, en el
sentido de despojar al padre del derecho de usar de los servicios de sus hijos menores
o de matricularlos en tal o cual centro educacional o de disfrutar enteramente de los
bienes de tales hijos o de tener a éstos en su compañía, etc.
La ley, pues, en este caso, deja al prudente arbitrio del juzgador decidir, primero, si en
efecto hay en la conducta del padre vicio o deficiencia que no llega a los extremos que
indican los artículos 462 y 463, pero que constituye peligro para los hijos; y segundo,
cuáles son los recortes que habrán de experimentar las atribuciones paternas para
neutralizar o eliminar tal peligro. Dichos recortes pueden afectar a las atribuciones
personales, a las patrimoniales o a ambas.
Por cierto que la diferencia entre la suspensión y la pérdida proviene, no de que aquélla
sea temporal y ésta definitiva como parecerían sugerirlo sus propias denominaciones,
porque en realidad, ambas son potencialmente temporales según lo dispuesto en el
artículo 471, sino de la diversa naturaleza y gravedad de las correspondientes causales.
Y así, mientras casi siempre la suspensión se origina en causas que no entrañan ni
suponen culpa de los padres deficiencia mental, minusvalía física o que implican falta,
pero no necesaria ni deliberadamente dirigida contra sus hijos prodigalidad, mala
gestión..; en cambio, la pérdida ocurre cuando el padre o la madre cometen delitos de
tanta gravedad o en tan directo agravio de sus hijos, que resultaría monstruoso que la
ley siguiera confiándoles la guarda, formación y cuidado de aquéllos.
Que "los padres a los cuales se les ha privado de la patria potestad o limitado en su
ejercicio, pueden pedir su restitución cuando cesen las causas que la determinaron. La
acción sólo puede intentarse transcurridos tres años de cumplida la sentencia
correspondiente.
El juez restituirá la patria potestad total o parcialmente, según convenga al interés del
menor. En los casos de pérdida y suspensión, los padres volverán a ejercer la patria
potestad cuando desaparezcan los hechos que las motivaron" (artículo 471).
En todo caso, conviene llamar la atención hacia el hecho de que, en tanto subsistan la
limitación, pérdida, privación o suspensión de la potestad, el padre o la madre se ven
despojados, total o parcialmente, de las facultades o derechos inherentes a ella, mas
nunca quedan exonerados de los deberes que comporta (artículo 470), pues lo contrario
perjudicaría indebidamente a los hijos y entraña ría la posibilidad de que los padres se
fundasen en su propia culpa para liberarse del cumplimiento de obligaciones naturales,
morales y legales.
LOS ALIMENTOS
Atento a esta realidad natural, el Derecho se limita, como en otros casos, a precisar los
perfiles del fenómeno y a encauzar y disciplinar el movimiento de protección,
organizando diversas figuras encaminadas a convertir en derechos ciertas necesidades
y en obligaciones civiles determinados deberes naturales o morales. Surgen, entonces,
institutos y figuras jurídicos que responden, inmediata o mediatamente, ostensible o
indirectamente, a la misma voluntad de asegurar la supervivencia del individuo y de la
especie. Sobre este fundamento construye así el Derecho figuras tan aparentemente
distintas entre sí a veces, como la patria potestad, los alimentos, los bienes de familia, la
tutela, la curatela, el consejo familiar, cierto tipo de donaciones, herencias y legados,
contratos como los de renta vitalicia y ciertos seguros, y quizá la adopción menos plena,
la beneficencia pública y la asistencia social.
Los alimentos aparecen genéricamente como “el deber impuesto jurídicamente a una
persona de asegurar la subsistencia de otra persona”.
Los alimentos del latín alimentum, alo; nutrir, comprenden todo lo necesario para el
sustento, habitación, vestido y asistencia médica del alimentista, según su rango y
condición social (alimentos congruos). Excepcionalmente, pueden restringirse a lo
estrictamente requerido para la subsistencia (alimentos necesarios); o, a la inversa,
extenderse a lo que demanden la educación e instrucción profesional del alimentista
(como ocurre cuando se trata de menores).
Naturaleza jurídica.
"El derecho a los alimentos, dice Messineo, tiene naturaleza genuinamente patrimonial;
la nueva legislación no contiene ninguna indicación que justifique la concepción de aquel
derecho como dirigido también al cuidado de la persona de quien recibe los alimentos."
Ricci sostiene que "este derecho, eminentemente personal, no forma parte de nuestro
patrimonio, sino que es inherente a la persona, de la cual no puede separarse y con la
cual se extingue o perece" y que "así como es inherente a la persona el derecho de
alimentos, es también personal el deber de prestarlos, es decir intrasmisible a los
herederos.
Caracteres
El ámbito de las relaciones alimentarias es más amplio que el de las conyugales y las
paterno-filiales, pues no sólo comprende al marido y la mujer y a los padres y los hijos,
sino también con mayor o menor generalidad, según los sectores de la doctrina y el
Derecho Comparado a los ex cónyuges, a los abuelos y demás ascendientes, a los nietos
y descendientes más remotos, a los hermanos y aun a otros colaterales; a ciertos afines,
y aun a determinados elementos extraños al ámbito familiar pero de algún modo
aproximados a él (como quienes han mantenido una relación procreadora sin ser
casados o los que viven bajo el mismo techo con el núcleo doméstico) o que, por vía
contractual (donación, adopción menos plena, renta vitalicia) o por acto unilateral
(fundación familiar, legado, herencia voluntaria) adquieren un derecho al sustento o a la
educación.
El derecho alimentario del cónyuge.
Además del aludido artículo 288, que impone por igual a ambos cónyuges el deber de
asistencia del que, por cierto, forma parte el de alimentos, el artículo 300 preceptúa que
cualquiera que sea el régimen patrimonial en vigor es decir, el de comunidad de
gananciales o el de separación de patrimonios ambos cónyuges están obligados a
contribuir al sostenimiento del hogar, según sus respectivas posibilidades y rentas.
Tratándose de los hijos matrimoniales, bien podemos afirmar, así, que el origen de su
derecho es el mismo que el de los demás hijos; pero que el sello de su "legitimidad"
reafirma ese derecho y lo rodea de mayor número de garantías que si se tratara de otra
clase de hijos.
En tesis general, el hijo de padres que hacen vida conyugal normal tiene un derecho
alimentario respecto de ambos padres, y lo ejerce recibiendo, en el hogar, más en
especies que en dinero, lo necesario para la vida.
Si los padres están separados de hecho o si, también de hecho, el padre o la madre no
cumple su obligación alimentaria, el hijo pedirá y obtendrá del juez la fijación de una
suma de dinero en concepto de pensión, cuyo pago contará con las garantías procesales
y penales que se examinará en su oportunidad.
No basta la consanguinidad para que el derecho pueda ser ejercicio, sino que, para
actualizarlo y para movilizar eventualmente la acción, deben ordinariamente darse dos
circunstancias concurrentes: el estado de necesidad, y el haber el padre prestado antes
alimentos al hijo a quien hoy los pide.
A. En lo tocante a la extensión de los alimentos, éstos deben bastar para cubrir las
necesidades de sustento, vestido, habitación y asistencia médica del padre, según
su condición (alimentos congruos), dentro de las limitaciones que impongan la
situación económica y las obligaciones del hijo.
1º) Si A es padre matrimonial de B podrá exigir alimentos a C siempre que éste sea, a
su vez hijo matrimonial o extramatrimonial oportunamente reconocido de B
(Denominamos “hijo oportunamente reconocido” a quien lo fue antes de llegar a la
mayoría o a quien, reconocido después de ser mayor, consintió en el reconocimiento o
tuvo la posesión constante de estado: en contraposición al “reconocimiento o tuvo la
posesión constante de estado; en contraposición al “reconocido tardíamente”, que es el
hijo que se encuentra en la situación contraria)
2º) Si A es padre extramatrimonial de B, a quien reconoció oportunamente, podrá exigir
alimentos a C, siempre que éste sea hijo matrimonial o extramatrimonial oportunamente
reconocido de B.
El artículo 474, inciso 3º preceptúa que también se deben alimentos recíprocamente los
hermanos.
No obstante de que, en efecto, ésta es la regla general (artículo 350), la ley acoge, como
excepción, la subsistencia de dicha relación entre ex cónyuges, en los casos de divorcio,
excepción que ha de atribuirse, en nuestro concepto, al hecho real de que, por mucho
que el Derecho declare la insubsistencia o la inexistencia del vínculo, quienes fueron o
vivieron como marido y mujer no serán ya nunca extraños entre sí, máxime si,
precisamente a consecuencia de la convivencia marital, uno de ellos, ordinariamente la
mujer, ser viera colocado en situación de necesidad y con frecuencia en inferioridad de
condiciones en relación al estado anterior al matrimonio.