del desorden”
Sobre Robert Venturi,
Tom Wolfe, Charles Jencks
y algunos de sus textos
nana
nana “El diseño del desorden”
Comentario a su texto
2
nana “El diseño del desorden”
Como conclusión, expresa su deseo de revisión tanto del medio como del programa
arquitectónico. El medio ha de ser reexaminado. Las formas simplificadas o superficial-
mente complejas no funcionarán. Debe utilizarse en su lugar, la variedad inherente a la
ambigüedad de la percepción visual. El contraste entre medios y objetivos en un progra-
ma es significativo. El programa funcional es complejo. Deben reconocerse las comple-
jidades crecientes de nuestros problemas funcionales, la ambigüedad de la experiencia
contemporánea.
3
nana “El diseño del desorden”
Comentario a su texto
4
nana “El diseño del desorden”
la gasolinera de la Union 76 en Beverly Hills diseñada por Jim Wong, o las esferas ana-
ranjadas también de las gasolineras de ésta compañía diseñadas por Raymond Loewy,
las doradas arquerías de la cadena McDonald’s o el de la agencia Ford Crenshaw, como
expresión de una forma gráfica y no una estructural. Expresa también en palabras de
Sam Merendino ésta idea-”¿Por qué los edificios han de limitarse a expresar su pro-
pia estructura?¿Por qué no pueden expresar aquello que se encuentra en su interior?
“(aquí Wolfe diría-”¿Por qué no un lugar que vende carne, no puede ser en sí un gigan-
tesco trozo de carne?”-...) (...) Es hora de comenzar a tener en cuenta las verdaderas
necesidades y los deseos de quienes habitan la ciudad...los buenos paneles gráficos
serían un buen paso en esa dirección”-.
Wolfe nos dice que no entiende cómo se han podido mantener tanto tiempo los ideales
de la Bauhaus, de la “honestidad estructural” del funcionalismo, lo que significaba líneas
rectas y ángulos rectos. -“Todo está más allá del barroco, del manierismo”-.Habla de una
“nostalgie du chateau” para referirse a la incapacidad de los que son considerados ar-
tistas y arquitectos “serios” en utilizar este tipo de decoración exterior por ser quizá algo
vulgar para ellos. De ahí que los llame “snobs intelectuales”, también distinguiendo entre
artistas del este y del oeste norteamericano-”La tarea de crear algo cuyo salvajismo y
barroquismo pudiera expresar la nueva era de movimiento y riqueza colectiva quedó en
manos de los artistas comerciales de ciudades como Los Ángeles, Las Vegas...Hay un
intenso snobismo intelectual del Este norteamericano que considera a Los Ángeles la
ciudad del abandono”-. Relacionado esto con lo que llama “nostalgie du Lincoln Cen-
ter”, cuando dice que los neoyorquinos califican a Los Ángeles como ciudad sin puntos
de referencia, cuando Wolfe siente que es mucho más referencial una autopista (de las
que hay multitud en Los Ángeles) que cualquier museo o centro cultural de Nueva York.
Wolfe culmina con la idea que se sintetiza y se esconde tras estos carteles luminosos,
con la función de excitar visualmente más que la función estructural. Y es la importancia
de la función psicológica, el reflejo del diseño como expresión de la vivencia psicológica
y no como algo meramente racional, ordenado, que atiende a sus más puras funciones
estructurales.
5
nana “El diseño del desorden”
Comentario a su texto
El texto va directo al grano. Afirma que la arquitectura moderna ha muerto desde la pri-
mera línea. Y además, con dos matices. El primero es el añadido de “por suerte...” antes
de decir que ésta ha muerto y el segundo es el añadido a dicha muerte de “se sitúa en
un momento preciso del tiempo” o lo que es lo mismo “se acabó de golpe”. En cuanto
al “por suerte”, deja claramente reflejada su crítica hacia este tipo de arquitectura. De
hecho, éstas son sus primeras dos palabras en el texto. En cuanto a la precisión en el
momento de la muerte, dice -”la arquitectura moderna murió en St. Louis, Missouri, el
15 de julio de 1972, a las 3.32 de la tarde (más o menos)”-, refiriéndose al derribo de
los bloques de viviendas de Pruitt-Igoe en Missouri. Es más, enfatiza esta precisión, este
golpetazo, con frases como “bum, bum, bum” al describir dicho momento. En general,
es un texto, como ya hemos dicho, persuasivo (que se ayuda de este tipo de frases para
captar la atención del lector) con el fin de mostrar la crítica a la arquitectura moderna,
pero desde la caricatura, no como dice él, -”desde un profundo y extenso ataque”-.
Jencks critica pues este bloque de viviendas, ya que todas las ideas sobre cómo se pen-
saba que viviría la gente y sobre las cuáles se basó el proyecto, resultaron ser lo contra-
rio. En otras palabras, lo utiliza esto como ejemplo paradigmático del fracaso del mundo
moderno. Pruitt-Igoe fue, como él dice, construido de acuerdo a los ideales más pro-
gresistas del CIAM o Congreso Internacional de Arquitectos Modernos. Basado en un
urbanismo planificado que ensalzaba esos valores de Le Corbusier: sol, espacio y zonas
verdes. Todo diseñado bajo el principio de que -”la bondad de la forma haría bueno el
contenido”...”la planificación inteligente de un espacio abstracto promocionaría un com-
portamiento sano”-. Y sin embargo, “Pruitt-Igoe acabó por presenciar toda una retahíla
de comportamientos como el vandalismo y la defecación en el propio lugar por parte de
sus habitantes”. Critica este racionalismo, este conductismo, estas ideas simplistas, esta
base racional a partir de la cual se crea y todo ello lo califica de ingenuo.
Por último me gustaría añadir, el hecho de que Jencks sugiere que deberían haber
conservado las ruinas del proyecto Pruitt-Igoe para mantener viva la memoria de -”este
fracaso de la planificación y de la arquitectura”-, pues considera sano tener a la vista
“nuestros errores” para que sirvan de permanente lección.
6
nana “El diseño del desorden”
Conclusiones
Los tres textos son una clara crítica a la modernidad, escritos a partir de una época de
grandes cambios en el mundo del arte, del diseño, en definitiva, en el mundo del pensa-
miento.
Se podría incluso partir de la importancia del giro lingüístico como base también en este
cambio de perspectiva de finales de los 60 y principios de los 70. Se comienza a pensar
que las ideas se pueden leer como un relato, un discurso. No son una verdad absoluta,
sólo unas palabras, una manera de entender la verdad del mundo, no La Verdad del mun-
do. La idea científica pasa a ser un relato. No hay objetividad (porque la objetividad signi-
ficaría que el discurso es la verdad), ahora es relativismo puro. Existen varios puntos de
vista sobre la verdad de las cosas. Por tanto, se pone en crisis la certeza de la modernidad.
Así pues, esta manera de entender las cosas se refleja, como dan a entender estos tres
textos, en el arte, en el diseño y en la arquitectura. Los tres textos y sus autores dicen “ya
no creemos en el relato moderno”.
Influye también el origen de sus autores. En este caso todos los autores leídos son ame-
ricanos, frente al origen europeo de todos los autores de los textos que leímos sobre el
diseño del orden, todos ellos marcados por el rigor de la dura historia europea. En Estados
Unidos por aquella época, se vivía un período de bonanza económica y social, un auge del
consumismo que obviamente influyó en la manera de hacer, de diseñar. La cultura popular
7
nana “El diseño del desorden”
El giro lingüístico también se plasma en la manera de expresar las ideas de los tres auto-
res. Por ejemplo, los tres textos que hicimos sobre el diseño del orden, en comparación a
éstos parecen textos legislativos: “ésto debe ser de esta manera y lo otro de esta otra...”.
También se refleja en el orden en que han sido escritos. Por otro lado, la unión de este giro
lingüístico junto con la representación de la competencia frente a un consumismo en auge
se plasman en estos tres nuevos textos, sobre todo en los textos de Wolfe y de Jencks.
En ellos se ve cómo su discurso presenta los mismos recursos del diseño y la arquitectura
que ellos alaban, un discurso cuyo único orden es el de expresar en forma de destellos las
sensaciones visuales que las cosas nos producen (Wolfe) o empleando frases sumamente
contundentes que captan la atención del lector (Jencks). Venturi lo hace de otra manera,
simpemente diciéndonos que debemos tener en cuenta las necesidades reales del ciuda-
dano medio y su rutina. Es como si nos dijeran que el diseño y el arte habían perdido su
capacidad de lenguaje, de transmitir, de conexión con el mundo real. Se ve por tanto, la
unión entre el lenguaje, el arte el diseño y la arquitectura en su método y sus resultados
de creación.