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HISTORIA ECONÓMICA GENERAL I

Unidad 4, Actividad 2: El papel de los Estados


Nacionales en la consolidación del capitalismo
Asesora: Rita Oldrie Saavedra Puschman

EL PAPEL DE LOS ESTADOS NACIONALES


EN LA CONSOLIDACIÓN DEL CAPITALISMO

El surgimiento de los Estados Nacionales y la Revolución Francesa

Los Estados Nacionales son resultado de la política e ideología que surgió con las
revoluciones burguesas, en especial, con la Revolución Francesa. El impacto que
tuvo la Revolución Francesa en el mundo se refleja en las palabras de Hobsbawn:
“Si la economía del mundo del siglo XIX se formó principalmente bajo la influencia
de la revolución industrial inglesa, su política e ideología se formaron principalmente
bajo la influencia de la Revolución francesa…”1 de forma que, entre 1789 y 1917,
las políticas europeas –y las del resto del mundo– lucharon a favor o en contra de
los principios de 1789.

Siguiendo con las palabras de Hobsbawn: “Francia proporcionó el vocabulario y los


programas de los partidos liberales, radicales y democráticos de la mayor parte del
mundo…”2. Además, si bien no fue un fenómeno aislado, fue la única revolución
social de masas, la única “ecuménica” –de influencia universal– y la más radical de
las revoluciones sociales.

Las nuevas fuerzas sociales que perfilaban el rumbo de la Revolución Francesa –


es decir, la burguesía– tenían intereses muy claros:
 Una eficaz explotación de la tierra (potenciar la Revolución Agrícola).
 Libertad de empresa y de comercio.
 Administración eficiente de un territorio nacional único y homogéneo.
 Abolición de las desigualdades sociales que entorpecían el desenvolvimiento
de los recursos nacionales.
 Una administración y tributación equitativa y racional.

Fue a partir de la reacción ante las pretensiones de la nobleza que el movimiento


revolucionario tuvo unidad efectiva gracias al consenso de ideas de la burguesía –
con base en el liberalismo clásico de diversos filósofos y economistas–, que se
oponía a una sociedad jerárquica y de privilegios, pero no en favor de una sociedad
democrática o igualitaria, es decir, en palabras de Hobsbawn: “…el clásico liberal

1 Hobsbawn, E. (1982). Las revoluciones burguesas. España: Ed. Guadarrama. p.103


2 Ibid., p.104

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burgués de 1789 (y el liberal de 1789-1848) no era un demócrata, sino un creyente
en el constitucionalismo, en un Estado secular con libertades civiles y garantías para
la iniciativa privada, gobernado por contribuyentes y propietarios.” 3

A esta unidad efectiva del movimiento revolucionario, se sumó una profunda crisis
económica y social en Francia, que finalmente transformó una limitada agitación
reformista en una verdadera revolución.

Las pretensiones del burgués clásico se intentaban justificar otorgándole a sus


intereses de clase un carácter genérico y totalizante, al identificar al pueblo con la
nación, para así poder argumentar que la soberanía residía esencialmente en la
nación y así introducir el ideario liberal clásico en las diversas constituciones y
demás declaraciones que al efecto se elaboraban.

A través de este mecanismo ideológico, los esfuerzos de la masa de desposeídos


por liberarse de la opresión de la que eran víctimas a manos del Antiguo Régimen,
se encauzaban por caminos que resultaban convenientes a los intereses de clase
de la burguesía.

Como era de esperarse, estos levantamientos sociales causaron recelo entre las
clases tradicionalmente dominantes en los países vecinos, que intentaron
sofocarlos a través de la intervención. Sin embargo, estos esfuerzos
intervencionistas por reestablecer el Antiguo Régimen en Francia no surtieron los
efectos esperados, más bien, radicalizaron las ideas revolucionarias y la
organización de los franceses se concentró en oponer resistencia a los invasores
mediante la total movilización de recursos a tal fin: reclutamiento en masa,
racionamiento, una economía de guerra rígidamente controlada, la abolición de la
distinción entre soldados y civiles, etc. 4, de forma que la alianza entre la clase media
y las masas obreras logró sobreponerse finalmente a las dificultades provenientes
del exterior y del interior, aglutinados bajo la recién creada figura moderna de
Nación.

De esta forma podemos observar como la burguesía consiguió plasmar sus


intereses de clase en la Revolución Francesa mediante la creación del concepto de
nación que, a través de la promulgación de textos nacionalistas, recogían los
principios, ideales y mecanismos políticos que les permitieran incrementar la
productividad y crear condiciones para la expansión de los mercados y el comercio
exterior, todas ellas características del modo de producción capitalista en ciernes.

De ahí que, al extenderse el liberalismo clásico a otros países, los movimientos


revolucionarios que siguieron la inercia de la Revolución Francesa adoptaron
elementos de esta y reprodujeron la alianza entre la clase media y las masas

3 Ibid., p.114
4 Ibid., p.127

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obreras adoptando ideales nacionalistas que, a nivel local, permitieron a la
burguesía plasmar sus intereses de clase en los regímenes que se iban instaurando.

Diseminación de los ideales nacionalistas en Europa

La formación de los Estados Nacionales europeos modernos (excepto Holanda e


Inglaterra) comenzó con la Revolución Francesa. Hasta ese momento la noción de
Estado nacional era idéntico al de monarquía5. Si bien el concepto de “Estado
nacional” se comenzó a formar cerca del año 1648 con el Tratado de Westfalia, las
instituciones políticas correspondientes al mismo comienzan a madurar y tener
efectos hasta 1789 con la Revolución francesa, pues fue gracias a la inercia
producida por la Revolución Francesa, al extenderse a lo largo de Europa, que los
ideales nacionalistas –y con ellos los intereses de clase de la burguesía– terminaron
adoptándose en distintos países6.

Caso de Alemania

En Alemania los avances de la ideología nacionalista van de la mano con los


intentos de unificación. Tras el fracaso de la revolución de 1848, el país estaba
dividido en pequeños estados y principados, obstaculizando el libre desarrollo del
capitalismo en Alemania, de forma que los ideales nacionalistas tomaron un matiz
progresista –objetivo pretendido por el capitalismo–.

Si bien Karl Marx esperaba que la unificación de Alemania se lograra desde la clase
obrera con métodos revolucionarios, esto no fue así, pues tras la Revolución de
1848 el proletariado no consiguió resolver esta cuestión. Al igual que en otros países
vecinos, la unificación alemana sería resultado de un movimiento dirigido por
intereses burgueses. Fue encabezada por el conservador prusiano Otto Bismarck,
y conseguida a través de métodos reaccionarios, con el militarismo prusiano.

Para lograr la unificación era necesario poner fin a las constantes guerras que
asolaban la región y volvían imposible el control de todo el territorio. En 1864 los
Austriacos y los Prusianos se unieron para derrotar a los Daneses. Dinamarca
perdió la provincia de Schleswig–Holstein que, después de una lucha entre Austria
y Prusia, se unió a Alemania en 1865. Bismarck maniobró para mantener a Francia
fuera del conflicto, y después formó una alianza con Italia para luchar contra Austria.
Cuando Austria fue derrotada en la batalla de Königgrätz en julio de 1866, quedó ya
garantizado el dominio prusiano de Alemania.

5 Ver http://www.profesorenlinea.com.mx/universalhistoria/U53MEstadosNacionales.htm (visto el 13 de mayo


de 2018).
6 Consultar https://es.wikipedia.org/wiki/Estado_naci%C3%B3n (visto el 13 de mayo de 2018).

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Caso de Italia

Similar al caso de Alemania, los ideales nacionalistas tuvieron como objetivo


principal la unificación de los territorios de la península itálica. A finales de la década
de 1850, a pesar varios intentos por unificar el territorio, Italia todavía estaba dividida
y dominada por Austria, que se había anexionado sus territorios del norte. Los
Estados Pontificios del centro de Italia estaban bajo "protección francesa". Sólo el
pequeño reino de Cerdeña estaba libre del dominio austriaco.

Bajo la dirección del Conde Cavour, la dinastía conservadora dominante (los


Piamonteses al norte de Italia) extendió poco a poco sus esferas de influencia y
territorios, expulsando a los austriacos del territorio. Sumado a la oposición
conservadora, también estalló un movimiento nacionalista revolucionario radical en
el que participaron una mezcla de republicanos, demócratas y socialistas. El
representante más visible de esta tendencia era Mazzini, sus ideas confusas y
amorfas correspondían a la naturaleza del movimiento que él representaba.

La guerra estalló en 1859 y fue el punto de partida de la unificación italiana.


Estallaron insurrecciones en todos los ducados italianos y estados pontificios. Junto
con las francesas, las tropas piamontesas consiguieron una señal de victoria contra
Austria en Solferino. La unificación de Italia parecía inminente. Pero no correspondía
con los intereses de Luis Bonaparte (Francia), que rápidamente firmó un armisticio
con los ejércitos austriacos en retirada, abandonó a su suerte a los piamonteses y
a los revolucionarios.

Al final, la guerra de liberación italiana se salvó debido a un alzamiento en Sicilia


que salvó el desembarco de la fuerza expedicionaria de Garibaldi compuesta por
mil voluntarios con camisas rojas. Después de ganar la batalla de Sicilia, la fuerza
rebelde de Garibaldi invadió el sur de Italia y entró triunfalmente en Nápoles.

Si bien la unidad italiana se consiguió con métodos revolucionarios, Cavour


convenció a Londres y París para que aceptaran el dominio del Piamonte
conservador sobre una Italia unida, para evitar que Italia cayera bajo el control de
revolucionarios y republicanos. El ejército del Piamonte marchó hacia Nápoles sin
oposición, Garibaldi, en lugar de luchar contra ellos, les abrió las puertas y recibió
al Rey de Piamonte, Víctor Manuel, el 26 de octubre, aclamándole como "Rey de
Italia". De este modo el pueblo de Italia sólo consiguió media victoria sobre el viejo
orden, Italia se convirtió en una monarquía constitucional. Toda Italia estaba unida,
excepto Venecia que permanecía bajo el control austriaco y los Estados Pontificios,
pero en 1866 Italia se unió a Prusia en la guerra contra Austria y recibió Venecia en
recompensa.

Al final después de la derrota de Francia en la Guerra Franco–Prusiana (1871) las


tropas francesas se retiraron de Roma, con la entrada del ejército italiano en esa
ciudad, la unificación italiana finalmente se consolidó.

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Caso de Polonia

Si bien a finales del siglo XIX la mayoría de los Estados Nacionalistas en Europa
Occidental parecían haberse consolidado, para 1871 después de la unificación
alemana e italiana, Europa del Este se encontraba inmersa en las ambiciones
territoriales y las rivalidades entre Rusia, Turquía, Austro–Hungría y Alemania que,
eventualmente, llevarían a la Primera Guerra Mundial por sus constantes
enfrentamientos por los territorios de los Balcanes.

Aproximadamente desde 1789 a 1871, la cuestión nacional jugaba aún un papel


relativamente progresista en Europa Occidental, pero en la segunda mitad del siglo
XIX el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo comenzaba ya a
superar los límites del estado nacional, cuestión que se manifestaba con el
desarrollo del imperialismo y la tendencia hacia la guerra entre las potencias del
momento.

Las guerras balcánicas de 1912-13 marcaron el punto y final de la creación de


estados nacionales en Europa suroriental. La Primera Guerra Mundial y el Tratado
de Versalles, que propugnaba por la defensa del "derecho de las naciones a la
autodeterminación”, trajo como consecuencia el desmantelamiento el Imperio
Austro–Húngaro y, con ello, garantizó la independencia de Polonia.

La revolución burguesa de Inglaterra, un caso distinto y previo.

La revolución inglesa en el siglo XVII (1642-1689) significó el triunfo de:


 la propiedad burguesa sobre la propiedad feudal,
 la competencia sobre la estructura artesanal,
 del derecho burgués sobre los privilegios medievales

Asimismo, fue una herencia ideológica para otros movimientos revolucionarios de


tipo burgués contrarios al absolutismo. La burguesía y la nueva nobleza (nobles de
categoría inferior y personas que habían comprado algún título de nobleza)
compartían un interés en común: querían convertir todas sus crecientes posesiones
de tierra en propiedad libre de tipo burgués, libre de todas las trabas feudales. Se
les oponía el régimen absolutista que imponía el sistema de control feudal sobre la
propiedad de la tierra, y los derechos feudales (renta feudal) que recibía la Corona
sobre sus tierras (que era de lo que vivía la vieja nobleza) 7.

Esta diferencia en las pretensiones de ambos grupos es el origen económico del


conflicto entre, el bando conformado por la burguesía y la nueva nobleza, y el bando
conformado por los terratenientes feudales y los maestros artesanos, que llevaría

7Consultar https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0185084913713094 (visto el 13 de mayo de


2018).

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hasta un enfrentamiento entre el Parlamento y la Corona, desembocando en una
guerra civil.

La mayor parte de la población del país (pequeños artesanos en la ciudad,


campesinos en la aldea y algunos trabajadores asalariados de la ciudad y del
campo) se encontraba descontenta con el Parlamento y la administración local,
pues sus intereses no estaban representados por estos. Este descontento fue
aprovechado por la nueva nobleza y la burguesía para derrocar el viejo orden, de
una manera similar a como ocurriría años después con la Revolución francesa.

Diseminación de los ideales nacionalistas en América Latina

Los ideales nacionales no se limitaron al continente europeo, las colonias de las


metrópolis europeas en el continente americano también desarrollaron ideales
nacionalistas con base en el liberalismo clásico, de forma que las mismas ideas que
en su momento impulsaron a la Revolución francesa, darían sustento a los intentos
independentistas de las colonias en el continente americano. La mayoría de los
Estados Nacionales del continente americano lograron iniciar el proceso de
invención de su nacionalidad y de su independencia en el tercer decenio del siglo
XIX. Los gestores de la independencia latinoamericana, fueron en su mayoría,
terratenientes criollos8.

Entre 1790 y 1824, ocurrieron varias revoluciones de independencia en las colonias


españolas, las cuales tuvieron su inspiración directa en la Revolución Francesa.
Estas revoluciones lograron –al igual que sus análogas europeas– la eliminación de
las formas pre-capitalistas de producción, explotación y dependencia.

Estos movimientos libertarios trajeron como resultado la formación de Estados


Nacionales, que de igual manera siguieron la tendencia hacia a la formación de
estados potencialmente burgueses, a pesar de que la oposición a la metrópoli
requirió de la “cooperación” de clases sociales divergentes, e incluso antagónicas,
pues las marcadas diferencias de clase (y sus intereses) nunca desaparecían, más
bien, se recrudecían una vez concretado el proceso de independencia. Estas
diferencias se veían impulsadas por la tendencia del desarrollo del sistema de
producción capitalista como un sistema de producción propio de una sociedad de
clases9.

Al igual que en análogos europeos, el capitalismo en los Estados Nacionales


americanos comenzó a afianzarse a partir de un proceso de acumulación originaria,
que desembocó, bajo la influencia del liberalismo clásico y tras revoluciones
8 Consultar https://prezi.com/vr0veys1hdiz/estado-nacion-y-consolidacion-del-capitalismo-en-l-america/ (visto
el 13 de mayo de 2018).
9 Consultar https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0185084913713094 (visto el 13 de mayo de

2018).

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sociales locales, en Estados liberales oligárquicos entre finales del siglo XIX y
principios del siglo XX.

Dentro de este proceso de diseminación de los Estados Nacionales en América


Latina, tuvo una gran influencia la intervención en innumerables ocasiones de los
Estados Unidos de América (EEUU) en las luchas independentistas o en diversos
tratados –qué recién en 1776 había logrado su independencia–. Se pretendía
justificar dichas intervenciones a través de doctrinas que definían la política exterior
de los EEUU, como la doctrina del gran garrote, denominada así en atención al
presidente Theodore Roosevelt, quien la impuso, el cual solía decir: “Habla de
manera suave y muestra un gran garrote, así llegarás lejos” 10.

Resulta claro que la intervención de los EEUU en las luchas independentistas, si


bien facilitó en muchos casos el objetivo que perseguían las antiguas colonias, lo
hizo a un precio muy caro: la adopción de los principios del liberalismo clásico, de
la mano de su aliado que, en su propia independencia, había forjado su identidad
nacional en torno a ellos. Fue de esta forma que muchos Estados Nacionales
latinoamericanos incluyeron en sus –recién creadas– constituciones los principios
del capitalismo liberal: la defensa a la propiedad privada, la libertad de empresa, la
competencia, etc.

Los cimientos bajo los cuales se construyó la identidad nacional de los recién
independizados países latinoamericanos, no hicieron sino afianzar el sistema de
producción capitalista a escala mundial. Los Estados Nacionales de nueva creación
se incorporaron de esta manera a la dinámica del mercado mundial, donde pasaron
a ocupar un lugar distante del centro, como proveedores de materias primas y
consumidores de manufacturas importadas de los países más desarrollados,
logrando con ello perpetuar las condiciones de desigualdad en las que se
encontraban.

La revolución burguesa de las colonias inglesas en América, el primer caso


americano.

El caso de las colonias inglesas resulta de especial atención dentro del estudio de
las revoluciones burguesas y la noción de Estado Nacional, pues su independencia
fue previa a la Revolución francesa, pero partió de la misma ideología liberal que le
daría fuerza a esta, siendo de esta manera el Estado Nación pionero en el
continente americano.

Los Estados Unidos de América influyeron en múltiples ocasiones en las luchas de


independencia de otras colonias en el continente americano, llevando consigo la

10Puede consultarse en https://prezi.com/kn5a75ur6l1r/consolidacion-de-los-estados-nacionales/ (visto el 13


de mayo de 2018).

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ideología liberal que le sirviera como sustento ideológico en su propio proceso de
independencia. De esta forma, los EEUU se convirtieron en una de las fuentes más
importantes de la ideología liberal clásica en el continente americano, dando con
ello un fuerte impulso a los intereses de clase de la burguesía en todo el continente.

La causa principal de la revolución de independencia de las colonias inglesas en


1776 fue la confluencia de dos tipos de desarrollo que se excluían mutuamente:
1. la creciente autonomía económica y política de la sociedad colonial y
2. la política colonial imperialista que se implantó a partir de 1763.

La decisión de separarse de la Corona inglesa fue tomada por una amplia y


próspera clase media nativa, con la intención de defender el libre desarrollo ulterior
de su prosperidad, y para no someterse por más tiempo a los intereses económicos
de Inglaterra. Con este primer acto de defensa comenzó a consolidarse una nueva
economía nacional donde, a pesar de las diferencias en la distribución y la jerarquía
social (que no eran tan grandes como en Europa) había una amplia clase media
que, tanto en las ciudades como en el campo, participaba de un bienestar en
aumento11.

Conclusiones

A través del análisis del desarrollo de distintas revoluciones burguesas en Europa y


América, nos encontramos con un proceso similar en todos los casos que, si bien
presenta matices regionales, desemboca en el mismo curso: la consolidación del
sistema de producción capitalista a través de ideales nacionalistas que conllevan
los intereses de la clase burguesa, es decir, la instauración de un nuevo modelo de
propiedad privada que favorezca la libre empresa, la competencia y el intercambio
comercial, con un gobierno que garantice las anteriores condiciones, todo lo anterior
en menoscabo de las clases proletarias, que se encuentran cada vez más inmersas
en la dinámica capitalista dentro de la cual se ven reducidas a un factor de
producción más.

El panorama anterior parecería reforzar la impresión del sistema capitalista como


un sistema totalizador, irrefrenable e inescapable. Sin embargo, este desarrollo de
eventos que desemboca siempre en el mismo lugar, no es el único curso posible de
sucesos. El caso de Rusia ilustra lo anterior, pues la revolución bolchevique lograría
lo que las revoluciones burguesas jamás pudieron, representar los intereses de
clase de la masa de desposeídos, es decir, del proletariado.

11Consultar https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0185084913713094 (visto el 13 de mayo de


2018).

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