Los Estados Nacionales son resultado de la política e ideología que surgió con las
revoluciones burguesas, en especial, con la Revolución Francesa. El impacto que
tuvo la Revolución Francesa en el mundo se refleja en las palabras de Hobsbawn:
“Si la economía del mundo del siglo XIX se formó principalmente bajo la influencia
de la revolución industrial inglesa, su política e ideología se formaron principalmente
bajo la influencia de la Revolución francesa…”1 de forma que, entre 1789 y 1917,
las políticas europeas –y las del resto del mundo– lucharon a favor o en contra de
los principios de 1789.
A esta unidad efectiva del movimiento revolucionario, se sumó una profunda crisis
económica y social en Francia, que finalmente transformó una limitada agitación
reformista en una verdadera revolución.
Como era de esperarse, estos levantamientos sociales causaron recelo entre las
clases tradicionalmente dominantes en los países vecinos, que intentaron
sofocarlos a través de la intervención. Sin embargo, estos esfuerzos
intervencionistas por reestablecer el Antiguo Régimen en Francia no surtieron los
efectos esperados, más bien, radicalizaron las ideas revolucionarias y la
organización de los franceses se concentró en oponer resistencia a los invasores
mediante la total movilización de recursos a tal fin: reclutamiento en masa,
racionamiento, una economía de guerra rígidamente controlada, la abolición de la
distinción entre soldados y civiles, etc. 4, de forma que la alianza entre la clase media
y las masas obreras logró sobreponerse finalmente a las dificultades provenientes
del exterior y del interior, aglutinados bajo la recién creada figura moderna de
Nación.
3 Ibid., p.114
4 Ibid., p.127
Caso de Alemania
Si bien Karl Marx esperaba que la unificación de Alemania se lograra desde la clase
obrera con métodos revolucionarios, esto no fue así, pues tras la Revolución de
1848 el proletariado no consiguió resolver esta cuestión. Al igual que en otros países
vecinos, la unificación alemana sería resultado de un movimiento dirigido por
intereses burgueses. Fue encabezada por el conservador prusiano Otto Bismarck,
y conseguida a través de métodos reaccionarios, con el militarismo prusiano.
Para lograr la unificación era necesario poner fin a las constantes guerras que
asolaban la región y volvían imposible el control de todo el territorio. En 1864 los
Austriacos y los Prusianos se unieron para derrotar a los Daneses. Dinamarca
perdió la provincia de Schleswig–Holstein que, después de una lucha entre Austria
y Prusia, se unió a Alemania en 1865. Bismarck maniobró para mantener a Francia
fuera del conflicto, y después formó una alianza con Italia para luchar contra Austria.
Cuando Austria fue derrotada en la batalla de Königgrätz en julio de 1866, quedó ya
garantizado el dominio prusiano de Alemania.
Si bien a finales del siglo XIX la mayoría de los Estados Nacionalistas en Europa
Occidental parecían haberse consolidado, para 1871 después de la unificación
alemana e italiana, Europa del Este se encontraba inmersa en las ambiciones
territoriales y las rivalidades entre Rusia, Turquía, Austro–Hungría y Alemania que,
eventualmente, llevarían a la Primera Guerra Mundial por sus constantes
enfrentamientos por los territorios de los Balcanes.
2018).
Los cimientos bajo los cuales se construyó la identidad nacional de los recién
independizados países latinoamericanos, no hicieron sino afianzar el sistema de
producción capitalista a escala mundial. Los Estados Nacionales de nueva creación
se incorporaron de esta manera a la dinámica del mercado mundial, donde pasaron
a ocupar un lugar distante del centro, como proveedores de materias primas y
consumidores de manufacturas importadas de los países más desarrollados,
logrando con ello perpetuar las condiciones de desigualdad en las que se
encontraban.
El caso de las colonias inglesas resulta de especial atención dentro del estudio de
las revoluciones burguesas y la noción de Estado Nacional, pues su independencia
fue previa a la Revolución francesa, pero partió de la misma ideología liberal que le
daría fuerza a esta, siendo de esta manera el Estado Nación pionero en el
continente americano.
Conclusiones