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RUDOLF STEINER

OBSERVACIONES MEDITATIVAS
E INDICACIONES HACIA UNA PROFUNDIZACION DEL
ARTE DE CURAR

02/04/12
Curso de Navidad
8 conferencias, Dornach 2-9 Enero 1924

Curso de Pascua
5 conferencias, Dornach 21-25 Abril 1924

“Colección-Medicina Antroposófica”

Traducción castellana
José-Ramón Blanco Sánchez

Carlos Cardona Z
Julio 20 - 2011
Email- carzapata@icloud.com

ÍNDICE

CURSO DE NAVIDAD

Primera conferencia. 2 de Enero de 1924 Pág. 13

Ilusión de la representación del hombre con contornos definidos. El


hombre-agua, campo de acción del cuerpo etérico; el hombre-aire,
campo de acción del cuerpo astral. El hombre de calor, instrumento del
Yo, penetra todo el organismo. La vida psíquica resuena en los órganos
através del éter de calor. La organización humana implica la posibilidad
de la enfermedad. La curación a partir de los procesos naturales y su
acción sobre los elementos constitutivos suprasensibles. Las ciencias
naturales deben apelar a nuevas ideas a partir del estudio de la vida en
relación con el cosmos. Ejemplo de las hormigas y papel del ácido
fórmico. Ejemplo de la maduración del higo y del proceso azúcar. La
conveniencia de desarrollar en si mismo un sentido de la naturaleza. El
microscopio, fuente de ilusiones, cómo remediarlo. Lección extraída de
la colmena.

Segunda conferencia, 3 de Enero de 1924 Pág. 29

Caracteres de los cuatro elementos constitutivos. Organización del Yo


y muerte. Cuerpo físico y nutrición, Polaridad entre el etérico y el astral.
Vida y conciencia. Relaciones entre el etérico y el astral en las
enfermedades. Inflamación y proliferación. Vida afectiva y
enfermedad. Cómo se articulan los cuatro elementos constitutivos. El
hígado, enclave del mundo exterior. El corazón, órgano sensorial del
mundo interior. El aspecto interior de las cosas no es suficiente. Evaluar
las sustancias según su origen. El nitrógeno, igual de necesario que el
oxigeno.

Tercera conferencia, 4 de Enero de 1924 Pág. 47

Fuerzas terrestres y fuerzas cósmicas. Cerebro y fuerzas ascendentes.


La cabeza en reposo. La cabeza, reflejo del cosmos. Los miembros y
las fuerzas terrestres. Papel del carbonato y del fosfato de calcio. El
camino que recorre una sustancia es más importante que su presencia.
Relaciones del organismo con el hierro, el plomo y el magnesio. La
inclinación a los malos olores. Flúor y magnesio. El proceso magnesio
y el ritmo del crecimiento. El antimonio y el cuerpo etérico. Diamante,
grafito y carbón.

Cuarta conferencia, 5 de Enero de 1924 Pág. 65


Conocimientos médicos exotéricos y esotéricos. Carencia de los
estudios médicos. El complejo psico-espintual y el germen físico.
Procesos suprasensibles en el nacimiento. Influencia de la estructura
geológica. Mica y rododendro. Proximidad del remedio. Influencia del
sueño en los estudios médicos. Efecto del telón de fondo esotérico en la
cualidad de los medicamentos. El nihilismo de la escuela médica de
Viena. El pérmico, la actividad esplénica el citiso. Las tres enseñanzas
de la naturaleza. Azufre, Mercurio y Sal. Despertar del sentido médico.

Quinta conferencia, 6 de Enero de 1924 Pág. 85

El camino hacia lo espiritual debe responder a un impulso interior. La


vía esotérica es una vía difícil. Las fuerzas cósmicas en relación con la
planta y el organismo humano, y en panicular con la cabeza. Estos
conocimientos han de ser vividos interiormente. Relación con los
impulsos morales. El proceso de meditación. Organización de la
sección médica del Goetheanum.

Sexta conferencia, 7 de Enero de 1924 Pág. 107

El conocimiento del sistema óseo mediante el pensamiento, del


hombre-agua mediante la imaginación, de los órganos internos
mediante la inspiración y de hombre-calor mediante la intuición. Las
dos especies de calor. Aire y luz. Metamorfosis de la luz. El quimismo
está ligado al elemento-agua. Elemento-tierra y vida. Pensamiento
médico y terapéutica.

Séptima conferencia, 8 de Enero de 1924 Pág. 125

Respuestas a preguntas: sobre el magnetismo médico, sobre las


relaciones entre el corazón y el útero, sobre la descomposición del
cadáver, sobre la autopsia, sobre la iridoscopia, la grafología, etc.
influencia del conocimiento del proceso de curación sobre la propia
curación. Reflexiones sobre el libro: La Filosofía de la Libertad.
Imaginación y actividades musculares. Inspiración y vida de los
órganos internos. Esbozo de un plan de estudios médicos según la
Ciencia Espiritual. Aspecto espiritual de la enfermedad; ejemplo de la
viruela.

Octava conferencia, 9 de Enero de 1924 Pág. 147

Orientación del médico en función del Karma. La voluntad de curar.


Fuerzas lunares y fuerzas de Saturno en la edificación del hombre. El
alma pertenece al reino de la luz y el cuerpo al reino de la gravedad.
Meditación sobre el oro; relación con el Sol. Tema de meditación sobre
la luz y la gravedad. Efectos de la Euritmia curativa.

CURSO DE PASCUA

Primera conferencia, 21 de Abril de 1924 Pág. 169

Preguntas de los oyentes relativos a las dificultades de la vida esotérica.


Respuesta de S. Steiner. El esoterismo occidental y su emancipación
del cosmos exterior. Directrices para la meditación. Formación del
cuerpo humano en su adaptación a las condiciones terrestres. La
corriente hereditaria. Escarlatina y sarampión como expresión del
conflicto entre la entidad espiritual y la corriente hereditaria. Nutrición
y leche materna. No captar las cosas intelectualmente, sino “verlas” de
manera viva. Vida y fuerzas cósmicas.

Segunda conferencia, 22 de Abril de 1924 Pág. 189


Meditación y profesión médica. El conocimiento de la enfermedad debe
ser un conocimiento del remedio. Saber y voluntad de curar. La imagen
del escultor, imagen del cuerpo etérico. El cuerpo astral y la música. La
medicina antroposófica, una actividad pionera. Las causas primarias de
la enfermedad en la biografía del paciente. Tema de meditación.

Tercera conferencia, 23 de Abril de 1924 Pág. 209

Introducción a la meditación de la segunda conferencia: estructuración


del hombre a partir de las fuerzas cósmicas. Luna, Sol y Saturno. La
naturaleza cósmica de los metales. La moralidad, fuerza de irradiación
cósmica. Las verdades espirituales deben ser vívidas a través de la
meditación. Consideraciones kármicas sobre las almas encarnadas a
comienzos de siglo.

Cuarta conferencia, 24 de Abril de 1924 Pág. 231

El pensamiento médico en los siglos XIX y XX desde el punto de vista


kármico. Cristianismo y arabismo. Directrices para una meditación:
acción de Saturno, Sol y Luna en el hombre sano y en el hombre
enfermo. Relaciones kármicas con el enfermo. Cristianización de la
medicina. Pensar también con el corazón. El caduceo. Ahriman y los
seguros de enfermedad, el diablo se disfraza de ángel.

Quinta conferencia, 25 de Abril de 1924 Pág. 251

Relaciones entre los elementos constitutivos del hombre. Causas


generales de las enfermedades. Comprensión del remedio. Diferencia
entre enfermedades físicas y mentales. El papel de los temperamentos.
Adquisición de la imaginación y de la inspiración mediante la
meditación. Fin del Kali Yuga y posibilidades espirituales nuevas. Los
movimientos juveniles. Relaciones entre médico y pacientes.
Permanecer vinculados al Goetheanum.
Apéndice Pág. 271

Encuentro del 24 de Abril de 1924.

CURSO DE NAVIDAD

PRIMERA CONFERENCIA
Dornach, 2 de Enero de 1924
11/26/2014
01/04/12
Ilusión de la representación del hombre con contornos definidos. El
hombre-agua, campo de acción del cuerpo etérico; el hombre-aire,
campo de acción del cuerpo astral. El hombre de calor, instrumento del
Yo, penetra todo el organismo. La vida psíquica resuena en los órganos
através del éter de calor. La organización humana implica la
posibilidad de la enfermedad. La curación a partir de los procesos
naturales y su acción sobre los elementos constitutivos suprasensibles.
Las ciencias naturales deben apelar a nuevas ideas a partir del estudio
de la vida en relación con el cosmos. Ejemplo de las hormigas y papel
del ácido fórmico. Ejemplo de la maduración del higo y del proceso
azúcar. La conveniencia de desarrollar en si mismo un sentido de la
naturaleza. El microscopio, fuente de ilusiones, cómo remediarlo.
Lección extraída de la colmena.

Queridos amigos: En primer lugar desearía hablarles sobre los estudios


médicos. Estos se basan actualmente en una concepción del mundo que
se deriva de las ciencias naturales, o, más exactamente, en una
interpretación científica que no se eleva hasta el nivel humano,
inadecuada para considerar la naturaleza del hombre. Por eso, los
jóvenes médicos abordan las enfermedades sin tener una verdadera y
bien sustentada idea del hombre. Pues cuando se estudian la anatomía
y la fisiología considerando los órganos del cuerpo como sistemas muy
delimitados, tal como se describen habitualmente los órganos y
aparatos, el sistema óseo, el sistema muscular, nos hacemos una falsa
idea del hombre. Puesto que lo que así se describe y representa, lo que
de esta forma llena nuestro conocimiento, está en realidad en perpetuo
devenir, se elabora y se degrada, nace y desaparece. Y si tomamos en
consideración estos procesos de formación y de disolución nos vemos
inducidos a salir de estas estructuras orgánicas bien delimitadas hacia
un aspecto fluido, sin contornos rígidos. Se hace necesario entonces
concebir al hombre de alguna manera como el resultado de una
corriente que se detiene en determinados puntos y de agregar a lo que
no es finalmente más que su parte más reducida —si se me permite
expresarlo así- el hombre- agua, el hombre-fluido, el hombre que no
está sometido a esas leyes a las que obedecen los cuerpos netamente
delimitados. Vean Ustedes, en virtud de nuestras concepciones
anatomo-fisiológicas creemos habitualmente que cuando absorbemos
uno, dos, tres, cuatro y cinco vasos del mismo liquido para saciar
nuestra sed, el cuarto o el quinto vaso atraviesan el mismo proceso que
el primero. Pero eso es falso. El primer vaso es sometido en el
organismo a un proceso complicado dirigido a apagar la sed. El
segundo vaso, al ser menos intensa la sed, escapa a dicho proceso y
atraviesa el organismo más rápidamente que el primero. Se podría
decir de forma un poco simplista que el segundo vaso se vierte
sencillamente en el “hombre-agua”.
Así, una verdadera ciencia del hombre debe tener en cuenta en primer
lugar los órganos bien delimitados, pero también todo lo que es fluido
en el organismo. Ciertamente, nos interesamos también por lo que
circula y se vierte en el organismo, pero sin buscar otra cosa que
aprehender las leyes dinámicas, mecánicas, del flujo de los humores,
más generalmente de todo lo que es líquido en el hombre. Pero desde
el momento en que se toma en consideración al hombre-agua, son las
funciones de lo que denominamos el cuerpo etérico las que entran en
juego.

El cuerpo físico del hombre, queridos amigos, es simplemente lo que se


representa en los atlas y libros de anatomía. Ahí hay que hacer
abstracción de todas las corrientes líquidas del organismo, pues éstas
no obedecen a las fuerzas terrestres. Las fuerzas terrestres intervienen
también, pero en su esencia estas corrientes líquidas no dependen de
ellas; dependen de las fuerzas planetarias de las que hablé en mi
conferencia1. @Es preciso decir: para todo lo concerniente a los
órganos netamente diferenciados, son sencillamente las fuerzas
terrestres las que entran en juego. A partir del momento en que
consideramos lo que circula —bien sea la corriente alimentaría o
aquello en lo que ésta se ha convertido al verterse en la sangre-, ya no
tratamos con fuerzas terrestres sino con fuerzas planetarias. Esto,
para empezar; ahora examinaremos el asunto más de cerca.

De este modo, atribuimos el cuerpo físico al hombre sólido y el cuerpo


etérico al hombre-agua. Pero el organismo humano participa también
en procesos gaseosos, en el elemento AIRE, y en una medida mucho
mayor de lo que se piensa. Como constituyente de nuestro organismo,
y vivificado por él, el elemento gaseoso es eminentemente dependiente
del cuerpo astral. Así, la respiración, en su manifestación física, debe
ser comprendida como una función del cuerpo astral.

@Al hombre físico le he atribuido el cuerpo físico; al hombre-agua,


el cuerpo etérico, y al hombre-aire —es decir, a todo lo que se
relaciona con los procesos gaseosos, aéreos-, el cuerpo astral;
fácilmente se concibe la existencia de un cuarto organismo: el
hombre-calor, pues no dudamos ni un instante de que en el espacio
ocupado por el hombre físico e incluso más allá hay una diferenciación
térmica. Si Ustedes miden la temperatura detrás de la oreja y bajo la
axila, encontrarán un organismo de calor diferenciado; las
temperaturas son en todas partes diferentes; del mismo modo que el
hígado se encuentra en un lugar preciso del cuerpo, y el intestino en
otro, ambos órganos tienen temperaturas diferentes. La del hígado es
muy distinta, pues este órgano tiene una organización térmica muy
particular. @Este organismo de calor es primitivamente atribuido a la
organización del “Yo”. Ustedes están ahora en condiciones de
representarse al hombre como portador de los elementos que se
encuentran en la tierra: sólido, líquido, gaseoso y calórico. El
elemento calor es dirigido a partir de la organización del Yo. Ahora
bien, si un cuerpo se encuentra en determinado estado de calor, este
calor actúa sobre aquello que penetra, De esta manera captamos la
verdadera situación de la organización del Yo: lo que ésta realiza en el
organismo se lleva a cabo mediante el organismo de calor. Imagínense
Ustedes que voy andando; mientras ando intervengo sobre mi
organismo de calor a partir de la organización del Yo. Lo que lleva a
cabo el calor sobre los elementos líquidos y sólidos de mis piernas es,
de hecho, una consecuencia indirecta de la organización del Yo, pues
ésta no actúa directamente más que sobre el organismo de calor. Así, la
organización del Yo ejerce su influencia sobre todo el organismo, sobre
los sólidos, los líquidos y los gases y sobre el organismo de calor, pero
siempre por intermedio de este último. Del mismo modo, el cuerpo
astral actúa sobre todo el organismo, pero su influencia sólo se ejerce
directamente sobre el organismo-aire, etc. Pueden Ustedes imaginar el
resto.

Esto abre todavía muchas otras perspectivas. @Si tienen Ustedes en


cuenta lo que actualmente les ofrecen la anatomía y la fisiología, eso
que está tan bien descrito y que es considerado como el hombre entero,
nunca les será posible ir desde este hombre —que en realidad no podría
existir- hasta aquello que se refiere al alma, y posteriormente al
espíritu. Por tanto, que diablos podría tratar del alma o del espíritu con
lo que hoy día describen la anatomía o la fisiología? De ahí, las teorías
sabiamente elaboradas sobre las relaciones entre lo psico-espiritual y el
cuerpo. La más astuta y también la más estúpida de estas teorías —
ambas cualidades van actualmente casi siempre parejas- es la del
paralelismo psico-físico. Se dice que las dos cosas se desarrollan
simultánea y paralelamente, pero en ningún caso se tiene la más mínima
intención de tender un puente. Por el contrario, desde el momento en
que Ustedes se remitan a una diferenciación térmica organizada en la
que la organización del Yo puede ejercer su influencia, necesariamente
tendrán que admitir que la organización del Yo influye en el éter de
calor, y, a través de él, en el hombre completo, incluidos los precisos
contornos de su organización física. El puente entre el físico y el
psíquico del hombre no podía encontrarse porque no se tenía en cuenta
esta sucesión de organizaciones sobre la cual, a su vez, el psico-
espiritual ejerce su influencia. Efectivamente, cuando Ustedes tienen
miedo, su estado psíquico puede repercutir sobre su naturaleza calórica.
Era impensable que el estado psíquico del miedo sentido hiciese
temblar sus miembros; por eso era necesario imaginar ese paralelismo
psico-físico. Pero pueden Ustedes admitir que su organización
espiritual, que está anclada en el éter de calor, está contaminada por el
miedo lo que se traduce entonces en una modificación del estado
calórico. El estado del organismo de calor repercute en la respiración,
en los líquidos e incluso en el hombre sólido. Sólo así se puede tender
un puente entre el físico y el psíquico.

Sin estas nociones nunca podrán hacerse una idea del hombre sano, y,
por consiguiente, del hombre enfermo. Consideremos un órgano
cualquiera, por ejemplo un hígado o un riñón, que en el estado llamado
normal recibe de determinada manera los impulsos de la organización
del Yo, impulsos que se ejercen en primer lugar sobre el organismo de
calor para luego alcanzar al órgano concreto, hígado o riñón, etc. @Esta
influencia de la organización del Yo por intermedio del organismo de
calor puede desviarse de su comportamiento habitual, puede
intensificarse, sometiendo entonces al hígado o al riñón demasiado
fuertemente a su influencia. Este dispositivo del organismo necesario
para que la organización del Yo pueda manifestarse ahí, cuando
funciona mal, cuando, por decirlo así, está dislocado, hace posible la
enfermedad. Si Ustedes se imaginan el organismo tal como lo
representan los anatomistas y los fisiólogos, no puede caer enfermo,
pues ¿de dónde procedería entonces la enfermedad? Es necesario que
haya en alguna parte del organismo una posibilidad de que la
enfermedad se instaure. Ahora bien, @la influencia de la organización
del Yo debe, por ejemplo, ejercerse intensamente en el corazón, por
intermedio, por supuesto del organismo de calor. Si, por una
determinada circunstancia, lo que debería actuar en el corazón a
través del organismo de calor, desvía su acción hacia el riñón o el
hígado, se constata entonces que lo que debería desarrollarse
normalmente se altera y se desplaza, abriendo paso a la enfermedad.
Tengamos en cuenta también cómo se pueden observar tales
desviaciones en la naturaleza exterior.

La enfermedad sólo es comprensible si se tienen en cuenta estos hechos.


Convengan que todo lo que se produce en el organismo es un proceso
natural. La enfermedad también es un proceso natural. ¿Dónde cesa
entonces el de la salud? ¿Dónde comienza el proceso mórbido? ¿Cómo
se transforma un proceso sano en un proceso patológico?
Sencillamente, no hay respuesta a estas preguntas si nos atenemos
solamente a lo que enseñan la fisiología y la patología corrientes. No
podrán percatarse de cómo la enfermedad es posible más que sabiendo
que lo que es enfermedad en el hígado es salud en el corazón y ahí debe
encontrase. Si el organismo humano fuera incapaz, gracias a la
organización del Yo, de engendrar el organismo de calor antes de existir
en el nivel del corazón, el hombre sería incapaz de pensar, de sentir.
Pero si esta influencia se ejerce en el nivel del hígado o del riñón, se
hace necesario expulsarla, reconducirla a sus límites primitivos. Por eso
hay en la naturaleza exterior sustancias, procesos sustanciales que
tienen la propiedad de sustituir, órgano por órgano, la actividad del
cuerpo etérico, la del cuerpo astral y la de la organización del Yo.
Supongamos que la organización del Yo característica del riñón ejerce
una influencia demasiado fuerte sobre este órgano. Administrando
determinada forma de Equisetum arvense se da al riñón la posibilidad
de realizar lo que efectúa por otro lado dicha organización del Yo en
este estado anormal, patológico. Así, en este estado patológico, la
organización del Yo ejerce su influencia como lo debería hacer
solamente en el nivel del corazón, y no en el del riñón. Se ejerce una
actividad ilegítima en este órgano, una actividad demasiado intensa que
no se podrá expulsar más que introduciendo artificialmente en el riñón
una actividad similar a la de la organización del Yo. El riñón tiene una
gran afinidad con el Equiseturn arvense, cuya actividad ataca
instantáneamente a este órgano y aparta de él a la organización del Yo.
Entonces, cuando el órgano puede desplegar su actividad patológica
de otra manera y la organización del Yo es restablecida en sus
funciones, ésta puede ejercer su actividad en sentido curativo. De este
modo, Ustedes pueden inducir a los elementos constitutivos
superiores (cuerpo astral y organización del Yo. Ndt.) a ejercer una
actividad sana expulsándolos del órgano y llevarlos de nuevo a sus
tareas. Estos elementos ejercen entonces una actividad reactiva sobre
el órgano enfermo en sentido curativo.

Para penetrar el secreto de tales fuerzas y conocer la organización


humana en sus relaciones con la organización del cosmos, con la de los
tres reinos de la naturaleza, es preciso, pues, elaborar una ciencia
natural diferente de la actualmente vigente. He aquí un ejemplo:
Todos Ustedes conocen los hormigueros y saben que las hormigas
producen el ácido fórmico. Hoy día se habla del ácido fórmico en
química o en farmacia, pero se ignora que un bosque en el que las
hormigas no ejercieran su actividad sufriría espantosos estragos a
causa de la descomposición que tendría efecto en el nivel de las raíces.
De alguna manera, la tierra quedaría arruinada por la descomposición
de sus residuos orgánicos. Imagínense el bosque —aunque sea de forma
aproximada- sin vegetación, en un estado casi mineral, pulverizándose
y descomponiéndose. Gracias a la actividad de las hormigas hay
siempre en suelo y en el aire del bosque una altísima dinamización de
ácido fórmico que impregna las sustancias en descomposición. El
producto de esta interacción entre el ácido fórmico y las sustancias en
descomposición asegura la evolución posterior, impidiendo que el
polvo se disperse en el universo y suministrando el material necesario
para la subsiguiente evolución de la tierra. De este modo, tales
sustancias, aparentemente simples secreciones de insectos o de otros
animales, se revelan para quien es capaz de observar adecuadamente
sus funciones como las salvadoras de la evolución terrestre.
Contentarse con analizar las sustancias químicamente no conduce
nunca a reconocer su papel en el mundo. Y si ignoramos este papel
resulta imposible comprender cómo actuarán estas sustancias en el
organismo del hombre. Lo que sucede a nuestras espaldas en la
naturaleza con el ácido fórmico, se efectúa permanentemente en el
organismo humano. Como ya he destacado en una conferencia anterior,
@la organización humana debe contener cierta cantidad de ácido
fórmico para regenerar las sustancias humanas, que de otra manera
se verían sometidas al proceso de envejecimiento. Ahora bien, se
puede constatar, en ciertos casos, una insuficiencia de ácido fórmico en
el organismo. Conviene saber que los diferentes órganos contienen
cantidades diferentes de ácido fórmico; se trata, pues, de detectar su
carencia en un órgano y suministrar dicho ácido fórmico al organismo.
En determinados casos este aporte no causará efecto, pero en otros será
muy útil. Sucede que el organismo se defiende contra la introducción
directa de ácido fórmico, pero tiene una fuerte tendencia a elaborarlo
él mismo a partir del ácido oxálico, cuya proporción habrá aumentado
en dicho organismo. Cuando no se consigue el objetivo con ayuda del
ácido fórmico, @muchas veces es necesario establecer una cura de
ácido oxálico, el cual se transforma en ácido fórmico en el organismo.

Esto les muestra que no basta con aprender a conocer los órganos
concretos, sino también los procesos humorales, tanto del exterior, en
el cosmos, como del interior del hombre, y esto hasta en sus menores
detalles. El hombre puede observar ciertos procesos que él provoca en
la naturaleza, pero su significado escapa a la interpretación científica.
He aquí un fenómeno muy simple: en las regiones meridionales crecen
las higueras; las hay silvestres y las hay también cultivadas de una
manera particularmente refinada para producir higos dulces. Veamos
cómo se procede: los cultivadores se las ingenian para que una
determinada especie de avispas pongan sus huevos en un higo corriente.
Se desarrolla así una larva que se transforma en crisálida. Este proceso
es entonces acelerado por el cultivador, de forma que la joven
generación de avispas es inducida a efectuar en el mismo año una puesta
(cosa que no habría tenido lugar normalmente hasta la primavera del
año siguiente. Ndt.). Los higos en los cuales han sido depositados los
huevos se vuelven claramente más azucarados. Para obtener este
resultado, los meridionales escogen dos higos casi maduros, higos que
han hecho picar por las avispas, y los atan a las ramas (de la higuera que
se desea mejorar. Ndt.). Por haber sido cortados, su maduración se
acelera considerablemente, y la primera generación de avispas se
desarrolla muy rápidamente. Tras la eclosión, estas abejas hacen su
puesta en los demás higos, que se vuelven más dulces. Este es, queridos
amigos, un proceso muy importante, pues se produce reduciendo la
sustancia en vistas a la transformación del higo, lo mismo que cuando
la abeja liba la flor y almacena la miel en la colmena. En efecto, la
actividad que despliega la abeja en el espacio, desde la flor en la que
succiona el néctar hasta la elaboración de la miel en la colmena, es
idéntica a la que se desarrolla de manera sintetizada en el higo.
Haciendo que la joven generación de avispas pique los higos, el
meridional suscita un proceso melífero. Estamos así ante una
metamorfosis de dos procesos naturales, de los cuales uno se desarrolla
desplegado en el espacio y el otro en el árbol mismo, en el que han sido
suspendidos los higos que maduran más rápido para dar nacimiento a la
segunda generación de avispas cuya picadura hace que los demás higos
se vuelvan más dulces. Tales procesos deben ser estudiados, pues son
los verdaderamente importantes. Procesos así se desarrollan en el
hombre, y la anatomía y la fisiología no tienen la menor idea de ellos
porque no extienden sus consideraciones a los procesos naturales como
éstos que he puesto como ejemplos. Es importante observar estos
procesos sutiles de la naturaleza para alcanzar un conocimiento real del
hombre.
Pero esto, queridos amigos, sólo es posible si se posee un verdadero
sentido interior de la naturaleza, una visión de conjunto de los
fenómenos del calor, de las corrientes aéreas, del calentamiento y del
enfriamiento del aire, del vapor de agua de la atmósfera, del maravilloso
juego del rocío matinal en las flores y en las plantas y de los admirables
procesos que se desarrollan, por ejemplo, en las agallas4, que se forman
por la introducción de un huevo tras la picadura de un insecto. Todo
esto debe ser envuelto con una mirada macroscópica, lo que exige un
sentido de la naturaleza, cosa que brilla por su ausencia cuando todo
depende, como sucede hoy día, de lo que hay encerrado en la
preparación observada al microscopio. En este caso se aísla al objeto
de la naturaleza, lo cual es una terrible ilusión. ¿Qué se busca con
ayuda del microscopio? Se quiere ver lo que es invisible para el ojo
desnudo. Agrandando enormemente un objeto se cree que tendrá el
mismo efecto que tiene a más pequeña escala, pero lo que observamos
es un objeto totalmente ficticio, un objeto engañoso. El microscopio
sólo tiene razón de ser si tienen Ustedes un sentido de la naturaleza
suficientemente aguzado como para que les permita transformar
interiormente el objeto en cuestión en la medida de su pequeñez.
Entonces todo es diferente y Ustedes verán alguna otra cosa. Cuando
observen un objeto agrandado deben poderlo simplificar en su fuero
interno, cosa que habitualmente se olvida.

Generalmente no nos percatamos de que las relaciones dimensionales


de los objetos naturales no tienen nada de relativo. La teoría de la
relatividad es ciertamente algo grande y bello, y en muchos terrenos es
sencillamente irrebatible, pero no atañe en absoluto al organismo
humano. Hace tres años participé en un debate con unos profesores,
verdaderamente no comprendían nada cuando se les decía, por ejemplo,
que el organismo humano no podría ser dos veces más grande de lo que
es, que no podría resistirlo, y que su tamaño está determinado de manera
absoluta, y no relativa, por el cosmos. Con el gigantismo y el enanismo
estamos ya en la patología. Por eso estamos obligados a decir: lo que
se ve en el microscopio es un engaño que hay que saber reducir a la
verdad, cosa que no es posible si no se posee un sentido de la
naturaleza, un sentido de lo que se manifiesta en la naturaleza exterior.

Vean Ustedes la importancia que tiene observar fenómenos como el de


la colmena; si bien es verdad que la abeja es un animal y que está dotada
de instinto, por el contrario, la colmena en su conjunto es
extraordinariamente sabia. Con los obreros a los que imparto ahí
arriba, cuando es posible, dos conferencias semanales, he mantenido
interesantísimas discusiones con respecto a las abejas. Había sido
planteada una pregunta de gran interés, cuyo significado el apicultor
conoce perfectamente: cuando un apicultor amado por las abejas cae
enfermo o muere, se instala el desorden en la colmena. Un oyente muy
situado en la manera de pensar de hoy en día señaló entonces que la
abeja no tiene una visión muy nítida y no podría hacerse una
representación del apicultor; ¿cómo se puede, pues, establecer un
sentimiento de solidaridad? € Pero hay más: el apicultor cuida de una
colmena durante un año, pero el año siguiente todas las abejas, incluida
la reina, han abandonado la colmena, que ahora es ocupada por una
colonia de abejas jóvenes. Así las cosas, @¿cómo puede existir un
sentimiento de solidaridad? He aquí lo que yo respondí: quien conoce
el organismo humano sabe que a lo largo de un determinado período
todas sus sustancias se renuevan. Supongan Ustedes que conocen hoy
a alguien, y que esta persona se va a América y vuelve dentro de diez
años. Se encontrarán a un hombre completamente distinto del de hace
diez € años, pues toda su sustancia se habrá renovado y estarán
Ustedes en presencia de una combinación completamente diferente. Lo
mismo sucede con la colmena; las abejas se renuevan, pero la
solidaridad entre la colmena y el apicultor persiste. Esto descansa en
la extraordinaria sabiduría de la que la colmena da testimonio. La
colmena no es un simple montón de abejas aisladas, sino que posee
realmente un alma propia, muy concreta.

Es esta manera de ver que nos revela que la colmena tiene un alma la
que es preciso reintroducir en nuestro sentido de la naturaleza, manera
de ver que, conducida por un verdadero sentido de la naturaleza,
podemos entonces aplicar a muchas otras cosas. Sólo ella permite
abordar, penetrar en el hombre sano o enfermo en virtud de una visión
macroscópica de los hechos. Eso es lo que haremos en los próximos
días, queridos amigos, a la luz de lo que desearía calificar como moral
del estudio y de la ciencia médica.

04/04/12

07/02/12
11/26/2014
SEGUNDA CONFERENCIA
Dornach 3 de Enero de 1924

Caracteres de los cuatro elementos constitutivos. Organización del Yo


y muerte. Cuerpo físico y nutrición, Polaridad entre el etérico y el
astral. Vida y conciencia. Relaciones entre el etérico y el astral en las
enfermedades. Inflamación y proliferación. Vida afectiva y
enfermedad. Cómo se articulan los cuatro elementos constitutivos. El
hígado, enclave del mundo exterior. El corazón, órgano sensorial del
mundo interior. El aspecto interior de las cosas no es suficiente.
Evaluar las sustancias según su origen. El nitrógeno, igual de
necesario que el oxigeno.

Queridos amigos:
Hoy querría, para seguir con el tema de ayer, exponerles algunas
particularidades de los elementos constitutivos del hombre. Ayer les
señalé que hay que considerar al hombre constituido en primer lugar
por un cuerpo físico formado por todo aquello que aparece en forma
de contornos precisos. Comprende a continuación lo que yo llamaría
un “organismo agua”, impregnado por las fuerzas etéricas, fuerzas
que actúan desde todas partes, viniendo de la periferia. A continuación
tenemos el cuerpo astral, del que es imposible hacerse una
representación espacial y que hay que considerar bajo un aspecto
puramente cualitativo; concebirlo de manera cuantitativa no nos
llevaría a ninguna parte. Hay que representárselo como perteneciente a
un mundo que no es nuestro mundo espacial tal como lo conocemos, a
un mundo exterior al nuestro. Esto es aún más cierto en lo que
concierne a la organización del Yo.

¿Qué representa, pues, esta organización del Yo? En el mundo físico


la percibimos en la forma de nuestro cuerpo físico. Desde luego, en el
mundo físico no puede ser percibida más que a través de la estructura
externa e interna del cuerpo físico. Pero respecto al cuerpo físico
debemos ser perfectamente conscientes de que tal como él se presenta,
es decir, como cuerpo físico en el mundo físico, no tiene nada en común
con las fuerzas que actúan en el mundo físico. Pues en el instante mismo
en que el hombre franquea las puertas de la muerte, cuando la
organización del Yo abandona el cuerpo físico, este último es
abandonado a las fuerzas del mundo exterior, lo que entraña su
destrucción, la pérdida de sus estructuras. Si reflexionan sobre el hecho
de que las fuerzas de la naturaleza exterior destruyen el cuerpo físico,
concluirán necesariamente que sus estructuras no pueden depender en
ningún caso de las fuerzas del mundo físico. Si es la organización del
Yo quien estructura, quien forma el cuerpo físico, esto significa por
tanto que ella lo separa de las fuerzas que se encuentran en el entorno
del hombre. Dicho de otra manera, la organización del Yo es algo
completamente diferente del Yo que hay en el mundo físico.

No obstante, esta organización del Yo está emparentada, está realmente


emparentada con la muerte. Lo que significa que lo que se manifiesta
de una sola vez en la muerte se produce continuamente, a lo largo de la
existencia, bajo el influjo de la organización del Yo. De alguna manera
el hombre muere permanentemente, y, no obstante, esta muerte es
compensada.

Para ofrecerles una imagen, piensen en el mito de Penélope de forma


invertida. Supongan que trabajan todos los días en levantar un montón
de tierra delante de su casa y que el montón, en su ausencia, es devuelto
a su sitio por las noches. Mientras haya tierra se verán obligados a dar
paladas para levantarlo. Pero cuando el montón vaya disminuyendo,
porque la actividad del que trae la tierra se reduce, Uds. no tendrán nada
que hacer. Tal es, más o menos, la relación entre la organización del Yo
y el cuerpo físico. Cuando Uds. alimentan su cuerpo físico le aportan
sustancias tomadas de su entorno terrestre. Estas sustancias que Uds.
aportan tienen fuerzas internas, tienen su propio dinamismo. Así,
cuando absorben sal de cocinar como condimento, dicha sal querrá
manifestar su propia tendencia tal como se manifiesta en el exterior.
Desde el paso por la boca Uds. empiezan a privar a la sal de sus
propiedades, incrementando este proceso, en la medida en que la
organización del Yo actúe suficientemente, hasta que finalmente no
quede nada en Uds. de lo que esa sal era en el exterior. La sal se habrá
convertido en algo absolutamente diferente. @El papel de la
organización del Yo consiste precisamente en transformar los
alimentos que Uds. absorben. Cuando su cuerpo físico ya no pueda
absorber alimentos, su Yo ya no tiene cometido, del mismo modo que
Uds. tampoco lo tienen cuando se deja de traer tierra ante su casa. Como
consecuencia de la incapacidad de absorber alimentos, surge ante el Yo
la imposibilidad de trabajar en el cuerpo físico a través del calor. Y se
puede decir que esta imposibilidad de transformar las sustancias
exteriores y de despojarlas de todo lo que tienen de externo, de ponerlas
enteramente al servicio de la organización del Yo, esta imposibilidad
conduce a la muerte.

En suma, ¿qué hace con el cuerpo físico la organización del Yo? Lo


destruye constantemente, lo mismo que hace la muerte, pero esto
siempre es compensado por la posibilidad que el cuerpo físico tiene de
absorber alimento. Existe, por tanto, un antagonismo, una polaridad
entre la organización del Yo y la nutrición. La organización del € yo
tiene para el hombre el mismo significado que la muerte, pero efectúa
de manera continua lo que la muerte realiza de un golpe, de manera
condensada. Por su organización del Yo Uds. mueren constantemente,
destruyen su cuerpo físico desde el interior, mientras que la naturaleza
exterior lo destruye desde el exterior cuando mueren. El cuerpo físico
es susceptible de ser destruido a partir de dos direcciones y la
organización del Yo es sencillamente la suma de las fuerzas de
destrucción desde el interior. Realmente se puede decir —luego
veremos por qué es así- que la organización del Yo no tiene otra tarea
que inducir permanentemente la muerte en el ser humano, muerte que
no es obstaculizada más que por el aporte de sustancias, ese proceso
de muerte que permanece siempre en el estado inicial.

Así podemos, de forma esquemática —abordaremos los detalles más


tarde-, identificar la organización del Yo con la muerte y la
organización física con la nutrición.

Organización del Yo = muerte


Organización física = nutrición

Entre estos dos procesos polares del hombre se insertan el cuerpo


astral y el cuerpo etérico.

El cuerpo astral, ya ven Uds., no actúa directamente sobre el


organismo humano más que en su elemento gaseoso, y, a partir de
éste, por intermedio del cuerpo etérico, en el organismo-agua y en el
organismo físico o de nutrición.

En cada órgano humano la organización astral y etérica cooperan. El


efecto de la organización etérica sobre un órgano cualquiera se
manifiesta mediante un impulso vital, mediante una actividad de
crecimiento. Todo lo que es fuerza de vida, tanto en un órgano aislado
corno en el organismo global, proviene de la organización etérica.

La organización astral es, por el contrario, la que tiende a paralizar


en todo instante esta vida, este crecimiento; a paralizarlo, no a
matarlo. La organización del Yo querría sin cesar matar al organismo
y a los órganos, y hay que oponerle las sustancias nutritivas exteriores
como un estimulante que los revitalice, proceso particularmente activo
en la infancia y en la juventud.

A los impulsos etericos se opone la actividad del cuerpo astral,


paralizándolos sin cesar. Supongan Uds. que no hubiera en su
organismo más que actividad etérica, más que vida y crecimiento; no
accederían nunca a la vida psíquica, su conciencia no podría
desarrollarse y estarían condenados a una vida puramente vegetativa.
En todo lo que quiere crecer, impulsarse, brotar, no aparece nada de
conciencia; para que ésta se desarrolle es necesario que la vida
vegetativa del etérico sea inhibida. Y en un órgano inhibido hay
permanentemente, incluso en una vida normal, como un comienzo de
enfermedad. Uds. no pueden hacer que nazca la conciencia en sí
mismos sin suscitar continuamente una tendencia a la enfermedad.
Ciertamente, podrían no ir buscando otra cosa que la salud, pero se
condenarían a una existencia puramente vegetativa; si desean
desarrollar una actividad psíquica, alcanzar la conciencia, comiencen
por tener una vida vegetativa y paralícenla luego. De este modo —con
el astral teniendo que inhibir continuamente lo que suscita la
organización etérica-, se oponen la organización etérica y la
organización astral, pero en una polaridad atenuada, menos radical
que la que opone a la organización física con la del Yo. Por eso, lo que
efectúa día tras día la organización astral en la vida humana
constituye una propensión permanente a la enfermedad; la actividad
de la organización etérica, € por el contrario, lleva a una salud
desbordante. Así como se puede decir, de una manera un poco
abstracta, que el hombre está constituido por un cuerpo físico, un cuerpo
eterico, un cuerpo astral y una organización del Yo, se puede decir que
el hombre se compone de procesos nutritivos, de procesos de salud
desbordante en los que se inmiscuyen permanentemente procesos de
enfermedad, y de un proceso permanente de muerte, siempre
respetándose hasta el momento en que la suma de todas estas muertes
parciales conduce a la muerte efectiva.

Observen ese organismo astral con su tendencia a hacer enfermar a un


órgano o al hombre entero; ejerciten la auto-observación; constatarán
que ningún sentimiento podría nacer en Uds. en ausencia del
organismo astral. Represéntense la organización etérica suscitando la
vida, esa vida que la organización astral inhibe.

En el estado de vigilia —me referiré a ello también en el sueño- existe


necesariamente un equilibrio lábil, una oscilación constante, entre el
eterico y el astral haciendo nacer los sentimientos. Sin este va y viene,
el hombre no sentiría nada. El rechazo de esta actividad astral en
status nascendi da origen al sentimiento normal, pero imagínense que
este rechazo no se efectúa inmediatamente, que la organización astral
se hace demasiado poderosa y no puede ser suficientemente
compensada por la actividad etérica; la actividad astral ejercerá
entonces una influencia demasiado fuerte sobre el órgano y en lugar de
producirse una oscilación se instalará en el órgano una deformación.
Cuando la organización astral inhibe más allá de la medida permitida
y su actividad no puede ser ya compensada en status nascendi, esta
organización se convierte en sede de factores de enfermedad. La
enfermedad está efectivamente ligada al sentimiento, y se puede decir
que la vida afectiva es el reflejo psíquico de la patología. Cuando la
oscilación se realiza a tiempo, la vida afectiva resultante también es
resultado del mismo proceso que el que conduce a la enfermedad en
caso de predominancia del astral.

@Pero puede también suceder que el astral se retraiga y que el etérico


predomine, suscitando otro tipo de enfermedad: la proliferación, la
exuberancia. Si tenemos que ver en la predominancia del astral la
tendencia a la inflamación, la predominancia del etérico es la
responsable de las proliferaciones. Así, en la vida afectiva
completamente normal se establece un equilibrio lábil entre los
procesos inflamatorios y la proliferación. La vida humana normal
implica la posibilidad de la enfermedad, pero se ha de establecer una
compensación permanente. De este modo, la vida afectiva, si se la sabe
observar correctamente, es reveladora de muchos procesos mórbidos.
Una buena observación de estas tendencias, a través de las
irregularidades de la vida afectiva, permite prever enfermedades
mucho antes de que sean físicamente visibles. La enfermedad no es
más que una vida afectiva anormal. La vida afectiva permanece en el
plano psíquico porque existe una compensación etérica. Si ésta no se
lleva a cabo, la vida afectiva penetra en el plano físico, se liga al
cuerpo y provoca la enfermedad. Mientras el hombre es capaz de
retener en el alma la vida de los sentimientos, permanece sano; si es
incapaz de ello, el sentimiento se precipita en un órgano cualquiera y
se instala la enfermedad.

Todo esto lo digo a modo de introducción, para que Uds. comprendan


lo necesario que es que el médico tenga una fina sensibilidad,
especialmente para la vida afectiva. No se puede realmente
desarrollar un sentido del diagnóstico sin esta aguda sensibilidad
para la vida afectiva. Esto lo aclararemos más cuando lo veamos en
detalle.

Fijémonos ahora en lo que sucede cuando consideramos la organización


física y la del Yo. Comencemos por el proceso nutritivo. Este consiste
en destruir permanentemente lo que en las sustancias pertenece al
mundo exterior. La organización astral inhibe lo que el hombre es
interiormente en razón de su organización etérica; es un equilibrio
interno que se establece entre la organización astral y la organización
eterica. El equilibrio entre la organización física y la del Yo se sitúa
entre el mundo exterior y el mundo interior. De esta forma, podemos
decir: la sal, tal como la conocemos, es mundo exterior; cuando el
proceso nutritivo y la organización del Yo toman las riendas, deben
hacerlo en el sentido de no dejar que subsista nada de lo que la sal es
en el exterior, de transformarla completamente. Si queda un resto, se
convierte en un cuerpo extraño para el organismo. No se imaginen
este cuerpo extraño únicamente como un objeto de contornos precisos:
raramente ése es el caso. Un cuerpo extraño de este tipo puede estar
constituido por calor exterior, pues su cuerpo no debe contener
ningún calor que no haya sido elaborado por la organización del Yo.
Imaginen a un ser humano en el que penetre calor exterior que él no
elabora, como un trozo de madera expuesto al calor. Este calor exterior
no se comporta simplemente estimulando e incitando al hombre a
producir su propio calor, sino como un cuerpo extraño. Del mismo
modo, el frío que penetra en el organismo como un cuerpo extraño. Y
diremos: el equilibrio interno entre enfermedad y salud es producto
de las organizaciones astral y etérica, mientras que el equilibrio entre
el hombre y el mundo exterior resulta de la polaridad entre el cuerpo
físico y la organización del Yo. Hay que aprender a ver los efectos de
estos cuatro elementos constitutivos del organismo humano; la
enfermedad no se reconoce en el organismo físico exterior. Lo que
constituye la enfermedad se desarrolla enteramente en el plano
suprasensible y permanece incomprensible para quien es incapaz de
hacerse una idea de la organización astral. Lo comprenderán mejor
partiendo de otro hecho. El dolor aparece en un órgano cuando el
cuerpo astral ejerce sobre él una influencia demasiado fuerte y lo
deforma. Si el órgano compensa inmediatamente esta influencia, si la
compensa en status nascendi, aparece una sensación. El dolor no es de
hecho más que una sensación aumentada proveniente de la
deformación, lo que explica por qué la enfermedad se acompaña de
dolor. De otra manera, el dolor sería un enigma. Pero se comprende
fácilmente la causa del dolor cuando se sabe que la enfermedad no se
instala más que después de un sentimiento lo suficientemente intenso
como para provocar una deformación del órgano. Como ven Uds., las
manifestaciones afectivas no pueden ser comprendidas si no se penetra
profundamente la vida del alma humana.
Sin embargo,
tendremos una visión
justa de los hechos
cuando nos digamos:
no es indiferente que
la intrusión del astral
se ejerza sobre un
órgano u otro.
Supongan que el
astral ataca el
hígado. Este órgano
se comporta de
forma muy diferente
que los otros,
pudiendo ser
considerablemente
deformado sin
suscitar dolor. Por
eso las afecciones
hepáticas pasan
desapercibidas, son
tan solapadas. Pues
el hígado es, en
resumidas cuentas, por su constitución, un enclave en la organización
humana. Entre todos los procesos que se desarrollan en el organismo
humano, los del hígado son los más parecidos a los del mundo exterior.
Es en el hígado donde el ser humano es lo menos humano. Por un
lado tienen Uds. el mundo exterior; por el otro, el hombre, y, en él,
esa parcela del mundo exterior que es el hígado. Es como si hubiera
un agujero en la organización humana, y la penetración del cuerpo astral
en el hígado no causara más daño que en este trapo (mostrando un trapo
en la mano. Ndt.). @El cuerpo astral puede dañar el hígado, pero no
puede provocar dolor en él, pues este órgano es un enclave, un trozo
de mundo exterior en el organismo.
Estos son hechos que hay que tener en cuenta si se quiere comprender
el organismo humano. Uds. encontrarán cantidades de información
sobre el hígado en los tratados de anatomía y de fisiología, pero
comprenderán a este órgano si saben que es lo más extraño que hay en
el hombre. Y por qué? Examinen un ojo o cualquier otro órgano
sensorial. Es como una caverna hundiéndose en el interior del hombre.
En el ojo se desarrollan procesos que la física nos permite casi
comprender. En lo que respecta a éste, es fácil ver al hombre desde la
física. Tracen una figura, añadan unas líneas que son en realidad un
espantoso absurdo y representen la refracción de la luz y la formación
de la imagen con ayuda de una simple lente. Se procede igual con el
ojo, según la física. El mismo oído casi se convirtió en piano en la época
de Helniholtz. Se aplican bastante ampliamente a los órganos de los
sentidos las consideraciones válidas para la naturaleza exterior. En el
nivel de estos órganos, una parcela del mundo exterior penetra en el
interior. Esto se verifica incluso por la filogénesis. En ciertos animales
inferiores pueden ver cómo el ojo se forma por invaginación y relleno
a partir del exterior. Así, el ojo se forma desde el exterior hacia el
interior, y no a la inversa. @Un órgano de los sentidos es una parcela
de mundo exterior en el organismo, pero estos órganos están abiertos
y se introducen como golfos en el organismo. Ahora bien, el hígado,
completamente cerrado por todas partes, es como un órgano de los
sentidos dotado efectivamente de una gran sensibilidad para valorar
nutritivamente las diversas sustancias que absorbemos. Realmente no
se comprende lo que son la digestión y la nutrición si no atribuimos al
hígado este papel de órgano sensorial para la nutrición en muchos más
procesos de los que se le asignan habitualmente y que no son más que
la expresión de lo psico-espiritual. El hígado está mucho más próximo
a las sustancias terrestres que nuestros órganos sensoriales
habituales. Nuestro ojo está en primer lugar expuesto al éter en sus
efectos, y nuestro oído al aire. Nuestro hígado está en relación directa
con las cualidades sustanciales del mundo exterior, las cuales debe
percibir.
El corazón es otro órgano sensorial, pero mientras que el hígado, con
sus facultades de percepción, se confronta con las sustancias
exteriores que penetran en el hombre, el corazón es un órgano de
percepción de su interior. Es un absurdo —como pueden darse cuenta
Uds. a partir de algunas de mis descripciones- es un absurdo ver en el
corazón una bomba que impele la sangre en las arterias. El
movimiento de la sangre procede del Yo y del cuerpo astral, y el
corazón es simplemente un órgano de los sentidos que percibe la
circulación, especialmente la que sube desde el hombre inferior hacia
el superior.

El hígado debe velar por la digestión, y apreciar, por ejemplo, el valor


de un hidrato de carbono. El corazón debe vigilar la actividad del
cuerpo astral y del Yo en el hombre.

Rudolf Steiner: “Medicina y ciencia espiritual”. 2’ conferencia

El corazón es un órgano de los sentidos espiritual; el hígado, un


órgano de los sentidos totalmente material. Es necesario hacer esta
distinción. Hay que llegar a tener un conocimiento cualitativo de los
órganos. ¿Cómo procede hoy día la medicina basada en las ciencias
naturales? Toma muestras, con una perfecta indiferencia, del tejido de
un órgano, por ejemplo de un corazón o de un hígado, y examina su
estructura física exterior, pero esto no aporta ninguna información sobre
el papel que juega el órgano correspondiente en el organismo.
Si yo examino dos cuchillos, constato que los dos tienen una arista, una
hoja y un mango. Este examen sólo me dice que los dos son cuchillos.
Es necesario que vaya más allá de esta forma exterior de examinar las
cosas, que me refiera a un todo, si quiero comprender que uno es un
cuchillo de mesa y el otro una navaja de afeitar. Exteriormente, una
navaja de afeitar podría ser también un cuchillo de mesa. No basta con
una consideración exterior para distinguir uno de otro, sino que debo
poner cada objeto en relación con un todo. Por la misma razón, el simple
examen exterior de un órgano, tal como se practica habitualmente,
apenas me aporta información. Es necesario que estudie sus relaciones
con el conjunto. La sola estructura de un órgano no me dice nada. El
conocimiento del hombre requiere bases completamente diferentes de
las que proporciona la química, de las meras afinidades químicas.

Vea Uds., en lo referente a este asunto los hombres son en la actualidad


extraordinariamente ingenuos. En cierto instituto de fisiología se
investiga sobre la manera de alimentar con leche a ratones. Esto resulta
perfectamente; los ratones prosperan, se vuelven fuertes y gordos. Para
probar que la leche contenía aún otra cosa además de sus componentes,
han alimentado a otros ratones con estos componentes y los ratones han
perecido en tres o cuatro días. No podían mantenerlos con vida. Los
experimentadores han concluido que la leche contenía, además de los
componentes conocidos, otra sustancia: la vitamina. Se ha descubierto
esta sustancia sutil, la vitamina.

Pero esto no es lo importante. Inventariando los componentes de la


leche se procede como quien examina un reloj y su cadena y dice:
conozco el oro, la plata, los demás metales, el vidrio, etc., que están en
el reloj; pero esto no forma todavía un reloj. Lo que forma el reloj es lo
que ha hecho con estos materiales el pensamiento del relojero. En la
leche, lo que corresponde al pensamiento del relojero son las cualidades
terrestres que contienen los diferentes componentes, las cualidades que
cada uno de estos componentes ha recibido de la tierra. Además de éstas
hay, durante cierto tiempo, fuerzas periféricas que provienen del cuerpo
etérico. Hay que instaurar una nueva manera de encarar las cosas.

Miren Uds., cuando comen demasiadas patatas, el hecho de constatar


que han absorbido cierta cantidad de hidratos de carbono no les dará
ninguna información sobre el efecto de las patatas. Los demás hidratos
de carbono, los que se encuentran no en los rizomas sino en las hojas o
en los frutos, son transformados en el tracto digestivo. La patata es
verdaderamente extrañísima. Sus fuerzas penetran de tal forma en el
organismo que lo que se lleva a cabo todavía en el tracto digestivo, por
ejemplo para una judía, para una patata no se efectúa más que en el
cerebro. En el cerebro también se desarrollan constantemente
procesos nutritivos. Son hechos que me limito a esbozar por ahora y
sobre los que luego volveré. @De manera que el que come demasiadas
patatas puede, eventualmente, exigir demasiado esfuerzo a su
cerebro, pues transfiere al cerebro procesos que deberían efectuarse
más abajo. Así, una medicina que tenga en cuenta no la composición
química, sino las relaciones entre el hombre y las sustancias en la
economía universal, abre nuevas percepciones sobre la higiene y sobre
toda la vida social.

Una sustancia es fundamentalmente diferente según se halle en la hoja


o en la raíz. Es mucho más importante conocer la parte de la planta de
la que procede que saber si contiene hidratos de carbono. Las raíces
corresponden más a la región cefálica del hombre; las flores y las
hojas, a la región inferior. La composición química no juega un papel
determinante. Es en otra parte donde hay que buscar las relaciones entre
el hombre y su entorno, si se desea saber qué hace que el hombre esté
sano o enfermo y apreciar en su justo valor las sustancias patógenas y
los remedios. Con la referencia a las características suministradas por
la química abstracta se ha ido extinguiendo progresivamente lo que se
sabía del hombre, pues la composición química no informa sobre las
relaciones entre el hombre y lo que le rodea.

Veamos otro ejemplo: una manera de ver puramente química muestra


que la presencia del oxígeno en el aire es indispensable, y que la del
nitrógeno lo es mucho menos. Se podría creer, en razón de lo que
habitualmente se piensa sobre el oxígeno y el nitrógeno en cuanto a la
respiración, que una insuficiencia de nitrógeno tendría poca
importancia con tal de que hubiera bastante oxígeno. Se constata, sin
embargo, que cuando el aire no contiene bastante nitrógeno, el hombre
vomita para paliar su insuficiencia

El hombre está sujeto a determinada relación entre su propio contenido


en nitrógeno y el del aire que le rodea, independientemente de su
respiración. Todos estos hechos son de una importancia extraordinaria
para el conocimiento del hombre, pero, si bien descubiertas o
reconocidas por unos u otros, permanecerán infecundas para el mundo
científico actual en ausencia de bases que permitan integrar al hombre
con su medio. A esto nos vamos a aplicar con el fin de aclarar la noción
de hombre sano y de hombre enfermo.

6 Respecto a este fenómeno poco conocido, cf: Bethe-bergmann-


Embden: “Handbuch der normalen und pathologischen Physiologie”,
no traducido al francés ni al castellano.

Organización del Yo …….. Muerte

Organización astral....Enfermedad

Organización etérea …… Salud

Organización física……….Nutrición

13/02/12

TERCERA
CONFERENCIA

Dornach, 4 de Enero de 1924

02/03/12

Fuerzas terrestres y fuerzas cósmicas. Cerebro y fuerzas ascendentes.


La cabeza en reposo. La cabeza, reflejo del cosmos. Los miembros y
las fuerzas terrestres. Papel del carbonato y del fosfato de calcio. El
camino que recorre una sustancia es más importante que su presencia.
Relaciones del organismo con el hierro, el plomo y el magnesio. La
inclinación a los malos olores. Flúor y magnesio. El proceso magnesio
y el ritmo del crecimiento. El antimonio y el cuerpo etérico. Diamante,
grafito y carbón.

Queridos amigos:
De aquí a mañana reflexionen en las preguntas que deseen hacerme, a
fin de que a lo largo de las próximas conferencias pueda responderles
teniendo en cuenta sus deseos.

Hoy querría añadir todavía algunas palabras vinculadas con mi


exposición de ayer, referentes al hombre y sus relaciones con el mundo.
Cuando consideramos al hombre desde el punto de vista antroposófico
no hemos de € molestarnos con aquellos que, hablando de la ciencia
actual, tienen todo tipo de ideas sobre el hombre que son más bien “no-
ideas”. Sin embargo, nos esforzaremos por € separarnos lo menos
posible de las concepciones habituales. Con todo, resulta patente que
las ideas que versan sobre los asuntos importantes se separan
considerablemente de la verdad. Por eso, quien hoy día se esfuerce en
alcanzar la verdad deberá tener el coraje de reconocer cosas que a la
mirada de la ciencia le parecen completamente absurdas. No obstante
es necesario, queridos amigos cuya voluntad es curar, que se mezclen
con quienes curan en el mundo exterior, que se ocupen de esa ciencia
exterior de la manera en que les indicaré. Si no, andarán con la certeza
de un paso poco firme en medio de los errores actuales.

Hoy día se considera lo que nos ocupa como algo que tuviera que ver
con algunos de los setenta u ochenta elementos que existen en la tierra7,
con las fuerzas que se relacionan con ellos, fuerzas de atracción y de
repulsión, etc..., con esas fuerzas que se expresan mediante las
valencias, mediante los números atómicos, etc... Se llega a
determinadas leyes físicas y se intenta sacar una conclusión a partir de
ellas. A continuación, partiendo de estas fuerzas diversas cuyo origen
se busca en las sustancias, se construye un fantasma que se cree que
es el hombre. Pero éste no es el caso. Tanto en su estructura general
como en las fuerzas que aseguran su nutrición y su crecimiento, @el
hombre no está sometido únicamente a las influencias que emanan de
las sustancias terrestres. Partiendo del cuerpo etérico hemos visto que
éste sufre absolutamente la influencia de las fuerzas que surgen de la
periferia del cosmos. Consideren ahora estas dos especies de fuerzas,
las que emanan de las sustancias y las que brotan del cosmos; es
necesario que entre ambas se establezca, para cada órgano, un
equilibrio, una compensación, una armonización. Los diferentes
sistemas orgánicos del hombre se distinguen realmente por la manera
en que este equilibrio se establece.

7(En la actualidad se han conseguido aislar casi 100. Respecto a la


clasificación periódica, cf: Bindel et Blickle: “Zahlengesetzz iii der
Stoffeswelt und ja der Erdenentwickelung”. No traducido al francés ni
al castellano.)

Consideren bajo este ángulo la cabeza del hombre. Aquí debo llamar
la atención —lo he hecho ya en repetidas ocasiones- sobre la manera en
que el peso del cerebro —sometido como todo cuerpo terrestre a la
gravedad- es en gran parte anulado por el hecho de que este órgano
flota en el liquido cefalorraquídeo. El cerebro constituye la principal
masa de la cabeza humana y pesa entre 1300 y 1500 gramos. En razón
de la presencia del líquido cefalorraquídeo que fluye por el canal
raquídeo, no pesa más que unos veinte gramos como mucho. ¿Por qué
esto es así? Porque, por el principio de Arquímedes, el cerebro recibe
un empuje igual a la masa del líquido desplazado. Así, de su peso no
quedan más que unos 20 o 25 gramos. Sí el cerebro presionara con toda
su fuerza hacia abajo, el sistema arterial situado en su base no podría
existir, pues seria aplastado. Nosotros no vivimos con nuestro cerebro
en función de la gravedad terrestre, sino en razón de que se aleja de la
tierra por la fuerza de ascensión que se opone a la gravedad. El
cerebro está sometido a la gravedad por un peso de veinte gramos como
mucho. Con nuestra cabeza sufrimos la gravedad levemente.

Así, el carácter terrestre del cerebro es eliminado considerablemente


por la organización humana. Esta última está regulada de tal manera
que las fuerzas terrestres ni más ni menos que desaparecen. La fuerza
de ascensión debida al principio de Arquímedes es tan conocida como
poco tenida en cuenta por la técnica. Si no, no se producirían roturas de
presas como la que ha sucedido en Italia8. Supone una carencia técnica
el hecho de no respetar el principio de Arquímedes en su totalidad. No
sé si ha sido reconocido, pero
destaca con mucha exactitud de las
descripciones aportadas. Se
consideran exactas las leyes que
convienen y se ignora las que no
convienen.

Pero esta pérdida de peso


correspondiente a la organización
interior de la cabeza no es todo; se
produce todavía otra cosa en virtud de
determinadas condiciones estáticas
entre la inspiración y la
espiración. Es un hecho que el choque
inspiratorio resultante de la
inspiración y de su amortiguación, y que el choque de rechazo
resultante de la espiración, se comportan el uno en relación con el otro
como la gravedad y

8 (Se refiere a la catástrofe de la presa de Gleno, en el Norte de Italia,


acaecida el 1 de Diciembre de 1923.)

la fuerza ascendente. Así, es curioso constatar que cuando andamos


dejamos en realidad a nuestro cerebro en reposo en virtud de sus
condiciones estáticas. Gracias al impulso del líquido no le dejamos que
resulte pesado, y lo mismo sucede en cuanto a sus relaciones internas
cuando andamos. Esto pasa no sólo con el hecho de andar, sino, cosa
curiosa, con el desplazamiento que efectuamos con la tierra. No
efectuamos esto más que con el resto del cuerpo, no con el cerebro. Para
el cerebro, este desplazamiento se anula constantemente. @Así, en lo
que respecta al cerebro, de un peso de 1500 gramos sólo quedan unos
20; además, cuando movemos nuestra cabeza tan rápido como el
cuerpo, aquél sigue también en reposo. Es más difícil imaginarse en
reposo lo que se muestra animado que imaginarse lo que pesa como no
pesado. Sin embargo es así. Para la organización interna del hombre
la cabeza se comporta como si estuviera constantemente en reposo,
anulándose todas las fuerzas; sólo subsiste una gravedad ínfima hacia
abajo en una relación de 20 a 1500, y una ligera aceleración hacia
delante. La mayor parte del movimiento queda compensado. Y se puede
decir que en lo que respecta a su impresión interior, la cabeza es dentro
del organismo como una persona que va tranquilamente sentada
dentro de un coche, como una persona que no se mueve pero que sin
embargo avanza dentro de éste, que sí se mueve. Eso es lo que siente la
cabeza, esta impresión de no ser pesada. Anula su movilidad cuando el
hombre se desplaza y cuando la propia tierra se desplaza con el hombre.

@Así, el órgano humano constituido por la cabeza tiene algo muy


particular por el hecho de su aislamiento frente a todo lo que sucede
sobre la tierra. Por el contrario, la cabeza es una entera imagen del
cosmos; es realmente un reflejo del cosmos, y en su esencia no tiene
nada que ver con las fuerzas de la tierra. La estructura interna del
cerebro es un calco de las fuerzas cósmicas y no puede explicarse, por
más que sea terrestre, sino solamente a partir del cosmos. La tierra no
actúa —dicho sea de manera un tanto burda- más que forzando hacia
abajo la formación cósmica e incorporando al hombre todo lo que tiende
hacia la tierra. Se pueden cerciorar de ello con un esqueleto: desmonten
el cráneo y habrán extraído todo lo que hay a imagen del cosmos. Lo
que queda no es cósmico más que a medias. La disposición de las
costillas sufre ya la influencia terrestre. En los huesos largos de las
piernas y de los brazos tienen Uds. formaciones puramente terrestres.
Observen las vértebras con sus asperezas, esas vértebras en las que se
articulan las costillas; convendrán que resultan de un equilibrio entre
lo cósmico y lo terrestre. Y en la bóveda craneana están Uds. en
presencia de una forma en la que el cosmos arrebata a lo terrestre sus
posibilidades de expresión, en presencia de una forma calcada de lo
cósmico. Así es como conviene estudiar las formas humanas.

Estudien así esta forma humana; no se olviden de que, con vistas a


sus funciones internas, la cabeza —en especial sus partes blandas y su
líquido- está en reposo, reproduciendo en total quietud el cosmos, y
convendrán que toda la anatomía y la fisiología actuales no pueden ser
consideradas como la expresión de la verdad, porque quienes las
profesan no son conscientes de las influencias cósmicas.

Ya se lo he dicho, hay fuerzas que proceden de la periferia. Es como


si, viniendo de todas partes, actuaran sobre la cabeza humana. Pero hay
una gran diferencia según que estas fuerzas sean retenidas por la
Luna, el Sol o Saturno. La presencia de ciertos astros modifica dichas
fuerzas periféricas. La región de la que surgen no es, por tanto,
indiferente. Su efecto es notablemente modificado en función del lugar
en que se encuentre una constelación dada. Estas cuestiones, que
antaño eran la base de una astronomía llena de sabiduría, no interesan
ya más que a los aficionados.
Nadie se hace hoy día una representación real de estos hechos. Lo que
he dicho es de una gran importancia para la comprensión de la
formación del hombre. @En esta subordinación total de la cabeza al
cosmos y de los huesos de las piernas a la tierra se expresa, hasta en
la sustancia, la esencia de las fuerzas modeladoras. En un hueso
humano hay, como Uds. saben, carbonato de calcio; también se
encuentra fosfato cálcico; dos sustancias de una gran importancia
para la formación del hueso. El carbonato cálcico confiere al hueso
la particularidad de someterse a la tierra; sin él, la tierra no podría
acceder al hueso. El carbonato cálcico constituye para las fuerzas
terrestres un punto de aplicación sustancial a partir del cual éstas
forman el hueso. El fosfato de calcio juega el mismo papel para las
fuerzas cósmicas. De este modo, un hueso largo como el fémur no
podría extenderse de arriba abajo sin la mediación del carbonato
cálcico, y estaría desprovisto de cuello sin la del fosfato cálcico. El
hecho de que la proporción entre carbonato y fosfato no varíe apenas
entre la diáfisis y el cuello no cambia nada. En realidad, a pesar de todo,
un análisis preciso revela diferencias. Pero hay más: @la constitución
del organismo humano implica la existencia de procesos de
construcción y de deconstrucción, de procesos orientados a la
elaboración y de procesos para eliminar lo que no puede ser utilizado.
Entre estas fuerzas de construcción y de deconstrucción hay una gran
diferencia que se puede observar incluso en las propias sustancias, por
ejemplo en el flúor. El anatomista corriente diría: el flúor juega un papel
importante en la odontogénesis, y se encuentra también en la orina;
hay, por tanto, flúor aquí y allá. Pero ésa no es la cuestión. @En la
odontogénesis el flúor juega un papel positivo, pues los dientes no
pueden formarse en su ausencia. En la orina se encuentra el flúor que
debe ser eliminado, deconstruido. Lo importante es distinguir si en un
lugar dado una sustancia se forma para, su eliminación o si es
absolutamente indispensable para la elaboración. Esta es la cosa. En
una parte del hueso formada principalmente a partir del cosmos, el
fosfato de calcio desempeña un papel constructor; en otra parte,
constituye una excreción. E inversamente, en un hueso largo el
carbonato de calcio es constructor, y, por el contrario, constituye una
excreción en un territorio óseo formado a partir del cosmos. @En
ninguna parle es la presencia de tal o cual sustancia lo que importa,
sino que es el camino que ella recorre el que le da su significado en
un lugar dado del organismo.

Ya he intentado ilustrar estos hechos cuando he dicho: supongan que,


durante un paseo, me encuentro hacia las nueve de la mañana a dos
personas conversando apaciblemente en un banco. Por la tarde, hacia
las tres, vuelvo a pasar por el mismo lugar; las mismas personas están
de nuevo conversando en el banco. La constatación de estos dos hechos
no conduce a nada, pues una de las dos personas ha podido, provista de
un sándwich, permanecer sentada desde las nueve hasta las tres,
mientras que la otra ha podido realizar durante ese mismo tiempo un
largo recorrido y volver a sentarse a las tres. La primera estará muy
descansada, y la otra muy fatigada. La constitución interna de los dos
estará en una situación muy diferente. @El hecho de que tal o cual
persona esté ahí presente no es lo que importa, sino lo que ha hecho,
el camino que ha recorrido en su existencia para encontrarse ahí. Por
la misma razón es fundamentalmente indiferente para la comprensión
del ser humano saber que hay tal o cual sustancia en un órgano. Lo
que hay que saber es cómo se encuentra ahí, si desempeña un papel
anabólico o catabólico; sólo entonces se hace comprensible el
hombre. Nunca se conseguirá la asociación entre la cualidad de una
sustancia indispensable para el organismo y el remedio, si no tiene en
cuenta de forma exacta este proceso. Solamente cuando se sabe llevar
a cabo dicho proceso es cuando se descubre que la distribución de las
sustancias en el cosmos es completamente diferente de lo que se
imaginaba.

Vean Uds., la presencia de hierro sanguíneo, que se cree poder


evidenciar a través de determinados análisis, constituye un hecho en el
que no se ha reflexionado desde hace cinco o seis siglos. Si es cierto
afirmar que hay hierro en la sangre, en vano ha de buscarse en ella
plomo cuando el organismo es normal. En suma, no se conoce el plomo
más que por sus minerales, allí donde se encuentra en masa. Pero todos
los metales que hay en masa en nuestra tierra existían antaño, en su
forma original, en el estado muy sutil del éter de calor, en Saturno,
en el Sol, etc. Ahora bien, el hombre ya existía en el antiguo Saturno,
en una forma ciertamente muy diferente a la actual. El ha participado
en todos estos procesos mediante los cuales el hierro, por ejemplo, se
ha convertido en lo que hoy es, a partir de ese estado absolutamente
volátil, de fina dispersión, que es el éter de calor. El hombre ha
participado en el devenir de la tierra. @Frente al hierro y al magnesio,
el hombre se ha comportado de manera singular: ha incluido a estos
metales en su formación. Ha triunfado sobre el plomo, pero en lo que
respecta al magnesio lo ha asociado a su propio proceso. Ha alejado
al plomo, ha eliminado el proceso-plomo, pero encontramos en el
hombre las mismas fuerzas que se manifiestan en el exterior en el
magnesio, fuerzas sobre las que debe triunfar interiormente. Por el
contrario, cuando el hombre no estaba aún encerrado en su piel,
cuando aún era una forma en vías de metamorfosis, siendo uno con el
cosmos, triunfó sobre el plomo. Todavía hoy posee cierto dominio del
proceso-plomo y la facultad de eliminarlo. Dispone de fuerzas de
formación del magnesio y de excreción del proceso-plomo.
@¿Qué significa todo esto? Para saberlo hay que ver en qué se
convierte un organismo humano intoxicado por plomo. Se vuelve
frágil, se esclerosa, de donde se puede deducir que el organismo
humano no tolera el plomo. Comienza a combatir encontrándose el
proceso en la sustancia plomo, pues las sustancias son siempre
procesos. El plomo se extiende por el organismo, que se rebela contra
él e intenta expulsarlo. Si lo logra, se cura; pero si el plomo es más
fuerte no recupera la salud y asistimos ‘al proceso de deterioro
característico del saturnismo. En efecto, el organismo solamente puede
soportar el proceso de dominio del plomo pero no tolera las fuerzas que
conducen a la formación del plomo.

@Investiguemos lo que el hombre gana por el hecho de no tolerar el


plomo. El hombre es, en primer lugar, un ser sensorial. Percibe su
entorno y luego reflexiona sobre sus percepciones; ambas cosas son
necesarias: la percepción, para entrar en contacto con el mundo, y la
reflexión, para rechazar la percepción, y, al rechazarla, desarrollar
su autonomía. Si no hiciéramos más que percibir nos consumiríamos
en la contemplación exterior. Por el contrario, distanciándonos de los
objetos y reflexionando sobre los objetos no nos consumimos en ellos.
Ahora bien, el cuerpo etérico del hombre dispone de un centro para
las fuerzas de dominio del plomo, que se encuentra más o menos donde
los cabellos forman el remolino. Desde ahí, las fuerzas de dominio del
plomo irradian hacia todo el organismo, impidiendo que las fuerzas de
formación del plomo penetren en él. Estas fuerzas de dominio del plomo
tienen una gran importancia. Son ellas las que hacen que, cuando yo
observo esta tiza, no me quede prisionero de mi contemplación. De no
ser así, me identificaría con el objeto percibido. Me hago autónomo,
paralizo la observación, con las mismas fuerzas de dominio del plomo.
Es, pues, a estas fuerzas a las que el hombre les debe el hecho de ser
una personalidad distinta, capaz de aislarse del mundo exterior.

Efectivamente, estas fuerzas no tienen solamente una significación


fisico-etérica, sino también psíquica y moral, y su presencia puede
manifestarse, en determinadas circunstancias, de forma sorprendente:
el hombre incorpora a su organismo ciertas sustancias y rechaza otras,
sobre las que triunfa. ¿De dónde procede, entonces, que en el curso de
su larga evolución desde el antiguo Saturno, el antiguo Sol, etc., entre
estas sustancias que estaban formadas a su alrededor, haya rechazado
unas e incorporado otras? Este rechazo tiene como corolario la
posibilidad de que el hombre pueda acoger en sí fuerzas morales
autónomas. Si bien el organismo humano actual no tiene necesidad de
plomo, podemos imaginar que trajera fuerzas formadoras del plomo,
que contuviera plomo de la misma manera que contiene hierro. En ese
caso, el hombre tendría cualidades semi-morales, tendría una afinidad
enfermiza por las inmundicias, buscaría las sustancias malolientes y se
complacería en olerlas. Cuando un niño manifiesta esta perversión,
gustándole, por ejemplo, oler el petróleo, tiene siempre una carencia
de esta propiedad de la sangre de rechazar el plomo. Entonces es
necesario aportar estas fuerzas de rechazo del plomo con medidas
clínicas o medicamentosas. Veremos que esto es posible.

Volvamos al magnesio, a esta sustancia que desempeña un papel tan


importante en el organismo. Respecto a él podemos hacer una
observación particularmente interesante. En el plano pedagógico, a
menudo he llamado € la atención sobre la necesidad de delimitar
claramente de los demás el primer período de la existencia, que se
extiende hasta la aparición de la segunda dentición. El siguiente estadio
va hasta la pubertad. Si el flúor es necesario en la odontogénesis, el
magnesio no lo es menos. Pero la odontogénesis no se realiza sólo en la
boca, en los maxilares superior e inferior; el organismo entero participa
en ella, y el proceso-magnesio se desarrolla en la totalidad del
organismo humano. Esto es de una importancia capital para el hombre
hasta la segunda dentición. Más tarde, el magnesio ya no tiene la
misma significación, pues sus fuerzas endurecen el organismo. Estas
fuerzas encierran al organismo en sí mismo, y el punto final de esta
consolidación, de esta integración de las fuerzas y de las sustancias, se
sitúa en la segunda dentición. Es € esta época cuando la utilización del
magnesio tiene una mayor importancia para el organismo.
Ahora bien, desde el punto de vista de su evolución temporal, el
organismo humano es un todo. Es necesario que libere magnesio, que
lo tenga a su disposición. Sin las fuerzas del magnesio carecería de
verdaderas fuerzas de consolidación. Sin embargo, no puede parar de
producir fuerzas de magnesio. Este proceso se realiza antes y después
de la segunda dentición. Es necesario que estas fuerzas sean utilizadas;
así, tras la segunda dentición, el organismo triunfa sobre el magnesio
eliminándolo, en particular haciéndolo pasar a la secreción láctea, a
la leche. Este es un singular proceso de carácter periódico, pues la
secreción láctea está en relación con la pubertad: hasta el cambio de
dentición, el organismo consume magnesio; a continuación, desde el
cambio de dentición hasta la pubertad, lo elimina, y en las fuerzas de
la lactogénesis se encuentra efectivamente magnesio. Entonces se
produce un viraje, justo hacia los veinte € años, y las fuerzas del
magnesio se utilizan entonces con miras a una consolidación muscular
muy útil.

Una sustancia es realmente un agregado de proceso. Es absurdo decir


que el plomo no es más que esa sustancia aparentemente gris y tosca.
El plomo es el proceso que se desarrolla en el interior de los límites que
se oponen a su extensión. Todo es proceso, y no podemos contentarnos
con decir que, en el hombre, se utilizan determinados procesos
sustanciales y que otros que no utilizamos, como el del plomo, se
rechazan. Hay incluso otros, como el del magnesio, que alternan de
manera rítmica. En el ritmo de la vida, tan pronto se consume el
proceso-magnesio, tan pronto se elimina. La sola presencia del
magnesio revelada por el análisis no nos dice nada, pues a los doce años
las sustancias tienen otra significación que a los cinco o a los cuatro.
No se conoce verdaderamente al hombre si no se sabe en qué momento
tienen tal o cual significado para el organismo ciertos procesos
sustanciales, ciertas sustancias. Si se desea saber cómo prolongan las
sustancias su actividad en el hombre, el estudio de la composición
química apenas es útil. @Hay que hacer estudios que actualmente
suscitan muy poco interés. Si hacemos historia de las sustancias desde
el siglo XIII o el XIV, encontramos los primeros elementos de la
química actual, mezclada con procesos alquímicos que a menudo nos
parecen tan insensatos. Existía entonces lo que podríamos llamar una
ciencia de las signaturas, utilizada sobre todo para las plantas, pero
también para los minerales, que no tuvo continuación y cayó en el
olvido.

Miren Uds., una sustancia como el antimonio, más exactamente su


mineral, la antimonita, presenta una estructura particular en agujas
finas como cabellos. Si le someten a determinado tratamiento
metalúrgico obtendrán un espejo de antimonio, en particular cuando los
vapores de antimonio se condensen en una pared fría. La antimonita
tiene siempre tendencia a hacer aparecer formas que se revelan
claramente como las del cuerpo etérico. Estas formas son muy
parecidas a ciertas plantas simples que se moldean en el cuerpo etérico.
El antimonio, cuando se le observa, da una impresión de gran
receptividad por las fuerzas etéricas, con las que se desposa.
Cualquiera puede constatar que es posible desencadenar una serie de
explosiones cuando se procede a la electrolisis del antimonio, fijándolo
en el cátodo. Dichas explosiones permiten entrever las relaciones entre
el antimonio y las fuerzas etéricas. Este es un hecho notable, y para este
tipo de hechos antiguamente se mostraba una gran comprensión que
después se ha perdido; ya no se respetan consideraciones como las que
he hecho constatar y nos quedamos perplejos ante lo; que percibimos
de significativo. @Así, nos preguntamos por qué el diamante, el
grafito, la antracita y el carbón, todos carbono, son tan diferentes. Si
tuviéramos en cuenta realmente la signatura, lo que no es únicamente
composición química, como la entendían los antiguos, empezaríamos a
comprender la diferencia entre el carbón y el grafito. El carbón nació
a lo largo del proceso terrestre; el grafito, a lo largo del anterior, el
lunar, y el diamante, a lo largo del solar. Considerando las cosas desde
el punto de vista cósmico, empezarán a comprender que no es tanto la
sustancia en sí la que importa, sino las circunstancias y las épocas a lo
largo de las cuales una sustancia ha adquirido una determinada forma.
Y cuando una cosa sustancial, físicamente real, está sometida al tiempo,
eso tiene una significación precisa. Volviendo a lo anterior, @pueden
Uds. decir: el carbón es un niño, no tiene demasiada edad; el grafito
es un poco mayor, es un joven, y el diamante, si no es un anciano, por
lo menos es un hombre en la plenitud de la vida. Si Uds. desean asignar
una tarea y necesitan para ella a un hombre maduro, no llaman a un
niño; es una cuestión de edad. Del mismo modo, el carbón, por su edad
cósmica, tiene una misión diferente de la del grafito, que es más
antiguo. Es necesario prestar atención a los procesos cósmicos si se
desea aprender a conocer las relaciones del hombre con el universo. Si
Uds. utilizan el antimonio como medicamento, y sí desean saber qué
estimula en el cuerpo humano —con el cual tiene una singular afinidad-
, es preciso primero saber cuáles son sus relaciones en el mundo
exterior. Si quieren saber cómo se comporta un remedio en el hombre
es absolutamente necesario tener en cuenta los procesos sutiles de la
naturaleza.

13/03/12

CUARTA
CONFERENCIA

Dornach, 5 de Enero de 1924

14/03/12

Queridos amigos:
En las tres conferencias anteriores hemos intentado esbozar una
concepción que pueda servir de base al médico, esbozo breve en razón
del tiempo disponible. Para entrar en detalles haría falta mucho tiempo,
tiempo evidentemente disponible para los estudios médicos.

Los verdaderos estudios médicos deberían dedicar al menos un año a


la adquisición de estos conocimientos básicos. Yo puedo ofrecerles más
que aquello que debería caracterizar una enseñanza así, y Uds. deben
considerar las tres conferencias anteriores sólo como un bosquejo de los
conocimientos que el médico debe adquirir. Esa sería la parte exotérica
de los conocimientos médicos.

A ello le debería seguir la parte esotérica del saber médico, de la que


ahora hablaremos. Sin embargo, no menosprecien a lo largo de sus
estudios esa parte exotérica; esfuércense, por el contrario, en dominarla
y en poner en ella toda su seriedad. Actualmente esto es difícil, pero la
organización de la sección médica de nuestra universidad del
Goetheanum en Dornach puede remediarlo. Lo que he esbozado
brevemente puede ser henchido de numerosos detalles que se
encuentran en mis ciclos de conferencias y en mis escritos. Hasta el
presente esto no se ha realizado más que en una débil medida, y no
alcanzará cierta envergadura hasta que aparezca la obra que preparo
actualmente en colaboración con la doctora Wegman y que será
publicada próximamente9. Ahí se verá el impulso que la Antroposofía
puede aportar a la medicina y a los estudios médicos.

Pero los estudios médicos —Uds. deben ser conscientes de ello- tienen
un carácter muy particular que conlleva exigencias muy especiales; son
estudios en los cuales no puede hacerse abstracción de los resultados de
la investigación espiritual. @No puede haber medicina en ausencia de
los fundamentos de la Ciencia Espiritual. El caos que reina en este
terreno es el resultado de una orientación de los estudios y de los
conocimientos absolutamente inadaptada a la medicina. Nuestros
conocimientos actuales de la naturaleza convienen a las necesidades
de la técnica, pero no a un conocimiento del hombre. Esto es
igualmente cierto tanto para la teología como para la medicina. Una
verdadera ciencia médica tiene unas particulares exigencias, que Uds.
podrán comprender cuando les diga cómo se forma el hombre.

9 Rudolf Steiner/Ita Wegman: “Fundamentos para la ampliación del


arte de curar”.

Ayer, en el plano exotérico —haremos la transición hacia lo esotérico


en los próximos días-, les llamé la atención sobre el hecho de que las
sustancias son en realidad procesos. La sal, por ejemplo, es el
precipitado —el desenlace- de un proceso. El proceso-magnesio y el
proceso-hierro se hallan en la naturaleza exterior, y el proceso-plomo
y el proceso-mercurio también, pero estos últimos el hombre no debe
llevarlos en sí. Pero el hecho de que el hombre no sea portador de estos
procesos es sólo aparente. @¿Cómo se forma el hombre? En primer
lugar, el esbozo fisico es creado por la fecundación. Este esbozo debe
unirse al cuerpo etérico del hombre, pero este cuerpo etérico no
resulta de la fecundación, sino que se forma alrededor de lo que luego
será la organización del Yo y la organización astral, alrededor del
complejo psico-espiritual que existía antes de la vida terrestre y que
desciende de los mundos espirituales. Así, en el núcleo central de la
entidad humana tenemos su elemento espiritual-psíquico, que
procede primero de las encarnaciones precedentes, y, segundo, del
período entre la muerte y un nuevo nacimiento, periodo muy anterior
a la fecundación. @Antes de entrar en relación con el germen
resultante de la fecundación, este núcleo espiritual-psíquico se une
en primer lugar al cuerpo etérico. Esta triple organización —Yo,
cuerpo astral y cuerpo eterico se une al resultado físico de la
fecundación. Han considerar al cuerpo etérico como algo formado a
partir del cosmos. Ahora bien, este cuerpo etérico que proviene del
cosmos trae consigo, en el momento en que se une a la organización
física, esas fuerzas que no son válidas para esta organización física:
las del plomo y las del estaño. El hecho de que el hombre no sea un
microcosmos y que no contenga ciertas sustancias es sólo en apariencia.
Las sustancias que el hombre no tiene en su cuerpo fisico son las más
importantes para la constitución del cuerpo etérico, y, de hecho, los
procesos-plomo, -estaño, -mercurio, se desarrollan en el cuerpo
etérico antes de su unión con el cuerpo fisico.

Ahora bien, el cuerpo etérico se une € al cuerpo físico, los demás


elementos constitutivos, claro está, hacen lo mismo. @Esta unión se
hace en cierta medida sólo durante el período embrionario y luego
alcanzará su plena medida en el nacimiento, cuando se instale la
respiración. En ese momento, cuando se instaura una verdadera
respiración, todas las fuerzas del cuerpo etérico emanadas de las
sustancias no incorporadas al cuerpo fisico, todas esas fuerzas,
emigran al cuerpo astral, y el cuerpo etérico recibe a su vez las fuerzas
con las cuales trabajaba el cuerpo fisico. De este modo, el cuerpo
etérico experimenta una metamorfosis muy importante consistente en
adoptar la constitución del cuerpo fisico y en ceder la suya propia —
su parentesco con el entorno- al cuerpo astral. Ahora bien, el cuerpo
astral está estrechamente vinculado a todo lo que el hombre es capaz
de saber. Del mismo modo, queridos amigos, desde el instante en que
Uds. empiezan a asimilar un verdadero saber médico interiormente
transformado y no puramente teórico, dan vida a ese contenido,
presente ya —si bien inconscientemente- en el cuerpo astral,
experimentando dicho contenido las relaciones del cuerpo astral con
el entorno.

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7 He aquí un ejemplo. Piensen en una región melancólica desde el punto


de vista de su constitución geológica, debido a la presencia de gneis1°
en el subsuelo, el cual contiene mica, un mineral que Uds. conocen. La
mica ejerce una fortísima influencia en la constitución física de un
hombre que viva en una región dada. Se posee un cuerpo físico diferente
cuando se nace en una región donde la mica abunda. Esta mica actúa,
a partir del suelo, en el cuerpo fisico. Ahora bien, Uds. constatarán que
en las regiones ricas en mica hay muchos rododendros. Esta planta se
extiende por los Alpes y por Siberia. La sustancia del rododendro está
estrechamente emparentada con el cuerpo etérico antes de que éste
entre en el cuerpo físico. El cuerpo etérico cede entonces esta afinidad
con el rododendro al cuerpo astral. Cuando entre los habitantes de
estas regiones aparecen enfermedades debidas a esta acción
preponderante de la mica a través del repliegue de las aguas
subterráneas, es porque el cuerpo etérico ha cedido al cuerpo astral lo
que ha recibido de la mica. Se puede concluir que el rododendro
contiene un jugo con virtudes curativas para estas enfermedades. Por
esta razón es por la que a menudo, aunque no siempre, el remedio
específico para una enfermedad se encuentra en el mismo lugar.

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8 Reflexionen, queridos amigos, en el siguiente hecho: cada noche,


durante su sueño, Uds. se sumergen con su cuerpo astral en
el entorno que estaba emparentado con su cuerpo etérico y
que ahora lo está con el cuerpo astral. Como médicos que
adquieren conocimientos médicos, Uds. sienten continuamente las
fuerzas de curación del entorno. Lo que han aprendido exteriormente
mediante la dialéctica lo confirman constantemente durante el sueño.
Es un hecho que hay que tener en cuenta en los estudios médicos, pues
de nada valdría, y quedaría disociada, desorganizada, ninguna
enseñanza exterior, dialéctica, si cada noche, durante el sueño, la
confirmación tan necesaria no tuviera en el seno del cuerpo astral y del
entorno. Así, € si los conocimientos médicos no se adquieren de forma
que el cuerpo astral pueda entrar en conversación con el entorno y dar
aquiescencia a lo que el médico ha aprendido, sucedería lo mismo que
si se escuchara un lenguaje incomprensible que no haría más que causar
embrollo. Efectivamente, @el saber médico está interiormente
vinculado a la vida del hombre que pasa por el sueño. De estos hechos
debe nacer la convicción de que los estudios médicos deben pasar por
el hombre entero, por el hombre vivo, por el hombre sintiente, pues de
este intercambio nocturno con las sustancias terapéuticas resulta otra
cosa aún que es realmente imposible de adquirir mediante la
dialéctica: el impulso real para socorrer. Sin este impulso, sin esta
compasión por el enfermo, sin este deseo de ir en ayuda, no existe en
el fondo curación.

10 Roca metamórfica muy parecida, por su aspecto y su constitución,


al granito.
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9 Es necesario que les diga algo que les podrá parecer totalmente
paradójico, pero tendrán que aprender a aceptar las paradojas. Miren
Uds., se me ha dicho muchas veces que si podría llegar a ser necesario
proteger los remedios que preparamos en nuestro laboratorio
farmacéutico con el fin de que no los puedan imitar. Yo he respondido
que apenas temía las imitaciones sí logramos introducir verdaderos
impulsos esotéricos en nuestra corriente. Entonces se reconocerá que
nuestros remedios están preparados con un plano de fondo esotérico, y
que no es indiferente que sean preparados así —con todo lo que vive en
el esoterismo-, o imitados por cualquier fábrica. Esto les puede parecer
paradójico, pero sin embargo es bien cierto.

La creación de determinado ambiente, impregnando a los remedios de


una fuerza de curación espiritual, importa mucho más que determinados
factores exteriores y habilidades profesionales. Esto no es una
superstición, y, como verán, puede ser fundado perfectamente por la
Ciencia Espiritual. La gente comprensiva se dará cuenta de que
tomando los remedios que preparemos aquí se habrá dado un primer
paso hacia lo que haya de realizarse.

Las objeciones que se me han hecho a este respecto provienen de


personas que no saben lo en serio que ha de tomarse la vida espiritual
esotérica. Es preciso que Uds. se convenzan de la importancia, aquí, de
una universidad, de un Jugar donde se cultive la enseñanza médica. Esta
creación deberá ser una realidad y no una simple formalidad.
Comprenderán también que a un primer curso médico exotérico
deberá ante todo sucederle un segundo curso eminentemente
esotérico que hable al corazón del hombre, que haga penetrar el saber
médico en lo que, en el hombre, se convertirá en una actitud interior
propiamente médica.

Algunas personalidades han buscado siempre instintivamente esta


actitud interior. Durante el último tercio del siglo XIX, donde nada
predisponía a dicha actitud, ésta se ha manifestado, no obstante, de
forma esporádica entre ciertas personalidades aisladas, consideradas
como originales. Así, la renombrada escuela vienesa, contemporánea
de mi juventud, reposa en esta componente de la curación en la que la
terapéutica apenas cuenta, como en la neumonía, donde el tratamiento
prácticamente no tiene influencia sobre el elemento central de la
afección. Esto es lo que ha dado origen al nihilismo, del que Uds. han
oído hablar. Son precisamente los médicos más notables de esa escuela
vienesa quienes se han erigido a sabiendas en
@Personalidades del nihilismo; tenían la opinión de que ningún
remedio era capaz de curar. Estas ideas han sido compartidas, hasta
cierto punto, por Wirchow12, para quien el cincuenta por ciento de las
enfermedades podrían haberse curado igualmente sin medicamentos.

11 Alrededor de 1840. La escuela vienesa está representada


principalmente por Skoda, Oppolzer y Hebra.

En el treinta por ciento de los casos se puede afirmar que el


medicamento efectivamente ha perjudicado, y en el resto el azar puede
haber conducido a la elección de un remedio útil. No soy yo, sino
Wirchow, una celebridad médica del último siglo, guíen lo ha dicho.
Conozco a ilustres personalidades que, en el momento actual, todavía
defienden este punto de vista, siendo posiblemente partidarios de la
terapéutica. Esta no es una actitud médica interior, pero no podría
existir allí donde no reinara más que la mera formalidad. Es preciso
que dicha actitud se suscite realmente, lo que implica ese lado
humano del segundo curso, basado en el primero, exotérico.

12RudolfWirchow: 1821-1902.
Paracelso: Philippe Bombast von Hohenheim, 1493-1541. Alquimista
y medico suizo. Sus doctrinas médicas se basan en una correspondencia
entre el mundo exterior y las diferentes partes del organismo.
Variedad de granito formado durante el pérmico, período geológico
del que deriva su nombre.
‘Relativa al bazo.
También llamado codeso.

Ese lado humano tan indispensable lo encontramos, si bien en forma


degenerada, y, sin embargo, a veces grandiosa, en
una personalidad como Paracelso ciertamente se le pueden objetar
muchas cosas sobre tal o cual tema, pero manifestaba esa actitud médica
interior de manera grandiosa. Al llegar a una región donde aflora el
pernico, él sabía que algunas enfermedades son atribuibles a esta roca,
especialmente algunas enfermedades que provienen de cierta alteración
sanguínea. El desarrollo del proceso mórbido es absolutamente
característico. En esas regiones donde abunda el pérmico, los
habitantes, que están habituados a él, presentan determinadas
características según su temperamento. Se constata entre ellos una viva
actividad esplénica. Y cuando se llega como extranjero a una región de
éstas, uno encuentra poca simpatía; los habitantes son terriblemente
testarudos, discutidores, ingenuos, y te toman por idiota si juzgas
extravagante su forma de obrar. En efecto, las personas se habitúan al
pérmico. Pero un extranjero que se instale allí no soporta el pérmico,
y mucho menos su agua. Presenta algunos síntomas mórbidos.
@Paracelso dice que las enfermedades que aparecen en estas regiones
son hereditarias, y añade: “Debe suceder algo en el terreno del
etérico”, o del “archaüs”, como él lo denominaba. El archaüs ha
debido experimentar una influencia antes de entrar en el embrión.
Ahora bien, se constata que el citiso crece maravillosamente bien en
estas regiones. Se hallará fácilmente en el citiso —en las flores, en las
hojas o eventualmente en las raíces, según la constitución de los
individuos- un jugo que será un buen remedio para estas afecciones.
-----------------------------------
12 Se trata, en virtud de esta actitud médica interior, de adquirir una
manera completamente diferente de ver la naturaleza. Cuando era
chiquillo conocí a un medico al que era frecuente encontrar en las
praderas y en los campos, donde se relacionaba con las plantas, las
flores, los insectos, etc... En la región donde ejercía sin pretensión la
medicina había otros tres o cuatro médicos más que actuaban como
corifeos, pero se puede afirmar que la actividad de este hombre
modesto, que amaba de tal forma las flores de los campos, era
infinitamente más fecunda que la del médico oficial y la de los otros,
pues éstos habían adquirido su saber en las escuelas y en lo que con
ellas se relaciona. El, por el contrarío, había adquirido sus
conocimientos sobre los remedios de la frecuentación de la naturaleza,
que no puede conducir a la ciencia médica más que cuando se la ama
en detalle.

13 Cuando se la observa bajo el microscopio no se la ama. Hay que


amarla, hay que ser capaz de estudiarla microscópicamente.
Comprenderán Uds. lo necesaria que es esta vida inconsciente del
cuerpo astral de cara a extraer los conocimientos médicos. Ciertamente,
no querría resucitar para Uds. antiguas recetas de viejas, sino decirles
simplemente lo que se extrae de forma presente de la observación
directa. Sin embargo, el lenguaje actual y la terminología médica no
disponen de expresiones adecuadas, y es necesario recurrir a la
terminología tradicional, si no a crear una nueva. Posiblemente esta
creación sería más favorable para la propagación de nuestras ideas, pero
dicha terminología nos impondría sin duda años de estudio. Y como
Uds. desean estar informados desde ahora, utilizaré la antigua con
algunas variantes.

14 Es bueno que consideremos lo primero de todo el mundo vegetal, no


porque yo desee recomendar las plantas como remedio universal, sino
porque ellas pueden enseñamos cantidad de cosas, y muy
particularmente sobre lo que tiene que ver con la profundización
esotérica. Ahora bien, en lo que concierne a la tradición médica es
extraordinariamente importante considerar tres cosas, pero
considerarlas de manera diferente a como lo hace la ciencia €
corriente.

15 @Cuando hoy un estudiante aprende algo, piensa que es bueno,


que puede aplicar lo que sabe. Pero un hombre religioso, un hombre
piadoso, aprende el Padrenuestro; él también lo sabe, pero no piensa
que es suficiente con saberlo y repite su oración cada día. Lo que sabe
lo dice diariamente en oración. Cada día hace repasar en su alma lo
que sabe. Es una manera completamente diferente de adquirir las
cosas, verdaderamente diferente. Piensen también en un iniciado;
Uds. suponen que conoce los elementos de la ciencia oculta, pero él
mismo no da ninguna importancia al hecho de conocerlos, de
haberlos adquiridos. Para él es mucho más importante hacerlos pasar
de vez en cuando con convicción ante su alma, los primeros elementos
y los siguientes, a fin de hacer brotar en ella nuevos impulsos. Quien
está impregnado de un sentimiento religioso lleva a cabo experiencias
completamente distintas de las que aquél que no ve en la naturaleza más
que lo que contiene el mundo físico. @Es necesario que nos
reencontremos perpetuamente en el ritmo de la naturaleza si
queremos adquirir conocimientos vivos Y no un saber muerto. El
conocimiento, la actividad conocedora, debe renovarse en el ritmo.
De esto es de lo que se trata cuando yo hablo de la actitud interior
como fundamento de los conocimientos médicos. Tan importante es,
incluso para la terapéutica, adquirir esos conocimientos médicos de la
naturaleza del hombre y de su entorno. Hagan renacer a la planta
constantemente en su alma; tiene una significación muy especial.
-----------------------------------

16 Tres cosas, en la planta, tienen un significado particular. La primera


es su perfume, en relación con la presencia de aceites etéricos. Este
aroma puede tener en algunas plantas un carácter especial. El perfume
de una planta ejerce una atracción para determinados seres
elementales que buscan penetrar en ella. Lo que hay en el origen de
esta actividad aromática —no de la sustancia-, se encuentra en la forma
mineral más concentrada en el azufre. También podemos, a semejanza
de los antiguos médicos, dar el nombre de Sulfur o de sulfúrico a lo que
está activo en el aroma de la planta, a ese extracto espiritual que suscita
la nostalgia de los elementales. Percibir el sulfúrico de la planta es
adquirir una real comprensión de su perfume, si se reconoce lo €
espiritual que tiene lugar entre arriba y abajo cuando este perfume se
expande.

Una segunda facultad a desarrollar es un sentimiento interior hacia lo


que crece en la hoja; siempre hay oportunidad de asociar los perfumes
a las flores y a las formas de las hojas. Las hojas tienen formas tan
variadas: dentadas, puntiagudas, redondas, partidas, etc... Hay que
adquirir una sensibilidad delicada para este elemento foliar de la planta,
que vivifica a los seres espirituales a quienes los perfumes atraen. En
este elemento foliar irradia, desde la periferia del cosmos, una tendencia
a formar estructuras en gotas. Es posible desarrollar un maravilloso
sentimiento hacia esta actividad modeladora que, procedente del
cosmos, se encuentra en las hojas, contemplando simplemente con amor
todo lo que la hoja es, durante la mañana, cuando el rocío la cubre. Pues,
en su esencia, estas gotas de rocío reflejan aquello que, partiendo de la
periferia cósmica, se esfuerza en hacerlas nacer. @La gota está, sin
ninguna duda, en el origen de todo lo que la hoja es en la planta. Si
las fuerzas periféricas cósmicas fueran sólo espiritualmente activas,
las plantas tomarían siempre esta forma esférica. La forma esférica
aparece sobre todo en la planta cuando domina lo cósmico, como
sucede en tantas bayas y también en tantas hojas. Sin embargo, esta
forma de gota es inmediatamente cogida, en parte, por las fuerzas
terrestres, estirándola por todos lados y dando origen a las más
variadas formas. Esta tendencia a formar la gota existe, mineralmente
concentrada, en el mercurio. Por eso, la medicina de los tiempos
pasados la denominaba tendencia mercurial. Mercur no era el metal de
este nombre en la antigua medicina, sino esta tendencia a formar la gota,
esta tendencia dinámica hacia la gota. Por todas partes donde se
encuentre esta tendencia existe lo mercurial. El mercurio es el metal que
toma en la tierra la forma de gota para que existan en ella condiciones
favorables. El mercurio toma la forma que la plata tiene en la Luna, que
debería encontrarse allí en forma de gota. La medicina de antaño
llamaba mercurio a todo lo que tiene forma de gota, y, para los antiguos
médicos, todos los metales eran Mercur. Esta medicina vivía en todo lo
que es móvil, animado, y es preciso que nosotros volvamos a esta
movilidad, a esta vida. Hay que desarrollar un sentido para esta
movilidad, para esta vida. Cuando, por la mañana, tienden su mirada
hacia los campos y ven las perlas argénteas del rocío sobre las hojas,
deben Uds. decirse: estas perlas de rocío me revelan lo que vive
espiritualmente en las propias hojas: la tendencia a la forma esférica
cósmica. Pero es necesario sentirlo si uno quiere comprender la planta;
hay que aprender a comprenderla en su forma esférica. Miren, cuando
Uds. aprendan a comprender a la planta de manera que establezcan una
relación con su tendencia hacia la forma de gota, y a continuación se
eleven mediante el perfume, desarrollarán progresivamente una
sensibilidad delicada y sutil hacia todo lo que actúa en el hombre en
dirección centrífuga. El crecimiento de las uñas es una actividad
centrífuga que atraviesa al hombre. Durante los siete primeros años,
acabando en la segunda dentición, atraviesan constantemente al
hombre fuerzas centrífugas. Estas se manifiestan al máximo a través
de la transpiración. Lo que en las plantas se eleva en forma de perfume
y atrae a los elementales, vive en el olor de la transpiración de dirección
centrífuga. Así, si desean encontrar al vegetal en el hombre, orienten
sus investigaciones hacia esta profunda tendencia a la exteriorización,
y tendrán un conocimiento íntimo de la relación entre lo que se
encuentra en el exterior y lo que se encuentra en el hombre. Pues, por
la transmisión de las propiedades del cuerpo etérico al astral, se produce
una inversión completa. El cuerpo etérico busca dirigir hacia arriba lo
que toma del entorno. Y al transmitirlo al cuerpo astral se desarrolla
en dirección centrífuga, hacia el exterior, y es efectivamente en esta
dirección en la que el hombre porta en sí al vegetal.

Observen cómo la planta hunde sus raíces en el suelo, cómo entra en


relación íntima, en el más amplio sentido de la palabra, con todo lo que
hay en el suelo. Ahí se efectúa un proceso de dirección opuesta a los
fenómenos de acompañamiento de los procesos sensoriales, que son
procesos-sal. Recuerden la sal de cocina, su gusto salado cuando está
en solución, e imaginen el proceso inverso, imaginen que el proceso de
disolución se anule, que se dé una especie de aglutinación y que el olfato
y el gusto se vuelvan latentes. Estarán entonces en presencia del proceso
que se desarrolla entre la planta y el suelo. Esto es lo que los antiguos
llamaban el proceso-sal. La medicina de antaño llamaba sal no a lo que
en nuestros días se designa con este nombre, por ejemplo, los
carbonatos, etc... Llamaba sal a lo que en la planta, a través de la
extremidad de las raíces, entraba en relación con las sustancias de la
tierra. Ese es el proceso-sal.

Dirigiendo de forma constante y rítmica su atención hacia esos


maravillosos secretos de La naturaleza, sus conocimientos médicos se
vuelven vivos. Dicho de otra manera, cuando Uds. animan así su saber
médico comienzan a considerar a la naturaleza y al hombre de una
forma que les lleva a la curación, partiendo de ese fuerte impulso a
socorrer del que les he hablado, Dicho con toda objetividad, la curación
no puede verdaderamente resultar más que de ese fundamento. Estas
facultades deben ser estimuladas de manera absolutamente concreta
mediante un asiduo y celoso estudio exotérico, so pena de actuar
confusamente. Sin embargo, hay que saber que no son los estudios
teóricos los que constituyen la base del saber médico, sino la
absorción rítmica en la contemplación de la naturaleza que nos rodea.

Las palabras que ahora escribo en la pizarra, aunque sean conocidas,


deben dar vida, cada vez que las digan, al sentido médico dentro de Uds.

Espíritus sanadores,
Vosotros os unís
Al sulfúrico bienhechor
Del perfumado éter;

Vosotros os vivificáis
En el impulso de Mercurio,
En la perla de rocío
De todo lo que se encuentra
En crecimiento, en devenir.
Vosotros os inmovilizáis
En la sal de la tierra
Que en el suelo
Nutre a la raíz 17.

17 lhr heilenden Geister


Ihr verbjndet euch
Dem Sulphursegen
Des Aetherduftes;

llw belebet euch


lm Aufstreben Merkurs
Dem tautropfen
Des Wachsenden
Des Werdenden.

Ihr machet Halt


Im dem Erdensalze
Das die Wurzel
lm Boden emáhrt

Esto es de alguna manera lo que recibe el alma que, contemplando la


periferia, despierta en si un sentido hacia todo lo que la rodea. Y el
hombre puede responder:

Lo que sabe mi alma


Yo quiero unirlo al fuego
Del perfume de las flores;

Lo que vive mi alma, yo quiero


Estimularlo con la centelleante gota
Del rocío de las hojas;
Lo que es mi alma, yo quiero
Fortificarlo con el endurecimiento de la sal
Con que la tierra
Prodiga sus cuidados a la raíz’ 18.

He aquí, queridos amigos, lo que Uds. pueden recibir vivificando sin


tregua las fuerzas de su alma, como lo hacen los que rezan con
devoción, esas fuerzas que tienen una virtud médica. Pues @las fuerzas
ordinarias a las que se apela en nuestros días en las escuelas no son
aptas para despertar los conocimientos médicos; es preciso hacer
surgir las del alma. Por eso he situado al comienzo de nuestras
consideraciones esotéricas la manera de despertar al alma que nos
permita aguardar los conocimientos médicos.

18 lch iiII mcm Seelenwissen


Verbindem dem Feuer
Des blutendufles;

lch will mein Seelenleben


Erregen am glitzernden Tropfen
Des Blanermorgens;

lch wiIl mcm Seelenleben


Erstarken an dem Salzerh8rtenden
Mil dem dic Erde
Sorgsam dic Wurzel pflegt.

21/03/12
2/4/2015

onix

QUINTA
CONFERENCIA

06/04/12
Dornach, 6 de Enero de 1924
06/04/12
2/11/2015
El camino hacia lo espiritual debe responder a un impulso interior. La
vía esotérica es una vía difícil. Las fuerzas cósmicas en relación con la
planta y el organismo humano, y en particular con la cabeza. Estos
conocimientos han de ser vividos interiormente. Relación con los
impulsos morales. El proceso de meditación. Organización de la
sección médica del Goetheanum.

Queridos amigos:
A la salida de la conferencia de la víspera estudié sus preguntas; todas
ellas están en evidente relación con el tema de ayer. Una primera
categoría de preguntas testimonia una cierta angustia. A algunas de
ellas se les dará respuesta a lo largo de las conferencias. A otras, todas
más o menos parecidas, no se las puede responder de manera teórica,
sino solamente a través de lo que se desprenda de este curso. En suma,
estas preguntas tienen todas que ver con la vía médica a la cual buscan
adherirse los participantes después de este curso. Hablaremos de ello
hoy, entre las consideraciones esotéricas de ayer y las de mañana, y
veremos cómo puede continuar actuando este impulso, que sólo he
podido presentar de forma precaria dada la brevedad del curso. La
persistencia real de este impulso deberá servir de base a las
consideraciones esotéricas que abordaremos mañana.

En primer lugar añadiré algo a lo que dije ayer. Orientar a alguien


u orientarse a si mismo desde lo fisico-sensorial hacia lo espiritual no
conduce generalmente a gran cosa. En efecto, esta orientación
corresponde a lo que vive en el alma, a alguna necesidad profunda
del alma, y esto en todos los terrenos de la existencia y más aún parra
el médico. Pero bajo muchos aspectos es necesario precisar esta
necesidad, afirmarla, clarificarla y —esto es lo principal- que gane más
fuerza interior de la que tiene habitualmente. Hacia esto es hacia donde
Uds. se tienen que orientar, queridos amigos. Pero hay que trazar un
camino. Por mi parte, yo no puedo más que darles el impulso hacia
este camino. Les toca a Uds. transformarlo en realidad a través de sus
esfuerzos, en relación con Dornach.

Para esta tarea a la que se están entregando —sus preguntas muestran


con qué intensidad- no es suficiente con el impulso general hacia lo
espiritual. Es necesario que dicho impulso se manifieste de forma
absolutamente concreta en las diversas facetas de la existencia. Así, es
necesario habituarse a participar en la vida de todo el universo, de todo
el cosmos. Actualmente el hombre ya no siente de esta manera el
cosmos, ya no percibe la espiritualidad que sólo puede ser alcanzada a
través de los recovecos del cosmos.

Consideren cualquier saber médico; tal como aparece en primer lugar y


después en su evolución y en sus manifestaciones exteriores, no aporta
ningún conocimiento espiritual de la existencia. Hasta que no se está
en disposición de situar a las cosas y a los seres en el conjunto de las
relaciones cósmicas, no es posible percibir, a través del velo de la
naturaleza, las formas espirituales que oculta.

Ahora bien, las dificultades que pueden aparecer en la prosecución de


la vida espiritual, las ha estudiado y las ha experimentado con
precisión el movimiento antroposófico desde hace veinte años. Puede
parecer banal decir en unas palabras en qué han consistido estas
dificultades. Consistía sencillamente en el hecho de que los que
aspiraban a los conocimientos esotéricos en un terreno cualquiera,
querían que la cosa fuera demasiado fácil, demasiado cómoda. El
camino esotérico es dificil o no es. No se puede seguir un desarrollo
esotérico por un camino fácil. Esta observación tan frecuente respecto
a las dificultades a superar, respecto a la auto- superación, debe ser
tomada con la mayor seriedad, yo diría incluso con un respeto sagrado.
Sería necesario que se produjera un viraje en toda la concepción del
movimiento antroposófico a partir de esta encrucijada que es el
congreso de Navidad. Y mientras Uds. buscan su camino como médicos
deben asociarse interiormente a este cambio real, a fin de que su
camino esotérico sea una consumación de su existencia. Con este
objetivo se hará todo lo posible a lo largo de estas conferencias, pero,
como diré al final de esta exposición, es preciso que haya una
prolongación.

Comencemos por examinar un detalle. Si en sus consideraciones


espirituales no están Uds. dispuestos a entrar en el detalle, no
encontrarán el camino de lo espiritual. No crean que encontrarán lo
espiritual divagando o entregándose a vacías inspiraciones. En
nuestros días lo espiritual debe ser realmente conquistado, orientando
sus esfuerzos con la mayor seriedad. Y no puede ser conquistado más
que en conexión con lo que proviene del mundo espiritual.

7 Giremos, pues, nuestra mirada hacia un detalle. El mundo vegetal,


repito, puede ofrecerles muchas enseñanzas. Consideremos una planta.
Habitualmente se examinan sus raíces, su tallo, sus hojas, su flor con
sus pistilos y sus estambres, y la semilla que se forma en el ovario. Se
describe más o menos lo que se ve en la planta como se describiría un
sillón, añadiendo a dicha descripción que uno se puede sentar en él.
Más o menos así es como se describe la planta. Se caracteriza la forma
en que las raíces se fijan al suelo, del cual atraen las fuerzas fisicas y
las fuerzas y sustancias químicas, la manera en que la savia sube por
los capilares, etc. Se considera un error el hecho de hablar del
ordenamiento en espiral de las hojas y se ignora en todo caso que este
hecho está de alguna forma en relación con el cosmos. A continuación
se describen las flores y se piensa como mucho en una fuerza cuando
se quieren reconocer los colores y las sustancias de las flores
multicolores o la fecundación. Todo esto se describe con el mismo
espíritu con el que se describe a alguien que se sienta en un sillón.

8-Ahora bien, la esencia de lo que ha de ser aprendido en ningún modo


puede hacerse de esta manera. Hay que ser perfectamente consciente,
al considerar determinada planta, de que su inserción en el suelo
mediante las raíces nos señala hacia un maravilloso misterio. Y hacia
otro misterio nos orienta el tallo con sus hojas, y aún hacia otro todo lo
que sucede en la flor.

9--Vean, queridos amigos, cómo la existencia del vegetal finaliza en el


contacto con la tierra, con la tierra dura, mediante la raíz que se hunde
en el suelo. Pero la raíz no haría nada con el suelo si éste no comenzara
por experimentar la influencia del cosmos. El entorno cósmico —no
solamente el calor y la luz solares, sino el resto del sistema planetario
que corresponde a la tierra- influye a la tierra desde la superficie hasta
cierta profundidad. Y son estas fuerzas suscitadas en las sustancias
terrestres las que permiten existir a la raíz.

10-@Busquemos ahora dónde encontrar alrededor de nosotros estas


mismas fuerzas. Estas mismas fuerzas que se activan alrededor de las
raíces, las encontramos en la cabeza del hombre, pero ahí son de una
naturaleza completamente diferente que en la tierra, alrededor de las
raíces, y esto no puede comprenderse con las nociones que aportan las
ciencias naturales actuales. Esto es lo que surge en muchas de sus
preguntas, cuando hablan del caos que las ciencias naturales han
introducido en sus almas. Es verdaderamente necesario volverse a
sumergir en las sustancias exteriores y sentir de nuevo lo que
antiguamente se llamaba tierra, agua, aire y fuego. Pues hablando sólo
de hidrógeno, de carbono, de nitrógeno, de azufre y de fósforo a la
manera de los químicos, estos elementos se quedan siempre como algo
externo; Uds. están ahí, y fuera, en alguna parte, están el oxigeno y el
nitrógeno, y Uds. no pueden pensar de forma diferente. Lo que les
enseña la fisiología o la química actual acerca del oxígeno y del
nitrógeno es totalmente indirecto. La fisiología les enseña que el
nitrógeno se encuentra en el organismo, pero Uds. no lo sienten en sí
mismos. Se trata de hacer la experiencia viva dentro de sí y partir de
ahí. Y lo que de esta manera puede sentirse, hay que religarlo al ser
humano completo si se quiere ponerlo al servicio de la organización
universal. Esto es lo que se hace cuando se tiene la voluntad de curar.
Entre estos cuatro elementos, tierra, agua, aire y fuego, hay uno que se
puede experimentar: el calor, como cualidad natural. Lo sentimos:
tenemos calor, tenemos frío. No nos situamos frente a él de una
manera tan externa como frente al oxigeno o al nitrógeno. Es una
particularidad de la antigua concepción de la naturaleza el hecho de
estar basada en lo que se puede experimentar, integrándose en ello y no
situándose en el exterior. Quedémonos por el momento en el elemento
calor, el elemento fuego, pues es de éste del que podemos más
inmediatamente hacer la experiencia. @El hombre, lo sabemos, siente
el calor. Ahora bien, de hecho, la sustancia terrestre es para la raíz lo
que el calor es para la cabeza humana. Intenten ahora representarse la
tierra, suprimiendo mediante el pensamiento lo que ésta conlleva de
sólido, el elemento tierra, luego el elemento agua y el elemento aire, e
imaginen —esto es posible- que no subsiste más que el calor, que están
Uds. en un suelo de calor puro. Estando aquí el arriba y aquí el abajo
(R. Steiner mostraba la figura 1), cójanlo todo y denle la vuelta; el arriba
se encuentra ahora aquí y el abajo aquí. Obtienen Uds. una auténtica
oposición polar.

Por un lado, pueden representarse el calor liberado de los demás


elementos, incluido el elemento tierra (1’), y por el otro, el suelo cuyo
calor tiene que ver con la raíz (II). Lo que en este lado (II) es raíz, es
vegetal, en este otro lado (1) es lo que surge de la cabeza humana.
¿Qué decir de todo esto? Pueden Uds. decir: la raíz se halla en el suelo
terrestre; la cabeza humana se halla en un suelo de calor, pero en un
suelo invertido. Esto resulta del hecho de que se efectúa aquí (1) €
primero lo que se efectúa aquí (II) en cuatro etapas. Pueden denominar
a lo que sucede aquí con la raíz (II) como un acontecimiento terrestre.
Falta ahora designar lo que se efectúa incluso hoy día con la cabeza, a
partir del calor (1): un acontecimiento € saturniano. Entre ambos se
sitúan el acontecimiento solar y el acontecimiento lunar. Si ahora,
mediante el pensamiento, eliminan de la cabeza todo lo que ha sido
insertado en ella posteriormente: la tierra, el aire y el agua, no
reteniendo más que el calor activo —cuya diferenciación calórica está
asegurada en el resto del organismo-, si no consideran más que el
organismo de calor de la cabeza, les queda un pequeño Saturno.

La organización del antiguo Saturno está actualmente presente en la


cabeza; y si captan la relación, pueden Uds. decir: en el cosmos, hace
innumerables años, existía una formación que anticipó toda la
constitución calórica de la cabeza humana, y actualmente es la raíz, en
la tierra, la imagen de lo precedido.
Tal es la relación. La organización calórica del antiguo Saturno la
observan Uds. en la cabeza. Correctamente practicada, una
contemplación así no debe quedarse en una simple idea teórica, sino
vincularse a impulsos morales internos. Es necesario poder mirar la
cabeza preguntándose cómo nos afecta esta contemplación de la cabeza
humana, en tanto que recuerdo encarnado de un periodo evolutivo del
cosmos extraordinariamente lejano, el del antiguo Saturno. Déjense
penetrar por el sentimiento siguiente: por una parte soy un ser humano
de determinada edad, y vuelvo a ver mi infancia y surgen en mi los
recuerdos relacionados con ella. A una edad más avanzada me vuelvo
a sumergir en mis recuerdos de la infancia, y esto suscita en mí una
experiencia íntima que puedo afrontar € atado con fuerzas morales.
Amplifiquen a continuación lo que experimentan, hasta poder decir: yo
estaba presente como ser humano en la época del antiguo Saturno; si
ahora me hago una idea exacta de mi cabeza, ésta se presenta como un
recuerdo vivo del cosmos en su origen, y añadiría: lo que puede
formarse a partir de mis recuerdos infantiles, si yo remonto estos
recuerdos hasta la época del antiguo Saturno, gracias a mi cabeza
humana viviente se me aparece multiplicado hasta el infinito. Pero estos
conocimientos no tienen valor más que si penetran el sentido moral,
sólo si podemos vibrar interiormente cuando nos sumimos así,
mediante una actividad humana, en un sentimiento cósmico.@ Meditar
no consiste, especialmente para el médico, en rumiar pensamientos.
Meditar es presentar al alma estas relaciones capaces de suscitar
sentimientos diferenciados, gracias a los cuales se pueden experimentar
emociones de todo tipo.

Imaginen que me encuentro con una persona a la que no he visto desde


hace cuarenta años. Mientras está delante de mí en su aspecto actual,
surge en mi alma la imagen del niño que fue. Esto provoca en mi cierta
emoción. @Ahora, vuelvo mi mirada hacia todo lo que corresponde a
las raíces de los vegetales; al hacerlo, me capacito para relacionar el
conjunto de estos procesos radiculares con la cabeza humana, con
esta cabeza que me hace evocar la época del antiguo Saturno. La
meditación debe penetrar enteramente la psiquis del hombre y suscitar
una vida interior profunda.

Lo que precede tiene por objeto € mostrarnos cómo el lado esotérico,


con las bases sentadas en una especie de curso exotérico, debe reposar
en una experiencia del cosmos en relación con el hombre completo,
experiencia vivida a través del sentimiento. Pues, del mismo modo en
que la existencia € saturnina puede revelárseles a Uds. mediante el
examen de la relación entre la cabeza humana y el crecimiento
radicular de la planta, la existencia solar se les puede desvelar
mediante la consideración de las relaciones entre el corazón humano y
la formación del tallo y de las hojas en el vegetal. A su vez, esta
formación del tallo y de las hojas es el recuerdo de la época solar que
ha tomado vida.

Si subimos hacia la flor, en cuyo seno nace la semilla del vegetal,


abordamos una relación con el sistema metabólico y de los miembros.
Considerar esta relación entre lo que se desarrolla en la flor y el
sistema metabólico y de los miembros del hombre, suscita en nosotros
un recuerdo de la antigua Luna. Cuando cultivan este sentimiento
interior, queridos amigos, cuando sienten estas relaciones en lo más
profundo de la meditación, experimentan algo más.

Surge entonces en su alma algo muy significativo. Cuando, al


profundizar en este sentimiento, su alma se torna hacia la raíz, nace en
Uds. la impresión de que una raíz no está inmóvil. Cada raíz les da la
impresión de movimiento. Todo esto yo no puedo más que esbozarlo;
no puedo, esta vez, más que darles una indicación sobre un impulso,
sobre la manera en que se debe elaborar la experiencia interior, sobre la
transformación del conocimiento de la naturaleza en sabiduría. Uds.
sentirán este movimiento de las raíces. Observándolas de este modo,
tendrán la impresión de recorrer con ellas los espacios cósmicos. En
cierta medida, gracias a esta impresión de estar en una nave recorriendo
el cosmos a la velocidad de las raíces, tendrán la experiencia de los
movimientos de todo nuestro sistema planetario en el espacio.
En las raices de los vegetales sienten el movimiento de todo nuestro
sistema planetario en el espacio. Y cuando siguen el desarrollo foliar,
cuando lo sienten como lo he descrito, participan asimismo en un
movimiento que es el verdadero movimiento de la tierra, el movimiento
de la tierra interiormente sentido.

Movimiento del sistema planetario:....................... raíz

Movimiento de la relación entre la hoja y el tronco: ....movimiento


terrestre

El sistema de Copérnico consistente en hacer girar a la tierra alrededor


del Sol no es más que una invención. Se toma conciencia del verdadero
movimiento de la Tierra cuando nos sumergimos en la forma en que se
vinculan los tallos y las hojas. Con el tallo y las hojas, Uds. se mueven
con la Tierra siguiendo al Sol tal como lo describe el sistema de
Copérnico. Pero en realidad es un movimiento mucho más complicado.
Cuando dirigen su mirada hacia lo que sucede en la flor y el pistilo,
cuando participan en esto, experimentan el movimiento de la Luna
alrededor de la Tierra. En lo que se desarrolla en la flor sienten este
movimiento lunar, el cual está ya disociado de la tierra. El conjunto del
movimiento planetario que rodea a la tierra se siente en la planta a
través de la raíz; el movimiento de la Tierra se siente a través del tallo
y las hojas; el movimiento de la Luna, puesto que está aislado,
eliminado, se siente en la planta a través de la génesis de la semilla.
Les hablo de esto, queridos amigos, con el fin de que aprendan en
primer lugar a reconocer lo que no es en absoluto tenido en cuenta por
la ciencia usual, pues se estima que estas cosas son incognoscibles o
que no valen la pena ser conocidas. Sin embargo, son cosas que hay que
saber y sin las cuales no se sabe absolutamente nada. Digo esto todavía
por otra razón. No creo que alguien pueda conmoverse por lo que
aprende sobre las plantas si le es indiferente; si las nociones que
adquiere le son indiferentes, no expenmenta nada. Pero cuando Uds.
aborden la planta en un segundo curso médico que están en disposición
de seguir —para los minerales será un poco distinto- y, al mismo
tiempo, a través del hombre, aprendan a conocer los movimientos
planetarios y el de la Tierra y el de la Luna, esto no les resultará
indiferente.

Sí, mis queridos amigos, estamos actualmente necesitados de aplicar


nuestros métodos de investigación a estas nociones, y sentimos con
nuestro corazón que estos caminos del conocimiento deben orientarse
así. Pero lo que se ofrece al corazón tiene un carácter doctoral y no
comporta nada de real; creemos adquirir las realidades en lo que está
dividido en parcelas.

¿ qué hace hoy día la ciencia? He aquí cómo procede: procede como
haría un investigador que les abordara mientras estuvieran
contemplando la Madona sixtina y les dijera: “vamos, anda; la
Madona sixtina no es en resumidas cuentas más que una impresión
exterior”, después sacara a la Madona de su marco, la cortara en
trozos cada vez más pequeños hasta reducirla a átomos y finalmente
dijera: “Aquí está, Uds. tienen ahora el verdadero conocimiento de la
Madona”. Pero esto es falso. Si se quiere adquirir un verdadero
conocimiento de la Madona, en primer lugar hay que investigar lo
que nos enseña la religión, después la espiritualidad que Rafael le ha
transmitido —esto es lo principal- y muchas más cosas todavía. Así es
como hay que tratar de percibir las intenciones de los dioses, de las
entidades espirituales, intenciones que se disimulan tras la apariencia
fisica. Esto es lo que el segundo curso debe aportar al hombre, cosa
que no es posible más que poniéndose frente a la realidad.

Si reciben como un estímulo lo que les he dicho, comprenderán, si


puedo decirlo, que las meditaciones como las que les di ayer
despertarán en Uds. fuerzas de conocimiento médico. Y esta meditación
puede desarrollarse de la siguiente manera: comiencen simplemente
por sumergirse en la apariencia exterior del fuego, que es maya,
ilusión. Detrás del fuego se encuentra la voluntad, la voluntad
operante.

Uds. podrían preguntarse: ¿cómo reconocer que detrás del fuego se


esconde la voluntad? En las enseñanzas esotéricas de todos los
tiempos, lo que procede de esta orientación debe llamar al propio
discípulo. @Si sencillamente se dejan penetrar por lo que les he dicho
hoy, sentirán en el fondo de sí mismos que por todas partes donde hay
fuego está la voluntad operante, del mismo modo que la
contemplación de un rostro, de una figura humana, les revela la
presencia de un alma y de un espíritu. En todas partes donde hay
fuego, hasta en la llama más pequeña, se halla la voluntad operante. Y
si desean penetrar las demás sustancias naturales deberán llevar el
impulso hasta el punto de que una cerilla ardiendo no sea para Uds.
unicamente la apariencia exterior que podríamos describir, sino la
voluntad operante. Pues si consiguen transformar su sentimiento íntimo
de esta manera, notarán que su alma aprende a sentir, a situarse en
relación con su entorno, de una forma totalmente diferente. Tendrán no
sólo la experiencia que les aporta la vida real, sino que se sentirán
ligados por propia voluntad a lo que es el fuego. El hombre que hay en
Uds. se acostumbrará al mundo y sentirán el fuego de una manera
mucho más sutil que antes, pues se manifestará su afinidad con la
voluntad de Uds. Toda presencia de fuego suscitará esta afinidad. Es
necesario entrenarse en sentir: me siento bien en este fuego, pues es
voluntad operante; él forma parte de mí, exactamente igual que mi
dedo.

@Tendrán la experiencia interior del aire si lo sienten como coraje.


Por todas partes donde sople el viento lo sentirán en su alma como
coraje. Lo que Uds. perciben como viento en la naturaleza es el coraje.
El coraje es el aire; experiméntenlo en su alma.

@El agua es la apariencia exterior del sentimiento. Allá donde el


sentimiento se manifieste se produce, interiormente, la misma
actividad que se manifiesta exteriormente en el agua. El agua es
sentimiento.

@Y allí donde se encuentre la tierra, la tierra sólida? Lo sólido es


idéntico al pensamiento. Si, en el pensamiento la vida se coagula, se
congela.

Si mediante la meditación son Uds. capaces de captar estos cuatro


pensamientos: que el fuego es la voluntad operante, y su apariencia
exterior sólo es maya, ilusión; si pueden ver en él la voluntad operante
del mismo modo que ven el alma y el espíritu en un ser humano; si
pueden, en la apariencia de las nubes y de los vientos, experimentar la
manifestación del coraje; sentir el agua como un sentimiento
omnipresente en la naturaleza, y si en la tierra pueden hallar lo que
hay en sus pensamientos, entonces encontrarán una vía que les
permitirá reconocer en sí mismos el proceso orgánico que va desde la
cabeza hacia abajo. Es éste un proceso de formación terrestre
continuo, la combinación de los elementos sustanciales de la formación
terrestre sometida a la gravedad. Y ésta es la esencia del pensamiento.

Observen ahora lo correspondiente a la respiración; sentirán en ella el


elemento-aire incorporado a la circulación, y en el elemento-aire —en
la acción de lo gaseoso en el hombre- reconocerán todo lo que en la
actividad humana conduce hacia el mundo exterior para manifestarse
en él. E intenten estudiar, a través de las manifestaciones de la
naturaleza, cómo se desarrolla el proceso-aire en el hombre.

Después reconocerán cómo todo lo que actúa en el elemento acuoso -


en el organismo-agua € del hombre, con su movilidad interior-, es el
espacio donde vive el sentimiento, donde vive ese sentimiento cuyo
curso es tan pronto centrífugo como centrípeto. Descubrirán la
característica del movimiento del aire, que es semi-giratono en
dirección de arriba abajo. Reconocerán lo que vive en el elemento
acuoso del hombre en su movimiento centrífugo y centrípeto que busca
desde todas partes conservar el equilibrio. La observación de lo que la
naturaleza hace en el exterior les mostrará la transición hacia lo que
ocurre con estos elementos en el hombre. Esto, con una condición
fundamental, la de no atenernos a la observación corriente, pues toda
observación corriente nos convierte en “tierra”, nos reseca, nos
endurece y nos hace perder toda nuestra movilidad.

-Cuántas nociones en lo que € he esbozado el día de hoy! He omitido


muchos elementos intermedios, pero € sera demasiado largo entrar en
todos los detalles. No puedo darles más que impulsos. Uds. deducirán
de ellos que toda la manera de aprender debe ser modificada. Sin
embargo, mi impulso puede dar fruto en Uds. Para ello es necesario que
una gran parte de las cuestiones que les preocupan —y a mí también,
porque atestiguan las dificultades de nuestra época-, encuentren su
respuesta en el hecho de que se mantengan en relación constante con el
Goetheanum. Extraerán de ello la oportunidad de que sus estudios
médicos sean fecundados permanentemente. Pero para ello es necesario
que sientan la seriedad con la que han de estudiar y orientar sus
esfuerzos. También han de sentir —y esto sólo puede proceder de Uds.
mismos y les corresponde a Uds. tomar la decisión- que es de € Dornach
de donde debe, en los próximos tiempos, provenir esta fecundación de
los estudios médicos. Y dicha fecundación se llevará a cabo en Dornach
conforme a las exigencias de la época actual. Ésta es una verdadera
elección que es necesario hacer, una vía médica a la que es preciso
adherirse.

@Se plantea enseguida la cuestión del karma. Quien desea curar debe
evidentemente tener una íntima relación con el karma. Hablaré de
ello a lo largo de las próximas conferencias. No se puede curar contra
el karma, no se puede curar más que en el sentido del karma. Pero el
karma no es algo a lo que podamos referirnos cínicamente: ¡si alguien
está enfermo debe seguir estándolo, es su karma! Y cuando se
recupera la salud: ¡es el karma el que le ha sanado! No está permitido
juzgar así. La manera en que actúa el karma en la vida humana es un
tema que exige una profundización auténticamente cósmica. Son
preguntas cuyas respuestas, si las buscan, les vendrán de Dornach.

Lo he dicho ya, en el futuro los impulsos deberán brotar de las fuentes


esotéricas. Pues es verdaderamente necesario tomar en consideración
las realidades actuales; esto es lo que, con la fundación de la Sociedad
Antroposófica Universal, ha sido ampliamente tenido en cuenta en el
congreso de Navidad. Esto confirma, en el terreno médico, más
profundamente de lo que se lo decía ayer, el sentimiento de ausencia de
temor en lo que concierne a la imitación de nuestros medicamentos.
Ojalá que se comprenda bien que los estudios médicos esotéricos deben
en el futuro ser proseguidos en relación cada vez más profunda con
Dornach. Para esto se requiere que en el futuro, en Dornach, haya una
dedicación a los estudios médicos de igual modo que a otras ramas de
la vida espiritual. Hasta ahora, las personalidades de la Sociedad
Antroposófica que buscaban el exoterismo no observaban de forma
suficientemente escrupulosa las condiciones de la vida esotérica.
Tampoco hemos desembocado a lo largo de los años más que en dos
terrenos: el de la Antroposofia general y el del Arte de la palabra y de
la Euritmia. Pero lo que se ha desarrollado en ambos terrenos como
actividad interior, como actividad interior independiente, debe llevarse
a cabo en las secciones por crear. Esto requiere que se sometan
realmente con toda confianza a las condiciones elaboradas aquí.
Forma parte de estas condiciones la siguiente: todas las cuestiones
médicas serán tratadas por mí mismo con la colaboración de la señora
Dra. Wegman, quien, a lo largo de la evolución del movimiento
antroposófico, se ha formado en medicina, y cuya situación en esta
corriente médica la autoriza a dirigirla conmigo. Así, quien se asocie
con confianza a la señora Wegman encontrará su vía desde Dornach.
En consecuencia, habrá que disponer los medios —cuya forma quedará
por discutir- para que quienes deseen mantenerse en relación con la
sección para el renacer de la medicina, puedan dirigirse con plena
confianza a la señora Wegman. En una circular periódica
responderemos a las preguntas de aquellos a quienes, a la terminación
de este curso, se les revele ser estudiantes del Goetheanum de Dornach.
Así será tanto en esta sección como en las otras. Dichas circulares
responderán a las preguntas planteadas por cada cual, y todos los que
participen en la vida de la sección correspondiente recibirán las
respuestas. Pero esto no es posible sin una confianza interior. De este
modo se crearán verdaderas relaciones, y todas sus necesidades médicas
y humanas serán satisfechas. Una organización provisional permitirá
tomar ulteriores medidas y crear así las conexiones.

El gran error cometido en la vida esotérica se debe a la falta de modestia


de las personas que creen tener que recibir de mí sus ejercicios
esotéricos. Esta es la causa del jaque al exotensmo hasta el momento.
Lo que vive en la fuente del esoterismo no puede ser transmitido por las
personas adecuadas más que a partir de un fundamento oculto interior,
y forma parte del exoterismo que esta transmisión se lleve a cabo ante
todo por personas designadas por el destino. Esto ha sido rehusado por
falta de modestia, y si no se reconoce no progresaremos tampoco en la
nueva Sociedad Antroposófica; es preciso que esto esté bien.

He aquí lo que he esbozado en primer lugar. Desarrollaré lo que debe


ser un esoterismo perdurable. Sentadas estas bases, proseguiré mañana
nuestras consideraciones esotéricas. A continuación trataré de
responder a la mayoría de sus preguntas, que vuelven siempre al mismo
problema:
¿cómo recibir una enseñanza que provenga de Dornach? Es posible si
tienen confianza. Esta no es una llamada a la autoridad, a la fe ciega,
sino una construcción sensata, sólidamente cimentada en fundamentos
€ interiores, una aceptación de las condiciones creadas por el destino.
Por hoy es suficiente, y mañana seguiremos. Responderé a las preguntas
sueltas en la medida en que la respuesta pueda ser dada de esta manera.

@
Fuego =.........voluntad operante
Aire = ............coraje
Agua = ..........sentimiento
Tierra = .........pensamiento

08/04/12

SEXTA CONFERENCIA
Dornach, 7 de Enero de 1924
09/04/12
El conocimiento del sistema óseo mediante el pensamiento, del hombre-
agua mediante la imaginación, de los órganos internos mediante la
inspiración y de hombre-calor mediante la intuición. Las dos especies
de calor. Aire y luz. Metamorfosis de la luz. El quimismo está ligado al
elemento-agua. Elemento-tierra y vida. Pensamiento médico y
terapéutica.

Queridos amigos:
Por razones que ahora no voy a exponer, reservaré la exposición más
esotérica, que tenía intención de desarrollar, para el final de este curso.

Hoy voy a conversar con Uds. sobre otros temas. En relación con lo que
fue dicho ayer, puede sorprendernos el hecho de tener que encontrar —
si deseamos aproximarnos a las realidades- detrás de las apariencias de
lo sólido, de lo terrestre, lo relativo al pensamiento, y, detrás de las del
aire, el coraje. Ahora bien, dirigir su atención a esta correspondencia
entre lo sólido, lo terrestre, que se percibe por sus contornos, y el
pensamiento, tiene una cierta significación médico-histórica. Ninguna
de las circulaciones del organismo humano —la humoral, entre otras-
puede vincularse al pensamiento; no podríamos encontrar ahí el
pensamiento como telón de fondo. Tampoco lo encontraríamos en el
elemento aéreo o calórico. Hemos visto cómo deben ser considerados
en el cosmos lo aéreo y lo calórico. Pero en el hombre todo existe bajo
una forma particular. @En el hombre sólo puede ser captado por el
pensamiento lo que aparece limitado por un contorno, incluido
aquello que se nos aparece con carácter sólido aunque sea blando. De
igual manera, lo espiritual que intentamos captar tras la apariencia fisica
del elemento líquido, tiene el carácter del sentimiento. Este elemento
afectivo del organismo humano debe ser examinado de cerca. Pues
cuando hablamos habitualmente de la afectividad tenemos en cuenta el
sentimiento subjetivo que el hombre experimenta por su constitución
psico-corporal. Pero en el hombre el sentimiento no es solamente lo que
se experimenta de forma inmediata; en el hombre, el sentimiento es
edificador. El organismo-agua, por ser una forma particular del
elemento fluido universal del cosmos, contiene ya en su esencia el
elemento afectivo. Es necesario darse cuenta de que lo que actúa en
este organismo-agua, este impulso eterico, ha de ser igualmente objeto
de conocimiento, pero no puede ser captado como un objeto exterior al
hombre, pues todo lo que se nos presenta como sustancia o proceso en
el organismo humano se modifica en relación con el exterior. Hay que
ser conscientes de que las fuerzas de conocimiento aplicables al
mundo físico exterior no son adecuadas para la comprensión cuando
se aborda el organismo-agua, cuando se estudia todo lo que circula en
el organismo, sea a través del canal de los vasos o asociado a un
órgano cualquiera.

@Por eso la medicina ha dejado perder el organismo-agua, este último


elemento de la organización humana. Podemos afirmar que hasta
mediados de la década de los cuarenta del siglo XIX aún se tenía una
vaga idea del organismo-agua. Se tenían en cuenta los humores, su
circulación, su mezcla y su semi-mezcla, y la patología no era
exclusivamente celular. Pero en el siglo XIX esto no era más que una
tradición, una tradición que se remontaba a una época antenor a los
siglos XVI y XV, cuando aún reposaba sobre un conocimiento
semejante al que la Antroposofia se esfuerza en conquistar a través de
la imaginación’. Esa época toma un carácter ilusorio, pero las
imaginaciones eran instintivas. Se sabía entonces que es imposible
conocer el organismo humano únicamente a través de la percepción
sensorial y el pensamiento. El pensamiento y la percepción sensorial
sólo rinden cuenta de las partes del organismo con contornos rígidos;
todo lo que es circulación, todo lo que es fluido en el hombre, sólo
puede ser captado por la imaginación. No nos deberíamos sorprender,
pues, de que la concepción del hombre líquido se haya perdido con la
antigua imaginación instintiva. Esta manera de captar las cosas no se
volverá a encontrar más que mediante la reconquista, con plena
conciencia, de la imaginación. Intentemos circunscribir, por tanto, de
qué se trata y qué exige un conocimiento así.

Miren Uds., cuando el esqueleto fue edificado a partir de la totalidad


del organismo —la expresión no es buena, pero Uds. comprenderán-,
cuando el hombre se cristalizó en el esqueleto, los pensamientos
cósmicos “tejieron” en él. Y los órganos estrictamente delimitados no
lo son más que en la medida en que han sido sometidos a las mismas
fuerzas que el sistema óseo, fuerzas que pronto aprenderemos a
conocer. Y se puede decir: en el sentido fisico, sólo la elaboración de
los huesos se efectúa a la manera de los pensamientos; los demás
órganos netamente delimitados no lo son más que a partir del etérico.
Pero, en razón de sus contornos precisos, están estructurados a la
manera de los pensamientos. Y lo que la fisiología y la patología
actuales enseñan respecto a la estructura humana surge del
pensamiento. Este no es, sin embargo, más que uno de los elementos de
la organización humana, que permanece aislado si no se eleva a la
imaginación. La imaginación conduce entonces hacia el organismo-
agua y hacia la manera en que se forma el músculo a partir del líquido,
y, por tanto, el hombre se impulsa en el músculo Esta curiosa reunión
del músculo aparentemente sólido —no es más que una apariencia- y
de la sangre nos conduce desde el sistema óseo hasta el sistema
sanguíneo, por lo que se hace entonces necesario recurrir a la
imaginación para comprender al hombre. @Así, podríamos decir: el
pensamiento, que evidentemente se apoya en la percepción sensorial,
no puede captar más que el sistema óseo, y todo lo que por otro lado
se puede decir del hombre en virtud del pensamiento, no es más que
fantasía. Cuando nos elevamos, pues, a la imaginación, abordamos el
organismo-agua y la manera en que éste se impulsa en el sistema
muscular. No es posible comprender la esencia del músculo más que a
través de la imaginación. ¿Por qué?

19 Steiner: “La iniciación”. El término imaginación designa aquí la primera


etapa de la iniciación.
20 Théodor Schwenck: “El caos sensible”.

Miren Uds., cuando utilizan el pensamiento están obligados a aplicar


sus leyes, y estas leyes son las de la mecánica. Es necesario que empleen
la estática y la dinámica. Esto sólo es posible para el sistema óseo.
Intenten aplicar la estática y la dinámica al sistema muscular! Partiendo
de cualquier circunstancia estática, intenten calcular la posibilidad de
romper un hueso de cereza o de melocotón con sus dientes. Con la
ayuda de pesos, determinen de manera experimental la fuerza necesaria
para aplastar un hueso de cereza. Podrán Uds. romperla entre los
dientes; algunos son capaces de romper asi huesos de melocotón. Pero
vean si con ayuda de las leyes mecánicas pueden determinar si un
músculo es capaz de romper un hueso de cereza. Nunca podrán acceder
al músculo por medio del pensamiento; no es posible. Desde el
momento en que se aborda el músculo, la mecánica se convierte en un
sinsentido y se hace necesario pasar a un modo de conocimiento que
deje atrás las leyes de la mecánica, que capte el conjunto de la
configuración muscular, donde la gravedad ordinaria está ausente,
mediante la imaginación; pues desde el momento en que penetran en el
ámbito de los fluidos están Uds. en presencia de fuerzas ascendentes, y
lo que realizan con sus fuerzas etericas no se efectúa en virtud de la
gravedad, sino de aquello que, en gran parte, la vence. Comprenderán
entonces que, desde el momento en que aborden el sistema muscular,
un modo de conocimiento diferente, la imaginación, ha de ser aplicado.
Así, el sistema muscular puede ser aprehendido gracias a la
imaginación. El sistema muscular permanece incomprensible para
quien no ve que sus formas son realizadas por caminos diferentes de los
del sistema óseo, el cual resulta, en cualquier caso, de la “coagulación”
de la sangre. Este término de “coagulación” es tan impropio como el de
cristalización que empleé anteriormente, pero comparativamente es
exacto. Ahora apliquen las leyes de la palanca a un hueso cualquiera, al
cúbito, al radio o al húmero. Es perfectamente posible; vean a
continuación si esta misma forma de ver puede explicar lo que sucede
en un músculo. Aquí, las configuraciones han de ser blandas, capaces
de transformación. Precisamente la esencia de la imaginación es poder
ceder en cualquier sitio y delimitar su sustancia a través de la
metamorfosis. Esto es lo que posee el músculo, el cual vive en la
metamorfosis. El hueso se pliega a las leyes de la mecánica, pero el
músculo no. El músculo posee la plasticidad de las imágenes —de las
imágenes, no de los pensamientos- de nuestra imaginación, por lo que
nuestro interior móvil obedece a las metamorfosis. Así, el esqueleto nos
introduce en el terreno de lo sólido, del hombre terrestre. El músculo
nos conduce al terreno del hombre líquido, del hombre fluido.
Elevándonos desde la imaginación hasta la inspiración accedemos al
hombre-aire, abordamos lo que en el hombre está ligado al estado
gaseoso. Con la inspiración, la manera de captar está fuertemente
emparentada con la audición musical de los sonidos, de las armonías,
de las melodías. La inspiración no tiene nada de conceptual; su
aprehensión tiene incluso algo de musical. El elemento musical no se
dirige necesariamente a la audición; si es espiritual, puede ser solamente
sentido. Pero, en principio, toda inspiración tiene un carácter musical.
Ahora bien, la forma de los órganos internos, de los órganos que
aseguran durante la vida el devenir de la organización mediante la
nutrición, la respiración, etc..., estas formas tienen la particularidad de
ser inexplicables por cualquier ley mecánica. Ni siquiera con ayuda de
la imaginación se pueden explicar. Es un absurdo, un sinsentido, querer
explicar la forma de un pulmón o de un hígado únicamente según su
situación, la disposición de sus células o factores gravitatorios. Nadie
ha conseguido —lo pueden Uds. comprobar- explicar la forma de un
pulmón o de un hígado. Pues estos órganos que satisfacen las funciones
vitales a lo largo de la existencia terrestre se encuentran muy
precozmente en estado de esbozo, si bien muy metamorfoseados. Todos
ellos resultan de las fuerzas de estructuración del elemento gaseoso. El
científico de nuestra época dice: el aire es oxígeno, nitrógeno y algunos
elementos más que constituyen una sustancia más o menos homogénea,
diferenciada solamente por el movimiento mecánico interno del viento.
Pero este aire, tal como lo describe el fisico, no existe. Sólo existe el
aire concreto que rodea la tierra. Y esta aire, queridos amigos, está
penetrado por todas partes de fuerzas de estructuración. Nosotros
inspiramos estas fuerzas estructurantes con la sustancia fisica del aire.
Cuando nuestros órganos están terminados, cuando disponemos de un
pulmón terminado de construir, las fuerzas de estructuración que
inspiramos con la sustancia fisica del aire coinciden con la forma del
pulmón, y de hecho, después del nacimiento ya no tienen una gran
significación salvo para el crecimiento. Por el contrario, a lo largo del
período embrionario, con ocasión de la excreción fisica del aire
exterior, estas fuerzas de estructuración del aire actúan intensamente a
través del organismo materno. Ellas construyen el pulmón y todos los
órganos humanos, a excepción de los músculos y de los huesos. Todos
los órganos que conservan la vida en devenir son construidos a partir de
las fuerzas estructurantes del aire. @Podemos comparar lo que así se
produce con las imágenes de Chladni, pero la comparación es burda.
De este modo, espolvoreando una lámina fija en un punto y
atacándola con un arco aparecen diversas figuras según el lugar
donde se aplique el arco. Son las fuerzas estructurantes que se
suscitan en el aire las que hacen aparecer las figuras en el polvo.
Igualmente, los órganos internos del hombre se forman a partir de las
fuerzas estructurantes generales del aire. El pulmón se forma
efectivamente a partir de las fuerzas respiratorias; los demás órganos
también. Pero estos últimos más o menos mediante rodeos, mientras
que el pulmón se fonna directamente. Sin embargo, esta formación de
los órganos a partir de las vibraciones del aire no puede ser
comprendido más que a través de la inspiración. Lo que se forma así a
partir del elemento-aire es, en el plano de la comprensión, idéntico al
elemento musical, del mismo modo que las figuras de Chladni tienen
una base musical.
Nuestra fisiologia actual contiene tantos errores fundamentales que uno
se siente a veces molesto de decir la verdad, sobre todo cuando se aparta
de manera tan grotesca de lo que afirmamos. Cuando el hombre
escucha, todos sus órganos entran en resonancia con las vibraciones del
aire, no solamente sus órganos auditivos. El hombre entero resuena, si
bien débilmente, y la oreja no es el órgano del oído porque resuene, sino
porque transmite a la conciencia, gracias a su organización interna, lo
que hay en el resto del organismo. Existe una gran y sutil diferencia
entre decir que el hombre oye a través del oído y decir que a través del
oído transmite a la conciencia lo que ha oido. Pues el hombre es
construido por el sonido aunque no se perciba, y es preciso decir: la
inspiración aprehende los órganos internos del hombre. La
organización de los órganos internos del hombre-aire ha de ser
reconocida por medio de la inspiración. Por eso nos sorprende tan poco
que la comprensión real de los órganos humanos se haya perdido en una
época muy lejana, puesto que se ha perdido la inspiración y ella es la
única vía que permite comprender los órganos internos. Sin ella sólo se
pueden dibujar dichos órganos desde el cadáver, pero no
comprenderlos.

Así, el organismo humano entero vive en el telón de fondo del mundo


fisico. Cuando nos expresamos como yo lo he hecho en mi libro
“Iniciación”, nos representamos aquí el mundo fisico, y detrás de él,
por grados, el mundo espiritual. Se accede al primer grado mediante
la imaginación, al segundo mediante la inspiración y al siguiente
mediante la intuición. Pero no nos damos cuenta de que sólo el sistema
óseo está construido por los espíritus de los elementos, mientras que el
sistema muscular lo está por seres espirituales de una jerarquía más
elevada: ahora es importante saberlo. Es necesario, gracias a la
imaginación, estar en disposición de ir hacia estas entidades espirituales
si se quiere comprender el sistema muscular. Y si queremos comprender
los órganos internos tenemos que alcanzar, gracias a la inspiración, a
entidades espirituales aún más elevadas. Por el hecho de construir un
esqueleto no se otorgan Uds. más que la apariencia de estar adaptados
a las formas, pero en lo concerniente a su formación interna un
esqueleto debe ser estudiado, sin ningún género de duda, por el camino
de la inspiración.

Tengo que hacer la siguiente precisión: un naturalista actual examina


una planta analizando las sustancias que le resultan accesibles
mediante los métodos usuales de nuestra época. Pero lo que examina
no es en absoluto la planta. La planta es construida, como mostré ayer,
a partir del cosmos, y sólo la raíz lo es a partir de las fuerzas terrestres.
La forma de la planta completa es una realidad espiritual; sencillamente,
lo suprasensible se rellena de materia. Y quien sólo examina la
sustancia de la planta se parece a un hombre que espolvorea con arena
un escrito todavía húmedo y considera que esta arena es el elemento
capital de la escritura. Así es como se procede en nuestros días. Se raspa
la arena que se ha fijado en la tinta, se analiza y se pretende leer ahí la
escritura. Quieren explicar así la raíz, que es en realidad un ser espiritual
cuyo espacio es lo único que está impregnado de sustancia fisica. De
igual modo, los órganos humanos sólo están rellenos de sustancia.
En realidad, únicamente el sistema óseo es fisico; el sistema muscular
es etérico, y el sistema de los órganos internos es astral.

Si nos elevamos hasta el nivel de la verdadera intuición encontramos


al hombre-calor, esa organización formada por un espacio calórico
interno diferenciado. Como ya he dicho, no nos situamos frente al calor
como nos situamos frente al carbono o al nitrógeno; estamos en el calor,
nos sentimos a nosotros mismos en él. El calor está en nosotros y
nosotros estamos en él cuando lo vivimos. Es lo que experimentamos
con mayor intensidad. Por eso el hombre actual no puede negar la
experiencia del calor, mientras que no se da cuenta de que expertmenta
el aire, el agua y la tierra. No lo nota porque desciende de ellos. Por el
contrario, experimentar el calor es una aplicación inmediata de la
intuición del organismo humano, sólo que este calor no deber ser
sentido globalmente, como requiere la vida cotidiana, sino que el calor
debe ser experimentado en su diferenciación, en esa sutil diferenciación
que establece la forma de cada órgano. Cuando, en virtud de la
intuición, somos capaces de percibir este organismo de calor en todo el
cuerpo, se hace posible, por este modo de conocimiento, comprender
no sólo los órganos internos sino su actividad. Toda actividad de los
órganos internos ha de ser captada mediante la comprensión de la
organización del éter de calor. Cualquier otro medio es inadecuado
para la comprensión de la actividad de los órganos. Es la
contemplación intuitiva de la actividad del éter de calor —por tanto, el
hombre de calor- lo que debe ser captado mediante la intuición. Dicho
de otra manera, no basta con pensar: aquí está el mundo fisico, y para
acceder a otros mundos adquirimos la imaginación, la inspiración y la
intuición. Esos mundos están aquí. El mundo etérico está presente por
el hecho de que el hombre posee un sistema muscular; el mundo astral
está presente porque el hombre dispone de un sistema orgánico, y el
Devacán, el mundo espiritual, está presente porque el hombre dispone
de un organismo de calor. Lo espiritual está constantemente entre
nosotros, está presente. ¡Sí, el hombre es espíritu ! Este espíritu
solamente está impregnado de materia. Por eso cedemos a la ilusión de
que el hombre es un ser físico. El hombre, que mediante su organismo
de calor alcanza el mundo más elevado que le sea accesible, es un
espíritu en sí. Por eso resulta cómico ver a ocho o diez espíritus sentarse
alrededor de una mesa para evocar a espíritus muy inferiores a estos
ocho o diez que rodean la mesa, que se ignoran como espíritus! Hay
que impregnarse profundísimamente de esto; entonces podremos
elevarnos.

Vean Uds., cuando en virtud de la intuición captamos esta maravillosa


actividad que se ejerce de órgano en órgano en el seno del conjunto de
la organización humana, cuando captamos todo lo que se desarrolla en
el éter de calor, distinguimos dos categorías de calor. El éter de calor
es, en efecto, un elemento muy particular. Cuando un proceso
cualquiera conlleva una modificación en el éter de calor, se produce
siempre un efecto antagonista. De hecho, las corrientes de calor son de
tal forma que van siempre al encuentro unas de otras. El propio éter de
calor es de naturaleza diferenciada. Siempre hay, frente a una sustancia
etérica tosca, una sustancia etérica más sutil. Por eso se producen
algunas manifestaciones que vamos a intentar ilustrar con un fenómeno
trivial. Supongan que se encuentran en una habitación con una
agradable temperatura. La calientan hasta un punto insoportable. Se
produce no solamente un estado fisico sino también un estado psíquico.
Uno de los calores, el más sutil, lo siente el alma. De hecho, nosotros
siempre sentimos el calor de dos maneras: el calor que sentimos
psíquicamente y aquel en el que vivimos, que es exterior al alma; el
calor que se halla en nuestro organismo y el que se halla en el exterior.
Podemos hablar de calor fisico y de calor psíquico.

Pasemos ahora a los órganos internos, al hombre-aire que captamos


gracias a la inspiración. Estamos ante todo en presencia del elemento-
aire en su forma esencial. En este elemento-aire está la luz que opera,
pero no a la manera del calor sutil en el calor propiamente dicho.
Mediante la intuición el calor se ilumina en el calor; diferenciándose en
el seno de su propio elemento, sigue siendo calor. No es éste el caso del
aire. El aire real no es el aire fantástico del fisico, el que rodea a nuestro
globo como una piel; éste no existe. El aire real es impensable en
ausencia de cualquier forma de luz, siendo la oscuridad una forma de
luz también. Así, aire y luz son elementos diferenciados que van a la
par. En todo organismo-aire la luz participa en la organización. Den
ahora Uds. un paso más en lo psíquico:
no solamente hay luz exterior, sino también la luz interior
metamorfoseada que impregna al hombre entero, que vive en él. Con el
aire, la luz vive en él.

De igual modo, con el agua, con el elemento líquido, vive en Uds. el


qulmismo. El agua presentada como elemento fisico, el agua del fisico,
es una quimera. El poder organizador que el agua manifiesta en
cualquier parte sólo es posible con el quimismo. Representarse lo fluido
del hombre en ausencia del quimismo € sera como representarse a un
hombre sin cabeza. Lo podemos incluso describir; le podemos sustraer
el alma; pero esto ya no es la realidad. Si Uds. separan su cabeza del
cuerpo no pueden vivir, ya no hay organismo. De igual modo, el
elemento liquido del hombre no es más que lo físico descrito
habitualmente como agua; de la misma manera que el organismo
humano, con su cabeza, forma un todo, el quimismo está ligado por
todas partes al elemento fluido. Y el elemento sólido, el elemento-tierra
del organismo humano no existe más que en status nascendi; como el
agua, se metamorfosea inmediatamente. El elemento-tierra no existe en
el hombre más que ligado a la vida.
Tracen ahora una vertical y tendrán a la izquierda el cuerpo físico, y a
la derecha el cuerpo etérico correspondiente. Sin embargo, ambos no
forman más que un todo visto desde los dos lados. Por una parte, tienen
los estados etéricos: calor, luz, quimismo y vida; por el otro, los estados
fisicos: calor, aire, agua y tierra. Ahora bien, si describimos los estados
etéricos de manera abstracta, partiendo de lo sólido, de lo líquido, etc.,
encontraremos en primer lugar, como el menos elevado, el éter de calor,
siendo el más elevado el éter de vida. Pero para describir al hombre
debemos apelar a la intuición, para que nos revele al hombre de calor,
la actividad de los órganos internos. Mientras que, desde el calor hacia
la tierra, bajamos hasta el elemento más tosco del organismo, mediante
el cuerpo etérico nos elevamos desde el calor hasta la vida. ¿Qué
significa esto? Reflexionemos en ello: el hombre invierte de hecho las
cualidades en el hombre. Aplica el éter de calor solamente al calor, el
éter de luz al aire, el éter químico al organismo-agua y el éter de vida
a su organización sólida. Si realmente captan esto dejarán de pensar
de la forma en que se hace habitualmente. Con la manera habitual de
pensar no comprenderán más que el esqueleto, el hombre-tierra.
Tienen ahora que superar esta manera de pensar y elevarse, como ya he
dicho, hacia una manera de captar el € mundo de forma realmente
interior.

Por eso, queridos amigos, el saber médico presenta algunas


particularidades. También en los antiguos misterios, donde había cierto
saber en cuanto a la manera de cuidar, la ciencia médica ocupaba un
lugar especial. Era, en fin, en los misterios donde se formaban los
médicos; no eran sólo médicos, sino sabios que oficiaban en las
ceremonias religiosas. También el médico guardaba en secreto sus
conocimientos, evidentemente. Pues, miren Uds., @cuando se desea
saber algo es necesario vestir los conocimientos con pensamientos; si
no, nadaríamos en la incertidumbre. El conocimiento imaginativo,
propio de la imaginación, lo que observamos espiritualmente y
percibimos mediante la intuición, también debe revestirse de
pensamientos. Pero estos pensamientos son como los de la
Antroposofia actual; también se corre el riesgo de ser mal expresados.
Ciertamente, se sabía la necesidad de transformar los conocimientos
médicos en pensamientos, pero de hecho, cuando se trata de
conocimientos terapéuticos, se reduce su eficacia. Abordo aquí un
misterio profundo. No podemos negar que el conocimiento de un
remedio le quita, en cierto sentido, su virtud; pero también es necesario
que el médico serio renuncie más o menos, para sí mismo, a la eficacia
de los remedios que utiliza para sus enfermos y busque, para él, otras
vías de curación. Reflexionen sobre el contenido de esta frase y
descubrirán el sentido profundo de lo que dije antes: el médico debe
desarrollar en su fuero interno la voluntad de ir en ayuda de su
prójimo. De hecho, debe renunciar para sí mismo a las virtudes
curativas de los remedios que describe. @Cuando se atribuyen a los
medicamentos únicamente los efectos químicos burdos, comparables a
los efectos del vapor en una locomotora, no nos atenemos a las leyes
espirituales. Pero cuando vemos al hombre emerger en lo espiritual,
no dudaremos un instante que las leyes espirituales sean el
fundamento de las propiedades terapéuticas de los remedios en el
hombre. Captada a través de sus particularidades, la medicina es la
mejor educadora del olvido de sí. También es un malentendido colosal
exigir que la terapéutica se enseñe como la mecánica. Podemos, es
verdad, aplicar la mecánica al hombre, pero esto es entonces válido para
la humanidad entera.

22 El traductor castellano de esta versión lo hace desde la versión en lengua


francesa. No dispone —y sería inútil dado su desconocimiento de esta lengua-
de la versión original alemana. Pero el término utilizado en la edición
francesa es la palabra royo!, en vez de réelle. Esta expresión designa lo real,
mientras que royo!, que en castellano se traduce igual, designa, en cambio,
lo regio. No le cabe duda a este traductor del sentido final que R. Steiner
intenta transmitir con la elección del correspondiente término alemán, en
relación con la cualidad regia que supone esta vía de renuncia del médico,
del olvido de si. Añadiría, incluso, que está en relación con la corriente de
búsqueda del Santo Grial, expresión que, como sabemos, es una contracción
de Sangre y Real: sangrial, y que alude a la doble cualidad de real (verdadera
y regia a la vez) de la sangre derramada por Cristo Jesús.
En medicina todo es individual, y cuando existe un conocimiento
profundo de un determinado medicamento, es necesario que el médico
renuncie a su propia curación mediante este remedio. Tal es la vía real
para el olvido de sí. Daré algunas indicaciones sobre la manera en que
el médico puede ponerse a ello.

Convendría que el fundamento de estos hechos germine en sus


corazones. Si toman Uds. en serio lo último que he dicho, se impone la
necesidad de que, mediante las leyes universales, se introduzca el
altruismo en la medicina, y no el egoísmo. Altruismo y olvido de si son
el fundamento de la medicina, y forma parte del orden de las cosas. La
moral médica no es una invención, sino que deriva —las sigue- de las
leyes celestes, de las leyes engendradas por el cosmos, de donde
emanan los remedios.

Cuanto más en serio se tome esta información, mejor ayudará a captar


el carácter fundamental del remedio.

09/04/12

SÉPTIMA
CONFERENCIA
Dornach, 8 de Enero de 1924
10/04/12
5/31/2016
Respuestas a preguntas: sobre el magnetismo médico, sobre las
relaciones entre el corazón y el útero, sobre la descomposición del
cadáver, sobre la autopsia, sobre la iridoscopia, la grafología, etc.
influencia del conocimiento del proceso de curación sobre la propia
curación. Reflexiones sobre el libro: La Filosofía de la Libertad.
Imaginación y actividades musculares. Inspiración y vida de los
órganos internos. Esbozo de un plan de estudios médicos según la
Ciencia Espiritual. Aspecto espiritual de la enfermedad; ejemplo de la
viruela.

Queridos amigos:
Dedicaremos la primera parte de nuestras conversaciones de hoy a las
preguntas no incluidas en la pregunta general de la que he hablado y de
la que seguiré hablando. Luego reanudaremos nuestra tema de ayer,
para terminar mañana nuestras consideraciones esotéricas.

Pregunta: ¿hay ejercicios específicos para reforzar el magnetismo


médico en uno, y cuáles son estos ejercicios?

@Esta pregunta requiere algunas aclaraciones respecto al tema del


magnetismo médico. Estas fuerzas magnéticas terapéuticas son
fuerzas cuya actividad se ejerce principalmente entre el cuerpo etérico
de una persona y el de otra. Tienen Uds. que tener en cuenta que los
efectos del magnetismo médico reposan en el hecho siguiente:
supongan que una persona tenga una naturaleza fuerte, o dicho de otra
manera, la facultad de desarrollar fuertemente su voluntad y que
pueda, en determinadas condiciones, recibir directrices. Así, si
presenta tal o cual afección, yo puedo decirle: cada mañana, hacia las
once, debes pensar en el sol e imaginártelo calentando primero la
cabeza, luego imaginar que el calor de tu cabeza pasa a los brazos, a
los antebrazos, y después a las manos. Así intensificas tus fuerzas
reales. Cuando hayas intensificado de esta forma tus propias fuerzas,
intenta hacerte una idea perfectamente clara de tu estado patológico
para expulsarlo mediante tu fuerza de voluntad. Una práctica como
ésta puede ser notablemente eficaz, pero no lo es forzosamente, con lo
que siempre resulta un poco problemático. Puede ser eficaz cuando la
enfermedad no está ligada a una lesión orgánica particular, en cuyo
caso dicha lesión puede extenderse evidentemente a los cuatro
elementos del cuerpo elemental: sólido, fluido, gaseoso y calórico.
¿Qué sucede entonces? Como resultado de mi indicación, el interesado
ha recibido una estimulación de su cuerpo astral. Mis directrices, que
él ha ejecutado —esta manera de imaginarse el sol, el calor en su
cabeza, etc.-, las directrices que ha aplicado, han reforzado un poco
su voluntad, que puede ser fortificada, han actuado sobre su cuerpo
astral. El cuerpo astral ha actuado sobre su cuerpo etérico, y éste, a
su vez, ha ejercido una acción bienhechora en el fisico y ha
conseguido compensar la lesión, que no estaba demasiado
profundamente anclada en el fisico. No es correcto decir que tales
curaciones conciernen a lo que la medicina llama transtornos
funcionales, en oposición a las afecciones que conllevan una verdadera
lesión orgánica.
Esta distinción es rotundamente inexacta. Es imposible decir dónde
acaban los transtornos funcionales y dónde comienzan los orgánicos.
Los transtornos funcionales van siempre acompañados de pequeños
transtornos orgánicos, pero estos escapan siempre a las investigaciones
toscas de la fisiología y de la patología. En el presente caso no es el
magnetismo, sino las propias fuerzas de curación del paciente las que
son invocadas. Ésta es, en cualquier circunstancia, la mejor forma de
actuar cuando es aplicable. Se refuerza la voluntad del paciente
mientras se cura.

Podemos también proceder de forma diferente: podemos, sin que el


paciente ejerza su voluntad, actuar con nuestro propio cuerpo astral
para que éste influya en nuestro cuerpo eterico, a fin de que a su vez
éste influya en el cuerpo etérico del paciente, de la misma manera que
lo hacia, en el caso anterior, su cuerpo astral. Es en esto en lo que
consiste el magnetismo. El magnetizador actúa inconscientemente,
influyendo su propio cuerpo etérico a partir de su astral. Las fuerzas
que desarrolla de este modo las puede dirigir entonces, instintivamente,
hacia el paciente, transmitírselas y fortificarle. Es preciso tener
claramente en el espíritu que, cuando se trata de una curación, el
magnetizador debe utilizar aquello que es susceptible de conducir a la
curación. Cuando se está en presencia de una voluntad débil, con la
que no se puede contar, ésa es la ocasión correcta para utilizar el
magnetismo. Sin embargo, yo querría expresamente señalar que el
magnetismo médico es algo problemático y que no es aplicable
indiferentemente, sin importar el caso. Esta facultad instintiva de
activar el propio cuerpo astral para influir en el etérico y pasar al
etérico del paciente, es individual. Algunas personas la poseen en un
alto grado, otras en un grado menor, y otras nada. Existen, pues,
magnetizadores predispuestos por sus facultades. Cuando empiezan a
utilizar dicho magnetismo, como se le denomina, actúa muy bien:
después de cierto tiempo estas facultades se pierden, y, cosa frecuente,
los magnetizadores que han perdido sus facultades actúan como si las
tuvieran aún, convirtiéndose en charlatanes. @Cuando el magnetismo
se hace profesional se convierte en sospechoso. De hecho, una forma
de curar como ésta no puede, por principio, ser una profesión. Esto
es lo que tenía que decir sobre este tema. El proceso magnético es
ciertamente eficaz —cuando se tiene el don- pero solamente cuando es
ejercido con una compasión sincera hacia el paciente, con una
compasión sentida en lo más profundo del propio organismo. Si
practican el magnetismo con un verdadero amor hacia el paciente no
pueden hacer de ello una profesión. Si existe un verdadero amor y no
se ejercen por otro lado influencias nefastas, no puede ser más que
benéfico. Pero sólo puede ser practicado ocasionalmente, cuando el
karma les conduzca hacia un ser al que quieran ayudar con todo su
corazón. El signo exterior puede consistir en la imposición de manos
o rozarle con ellas; lo que actúa es el cuerpo astral influyendo al
cuerpo etérico, el cual, a su vez, influye al del otro.

Lo que sucede ha de mirarse aún desde otro ángulo. @El hecho es que
la curación tiene siempre como punto de partida el cuerpo astral, bien
sea el del paciente o el del magnetizador. En la terapia medicamentosa
se desarrolla un proceso inverso. En ésta, Uds. no hacen más que
introducir sustancias en el cuerpo fisico, las cuales actúan en
conformidad, por una parte, con las fuerzas internas, y por otra con
el ritmo del cuerpo fisico, influyendo así en el cuerpo etérico del
paciente. La curación emana siempre del cuerpo etérico. Por un lado,
Uds. actúan sobre el cuerpo etérico a partir del astral; ésta es la
curación psíquica, de la que forma parte el magnetismo médico, que
tiene algo de problemático o bien, podríamos decir, un lado
humanitario o social, un lado que se refiere a la relación hombre a
hombre. Por otra parte tienen Uds. la terapia racional, que debe pasar
obligatoriamente por el medicamento, cuya ácción llega al cuerpo
eterico a través del fisico. Pero la curación debe emanar siempre del
cuerpo eterico. Es completamente ilusorio creer que el cuerpo fisico
enfermo puede suscitar ningún tipo de curación. En efecto, el cuerpo
fisico porta en sí la tendencia a la enfermedad, pero la curación es
siempre obra del cuerpo eterico.

Pregunta: ¿cuáles son las relaciones entre el corazón y el útero y su


ubicación, y los sentimientos de pena y alegría?

Hay sentimientos directamente emparentados. En primer lugar, el


corazón y el útero, si bien fisicamente distantes, son órganos que
están emparentados, como lo están el Sol y la Luna. El Sol y la Luna
van juntos e irradian la misma luz. En un caso, el Sol ilumina
directamente los objetos; en el otro, lo hace por intermedio de la Luna.

El corazón da directamente su impulso al organismo humano. Es el


órgano de percepción para la circulación sanguínea. El órgano está
constituido de forma que perciba la circulación que se instala tras la
fecundación. Este es su papel. Igual que la Luna refleja la luz solar, el
útero refleja lo que percibe el corazón en la circulación. Por su
comportamiento directo o reflejo en la percepción de los impulsos,
ambos órganos van a la par como el Sol y la Luna. Cuando el hombre
está terminado de construir tiene necesidad de las fuerzas del corazón;
cuando está en vías de formación tiene necesidad de las fuerzas del
corazón reflejadas procedentes del útero.
Ahora bien, estos órganos y
algunos más no son más que la
imagen fisica del psiquismo del
hombre, visto desde el

ángulo espiritual (para el


pulmón tendería más hacia
lo fisico- eterico).
Posiblemente me esté permitido
decirlo de la siguiente manera:
supongan Uds. que
desarrollan su conocimiento
imaginativo. Entonces, cuando
observen a un ser humano será
realmente la imagen del Sol y la
de la Luna las que se les
impondrán cuando dirijan su
mirada hacia el corazón y el
útero. Esta es efectivamente la
correspondencia
espiritual que el hombre
expenmenta en su alma. Hay
realmente una correspondencia entre lo que sucede en el corazón y el
útero y lo que sucede, a decir verdad, en la € semimconsciencia del
alma, pues el psiquismo está, por lo demás, bajo la influencia de los
pensamientos. Se enmascara así un sutil proceso: la relación íntima
entre el corazón y el útero. Pero quien sabe observar, aunque sea poco,
notará la prodigiosa cantidad de efectos que son consecuencia de la
forma € semi-imconsciente, por la cual la actividad cardíaca recibe la
influencia del entorno fisico. Aquel cuya existencia, por su profesión,
por ejemplo, no es más que una sucesión de sobresaltos, lleva ya en su
subconsciente la imagen perfecta de la actividad cardíaca que nace así.
Y esto se refleja en el útero. Podemos ver cómo se produce esto, cómo
se transmite a la constitución del embrión.

Veamos ahora una pregunta dificil de responder, pues la respuesta


podría ser superficial, consistente en una simple indicación, o podría
exigir un desarrollo profundo: @¿cuál es la influencia de llevar perlas
o gemas sobre los diferentes órganos?

Esta influencia existe, pero no podemos hacernos una idea de lo que


accede a los mundos espirituales. Es fácil decir, por ejemplo, que el
zafiro actúa sobre un determinado temperamento, el colérico, pero de
hecho únicamente en casos individuales. Estos efectos existen, pero
para responder plenamente a la pregunta habría que profundizar más de
lo que es posible hoy.

A la pregunta: ¿cómo acceder a una visión del karma en las


enfermedades particulares?, no puedo responder más que por lo que ya
se ha dicho a lo largo de la conferencia. De ello se extraerá más de una
idea; otras surgirán de lo que me queda por decir.

@Veamos aún otras preguntas: ¿existe un paralelismo entre el grado


y la duración de los procesos de descomposición post-mortem y la
evolución de la individualidad correspondiente en el mundo
espiritual?

En realidad no hay relaciones que tengan una significación para


nosotros, seres humanos, excepto que el proceso de descomposición no
es, como contempla la química, de naturaleza puramente fisica, sino
que lleva incorporado un elemento espiritual profundo. Esto es lo que
en otros tiempos captaban instintivamente. Para descomponerse, el
alemán dice verwesen, literalmente ir hacia (ver) la esencia de las cosas
(wesen); podría decirse incluso: disolverse en lo esencial. El hombre
no es un ser encerrado en si mismo; diversas entidades espirituales se
activan en él. Albergamos a determinadas entidades espirituales en
nuestros cuerpos fisico, etérico y astral; no somos libres más que en
nuestra organización del Yo. Estas entidades espirituales ligadas a
nuestros cuerpos fisico, eterico y astral, están igualmente sujetas a lo
que sucede con el cuerpo fisico tras la muerte. A esto se vincula
estrechamente el problema de la descomposición o de la incineración.
Pero todo esto está íntimamente ligado al karma. Sin embargo, para el
hombre como tal, para el hombre individual, apenas tiene
significación.

@Pregunta: ¿la autopsia practicada más allá de un momento preciso


después de la muerte influye en el destino del fallecido?

No tiene ninguna influencia en su destino.

@He aquí otra pregunta de cierta importancia: ¿las facultades


curativas del médico son de naturaleza puramente personal o están
condicionadas por relaciones comunitarias, no entre médico y
enfermo, sino por ejemplo dentro de un grupo médico? ¿Se puede
pensar que el médico aislado recibe de una comunidad así ciertas
fuerzas que él no puede desarrollar por sí mismo, como sucede en
algunas comunidades de sacerdotes?

Efectivamente, ése es el caso, pero sucede lo mismo con cualquier


comunidad humana; en el hombre penetran fuerzas que provienen de
la comunidad, pero a condición de que la comunidad sea realmente
una. Hay que sentirlo como una experiencia viva. Y lo que describí ayer
y precisaré mañana puede realmente ser el comienzo de una comunidad
entre Uds. y con nosotros, aunque de momento no pueda ser más que
una comunidad por correspondencia. Sí, esto debe unirles para que
cuando estén solos sientan que una comunidad así no son sólo fuerzas
intelectuales, sino que también emanan de ella fuerzas espirituales.

@Un restringido circulo se centra en la siguiente pregunta: ¿cómo


puede ejercer el médico su sentido de observación? ¿Tienen valor la
indoscopia, la grafología y la quiromancia?
En el caso ideal, el observador sería capaz de decirles muchísimas
cosas sobre el estado global de un hombre a partir de una partícula de
uña. Esto no es imposible; incluso un cabello puede suministrar
cantidad de informaciones. Reflexionen hasta qué punto un cabello está
individualmente diferenciado, cómo los seres humanos, incluso de
forma superficial, se distinguen por su cabellera. Entre Uds. hay rubios
y morenos; ¿de dónde viene esto? Los morenos deben su color a un
proceso- hierro que se efectúa en sus cabellos; los rubios, a un proceso-
azufre, particularmente intenso en los pelirrojos. Esto presenta un gran
interés. He conocido realmente a personas que poseían una reveladora
cabellera de un rojo resplandeciente. Se da en ellas un proceso-azufre
particularmente intenso. Por el contrario, los cabellos morenos están en
relación con un proceso-hierro de intensidad relativa. Ahora bien, ¿no
son los cabellos una “excreción” procedente de la organización
humana entera? En un caso el hombre es productor de una sustancia
eminentemente combustible, el azufre, que impregna sus cabellos; en el
otro, elimina el hierro, que es completamente distinto, que no arde. Esto
atestigua una diferencia profunda entre sus organizaciones. Ahora
bien, lo que se manifiesta así superficial y genéricamente, se revela
sutilmente para cada hombre tomado individualmente, y es posible
reconocer al hombre entero en la naturaleza de sus cabellos. ¿Cómo
no se va a reconocer entonces al hombre por la constitución de su iris?
Pero esto requiere vastos conocimientos y no la estúpida
superficialidad que manifiestan algunos iridólogos. Precisamente en
estas disciplinas, que reposan en una base real, es donde el verdadero
conocimiento no se adquiere más que al final del camino, igual que en
la astrología, que hasta el final del camino no se accede al
conocimiento espiritual. Antes de eso sólo hay superficialidad. Lo
mismo sucede con la quiromancia y la grafología.

La grafología requiere un verdadero conocimiento inspirativo. La


manera en que una persona escribe es absolutamente individual. A este
respecto no podemos dar más directrices generales. Lo que acabo de
decir se aplica igualmente aquí. Para deducir alguna cosa de la escritura
es necesaria la inspiración. Ahora bien, la caligrafia tiene esto de
particular:
que la escritura actual de una persona corresponde más o menos a lo
que ella era siete años antes. Es una dificultad suplementaria, que
obliga al que quiere hacer deducciones sobre el estado presente de una
persona a dar un rodeo, a remontar el curso de su evolución.
Desemboca en un estado interior de hace siete años, a partir del cual, si
tiene videncia, puede recorrer el camino y adquirir un conocimiento
más profundo de la persona. Se puede, por tanto, extraer algo.

@Hay una cierta similitud entre el estudio de los cabellos, del iris y la
quiromancia. Ahí también es indispensable la inspiración, y no las
reglas superficiales que se dan habitualmente. Para examinar las
lineas de la mano es necesaria una predisposición particular, que
algunos suelen tener. Es verdad que las líneas están estrechamente
ligadas al carácter de la evolución de una persona. Para convencerse
de ello basta con comparar las líneas de la mano izquierda con las de
la derecha. En la vida cotidiana esta diferencia se manifiesta en el
hecho de escribir con la mano derecha y no con la izquierda. En lo que
concierne a las lineas de la mano, las de la izquierda revelan al
inspirado todo el karma; las de la derecha, la actividad, la asiduidad
que manifiesta la persona en la existencia presente. Su destino ha
estructurado su existencia actual; su actividad, la conducta hacia el
futuro. Todo esto tiene fundamento, pero es extraordinariamente
peligroso airear estas nociones en público, pues abordamos aquí un
terreno donde la seriedad y la charlatanería están demasiado
próximas. De nuestras próximas consideraciones se extraerán por sí
solas otras ideas.

Vean, queridos amigos, como expuse al final de la charla anterior, que


ser médico es, por la naturaleza misma de las cosas, una cuestión de
actitud anímica orientada hacia la moral. Les he mostrado que el
verdadero conocimiento de un medicamento priva a quien lo posee del
beneficio de sus virtudes y le excluye de las posibilidades de curación
que ofrece dicho remedio. Ciertamente, el simple conocimiento
químico de un medicamento no excluye de la curación, pues éste no es
un conocimiento; pero el verdadero conocimiento si nos excluye.

€ Anímense ahora a reflexionar en lo siguiente. El conocimiento del


sistema muscular del hombre pasa por la imaginación. No podemos
comprender lo que actúa en el músculo más que accediendo al
conocimiento imaginativo, y es a éste al que hay que recurrir si
queremos conocer lo que puede curar un órgano de tipo muscular. En
cuanto a los órganos mternos, el verdadero conocimiento pasa por la
inspiración, no por las nociones químicas. Supongan que conocen un
remedio que actúa sobre el sistema muscular; deben este conocimiento
a la imaginación. Pero este conocimiento imaginativo no es lo que se
supone habitualmente. El saber corriente no desciende demasiado
profundamente en el hombre; sólo se encuentra en la cabeza, mientras
que el conocimiento imaginativo penetra en el sistema muscular. Y los
conocimientos terapéuticos relativos a este sistema, queridos amigos,
los sentirán Uds. en sus músculos. Esto ha de ser tomado muy en serio.
Para hacerme comprender bien les diré algo paradójico. Pero aquí lo
paradójico es verdad. @Mi libro “Filosofla de la libertad” ha sido poco
comprendido porque no se ha sabido leer; ha sido leído como si se
tratara de otro libro. Pero esta obra no ha sido concebida como los
demás libros; mi “Filosofla de la libertad” vive en los pensamientos,
pero en los pensamientos realmente vividos. Los pensamientos no
vividos, abstractos, los pensamientos lógicos como los que
encontramos generalmente en la ciencia actual, se perciben en el
cerebro. Los pensamientos como los de la “Filosofla de la libertad” los
siente el hombre completo en su sistema óseo. Esta es la paradoja. Y
más paradójico aun les parecerá el hecho de que quienes han
comprendido realmente esta obra han soñado con esqueletos durante
su lectura, y sobre todo después de ella. Esto está en relación ética con
la posición global de la “Filosofia de la libertad” frente a la libertad
en el mundo. Sí, la libertad consiste en mover los músculos en el mundo
exterior a partir de los huesos. No es libre aquel que sigue sus pulsiones
y sus instintos. El hombre libre se guía por las exigencias y las
necesidades del mundo, que primero hay que amar y con el que es
preciso establecer una relación. Esto se expresa mediante la
imaginación del sistema óseo. Es el sistema óseo quien siente los
pensamientos vivos. Dichos pensamientos vivos son sentidos por el
hombre completo, y de forma particular por todo aquello que constituye
el hombre-tierra, el hombre sólido. Algunas personas han querido
ilustrar mis libros y me han mostrado todo tipo de cosas. Algunos han
querido representar con imágenes los pensamientos de la “Filosofla de
la libertad”. Se podría expresar su contenido con escenas dramáticas
llevadas a cabo por esqueletos. Igual que la libertad exige que se la
despoje de todo lo que no es más que instinto, lo que el hombre
expermienta pensando en la libertad quiere ser despojado de su carne
y de su sangre. Es preciso convertirse en esqueleto, convertirse en
tierra. Es necesario que los pensamientos se hagan terrestres, lo que
significa que hay que hacer el esfuerzo de liberarse.

Digo todo esto a fin de que comprendan que, incluso en los


pensamientos ordinarios, el hombre entero está comprometido. Si
pasamos del pensamiento a la imaginación, lo experimentamos en el
sistema muscular. La inspiración se siente participando de la vida de
los órganos. Cuando se trata de la inspiración es preciso, sobre todo, no
olvidar el axioma: “Naturalia non sunt turpia” Pues las más bellas
inspiraciones serán eventualmente vividas con ayuda de los riñones o
de otros órganos inferiores. @Así, los conocimientos de orden superior
invocan al organismo humano entero, y sólo puede hacerse una idea de
lo que son la imaginación y la inspiración quien capta que la
imaginación es totalmente similar a la actividad fisica, pues hace
trabajar al músculo. De este modo, una imaginación verdadera es
como un auténtico trabajo fisico. Por eso hay una correlación entre el
trabajo fisico y la imaginación. Si me permiten evocar un recuerdo
personal, diré que el hecho de haber cortado madera de niño y haber
recogido patatas, labrado, sembrado, etc., ha contribuido enormemente
a mis facultades imaginativas. Digo esto no por jactancia, sino porque
haber hecho todo esto ha facilitado la reinserción en el músculo, ha
contribuido a que el esfuerzo imaginativo se convierta en algo parecido
a un hábito. Así sucede cuando Uds. ejercitan sus músculos, sobre todo
en la juventud, y esto más tarde les permitirá imaginar. Sin embargo,
los movimientos ajenos a un € trabajo no sirven para nada. El juego
no es de ninguna utilidad para la imaginación. La imaginación
permite experimentar el músculo en reposo —evidentemente no se
puede ejercer más que en reposo-, una experiencia semejante a la que
procura un verdadero trabajo fisico.

Progresando de este modo en la vía médica, aprendiendo con nosotros


a conocer estos hechos extraños, comprenden la influencia que el
conocimiento de estos elementos terapéuticos ejerce en su sistema
muscular, y todo esto influirá en su karma. Pongamos un ejemplo —lo
he concebido de manera absolutamente ideal-, el del verdadero
tratamiento de la viruela negra. La viruela negra engendra una fortísima
inspiración, acompañada incluso de intuición, y Uds. también saben, si
se sitúan en este terreno como verdaderos terapeutas, que actúa mucho
más intensamente sobre Uds. que una vacuna, pero de manera diferente.
Estudiando el tratamiento de la viruela provocan en Uds., médicos, una
especie de curación de efecto profiláctico que les permitirá, si captan
la relación, acercarse a los enfermos de viruela sin temor y con todo su
amor. Pero estas cosas tienen su reverso. Este conocimiento de las
virtudes terapéuticas de un remedio posee en si mismo un poder de
curación, ya se trate de € una imaginación propia o de una imaginación
que les haya sido transmitida. @Conocer un remedio actúa, pero sólo
si Uds. no tienen miedo. El miedo es, de hecho, el polo opuesto del
amor. Si les sorprende el miedo en el momento de entrar en la
habitación de un enfermo, ningún tratamiento que prescriban les
servirá de nada. Si entran alli con amor, sin preocuparse por Uds., si
se vuelcan con toda su alma en aquel a quien tienen que curar, si
penetran de amor sus conocimientos imaginativos e inspirativos, ya no
serán sus cualidades personales, la personalidad cautiva del miedo,
sino la personalidad cognoscente y llena de amor la que participará en
el proceso de curación. Asi, el factor moral no debe solamente
impregnar a la medicina externamente, sino también internamente.

Lo que es una regla en todas las ramas del conocimiento espiritual —


fortificar el coraje- lo es todavía más en la medicina. Lo saben Uds., el
coraje es lo que nos rodea por todas partes; el aire no es más que una
ilusión. Necesitamos el coraje si queremos vivir en el mundo en el que
respiramos. Si somos descuidados en lo que sea, no vivimos con el
mundo, nos excluimos de él; no respiramos más que aparentemente. Lo
que es absolutamente necesario para los estudios médicos es el coraje,
la intrepidez terapéutica. Si poseen esta audacia, esta determinación de
curar, les orientará ya en un ochenta por ciento de los casos hacia lo
adecuado. @De hecho, el proceso de curación está sencillamente
ligado a cualidades morales.

23 Las cosas naturales no son feas”: máxima preferida de los cinicos,


corriente filosófica de Antistenes y de Diógenes.

Por eso, en los estudios médicos hay que proceder así: un primer curso
trataría de lo que he expuesto en las tres primeras conferencias: crear
una base a partir de una ciencia de la naturaleza y del hombre, una
base de conocimientos cósmicos y humanos. A continuación, un
segundo curso: profundización esotérica de la dinámica médica;
considerar la medicina como he expuesto en la cuarta conferencia y
como haré mañana. Por fin, un último curso trataría principalmente
de las relaciones entre la terapéutica y la verdadera aptitud moral
médica. Pues la una debe llevar a la otra. Y si se lleva a cabo un curso
así moralmente cualificado, las enfermedades se convertirán realmente
para el médico en lo contrario de lo que son para el enfermo. Llegarán
a ser para él un objeto de amor, pues la enfermedad no alcanza su
objetivo hasta que es sanada. ¿Qué significa esto?

@Miren, queridos amigos, tener buena salud es llevar en sí las


cualidades psico-espirituales llamadas normales. Estar enfermo, ser
portador de una enfermedad cualquiera, es estar bajo la influencia de
una cualidad espiritual. Yo sé bien que si uno de esos modernos
intelectuales me oyera, diría’. “Vaya por Dios, otra vez tenemos
encima del tapete la vieja teoría de la posesión”. En primer lugar,
¿podemos preguntarnos si es peor la antigua teoría de la posesión que
la actual, si es mejor estar obsesionado con los espíritus que con los
bacilos? Esto merecería ser examinado. En su enseñanza, los médicos
modernos confiesan siempre su fe en la posesión, pero en una posesión
materialista, más conforme a su entendimiento. Sin embargo, la cosa es
así: cuando se tiene una enfermedad se es portador de una cualidad
espiritual ausente en el curso normal de la existencia, pero es una
cualidad espiritual.

Heme aqui de nuevo obligado a la paradoja. Supongan que intentan


conocer la relación entre los diferentes elementos del zodíaco: aries,
tauro, géminis, cáncer, leo, virgo, libra, escorpio, sagitario, capricornio,
acuario y piscis. Ahora bien, hay una diferencia enorme entre estas siete
constelaciones (arriba) y estas cinco (abajo). Si Uds. acceden a la
imaginación, las siete constelaciones superiores se les aparecerán como
una entidad masculina, y las cinco inferiores como una entidad
femenina.

Así, lo masculino-femenino aparecerá a la contemplación imaginativa


como una forma de serpiente cerrada sobre sí misma que se extiende
por todo el zodiaco. Una imaginación así ningún hombre la puede
recibir sin experimentar lo siguiente: represéntense la viruela; se
manifiesta mediante síntomas fisicos. Supongan ahora que una persona
afectada de viruela sea capaz de no experimentar esta enfermedad más
que en su organización del Yo y en su cuerpo astral, de extraerla de sus
cuerpos fisico y eterico, los cuales sanarán instantáneamente. Supongan
—es una hipótesis- que esto sea posible. De hecho, lo que he descrito
no es realizable, pero si desean tener esta imaginación es necesario que
experimenten lo que he descrito de manera hipotética, € sin que su
cuerpo fisico y su cuerpo etérico sean afectados por la viruela. Es
necesario que pasen la prueba de la viruela en su cuerpo astral y en su
organización del Yo, quedando indemnes los cuerpos etérico y fisico.
Es necesario que hagan Uds. la prueba de un equivalente espiritual de
la enfermedad fisica. La viruela, queridos amigos, es el reflejo fisico
del estado en el que se encuentran la organización del Yo y el cuerpo
astral cuando tienen Uds. una imaginación de este tipo. Ahora
reconocerán que en el caso de la viruela se ejerce en el hombre la misma
influencia que la que da origen a la imaginación celeste en el
conocimiento espiritual.

Comprenderán de este modo hasta qué punto está vinculada la


enfermedad a la vida espiritual y no al cuerpo fisico. La enfermedad es
la imaginación fisica de la vida espiritual. También, la imaginación
fisica que no está en su sitio y que imite ciertos procesos espirituales
que no debe —lo que en el mundo espiritual puede ser sublime- en el
cuerpo fisico se podrá convertir en enfermedad.

Por tanto, la enfermedad debe comprenderse de la siguiente manera:


las entidades espirituales no podrían ser atraídas hacia abajo, a
lugares donde no tienen nada que hacer, si no existieran en el mundo
espiritual. Esto muestra de qué estrecha manera están ligados la
enfermedad y el conocimiento espiritual. Familiarizarse con lo
espiritual ya es conocer la enfermedad. No podría ser de otra manera.
Cuando se tiene la experiencia de una imaginación celeste como ésta se
sabe qué es la viruela, pues no es más que la proyección fisica de lo que
se experimenta espiritualmente. Tal es el caso, en principio, para el
conocimiento de toda la patología. En definitiva: cuando el cielo —el
infierno también, evidentemente- toman posesión demasiado
intensamente del hombre, éste enferma. Si sólo cogen su alma y su
espíritu, se vuelve inteligente, sabio o lúcido.

Es necesario, queridos amigos, que digieran estas nociones en su alma.


Sabrán entonces cuál es el papel de la Antroposofia frente al médico,
pues muestra lo que son los verdaderos arquetipos divinos frente a sus
reflejos demoníacos, que son las enfermedades. Así serán cada vez más
conscientes de que es a través de la Antroposofia por donde debe
necesariamente pasar una reforma de los estudios médicos.

12/04/12

OCTAVA
CONFERENCIA

Dornach, 9 de Enero de 1924

12/04/12
Orientación del médico en función del Karma. La voluntad de curar.
Fuerzas lunares y fuerzas de Saturno en la edificación del hombre. El
alma pertenece al reino de la luz y el cuerpo al reino de la gravedad.
Meditación sobre el oro; relación con el Sol. Tema de meditación sobre
la luz y la gravedad. Efectos de la Euritmia curativa.

Queridos amigos:
Las nociones de las que deben impregnarse no pueden serles
presentadas más que con ayuda de aforismos, sin perjuicio de
desarrollarlos posteriormente, con ocasión de una nueva serie de cursos
organizados aquí en relación con la sección médica del Goetheanum.
@Insisto en el hecho de que no se puede evidentemente curar en
oposición al karma. El médico debe ser consciente siempre de ello.
Cuando se trata de curar, el médico debe orientarse en dos
direcciones. Una es la invencible voluntad del karma. Esta voluntad
kármica es, en un primer momento, indispensable para el propio
médico, pues ya han visto Uds. que lo que el médico utiliza para las
enfermedades pierde en cierta forma su eficacia para él mismo. Es
verdad que esto puede transformarse a su vez para él en eficacia, pero,
de momento, con lo que les he dicho es suficiente. @Por supuesto, el
médico permanece sometido al karma en cuanto a su salud y sus
enfermedades. Pero precisamente, cuando existe la actitud interior de
la que he hablado, cuando el saber terapéutico penetra el alma en
profundidad, la conciencia kármica se transforma cada vez más en
pura manifestación del karma. El karma tiene dos caras. Deben
considerar el kanna de forma que relacionen su destino actual con la
última de las encamaciones sucesivas. Pero es necesario que tengan
también a la vista la quinta o la sexta encarnación posteriores a la
actual; lo que se efectúa actualmente se convertirá entonces en
acontecimiento y Uds. tendrán entonces el resultado final. Si llevan este
pensamiento hasta su último término, concebirán claramente que el
kanna es también un devenir, que lo que se lleva a cabo ahora le
añade alguna cosa. Es una gran verdad que el karma, en cierta
medida, se modifica con nuestros actos. Quien comprenda el karma
jamás será fatalista. El conocimiento del karma confiere firmeza y
seguridad en la vida, ofrece una base sólida.

Esta es la primera dirección en la que el médico debe orientarse; he


aquí la segunda: es absolutamente necesario que el médico esté
animado por la voluntad de curar. Esta voluntad de curar no debe ser
nunca obstaculizada, sino que debe actuar sin ninguna restricción e
intentarlo todo incluso si se cree que la enfermedad es incurable.
Deben rechazar este tipo de pensamientos y hacer todo lo posible por
curarla. Esto, formulado como aforismo.
Nuestro objetivo principal de hoy es proseguir nuestra búsqueda
esotérica de lo que es susceptible de despertar las fuerzas del alma de
cara a los estudios médicos. Sepan que para el médico € de contenido
esotérico debe adquirir una forma y un tipo de actividad particulares. El
médico no debería contentarse con mirar las cosas como en la vida €
corriente. Eso es lo que hace la ciencia ordinaria. La ciencia no apela
a las particulares fuerzas del alma de las que el hombre no dispone en
la vida corriente. Muy al contrario, otorga un gran valor a evitar sobre
todo apelar a dichas fuerzas. @Pero con la manera de ver ordinaria
no se consigue que las sustancias o los procesos de la naturaleza
revelen el secreto de sus virtudes curativas. Estas propiedades no se
revelan más que cuando se abordan las cosas teniendo despiertas
determinadas fuerzas del alma. Les corresponde a Uds. despertar, paso
a paso, dichas fuerzas, para que las cosas les digan a su manera, a
través de sus conocimientos médicos, cómo pueden ayudar a la
humanidad. Pero para ello es necesario profundizar en lo que les he
dicho estos últimos días sobre la actitud interior del médico.
Con
ese

objeto desearía, en primer lugar, entregarme a una reflexión que debería


formar parte de los estudios médicos. Esta consideración tendrá aqui un
carácter de aforismo, pero es susceptible, si se dispone de tiempo, de
ser desarrollada en la conciencia del estudiante de medicina.

Consideren lo que les revela la forma de la bóveda craneana. Podemos


representar esta bóveda craneal de forma esquemática. Consideren
esta forma y opónganla a la que les revela un hueso largo, un fémur,
por ejemplo, que voy a esquematizar aquí. Ahora bien, estos elementos
no están aislados; diferentes fuerzas fisicas se ejercen tanto por el
perímetro de la bóveda craneal como por el de los huesos largos. Pero
este hueso largo no les revelará nunca su esencia si no lo consideran en
relación con el universo. Represéntense este hueso largo; sus fuerzas
están orientadas siguiendo su longitud y dirigiéndose hacia el centro
de la Tierra cuando el hombre está en la posición que debe conquistar
en la tierra. Pero esto no es lo importante. Lo importante es que orienta
sus fuerzas entre el centro de la Tierra y la Luna. Así, lo que está
dispuesto a la manera de los huesos largos del muslo o del brazo, igual
que los músculos correspondientes, se almea, se integra en las fuerzas
que conectan la Tierra con la Luna. Se pueden representar las cosas de
la siguiente manera: aquí se encuentra la Tierra (fig. 8); aquí, la Luna;
hay fuerzas elevándose constantemente desde la Tierra hacia la Luna.
Todo lo que en el hombre, cuando está de pie, parado o andando, tiene
la misma orientación que el fémur, se integra en estas fuerzas. Por el
contrario, todo lo que está colocado como la bóveda craneal se liga al
movimiento de Saturno. Ahí reinan las fuerzas de revolución de
Saturno, y podríamos añadir: el hombre está formado de abajo arriba
por la relación entre la Tierra y la Luna, y está cerrado, limitado, por las
fuerzas de rotación de Saturno, siendo ambas fuerzas opuestas la una a
la otra

Consideren las primeras fuerzas, las que se extienden entre la Tierra y


la Luna; encontrarán en ellas todo lo que confiere al hombre su forma
plástica, lo que construye al hombre plástico, como si un escultor
invisible se escondiera en ellas. Por el contrario, las otras fuerzas, las
circulares, entrañan una actividad de de-construcción permanente,
dispersan constantemente el material con el que el hombre es edificado.
Cuando Uds. se cortan las uñas también actúan, con sus tijeras, como
las fuerzas de Saturno; por el contrario, cuando comen, la componente
es dirigida hacia la Luna. Todas las fuerzas en dirección a la Luna son
constructoras; todas las que llevan la dirección de Saturno diseminan,
pulverizan al hombre. En este juego de fuerzas entre dispersión y
elaboración plástica reside el alma humana, el espíritu humano.
Ahora bien, lo que se encuentra en el exterior es lo que el hombre tiene
en sí, lo que está ligado a su cuerpo etérico está ligado a estas fuerzas
periféricas. Desde cierto punto de vista, la plata está en relación con las
fuerzas constructivas. Si Uds. constatan que en el hombre estas fuerzas
constructivas son suplantadas por las de-constructivas, por regla
general pueden corregir este estado de cosas mediante un remedio
extraído de la plata. Si, por el contrario, ven proliferar las fuerzas

constructivas, las que conservan la forma impidiendo la diseminación,


pueden apelar a un remedio proveniente de Saturno, proveniente del
plomo. Así, de la manera en que el hombre es construido se deduce una
línea de conducta.

Se trata ahora de abordar esta manera de concebir las cosas. Queridos


amigos, el verdadero mundo, el mundo del espíritu, se sitúa, como
siempre se ha dicho con razón, más allá de un € umbral, y el hombre
está más acá. Y para concebir claramente la constitución del universo
es necesario franquear ese umbral. Pero esto entraña un peligro. Cuando
el hombre impregna sus percepciones sensoriales de pensamientos
como los de la vida corriente y los lleva al mundo espiritual, más allá
del € umbral, suscita ante su ojo espiritual una ilusión, un espejismo,
por el hecho de que juzga las cosas de más allá del umbral como las de
aquí. Por eso se encuentra en el umbral esa entidad espiritual que nos
enseña que, cuando franqueamos el umbral, se requieren conceptos
completamente diferentes, y que ese espejismo paraliza nuestra vida si
abordamos el mundo espiritual con conceptos prestados del mundo
sensible. Este guardián del umbral nos invita a € proveernos de las ideas
que necesitaremos en el mundo espiritual. @Generalmente no se
piensa que los conceptos válidos para el mundo espiritual sean tan
diferentes de los que se aplican al mundo fisico. En el mundo fisico,
por ejemplo, la parte siempre es más pequeña que el todo; es un
axioma. Esto no es así en el mundo espiritual, en el cual la parte es
siempre más grande que el todo. En el hombre podemos encontrar un
ejemplo de ello: si admitimos una fuerza de la cual el hombre dispone
cuando edifica su cuerpo a partir del mineral, y luego la relación de
fuerzas que tiene una de sus partes, entonces la que estructura un
órgano, una parte del hombre por tanto, es, de cara al cosmos, mucho
mayor que el hombre entero. No les resulta posible representarse sin
más la proposición: la parte es más grande que el todo, pues están
habituados al mundo sensible; pero para el mundo suprasensible es así.
Por eso hay que llegar a admitir que en el mundo espiritual la parte
puede ser más grande que el todo. Ni nuestra mecánica ni nuestra flsica
tienen viabilidad en el mundo espiritual, donde sólo es viable lo opuesto
a ellas. @Aquí, en el mundo de los sentidos, la recta es el camino más
corto entre dos puntos; en el mundo espiritual es el más largo, porque
progresando en línea recta es como nos encontramos con el mayor
número de obstáculos. Cualquier otra dirección es allí más corta que
la recta. Es preciso concebir con claridad la necesidad de conceptos
opuestos cuando se accede al mundo espiritual. Esto requiere coraje.
Hay que tener coraje para franquear el umbral del mundo espiritual,
para saltar por encima del abismo. Cuando se realiza esto, el camino
hacia el mundo espiritual, el paso ante el guardián del umbral, esta
llegada al más allá, cuando se atraviesa esta prueba en alma y espíritu,
con el cuerpo astral y con el Yo, conscientemente, todo está bien. Pero
si no se lleva a cabo de una manera pura en el Yo y en el cuerpo astral,
se produce un espejismo que, cuando se vuelve contra el hombre, se
convierte en enfermedad. También, cada vez que el hombre contrae una
enfermedad, es en realidad el Guardián del Umbral quien está en él,
pero de forma refleja, en forma de doble demoniaco.

Vuelvo al problema de los demonios, del que ya he tenido ocasión de


hablar. ¿Por qué? Porque considerar al hombre desde un ángulo banal
conduce a la más completa confusión. De un lado, el Yo y el cuerpo
astral; del otro, el cuerpo etérico y el cuerpo fisico; visto así, produce
un gran barullo. Lo que importa ante todo es distinguir en el hombre lo
que corresponde al alma y lo que es corporal. Cuando el alma está en el
cuerpo y Uds. miran al hombre, el alma lo aparece como lo que ella es
en realidad. En realidad es de luz. Será preciso que comprendan cada
vez mejor que el alma, cuando se la contempla aislada del cuerpo, es
luz. Pertenece a los elementos etericos que les rodean, a la luz. Es en
el seno de la luz donde es correctamente percibida. El cuerpo, por el
contrario, pertenece a la gravedad. Ahora bien, yo les he expuesto
cómo la gravedad es superada, cómo el cerebro se hace más ligero de
lo que se percibe externamente. Pero el cuerpo fisico, en su estructura,
tal como lo percibimos en su esencia, pertenece al ámbito de la
gravedad, Igual que obtienen hidrógeno y oxígeno mediante el análisis
químico del agua, es preciso que distingan, cuando consideren a la
entidad humana, el alma en su luminosidad y el cuerpo en su gravidez.
Estas dos entidades, el alma luminosa y el cuerpo grávido, se
interpenetran de manera confusa cuando las contemplarnos con nuestra
forma de ver habitual. A causa de esta confusa mezcla, el examen del
cuerpo, y más generalmente el del hombre, no les revela en qué consiste
la esencia de la enfermedad. @Si preparan su alma de manera que la
hacen apta para percibir en el hombre la esencia de las enfermedades,
llegarán poco a poco a descubrir las fuerzas de curación que entrañan
la plata y el plomo cuando los contemplen. Pero para esto es necesario
enfocar la vida médica con la mayor seriedad, y organizar su vida
meditativa con una fuerza tal que les enseñe a captar el mundo de
forma diferente. Por eso querría comunicarles algo que, meditado
adecuadamente, les llevará a establecer con las sustancias particulares
la relación que tienen con el hombre, tanto el sano como el enfermo.
Para ello tienen que considerar lo que voy a escribir en la pizarra como
algo que despierta el alma, y deberán ser conscientes de que la realidad
no es lo que Uds. perciben del hombre en la vida corriente, sino lo que
verán cuando vivifiquen su alma con el contenido de estas palabras.
Verán entonces la verdad del ser humano a través de la relación de lo
uno con lo otro.

Hasta este momento he hablado tratando de hacerles comprender al


hombre en general en sus relaciones con el cosmos. Ahora querría
inscribir en sus almas aquello que les capacitará para coger un trocito
de oro y contemplarlo meditativamente. Acuñado en forma de hoja fina
y visto al trasluz adquiere un tono verdoso. Cuando me acerco a este
pan de oro con las fuerzas profundas del alma, este tono verdoso
despierta —no por una confusa analogía- el mismo sentimiento interior
que una verde pradera, que el verde manto vegetal de la tierra. Pero al
sumirme así, con todas las fuerzas de mi alma,. en la contemplación de
este pan de oro translúcido, se despierta también la fuerza opuesta del
alma, y cuando elevo los ojos aparece alrededor de mí el contraste —
pero no se trata del simple efecto de contraste que describe la fisiología-
de un mundo que derrama una luz rojiza sin brillo, una luz de un rojo
azulado En este instante yo sé que en este trozo de oro se encuentra el
mundo entero. Y este trozo de oro de luz verdosa que tengo en la mano,
es en realidad una esfera —no el punto particular, el nodo de una esfera-
, una esfera completa, y aprendo así a vivir en el azul rojizo, en el azul
violeta de una esfera. Y cuando aprendan a conocer otras propiedades
del oro harán la relación viva entre estas propiedades y lo que les aporta
esta visión por el camino del alma. Así, llevarán a cabo de manera viva
la experiencia fundamental de esta propiedad del oro que consiste en
rehusar ligarse con el oxígeno. Pues se dirán: el hombre vive gracias a
la presencia del oxígeno, porque transforma constantemente el oxígeno.
En el cuerpo etérico, lo hemos visto, todo es diferente; está emparentado
con todo aquello que no está ligado al cuerpo fisico. El oro está
emparentado con el cuerpo etérico por el hecho de que no tolera ligarse
con el oxigeno. Y es precisamente en razón de esta propiedad por lo que
el oro ejerce un poder de curación sobre el cuerpo etérico, sobre todo
aquello que el oxígeno, por ejemplo, corre el riesgo de provocar en el
cuerpo fisico. Por eso el oro es, en cierto sentido, un remedio capaz de
actuar directamente a partir del centro del hombre. A través de esta
impresión luminosa de un rojo azul sin brillo percibirán la verdad de
este proverbio: el oro es Sol. Es enteramente Sol. Es un punto crucial
que les indica sencillamente que en el espacio cósmico el oro es Sol, y
que el oro- sol está emparentado con el cuerpo etérico.

Vean cómo estas consideraciones conducen a las propiedades de las


sustancias útiles en terapéutica. Sin embargo, no accederán a ellas más
que tomando en serio las siguientes palabras, considerándolas no como
vanas palabras sino como a una llamada a las fuerzas del alma:

24 Hay aquí una duda de transcripción. La taquígrafa había anotado


“rouge-bnin (rojo pardo), pero lo que continúa en el texto hace que nos
inclinemos por “rouge-bleuítre” (rojo azulado).

Mira en tu alma
Su fuerza de luz
Siente en tu cuerpo
El poder de la gravedad

Esto se debe practicar como un ejercicio. Es preciso que se ejerciten


como si su alma se hiciera fluida, fluyendo hacia lo lejos como una
corriente de luz, una fuerza luminosa, y como si su cuerpo se hiciera
un objeto que se liga al interior de la tierra por la nostalgia de la
gravedad. Es necesario que lleven a cabo realmente la experiencia
interior de este antagonismo prodigioso y separen su alma de su cuerpo;
es necesario que sea sí. Y continúa:
En la fuerza de luz
Irradia el Yo-Espíritu

Sólo así comprenderán el todo. Pues el Yo humano, como experiencia


interior, crece en el alma. Por eso es necesario también que capten esta
imagen del Yo desarrollándose, irradiando, en la corriente de luz
radiante del alma derramándose en el universo.
Y he aquí otro aspecto que hay que añadir:

En el poder de la gravedad
Toma fuerza el Espíritu de Dios

Verdaderamente, cuando los antiguos hablaban del cuerpo humano


como templo de la divinidad, no era una imagen banal, sino la
expresión de una profunda verdad. Es verdad que el Yo es el señor del
alma cuando ésta es consciente, pero no es menos verdad que la
divinidad se enseñorea del cuerpo. No deben Uds. considerar que el
cuerpo les pertenece, pues el cuerpo no ha nacido del hombre sino de
Dios. Efectivamente: el cuerpo humano es el resultado de las fuerzas
divinas. Sólo pertenece al hombre el alma que el cuerpo alberga. Así,
pues, deben considerar su instrumento corporal como el templo de Dios.
También es importante saber que:

En la fuerza de luz —del alma


Irradia el Yo-Espíritu
En el poder de la gravedad
Toma fuerza el Espíritu de Dios

toma fuerza en el cuerpo humano, igual que el Yo la toma en el alma


humana.
Ahora, he aquí lo importante:

Pero no es conveniente
Que la fuerza de luz
Se impregne
De fuerza de gravedad

Lo comprenderán fácilmente: cuando el hombre duerme, el alma es


separada de la corporalidad. El los ha separado. En ese momento el alma
ya no tiene dominio sobre el cuerpo. Es preciso que suceda lo mismo
cuando el hombre está despierto. Ciertamente, el Yo y el cuerpo astral
se sumergen entonces en el etérico-fisico, pero es necesario que subsista
interiormente una separación entre fuerza de luz y fuerza de gravedad.
No es conveniente que se forme una componente química a partir de la
fuerza de luz y la fuerza de gravedad, sino que deben permanecer
separadas, no mezclarse mecánicamente y mucho menos combinarse
internamente. Deben actuar una al lado de la otra en el mismo espacio,
pero la fuerza de gravedad del cuerpo hacia abajo y la fuerza de luz del
alma hacia arriba. Por eso es importante esta frase:

Pero no es conveniente
Que la fuerza de luz
Se impregne
De fuerza de gravedad
Ni que
La fuerza de gravedad
Penetre
La fuerza de luz

Esto no es más que la contrapartida. En realidad, queridos amigos,


conviene que en el hombre se separe lo que nuestro conocimiento
sensorial mezcla continuamente. Si Uds. observan al hombre desde el
exterior, a través de sus sentidos, todo se mezcla. Y si el hombre fuera
realmente lo que la manera de ver banal percibe de él, estaría siempre
enfermo. El hombre puede estar sano, pero nuestra manera de verlo por
medio de nuestros sentidos está siempre enferma. Vemos siempre al
hombre enfermo, pero esto es maya, ilusión, pues en su verdadera
esencia el hombre jamás debe cstar como le vemos. En su esencia
verdadera nunca deben mezciarse la fuerza de luz y el poder de la
gravedad; deben permanecer separadas. Nunca debe suceder como con
el agua, donde el hidrógeno y el oxígeno se combinan y desaparecen
como tales. En el hombre esto no se lleva a cabo más que mediante la
percepción sensorial, que tiene el mal gusto de introducir una forma de
ver propia de la química y convierte al hombre en una combinación de
la fuerza de luz y del poder de la gravedad. De hecho están separadas y
así deben permanecer, igual que si en el agua el hidrógeno y el oxígeno
se mantuvieran constantemente separados pero estando el uno en el
otro.

Pues si la fuerza de luz penetra


La fuerza de gravedad

-si la fuerza de luz penetra realmente la fuerza de gravedad-

Pues si la fuerza de luz penetra


La fuerza de gravedad
Y si la fuerza de gravedad
Penetra la fuerza de luz
Se ligan entonces en universal locura
Alma y cuerpo
En la corrupción

-siendo la corrupción la enfermedad-.

Como digo, estas palabras deben ser recibidas con la mayor seriedad,
con una seriedad tal que ellas formen su cuerpo, que les permitan
realmente considerar al hombre bajo el aspecto de la fuerza de luz y del
poder de la gravedad, y que despierte en Uds. el sentimiento de que
ambas son antagonistas cuando se interpenetran. Esto es lo que sucede
en la enfermedad. @Cuando es la fuerza de luz la que se impregna del
poder de la gravedad se producen las llamadas enfermedades mentales.
Reflexionen sobre esto, consideren que el Espíritu de Dios vive en el
cuerpo, y que si la fuerza de luz se impregna del poder de la gravedad
el hombre se apropia indebidamente de Dios: Dios en él.
Reflexionando sobre todo esto, sintiéndolo, experimentándolo con el
impulso moral adecuado, aprenderán progresivamente a considerar los
elementos y los procesos del mundo, y hallarán la manera de separar la
fuerza de luz cuando se haya impregnado del poder de la gravedad;
encontrarán cualquier medio, una sustancia exterior o un proceso
humano capaz de llevar socorro al cuerpo eterico por medio del astral.
Miren Uds., @si su alma se impregna por completo de estas cosas,
también sabrán ver de golpe lo que cura en la Euritmia curativa. Pues
lo que en ella cura reposa principalmente en las fuerzas cósmicas.
Cuando hace ejercicios con las consonantes están Uds. en el seno de
las fuerzas lunares; con las vocales, en las de Saturno. Practicando la
Euritmia curativa nos sentimos, a través de estas dos fuerzas, en pleno
cosmos. Pongamos un ejemplo: supongan que constatamos —es un
diagnóstico, pero sin diagnóstico válido no hay terapéutica, y lo que
importa en medicina es la terapéutica- supongan que constatamos en un
ser humano un exceso de estructuración, que este ser no puede triunfar
sobre los procesos de estructuración de las sales o de los hidratos de
carbono. Si Uds. constatan realmente los efectos sutiles en la
organización —los síntomas pueden ser discretos-, la Euritmia curativa
mediante vocales, que se opone a la estructuración, tendrá una notable
eficacia. O este otro: cuando percibimos que un niño tiene una ligera
tendencia a la tartamudez —ciertamente, no quiero hablar
superficialmente de la tartamudez; podemos estar en presencia de las
lesiones más variadas-, puede que estas lesiones de la tartamudez
entrañen un predominio de las fuerzas estructurantes, por lo que se le
hará practicar ejercicios de Euritmia curativa basados en vocales. Se
llevarán a cabo en orden natural, en ese orden en el que el ser humano
se manifiesta correctamente. Así, a los niños con tendencia a
tartamudear se les hará practicar los ejercicios de Euritmia curativa
en el orden habitual de las vocales A, E, I, 0, U, y, con suficiente
paciencia y amor, es posible alcanzar excelentes resultados.

Si reflexionan en todo esto, queridos amigos, podrán decir —y esto


debe importarles- que las bases esotéricas que les he mostrado durante
estos días y hasta ahora, deben ser consideradas como una especie de
ética médica. Por ética entiendo el hecho de sentirse ligado a un deber,
el de mantener permanentemente, mediante las fuerzas meditativas, una
actitud anímica que les permite situarse en una posición justa frente al
mundo. Evidentemente, € si dispusiéramos de un año entero podrían ser
abordados muchos detalles que fundamentarían nuestra práctica. Pero
estas conferencias sólo pueden ponerles en camino; lo importante era
hablarles del desarrollo de las fuerzas médicas en la entidad humana,
darles algunas indicaciones médicas. Pues cuando reanuden sus
estudios médicos con estas indicaciones esotéricas todo les parecerá
diferente; incluso más dificil. Cuando alguna persona de hoy día, algo
estúpida —la gente es ligeramente embrutecida en la escuela primaria,
un poco más en la secundaria, y luego van a la universidad-, cuando una
persona así, un poco estúpida, accede a los estudios médicos, es capaz
de remontar con cierta obstinación las dificultades que encuentra a lo
largo del primer y del segundo año, si, por móviles sociales, siente la
amenaza de alguna férula moral. Pero así no se convertirá en médico.
Se convertirá en alguien a quien la sociedad tomará por médico, que
imitará la medicina, pero no lo será. Ahora bien, Uds. pulirán sus
fuerzas psíquicas dejando actuar estas cosas en ellas. Y la manera en
que actuarán en Uds. la psicología, la fisiología y la patología basadas
en la ciencia médica, les causará muchos sufrimientos. Será como € si
les dieran a veces piedras en lugar de pan. Pero Uds. conseguirán
extraer algo de estas piedras, y lo que les den ahí no será inútil. Es
necesario que así sea, pues de momento nuestro mundo materialista es
todavía poderoso y tenemos que acomodarnos a él de una manera u
otra. Hay que obrar a partir de la situación en que estamos, en la que
estamos colocados.

Tienen, pues, que convertirse en los médicos que la sociedad demanda,


e impregnar sus estudios médicos con lo que han recibido aquí. Por eso,
repito, aquí encontrarán la ocasión de unirse, de integrarse como ya
hemos dicho. Deben tener plena confianza en la forma en que la Dra.
Wegman y yo administramos la sección médica del Goetheanum. La
medicina objeto de nuestras investigaciones es precisamente aquella en
la que Uds. pueden llevar a cabo la experiencia humana. También,
cuando retomen al mundo exterior y se les plantee alguna pregunta,
hágannos partícipes de sus deseos, de lo que tengan en el corazón. La
respuesta les llegará en el boletín mensual para que todos puedan
beneficiarse de ella. Así, sus estudios médicos se impregnarán con lo
que actualmente les podemos ofrecer con los medios de que
disponemos.

Pues, miren, en principio sólo unas pocas personas —no pueden ser más
que jóvenes- son capaces de tender un puente entre lo que Dornach
quiere en el plano espiritual y aquello que, en el mundo, detenta el poder
materialista. No puede ser más que un pequeño número, y, a decir
verdad, sólo jóvenes que estén cursando estudios. ¿Por qué? Si lo que
se dice de Dornach en los terrenos más variados fuera verdad, sería una
locura. Tuve que hacer una exposición ante un circulo de estudiantes
sobre el tema de la terapéutica. Todos los estudiantes de la facultad
estaban presentes, así como un profesor, un verdadero profesor. Yo me
daba cuenta de que éste no había venido más que para confirmar lo que
pensaba: que mi exposición no podía ser más que un parloteo de
aficionado médico. También pude observar una verdadera
metamorfosis en él. Por una parte tenía el aspecto de estar cada vez más
indignado, y por otra parte estaba sorprendido. Efectivamente, estaba
obligado a admitir que no se trataba de parloteo, pero no podía,
evidentemente, dar su asentimiento a aquello que contradecía
totalmente lo que él había considerado desde años como la verdad. Es
evidente que lo máximo que se le podía exigir -esto se desprende de una
conversación que yo tuve luego con él- era que dijese: “prefiero guardar
mis distancias”. Ciertamente, no habría tenido necesidad de distanciarse
si lo que reconoció hubiese sido una estupidez. En este caso le hubiera
sido fácil disparar las flechas habituales. El pensaba que le habría sido
fácil, pero fue incapaz de ello. También, el máximo que se podía exigir
de la dignidad profesoral eran estas palabras: “prefiero guardar mis
distancias”. No se podía pedir más. Pero un joven toma necesariamente
una actitud completamente distinta. Todavía no está atestado de
prejuicios. Es también capaz de aceptar estas nociones por el bien de la
humanidad. Y si es el caso, queridos amigos, es posible que la
espiritualidad del Goetheanum impregne la medicina probablemente
más rápido de lo que se podría imaginar.

Como ya les ha dicho la señora Wegman cuando Uds. se han acercado


a ella, lo que ha sido empezado ha de ser continuado con toda la
seriedad necesaria, a fin de abrir paso a los estudios médicos como
deberían ser, en esta época nuestra en que el materialismo está tan
extensamente difundido. En esta dirección, si no consideran lo que han
oído como algo pasajero, sino como un punto de partida hacia este
camino que han comenzado tan bien, podrán hacer mucho por Uds.
mismos, pero también por el mundo y por la humanidad enferma.

Es en este espíritu, queridos amigos, en el que queremos € mantenernos


unidos para conservar aquí, en Dornach, en el Goetheanum, un centro
que pueda, gracias a Uds., irradiar al mundo. Querría ofrecerles esto
como una exhortación, como una especie de viático. Así las cosas se
pondrán en marcha y muchas nociones vendrán a enriquecer lo que ha
sido discutido, € Lo que Uds. han vivido aquí. Que lo que yo he sentido
como un hermoso ideal se convierta ahora en una manera de vivir. Con
estas palabras, queridos amigos, terminamos.

17/04/12

@
Mira en tu alma
Su fuerza de luz
Siente en tu cuerpo
La fuerza de gravedad
En la fuerza de luz
irradia el Yo-Espintu
En la fuerza de gravedad
Toma fuerza el Espíritu de Dios
Pero no está permitido
Que la fuerza de luz
Se impregne
De la fuerza de gravedad
Ni que
La fuerza de gravedad
Penetre
La fuerza de luz
Pues si la fuerza de luz se impregna
De la fuerza de gravedad
Y la fuerza de gravedad penetra
La fuerza de luz
Se ligan entonces en universal locura
Alma y cuerpo
En la corrupción.

CURSO DE PASCUA

PRIMERA
CONFERENCIA

Dornach, 21 de Abril de 1924

17/04/12

Queridos amigos:
A lo largo de la reunión que se mantuvo aquí a continuación del curso
de Navidad, dejamos actuar en nosotros una € profundización de la
medicina mediante el exoterismo. Evidentemente, en razón de la
brevedad de esa reunión, era necesario intentar una penetración tan
intensa como fuera posible en el exoterismo médico, adaptado, nos
parece, a esta juventud médica llena de impulso. onixHemos asimilado
diferentes fórmulas con vistas a trabajarlas posteriormente, fórmulas
adecuadas para permitir que nazca una actitud interior médica idónea,
basada en la necesidad en la que hemos insistido. Me atrevo a pensar,
queridos amigos, que están Uds. dedicados a este trabajo interior. Yo
no veo este trabajo como algo que se efectúa de manera teórica, tras
instalarse en sus mesas, sino cuando la necesidad se hace notar. Se deja
entonces que estas cosas actúen en el alma y que se desarrollen. Ahora
bien, cuando hemos llevado a cabo el conocimiento de estas cosas se
han revelado hechos precisos, significativos, creo, para nuestra reunión
actual. En razón de la densidad de los elementos esotéricos
comunicados han aparecido algunas dificultades, de diferentes grados
en unos y otros. El exoterismo no se ofrece para hacer la vida lo más
fácil posible; en un sentido sería más bien lo contrario. Estaría destinado
más bien a hacernos la vida más dificil, a suscitar dificultades en la
manera de comprender y de sentir al mundo y al hombre. Pero a través
de estas dificultades seguimos una vía diametralmente opuesta a esa tan
superficial que caracteriza a nuestra civilización. Sólo dirigiendo la
atención a las dificultades que surgen entre el mundo exterior y el
individuo pueden dar un giro en sí mismos. También, la mejor conducta
a observar consistirá en reflexionar en estas dificultades interiores y en
exponerlas, a fin de hacer de ellas un objeto de discusión. Yo también
les pediré que me informen de las dificultades interiores o exteriores
con las que se han tropezado. Tanto el practicante como el estudiante
habrán encontrado dificultades. Algunos de Uds. acaban sus estudios y
encuentran dificultades muy particulares. Puesto que pueden ser
resueltas, intentaremos resolverlas. Todos Uds. han recibido la primera
circular y habrán constatado, en razón de preguntas concretas, que hay
mucho que decir. Desearía saber si se plantea alguna pregunta, precisa
o imprecisa; nos permitirá progresar. Así la exposición será menos
doctoral y más viva.

Un participante plantea una pregunta respecto al ritmo anual, al


calendario del alma y sobre algunas constelaciones.

Piensan en la observación de las constelaciones? No es necesario. Es


cierto que tener presente en el espíritu las constelaciones observables
puede aportar alguna contribución. Sin embargo, si les he comprendido
bien, Uds. se preguntan de qué se trata cuando dejamos que las fórmulas
recibidas actúen en el alma. Estas actúan por su propio poder mántrico,
y el hecho de orientarse en el mundo exterior de las estrellas puede
aportar ayuda. Reflexionen, sin embargo, en lo siguiente: tomen el
ejemplo más sorprendente de una relación entre el hombre y el cosmos
que hoy día podamos observar, el del ciclo menstrual. Su desarrollo
indica claramente que está determinado por el cosmos, pero
actualmente ya no lo está. Lo estaba en un estado pasado de la
evolución, en el que también nuestra tierra participó. Luego este ciclo
se encerró en si mismo y se emancipó progresivamente del cosmos
exterior, de suerte que ahora ya no existe interdependencia directa.
Actualmente ya no se puede decir: fases lunares ciclo menstrual. Esto
ya no es posible. Pero, por el contrario, se puede decir que en una época
dada esta identidad existió; después, ambos fenómenos se han
distanciado. Las fases lunares son una cosa; el ciclo menstrual es otra.
Ésta es una de las relaciones.

Hay otra que no va unida a las grandes fases lunares, sino a las fases
lunares cotidianas: las mareas. El flujo y el reflujo eran sincrónicos con
los procesos lunares. Ahí también ha habido una separación. La Luna
sigue su propio curso; la marea, el suyo. Estos factores son igualmente
determinantes para el efecto mántrico. El efecto mántrico de las
fórmulas era antiguamente idéntico a los procesos cósmicos;
habiéndose producido la separación, hay que encontrar la buena
orientación. Si buscamos este apoyo en el exterior, debemos decirnos
en primer lugar: lo que ha de producirse en el exterior está inscrito en
el cosmos. Pero cuando se medita, tenemos que poder ser interiormente
independientes de los procesos cósmicos. No es, pues, indispensable,
para la acción de un mantram, tener en cuenta las constelaciones. El
ciclo menstrual ya no se guía por la posición exterior de la Luna, porque
se ha convertido en el reflejo de la naturaleza. Igualmente, el camino
mántrico interior está actualmente emancipado de los procesos
cósmicos exteriores. Esto es lo que caracteriza la diferencia entre
esoterismo oriental y esoterismo occidental, como ya he expuesto en
otros ámbitos. El oriental parte del punto de vista de que el hombre ha
salido del cosmos y debe volver a él, religarse a él. Piensen en la postura
de Buda; es una vuelta hacia estados pasados. Se desprende de la
postura de Buda, del cruce de las piernas para excluir los miembros. La
posición de los brazos también niega todo vínculo con la tierra. Lo que
se ha emancipado del cosmos es neutralizado. Se ve la manera en que
el hombre se reintegra al cosmos, retorna a él. Este es el fondo de todo
el exoterismo oriental; es una vía retrógrada. Nuestro exoterismo
occidental no puede ser más que una marcha hacia delante, una
creciente emancipación. Por eso es interiormente menos confortable,
más aún cuando se aplica a determinados ámbitos particulares.
Evidentemente, cuando están Uds. en presencia de algunos casos
patológicos y constatan que los fenómenos se han manifestado con
precisión, digamos, respecto a una oposición Luna-Saturno, esto tiene
una determinada significación. Prescriben entonces un tratamiento
mediante Saturno-Luna, en lenguaje terrestre mediante plomo y plata
(Saturno = plomo, Luna = plata), y se dicen: utilizo el plomo cósmico
en la forma en que se ha hecho cósmico en la Tierra, y utilizo la plata
terrestre intentando pulverizarla, disolverla, modificándola, por tanto,
en un sentido telúrico. Así suscito la misma constelación que la que se
expresa en el cielo por oposición a la Luna, y curo así en el sentido de
las fuerzas cósmicas. Pero de este modo Uds. reconducen a su paciente
a un estado evolutivo atrasado. Por el contrario, si parten sencillamente
de las circunstancias terrestres, de la relación del hombre con el plomo
y con la plata, están Uds. ya en una situación de emancipación y no se
girarán hacia el pasado sino hacia el futuro. En este caso realizarán, sin
duda, algo similar, pero partiendo del interior debido a que aprenden a
conocer la naturaleza del plomo y de la plata, sabiendo que el plomo
actúa sustancialmente y que la plata actúa debido a que es destruida,
disuelta, reducida al estado atómico. Lo comparan a la naturaleza
humana emancipada, no al cosmos. Así es como tienen que guiar su
actitud. Por esta razón, el hecho de reflejar a una constelación real puede
aportar ayuda, pero tendrán que dirigir todas sus fuerzas hacia los
impulsos interiores de su propia alma, dejando actuar las fórmulas
mántricas dentro de sí, buscando en sí mismos.

Pregunta: cuando medito, ¿qué debo hacer desde el punto de vista del
Yo?

Quiere Ud. decir desde el punto de vista del Yo... Bien, he aquí en qué
consiste la meditación: como hombre moderno tiene Ud. el sentimiento
de que toda frase debe ser comprendida. Esta es una actividad típica del
Yo en la encamación presente. Toda ocupación intelectual es una
actividad característica del Yo. En la encamación actual domina el
intelecto, y todo lo demás está enmascarado por el Yo; se manifiesta,
como mucho, de manera inconsciente, como un sueño. Pero meditar
significa excluir esta tendencia del intelecto y recibir antes que nada el
contenido de la meditación tal como es dado, en su pureza, en su
contenido verbal, diría. También, cuando aborda el contenido de la
meditación de manera intelectual, pone a su Yo en movimiento
reflexionando sobre ello; este contenido se mantiene externo. Si, por el
contrarío, deja Ud. este contenido, tal como es dado, simplemente estar
presente en el campo de su conciencia, sin reflexionar en él, ya no será
el Yo de la presente encamación el que actuará, sino el de la anterior.
Ud. impone silencio a su intelecto; se abandona Ud. al contenido verbal,
lo escucha interiormente, no exteriormente, y mientras se abandona así
al contenido de la meditación su interior trabaja en él; su interior, que
no es el de la encamación presente. Así, el contenido de la meditación
no apela a la comprensión, sino que actúa y trabaja en Ud. hasta el punto
de que llega a darse cuenta de que ha llevado a cabo una experiencia
interior que no hubiera podido vivir antes. Tome, por ejemplo, un
contenido meditativo sencillo que he indicado frecuentemente: “la
sabiduría vive en la luz”. Ciertamente, si se reflexiona en él no se
pueden extraer conclusiones formidablemente sabias; en cambio, se
pueden decir tantos disparates. Este contenido: “la sabiduría vive en la
luz”, se da para ser escuchado interiormente. Algo en Ud. se vuelve
atento cuando lo escucha interiormente, algo que no procede de la
encamación actual, algo que Ud. ha traído de una existencia antenor,
que piensa y siente en Ud. Después de algun tiempo algo se despierta
en Ud., algo de lo que no era consciente antes, algo a lo que no podía
acceder mediante el pensamiento intelectual. Ud. está interiormente
más avanzado que su intelecto, que no contiene más que un pequeño
extracto de lo que está presente.

Lo que la Antroposofia les aporta han de considerarlo de forma muy


concreta, muy objetiva. Reflexionen en esto: con la segunda dentición,
el niño renueva todo su cuerpo fisico; es un dato fundamental. La
aparición de la segunda dentición no es más que el signo externo, una
parte de lo que sucede. El organismo entero se renueva, no sólo los
dientes de leche. Después de la segunda dentición el organismo es, en
cuanto a su sustancia, un organismo enteramente nuevo en relación al
del nacimiento. Con la forma de ver actual, que lo embrolla todo, se
cree que el hombre viene al mundo, sufre una metamorfosis con la
segunda dentición y después continúa desarroflándose.

Nada de eso. He aquí cómo se presentan las cosas: cuando el hombre


nace es, incluidos los dientes de leche, el resultado de la corriente
hereditaria. El cuerpo que ha recibido es el resultado de lo que trae
consigo la línea de sus ascendientes. De ahí es de donde procede el
cuerpo fisico de los siete primeros años, silo queremos expresar en
cifras. De los siete a los catorce años el hombre tiene también un cuerpo,
pero éste no resulta de la transformación del anterior. En él ha ejercido
su influencia lo que el hombre ha traído consigo al venir a la tierra. He
aquí cómo hay que representárselo: el hombre tenía su cuerpo; ese
cuerpo recibido de la línea hereditaria ha servido de modelo. El hombre
ha introducido en él las sustancias terrestres. Si trabajara únicamente
con las fuerzas traídas de la existencia precedente, el hombre modelaría
de forma totalmente diferente las sustancias terrestres que incorpora a
su organismo durante los siete primeros años. Crearía una forma
orgánica completamente diferente. Cuando nace no trae consigo la
tendencia a crear un hombre con dos ojos, dos orejas, una nariz, tal
como existe en la tierra. Viene al mundo con la tendencia de su entidad
prenatal a crear un hombre muy poco estructurado a partir de la cabeza.
Lo que está atrofiado en la vida embrionaria se desarrolla en el astral y
en la organización del Yo. Así, en presencia de un embrión fisico hay
que decir: este embrión fisico está, en efecto, maravillosamente
estructurado, pero el hombre prenatal no está aquí en casi nada. Por el
contrario, este hombre pre-terrestre está en su mayor parte en lo que se
encuentra alrededor. El hombre pre-terrestre vive en lo que será
fisicamente destruido, en el corión, en el amnios etc. Pueden
representárselo Uds. de manera esquemática, viendo en ello en primer
lugar una reproducción del cosmos. Esto es lo que desearía realizar la
entidad humana al descender desde la existencia pre-terrestre a la
terrestre. ¿Por qué, entonces, no lo hace Porque se le concede un
modelo, y es según este modelo como ella conforma las sustancias
absorbidas durante los siete primeros años, transformando lo pre-
terrestre. Esta entidad humana querría de alguna manera crear una
forma humana organizada esféricamente; ésta se transforma en virtud
del modelo. Así es como la entidad pre-terrestre construye este segundo
hombre fisico tal como le vemos entre los siete y los catorce años, a
partir de las fuerzas pre-terrestres, pero siguiendo el modelo que
proviene de las fuerzas hereditarias.

Como ven, pueden realmente distinguir dos tipos de fuerzas en el


hombre. ¿Cómo las pueden comprender? Acudan a “La Ciencia
Oculta”; consúltenla con el ojo y el sentido médico, y verán lo que se
dice acerca de la evolución de la tierra atravesando sucesivamente las
etapas de desarrollo saturniano, solar, lunar, terrestre, etc.; siguiendo
esta descripción verán que hasta la etapa solar todo era uno; Sol, Luna
y Tierra no formaban más que un todo. La separación de la Tierra y de
la Luna no aparece hasta esta etapa. De hecho, el hombre vive en el
cosmos hasta la mitad de esta etapa “solar” (1V. de T.). Vive a la vez
en el Sol, en la Luna y en la Tierra. Después de la separación del Sol
vive fuera del Sol, y después de la de la

Luna, fuera de ésta. Así, hasta la separación del Sol, las fuerzas
cósmicas que hoy son exteriores a la Tierra —en el Sol y en la Luna-
actuaban en la naturaleza humana. Ellas actuaban en el hombre porque
éste pertenecía a esos mundos. Hubo a continuación un período
evolutivo a lo largo del cual el Sol y la Luna ya son externos.

He aquí cómo se presentan las cosas: en un momento dado la evolución


contiene todo lo que hoy día es terrestre, además de todo lo solar y lunar.
Luego, lo extra-terrestre se separa de lo terrestre. Lo terrestre prosigue
su evolución en su propia línea, se hace más duro, más fisico; es lo que
encuentran Uds. hoy en la corriente hereditaria y lo que se ha vuelto
tosco. Lo que el hombre ha recibido tras la separación del Sol y de la
Luna se lo debe a las fuerzas cósmicas que actúan en el

2 El corión es la membrana más exterior que cubre al embrión o al feto,


y el amnios, la más interior, es la encargada de proteger el liquido
amniótico.
exterior. Así, ese modelo recibido del padre y de la madre, que
les sirve de modelo para conformar su segundo hombre y que conlieva
un elemento artístico que se remonta a la noche de los tiempos, se formó
cuando el Sol y la Luna aún estaban unidos a la Tierra. En ese momento
se desprendieron las fuerzas que han otorgado al hombre su
configuración terrestre. Comprenderán fácilmente que esta
configuración es terrestre: imagínense que se alejan de la Tierra. ¿Qué
harían Uds.? Serían unos perfectos desdichados si tuvieran que usar sus
piernas después de la muerte. Las piernas sólo tienen sentido si son
atravesadas por las fuerzas de atracción terrestre; sólo tienen sentido en
la Tierra. Lo mismo sucede con los brazos y las manos. De este modo,
una parte de nuestra organización sólo tiene sentido, tal como está
dispuesta, porque somos seres terrestres. Lo que somos como seres
terrestres no tiene sentido para el cosmos. Pero también estamos
inclinados, al llegar a la tierra como seres psico-espirituales, a formar
una organización completamente diferente. Querríamos formar una
periferia y hacer nacer en ella todo tipo de estructuras, y no tener nada
que ver con este hombre con el que no se puede hacer nada en el
cosmos. Este se nos presenta en forma de modelo según el cual
organizamos el segundo hombre.

De ahí que continúe el combate, en este primer período de la existencia,


entre lo que traemos de la existencia precedente y lo que nos es dado
por la corriente hereditaria. Las enfermedades infantiles son la
expresión de este combate. Piensen hasta qué punto están ligadas
durante la primera infancia la entidad espiritual-psíquica y la
organización fisica. Miren cómo empuja el segundo diente al diente de
leche, cómo se activa; así se activa el segundo hombre entero en
relación al primero. Sólo en el segundo hombre está presente el hombre
supra-terrestre; en el primero no hay más que un modelo extraño
terrestre. Estos dos hombres actúan el uno sobre el otro; pueden Uds.
observar este trabajo. Vean lo que sucede cuando durante cierto tiempo
el hombre interior, el ser psico-espiritual, domina la escena, y, obligado
a plegarse estrictamente al modelo, actúa de forma particularmente
intensa en el fisico, hiriéndole al chocar con él y diciéndose: ‘quiero
hacer surgir esta forma! Este combate se traduce en escarlatina. Si el
hombre interior es débil y retrocede constantemente, cuando forma a su
imagen las sustancias absorbidas y combate al modelo, el combate se
traduce en sarampión. De esta forma, este antagonismo se manifiesta en
las enfermedades infantiles. No se comprenderá lo que suceda más tarde
si no se tienen en cuenta estos hechos.

Para el materialista será muy fácil, verdad, decir que todo esto no son
más que tonterías; se ve fácilmente que los niños se parecen a sus padres
y a sus antepasados no sólo hasta la segunda dentición, sino después
también. Esto es una estupidez. De hecho, el más débil se da forma
según las fuerzas hereditarias y construye así un segundo hombre más
parecido al modelo; pero es él mismo, al seguir al modelo de más cerca,
quien lo causa. Por el contrario, otras personas llegan a ser muy
diferentes de como eran antes del cambio de dentición. Entre estos
últimos la entidad espiritual-psíquica pre terrestre es más fuerte y se
atiene menos al modelo. Es importante establecer una correcta relación
entre los hechos. Esto se consigue observando que todo lo que el niño
ha de absorber debe ser transformado interiormente, lo que requiere con
contacto íntimo del Yo y del cuerpo astral con los alimentos. Más tarde
esto ya no es necesario. Pasados siete años el hombre ya no vuelve a
tener la necesidad de una elaboración autónoma en conformidad
estrecha con el modelo. Durante esta primera septena está obligado a
transformar en su Yo y en su cuerpo astral todo lo que absorbe, a fin de
hacer con ello una réplica del modelo. Es un proceso que hay que
superar, y esto es lo que hace la naturaleza al llevar la leche lo más cerca
posible a la formación etérica. La leche es una sustancia que posee
todavía una especie de cuerpo etérico. Cuando se le da al niño ejerce un
poder de organización que se remonta hasta el etérico, lo que permite al
cuerpo astral captarla. Así se produce en el niño un contacto íntimo
entre los alimentos absorbidos y la organización astral-espiritual
interior. Ahora es preciso que Uds., como médicos, asimilen estas
importantes indicaciones. Se ve muy bien, en la manera en que mama
el niño, cómo captan leche su cuerpo astral y su Yo. Pueden realmente
verlo. Por un lado, mediten con ayuda de los mantrams, déjenles actuar
en Uds. para liberar sus fuerzas psíquicas; por otro, mediten
simplemente en el niño. Represéntense la manera en que lo espiritual-
psíquico desciende y ataca, primero sin tener en cuenta el modelo, a los
alimentos fisicos; represéntense lo que sucede entre los alimentos y lo
espiritual-psíquico, que se guía por las formas del modelo. Si se lo
representan claramente, la actividad demasiado intensa de los
espiritual-psíquico les aparecerá de manera concentrada en la imagen
de la escarlatina. Su actividad demasiado débil, su asustado retroceso
ante el modelo, les aparecerá en la imagen del sarampión. Al
representarse esto convierten la meditación ordinaria en meditación
médica. Querer captarlo todo con la razón es espantoso. En realidad, en
medicina no se puede captar nada con la razón. La razón permitiría,
como mucho, comprender las enfermedades de los minerales, pero éstos
no son objeto de tratamiento. Todo lo que tiene que ver con la medicina
ha de ser captado mediante la visión imaginativa directa facultad que
hay que desarrollar en primer lugar. Esto no lo pueden observar en el
adulto.

En él se encarga de los alimentos el tracto digestivo —es un proceso


que se ejecuta interiormente-, mientras que en el niño los que se
encargan de los alimentos son el cuerpo astral y el Yo; en él todavía
subsisten fonnas inacabadas que conviene formar a imagen del modelo.
Cuando Uds. mediten en el niño verán que se lleva a cabo una
considerable metamorfosis. De alguna manera verán brotar la luz de lo
espiritual- psíquico y penetrar en la oscuridad, en las tinieblas de los
alimentos; verán cómo se forma, partiendo de la luz y de la oscuridad,
en un juego de colores, el segundo hombre. Verán efectivamente al
hombre píe-terrestre nimbado de claridad, y las sustancias alimentarias
exteriores como un oscurecimiento. En el niño, una claridad de origen
píe-terrestre se vierte encima de la oscuridad que penetra en forma de
leche. Nacen así variados colores. Lo que es blanco en el mundo fisico
es negro en el del espíritu; hay una inversión. Este hecho les brinda la
oportunidad de activar su Yo de manera diferente a como lo hacen en
la vida corriente. Qué ocupación tan débil la de nuestra actividad
intelectual habitual, que no sabe más que asociar un concepto a otro!
Por el contrario, si observan al niño, si lo meditan corno he indicado, su
organización del Yo participa por entero en ello. En el futuro también
tendremos que tener en cuenta esto en nuestra pedagogía. A una escuela
como la Waldorf vienen niños de entre siete y catorce años; la cosa
cambia, el ser humano ha formado su segundo hombre, el niño que
tengo ante mí se ha formado a partir de la existencia píe-terrestre en
conformidad con el modelo que ha rechazado. En este niño subsisten,
evidentemente, fuerzas hereditarias incorporadas a imitación del
modelo. El niño es actualmente demasiado poco terrestre, pues las
fuerzas exteriores a la tierra se ejercen intensamente sobre él. Ahora
llega el momento en que la
3 El término alemán “Anschauung” no tiene equivalente en francés. Lo
que Rudolf Steiner considera aquí consiste en una facultad de
percepción viva, no conceptual, en la que se deja al objeto contemplado
que “hable” de sí mismo, sin intentar explicarlo.

balanza se va a inclinar del lado opuesto. Antes era —se veía


exteriormente- un producto de la herencia. Lo que se manifiesta en este
momento exteriormente es por entero el resultado de una actividad
interior. Es preciso ahora que el niño parta a la conquista del mundo
exterior. Lo que, radicalmente orientado hacia el mundo terrestre, no ha
trabajado más que teniendo en cuenta el modelo humano propio, debe
ahora volverse hacia el mundo exterior. Entre los siete y los catorce
años el cuerpo astral y la organización del Yo tienen que trabajar para
adaptar a ese

ser supra-terrestre a las condiciones terrestres. Lo que cuenta más en la


génesis de este segundo hombre entre el séptimo y el decimocuarto año
es lo que trae de la existencia pre-terrestre, pues su karma no empieza
a actuar hasta después de la pubertad. Entonces ejerce la Tierra su
influencia. Esto termina en la pubertad, y ahora empieza a ser formado
el tercer hombre.

El segundo hombre es sustancialmente expulsado, y el tercero,


formado. Este último no llega a alcanzar la forma sino solamente la
vida. Si llegara a alcanzar la forma tendríamos una tercera dentición,
pues el hombre se construye ahora conforme a las condiciones externas,
toma lo que le es exterior. Cuando se construía conforme al modelo se
construía respecto a lo humano, respecto a las condiciones hereditarias.
Estas, desde la separación del Sol, que de alguna manera las arrancó de
sus raíces, comportan algo desecado, vacío de su contenido. Por eso las
fuerzas hereditarias son vectores de la mayoría de los factores
patológicos. Al modelarse conforme al modelo, el hombre toma sobre
sí una gran parte de las causas internas de la enfermedad. En el período
posterior a la pubertad las toma en menor grado, pues entonces se
modela en relación con el inundo exterior, al clima, etc., y todo lo que
hay en el aire exterior es menos nocivo. Entre los siete y los catorce
años, el ser humano goza de buena salud; a continuación viene un
período en el que de nuevo vuelve a estar sujeto a las enfermedades.
Todos estos procesos deben ser observados con la imagen del hombre
presente en el espiritu. Si o hacen así meditarán correctamente y podrán
crear la relación entre lo que puedan aprender y lo que mediten. Así, lo
que hayan aprendido no se quedará en teoría sino que se convertirá en
práctica, pues habrán liberado la fuerza de visión imaginativa que
nuestra época tanto necesita. No se puede progresar en medicina si nos
quedamos en la idea de un desarrollo lineal del ser humano. El hombre
está compuesto en realidad de corrientes evolutivas interrumpidas que
se desarrollan en septenios, relacionado cada periodo con el anterior.
No hay una monótona continuidad, sino que cada vez intervienen
nuevas condiciones. Un desarrollo continuo, en el que lo antiguo
determina a lo más reciente, no se encuentra más que en el mundo
mineral, un poco en el vegetal, y, por así decirlo, nada en el hombre.

Comiencen por representarse correctamente una planta. ¿Cómo se


procede habitualmente? Nos representamos el suelo, en el cual se
deposita una semilla de la que sale la planta. El hombre moderno tiene
la ingenuidad de representarse a la semilla como un conjunto de
moléculas cada vez más complicadas, infinitamente complicadas, y a la
planta saliendo de esta semilla. Esto es absurdo. La formación de la
semilla descansa en el hecho de que la sustancia terrestre escapa a toda
estructura, pasa al estado de caos y se libera de las fuerzas de la materia.
Las fuerzas procedentes del cosmos pueden entonces, cuando ya no hay
estructura, ejercer su influencia y reproducir un cosmos en miniatura.
En relación a las fuerzas terrestres, la semilla es una nada en cuyo seno
actúan las fuerzas cósmicas. La señora Kolisko se lo podría confirmar
experimentalmente Investigando sobre la función esplénca hubo que
proceder a la extirpación del bazo a los conejos. Estos se encontraban
muy bien y no morían tras la operación, sino mucho más tarde, a
consecuencia de enfriamiento. Se podía observar perfectamente lo que
sucedía con los ratones privados de bazo. Cuando murió uno de los
conejos se averiguó lo que había sucedido en la región esplénica. Se
había formado allí una masa tisular de forma esférica. ¿Qué había
sucedido, pues? Al extirpar el bazo habíamos caotizado artificialmente
lo terrestre, lo sustancial; lo habíamos abierto así a las fuerzas cósmicas
y se había formado algo parecido a la semilla: una copia del cosmos.
Esta inofensiva vivisección confirmó los resultados de la investigación
espiritual.
Cojan un cristal de cuarzo; es un objeto terrestre un poco pedante que
se obstina en conservar su forma. Esta forma es debida a una fuerza
interna, y si Uds. rompen el cristal de cuarzo a golpes de martillo, los
trozos tienden a conservar la forma hexagonal prismática, a permanecer
como pirámides hexagonales. No eliminarán Uds. esta tendencia del
cuarzo, lo mismo que no pueden despojar a un pedante de su pedantería.
Pueden incluso atomizar a un pedante y no dejará de ser menos pedante.
El cuarzo no se deja transformar hasta el punto de poder ser utilizable
por las fuerzas cósmicas; por eso no vive. Si se le pudiera pulverizar
hasta el punto de que perdiera su tendencia a orientarse según sus
propias fuerzas, surgiría de él alguna cosa cósmico-viviente. Esto es lo
que sucede en la formación de la semilla. En ella, la materia es
expulsada hasta el punto de que el cosmos, con sus fuerzas etericas,
puede ejercer su influjo. Conviene considerar el mundo como algo que
entra constantemente en el caos para salir de él de nuevo. Lo que vemos
en el cuarzo es también el resultado de influencias cósmicas pasadas;
pero él ha permanecido tal cual, se ha hecho arimánico y ya no se abre
a las fuerzas cósmicas. Todo lo que va hacia la vida debe pasar por el
caos.

Esto constituye un nuevo punto de referencia para la meditación


médica. Pueden representarse la planta, la forma en que se desarrolla
hoja a hoja, y así sucesivamente. Llega ahora a la formación de la
semilla en el fruto. Ahí, imagínense que todo se hace sombrío, oscuro,
mientras se representan la planta portadora de semillas en tonos claros.
Después, cuando la influencia exterior se manifiesta de nuevo,
reaparece la claridad. Pueden así, a partir de la vida vegetal, suscitar
una imaginación; tener presente en la conciencia: “ésta es la planta”; es
un elemento de meditación, de imaginación. No deben usar su intelecto,
sino mantenerse en lo concreto de la representación. El intelecto no
existe más que para describir lo que se sabe.

Pueden Uds. escribir una palabra, por ejemplo la palabra humano;


represéntense un ser humano. Pero si empiezan a decir: la o no me
agrada, la pongo al comienzo; la ni me gusta, la coloco aquí; etc.,
podrán componer la palabra de forma diferente, pero no surgirá nada de
ello. Esto es lo que constantemente se hace con los conceptos. El
concepto no es más que el término espiritual que designa una visión.
Así, se separan y se combinan conceptos y se piensa en el pensamiento.
Es lo mismo que se hace en la observación exterior: se viste la
percepción con un concepto, y, así, el hombre actual vive fuera de la
realidad. Esto es posible siempre que se trate de una ciencia que se sitúa
fuera de la realidad, como la geometría o la aritmética. Pero cuando se
practica la medicina no se puede uno quedar fuera de la realidad, porque
si no la práctica médica también se queda fuera de ella.

SEGUNDA CONFERENCIA
Dornach, 22 de Abril de 1924

Queridos amigos:
Desearía que me dijeran lo que albergan en su corazón, para que la
discusión pueda responder a sus deseos.

Un participante: “una pregunta que todos tenemos en el corazón es la


manera en que debemos llevar a cabo todas las meditaciones que nos
han sido entregadas. ¿En qué momento hay que hacerlas? ¿Con qué
ritmo? ¿Las recibidas en Navidad deben ser realizadas por todos en el
mismo momento? La mayoría de nosotros nos sentimos un poco
desbordados por la sustancia de las meditaciones y no sabemos muy
bien cómo vivirla”.
No es cuestión de dar en esto directivas rígidas, pues seria una
ingerencia en la libertad humana. Por lo demás, si se enfocan las cosas
correctamente no deben convertirse en causa de agobio. Las
meditaciones de Navidad les han sido dadas para indicarles en qué
dirección orientan el alma. Son meditaciones de la categoría de las que
se dan ahora a la primera clase. Comportan algo diferente de las que se
dan a algunas personas a título individual y a petición suya. Cuando
alguien desea una meditación de acción personal hay que indicarle,
evidentemente, si debe hacerla por la mañana o por la tarde, así como
la actitud que ha de tener en relación a ella, y otras cosas del mismo
orden. Estas son meditaciones que deben actuar en la vida esotérica de
un individuo determinado, en función de sus capacidades. Conducen
por sí mismas a un individuo a dejar de estar aislado, impulsándole
hacia aquellos que obran en la misma dirección que él. Debemos
considerar estas meditaciones como personales. Las demás
meditaciones, como las de la enseñanza esotérica de Navidad, han sido
dadas de manera que se tenga exactamente delante de los ojos el efecto
que deben producir. Hasta ahora no se ha aconsejado nunca llevarlas a
cabo en ningun momento concreto. Hay que tener en cuenta también las
circunstancias de la vida, para proceder a estas meditaciones cuando se
tiene tiempo disponible. Cuanto más frecuentes sean, mejor. Tendrán
entonces el efecto que les corresponde. Para estas meditaciones
conviene estar animado de un impulso de progreso personal. Partiendo
de lo que resulte de ellas espiritualmente, deberían intentar asociarse;
las personas se encuentran. Sería además una penosa coacción dictar
reglas concretas en cuanto al momento en el que las personas, solas o
en grupos, tendrían que hacerlas. Esto conduciría a perder el valor de la
meditación, pues toda meditacion queda compromeuua cuanao se nace
por onligacion; esto hay que tenerlo en cuenta. Las meditaciones
personales deben también suscitar progresivamente una “sed de alma”,
una sed de meditar. Quienes mejor llevan a cabo esta meditación son
los que experimentan esta sed de meditar mañana y tarde, igual que
cuando se tiene hambre. Cuando la meditación se convierte en una
necesidad vital que forma parte de la vida del alma, entonces es cuando
es experimentada como se debe.
Para las otras meditaciones es la voluntad real, la voluntad de
convertirse en médico, la que importa; es el hecho de decirse: ésta es la
vía; meditaré cada vez que pueda. Haciendo tal o cual meditación soy
consciente de que ésta persigue tal o cual propósito. Así, la meditación
debe siempre resultar de un impulso interior, expresión de una voluntad
humana libre. No podemos imaginar hasta qué punto pude ser opresiva.
¿Y por qué eso a lo que aspiramos podría ser al mismo tiempo fuente
de opresión? Porque la meditación tomaría el carácter de deber, cosa
que jamás debe suceder. Convertirse en médico no debería ser nunca
enfocado a la manera actual, como el acceso a una profesión;
reflexionen profundamente en ello. Convertirse en médico debería ser
una vocación, una necesidad interior de entregarse a la curación con
todo lo que esto entraña. Y si sienten habitualmente esta necesidad de
curar encontrarán el camino de la meditación, serán llevados hacia su
objetivo. Sin duda, son raras las profesiones en las que el hecho de
considerarlas como un deber sea tan peijudicial como en la profesión
médica. Esta implica el amor a la humanidad; sentir su presencia en la
profesión médica es algo que cae por su propio peso. Ahora bien, si es
poco deseable elegir los estudios médicos porque hay que hacer algo, o
porque parezca deseable por cualquier razón, aún mucho menos
deseable es convertirse artificialmente en médico gracias a la
meditación si no se siente esta sed de meditar de la que he hablado. Pues
los métodos ancestrales, los métodos esotéricos para progresar, exigen
mucho más que cualquier decisión exterior; exigen infinitamente más,
y si no brotan de un estado anímico apropiado perjudican mucho más
que las circunstancias externas. Pero es preciso también que
comprendan lo que yo entiendo por estado animico apropiado.
Habitualmente no se toma muy en serio la noción de karma. Una
vocación es evidentemente una manifestación kármica que les ha
llevado a una situación dada, y conviene distinguir esto: actuar por
obligación es nocivo, pero guiarse por su karma es progresar en la
dirección de la evolución humana. Su karma les ha llevado a practicar
la medicina; miren ahora en lo más recóndito de sí mismos y
descubrirán que realmente experimentan esta sed. Encontrarán también
los instantes, las horas propicias para esta meditación.

Miren, cuando uno se compromete seriamente con una profesión tan


sena, no debería producirse lo que ha sucedido en múltiples ocasiones
desde el congreso de Navidad. Esto no tiene que ver directamente con
la medicina, sino que se relaciona con un problema humano de orden
general en la medida en que atañe al movimiento antroposófico y es,
por tanto, importante para él. Hablaré de ello en otros lugares, pero
como les concierne particularmente, quiero recordarlo aquí. En el
congreso de Navidad se dijo que la Antroposofia debía ser penetrada de
un impulso nuevo que debería actuar de forma más interior. Algunos
han extraído de ello extrañas conclusiones. Ciertas personas ocupaban
puestos y funciones concretos en la Sociedad Antroposófica. Algunas
de ellas escriben: “Ahora nace un nuevo impulso en el movimiento
antroposófico; lo comprendo perfectamente y me pongo a la entera
disposición de este nuevo impulso; no desearía mantener mi antigua
función y me declaro disponible”. Esto no puede conducir a nada. Lo
único que puede conducir a algo es que el interesado sea consciente de
que debe realizar su desarrollo en el lugar que ocupa, especialmente
desde el punto de vista de las fuerzas que despliega. Este es el caso
particular de Uds., que han dado los primeros pasos en la medicina.
Tienen que considerar que éste es su karma, y ser conscientes de que en
el futuro ejercerán una considerable influencia. Recuerden también que
esta sed de la que he hablado, esta sed de prepararse para el arte de curar
por el camino meditativo, la encontrarán en sus corazones.

Esto es lo que quería decirles sobre la práctica de las meditaciones. Sus


efectos deben completarse, sostenerse y esclarecerse mutuamente.
Puede que una meditación tenga un marcado efecto; hagan entonces
otra para que ilumine aún más a la primera. Una, la harán una o dos
veces; otra, doce veces. Esto es lo que sucederá si acogen en el corazón

5 Congreso de Navidad de 1923, a lo largo del cual Rudolf Steiner dio


una forma nueva a la Sociedad Antroposófica.
sus meditaciones y lo que se ha dicho respecto a sus objetivos. Es
necesario que aprovechemos esta ocasión de desarrollar lo que se
esbozó en Navidad.

El mismo participante: “Yo no me refería a ejercicios a horas regulares,


sino que sentía cierta opresión en la idea de considerar estas
meditaciones como un deber al no sentir siempre la vivacidad necesaria.
Puede que no tuviera la actitud interior necesaria del médico, quiero
decir, la voluntad de curar. Creo que no soy el único caso. Más de uno
de nosotros nos hemos hecho médicos no por necesidad de curar, sino
en razón de un profundo deséo de conocer al hombre, tanto enfermo
como sano. Hasta Navidad, la noción de voluntad de curar me era
totalmente ajena, y, a causa de mi trabajo actual, era profundamente
desdichado, pues tenía mucho que hacer, y estaba, al principio,
demasiado fatigado para meditar. Ahora bien, este trabajo ose ha
acercado a los enfermos y me ha dado una idea de lo que puede ser la
voluntad de curar. Pienso que estoy ahora más en condiciones de
practicar la meditación, puesto que siento más su necesidad y que ha de
constituir un camino hacia el objetivo que se pretende. Esta dedicación
a la humanidad, esta compasión y esta voluntad de sanar han suscitado
en muchos de nosotros muchas dificultades, porque nuestros estudios,
orientados sólo hacia el conocimiento, no nos han preparado para ello”.

Reflexionen en lo siguiente: cuando, en el piano médico, separan Uds.


conocimientos y voluntad de curar, se expresan de una manera que
contradice la realidad. Tiene una gran importancia, precisamente,
distinguir aquí de qué se trata. El conocimiento del hombre es una
necesidad que concierne a muchos terrenos de la actividad humana. Así,
en la pedagogía, es necesario insistir en el fundamento que supone el
conocimiento del hombre. Este es, en el fondo, necesario para toda
actividad que vaya más allá del mero trabajo manual. El hecho de que
no se apele a este conocimiento del hombre en los terrenos más variados
es consecuencia de los errores en los que ha caido nuestra civilización
moderna. En cierto sentido se busca este conocimiento, pero no se
puede elaborar, no es realizable, más que mediante el camino
antroposófico. Los teólogos buscan —hablo de los teólogos “externos”-
, los pedagogos también. Los únicos que no lo buscan son los juristas,
pues la jurisprudencia actual no se puede en absoluto considerar que
ejerza una influencia real en el mundo.

Ahora bien, el conocimiento del hombre debe especializarse en los


distintos aspectos de la vida. El médico tiene necesidad de
conocimientos un poco distintos de los del pedagogo. Sería conveniente
que la pedagogía estuviera impregnada lo más posible de la medicina,
y la medicina de la pedagogía. Sería imprescindible crear vínculos e
sntercambios entre ambas disciplinas. Abordemos ahora el aspecto
concreto de los conocimientos humanos. Hablamos de “reconocer los
estados patológicos del hombre”. Éste es un prejuicio materialista. Pues
¿qué quiere decir concretamente “reconocer el estado patológico de un
ser humano”? ¿Cómo reconoceré una enfermedad localizada en el
hígado, en el bazo, en el pulmón o en el corazón, etc.? La reconoceré
sabiendo cuál es el proceso de curación capaz de triunfar sobre ella. De
hecho, el proceso mórbido es la pregunta; silo que queremos es
reconocer este proceso, entonces nos quedamos en la pregunta. La
respuesta es el proceso de curación. No sabemos nada de un proceso
mórbido si no sabemos cómo curarlo. El conocimiento consiste en sabei
cómo se le puede eliminar. Por tanto, no hay verdaderamente estudios
médicos sin voluntad de curar. Reconocer un estado mórbido no quiere
decir nada. Se estudia patología, y se describe un órgano enfermo, sin
crear el puente hacia la terapéutica. Una descripción así no tiene el más
minimo valor, pues desde el punto de vista de la descripción pura, del
conocimiento abstracto, para lo que hoy día se considera como ciencia
natural, es indiferente que se trate de un hígado sano o enfermo. Desde
el punto de vista científico no es posible saber qué es un hígado sano o
qué es un hígado enfermo, si no fuera, todo lo más, porque encontramos
con más frecuencia hígados sanos que enfermos. Esta no es más que
una circunstancia exterior. Si queremos reconocer un hígado enfermo
debemos tomar en consideración aquello que puede sanarlo.

¿En qué descansa la curación? En el conocimiento de las sustancias y


de las fuerzas que hay que desplegar para pasar del proceso patológico
al proceso sano. Este conocimiento consiste, por ejemplo, en saber que
el Equiselum carga con la actividad renal. Así, cuando el cuerpo astral
no garantiza suficiente actividad renal, pediré al Equisetuin que se
encargue de ella. Con el Equisetum arvense echo una mano al cuerpo
astral. Este hecho nos da la respuesta, nos enseña lo que sucede. El
mismo proceso que, en el exterior, se desarrolla en el Equiseluni,
también se desarrolla en el riñón humano y ha de considerarse
paralelamente con este órgano. De esta forma me encuentro ya en el
plano de la curación. No sería, por tanto, cuestión de estudiar patología
de forma puramente abstracta, de hacer descripciones de estados
mórbidos que no conducen a nada. E hombre no debe considerar el
estado de enfermedad más que en correlación con la acción del remedio.
El sentimiento que se experimenta frente al conocimiento debe, en
todos los terrenos, tender hacia la realidad, no hacia concepciones
puramente formales. Así era cuando el saber tenía todavía un carácter
iniciático. Entonces se negaba el saber a aquellos que sólo querían
conocer, y se les dispensaba a quienes tenían la voluntad de aplicarlo a
la realidad. ¿Es ésta la respuesta su pregunta?

El mismo participante: “Es posible que me haya expresado de manera


un poco excesiva no hablando más que de salud y de enfermedad. De
hecho, considero la manera de curar como un elemento de
conocimiento. Yo pensaba en otra cosa. Pensaba que se puede saber
cómo curar al hombre sin tener la voluntad de curar. No sentía en mí
este impulso. No sentia, en mi trabajo, en mis estudios, este impulso
hacia la necesidad de curar”.

Ésa es la señal de una hipertrofia del conocimiento.

El mismo participante: “Ése es mi caso. Es un hecho que quería tener


en cuenta, porque es real y puede parecer extraño”.

Para hacer una comparación que puede parecer banal, yo diría que es
bueno que Ud. no sepa fabricar relojes, pues conseguiría que, aunque
estuvieran montados según todas las reglas del arte, se negaran a
funcionar. Una hipertrofia de la voluntad en una u otra dirección
permitirá la adquisición de las facultades correspondientes, pero no
conduce a un desarrollo sano de la naturaleza humana. El saber curar
no debería existir sin la voluntad de curar, y Ud. debería hablar de forma
completamente distinta: “Estudio medicina desde hace poco, y
experimento una indomable voluntad de curar. Debo retenerme, para
que esta voluntad surgida del conocimiento no estalle y me lleve a
querer curar a los sanos”. No digo esto para bromear: es la voz de lo
retenido la que debería hablar. No debería ser posible decir: “he
aspirado al conocimiento de la curación, pero no tengo voluntad de
curar”. Pues un saber tan real no puede ser disociado de la voluntad; es
absolutamente imposible.
Otro participante: “Creo que lo que ha dicho la señorita X es sobre todo
consecuencia de los estudios médicos actuales, el resultado final de diez
o doce semestres de estudios. Toda la ciencia médica está centrada en
un conocimiento que no desemboca en la terapéutica. A lo largo de los
cursos no se oye hablar más que de diagnóstico, y en la enseñanza
clínica, cuando el enfermo ha sido despedido y el profesor no sabe qué
hacer mientras espera la llegada del siguiente, suelta algunas palabras
sobre terapéutica de las que no se puede extraer nada práctico...

.Esto me lleva a plantear una pregunta en relación con esta actitud fu-
.damentai de la ciencia actual, fuente de conflicto para los jóvenes,
especialmente para los jóvenes médicos... Me he preguntado si era
bueno, y sobre todo si. era necesario, adherirse a estos métodos que
adquieren un carácter monstruoso, por ejemplo en la investigación
ginecológica, y que no guardan relación con lo que de ellos resulta en
el plano terapéutico. ¿Es necesario sufrir todo esto? Tengo el
sentimiento de que apaga en nosotros el instinto de curación. Un colega
me decía que había conocido a un curandero de las montañas bávaras,
tan célebre por sus dones que un profesor le invitó a su cllnica de
Munich y le pidió que le mostrara su manera de proceder. Desde el
mismo día en que el curandero se instaló en la clínica perdió su don y
se volvió incapaz de curar. Mi pregunta también es: ¿Debemos
asociarnos a los métodos de la medicina científica o, por el contrario,
evitar participar en ellos?
Así planteada, la pregunta es de una extrema importancia. Tiene Ud.
toda la razón, y yo no quería hablar de las particularidades de la señorita
X, sino caracterizar una consecuencia ineluctable de la forma de los
estudios actuales. Los estudios médicos en consonancia con la
naturaleza no llevarían al estudio de los estados patológicos o de los
métodos terapéuticos sin estar animados por la voluntad de curar. La
mayor parte de lo que aprende actualmente un estudiante de medicina
—hay que decirlo- no tiene absolutamente nada que ver con la curación,
y no es más que una sobrecarga de la memoria con las nociones más
imposibles. Es un poco como si se le exigiese a un escultor que
empezara por aprender las propiedades fisicas y químicas del mármol o
de la madera. Esto no le concierne. 1 cosas se enseñan en los tratados y
se practican en clínica que no tienen nada que ver con la medicina!
Desde el instante en que pasan de la descripción de los síntomas fisicos
al cuerpo etérico, casi todo lo que encuentran en los tratados pierde su
significado. Pues el hecho de pasar al cuerpo etérico les da una
orientación completamente diferente en relación a los órganos. Desde
el momento en que pasan del cuerpo fisico al cuerpo eterico ya no
pueden proceder sólo con el intelecto. Cuando aprenden a esculpir lo
que necesitan son más bien la habilidad manual y el sentido del espacio.
Pueden aprender mucho más sobre el cuerpo astral aplicando las
nociones musicales. La manera en que el organismo se estructura a
partir del cuerpo astral les aportará una rica cosecha de conocimientos.
El hombre que pasa a la acción es construido es realidad como una
escala musical. Aquí, hacia atrás, en esta dirección, comienza la prima;
pasa luego a la segunda; después, con el antebrazo, a la tercera Y
encontrarán Uds. dos terceras, igual que hay dos huesos. Se les revelan
asi horizontes completamente nuevos que desembocan en un verdadero
conocimiento humano, y la enseñanza médica debería ser muy diferente
de lo que es actualmente. Esta enseñanza, como se desprende de lo que
ha dicho la señorita X, es consecuencia del nihilismo terapéutico, no
solamente del de la escuela médica de Viena, pues este nihilismo se ha
introducido por doquier. Y debo reconocer que entre los médicos y los
profesores y docentes de las disciplinas científicas había al menos gente
seria; eran científicos por causa de su “miopía”, pero había sin embargo
cierta seriedad. Pero con quienes enseñan terapéutica termina la
seriedad; ellos mismos no creen en fo que enseñan. Allí donde las cosas
deberían ser realmente serias, cuando se aborda la terapéutica, cesa la
seriedad. ¿De dónde debe nacer entonces la voluntad de curar? En el
ciclo de los estudios médicos se desarrollaba tal como lo esbocé, en el
orden indicado, en la serie de conferencias de Navidad. Pero esto es
completamente diferente de la manera en que se procede actualmente,
incapaz de desembocar en una ciencia del remedio. El médico en
ejercicio está obligado a adquirir con gran esfuerzo algo de experiencia.
Esto no es fácil, pues todo aquello de lo que se ha atiborrado su espíritu
no es solamente inutil, sino dañino. Es incapaz de captar el verdadero
proceso patológico, pues tiene en la cabeza todo tipo de cosas. Este es
uno de los aspectos de la cuestión.

He aquí otro: Uds. forman un grupo de jóvenes médicos. No desean ser


sólo verdaderos médicos en el plano espiritual, cosa que les resultaría
mucho más fácil si se les dijera: “Abandonen sus estudios médicos; no
encontrarán en ningún sitio una facultad susceptible de enseñarles
medicina; vengan aquí y aprendan lo necesario”. Esta seria una manera
radical de expresarse. ¿Pero qué haría entonces el joven médico? El
mundo se le echaría encima; no le reconocería como médico. Sólo
pueden hacer una cosa: sufrir toda la experiencia y curarse mediante lo
que les enseñará el Goetheanum. Pero es preciso ante todo que
continúen, a pesar de su repugnancia, los estudios oficiales; no es
posible hacer otra cosa. Éste es el otro aspecto de la cuestión. Pero
entonces, si son muchos los que han seguido estos estudios, los que
saben cómo no deberían ser las cosas, se convertirán Uds., gracias a esta
prueba, en los verdaderos pioneros de una nueva forma razonable de
estudios médicos en el mundo, y no en magnetizadores o curanderos,
los cuales también denigran la universidad. Uds. deben aspirar a
suscitar un juicio general y oficial sobre la situación actual de las cosas.

Lo saben Uds. bien, no son los únicos que se expresan así. Muchos
médicos piensan como Uds., pero les falta precisamente lo que aquí se
ofrece. Siendo razonables podemos, como médicos, criticar los estudios
médicos oficiales; los hemos cursado y sabemos lo que les falta. Pero
esto no adquiere ninguna eficacia en tanto no seamos capaces de
proponer una solución alternativa. Esta es la otra cara del problema.
Tampoco tomen lo que yo les he dicho como una incitación a abandonar
sus estudios. Por dolorosa que sea, la prueba ha de ser pasada. No es
posible una mejora progresiva de las condiciones más que a través del
conocimiento de lo que no debe ser.

Hay mucho que hacer en este sentido. Creo habérselo contado ya: un
grupo de médicos de Zurcí me pidió una conferencia. A ella asistía un
profesor de ginecologia. Me di cuenta de que había venido con la idea
de escuchar esas “burradas” para poder demgrarlas con conocimiento
de causa. Estaba encantado con la idea de burlarse de las burradas. Pero
su actitud se fue haciendo cada vez más extraña. Le era
extraordinariamente desagradable constatar que no se trataba de
burradas, que no podía decir: “Eso es absurdo”. Eso me divirtió
mucho. Me dirigí a él: “Señor profesor, ha experimentado Ud. una
curiosa impresión”. El dijo entonces: “Sí, son cosas de las que no se
puede hablar; el punto de vista es diferente”. Ya es un progreso
conseguir que la gente piense que el punto de vista difiere. ¿Qué ha
obtenido, pues, la medicina no oficial, dominada de cabo a rabo por la
medicina cientifica? Yo sé que los profanos han realizado importantes
progresos; pero esto no significa nada. El mando automático de la
máquina de vapor fue inventado por un muchacho que se aburría. No
podemos decir de él que fuera constructor de máquinas porque hiciera
este descubrimiento. Los que más critican actualmente la medicina
oficial no están autorizados a hacerlo, pues hablan de lo que no
conocen. Primero hay que adquirir esos conocimientos, para no
confundir lo que la Antroposofia aporta a la medicina con lo que ya
existe. Cuando se adquieran esos conocimientos, cuando esto sea
tomado en seno por quienes se conviertan en adalides, se habrá dado un
gran paso.

Queridos amigos, querría que mantuvieran esto en su corazón. Que la


enseáan.za esotérica que se les ha ofrecido se exalte y les haga capaces
de actuar en el mundo, de desarrollar una verdadera voluntad de curar.
No es cuestión de aislarse en su torre de marfil; es preciso que se asocien
para el avance de la medicina, igual que los maestros han de asociarse
para el avance de la pedagogia.

No me es posible caracterizar en detalle la mayoría de los elementos


perfectamente inútiles para la comprensión de las relaciones entre el
hombre sano y el hombre enfermo, que son objeto de los estudios
médicos actuales. Los descubrirán estudiando lo que se les ofrece en
mis diferentes conferencias y ciclos. Pasa un poco como si, al nacer un
niño, se planteara la pregunta: “ posible alimentarle antes de haberle
mostrado una idea de las sustancias alimenticias? Sucede así en muchos
terrenos —no hablo de lo fisico, sino de lo espiritual- teniendo la
intuición necesaria para la comprensión del proceso. A menudo es
mucho más útil para un buen diagnóstico que el método de diagnóstico
clásico, y permite frecuentemente, en un enfermo, remontarse a la causa
inicial, que puede ser muy lejana. Hoy día se les enseña a reconocer el
estado de salud o de enfermedad del paciente en el momento en que éste
consulta. Pero la manera de pensar que lleva a decirle al enfermo: “Ud.
ha sido víctima de esto o de aquello hace cincuenta años; ahí está el
origen de su enfermedad”, esa manera de pensar falta, y se reduce a las
afirmaciones del enfermo, que pueden ser puestas en duda.
Precisamente esta causa primera es la causa exterior, la que viene de
fuera. Un médico de Cristiania (Oslo) me presentó a un enfermo de
sesenta años a quien le habían salido todo tipo de erupciones fáciles de
diagnosticar, pero ninguna terapéutica le hacía efecto. Es un ejemplo
entre cientos; si se desea actuar en necesario ante todo saber de dónde
proviene la afección. No era dificil. Descubrí que treinta o treinta y
cinco años antes este hombre había sido víctima de un envenenamiento.
Lo llevaba en sí Le invité a recordar lo que le había pasado treinta y
cinco años antes. Me respondió: “ es algo que nunca me han
preguntado! Yo estaba en la escuela; al lado de nuestra clase había un
laboratorio de química donde vi un vaso lleno de líquido; tenía sed y
me lo bebí. Me envenené terriblemente, pues era ácido clorhídrico”. Es
muy importante saberlo. Nos saca del instante presente. Así, en un caso
cualquiera de histeria hay que saber si la persona no ha sufrido un
incidente con peligro de ahogo. Son hechos que hay que tener en cuenta,
y se tienen evidentemente cuando somos partícipes de lo que
experimentan aquellos a quines se desea curar. Toda medicina ha de
basarse en esta compasión. Si falta esta compasión se les escaparán los
hechos más inipoitantes. Esto es lo que hay que considerar en esta
dirección.

¿Tienen Uds. intención de asistir mañana? En ese caso continuaremos


nuestras investigaciones. Querría darles, dc cara a posteriores
consideraciones, algunas lineas que puedan convertirse en objeto de una
meditación central en la dirección iniciada ayer. De momento no daré
mnguna explicación sobre ella; eso vendrá mañana. Llevando ahí sin
cesar su atención, llegarán a descubrir lo que las fuerzas terrestres han
incorporado al hombre, procedente del cosmos, de la periferia terrestre.
Si al observar la estructura de un ojo se preguntan Uds.: “ se ha forniado
a partir del cosmos? O, en el caso del pulmón, ¿cómo ha sido mdelado
a partir de las fuerzas periféricas, a partir de lo que se mueve a la manera
de los planetas, incluso en el elemento aéreo y en el acuoso? ¿En qué
consiste lo que estructura los órganos metabólicos en relación con la
Tierra?” Si se plantean estas preguntas ininterrumpidamente y meditan
las siguientes líneas, aprenderán a leer claramente en el hombre.

Contempla lo que cósmicamente se ordena:


Tú sientes la estructuración humana.
-en relación con la Luna

Contempla lo que, aéreo, te mueve


-como en la respiración o en la circulación-
Tú experimentas lo que anima al hombre.
-en relación con el Sol

Contempla lo que, terrestre, se transforma:


-preferentemente, lo que trae también la muerte a los hombres-
Tú captas la penetración del hombre por el espiritu
-en relación con Saturno-.

Contempla lo que cósmicamente se ordena:


Tú sientes la estructuración humana.

Contempla lo que, aéreo, te mueve:


Tú experimentas lo que anima al hombre.

Contempla lo que, terrestre, se transforma:


Tú captas la penetración del hombre por el espintu.
TERCERA CONFERENCIA
Dornach, 23 de Abril de 1924

Queridos amigos:
Querría ahora decir algunas palabras sobre las frases escritas ayer en la
pizarra al finalizar la conferencia. Comienzan así:

Contempla lo que cósmicamente se ordena:


Tú sientes la estructuración humana.

Recordemos que frente a estas líneas colocamos el símbolo de la Luna.


Ahora bien, si queremos comprender al hombre en toda su profundidad,
y especialmente en vistas a cuidarle, no podemos —seamos muy
conscientes de ello- contentamos con examinar lo que le liga a la Tierra.
Pues vimos durante la primera conferencia que esto no es relevante para
el desarrollo humano más que durante la primera infancia, es decir,
hasta el cambio de dentición, pero no más allá. Las fuerzas que entran
entonces en juego para organizar al hombre son las que, organizándolo
todo, lo alejan de la Tierra. Para ello dispone de su cuerpo etérico, y
éste se distingue esencialmente de su cuerpo fisico. El cuerpo fisico es
grávido; el cuerpo etérico, no. El cuerpo fisico tiende hacia la Tierra; el
eterico tiende por todas partes a alejarse hacia los espacios cósmicos.
Uds. agotan ya el tema del universo cuando toman en consideración el
cuerpo fisico y el cuerpo etérico del hombre. El cuerpo fisico está en
estrecha relación con la Tierra; el cuerpo etérico, en estrecha relación
con todo lo que es perceptible alrededor de ella. También pueden
comprender las fuerzas que actúan en el cuerpo fisico como fuerzas que
atraen al hombre hacia la Tierra, y las que actúan en el eterico como las
que tienden a alejarle de ella. Estas últimas existen; tampoco podemos
considerar al hombre, cuando absorbe cualquier sustancia, diciendo:
esta sustancia estaba primero en el exterior y luego en el interior. Eso
no es así. En virtud de la acción de las fuerzas centrífugas que operan
en el hombre, esta sustancia es integrada inmediatamente en el ámbito
universal, en el universo visible.

Cuando a continuación abordan el astral del hombre, deben


representárselo como procedente de lo no-espacial. Lo único que hace
es tomar prestada la forma de la actividad espacial.

Y cuando abordan el Yo, resulta totalmente imposible hacerse una


imagen de él. El Yo no actúa ni desde arriba ni desde abajo. No actúa
en absoluto de una forma que permita representarlo mediante un dibujo;
sólo actúa a lo largo del tiempo, a través de la continuidad temporal. Lo
que emana de la organización del Yo no puede, por principio, ser fijado
en un dibujo, sino que —hay que captarlo claramente- es real en cada
punto. Su acción no irradia ni hacia un centro ni hacia la periferia; es
puramente cualitativa.

Cuando dirigen su mirada hacia los mundos del éter, pueden decirse: es
como si nos perdiéramos constantemente en esos mundos del éter. El
astral, que también es no-espacial, viene constantemente a nuestro
encuentro, pero al aproximarse a nosotros actúa como si proviniera de
la periferia del universo. Ahora supongan que se están ocupando, en
alimentación, de la albúmma vegetal. Esta albúmina vegetal primero es
grávida; luego, como albúmina, tiende hacia el cosmos. Si la introducen
en el organismo humano, las otras dos fuerzas —las que provienen de
todas las direcciones y tas que emanan de la organización del Yo-
vienen inmediatamente a su encuentro y actúan, en suma, de manera
no-espacial sobre esta albúmina. Supongan ahora, por grotesco que les
parezca, que todo lo que actúa así en el hombre no pueda hacer de él
más que una bola, que le confiere un cuerpo redondo. Esta forma
resultante de la acción conjugada de estas fuerzas —las que irradian
desde la Tierra y las que irradian hacia la Tierra- la encontrarán de
hecho en el huevo. Es en él donde las fuerzas cobran forma. ¿Cómo es
posible, entonces, que de este huevo no surja otra forma ovoide, sino
una estructura muy diferente? ¿A qué se debe esto? Si no hubiera más
que lo que dibujo en este momento, el desarrollo no iría más allá del
huevo, más allá de la terminación del huevo. Y, sin embargo, el pájaro
es un ser dotado de una configuración muy particular —lo que digo aquí
del pájaro sirve también para el hombre-, que adquiere en primer lugar
por el hecho de que la Luna gira alrededor de la Iierra. Pero si sólo
girase la Luna, todavía no seria un pájaro lo que se formaría; se
produciría esto: la cáscara se ablandaría y caería, pero sería todavía un
ser esférico e) que se formaría, un ser constituido principalmente de
albúmina. Pero éste no es el caso; la Luna no es la única que gira
alrededor de la Tierra. En el espacio se encuentran las más diversas
constelaciones, constelaciones ante las cuales pasa la Luna,
modificando allí las fueizas que emanan de ellas. Así, cuando la Luna
pasa delante de Las Pléyades, el huevo se expone a las fuerzas de Las
Pléyades modificadas por el paso de la Luna, y de esta influencia se
forma, a partir del huevo, por un lado, la cabeza del pájaro, que dibujo
esquemáticamente. También se puede decir que la cabeza del pájaro se
forma a partir del cosmos, como resultado de la acción conjugada de un
“planeta” y de las estrellas fijas que actúan en razón de su disposición
particular en Las Pléyades. A continuación la Luna sigue su ruta y viene
a situarse en Libra, en oposición a su situación anterior. Son entonces
las fuerzas de Libra las que son modificadas por la Luna. La relación de
fuerzas es diferente; además, si la Luna fuera Luna Llena a su paso por
Las Pléyades, al pasar por Libra sería Luna Nueva. La Luna actúa de
forma diferente ante Libra que ante Las Pléyades, y su efecto sobre el
huevo indu á a la formación de la cola. Los demás efectos son
intermedios. Así, si quieren estudiar la estructura del pájaro, deben
estudiar cómo se desplaza la Luna ante lo que se extiende por el
universo. ¿Qué puede decir del hombr de cualquier ser vivo quien se
atrinchera exclusivamente en los factores terrestres? Se limitará a decir:
sí, el águila tiene esta forma, el buitre esta otra, el canguro esta otra, etc.
¿De dónde adquieren esta forma? Si se quedan Uds. en los factores
terrestres, como hace la ciencia, no encontrarán más que una sola
respuesta: la han heredado de sus padres. No hay otra respuesta en toda
la extensión del pensamiento. Es como si se dijera: la pc procede de la
indigencia. Pero esto no explica absolutamente nada. Tienen que ir
siempre más lejos. Los padres recibieron su forma de ascendientes más
antiguos, y encontrarán, a fin de cuentas, su punto de partida. Hay que
llegar a las fuerzas cósmicas, a las constelaciones, si se desea
comprender el proceso formativo.

Pero esto no lo es todo. Si fuera así, ciertamente nacerían magníficos


seres, pero serían medusas, como lo era el propio hombre en una época
pasada de la Tierra. En la época atiante era un especie de medusa, pues
no podía absorber como sustancia para edificar su cuerpo fisico más
que lo que se hallaba en estado plástico-liquido. La capacidad de
incorporar el potasio, el sodio y los demás elementos viene del hecho
de que, no solamente la Luna, sino los demás planetas de nuestro
sistema solar también, desfilan ante Libra, Aries, Tauro, etc. Estos
planetas incorporan en nosotros aquello que nos confiere nuestra
verdadera estructura humana. Así, a los efectos de la Luna —no he
descrito más que el pájaro y sólo he dibujado la Luna, el Sol y Saturno-
se suma lo que e ana de Mercurio y de Venus. Si no se añadiera su
acción a la de la Luna seríamos todos hidrocefálicos. Y seríamos
horriblemente raquíticos no tendríamos las piernas arqueadas, sino
elásticas, y los brazos como tentáculos de medusa, si no se conjugara
con la acción de la Luna la de los planetas próximos a Saturno: Júpiter
y Marte. El Sol efectúa la compensación rítmica entre estos dos polos.

Así, las dos primeras líneas de esta fórmula (cita al comienzo de la


conferencia) deben llevarles a comprender cómo se estructura el
hombre a partir del cosmos. Y no se progresará mientras no se
introduzca en nuestras ciencias médicas una astronomía como la que he
explicado. Lo que se dice habitualmente no aporta gran cosa. Se hacen
juegos malabares con las ideas, atribuyendo los hechos ora a las
condiciones maternas, ora a la herencia. Pero si se mira de cerca no sale
nada de ahí, porque se olvida que el origen de la estructura interna del
hombre hay que buscarlo en el conocimiento de las estrellas,
consideradas en su aspecto cualitativo. Sin embargo, la que más
importancia tiene en el proceso de estructuración del hombre es la Luna.
Actúa en todas partes y los demás modifican su influencia.

Las dos líneas siguientes dicen:

Contempla lo que, aéreo, te mueve:


Tú experimentas lo que anima al hombre.

Miren, todo lo que actúa en el cuerpo etérico del hombre lo estructura.


Pero el hombre sería un autómata viviente si, con la forma actual, no
operara en él lo que acabo de describir. Pero esto no opera solo. La
periferia, lo que se trama y vive en el elemento-aire que nos rodea,
también actúa. Y en este elemento-aire actúan también el éter y la
astralidad universal. Del mismo modo en que exteriormente somos
formados bajo la influencia de la Luna en relación con el cielo, esta
estructura es ammada interiormente —llena de alma- por la acción
combinada del Sol y del cielo. Así, cuando el Sol influye en las fuerzas
cósmicas al situarse ante Leo, actúa por intermedio del círculo
atmosférico, a través de nuestra respiración y de nuestra circulación, en
todo aquello que constantemente se modifica. Pero, ténganlo muy en
cuenta, no son las propias fuerzas cósmicas las que actúan. Así es como
ejercen las constelaciones solares del cosmos sus efectos sobre la
periferia de la Tierra, en la atmósfera, y nos animan, nos llenan de alma.
Esta es la segunda parte.

La tercera dice:

Contempla ¡o que, terrestre, se transforma.


Tú captas la penetración del hombre por el espíritu.

Lo que se transforma ha de ser comprendido como ese descenso


progresivo del cuerpo fisico hacia el cadáver. “Contempla lo que,
terrestre, se transforma: Tú captas al hombre penetrándose de espíritu”.
Pero ¿por qué asociarlo a Saturno? Miren Uds., las fuerzas saturnianas
no se encuentran solamente allí arriba, donde está Saturno. En cuanto a
su situación en el espacio, Saturno está alejado de la Tierra y la
influencia que ejerce desde el exterior no es especialmente fuerte. Por
la misma razón, su encuentro con las constelaciones no produce un gran
efecto en el hombre. Pero posee fuerzas que impregnan muy
intensamente a la Tierra. Cuando miramos al espacio apenas
encontramos fuerzas de Saturno, pero cuando nos volvemos hacia la
Tierra, hacia lo que va hacia el interior de la Tierra desde la superficie,
lo que descubrimos podríamos compararlo a un caracol que se arrastra
por el suelo y va dejando su rastro de baba; es posible así seguir su
recorrido. Lo mismo sucede con Saturno; recorre su órbita y deja su
rastro por allí por donde ha ido repartiendo su luz sobre la Tierra. Son
rastros muy, muy claros. Si estas huellas, que se remontan a un pasado
lejano de la Tierra, no hubieran persistido como fuerzas en el seno de
la Tierra, ésta no contendría plomo. El plomo nace de la sustancia
original, de las fuerzas saturnianas activas que la Tierra ha absorbido.
En el pasado, cuando las condiciones eran todavía diferentes, nacieron
en la Tierra las fuerzas del plomo. Estas fuerzas saturnianas siguen
actuando en el hombre todavía hoy, y su efecto es completamente
diferente del de las otras dos fuerzas. No seríamos portadores de
espíritu, sino únicamente seres con cuerpo y alma, sin las fuerzas de
Saturno. Esto, queridos amigos, puede servirles como punto de
referencia. No hay nada en el universo que no tenga su razón de ser.
Pueden preguntarse Uds. de cuánto tiempo ha dispuesto Saturno para
impregnar toda la Tierra con sus fuerzas. Lo ha hecho en treinta años,
el tiempo que tarda en dar la vuelta al Sol, y, con él, a la Tierra. Son
también esos treinta años los que tarda el hombre en ir desde el
nacimiento hasta un punto donde acaba determinado período de su
evolución. Cuando el hombre ha cumplido treinta años se encuentra en
el punto en que Saturno ha impregnado a la Tierra, pero evidentemente
sin que tenga que coincidir forzosamente con la línea recta que sale de
Saturno. Cuando el hombre tiene treinta años, Saturno impregna ese
punto por segunda vez. A la vez, la influencia de Saturno sobre la Tierra
está en relación con el hombre, y eso es lo que, en última instancia,
provoca esta degradación fácilmente observable de nuestro cuerpo.
Nuestro cuerpo no contiene sólo fuerzas constructoras; si no,
perderíamos conocimiento; es necesario que, en cierta medida, nuestra
vitalidad sea refrenada. Las fuerzas de deconstrucción deben estar
siempre presentes. Nuestro organismo no sólo progresa, sino que
también experimenta regresión, y esta regresión deja sitio al desarrollo
espiritual, que puede así cobrar carta de naturaleza. El desarrollo
espiritual no es resultado de la vitalidad; por el contrario, es la reducción
de ésta la que deja el campo libre —en sentido figurado- al desarrollo
espiritual. Este es el resultado de las fuerzas que nacen en la Tierra al
ser impregnada por las fuerzas de Saturno. Por eso he puesto el signo
de Saturno frente al tercer distico.

Sin embargo, estas fuerzas de Saturno harían de nosotros pequeños


viejos y viejas, relegados a andar con muletas a los treinta años. Era a
Fichte a quien le complacía no considerar válido al hombre más que
hasta los treinta años, yendo a decir incluso que habría que matar a todos
los que cumplieran la ireintena, porque ya no sirven para nada en la
Tierra y se convierten en miserables tullidos. Eso a lo que alude Fichte
se produciría indefectiblemente si Saturno pudiera desplegar sus
fuerzas en la Tierra. Pero éstas son modificadas por las de Júpiter y
Marte. Son sus fuerzas las que impiden que nos degrademos demasiado
intensamente, ser unos ancianos a los treinta años, y las que nos
permiten sobrepasar esta edad. Si queremos comprender por qué el
hombre sigue siendo hombre a los cuarenta y cinco años, hemos de
volvemos hacia el universo, hacia la Luna, el Sol y Júpiter, hacia los
cuerpos más cercanos y hacia los más lejanos del sistema planetario.
Actualmente éste ya no se concibe de manera orgánica, pues hasta
Júpiter formaba en otra época un todo. Ciertamente, podemos decir que
los antiguos no conocían Urano y Neptuno, y consideraban a Saturno el
planeta más exterior. Sin embargo, está justificado llegar sólo hasta
Saturno. Los astrólogos son conscientes todavía de ello y no atribuyen
a Urano y a Neptuno más que facultades que sobrepasan la
personalidad, rasgos de genialidad, elementos que no tienen nada que
ver con el desarrollo personal. Hasta que el hombre no se convierte en
un genio, en que su organización se dilata o se degrada demasiado
intensamente, no entran en cuenta estos planetas. Son planetas que,
después de haber errado por el universo, han sido captados por el
sistema al que pertenece nuestra Tierra. El cuerpo planetario más
próximo y el cuerpo planetario más alejado regulan lo que sucede en el
hombre: la Luna rige la forma, y Saturno, a partir de la Tierra, rige lo
espiritual, que no tiene forma, destruyendo, disolviendo a esta última
desde el interior. El Sol asegura el ritmo entre ambos. Así les es dado
lo que debe ser sabido. Se sabia por experiencia desde tiempos
inmemoriales que estas fuerzas corresponden al tercer dístico:
“Contempla lo que, terrestre, se transforma: Tú captas la penetración
del hombre por el espíritu” corresponde a ese mismo complejo de
fuerzas que se manifestaron antaño en la formación del plomo.

Así, podemos decir: lo que nos agrieta, lo que nos abre como organismo
fisicos para hacer sitio a lo espiritual, debe hallarse también en el
plomo; las fuerzas que han hecho nacer el plomo son fuerzas de
escisión. Si introducimos plomo en el organismo se producen fisuras.
Si estas fisuras fueran necesarias porque el hombre está
insuficientemente deconstruido, habrá que administrarle plomo de
alguna manera. En caso contrario, cuando el hombre no consigue
estructurarse y se vuelve como esponjoso, será la plata —dicho de otra
manera, el complejo de las fuerzas lunares- la que será activa, las
mismas fuerzas lunares que en otro tiempo se sabía que irradiaron en
un pasado lejano en el que sólo ocurrían formaciones minerales. Así,
las fuerzas de la plata son las que introducen la estructuración en lo que
es esponjoso. La plata respalda las fuerzas lunares. Todo el sistema
planetario está en relación con esos escogidos remedios:
Saturno = plomo;
Júpiter = estaño;
Marte = hierro;
Sol = oro;
Venus = cobre;
Mercurio = mercurio,
Luna = plata.

Generalmente se consideran estas concordancias de una manera


increíblemente superficial, si bien están fundadas en las más minuciosas
investigaciones practicadas en los antiguos misterios. Entonces se
procedía a una experimentación muy superior y mucho más concreta
que la experimentación actual. Así, se investigaba en qué constelación
se situaba Saturno cuando aparecía en alguien un estado de dependencia
de su organismo, testimonio de una insuficiencia de las fuerzas de
escisión, de un exceso de vitalidad, de cohesión, manifestado por un
embotamiento orgánico, constitucional, no puramente sensorial. Se
constataba entonces que la aparición de este estado respondía a una
constelación donde Saturno había ejercido una fuerte influencia. Si se
observaba que la persona caía en este estado precisamente al ponerse
Saturno, cuando no podía desplegar todas sus fuerzas, se le
administraba plomo como remedio. Las indicaciones que hay a este
respecto en ciertos libros no oficiales son verdaderas, pues sus autores,
al no conocer su origen, no han podido alterarlas; si, por el contrario, se
hubieran dedicado a especular sobre el tema, las indicaciones se habrían
pervertido. Se han mantenido exactas porque los hombres han olvidado
la ciencia de la que proceden; han subsistido en forma de tradición y no
han sido alteradas por el pensamiento. Incluso lo que actúa en el hombre
a partir de la Tierra es en realidad una influencia saturniana absorbida
por la Tierra.

Reflexionen sobre ello; qué grandiosa consecuencia para los


conocimientos humanos! Al hombre, tal como lo considera la ciencia
actual, no pueden Uds. asociarle nada moral; las nociones éticas flotan
en algún abstracto lugar. De ahi esa separación pura y simple entre la
ética y lo universal que causa estragos particularmente en el
protestantismo, el cual ha perdido todo vinculo con lo espiritual, con el
cosmos. Sólo subsiste una simple creencia. Si se aproximan Uds. a la
realidad descubrirán que el hombre es un ser enteramente mantenido y
tutelado por el cosmos, que, por su astralidad, irradia también las
fuerzas morales. Se hace posible entonces pensar en el hombre en
relación con el mundo moral. Así, cuando Uds. practican una verdadera
medicina, eso les conduce hacia aquello que hace del hombre un ser
moral, un ser capaz de llevar a cabo la experiencia orgánica de la moral
y no de obedecer sólo a órdenes exteriores.

Esto es lo que tenía que decirles y que pueden Uds. llevarse consigo
como un viático. Encontrarán detalles más amplios en otras partes. Sin
embargo, sólo a través de las consideraciones que hemos hecho podrán
captar cómo obran en el organismo humano esos detalles. No importa
qué prontuario médico les diga cuál es el efecto del plomo, sino la razón
de dicho efecto, que Uds. encontrarán en nuestras consideraciones.
Estas tienen, por otra parte, puesto que proceden del mundo espiritual,
la particularidad de tener que apelar mucho menos a la memoria que lo
que se recibe del mundo fisico. Lo que estudiamos, ciertamente, es un
poco arbitrario; pero lo que aprendemos por otro lado y se inscribe por
sí mismo en nuestra memoria, es lo que recibimos de la manera
susodicha. A este respecto constatarán algo singular: si lo que les es
comunicado de esta manera no se convierte en objeto de una
experiencia meditativa repetida, saldrá rápidamente de su memoria. Las
verdades espirituales tienen la particularidad de que tienen menos
posibilidades de convertirse en verdades reales de la memoria de las
que tienen Uds. de poder conservar en su organismo lo que han comido
la semana anterior. El rumiante puede, pero solamente por poco tiempo.
En el rumiante se trata de la reproducción orgánica de un esbozo fisico
de lo que existe solamente en el cuerpo etérico en forma de memoria.
En cuanto a las verdades espirituales, es necesario rehacer
constantemente la experiencia de ellas; deben convertirse en un hábito
para Uds., y no solamente en un contenido mnemónico, en una imagen
que se guarda. Este es precisamente el sentido de la meditación; es
invocar lo que, en principio, sólo existe en la primera infancia. El niño
pequeño no tiene memoria imaginativa y olvida lo que acaba de
experimentar. Vive en una memoria de hábitos. Es a ella a la que hay
que volver si queremos asimilar las verdades espirituales; si no, las
perderemos rápidamente.

Si damos por hecha su necesidad de exoterismo, conviene, para


satisfacerla, recurrir a la meditación; si no, no les servirá para nada.
Entonces adquirirán esa receptividad sutil que les llevará —pero no
instintivamente- hacia la percepción intuitiva de algo análogo a lo que
todavia se conserva de manera abstracta en la llamada ciencia de las
signaturas: deducir de una planta o de una piedra cómo puede actuar en
el organismo. Además, no es solamente su cuerpo fisico lo que
desarrollan, sino también su cuerpo etérico, y la memoria de hábito les
procura una capacidad de percepción afinada para con el contenido
fisico de su entorno. Su percepción del monde les responde así a las
preguntas que les plantea el organismo humano respecto a un pulmón o
un corazón enfermos, y la respuesta les llega de las plantas medicinales
o de los minerales de su alrededor.

Pregunta de un participante: “A muchos de nosotros nos resulta


importante tener una visión de conjunto de la situación en la que nos
encontramos. Las verdades antroposóticas, que sentimos interiormente
poseedoras de un carácter radical, y sus considerables efectos, dependen
de su puesta en práctica. He comprobado que las meditaciones dadas en
la circular enviada después del congreso de Navidad tenían un matiz
claramente pedagógico. ¿Cómo podemos, quienes nos sentimos tan
profundamente motivados, llevar esto a la realidad? ¿Cómo encontrar
indicaciones concernientes a nuestro propio destino y a nuestros
deberes de cara al futuro? Tenemos la impresión de que no se puede
actuar oportunamente si no se conocen los grandes rasgos del karma y
si no se tiene el coraje de no intentar evitarlo, sino, por el contrario, de
realizarlo plenamente”.
Creo percibir, en lo que Ud. ha dicho, hacia qué tienden sus
impresiones. Si es preciso, complete su pregunta. Ella toca seguramente
puntos que actualmente deberían ser conocidos. En estos últimos
tiempos se ha hablado mucho en los círculos de jóvenes antropósofos
del fin del Kali Yuga, pues con el declive del siglo XIX comienza una
nueva era para la humanidad. En primer lugar, los hombres continúan
viviendo bajo su impulso. Cuando Uds. empujan una bola, ésta rueda,
y continúa rodando cuando Uds. levantan la mano. Así, lo que los
hombres han experimentado hasta el fin del siglo XIX prosigue su curso
—aunque las fuerzas ya no estén- y toma incluso un giro peor que en
épocas precedentes. Pero al lado de esta persistencia del pasado se eleva
ya secretamente una era de luz. Esta era de luz dispensa sus primeros
rayos, que deben ser captados por la Antroposofia. Como ven, hablo de
algunos temas de una forma mucho más radical que antes del congreso
de Navidad. Esto se desprende también de mis conferencias. Quienes
puedan estar presentes esta tarde constatarán que en las conferencias
serán abordados determinados problemas humanos. No puedo, sin
embargo, abordar estos puntos de una manera demasiado concreta para
satisfacer el deseo de sensación. En esta materia hay reglas muy
estrictas que observar.

Y sé que se puede manifestar cierto deseo que no provenga


forzosamente del solo deseo de sensación, un deseo que quedaría
satisfecho si se les desvelara a cada cual sus encarnaciones precedentes.
No podemos ir tan lejos. No obstante, se pueden abordar importantes
puntos de vista.

Ahora bien, si consideramos actualmente la existencia humana en su


conjunto. se comprueba que hay efectivamente, si lo puedo decir así,
dos variedades de seres humanos. Esto viene del hecho de que la
evolución espiritual de la humanidad era diferente en unas épocas que
en otras, y había de alguna manera un ritmo de onda. Pero estas ondas
no aparecían solamente una detrás de otra, sino también una al lado de
la otra. Así, hubo un periodo en el que el desarrollo del cristianismo en
Occidente adquirió un carácter superficial, exterior; los hombres no
tenían la posibilidad de interiorizar lo que el cristianismo les ofrecía. A
esto es a lo que los Cátaros

9 Movimiento religioso fundado en 1457 en Bohemia. Si rechazar en


absoluto al clero, repudiaban los dogmas eclesiásticos y se remitían
directamente a los textos de la Escritura. En los siglos XV y XVII, los
Hermanos Moravos proveyeron de polemistas, gramáticos y pedagogos
notables; el más célebre fue Komensky (Comenius, 1592- 1670); tras la
ruina de Bohemia en 1620 emigraron a Polonia. Los Hermanos
Moravos existen todavía en América y en Holanda. Su doctrina, muy
tolerante, es un cristianismo místico y liberal.
reaccionaron. De este modo, convivieron hombres que vivían de una
forma más exterior y otros volcadísimos hacia una búsqueda de la vida
interior. Se produjo algo parecido cuando se fundaron en Hungría, e
incluso en Polonia, las comunidades de los Hermanos Moravos bajo la
influencia de Comenius. En todos los tiempos han vivido codo con codo
hombres muy volcados hacia la vida espiritual, y otros, obligados por
el karma de la civilización, volcados hacia una vida completamente
exterior. La razón por la que uno entra a formar parte de uno de los
grupos, y otro del otro, estriba en las circunstancias kármicas pasadas.
Ahora bien, para la humanidad actual, el hecho de que un hombre haya
pertenecido a uno u otro grupo en una encamación anterior es algo de
suma importancia. Así, quien viene actualmente al mundo habiendo
vivido anteriormente en el seno de una corriente de cristianismo
exterior, tendrá una con.figuración humana completamente diferente de
la de aquél que haya pertenecido, por ejemplo, a los Hermanos
Moravos. ¿Pero en qué consiste la diferencia? Miren, no podemos
comprender el declive del Kali Yuga más que con ayuda de elementos
concretos; si no, se queda en mero historicismo. La era oscura se
extiende hasta 1899, en que comienza la era de luz. Saber esto no nos
conduce a gran cosa; hay que entrar en lo espiritual concreto. Quienes
han venido al mundo hacia el momento del cambio del Kali Yuga —no
extraigan de esto nada vanidoso, sino un simple conocimiento vivo- son
en su mayoría antiguos herejes que buscaban la interiorización. Hacia
finales del siglo XIX y comienzos del XX, las almas que no habían
pertenecido a la corriente general del cristianismo exterior, sino a las
sectas que tendían a la interiorización, han sido llamadas a la tierra.
¿Cuál es la consecuencia de esto?

Vean Uds., durante el período entre la muerte y un nuevo nacimiento


aprendemos a conocer con mucha exactitud ese otro universo que es el
hombre, de la misma manera que estudiamos aquí abajo, en el mundo,
el universo exterior. Ese universo humano es tan grande, tan detallado,
tan rico en contenido como el cosmos. Estudiamos entonces al hombre
con nuestras fuerzas de voluntad metamorfoseadas; con ellas
aprendemos a conocerle con precisión. Ahora bien, hay una diferencia
entre los dos grupos humanos de los que he hablado. Los que se han
exteriorizado tienen dificultades, entre la muerte y el nuevo nacimiento,
para entrar en el mundo espiritual; lo han atravesado sin reflexionar en
las particularidades humanas y vuelven luego a la tierra. Son
particularmente los hombres nacidos durante el segundo tercio del siglo
XIX los que pertenecen a esta categoría. Se comportaban frente a lo
humano utilizando su cuerpo para beber, comer, andar, quedarse en su
sitio, sentarse, sin prestarle ningún interés, puesto que no habían
adquirido este interés entre la muerte y un nuevo nacimiento. Son los
que se satisfacían con lo material porque no experimentaban la
necesidad de conocer al hombre. El materialista que no quiere conocer
más que la materia es el que menos la conoce. Podemos afirmar con
toda tranquilidad: los aquí presentes son almas de herejes reencarnadas
— conviene que no se otorguen Uds. el mérito- almas de herejes que
han experimentado entre la muerte y un nuevo nacimiento una
necesidad imperiosa de escudriñar hasta en los más mínimos recovecos
del hombre, y para quienes el hombre se ha convertido, en el
subconsciente, en un enorme enigma.

Esto se manifiesta entonces en el deseo de conocer al hombre mejor de


lo que lo permite la medicina materialista, lo que supone ya una
justificación del karma del que les hablaba. No se tomen esto demasiado
a la ligera, so pena de ignorarse a sí mismos, de no acceder a aquello
hacia lo que se sienten llevados por el hecho de haber tenido
detenninadas experiencias entre la muerte y un nuevo nacimiento. El
hombre no solamente se vuelve superficial cuando no encuentra en la
vida terrestre
aquello a lo que aspiraba desde siglos. Ya ha pasado el tiempo en que
se podía ser superficial impunemente tras haber recibido verdades
respecto al hombre entre la muerte y un nuevo nacimiento. La juventud
actual no puede volverse superficial impunemente, pues se destruye
interiormente hasta en lo orgánico. Cuando en la actualidad se cultivan
pensamientos materialistas, cuando se parlotea respecto al monismo, la
cosa no es tan grave; se puede salir fácilmente de ahí. Lo que el hombre
dice no tiene tanto significado, pero lo que repercute en sus
sentimientos y en su voluntad, influye en sus órganos; del mismo modo,
los hombres que no se sumergen en lo espiritual no podrán dormir
correctamente. Esto es lo importante. Si los hombres actuales se privan
de esta profundización espiritual, ¿qué consecuencia tendrá? La
consecuencia será que, a partir de los años 40 y 50, harán su aparición
epidemias de insomnio cada vez más extendidas, y estos hombres serán
incapaces de actuar por el bien de la civilización. Así, por su karma, no
tienen Uds. elección; no tienen la posibilidad de ignorar este karma,
como se podía hacer todavía antes del declive del Kali Yuga y ahora.
Lo que les he dicho sobre la configuración de su karma han de
considerarlo con la mayor seriedad. Evidentemente, estas son las
características generales, pero pueden encontrar lo que el karma general
puede teneT de útil para Uds. si reflexionan con frecuencia en las
circunstancias particulares de su existencia; estarán así en disposición
de descubrir cosas notables. Los movimientos juveniles son demasiado
teóricos; siempre escuchamos a los mismos. Si la juventud se contentara
con observar en sí misma lo que expenmenta, lo que la distingue de las
generaciones precedentes, lograría de un golpe una dimensión
completamente diferente. Nuestro movimiento juvenil busca una
estructura concreta, y no estancarse en la abstracción.

Un participante: “A lo largo de la charla de ayer no solamente nos


hemos preguntado: ¿Cómo se explica que hayamos sido conducidos
hacia Dornach?, sino que nos decíamos: Como seres conscientes no
sabemos por qué hemos venido aquí para impregnarnos de estas ideas
grandiosas, ideas que, tal como somos nosotros, no podemos captar y
no hemos merecido. Esto ha despertado en nosotros la idea de una tarea
precisa, de cara a la cual conviene que nos preparemos y que tomemos
nuestro karma en las manos, como se nos ha propuesto en la circular”.

Pienso que si Uds. dejan actuar en su alma lo que hemos debatido con
tanta seriedad, podrán llevarse algo de este demasiado corto encuentro.

CUARTA CONFERENCIA
Dornach, 24 de Abril de 1924

Queridos amigos:
Completaré el tema de ayer abordándolo desde otro lado, lo que
permitirá responder a sus preguntas.
El curso general de su destino les ha llevado hacia la medicina, hacia la
profesión médica. Esta profesión comporta actualmente una
determinada corriente a la que Uds. se han asociado no sin una cierta
repugnancia, enteramente justificada. Esta repugnancia tiene causas
objetivas que se les revelarán cuando comprendan que la corriente
médica actual es, bajo muchos aspectos, un cuerpo extraño en nuestra
civilización europea, occidental. Esto se comprende mejor si sabemos
que nuestra ciencia, al igual que muchos aspectos de la vida espiritual
moderna, ha nacido bajo el impulso de notables personalidades que son
reencarnaciones de individualidades procedentes de la cultura árabe-
mahometana. Estas cuestiones han sido abordadas a menudo, en los
últimos tiempos, en el Goetheanum, en referencia a lo que atraviesa
actualmente el movimiento antroposófico. Son muy importantes
también para el médico. En diferentes lugares he dicho lo necesario que
es dirigir nuestra mirada hacia ese centro de cultura que floreció en una
época en la que en Europa, bajo Carlomagno, reinaba aún una vida
espiritual muy pnmitiva. Lejos de ahí, en Oriente, florecía entonces una
cultura que dirigía Harun al Rachid”. Había reunido en su corte a un
gran número de sabios, de los cuales muchos eran médicos. Tengan en
cuenta que en la época de la que hablamos el cristianismo ejercía ya su
influencia desde hacía varios siglos. Ahora bien, el cristianismo se ha
extendido por el mundo de forma muy paulatina y sólo ha podido ser
comprendido poco a poco; mirado superficialmente —no
interiormente- puede parecer extraño que hasta ahora la humanidad no
haya sido penetrada de los aspectos profundos del cristianismo. El
cristianismo ha penetrado en el mundo como un hecho objetivo, y las
facultades humanas —la receptividad- eran insuficientes para permitir
que su contenido se desarrollara en todas direcciones. El cristianismo
vive, subconscientemente, en todas partes, pero los hombres lo han
alterado completamente desde hace tres o cuatro siglos; éste es el curso
objetivo de las cosas. Los hombres, con su saber, su intelecto y su
consciencia, han alterado el cristianismo. En estos últimos tiempos
reina en nuestras universidades una espantosa superficialidad.
Tradicionalmente había antiguamente cuatro facultades: las de
filosofla, teología, derecho y medicina. Las que se han añadido lo han
sido en virtud del más sombrío de los malentendidos. Una facultad de
ciencias políticas o una facultad de economía política son

10 Rudolf Steiner: “Conferencias sobre el Karma”, vol 1 a VI.


11 Hárün-al-Rachid, 766-809.
fruto de un pensamientos que no sabe en absoluto lo que se trae entre
manos. Lo que no ha sido comprendido y se ha hundido en la más
completa oscuridad es el hecho de que eran cuatro los que fueron
enviados al mundo para propagar el cristianismo: Mateo, el teólogo;
Marcos, el jurista; Lucas, el médico, y Juan, el filósofo. Es en esta
profunda relación donde se sumergen las raíces de lo que habrá de
brotar en el futuro. Todavía no es más que un germen, que habrá de
producir sus flores y sus frutos. Los textos de los evangelios no pueden
concordar, pues uno ha sido escrito desde el punto de vista del teólogo,
otro desde el del jurista, el tercero desde el del médico y el cuarto desde
el del filósofo; esto está profundamente arraigado en la vida espiritual.
Es preciso comprenderlo de verdad. Por eso el evangelio de Lucas no
se ha tomado como una mdicación que tuviera que ver con la voluntad
de curar —esto no se ha comprendido-, porque en nuestra manera de
pensar actual no vive una voluntad de curar crística, sino que está
impregnada del arabismo que ha atenazado al cristianismo. ¡Esto
suscita todo nuestro interés! Nacido en Asia, el cristianismo se
encamina hacia Europa y se extiende allí. Pero en la corte de Harun al
Rachid, donde se practicaba una medicina surgida del pasado, revivían
los antiguos misterios en su manera de concebir al hombre.
Esto formaba parte aún de las tradiciones. Dos hombres vivían en esta
corte: el propio Harun al Rachid, que lo organizaba todo y bajo cuya
influencia se desarrolló esa gigantesca academia, y otro que había sido
un iniciado en el pasado, pero que no accedió a la iniciación en esa
época. Harun al Rachid se reencamó en la persona de Lord Bacon, Baco
de Verulani’ quien, desde Occidente, renovó el pensamiento científico
en un giro espiritual impregnado de arabismo. Entre la muerte y el
nuevo nacimiento, esa alma hizo este camino (ver fig.: en rojo) Si
estudian Uds. a Baco de Verulam se sorprenderán al comprobar todo lo
que la medina ha heredado de esa corriente.

Por otro lado está el antiguo iniciado, que se encarnó en la persona de


Amos Comenius’ Hallamos en él un alma que aspira a lo espiritual pero
que procede en todo de forma intelectual. Otra personalidad, igualmente
impregnada de arabismo, que no vivió exactamente en el mismo
periodo que Harun al Rachid, pero que jugó un papel en la batalla de
Jerez de la Frontera, volvió en la persona de Darwin.

12 Baco de Verulam, 1561-1626.

Así, todos los que han influido en las ciencias, y especialmente en la


medicina, son reencarnaciones de lo que se expresaba en esas
tradiciones antiguas de las que el cristianismo estaba excluido, de ese
arabismo introducido en Europa que presionó al cristianismo como una
tenaza. La medicina ha sido la que más se ha impregnado de él, mientras
que el impulso de Lucas para con ella aún no ha sido captado. Esta
manera de comprender al hombre a partir del cosmos debe ser enfocada
con la mayor seriedad; se sentirán Uds. entonces muy unidos a las tareas
que el kamia les establezca. Si examinan la medicina que se practicaba
en la corte de Harun al Rachid encontrarán, por un lado, lo que había de
bueno en la concepción hipocrática. Si han leído Uds. mi primer curso
a los médicos habrán comprobado que presenté a Hipócrates como el
último que curaba en base a los antiguos misterios. Traspasada a Asia,
la medicina hipocrática se mezcló con una fuerte comente procedente
del nordeste de Asia, con una manera de curar originaria de Mongolia.
De esa corriente proceden muchos elementos contra los cuales habían
de rebelarse obligatoriamente no solamente la manera de pensar
europea, sino incluso la propia organización humana. Pues la
organización interna del hombre no concuerda con esa influencia
tártaro-mongol que se introdujo en el pensamiento médico. Esto es lo
que se desprende cuando podemos encontrar una manera original y
cósmica de concebir al hombre.

Recuerden Uds. el curso de la evolución tal como yo lo he descrito en


“La Ciencia Oculta”, a través de Saturno, Sol y Luna. El hombre ha
recorrido todas estas etapas. Por otra parte, tal como se ha expuesto
estos últimos días, lo primero que encontramos en el hombre, actuando
conforme al modelo y a la corriente individual que proviene de las vidas
anteriores, es la comente hereditaria. Lo que actúa en la herencia y que
se remonta a épocas pasadas, se deja atrás de forma arimánica, se
deshecha. La medicina oficial únicamente se ocupa de la corriente
hereditaria; no tiene para nada en cuenta lo que, por otra parte, se
elabora en el segundo período, entre en cambio de dentición y la
pubertad, en ese periodo que incluso estadísticamente puede
considerarse el mas sano, pues en él el hombre está menos sujeto a las
enfermedades, la predisposición a las enfermedades está alejada. Nos
inclinaríamos a decir que la medicina actual se interesa lo menos
posible por la salud y prefiere escarbar en la enfermedad. Esto es muy
radical, pero es verdad. Para interesarse por la salud es preciso cultivar
esta concepción cósmica que permite encontrar el cosmos en el hombre.
A este efecto son necesarios los detalles susceptibles de darnos
información sobre la percepción de la evolución cósmica en el hombre.
Todavia encontramos en el hombre la evolución del antiguo Saturno,
del antiguo Sol y de la antigua Luna, y solamente si asociamos los tres

13 ‘La figura está en blanco y negro, pues asi es como aparecía en la


edición francesa.
14 Amos Comenius. 1592-1670.
precedentes a la evolución terrestre comprenderemos al hombre
terrestre tal como se nos presenta. Actualmente existen muchas
ciencias, pero no hay una verdadera ciencia de Saturno ni una verdadera
ciencia del Sol o de la Luna, pues somos incapaces de recordar, en
medio de la vida general de la naturaleza, que ha habido una sabiduría
original instintiva. Tampoco somos capaces de captar lo que aún vivía
intensamente en Hipócrates y que para nosotros ya no es más que mera
verborrea. Esto debe volver a adquirir vida. De este modo oirán Uds.
resonar una frase que viene de las profundidades del tiempo pero a la
que apenas habrán prestado atención, particularmente a la forma
admirable con que puede ser aplicada a la medicina. He aquí la frase:

“Los poderes divinos han ordenado la vida según la medida, el número


y el peso”. Es una frase de la Biblia Pero actualmente, ¿quién le presta
atención todavía y ve en ella otra cosa que meras palabras, que la
imagen de un antiguo arquitecto midiendo, contando y pesando? Para
el médico se trata de encontrar realmente la medida, el número y el peso
en el hombre. Examinemos la naturaleza de Saturno. El hombre es
portador de esta naturaleza satumiana, pero no la encontramos en el
hombre actual tal como éste se nos muestra, pues en él todas las etapas
evolutivas están condensadas en un todo; de igual modo, los grados
evolutivos aislados desaparecen en la unidad, en la armonía del todo.
La enfermedad, por el contrario, hace sobresalir una u otra de estas
manifestaciones en su aspecto particular. Se hace necesario entonces
captar las indicaciones que he facilitado en “La Ciencia Oculta”, no con
la razón pura, sino como yo las he descrito: hay que sentir cómo
actuaba, a lo largo de la evolución satumiana, el calor que todo lo
penetraba; al estudiar este período hay que recurrir a este elemento
calórico, ir hacia él. Saturno actúa en el hombre, y la evolución
saturn.jana actúa en él; sin embargo, cuando todos estos elementos se
articulan armoniosamente en él, no se manifiesta. Pero se manifiesta en
el enfermo. Lo que de otro modo está armoniosamente unido se separa,
y el elemento saturniano actúa entonces por su propia cuenta en la
fiebre. No habrá ciencia de la fiebre hasta que no sea cósmica, mientras
no podamos tener en cuenta la manera de actuar del antiguo Saturno.
Es preciso comprender realmente cómo lo cósmico —que hemos
observado cómo impregna la Tierra- actúa en la fiebre a través del
antiguo Saturno. Estas fuerzas de Saturno que vemos esparcidas por
toda la superficie terrestre y concentradas en las fuerzas del plomo, nos
permitirán comprender la fiebre en nuestro fuero interno y veremos en
ellas cómo el orden divino-espiritual dispone según la medida. En la
medida de la fiebre se refleja la medida que vive en el orden universal
por el hecho de verterse en él el calor, medida ésta que se confunde con
la otra al armonizarse con ella. Pero ante todo hemos de encontrar la
medida en las manifestaciones de la fiebre. También debemos dejar
actuar intensamente en nosotros:

15 “Libro de la Sabiduria, 11-20.


Percibe en la medida de la fiebre
El don espiritual de Saturno.

A decir verdad, es el espíritu del hombre el que aparece en la fiebre, ese


espíritu que, fuera de ella, permanece sumido en los demás elementos.
En la fiebre ejerce su influencia el espíritu humano, que se singulariza.
En ella, el elemento más antiguo de la naturaleza humana se manifiesta
en la superficie de la existencia.

A la evolución saturniana le sigue la evolución solar. En esta fase, el


elemento puramente calórico se condensa, por una parte, en aire, y, por
otra, se sutiliza en luz. Luz y aire actúan el uno sobre el otro,
correspondiéndose. Con la respiración tomamos en nosotros el ritmo
del aire. También absorbemos la luz, y, en sentido oculto, la luz no es
sólo lo que actúa en el ojo, sino la expresión general de todo lo que
opera a partir del Sol. El ojo no es más que el representante por
excelencia de todo lo que actúa procedente del Sol. Lo que está activo
en la luz se denominaba en la Edad Media Irniura espiritual. Esta
evolución solar de la que ahora nos ocupamos se encuentra también en
el hombre, y la sentimos directamente cuando tomamos correctamente
el pulso. Pero se siente no como un efecto actual, sino como un efecto
retardado de la acción del antiguo Sol en nosotros. También diremos,
en segundo lugar:

Percibe en el número del pulso


La fuerza animica del Sol.
Que progresemos o no en esta dirección no es indiferente. Podemos
tomárnoslo en serio o no. Hay una enorme diferencia en leer la
temperatura —es un reflejo que se adquiere con la práctica-
representándose la imagen que ofrecía la evolución en la época de
Saturno. El mundo entero se les muestra entonces como un (lun dd
espíritu —pues todo está sometido a la influencia de las corrientes de
ca!or. en el que, a través del calor, se vierte el amor hasta en los ltn más
ü Si en esta actitud devocional perciben cómo se vierte el amor en el
mundo con ayuda del calor saturniano, si sienten en este sacrificio la
creación del mundo desbordando calor y amor, si al tomar la
temperatura en ese estado de espíritu sienten todo esto, intuirán Uds. lo
que tienen que hacer.

Del mismo modo, no debería tomarse el pulso —cosa frecuente- de


forma mecánica, negligente, indiferente, sino sumiéndose en el
elemento rítmico que emana del Sol. Al tomar el pulso se debería poder
sentir cómo se integra el hombre en el aire y en la luz, en la claridad
irradiante del universo. Esto no se consigue sintiéndose obligados
interiormente, sino volviéndose hacia el mundo con el alma llena de
devoción.
Continuando con el examen de los síntomas busquen aquello que, en
lugar de tener un carácter humano, manifiesta tendencias propias. ¿En
qué consisten, por ejemplo, los estados diabéticos? En el hombre
armonioso el azúcar está humanizado y no actúa por cuenta propia, pero
en la diabetes el hombre es demasiado débil para impregnar el azúcar
de humanidad hasta en sus más mínimas partículas, y la organización
del Yo obedece a las fuerzas del azúcar, que son fuerzas extra-humanas.
Observen las fuerzas que se manifiestan en la diabetes y que aparecen
en los residuos urinarios, o las que forman depósitos en el organismo
cuando se tiene jaqueca u otros cuadros. Observen las sustancias que
aparecen en el organismo obedeciendo a sus propias leyes y no a las
leyes humanas, y llegarán a plantearse dos preguntas:

Primera, ¿cómo es posible que una sustancia pueda manifestar sus


propios efectos en el interior del hombre? Si no fuera así, la evolución
lunar nunca habría podido ejercer su influencia. Esta se ejerce
precisamente cuando las sustancias presentes en el hombre no se
obedecen más que a sí mismas. Las fuerzas lunares se adueñan entonces
de esas fuerzas sustanciales y crean, como tales fuerzas lunares, la
forma humana. Todo lo que es estructura en el hombre está penetrado
de fuerzas lunares. Del mismo modo que Saturno es el “calentador” y
el Sol el “ritmizador”, la Luna es el “modelador”.

Esto es así para el hombre entero. Recuerden ese hecho sobre el que he
insistido repetidamente: el cerebro no manifiesta su verdadero peso;
retirado del cuerpo pesa más o menos 1500 gramos, y en el cuerpo no
pesa más que alrededor de 20. Esto es a causa del Principio de
Arquímedes, que postula que un cuerpo pierde un peso igual al del
volumen del líquido desplazado. Así, el cerebro que flota en el líquido
cefalorraquídeo experimenta un impulso igual al peso del liquido
desplazado y sólo ejerce sobre la base una presión aproximada de 20
gramos. Así sucede con todo. La presencia de las fuerzas cósmicas es
necesaria, pues ellas anulan en el grado necesario la gravedad de las
sustancias de las que el hombre es portador. El peso ha de ser regulado,
y la regulación por el cosmos del peso de las sustancias constituye el
tercer factor. Así, cuando Uds. examinan si un elemento sustancial se
manifiesta bajo la influencia de su propio peso o si un peso se integra
en el peso del cosmos, están examinando el orden divino del universo
en función del peso, lo que conduce a la tercera formulación:

Percibe en el peso de la sustancia


La fuerza formadora de la Luna.

Dejémonos penetrar por esta atmósfera. Cuando hablamos de


reumatismos, gota, estreflimiento, diabetes, jaqueca y de todos los
estados relacionados con cualquier tipo de depósitos en los que las
sustancias se manifiestan segun su propio peso, podemos expresarlo así:
la gravedad terrestre se adueña del hombre. Estas palabras son ricas en
significado. Dejen que sus observaciones se impregnen de estos
sentimientos. Observen de qué manera tan abstracta y vulgar,
maquinalmente, sin reflexionar en ellos, se examinan actualmente estos
hechos, y se darán cuenta de lo que falta, a pesar de todo lo que se ha
conservado de la antigua sabiduría y de la antigua virtud y saber a través
del arabismo; se percatarán de lo que ha sido destruido. Pues esta
trinidad formada por la Luna, el Sol y Saturno, oculta en otra trinidad,
la del Padre, el Hijo y el Espíritu, ha desaparecido, ha sido
sencillamente separada por el islamismo. Esto, en nombre del principio
enunciado no por Mahoma, sino por el ángel que le ha inspirado, el cual,
si bien muy sabio, no era precisamente perfecto: “Qué nos importa esta
trinidad; no hay más que un Dios, el que Mahoma debe anunciar”. Así
se esfuma toda diferenciación en el mundo, así se oscurecen nociones
que debían ser conocidas, y, en razón de este hecho, nuestra medicina
ha adquirido un carácter árabe-islámico. La humanidad europea se
había debilitado demasiado como para descubrir. Hoy día todo esto
debe ser conocido so pena de ver a la humanidad perecer. Y pueden
Uds. decir:

Percibe en la medida de la fiebre


El don espiritual de Saturno.
Percibe en e! número del pulso
La fuerza anímica del Sol.
Percibe en el peso de la sustancia
La fuerza formadora de la Luna.
Y en la voluntad de curar
Percibirás la necesidad de curación de la humanidad’

Miren, si perciben el mundo desde este ángulo se recoge en el corazón.


Se desarrolla un sentido para esta tendencia que nace en toda vida
humana e impulsa a la individualidad venida de una vida anterior a
adueflarse de lo que le aporta la herencia en forma de modelo. Ya les
he hablado de ese combate que se libra entre lo que se ordena conforme
al modelo y el segundo organismo. Ante un hombre en quien sentimos
en superficie este trabajo de modelado, sabemos que el elemento activo
es esa individualidad procedente de una encamación anterior.
Realmente es así: quien pone su corazón y su alma en estas nociones es
el más apto para sentir o presentir lo que procede de encamaciones
anteriores en un enfermo. ¿En qué se asientan, pues, las manifestaciones
mórbidas? En el hombre sano se distingue la organización cefálica, que
ya externamente está separada del resto del organismo. La cabeza es un
alojamiento óseo que encierra al cerebro. Lo que sigue a la cabeza está
también rodeado de huesos y existe por sí mismo. El resto del hombre
está unido a ello. En la organización sutil del hombre también hay una
separación entre estas dos partes. Esto no puede evidenciarse fácilmente
mediante la anatomía y la fisiología exteriores, pero es muy importante
tenerlo en cuenta en la

16 arcángel Gabriel.
17 FübJe in des Fiebres Afass
Des Safurns Geistesgabe.
Fühle in des Pulses Zahi
Der Sonne Seelenkrafl.
Feble in des Stoffes Gewichi
Des Mondes Formenmachi.
Dan schauest du in deinem Heiien
transformación de las sustancias alimenticias que, como tales, no
penetran en la organización cefálica, ni siquiera en el sistema nervioso.
Hay un límite preciso que no debe ser franqueado. Pero ¿por qué no
debe ser franqueado? Miren Uds., lo que actúa más intensamente en la
organización cefálica desde el comienzo de la vida humana son las
fuerzas que provienen de vidas anteriores, fuerzas que se han
conservado entre la muerte y un nuevo nacimiento. La fuerza de
individualidad de un niño emana de la cabeza, pero no debe extenderse
al resto del organismo sin ser filtrada. De ahí la necesidad de un filtro,
de un estrato intermedio que no es exteriormente visible, pero que existe
en la organización. Nada desciende sin ser filtrado. No conviene que el
pulmón o el hígado, como elementos orgánicos, se sometan a la
influencia inmediata de las fuerzas que proceden de las encarnaciones
anteriores; no lo soportarían y desencadenaría algo horroroso. En el
período entre la muerte y un nuevo nacimiento, esta individualidad
humana metamorfosea las fuerzas del puhnón, parcialmente también las
del hígado, y las del sistema rítmico en organización cefálica. La
organización del metabolismo y del movimiento se le incorpora desde
el exterior. No le está permitido a la individualidad humana —ella es
eterna- penetrar ahí hasta después de la muerte, cuando su sustancia
fisica ha sido desechada. Si durante la vida la individualidad penetrara
indebidamente en estos órganos, se producirían lesiones.
Abordando algunos estados patológicos con cierta devoción se podrá
decir: la individualidad que procede de la existencia antenor, carente de
una separación correcta, actúa sobre tal órgano, que debería
experimentar únicamente la influencia de la existencia actual. Esta
individualidad, que debería exteriorizarse solamente en el terreno
moral, kármico, que debería atenerse a lo que el hombre hace y
expermienta y no debería tocar a la organización de la parte
pnncipalniente terrestre del hombre, esta individualidad actúa en parte
en su sistema metabólico-motor, en parte en su sistema rítmico, y en
parte en su sistema nervioso porque el límite se ha vuelto defectuoso.
Saber que la individualidad actúa en el pulmón modifica nuestra actitud
frente a un ser humano. La presencia de un tuberculoso despertará en
mí una compasión muy concreta por el hecho de que nuestra época
materialista desvía al hombre de su karma, le impide vivir su destino y
le conflna moralmente a una existencia corporal desprovista de
espiritualidad. En lugar de orientarla hacia el terreno moral, nuestra
época inhibe a la individualidad, que acomete entonces contra los
órganos, principalmente el pulmón, girando esa parte, normalmente
orientada hacia el exterior, hacia el interior del sistema metabólico-
motor. La corporalidad sufre inmediatamente la influencia del yo de la
individualidad que procede de encarnaciones anteriores. En esto no es
tanto el aspecto histórico lo que importa como el hecho de sumirse en
este estado anímico. Así nacerá esa voluntad de curar que responda a la
necesidad de curación del hombre. En nuestra época de cultura
materialista, el que cura está muy claramente separado del que busca la
curación. El contacto no se establece, pues requeriría de un sentimiento
comprensivo para con lo que es eterno en el hombre. Es a partir de este
sentimiento como se desarrolla la justa relación entre el terapeuta y el
enfermo; se aprenderá entonces a individualizar, pues cada ser humano
tiene su propio karma. Es necesario individualizar el proceso
terapéutico.

Esto debe ser acogido en el corazón. Al permitir que actúen en nosotros


estas nociones, éstas ejercen una acción esotérica, y lo que se halla en
el evangelio de Lucas contiene todo lo que necesitamos para progresar
en este sentimiento. Con total objetividad fueron creadas cuatro
facultades: una facultad de San Lucas, una facultad de San Mateo, una
facultad de San Marcos y una facultad de San Juan. Pero actualmente
ya no se perciben estas relaciones, pues lo que reina es el arabismo,
particularmente en la medicina. Se manifestará una cristianización
cuando volvamos a los aspectos cósmicos. Como médicos también han
de ser conscientes de su posición cósmica. Lo anterior les muestra hasta
qué punto cooperan en la estructura humana las fuerzas directrices
lunares. Cuando estas fuerzas actúan demasiado irregularmente hay que
estar atentos y saber que se podrá obtener la curación separando esta
parcela de irregularidad que causa estragos en la estructura, lo que se
consigue cuando la conciencia cósmica juega su papel en el tratamiento.
Por lo demás, no hay que perder de vista el conjunto; conviene crearse
un punto de vista, ver el asunto desde el exterior. Con el ojo no pueden
verlo desde el exterior. Lo que nos permite verlo todo desde el exterior
nos permite también adquirir conceptos claros, siempre que no
introduzcamos inmediatamente la abstracción en ellos. Nuestro corazón
debe asociarse al pensamiento. No debemos ni enredarnos en nuestros
conceptos ni excluir el corazón de nuestro pensamiento abstracto. Para
ser hombres necesitamos el ser entero; por tanto, es necesario que el
corazón también piense. Debemos aspirar a no penetrar en el mundo a
través del pensamiento abstracto, como hace, de hecho, el pensamiento
actual. Debemos ser conscientes de la necesidad de profundizar con
nuestro pensamiento, de asociarle siempre el corazón. Debemos
conocer lo que, procedente del corazón, se enlaza con el pensamiento;
volver a aprender a manejar el caduceo, y, para ello, pasar de la Luna a
Mercurio. Esto es lo que yo tenía presente respecto a la vida cultural en
mis conferencias sobre Rafael’ el Mercurio cristiano. Imprégnense de
estas ideas y tendrán el sentimiento justo de los impulsos que necesitan
para su actividad de jóvenes médicos. Por todo el mundo se ve bullir lo
contrario de lo que se debería hacer, y lo que en estos últimos tiempos
ha aparecido en el plano médico es horroroso. Quiero hablar de los
seguros de enfennedad que conducen a la exclusión del médico. Ya no
son los médicos quienes actúan, digamos, en Alemania, sino las
abstracciones. En realidad es el médico quien cura, y no la ciencia
médica; pero se cree que la ciencia médica flota en alguna parte, en el
aire, fuera de los hombres. Ya no se tiene en cuenta al hombre y se
golpea frontahnente al karma. Pues el kanna no actúa ciegamente al
situar a un ser frente a otro. Muy al contrario, la libre elección del
médico es un factor kármico. Pero en la institución puramente
arimánica de los médicos de seguro, el karma está completamente
eliminado y la enfermedad enteramente expuesta a las entidades
arunánicas que combaten el karma. Si volvemos a encontramos otra
vez, les diré cómo las fuerzas arimánicas se agarran a ella para asesinar
el karma, para conseguir su fin. Esto se manifiesta abiertamente en el
sistema de seguros y en la supresión de la libre elección del médico. Se
ha llegado incluso a hablar de “oficio de médico” en el texto de ley
relativo a los seguros; esta frase traduce bien la atmósfera de los seguros
y el concepto que se tiene de la medicina.
Esta enfermedad de la cultura es la propia de nuestra época; estos
síntomas se manifiestan en los terrenos más vanados; convendría que el
médico contribuyera también a su curación. Pero por el lugar que él
mismo ocupa allí donde esta enfermedad causa los máximos estragos,
está incapacitado para actuar. Las causa de ello es esa horrenda
institución que son los seguros de enfermedad. Ciertamente, también
tienen su lado bueno, y, como todo lo que en el mundo busca inducir al
hombre al error, ha de ser relumbrón para no disgustar demasiado. El
diablo, cuando se manifiesta, se disfraza siempre de ángel. Quien, en
una visión, perciba al diablo en forma de diablo, puede estar seguro de
que no es él, pues aparece siempre con aspecto angélico. Cuando la
enfermedad de la cultura concentra sus ataques en el médico, toda la
cultura se vuelve enferma. También conviene que tengan Uds. en
cuenta que su karina no sólo les instiga a actuar en el terreno médico,
sino en el terreno del organismo social enfermo.

Sírvanse formular sus preguntas y mañana volveremos a encontramos.


Podremos completar lo que he expuesto hoy y que era necesario que
supieran; les corresponde ahora a Uds. asimilarlo.

Percibe en la medida de la fiebre


El don espiritual de Saturno.
Percibe en el número del pulso
La fuerza animica del Sol.
Percibe en el peso de la sustancia
La fuerza formadora de la Luna
Y en la voluntad de curar
Percibirás la necesidad de curación de la humanidad.
QUTNTA CONFERENCIA
Dornach, 25 de Abril de 1924

Queridos amigos:
Hoy completaré las consideraciones anteriores y después abordaré el
tema general al que se refieren sus preguntas. Es bueno no considerar
lo que diré ahora más que después de haber tenido conocimiento de lo
que he expuesto anteriormente. Las verdades de orden general no deben
situarse al comienzo de la exposición. Hasta después de cierta
preparación no se puede pasar a lo general, que cobra así su verdadero
sentido. Representémonos los cuatro elementos constitutivos del
hombre; cada uno tiene su estructura particular. El cuerpo fisico y el
etérico tienen una estructura espacial-temporal; el cuerpo astral y el Yo,
una estructura puramente espiritual. Podemos representar esto diciendo:
esta última estructura no es ni espacial ni temporal; el espacio y el
tiempo han desaparecido. Sin embargo, puedo hacerme una imagen de
esta estructura espiritual, tener una representación de ella, gracias a la
conciencia imaginativa. Recuerden, no obstante, que tenemos, por una
parte, una estructura fisico-etérica totalmente separada de la estructura
espiritual- psíquica durante el sueño, y por otra, esta estructura
espiritual-psíquica.

Si observamos al hombre dormido, estamos en presencia, por un lado,


de una estructura fisico-etérica en el durmiente que ha separado a su Yo
y a su cuerpo astral, y por otro, una estructura psico-espiritual distinta.
Estas dos estructuras, estos dos complejos, difieren considerablemente
el uno del otro. La estructura fisico-etérica se diferencia en órganos
aislados, habiendo hecho salir el organismo, de alguna forma, los
órganos aislados del centro vital. La estructura del astral y del Yo han
sido más bien empujadas desde el exterior hacia el interior, un poco a
la manera de una invaginación. Esta invaginación habilita un espacio,
crea un vacío tanto en el espacio como en el tiempo, y eso es lo
importante. Lo importante es esa diferencia fundamental entre las dos
estructuras, fisico-etérica y psico espiritual. Ahora bien, en el hombre
tal como se manifiesta en el mundo en el estado de vigilia, lo espiritual-
psíquico —Yo y cuerpo astral- se inserta — el término no es para nada
adecuado, pero permite hacerse una idea de lo que sucede- en la
organización fisico-etérica. Los dos complejos se interpenetran hasta
cierto punto. En todo órgano fisico calentado, trans-ilwninado e
impregnado también de vida por el cuerpo etérico —en todo cuerpo
fisico de un hombre despierto-, la organización del Yo y la organización
astral ejercen su influencia. Imaginen ahora que la organización del Yo
y la organización astral imponen su propia estructura a un órgano; dicho
de otra manera, un elemento que debería tener una estructura fisico-
etérica adopta una estructura espiritual, se convierte en reflejo de la
organización astral y de la organización del Yo. Ésta es, en principio, la
causa general de las enfermedades fisicas; en una cualquiera de sus
partes o en su conjunto, el cuerpo humano se vuelve demasiado
espiritual. He ahí por qué una observación llena de solicitud del hombre
enfermo alumbra tan claramente la estructura espiritual del ser humano.
Antaño se tenía esto muy presente. En otros tiempos se sentía la
naturaleza humana de forma muy diferente a como se hace ahora, se
tenían ideas más vigorosas del hombre. También, si se estimaba
necesario para el bien de su alma, contaminada de herejía, se le
quemaba. Se quemaba a los herejes — eso es lo que se pretendía- por
la salud de su alma, a fin de liberarles de lo que, tras la muerte, les
hubiera expuesto a los peores tormentos. Lo que primitivamente
derivaba de una cierta videncia se tomó posteriormente en barbarie.

Se tenían ideas más vigorosas respecto al hombre y se llegaba, por


ejemplo, a administrar a un sujeto considerado sano una determinada
preparación a base de melisa. Esto introducía en su conciencia una
ligera tendencia al ensueño y suscitaba en él discretas imaginaciones. O
bien se le trataba de cierta manera con beleño, lo que le disponía en alto
grado a inspiraciones. Estas investigaciones mostraban, por ejemplo,
que el beleño estimula el plexo solar y lo espiritualiza. Cuando se
administraba un jugo de melisa se observaba realmente un fuerte influjo
del cuerpo astral y de la organización del Yo en el plexo solar, o incluso
un ligero —pero muy significativo- acrecentamiento de la irrigación
sanguínea del cerebro, porque la organización del Yo ejerce una fuerte
influencia en el cerebro. Se experimentaba así al hombre completo,
investigando cómo podía llegar a ser más espiritual, cómo podían
hacerse más espirituales sus órganos aislados. Es un prejuicio creer que
pensamos con la cabeza; esto no es en absoluto verdad. Pensamos con
nuestras piernas y nuestros brazos, y la cabeza observa lo que sucede
en las piernas y en los brazos y lo eleva al pensamiento en forma de
imágenes. Lo dije durante el curso de Navidad: no podríamos conocer
las propiedades del ángulo si no anduviéramos; no podemos conocer las
leyes del equilibrio más que graçias a nuestro propio centro de gravedad
cuando paseamos subconscientemente. Cuando abordamos el cuerpo
astral, que trabaja en todo el contenido del subconsciente de tal modo
que puede parecer completamente insensato en el mundo fisico, se
revelará extraordinariamente sabio. Pues toda la geometría que, por
ejemplo, se manifiesta al andar o al tactar, es conocida a fondo —
perdónenme la paradoja- por el inconsciente y percibida por el cerebro.
Ahora bien, cuando la organización espiritual-psíquica ejerce
demasiado influjo en la organización fisico-etérica, aparece la
enfermedad fisica. Antaño se estudiaba el espíritu en el órgano fisico,
pues todo lo que se calificaba como don de lo alto es precisamente
espiritual, psicoespiritual. Pero hay que distinguir lo que el hombre
recibía como don de lo alto por vía espiritual. Esto se denominaba
precisamente un don. Pongamos un ejemplo: la belladona.

Son habitualmente el fisico y el etérico quienes actúan en la planta. Por


el contrario, en la belladona, el cósmico-astral actúa muy intensamente
desde el exterior, y en todas partes en donde lo espiritual o lo astral, e
incluso lo que en cosmos corresponde al Yo, actúa en la planta o en el
animal, se forman venenos en oposición a los dones espirituales. Son,
sin embargo, correlativos a lo espiritual, pues sobrepasan a la planta y
al animal por su naturaleza cósmico-astral. Cuando, gracias al beleño,
transferimos el astral, es simplemente lo que vive en el envoltorio
calórico de la tierra limitando con la atmósfera lo que transferimos al
plexo solar, y, con él, al diafragma. Por el contrario, cuando tomamos
melisa, que, a decir verdad, no es un veneno, obtenemos ese efecto
discreto de lo espiritual que se traduce por un ligero torpor. Se podría
decir que en la melisa el veneno está en estado naciente. Esto nos lleva
a la regla: una afección fisica es el resultado de una espiritualización
excesiva del organismo fisico o de una de sus partes. Pero todavía puede
suceder otra cosa. Puede pasar que en el estado de vigilia la estructura
psico-espintual se instale demasiado sólidamente en un órgano fisico,
sin imponerle, no obstante, su estructura, sino al contrario, recibiendo
ella el influjo de la estructura fisica. También puede suceder que, en el
estado de sueño, el cuerpo astral y el Yo se conviertan en reflejo del
cuerpo fisico-eterico, adquiriendo interiormente la estructura de éste.
Estas dos clases de irregularidades que aparecen en el hombre se
distinguen esencialmente incluso a la observación. En un enfermo, el
órgano afectado se espiritualiza notoriamente. Se vuelve más
transparente, aparece como atrapado por la espiritualidad desde el
exterior, desde la superficie. Mucho antes de que se puedan constatar
modificaciones en su tez, etc... podríamos decir que el enfermo se
muestra transparente a la mirada oculta, y lo psíquico-espiritual penetra
en esta transparencia. En el caso contrario, cuando es lo espiritual-
psíquico quien adquiere la estructura del fisico-etérico, se observa
durante el sueño que lo psico-espiritual toma el aspecto de un fantasma,
un leve fantasma del cuerpo fisico, y permanece así, pareciéndose a su
cuerpo fisico. Se convierte, en efecto, en un espectro de su cuerpo fisico.
Y las burdas experiencias a las que se entregan los espiritistas,
referentes a pretendidas apariciones, se basan todas —esto es
efectivamente lo que sucede de forma no aparente- en un debilitamiento
de lo espiritual-psíquico provocado en el médium. Es patente. El cuerpo
astral y el Yo debilitados pueden entonces adquirir la forma de los
órganos, hasta el punto de hacerlos visibles en la oscuridad en las que
estas prácticas tienen lugar. Estas manifestaciones son, pues, reales pero
nocivas. Ahora bien, las llamadas enfermedades mentales proceden del
hecho de que lo psíquico-espiritual —cuerpo astral y organización del
Yo- adoptan la estructura del fisico-etérico. Y se puede decir: las
enfermedades fisicas se deben a una espiritualización del organismo
fisico o de sus partes; las enfermedades mentales, a una estructuración
del astral, de la organización del Yo o de una de sus partes, en el seno
del fisico o del etérico. Esta es una verdad de tipo general, de un alcance
considerable para el conocimiento del ser humano.
Por lo demás, todo esto está relacionado con preguntas planteadas por
algunos de Uds. respecto a la medicina y la pedagogía. Pues en la
organización infantil se dan todos los grados entre estos dos extremos.
En un niño, la organización astral y del Yo tienden a espiritualizar el
cuerpo fisico; en otro, tendería a adoptar la forma del fisico-etérico;
entre ambos se dan todos los grados intermedios. Este principio básico
se expresa en los temperamentos. Cuando el cuerpo astral y la
organización del Yo tienen una propensión demasiado fuerte —aunque
no hasta el punto de entrañar locura- a adoptar las formas del cuerpo
fisico o etérico, están Uds. en presencia de un temperamento
melancólico. Por el contrario, si el cuerpo astral y la organización del
Yo tienen una fuerte tendencia a imponer su estructura al cuerpo fisico
o etérico, estamos ante un temperamento colérico. El flemático y el
sanguíneo se sitúan entre ambos. En el flemático, el cuerpo astral y la
organización del Yo tienden a adoptar, pero de manera menos
vehemente, la estructura del cuerpo fisico, y sobre todo la del cuerpo
etérico. En el sanguíneo, la vitalidad del etérico es fuertemente
influenciada por el cuerpo astral. Esta es la expresión de estos procesos
en los temperamentos. Lo que servirá como línea de conducta para los
médicos en los casos extremos —la forma en que se articulan lo
espiritual- psíquico y lo fisico-etérico- servirá también de regla para los
pedagogos en los casos latentes. Así, pedagogía y medicina se
complementan mutuamente. Se trata de que Uds., queridos amigos,
adquieran lo más posible la conciencia imaginativa en la observación
del hombre. Veamos todavía algunas indicaciones más sobre este tema.

Uds. conocen perfectamente la estructura humana en el estado


embrionario, al menos gráficamente. Hasta ahora se han esforzado, en
la medida de lo posible, en hacerse una representación de sus primeras
etapas y de sus transformaciones posteriores. Pueden, pues, hacerse una
imagen coherente del hombre en el estado embrionario. A continuación
se pueden hacer una imagen coherente del hombre en la etapa infuntil.
Deben intentar intensificar tanto como les sea posible la primera y la
segunda imagen, de forma que puedan realmente palpar con el
pensamiento, de manera que tengan realmente la impresión de palpar el
embrión con el pensamiento, seguir sus formas interiormente. A
continuación, agranden con el pensamiento este embrión hasta el
tamaño del niño que están observando con la misma intensidad. Hagan
coincidir entonces, metamorfoseándola, la imagen del embrión con la
del niño. Si lo hacen realmente, experimentarán algunas dificultades
interiores. Llegarán a decirse: si agrando la cabeza embrionaria hasta el
grado infantil, se hará demasiado grande y me veré obligado a
estrecharla; también conviene que haga interiormente que se cristalice,
que se coagule, todo lo que en el embrión está en estado líquido, todo
lo que pertenece al hombre-agua, a fin de que se convierta en cerebro.
A continuación se ocuparán del estado embrionario de los miembros;
los estirarán, les darán forma; se dedicarán a ejercer interiormente una
actividad modeladora para hacer coincidir los miembros informes del
embrión con los del niño.

Pueden seguir este camino y hacer la misma experiencia entre el niño y


el adulto. Esto resulta más dificil. Las diferencias entre el embrión y el
niño son muy grandes y exigen una gran actividad interior. Pero cuando
comparan al niño con el hombre maduro, las diferencias son menos
notorias y se hace más dificil adaptar el uno al otro. Si lo consiguen,
nacerá en Uds., relativamente rápido, una verdadera imaginación del
cuerpo etérico humano. Presten atención:

- el periodo embrionario-

Traslada el primer periodo


A la edad infantil,
Y la edad infantil
Al período juvenil.
Entonces, el etérico del hombre
Se te aparecerá condensado.
Como telón de fondo del cuerpo-

- del cuerpo fisico en su estructura-

He aquí un precepto que pueden utilizar, como los que les di ayer y
durante el primer curso. Sen embargo, sean Uds. conscientes de que la
conciencia imaginativa no se adquiere sin esfuerzos. No la pueden
obtener mágicamente, sino que la han de conquistar mediante un
intenso trabajo.

Pueden dar aún un paso más. Intenten representarse a un anciano, un


anciano esclerótico. Los ancianos están esclerosados en cierto grado.
Intenten tener el sentimiento de palpar a ese anciano esclerótico. Esta
palpación espiritual les dará la impresión de que el anciano está, en
cierto modo, hueco. Cuando lo palpan espiritualmente, el anciano no
debe darles la impresión de ser más denso, más duro, sino al contrario,
como de aspirar. La palpación espiritual da la misma impresión que
cuando se pasa el dedo por magnesita (espuma de mar) o por arcilla,
una impresión de aspiración. Esta es la impresión que les da el anciano
esclerosado. Conviene desarrollar esta sensación táctil, esta impresión
en relación con la observación. La observación no le concierne sólo al
ojo, sino que se puede manifestar en todos los sentidos, incluso en el de
la vida. Si comprenden esto tendrán esa impresión de aspiración en la
compacidad de la ancianidad. Igual que han hecho en el caso anterior
para el período embrionario, procedan ahora al traslado, pero en sentido
inverso. Represéntense al hombre maduro, no aspirante, sino al hombre
en la flor de la vida, y trasládenle lo que han palpado en el anciano.
Cuando trasladaban la estructura embrionaria a la del niño realizaban
una metamorfosis espacial; ahora, que el anciano se les presenta como
un ser hueco que aspira incesantemente, tienen que proceder, cuando lo
trasladen a la edad madura, como si intentaran llenarlo de fuerza.
Mientras que anteriormente, en esta fase de vida desbordante, sentían
una especie de discreta parálisis, el anciano, cuando se le hace
retroceder, renueva fuerzas en sus huesos y en toda la estructura de su
organismo sólido. Conviene prestar una gran atención a esta
transposición interior; trasladen luego la edad madura a la juventud.
Vuelve a ser más fácil. Se representarán a un hombre con el rostro ya
arrugado y dejarán que se funda en un joven mofletudo; así se
equilibran. Si lo consiguen tendrán la impresión de que el cuerpo eterico
es recorrido por olas y comienza a resonar. De esta manera llegamos a
tener la impresión del cuerpo astral en el hombre. He aquí un precepto
que les permitirá acceder a la inspiración:

Traslada la densidad de la vejez


A la edad madura del hombre.
Y la edad madura
A la vida juvenil.
Oirás resonar
En sonidos universales
El juego del alma humana

• por tanto, del cuerpo astral

Partiendo de la vida del éter.

Deducirán de lo que les he dicho que las indicaciones relativas a la


meditación no se dan autoritariamente, sino fundadas en lo que la propia
meditación permite discernir. Lo que se desea poner de forma justa
como objeto meditativo no ha de ser tratado autoritariamente, como se
hacía antiguamente en Oriente, en que la educación y el desarrollo del
niño y de la ancianidad se fundaban en bases muy distintas de las
nuestras. Entre nosotros, a aquel a quien se le proponen meditaciones
las recibe con total conocimiento de causa de lo que tiene que hacer por
sí mismo. El Oriente, el niño era dirigido por su dadc»; el niño era
educado e instruido según su manera de vivir. Ela adulto que quería
progresar tenía su gurú; estaba a su merced y este último le daba por
toda regla: las cosas son así, hay que experimentarlas. Esta es la
diferencia. En nuestra civilización occidental se apela a la libertad para
que el hombre sepa lo que hace.

Podemos incluso captar cómo nace la inspiración cuando observamos


con sentido común cómo actúan las enfermedades fisicas y las
enfermedades mentales, y cuando somos capaces de sintetizar lo que he
explicado hoy. Si progresamos un grado más en comprender lo que hay
que hacer en la meditación interior, llegaremos al límite de lo que
permite alcanzar el razonamiento. El sentido común —la razón- permite
captar todo lo que emana de la Antroposofla. Allí donde comienza lo
que ya no es accesible a la razón, ésta alcanza sus límites y se encuentra
como al borde de un lago cuya orilla, cuando se mira a lo lejos, es
también un límite. La razón conduce realmente a esto. No caigan
víctimas de la calumnia, acusándoseles de difundir una visión del
mundo mística y oscura, puesto que esta visión es accesible a la razón.
Cuando un día, en Berlín, dije esto, se me opuso un artículo que se
refería a mi conferencia: la razón sana es incapaz de comprender el
mundo espiritual, y quien comprende algo de él es un enfermo, no está
sano. Esto me han objetado.

Querría añadir aún unas palabras sobre su situación particular: por


razón de sus estudios médicos están Uds. obligados a examinar la
naturaleza humana en profundidad, por muy jóvenes que sean. Deben
tomar completamente en serio la finalización del Kali Yuga, la entrada
en una era de luz, incluso aunque la humanidad viva aún, debido a su
inercia, en la oscuridad. Del universo espiritual irradia una claridad, y
como hombres penetramos en una era de luz. Ahora bien, la juventud
está predestinada a acostumbrarse a ella. Y si la juventud; con toda la
seriedad que esto implica, toma conciencia de las razones que la han
hecho nacer precisamente al comienzo de la era de luz, encontrará, en
distintos grados, la posibilidad de adaptarse a lo que exige el sentido de
la evolución humaun. Esta requiere exactamente, si queremos
comprender el mundo, que en todas las situaciones nos giremos hacia
el hombre, del mismo modo

21 Rudolf Steiner’ “Curso de Euritmia de la palabra”: en Oriente, el


educador es quien lo designa todo, quien muestra las cosas: “da-da”, de
ahi el nombre de “Dada”.

que antes se volvían hacia la naturaleza y consideraban al hombre un


conjunto de fuerzas y de procesos naturales. Poco a poco llegaremos a
comprender al hombre y a enfocar los procesos naturales aislados como
una especialización de lo que sucede en el hombre. Cuando esto llegue,
nacerá en el corazón del hombre una determinada cualidad íntima de
los sentimientos. Esto ya se ha intentado, pero de forma alborotada.
Piensen en la manera en que la juventud ha idolatrado a la naturaleza,
cuando aparecieron los movimientos juveniles de la era de luz. Esto era
una abstracción, si bien sentida como algo vital. Por el contrario, el
desarrollo espiritual del joven debe conducir a una cierta intimidad de
los sentimientos en sus relaciones con el universo, y lo que recibe en el
plano espiritual no debe ser ya una ciencia para su intelecto. Pero nos
quedamos fríos, siempre nos hemos quedado fríos; en cambio, la
ciencia debe adquirir una forma de tales características que en cada de
una de sus etapas el hombre se transforme en sus sentimientos y en su
corazón, y recupere el conocimiento de lo que ha sido olvidado.
Conocíamos la naturaleza mucho antes de descender al mundo fisico,
pero entonces tenía otro aspecto. Hoy día se mata lo que en el joven
proviene de una existencia anterior, orientándolo hacia una manera de
ver exterior y burda. Si volvemos a considerar la visión sensorial
exterior como un antiguo conocimiento procedente de la existencia
anterior en la tierra, aparecerá el sentimiento en el saber, en el
conocimiento. Esto ha de unirse a una corriente sanguínea —a una
corriente sanguínea espiritual- que viene a irrigar la vida científica, y,
de forma más general, la educación, la instrucción. Es ésta intimidad
con lo real la que hay que adquirir en la ciencia.

En este sentido, nuestros contemporáneos tienen la cabeza


verdaderamente dura. Miren, yo he intentado relativamente pronto
mostrar que el hombre, tal como se sitúa frente al mundo sensible, no
percibe más que la mitad de la verdad, que no percibe la verdad entera
si no asocia la realidad sensorial a lo que nace en él. Tuve que comenzar
por esto porque los tiempos eran muy diferentes de lo que son
actualmente. El terreno tenía que ser preparado primero. Tuve que
exponerlo de forma epistemológica. Si leen mi obra “Verdad y Ciencia”
verán que intenta hacer que renazca en el sentimiento lo espiritual que
surge de las profundidades. Es un primer paso hacia esa intimidad en la
actitud científica, sobre todo cuando se aborda el mundo con calor de
corazón. El médico, más que otros, tiene la posibilidad de llevar a cabo
esta experiencia íntima de la realidad; sencillamente porque es médico,
es el más idóneo para corregir la tendencia a la abstracción de los demás
movimientos juveniles, de aquellos a quienes el destino no ha
conducido hacia la medicina. Como joven interiormente vuelto hacia la
medicina puede profundizar en los temas médicos, como lo hemos
hecho aquí; no se podría haber hecho con otros, por ejemplo, con un
estudiante de derecho, ese pobre diablo entregado a la jurisprudencia.
Hasta comienzos del siglo XVIII la medicina tenía aún una onza de
espíritu, pero éste ha abandonado al derecho desde la alta Edad Media.
No podemos ni imaginamos siquiera que espíritu podría haber ahí,
donde no se ven más que artículos. Ciertamente, el médico, por ser el
primero en entrar en la vida concreta, puede ejercer una influencia
extraordinariamente favorable en la juventud.

Por eso sería bueno que los grupos aislados que se han formado en el
movimiento juvenil antroposófico, fueran sostenidos precisamente por
los médicos. Es necesario, evidentemente, tener en cuenta las realidades
kármicas. Así, el grupo de Tübingen, que lleva a cabo un trabajo
pedagógico, se beneficiaría enormemente de la presencia de un médico
que aportara sus conocimientos en el plano médico. Este grupo de aquí
está temporalmente dirigido por un médico, lo que será provechoso. Por
otro lado sería bueno, si tienen Uds. la posibilidad, que colaboraran con
el trabajo pedagógico en el movimiento antroposófico. Si el impulso es
serio, no hay ningún impedimento. No se le puede dar a todo el mundo
la enseñanza que se imparte en el seminario pedagógico de la escuela
Waldorf, pero si alguien se interesa por ello seriamente nada impide que
se le den a conocer los cursos de este seminario, a condición de que
dicha enseñanza sea enfocada desde el ángulo médico y se impregne de
la idea de que, en el pasado, curación y educación estaban
estrechamente emparentadas.

Tengan muy en cuenta que en el momento actual estamos


completamente alejados de la idea de que el hombre es un ser que viene
al mundo cargado de pecados, pues la concepción moderna ignora todo
significado del pecado. ¿En qué se condensa la noción de pecado? Lo
que les he mostrado estos últimos días sobre la ley de la herencia se
encuentra en el pecado, en el pecado original. Y el hombre también ha
de triunfar sobre el pecado individual en la segunda mitad de la
existencia; debe triunfar sobre el modelo manchado de pecado
transmitido por la herencia; podríamos decir inc’uso —según la antigua
concepción-, sobre el modelo mórbido, enfermizo. Pues si el hombre
conservara como cuerpo lo que actúa en su modelo hasta el cambio de
dentición, silo arrastrara con él toda su vida, pasados los nueve años se
cubriría de eczemas supurantes, se llenaría de úlceras como un leproso,
y la carne y los huesos se le desprenderían en el caso de que
sobreviviera. El hombre nace enfermo, y educar significa reconocer y
guiar lo que trabaja según el modelo e inducir una ligera curación.
Cuando conciban la educación la deben considerar como terapeutas, y
deben participar en la vida de los movimientos juveniles siendo
conscientes de esto. Evidentemente, propondrán remedios espirituales,
pero sin dejar de actuar intensamente en el fisico cuando el niño tenga
una tendencia patológica. Y en el fondo, la pedagogía también es un
arte de curar, pero en otro plano. Por otra parte, es extraordinariamente
dificil obtener la curación cuando un enfermo no extrae ningún
beneficio de la línea de conducta que se le propone encaminada a
despertar su conciencia, sobre la manera de enfocar su
enfermedad, sobre su pesimismo o su optimismo frente a la vida,
cuando no es verdaderamente posible ejercer en él una influencia
pedagógica.

Cuando el enfermo —no voy a decir que tiene una fe ciega en el


remedio, sería exagerado- siente que el médico, por su individualidad,
está penetrado de la voluntad de curar, esto provoca en él un reflejo y
le despierta la voluntad de recuperar la salud. Este reencuentro, este
choque entre la voluntad de curar y la de ser curado, juega un
considerable papel en la terapéutica, y constituye, podríamos decir, un
reflejo de la pedagogía. A su vez, la pedagogía es el reflejo de la
curación. En la época actual muchas cosas dependen de un encuentro
que comporte un grado preciso de conciencia. Si la juventud médica
encuentra a la otra juventud en un estado de conciencia adecuado,
tendrá una influencia benéfica sobre ella. Pero es absolutamente
necesario aguzar la conciencia en ambas direcciones.

He vertido todo lo anterior en sus corazones y en sus almas muy


gustosamente, y he experimentado mucha satisfacción por su presencia
aquí. Espero que ésta haya contribuido a reforzar los vínculos entre sus
almas y el Goetheanum, y que sientan que es precisamente en el terreno
concreto de la medicina donde el (3oetheanum puede encontrar
hombres capaces de propagar por el mundo lo que aquí se descubre.
Tendrán la exacta conciencia de ello si se sienten parte del Goetheanum
y dirigen con frecuencia sus pensamientos hacia lo que el Goetheanum
quiere aportar al mundo y a la civilización. Estos vínculos del corazón
les resultarán una preciosa ayuda en sus tareas. Con este sentimiento he
tratado para Uds. estas cuestiones más íntimas, y creo que obtendremos
resultados cuando retomen al mundo impregnados del sentimiento que
ha reinado en estas charlas. Así permaneceremos unidos y el
Goetheanum se considerará como un centro con una precisa tarea. De
este modo, el Goetheanum será verdaderamente el Goetheanum, y Uds.,
verdaderos “goetheanistas”. Serán al mismo tiempo los sostenes que el
Goetheanum necesita en el exterior, y yo les pido, en alma y en
conciencia, que sean verdaderos goetheanistas. Así, todo irá bien.
APENDICE

Primera circular consecutiva al curso de Navidad

Goetheanum, 11 de Marzo de 1924

Queridos amigos:

Conforme a nuestra promesa hecha con ocasión del congreso de


Navidad, de teneros al corriente de la marcha de la sección del
Goetheanum, dirigimos esta circular a aquellos que, en relación con
nosotros, se consagran a la medicina. Está animada por el espíritu que
nos reunió con ocasión de los cursos médicos de Año Nuevo.
Desearíamos que cada una de sus palabras se impregne de sentimientos
dirigidos hacia la humanidad sufriente, sentimientos de los que debe
resultar no sólo la entrega, sino la verdadera y necesaria fuerza para la
práctica del arte de curar.

En otro tiempo,
En las almas de los iniciados,
Vivía, llena de fuerza, la idea
De que todo hombre está enfermo por naturaleza.
Se sentía que educar al niño
Era igual que una curación,
Dándole a la vez madurez y salud
Para un destino humano consumado.

Es bueno impregnarse de estos poderosos pensamientos surgidos de la


antigua sabiduría instintiva si se desea preparar el alma para
comprender, en una adecuada actitud interior, en qué consiste la
curación.

No olvidemos que el proceso de curación tiene que concordar con el


alma, pues no se aplica sólo al cuerpo fisico, sino también a aquélla.
Cuanto mejor lo comprendan los jóvenes médicos, más se impregnará
la vida médica de aquello a lo que aspira ardientemente el médico
reflexivo cuando afronta el estado actual de su arte y los límites de éste,
y el enfermo lo sentirá como una gracia, experimentándolo a lo largo
de la curación.

Queridos amigos, en Enero aceptaron Uds. con el corazón de par en par


lo que se les propuso en este espíritu. No olvidaremos lo que decían sus
ojos y sus cordiales palabras. Nos hemos quedado con Uds. en el
pensamiento y nos dirigimos a Uds. por primera vez, en relación con
las preguntas planteadas.

La presente circular se le envía a algunos de Uds., a los cuales les


pedimos que tengan a bien reenviarla a las direcciones que se indican.

Goetheanum, 11 de Marzo de 1924

Respuestas a las preguntas

A una pregunta relativa a las dificultades que se encuentran quienes se


preparan para la medicina, tanto en los estudios universitarios como en
los cursos médicos del movimiento antroposófico, sólo se puede
responder que todos nuestros esfuerzos tienden a alejar
progresivamente estas dificultades a través de las circulares. La señora
Wegman comunicará la meditación calificada como complementaria a
quienes expresaron su deseo de tenerla.

Relativa a los estudios del Goetheanum.

Evidentemente ha de hacerse, en función de las posibilidades, lo


necesario para realizar estudios prácticos. Les pedimos, no obstante,
que no se impacienten. Indicaremos en las circulares la fecha a partir de
la cual será posible inscribirse.

III En cuanto a la fijación de temas determinados por los colaboradores


de la sección médica de la Ciencia Espiritual, haremos observar que
orientaremos gustosamente el trabajo en esta dirección. Será más fácil,
sin embargo, tratar estos temas en la correspondencia individual que en
la circular. Ahí también les pedimos un poco de paciencia; sólo
podemos alcanzar nuestros objetivos paso a paso. Añadimos que en el
futuro las preguntas terapéuticas que atañen a casos concretos serán
tratadas en la circular. Las preguntas de terapéutica general
relacionadas con los cursos médicos anteriores son evidentemente
bienvenidas, así como las que versan sobre problemas fisiológicos o
anatómicos y sobre los estudios y la actitud moral del médico.

IV A los que nos han preguntado si próximamente será posible venir


aquí para participar en los trabajos de la universidad (de Ciencia
Espiritual, N. de T.) —eventualmente después de haber pasado sus
exámenes-, les señalamos que al término de las conferencias de Pascua,
del 19 al 22 de Abril, están previstas entre tres y cinco conferencias a
lo largo de las cuales los interesados podrán obtener directrices para su
trabajo posterior. Tema: El ser humano y la orientación mundial en la
educación y la curación, y las tareas que le incumben a la humanidad
en este terreno.

V La organización de la pro-farmacia con nuestros remedios es


innegablemente deseable, pero actualmente no es realizable, pues la ley
no autoriza al médico a distribuir más que remedios homeopáticos.
Cuando nos encontremos en la misma situación que los homeópatas
(dicho de otro modo, cuando seamos reconocidos legalmente),
podremos hacer lo mismo. Provisionalmente tenemos que contentamos
con obtener los remedios por mediación de las farmacias.

VI A la pregunta sobre si conviene informar al paciente sobre el modo


en que actúa el remedio, podemos responder que la eficacia de un
remedio queda comprometida cuando se toma conciencia de ella. Si
embargo, este obstáculo es menos pronunciado cuando el conocimiento
es de orden puramente intelectual; lo es al máximo si el paciente está
en condiciones de seguir todo el proceso de curación. Esto no debe
llevar a privar al paciente de la información que solicite. Pues lo que se
pierde por causa del conocimiento puede ser reconquistado si el
enfermo da testimonio de un profundo respeto por los métodos
terapéuticos; han de estar muy vigilantes cuando informen.

VII Pregunta relativa al modo de inyectar.


La vía subcutánea es la norma general. Sólo cuando el enfermo no
reaccione a repetidos intentos, se administrarán dinamizaciones
elevadas por vía intravenosa. En este caso conviene vigilar el efecto de
la primera inyección.

VIII En una carta hay dos líneas, una en dirección al raquis y otra
descendiendo desde la cabeza hacia el hueso hioides, el arco maxilar, el
cartílago tiroideo y la región lateral de las costillas. ¿Cuál es el
significado de la dirección de estas líneas?

La segunda línea corresponde a lo que en el animal se forma mediante


el cuerpo astral a partir de las sustancias sólidas. En el hombre, por la
postura vertical, esta línea es oblicua en relación a la vertical. Esta
orientación está provocada por la organización del Yo y de manera que
el Yo terrestre tiende a provocar hipertrofia en el tracto vertebral,
mientras que el Yo en formación que subsiste después de la muerte
orienta hacia la hipertrofia la región cartilaginosa de las costillas y del
esternón. Seres espirituales como Lucifer no han conseguido el grado
humano; por eso, el raquis y el tórax cartilaginoso caen, como pueden
Uds. observar en la estatua de Lucifer: un tórax encrestado y un
desarrollo lateral de las costillas.

IX Con respecto a las cavidades pneumáticas de la cabeza y de su


significado, he aquí lo que podemos decir: la parte física y la parte
etérica de la cabeza están organizadas de tal manera que en ciertos
lugares predomina lo físico, y en otros lo etérico; esto es lo que sucede
en las cavidades. Ellas son las verdaderas portadoras de los
pensamientos, mientras que los lugares físicamente llenos son los
portadores de los procesos vitales de la cabeza, que ahogan la vida del
pensamiento; si esta actividad es demasiado intensa se producen
síncopes y alucinaciones.

X Con respecto a la predisposición a la mediumnidad.


Se basa en una inserción incompleta del astral y del Yo en el etérico y
en el físico del tracto digestivo y locomotor en el estado de trance. A
causa de esto, los miembros y el abdomen se insertan de forma irregular
en el etérico y en el astral circundantes, jugando el papel de órganos
sensorios. De ello resultan percepciones espirituales, pero
paralelamente quedan excluidos los impulsos morales y convencionales
que actúan normalmente en dichos órganos. El ojo ve el azul, pero no
las calumnias. Es extraordinariamente difícil obtener la curación física
de un médium. No se puede conseguir más que con ayuda de
inyecciones altamente dinamizadas de tabaco en una parte de un órgano
sensorial, por ejemplo en el interior de la trompa de Eustaquio o en la
córnea, lo que es extraordinariamente peligroso. La curación psíquica
requiere por parte del sanador una voluntad más fuerte que la del
médium fuera de los trances, y actuar en estado de vigilia.

Xl Respecto a la pregunta de si la interrupción del embarazo que se


lleva a cabo para salvar a la madre causa un efecto en el karma de la
madre y del niño, he aquí lo que hay que decir: los dos karmas se
desvían de su camino durante un corto período, pero rápidamente
reemprenden su dirección primitiva. Apenas se puede, por tanto, hablar
de intervención en el karma. Por el contrario, el karma que se modifica
en alto grado es el del cirujano, el cual debe plantearse la pregunta de
saber si acepta con plena conciencia esta influencia sobre su karma. No
se pueden dar respuestas generales a estas preguntas; todo depende del
caso particular, como tantas cosas en el cultivo de la vida del alma que
también suponen una intervención en el karma y pueden conducir a
situaciones conflictuales trágicas.
XII Una pregunta relativa al aceite de hígado de bacalao.
Se puede evitar prescribirlo si se diagnostican las causas del mal y se
utilizan nuestros remedios:
Waldon 1: Albúmina vegetal y grasa vegetal.
Waldon II: Albúmina vegetal, grasa vegetal y silicato de hierro.
Waldon III: Albúmina vegetal, grasa vegetal, silicato de hierro y
calcárea carbónica.

XIII En las heridas que han tenido contacto con la tierra, es eficaz
Belladona D3OfHyosciamus D15 incluso si sólo se pone una inyección.

XIV Relativo a un diabético de 35 años.


Para éste, lo mejor es indudablemente la cura de romero. Se puede
apoyar con sílice en dilución 10 decimal.

XV Pregunta relativa al tratamiento de los zumbidos en el oído. De


forma general se aconseja Opium D6. En el plano psíquico: si el
enfermo tiene fuerza para ello se le aconsejará transformar en
representación activa —como silos provocara él mismo- su abandono
pasivo a los zumbidos. Esto puede aportar una mejoría al cabo de algún
tiempo. Los zumbidos de oído se deben a un debilitamiento del cuerpo
astral frente al cuerpo etérico en la región de la vejiga.

XVI Respecto a un caso de encefalitis con secuelas.


A este enfermo de 38 años que no reacciona a los remedios utilizados
conviene tratarle inyectándole Agaricus Muscarius D30 y no olvidar de
situar al enfermo en un ambiente alegre después de la inyección.

Firmado: Rudolf Steiner Firmado: Dra. Ita Wegman

Reencuentro del 24 de Abril de 1924 por la tarde

A una pregunta sobre la manera de captar al hombre—agua Mediante


la conciencia imaginativa, R. Steiner responde:
Lo lograrán sólo partiendo del conjunto, y no de los detalles. Sería
conveniente que partieran Uds. de consideraciones generales y que
perseveraran en la aproximación meditativa a lo que he expuesto. Si
consideramos las relaciones globalmente —no hablo más que de lo que
nos puede conducir progresivamente a la representación imaginativa-
encontraremos en la naturaleza la forma de gota. Habitualmente nos la
representamos sostenida desde el interior. No es necesario; nos
podemos representar la gota también como formada por todas partes
desde fuera. En la superficie de la gota se encuentra entonces la unidad
de los límites del universo.

Recuerden también que la representación imaginativa debe fundarse en


lo real y que las representaciones surgidas de la cultura están lo más
alejadas que es posible de la realidad. En la actualidad nos
representamos un espacio infinito en el que están dispersas las estrellas.
Basarse en una representación así es tener en cuenta únicamente
cavilaciones. Acuérdense de esa información aparecida en la prensa —
que debe ser tomada más en serio de lo que se imaginan-: “Se ha
conseguido probar que los espacios cósmicos, a cierta distancia de la
Tierra, no están vacíos sino llenos de nitrógeno finamente cristalizado”.
Como ven Uds., las cosas actualmente son aún tan inciertas que una
hipótesis como ésta es plausible. Ciertamente, no siempre sucede así,
pero esto nos muestra lo superficiales que son las hipótesis admitidas
hasta ahora. Alguien podría un día decidirse a imaginar que vivimos
aquí en un espacio hueco, con la Tierra más densa en el centro, y,
alrededor, el nitrógeno solidificado dándonos la ilusión del cielo
estrellado. Es evidentemente un sinsentido, pero es patente que se puede
hacer, según las informaciones exteriores, cualquier representación de
la configuración cósmica. Ahora bien, esta información, relativa al
nitrógeno cristalizado podría ser muy bien una broma, pero sin embargo
mucha gente se la cree. Apenas es más insensato creer esta información
que estar de acuerdo con lo generalmente aceptado, que constituye una
forma burda de materialismo. Pues, en realidad, el universo se comporta
como una esfera hueca en la que penetraran por todas partes fuerzas
procedentes de la periferia. Es totalmente cierto que estamos en
presencia de estructuras sólidas que se forman desde fuera,
diferenciadas solamente a partir de las estrellas. Así, la configuración
de las estrellas visibles es el arquetipo de lo que sucede en nosotros. De
este modo nos hacemos una imaginación de lo que es la cabeza humana.

Después de haber llevado su mirada a la cabeza humana, consideren la


constitución del pájaro. Compararla sin más —sobre todo, su esqueleto-
al hombre o a un mamífero conduce a una visión errónea. La
constitución del pájaro, de hecho, no puede compararse más que con la
cabeza humana, y ha de verse en ésta una metamorfosis de la formación
del ave, no siendo el resto del cuerpo del pájaro más que un breve
apéndice en su diversidad. Por otro lado, las patas del pájaro siempre
están atrofiadas.

Represéntense ahora la gota estirada en forma de cilindro. Lo que es


diferenciado a partir del cosmos subsiste, pero se modifica de forma
variada por el hecho de que este estiramiento da lugar al tronco.
Envolviendo al tronco hay que representarse la bóveda craneal
atrofiada. Luego hay que representarse a este cilindro invaginándose, lo
que conduce a la tercera etapa, la de los miembros. Lo que yo he
representado, esta éxtensión (R. Steiner había hecho un dibujo) se
produce en primer lugar para los brazos. La segunda extensión crea
entonces una segunda copia suscitada a partir de la Luna. Para
simplificar, dejen los brazos de lado. Pasan Uds. así de la esfera a la
extensión y a la invaginación. Si se habitúan a suscitar estas imágenes
—por extensión e invaginación- dan Uds. un primer paso hacia la
imaginación, acogen el hábito en su alma. Pues toda vida organizada
resulta —lo cual es maravilloso- de extensiones y de invaginaciones.

Partan de nuevo de la esfera; represéntense su alargamiento en


dirección hacia arriba bajo la influencia de las fuerzas periféricas. Aquí,
bajo el hombre, con la Tierra, están Uds. en presencia de las fuerzas
antagonistas que provocan la invaginación. Arriba, el cosmos alarga;
abajo, la Tierra invagina como una vuelta de guante. Mediante la
conciencia imaginativa pueden ahora responder a la pregunta: ¿Qué
pasaría si no estuvieran la Tierra abajo y el cielo estrellado arriba? Así,
cuando den lugar a imaginaciones, no se contenten con modificar la
configuración humana, sino habitúense, pasando de lo sólido a lo
líquido, a considerar al universo como un todo. Represéntense el
elemento líquido luchando contra los contornos muy delimitados,
contra lo
sólido, integrándolos en la corriente universal. De este modo lograrán
percibir en todas partes esa extensión y esa invaginación, encontrar
polaridades.

Uds. saben que la embriología no indica nunca el por qué de los


procesos. Toma como punto de partida el óvulo y se conforma con
constatar las etapas de mórula y de gástrula. Esto también conviene
representarlo de manera real: por un lado, la superficie abre el camino
a la acción cósmica; por el otro, la invaginación, a la acción terrestre.

Consideren una celula superficial de la epidermis. El principio terrestre


que provoca la invaginación continúa en el interior del hombre; lo
líquido es dirigido, puesto en movimiento, y el proceso de invaginación
continúa en todas las direcciones. Se lo pueden imaginar como un
líquido que se coagula. Consideren cualquier órgano bajo este aspecto
y verán por todas partes procesos de invaginación coagulados, fijados,
y, en otras partes, evaginaciones. Llegarán así a la forma de los órganos,
a la percepción de las fuerzas que actúan desde todos lados, y a
considerar a dichos órganos como surgidos de una unidad. Hay que
partir, ténganlo en cuenta, de un punto concreto del elemento plástico.
Ya les he comentado cómo las formas deberían ser captadas a través del
modelado. Sean conscientes de sus impresiones cuando tengan arcilla
en una mano y la aplasten con la otra; tendrán el sentimiento de que un
espacio vacío es un sinsentido. El espacio está por todas partes
diferenciado según las fuerzas operantes, y Uds. aprenderán así poco a
poco a conocer lo que es la plasticidad.

Pero si desean comprender al hombre en su aspecto plástico, es preciso


llegar hasta el fondo de las cosas. Represéntense la esfera, su
alargamiento, su invaginación. Imagínense ahora esta invaginación
sobrepasando el alargamiento, y después, por tres veces, una repetición
del alargamiento y de la invaginación. Esto les lleva a la forma de los
dos pulmones. Llegan así progresivamente a ver la relación entre estas
fuerzas y la constitución interna del hombre. Den un siguiente paso.

Se trata de una representación cuyo significado no se les manifestará


claramente hasta que aparezca el libro: “Fundamentos para una
ampliación del arte de curar”. Captarán ahí la relación entre el órgano
y su función. La función es el elemento fluctuante, lo que se realiza en
el seno del medio líquido. Lo que ha cerrado al órgano sobre sí mismo
es también lo que suscita su función. ¿A qué corresponde entonces el
movimiento de los fluidos del estómago? Se trata, mantenido en estado
fluido, del mismo proceso que, coagulado, ha formado al propio
estómago. Si no fuera así, un órgano no podría ser curado. Uds. no
pueden actuar más que sobre lo que fluctúa, no sobre el órgano sólido.

La sílice tiene la misma actividad que el riñón del hombre. Si yo le


aporto la sílice presente en la cola de caballo suscito en la región renal
un fantasma de este órgano. Este sustituye, en dicha región, a la
actividad astral. Esta actividad elimina la antigua sustancia renal, y a
partir de los líquidos circulantes forma la nueva sustancia que, de todos
modos, se forma en siete u ocho años. Suscitando este fantasma se
acelera el proceso. Es preciso comprender que por todas partes donde
hay órganos, también hay actividad formadora de órganos. Se
introducen Uds. así en el hombre- pájaro. Pero hay más. Si tienen en
cuenta al hombre sólido verán esas pequeñas imágenes que figuran en
los atlas de anatomía, pero Uds. no verán ahí más que al diez por ciento
del hombre. Vayan al hombre-agua, tengan en cuenta los humores
circulantes y la forma en que se concentran, digamos, en el hígado,
cómo se ocupan en construir un hígado a partir de los líquidos. Ahora
bien, cada órgano querría convertirse en el hombre entero; ésta es la
tendencia del hombre fluido en cada órgano. Si Uds. extirpan un hígado
permanece siendo un hígado, pero si extirpan el líquido a partir del cual
se forma el hígado, éste manifestará la tendencia a convertirse en el
hombre entero. Hay que verlo con la imaginación: por un lado, los
contornos precisos; por otro, lo que los penetra.
Así se presentan las cosas ante un examen serio. Las fórmulas de
meditación son un comienzo; les llevarán a decirse a sí mismos lo que
yo les he dado. Quien comienza a meditar encuentra en ello un inmenso
gozo interior, pero a partir de determinado punto la cosa se ofusca y se
vuelve extraordinariamente complicada. Si no se esfuerzan les sucederá
lo mismo que a aquél que busca a Lucifer y obtiene la imagen de
Arimán La meditación provoca entt nces lo contrario de lo que se
pretende. Quien busca a Arimán se encuentra la imagen de Lucifer. Esta
es la dificultad y con frecuencia pierden la paciencia, se cansan. No es
el tiempo lo que cuenta, sino la paciencia, la intensidad de la
meditación. Siendo así, con cinco minutos bastan. Pero si perdemos la
paciencia después de cinco minutos o después de medio año volvemos
a lo mismo. Hay que perseverar, y comprenderán las cosas;
comprenderán el paso del hombre sólido al hombre fluido.

Para abordar al hombre-aire tendrán necesidad del principio musical.


Deben entonces captar el proceso respiratorio, y si meditan
correctamente su atención se volverá hacia su respiración. Entonces se
dibuja el hombre astral, el hombre-aire. Deben aprender a sentir esto: el
hombre atraviesa el mundo sin conocimiento de sí. Aprende ahora a
sentir, a sentir con su respiración. Esto se manifiesta en primer lugar —
si estamos habituados a un pensamiento matemático un poco
cualitativo- cuando se pregunta súbitamente: ¿estás hecho de tres
mitades? Tenemos la impresión de tener tres mitades. ¿Por qué? Porque
empezamos a sentir, a través de la respiración, que tenemos un pulmón
con tres lóbulos en un lado y dos en el otro. Realizando así la
experiencia de las proporciones internas a través del aire, nos elevamos
hacia lo astral-aéreo.

Y si somos capaces de escuchamos bien cuando hablamos, estamos en


el buen camino para el estudio de la organización del Yo. Así, pueden
acceder a la organización del Yo meditando primero, luego observando
atentamente un esqueleto de mamífero, de perro por ejemplo,
examinando sucesivamente, con profunda atención, la parte posterior y
la parte anterior. Una no es más que la modificación de la otra. Pasan
luego a lo cósmico, representándose la parte posterior for por la Luna y
la anterior por el Sol, y la manera en que el Sol mira a la Luna. Piensen
a continuación en la modificación introducida por la orientación vertical
del hombre, lo que les dará la transformación. Todo avanza así desde
un nivel, lo que les conduce hacia la organización del Yo. Pero hay que
proceder de este modo: lo espacial debe desaparecer en lo plástico, lo
plástico en lo musical, y lo musical en lo que puede tener un sentido.

Procediendo así llegarán a la unidad, y ésta es de hecho la vía más sana;


de otra manera se embrollarán. Es de estos principios de donde hay que
partir, y no de los detalles.

Este libro se termino de imprimir


en Julio 20 del 2011
Medellin -Collombia

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